El Suplicante Paolo Gasparini
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Copyright © Daniel Prato, 2018 © Ediciones-Párrafo Visual, 2018 © Paolo Gasparini, Fotografías © Paolo Gasparini, Textos www.dprato.com.ve Impreso por Impresiones Parrafo Visual Calle de las imprentas, av 6 de Diciembre y Whimper info@parrafovisual.com – www.parrafovisual.com Impreso en Ecuado - Printed in Ecuador ISBN: 978-87-302-0873-4 Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual
El Suplicante Paolo Gasparini
Su ma rio
10-19 20-37 38-49 50-89 90-171 172-200
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Imagenes del Pensamiento paolo gasparini
Por fortuna o de chiripa, así suelen sucedes la mayoria de las cosas, fueron los cielos de Gabriel Figueroa los que me marcaron e iniciaron en este oficio del siglo xx, en este destino de fotógrafo que todavía cargo conamigo. Después, en inutiles y obstinadas disputas, continuaria derivando formas de contenidos, registrando e interpretando la realidad, orquestando secuencias significantes con la obsesiva idea de fijarlas en las imagenes mas oportunas y expresar “el mensaje” del artista de `un modo lo mas adherente posible a esa bendita realidad, etcetera, etcetera, y asi sucesivamente.
©Paolo Gasparini, México 1972 Dimensiones variables Cortesía: Paolo Gasparini
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“Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos”
En los años de la posguerra, cuando tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia.
paolo gasparini
¡A Venecia, a la Mostra de Cine! ¡Gran acontecimiento que para nosotros era como una especie de plateu de las relecaciones! Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra. Cuando se llenaba de luz la pantalla del Palazzo del Lido sentia que se me iluminaba el alma, estremecido, como en el poema del futurista Ungaretti:
Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos. Mi cabeza ya estaba incendiada con esa rica iconografia. Por fortuna o de chiripa, así suelen sucedes la mayoria de las cosas, fueron los cielos de Gabriel Figueroa los que me marcaron e iniciaron en este oficio del siglo xx, en este destino de fotógrafo que todavía cargo conamigo.
Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla
Después, en inutiles y obstinadas disputas, continuaria derivando formas de contenidos, registrando e interpretando la realidad, orquestando secuencias significantes con la obsesiva idea de fijarlas en las imagenes mas oportunas y expresar “el mensaje” del artista de un modo lo mas adherente posible a esa bendita realidad, etcetera, etcetera, y asi sucesivamente.
Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo.
En los años de la posguerra, cuendo tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia.
En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934; hasta un pequeño documental sobre Edward Weston, recorriendo California en su camioneta
Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra.
M’illumino d’inmmenso
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de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos.
Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla
Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cime mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo.
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En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934; hasta un pequeño documental sobre Edward Weston, recorriendo California en su camioneta de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos. Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos.
“Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo.” paolo gasparini
En los años de la posguerra, cuando tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia. ¡A Venecia, a la Mostra de Cine! ¡Gran acontecimiento que para nosotros era como una especie de plateu de las relecaciones! Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra. Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran
belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo. En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934; hasta un pequeño documental sobre Edward Weston, recorriendo California en su camioneta de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos. Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos. Mi cabeza ya estaba incendiada con esa rica iconografia. Por fortuna o de chiripa, así suelen sucedes la mayoria de las cosas, fueron los cielos de Gabriel Figueroa los que me marcaron e iniciaron en este oficio del siglo xx, en este destino de fotógrafo que todavía cargo conamigo. Después, en inutiles y obstinadas disputas, continuaria derivando formas de contenidos, registrando e interpretando la realidad, orquestando secuencias significantes con la obsesiva idea de fijarlas en las imagenes mas oportunas y expresar “el mensaje” del artista de un modo lo mas adherente posible a esa bendita realidad, etcetera, etcetera, y asi sucesivamente.
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“Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo.” paolo gasparini
En los años de la posguerra, cuendo tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia.
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Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra. Cuando se llenaba de luz la pantalla del Palazzo del Lido sentia que se me iluminaba el alma, estremecido, como en el poema del futurista Ungaretti: M’illumino d’inmmenso1
©Paolo Gasparini, México 1972 Dimensiones variables Cortesía: Paolo Gasparini
Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cime mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo. En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934; hasta un pequeño documental sobre Edward
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Weston, recorriendo California en su camioneta de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos. Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos. En los años de la posguerra, cuando tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia. ¡A Venecia, a la Mostra de Cine! ¡Gran acontecimiento que para nosotros era como una especie de plateu de las relecaciones! Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra. Cuando se llenaba de luz la pantalla del Palazzo del Lido sentia que se me iluminaba el alma, estremecido, como en el poema del futurista Ungaretti: M’illumino d’inmmenso Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla Alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo.
En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934; hasta un pequeño documental sobre Edward Weston, recorriendo California en su camioneta de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos. Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos. Mi cabeza ya estaba incendiada con esa rica iconografia.
©Paolo Gasparini, México 1972 Dimensiones variables Cortesía: Paolo Gasparini
Por fortuna o de chiripa, así suelen sucedes la mayoria de las cosas, fueron los cielos de Gabriel Figueroa los que me marcaron e iniciaron en este oficio del siglo xx, en este destino de fotógrafo que todavía cargo conamigo. Después, en inutiles y obstinadas disputas, continuaria derivando formas de contenidos, registrando e interpretando la realidad, orquestando secuencias significantes con la obsesiva idea de fijarlas en las imagenes mas oportunas y expresar “el mensaje” del artista de un modo lo mas adherente posible a esa bendita realidad, etcetera, etcetera, y asi sucesivamente. En los años de la posguerra, cuendo tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos
“Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo.” paolo gasparini
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©Paolo Gasparini, México 1972 Dimensiones variables Cortesía: Paolo Gasparini
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adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia. Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra. Cuando se llenaba de luz la pantalla del Palazzo del Lido sentia que se me iluminaba el alma, estremecido, como en el poema del futurista Ungaretti: M’illumino d’inmmenso1 Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cime mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo. En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934; hasta un pequeño documental sobre Edward Weston, recorriendo California en su camioneta de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos.
Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos. En los años de la posguerra, cuando tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia. ¡A Venecia, a la Mostra de Cine! ¡Gran acontecimiento que para nosotros era como una especie de plateu de las relecaciones! Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra.
de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos. Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos. Mi cabeza ya estaba incendiada con esa rica iconografia. Por fortuna o de chiripa, así suelen sucedes la mayoria de las cosas, fueron los cielos de Gabriel Figueroa los que me marcaron e iniciaron en este oficio del siglo xx, en este destino de fotógrafo que todavía cargo conamigo.
Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla
Después, en inutiles y obstinadas disputas, continuaria derivando formas de contenidos, registrando e interpretando la realidad, orquestando secuencias significantes con la obsesiva idea de fijarlas en las imagenes mas oportunas y expresar “el mensaje” del artista de un modo lo mas adherente posible a esa bendita realidad, etcetera, etcetera, y asi sucesivamente.
Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo.
En los años de la posguerra, cuendo tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia.
En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934; hasta un pequeño documental sobre Edward Weston, recorriendo California en su camioneta
Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra. Cuando se llenaba de luz la pantalla del Palazzo del Lido sentia que se me iluminaba el alma, estremecido, como en el poema del futurista Ungarett
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Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cime mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo. En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934; hasta un pequeño documental sobre Edward Weston, recorriendo California en su camioneta de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos. Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos. En los años de la posguerra, cuando tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia. ¡A Venecia, a la Mostra de Cine! ¡Gran acontecimiento que para nosotros era como una especie de plateu de las relecaciones! Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que
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no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra.
“Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo.”
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Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo. En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934; hasta un pequeño documental sobre Edward Weston, recorriendo California en su camioneta de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos. Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos. Mi cabeza ya estaba incendiada con esa rica iconografia. Por fortuna o de chiripa, así suelen sucedes la mayoria de las cosas, fueron los cielos de Gabriel Figueroa los que me marcaron e iniciaron en este oficio del siglo xx, en este destino de fotógrafo que todavía cargo conamigo.
Después, en inutiles y obstinadas disputas, continuaria derivando formas de contenidos, registrando e interpretando la realidad, orquestando secuencias significantes con la obsesiva idea de fijarlas en las imagenes mas oportunas y expresar “el mensaje” del artista de un modo lo mas adherente posible a esa bendita realidad, etcetera, etcetera, y asi sucesivamente. En los años de la posguerra, cuendo tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia. Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra. Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cime mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo. En los años cincuenta me metia en cines y cinematecas persiguiendo cuanto podia ver y asimilar: desde los apasionantes documentales de Robert Flaherty, Man of Aran, Nanook; los reportajes de Joris Ivens, Zuyderzee, Tierra de España; los fragmentos del inconcluso ¡Que viva Mexico, de Einstein; el largometraje Eedes fotografiando en Mexico por Paul Strand en 1934;
hasta un pequeño documental sobre Edward Weston, recorriendo California en su camioneta de madera para fotografiar carcomidos cactus del desierto y pajaros muertos. Asi, Mexico ya me premiaba con sus historias, personajes y paisajes, desde antes de dejar atras Venecias, Italia, las europas y emigrar a Venezuela, donde se encontraban mi padre y mis hermanos. En los años de la posguerra, cuando tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia. ¡A Venecia, a la Mostra de Cine! ¡Gran acontecimiento que para nosotros era como una especie de plateu de las relecaciones! Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra. Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla
artista de un modo lo mas adherente posible a esa bendita realidad, etcetera, etcetera, y asi sucesivamente. En los años de la posguerra, cuendo tenia 14 o 15 años, entre el fin de la infancia y los primeros relampagos adolescentes, a veces solo a veces con amigos, nos ibamos de nuestra provincia, Gorizia, a Venecia. Asistiamos a las proyecciones de las tan esperadas peliculas del mundo y de tantas otras que no se habian proyectado en italia durante los años de la guerra y la preguerra. Fue en esa pantalla veneciana donde por primera vez se me paraecieron los cielos de Figueroa, la gran belleza plastica de sus encuadres en Rio escondido, Maria Candelaria y el mar de su virtuosismo: La perla Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cime mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo.
Fue alli donde la luz, los contrastes, el blanco y negro y la carga expresiva del cimen mexicano sellaron mi inclinacion por la idea y el acto de ver, de aprender a ver y a representar la realidad. Porque, al fin y al cabo, de eso trata el oficio del fotografo. Después, en inutiles y obstinadas disputas, continuaria derivando formas de contenidos, registrando e interpretando la realidad, orquestando secuencias significantes con la obsesiva idea de fijarlas en las imagenes mas oportunas y expresar “el mensaje” del
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1971-1972
“Con el incremento del valor el mundo de las cosas aunmenta en directa proporcion a la depreciacion del mundo de los hombres.� karl marx 18
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Miradas de la historia Museo del Virreinato, ex convento de Tepotzatlán,Estado de México, 1971 Cortesía: Paolo Gasparini El árbol de la vida Nochistlán, Oaxaca, 1971 Cortesía: Paolo Gasparini Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Miradas de la historia Museo del Virreinato, ex convento de Tepotzatlán,Estado de México, 1971 Cortesía: Paolo Gasparini El árbol de la vida Nochistlán, Oaxaca, 1971 Cortesía: Paolo Gasparini Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini Pág anterior/ Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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1978-1996
“El espectáculo es el capital en un grado de acumulación que se ha convertido en imagen .” guy debord 36
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Miradas de la historia Museo del Virreinato, ex convento de Tepotzatlán,Estado de México, 1971 Cortesía: Paolo Gasparini
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El árbol de la vida Nochistlán, Oaxaca, 1971 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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El árbol de la vida Nochistlán, Oaxaca, 1971 Cortesía: Paolo Gasparini
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Miradas de la historia Museo del Virreinato, ex convento de Tepotzatlán,Estado de México, 1971 Cortesía: Paolo Gasparini El árbol de la vida Nochistlán, Oaxaca, 1971 Cortesía: Paolo Gasparini Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini Aniversario México,D.F 1972 Cortesía: Paolo Gasparini
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