Carta semanal 30 marzo 2016

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Caracas, 30 de marzo de 2016

Por fuera, como la guayabera

Venezuela es el único país que se empeña en mantener una relación tirante con Estados Unidos, luego de que Barack Obama se diera la mano con Raúl Castro en Cuba. Será importante buscar mecanismos para no aislarse y lograr mantener acuerdos económicos y políticos con los vecinos de la región en un nuevo paradigma geopolítico arack Obama se convirtió el 20 de marzo de 2016 en el primer Presidente de Estados Unidos en visitar Cuba en 88 años, y el primero en hacerlo luego de la revolución que llevó a los Castro al poder. Un usuario de la red social Twitter retó a los periodistas a no usar la palabra "histórica" como calificativo para

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describir la llegada del mandatario norteamericano a la isla. Pero todos lo hacen. La estadía de Obama en el país caribeño ha sido el paso más reciente en la normalización de relaciones entre ambas naciones, que se habían roto más de medio siglo antes. Este acercamiento podría verse como el comienzo de una nueva era de

vínculos entre Estados Unidos y Latinoamérica más signados por el pragmatismo económico que por las afinidades ideológicas. Antes de Cuba, varios países de la región con gobiernos de "izquierda radical" habían dado señales de no estar interesados en confrontaciones prolongadas con el vecino del norte, a pesar de que el verbo de Cont. en la pág. 2


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sus líderes haya sugerido lo contrario. Solo el gobierno chavista de Caracas parece estar, al menos por ahora, empeñado en aumentar el distanciamiento y la tensión con Estados Unidos. A menos que haya un cambio pronto en su dirección política, Venezuela pudiera quedarse aislada en este nuevo contexto geopolítico continental.

El fin del mito castrista Desde la entrada triunfal de Fidel Castro, su hermano Raúl, Ernesto "Che" Guevara y otros "barbudos" a La Habana en los primeros días de 1959, Cuba ha adquirido un valor simbólico enorme para la izquierda revolucionaria mundial, pero sobre todo en América Latina. Ese valor se vio de inmediato exacerbado por la reacción estadounidense que, en el contexto de la Guerra Fría entre capitalismo liberal y comunismo, se abocó a la eliminación del régimen revolucionario y la restauración de privilegios políticos y económicos norteamericanos en la isla. La invasión a Bahía de Cochinos, el embargo comercial y otras medidas tomadas desde Washington rodearon a los

Rousseff enfrenta alto riesgo de destitución

Castro de una suerte de "aura antiimperialista". Cuba no perdió tiempo en buscar la extensión de su nueva visión al resto del continente, con el apoyo activo de movimientos de izquierda, armados o no. Muchas de las fuerzas que han llegado al poder democráticamente en el siglo XXI descienden directamente de esos grupos altamente influidos por la Revolución Cubana. El chavismo es el ejemplo hasta ahora más duradero. Pero los apretones de manos entre Obama y Raúl Castro pudieran hacer que ese mito que tanto ha inspirado a los ñángaras del continente viva sus horas finales. "Astucia, instinto o locura, Fidel Castro, al mantener vivo el mito de la revolución antiimperialista cubana, e incluso latinoamericana, había proyectado hacia un futuro indeterminado la legitimidad de su poder. Raúl, en cambio, al aceptar el restablecimiento de relaciones diplomáticas -y, evidentemente, económicas- con Estados Unidos ha consagrado la imposibilidad de realización del mito y con ello ha disuelto con una simple firma el carisma de la revolución", manifestó el politólogo Fernando Mires en un artí-

culo publicado en agosto del año pasado, cuando el proceso de reconciliación ya había arrancado. Todo esto puede tener cierto impacto en el reacomodo de las fuerzas políticas dominantes de América Latina. Los movimientos de izquierda imperantes en la región parecen estar pasando por un período generalizado de mayor debilidad, expresado en la oleada de recientes derrotas electorales o la pérdida de popularidad de sus dirigentes. Primero se vio en Argentina con el fin de la era kirchnerista y el ascenso de Mauricio Macri. Un mes después el oficialismo venezolano pierde la mayoría en la Asamblea Nacional. Luego los bolivianos rechazan un tercer mandato consecutivo para Evo Morales. En Brasil, el apoyo a Dilma Rousseff es mínimo, según encuestas, y la presidente podría ser destituida por el Congreso. Aunque esto no implique la desaparición de estos movimientos como factores de poder, el nuevo rumbo emprendido por Cuba podría servirles de ejemplo sobre las posiciones que deben tener ante Estados Unidos.

Mejor de amigos Para el internacionalista Carlos Romero, el gobierno de Obama tomó la iniciativa en este contexto y ha buscado recuperar algunas relaciones limitadas en la década pasada. En ese sentido, afirma que hay tres grupos de países en Latinoamérica. En el primero está Cuba, cuya confrontación con Estados Unidos era la más explícita y antigua. Luego están países como Argentina, cuyo nuevo gobierno se ha mostrado mucho más interesado en cosechar alianzas con Washington. Finalmente, el tercer grupo abarca na>> Cont. en la pág. 3


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¿Un mediador con guaguancó? a tensión entre Estados Unidos y Venezuela no va disiparse hasta que se establezcan conversaciones o hasta que el chavismo salga del poder, lo cual no va a ocurrir al menos en el corto plazo. Es posible que Cuba no acompañe al Gobierno de Maduro en su beligerancia contra Washington, aunque esto podría cambiar dependiendo de los resultados de las elecciones en Estados Unidos: seguirá como hasta ahora si gana un candidato demócrata, o podría pasar a acusar de nuevo a Washington si un republicano -Trump dixit- obtiene el triunfo, puesto que la mayoría de los republicanos rechazan el levantamiento del embargo. Cuba podría evitar hacer comentarios respecto a las relaciones de Estados Unidos y Venezuela, pero podría ofrecer su mediación y el espacio para la celebración de un diálogo, tal como lo ofreció al gobierno de Colombia y las FARC. Si esto ocurre, Cuba vendería la imagen de que trabaja en función de resolver los conflictos en el continente americano, lo que contribuiría a sumar apoyo al levantamiento del embargo. Lo que no va a ocurrir es que Cuba se cuadre de forma "solidaria e incondicional" con el Gobierno de Maduro, porque corre el riesgo de echar a perder los avances obtenidos hasta ahora frente a Washington, no sólo en lo político, sino en lo económico.

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ciones como Nicaragua, que no han experimentado cambios políticos notables pero, detrás de su retórica antiimperialista, están dispuestos a negociar. Romero explica que casi todos los gobiernos en la región se han dado cuenta de que el costo económico de mantener posturas de enemistad con respecto a Estados Unidos se ha vuelto muy alto. La razón pudiera ser la reciente caída de precios en las materias primas que son los principales productos de exportación en América Latina. La internacionalista Elsa Cardozo coincide con Romero en que las necesidades económicas de la región pueden propiciar un nuevo equilibrio geopolítico. Considera que podrían profundizarse las asociaciones más orientadas por el pragmatismo y no por "viejas banderas antiimperialistas", como

la Cuba del apogeo revolucionario. Añade que, como parte de esos cambios, habría la posibilidad de darse un fortalecimiento de la seguridad jurídica y económica en Latinoamérica. Romero advierte que el nuevo panorama no será un regreso a los años 90, década marcada por gobiernos que seguían sobre todo preceptos liberales en lo económico y poco o ningún cuestionamiento a las políticas de Estados Unidos. Así, es improbable que La Habana pase de la noche a la mañana a ser la nueva mejor amiga de Washington. Para consolidar las relaciones, seguirá haciendo exigencias como el fin del embargo comercial y la devolución de la Base Naval de Guantánamo, territorio ocupado por Estados Unidos desde 1903. Y aunque Raúl Castro lleve la

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batuta, el apoyo al fin de la confrontación tal vez no sea unánime, como lo demostró el artículo de su hermano Fidel, divulgado en medios oficiales cubanos, en rechazo al discurso que Obama dio en el Teatro de La Habana.

Una alianza en entredicho "Obama no entiende que está derrotado, fuera de Latinoamérica. ¡Yakee, go home!", afirmó el presidente Nicolás Maduro durante un acto transmitido hace dos semanas en cadena nacional. La afirmación fue asumida por muchos con ironía, dado que se produjo pocos días antes de que el mandatario estadounidense llegara ni más ni menos que a Cuba. Maduro y otros voceros del chavismo han evitado tocar el tema del reciente acercamiento entre la isla y Estados Unidos. El Presidente simplemente ha dicho que "Obama pretende lavarse la cara quitando el embargo a Cuba" (algo que no se ha hecho y que en realidad depende del Congreso norteamericano). Simbólicamente, la visita de Obama se produjo en un mal momento para el Gobierno venezolano. Con la renovación del decreto que declara a Venezuela una "amenaza inusual y extraordinaria" para la seguridad estadounidense, Maduro aspira a repetir la propagada en la que se presenta como la víctima de una "arremetida imperial". Por eso, no cae nada bien que el régimen cubano -en teoría uno de sus aliados más comprometidos- se muestre

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Carlos Romero, internacionalista

justo ahora en mejores términos que nunca con el supuesto agresor. Carlos Romero lamenta que Venezuela sea el único país latinoamericano que parece empeñado en mantener posiciones de confrontación con Estados Unidos, que calificó como anacrónicas. No obstante, sostiene que Cuba busca "diversificar" su política exterior sin abandonar a Venezuela. Es poco probable que las dos naciones pongan fin a más de década y media de cooperación de un día para otro, incluso si las cifras de estos acuerdos no son las de antes. El trato más destacado ha sido quizás el de la venta de petróleo en condiciones preferenciales. Un informe de la firma Barclays reveló que para 2015 la cuota de envío de crudo venezolano a Cuba de 100.000 barriles diarios había disminuido prácticamente a la mitad. Esta reducción pudiera obedecer a la caída en la producción en Venezuela y la necesidad del país de aumentar sus ingresos en divisas para honrar sus compromisos internacio-

Directora: Cindy Medina Redacción: Alejandro Armas Asistente de prensa: Gabriel Vargas

nales y mantener todo lo posible la importación de los escasos bienes de primera necesidad. A cambio del oro negro, el régimen comunista de la isla ha enviado expertos en áreas de deportes, cultura y, sobre todo, salud, para que trabajen en Venezuela, casi siempre en los programas sociales del chavismo. También de este lado ha habido problemas, como la deserción de algunos cubanos una vez instalados en suelo venezolano. Muchos han intentado pasar a Colombia y de ahí a Estados Unidos, para no volver a la isla. Para Elsa Cardozo, una de las razones que motivaron a Raúl Castro a buscar una mejor relación con Washington ha sido precisamente la caída en la capacidad venezolana de ayudar a la economía cubana. El líder cubano podría incluso estar previendo un posible cambio de gobierno en Venezuela que eche por tierra toda esa colaboración. La llegada de Chávez al poder fue un gran alivio para el régimen castrista. Permitió poner fin al "período especial" de la década de los 90, cuando Cuba perdió a su principal soporte económico con la desaparición de la Unión Soviética, mientras seguía el embargo. Para no volver a caer en esa difícil situación, Raúl Castro podría ver el levantamiento de dichas restricciones como el objetivo final de su primer intercambio de palabras directo con Obama. Al menos hasta ahora ha logrado que su par estadounidense le

Gerente de Administración y Finanzas: Mirla Moros Jefe de Mercadeo y Ventas: Ileana Hidalgo

corresponda en tal interés, y que al mismo tiempo la Unión Europea modifique su postura común hacia Cuba en términos de mayor colaboración. A juicio de Cardozo, esta apertura no significa que la isla deje de aprovechar mientras pueda los acuerdos energéticos con sus socios chavistas. La especialista tampoco cree que merme por ahora la influencia política cubana en Venezuela. Sin embargo, insiste en que estas alianzas se han visto limitadas, no solo por la caída en la productividad venezolana, sino por el poco liderazgo regional de Maduro. La visita de Obama a la isla, sea o no histórica para el resto del mundo, sí lo es para los Castro, porque representa un giro de 180% en las relaciones con los inquilinos de la Casa Blanca. Para Estados Unidos es una oportunidad para restablecer los descuidados lazos con Latinoamérica, dado que su atención se concentró durante mucho tiempo en otras latitudes. A Venezuela le queda la posibilidad de heredar el estatus de "país exiliado" que Cuba tuvo por décadas, pero dada la realidad política y económica actual sería una especie de harakiri. El país tendrá que replantearse sus relaciones con Washington, más allá de sus permanentes acusaciones de imperialismo, no sólo para tener más opciones de pedir auxilio financiero sino para rescatar el liderazgo regional que ejerció hasta la muerte de Hugo Chávez. Seguiremos informando…

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