¿Qué hace a una casa?

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¿Qué hace a una casa? Daniela Henao Alvarez



¿Qué hace a una casa?

Trabajo de grado Por: Daniela Henao Alvarez Directora: Natalia Echeverri Arango Univerisdad Nacional de Colombia, Sede Medellín Escuela de Artes, Facultad de Arquitectura 2019 - 2020



Guía 4 - Antecedentes 5 - ¿Qué hace a una casa? 8 - Las casas de Pilar y Nancy 14 - Imágenes de las que no tengo fotos 23 - Poema accidental o guión para subtítulos de video 24 - Bibliografía

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Antecedentes El barrio La Iguaná comenzó a poblarse en los años 40, cuando, producto de la violencia, muchas familias de diferentes lugares de Antioquia y el resto del país emigraron a núcleos urbanos en busca de mejores oportunidades. Al borde de la quebrada La Iguaná, habían algunos ranchitos de madera que hacían los trabajadores que paleaban arena para guardar sus herramientas. Junto a estos ranchos, familias provenientes de zonas rurales en su mayoría, decidieron construir sus futuros hogares. La Iguaná es un asentamiento o barrio irregular, es decir, un lugar donde se establece una persona o grupo que está fuera de las normas establecidas por las autoridades encargadas del ordenamiento urbano, por su ubicación y las condiciones de la población es considerado además un barrio en condiciones vulnerables, con dificultad de acceso a servicios públicos básicos y condiciones de vida atípicas y a veces precarias. Gran parte de la población del sector está conformada por mujeres, muchas de ellas cabezas de familia y emprendedoras que además de encargarse de las labores de cuidado en la vivienda proveen ingresos económicos por medio de variedad de actividades, en su mayoría independientes e informales. Un barrio cuyos modos de vida, maneras de construcción y alternativas de sustento parecen extrañas para quienes miramos desde afuera; en nuestros recorridos diarios, rumbo a salir de Medellín, o simplemente porque estaba en nuestro camino. Atravesado por la carrera 65 es, además de un barrio de viviendas, un sector de paso para la confluencia de transeúntes y vehículos provenientes de toda la ciudad. 4


¿Qué hace a una casa?

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Creía que sabía lo que era una casa, tomaba la mía como ejemplo, y, a veces, las otras que conocía de niña. Paredes, puerta, ventana, sofá, plantas y baldosas: para contarlas, medir con ellas, y para jugar a no pisar las líneas. Muebles que se convertían en fuertes, sillas que podían servir de camas, y ventanas por donde se reconocía el afuera. Un montón de objetos acumulados que contaban, y cuentan todavía, historias; su historia de llegada a nuestra casa, nuestra historia de vida a partir de ellos, además de la historia que cada objeto trae consigo, a veces anónima, que sólo puede leerse en las marcas -cicatrices- que son el desgaste. Una casa tiene paredes para proteger del frío, del sol y de los demás, para delimitar el adentro y el afuera. Una casa tiene una puerta para entrar y salir, y para dejar entrar y salir. Es límite y a la vez umbral. Una casa tiene una cama para descansar y soñar, para ocultarse bajo las cobijas y refugiarse cuando el afuera es hostil. Pero estas relaciones no definen aún lo que es una casa, podría hablar de lo que la hace, de las partes que tiene o “debería” tener para ser: En principio se conforma por algunas paredes, un techo y un umbral para entrar y salir. Luego de esa estructura básica comienzan a añadirse muebles y demás elementos que se convierten en verbos:

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Silla - Sentarse Ventana - Mirar Colchón/Cama - Descansar Fogón - Transformar/Alimentarse Mesa - Reunirse Foto - Recordar Hay casas que no contienen todas estas características, o que tardan algún tiempo en tenerlas todas; hay espacios que devienen casas por causas más afectivas que espaciales, o por una combinación de ambas. Así es el caso del barrio La Iguaná1 donde muchos de los hogares son reformados, adaptados e incluso construidos por sus propios habitantes. Con cada elemento que se va añadiendo ¿Se hace cada vez más casa? ¿Se vuelve hogar?

1 El nombre completo del barrio es Nueva Villa La Iguaná, y está ubicado en el noroccidente de Medellín, Antioquia, Colombia.

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Las casas de Pilar y Nancy

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Gracias a que se encuentra en mi recorrido diario, y gracias a Doña Nubia1, conocí La Iguaná. Entre historias y jugos de naranja veía pasar a los niños al colegio, los adultos a trabajar y los más adultos ir a caminar o a veces a misa. En el punto de confluencia que es el puesto de jugos de Doña Nubia: una mesa, tres sillas y una sombrilla de cuatro colores, entendí que encasar es un proceso que se da orgánicamente, a medida que se habita un espacio que no necesariamente es la vivienda. También allí fue que sentí fuertemente la calidez y expresividad que emana el barrio gracias a su gente. Casi tres años me tardé en abordar de frente ese universo que ocurría a menos de cinco minutos caminando desde la universidad. Creo que nada ocurre por casualidad y que las personas, y espacios, que encontramos en nuestro camino están allí por una razón. Gracias al encuentro es que el arte se hace más potente, y es en la casa dónde para mí se dan los encuentros que permiten mayor conexión y vínculos. Gracias a Doña Nubia conocí La Iguaná, gracias al profe Rafael conocí a Pilar y gracias a Valen y Valen conocí a Nancy. La decisión de entrar en estas casas estuvo y está mediada por una combinación entre admiración, curiosidad y el deseo de entender lógicas de vivienda, habitabilidad y vidas diferentes a las propias y a las que conocía. 1 Doña Nubia vende jugos de naranja en el puente de la 65, a unos metros de la entrada de la Universidad Nacional, fue en 2014 la primera habitante de La Iguaná que conocí y me abrió su casa.

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En ambas casas la sala es el espacio principal de interacción, tanto entre las personas que allí habitan como en su relación conmigo. Ambas salas comparten ciertos elementos: Sofá Ventana Televisor Puerta Biblioteca Teléfono Mesa Móvil1 Las dos salas contienen estas cosas, si lo pienso un poco, la mía, y muchas otras, también, ¿Qué podría pasar si no tuvieran alguna de ellas? ¿Y si no tuviera ninguna? Una casa sin sofá ¿Sigue siendo casa? La sensación de hogar reside en el aura del espacio más que en sus características físicas, a estas puede llegarse con inversiones monetarias: es una cuestión material, mientras que a la sensación de cobijo, de confort, de hogar, se llega a partir del tiempo, de la experiencia que se construye en conjunto con el lugar. En la Revista Matera leí algo que lo expresa muy bien:

1 En navidad de 2019 les regale a cada una uno móvil de tubos metálicos y madera. Las dos los colgaron en la sala.

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“A veces se construye hogar en una casa, otras veces en un apartamento, a veces en una habitación, a veces en una finca. Algunas veces no hay casa, ni apartamento, ni habitación, ni finca propia. A veces se renta, a veces se compra, a veces se presta. A veces no hay con que rentar, ni comprar, pero hay familia con quienes crear casa. A veces esa familia es una carga, a veces es un apoyo. En algunas ocasiones hay dos casas y una sola familia, en otras hay dos familias y dos casas, en otras ocasiones hay más. A veces hay cosas pero no hay casa, a veces hay casa, pero no hay cosas. Algunas veces hay una cama o un intento de cama en que dormir, pero no hay un baño propio, hay unos cartones y unas telas, a veces hay una esquina favorita de la ciudad donde dormir con el perro y donde sentirse en casa. Las casas se crean a partir de ideas, a veces solo no se crean, pero en la mayoría de casos sí. Se crea simplemente porque es una necesidad o un deseo profundo del ser humano. En algunas ocasiones el espacio no es físico, a veces se crean espacios mentales donde uno está en su hogar, se crean a partir de uno mismo, de recuerdos, de canciones, de espacios vitales o mentales. Cada persona lo hace con las posibilidades que tenga, y si tiene todas las posibilidades lo hace como le plazca1”.

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Las casas y las cosas, María Margarita Moreno. Revista Matera. (2017) Nº17.

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He visto cómo en las dos casas de estudio, se crean espacios especiales al unirse esas dos variantes; la necesidad y el deseo, las posibilidades que se tienen y los anhelos que se quieren lograr. Forma y función, función y disfrute, habitabilidad, agrado, confort, domesticidad. Más allá de los estilos o corrientes decorativas de distintas épocas, hoy todo es un collage -o como diría mi abuela un salpicón- de estilos y muebles de diferentes tipos. Los interiores de estas casas no responden a modas sino a la necesidad y la funcionalidad, esto no quiere decir que el gusto pase a un segundo plano, al contrario, la creatividad sale a flote y en lugar de comprar nuevos objetos la reparación y adaptación están presentes en todos los rincones de estas dos viviendas, creando interiores personalizados y expresivos. Aquí aparece el concepto de Mario Pratz, Stimmung: “una característica de los interiores que tiene menos que ver con la funcionalidad que con la manera en la que el cuarto manifiesta el carácter de su dueño (habitante) la manera en la que el espacio refleja su alma1”. Tal vez nunca fue una cuestión del espacio como tal, sino de nuestra relación con él, de habitarlo para construirlo, de construirlo a medida que lo habitamos: De encasarlo2, Behausen3. 1

Witold Rybczynski , La Casa Historia de Una Idea (1986) 2 Encasar es una traducción aproximada del verbo behausen en alemán, esta se refiere a habitar un espacio propio, o mejor, un espacio que se ha hecho propio a medida que se habita. 3 Esta palabra linda del idioma Alemán la explica Martin Heidegger en su texto Construir, habitar, pensar (1951)

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En el libro El coste de la vivienda, Ellen Richards afirma que “el confort en la vida es mucho más mental que físico1”, esto nos indica que no basta con “estar” en la propia vivienda, sino sentirse en “como en casa”, en-casa ¡Como encasar! Así, lo encasado puede relacionarse con lo “amañador” como diríamos en Medellín; lo acogedor y confortable, tanto física como afectiva y sensorialmente. Estas dos casas son espacios dinámicos, móviles y abiertos. Nunca estáticos pues sus dueñas los adaptan y reforman cada que lo consideren pertinente. Casas vivas, en actividad constante de muebles y personas, espacios multiusos; el mismo lugar sirve para preparar alimentos, comer, cuidarse y para recibir visitantes. Estos flujos hacen imposible que la casa permanezca “ordenada”, en rincones, mesas o estantes hay evidencias de que allí viven personas. Hay huellas de las dinámicas cotidianas: zapatos junto a la cama, el tubo de crema de dientes junto al lavamanos, una cuchara sin lavar en el fregadero, la cama con arrugas porque alguien se acostó sobre ella sin destenderla, las sillas desalineadas entre sí… ¿Qué hay más orgánico y humano que la naturalidad del no-orden? Lo que hago en este proyecto es observar “las rutinas diarias como reinvenciones del lugar que se transforma, se ocupa y nos contiene2”. Grabar como estas dos mujeres habitan sus casas que se transforman, se ocupan y nos contienen junto a nuestros vestigios de cotidianidad. 1 2

Ellen H Richards, El coste de la vivienda. (1905) Natalia Echeverri, La piel del morro. (2007)

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Imรกgenes de las que no tengo fotos

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La Casa de Pilar Un perro sentado en una silla Rimax Es el primer día que visito la casa de Pilar, su esposo está sentado en una silla Rimax blanca, justo frente a la puerta de entrada. Mira la calle y se refresca con la brisa de la tarde. - Queda en su casa, yo voy a ir a arreglar almuerzo- Listo, muchas gracias- respondo. En cuanto él se levanta, Trons, un pitbull color chocolate que también vive allí, aprovecha para tomar su lugar y mirar a la gente que pasa.

Una manito con dos mil pesos En las tardes Pilar recibe algunos niños en su casa para ayudas académicas, es jueves, estamos en la sala y la puerta está cerrada. - ¡Profe Pilar! ¿Está? - dice Emmanuel mientras asoma por la ventana junto a la puerta su manito derecha con dos mil pesos enrollados entre los dedos. Pilar se levanta y le abre la puerta. -¿Y quién lo trajo? Todavía está temprano - Ah profe, es que quería venir -

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Un pocillo con gaseosa sentado en una silla de niño A medio día a los niños los recogen del jardín. Las sillas rimax azules, rojas, blancas y rosadas quedan repartidas por la sala en una especie de círculo imperfecto. Sigo sentada en una de esas sillas mientras hablo con Yiter y Joseline que se quedan a almorzar. Pilar llega con un pocillo lleno de gaseosa. - Tome fresquito Daniela, yo ahora vuelvo Me tomo un trago y pongo el pocillo en la silla junto a mi, las manos las tengo ocupadas con los juguetes.

Niños cargando sillas Estamos sentados en círculo practicando el villancico que los niños van a cantarles a las mamás y papás en navidad, todos con uniforme de gala porque hoy son las fotos de la graduación. Cuando llegó el fotógrafo Pilar les pidió a los niños que se acomoden todos en la pared del fondo con sus sillas. - Las azules adelante para que se vean todas iguales Cada uno tomó su silla sin levantarse de ella y comenzó un desfile de niños y niñas-silla que, tambaleándose un poco a cada paso, lograron llegar al fondo. - ¿Listos? Una, dos, ¡tres! - Wiskiiiiii -

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Pilar dando clase y cargando un perro Camila, la hija de Pilar, comenzó a trabajar esta semana. Lupita, su mascota, es una pincher blanca con café que las acompaña hace unos dos años, gran parte de los días los pasa envuelta en una cobija en los brazos o el regazo de Camila. Como ella no está Lupita está inquieta y camina por todos lados mientras Pilar y los niños leen Pulgarcita. - ¿Qué llegó ese día en la noche? - El inviernooo - Responden todos. Lupita interrumpe la lectura con sus ladridos particularmente agudos. - ¡Ay! Venga pues - Le dice Pilar al tiempo que levanta el libro de sus piernas para que Lupita pueda acomodarse. - Listo, en que íbamos… El Invierno -

Niños debajo de la mesa Cuando las mesas no se están usando se arruman las dos más pequeñas al revés sobre la más grande. Sara, Yiter y Laura están jugando a la casita, y, la cocina, queda debajo de esas mesas. - Profe ¡venga a jugar con nosotras!- Listo, voy, esperame dejo la cámara allí - Bueeenooo - Responden cantando las dos niñas.

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Pensar en una casa cuyos cimientos son el quehacer de su ama. La idea de casa que Pilar les enseña a los niños desde el amor y la manera en que se construyen estos conceptos, todo ocurre sobre las mesas plasticas blancas de patas amarillas que, así no combinen, hacen juego con las sillas plásticas blancas, azules, rosadas y rojas.

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La Casa de Nancy La sala afuera de la casa Es el cumpleaños de Dylan y la casa de Nancy se expande. La calle del frente y una esquinita estratégica delante del parque de niños se convierten en una extensión de la casa, ahora Nancy y su familia tienen una sala enorme, que es tan suya como de los vecinos que llegan a sentarse allí y que se amplía hasta donde se necesite. Las sillas, las mesas, la conversación, la música, el mantel e incluso la cocina ocurren de puertas para afuera, pero se siguen sintiendo tan confortables y naturales como adentro.

Una mesa sacada de la quebrada Estamos haciendo visita en la casa de Nancy, hablamos de las crecientes, la quebrada y de cómo luego de la lluvia bajan puertas, llantas, muebles y demás. - Esta mesita la sacamos de ahí - ¿Si? - pregunté en mi ingenuidad. - Claro, con una cuerda y vea, aquí nos quedó apenas para la sala -

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Personas durmiendo sobre la ropa sobre la cama Nancy me contó que una de las primeras noches que ella, Dylan y Michell amanecieron en su nueva casa, el techo aún no estaba construido por completo. - Y mija ¡Cayó un aguacero! Llovía tanto tanto que pasadas las 12 los dos hijos se pasaron a la cama de la madre. Como ese colchón también estaba mojado, pusieron casi toda su ropa encima y los tres durmieron ahí, en una esquinita del lecho principal, el único sitio donde no caía lluvia. Nancy recostada en la pared, Michell entre sus piernas y Dylan entre las de su hermana mayor.

Televisores con plantas encima Como los vecinos saben que Nancy recicla, cuando se les dañan televisores, ventiladores y demás, se los llevan hasta su casa y los acomodan al lado derecho de la puerta, en unas escalas que ella misma hizo. Nancy los revisa, los conecta, los ensaya. - ¿Tiene arreglo? - Yo creo que si, y sino, lo dejo para poner mis matas -

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La mesa simbólica El 31 de diciembre Nancy preparó en la calle frente a su casa una mesa con cuatro sillas alrededor. Mantel, platos, copas, cubiertos, y, un florero con eucaliptos y flores amarillas en el centro. -La gente pasaba y me decían que los invitara, entonces yo les decía que todos estaban invitados y por eso puse la mesa afuera, casi nadie me entendía que era una mesa simbólica-

Un niño cargando un banquito de plástico en la cabeza Oswar es vecino de Nancy, debe tener unos 3 o 4 años, todos los días en la noche se asoma a la puerta que siempre está abierta. -¿Doña Nancy me presta el banquito?- ¿Cómo se dice? - Doña Nancy ¿Me presta el banquito por favor? - Si mi amor, vaya por el - Gracias doña Nancy - dice Oswar mientras sale con el banquito de plástico sobre su cabeza. Así el día anterior y el siguiente.

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Pensar en una casa cuyos cimientos son el quehacer de su ama, la carreta es uno de los medios que permiten a Nancy subsistir con su familia, ademĂĄs por ella pasan muchas de las piezas que serĂĄn parte de la casa: muebles, utensilios, electrodomĂŠsticos y objetos varios que al ser encontrados comienzan a reescribirse con una nueva historia.

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Poema accidental o guión para subtítulos de video La Iguaná, Medellín Un barrio Dos casas Dos mujeres Dos mujeres y sus casas ¿Cuántas historias? Lo cotidiano Gestos simultáneos Acciones, verbos Mirar Estar Cuidar Reunir Recordar Habitar

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Bibliografía - Rybczynski, W. (1986). La Casa Historia de una Idea. Nerea - Heidegger, M. (1951). Construir, habitar, pensar . Lugar a Dudas - Echeverri, N. (2007). La piel del morro. Expresiones estéticas del hábitat dentro de una comunidad barrial en transformación. CEHAP Universidad Nacional de Colombia - Moreno M. (2017) Las casas y las cosas. en Tenemos Casa. Revista Matera Nº 17

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Daniela Henao Alvarez 2020


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