STREET ART de exportación

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STREETART

AL

DE EXPORTACIÓN

IGUAL QUE SUCEDE EN LAS CIUDADES MÁS TRENDY DEL PLANETA,

BUENOS AIRES

EXPERIMENTA UN BOOM DEL MURALISMO

CALLEJERO, CUYA CALIDAD EXPRESIVA YA HA SIDO VALIDADA POR LA ACADEMIA, LOS VECINOS, LAS AUTORIDADES MUNICIPALES, LOS GALERISTAS E INCLUSO, LOS COLECCIONISTAS. DE

CHINA

A LOS

ESTADOS UNIDOS,

AHORA,

ESA ONDA EXPANSIVA SE PROYECTA AL MUNDO.

A

LONDRES,

CADA VEZ SON MÁS LOS REFERENTES LOCALES CONVOCADOS PARA FIRMAR SUS OBRAS

EN ESPACIOS PÚBLICOS DE GRANDES CIUDADES PERO TAMBIÉN ALDEAS EN VÍAS DE EXTINCIÓN.

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DE TÚNEZ

Txt: Daniela Rossi


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PUM PUM Su ya clásica niña soñadora, en una escuela rural de China.

que tenía de dibujo y pintura a la calle”. Cuando creció, el muralismo no estaba de moda, pero aparecieron algunas propuestas para embellecer su barrio. Hoy, el artista urbano reflexiona: “Antes tenía que tocar timbre para pedir permiso. Hoy me mandan mensajes por las redes sociales para ofrecerme paredes”.

DAVID PETRONI REIVINDICACIÓN DE LA GEOMETRÍA Al costado de las vías del ferrocarril Bartolomé Mitre, a la altura de Villa Urquiza, una de las paredes más altas tiene un entrelazado de listones estridentes que lleva la firma de David Petroni. En ese edificio funciona su taller, en donde pinta sobre lienzo y hace los bocetos que luego llevará a otra escala. Empezó a pintar siendo adolescente en Villa Maipú, San Martín, donde vivía. Luego se convirtió en estudiante de Diseño Gráfico y Bellas Artes, etapa en la que pasó a la actividad indoor. De viaje rumbo a Brasil, la aerolínea extravió sus telas y se encontró sólo con sus pinturas: en ese momento, volvió a la expresión callejera. “Los viajes te van transformando. Regresé con la cabeza cambiada y la ciudad estaba más dispuesta al arte urbano”, recuerda. Este año llegó una aventura por Europa, de tres meses y medio, que empezó planeada por París y Lisboa pero que lo terminó llevando también a Roma y Gdansk, Polonia, en donde dejó sus coloridos murales.

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“La geometría y los colores son un lenguaje en sí. Tiene que ver con los sentidos, con la experiencia que genera en lo humano. Voy comprobando que el hombre es similar en su parte esencial. El contexto importa en determinadas ocasiones, en la interacción de la obra, en los otros estímulos visuales que hay. En Polonia pinté en una ciudad a orillas del Báltico que la mitad del año está nevada. Entonces, pensé cómo mis colores podían interactuar con una ciudad blanca”, explica, quien en agosto pasado terminó una pared de 11 metros en la villa 1.11.14. Sus murales geométricos hermanan medianeras de diferentes partes del mundo con una misma idea creativa.

EVER LOS MUROS ESTÁN HECHOS PARA SER ESCUCHADOS

De Mill Valley, California, a unos pocos días en su estudio de Villa Crespo y de nuevo al avión rumbo a Asunción, Paraguay. La agenda de Nicolás Romero –Ever en su faceta de artista– incluye muros alrededor del mundo a los que se acerca con una grúa para dejar allí su obra. Sus padres le regalaban libros de Diego Velázquez y Vincent Van Gogh, y el pequeño Nicolás conectaba con el pintor de los Países Bajos: “Pensaba que él se había cortado la oreja porque no aguantaba la otitis, que yo padecía”. A los 12 comenzó a estudiar arte clásico y, ya en la secundaria, apareció “el niño

que quiere ser diferente”, actitud expresada en su encuentro con el grafitti, el skate y el hip hop. “Empecé a pintar de manera ilegal, pero no me gustaba el peligro que implicaba. Sentía que podía hacer arte público desde otro lugar”, recuerda sobre las salidas que hacía por Congreso, Barracas y Lanús. En 2009 viajó a Europa y vivió de cerca el movimiento del arte callejero francés, del que tomó el discurso político reflexivo. “Para mí, pintar en la calle es una investigación sociológica constante. En la intervención pública interactúan muchos factores, de modo que vas con una idea y se reinterpreta con el contexto. No hay que tomarlo meramente como algo lindo. Eso va a pertenecer a la gente, el barrio. La calle es donde nos quejamos y las paredes están hechas para ser escuchadas”, explica. Sus rostros realistas y expresivos, repletos de detalles, dan cuenta de que pinta en la pared como en el lienzo. El primer llamado que recibió para trabajar en el exterior llegó desde Atlanta, Georgia; el mismo año lo invitaron a Art Basel para participar del proyecto que lo llevó a pintar en Wynwood, el barrio de Miami copado por la movida del street art. México, Australia, España, Canadá, Austria y otras ciudades de los Estados Unidos (Cleveland, Chicago, Arizona), en donde trabaja con algunas galerías, forman parte de su trayectoria en tiempo presente. “Lo que me parece más importante de pintar en espacios públicos es el artista como un médium entre la sociedad y lo que plasma en la pared. Me interesa el contexto: investigar la ciudad, la arquitectura, la población o algún tema actual. Uno deja su interpretación, que tiene que generar preguntas porque, como artista, no busco dar respuestas”, define. Sus murales no llevan firma porque está convencido de que, una vez que los termina, ya no le pertenecen.

PUM PUM LA ONDA EXPANSIVA DEL MURALISMO COMO LENGUAJE UNIVERSAL

Una escuela primaria de Lishui, en el suroeste de China, luce en sus paredes a una niña soñadora. Hasta ese lugar rodeado de bosques de bambú y campos de loto llegó Pum Pum, una de las referentes argentinas de arte urbano que es corriente cruzarse en las paredes porteñas. Accedió a esa zona rural convocada por el programa Back to school, que reunió a 15 artistas de diferentes países del mundo para pintar imágenes motivadoras para los pequeños estudiantes. Y hacia allí emprendió una nueva experiencia fronteras afuera: “En esto siempre hay un costado que valoro muchísimo, que es el contacto con la gente. Sobre


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rimero con sus mochilas y amigos como únicos testigos, en la soledad de los horarios no hábiles y las zonas poco miradas, empezaron a pintar paredes. Aparecieron letras corpóreas, firmas coloridas, algunos íconos que se repetían. Luego llegaron los muros más grandes, ofrecidos como lienzos para que plasmaran allí sus ideas en imágenes, en el corazón de la ciudad. Sólo hay que levantar la vista para encontrar enormes cuadros en medianeras y paredes de los barrios porteños y sus alrededores. El street art se instaló en Buenos Aires, tal como sucedió en otras ciudades del mundo. Y sus artistas tuvieron nuevos espacios donde encontrarse con los vecinos, conversar, pensar una imagen dentro de un contexto y, una vez terminado, dejarlo ahí, como parte del barrio, ya fuera en la urbe o en cualquier otro punto del planeta al que viajan con sus materiales.

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MARTÍN RON Mural para el Proyecto Dúo, en Palermo, que le valió ser convocado desde Gran Bretaña a Tailandia.

DAVID PETRONI Geometría, de la villa del Bajo Flores a un pueblo en el Báltico. MARTÍN RON CADA VEZ MÁS ALTO, CADA VEZ MÁS LEJOS Al cruzar por debajo de la avenida General Paz y Acceso Oeste, en el camino que une Liniers con Ciudadela, los colores toman las columnas, que pasaron a ser soportes de la creatividad de Martín Ron. “Es una obra para recorrer. Cuando te movés, entrás a un portal psicodélico de colores. Buscamos resignificar el espacio; las columnas son algo funcional pero, ahora también tienen una función estética. Una zona que antes era oscura, ahora tiene luz y color. Pasás dos minutos camino al trabajo y te modifica”, cuenta. Nacido en Caseros, en el Partido de Tres de Febrero, fue uno de los primeros que pintó un mural de grandes dimensiones en la capital argentina: en un plano de 412 metros cuadrados, a pasos de la sede Drago de la Universidad de Buenos Aires, hizo una imagen surrealista que captura miradas. “Si es interesante pintar cada vez más alto, también lo es pintar más lejos”, plantea. En 2013, el mismo año de aquel mural, viajó a Chile y luego a Gran Bretaña, convocado por

Street Art London. “Te trasladás con tus pinturas y tus ideas. Lo único que no tenés es la pared. El lugar más insólito lo hace más especial: conocés otras idiosincrasias, te conectás con otras realidades, descubrís a otros artistas y vas tanto al centro de la ciudad como a las periferias. Cada mural es una nueva aventura, sea en un barrio de Buenos Aires o en Tailandia”, afirma. Entre sus 300 obras, a Ron se le cuentan varios murales porteños ya icónicos, como la imponente tortuga marina que pintó en Barracas y el retrato de Carlos Tévez en Fuerte Apache. En el exterior, su creatividad quedó plasmada en paredes de Malasia, Bélgica, los Estados Unidos, Estonia e Inglaterra. De adolescente, Ron “salía a llevar los escasos conocimientos

EVER The Arrival, en Viena, ejemplo de su arte como investigación sociológica.

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todo en estos casos de diferencias culturales abismales: hablaban un dialecto, pero hay cosas que sobrepasan los idiomas. Esos momentos compartidos aportan detalles, un conocimiento y sensibilidad que son necesarios antes de hacer un boceto abstracto”, cuenta. Un proyecto similar la llevó a la isla de Djerba, en Túnez, en donde se encontró con colegas de todo el mundo para pintar establecimientos educativos en el pequeño pueblo de Erriadh. Pum Pum creció en un hogar en el que el arte formaba parte de la cotidianidad, estudió Diseño Gráfico y encontró el muralismo en el camino. “Empezó de manera lúdica. No lo niego: me gustaba dibujar, pero no pensaba en que fuera una profesión para toda la vida. Hasta que lo que hacía comenzó a repercutir, a tener una conexión sensible con quien lo recibía. Eso genera una onda expansiva, porque valoro mucho lo que le pasa a quien lo ve y opina”, revela. En paralelo con su trabajo en la calle, mantiene su tiempo en el taller y su agenda anual suele contemplar una exposición individual en Buenos Aires, Rosario y Córdoba. “Se fue armando un camino y lo sigo con ganas, muy segura. Cada experiencia que llega me sorprende”.

TEC LA CALLE COMO FUENTE DE INSPIRACIÓN Y ENERGÍA

Eran los inicios de los ‘80 cuando recibió, como regalo, un libro que compilaba los grafittis de Nueva York. Sin Internet, sólo con esas imágenes en papel como referencia, TEC y un amigo empezaron a hacer sus primeras pintadas en las calles de la ciudad de Córdoba, donde vivían. Unos años después, viajó a visitar a un tío en Barcelona y se encontró con una escena desarrollada que lo motivó, a su regreso, a entregarse al graffiti caligráfico. Mientras estudiaba Diseño Gráfico en la UBA surgieron dos grupos interdisciplinarios llamados Doma y Fase, que integró, y dedicó su tiempo especialmente al campo audiovisual. En 2001, en medio de la crisis del país, volvió a salir en grupo para pintar plazas “y ponerle un poco de onda y color a la situación, con una estética naif, cercana al diseño gráfico. Eso me puso de vuelta en la calle, me devolvió al street art”, reconoce en su flamante estudio en Villa Ortúzar. Años más tarde, una galería de arte de San Pablo lo invitó a una residencia de dos meses junto a artistas de todo el mundo: ese fue el inicio de su vínculo con la capital financiera de Brasil, ya que después llegó una exposición en el Museo de Arte de San Pablo, la residencia estable y su familia. “Es una ciudad hostil, pero muy rica, viva las 24 horas, que me subió el nivel de exigencia profesional”, cuenta. Trabajó en tela durante dos años con la samba paulista como temática, pero se cansó. “Apenas pude, volví a la calle, fuente de inspiración y energía. Me siento un poquito más útil cuando trabajo en la calle, con la gente, sobre

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GRAFFITI TOURS graffitimundo es una organización sin fines de lucro dedicada al apoyo y la promoción de la escena local de arte urbano y los esfuerzos individuales de sus artistas, cuyas historias, visión y motivación son reveladas al mismo tiempo que se descubren sus obras más emblemáticas en la ciudad de Buenos Aires. Algunos de los programas disponibles, sólo en idioma inglés y en recorridos a pie y/o vehículo que se extienden durante un mínimo de tres horas, son: Walking Tour, que conduce a través del emergente Villa Crespo hasta el consagrado Palermo Soho (u$s 18); North City Tour, una exploración profunda de las paredes intervenidas en Colegiales, Chacarita, Villa Crespo y Palermo (u$s 30 en minibus con aire acondicionado); South City Tour, que se adentra en las otroras áreas industriales de La Boca y Barracas (u$s 30). Todos requieren inscripción previa online. Otra opción es visitar Galería Unión, el único espacio dedicado al arte urbano en la ciudad y gestionado por sus protagonistas. Ubicada en Palermo Soho, programa exposiciones temporarias y también brinda la posibilidad de adquirir obras en pequeño formato.

TEC De los muros saturados al asfalto en San Pablo.

todo cuando voy a los barrios más periféricos y laburo con una escuela, haciendo una obra que cambia el contexto”, celebra el artista, quien pintó el mural más grande de San Pablo, junto a una autovía de la zona conocida como Minhocao. La pared lateral de un edificio de 18 pisos –60 metros de altura– exhibe su interpretación del vínculo entre el hombre y la megaciudad. A menor escala, TEC hizo una obra similar en la esquina de avenida Forest y Virrey Avilés, y ya pasó por Barracas, el barrio que pronto tendrá otra de sus obras porteñas.◆


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