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2023, un año difícil

Formular pronósticos económicos es, siempre, una tarea complicada. Hacerlo en la Argentina, mucho más. Pero particularmente tratar de vaticinar qué puede depararnos el 2023 es extremadamente desafiante. No sólo por la congénita inestabilidad argentina, sino también por el incierto entorno internacional

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Hay cuatro elementos que condicionarán la economía del año próximo: el contexto internacional desfavorable; la sequía; la escasez de dólares, y el proceso electoral. La guerra en Europa, el aumento en el precio de la energía, el alza en las tasas de interés internacionales y la desaceleración de la economía china limitarán el desempeño de la economía argentina en 2023.

Las condiciones meteorológicas harán que la cosecha sea inferior a la del ciclo anterior y que se inicie con retraso, al menos para la cosecha fina y la soja de primera. Ello implica que la sequía de dólares se prolongará en el tiempo.

La contracara será la prolongación de las restricciones a las importaciones, que generan dos efectos: menor actividad económica por carencia de insumos o aumentos de precios por tener que pagar las importaciones con dólares adquiridos en el mercado libre.

La inminencia del proceso electoral lleva a excluir la posibilidad de un ajuste brusco. Los políticos, en general, creen que todo ajuste es “piantavotos”. La experiencia indica todo lo contrario. En 1985, con estabilidad económica, merced al plan Austral, el oficialismo ganó las elecciones de medio término. En 1987, se dejó de lado dicho plan, se relajaron las restricciones sobre el gasto público, aumentó la inflación y el oficialismo fue derrotado, incluyendo la decisiva elección de gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Con el plan de Convertibilidad vigente, el oficialismo ganó casi todas las elecciones entre 1991 y 1999

Sin embargo, en el ADN de la política argentina está instalado el apotegma de que las elecciones se ganan “poniendo platita en el bolsillo de los argentinos”. Por lo tanto, cabe descartar cualquier plan de ajuste significativo.

En consecuencia, no se avizora ningún elemento que lleve a esperar una inflación inferior a la de 2022, como anuncia el Gobierno.

Más aún, el ajuste en el tipo de cambio oficial -que más tarde o más temprano deberá converger con el llamado dólar soja- agregará combustible al proceso inflacionario.

En este marco, la CEPAL estima que la economía argentina se desacelerará y crecerá tan sólo un 1% en 2023, lo cual implica apenas empatar la tasa de crecimiento vegetativo de la población argentina.

Las exportaciones, que concluirán 2022 con un incremento del orden del 15%, sobre los 78.000 millones de dólares de 2021, caerían un 5% el año próximo, por el retroceso de las ventas al exterior de soja, trigo, maíz, cebada, girasol y sorgo, castigados por la sequía.

Hay cuatro elementos que condicionarán la economía del año próximo: el contexto internacional desfavorable; la sequía; la escasez de dólares, y el proceso electoral

La sequía será uno de los factores que condicionará la economía del próximo año

Las importaciones, que se recuperaron alrededor de un 35% este año, retrocederían un 10% en 2023, como producto de las restricciones que deberán afrontar.

En síntesis, 2023 será sin dudas un año difícil de transitar. El evento electoral quizá traslade las expectativas hacia 2024 y sirva para pensar más en el futuro que en lo que será probablemente un poco propicio presente.

20 Desafío Exportar | Diciembre 2022

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