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LATINOAMÉRICA

Latinoamérica:Victimismo, política y aborígenes

Se han planteado muchas teorías con respecto al hecho de que muchos países latinoamericanos son más pobres y menos desarrollados que otros. Sin embargo, quizá una de las teorías que más auge ha tenido es la de que gran parte de los latinoamericanos han sido convertidos en victimas profesionales. El victimismo latinoamericano no es algo nuevo, de hecho, es un fenómeno que emergió desde que se nos impulsó a creer y a ver al latino como la víctima, el bueno de la película, y a las naciones de dónde vienen los conquistadores como los viles victimarios. Esto es algo que se ha observado con mayor predominio desde el siglo XX, donde los movimientos que llevaron a la independencia, fueron mostrados a la población, más que como guerras civiles, como un «saldo de cuentas» donde la nación prehispánica y mítica renace. Esto se logró gracias a los movimientos políticos populistas que buscaban ganar poder a como diera lugar (y por supuesto, la mejor manera fue aprovecharse de la ignorancia del latinoamericano). En ese sentido, nacen las naciones ultranacionalistas que, casualmente, son las que más se han afectado de este fenómeno, tales como Bolivia, Perú, parte de Colombia, Venezuela, entre otros. Los políticos populistas empezaron a manejar a la población, así como un pastor maneja un rebaño de ovejas, haciéndoles creer que estos eran unas victimas indefensas, desdichadas y abusadas, y ellos los salvadores de todas sus desgracias (obviamente inventadas). El síntoma principal de este

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victimismo es la creencia latinoamericana de que todos nuestros problemas son siempre culpa de alguien más y que no nos queda más que resguardarnos llenos de miedo a ver cómo los supuestos

depredadores acaban con nuestras oportunidades de salir adelante. La culpa siempre es del imperialismo, de los Estados Unidos (por envidia, en mi opinión), del hombre blanco heteropatriarcal (porque obviamente hay que echarle la culpa al hombre blanco aun cuando la esclavitud negra fue abolida hace más de un centenar de años), de los conquistadores españoles (y pretenden que se salde cuentas de esto, aunque ya hayan pasado más de 500 años), del capitalismo, de las empresas trasnacionales, de occidente y un largo etcétera; pero nunca es culpa de los Gobiernos populistas que implementan estas ideologías y crean leyes y trabas para empeorar la vida del ciudadano de a pie.

Esta ideología se ha fomentado en las naciones latinoamericanas a lo largo de los años a través de cambios graduales en los sistemas de educación, que pasan a ser controlados por el Estado, específicamente en el contenido y la forma en la que se imparte la historia oficial del país. Es así como se nos fomenta la idea

que estamos destinados al fracaso, que somos un pueblo oprimido y saqueado, y que no hay manera alguna de

revertirlo. Esto último, es apoyado e impulsado por los mismos políticos, así pueden usar dichos problemas para mostrarse como los salvadores y protectores: adulan al votante, hacen promesas irracionales que en la realidad no podrían cumplir ni con veinte años en el poder y utilizan la memoria selectiva y la manipulación del pasado para así fraccionar a la población entre buenos (ellos) y malos (cualquiera que se les oponga). Ejemplo de esta lógica hay mucha en Latinoamérica, tal es el caso de personajes como Evo Morales, Rafael Correa y Hugo Chávez, entre otros dirigentes políticos de la región. Estos llevaron el discurso del victimismo tan lejos que no les bastó con que éste calara en lo profundo del latinoamericano hasta el punto de influir en su manera de actuar y de ver la vida, sino que llegó hasta la población indígena, prometiéndoles «reivindicación» para que formaran parte de su clientela político-electoral. De los pocos mencionados, el que más lejos llevó el victimismo indígena fue el expresidente boliviano Evo Morales, quién desde el inicio de su carrera política exprimió hasta el máximo su visión conspirativa de la historia boliviana, atribuyéndole todos los problemas de la población indígena a los «quinientos años de postración colonial». Fue de esta manera como ganó las elecciones y permaneció durante 13 años en la presidencia de Bolivia, gracias al ultranacionalismo indigenista. Producto de un continuo discurso de descolonización, compensación del perjuicio, reparación, defensa de la Pachamama (madre tierra) y un largo etcétera de palabras paupérrimas de contenido, a fin de evitar a toda costa un verdadero proceso de desarrollo y descolonización mental, económico y cultural en la población boliviana. Pero una vez instaurado en el poder, el Gobierno de Morales eliminó la protección a parques nacionales para que empresas pudieran explotara el petróleo y minerales; construyó una carretera a través de territorio indígena donde reside un tercio de la flora y fauna del país (obra que buscaba facilitar la explotación maderera) y reprimió a cientos de indígenas que se oponían a esto. De la misma manera que Morales utilizó a la población indígena en Bolivia, otros políticos utilizan a los ciudadanos victimistas y resentidos que creen en discursos vacíos que no " Esta ideología se ha fomentado en las naciones latinoamericanas a lo largo de los años a través de cambios graduales en los sistemas de educación, que pasan a ser controlados por el Estado, específicamente en el contenido y la forma en la que se imparte la historia oficial del país. "

hacen más que terminar en un daño gigantesco para la población latinoamericana. Porque el objetivo de estos políticos es hacerle creer a la población que esta no es suficientemente buena para mejorar su entorno y sus condiciones de vida por sí mismos y es por ello que el latinoamericano constantemente busca a un «salvador» o un «padre» que le otorgue soluciones fáciles y regalos, y no un político que le muestre los verdaderos problemas de la nación y ofrezca soluciones reales a corto y largo plazo. En consecuencia, el latinoamericano es un ser que no se atreve a tomar riesgos financieros ni en ningún ámbito de su vida, no se arriesga a emprender ni ve el fracaso como una oportunidad para aprender y llegar al éxito; el latinoamericano prefiere los regalos y la ayuda porque han hecho que le tema a la incertidumbre y se menosprecie constantemente, ya que eso es lo que se nos enseña desde que somos formados en las escuelas. El latinoamericano necesita darse cuenta que su situación no depende de las circunstancias y que él tiene el poder para tomar y explotar acciones que le favorezcan y desechar las que no, debe comprender que su nivel de desarrollo y su status de vida depende solo y exclusivamente de él y sus acciones, no de sus gobernantes de turno o del sistema, ya que de esta manera dejará de creer en discursos vacíos de políticos y líderes populistas que buscan llenarse los bolsillos a base de la ignorancia y el miedo de los demás. Hay un grave problema en cómo el latinoamericano es educado (académica y culturalmente) y, si esta es la raíz de toda esta problemática, es imperioso reformular las historias nacionales de estos países y alejarlas del victimismo político, social, económico y cultural en el que están inmerso. De esta manera, algún día podremos dejar a cargo de nuestros países a políticos que nos rindan cuentas y no a políticos que nos tengan mantenidos mientras llenan solo sus bolsillos y a la nación de corrupción. Podremos ser orgullosos latinoamericanos y no esos seres que sólo buscan echarle la culpa a cualquiera. De cambiar nuestra idiosincrasia, seríamos muy distintos a lo que somos hoy en día: un sublatinoamericano.

Creo que hablo por una gran parte los lectores cuando digo que ya estamos hartos del término «apropiación cultural», término que se usa generalmente para demonizar a las personas caucásicas que usan trenzas africanas, dado que estas simbolizan la esclavitud de las mujeres de dicho país (curioso pensamiento viniendo de gente que ama ponerse hijab, lo cual es un símbolo de castración femenina). Pero todo esto viene a que este pensamiento traído por los progres es solamente una proyección de lo que ellos mismos hacen, apropiarse de la cultura no solo de países olvidados por Dios, sino de obras cinematográficas occidentales (irónicamente algo muy propio del partido nacional socialista alemán).

Un claro ejemplo de esto es la moda de ponerle pañuelo verde a la Monalisa, a Arya Stark de Game of Thrones o incluso a Matilda, la dulce niña de la adaptación del libro de Rohal Dahl. En el caso de Matilda: es una mujer que sufre bajo el yugo de una familia tradicionalista (con todos los vicios posibles que esta podría tener) y víctima de un sistema escolar tiránico que busca aplastar lo que sea colorido, tienen poderes telequinéticos, pero si el poder de la palabra para influir a través del lenguaje y el discurso en mentes femeninas jóvenes y frágiles, además, tienen más similitudes con la directora Tronchatoro que con Matilda. Estas tácticas son muy similares a cuando Hitler se apropió de la teoría del Superhombre (Übermensch) de Nietzsche para cimentar el pensamiento de su doctrina política y fomentó la escucha del compositor Wagner, porque inspiraba vigor y valentía a los alemanes (tristemente todo ese numerito llevó a la destrucción de Alemania por segunda vez a nivel económico), y si uno busca más puede encontrar otras similitudes entre Adolf y su ejército con el feminismo posmoderno y sus lideresas.

alegre, original, espontáneo, o simplemente lo que se salga de las reglas establecidas por la maquiavélica y sádica directora del colegio: Ms. Tronchatoro, la cual recuerda mucho a una oficial de la SS. Entonces, Matilda debe aplicar justicia usando sus poderes y aliándose con la maestra Miel (muy apropiado nombre para la personalidad de dicho personaje), para finalmente ser adoptada por ella y así vivir feliz para siempre.

Es claro que en esta protagonista de 12 años las feministas vieron la mejor propaganda accidental para su movimiento (digo «accidental» porque la película no se realizó con esa intención) y, en concreto, vieron que Matilda era el típico modelo de mujer contestataria que debe enfrentarse al supuesto «patriarcado» opresor occidental mediante su «empoderamiento» natural y su inteligencia. Lamentablemente en la realidad es al revés, las feministas radicales no tienen independencia porque dependen del Estado, no tienen inteligencia porque sino se darían cuenta tanto de lo anterior como de que

solo son instrumentos políticos del comunismo y no

las feministas radicales no " tienen independencia porque dependen del Estado "

El cine, como ya lo he mencionado, es una herramienta propagandística poderosa y en manos tiránicas puede ser especialmente peligroso. Qué curioso que en este «patriarcado» que vivimos nadie habló de «James y el Durazno Gigante», un título de Disney que mezcla animación Stop Motion. Basado en otro cuento de Roahl Dahl, con actuaciones en vivo, donde se nos narra la historia de un niño llamado James, el cual perdió a sus padres y vive con sus dos crueles tías que lo atormentan y explotan permanentemente, pero James logra viajar a su destino soñado (Nueva York) a bordo de un durazno gigante con grandes insectos que se convierten en sus mejores amigos. En este caso, la película narra una historia parecida a la de Matilda, pero con una o varias diferencias sumamente importantes: esta película trata de una manera más surrealista y profunda los traumas infantiles y el sufrimiento de un niño huérfano y atormentado por las personas que deberían contenerlo y amarlo en vez de tratarlo como un lastre. También, hay un elemento que hace a esta película aún más valiosa y es que, a diferencia de Matilda, James no es un Gary Stu (personaje sin defectos y puro en el sentido que no tiene falencias). James es un

niño literalmente, con todo lo que eso implica: tiene miedo, dolor, mucha inseguridad,

imaginación y esperanza. Además, en el punto donde su camino del héroe da el giro sobrenatural no ha nacido con sus habilidades, sino que las adquiere porque su deseo ardiente de irse de su desdicha consigue torcer su destino, porque no hay nada más genuino que la plegaria de un niño. Y la respuesta a esta plegaria fueron las lenguas de Cocodrilo que se le otorgan y que después de sufrir otra vez por perderlas, el destino vuelve a ponerse de su lado. James sortea todos los obstáculos con muchísimo temor, pero con astucia y, al final, entiende que debe dejar de huir de los problemas y enfrentarlos.

Recomiendo fuertemente el visionado de este filme, pues posee características honestamente mucho más interesantes que varios filmes actuales.

Pero, deshonesto e hipócrita sería de mi parte colgarle el pañuelo provida a James o ponerle la insignia MGTOW (Men Going Their Own Way, traducido al español como «hombres que siguen su propio camino») y no pretendo eso, sino simplemente visibilizar una película muy interesante, además de invitar mediante su visionado a cuestionar el discurso victimista del feminismo presente en las películas donde el hombre solo por poseer escroto y pene ya disfruta de una ventaja ante la vida porque nos protege un

Sir Lancelot y Aquiles, parece que la apropiación cultural solo se da de blancos a negros u otros, pero no viceversa.

«halo patriarcal invisible». Nada más sectario y alejado de la realidad que esto, de hecho, si los hombres no sufriéramos o no pudiéramos sentir por ser solamente «máquinas», tal como una autora feminista nos describe, habría muchos problemas de hoy que no existirían, por ejemplo, el síndrome post trauma o la neurosis de guerra o, mejor dicho, no tendríamos problemas psicológicos porque: total, somos máquinas que no sienten. Es muy absurdo asumir que la mitad de la humanidad es perfecta en cualquier sentido o, si vamos al caso, es absurdo creer que la humanidad es perfecta y eso es lo que no comprenden estos grupos, en esta vida nada es absoluto.

Volviendo al eje central: es sumamente hipócrita e irrisorio que la misma gente que llora y denuncia a las personas por hacerse un peinado de otro país se asuste del racismo y, peor aún, manchen obras artísticas occidentales con las causas de su movimiento. Obras que ni siquiera fueron creadas para tal fin y que no estaban contaminadas de política. Una de las maldiciones del feminismo moderno fue politizar el pensamiento para dominar a la población y hacerla tan desdichada y mezquina como las lideresas de ese movimiento político. Claramente, no es gente que vino a mejorar el mundo, es gente que es cómplice de un régimen global que solo quiere llenarse los bolsillos haciendo dinero con el victimismo femenino, a costa de mujeres y niños muertos y abusados, y las mujeres a nivel de la tierra que se refugian en esos movimientos son solamente una marioneta, un juguete de las mayores esferas del poder. Algún día, si Dios quiere, podrán ver la verdad, así como Sara Winter lo hizo. Todos tenemos oportunidad de cambiar y de ampliar nuestra perspectiva, pero es necesario que escuchemos con calma y abramos la mente, el fanatismo ciego solo lleva a cosas malas, pero nunca es tarde para independizar la mente. Solamente cuando seamos individuos de pensamiento libre ahí vamos a librarnos del comunismo y el autoritarismo. " Es muy absurdo asumir que la mitad de la humanidad es perfecta en cualquier sentido, o si vamos al caso es absurdo creer que la humanidad es perfecta y eso es lo que no comprenden estos grupos, en esta vida nada es absoluto. "

Hari Kondabalu hizo el documental «The Problem with Apu», señalando los estereotipos que promueve el personaje.

En Terminator Dark Fate no eliminaron a Arnold Schwarzenegger (un hombre) porque era la razón para ver esta película. Sustitución de personajes pelirrojos por actores de color.

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