Soledad Nardelli: Sra. Chef

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entrevista • Por Daniela Rossi

Soledad Nardelli

CHEF sra.

Es la única argentina al frente de un restaurante que figura en la lista de los mejores de América latina. En un universo dominado por hombres, aclara que “hay mujeres que tenemos más a flor de piel lo masculino”.

E

mpieza la mañana andando en bicicleta, en el gimnasio o paseando en rollers. La noche la termina con una copa de vino, cuando el restaurant ya está por cerrar. Soledad Nardelli es la chef ejecutiva de Chila, restaurant que fue elegido en el puesto 21º en la premiación de los mejores 50 restaurantes de América latina. Hace casi nueve años, cuando tenía 27, le propusieron encabezar el equipo de este lugar que propone, en sus palabras, “cocina contemporánea con productos argentinos”. Hoy tiene 35, durante 2013 fue la Embajadora de la Cocina Argentina e integra el colectivo GAJO, que agrupa a chefs argentinos sub-40. Nacida y criada en San Isidro, cocinaba tortas en su casa y las vendía. Después de cursar un año de Derecho en la UCA entendió que su camino sería otro. Empezó a estudiar cocina, a realizar pasantías y también a viajar para perfeccionarse: trabajó en España y Francia, lugares en los que

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vivió la disciplina más extrema. “Sí, chef, ¿con qué sigo?”, repetía. Pero siguió. “Me marcaron mucho esas experiencias. Fui bastante maltratada y siempre decía ‘cuando tenga la oportunidad de tener mi cocina no voy a repetir una sola cosa de lo que me hicieron’. Era tan, tan profundo lo que sentía. Y fue lo que hice después. El grupo de Chila siempre fue muy copado y está muy consolidado, ya es medio como familia. Y siento que hicimos escuela”, cuenta. -Cuando cambiaste de carrera, ¿qué imaginabas del que sería después tu oficio? -No mucho, fue bastante inconsciente. Nunca pensé en dedicarme a la cocina profesionalmente. Cuando arranqué todo era fascinación. Mi primera práctica fue en Catalinas, con Ramiro Rodríguez Pardo. Trabajaba en un sótano con un señor que se llamaba Campos, que ahora trabaja en Oviedo, a quien le decían “el Cirujano”. Me enseñó a deshuesar los pollos perfectos. Me gustaba eso, lo diferente. Y sabía que era algo sacrificado.

Durante los primeros años del restaurant hubo noches en las que Nardelli ni siquiera se volvió a su casa: dormía ahí. “Soy un poco obsesiva, sí. Me decían que me fuera a descansar, que estaba todo bien, pero yo me quedaba”, confiesa. “Con los años el estilo de conducción me re cambió, estoy mucho más relajada. Me di cuenta de que es mucho mejor la calidad del tiempo que le doy y no la cantidad. No hace falta que esté cortando perfectamente una cebolla a brunoise. Pasa por otro lado la cosa”, explica. Cuando Ferran Adrián visitó Buenos Aires en 2011, la eligió a ella para que fuera su anfitriona. Sole aprovechó para preguntarle qué opinaba de las mujeres en la cocina: “Las que llegan no tienen ninguna diferencia con el varón”, le respondió. -Siempre aparece esa pregunta sobre las diferencias entre el hombre y la mujer en la cocina… -Yo, la verdad, no me siento diferente en cuanto a creatividad, mente, innovación, sensibilidad. Quizá podría nombrarte a la fuerza física, por el trabajo que pide la co-


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