FOLIOS DE IMPUNIDAD Caso N°. 2
Señor Comandante: ¡Sírvase felicitarlos!
FOLIOS DE IMPUNIDAD Caso N°. 2 Señor Comandante: ¡Sírvase felicitarlos! © Red de Defensores de Derechos Humanos de Colombia © Corporación Sembrar © Asociación para la Investigación y Acción Social Nomadesc Se permite la copia, ya sea de uno o más artículos completos de esta obra o del conjunto de la edición, en cualquier formato, mecánico, digital, siempre y cuando no se modifique el contenido de los textos, se respete su autoría y esta nota se mantenga. Edición Equipo de Investigación dhColombia Asociación Nomadesc Diseño y diagramación Torre Gráfica Financiado por: FOS-Colombia Fondo para La Sociedad Civil Colombiana por la Paz, los Derechos Humanos y la Democracia Iniciado por ASDI, administrado por Forum Syd Los análisis y opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente las opiniones de quienes apoyan esta publicación. Impresión: Arte y Fotolito, Arfo Ltda. Bogotá Colombia
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La serie Folios de Impunidad reúne un conjunto de publicaciones con las cuales la Corporación SEMBRAR a partir del Grupo de Apoyo Jurídico sobre violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, busca divulgar los efectos de las decisiones judiciales en varias víctimas que han acudido a la justicia desde su calidad de titulares de derechos, en la búsqueda de que el caso no se quede en la impunidad. Se trata de personas, en su mayoría pobres, afectadas por hechos extremos de violencia que han cambiado de manera definitiva su vida y su sensibilidad. La gran mayoría de estas víctimas son el resultado de planes orquestados, y testimonian desde su memoria lo vivido, pero también una lucha por el acceso a la justicia. Sin embargo, en muchos de los folios de estos procesos se quedó guardada la verdad y la justicia, y siguen en la impunidad.
Presentación
El 7 de febrero de 2008, los jóvenes Darvey Mosquera Castillo, Alex Hernando Ramírez Hurtado y José Didier Marín Camacho salieron de Palmira con destino a Pereira, con la promesa de un trabajo cuyo contacto era el soldado Alonso Iván Palacios, en una operación coordinada por el mayor Josue Yobanny Linares Hernández de la Octava Brigada del Ejército. Al llegar a la capital de Risaralda los esperaba “El Paisa” quien les dio las últimas instrucciones del “secreto trabajo” que debían cumplir y les indicó que a la media noche un taxi pasaría al hotel a recogerlos. Efectivamente, poco antes de las doce llegó un taxi, se apresuraron a subir e iniciar el recorrido. Unos minutos después de salir de la ciudad, el vehículo se internó en un oscuro paraje donde fueron rápidamente interceptados por hombres vestidos con prendas del Ejército que los hicieron descender del automóvil y les dispararon. Era la madrugada del 8 de febrero de 2008 y José Didier logró escapar gracias a una falla en el arma que le apuntaba a la cabeza. Ahora es denunciante de los hechos y junto con su familia está protegido por la justicia por ser testigo clave en este caso de ejecuciones extrajudiciales que comprometen a varios efectivos del Ejército. Los nombres de Darvey y Alex hacen parte de una larga lista de ejecuciones extrajudiciales que suman los mal llamados “falsos positivos” que involucran a miembros del Ejército en la planeación y ejecución de órdenes que tienen por objetivo “dar de baja” a campesinos o jóvenes pobres urbanos que son presentados como subversivos muertos en combate. En 29 de octubre de 2008, 27 militares fueron destituidos por la ejecución extrajudicial de varios jóvenes, mas tarde se conoció la existencia de la Directiva Ministerial 029 del 17 de noviembre de 2005, firmada por el entonces ministro de Defensa, Camilo Ospina, que ponía en práctica una escabrosa política de recompensas. En el documento clasificado como secreto y conocido luego por la prensa nacional, se fijan tarifas –y hasta cupos- por toda clase de información que permita la captura de integrantes de la subversión, bandas criminales o narcotraficantes. La prensa se preguntó es su momento si esta política habrían propiciado ejecuciones extrajudiciales motivadas por una mafia de caza recompensas aliados con militares, sumado a una enorme presión por exigirle resultados a la tropa. Según las estadísticas de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, después de la expedición de la directiva se pasó de tramitar 73 denuncias en el 2005, a un total
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de 122 para el año 2006, y en el año 2007 la suma alcanzó las 245 denuncias. En el informe especial en 2010 realizado por el CINEP y el Programa por la Paz, se evidencia un preocupante incremento del 58,3% en los casos y de 69,5% en las víctimas comparándolo con las violaciones ocurridas en el año 2009. El acumulado de casos y víctimas registrados por el Banco de Datos de Derechos Humanos y Violencia Política del CINEP y el Programa por la Paz entre los años 2001 y 2010 es de 562 casos y 1.119 víctimas.
Bogotá, 2 de octubre de 2011
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SEÑOR COMANDANTE: ¡SÍRVASE FELICITARLOS! Para el 8 de febrero de 2008, el mayor del Ejército Josué Ybanny Linares Hernández estaba satisfecho con los resultados de la Operación Fénix librada en la madrugada de ese día en la vereda Java, muy cerca de Manizales, porque eran puntos positivos que sumaban en su carrera de combate. Orgulloso y buscando los beneficios por el éxito de sus acciones, escribió un oficio al Comandante de la Octava Brigada, con sede en Armenia, Julio César Toro, solicitándole que los once uniformados pertenecientes al Batallón Contraguerrilla N. 57 “Mártires de Puerres”, quienes habían participado en el operativo, fueran felicitados en la Orden Semanal porque se logró la muerte de 02 terroristas NN sexo masculino al parecer pertenecientes a las Bandas Criminales al Servicio del Narcotráfico (BCSN), en momentos en que disponían a cobrar extorsión y el decomiso del siguiente material de Guerra: 01. Pistola Calibre 7.65 mm Pietro Beretta; 01. Escopeta tipo Changon Calibre 16; 01 proveedor (sic) calibre 7.65 mm. .
En esa operación, el Batallón Contraguerrillas N. 57 “Martíres Puerres” estuvo integrado por las compañías Atacador, Bravo, Ciclope y Destello. La primera estuvo al mando del Subteniente José Peña Ramírez y constituía el esfuerzo principal, es decir que estaba integrada por los soldados comprometidos directamente en el combate. Las otras unidades eran de apoyo y reserva, responsables de brindar cualquier esfuerzo a los miembros de “Atacador” en caso de presentarse necesidades operacionales y logísticas. Sin embargo, todo había salido bien y la operación se realizó sin que las otras unidades tuvieran que asumir la realización de tareas fuera de las asignadas inicialmente. En la misma fecha, luego de terminado el “Operativo Fénix”, el Subteniente Peña comunicó al Cuerpo Técnico de Investigaciones, (CTI) que se había presentado un combate en la vereda Java en el momento que hombres del Batallón se ubicaban distribuidos en equipos para contrarrestar las acciones de extorsión que allí se venían presentando, producto de lo cual dos hombres pertenecientes a las bandas criminales al servicio del narcotráfico habían sido dados de baja. Una comisión de ese organismo se desplazó hasta el lugar y lo encontró protegido por personal del Ejército quienes informaron que “desde el mes de noviembre
Colombia, Fuerzas Militares, Ejército Nacional [2008, 8 de febrero] “Batallón de Contraguerrillas N. 57 Martires Puerres”, Manizales.
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vienen siendo desarrolladas labores de inteligencia humana, técnica y de combate dando como resultado el enfrentamiento que tuvo lugar el día de hoy siendo las 00:30 horas” . El CTI también entrevistó a personas habitantes de la vereda quienes reportaron que ese lugar era tranquilo y nunca se había conocido de la ocurrencia de hechos relacionados con amenazas, secuestros y extorsiones . Los cuerpos de los dos hombres fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal de Manizales donde se estableció que correspondían a las identidades de Darbey Mosquera Castillo y Alex Hernando Ramírez, permaneciendo en esas instalaciones por lo menos hasta el 10 de febrero. Ese día el médico legista que practicó la necropsia llamó a Sandra Milena Zuluaga T., investigadora del CTI, diciéndole que el personero de Pradera, Valle del Cauca, se había comunicado con él y le había dicho que a su lado se encontraban varias personas identificadas como familiares de quienes supuestamente habían caído en combate durante el desarrollo de la “Operación Fénix”. Ella informó a la Fiscalía 14 obteniendo una orden de Policía Judicial para hacer las pesquisas. Posteriormente habló con el mayor Linares de la Brigada, informándole la situación. Éste le manifestó todo su apoyo y designó al subteniente Peña para escoltarla durante el desarrollo de la comisión. Sandra y Peña viajaron a Pradera y Palmira, Valle del Cauca, donde ella se entrevistó con los familiares de Darbey y Alex quienes confirmaron su relación con ellos aportando documentación y fotografías. Durante la entrevista, Sandra comenzó a tener serios cuestionamientos a la primera versión conocida por el CTI y dada por el Ejército directamente, pues los familiares sostenían que Alex y Darbey se habían marchado en compañía de un soldado profesional quien les ofreció un trabajo en Manizales. Por eso no entendían cómo podía ser que ellos hubiesen participado en un combate y luego aparecer muertos por el mismo Ejército. Sandra en su calidad de investigadora del CTI, conoció que había un testigo directo de los hechos. Se trataba de José Didier Marín Camacho, el tercer joven provinciano y que efectivamente había salido de Palmira con Alex y Darvey en compañía de un soldado del Ejército bajo una promesa de trabajo, y que ahora tenía que permanecer escondido para no correr la misma suerte de sus dos amigos. Y constató que algo andaba realmente mal cuando los familiares con los cuales se entrevistaba le informaron que en el sector veían rondando una moto con personas desconocidas desde que José Didier había regresado, razón por la cual él no se entrevistaría con ella ni con nadie. En el momento, salió y buscó al Subteniente Peña comentándole que
Colombia, Fiscalía Seccional URI [2008, 8 de febrero] “Informe Ejecutivo –FPJ-3”. Colombia, Informe investigador de campo.
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había una moto rondando en el barrio y que si tenía que ver con esto le pedía el favor de que la retirara de inmediato (sic) desde ese momento la moto no volvió a aparecer según la versión de los familiares de las víctimas .
La versión de los familiares y el sobreviviente De acuerdo a los testimonios aportados por los familiares de las dos víctimas , un habitante de Palmira llamado Arnulfo fue quien contactó a Alex contándole que estaba buscando gente para llevar a Manizales y participar en el secuestro de una persona donde previamente se requería matar sus escoltas, algo por lo que recibirían varios millones de pesos. Fue a través de Arnulfo que Alex, Darbey y José Didier conocieron a Alonso Iván Palacios, soldado profesional que para la época de los hechos se encontraba de permiso en ese municipio. Los familiares recuerdan que días antes que ocurrieran los hechos, Alex fue visto reunido con Alonso y Darbey planeando irse para Manizales. Alex contactó a José Didier y así se completó el grupo de tres jóvenes que haría el viaje a esa ciudad. Darbey informó en su casa que le había salido un trabajo en Pereira para colocar tuberías de gas y que tenía que salir al día siguiente 6 de febrero pero que regresaría el sábado o domingo de esa semana. Al día siguiente, al igual que José Didier y Alex, se comunicó con su familia contando que estaba bien y regresaría pronto. Pasados los dias y al ver que no llamaban, sus familiares intentaron saber de ellos pero fue imposible porque el único dato que tenían era el número de sus celulares y cuando llamaban, nadie contestaba. Cuando José Didier regresó a Palmira la esposa de Alex supo que ellos no contestaban sus llamadas porque tal vez podrían estar muertos. La información se difundió por todo el pueblo y muy pronto los familiares comenzaron a hacer las primeras investigaciones para establecer si esa versión era cierta o no. Hablaron entonces con el personero de Pradera quien se comunicó con Medicina Legal en Manizales confirmando que los cuerpos sin vida de Alex y Darbey se encontraban allí. Darbey, Alex y José Didier se conocían desde hacía tiempo. Los tres sobrevivían con trabajos cortos, temporales. Darbey había sido ayudante de construcción, fumigador y expendedor de drogas. Alex trabajó en oficios varios, durante el último tiempo se empleó como ayudante en la instalación de tuberías para gas y en el momento de su muerte tenía un hijo pequeño. Varias veces, José Didier se empleó en el corte de semillas hasta que se dedicó al negocio de la peluquería que dejó por un trabajo nuevo en Popayán. Allá le fue mal y regresó a Palmira
Colombia, Informe investigador de campo. Víctimas: Alex Hernando Ramírez Hurtado y Darvey Mosquera Castillo. José Didier Marín Camacho, sobrevivió.
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lleno de deudas. Alex le propuso entonces participar con él en un negocio que consistía en cobrar una plata y si les iba bien, les daban un millón de pesos. Con el pago se compró un arma. Recomendados para otro trabajo por quien fue su primer contratista, Alex y José Didier, (este último llevaba su arma), acudieron a una cita que les incumplieron; en el camino de regreso los detuvo la Policía y pronto José Didier se encontró procesado por porte ilegal de armas. De nuevo en la calle, desesperado, sin poder ayudar con el sostenimiento de su familia, sin trabajo y con deudas consideró irse a cortar semilla. Pero se encontró con Alex quien le habló del trabajo ofrecido por Alonso Palacios en Manizales. Durante un encuentro, Alonso le explicó a José Didier que trabajaba con una “gente dura” en Manizales; que no sabía exactamente en qué consistía el trabajo pero lo animó a viajar y a medirse a lo que fuera así estuviera relacionado con drogas o con matar a alguien. José Didier decidió irse con sus amigos, adicionalmente, Alonso les dijo que debían cumplir con el requisito de llevar sus propias armas. José Didier no entendió el por qué del requerimiento si se suponía que se las debían dar quienes los contratarían; Alonso les dijo que así evitaban que se volaran, como había ocurrido antes con otras personas. Finalmente Alex y José Didier consiguieron una escopeta calibre 16 y siguieron con los preparativos del viaje.
Preparación del Operativo Fénix El mayor Josue Yobanny Linares Hernández de la Octava Brigada, estuvo como responsable del diseño, planeación y ejecución del operativo. En contacto estrecho con el soldado Alonso Iván Palacios coordinó las acciones de inteligencia que sirvieron para justificar su realización. En febrero de 2008, estando de permiso en Palmira, Palacios llamó a un oficial del Batallón Contraguerrilla N. 57 “Mártires de Puerres” a quien pidió comunicarlo con el mayor Linares porque tenía una información por entregarle. El oficial a quien Palacios llamó fue interrogado después por estos hechos y sobre el particular, detalló: le doy un teléfono para que mi mayor lo llame, mi mayor lo llamo y entablo (sic) conversación con el soldado, mi mayor me comentó (sic) que el soldado tenía unas informaciones muy puntuales y que él, es decir mi mayor iba a trabajar esas informaciones .
Además de la inteligencia, el operativo contó con acciones de preparación psicológica de las víctimas y de quienes pertenecían a su entorno social. Darbey, José Didier y Alex habían tenido relaciones problemáticas con la justicia; la necesidad de sobrevivir en un contexto socio económico caracterizado por la pobreza, el desem
Colombia, [2010, 18 de febrero] Interrogatorio de indiciado –FPJ-27.
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pleo y la falta de educación los había llevado a una vida marcada por el no futuro viéndose vinculados en acciones delictuosas y, en los dos primeros casos, a estar detenidos por porte ilegal de armas y expendio de sustancias psicoactivas. Lo ocurrido con Alex el sábado 2 de febrero tomó para los familiares un significado particular. Ese día llegaron a su casa aproximadamente diez hombres quienes se movilizaban en una camioneta blanca y dos motos, dos de esos hombres, uniformados, se identificaron como miembros de la Policía Nacional, preguntaron por Alex con el argumento que estaba señalado de participar en el robo de un bus. Alex no estaba en casa, cuando llegó y se enteró de lo ocurrido dijo a sus familiares no tener nada que ver con ese hecho. Así que se presentó en la estación de Policía para aclarar la situación. Pero fue detenido hasta el domingo por la tarde cuando regresó a su casa. Los familiares manifestaron no entender este hecho pues si Alex era inocente ¿Por qué detenerlo hasta el día siguiente? Según una hipótesis la preparación del operativo incluía fortalecer una mirada de estigmatización que había sobre jóvenes como Darbey, Alex y José Didier. Desempleados inestables, con problemas con la justicia, eran vistos más como un problema social que como sujetos de derechos. Así que eran las “carnadas” perfectas para convertirlos convenientemente en combatientes y, por tanto, en objetivos de la acción contrainsurgente del Ejército. Además, nadie los extrañaría. También representaban el aumento de resultados que tanto pedían los mandos militares en el combate contra las guerrillas y otros grupos y en esa medida orgullo, reconocimientos y beneficios. El hecho de que el CTI inspeccionara los libros donde la Policía está obligada a registrar este tipo de hechos y no encontrara nada relacionado ni con la visita de miembros de esta institución a la casa de Alex, ni con su detención por supuesta participación en el robo de un bus , podría fortalecer la hipótesis.
Ejecución extrajudicial Darbey, Alex, José Didier y el soldado Palacios salieron el miércoles 6 de febrero de Palmira rumbo a Manizales. En el terminal, Palacios compró boletos para Pereira, cambiando el destino acordado, sin embargo, esto no detuvo a los tres jóvenes para seguir adelante. Cuando llegaron a esa ciudad los estaba esperando un hombre en una moto que se identificó como “El Paisa” y quien llamó un taxi que los recogió minutos después y los condujo a una casa. Allí comieron, descansaron y llamaron a sus familiares.
Informe investigador de campo, Fiscalía General de la Nación, Fiscalía 53 de la UNDH.
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En el transcurso del 7 de febrero, “El Paisa” les pidió a Darbey, Alex y José Didier las armas que traían para llevarlas previamente al lugar donde harían el trabajo. Les dijo que en la carretera había mucho personal del Ejército y él, que contaba con su moto, podría pasarlas sin problemas, lo que era menos probable si varios hombres eran vistos movilizándose en un carro en horas de la noche. Así se hizo. Después “El Paisa” regresó, les contó que todo había salido bien y que con tanto retén la salida estaba pospuesta para media noche. A esa hora llegaron a recogerlos. Tomaron la carretera pavimentada que conduce a Manizales y en el camino encontraron una moto apostada que, cuando pasaron, sospechosamente emprendió el mismo camino detrás del taxi donde iban Alex, Darbey y José Didier. Entre ellos comentaron la extrañeza de ese hecho. La moto se adelantaba y disminuía la velocidad hasta quedarse a gran distancia del carro. Momentos después fue relevada por otra que siguió en igual dinámica que la anterior. Lo comentaron con el conductor, éste aceleró pero la moto volvió a aparecer. Decididos a tomar el control del taxi así se estrellaran, esperaron una oportunidad. Y cuando se dispusieron a ello, Alex anunció que habían llegado a su destino. El lugar, rodeado de fincas cafeteras, les abría paso a una carretera sin pavimentar por la que viajaron aproximadamente un kilómetro. De un momento a otro, un hombre vestido de camuflado y encapuchado, se presentó en la vía, luego se sumaron otros uniformados, le ordenaron al conductor del taxi detenerse y se identificaron como miembros del Ejército Nacional. Durante su entrevista con el CTI, José Didier declaró que en ese momento los encapuchados apuntaban a todos menos al conductor del taxi mientras que les gritaban que no fueran a correr porque sino los mataban. Los tres, sabiendo que no podían decir la verdad de sus razones para estar allí, argumentaron que iban a recoger café. Por su parte, los miembros del Ejército los acusaban de querer cometer un atraco. El Ejército separó a José Didier, Alex y Darbey del resto del grupo. En ese momento el taxi que los llevó hasta ese lugar se fue, sin que el Ejército lo impidiera, llevándose consigo sus maletines con ropa. Uno de los encapuchados llevó a José Didier a un lugar todavía más lejos, y mientras le hacía preguntas sobre su procedencia y motivos de estar allí a esas horas, él escuchó como uno de los hombres se comunicaba con alguien a quien le decía “si, aquí listo, ya tengo el objetivo”. José Didier recuerda que minutos después le dispararon, acto seguido escuchó como un soldado gritó que se le había encasquillado el arma. El aprovechó ese segundo y sin mirar atrás empezó a correr con todas sus fuerzas, tropezó y siguió corriendo hasta que encontró un barranco por el cual se lanzó cayendo en un hueco, se levantó y siguió corriendo; encontró otro barranco, descendió utilizando las enredaderas hasta que finalmente llegó hasta un fondo lleno de latas; con la cara y el tobillo heridos, siguió cojeando hasta la carretera principal.
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Se escondió en las afueras de una casa desde donde veía luces de linternas. Pensó que lo buscaban y se preguntaba por la suerte de sus amigos Alex y Darbey, sospechando que podían haberlos matado en el mismo momento de su huída. Amaneció en una choza cerca a un restaurante. Con lo poco que tenía intentó infructuosamente parar un transporte que lo acercara hasta su casa. Finalmente lo logró y herido llegó hasta el hospital de Pradera donde le atendieron las lesiones de su cara y el esguince de su tobillo. Al llegar a Palmira, José Didier se contactó con la compañera de Alex a quien le contó lo ocurrido. Dos días después descubrió una moto rondando por su casa, al mismo tiempo sus vecinos le informaron que era buscado por varios hombres; también se percató de la presencia de hombres apostados muy cerca de su casa en horas de la madrugada en actitud de vigilancia. Después una vecina le contó que había visto dos hombres dirigiéndose con armas hacia su casa, buscándolo.
Un testigo incómodo Euliser Quintana LLanos fue uno de los miembros del Batallón Contraguerrilla N. 57 que participó en el desarrollo de la “Operación Fénix”. El 9 de febrero, mientras otros soldados aún comentaban los resultados de las acciones, él recordaba su asignación a una de las unidades de apoyo, medida tomada por sus superiores al separar a todos aquellos miembros oriundos de Palmira y Pradera de la “Unidad Atacador”, la que tenía el esfuerzo principal. Un compañero le comentó algo sobre los papeles de uno de los supuestos dados de baja, lo que le motivó a preguntar de quién se trataba. Cuando escuchó el nombre de Darbey Quintana quedó perplejo, en silencio. Sin hacer más comentarios, sigilosamente se dirigió a la sección de régimen interno para contrastar el nombre que escuchó con las fotografías que se habían tomado y confirmó que el nombre de Darbey Quintana y la imagen correspondían a su primo, uno de los dados de baja en la madrugada del día anterior. Entonces entendió aún más las razones por las cuales lo habían separado de la “Unidad Atacador”. Buscó al subteniente Peña y le contó su descubrimiento. Este lo condujo con el mayor Linares quien a solas le pidió pensar bien la demanda que quería interponer porque perjudicaría mucha gente. Y le propuso tomar permiso por unos días y llevarle una remesa a la mamá de Darbey. Estando de descanso y luego de hablar con su familia de lo ocurrido, Ernesto se encontró con el soldado Palacios quien le contó cómo sus superiores se habían dado cuenta que una de las personas muertas era familiar suyo. También le dijo que el mayor Linares había dado la orden de matarlo. Ante el peligro que corría su vida, Ernesto decidió no
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presentarse nuevamente en el Batallón y buscar un lugar seguro para protegerse. Recibió amenazas, decidió acudir ante la Procuraduría para dar su testimonio sobre los hechos, pedir investigación y protección para su vida y la de su familia. El caso fue asumido finalmente por la Fiscalía 53 de la Unidad Nacional de Derechos Humanos. En este momento se encuentra en la etapa de juicio.
El Ejército se felicita a sí mismo por las ejecuciones extrajudiciales Varios son los aspectos que llaman la atención sobre lo que podría ser la ejecución extrajudicial de Darbey Quintana, Alex Ramírez y la tentativa de ejecución de José Didier Marín Camacho respecto a hechos similares ocurridos en el país. Un elemento podría ser la existencia de una empresa con características criminales dentro del Ejército que se habría servido de contar con batallones de tipo divisionario, como el Mártires Puerres, que pueden tener una jurisdicción administrativa fija pero operacionalmente sólo basta que pertenezcan a una división, como en este caso es la Tercera División del Ejército, para ser trasladados por toda la zona cumpliendo órdenes, entre otras, de ejecutar operaciones de combate. Haciendo un seguimiento a los lugares donde ha estado presente esta unidad, sobresale el desarrollo de operaciones en conjunto con la Tercera y Octava Brigadas, en Cali y Armenia respectivamente. En 2006 se registró su presencia en Palmira, al año siguiente figuró en el mismo lugar y en Popayán, donde están sus oficinas administrativas. Durante 2008 estuvo en Manizales . Se utilizan patrones, como “el reclutador” oficialmente fuera de la estructura militar. En este caso se trataría de un soldado profesional activo quien bajo la fachada de estar de permiso visitando su familia, tenía como función identificar a quienes cumplieran el perfil para ser pasados como dados de baja en combate y conducirlos mediante engaños hasta el lugar escogido para al parecer falsear un combate. Más relevante aún es el hecho que dichas acciones contaron con la coordinación del jefe del Batallón, mayor Josué Yobanny Linares Hernández Linares, lo que dejaría evidente su participación en el operativo de principio a fin, pues es él quien asume trabajar las informaciones de inteligencia proporcionadas por Alonso Iván Palacios y decidir, según lo dice el mismo a Euliser Quintana LLanos, su asesinato porque se trataba de un testigo que podía causar muchos problemas al mayor, sus superiores y subordinados.
Colombia, Ejército Nacional [2009, 4 de febrero] Respuesta oficio N. 2368-1 UDH y DIH .
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Un tercer elemento, alude al comportamiento del mayor Linares y el subteniente Peña respecto a la actuación de la justicia. Simulando prestarse seriamente a la investigación desarrollada por la funcionaria del CTI Sandra Rocío Martínez, Linares se sirvió de las funciones y actividades desarrolladas por ella para conocer las versiones de los familiares, pero sobretodo para localizar a José Didier quien resultaba ser otro testigo muy problemático para los victimarios. Y de paso intimidarlos a todos a través de las rondas de motos que en terreno y tiempo real, además, coordinaba Peña. Es claro que sabía, que si no actuaba podía resultar vinculado a una investigación, y asegurar el silenciamiento de todos era su opción. Pero más que eso, su preocupación era que todo ese conjunto de situaciones opacaran las felicitaciones que él así como el subteniente Peña recibieron el 1 de marzo del coronel Julio César Toro, Jefe del Estado Mayor de la Octava Brigada, y el capitán de Compañía del Batallón Mártires Puerres, Luis Antonio Martín Moreno, respectivamente. Los análisis forenses indican que los cuerpos de Alex y Darbey tenían lesiones ocasionadas estando tendidos en el piso. Por eso, aunque los dictámenes de Medicina Legal revelan que no tienen marcas de ahumamiento y tatuaje en sus cuerpos, se debe realizar el análisis de las prendas que tenían puestas en el momento de su ejecución para determinar la existencia de residuos, pues ello confirmaría que las víctimas se encontraban en estado de indefensión. Se tiene establecido en la etapa procesal actual, que por estas muertes se pagó una recompensa. Sin embargo, no ha sido posible establecer la identidad de quien supuestamente recibió el dinero, la Dirección Nacional de Inteligencia del Ejército argumenta que se trata de información reservada. Estas circunstancias conducen a la pregunta ¿Cómo se endilga dicho carácter una información estrechamente relacionada con la comisión de un crimen de lesa humanidad? Como ha ocurrido con muchos de los casos de ejecuciones extrajudiciales, los familiares han sido intimidados y hostigados desde un comienzo. Amenazas a Ernesto, rondas de carros y motos con personas vestidas de civil merodeando los lugares de vivienda de los familiares de Alex y Darbey y las acciones de vigilancia contra José Didier siguen un patrón de acción adoptado por el Ejército para entorpecer las investigaciones, la justicia y el derecho de las víctimas a saber la verdad moral de los hechos de los cuales fueron víctimas Darbey, Alex y José Didier. El juicio por estos hechos comenzó el 29 de septiembre en Manizales. Y los familiares de las víctimas han sido amenazados de muerte por participar en las audiencias, incluso desde antes de su inicio. Previo a la reanudación del juicio, también fue objeto de amenazas la investigadora del CTI Sandra Milena Zuluaga T.
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