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VIAJES

La reina viajera120 países

Además de su facilidad para la diplomacia, el amor por sus corgis y uno que otro escándalo familiar, la difunta reina era conocida por su afición a los viajes

POR CLARIBEL MIRANDA / FOTOS: AFP

SUDÁFRICA 1995 Luego de la disolución del apartheid (el sistema de segregación racial) en Sudáfrica, la reina regresó para reunirse con el presidente Nelson Mandela y entregarle la orden de Mérito por su servicio a la nación. KENIA 1952 Fue durante este viaje que una joven Elizabeth de 25 años se convirtió en monarca que durante 70 años guió la corona británica. Su padre, el Rey George VI, murió un 6 de febrero de 1952, mientras ella, acompañada de su esposo el príncipe Felipe, se encontraban en Kenia realizando una gira diplomática.

BERMUDAS 1953 Seis meses después de haber sido coronada, realiza oficialmente su primer viaje como reina en la Commonwealth (alianza de naciones que alguna vez fueron colonia británica). Comenzó el tour en la Isla de las Bermudas, territorio que pisó en cuatro ocasiones a lo largo de lo años y continuaría su recorrido por tierra, mar y aire hacia países como Jamaica, Tonga, Nueva Zelanda, Australia, Islas Cocos, Ceilán (ahora Sri Lanka), Adén (ahora parte de Yemen), Uganda, Malta y Gibraltar.

La Reina Isabel bajando del Royal Train seguida de su esposo el príncipe Felipe en 1961.

Muchos de sus viajes fueron hechos en el Royal Train, aunque se dice que son muy pocos los afortunados que han logrado subir a esta locomotora, incluyendo miembros de la familia Real. Cuenta con nueve vagones dotados con todas las comodidades, supuestamente, Elizabeth II tenía un baño con una bañera de tamaño completo.

ARABIA SAUDITA 1979 Se convirtió en la primera mujer como Jefa de Estado en visitar Arabia Saudita. Los atuendos que usó para ese viaje fueron cuidadosamente seleccionados para mantener el código de vestimenta utilizados por las mujeres en la región.

En 1961 se convirtió en la primera monarca británica en visitar la ciudad del Vaticano. Siempre vestida de negro, regreso varias veces para tener audiencias con el papa Juan XXIII, el papa Juan Pablo II y el papa Francisco.

Navegando mares El HMY Britannia fue el yate real designado para la Corona Británica y durante 44 años fue la residencia flotante oficial de la reina. En 1997 fue dado de baja y actualmente funciona como un museo en Escocia. ¡SIN PASAPORTE! Un dato curioso es que Isabel II, a pesar de haber viajado a más de 100 países, y a diferencia de los demás miembros de la familia real, no tenía pasaporte, pues el documento era emitido en su nombre y no podía otorgárselo a ella misma. Tampoco tenía licencia de conducir, era la única británica con este privilegio.

Desfile en México ESTADOS UNIDOS 1957 Aunque el territorio americano no era ajeno a Isabel II, en 1957 realizó su primera visita oficial a Estados Unidos, ocasión que coincidió con el 350 aniversario de Jamestown, la primera colonia británica asentada en el continente. Aprovechando el viaje, Elizabeth voló junto a su esposo Felipe a Nueva York, para admirar las calles congestionadas de la ciudad y tomar fotos panorámicas desde lo más alto del Empire State.

Fue la primera monarca británica reinante en visitar Sudamérica. Durante su paso por Brasil, asistió a un partido de fútbol entre Río de Janeiro y Sao Paulo, y entregó el trofeo de vencedor al futbolista brasileño Pelé. Cuando estuvo en México visitó la pirámide de Uxmal, hoy patrimonio cultural de la UNESCO, recibió regalos de artesanía local y fue vitoreada con confeti en un desfile por las calles mexicanas.

CANADÁ 2002 La nación más visitada por la difunta monarca fue Canadá. Su viaje en el 2002 coincidió con las celebraciones de los 50 años en el trono (the Golden Jubilee). Durante este paseo asistió a un juego de hockey y fue la encargada de lanzar el disco ceremonial. Asistió a una expedición de caza en Nepal en 1961, sobre un elefante. Aunque no participó en la cacería, sí grabó toda la experiencia con su cámara de video.

Madre y abuela El deber

ante el amor

Puso su rol como monarca por encima de su labor para criar a sus hijos. Al convertirse en abuela encontró una forma de recuperar su imagen maternal frente al reino; fue un apoyo para sus nietos pero mantuvo las reglas hasta el final

POR PAOLA RODRÍGUEZ / FOTOS: AFP

Carlos nació el 14 de noviembre de 1948. Para ese entonces, la princesa Elizabeth II, daba pecho al niño y dormía en la habitación de al lado. Su mayor deseo era encargarse ella misma del bebé. Sin embargo, sus planes se alteraron al cabo de cuatro años, cuando debió asumir el título de reina de Gran Bretaña, con tan solo 25 años.

Se enfrentó prematuramente a responsabilidades totalmente abrumadoras y una agenda con un sinfín de actividades reales.

Su rol como madre quedó relegado y aunque sacaba tiempo para enseñarle a Carlos, las cosas que amaba, como montar a caballo, no siempre tenía tiempo para él y sus hermanos, la princesa Ana y los menores los príncipes Andrés y Eduardo.

Al convertirse en abuela Isabel encontró la manera de mostrar sus capacidades maternales, con las que guió a Williams y Harry al perder a su madre.

MAMÁ DEBE REINAR La reina veía a Carlos después del desayuno y a la hora del té. En algunas ocasiones, lograba llegar para bañarlo. Para Carlos, mamá era una figura lejana y glamorosa, que eventualmente venía para darle un beso de buenas noches, perfumada y vestida para asistir a alguna cena.

A temprana edad, Carlos debió asumir una actitud conciliadora entre la agenda de su madre y su hermana Ana, quien en muchas ocasiones se negaba a alejarse de mamá, y era él quien tomaba su mano y le explicaba que ella estaba reinando.

En el año 1953, la recién coronada reina Elizabeth II y el príncipe Phillip, emprendieron una larga gira durante seis meses, dejando solos a Carlos y Ana.

A su regreso, una acción de la reina llamó la atención de la opinión pública. Carlos, con tan solo cinco años de edad, al verlos corrió para darle la bienvenida a casa; y la reina, cuando vio que se acercaba, le dijo: “no, tú no”. No lo abrazó, ni lo besó. Únicamente le dio una palmadita en el hombro.

Elizabeth II, sobrecargada de obligaciones y compromisos, dejaba a cargo de tomar decisiones sobre sus hijos a su fiel compañero, el príncipe Phillip, duque de Edimburgo; quien solía ser muy duro con Carlos, pues

Su relación con los años mejoró e hicieron buen equipo en los eventos reales

Con Williams compartía la lealtad por la corona y las tradiciones reales La infancia y la adolescencia de Carlos fueron los años más distintates entre ambos

“Todos recordamos la brújula que fue para tantos en su compromiso con el servicio y el deber”

su fin era hacerlo un hombre más fuerte. La reina no era indiferente hacia Carlos, sino más bien distante. Su forma de ser no coincidía con la de su madre, pero con el pasar de los años, Carlos fue entendiendo la forma de ser de su madre, y lograron coincidir con actividades en común que les permitían relacionarse mejor. EL RESPETUOSO WILLIAM Con el nacimiento de sus nietos, la monarca adoptó un nuevo rol: el de abuela. A partir de ese entonces, llevó a cabo ese rol, con el mayor orgullo, consentimiento y amor. La relación entre ambos siempre fue muy estrecha. William, un joven serio y conservador, que compartía con la monarca el respeto hacia la corona y su pueblo, logró una relación tan estrecha con su abuela, que le permitía trabajar junto a ella en todos sus compromisos.

William ha revelado que, con la partida de la reina, ha evocado la triste pérdida de su madre en 1997. Además, revela algunos indicios de una relación cercana y sensible a la reina, al referirse a ella como “granny” (abuelita).

Como todos saben, tras la muerte de la princesa Diana, sus hijos William y Harry, quedaron al cuidado de su padre y, por supuesto, Elizabeth II los arropó en cuidado y protección.

EL CONSENTIDO E IRREVERENTE “Yo siempre la veo como mi jefa, pero también como una abuela”, con esta frase en el documental “Elizabeth a los 90: un tributo a la familia”, Harry dejó constancia del amor que sentían sus nietos hacia la reina fallecida.

A Elizabeth II le resultó mucho más fácil y cómodo manejar su papel de monarca con el de abuela, que con su rol de madre. Quizás porque ya ser reina se le daba de manera más natural con el paso de los años.

La soberana siempre tuvo una conexión especial con Harry, su nieto rebelde e irreverente, de cabello rojo y ojos azules, que lograba sacarle sonrisas sin mucho esfuerzo.

En actos protocolares, paseos, e incluso en conversaciones internas, siempre se dijo que ambos tenían un vínculo especial. Lograban entenderse. Se contaban todo y Harry conseguía en Elizabeth ese sentido del humor que pocas veces otros lograban.

Esta se dedicó a compartir momentos especiales y sus pasiones, con cada uno de sus nietos; se dice que desde la salida de Harry de la corona, sus videollamadas y conversaciones eran cada vez más frecuentes, a pesar del malestar que esto trajo para la corona su mudanza a Estados Unidos con Meghan Markle, ellos permanecieron en contacto.

La reina respetaba profundamente a Harry, y viceversa; a simple vista, se notaba la fascinación que sentían el uno por el otro.

Tras la muerte de Diana, Isabel se convirtió en la principal figura femenina de sus vidas

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