El club de la Microficción nº 3: Leyendas urbanas

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EL TINTERO DE ORO PRESENTA MAYO 2022

Nº 3

MEGAHISTORIAS EN MICRORRELATOS

Bienvenidos al club de las


O D O T E R B O S Y R E E L , R I B I R C S E A SI TE GUST . . . N Ó I S A P U T R I T R COMPA

VISÍTANOS M O C . T O P S G O L B . O R O E D O R E T N I T CONCURSOEL

Porque jugar es el mejor sinónimo de escribir


LAS LEYENDAS URBANAS circulan por todas partes, de manera oral o a través de las redes sociales. Podemos reconocerlas con solo observar a quien nos la cuenta. Sus ojos brillan, su rostro adquiere un gesto de satisfacción, su voz se mueve entre el entusiasmo y la confidencia. Sabe que va a contar una buena historia que va a dejar a sus interlocutores con la boca abierta. Normalmente se inician mencionando que eso le sucedió a un amigo de un amigo, e incluso los más osados se apropian la historia como una vivencia personal para darle más credibilidad. Son unas historias increíbles, unos relatos que rozan la perfección en eso de atrapar al lector y que me producen esa envidia, que nos pasa a quienes escribimos, cuando decimos: Ojalá se me hubiera ocurrido a mí.


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EL GNOMO p or Cynthi a Sori ano

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MURPHY

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EL CHUPACABRAS

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EL PAYASO

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LA LEYENDA DE GUSTAVO

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PIDE UN DESEO

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EL PERRO Y EL LORO

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GÁRGOLAS

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EL CIERZO EN ZARAGOZA

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SUFRIDORAS

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RASCACIELOS

p or Beri Dugo p or I sab el Cab al l ero p or Dav i d Serrano p or Ana Pi era p or Marta Nav arro p or Josep Mª Panades p or Ana Trav es p or Jorge V al í n p or Carmen Ferro p or Jose Casagrande

44 CLAVE

p or Juan El Portov entol ero

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Í N D I C E

EL BANCO DE LOS DESENAMORADOS p or JM V anj av


NO HAY VERANO SIN ROMANO

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POP ROCKS

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LA ANCIANA DE LA CHARCUTERÍA

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SIN ATENUANTES

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LA MACETA

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LA BLANCA NIEBLA

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LA LIMOSNA

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EL ASESINO DEL BOSQUE

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A UN PANAL DE RICA MIEL

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VIRUS

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EL EXTRAÑO PUNTUAL

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LA MUJER DEL ASCENSOR

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LEYENDA URBANA

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por Javier Sánchez Bernal por Pedro Merchán por Ulises Castellano por Bruno Aguilar por Nuria de Espinosa por Mayte López

por Cristina Rubio por I. Harolina Payano por El Baile de Norte por Mirna Gennaro por Pepe de la Torre

por Maripau González

por Javier Rodríguez-Morán


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EXÓTICO

93

GATO POR LIEBRE

96

VERDE ENTRE DIENTES

99

MI HERMANITO

103

A OSCURAS

106

LA VAMPIRA DEL RAVAL

109

PARA ELISA

112

LA MUJER DEL ASCENSOR

116

LA MUJER MULA

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!AL FIN UNA NOCHE SIN PESADILLAS!

p or Ángel p or Juana Medi na p or Emerenc i a Al abarc e p or Mati l de Bel l o p or Paol a Panzi eri p or I san Bai ru p or Mª Pi l ar Moreno p or Puri Otero p or Raquel Peña p or Beb a Pi hen

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SI BEBES NO CONDUZCAS

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LOS DOS VIAJEROS

p or Fernando Moroz p or Chema Al mudév ar


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SOMBRAS JUSTICIERAS

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LA CIUDAD

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EL COMPROMISO

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PROBLEMAS INMOBILIARIOS

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EL TREN DE LA BRUJA

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LA TRAGADORA

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EL CATARRO

por Mila Gómez

por Igor Rodtem por Luz

por Rosa Berros por Flor

por MJRU1Z

por Carles Leo

Atribución de autoría: Todos los relatos incluidos son propiedad de sus respectivos autores. Diseño y maquetación: David Rubio Contacto: eltinterodeoro@hotmail.com


¿conoces la historia de aquel que...?


LOS 45 MICROS QUE ESTÁS A PUNTO DE DISFRUTAR PARTICIPARON EN EL RETO DE ESCRIBIR UNA LEYENDA URBANA.

b lu c l a s o id n e Bienv


N O G M O L E Cynthia Soriano LIBROSPUENTEAOTROSMUNDOS.BLOGSPOT.COM


Coloqué aquel muñeco de

yeso en el jardín. Tenía un rostro inquietante. Fue eso lo que me impulsó a comprarlo. —¡Gyaaa! —Se escuchó un grito, parecido al graznido de una arpía, desde la verja de entrada—. Esas cosas, se adueñan primero de tu jardín y luego ya no serás tú el dueño de tu casa. ¡Deshazte de él mientras puedes! Yo ignoré su advertencia. No tenía ningún sentido las palabras de una sexagenaria supersticiosa. Esa noche me desperté al sentir que algo golpeaba la ventana de mi habitación. Creí percibir una pequeña sombra del otro lado de la ventana, era como si me observara. Desde esa noche comenzaron a pasar cosas extrañas: macetas rotas, zapatos desa-

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parecidos, objetos cambiados de lugar, el piso lleno de tierra del jardín, entre otras cosas. —Está echándote de tu casa —me informó la anciana, otro día. No, no quería creerla, pero… se me hacía imposible seguir viviendo en esa casa, sentía que, efectivamente, alguien me estaba echando. Tomé a aquel gnomo de mi jardín, lo envolví en una bolsa de trapo y lo arrojé en un río que quedaba a varios quilómetros de mi casa. Era de noche cuando volví. Revolví mis bolsillos, pero no encontré la llave de la verja. Levanté la vista al sentir que algo se movía en el jardín. Era ese muñeco de yeso, estaba mirándome fijamente, con aquella horrenda sonrisa perversa, con su pico en una mano y, en la otra, las llaves de mi casa. No, de su casa.

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h y p r mu Beri Dugo

RELATOSBERI.WEBADOR.ES


“Si algo puede salir mal,

saldrá mal”. Esa es la profecía autocumplida que ha sido la guía de todos mis actos. Desde luego, como si fuese su títere, ese viejo tirano apellidado Murphy ha manejado siempre los hilos de mi vida, a su completo antojo. Sí, me arrepiento de haberme quedado soltero, pero claro: me horrorizaba la idea de que Gladys me pudiese dejar plantado en el mismísmo altar. Mi pobre corazón no lo hubiese resistido. Tampoco me atreví a presentarme a la primera prueba de la oposición a inspector de Hacienda, a pesar de las interminables horas de estudio y de las noches en vela. En este caso, la culpa la tuvo mi miedo al fracaso, sin importarme el elevado precio que estaba pagando a

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cambio de mi tranquilidad. Y así infinidad de decisiones que no he tomado, lastrado por el sempiterno ¿y si hay algo que sale mal...? Pero un día reuní las pocas fuerzas que me quedaban para plantarle cara al cruel destino. Sí, me conjuré para demostrarme a mí mismo que aquella creencia era absurda, del todo irracional. Así que cogí una tostada de pan y la unté de mantequilla. La arrojé al suelo cien veces seguidas, y las cien veces cayó del lado sin untar. Exhibiendo una sonrisa salvaje, sabedor de que mi suerte había cambiado, corrí hasta la administración de lotería más cercana. Seguro de que no podia fracasar, aposté todos mis ahorros a un centenar de números distintos. Obviamente, quedé arruinado.

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El s a r b a c Chupa Isabel Caballero ALZAPALABRA.BLOGSPOT.COM


Con dos te veo Con cinco te encanto La sangre te bebo El corazón te parto A petición de la mujer del cabrero, la santera hizo un amarre con aceite de pardela, un cacho de la placenta seca del último parto del hijo del matrimonio, y un puñado de pelos de la alimaña enredado sobre el lomo de una de las cabras. —Entierra el atado en el corral, y no olvides decir el rezado que te enseñé durante siete días seguidos. —¿Cuánto se le debe, Señá Lugina? —Ya me pagarás la voluntad cuando se muera el animal y tus cabras queden salvas.

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Justo a la semana, el cabrero, yendo con sus cabras por el monte cayó por un barranco. Solo y sin auxilio, murió desangrado de sus múltiples heridas.

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Nº 4032 — febrero 2022

Cultura, actualidad y entretenimiento

VILLA HERBANIA Isabel Caballero

A Lucía todo le provocaba curiosidad, en especial las palabras, esos pequeños tesoros que guardaba en el cofre de la memoria. Sus circunstancias existenciales, siendo mujer, pobre y cabrera, no le permitían desarrollar su voracidad intelectual, pero la montaña rusa de la vida tenía sorpresas reservadas para ella…

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bajo mi embarcadero David Serrano

Si encuentras las palabras adecuadas, todo tiene cabida en una hoja en blanco. Sorpresa, ilusión, miedo, amor, pasión… 39 relatos que intentarán hacerte disfrutar. A veces te pintarán una sonrisa y otras te arrancarán una lágrima. Historias para soñar despierto y hacerte sentir libre, porque, como dijo Friedrich Schiller, «la libertad existe tan solo en la tierra de los sueños», y lo que tienes en las manos no es más que un sueño llevado al papel.


EL PAYASO

David Serrano DSR77.BLOGSPOT.COM


ME ADVIRTIERON DE QUE

no volviera a la ciudad de noche y por esa carretera, pero aunque un escalofrío recorrió mi espalda cuando me contaron la historia de Antonio, decidí coger el camino más corto. Ahora, conmocionado y con el coche destrozado contra un árbol, todavía dudo de lo que creo haber visto… Según me contaron en el bar, todo comenzó un carnaval. Un grupo de chicos del pueblo habían ido a la ciudad de fiesta y, como tantas otras veces, decidieron hacer a pie el camino de vuelta. Eran casi dos horas, pero a pesar del frío, la luna llena hacía agradable el paseo por la carretera que circulaba entre bosques. Dicen que Antonio se quedó reza-

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gado y nunca más se volvió a ver su cuerpo. Tan solo la peluca rizada de su disfraz de payaso, cubierta de sangre, apareció en la cuneta. Durante mucho tiempo no se supo nada hasta que años después, una noche de luna llena, un coche se salió de la carretera. El conductor estaba fuera de sí, intentaba convencer a la policía de que un payaso ensangrentado había aparecido en mitad de la calzada. Desde entonces la historia se ha repetido. Muchos accidentes y algunos que aseguran haber atravesado su cuerpo sin notar impacto con el coche, incluso viendo su reflejo en el retrovisor mientras aceleraban alejándose aterrorizados. Maldigo no haber elegido otro camino. Salgo del coche desorientado y me adentro en un silencio sepulcral donde una enorme luna llena ilumina una carretera desierta.

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e d a d n la leye

gustavo Ana Piera

ANAPIERAESCRITORA.WORDPRESS.COM


El meme se hizo viral.

Trataba sobre el joven actor de veintidós años que falleció trágicamente. Aparecía en su etapa de niño, cuando actuaba en el programa que lo hizo famoso, diciendo con cara de cansancio: «¡Tuve una semana tan pesada! ¡Estoy muerto!». Detrás del ordenador que había parido esa y otras publicaciones, estaba Gustavo. No se levantaba más que para recibir sus pedidos por internet e ir al baño. Dormía muy poco y sufría de obesidad mórbida. Él siempre estaba a la caza de las noticias más recientes y de los chismes más jugosos para elaborar sarcásticos contenidos. Su marca personal era el humor negro. Un día le encontraron muerto en su departamento. Un infarto. En la pantalla del

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ordenador había una imagen: se mostraba el cuerpo de Gustavo, hinchado de tres días, la boca embadurnada de comida y con una magdalena firmemente sostenida en una de sus manos, ya rígida. Una leyenda mencionaba: «No actúes con mala leche, porque así puedes acabar». La policía se sorprendió pues aparecía enviada. Revisaron las cámaras de seguridad del departamento, vieron el momento del infarto, pero después nadie ingresó al inmueble hasta que ellos llegaron. Como todos los memes de Gustavo, este ya se había viralizado.

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pide un deseo Marta Navarro

CUENTOSVAGABUNDOS.BLOGSPOT.COM


Se desvanecían enseguida,

apagados como fuegos de artificio, pero antes de eso, ¡ay!, antes de eso cualquier cosa era posible. Un reguero de deseos recorría veloz el firmamento, lo alumbraba de esperanza a lomos de una estrella y un destello fugaz vestía el cielo con su magia. Luego, aquel botín de sueños moría sin llegar a su destino y la estrella lloraba en secreto su fracaso. No era su culpa: jamás tuvo el poder que le achacaron. Pero tan extendida estaba su leyenda que hasta ella misma la creyó. Y un empeño inquebrantable latía cada noche entre su estela: un afán, un anhelo, un ojalá.

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EL PERRO Y EL LORO

Josep Mª Panadés

JMRETALESDEUNAVIDA.BLOGSPOT.COM


los garcía y los pardo

habían trabado una buena amistad desde que estos se habían instalado en el adosado contiguo. Los García tenían un loro desde hacía muchos años y los Pardo un Pastor Alemán. Un viernes por la tarde, los García les comunicaron que se iban a pasar el fin de semana a la costa. Todo transcurría con normalidad hasta que al día siguiente los Pardo vieron aparecer a su perro con el loro en la boca. Horrorizados, creyeron que este le había dado caza. ¿Cómo podía haber ocurrido? Los García debían haberse olvidado cerrar la puerta de la jaula, que solían dejar en el jardín cuando hacía buen tiempo.

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A los Pardo no se les ocurrió otra idea que ir a la pajarería más cercana y comprar un loro idéntico al occiso e introducirlo en la jaula de donde debía haberse escapado. Así pues, saltaron el muro de separación y culminaron su proeza, esperando que los García no notaran la diferencia. Cuando sus vecinos regresaron a casa, la mujer empezó a proferir unos gritos desgarradores. Alertados y temerosos, los Pardo se apresuraron a acudir en su ayuda. Al abrir la puerta y ser interrogado, Julio Gar-cía dijo que a su mujer le había dado un ataque de histeria al comprobar que el loro, al que habían enterrado en el jardín días atrás, volvía a estar vivo y coleando en su jaula. Los Pardo nunca confesaron su intervención y la mujer de Julio estuvo, durante años, en tratamiento psiquiátrico.

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ROJO Y NEGRO

Nº 4032 — febrero 2022

A la venta en AMAZON

HISTORIAS QUE NO TE DEJARÁN ES C APAR

Historias extrañas de Japón ANA TRAVES

Un viudo cuyo hijo recibe visitas del más allá, un anciano extraño que espera a alguien sentado en un viejo embarcadero, un restaurante encantado, la venganza del más fiero de los samurais, un bosque que parece llamarte para que camines entre sus árboles para toda la eternidad... ¿Te atreves a conocer a los yurei?

irreal como la vida misma

Josep mª Panadés Con la fantasía como telón de fondo, te presento veinticuatro relatos cortos cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia. Bien podrían ser auténticas, con un giro de irrealidad, de ahí el título de la obra. Descubre dónde está la fina línea que divide realidad e irrealidad.


GÁRGOLAS Ana Traves

CONUNAPLUMAENMISMANOS.BLOGSPOT.COM


durante mis primeros

años como restauradora de arte en París me dediqué a restituir algunas obras del Museo de Orsay. Amaba a Dalí y a su estilo Surrealista, y tan sólo el hecho de poder tener aquellas obras delante me hacía sentir pagada. Fue allí donde conocí a Adrien, quien era el organista de Notre Dame, y gracias a él y a mi empeño, no tardaron en abrirse para mí las puertas de la catedral más famosa del mundo. Ya había tenido la oportunidad de conocerla, pero con la compañía de Adrien pude conocerla de otra manera. No dejaba de asombrarme con aquel sublime rosetón que salpicaba el suelo con reflejos de colores, y con el olor embriagador del incienso que rodeaba las

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columnas. Pero, aparte de todo aquello, también había algo que llamaba poderosamente mi atención; las gárgolas. Aquel día tenía una de ellas ante mí, que junto con algunas más había sido removida de la catedral para ser restaurada. Su aspecto, mezcla de dragón y algo parecido a un jabalí, era extraño, y parecía sonreír con dientes afilados. Las leyendas decían que en realidad eran demonios esclavizados para proteger las catedrales, pero yo nunca había creído en ellas. El sonido de mi móvil me sacó de la concentración de alisar la pupila de la bestia. Era un apenado Whatsapp de Adrien. Nada más leerlo me asomé a la ventana. Un dedo de hielo me toco el corazón cuando ví la columna de humo. La catedral se estaba quemando…

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n e o z r el cie a z o g a zar Jorge Valín BRUMASDEGALLAECIA.BLOGSPOT.COM


soplaba el cierzo cuan-

do Iñigo Arizcuren aterrizó aquella tarde en Zaragoza. Al día siguiente, temprano, tenía un acto de presentación de su libro. —Al hotel Meliá —ordenó al taxista. Su editor había tramitado el alojamiento, no sospechaba el ahora escritor que el antiguo Corona de Aragón había cambiado de nombre. Cuando llegó se le hizo un nudo en la garganta. El recepcionista le asignó la habitación 510. Deshizo la maleta. Tantos años después, por un capricho del azar, estaba allí de nuevo. Recordó el incendio, gente atrapada, muerte… solo unos pocos sabían la verdad. Unos pocos entre los que él se encontraba.

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Le costó conciliar el sueño. Lo despertaron unos gritos, llantos histéricos, personas corriendo. Se asomó al pasillo, pero no había nadie. En la habitación hacía un calor asfixiante, aunque el climatizador permanecía puesto. Oyó el sonido de la ducha en el baño; tras comprobar que el cuarto estaba vacío, cerró el grifo. Aterrado, pensó en escapar, apoyó su mano temblorosa sobre el pomo ardiente, le costaba tomar aire. —¡No! —reculó en voz alta, como si al-guien más pudiera oírlo— No más huidas. Ha llegado el momento de mirar a los ojos al pasado. Iñigo Arizcuren se sentó sobre la cama. Le esperaba una noche larga. Miedo e incertidumbre lo atenazaban, imploraba por volver a ver amanecer. Cuatro décadas atrás, 78 inocentes no habían tenido esa suerte. Tomó un ejemplar de su libro y leyó el título, apesadumbrado: Crónica de un arrepentido. Mis veinte años de militancia en ETA.

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s a r o r i d Ferro S u fCarmen CUENTOSENELANDEN.BLOGSPOT.COM


qué fácil es culparnos

de vuestro fracaso. Reconozcámoslo: al principio, todas sois maravillosas. No mentía, cuando contaba que estaba encantada contigo. Una chica adorable. Un valor añadido a la familia. Mi hijo no podría haber tenido mejor suerte. Todo se torció el día que compré aquella alfombra tan bonita, ¿la recuerdas? Tú la rechazaste y él se calló porque es un chico educado. Pero sufrió, lo sé. No se atrevió a contrariarte, prefirió sacrificar el orgullo de su madre. Yo acepté el agravio. Una hace cualquier cosa por no causarle problemas a un hijo, y menos con su esposa. Que tu vida sea un infierno te lo has ganado a pulso. No me culpes. Nos has decepcionado.

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Eres una desagradecida. Una advenediza que no has sabido valorar lo bien que te hemos acogido en esta familia. No eras nadie, hasta que lograste cazar un buen partido. No sé qué había visto mi hijo en ti. Un chico tan culto, tan buen mozo. Y tú… no hay más que verte. No me extraña que te engañara con la primera que pasó por delante, en cuanto se le curó la ceguera. Lo habías hechizado, estoy convencida. Menos mal que ha despertado a tiempo y no mezcló nuestra sangre con la tuya. Lo atarías de por vida. Ahora está feliz. Esa chica es una maravilla. Casi perfecta. Acabo de ver una colcha preciosa. Quedará genial con las cortinas que les compré el otro día. ¡Tiene tan mal gusto para decorar la casa!

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s o l e i c Rasca José Casagrande

WWW.MUSEODELACONFUSION.COM


el chico era nuevo en

nuevo en el negocio de la construcción. O mejor: era nuevo en todo, en la vida misma. Era un inmigrante que acababan de contratar (contrato de palabra y pago en cash) Desde el primer momento en que iniciamos labores en la mañana se ganó la antipatía de todo el equipo. A la hora del almuerzo, El Gringo, que era quien manejaba el concreto, lo llamó maliciosamente Turco. Y siguieron los intercambios de insultos y la consecuente escalada a los empujones y manotazos. Todos íbamos con El Gringo, un hombretón de 1,95 m. Había que poner en su sitio al Turco y vaya que lo hizo bien. En el forcejeo, y sin querer, el nuevo dio un mal

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paso y se cayó por el hueco para el ascensor del edificio que estaba construyendo. 40 Pisos hasta impactar el suelo, no sobrevivió. Juramos todos proteger a El Gringo. Rellenamos como pudimos con arena, piedras y cemento parte del hueco, para dar cristiana sepultura a lo que quedó del recién llegado. Nunca nadie investiguó, nadie preguntó nada. No tenía familia o amigos, ni siquiera documentos. Desde ese día, hasta hoy, ha transcurrido un cuarto de siglo y los que allí estuvimos guardamos silencio de lo ocurrido. Se dice que el edificio está embrujado, varios miembros del equipo han muerto en circunstancias horrendas e inexplicables durante este tiempo...

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E V A CL

Juan El Portoventolero JUANELPORTOVENTOLERO.BLOGSPOT.COM


Cierto año, aunque la

consunción estaba erradicada, en el antiguo dispensario del bosque murieron algunos escrofulosos. Y se extendieron variopintas murmuraciones no verificables. Guido (¡repórter de lo prohibido!), factótum de una modesta gaceta ocultista, se infiltró como paciente. Al parecer -según su dossier- algunos tiñosos deliraban respecto a una enclaustrada de la orden que les atendía. Durante la luna creciente, Guido observó un resplandor en su celda de aislamiento. Una dama de vida contemplativa con su toca y vuelos ursulinos se le aproximaba. Pálida como Selene, bella como Filis y mimetizada con el papel pintado de la clínica.

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Guido tenía potente vista y descifró el nombre y apellido que a duras penas, junto a la cruz de Lorena, lucía en la cofia. Y como Guido tenía también la gran virtud de desentrañar criptocharadas, se incorporó en el lecho y la anuló con descargas galvanizantes. No hubo más fallecidos en la casa de socorro de la floresta, trasladaron a los internos a otro balneario a instancias confidenciales de Guido, y quedaron las ruinas devoradas por la maleza. Y por sombras con relevantes cofias. Porque Guido sabía que las posibilidades de anagrama de aquel sobrenombre femenino, aunque finitas, podían continuar afianzando a la capitana de la muerte:

Lois Crustube

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eL BANCO DE LOS DESENAMORADOS JM Vanjav JMVANJAV.BLOG


es normal que los paseos

marítimos, a lo largo de su recorrido, estén salpicados de bancos donde sentarse para contemplar el mar. En mi ciudad es así y es la avenida mas transitada cualquier día del año. Aun cuando el clima no acompañe, y el océano esté vestido de gris solemne, resulta obligada caminata. Lo que no se si habrá en los otros paseos marítimos es un banco maldito. Aquí hay uno, y familiarmente, lo llamamos El banco de los desenamorados. Como todas las leyendas urbanas comenzó con el boca a boca de la gente y acabó siendo de dominio público entre todos los lugareños. Es que en las ciudades pequeñas, aunque solo sea de vista o de oídas, todos nos conocemos.

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Parece ser que la cosa empezó cuando un matrimonio bastante popular y mejor avenido fue visto discutir, algo del todo inusual al menos públicamente, sentados en un banco del paseo marítimo. La cosa no hubiera transcendido, de un simple cotilleo, si al poco de ello no se hubieran separado. Otra pareja, también bastante habitual en los saraos de la ciudad, al poco de haber sido vistos en ese mismo banco, también se divorciaron. Los chismes, sobre tan liberador banco, crearon toda una maraña con multitud de casos similares; por los cuales, pareja que ahí se sentara, acabarían cada uno por su lado. Yo no creía en esas historietas hasta el día que, paseando con mi compañera, quiso sentarse en el. Y así es como se libró de mi.

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O N A R E V NO HAY O N A M O R SIN Javier Sánchez Bernal

BUHARDILLADETRISTAN.WORDPRESS.COM


tenía fama de ser el más

estricto del Estudio salmantino. Temido y evitado por los neófitos en Derecho, se decía de él que era un hombre taciturno y huraño, denostado por el resto de sus colegas en la Universidad. Abundantes fueron las habladurías que la joven escuchó acerca de los escasos afortunados que superaban la asignatura a la primera: desde que otorgaba el aprobado lanzando los exámenes al aire, hasta que solo superaba el trance uno de cada cien alumnos de cada curso. El miedo que ella le profesaba a aquella materia infernal, a la postre la más extensa de la Licenciatura, se acrecentaba con el paso de las semanas. Nada parecía ayudarle

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a fijar aquellos arduos contenidos y sabía que, si pretendía cumplir su sueño, no podía perder la beca. A las puertas del examen, se armó de valor y solicitó una tutoría con el ermitaño docente. Al llegar a su despacho, lo encontró con la cabeza enterrada entre las manos y lágrimas tardías en sus ojos: —Disculpe, si es un mal momento, puedo venir otro día… —Por favor, María, siéntese —respondió él, con la voz quebrada. Ella respiró hondo, eligiendo con mimo las palabras: —Solo quería algún consejo para… —De parvis grandis acervus erit. No soy ningún ogro; cada año sois menos los valientes. Quizá sea hora de dejarlo, este viejo no conecta con vosotros como antes. Hazme un favor, ¿de acuerdo? Estudia antes de sentenciarme… Hoy es María quien llora al mejor profesor que nunca tuvo.

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Pedro Merchán

ELCUADERNODEPEDROMERCHAN.BLOGSPOT.COM


recuerdo que mi compa-

compañero Miguelito sacaba unas notas excelentes. Era el alumno mas brillante de todo nuestro cole. Un martes, todos los amigos fuimos a casa de Juanito, que cumplía años. Su mamá había preparado un montón de sándwiches, gusanitos de los rojos, que eran los que nos gustaban, y varias botellas de refrescos. Antes solo bebíamos refrescos en los cumpleaños. Nuestro amigo Jonás, cuyo padre tenía una pescadería e iba mucho a la ciudad, trajo a la fiesta unos caramelos novedosos. Al parecer, cuando los comías, hacían burbujas en la boca y explotaban provocando una increíble sensación. Todos estábamos intrigados ante aquellas chuches y Miguelito,

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que además de listo era muy valiente, se decidió a probar el primero esos caramelos del futuro, como los llamaba Jonás. Abrimos la bolsita de plástico donde venían los diminutos dulces, que parecían pequeñas piedritas y, nuestro amigo puso unos cuantos en la palma de su mano y de ahí directos a su boca. Al principio empezó a poner caras muy raras, que más tarde se convirtieron en muecas de verdadero asco. Raudo, echó mano del vaso de refresco de Cola que había en la mesa y bebió un larguísimo trago para terminar con aquel desagradable momento. Las caras de Miguelito se tornaron en dolor, empezó a expulsar abundante espuma por la boca y cayó al suelo fulminado. La madre de Juanito intentó reanimarlo sin éxito. Todos llorábamos cuando el medico nos dijo, que le había explotado el estómago.

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LA ANCIANA de la

CHARCUTERÍA Ulises Castellano

BOOKTOLAND.BLOGSPOT.COM


no había nadie más en el

pasillo. Una inocente anciana en apuros y, junto a los embutidos, a par de metros de distancia, un hombre lo suficientemente educado para ayudar a quién lo necesitara, eran los únicos clientes allí. La anciana, pequeña para las estanterías tan altas del supermercado, no podía alcanzar una de las bolsas de panes de un estante. Sin suerte, trataba de estirar su brazo desesperadamente, tentando a los estrepitosos desenlaces. El hombre, que la miraba de reojo vaticinando el caótico final, no aguantó tanto suspense, y se acercó a ayudarla. Estaba haciendo lo correcto, pensó. El karma se lo pagaría. Cuando dio el primer paso, la anciana lo miró tal y como si lo hubiera estado espe-

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rando toda una vida. Le extrañó. Y esta dijo: —Gracias, hombre. Últimamente, falta gente así en el mundo. No lo iba a negar. Él compartía la misma idea. Y, de pronto, cuando estiró la mano para agarrar la bolsa, sintió un terrible dolor a la altura del estómago. Bajó la vista, con los panes ya en la palma de su mano, y vio a aquella diminuta anciana apuntándole con un taser. Tenía una sonrisa de oreja a oreja, como si le acabaran de anunciar que había ganado la lotería y, con una voz menos inocente, la oyó decir por última vez: —Menos mal que siempre hay algún idiota… Se tiró al suelo del dolor. La anciana lo agarró por un brazo y lo llevó a la trastienda. Ese día el supermercado cerraría antes de lo previsto.

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SIN

ATENUANTES Bruno Aguilar

MENSAJEDEARECIBO-RELATOS.BLOGSPOT.COM


en un país cualquiera.. en la guerra de siempre Corrían por el barrio toda clase de rumores sobre él, malsano pasatiempo éste de la maledicencia fomentado quién sabe si por su cara marcada a navaja o por pecar de mirada huidiza: que si fue condenado por asesinato; que si era un traidor del bando enemigo; que si le gustaban los niños; que si… Yo contaba por aquel entonces diez años. Era impresionable e imaginativo, y cuando de la noche a la mañana desapareció mi amigo Manu junto a toda su familia mis pensamientos volaron ineludiblemente hacia Caracortada, como lo bauticé un día nada inspirado.

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Instigado por la imagen de mis héroes de cartón piedra sentí la súbita necesidad de buscar venganza y así, sin vacilación alguna, me presenté en comisaría a fin de denunciarlo. El insano ambiente de guerra, tan proclive a buscar traidores y espías bajo las piedras, contribuyó a que me tomaran en serio en vez de despedirme con un capón y el tipejo fue ejecutado tras un juicio sumarísimo. Mucho tiempo después me sorprendió ver a mi desaparecido amigo en un reportaje sobre aquellos tumultuosos años. Resultó que Caracortada formaba parte del movimiento clandestino que ayudaba a los perseguidos por el gobierno militar a ponerse a salvo al otro lado de la frontera, siendo la familia de Manu su última misión. Mis buenas intenciones no atenúan el delito cometido. Soy culpable de la muerte de Caracortada y pagaré por ello hasta el fin de mis días.

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LA MACETA Nuria de Espinosa

MISLETRASLITERARIAS.WORDPRESS.COM


los vecinos hablaban sobre

el demonio del cuarto. Una mañana cansado de los chismorreos pregunté a mi abuelo sobre aquella leyenda. —Todo empezó hace muchos años, un día en el que la fatalidad quiso que Don Julio pasara por debajo de aquella ventana, en el momento preciso en que la maceta que tomaba el sol sobre la cornisa cayera desde el cuarto piso para aterrizar sobre la cabeza de Don Julio, cayó en redondo sobre la acera. La inquilina del piso corrió escaleras abajo gritando, ¡Ay, dios mío! ¡Ay, dios mío! Cuando el edil abrió los ojos, sonrió, a pesar de que su frente estaba cubierta de sangre y tuviera un chichón que parecía a punto de explotar.

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—Señor, señor, ¿se encuentra usted bien? —preguntó la mujer asustada. —He contemplado al demonio —contestó llevándose la mano a la cabeza. La mujer puso una cara extraña. Le miró, frunció el ceño, cogió la maceta medio rota que yacía en el suelo y se la estampó en la cabeza. —Llamarme a mi demonio, abrase visto el muy descarado —farfulló mientras se marchaba. Don Julio quedó atónito. Se dijo que aquella mujer estaba loca, pues él se refería a que los pocos segundos que permaneció en estado inconsciente creyó que estaba en el mismísimo infierno, sin embargo le quedó claro que el infierno era aquella mujer. Desde aquel día, empezó la leyenda de la maceta y el demonio que la custodiaba, pues cada día una maceta permanecía intacta en el alféizar de la ventana.

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LA BLANCA NIEBLA Mayte López IMAGENESQUEESCRIBO.COM


todos me decían que

sería el mejor día de mi vida. Era una tarde gris de invierno, con niebla espesa. Me dirigía al lugar de la celebración, con la antelación suficiente, pero el coche se detuvo inesperadamente y nos dejó tirados en la carretera. Mi chófer fue a buscar ayuda, caminando al pueblo más cercano y yo me quedé sola, esperando en el arcén, por si algún vehículo me recogía. Intenté parar a los pocos coches que circulaban a esas horas pero, cuando me veían, ninguno se detenía. Tan sólo era una mujer sola, vestida de blanco y comenzaba a anochecer. Había transcurrido más de media hora, y mi pelo estaba húmedo y deshecho por el agua de la niebla, mi vestido blanco empe-

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zaba a estar negro por el roce con el asfalto mojado y mi maquillaje se fundió con el rimmel negro de mis pestañas. Seguro que mi aspecto era desolador. ¡Pobre de mí! Escuché que un coche se aproximaba, alcé la mano, vi como un vehículo hacía maniobra para detenerse. Frenó. Me dirigí a abrir la puerta del copiloto, pero al mirarme, el conductor me observó con cara de terror y escuché cómo, de súbito, echó el seguro centralizado de puertas y no pude abrirla. Arrancó y desapareció entre la niebla. Otro coche más que no quiso recogerme y ya iban tres. No llegué a tiempo a mi boda. La niebla se disipaba y yo me fui con ella.

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LA LIMOSNA Cristina Rubio CAJONDEESCRITURA.BLOGSPOT.COM


le acababan de robar el

bolso. En él lo llevaba todo: la cartera, las llaves, el móvil... Estaba lejos de su casa, por lo que para volver necesitaba que alguien le diese dinero para el transporte. Por eso, comenzó a pedir ayuda a la gente que pasaba por la calle, pero no recibía más que miradas cargadas de desconfianza. Cuando estaba al borde de la desesperación, la joven vio a un hombre sin hogar que estaba sentado en el suelo haciéndole un ademán para que se acercara. Se trataba de un anciano. La muchacha pensó que quería pedirle limosna, así que se dio media vuelta y se dispuso a alejarse de él para continuar buscando a alguien que pudiese ayudarla.

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De pronto oyó una voz que le decía: ―¡Oye joven! ¡No te vayas, espera! La muchacha se giró sorprendida. Se trataba del mendigo. Observó como el hombre se puso en pie con cierta dificultad y dio unos pasos hacia ella. ―Te he oído decir que te han robado. Toma ―el anciano abrió su mano ofreciéndole varias monedas. La muchacha se quedó estupefacta. Dudó unos instantes, pero finalmente cogió las monedas de la mano del mendigo, dándole las gracias reiteradamente y prometiéndole que regresaría para devolverle el dinero. Desde aquel día, la joven contó a todo el mundo lo que le había ocurrido y comenzó a recaudar donativos. No solo le devolvió el dinero al anciano, sino que consiguió que nunca más tuviese que vivir en la calle.

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EL ASESINO DEL BOSQUE I. Harolina Payano

PARIENDOFELICIDADAUTENTICA.BLOGSPOT.COM


nada es igual en este

en este pueblo, decían todos a su regreso. Felipe salió de la cárcel cumpliendo cinco años de condena, nadie sabe lo que pasó exactamente, se cuentan muchas historias sobre esa noche... Felipe jamás volvió a hablar desde que fue apresado. Algo lo enmudeció para siempre esa noche. Tampoco es que fuera de mucho hablar, se limitaba a contestar con monosílabos, nunca conversaba ni hacía preguntas. Sus padres le sacaron de la escuela y le buscaron algún oficio, para que pudiera ayudar en casa y ganarse la vida cuando no estuvieran. Su trabajo era alimentar los animales y matarlos cuando se requiriera de ellos como alimento.

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Dicen que una tarde una joven pasó frente a su casa y le sonrió, que este la siguió y en una vieja cabaña alejada de la carretera se entregaron sin mediar palabras. Entrada la noche, cuando Felipe se disponía a partir, ella le dijo que necesitaba ser alimento de la tierra, quería morir de nuevo porque su alma vagaba en pena. Felipe sonrió, dispuesto a hacer lo que tan bien hacía, matar a sangre fría sin remordimientos, cuando de repente algo lo estremeció... A los gritos, la gente corrió al lugar, la encontraron sin vida. Felipe todo ensangrentado balbuceaba: “Me pidió que la matara para liberar su alma, porque ella estaba muerta, pero no lo hice”. Un horripilante estruendo salió de la tierra, ¡BURRRP! como un grotesco eructo, seguido de un estrepitoso ¡UFF! de satisfacción. El cuerpo de la chica, ya no estaba.

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A UN PANAL DE RICA MIEL El Baile de Norte

WWW.ELBAILEDENORTE.COM


¡Qué fácil había resultado!

Sonrió a la vez que ultimaba la compra on line de los pequeños ofidios. Oculto tras internet, con un simple concurso literario, había logrado conocer los miedos mas secretos de un montón de incautos que creyéndose grandes escritores habían caído en el engaño. Pacientemente, durante más de un año, había creado un blog; allí fue ganándose la confianza de esos inocentes. Había tenido que convocar un concurso literario, comentar los soporíferos relatos y felicitar a unos mediocres plumillas de tres al cuarto, pero ahora su argucia había llegado a su fin. Sutilmente, a lo largo de los comentarios y correos cruzados, había acumulado una extensa información de muchos de ellos rela-

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tiva al lugar donde vivían, sus nombres, su trabajo, incluso sobre sus gustos. Fue poner “Leyendas urbanas” y como en la famosa fábula de Esopo “A un panal de rica miel…” un montón de ingenuos acudieron. Ahora, mientras esperaba el envío de Amazón, tendría que preparar la forma de introducir las 20 diminutas serpientes de cuello redondo de apenas 20 cm de longitud en su váter. No eran venenosas pero a buen seguro el susto la llevaría al límite. Y después vendrían los siguientes. Por lo de pronto ya había localizado un edificio de 40 plantas en construcción con un hermoso hueco de ascensor. También sabía de un pequeño hotel que ardería como una tea. La única duda era como abordar los miedos de la señorita de las estrellas fugaces.

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VIRUS Mirna Gennaro

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me contó un amigo de

un amigo que conoce a alguien que trabaja en un laboratorio en el sector de control de calidad, que, a su vez conoce a alguien de marketing que tiene información sobre las estrategias de los laboratorios para vender más. La última estrategia consiste en el desarrollo de distintos virus que son lanzados en varios lugres del mundo y que generan la demanda que luego ellos mismos satisfacen desarrollando vacunas. Al parecer, están teniendo éxito… Cualquier similitud con la realidad no es pura coincidencia.

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FEBRERO 22

nº 28

MAGAZINE MÁSCARAS SIN NOMBRE JOSÉ ESPÍ

«Mascaras sin nombre» es una compleja novela fantástica que, bajo la apariencia de una historia distópica de ciencia ficción, posee un trasfondo psicológico que hará cuestionar la propia realidad social, y es que, ¿percibimos todos el mundo de igual modo o nos movemos entre distintas realidades?

el juego es entropía cero

MIRNA GENNARO

En un libro de cuentos solemos encontrar viajes a mundos imaginarios. La mayoría de las veces, esos mundos proceden de la fantasía o de la realidad. Pero ¿qué pasa cuando se nos plantean fantasías posibles con alguna probabilidad de convertirse en reales?

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El extraño puntual Pepe de la Torre

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cada día, a las seis en

punto, un hombre se para en frente de casa de Ramiro Ramírez. Es alto, sobre cuarenta años y vestimenta elegante. Tiene la mirada amistosa, y no se va hasta que Ramiro sale de casa y se saludan. Puede que que trabaje por la zona o que por alguna razón, su día a día le obliga a quedar atorado justo hasta que Ramiro sale y le espanta. Aun así, lo peor no es la situación en sí, sino hacia dónde se dirige. Y es que, llueva o haga sol, cada día, Ramiro siente la imperiosa necesidad asomarse por la puerta y saludar al extraño inquilino. Es como si su mundo se detuviera y con ese acto volviera a reactivarse. De hecho, se ha convertido en una obsesión que no le per-

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mite hacer otra cosa; no sale de casa, casi ni se relaciona, necesita tener esa hora libre, salir y deshacer ese surrealista entuerto. Y todo por una situación que podría arreglarse con una conversación. Así que llega el día en que, harto, sale al encuentro y le dice que ya está bien la broma, que deje de hacer eso que hace, además, ¿por qué lo hace? El otro se sorprende, porque él no hace nada raro. Vive cerca, suele terminar a estas horas de trabajar y, esto lo dice bien extrañado, lleva años preguntándose por qué todos los días él, Ramiro, justo a las seis, sale de su casa, le saluda y se adentra corriendo.

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LA MUJER DEL ASCENSOR Maripau González ALBADA2.BLOGSPOT.COM


el ateneu ofrecía un

curso de narrativa cuyo horario me iba bien. Me apunté. Al tercer día monté en el ascensor viejo. Precioso, nada que ver con el otro tan prosaico y relamido. Estando en él, con su traqueteo de levísimos tirones, creí haber dado una cabezadita, sentada en su terciopelo verde, pero ahora dudo que durmiera. Cuando una compañera comentó, asustada, que notó ese aroma intenso a almendras amargas, y vio el reflejo de una mujer con aspecto de los años veinte, quedó patente que yo no era la única que sintió esa presencia. De la docena de integrantes del curso, un grupo entre muchos, dos personas la habíamos notado. Luego supe que habían sido muchos más antes que nosotros.

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Entré en la biblioteca y leí cuanto material sobre el edificio pude recabar. Supe que allí falleció una poetisa joven, cuya ligereza de cascos era la comidilla del lugar. Si fue por un ataque al corazón, como decían las crónicas, o por envenenamiento de alguna mujer celosa, como pienso junto con un articulista de la Vanguardia de la época, no podré saberlo, pero ya se va corriendo la voz: por el ascensor del Ateneu vaga el alma en pena de una mujer. Mi psiquiatra insiste en que esas leyendas urbanas no tienen una base sólida, y que son habladurías. Pone de ejemplo la mujer de la curva. Lástima que a mí esa inexistente dama me provocara un accidente del que me costó años recuperarme.

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PASIÓN LECTORA

Friday, 18 March 2022

BESOS USADOS EN HILERA Maripau González Este libro cuenta historias de amor, algunas oscuras, otras luminosas, en el que las esperanzas y las desilusiones crecen en un mismo suelo. Algunos de estos relatos compiten con la realidad por su dureza, y otros son un himno a la felicidad y a la fantasía. Pero en todos hay una historia de vida que conecta con nuestra propia existencia.

PUNTA DE GRAFITO

Javier Rodríguez-Morán ¿Qué silencios atávicos esconde el armario ropero gigante de la gasolinera Caneiro? ¿Cuántas mujeres hay tras el nombre Fedora? ¿Quién fue el «Cojo de Melgares»?…Algunas preguntas con respuesta en los treinta y cinco relatos que componen este volumen.Relatos con menos de mil palabras que implican a los sentidos del lector.


LEYENDA URBANA Javier Rodríguez-Morán JAVIERAUTOR.COM


—La emigración de nues-

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tros universitarios es una leyenda urbana —dijo el preboste mayor. Desde ese momento Ceferino se transformó en leyenda urbana de su comunidad. Sin oficio ni empleo, poco tardó en ser además usuario de los servicios de salud mental. El psicólogo ocasional balbuceó lanzando finas partículas de saliva. —Tienes que elegir. Si eliges elegir, lo haces con tus razones, ¿comprendes? —¡Sí! —dijo sin tener idea. —Perfecto. Vuelve dentro de un mes. Dile al siguiente que pase. Salió de la clínica sin detenerse a fijar cita, caminando como un pato criollo. Un juanete en activo, única herencia de su padre, solo le permitía apoyar el talón del pie izquierdo.


Su viejo se había muerto en la residencia de ancianos al principio de la pandemia. Ceferino no se enteró hasta tiempo después. Son cosas que pasan, una leyenda urbana más, decía. Un día, Cefe leyó en Facebook el siguiente texto: ¡Fin de la pandemia, nueva vida! El gran complejo hotelero Buena Vida contratará hoy, desde las seis de la mañana hasta la medianoche, personal de cualquier profesión. ¡Oportunidad única! ¡El que cree en el futuro es de los nuestros! ¡Todos serán bienvenidos! ¡Estamos en condiciones de emplear a cualquiera! ¡Cada cual tendrá su puesto! Ceferino soltó una carcajada seguida de un sonoro pedo. —Ni una sola palabra acerca de la paga — masculló—¡ La madre de todas las leyendas urbanas! La demanda infinita de empleo sin salario y mientras tanto los trabajadores vivirán del aire.

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EXÓTICO Ángel

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Su risa turbada se ahogó

con el cierre de las puertas automáticas, un reguero de gotitas de sangre salpicaba el suelo y me figuré que eran miguitas de pan dejadas para no perder el camino, para regresar a la cordura, para volver a casa. Los sanitarios que le atendieron en urgencias no daban crédito a lo que veían, el desgarro en su nalga necesitó más de nueve puntos de sutura, mientras sus carcajadas histéricas dejaban perplejos al resto de pacientes que por un momento aparcaron sus propios padecimientos. El psiquiatra de guardia, habló con él después de que le curasen, cree que de algún modo se autolesionó y quiere saber si en más ocasiones ha sufrido alucinaciones. Me pregunta y sin levantar la mirada del suelo, mientras el sonrojo por mentir colo-

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rea mi rostro, le ha dicho que sí, qué últimamente se muestra un poco extraño y nervioso. Pero lo cierto es qué, el cocodrilo hace un mes que sale por el retrete, va creciendo… Y ayer olvidé darle de comer.

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GATO POR LIEBRE Juana Medina

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lidia llora tratando de

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despertar a Mozart, su gato, que parece dormir plácidamente a su lado pero en un estado de rigidez absoluta. Le masajea el corazón, las patas. Llama a Enriqueta, su amiga de toda la vida: —Enri, se me murió Mozart —solloza— anoche, en mi cama. —No, no sé la hora. Sí, le di sus gotas antes de dormir, pero esto es distinto, no reacciona. Está muerto. —¿Cómo voy a dejar que lo entierren en cualquier parte o lo tiren a la basura? Mozart siempre fue mi compañero. Lo quiero cerca. —Gracias, querida, en tu jardín estará feliz. Lo envuelvo y voy para allá. Las cajas de zapatos son pequeñas para Mozart, pero apretándolo un poco… Lo


envuelve en una funda vieja blanca; sin saber por qué no cubre su cabeza. Ata la caja con una cinta también blanca. Ella va de negro. Se detiene en la esquina a esperar un taxi. Pasa una moto a toda velocidad, le arranca la cartera y la caja tirándola a la vereda. —Mozart, Mozart —es todo cuanto gime. La llevan al hospital, pero es tarde. Entre tanto el ladrón intrigado por el peso de la caja, la abre para disfrutar su botín. Mozart salta dando un maullido furioso, lo rasguña y escapa. Las viviendas del barrio se derrumban. La gente se muda desde que por las noches en la esquina donde cayó Lidia se oyen maullidos sin consuelo hasta el amanecer, pero jamás se ve un gato.

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VERDE ENTRE DIENTES Emerencia Alabarce

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se retorció el plan. Olga

se agarró como pudo a la puerta, mientras que su marido tomaba las curvas como un desquiciado. Con el chirrido de las ruedas se le apretaban los dientes hasta el punto de saltarle los empastes. No tenía sentido que se mosqueara de ese modo. Al fin y al cabo todo quedaba en familia."Mi familia ahora también es la tuya", es lo que dijo él cuando se casaron. Olga no comprendía su descontrol. Edu iba a destrozar su Ferrari superfast verde por una tontería. Ella sin quitar la vista de la carretera presentía que algo iba a pasar y le obligó a parar. Edu, paró en seco a punto de explotar los airbags. Ahora le miraba con cara de perro

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rabioso mientras que Olga intentaba calmarle.—Está bien. Seguirás siendo mi marido cara a la galería y tu hermana, será solo mi amante.

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MI HERMANITO Matilde Bello MATILDEBELLO.COM


si le tapo la nariz, ahora,

que duerme, ya no despertará más. Fin de: Marcos, vigila a tu hermano; Marcos, no pellizques a tu hermano; tienes que cuidar de tu hermano, Marcos… Antes mamá me quería mucho. Me daba tantos besos que no era capaz de contarlos. Por la mañana me revolvía el pelo antes de peinarme. Tienes los mismos remolinos que yo, repetía, eres una fotocopia mía. Y me hacía cosquillas hasta que me dolía la barriga, ella se reía a carcajadas y nos moríamos de la risa los dos. Ahora dice que ya soy mayor. Solo tiene tiempo para él. Es un egoísta, siempre comiendo de su teta, chupando y chupando. A veces le hace

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daño. Lo he visto. Y llora todo el rato con esa voz de pito para que no me haga caso a mí, para que le cambie su apestoso pañal, y lo coja en brazos y así quedarse con todos sus besos… Mamá está muy cansada. ¿Y si lo ahogo en la bañera? No. No puedo hacer eso. Mamá me odiaría. Y yo quiero que mamá me quiera para siempre. Tiene que parecer una cosa del destino. Ya sé. Papá guarda veneno en la despensa de cuando hubo ratones en el vecindario. Untaré los pezones de mamá sin que ella se dé cuenta y adiós al mocoso. Decidido. Cuando horas después me despierta mamá gritando supe que se había cumplido la desgracia: –¡Marcos! ¡Marcos, ayúdame, hijo, tu padre no respira…!

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Nº 204

EMOCIÓNATE CON LA LECTURA

30/08/21

LECTOADICTOS LUCIA: INTUICIÓN

EL GRAJO

MATILDE BELLO

PAOLA PANZIERI

Si la intuición tuviera dientes hace tiempo que me habría comido el mundo. Menos mal que las hadas no me siguen el rollo, porque a mí las indigestiones me sientan fatal. Esa soy yo, Lucía la fantástica: impulsiva, impaciente, impertinente, a veces infantil, muchas veces deslenguada, siempre díscola y muy a menudo obstinada. ¿Qué le voy a hacer? El melodrama me pone. Altamente histriónica. También soy ciega.

Él, un detective cuya alarma es un bigote de conejo entre el marco y la puerta; ella, la dueña rumbosa y tremenda de un bar castizo que huele a canela. Ellos: Tortillas, Gato, Bolas, Leo Lanzador y el club de la calceta, unidos por el destino y la supervivencia en el Madrid de los años ochenta. Tarántulas y dragones que guardan oscuros secretos. Un asesinato, persecuciones, bajos instintos, ternura y desbarajustes varios harán que no puedas dejar de leer y de reír.


A OSCURAS Paola Panzieri PAPAN3.BLOGSPOT.COM


LAURA, ZAPATOS EN MANO,

entra en casa, cierra la puerta y sin encender la luz queda en expectativa. No hace falta tener buen oído para escuchar los jadeos y lamentos que provienen del cuarto que comparte con Julia. Al parecer, la última conquista de su amiga no tenía intención de marcharse. Cansada pero tranquila por encontrarse al fin en su dulce morada, Laura localiza manta, móvil y cascos y a oscuras, se acomoda en el sofá. Acunada, a través de los auriculares, por el trinar de pájaros exóticos mezclado con el cascabeleo de unas gotas de agua, Laura se deja llevar suavemente al mundo de los sueños.

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La despierta la caricia de un rayo de sol en la cara. Es un espléndido domingo de enero. Laura sonríe como el que sabe que va a disfrutar de un día inolvidable. Se levanta, va al baño y en el espejo descubre un mensaje escrito con letras rojas:

Seguro que te alegras de no haber encendido la luz anoche

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LA VAMPIRA DEL RAVAL Isan Bairu

UNACAPADEBARNIZ.BLOGSPOT.COM


la denuncia de una vecina

dio pie a que la policía investigara a Enriqueta Martí. «Vi a una niña en la ventana con el pelo rapado». La investigación y los descubrimientos se precipitaron y con ellos las habladurías. La noticia se propagó con la velocidad que gusta a las malas lenguas en agrandar el horror; las mentiras eclipsaron las verdades y los encubrimientos, las acusaciones. Las revelaciones sacudieron la Barcelona de principios del siglo XX llena de modernismo y burguesía pero, a su vez, de degradación y miseria, de prostitución y pedofilia entre los que se desenvolvía Enriqueta, dejando la ciudad conmocionada. La leyenda negra estaba servida.

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Enriqueta mendigaba de día y por la noche frecuentaba los sitios más selectos, dicen — siempre dicen por ahí— que para ejercer de proxeneta, de curandera o sacarles dinero, lo que alternaba con los prostíbulos más infames. Un trauma la llevó a la locura y esta a ser una asesina en serie, pero la realidad puede tener otro rostro. Las acusaciones que pesaban sobre ella de brujería, secuestro de niños para ofrecerlos como objeto de placer, proxenetismo, fabricación de ungüentos con vísceras y huesos infantiles, se fueron diluyendo, se rumoreaba para tapar la implicación de pedófilos de la alta sociedad a quienes proporcionaba sus servicios. Quedó condenada únicamente como secuestradora de aquella niña sin pelo de la ventana. Enriqueta falleció de un tumor o de un linchamiento en la cárcel. También en esto dicen. En cualquier caso, sin revelar los secretos que escondía.

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PARA ELISA Mª Pilar Moreno

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éramos niñas y estábamos

a un paso de comernos el mundo. Un día, en la puerta del colegio, alguien entregó a mi amiga Elisa una tarjeta: «Adelgaza sin dejar de comer». Un nuevo médico endocrino se había instalado en Vitoria. A Elisa le recetaron una sola pastilla que tenía que tomar antes de las doce horas siguientes, de lo contrario, perdería su eficacia. Y surtió efecto. Perdió dos kilos, después ocho… Al principio, estaba feliz. Y eso que cada vez tenía más hambre y comía más que nunca. Se fue quedando muy flaca. Cayó enferma. No quería ver a nadie. Decía sentir el movimiento de la serpiente que crecía en su interior. Esto le producía tal

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repugnancia que devolvía sin parar y el dolor intestinal le era insoportable. El tratamiento de bulimia no funcionó, siguió empeorando. El dolor y la frustración hicieron mella en ella. La tristeza se posó en sus ojos para no abandonarlos jamás. En uno de esos vómitos intensos que la ahogaban, su madre vio que le colgaba por la nariz algo viscoso y cuando fue a limpiárselo se metió para dentro como si tuviera vida propia. Alarmada llamó a urgencias. La pastilla que había tomado era un huevo congelado de una tenia solitaria.

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LA MUJER DEL ASCENSOR Puri Otero PURI-DULCINEA.BLOGSPOT.COM


al llegar al portal tro-

pezó con una mujer que al igual que él entraba en el edificio, situándose ambos esperando el ascensor. —Buenos días, ¿sube? —le pregunta mientras abre la puerta cediéndole el paso —Sí, gracias. —¿A qué piso va? —Al ático. Dentro del ascensor la situación le resultó incómoda ya que él no dejaba de mirarla. Por algún motivo desconocido esos encuentros en el ascensor se repitieron durante varias semanas, lo que hizo que se creara cierta confianza hasta tal punto qué nació entre ellos una atracción incontrolable. Una noche se saltaron todas las reglas y se sumergieron de lleno en sus bajas pasiones.

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Se citaron en un discreto hotel de barrio de la periferia. No querían ser vistos ya que él era un afamado hombre de negocios y un ejemplar padre de familia. Cuando estuvieron uno frente al otro no se dijeron ni una palabra, solo hablaron sus cuerpos, uniendo sus labios en un apasionado beso y sus sexos en un torrente de pasiones . Las horas pasaron y sus cuerpos exhaustos de placer se sumieron en un relajante sueño. La luz del amanecer hizo que él despertara. Comprobó que ella no estaba . Sobre la mesita de noche pudo leer una nota : "Tu mujer te espera para que firmes el divorcio"

Corría por la ciudad la leyenda de que era ella a quien le encargaban hacer estos trabajos , pero nunca se llegó a demostrar ya que sus víctimas no se atrevían a identificarla.

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FICCIÓN LECTURAS PARA OLVIDARTE DEL MÓVIL

febrero 2022

Los amores perdidos PURI OTERO Varias personas se encuentran en un cementerio para visitar a sus difuntos y entre ellos surgen lazos que los unen de forma desconocida. La intervención de los muertos hace que se alcancen grados de relación olvidada por el paso del tiempo

LA MONTAÑA JARDÍN

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RAQUEL PEÑA

La Montaña Jardín es un libro de cuentos para niños con un lenguaje que invita a investigar, con el fin de que pueda ser utilizado por los docentes y padres para que los niños adquieran conocimientos y amplíen su vocabulario. Ampliar el léxico es una loable tarea, por tanto mediante la lectura podemos incrementarlo, y a su vez estrechar lazos familiares que permitan un mayor acercamiento entre todos los miembros de la familia.

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LA MUJER MULA Raquel Peña

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abuela, ¿por qué te pones

triste cuando escuchas que apareció una mujer con aspecto de mula? Hace muchos años una mujer visitó a su hija en un restaurante de comida criolla, quería comer una rica cachapa de queso de mano. Al ser su cumpleaños pensó que su hija la invitaría, pero esta al terminar le dijo: ¿Pagarás? Yo trabajo como una mula, para ganarme la vida. Gritó fuertemente, escuchándose en los cielos. La madre salió con vergüenza, su hija se olvidó de su cumpleaños. Su ira y egoísmo la cegaron. Afuera del restaurante, la detuvo un anciano y le obsequió una moneda. Le pidió que regresara, pagara y dejara como propina el cambio.

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Esa medianoche, se escuchó un relincho y un grito rebuznante en las calles de Caracas, y todos dicen que ronda por el restaurante una mujer con cara de mula, y aparece en la Catedral rezando. Abuela, la moneda ¿tenía un hechizo? Si, pero la mujer no lo sabía, y nunca más vio a su hija. Abuela, fue ella la culpable Si, mi niña por eso debemos honrar a nuestros padres Yo nunca, te haría eso abuela, y la abrazó con ternura.

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¡AL FIN UNA NOCHE SIN PESADILLAS! Beba Pihen AHORAYODIGO.BLOGSPOT.COM


me he decidido. prefie-

ro desvelarme, a sufrir más pesadillas. En medio de la tormenta, avanzo con mi coche, munida de un pack de latas de cerveza. Trago a trago, desafío a los presagios: aunque se caiga el cielo o me ahogue en un bache. Que si hay bandas que buscan chocarte; que si hay gente que roba órganos; que no conduzcas si estás ebria… Los augurios nefastos zumban como los tábanos. ¡Dejen vivir, caramba! La calle está vacía, pero otro auto avanza detrás del mío, a gran velocidad y haciendo guiños de advertencia. ¡Me están siguiendo…! ¡Al fin alguien me sigue! ¡Hundo el acelerador! ¡Y el otro, también!

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¡Paf! ¡Crash! ¡Aaaaayyyyy! No sé cuánto duele que te roben un riñón, ni cuánto te dan por conducir borracha… ¡Pero semejante golpazo en la cintura, contra la mesa de luz…!

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SI BEBES

NO CONDUZCAS Francisco Moroz

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los adolescentes me es-

cuchaban en un silencio expectante, templando ligeramente mientras les contaba mi dramática historia convertida en leyenda. –Una noche pasada de alcohol la tiene cualquiera; y más, con motivo de una fiesta de celebración con los antiguos compañeros de la universidad. Lo que deja de resultar adecuado es coger el coche con esa alta graduación etílica en la sangre. Pasó lo que tenía que pasar por simple ley de probabilidades; algo que más tarde le hace a uno recapacitar sobre su miserable condición de estúpido irresponsable. Como podéis comprobar os lo cuento como testigo de primera mano de los sucesos que

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acaecieron esa madrugada; justo en la primera curva que gira a la derecha antes de entrar en el pueblo. Esa donde, si pasáis despacio, podéis ver un ramo de flores secas que depositó una mano amiga en el primer aniversario del accidente. Allí están los restos del árbol donde se empotró el coche. Lo peor no fue despertar desorientado en una cama de hospital, tampoco el dolor de las heridas, ni la rehabilitación necesaria para poder manejarme mínimamente. Todo ello se me hizo pasable. Al contrario de esa angustia que me hace llorar todavía, cuando recuerdo el último beso que me dio mi novia mientras me hallaba postrado semiinconsciente en la UCI. Ella venía a despedirse para siempre; nuestro futuro juntos carecía de sentido dadas las circunstancias. Yo me quedé anclado en esta silla de ruedas. Ella condenada a ser, la muchacha de la curva.

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N º 708 F EB RERO 2 022

RELATOS SIN RUMBO FIJO Francisco Moroz

El contenido de este libro es variopinto y sin un rumbo fijo definido; como bien indica el título, ¿para qué nos vamos a engañar? Las cosas claras desde el principio. Lo conforman pequeños relatos que cuentan una historia completa con un argumento sencillo, que, al igual que las parábolas, las fábulas o los cuentos, dejan moraleja, conclusiones, reflexiones, o, simplemente, una cara de sorpresa originada por un final inesperado. Pero en ningún caso te dejarán indiferente.

Un Mundo para leerlo

Diccionario en tono de humor

José Mª Almudévar

En Diccionario en tono de humor el autor reinventa el significado de más de 1200 palabras existentes en la lengua española. Observa cada una de ellas desde la perspectiva que más llama su atención, para terminar dándole una personal defnición que, en muchas ocasiones, al lector se le antoja — además de divertida— más lógica que la oficial.


LOS DOS VIAJEROS Chema Almudévar

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un joven que no pasa

desapercibido y un discreto hombre maduro coinciden en el tren. El primero saca de su ensimismamiento al otro, que se encuentra enfrascado en su lectura: —Me satisface que la gente humilde lea, aunque no tenga más estudios que los elementales. Por eso me ha recordado usted a mi padre, leyendo el periódico como él hace todos los días. Es tan bruto que hasta me avergüenza presentárselo a mis amistades, pero se interesa por lo que pasa en el mundo. Dentro de su ignorancia, como es trabajador y no demasiado torpe, ha prosperado y es propietario de su taller, en el que además da trabajo a otros mecánicos. Siempre le dije que no contara conmigo para eso,

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porque yo tenía mayores aspiraciones y quería seguir estudiando. Y así lo hice. Disculpe que no me haya presentado. Me llamo Desiderio Marquina y soy licenciado en Derecho, con brillantes calificaciones. He preparado oposiciones a Notarías y precisamente estoy yendo a Madrid para presentarme al examen. ¿Y su oficio cuál es, buen hombre? —Por su nombre y lo que me cuenta, su padre no puede ser otro que mi amigo Desi. Nos conocimos en el instituto, pero perdimos la relación cuando tuve que mudarme de ciudad. Siempre lo admiré por su bonhomía e inteligencia. Ya puede estar orgulloso de él. Mi nombre es Pedro Martínez y creo que usted y yo volveremos a coincidir el lunes, puesto que tengo el honor de presidir el tribunal que va a examinarle.

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SOMBRAS JUSTICIERAS Mila Gómez

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dejó de confiar en ese

médico al que tenía que visitar dos veces a la semana. Cinco años deberían ser suficientes. Aconsejándole continuar con la medicación si quería seguir durmiendo en paz. Paz, que creía ganada en pasadas batallas, y por tener ochenta años. Se sentía curado... En su mente dibuja una cara “incrédula” de aquel médico. Abre los cuatro botes, y las píldoras de colores son tragadas por el agua del retrete: ¡No vas a ganarte la vida a mi costa!, le dice a la cara. Lo estaba consiguiendo. Se sentía eufórico. Pero gastados los últimos residuos sanadores, todo volvió a comenzar, con mayor intensidad y clarividencia.

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Seis noches consecutivas huyendo de lánguidas sombras que tratan de atraparlo en la pesadilla. Encontró la manera de escapar: a través de pulsar el interruptor de la luz, que nunca encendía nada. Se despertaba envuelto en sudor, un sabor a metal en la boca y con el corazón al filo de un infarto. En un mal sueño, escuchó lamentos de aquellos días que quería olvidar, cuando era El Negro Tesorero, comandante de una infernal guerrilla que sentenciaba a muerte a quiénes inútilmente negociaban por su defensa. Esa noche, es perseguido por su oscura conciencia. No pudo encontrar el interruptor de la luz; quedándose en tinieblas a la espera de alegaciones... Ahora, ningún médico al que solicita consejo, puede ayudarle a descansar en paz. Cada noche se enfrenta con su conciencia, entretanto, una sombra deambula por hospitales, tomando píldoras de colores.

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LA

C I U D A D

Igor Rodtem

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la ciudad era dura con

los recién llegados. No había lugar para la misericordia. Sobrevivir o morir. Y a veces lo segundo era mejor que lo primero. Mi hermano mayor partió tres años antes que yo y, tras seis meses en la Ciudad, dejó de llamar. Dejó de escribir. Desapareció. La Ciudad me recibe a mí ahora, con su abrazo frío y áspero. Mi hermano vino a labrarse un futuro que no tendría jamás en casa. Yo vengo a buscarle. Me cobijo en el barrio de los Despojados, donde llegamos todos los inmigrantes, y encuentro miedo y frustración. Nadie recuerda a mi hermano, pero alguien me cuenta una leyenda urbana: los muertos sin nombre se aparecen allí donde fallecieron.

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Recorro cada callejón de la Ciudad. Rebusco en cada esquina. Mi hermano no aparece. Tampoco encuentro su fantasma. Un día, me siento en un banco del parque, me miro las manos sucias y agrietadas, y soy consciente de la soledad que me ha acompañado desde que llegué aquí. Noto el hambre que me devora desde hace semanas. Mis músculos no tienen fuerza ya. Cierro los ojos y olvido todo. Dicen que en el parque se aparece el fantasma de un pobre desharrapado que, a veces, te sujeta por los hombros y te zarandea, sin dejar de preguntar con desesperación una y otra vez lo mismo… ¿Dónde está mi hermano?

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EL COMPROMISO Luz

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otra versión de las

tantas que circularon: Contaba mi bisabuelo que allá por los años 30, Alis Browns de Chicago que trabajaba en la compañía de seguros Goldman & Levin se había comprometido con el sobrino de los Goldman, Edward, quien decidió organizar una fiesta sorpresa para su cumpleaños en la mansión con los amigos y clientes más importantes. Sobre las 7 de la tarde, cuando la oyen llegar todos se esconden, pero ella sube rápidamente las escaleras para darse una ducha. Antes de salir del baño repara que con el apuro había dejado el neceser y contrariada va hacia las escaleras.

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Y oh, allí abajo, un coro de voces gritando "¡sorpresa!", la deja petrificada. No menos fuerte fue la reacción del grupo que atónito observaba el cuerpo desnudo con mantequilla de cacahuete en los pezones y entrepierna. Alis desesperada vuelve al baño, se viste y sale huyendo de allí. Renunció a su trabajo, dejó Chicago y nunca más se supo de ella. Edward rompió el compromiso. Historias parecidas sin nombres se fueron publicando en distintos periódicos en el contexto de los años 30, "años locos", pero cuya revolución solo se desarrolló en la moda femenina. El profesor Bill Ellis se manifestó aclarando que: "la historia pretende ser moralizante, una especie de llamada de atención para las mujeres que no se ajustan a la norma".

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PROBLEMAS INMOBILIARIOS Rosa Berros ELBLOGDELAFABULA.BLOGSPOT.COM


han pasado ya dos años

y no hay forma de vender el piso que me tocó en herencia y en el que vivió mi madre hasta su muerte. Y eso que está en un sitio céntrico, está recién reformado y el precio es muy asequible. La gente viene a verlo y se muestra animada, van comentando la luz, las vistas, el entorno... Luego, de pronto, tras mostrarles lo que yo creo que es lo mejor del piso, la habitación de los tres balcones, parece que les entra la prisa por marchar, se muestran ansiosos y dicen que lo pensarán o lo hablarán con su pareja y me llamarán, pero nadie vuelve a llamar. Me extrañó que me dejara nada. Nunca se mostró cariñosa conmigo, su hijo mayor, y ante su desapego, abandoné la casa familiar

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en cuanto me fue posible y jamás volví a ocuparme de mi madre. El mantenimiento del piso sale muy caro y si no consigo venderlo va a ser un problema del que no sé cómo voy a salir. Más que una herencia parece una venganza. ************ Mira que era bonito el piso, y tirado de precio. Todo iba de maravilla hasta que llegamos a aquella luminosa habitación. Entonces apareció aquella viejecita que hacía punto en el sillón y que me dijo "¿usted no me echará de mi casa verdad?». El dueño no dio muestras de advertirlo. Vaya cara, podía avisar de que vende el piso con inquilina. Así era tan barato. Maldigo no haber elegido otro camino. Salgo del coche desorientado y me adentro en un silencio sepulcral donde una enorme luna llena ilumina una carretera desierta.

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EL TREN DE LA BRUJA Flor

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era la atracción más

visitada del parque de atracciones, ya fuese por su novedoso recorrido, por el decorado del tren, los efectos de las luces y el sonido o, tal vez, por los 3 kilómetros de recorrido, puesto que no era como el tren de la bruja tradicional: este era el único y más grande del mundo. En este tren cabían 100 pasajeros; por el precio de una ficha de 50 céntimos, hacías un viaje de una hora. —¡¡Pasen, pasen y viajen en el tren de la bruja!! —decía la bruja que iba animando a los visitantes que miraban embobados la grandeza de aquel tren. Cuando el tren estuvo lleno de pasajeros, la bruja con una risa gutural grito—. ¡Ya estamos todos ¡

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Una vez, que el tren se alejó del recinto del parque llegó a una especie de bosque con árboles muy altos, la atmósfera del ambiente había cambiad, se posó una densa niebla y la tarde se hizo noche oscura, la bruja desapareció con su escoba dejando a los pasajeros solos. De pronto, de los árboles bajaron unos extraños seres que se llevaron a varias personas. Los gritos de desesperación y terror se hicieron patentes, las cabezas de los pasajeros iban rodando por el tren. Los pasajeros intentaron huir, el payaso loco, mató a todos los pasajeros del tren de la bruja.

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LA TRAGADORA MJ RU1Z

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LA ESCULTURA DE ÁMSTER-

dam —unas personas sentadas en un banco con los rostros iluminados por sus móviles— resultaba graciosa, casi grotesca, pero real como la vida misma. Cuando la vi por primera vez me hizo sonreír. Poco después me enteré de que algunos de sus visitantes habían salido mal parados al hacerse el típico selfi: sus móviles emitieron un destello cegador, disipado el efecto, observaron con estupor que éstos habían desaparecido. Ahora se la conoce como la “tragadora de celulares”. Cuando escuché la historia me reí de nuevo. Después, supe que habían montado una organización de apuestas para ver quién osaba desafiarla. «A mí no me ocurri-

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rá», solían decirse los participantes y se plantaban móvil en ristre en medio del banco. Creo que todos perdieron sus iPhones. Recientemente tuve que viajar por trabajo a la ciudad neerlandesa y fui a verla. No había mucha gente en las proximidades, solo un par de curiosos como yo. Alguien me instó a atreverme, no caí en la trampa. Otro sí lo hizo y la escena se produjo tal como la habían descrito pero sin luz de por medio. Me fui pensando que era un montaje para visitantes crédulos, una manera más de alargar el tirón de la escultura y atraer público. Lo inquietante fue cuando visité un pequeño museo al lado del hotel. Tenían objetos recuperados del fondo del canal. En una de las vitrinas vi unas carcasas de móviles contemporáneos. Hasta ahí todo normal, pero estaban fechadas en 1895... No, no, imposible.

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EL CATARRO Carles Leo

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maría inspiraba satisfecha

el aire otoñal camino del trabajo. Ese día había decidido saltarse la prohibición de no llevar mascarilla y sonreía de placer. Eso sí, después de aspirar despistada junto a unos contenedores desbordados repletos de moscas, que la hicieron estornudar repetidamente, tomó precauciones evitando subirse al autobús o acercarse a la basura. No fuera a incubar algún virus extraño. Pero el frío, las aglomeraciones humanas y la insalubridad urbana no perdonan. A la semana comenzó la congestión nasal y la febrícula, pero no se alarmó, supuso que sería catarro. Sin embargo esa noche se despertó con las sábanas pegadas por el sudor, un fuerte dolor en la frente y la nariz

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rtaponada por un flujo traslúcido. ¡La gripe me ha cazado!, se dijo. Así que llamó al trabajo para comunicarlo y pidió cita en el ambulatorio. La sala de espera estaba atestada, como imaginaba, se puso los auriculares para escuchar chill out y consiguió relajarse. Pero las cosquillas en la nariz y el uso de los pañuelos la traían de regreso a la realidad. Sus mocos tenían ese tono verdoso amarillo algo sanguinolento. Suspiró asqueada arrugando el pañuelo. Pero los picores continuaban y el último pañuelo quedó más rojo que verde. Inquieta fue al baño buscando papel higiénico, pero no quedaba nada. Angustiada por el picor se sonó la nariz en el lavabo. Un chillido en el baño alarmó a todos. Encontraron a María inconsciente en el suelo y el lavabo salpicado de unas mucosidades llenas de larvas.

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O M I X Ó PR O R E M NÚ

FAN FICTION


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