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Sábado. 28 de julio de 2018 • LA RAZÓN
Cultura
Una casa de subastas de Nueva York vende por 6.000 euros uno de los tres capítulos eliminados por «incendiarios» y nunca antes vistos de la autobiografía del activista
Malcom X: «La sociedad americana está tan enferma como Babilonia» D. MENDOZA - MADRID
Las claves
También se subastaron cartas de Rosa Parks y el primer contrato que firmaron, en 1967, los Jackson Five El manuscrito y el capítulo perdido finalmente podrán ser expuestos al público después de permanecer escondidos durante décadas
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os estudiosos de Malcolm X han soñado durante años con la posibilidad de leer aquellos tres capítulos que habrían sido eliminados de la autobiografía del famoso orador por considerarse demasiado incendiarios. Ahora podrán acceder al menos a uno de ellos, titulado «The Negro» («El negro» o, más bien «El Negrata»), que fue vendido esta semana en una subasta en Nueva York y cuyas primeras líneas demuestran que el activista sostenía una posición más radical sobre el racismo de lo que el libro, firmado por Alex Haley, deja ver. «El mundo occidental está enfermo. La sociedad americana –con el canto del cristianismo otorgando al hombre blanco la ilusión de que lo que le ha hecho al hombre negro es “correcto”– está tan enferma como Babilonia. Y el hombre negro, el llamado “Negrata”, aquí, en esta tierra salvaje, es el más enfermo de todos», escribió, aparentemente, antes de su ruptura con la Nación del Islam en marzo de 1964, un año antes de su asesinato. En otro trozo del capítulo se puede leer: «Somos como los desiertos occidentales; como plantas que ruedan hacia donde el viento blanco las lleve. Y el hombre blanco es como el cactus, con raíces firmes, con púas que nos mantienen alejados». Además de «The Negro», la casa de subastas Guernsey’s de Nueva York vendió el manuscrito original de «Autobiografía de Malcolm X», escrito a máquina y en el que pueden verse anotaciones del líder religioso hechas con bolígrafo rojo, las de Haley, en tinta verde, y las de un editor no identificado hechas a lápiz. Después de pasar décadas en manos de un coleccionista privado, los documentos fueron ad-
Alex Haley: autor, terapeuta e interrogador «Autobiografía de Malcolm X» es considerado hoy uno de los grandes clásicos de la literatura estadounidense, pero, antes de su publicación, su protagonista no gozaba de la aprobación de la prensa. De hecho, tras su muerte en Washington Heights durante un discurso, varios medios locales lo describieron como violento y demagogo y la editorial Doubleday canceló la publicación del libro (que más tarde sería «rescatado» por Grove Press). Su gestación también supuso un proceso arduo, según escribió Alex Haley en el epílogo de la primera edición, en el que afirma que las entrevistas a Malcolm X solían llevarse a cabo muy tarde por la noche, cuando el activista estaba agotado (ambos, en la imagen. Haley, frente a la máquina de escribir), y que parecían más una terapia o un interrogatorio. En los documentos vendidos el jueves en Manhattan se evidencia también la tensión entre la versión de los hechos relatada por Malcolm X y la necesidad de Haley de darles coherencia narrativa y calidad literaria. De hecho, el autor tenía dos libretas: una para apuntar las reflexiones del entrevistado y otra para las suyas propias.
quiridos por el Schomburg Center for Research in Black Culture, que forma parte de la New York Public Library. La puesta en venta de los documentos forma parte de una compleja batalla legal en la que se vio involucrado Gregory Reed, abogado de Rosa Parks en Detroit, donde ella se instaló a partir de 1960. Durante años Reed gozó de una buena reputación y una exitosa carrera, pero en 2014 se declaró en bancarrota. Cuando le fue exigida una lista de sus bienes, evitó revelar que era dueño de documentos como una carta de Parks en la que ella menciona la primera vez que conoció a Martin Luther King Jr.: «Supe que jamás le olvidaría», se puede leer de su puño y letra. Meses después de ese encuentro, Parks se negaría a entregar su asiento en un autobús de Montgomery, Alabama, y se convertiría en un símbolo del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. Una investigación ordenada por un juez en 2015 descubrió que Reed poseía una enorme cantidad de objetos y documentos de valor, como las partituras originales de canciones de Marvin Gaye y The Temptations, entre otros, que también fueron vendidas en esta subasta, seguramente para saldar las cuentas pendientes del abogado. En 1992, tras la muerte de Alex Haley, Reed compró por 122.000 dólares (105.000 euros) el manuscrito original de «Autobiografía de Malcolm X», así como los tres capítulos que fueron excluidos al publicar el libro después del asesinato del activista. Desde entonces, Reed mantuvo los capítulos en secreto –tan solo desveló sus titulares: «The Negro», «Veinte millones de musulmanes» y «El fin del cristianismo»–, sumándole misterio al ya intri-
gante asunto. En 2010, durante un acto público en el antiguo Audubon Ballroom de Washington Heights, donde murió Malcolm X, Reed leyó algunos fragmentos de aquellos textos y prometió que pronto serían publicados, algo que nunca ocurrió. En todo caso, el manuscrito subastado está incompleto (solo figuran los primeros cinco capítulos, además del ocho y el quince) y, de acuerdo con el «New York Times», que estuvo presente en la puja, tampoco parece que se hayan vendido los otros dos capítulos sino páginas sueltas de ellos. «The Negro» fue adquirido por 7.000 dólares (6.000 euros), pero el monto pagado por el manuscrito fue pactado fuera de sala y no se ha divulgado.
Un personaje reinventado Parte de la fascinación con estos capítulos «escondidos» tiene que ver con la idea de que revelan al verdadero Malcolm X, o al menos una versión del activista no «manipulada» por Hayes y los demás editores. Esta era la teoría del profesor Manning Marable, autor de un libro sobre los últimos años de vida de Malcolm X que ganó el Premio Pulitzer de Historia en 2012 y que le describía como un personaje continuamente «reinventado» por sus seguidores y detractores, además de por sí mismo. Las anotaciones visibles en el manuscrito apoyan esta noción. En la página
Parte del primer capítulo de «Autobiografía de Malcolm X», titulado «Pesadilla»
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En el manuscrito se ven, en tinta roja, las anotaciones de Malcolm X
41 del primer capítulo, por ejemplo, se describe el deterioro de la salud mental de su madre. «Finalmente, se firmaron los mandatos judiciales. Llevaron a mi madre al Hospital Psiquiátrico de Kalamazoo... Un juez llamado McClellan, al que llamaban un “juez testamentario”, lo que sea que eso signifique, tenía autoridad sobre mí y sobre todos mis hermanos y hermanas. Éramos “niños del Estado”, tutelados de
«SOMOS COMO PLANTAS QUE RUEDAN HACIA DONDE EL VIENTO BLANCO LAS LLEVE», ESCRIBIÓ EL ACTIVISTA EN «THE NEGRO»
la corte; él tenía la última palabra con respecto a nosotros». Junto a estas líneas, Malcolm X escribió: «¡Un hombre blanco a cargo de los hijos de un hombre negro! No es otra cosa que esclavitud legal y moderna». Debajo, pueden verse las anotaciones de otro editor: «Aunque con buena intención». En el libro se incluye la frase del editor, que claramente suaviza las afirmaciones del activista. En el año antes de su muerte Malcolm X se desmarcó de la Nación del Islam y el profesor Marable sugiere que habría matizado algunas de sus opiniones más radicales según avanzaba la escritura del libro. Pero también es cierto que, al ser asesinado antes de la publicación de la autobiografía, no tuvo la última palabra sobre la inclusión de esos tres capítulos tildados de incendiarios ni de muchas de las notas de los editores. El manuscrito, en cambio, deja ver con mayor claridad cuáles eran sus ideas y cómo pensaba transmitirlas al público. De algún modo, ahora que los documentos con sus reflexiones e ideas forman parte del archivo del Centro Schomburg, ubicado en el Boulevard Malcolm X de Harlem, donde él lideró un templo de la Nación del Islam a partir de 1954, este personaje tan icónico como misterioso regresa a casa.
CRÍTICA DE ÓPERA TEMPORADA DEL TEATRO REAL
Todo por Plácido «Thaïs», de Massenet. Voces: P.Domingo, M.Angelini, J.Teitgen, E.Jaho, E.Copons, L.Vinyes-Curtis, M.Nogales, S.Blanch, C.Díaz. Director musical: Patrick Fournillier. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Madrid, 26-VII-2018. El Teatro Real pagó el inevitable, pero también merecido y rentable tributo a Plácido Domingo, que ni siquiera Mortier logró evitar para bien del público madrileño. El tenor madrileño había cantado ya la obra en Valencia y Sevilla en 2012, por lo que podía esperarse que gozara de una autoridad y desenvoltura en el personaje superiores a los de entonces. Seis años son muchos y no ha sido así ya que no dejó de leer la partitura ni un solo minuto, amén de olvidarse de algunas notas, dejar de acompañar a Ermonela Jaho en su dúo o reservarse en los concertantes. Pero es Plácido con todas sus circunstancias y su historia, musicalidad y áurea pesan mucho. Aún hoy no hay quien herede su trono, aunque Piotr Beczala sea una esperanza. Y, aún hoy, su musicalidad y maestría permanecen intocables. Y, olvidemos si tenor o barítono, porque es simplemente un artista irrepetible. Hubo mucha suerte al poder contar con Ermonela Jaho como protagonista. El Real confía con razón en ella y el público también. Lo demostró en «La Traviata», «Otello» y «Madama Butterfly». Es ya artista de la casa y esperemos que nos dure mucho tiempo, porque no hay muchas sopranos que desarrollen un canto tan intenso como para recordar a una Leyla Genzer o, sobre
todo, a una Virginia Zeani. Además sin problemas ni arriba ni abajo, capaz de apianar y filar las notas más extremas. Perfecta en sus páginas más conocidas: «Dis moi que je suis belle» y «C’est toi, mon pere!». También hubo suerte con el Nicias de Michele Angelini, el Palémon de Jean Teitgen y el resto de participantes, entre los que sobresalió Sara Blanch, en su día un acierto del Concurso Viñas, por la seguridad que mostró en las coloraturas. Una ópera en concierto no es nada sin un buen director y unos buenos conjuntos. Los hubo. Patrick Fournillier es maestro experto en este repertorio y lo demostró. La Sinfónica de Madrid era otra que poco tenía que ver con la que acompañó a Jonas Kaufmann el día anterior. Preciosa resultó la página más conocida de la ópera, la «Meditación» con un solo modélico del concertino. También se lucieron los coros. Fournillier fue también inteligente al usar las tijeras donde había que usarlas, prescindiendo de pasajes instrumentales que no aportaban nada en concierto y hubiesen prolongado excesivamente la ya larga primera parte de noventa minutos con los actos I y II enlazados. El resultado: un lleno hasta la bandera con entradas a 350 euros y un público entusiasmado. La obra no está entre lo mejor de Massenet, pero está bien traerla y abrir un camino para otras como «Herodiade», «Esclarmonde» o una mucho más próxima a nosotros y que recomiendo recuperar al Real: «La Navarraise».
Gonzalo ALONSO