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ANIVERSARIO
El mito Kennedy
Al cumplirse 50 años del asesinato de uno de los presidentes más populares de Estados Unidos, una mirada detallada a su vida y su gobierno demuestra que ser mártir le sirvió de mucho y que no fue el héroe que tantos recuerdan.
FOTO : A . F. P.
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RA TAN GUAPO que parecía más un actor que un político. Su sonrisa constante
cautivó a millones y su mirada, su altura, la gracia con que se expresaba fueron motivo de fascinación. Cincuenta años después de su muerte, John
Fitzgerald Kennedy vive en el imaginario colectivo como un gran presidente. Los estadounidenses lo recuerdan con melancolía, no solo por el hombre que fue sino por la época que representó: un tiempo romántico, en el que todo era posible. Su imagen se ha inflado tanto que ya se ha convertido en un mito, pero la realidad es que no fue un gran presidente. Kennedy incumplió la mayoría de sus promesas políticas y su vida privada estuvo plagada de infidelidades y secretos.
que estaba muy herido, hasta una isla cercana. Su energía y juventud contrastaban fuertemente con Dwight Eisenhower, de 70 años, a quien reemplazó en la Presidencia. Inauguró los debates por televisión con su oponente republicano, Richard Nixon y, sin duda, su físico atlético y sus habilidades como orador le ganaron automáticamente muchos votos. Como su imagen era su fuerte, la televisión fue su mejor aliada. De hecho, fue el primer presidente del mundo en entender el potencial de ese medio. Su esposa Jacqueline y
KENNEDY INCUMPLIÓ LA MAYORÍA DE SUS PROMESAS Y TUVO UNA VIDA PLAGADA DE INFIDELIDADES Kennedy llegó a la Casa Blanca a los 43 años. No solo era el presidente más joven en ser elegido –y lo sigue siendo–, sino que era el primero nacido en el siglo XX. Había vuelto de la Segunda Guerra Mundial convertido en un héroe: tras un ataque a su lancha torpedera, salvó a diez de sus compañeros e incluso cargó con uno de ellos, W John F. Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963. Es recordado como uno de los mejores presidentes de Estados Unidos. Pero el mito supera la realidad, pues no logró cambios importantes en su gobierno.
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sus hijos Caroline y John Jr. eran tan fotogénicos como él. La primera dama era bella, elegante y aunque pertenecía a la más alta aristocracia, también era sencilla. Las escenas de Kennedy como papá amoroso y devoto con sus dos niños cambiaron el semblante acartonado de la Casa Blanca. Era una familia con la que el común de los estadounidenses se sentía identificado. De hecho, como presidente les dio muchísimo acceso a los fotógrafos para que retrataran su vida privada y nunca se opuso a que se publicaran imágenes de su familia en momentos íntimos. Sabía que todo eso le favorecía.