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Vocacional
INQUIETUD VOCACIONAL
Sem. Miguel A. Valdez, I de Filosofía.
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¡Hola, queridos socios y socias de la obra de las vocaciones! Con mucho gusto y afecto los saludo. Soy el seminarista Miguel Angel Valdez Madrid y estoy en el primer año de la etapa estructuradora Las ocasiones que he tenido la oportunidad de 12
compartir mi testimonio vocacional en grupos juveniles o entre mis amigos, me he dado cuenta que se suman elementos muy especiales que voy resignando, comprendiendo y reflexionando. Me da mucha alegría compartir mi historia vocacional con ustedes, socios y socias de la obra de las vocaciones. Que esta cercanía y confianza que me permite expresarme abiertamente con ustedes se traduzca también en oración por mí, por mis hermanos seminaristas y por los jóvenes que se encuentran en acompañamiento vocacional. Sin más
Tengo la bendición de tener una madre increíble, que me educa e impulsa al encuentro con Dios desde mi infancia. Mis primeros recuerdos relacionados con la Iglesia se resumen en una imagen mía tomado de la mano de mi madre que me llevaba al rosario para ofrecer flores a María y quedarnos a la celebración de la Eucaristía. Momento a momento me enseñaba a saludar al Niño Dios y al señor que vestía de café con una herida en el costado, era San Francisco de Asís, santo patrono de mi parroquia.
Pensar en este significativo lugar llena mi corazón de sentimientos ya que ahí conocí a las personas que como instrumentos de Aquel que me ha llamado motivaron e impulsaron mi caminar. El Pbro. Ramón Encinas era en esos años el párroco de mi comunidad, un sacerdote sumamente cercano y pendiente de todos los que acudíamos al encuentro con el Señor. Su testimonio me motivó desde muy temprana edad a participar del grupo de monaguillos que sábado a sábado el padre Encinas formaba con entusiasmo para servir en el altar. Muchas anécdotas graciosas y agradables, pero, sobre todo de mucho aprendizaje.
Recibí los sacramentos en la parroquia de San Francisco de Asís, y en cada paso de mi vida cristiana desarrollaba un sentido de pertenencia muy especial para con mi comunidad. Durante mi adolescencia viví la experiencia de los grupos juveniles, primero en el grupo “Asís” y posteriormente con el grupo Arcoíris. Grandes experiencias a lado de grandes amigos que permanecen de una forma muy especial en mi vida. Siento un agradecimiento muy profundo por permitirme mirar en ellos el rostro de Cristo que ama a sus amigos, con fraternidad y cariño incondicional. Sin lugar a dudas son vivencias que brinda la Iglesia como Madre vela por sus hijos.
Llegada la hora de discernir sobre la voluntad de Dios para mi vida, me había de confrontar con mi persona, con mis sueños y anhelos, indagar en mis virtudes y áreas de oportunidad. Una introspección importante que me ayudara a distinguir cada vez con más claridad la voz de Dios que me llama a un estilo de vida específico. Durante ese año me encontraba estudiando la licenciatura en psicología en la Universidad de Sonora, servía en la pastoral juvenil de la parroquia y trabajaba ocasionalmente.
Motivado por el acompañamiento vocacional que ofrece nuestro Seminario tuve la oportunidad de discernir con más cercanía y espacios propicios que favorecen el clima de oración y convivencia con los seminaristas que nos acompañaban. Dentro de estos momentos, de entrevista con el padre Benja, jugar futbol con los seminaristas, comer sopa de tortilla en el retiro vocacional y de sentirme rodeado de jóvenes como yo que también se preguntaban qué quiere Dios de ellos y por encima de todo sabiéndome amado por Dios que me llama a ser feliz haciendo opción por el camino que Él me sugiere, finalmente decidí ingresar a la casa de formación.
Agradezco su colaboración y cercanía con nuestra casa de formación, en especial su oración fervorosa, oro por ustedes y mando un abrazo con mucho cariño. Dios los bendiga.