¡NUEVO DISEÑO! Caracas, 27 de julio de 2016
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Hambre revolucionaria
El desabastecimiento de alimentos se ha acentuado al punto de que son más los venezolanos que no comen tres veces al día, según Venebarómetro. Los afectados pudieran desarrollar problemas de salud crónicos, sobre todo los niños ompra por cédula, captahuellas, guías de movilización, cierre de frontera, CLAP, agricultura urbana… La lista de medidas implementadas por el Gobierno nacional para paliar la escasez de comida es tan larga como corta ha sido su efectividad. El desabastecimiento de alimentos, que la población identificó como su principal problema el año pasado, solo ha aumentado en lo que va de 2016. Por más que el Gobierno insista en que el problema es de distribución, el hecho es que cada vez hay menos alimentos para cada venezolano. Es el resultado de una caída combinada en la producción nacional y las importaciones. No hay indicios de que los anaqueles vayan a estar aunque sea un poco más ocupados en los próximos meses. El Gobierno insiste en su negativa de aceptar cualquier
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ayuda humanitaria desde el extranjero y deposita sus esperanzas en un modelo de producción comunal que, según expertos, es inviable.
Planta tomada, planta parada Como ocurre con la mayoría de los problemas del país, el Gobierno comenzó negando la escasez de alimentos. Recurrió a métodos para ocultar su primer gran indicador, las colas largas para comprar comida, como ocultar las filas de compradores en sótanos de los supermercados o invitar a simpatizantes extranjeros a decir que las mismas no existían. Luego, cuando el desabastecimiento se agravó, lo reconoció, pero de inmediato señaló a otros de ser los responsables. Acusó a productores y comerciantes de ocultar los bienes, o de desviarlos hacia redes de mercado negro para encarecerlos. En resumen, plantea que todo es una cuestión de distribución, por lo que los crecientes controles en este proceso deberán revertir el mal. Sin embargo, empresarios del sector, economistas y otros expertos han advertido una y otra vez que el problema no es ese. Argumentan que hay menos productos para una población creciente, y que no importa cómo se modifique la comercialización, no habrá suficiente comida para los más de 30 millones de venezolanos. El mercado se abastece fundamentalmente mediante dos formas: la producción nacional y las importaciones. Ambas están en este momento en descenso, aunque las compras desde el extranjero solo comenzaron a bajar recientemente. En cuanto a la fabricación doméstica, es un problema de más larga data. Varias causas hay detrás del desplome en la producción. Una ha sido la administración incorrecta por el Estado de empresas expropiadas. Varias de ellas, dedicadas a la elaboración de rubros de la Cesta Básica, han bajado su productividad a niveles tales que es raro ver los resultados en anaqueles. Es el caso de Lácteos Los Andes, Aceites Diana y Café Fama de América. Algo parecido ha ocurrido en el sector primario, con la toma, por ejemplo, de grandes extensiones de tierras dedicadas al cultivo de caña de azúcar en el estado Lara. El producto edulcorante también se ha vuelto escaso. Las cifras sobre la operatividad de estas compañías por lo general son opacas, si es que algo publican Las empresas que permanecen en el sector privado y sí reportan regularmente sobre su productividad señalan como una de las principales razones detrás de la merma es la falta de divisas para importar materia prima. Juan Pablo Olalquiaga, presidente de Conindustria, ha dicho que durante el primer trimestre del año los miembros de este gremio en promedio trabajaron a 36% de su capacidad, aunque justamente en el ramo procesador de comida la caída ha sido menos pronunciada. Atribuye esto a una mayor preocupación por parte del Estado para que el mercado alimenticio esté menos desabastecido, lo que implicaría mayores facilidades para acceder a la moneda extranjera. Sin embargo, aun con esa "ventaja", las compañías del sector han alertado sobre la deuda que mantiene el Estado al asignar los dólares pero no despacharlos. Empresas Polar, el mayor conglomerado del país, ha sido tal vez el que más ha alzado la voz sobre las consecuencias de este problema. La cuestión no solamente afecta la importación de materias primas. También tiene un efecto similar en la compra de repuestos para la maquinaria indispensable para el funcionamiento de las industrias.
Producción de Lácteos Los Andes cayó 2,1% en 2015, según cifras oficiales
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La caída en la producción nacional se ha vuelto evidente en los propios anaqueles. "Nueve de cada diez productos distribuidos en la red pública (Mercal, Pdval, Abastos Bicentenario, etc.) son importados", dijo a Descifrado el diputado Carlos Paparoni (PJ, Mérida), miembro de una comisión especial de la Asamblea Nacional designada en marzo para investigar la crisis alimentaria. Este grupo de trabajo presentó un informe con cifras rojas oficiales. Por ejemplo, cita la memoria y Cuenta del Ministerio de Agricultura y Tierra, que reporta una caída de 22,77% en la producción de cereales. En detalle, las pérdidas en el cultivo de arroz fueron de 27,81%; maíz, 18,97%; y sorgo, 49,61%. Del mismo documento extrajo la AN datos sobre la elaboración de bienes de origen animal, que en promedio bajó 0,60%. Medidos por cabeza, el ganado bovino presentó una reducción de 6,58%; porcino, de 3,84%; caprino, de 0,05%; y ovino, de 0,64%. La producción de huevos se contrajo 2,94%. Solo hubo incrementos en la elaboración de leche (3,91%) y rubros de origen aviar (2,63%). La Memoria y Cuenta de otro despacho, el de Alimentación, también citada en el informe, detalla que Aceites Diana presentó en 2015 una caída en su producción de 7,3%, mientras que la de Lácteos Los Andes se redujo 2,1%. Este ministerio calculó que la producción agrícola mermó 19% entre 2010 y 2015, mientras que el Banco Central de Venezuela estima que en 2015 el PIB del sector bajó 15,6%.
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En lo que va de año han sido importadas 500 mil toneladas de alimentos, según el diputado Carlos Paparoni. En 2015 fue importado un total de 7 millones de toneladas
Importaciones por el piso Con respecto a la importación de alimentos se repite el problema de la falta de información por parte de las autoridades nacionales. Sin embargo, como este es un proceso que involucra siempre dos Estados, lo que uno como comprador oculta, el otro como vendedor difunde. Gracias a eso organismos internacionales pueden llevar registros sobre todas o casi todas las relaciones comerciales alrededor del mundo, incluyendo las de Venezuela. Así pudo el periodista y economista Sergio Arancibia publicar en su blog datos elocuentes sobre la caída en las importaciones de alimentos. Los números provienen del International Trade Center (ITC), organismo creado por la Organización Mundial de Comercio y las Naciones Unidas. En primer lugar, Venezuela importó un total de 568.820.000 dólares en trigo, producto esencial para elaborar la harina para el pan. En 2015 ese monto se redujo a 494.617.000, una contracción de 13,05%. En el caso
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4 DESCIFRADO >> Viene de la pág. 3 del arroz cereal de alta demanda en la mesa venezolana, la caída fue de 33,56%, al pasar de 282.596.000 a 187.768.000 en un mismo lapso. El pabellón criollo tiene otro problema: la carne de res, cuya importación pasó de 1.073.325.000 en 2014 a 673.485.000 (-37,25%) en 2015. La diferencia es mucho más brusca en la compra de reses vivas, pues descendió de 602.605.000 millones a 153.029.000 (-74,61%). El panorama se repite en los lácteos. La leche traída al país cayó de 65.467.000 a 48.065.000 en un año (-26,58%), y el queso, de 162.998.000 a 44.134.000 (-72,92%). También en el azúcar, que pasó de 687.996.000 a 320.080.000 (-53,48%). El escenario difícilmente mejorará este año. El diputado Paparoni sostiene que en lo que va de año han sido importadas 500.000 toneladas de alimentos, mientras que en todo 2015 ese número ascendió a 7.000.000.
Soluciones desesperanzadoras Las importaciones fueron por varios años la forma en que el Gobierno disimuló, o al menos aminoró, la escasez de alimentos que dejaba la asfixia al aparato productivo. Pero la caída brusca en los precios del petróleo y la acumulación de servicio de deuda obligó poner límites severos a esta política. Nelson Merentes, presidente del BCV, reconoció en marzo que las importaciones totales se reducirían 40% en 2016, o un poco más. En enero el Gobierno comenzó a criticar la dependencia de los bienes hechos afuera y proclamó que este año abocaría todos sus esfuerzos en reactivar la producción nacional, tanto con alianzas con el sector privado como con políticas públicas. Sin embargo, los principales gremios empresariales (Fedecámaras, Consecomercio, Conindustria, Fedeagro, etc.) no han reportado mejoras en la situación. En cuanto a los proyectos exclusivamente del Estado, su foco ha sido la profundización del modelo de economía comunal, expresada sobre todo en la agricultura urbana. Lorena Freitez fue designada como ministra para atender específicamente esta estrategia. Hace dos meses, cuando concluyó el plan piloto, la titular del despacho anunció que el resultado fue una cosecha acumulada de 218,8 toneladas de hortalizas en todo el país, incluyendo acelga, cilantro, cebollín, berenjena, calabacín, pepino, tomate, cebolla, ají dulce, remolacha, pimentón, zanahoria y lechuga. Las autoridades de Fedeagro rápidamente alertaron que esto distaba mucho de ser suficiente para siquiera aliviar un poco la escasez. El presidente Nicolás Maduro encabezó la semana pasada el lanzamiento de la segunda etapa del plan. El objetivo para finales de año es haber producido un total de 130.000 toneladas de alimentos en las grandes ciudades del país. Para Carlos Paparoni esto es inviable. Sostiene que una urbe como Caracas requeriría 40 veces más agua de la que dispone actualmente para cumplir sla meta. Añade que el proceso multiplicaría por 70 la basura generada en la capital. El parlamentario explica que lo ideal no es llevar la cosecha masiva a las ciudades, donde no hay las condiciones naturales para que la mayoría de los cultivos se dé. Plantea que en vez de eso se debe recuperar el campo. Pone como ejemplo Los Andes, de donde vienen la mayoría de las hortalizas producidas en Venezuela. Actualmente, dice, solo 25% de la superficie apta para el cultivo en esa región está activa, entre otras razones, por falta de insumos.
Problema de salud pública La semana pasada el vicepresidente y ministro de Planificación, Ricardo Menéndez, afirmó en el Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, realizado el pasado 20 de julio en Nueva York (Estados Unidos ), que 94% de los venezolanos come tres o más veces al día. "Lo que se está dando actualmente es una situación de guerra económica contra Venezuela que ha afectado canales de dis-
Gobierno insiste en agricultura urbana como solución a la escasez, a pesar de que especialistas alertan que primeros resultados distan de ser suficiente
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Nutricionista Herrera advierte próximas generaciones de venezolanos corren el riesgo de desarrollar problemas crónicos de salud por alimentación deficiente
Directora: Cindy Medina Redacción: Alejandro Armas Asistente de prensa: Gabriel Vargas
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tribución de productos", manifestó. Menéndez cuestionó que ante la opinión pública internacional se muestren indicadores "descontextualizados" que, a su criterio, no tienen validez. "Hay gente que hace una encuesta con una muestra de 200 casos y pretende que sea un indicador. Nosotros semanalmente hacemos encuestas con cerca de 4.000 casos y ese indicador no es reconocido por algunos", explicó. Esos estudios independientes ofrecen un panorama distinto al oficial. Uno de los más amplios es la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) que realizan cada año las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello. La última, correspondiente a 2015, halló que 12,1% de los venezolanos come menos de tres veces al día. En 2014 esa proporción fue de 11,3%. De acuerdo con la firma Venebarómetro, el problema va en aumento a paso galopante. En febrero de 2016, 69,5% de los consultados afirmó que comía tres veces al día. En abril el porcentaje bajó a 53,5%, y en junio, a 38,8%. El mes pasado, por primera vez los que se alimentan dos veces al día fueron más (44,0%). Marianella Herrera, nutricionista de la UCV y parte del equipo que realizó la Encovi, ha alertado en foros y ante medios de comunicación que no solamente se está comiendo menos, sino que lo consumido es de menor variedad y calidad. Explica que, sobre todo en los estratos humildes de la población, la ingesta se limita a carbohidratos y grasas, con poco o ningún acceso a proteínas, vitaminas y minerales. Esto se debe a la regulación que hace muchos más asequibles los bienes ricos en carbohidratos y grasas. La Encovi halló que 91,13% de los hogares venezolanos pudo comprar harina el año pasado; arroz, 83,29%; pan y pastas, 79,47%; grasas, 70,33%; pollo, 60,10%; carne, 61,19%; legumbres, 52,32%; azúcares, 46,73%, lácteos, 42,97%, pescado, 36,77%; huevos, 34,65%; queso, 32,33; café, 31,31%; frutas, 28,72%; salsas, 26,60%; embutidos, 25,10%; leguminosas, 22,85%; tubérculos, 10,23%; bebidas, 2,39%; y otros, 0,89%. Herrera ha advertido sobre los peligros para la salud que supone esta alimentación deficiente. En declaraciones para el medio digital Crónica Uno publicadas en mayo pasado, dijo que en el caso de los niños puede afectar su desarrollo cognitivo, su peso y la talla. En las embarazadas no solo se compromete la salud de la futura madre sino también el bebé. Añadió que la generación futura de venezolanos está expuesta a una alimentación totalmente inadecuada desde el inicio de su vida intrauterina, y que los niños que nazcan de esta generación probablemente tendrán bajo peso al nacer o una programación fetal de enfermedades que se pudieron prevenir desde el principio. Entre las enfermedades que los encuestados más asocian con el consumo de alimentos están la gastritis, las intoxicaciones, la amibiasis, la hepatitis, la diabetes, la obesidad y las úlceras estomacales. Mientras, el Gobierno mantiene su negativa de aceptar ayuda humanitaria desde el extranjero. Menéndez reafirmó esta posición durante su comparecencia en la ONU. El hambre de los venezolanos pudiera traducirse en mayor conflictividad social, expresada en protestas y saqueos. Ese tal vez sea el factor que destranque el juego político. Seguiremos informando…
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