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Hidrovía: la película
Gonzalo ARIAS
Ex integrante de la CARP por 25 años.
Faltan pocos días para la recepción de las ofertas en la licitación de la Vía Navegable Troncal, habitualmente citada como Hidrovía y para los que están en torno a ese micromundo, el eje de las discusiones pasa por cuestiones puramente técnicas donde claramente las objeciones de casi todos los potenciales participantes, menos uno de ellos, son palmarias y precisas y han motivado reclamos por la vía administrativa y judicial.
La primera lectura de los pliegos alcanzó para encender de inmediato todas las alarmas, y es que nadie esperaba encontrarse con requerimientos tan particulares y que no aseguraran la participación de todas las empresas del rubro.
Es una obra muy grande en un mercado ya de por sí oligopólico y parece que el pliego pretende empeorarlo, llevándolo a un negocio monopólico por 30 años (con opción a 30 más). Lo razonable para enfrentar ese oligopolio podría ser dividir la concesión en dos o tres áreas, donde nunca pueda una empresa participar en más de una de ellas, asegurando que si una de ellas falla entonces alguna de las otras puede asumir sus tareas, otorgando al concedente cierto control sobre los concesionarios y las empresas. Y es algo totalmente posible porque las empresas quieren tener la posibilidad de competir limpiamente en una obra de enorme envergadura. Pero lo razonable no ocurrió.
Para quienes no forman parte de este ámbito, les presentamos lo que podría ser una película con todos los ingredientes de un éxito de taquilla: intriga política, drama judicial y un toque de suspenso que mantendrá a todos al borde de sus asientos. El guion, repleto de giros inesperados y acusaciones que nadie se molesta en desmentir, mezcla el juego político con una cuestión que debería ser estrictamente técnica. Entre sus escenas más impactantes, se encuentran propuestas de nacionalización de la hidrovía, donde la acción transcurre en un escenario nostálgico y decadente: dragas compradas entre 1977 y 1979, sin mantenimiento alguno, convertidas en chatarra y saqueadas, pieza por pieza en un acto desesperado de canibalización.
Otra parte de la trama muestra el lado oscuro del narcotráfico. Recordemos que la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), vinculada a la ONUDD, en 2021 advirtió que este sistema fluvial se había consolidado como una puerta de entrada para el transporte de cocaína fabricada en Bolivia y Perú, con destino a los mercados internacionales. Quien domine la hidrovía podrá manejar el contrabando y tráfico de estupefacientes a gran escala, donde las verdaderas ganancias no estarán en las operaciones de dragado, sino en ‘otras operaciones’ mucho más lucrativas y clandestinas. En esa historia, los responsables de la seguridad interior prefieren guardar silencio, cuando bien podrían aclarar que el narcotráfico nada tiene que ver con el dragado…
Finalmente aparece el malo de la película que quiere quedarse con todo. Porque en toda buena película tiene que existir un enemigo para que funcione. Pero en realidad ese enemigo en su momento de poder no hizo nada por lo que justifique asignarle el papel del malo en la actual trama. Durante su anterior papel principal no aumentó la tarifa de peaje del concesionario, no le extendió el contrato en forma anticipada - cuyo vencimiento operaba en 2021 -, no le rescindió el contrato para quedarse con el “botín” ni nada que se le parezca. Lo que sí hizo fue estudiar los requerimientos de los usuarios de la Hidrovía, preparar planes, presentar una propuesta y elaborar un pliego para llamar a licitación al vencimiento de la concesión, respetando las reglas contractuales. Vea la película en https://www.argentina.gob.ar/sites/ default/files/presentacion_proyecto_hidrovia_2021.pdf antes de que la saquen de cartel.
Mientras tanto para los productores la película se les fue encareciendo sin tener un límite a la vista. En 1995 la tarifa de peaje era de USD 0,97/TRN pero para 1999 ya había sido llevada a USD 1,136/TRN con la aparición del canal Martín García. Luego, en 2003, se llevó la tarifa a USD1,65/TRN para compensar el subsidio que el Estado dejó de pagar al concesionario, pero no conformes con eso se llevó la tarifa a USD 2,45/TRN en 2006 a cambio de una profundización de 2 pies adicionales a los 32 existentes. En 2010 se renovó en forma adelantada el contrato para el período 2013-2021 sin beneficio alguno. En 2014 se incrementó nuevamente la tarifa a USD 3,06/TRN sin prestación adicional y en 2024 se aumentó nuevamente el peaje a USD 4,30, que incluye una parte para el pago de una deuda con la firma Jan de Nul por aumento en el precio por metro cúbico de su servicio de dragado. Y se prepara una secuela con peajes posibles de USD 5,20 y USD 6,30. Vale destacar que la parte para el pago de la deuda se está cobrando hoy, pero a la vez está prevista que sea pagada en su totalidad por el futuro ganador de la concesión
Es sabido que el gobierno de los EEUU ha promocionado películas para reforzar los ideales de su sociedad, pero ésta película no parece ir en ese sentido. Más bien parece ser un claro trabajo de ingeniería social para una nueva “grieta”, antes que uno apuntado a la ingeniería hidráulica y los beneficios de aplicarla, para mejorar las prestaciones a los usuarios. La película avanza, los actores principales y de reparto piden cada vez un mayor cachet y los productores ya no dan abasto. Son ellos los que ponen el dinero de su bolsillo y no ven los resultados de una obra bien filmada. Una obra que optimizada en todo sentido puede contar con un merecido premio Oscar.
Los productores nada saben de cine, solo saben de hacer producir a la tierra, de generar recursos por exportación, de cultivar alimentos y dar trabajo en el campo o en la ciudad. No los sigan obligando a aportar forzosamente en un negocio que no es el suyo. Se llaman productores agropecuarios, esos que son gran parte de la potencia exportadora de nuestro país.