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Domingo. 30 de octubre de 2016 • LA RAZÓN
CULTURA Por D. MENDOZA - Madrid
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u primera novela, publicada en 2010, fue enormemente exitosa –ganó el premio Goncourt y la versión cinematográfica sale en diciembre–, pero ante la idea de que esa notoriedad le haya dado miedo escénico a la hora de escribir su segundo libro, Laurent Binet contesta, entre risas, que «esos son problemas de ricos». Si le tomó varios años publicar un trabajo nuevo fue porque dedicó mucho tiempo a investigar, leer y releer a los personajes reales que aparecen en «La séptima función del lenguaje» (Seix Barral). Foucault, Lacan, Deleuze y Althusser, entre otros contemporáneos, ayudan a dilucidar –o a enmarañar, según como se mire– las circunstancias de la muerte de Roland Barthes, que fue atropellado en París en marzo de 1980. El título –del que Binet dice que «fue un riesgo, pero en Francia ha funcionado»– es una señal de que la semiología acapara una parte importante de la hºistoria. Sin embargo, la teoría no se hace pesada, y la acción –ya que, en realidad, se trata de una novela policiaca–, el suspense y el humor predominan. «Sí es una historia compleja, pero nadie dice que no podamos divertirnos con lo complejo. Además, di clases durante diez años, así que espero poder explicar cosas complicadas de manera sencilla. ‘‘Docere et placere’’ es el lema. La novela trata
Laurent Binet toma parte del accidente que mató al semiólogo para construir una trama a lo James Bond en «La séptima función del lenguaje»
¿FUE ROLAND BARTHES ASESINADO? del poder del lenguaje, pero está estructurada como una película de James Bond. Y una parte concebida como una temporada de “24” (por eso uno de los personajes, el polícia, se llama Jack Bayard, el equivalente francés de Jack Bauer)», explica Binet. «Algunos la han comparado al “Código DaVinci”, cosa que no me agrada. Habría preferido la referencia de “El nombre de la rosa”, de Umberto Eco». –¿Necesitamos cada vez más que nos mastiquen el conocimiento en forma de ficción para poder consumirlo? –El proceso de aprendizaje debe pasar por algún medio, y éste puede ser una ficción, un juego, una película, un cuadro; lo que sea. Si te presento una serie de cifras, difícilmente las vas a retener, pero si construyo una historia alrededor de ellas, lo recordarás. La mejor manera de aprender ha sido siempre a través de los juegos, por eso mismo quise que el libro tuviera esa cualidad juguetona.
–Tanto en «HHhH» como en esta novela reconstruye momentos interesantes de la historia, sin embargo, ¿es novela histórica lo que usted hace? –«HHhH» lo era. Una vez que descubrí cómo los americanos estaban haciendo no ficción, pude admitir que mi libro también lo era. En todo caso, se trataba de una novela (y las novelas lo son por cómo cuentan las cosas, independientemente de que se trate de ficción o no). En esta segunda novela, definitivamente hablamos de ficción: torcí los hechos, inventé un asesinato donde hubo un accidente, maté a personas que no murieron... Me interesaba que el lector pudiera disfrutar de percibir la brecha entre ficción y realidad, y, luego, notar cómo ésta se hacía cada vez más amplia a medida que avanzaba el texto. –Parte del revuelo que causó con «HHhH» tuvo que ver con que se introducía a sí mismo en la novela, jugando justamente con la ficción y la realidad. Vuelve a
LA FATÍDICA FURGONETA DE LA SORBONA Roland Barthes –en la imagen– fue uno de los nombres clave de la crítica estructuralista. Además de ensayista y semiólogo, trabajó como periodista en «Combat», fundó la revista «Théâtre Populaire» y dirigió la Escuela Práctica de Altos Estudios. Su muerte, a la que se refiere Binet en la novela, llegó, en la primavera de 1980, después de ser atropellado por una furgoneta en la calle de las Écoles, frente a la Sorbona.
esas andanzas ahora.... –La verdad es que no quería hacerlo esta vez, pero no pude contenerme. En la tercera página ya apareció un «yo» por allí y decidí dejarlo estar. Esta vez estoy mucho menos presente como autor-narrador, pero me sigue interesando el cómo, el proceso de creación. En esta ocasión hay menos «yo», pero la perspectiva del escritor está presente a través de un personaje, Simon Herzog, que se vuelve paranoico y se pregunta si es parte de una crea-
ción literaria. Es decir, la idea de metanovela vuelve a aparecer, pero desde dentro, desde el personaje ficticio. –El lenguaje tiene seis funciones, ¿qué puede adelantarle a los lectores de esa séptima función que da título a su libro? –Como convierto el accidente que mató a Barthes en un asesinato, necesitaba un móvil. La idea es que le mataron para robarle un documento escrito por un lingüista ruso en el que se explica una función secreta del lenguaje, tan poderosa que no se podía revelar al mundo porque, si alguien lograra dominarla, se convertiría en el rey del verbo (de la elocuencia) y sería, por tanto, el rey del mundo. –Cuando estaba promocionando su primera novela, ya preparaba la segunda. ¿Está en el horno la tercera? –Sí, aunque todavía me encuentro en la etapa de documentación. Nuevamente, será una novela histórica y tendrá mucho que ver con los temas que me interesan y que ya he tratado en mis otros libros. Esta vez, la acción estará situada en el siglo XVI, la época de las conquistas (de hecho, por eso estoy tratando de aprender Español). «LA SÉPTIMA FUNCIÓN DEL LENGUAJE» Laurent Binet SEIX BARRAL 448 páginas, 21 euros Cristina Bejarano