La moda en la era del #MeToo

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Lunes. 12 de febrero de 2018 • LA RAZÓN

Gente El desfile de Christian Siriano en Nueva York fue ejemplo de cómo la industria debe adaptarse a la diversidad sexual y al respeto por la mujer

La moda en la era del #MeToo

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España, a la cabeza de la NYFW Desde que se fueran de Nueva York Delpozo y Desigual, España está representada esta edición por Custo Barcelona, pero también por Betto García, que realizó los sombreros para el desfile de Siriano. «Es un verdadero maestro. Me hace mucha ilusión traer a mi desfile la belleza de su trabajo hecho a mano. El “show” es sobre glamour y lujo y los sombreros de Betto (en la imagen, uno de ellos) aportan ambas cosas», asegura Siriano. «Hacía tiempo que no sentía la adrenalina de hoy», decía Betto.

Antes que Hollywood El modisto lucha desde el frente que conoce, el de la diversidad.Y es que, aunque no ha habido un escándalo en esta industria que se compare con el de Harvey Weinstein –sin restar importancia a las acusaciones contra Bruce Weber, Mario Testino y Paul Marciano–, lo cierto es que la moda asumió la bandera del feminismo antes que Hollywood. Basta ver las primeras colecciones de Maria Grazia Chiuri para Dior. La primera mujer en convertirse, en 2016, en directora creativa de la marca ha explicado en varias ocasiones que su ropa enfatiza «el empoderamiento de la mujer». Prabal Gurung hizo lo mismo el año pasado con sus camisetas estampadas con mensajes como «el futuro es femenino» o «así luce una feminista». Ciertamente, alzar la bandera del feminismo no es lo mismo que pronunciarse en contra del acoso sexual, que también está presente en la moda. Mientras esperan el desfile de Siriano dos modelos, Chloè Vero y Jocelyn Corona, abordan el tema. Vero afirma que «no he sufrido abusos, pero es cierto que desde mi agencia de modelaje siempre me han prevenido al respecto». Corona asegura que ahí está la clave: «Eres apenas un niña cuando entras en esta industria y las agencias deberían explicarte que hay ciertas cosas que no debes permitir y darte apoyo y ayuda». En ese sentido, este año se ofreció a las modelos cubículos privados para que se pudieran cambiar.

DANIELLA MENDOZA - NUEVA YORK (ENVIADA ESPECIAL) ueva York. Semana de la Moda. El desfile de Christian Siriano, rey de la alfombra roja, está por comenzar. En el «backstage» hay nervios, modelos a medio maquillar y flashes que persiguen a Whoopi Goldberg, recién llegada a esta caótica escena. En medio de todo, un hombre pequeño y delgado como un niño, con un blazer de terciopelo y gafas de pasta, mantiene la calma. Es Siriano, la mano e imaginación detrás de los abrigos de «faux fur» fucsia y vestidos de patente negro que en breve saldrán a la pasarela. De pronto se escucha la voz del diseñador que da a sus chicas –así las llama–unas últimas instrucciones. «Estoy diciendo siempre chicas… qué mal educado», se autocorrige Siriano en medio de su discurso. Y es que el «casting» de modelos no solo es diverso en términos de raza y tallas, sino que también hay entre ellas hombres y transexuales. En comparación con los «shows» de otras marcas esa variedad salta a la vista, pero para Siriano es lo común. El joven ganador de «Project Runway» se ha hecho un buen nombre –y un excelente negocio– vistiendo a mujeres «curvy» y de todas las edades, desde Christina Hendricks hasta Oprah y Michelle Obama, sin olvidar, claro, a Ashley Graham, la más famosa modelo de tallas grandes del momento. Graham abrió el sábado el desfile de Siriano, cuya primera fila es un buen ejemplo de la diversidad, y calibre, de su clientela: Goldberg, la modelo Coco Rocha, la rapera Cardi B., Laverne Cox (de «Orange Is The New Black»), la comediante Molly Shannon y Meg Ryan. Todas ellas son amigas del di-

señador, por lo que el reciente debate en Hollywood sobre acoso e igualdad de condiciones para las mujeres no lo deja indiferente. ¿Necesita la moda enfrentar su momento #MeToo? Siriano asegura que «hay maneras de hacerlo, por ejemplo, celebrando a todas las personas tanto en las pasarelas como en las alfombras rojas».

AP

La modelo «curvy» Ashley Graham, en el desfile de Siriano

LA ENTREVISTA DE AMILIBIA

«ATRACARÍA UN BANCO SI NO HUBIERA CASTIGO» DANIEL ALBADALEJO Profesión: actor. Nació: en 1976, en Cartagena. Por qué está aquí: interpreta «Malvados de oro» en el teatro Pavón Kamikaze hasta el día 21.

–«Malvados de oro». ¿Hay malvados de oro, plata y bronce? –Los hay. Es un podio muy disputado y se baten marcas a diario. –Obra homenaje a los más malvados del Siglo de Oro español. ¿Por qué? –Nos conviene conocerlos porque muchos de nuestros males de hoy vienen de aquellos villanos. Bueno, vienen de Atapuerca. –No sé si son peores los malvados de hoy... –Son peores gracias a la tecnología. El malvado se adapta a todo mejor que el bueno. –¿Por qué nos parece que hay más villanos que villanas? –Hablamos más de los villanos, pero yo creo que los géneros están a la par. En eso, sí hay igualdad. –Están Basilio y su hijo Segismundo. ¿Algo así como Pujol padre e hijo? –Aquí la pelea es por el título, no por la pasta. –Aparece el duque de Ferrara. ¿Mucho peor que el de «EL MALVADO DE ANTES duque Palma? LO ERA CON UN PAR –Muchísimo DE PELOTAS, NO SE peor. El de ARREPENTÍA NI GEMÍA» Ferrara era un asesino maquiavélico. El de Palma es un ángel a su lado. –Y hasta da vida al Anticristo de entonces. ¿Quién es el de hoy? –Sería una mezcla del gordito coreano, Putin y Trump. –En el Siglo de Oro eran villanos por lo mismo que ahora, me imagino. –Sí, pero el malvado de antes lo era con un parte de pelotas, no se arrepentía ni gemía. Los de hoy son nenazas que cuando les aprietan, solo buscan justificarse y llegar a un acuerdo con el fiscal. –Pero no se debe juzgar a los personajes de antes con criterios de hoy... –No, sería un anacronismo. Los valores eran distintos. Se supone que hemos evolucionado a mejor, pero yo no estoy tan seguro. –Nos fascinan el mal y los malvados. ¿Sabe por qué? –Hacen lo que nosotros no nos atrevemos a hacer. ¿Qué no haríamos si no nos amenazaran con la cárcel? Yo creo que atracaría un banco si no hubiera castigo. –Quieren retirar de los museos las obras de Caravaggio y Balthus y barrer del cine a Woody Allen. A este paso, ¿qué va a quedar? –Muy poca cosa. Porque ¿quién no ha sido malo alguna vez? –«Se puede confiar en las malas personas: no cambian jamás» (Faulkner).


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