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# 97 MEDELLÍN, DICIEMBRE de 2019



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Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia


IMP L ASV TO OR IDA DA S TA N S M IGU E AL

4 Portada Laboratorio De la Urbe Dirección Periódico De la Urbe y coordinación de Investigación: Juan David Ortiz Franco Coordinación General del Laboratorio: Juan David Alzate Morales Dirección Digital y coordinación de Gestión de audiencias: María Cecilia Hernández Ocampo Dirección Radio y coordinación de Producción: Alejandro González Ochoa Dirección Televisión y coordinación Docente: Alejandro Muñoz Cano Coordinación Regiones: Juan Camilo Gallego Castro Auxiliares: Elisa Castrillón Palacio, Karen Sánchez Palacio, Mateo Ruiz Galvis, Carolina Londoño Quiceno, Valentina Arango Correa, Sara Mesa Pérez Diseño, Diagramación e Infografía: Sara Ortega Ramírez Asistencia Editorial: Eliana Castro Gaviria Corrección de Estilo: Alejandra Montes Escobar Impresión: La Patria

Universidad de Antioquia Rector: John Jairo Arboleda Céspedes Decano Facultad de Comunicaciones: Edwin Carvajal Córdoba Jefe Departamento de Comunicación Social: Juan David Rodas Patiño Coordinador Pregrado en Periodismo: Juan David Londoño Isaza Comité de Carrera Periodismo: Juan David Londoño Isaza, María Teresa Muriel Ríos, Alejandro Muñoz Cano, Raúl Osorio Vargas, Heiner Castañeda Bustamante, Juan David Alzate Morales, Luisa María Valencia Álvarez. Calle 67 N° 53-108, Ciudad Universitaria, bloque 10-126 (segundo piso) 10-12 LAB Tel: (57-4) 219 5912 delaurbeprensa@udea.edu.co delaurbe.udea.edu.co Medellín, Colombia

Capítulo Antioquia

ISSN 16572556 Número 97 | Diciembre de 2019

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Comité editorial Patricia Nieto, Heiner Castañeda Bustamante, Raúl Osorio Vargas, Gonzalo Medina Pérez, Ana Cristina Restrepo Jiménez

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Circulación: 10.000 ejemplares

Valentina Arango Correa valentina.arangoc@udea.edu.co

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n trompetista entonaba una melodía de luto. Cuatro hombres cargaron el ataúd de madera blanca mientras la gente abría paso en un camino alrededor de un mandala iluminado con faroles y adornado con flores blancas. Un ramo de crisantemos y margaritas blancas fue descargado en el suelo. En un atril ubicaron su foto. Aumentaba el sonido de la trompeta al confundirse con el llanto de las despedidas, del ritual nunca esperado. Dos banderas de Colombia ondeaban. La luna se asomaba a medias. El cielo parecía un reflejo de las miles de luces led que atiborran la ciudad en las noches de navidad. Muchas personas vestidas de blanco, jóvenes sobre todo. Minutos antes, el silencio dominaba. Unas cuantas manos empuñadas hacia arriba. Llantos. Repartimos las velas que todavía quedaban de las que encendimos en la calle Barranquilla. Ninguna mirada se cruzaba con otra, parecían concentradas en una espera que nunca será explicada, la de un cuerpo que ya no vive, que ya no siente, que ya no lucha. ***

Fotografía de portada: Sara Mesa Pérez

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“Hay que bloquear para que no nos caiga el Esmad”, gritaba una estudiante. Vi un montón de gente gritando para bloquear el paso de los carros y permitir el de una ambulancia. En un audio de WhatsApp escuché que hubo dos heridos. La Universidad es un lugar seguro, pensé, y salí corriendo. Se abría un círculo. “¿Qué pasó?”, pregunté. “Mire” y miré. Un joven se ponía unos guantes blancos. Tres sombrillas cubrían la escena y cuatro personas trataban de auxiliar a una persona herida en el suelo. Era Julián, sí, pero no sabía que era él. No vi su rostro. En pánico en-

tré a la U, me abrazaron. No disimulé las lágrimas. Mi cuerpo tembló mientras el suyo dejaba de vivir. Para calmar mis nervios, una mujer de una chaza me llevó una aromática de manzanilla, y Leo, mi amigo, me regaló un girasol. Todas las muertes me duelen igual. Cuando era niña, en la finca donde viví había girasoles, mi mamá los dejaba sembrados hasta que se secaran sus semillas, se desintegraban una a una y quedaba una cabezuela llena de pequeños orificios. Esa tarde escuché versiones diferentes sobre el accidente. Que tembló todo, dijeron; que una mujer encapuchada gritaba de dolor y fue llevada a los baños del bloque 9, dijeron. Pero en mi cabeza solo se repetía el fotograma de Julián, en el suelo, casi como ese girasol que ya comienza a secarse: sin pétalos y quemado por el sol, lleno de huequitos ocre oscuro en su interior. Explotó. Explotó mientras un país trata de despertar. Explotó mi impotencia de no haber llegado cinco minutos antes y detener la moto que no frenó antes de cruzar y encontrarse con Julián. Explotó mi idea de que la violencia nunca es el camino porque solo deja vacíos y mártires esculpidos. También estuve en riesgo, corrí, tuve miedo. Lloré como si desde ese momento hubiese visto el corazón de Julián desgastado, el de cualquiera de mis compañeros. “¡Esa hijueputa moto!”, “¡esa hijueputa moto!”, gritaban las otras personas encapuchadas, recuerda una enfermera que auxilió a Julián. Dice que ya su fémur estaba roto y era casi imposible mantenerlo


con vida porque era muy probable que, por la fractura, su arteria femoral —la que transporta sangre al corazón, el encéfalo, a los riñones y a los miembros superiores e inferiores— se hubiese obstruido generando un shock hipovolémico, el cual hace que el corazón sea incapaz de bombear suficiente sangre al cuerpo. Hay diferentes formas de explicar la causa de su muerte: que fue el golpe en el suelo causado por la moto; que fue la explosión de los artefactos artesanales que portaba, como dijeron las autoridades; que fue el destino buscado, la menos probable para los increyentes y la más resignable para los que se creen justos. Todas las muertes me duelen igual. A Julián lo vi en algunas asambleas estudiantiles y, quizá, sonriendo entre las arengas al marchar. Era estudiante de cuarto semestre de Licenciatura en Educación Física, participaba activamente en el movimiento estudiantil, enseñaba a los niños de su vereda a jugar fútbol y pensaba aspirar a la Junta de Acción Comunal de su barrio. También militaba de forma clandestina en las Juventudes del Movimiento 19 de Abril. He tenido algunas pesadillas donde desaparecen algunas de mis amigas que protestan en la U. Cuando vi a Julián en el piso pensé en ellas. Un cinematógrafo se sigue reproduciendo en mi mente ilustrando cómo en medio del silencio y el shock después de la explosión, tomé una fotografía que después ilustró en algunos medios las noticias que publicaron sobre lo que acababa de pasar. Esa pudo haber sido su última fotografía con vida. Su identidad fue divulgada poco después en un grupo de Facebook, incluyendo su cédula y la misma foto que tomé. Pero yo aún no podía dibujar en mi conciencia imagen alguna de su rostro. En la tarde le conté a mi madre lo que había pasado y a las 7:27 me escribió: “Se murió”. Me bajé del bus cuando apenas iniciaba el recorrido a casa y caminé casi media hora con la convicción de no dormir hasta entender tantas cuestiones sobre las luchas desde la Universidad. Entender que hay personas como Julián que gritan hasta casi agotar las formas y se les termina por agotar la vida cuando los cambios se dan por inexistentes.

Loma, donde Julián era habitante y líder. Una semana antes, el 22 de noviembre, le brindamos flores a la U. Las ubicamos en las rejas del campus central porque dos días antes personas encapuchadas amenazaron a miembros de la comunidad universitaria, bloquearon accesos, instalaron explosivos y saquearon los cajeros electrónicos de la Cooperativa de Profesores. Y el 21 de noviembre, después de la marcha con la que empezó el paro nacional, hubo nuevamente disturbios, algunas personas ingresaron por la fuerza a la Ciudad Universitaria y la policía agredió a varios estudiantes. Esta vez las flores y las velas fueron por Julián. Su muerte nos golpeó recordando que la historia se repite. Nos violentan hasta de forma estructural y luego nos movilizamos, en ese proceso la U ha puesto muchos muertos. En mi alma y en el Alma guardé un pedacito de Julián, un pedacito de la creencia en una lucha. Me impulsa el humo que mató su rebeldía, su revolución. Pensé en su madre, en su padre no visto. En sus amigos de la U, en las otras personas, a veces encapuchadas, que creen en las mismas formas. Pensé en todo lo que odio y rechazo la violencia, pero entendí que hay quienes agotan sus palabras y llegan a ella como el límite de sus ideales. Que “se lo buscó”, dijo alguien.

Todas las muertes me duelen igual. Una semana antes, el 23 de noviembre, en Bogotá, un agente del Esmad asesinó a Dilan Cruz, de 18 años, con el disparo, a menos de veinte metros de distancia, de un proyectil de perdigones que impactó su cabeza. Tres días después, el soldado Brandon Cely Páez, de 21 años, se suicidó, al parecer, hostigado por apoyar públicamente el paro nacional dentro de su batallón, en Cundinamarca. El 2 de diciembre fue Julián, de 21 años también. Tan jóvenes como la mayoría de quienes marchamos. Ahora un audio de su madre con su voz entrecortada llena de gratitud llega a muchos de los teléfonos que compartimos grupos de la Universidad. Que un sinfín de comunicados, que un mural, que una velatón, que un altar que encienden a diario. Julián era una vida, una vida que, como todas, me importa igual.

Fotos: Valentina Arango Correa

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*** No redoblaron campanas ni se murmuraron oraciones. Después del silencio y antes de la trompeta, los asistentes trataban de abrir paso para ingresar el féretro. Fui la única en sentarme en el suelo. Se erizaban los vellos de las pieles a la vez que el viento apagaba algunas de las más de cien velas que estaban consumiéndose en el suelo. El volumen de un bafle aumentaba: “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos. Y a partir de este momento es prohibido llorarlos”. La voz de Alí Primera se sumaba en canción a los murmullos de niños y niñas queriendo ver el inicio de un rito tan triste como poético, si es que la poesía no es llamada también tristeza. Todas las muertes me duelen igual. La Universidad me lo ha enseñado a punta de empatía. Nos transportaron en dos de sus buses para asistir a ese homenaje el 3 de diciembre, previo al velorio y a la llegada del cuerpo en la vereda La

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En una ciudad donde son difusos los límites entre legalidad e ilegalidad, y en la que las herencias del narcotráfico persisten, proclamar una lista única de 46.612 víctimas (entre 1983 y 1994) como lo hace “Medellín abraza su historia” es una de las contradicciones más fuertes.

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8 Crónica

María Paola Zuluaga B. maria.paola310@gmail.com

MADRES DE SOACHA

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ora Cortiñas, de 89 años, encabeza la marcha con una foto de su hijo sobre el pecho, una bandera que dice 30.000 desaparecidos presentes y un pañuelo blanco atado a la cabeza. La acompañan una mujer mapuche con su hija, una feminista de Kurdistán, la lideresa maya Lolita Chávez, unas 30 personas con fotos desgastadas por el tiempo y tres madres colombianas con una bandera que dice “MAFAPO Soacha y Bogotá”. Es 10 de octubre. Faltan dos días para que se realice el 34 Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), en la ciudad de La Plata, Argentina. Hoy, por primera vez las Madres de Falsos Positivos (MAFAPO) son parte de la marcha que se realiza en la Plaza de Mayo, Buenos Aires —hace más de 42 años— para reclamar por hijas e hijos desaparecidos durante la dictadura.

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Un abrazo feminista

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A la una de la tarde en la plaza suena cumbia villera: Macri ya fue, Vidal ya fue… Si vos querés Larreta también. Un grupo de turistas escucha a su guía. Dos venezolanas se toman fotos con la Casa Rosada cercada por rejas. Veteranos de la guerra de Malvinas toman mate al lado de sus banderas. A un costado están las Madres de Plaza de Mayo que apoyan al kirchnerismo; y al otro, las de Línea Fundadora, independientes de partidos políticos, con Nora Cortiñas a la cabeza. “Tejer es la mejor terapia, mejor que ir al psicólogo”, les comenta Carmenza Gómez, integrante de MAFAPO, a una pareja de estudiantes colombianos, mientras les muestra cómo tejió la historia de su hijo Víctor: el bautizo, el barrio donde creció, la fosa donde enterraron su cuerpo, los 17 militares implicados y dos sillas vacías. “Este es el lugar de las audiencias, están vacías porque todavía no ha habido justicia en la JEP”, dice. La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) es el tribunal de justicia transicional creado por los acuerdos de paz entre el Gobierno y las Farc, para juzgar los crímenes cometidos durante el conflicto armado. Al lado, Doris Tejada, otra de las integrantes de MAFAPO, y varios estudiantes colombianos pegan la imagen con los rostros de los 19 jóvenes del caso Soacha. Doris me señala a su hijo Óscar y le limpia la mejilla con cuidado. Ana Páez, integrante de la misma organización, le explica a un chico qué fueron los “falsos positivos”, desapariciones y asesinatos cometidos por el Ejército colombiano contra muchachos de sectores humildes, luego presentados como guerrilleros muertos en combate, que usaron para engrosar las cifras de supuestos éxitos militares y recibir incentivos ofrecidos por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez a cambio de “bajas”. Llega Nora Cortiñas, más conocida como “Norita”, la gente quiere saludarla y tomarse fotos con ella. Una estudiante barranquillera le señala a las madres colombianas.

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Carmenza la abraza como si hubiera encontrado, al fin, el consuelo que le faltaba. “¡Qué alegría volver a verte!”, le dice. “Estos eran nuestros hijos, mami”, interviene Ana y le señala la tela con las fotos de los muchachos. Durante 10 días de visita en Argentina, estas madres asistirán al Encuentro Nacional de Mujeres, se presentarán en espacios académicos de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), se reunirán con Rosa Bru (madre de Miguel Bru, estudiante desaparecido y asesinado en 1993), con la agrupación HIJOS y otros familiares de personas desaparecidas en dictadura y en democracia. Tendrán el micrófono en plazas, darán entrevistas en canales, radios y medios como Página 12 y La Garganta Poderosa, serán citadas por una diputada del Movimiento Evita y abrazadas por cientos de jóvenes que se solidarizan con su causa. Con Norita presente inicia la marcha en Plaza de Mayo, esta mujer que se ha convertido en símbolo mundial de la militancia por la verdad y la justicia, es psicóloga social, mamá de Gustavo Cortiñas (24 años) detenido-desaparecido en 1977, de quien aún no se tienen noticias. “Gustavo —recuerda—, cuando vayas a una movilización no vayas adelante porque te ven y te fichan. ‘Mamá, pero si no voy yo va el hijo de otra madre, es lo mismo’. Las madres de Soacha, de Kurdistán, de México; todas sentimos lo mismo. No hay dolor distinto, es el idioma que surge de las vísceras”. Un jueves del año 77, desafiando la dictadura, 14 madres dieron la primera vuelta a la Pirámide de Mayo para exigir la aparición con vida de sus hijos e hijas. Desde entonces, el pañuelo blanco fue su símbolo; el proyecto, organizarse bajo el lema: “Todos los desaparecidos son nuestros hijos”. La tarde está gris. A través del megáfono resuenan, uno a uno, los nombres de las víctimas. Quienes marchan responden en coro: “Presente”. En esta tarde gris también están los colombianos:


9 —Gómez Romero, Víctor (22 años). —Presente. —Romero, John (26 años). —Presente. —Morales, Óscar Alexander (26 años). —Presente. —Garzón, Eduardo (32 años). —Presente.

Antes de ser una militante por la memoria, Norita era ama de casa, daba clases de alta costura y criaba dos hijos. Gustavo le decía que ella solo miraba las cuatro paredes de la casa. “Cuando se llevaron a Gustavo vi cómo se desnudaba la calle y aprendí todo lo que adentro de la casa, entre las cuatro paredes, no se ve”.

Es domingo 13 de octubre. En unas horas será la marcha del 34 ENM en La Plata, la más multitudinaria de la historia. En aviones, trenes, carros y colectivos llegaron, desde diferentes puntos de Argentina y Latinoamérica, más de doscientas mil mujeres, adolescentes, niñas e integrantes de movimientos de las disidencias sexuales para participar. Madres de Soacha/ El pueblo las abraza. No están solas/ No están solas.

Gritan cientos de asistentes después de la intervención de Carmenza, Doris y Ana en el conversatorio feminista y plurinacional de Abya Yala, que reivindica quinientos años de resistencia de las mujeres indígenas en el continente. Hay más de cien eventos, entre charlas, debates, talleres y actividades culturales gratuitas durante los tres días. En las aulas se debate sobre campesinas, indígenas, afros, desocupación, relaciones afectivas, trabajo sexual. La discusión transversal es si el Encuentro debería llamarse “plurinacional” e incluir a las disidencias sexuales. A las seis de la tarde comienza la marcha. Las calles están repletas. Hay tambores, cánticos, euforia colectiva, pañuelos verdes, banderas de partidos, sindicatos y agrupaciones artísticas. En una bandera se lee: “Sin villeras, inmigrantes y originarias no hay feminismo”. La marcha principal avanza lento por una de las diagonales. No se ven policías, las mismas organizadoras regulan. Al otro lado de la avenida marchan agrupaciones que se desvían de la ruta oficial. Pasan las chicas de la organización Socorristas en Red - Feministas que abortamos, con pelucas fucsia, silbatos y bengalas; luego varios colectivos de izquierda y disidencias sexuales. Algunas mujeres encapuchadas pintan consignas, hay humo de colores, torsos desnudos, tetas visibles de diferentes formas y tamaños. Estos sectores se dirigen hacia la Catedral, donde algunos frentes convocaron un “tetazo” para reclamar la separación Iglesia-Estado. La sensación es como estar en un estadio de fútbol entre la barra popular. Para hacerse una idea, en el Atanasio Girardot entran cerca de 45 mil personas. Aquí hay más de 200 mil mujeres. Entre los cánticos, se escucha: A la iglesia católica, apostólica, romana/ Que se quiere meter en nuestras camas/ Le decimos que se nos da la gana/ De ser putas, travestis y lesbianas/ Aborto legal…En el hospital.

“Cuando vuelva a Colombia voy a decir que esto es un ejemplo, porque allá no nos dejan hablar libremente. Y vea… aquí miles de mujeres empoderadas en la calle y no se vio ni un policía”, dijo al día siguiente Ana Páez, sorprendida por la masiva movilización. El patriarcado ha destinado el hogar como el espacio propicio y seguro para las mujeres. Ahora, el feminismo, la memoria y el hecho de repensar la maternidad, las encuentra con ese espacio que parece ajeno y peligroso. “Las calles seguras, las hacen lxs feministas que las caminan”, se lee en algunas paredes de La Plata. Después de 42 años, Nora sabe que Gustavo no va a regresar. “Pero ya no peleas por tu hijo, peleas por los otros, por el pueblo. Recoges las banderas de lucha de tu hijo, de tu hija. Yo no era feminista y vean —alza el puño donde lleva atado el pañuelo verde por la legalización del aborto— ahora sí soy”.

de familia (2013), sobre los jóvenes de Soacha. Abre el grupo musical TropicoSur con charanga colombiana y cueca chilena. Las madres adelante y cerca de treinta asistentes, la mayoría estudiantes de Colombia residentes en La Plata. Pasan los retratos, las voces de los familiares. Al final del documental cada madre cuenta su historia. Carmenza Gómez fue una de las protagonistas, aparece en el reportaje con sus álbumes familiares en los que están sus dos hijos, que fueron asesinados. Víctor trabajaba como celador en una taberna, desapareció el 23 de agosto de 2008 y apareció muerto en Ocaña el 25 de agosto del mismo año, fue presentado como “guerrillero dado de baja en combate”. John quiso averiguar qué había pasado con su hermano, lo amenazaron y el 5 de febrero de 2009 le dispararon con silenciador en una tienda del barrio. Carmenza, madre de ocho hijos, que ya había sido desplazada por la violencia, tuvo que dejar de nuevo su casa por amenazas. Ahora tiene esquema de seguridad en Bogotá, es activista, da charlas en colegios y universidades, talleres de tejido para otras víctimas y escribe un libro que se llama Carta a mis hijos, “ahí les cuento lo que yo hago. Esto que pasó acá se los voy a contar como si ellos estuvieran viajando”. Cuando grabaron el documental Ana Páez no quiso participar, tenía miedo, cuenta ella, que luce enérgica con un turbante negro atado a la cabeza. “Un día pensé, yo tengo que poner la cara porque es mi hijo. Y en la casa presidencial le dijimos a Uribe muy claro: ‘Usted va a saber que nuestros hijos no eran ningunos delincuentes. Eduardo desapareció el 4 de marzo de 2008. Después de varios días, la llamaron de la morgue. Le mostraron el cuerpo en una foto y le dijeron que estaba enterrado en Cimitarra, Santander. Había sido asesinado el 5 de marzo del mismo año, señalado como guerrillero. Ana era cocinera en el comedor de una entidad de la Policía, donde después sin muchas explicaciones le terminaron el contrato, y Eduardo era el administrador. “Viajé hasta Cimitarra, cuando en el cementerio veo una tumba que dice: NN 012. Yo quería coger piedras, romper esas paredes y sacarlo. Me dicen que no me lo entregan por los olores. ¡No me importan los olores!, les dije, yo vine por mi hijo y de aquí no me voy sin él”. Le pagó 300.000 pesos al sepulturero y en medio de un aguacero sacaron el cuerpo para cambiarlo de cajón. Ana quiso tocarle el rostro y los dedos se le hundieron en la carne. “Le miré las manos, sus entradas, su barbita y dije: ‘Mi hijo adorado’”. Ella pensaba que lo había matado la guerrilla, después entendió qué eran los “falsos positivos”. Conoció a otras madres y quisieron organizarse, pero no sabían cómo. El personero de Soacha las asesoró. Un día la Universidad Nacional le ofreció estudiar Comunicación y Derechos Humanos. El próximo año se gradúa. “A ver si cuando toco una puerta por lo menos puedo hacerme entender y pedir lo que necesito”. “Estos procesos permiten pensar el maternaje como una acción política que atraviesa los cuerpos. La búsqueda de sus hijos llevó a estas madres a la participación política y a la lucha colectiva”, explica Viviana Yopasa, estudiante de maestría en Sociología de la Cultura, e integrante de la organización Migrantes y Exiliados Colombianos por la Paz, MECoPa. Es el turno de Doris, toma asiento frente a los espectadores. Tiene la voz suave y un ritmo pausado, que remite hasta una casa de campo en clima templado. Hace más de diez años está buscando el cuerpo de su hijo. Óscar era comerciante, compraba y vendía ropa. Fue a visitar a su

hermano a Cúcuta y el 1 de enero de 2008 desapareció. Su cédula fue dada de baja el 16 de enero de 2008 en Copey, Cesar. Se sabe que está enterrado en una fosa común, pero ha sido imposible recuperar sus restos. Hace años hicieron una peregrinación hasta el lugar, “un potrero inmenso, donde hay cuerpos enterrados sin ninguna protección. Las familias que viven allí cuentan que un cerdo escarbó y sacó una mano que tenía su masita blanda, fueron a ver de dónde la había sacado y la metieron otra vez”. Entre el público hay rostros apretados, un llanto que se resiste a salir. Se escuchan resoplidos. Hay quienes tienen algún familiar desaparecido, otros y otras vinieron a Argentina huyéndole a la violencia, al miedo o a la falta de cupos en la universidad pública. “Ayer en la marcha vimos muchos colombianos —continúa Doris— me dieron abrazos, fuerza. Le dicen a uno cosas tan maravillosas. Hay mucho amor aquí. Dios los bendiga”. Al día siguiente, en el conversatorio con Norita Cortiñas y la periodista Ana Cacopardo —evento que llenó el auditorio del Centro de Posgrado UNLP—, Ana Páez, en tono de charla, comentó: “En Colombia deben estar pensando no sé cuántas cosas, yo mandé unos videos gritando: ‘Soy lesbiana, soy no sé qué…’ y mi hija me pregunta: ‘Mami, pero ¿usted fue allá a mostrar las muertes del Estado o a cambiar de sexo?’”. Al finalizar, la periodista les promete conseguirles pañuelos verdes de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, símbolo de la lucha feminista en Argentina. Tres chicas del público se adelantan, desatan sus pañuelos y se los regalan a las madres.

Como parte de su proceso de memoria, Carmenza Gómez tejió un telón con la historia de su hijo Víctor, asesinado cuando tenía 22 años. Foto: Jerónimo Rivero

Los casos de las Madres de Soacha agrupan 19 ejecuciones extrajudiciales de las ocurridas en Colombia entre 2002 y 2010. La Fiscalía General de la Nación investiga 4780 casos, mientras el Observatorio de Derechos Humanos de la Coordinación Colombia Europa Estados Unidos tiene documentados 6200. Sin embargo, de acuerdo con una investigación que durante cerca de 10 años adelantó el sociólogo y coronel retirado de la Policía colombiana, Ómar Rojas, la cifra llegaría a 10.000.

Ser mujer no implica ser madre y menos en sociedades donde matan a tus hijos, comenta Eliana Nuskwe, colombiana, doctoranda en Comunicaciones de la UNLP. “Realidades como las de América Latina, donde se vulneran derechos todo el tiempo, exigen e implican que los significantes de la maternidad se politicen, más allá del amor maternal”. Ninguna mamá en Colombia está segura de que no tendrá que salir algún día a la calle a reclamar por su hija o hijo desaparecido o asesinado. “Esto requiere una formación política que, no es solo meterse a un partido, es algo trasversal a la vida cotidiana”. Es lunes, el encuentro feminista terminó. En la Escuela de Fotografía NOVA se presenta el documental Retratos

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Gaviria y Quintero

cuántas deudas detrás de su independencia

Elisa Castrillón Palacio elisa.castrillon@udea.edu.co Karen Sánchez Palacio karen.sanchez@udea.edu.co Mateo Ruiz Galvis mateo.ruiz1@udea.edu.co

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l 29 de mayo Aníbal Gaviria hizo pública su decisión de aspirar a la Gobernación de Antioquia con el respaldo de un movimiento ciudadano que recogió 516.521 firmas. Lo mismo hizo Daniel Quintero para la Alcaldía de Medellín. El 26 de julio presentó cerca de 200.000 firmas para inscribir su candidatura por el movimiento Independientes. Con Es el Momento de Antioquia, su movimiento ciudadano, Gaviria invitó a “una gran coalición por Antioquia” que terminó sumando los apoyos de los partidos Liberal, Cambio Radical, de la U y Alianza Verde, lo que le permitió exponer un discurso que se basó, decía, en la ausencia de jefes políticos directos. Según Claudia Wilches, gerente de su campaña y quien recientemente fue nombrada parte del equipo de empalme del nuevo gobernador, la estrategia fue unir a diversos sectores políticos alrededor de una misma propuesta. Aunque, afirma, Gaviria no quiso estar con muchos partidos, sino que “los partidos quisieron estar con él”. Luz María Tobón es la directora del periódico El Mundo, propiedad de la familia Gaviria. Su cercanía con esta familia le ha permitido conocer quiénes son las personas que le hablan al oído al nuevo gobernador. Su análisis coincide con lo explicado por Wilches y agrega que esa estrategia tiene más puntos en común que diferencias con Daniel Quintero: “Aníbal decide estar con todos los partidos políticos para no tener jefe político. Quintero decide estar con ningún partido político para no tener jefe político. Los dos están buscando lo mismo”.

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Sin embargo, la estrategia de Aníbal también suscita otra lectura: que al sumar apoyos de varios partidos, en lugar de un solo compromiso tiene muchos. Lo que en política puede traducirse en pagar favores con burocracia y contratos. Así, cobra sentido la cercanía de su campaña con personajes que se han movido por muchos años en cargos públicos de gobiernos muy dispares y de partidos que han apoyado candidaturas de las más diversas posturas. A diferencia de Gaviria, Daniel Quintero hizo su campaña a la Alcaldía de Medellín sin el logo de algún partido. Sin embargo, el 13 de septiembre el senador Iván Darío Agudelo, del Partido Liberal, publicó un comunicado en el que hacía explícito su apoyo a Quintero y en el que invitó a las bases de su colectividad a tomar la misma decisión. A eso se le suma que durante la campaña el propio Quintero publicó una carta en sus redes sociales en la que expresaba su agradecimiento, pero no aceptaba el aval que un sector de la Alianza Verde le habría ofrecido. Para ese momento el aval de ese partido se movía entre las candidaturas de Beatriz Rave, de Compromiso Ciudadano, con el apoyo de Sergio Fajardo, y otros nombres de candidatos independientes a los que el representante a la Cámara de la Alianza Verde, León Fredy Muñoz, convocó a unirse alrededor de la figura de Quintero. El pulso entre Fajardo y Muñoz terminó con un acuerdo para avalar la aspiración de Gaviria a la Gobernación de Antioquia y la de Rave a la Alcaldía de Medellín. Así, Quintero mantuvo su aspiración por firmas y el mismo camino siguió Iván Mauricio Pérez, el candidato fajardista a la Gobernación. Esa decisión frente a la Alianza Verde y los fallidos intentos de acercamientos de otras candidaturas denominadas independientes le dieron a Quintero argumentos para promover el discurso que fue su lema de campaña: “Sin partidos ni jefes políticos”. Una idea que, sin embargo, por lo menos admite matices si se tiene en cuenta, por ejemplo, el apoyo silencioso de León Fredy Muñoz y el decidido impulso del liberal Iván Agudelo, quien compartió balcón con el alcalde electo en su discurso de victoria y es, además, el padrino de su hija.


11 Dos campañas que se coquetearon a pesar de las diferencias En el discurso en su sede de campaña cuando resultó elegido alcalde de Medellín con 303.420 votos —38.56 % del total—, Daniel Quintero dijo que había llamado al electo gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria: “Hemos tenido diferencias en el pasado, pero hoy nuestro propósito es trabajar por Medellín y por Antioquia”. Esa idea la reforzó Gaviria en una entrevista, en el programa Nos cogió la noche de Cosmovisión el 31 de octubre, cuando expresó: “Hay que reconocer que yo tengo diferencias con Daniel, las he tenido en el pasado. Aquí no estamos enviando el mensaje de que la unidad es unanimidad. No vamos a estar de acuerdo en todo”. Algunas de esas diferencias tienen que ver, por ejemplo, con la venta de UNE durante la alcaldía de Aníbal Gaviria y con determinaciones y posturas relacionadas con EPM e Hidroituango. Esto último, lo referido a la crisis del proyecto Hidroituango, fue el caballito de batalla con el que Quintero empezó su candidatura —aunque luego moderó su postura—, lo que le mereció simpatías, pero también fuertes cuestionamientos. Sin embargo, los puntos en común son más fuertes de lo que ambos expresaron públicamente durante la campaña. “Por la vía del descarte Daniel Quintero es el que queda, por la vía de la simpatía también es el que queda”, dice Luz María Tobón. La directora de El Mundo hace un ejercicio de ponderación de las relaciones entre Gaviria y las demás personas que buscaron llegar a la Alcaldía. Dice que si bien Aníbal simpatiza con Beatriz Rave, lo distanció la figura de Sergio Fajardo; quien no estaba de acuerdo con darle a su campaña a la Gobernación el aval de la Alianza Verde. A Santiago Gómez y Juan David Valderrama los distanció de Gaviria que el origen de sus aspiraciones estuvo en la administración de Federico Gutiérrez quien, según la directora de El Mundo, “ha gobernado contra Aníbal”. El distanciamiento con Alfredo Ramos lo atribuye a las diferencias de tiempo atrás entre los padres de ambos: Luis Alfredo Ramos y Guillermo Gaviria. Y en el caso de Juan Carlos Vélez, la distancia es menos clara porque, dice Tobón, Gaviria apoyó la candidatura de Vélez hace cuatro años. Otra figura de importancia es Carlos Mario Montoya; el exdirector del Área Metropolitana trabajó en varias dependencias durante los periodos de gobernación y alcaldía de Aníbal Gaviria y fue el secretario de Salud de Antioquia durante la administración de Luis Pérez entre 2017 y 2019. Renunció a ese cargo y empezó a hacer campaña por Gaviria y por Quintero. La fachada de su sede de trabajo tuvo publicidad de ambos y allegados a ambas campañas confirman que tuvo participación activa en sus aspiraciones. Montoya, además, tuvo a sus líderes barriales haciendo campaña por el ahora alcalde electo. Otro punto de encuentro es un evento en la discoteca Amarna, en el sur de la ciudad, un día antes de las elecciones. Según reveló La Silla Paisa, allí hubo discursos de Juan Pablo Ramírez, coordinador político de la campaña de Quintero; Luis Guillermo Usme, secretario general de la campaña de Gaviria; Katherine Velásquez, coordinadora de esa misma campaña en algunas regiones, y del propio Daniel Quintero. El evento cerró con un llamado a la veeduría de los votos de Quintero y Gaviria en la jornada electoral. El costo de la independencia Lo cierto es que a la estrategia de Quintero poco le convenían los apoyos explícitos de partidos o figuras políticas. En su discurso de independencia no cabía el respaldo del Partido Liberal a pesar de la ayuda que se evidenció no solo en el papel de Iván Agudelo, sino en la publicidad de varios candidatos de ese partido a otras corporaciones junto a la propaganda de Quintero. Tampoco le convenía una llave con Gaviria, ni el guiño que el senador León Fredy Muñoz le hizo a su candidatura cuando le ofreció el aval verde y le pidió a Beatriz Rave sumarse a su aspiración. Mucho menos los tuits del senador Gustavo Petro celebrando su candidatura y posteriormente su triunfo. Uno de los integrantes de la lista de Independientes al Concejo explicó que en la carrera electoral esos apoyos políticos fueron difíciles de controlar. Destacó el caso de Carlos Mario Montoya: “Tiene ahí como unas sombras extrañas, nunca se le ha demostrado nada, pero hay runrunes de que el man es delicado con sus manejos públicos. No sé cómo se haya metido, no sé cómo haya sido el apoyo, pero esos son los que llegan a último momento a ver qué sacan”. La conformación del equipo de empalme de Quintero refleja esa afirmación. El 6 de noviembre el electo alcalde de Medellín presentó un equipo de 19 personas provenientes de sectores académicos, empresariales y políticos. Y aparecen personas que lo acompañaron durante su campaña, otros que en apariencia son coherentes con su discurso de independencia, pero algunos que lo ponen en cuestión. Uno de esos nombres es el de Gabriel Jaime Rico, quien fue candidato a la Alcaldía de Medellín en el 2015 apoyado por el Partido Conservador, la U y Cambio Radical. También fue gerente de Plaza Mayor durante la alcaldía de Aníbal Gaviria y en esa posición fue cuestionado por malos manejos de recursos públicos. A eso se suma la silenciosa presencia de Juan Carlos Vélez, quien hasta hace poco fue su rival en campaña, en la coordinación del empalme en temas de seguridad. La prueba de fuego para el discurso de independencia que ha vendido el gobernador electo y, sobre todo, el nuevo alcalde de Medellín será la conformación de sus gabinetes. Las personas de quienes se rodeen para gobernar serán la expresión de qué tan hipotecadas estarán sus administraciones.

Aníbal decide estar con todos los partidos políticos para no tener jefe político. Quintero decide estar con ningún partido político para no tener jefe político. Los dos están buscando lo mismo

El viernes antes de las elecciones del 27 de octubre, cerca de 300 personas de las campañas de Aníbal Gaviria y Daniel Quintero se reunieron en un evento político en la discoteca Amarna. La reunión incluyó discursos de líderes de la campaña de Gaviria y del propio Quintero. Foto: cortesía La Silla Paisa

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12 Familiares, amigos cercanos, socios, padrinos (o ahijados) políticos. Estas son algunas de las personas que rodean a Daniel Quintero y Aníbal Gaviria. Algunas de ellas fueron fichas determinantes en sus aspiraciones y, otras, puntos en común entre ambos pese a la independencia y a la distancia mutua que trataron de exhibir en campaña.

Diana Osorio

Esposa de Quintero En la campaña se denominó gestora social en lugar de usar la expresión primera dama. Tuvo un gran activismo en redes sociales e impulsó temas sociales y de género del programa de gobierno de su esposo.

Qu D int anie ero l

Pablo Cubides

Gerente de Intrasoft, empresa fundada por Daniel Quintero Le habla al oído en temas económicos.

Juan Carlos Upegui

Fundaron juntos, en 2012, el Partido del Tomate. En 2014 se unieron al Partido Liberal. Fue asesor sin asignación específica que apoyaba diferentes frentes dentro de la campaña: comunicaciones, eje programático, equipo creativo, secretaría privada, entre otras.

Santiago Bedoya

Politólogo En la campaña lideró la construcción del programa de gobierno. Es el coordinador metodológico del empalme.

Juliana Hernández

Estudiante de Derecho de la Universidad de Antioquia Tuvo un papel clave en las construcción del programa de gobierno durante la campaña.

Juan Pablo Ramírez

Coordinador político de la campaña Asumió en varios momentos la vocería en medios de comunicación. Fue uno de los rostros más visibles. Aportó 10 millones de pesos a la campaña.

Fredy Esteban Restrepo

Gerente de campaña Ha sido un personaje clave en el empalme. Está en el primer círculo del alcalde electo y se perfila como su mano derecha en el gabinete.

Simón Gaviria Muñoz

En 2014 invitó a Quintero a integrar la lista a la Cámara de Representantes del Partido Liberal por Bogotá, aspiración en la que se quemó con 16 mil votos. Es otra de las conexiones de Quintero con el liberalismo.

Carlos Mario Montoya

Luis Bernardo Vélez Secretario de Inclusión Social de Medellín desde enero de 2016 hasta julio de 2018, cuando renunció para ser precandidato a la Alcaldía de Medellín El 16 de mayo de 2019 anunció que retiraba su aspiración y apoyaría a Daniel Quintero. Fue cabeza de lista y elegido concejal por el movimiento Independientes.

Apoyo a Quintero Apoyo a Gaviria Apoyo a ambos

No. 97 Medellín, diciembre de 2019

Diego Romero

Director de comunicaciones de la campaña Trabajó en Intrasoft, la empresa de Quintero, y luego fue su asesor en Innpulsa y su secretario Privado en el Viceministerio de Economía Digital. Es uno de los amigos más cercanos del alcalde electo.

En mayo de 2019 renunció a su más reciente cargo público, secretario de Salud de Antioquia de la gobernación de Luis Pérez Gutiérrez. Sin embargo, ha estado en diversos cargos con gobiernos de diferentes tendencias políticas. En su sede de trabajo, en La Castellana, exhibió publicidad a favor de Quintero y de Gaviria. Sus líderes barriales trabajaron para ambas aspiraciones.

Iván Agudelo

Senador por el Partido Liberal

Apoyó la campaña de Quintero y de Aníbal. Allegados aseguran que es una de las personas que más influencia a Quintero en temas políticos. Es, además, el padrino de su hija Maia.


13 Claudia Márquez

Esposa de Gaviria Es una de las personas a quien más escucha. Se encargó de coordinar encuentros en diferentes municipios de Antioquia para dar a conocer su campaña.

Adela Correa de Gaviria

Madre Hizo créditos a la campaña por 480 millones de pesos.

Hermanos Gaviria

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Hermanos Pedro Sergio Gaviria hizo créditos a la campaña por 256 millones de pesos y León Toné Gaviria por 270 millones.

Juan Esteban Álvarez

Mano derecha y mejor amigo de Gaviria Exgerente general del Grupo 20, que agrupa a las empresas de su familia. Capturado junto a Guillermo Gaviria, padre de Aníbal, en el año 2012 por supuestos vínculos con grupos paramilitares en el Urabá antioqueño. Apoyó a Juan Carlos Vélez en su candidatura a la Alcaldía en 2015.

Luis Fernando Suárez

Promotor del movimiento Es el Momento Antioquia Fue vicealcalde de Gobernabilidad durante la alcaldía de Gaviria 2012-2015 y luego asumió como gerente de Fundaunibán. Coordina el equipo de empalme de Gaviria. Aportó 5 millones de pesos a la campaña.

Álvaro Berdugo

Director de Departamento Administrativo de Planeación durante la alcaldía de Gaviria Conformó la terna para Director del Área Metropolitana en el año 2012. Secretario de Gestión Territorial 2012-2015.

Claudia Wilches

Jefe de campaña Secretaria de Gobierno y Derechos Humanos en 2015. Aportó 5 millones de pesos a la campaña.

Sergio Roldán

Gerente político de la campaña Director de la Agencia de Educación Superior de Medellín (Sapiencia) durante la alcaldía de Gaviria. Aportó 5 millones de pesos a la campaña.

Aura Marleny Arcila

Concejala de Medellín por el Partido Liberal desde 2004 Fue gerente política de la Campaña de Aníbal Gaviria a la Alcaldía de Medellín en 2011.

Carlos Mario “el Flaco” Mejía Coordinador de poblaciones en la campaña de Aníbal Gaviria No hizo parte activa de la campaña de Quintero, pero lo apoyó con su gente. Concejal de Medellín 2012-2015. Se quemó en su aspiración al Concejo en estas elecciones.

León Fredy Muñoz Representante a la Cámara por Antioquia por la Alianza Verde Fue quien presionó para que su partido entregara el aval para la Gobernación a Gaviria. Además, también ofreció a Quintero el aval de la Alianza Verde antes de que oficializara su inscripción por firmas con el movimiento Independientes.

Alexandra Peláez Botero

Gerente programática y encargada del programa de gobierno durante la campaña Ha ocupado diferentes cargos en las administraciones de Gaviria. Directora de Fomento a la Calidad de la Educación 2006-2007. Subdirectora de Planeación Municipal - Metroinformación 2010-2012. Subsecretaria de Planeación Educativa 2012-2013. Secretaria de Educación de octubre de 2013 a octubre de 2014. Subsecretaria de Calidad Educativa de enero a septiembre de 2013. Vicealcaldesa de Educación, Cultura, Participación, Recreación y Deporte 2014-2015. Aportó 5 millones de pesos a la campaña.

Jaime Garzón Araque El 16 de mayo de 2019 renunció a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de la Gobernación de Antioquia para unirse a la campaña de Gaviria.

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Ilustración: Laura Zapata Chica

La cuestionada casa Suárez Mira perdió las elecciones en Bello luego de cuatro periodos consecutivos en el poder. En 2018 ya se había anticipado el debilitamiento de su fuerza electoral con la derrota de Olga Suárez en su aspiración al Senado.

Los Suárez Mira ¿el fin de una dinastía?

Carolina Londoño Quiceno carolina.londonoq@udea.edu.co María José Chitiva Londoño maria.chitiva@udea.edu.co Luisa María Valencia Álvarez luisa.valenciaa@udea.edu.co

No. 97 Medellín, diciembre de 2019

¿Por quién jamás votaría a la Alcaldía de Bello?” fue la pregunta que hizo el medio alternativo La Oreja Roja a los bellanitas una semana antes de las elecciones del 27 de octubre. En la avenida Suárez, ubicada entre el parque principal y la choza de Marco Fidel Suárez, pusieron una mesa con 10 cajas transparentes, cada una con la fotografía de un candidato. La dinámica era simple: cada ciudadano se acercaba y respondía a la pregunta arrojando una balota en el recipiente del político al cual nunca le daría su voto. “Porque serían los mismos con las mismas”, “conozco su pasado y sus mentiras”, “por los antecedentes que tiene”, “porque ese man es un corrupto, tiene un brazalete”, decían algunos de quienes aparecen en el video que publicó ese medio. De las 143 personas que jugaron, 87 dijeron que no votarían por Óscar Andrés Pérez, el candidato del Centro Democrático. Lo siguieron Hugo Builes, del Partido Conservador, con 24 votos y el “empresario independiente” William Ortega con 14. Sin embargo, el domingo siguiente Óscar Andrés Pérez fue elegido alcalde de Bello con 41.333 votos (28.75 %) para el período 2020-2023. Su victoria representó una nue-

va derrota para la familia que desde hace cerca de 20 años ha gobernado el municipio, después de que Olga Suárez se quemara en su aspiración al Senado en 2018. En esta ocasión el candidato del clan Suárez era el conservador Hugo Builes, quien quedó en cuarto lugar. Ese resultado al mismo tiempo marcó la mayor victoria electoral del Centro Democrático en ese municipio. Los que han mandado En 1995 un conductor de volqueta y líder comunitario consiguió el máximo cargo del municipio: Óscar Suárez Mira se convirtió en alcalde de Bello y su elección dio inicio a una activa participación política de su apellido y sus allegados en lo local, regional y nacional. Fue representante a la Cámara en 2002, senador en 2006 y se convirtió en el principal cacique político de este municipio del norte del Valle de Aburrá. Luego de finalizar su periodo, el municipio fue gobernado por Rodrigo Arango y después por Rodrigo Villa, ambos liberales y ambos involucrados en escándalos


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Uno no puede decir que los Suárez son un apellido sino una amalgama de políticos que han visto en Bello una forma de enriquecerse muy fácil, con una ciudadanía muy apática, con un mundo criminal muy cercano a sus principios de corrupción por desvíos de dineros públicos. Es por ello que realmente el inicio de la hegemonía de esa familia puede relacionarse con el momento en que Óscar Suárez acompañó al exgobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, en la creación del movimiento Equipo Colombia (luego Alas Equipo Colombia) y después en el respaldo que esa colectividad entregó en las elecciones a la Alcaldía de Bello que ganaron sucesivamente su hermana Olga Suárez, en 2003, y, en 2007, Óscar Andrés Pérez; quien ahora repite, pero enfrentado con sus antiguos aliados. En 2011, para el período siguiente 2012-2015, los Suárez lograron la Alcaldía con Carlos Muñoz, quien ganó unas elecciones atípicas luego de que el voto en blanco derrotó a un único candidato, Germán Londoño. Este último representó una alianza de los partidos políticos tradicionales del municipio, incluida la casa Suárez. Sin embargo, esa victoria del voto en blanco, como lo demostró la elección de Muñoz, no significó un corte en esa dinastía. Finalmente, para el periodo 2016-2019, el clan echó mano de César Suárez, otro de sus hermanos, con el que completó 16 años de continuidad en el poder.

Si muchos medios de comunicación están diciendo que es el fin de la casa Suárez o de la dinastía, están en todo su derecho. Yo he visto otras casas políticas en el país que han tenido caídas y se han vuelto a levantar

Levante la mano el que no fue procesado Sin embargo, César, el último de la dinastía Suárez, no terminó su periodo, pues fue condenado en mayo de este año a seis años y 10 meses de prisión por falsificar su diploma de bachillerato. Pero el suyo es apenas el más reciente de una seguidilla de enredos judiciales en los que se han visto envueltos los integrantes de ese clan. El más sonado es el caso del jefe, Óscar Suárez, condenado en 2013 a nueve años de cárcel por concierto para delinquir agravado debido a sus vínculos con grupos paramilitares. Pagó tres quintas partes de su condena, salió en libertad condicional, y lleva cuatro años prófugo de la justicia que lo requirió de nuevo por el delito de enriquecimiento ilícito. Según testimonios de desmovilizados del Bloque Élmer Cárdenas de las Autodefensas, el exalcalde y excongresista hizo parte de una lista de 23 dirigentes apoyados por dicha estructura paramilitar. En la sentencia aparece el relato de algunos testigos que afirmaron ser presionados “por parte de las bandas criminales, con ocasión a las elecciones del año 2002, para votar por el número 9 del tarjetón distintivo que correspondía a Óscar de Jesús Suárez Mira”. Entre tanto, Olga Suárez también fue investigada por parapolítica, pero su caso fue archivado en julio de 2018. Finalmente, el ahora alcalde electo, Óscar Andrés Pérez, antes socio de los Suárez, está siendo investigado por irregularidades en la contratación durante su primer periodo como alcalde (2008-2011). Fue noticia a mediados de este año por la orden de un juzgado para que porte un brazalete electrónico mientras avanza su proceso. Aunque Pérez lo negó, la orden está en firme, por lo que se convirtió en alcalde electo pese a una medida para que huya de la justicia. “Uno no puede decir que los Suárez son un apellido sino una amalgama de políticos que han visto en Bello una forma de enriquecerse muy fácil, con una ciudadanía muy apática, con un mundo criminal muy cercano a sus principios”, dice John Mario Muñoz, bellanita, decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia y hermano del representante a la Cámara, León Freddy Muñoz, uno de los más férreos opositores de los Suárez Mira. No obstante, el representante Muñoz, también enfrenta un proceso judicial luego de que en mayo de 2018 le fueran encontrados 160 gramos de cocaína al llegar en un vuelo de Bogotá al aeropuerto de Rionegro. Por su parte, un investigador social del municipio, quien pidió no ser identificado, considera que el panorama de criminalidad e inseguridad de Bello (a principios de 2019 este municipio tuvo uno de los picos más altos de los últimos años en el número de homicidios y enfrentamientos armados) no puede leerse al margen del accionar de la institucionalidad, pues en gran parte la proliferación de las bandas se debió a la permisividad o a las alianzas con la clase política local. Muñoz concuerda con que este fenómeno ha obstaculizado la democracia en el municipio.

El juego electoral “Un ser espiritual, creyente y profundamente respetuoso de todos los credos religiosos. Un devoto que cada ocho días asiste puntualmente a la Eucaristía”, así se describía Hugo Builes, el candidato de la casa Suárez en estas últimas elecciones, en el perfil de la página oficial de su campaña. Pero ni su devoción ni el apoyo de los Suárez ni ser hijo del primer alcalde por elección popular de Bello y exgobernador Alberto Builes, fueron suficientes. El sello suarista se vio desdibujado en toda la candidatura y esto se reflejó en el cuarto lugar de Builes, con el 12.57 % de los votos (18.078), incluso por detrás del voto en blanco. “Builes era un matiz del Partido Conservador, pero salió muy tarde porque todavía no se habían decidido todos los procesos en Bello, y muchas de sus fuerzas, que en su momento estuvieron aquí, se fueron a acompañar otras candidaturas”, le dijo a De la Urbe la exsenadora Olga Suárez Mira. Con esa idea coincide un exconcejal bellanita, quien agregó que algunos empleados públicos y dirigentes políticos, antes cercanos a los Suárez, vieron una mejor oportunidad y por eso decidieron apoyar a Óscar Andrés Pérez. Sin embargo, la cercanía del pasado entre Óscar Andrés Pérez y los Suárez, sumado al poco respaldo que se anticipaba para la candidatura de Builes, alimentaron rumores acerca de una posible alianza bajo cuerda entre Pérez y la familia Suárez. Al respecto, uno de los cuatro concejales del Centro Democrático elegidos el 27 de octubre aseguró que Pérez “no tiene jefe político alguno” y que no se unirá a los Suárez porque perdería la independencia. Esa idea de que Pérez no tiene jefes es difícil de creer luego de que la senadora Paola Holguín, una de las principales electoras del uribismo en Antioquia, saliera a defender a quien reconoció como su candidato en medio del escándalo por el brazalete electrónico. Sin embargo, sí coincide con la postura de la casa Suárez sobre la hipótesis de esa supuesta alianza secreta. “Nosotros no hemos hablado de eso. Él está en todo su derecho de gobernar con los que lo acompañaron y pienso que es la mejor manera de hacerlo”, dijo Olga Suárez quien agregó, no obstante, que “en la política nunca se pueden cerrar puertas”. Sobre la idea de que los resultados de estas elecciones y el antecedente de su derrota en las legislativas de 2018 implican el fin de la hegemonía de su familia, Olga Suárez respondió: “Nosotros seguimos teniendo una incidencia importante no solo aquí en Bello, sino en el área metropolitana y en el departamento. El diputado nuestro Juan Camilo Callejas fue la primera fuerza en Bello, y el concejal más votado al concejo fue Gustavo Gómez Suárez. Son temas de percepción. Si muchos medios de comunicación están diciendo que es el fin de la casa Suárez o de la dinastía, están en todo su derecho. Yo he visto otras casas políticas en el país que han tenido caídas y se han vuelto a levantar, entonces esperemos. El tiempo es el que lo dice todo. No quiere decir que ahí se haya acabado la vida política de nosotros”. “Yo no puedo desconocerlo: en el año 2007, cuando fui alcalde, nos ayudó el partido Conservador cuando estábamos en Alas Equipo Colombia. Desarrollamos un gobierno con absoluta independencia (…) la gente sabe que estoy del lado del Centro Democrático, soy fundador del Centro Democrático y hoy defendiendo también los principios de nuestro partido”, dijo el ahora alcalde electo Óscar Andrés Pérez en un video de su campaña publicado cuando empezó a circular el rumor de un pacto bajo cuerda con los Suárez. Será la conformación de su gabinete y la repartición de la burocracia y la contratación de su alcaldía dos buenas referencias para saber qué tanto, como dijo Olga Suárez, a su dinastía no se le han cerrado las puertas.

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En Colombia, a octubre de 2019, había 23.312.832 mujeres, más de la mitad de la población. Representan el mismo número de habitantes que tiene Australia y tres veces la población de Bogotá. Aun así, el pasado 27 de octubre, Estamos Listas se convirtió en la primera agrupación política de mujeres en lograr una curul en un concejo municipal en el país.

ESTAMOS LISTAS

Foto: Carolina Londoño

más allá de la consigna de una elección histórica

Luisa Fernanda Betancur luisa.betancurv@udea.edu.co Laura Valentina Camacho laura.camacho@udea.edu.co Valentina Gutiérrez Restrepo valentina.gutierrezr@udea.edu.co

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a historia comenzó en 2016 cuando Piedad Toro, Marta Restrepo y Gloria Castaño, impulsadas por el resultado del plebiscito por la paz, comenzaron a materializar un movimiento que había sido soñado por feministas de la ciudad para que respondiera a los intereses de las mujeres. En palabras de Gloria Castaño, pensaron en “un movimiento que feminizara la política”. Luego, convocaron a Gloria Henao y Gloria Bustamante y así se conformó el primer círculo de Estamos Listas. El 16 de noviembre de 2017 realizaron la primera reunión oficial. De voz en voz, ese primer círculo se fue ampliando hasta contar con 2200 miembros a finales de septiembre de 2019 gracias a los círculos de confianza. La estrategia consistió en que cada una de las mujeres que se uniera al movimiento debería traer a otras cinco para que luego todas se comprometieran a conseguir el número mínimo de 15.371 firmas que requerían para inscribir formalmente el movimiento para las elecciones del pasado 27 de octubre. Ese día, con 28.070 votos, lograron una curul en el Concejo de Medellín, que desde el primero de enero de 2020 ocupará Dora Cecilia Saldarriaga, abogada y profesora de la Universidad Autónoma Latinoamericana. Por otro lado, cada una de las integrantes debía aportar 20.000 pesos para financiar la campaña hasta crear un sistema que se autofinanciara a través de estrategias para conseguir recursos como la comercialización de camisetas, pañoletas, vasos y otros productos que tenían como eslogan una búha y el característico color morado.

No. 97 Medellín, diciembre de 2019

Según afirma Piedad Toro, la independencia y la transparencia han sido indispensables para Estamos Listas, dice, tomaron la decisión de no aceptar financiación privada: “Hicimos microcréditos con amigos y amigas que creían en este movimiento. En total fueron 55 personas las que nos ayudaron, logrando reunir $55.000.000 que pagaremos el próximo año cuando la Registraduría nos entregue el dinero de la reposición de los votos”. No es inventar a las mujeres en la política, es ganar en lo electoral Además de la representación en el Concejo, Estamos Listas logró ubicar a dos de sus integrantes en la Junta Administradora Local (JAL) del corregimiento de Santa Elena. En esas posiciones estarán Cristina Gallego, quien es profesional en Gastronomía, pero prefiere identificarse como madre “tiempo completo”; y Carolina Mejía, abogada. Aunque ese logro haya sido opacado por la obtención de la curul en el Concejo, alcanzar ese espacio de participación política en un corregimiento representa un punto de quiebre en la dinámica política de las comunidades rurales donde son mayores las dificultades de las mujeres para ocupar espacios de poder. Esto se debe a las obligaciones que estas culturalmente asumen en el hogar, situación que, según Estamos Listas, puede solucionarse con su propuesta de la “política del cuidado” que entre otros aspectos pretende que sea reconocido el papel de las mujeres como cuidadoras, para que así puedan llegar a otros escenarios, incluido el de la política. Para Cristina Gallego se debe hacer un diagnóstico de las labores no remuneradas en Santa Elena que dificultan a las mujeres realizar otras actividades como estudiar, trabajar por un sueldo, participar en política o incluso tomar un tiempo libre. Uno de los temas que más le preocupa a Gallego en el corregimiento es la salud, pues el actual centro de atención no cuenta con servicio de urgencias ni con un transporte que pueda movilizar a alguien en una situación de emergencia.

También habla de trabajar por un turismo que represente un beneficio directo para la comunidad. Así, no solo se trata de políticas enfocadas en la mujer, sino de políticas hechas por mujeres. Por esto, más allá del calificativo de “histórico” que ha acompañado las opiniones sobre Estamos Listas, el reto está en su gestión en el Concejo y en la JAL de Santa Elena. Mucho más si se tiene en cuenta que otras agrupaciones de mujeres han incidido en la política de la ciudad desde diversos escenarios. Por ejemplo, la Mesa de Trabajo Mujer de Medellín, desde cerca de 12 años, se ha encargado de construir la Agenda Ciudadana de las Mujeres para Medellín, que luego negocia con las administraciones. La última versión (2020-2023), fue socializada con los candidatos a la alcaldía, entre ellos, el alcalde electo Daniel Quintero, y fue elaborada por más de 600 mujeres interesadas en incluir políticas de género en el plan de desarrollo de la ciudad. Otro ejemplo, es el de la Corporación Vamos Mujer, que desde hace cuarenta años busca mejorar las condiciones de vida de las mujeres y, en el proceso, formarlas como sujetos políticos. Esta corporación hizo parte del proceso de creación de la Secretaría de las Mujeres de Medellín y también ha hecho parte de la construcción de las agendas ciudadanas de las mujeres. Al igual que estas organizaciones, hay muchas otras como la Red Feminista Antimilitarista o la Ruta Pacífica de las Mujeres que buscan incentivar a través de proyectos y movilizaciones la participación de las mujeres en la política de la ciudad. Entonces, ¿cuál es la diferencia que representa Estamos Listas? Para Marta Inés Villa, presidenta de la junta directiva de la Corporación Región, esa diferencia se encuentra en la decisión de hacer de la incidencia política de las mujeres un asunto que trasciende a lo electoral y que logra espacios en los escenarios de representación democrática. “Son mujeres que se atrevieron a jugar electoralmente en la política, a dejar contar su voto y la opinión frente a la agenda que está proponiendo la ciudad”, afirma. El camino para aumentar esos espacios aún es largo pese a que en Colombia existe el sistema de cuotas consignado en la Ley 581 del 2000. Esa norma dispone que por lo menos el 30 % de los cargos de alto nivel de decisión deben estar ocupados por mujeres, sin embargo, en la actualidad apenas el 21 % del Congreso, el 17 % de las asambleas, el 18 % de los concejos, el 12 % de las alcaldías y el 15 % de las gobernaciones se encuentran a cargo de mujeres.


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Entrevista con Dora Saldarriaga

Usted ha expresado su preocupación porque en las últimas administraciones el presupuesto de la Secretaría de las Mujeres ha disminuido, ¿siente un compromiso real del alcalde electo para aumentarlo? Desde hace tres administraciones se le ha empezado a bajar el presupuesto a la Secretaría de las Mujeres y esta última fue la que menos le asignó teniendo efecto en los programas en terreno. Un ejemplo es un programa que pagaba la Alcaldía sobre defensa técnica, y que se basaba en garantizar un abogado para las mujeres víctimas de violencia de género. También se ha bajado la capacidad operativa de la línea 123 Mujer. El compromiso de esta nueva administración se debe traducir en hechos, esperemos a que se fortalezca el presupuesto de la Secretaría de las Mujeres y el presupuesto sensible al género en todas las demás dependencias y entes descentralizados.

Hablando de presupuesto, ¿ha pensado en cómo sería el funcionamiento de la propuesta de Estamos Listas sobre el sistema municipal del cuidado y en sus posibilidades de financiación? Inicialmente hay que identificar a quiénes hay que cuidar en la ciudad, que en su mayoría son niños, niñas, enfermos y adultos mayores. Después hay que identificar quién cuida, que en su gran mayoría son mujeres, y si tienen alguna remuneración por esto. Ese primer diagnóstico es necesario tenerlo y, a partir de ahí, hacer una revisión en términos de la estructura al interior de las secretarías, porque eso es un tema de sinergia que toca a varias dependencias. Para hablar del presupuesto tenemos que resolver esto primero, pero estamos avanzando en ello. ¿Hay alguna política para las mujeres que se podría destacar de la administración de Federico Gutiérrez? Un asunto para destacar es la política pública de mujeres urbanas y rurales que se creó el año pasado, pero todavía faltan acciones, como la línea 123 Mujer a la que le falta meterle presupuesto y más personal. Teniendo en cuenta la conformación que tendrá el Concejo, con mayorías conservadoras de diferentes partidos, ¿será posible avanzar en los postulados de Estamos Listas? Desde el movimiento trataremos de garantizar toda la gestión posible, pero entendemos la nueva conformación del Concejo: incluyendo a Alfredo Ramos, con ocho representantes del Centro Democrático, y tres del Partido Conservador. Pero creemos que muchos de nuestros objetivos se tratan sencillamente de derechos humanos, y ¿a quién no le interesa proteger la seguridad de las mujeres?, ¿o combatir la explotación y el turismo sexual en la ciudad? Los derechos humanos no son un tema de ideología de género.

Estamos Listas nunca hizo alianzas con algún candidato a la Alcaldía, ¿cómo ven la elección de Daniel Quintero? Estuve hace poco revisando su plan de gobierno, reconozco que tiene buenas propuestas en temas de género. Sin embargo, eso se tiene que analizar partiendo desde la perspectiva de planes de desarrollo y presupuesto, porque las cosas pueden variar mucho desde la campaña hasta la ejecución del mandato. Yo creo que no haber estado con ningún candidato es una ventaja que nos permite hacer control libre en pro de nuestros siete manifiestos. Ustedes ya se reunieron con el alcalde electo y con su esposa, Diana Osorio, quien ha insistido en que no será una primera dama sino una gestora social, ¿salieron compromisos concretos de esa reunión? Nos planteamos presentarle una propuesta metodológica para que él haga la elección de la secretaria de las Mujeres. No nos interesa presentar hojas de vida, sino unos criterios efectivos para que seleccione una mujer cualificada con perspectiva de género. Otra de nuestras peticiones es subirle presupuesto a esa Secretaría, hay que cualificarla, pero además hay que darle un componente político al interior de la municipalidad. Ahí está el reto de cómo nuestra agenda se articula al plan de desarrollo. Con base en el nuevo Estatuto de la Oposición todas las colectividades en el Concejo deben declararse de gobierno, independientes o de oposición, ¿ustedes dónde se ven hoy? Nos vamos a declarar como independientes. Eso implica que apoyaremos lo que está cercano a nuestra agenda y haremos todo el control político frente a lo que no estemos de acuerdo o aquello con lo que la ciudadanía no esté de acuerdo. Ustedes siempre hablaron de una candidatura colectiva, ¿qué tan colectivas serán las posturas que asuman a partir de ahora en el Concejo? ¿Será posible en términos prácticos mantener unido al movimiento alrededor de su curul? No podemos perder la esencia de la colectividad y eso significa que las candidatas que estuvieron en todo este proceso van a estar en la unidad de apoyo de manera rotativa durante los cuatro años. Las decisiones en términos logísticos, de tiempo y las más importantes se tomarán desde la colectividad y yo haré la vocería en el Concejo. Es un reto grande que yo pueda unir las voces del movimiento, eso significa transparencia y claridad. Estos dos meses son muy importantes para generar esa estructura en el interior del movimiento. Lo otro es que yo tendré una evaluación a los dos años por parte de Estamos Listas y eso también es importante para saber si lo estoy haciendo bien o no.

¿Y quiénes podrían ser aliados del movimiento en el Concejo? Hay unas posturas con las que podemos trabajar desde nuestra agenda amplia. Sin embargo, si me preguntaran qué candidato llegó a generar propuestas con perspectiva de género yo diría que no he escuchado a ninguno, pero tengo la esperanza de que podamos trabajar intereses en común como el medio ambiente, por ejemplo, con Daniel Carvalho o con el Partido Verde. A principios de noviembre se conoció una denuncia por un supuesto caso de violación a una estudiante de la Universidad de Antioquia

Foto: Cortesía

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ora Cecilia Saldarriaga será la representante en el Concejo de Medellín del movimiento político de mujeres Estamos Listas. Es abogada de la Universidad de Antioquia, profesora de derecho constitucional colombiano y de derechos humanos en la Universidad Autónoma Latinoamericana, y fundadora del Observatorio de Género de la misma institución. Además, lidera el grupo de investigación de constitucionalismo crítico y género, con énfasis en la línea de estudios de género y teorías feministas. Saldarriaga, que fue la elegida entre 32 candidatas para encabezar la lista cerrada del movimiento, tiene 41 años, creció en el corregimiento de Santa Elena y reivindica su origen campesino. Además de sus actividades en la academia, trabajó para la Secretaría de las Mujeres de la Alcaldía de Medellín y estuvo en el proceso de conformación de la Colectiva Justicia Mujer. Para esta entrevista, Saldarriaga le dijo a De la Urbe el 12 de noviembre que el movimiento se declararía en independencia. Esto, en referencia a la postura que deben asumir las colectividades políticas desde 2018, cuando empezó la vigencia del Estatuto de la Oposición. Sin embargo, el 27 de noviembre Estamos Listas anunció un cambio de postura al declararse parte de la coalición de gobierno (conformada por 13 concejales) por “la necesidad urgente de incidir en el plan de desarrollo”, según publicaron en un comunicado. En ese documento, aseguran que el alcalde electo, Daniel Quintero, se comprometió a construir un gabinete paritario; a elegir de forma participativa la secretaria de las Mujeres; a recibir del movimiento cooperación política y técnica para el sistema municipal de cuidado; a la revisión del enfoque de seguridad para las mujeres, la población LGBTI, los niños y las niñas; a construir un programa de educación sexual y afectiva no sexista; y a crear un sistema de agricultura enfocado en mujeres campesinas.

por parte de dos vigilantes y en general en los últimos años se han reiterado denuncias por acoso y violencia sexual, y por la falta de acciones de las universidades ante esos casos, ¿qué podría aportar el Concejo de Medellín ante ese panorama? Como Concejo podemos ponerles indicadores claros a las instituciones que tienen que ver con la municipalidad. En las que no, como la Universidad de Antioquia, toca generar unos mecanismos de sinergia con la institución y con el Ministerio de Educación para que podamos hacer incidencia y acompañamiento. Podríamos generar asesorías en protocolos y se podría recomendar a la Secretaría de las Mujeres el acompañamiento a los casos. Como docente estoy convencida de que el tema no puede quedarse en las universidades y que tiene que estar acompañado desde afuera.

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rajaron las encuestas?

¿Cómo se

La diferencia entre las tendencias registradas en las grandes encuestas y los resultados finales dan pie a un debate sobre confianza y posibilidades de predicción. Así fue como se rajaron las realizadas en Medellín para medir la intención de voto a la Alcaldía.

QUINTERO RAMOS

PROYECCIÓN

Agosto

Alfredo

Ramos

Septiembre Octubre

Daniel Quintero

RESULTADO ELECCIONES 27 DE OCUBRE

Guarumo

Encuestas realizadas de manera presencial cara a cara en el hogar de los encuestados con un porcentaje de confianza del 95%.

4,8% 18,3 %

MUESTRA EN MEDELLÍN: 600 encuestas en septiembre 900 encuestas en septiembre.

14 % 21,6 %

Yan Hass CNC

38,56 %

No. 97 Medellín, diciembre de 2019

46,8 %

25,5 %

40,1 %

Encuestas presenciales en hogares con cuestionario estructurado y tarjetón físico. Nivel de confianza del 95%.

MUESTRA EN MEDELLÍN: 600 encuestas.

25 %

19 %

29,88 %

28,2 %

Invamer

Encuestas telefónicas en hogares. Nivel de confianza del 95%.

MUESTRA EN MEDELLÍN: 501 encuestas en agosto 1017 encuestas en octubre 4 al 8 668 encuestas en octubre 21 al 24. Encuestas de manera presencial en hogares. Nivel de confianza del 95%.

MUESTRA EN MEDELLÍN: 600 encuestas en agosto 600 encuestas en octubre 3 al 9 700 encuestas en octubre 18 al 23.

12 %

22 %

25 %

30 %

28 %

21,4 % 25 %

29,9 %

32 % 26,1 %

36,2 %

35,6 %


19 La sentencia es unánime: las encuestadoras fallaron. En Medellín, no lograron predecir el ascenso vertiginoso de Daniel Quintero. La distancia entre las tendencias registradas por las encuestas y los resultados de las votaciones cuestionan la confianza pública en su labor. Las críticas apuntan a errores técnicos y vacíos en la regulación.

labola decristal L

as elecciones locales del 27 de octubre dejaron entre sus perdedores, de nuevo, a las empresas encuestadoras. La victoria de Daniel Quintero, alcalde electo de Medellín, es uno de los ejemplos más significativos. En contra de la mayoría de proyecciones, el candidato de Independientes derrotó al uribista Alfredo Ramos Maya, quien ocupó durante toda la campaña el primer lugar de las encuestas. En 2015 sucedió algo similar en la carrera por la alcaldía de Medellín. En aquella ocasión, Federico Gutiérrez frustró la victoria, que se veía casi segura, de Juan Carlos Vélez, candidato del Centro Democrático y favorito en las encuestas. Ahora, cuatro años después, al caso de Quintero y Ramos en Medellín se suman los de otras ciudades. La sorpresiva victoria del activista William Dau en Cartagena rompió con las proyecciones que lo mostraban derrotado. En Bogotá, si bien algunas encuestadoras previeron un empate técnico entre Claudia López y Carlos Fernando Galán, la mayoría apuntaba a una victoria cómoda de Galán, finalmente derrotado por López. “La sociedad colombiana le está entregando a las encuestas un parámetro que no tienen cómo cumplir. Considera que una buena encuesta debe predecir el futuro, pero las encuestas no pueden hacer eso. Las encuestas son insumos para generar conversaciones y para que la voz de la gente común sea escuchada en los grandes temas del país”, afirma César Caballero, presidente de la encuestadora Cifras y Conceptos, para explicar esos resultados. Su firma no hizo encuestas para medios de comunicación en este proceso electoral, según Caballero, porque no está de acuerdo con la exigencia de predecir resultados. Sin embargo, sí contrató con campañas para sus proyecciones internas. Alejandro Pinzón, director general de Guarumo, coincide con Caballero. Sin embargo, es autocrítico en la evaluación del trabajo de su empresa, particularmente el que realizó en Medellín. “Nosotros no podemos predecir un resultado, pero nuestras encuestas sí deberían mostrar una tendencia similar al resultado de las votaciones”.

El fracaso

El 23 de octubre, cuatro días antes de las elecciones, El Tiempo y W Radio publicaron la última de las tres encuestas contratadas por esos dos medios con Guarumo y Ecoanalítica para medir la intención de voto en las principales ciudades del país. En Medellín, Alfredo Ramos arrasaba. El 47 % de los votantes estaban decididos por el candidato del Centro Democrático, superando por 19 puntos a Daniel Quintero, que lograba el 28 % de la intención de voto. Las proyecciones de Guarumo y Ecoanalítica confirmaban tres tendencias que se reflejaban en otras encuestas, como las de Invamer, Yanhass y el Centro Nacional de Consultoría: el orden de los candidatos, con Alfredo Ramos a la cabeza; una cómoda distancia del candidato uribista, generalmente por encima del margen error; y el crecimiento de Daniel Quintero en la intención de voto.

Sin embargo, a diferencia de las demás encuestadoras, los datos de Guarumo y Ecoanalítica proyectaban una victoria contundente de Ramos, prácticamente imposible de remontar, durante la última semana de campaña. Y los resultados del 27 de octubre fueron, en efecto, implacables, pero a favor de Quintero y en contra de las encuestadoras: el alcalde electo ganó por una diferencia de nueve puntos y alcanzó el 38 % de los votos válidos. “Nunca vimos una tendencia que diera a Daniel Quintero como alcalde. Estamos en un momento de reflexión en la compañía y tenemos varias hipótesis. Desde el formulario y el marco muestral, hasta la inclusión de los municipios del área metropolitana”, asegura Alejandro Pinzón, director general de Guarumo.

¿Error metodológico?

Carlos Raúl Camargo, profesor del Departamento de Estadística y Matemáticas de la Universidad de Antioquia, quien ha investigado y estudiado de cerca las encuestas electorales en el país, explica que uno de los problemas es que en Colombia no existen procedimientos estandarizados para realizar encuestas de intención de voto. Esa sistematización, según Camargo, permitiría entender las razones por las que, por ejemplo, estas últimas se alejaron tanto de los resultados reales, pero la reglamentación del Consejo Nacional Electoral (CNE) no la contempla. En consecuencia, no es posible comparar en términos metodológicos el éxito o fracaso porque cada encuestadora ofrece resultados muy variados en la manera en que se publican los hallazgos y los procesos técnicos. El profesor sostiene que las encuestadoras ofrecen resultados que miden la intención de voto de un momento puntual y que se entienden como vaticinio del resultado final. Pero lo ideal, dice, es hacer pronósticos a partir de las variaciones que van marcando las encuestas. “Se le está dando demasiado valor a la estimación puntual del día y no a la estructura o a cómo es la dinámica electoral para así poder generar pronósticos”. De cara a futuras elecciones, Camargo propone que no se deberían presentar estimaciones, sino un intervalo de confianza para cada uno de los candidatos. Es decir, que la intención de voto hacia determinado candidato sea expresada entre un valor y otro (ejemplo: entre un 19 % y 24 % de los votantes piensa votar por la candidata X), ejercicio que además permitiría entender que en muchos casos la diferencia estadística entre algunos candidatos es menor de lo que parece. Finalmente, Camargo afirma que lo que se debería estar haciendo es, paradójicamente, más encuestas. “En este momento las encuestadoras deberían estar preguntando a los electores en qué momento se decidieron, por quién se decidieron y por qué cambiaron su voto”. La información obtenida les daría a las empresas elementos para que los pronósticos sean más precisos y no “sintaxis sin sentido alguno”. César Caballero, por su parte, concuerda con que la intención de voto no es información suficiente para dar

(otra vez)

A las encuestadoras se les rompió Édgar Quintero Herrera edgar.quinteroh@udea.edu.co Valentina Arias Tamayo valentina.ariast@udea.edu.co Luis Bonza Ramírez luis.bonza@udea.edu.co

una predicción. Esto intentó demostrarlo con el “modelo de pronóstico” que su empresa implementó en las pasadas elecciones presidenciales, pero que estuvo muy lejos de los resultados reales. Afirma que aún no se ha hallado la forma de tecnificar los datos conseguidos a través de redes sociales y que, si bien la estadística es un área fuerte en el país, no se han construido modelos exactos. Enfatiza, sin embargo, en que predecir no es la pretensión de una encuesta.

La regulación

El debate sobre las destrezas de las encuestadoras para hacer futurología debe trasladarse a una discusión más terrenal: las inconsistencias técnicas y metodológicas de las encuestas y los vacíos normativos de su regulación legal, diseñada en los años noventa por el CNE. Los requisitos para acreditarse y obtener la autorización para realizar encuestas electorales son sencillos: demostrar un año de experiencia en esa tarea, certificar la existencia legal de la empresa y presentar tres recomendaciones sobre la calidad de su trabajo, según la Resolución 23 de 1996. 120 encuestadoras están acreditadas ante el CNE, según datos de ese organismo. 11 de ellas en Medellín. Las exigencias al momento de publicar las encuestas se reducen a la presentación de la ficha técnica, donde se encuentra información sobre su financiación, la técnica de recolección de los datos y el tamaño de la muestra o el margen de error. A pesar de esto, en las fichas técnicas no se explica la distribución geográfica de los lugares en que se hicieron las encuestas y no es posible acceder a los formularios ya diligenciados ni a bases de datos que los recojan. No existe una forma, al menos accesible, de comprobar los resultados que las encuestadoras publican. Por esto, una empresa podría cumplir con los requisitos del CNE, pero entregar información falsa sin que exista algún mecanismo para verificarla. El 24 de septiembre, poco más de un mes antes de las elecciones, 11 firmas encuestadoras suscribieron un acuerdo de autorregulación que presentaron ante el CNE. El documento señalaba la necesidad de reformar la normatividad sobre las encuestas, que no contempla, por ejemplo, el desarrollo de internet, y entre sus compromisos más destacados está la intención de publicar encuestas cuyos datos sean públicos y puedan ser auditados por cualquier ciudadano. Los resultados de octubre demuestran que hace falta más que autorregulación.

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DANIEL QUINTERO o el

espectáculo de

verse representados

Juan José Suárez Peña @paralelojuan

C

ondenar al otro a ser receptor es, cuando menos, una atrocidad. Así, destinado a ser siempre pasivo, a estar en silencio, jamás interpela al emisor, no puede. Y el emisor, bueno, el emisor siempre es poseedor de la verdad. Es un ejercicio simple de eliminación del otro, de infantilización, de desideologización. Pasivo, el receptor espera el acto de comunicación y no dice nada, ni antes ni durante ni después. Puros ceros y unos. Por eso Jorge Frascara, profesor emérito de la Universidad de Alberta, Canadá, y autor del libro El poder de la imagen, prefiere usar “intérprete”. Es un giro nada simple. El que interpreta es un sujeto y, en tanto sujeto, es ideología pura, declarada o no declarada. Eso sí, está claro que el intérprete no es binario, aunque, a veces, lo parezca. Un sujeto en la plenitud de sus capacidades de interpretación. Para la interpretación usamos, a manera de una gran biblioteca de acceso superveloz, todo lo que sabemos, todo lo que somos, todo lo que hemos vivido (sí, es una exageración). De tal forma que, una vez consultada la biblioteca e hipertextualizadas las entradas, podamos encontrar sentido a lo comunicado. La reconstrucción de la lógica del otro, de la que habla el lingüista francés, Eric Buyssens. Aunque es fácil pensar que se trata de sujetos libres que hacen interpretaciones diferentes, infinitas, no es así. Si bien cuenta con elementos biográficos fundamentales, la interpretación nunca es individual. Es, como afirma el teórico literario Stanley Fish, común a. Incluso, la interpretación de esos elementos biográficos individuales, y posiblemente la actuación a partir de estos, también es común a. Pertenecemos a una comunidad de interpretación, cuando no a unas, y esta pertenencia condiciona la interpretación, lo interpretado, esto es, lo asociado e interconectado que permite que emerja el sentido. La interpretación es un acto comunitario en el que soy en y con los otros. En últimas, no se trata de unos receptores homogéneos y pasivos, sino de unos intérpretes que, asociados, comprenden el mundo. *** El 27 de octubre de este año, día de elecciones locales, a las 9:04 de la mañana, en la cuenta de Twitter de Daniel Quintero Calle, candidato a la Alcaldía de Medellín, se publicó la foto que acompaña este texto. Es una imagen en la que hay tres personas en una habitación, sentadas a la mesa y comiendo. Un hombre, una mujer y una niña. La imagen está dividida en dos partes: el fondo y los comensales.

No. 97 Medellín, diciembre de 2019

En el fondo, a la derecha, hay una puerta metálica cerrada y desajustada, doble chapa y pestillo, un par de imágenes religiosas, una está ubicada justo a la izquierda y arriba de la cabeza del hombre, o a la derecha y arriba, todo depende. Al otro lado, una ventana, una cortina en organza blanca, una reja. Debajo de la ventana, una silla de madera, un bolso negro sobre ella, tal vez una chaqueta rosada. Más a la izquierda, una mesita de madera plegada, un teléfono de disco color crema, un vaso alto con una cuchara metálica adentro y un recipiente cilíndrico de plástico sin tapa. Otro par de elementos completan la decoración: algo parecido a una bandeja o a un reloj en la pared de la derecha, al otro lado, una campana de viento. Los tres personajes están sentados alrededor de una mesa de melamina blanca. El hombre está en el centro perfecto, lo acabo de medir, la perspectiva de la mesa ayuda a reforzar esa sensación de centralidad. Aunque la mujer y la niña están adelante y a los lados y pudieran, por el escorzo, tener mayor protagonismo en la imagen, sirven de marco para él. Sobre la mesa solo hay un celular, un Android, cerca a la mano izquierda del hombre, que sonríe. La mujer y la niña no lo hacen. Hay tres platos de una misma vajilla y uno, pequeño, de otra. Tres están al frente de cada uno de los comensales, sobre individuales tejidos que hasta hace poco estaban enrollados. En el de la niña y la mujer hay huevo revuelto, en el de los adultos, arepa. Él es el único que come quesito, o cuajada, que es lo que hay en el otro plato. Hay dos cuchillos, uno en la mano derecha de la niña, con restos de comida, y otro, en el plato de él; en el plato de la niña hay una cuchara boca arriba, el mango apunta hacia la mujer; cuchillos y cuchara pertenecen a juegos de cubiertos distintos. En la mitad de los tres personajes, junto al plato con el quesito, o la cuajada, hay medio paquete de Saltín Noel abierto y entre la niña y la mujer, un servilletero con las servilletas desordenadas, ninguna cerca de los platos. Él tiene un pocillo en su mano izquierda y al lado del plato de la mujer hay un vaso con un líquido naranja. Hay tres elementos más: cerca de la niña, bocabajo, un cepillo desgastado para el pelo; cerca de la mujer, abierto, un rubor marca Clinique y algo parecido a un frasco con gotero. Dos detalles finales, la mujer se sujeta el pelo con una pinza grande y colorida y parece que tanto ella como la niña tienen alimentos en la boca. El único que está en control es él, sonriendo y en control.

Un domingo cualquiera. Una casa cualquiera. Un año cualquiera. En Medellín. Toda una cátedra de comunicación política. ¿Quiénes son los que consumen esta imagen?, ¿qué están interpretando? Lo pregunto en Twitter y se convierte en una avalancha. Las primeras respuestas hablan de los elementos que componen la imagen y de la posible asociación con el candidato y la sospecha del fraude, del engaño. En general, las personas se burlan del montaje mal hecho: que el valor de las gotas homeopáticas y del rubor Clinique; que quién organiza a su hija antes del desayuno; que, obvio, esa no puede ser la casa de un exviceministro, un apartamento construido entre las décadas del 70 y del 80, en un barrio como esos, de la clase media obrera, cuando existía, todos sabemos cómo es, esa idea pasada del bienestar amanerado; que muy falso el maquillaje sobre la mesa; que ese teléfono qué o qué. Quieren ver el signo del engaño. Y lo ven. La búsqueda incesante de la falta pone en evidencia la idea que tienen de los políticos. Estamos acostumbrados a ser gobernados por la aristocracia antioqueña, esa gente que no es como nosotros. Un man que estudió en Harvard qué va a comer Saltinas, me dicen. No sabemos en dónde queda Harvard, lo que sí es claro es que queda muy lejos de aquí. También pone en evidencia la idea que tienen, algunos intérpretes de Twitter, de los electores. Convertidos en meros receptores, infantilizados, desideologizados, los electores de Quintero son capaces de creerse cualquier cuento, parece que dijeran. Debo decir que yo también. Pensando en Tarantino, concluí que Quintero, a la manera de Kal-El, escogió la forma del hombre más común: torpe, no muy brillante, feo, sumiso, algo lento, introvertido, servicial, solitario. Escogió verse como nosotros. Ser uno de nosotros y representarnos. Luego pensé que reducir la imagen a la orfandad del engaño es tremendamente superficial. La disonancia entre algunos elementos permite comprender que la imagen no es falsa, no es un montaje, de lo contrario estaría fuera de control, algo imposible el mismo día de las elecciones. Pero sí es una puesta en escena. Fueron hasta ese sitio a tomarse la foto, supongo que luego salieron a votar. La imagen no tiene una buena resolución, parece mal encuadrada, aunque, de hecho, no lo está. Supongo que, apresurados, voltearon el cepillo. Que al momento de subir la foto escogieron la más casual. Por la calidad de la imagen, no podría imaginarme el dispositivo con el que fue capturada, ¿con cuál dispositivo se tomaría una foto casual, el día de las elecciones, el exviceministro TIC? Alguien me sugiere que la imagen habla más de lo paisa que de Quintero. Me pregunto entonces, ¿qué es lo paisa?, ¿cuáles son sus cualidades?, ¿sus valores?, ¿existe lo paisa?, ¿existe como comunidad de interpretación? A unos días de las elecciones, el futuro alcalde de la ciudad salió en los medios a contar su historia de superación personal. Una historia bien paisa, por cierto, de pujanza, de temple, de no desfallecer ante la adversidad, de conseguirlo todo a punta de trabajo. Una historia que hace llorar a muchos, incluidos periodistas. Y ahí, justo ahí, todo es meridiano. Toda interpretación es una asociación, la interpretación es análoga. Por eso habla más de nosotros que de los otros, habla más de lo que, en nuestra comunidad de interpretación, somos capaces de interpretar, es decir, de volver signo. Tal vez uso esto como un refugio y tal vez lo sea. Aun así, aquí va. Los consumidores de esta imagen, ¿los paisas?, no están siendo engañados ni manipulados. No creen que esa sea la casa de su futuro gobernante ni que eso desayuna ni que esos son sus muebles. Saben que el man no es Evita, pero les gusta decirlo, sobre todo, porque si algo es bien paisa es vanagloriarse de lo que se tiene. Y lo que tienen es un alcalde que jamás renunció a sus sueños, porque tiene a Dios a la diestra; que lleva las riendas de su caballo de paso fino y se sienta de piernas abiertas en la cabecera de la mesa; que va acompañado de una mujer que, mientras él sonríe, se encarga de las labores de cuidado, sin tiempo de estar lista para la foto. Con otro ritmo, otros afanes, otras responsabilidades. En un mundo en donde las imágenes duran para siempre, sabe que no se trata de ella, por eso no le hace sombra, aparece desaliñada en una foto oficial, ni siquiera bella y desaliñada, tan común en estos días, en esas fotos, solo desaliñada (el pelo recogido con una pinza grande, masticando mientras da de comer a su hija, sin terminar de maquillar). Todo esto, parece decir, mientras él gobierna, porque, como dijo Rosa Helena Álvarez de Betancur, los problemas del país son muy grandes. De manual. En una entrevista, Daniel Quintero Calle cuenta que le dijo a su esposa que ella debía ser la candidata, aunque en la foto todo se trate de él. O no y son un gran equipo capaz de mostrar lo que la gente necesita ver. Dios, un hombre que gobierna una familia, un pueblo a quién gobernar, uno que desayuna Saltinas, arepa y quesito, uno que tomará jugo de naranja y, tal vez, valeriana para el estrés, que se acuerda de sus parientes pobres, a los que de vez en cuando visita y aprovecha para sacarse unas fotos. Porque la pobreza es muy fotogénica, me dijo alguna vez un fotógrafo que trabaja para la Unesco, fotografiando la pobreza. Y los paisas, sí, esa comunidad de interpretación, disfrutan el espectáculo de verse representados.


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¿Un nuevo amanecer? En De la Urbe revisamos nuestro archivo y seleccionamos las problemáticas de ciudad que, en estos 20 años, han sido más frecuentes en nuestras páginas. En nuestras ediciones impresas de 2019 hacemos seguimiento a esos temas con una mirada de actualidad.

Ilustración: Luis Bonza Ramírez

Tercera entrega: desplazamiento y derecho a la ciudad

Santiago Rodríguez Álvarez santiago.rodrigueza@udea.edu.co

Yo en estos momentos estoy viviendo como en una cárcel. Si yo salgo de las puertas de mi casa hacia afuera me parece que me van a dar dos o tres tiros”, dice Rosmira*, un sábado de abril de 2019, sentada en su cama mientras se limpia las lágrimas. Es habitante de Nuevo Amanecer, un barrio de 473 casas, ubicado en el corregimiento de Altavista, en límites con Belén, en el suroccidente de Medellín. Rosmira no siempre ha vivido en Nuevo Amanecer, como casi ninguna de las familias que residen allí. Los habitantes originales de este sector provienen de Mano de Dios, un asentamiento irregular o “barrio de invasión” que fue construido en 1998 en una pequeña franja de tierra en las laderas de la comuna de Villa Hermosa, cerca de los barrios Enciso y El Pinal. Una “invasión” que la tarde del 6 de marzo de 2003 ardió en llamas y consumió la mayoría de las casas. Pero antes de contar la historia del incendio de Mano de Dios, es importante anotar que quienes llegaron a este terreno eran en su mayoría desplazados por el conflicto armado, muchos de Chocó y del Urabá antioqueño. Ellos empezaron a parcelar y a armar ranchos de madera, lata y plástico sin conexiones de servicios públicos y con pocas pertenencias. Entre ellos estaba Rosmira, quien había huido de su pueblo, en el Oriente antioqueño, por amenazas de un grupo armado. No recuerda si fue la guerrilla o los paramilitares. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1996 y 2005, Colombia vivió una etapa de recrudecimiento del conflicto armado que generó un éxodo de campesinos desplazados forzosamente de sus hogares que en su mayoría llegaron a vivir a los centros urbanos; Medellín es el segundo municipio que más desplazados ha recibido, con alrededor de quinientos mil, según

las cifras de recepción de desplazados, entre 1985 y 2019, del Registro Único de Víctimas. “Generalmente la población desplazada que llegaba a la ciudad se ubicaba en los barrios populares, en los sectores en donde se puede encontrar laderas o quebradas, o donde se pueden generar invasiones de terrenos del Estado”, explica Jorge Ceballos, quien estuvo al frente de la Unidad Permanente para los Derechos Humanos de la Personería de Medellín, cuando esta empezó a funcionar en 2004. Mano de Dios fue uno de esos asentamientos construidos por la población desplazada durante la década de los noventa. Para el 6 de marzo de 2003 en el barrio había 732 casas de lata y madera. Esa tarde el barrio ardió en llamas hasta la medianoche, consumiendo 650 viviendas. El mismo número de familias perdieron su hogar y tuvieron que ser albergadas durante tres meses en la Institución Educativa Sol de Oriente. Tres días después de la tragedia, el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez se comprometió ante el gobernador de Antioquia, Eugenio Prieto; el alcalde de Medellín, Luis Pérez, y la comunidad de Mano de Dios a darles vivienda no solo a los damnificados del incendio, sino a todas las familias que entonces vivían en la invasión. La reubicación prometía ser rápida, pero se demoró casi tres años. A las 732 familias les ofrecieron la opción

El incendio del 6 de marzo de 2003 destruyó 650 casas en el barrio Mano de Dios. Foto: Natalia Botero/Revista Semana

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de casa nueva, a la que accedieron 443; o casa usada, por la que optaron 247. Solo 12 familias decidieron retornar a sus lugares de origen, lo que confirma un dato que da Ceballos sobre los desplazados que llegan a Medellín: “El 85 % de estas personas no vuelven a sus territorios”. “Nosotros salimos de los ranchitos hacia acá el 20 de agosto del 2005. Ese día llegué yo a esta casa”, dice Rosmira, como recitando un verso que se sabe de memoria. “Eso fue una felicidad que nadie creía. Dígame uno, tantos años viviendo debajo de unos mochitos de zinc, tapado con mochitos de cartón… fue un cambio muy brusco. Yo me despertaba esa semana acá y me preguntaba si esta sí era mi casa o era mentira”. Aunque Rosmira no perdió su casa en el incendio, hizo parte del proyecto de reubicación y optó por la opción de casa nueva, una de las tantas que componen tres bloques grandes de edificaciones de dos pisos, pegadas una al lado de la otra y en ladrillo pelado. Pronto el nuevo Mano de Dios fue rebautizado y pasó a llamarse Nuevo Amanecer. A pesar de lo que significó para sus pobladores dejar de vivir en una vivienda irregular, Nuevo Amanecer nació con problemas. Para empezar, hubo irregularidades tanto en la contratación como en la ejecución de las obras de la urbanización, como la misma comunidad lo denunció en marzo de 2006, a través de Adriana Castaño, de la Corporación Juvenil de Medellín. La Contraloría General de la Nación también constató que no hubo un acompañamiento técnico de la Alcaldía de Medellín ni de la Gobernación de Antioquia ni del Gobierno nacional en el proceso de contratación. Esto se tradujo en que la urbanización Nuevo Amanecer fue entregada incompleta: sin zonas comunes ni vías en buenas condiciones; las casas también estaban sin terminar. No tenían red de gas y padecían filtraciones de agua que inundaban el interior de las viviendas. Actualmente, la presidenta de la Junta Administradora Local (JAL) del corregimiento de Altavista, Guillermina Córdoba, aún se queja por la falta de redes de gas natural en todo el barrio. Pero en ese entonces, en 2006, una voz líder que se alzó en la comunidad para denunciar esas problemáticas fue la de Jorge Murillo, nacido en Istmina, Chocó, en 1968. Ese liderazgo lo llevó a ser presidente de la JAL de Altavista hasta octubre de 2009, cuando tuvo que huir al departamento de Córdoba por amenazas y persecuciones a raíz de sus denuncias. En diciembre de ese mismo año, Murillo murió en un accidente automovilístico en San Bernardo del Viento. Las amenazas de muerte que recibió Jorge expusieron otra problemática: la violencia urbana y el control territorial de las estructuras criminales. Fue amenazado justamente porque rechazaba la presencia de un combo que ejercía y aún ejerce control territorial en el sector y que adoptó el nombre de Mano de Dios. Este grupo ha estado en confrontación, desde la inauguración del barrio, contra el combo de Los Chivos, que opera en el barrio vecino, La Palma. Fernando Quijano, director de la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (Corpades), una organización dedicada a estudiar los movimientos del crimen organizado en Medellín, explica que en 2013 hubo una especie de acuerdo de no agresión entre las grandes estructuras criminales de la ciudad. Dos facciones de la Oficina de Envigado y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) se repartieron el control territorial y sellaron lo que varios medios de la ciudad llamaron “el pacto del fusil”. Después de esto, Los Chivos y Mano de Dios fueron cooptados por las AGC. Sin embargo, en 2017, Los Chivos sellaron una alianza con otro combo, Los Pájaros, que hacía parte de la estructura criminal de la Oficina, como se lee en el informe de riesgo del 25 de abril de 2018, emitido por la Defensoría del Pueblo. Para ese organismo, este hecho significó, además, una ruptura de Los Chivos con las AGC, que implicó que otras bandas bajo el control de los gaitanistas, como Mano de Dios, entraran en confrontación con la unión de Los Chivos y Los Pájaros. A pesar de que las confrontaciones en Altavista disminuyeron durante el segundo semestre de 2018, en enero de 2019 los habitantes del corregimiento evidenciaron que tal alianza se rompió, pues se reactivó la confrontación entre Los Chivos y Los Pájaros. Corpades explica que la alianza fue coyuntural y que finalmente las tensiones históricas entre los dos combos revivieron. En ese escenario Los Chivos quisieron tener mayor control territorial en el corregimiento de Altavista y entraron en confrontación con el combo Mano de Dios por el control de Nuevo Amanecer. Según información de la Secretaría de Seguridad de Medellín, esta confrontación empezó en enero de este año y aún sigue activa. Un dato que ilustra las consecuencias de estas confrontaciones constantes y cambiantes es que los homicidios se duplicaron en Altavista entre 2017 y 2018, según información de la Secretaría de Seguridad de Medellín. Esto lo convirtió en el segundo territorio donde más aumentaron los asesinatos en 2018. Vulneraciones repetidas “Me siento muy contenta de tener mi casita, muy, muy contenta gracias a Dios. Pero la intranquilidad es muy dura, muy dura. Cuando yo tuve que dejar mi casita y venirme

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de mi pueblo para la ciudad, yo pensé que acá no tendría que vivir eso, y me ha tocado vivir lo mismo”, afirma Rosmira, quien en 2017 sufrió nuevamente un desplazamiento forzado. Así como a Rosmira, la violencia derivada de las confrontaciones entre estructuras criminales ha llevado a muchas familias a sufrir nuevos desplazamientos forzados. Según la Personería de Medellín, el fenómeno del desplazamiento forzado intraurbano guarda una relación directa con el aumento de los enfrentamientos armados entre combos. El desplazamiento forzado, además, se ha convertido en “la estrategia más utilizada por los grupos armados ilegales para consolidar el control del territorio”, afirma la Personería en el Informe sobre la situación de Derechos Humanos 2018. En el mismo informe la entidad reportó que el número de víctimas fue menor comparado con el de 2017, la misma institución advirtió del subregistro que existe sobre el fenómeno, pues el estado de vulnerabilidad y el miedo de las víctimas las lleva a no denunciar. Esto hace que los casos en ocasiones sean invisibles a las autoridades. Rosmira sí denunció. En 2017, cuando huyó de Nuevo Amanecer por amenazas del combo Mano de Dios, ella y su familia recibieron de la Alcaldía acompañamiento en el momento del desplazamiento, un minimercado y 200.000 pesos 20 días después del hecho. Después de vivir “arrimada”, de prestar plata con un paga diario y de cambiar dos veces de vivienda, regresó a su casa en Nuevo Amanecer un año más tarde, cuando varios vecinos le dijeron que las cosas se habían calmado. Sin embargo, el primer semestre de 2019 fue conflictivo y dejó nueve víctimas de homicidio por las confrontaciones en este sector, según el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (SISC) de la Alcaldía de Medellín; en todo el corregimiento ocurrieron 25 asesinatos. No obstante, varios habitantes de Nuevo Amanecer consultados para este artículo dicen que han sentido que todo está tranquilo desde hace cerca de cuatro meses. Pero Rosmira, que ya lleva más de un año en el barrio desde que regresó, aún siente miedo. “El ambiente estaba bastante maluco. Enfrentamientos fuertes no, pero sí se escuchaban sus cosas de noche. Uno sentía cosas, lamentos, pero uno no se mueve ni dice nada… Si yo pudiera saldría de acá, avemaría”, admite. Como otras personas en Nuevo Amanecer y en Medellín, Rosmira ha vivido el conflicto armado y el desplazamiento forzado; las dificultades de llegar sin nada a la ciudad y de construir en un “barrio de invasión”; la tragedia de un incendio que consume lo construido; la ilusión de un nuevo comienzo y la violencia que lo opaca. *Nombre cambiado para proteger la identidad de la fuente.

DLU 40 - junio/2008 Víctor Casas Egresado de Periodismo de la Universidad de Antioquia en 2011. En junio de 2008 publicó el artículo “‘Escampaderos’ de interés social” en la edición 40 de De la Urbe. El texto hace una denuncia sobre las irregularidades y malos manejos en la construcción de la urbanización Nuevo Amanecer. Actualmente, Víctor es el coordinador del proyecto Hacemos Memoria, convenio de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia y DW Akademie. Supimos que había una inconformidad de los habitantes con las casas que les había entregado el Estado. Faltaban eso que llaman las “zonas comunes” y las casas estaban sin terminar. A eso se sumó que unos estudiantes de la profesora Patricia Nieto cubrieron en su momento el incendio de Mano de Dios para De la Urbe. Entonces fue la oportunidad de volver sobre el hecho y en el periodismo es muy importante hacerles seguimiento a los temas. Personalmente me interesó porque muchos de esos habitantes de Nuevo Amanecer eran desplazados por la violencia, que luego de que se incendiaran sus ranchos, en la periferia de la ciudad, habían sido reubicados de forma improvisada.


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Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia



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