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Más allá de la apertura comercial
Más allá de la apertura comercial
Lic. Yanina S. LOJO
Mg. en Dirección de Finanzas y Control. Titular de Consultora Lojo @mg.yaninaslojo www.consultoralojo.com
Después de varios años complejos para el comercio exterior, la simplificación y la desburocratización que se implementó en los últimos meses permite tener esperanzas. Sin embargo, necesitamos urgente la salida del cepo y un verdadero alivio tributario.
A Julio César se le adjudica la famosa frase que se traduce del latín como “Viene, vi y vencí” Lamentablemente, para los argentinos nunca ha sido tan fácil. Por el contrario, hemos acuñado una épica sentencia que se puede aplicar en distintos ámbitos de la vida cotidiana pero que no puede más que reflejar la realidad con la que convivimos aquellos que trabajamos en comercio exterior: “remamos en dulce de leche”
No importa cuando leas este artículo, a qué actividad te dediques, esa frase te va a llevar a diferentes momentos de tu vida profesional, o quizás hasta personal. Las empresas, las PyMES y los emprendedores viven a diario remando en dulce de leche, incluso por momentos se parecen al salmón, y nadan contra la corriente. En lugar de poner el foco en cómo hacer crecer su negocio, cómo producir más y de manera más efectiva, están lidiando con una cantidad de problemas que poco tienen que ver con la actividad productiva.
En el siglo XIX Argentina era potencia a nivel mundial, y también lo fue en los albores del siglo XX. Pero eso es historia. Un país que fue llamado el “granero del mundo” , que fue pionero en implementar medidas para mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos hoy se encuentra con más de la mitad de la población hundida en la pobreza.
Un país que ha sido cuna de Premios Nobel, hoy tiene un grave problema educativo. Una nación que siempre fue abierta a otras culturas y al intercambio comercial -lo practicamos desde que éramos Virreinato-, vivió años muy oscuros y lo que se tradujo en una economía cerrada, que ha perdido la gimnasia de la competencia internacional.
Apertura comercial versus Industria Nacional
El nuevo siglo nos invita a romper mitos, a derribar preconceptos y a reflexionar sobre esos paradigmas que se han instalado. Siempre se plantea el análisis de las políticas vinculadas con el comercio exterior como una decisión que implica elegir un camino. Detrás a una puerta, está la apertura comercial. Es decir, la llegada de nuevos productos y, por lo tanto, nuevas tecnologías, la mejora de procesos y por ello, la optimización de los costos y la consecuente mejora en los precios. En la otra puerta, y como si no fuera posible que coexistiera, se encuentra la industria nacional. El planteo siempre es el mismo: si nos abrimos a la competencia internacional, la producción local se verá perjudicada, cerrarán fábricas, y se perderán empleos. La paradoja es que la industria nacional es la principal importadora: compra al exterior materia prima, insumos, bienes de capital, bienes intermedios, repuestos, software, y otros servicios. La apertura comercial nos beneficia a todos. ¿Cómo? Porque se podría comprar mejor, a menores costos y en menores tiempos, con mayor eficiencia. Pero después de tantos años sin competir es difícil salir al mundo, y más aún aceptar las reglas que impone el mercado internacional, tan dinámico, tan cambiante, tan desafiante.
¿Hay que continuar pidiendo por la apertura de las importaciones?
Mucho se escucha en los medios de comunicación inclusive en las redes sociales un pedido recurrente: que se abran las importaciones. Pero la realidad es que nunca han estado más abiertas que ahora. Se eliminaron las licencias de importación, la SEDI funciona adecuadamente y como una herramienta estadística, los reglamentos técnicos se han ido simplificando e incluso eliminando, al igual que muchos requisitos previos. Obviamente, que sigue habiendo problemas y cuestiones por modificar. Solo van seis meses de gestión, contra años de obstrucción. ¿Entonces?
La realidad es que hay dos grandes problemas que generan este reclamo. Por un lado, el tema del cepo. Mientras haya restricciones cambiarias, el comercio internacional va a sufrir. Las operaciones comerciales no pueden llevarse adelante o si lo hacen, como se requiere una financiación excesiva por parte del proveedor del exterior, esto provoca que haya extra-costos.
Mientras el Impuesto País siga castigando el acceso al mercado para la compra de divisas destinada al pago de importaciones de bienes y servicios, vamos a ver distorsiones. Lo mismo sucederá mientras exista un tipo de cambio diferencial para las exportaciones. El mercado debe ir hacia la unificación cambiaria a un nivel que le permita tanto a los importadores como a los exportadores operar.
Mucho se discute si el campo ha estado demorando la liquidación a la espera de mejores condiciones. En otras palabras, otro ajuste en el tipo de cambio o una mejora del mix. Sin embargo, según las últimas estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario el aporte que realiza el sector agrícola crecerá 51% con relación al año pasado .
Por otro lado, según los cálculos de este mismo organismo, USD 20.995 millones ingresarán al circuito oficial. Mientras que USD 5.887 millones se irían al mercado financiero debido a la posibilidad de liquidar en el mercado financiero hasta el 20% del valor de la operación. Estimando de esta manera que la oferta total de divisas llegaría a USD 26.882 millones.
Con el objeto de lograr que resulte más atractivo liquidar las exportaciones, el Banco Central crea este blend pero, al mismo tiempo pierde USD 5.887 millones (aprox.) que se vuelcan al mercado financiero. ¿Y por qué esto es malo? Porque lo que más se necesitan son reservas para que aquellos que tengan que pagar importaciones puedan hacerlo.
Al momento de escribir este artículo, los únicos beneficios que se ha observado en este tiempo han sido que se habilitó el pago sin registro de ingreso aduanero de hasta el 20% del valor FOB en el caso de bienes de capital si son importados por una empresa Mi PYME, el acortamiento de plazos para empresas de este mismo segmento e importadoras de productos de la canasta básica. Inclusive, hubo productos que después de cambios en el Texto Ordenado de Exterior y Cambios pasaron a recibir tratamiento de pago a 180 días -y desde el 28.06.24 será de 120 días-, por la eliminación de los valores FOB mínimos. Por ende, aun pudiendo valer USD 2 dólares se los trata de igual manera que si valieran USD 500.
Para algunos, lo que menciono en el párrafo anterior puede ser mucho y para otros tiene sabor a poco. Mientras que los importadores no puedan pagar en las condiciones que sus proveedores se lo requieren difícilmente se vean ingresos de nuevos productos. Se vea una mejora en los costos y por ende en el precio.
El segundo problema: la carga tributaria
Si el cepo genera distorsiones, la presión impositiva que se aplica a las operaciones de importación es grotesca . Y todo el mundo lo sabe: derechos, tasas, IVA, IVA percepción, Anticipo Impuesto a las Ganancias, Ingresos Brutos y si corresponde Impuestos Internos. Todo esto hace que el valor de un producto se duplique muchas veces solo por la carga impositiva que recibe al llegar a la Argentina.
Algunos argumentarán que esta medida se hace con el objeto de poner en igualdad de condiciones a los productos locales con los importados. A lo cual podríamos contraargumentar: ¿y qué pasa con lo que no se produce en el país? ¿en igualdad con qué lo ponemos?
La reducción de aranceles es lo más difícil de conseguir dado que somos parte del bloque regional MERCOSUR y tenemos compromisos asumidos. Pero la Resolución Nº5490/2024 que suspendió el cobro de IVA percepción y del Anticipo Impuesto a las Ganancias a los productos de la canasta básica por 120 días demostró que, en materia local, hay cuestiones que no son tan complejas. Esta medida, luego se hizo extensiva a un listado de productos importados por empresas Mi PYME.
Entonces, si queremos realmente mejorar los costos, los precios y la calidad de los productos que llegan a la Argentina es hora de revisar los tributos que se abonan a la nacionalización.
La apertura ya está, ahora es necesaria la reforma tributaria
Visto que el cepo pareciera -por las últimas declaraciones del ministro de Economía y del presidente del BCRA-, que va a quedarse por un tiempo más, el camino es mejorar la situación por medio de una reforma tributaria.
Muchas veces el reclamo de la apertura comercial surge por la diferencia de precios entre un producto comercializado en nuestro país y en un país vecino. Y esto se produce por la enorme presión impositiva que sufrimos y además el cepo, ya que nuestros vecinos no tienen problemas para pagarle a sus proveedores. No acumulan deuda impaga de años atrás. Pueden pagar en las condiciones solicitadas por sus contrapartes.
En julio se cumple un año de la imposición del Impuesto País a la compra de divisas para el pago de importaciones de bienes y servicios. Y en diciembre la alícuota que era del 7,5% fue llevada al 17,5%. Es imposible que podamos mostrar los mismos o, aunque sea similares precios que nuestros vecinos. Y aunque el presidente y el ministro se comprometieron a reducir nuevamente la alícuota -incluso se hablo de que para final del mandato el cambio en materia tributaria sería radical-, no hay fecha cierta para que esto suceda. Agosto o septiembre adelantó Caputo. Sin fecha cierta, sin certidumbre sobre cómo ni cuándo.
Conseguimos la apertura, vayamos por el alivio y las mejoras competitivas
Después de mucho tiempo, hemos visto la luz, que se materializó a través de una importante simplificación. Ahora hay que ir por el alivio tributario
Hay que luchar porque la carga que se aplica a las importaciones sea menor. No en derechos, pero si en impuestos, y más cuando se trate de productos que no tienen producción nacional. Pero más allá de eso, y en coincidencia con lo declarado por el Secretario de Industria y Comercio, la competitividad de las empresas argentinas tanto para el mercado interno como externo, no depende únicamente del tipo de cambio. Hay cuestiones estructurales. Y allí es donde debemos apuntar: infraestructura, conectividad, hidrovía, corredor bioceánico, la eliminación de las aduanas internas -sí, aunque prohibidas por la Constitución Nacional aún existen-, apertura de zonas francas que permitan una amplia variedad de operaciones.
Nadie tiene la receta ni el manual sobre cuál es el mejor y más rápido camino a seguir. Pero sí sabemos que no podemos volver a dónde estábamos. Y la única manera es que mancomunadamente el sector público y privado trabajen para mejorar las condiciones, y potenciar la economía. Las PYMES son el corazón y el motor de la economía, ¿Qué necesitan para crecer? Más allá de que como todos necesitan estabilidad y la mayor certidumbre posible, necesitan financiamiento, necesitan que sus productos puedan llegar desde la fabrica al puerto sin que el costo sea mayor que el flete internacional. También que los insumos lleguen en tiempo y forma. Necesitamos que, de alguna manera, aunque sea con un cupo, se habilite el pago anticipado o se eliminen las restricciones para operar en simultaneo en el mercado financiero y en el MULC. Porque así las empresas podrían volver a trabajar con sus proveedores en condiciones más normales.
A César se le atribuye también otra frase: “Las grandes cosas deben realizarse sin dudar, así las posibles dificultades no serán capaces de detenerte.” Es hora de avanzar, de dejar el pasado atrás y de construir el presente que queremos y el futuro que deseamos. No será fácil, nadie lo espera, pero sólo así podremos volver a crecer.