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JUSTO EN EL CENTRO COMIENZA LA TRANSFORMACIÓN DE LA CAPITAL (Y DEL PAÍS), JUSTO EN EL CENTRO SE CREAN LOS NUEVOS PROYECTOS URBANÍSTICOS, Y SE GENERAN LOS CAMBIOS. AQUÍ SE LOS CONTAMOS.
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CENTRO
50 AÑOS TRANSFORMANDO VIDAS Y HACIENDO SUEÑOS REALIDAD Las cifran lo confirman: Durante el año 2016 fuimos la lotería que más dinero entregó en Colombia, más de
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Justo en el centro Director Mauricio Bayona Editor General Francisco J. Escobar S. ínez
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Jefe de Redacción Mauricio Sáenz
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Editor Iván Hurtado
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Coordinación Editorial Daniela Chinchilla C. y Juan David Montes
Mayo de 2017
Coordinador de Fotografía Erick Morales Producción Fotográfica Christina Gómez Echavarría
PUBLICACIONES SEMANA Gerente General Sandra Suárez Pérez
Asesor de Diseño Hernán Sansone Directora Creativa Mónica Loaiza Reina
Diseño y diagramación Diana Velásquez
Gerente de Circulación Natalia Peinado Bustamante
Periodistas Vanessa Cortes Uchuvo, María Andrea Muñoz Gómez, Juliana Duque, Enrique Gamboa.
Gerente Financiero Mariano Salinas
Columnistas y colaboradores Rodrigo Pardo, Fabio Zambrano, Margarita Rojas, Carlos Granés, Antonio Morales, Manuel Kalmanovitz, Gonzalo Mallarino F., Daniel Páez, Chucky García, Andrés Ospina, Alexander Huérfano, Dominique Lemoine, Paula C. Villegas, Alejandra Robledo, Cristina Esguerra, Fernando Montenegro, Camilo Fidel López, Felipe Useche.
Gerente Administrativa Carol Ramírez
Corrección de Estilo Hernán Miranda Torres Producción General Yina Aranda Logística Diana Milena Quintana Producción audiovisual Sin esquinas producciones www.sinesquinasproducciones.com
Directoras de proyectos María Paula Romero y Natalia Robledo Luna Asistentes de Dirección Comercial Ana Cristina Basto, Dina Lemus, Laura Villamil y Manuela Pavía
Fotografía Jorge Serrato, Guillermo Torres, Óscar Prieto Agradecimientos Idartes, Cinemateca Distrital, Edificio Avianca, Alcaldía Local de Santa Fe, Fundación Rogelio Salmona, Cementerio Central de Bogotá, Edificio Banco de la Costa, Museo de Bogotá, Museo del Chicó, Cromos, Biblioteca Luis Ángel Arango, Billares Santo Domingo, Policia Nacional, Secretaría de Planeación, IDPC, IDIPRON
Director de Producción Orlando González Director de Planeación Financiera Miguel Cepeda Preprensa Digital SEMANA Impresión Printer Colombiana S.A. Publicaciones Semana S.A. Todos los derechos reservados. Prohibida su producción total o parcial sin autorización expresa de Publicaciones Semana S.A. Sede: Carrera 11 Nº 77A-49 Bogotá D.C. PBX. 6468400 Fax Redacción 6210475 SEMANA en Internet: www.semana.com E-mail semana: correo@semana.com
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MADRUGÓN LTDA.
FOTO: ERICK MORALES
Capítulo
Iglesia de Las Nieves, en pleno centro de Bogotá. 5
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FOTO: ERICK MORALES
Contenido Agua pasó por aquí
FOTO: SADY GONZÁLEZ
La ciudad antes y después
La capital no se modernizó después del Bogotazo. El progreso venía desde mucho antes y por décadas hemos creído otra cosa. Esto fue lo que pasó antes y después del 9 de abril.
El mejor cómplice
Las historias que Juan Gabriel Vásquez oía de niño eran del centro de Bogotá. En entrevista, el escritor cuenta cómo estas despertaron su curiosidad y luego inspiraron su obra.
Historia íntima de La Florida
El escritor Carlos Granés reconstruye la historia del longevo y tradicional café que su abuelo, José Granés Mont, fundó al migrar de su natal Cataluña.
“Este es el corazón palpitante de Bogotá”
Nos adentramos en uno de los sectores comerciales más vibrantes de la ciudad, que trabaja por borrar estigmas y consolidarse como uno de los pilares mercantiles de Bogotá.
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Porque recuperar el centro es una prioridad, están en marcha importantes proyectos de renovación urbana para todo el sector. Este es un recuento de varios.
Del centro de Bogotá hacen parte personajes excéntricos y únicos que le dan más vida al sector. Estos son algunos de los que se pueden encontrar por sus calles.Página 64.
FOTO: CHRISTINA GÓMEZ ECHAVARRÍA
Una apuesta renovadora
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FOTO: ERICK MOLARES
La ciudad de Salmona
FOTO: JUAN CARLOS SIERRA
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Desde siempre, en el centro de Bogotá las nubes bajan de los cerros y por las calles corre agua enlodada. Va a llover. Un relato del escritor Gonzalo Mallarino.
A veces nos equivocamos... En nuestra edición El Cesar, una nota, en la página 104, confundimos el nombre del alcalde de Bosconia. Que sea esta una oportunidad para enmendar el error, recordar que él se llama Juan Enrique Aarón, y para invitarlos a visitar su municipio.
El alcalde Enrique Peñalosa le explica su visión a Rodrigo Pardo sobre los proyectos y sueños para el centro de la ciudad, y se declara optimista sobre la construcción de una gran sede del conocimiento.
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Cualquier día de estos
El centro de Bogotá fue el lienzo en blanco del arquitecto Rogelio Salmona. En él está la mayoría de sus obras y la ciudad que siempre soñó recorrer.
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FOTO: ARCHIVO DE LA FAMILIA GRANÉS
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FOTO: REVISTA CROMOS
Bajo la Avenida Jiménez corre el canalizado del río San Francisco, un torrente de agua que atraviesa la ciudad en medio del olvido de sus habitantes.
FOTO: SADY GONZÁLEZ
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FOTO: REVISTA CROMOS
Justo en el centro
Agua pasó por aquí Bajo la Avenida Jiménez fluye el río San Francisco, un torrente que pasó de irrigar cultivos muiscas a ser la alcantarilla de los primeros bogotanos. Ahora se encuentra prácticamente en el olvido. María Andrea Muñoz Gómez Periodista de Especiales Regionales, revista SEMANA.
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l 17 de diciembre de 1961 el presidente John F. Kennedy pasó por la Jiménez. Su permanencia en Bogotá fue fugaz y culminó con un desfile por la monumental avenida, una de las pocas curvilíneas de la capital. Su comitiva pudo apreciar Monserrate y Guadalupe, además de las grandes odas a la arquitectura de Europa y Estados Unidos que enmarcaban la vía. Algunas edificaciones aún conservaban las líneas y aristas del art déco, como el antiguo edificio de El Tiempo, y otros, como el Hotel Continental, tenían sorprendentes fachadas curvas. Pero no pudieron ver el río San Francisco, que 50 años antes corría
Historias del centro
Canalización del río San Francisco, 1917.
por ahí y ya entonces estaba enterrado bajo la Avenida Jiménez. Entre dos aguas Bogotá nació entre dos ríos, el San Francisco y el San Agustín, que bajan de los cerros orientales. Ambos obtuvieron sus nombres de órdenes religiosas que construyeron iglesias en sus cercanías. Las primeras edificaciones de la ciudad se hicieron cerca de los cerros, al borde de los ríos, de donde los pobladores sacaban agua, madera y piedra para levantar su ciudad. Esta era una despensa que parecía inagotable, pero después de décadas, los cerros quedaron deforestados. Entrado el siglo XIX, el caudal del San Francisco, aunque no muy fuerte, aumentaba en invierno y arrasaba con los 12 puentes que lo atravesaban. Las aguas del río surtían acueductos, chorros y pilas, y recibían los residuos de mataderos, curtiembres, molinos y las ‘inmundicias’ de los vecinos.
El río, fiel a su naturaleza, atrasó las obras hasta que perdió la batalla y quedó bajo tierra. Para la década de los cuarenta, la Jiménez era un hecho.
El afán de canalizar En la temprana sociedad bogotana empezó a cuajar la idea de que las enfermedades no eran un castigo divino. En el cambio de siglo la población se duplicó –se acercaba a los 140.000 habitantes– y el hacinamiento hizo que las afecciones se regaran como pólvora. A principios del siglo XX hubo epidemias de gripa y tifo, y los hospitales y sepultureros no daban abasto. Canalizar el río –y de paso, construir baños públicos– era más urgente que nunca. La canalización se propuso por primera vez en 1884. El proyecto se puso en marcha más de 30 años después, y la Jiménez se bautizó
mediante el Acuerdo 31 de 1917, que dictaba: “Que es de justicia que Bogotá enaltezca la memoria de uno de los más ilustres entre los héroes de la conquista y colonización del Nuevo Reino de Granada”, y agregaba: “La calle o avenida que se forma sobre el río San Francisco, se denominará Avenida Jiménez de Quesada”. El río, fiel a su naturaleza, atrasó las obras hasta que perdió la batalla y quedó bajo tierra. Para la década de los cuarenta, la Jiménez era un hecho, y con su grandeza hizo que Bogotá dejara de ser una gran aldea y se convirtiera en una capital. El centro era un vivo ejemplo del progreso de la ciudad. Grandes hoteles se construyeron al borde de la avenida –el Regina, el Ritz, el Continental, el Granada y el Explanada– y las bridge parties eran una actividad social popular entre las clases altas. ‘¡Mataron a Gaitán!’ Aunque breve, el tiempo en que la violencia se tragó a la ciudad durante el Bogotazo hizo que la gente pudiente resolviera abandonar el centro. Miles de bogotanos perdieron sus negocios y sus casas, y se trasladaron más al norte. Con el tiempo, la ciudad construyó la Autopista Norte, la calle 26, amplió la carrera Séptima e inauguró el Aeropuerto Internacional El Dorado. Bogotá empezó a estirarse y no había tiempo para pensar en preservar estilos arquitectónicos. El centro era la ruina que todos querían negar y el San Francisco quedó olvidado por segunda vez. Nace el Eje Ambiental En 1997, los arquitectos Rogelio Salmona y Luis Kopec diseñaron el proyecto del Eje Ambiental, una propuesta ambiciosa que además de recuperar y peatonalizar la Avenida Jiménez convertiría parte de los cerros –y del nacimiento del río– en un gran parque natural. Sería una revolución del espacio público y natural de la ciudad. Su construcción terminó en 2001, pero el resultado fue otro. Entre la Universidad de los Andes y los cerros no se hizo ningún parque, y la intervención llegó hasta la carrera décima. En ese tramo, peatonal pero compartido con TransMilenio, el río resurgió en una serie de pilas que deberían simular su correr natural, pero que hasta el día de hoy suelen estar llenas de basura y agua turbia. Del cauce que surtió las primeras tuberías de la ciudad queda muy poco. Condenado desde hace años a correr por un cauce artificial, hoy pocos recuerdan que existe, y mucho menos, que un 17 de diciembre el presidente John F. Kennedy pasó por ahí. *Para este artículo se utilizó información del libro ‘El río que corre. Una historia del río San Francisco y la Avenida Jiménez’ y se entrevistó a una de sus autoras, Jimena Montaña Cuéllar. 11
Justo en el centro
antes sy te an despues la ciudad
despues El Bogotazo sirvio de pretexto para crear una narrativa de renovacion en la ciudad. Pero eso no pasa de ser un mito, pues en realidad el 9 de abril de 1948 no cambio la tendencia modernizadora planteada desde los anos veinte y treinta.
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Fabio Zambrano Pantoja Profesor titular del IEU de la Universidad Nacional de Colombia.
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os décadas antes del Bogotazo, la capital se encontraba inmersa en una profunda transformación urbanística, empujada por los efectos benéficos de la economía cafetera, una incipiente industrialización, servicios público modernos, la nueva arquitectura de los edificios –por fin más altos que la catedral– y un paisaje social
FOTO: SADY GONZÁLEZ
Historias del centro
Parecía que todos los vehículos hubieran sido incendiados, y un mismo edificio, fotografiado desde diversos ángulos, sirvió para crear la idea de que hubo una destrucción mayor. 13
definido con clases acordes con los nuevos tiempos. A esto se sumaba la apertura política de la república liberal (1930-1946). En efecto, por ella se sintió la influencia de los nuevos conceptos de la arquitectura moderna, empleados por el Estado para reafirmar a Bogotá como capital simbólica de la Nación. Entonces nació una serie de construcciones entre las que se destacan la Biblioteca Nacional, el campus de la Universidad Nacional, los edificios de los ministerios y el Parque Nacional. Todo estaba apuntalado, en lo que corresponde a las ideas urbanísticas, por la recién fundada Sociedad Colombiana de Arquitectos (1934), la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional (1936) y la revista Proa (1946), así como por la renovación en el discurso político que trajo la Revolución en Marcha de López Pumarejo (1934-1938) y la atemperada Gran Pausa de Eduardo Santos (1938-1942). Visiblemente retrasada frente a otras capitales latinoamericanas, Bogotá estaba dejando atrás la ciudad colonial. Su casco histórico dejaba de ser considerado la ciudad, como durante todo el siglo XIX, para convertirse en el centro de la capital, con nuevos símbolos que representaban estas transformaciones, como la Avenida Jiménez. Esta vía, inexistente en el siglo XIX, y construida sobre el cauce canalizado del río San Francisco, se convirtió en el escenario de la arquitectura moderna y el eje de las transformaciones arquitectónicas de la ciudad. Allí aparecieron edificios como el de la Gobernación de Cundinamarca, el Cubillos, el Banco López, el Hotel Granada y el Hotel Continental, inaugurado en 1948. Además esta nueva avenida, que nada tenía que ver con la ciudad colonial, conectaba al centro con la Avenida Colón, con lo que se proyectaba de la ciudad hacia el occidente, y al oriente con Monserrate, que ya ofrecía los servicios del teleférico 14
FOTO: SADY GONZÁLEZ
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y del funicular. Todos estos equipamientos urbanos le daban nuevos aires, cosmopolitas por fin, a esta ciudad andina. Ya disponía de una reluciente estación de trenes, un aeropuerto, una elegante avenida –las Américas–, y asistía al nacimiento de nuevas urbanizaciones como Teusaquillo, La Soledad y Palermo, ubicadas en la periferia norte del centro, paralelas al crecimiento de Chapinero, mientras continuaba su expansión hacia el sur. Pero esta no es la imagen que ha quedado de los acontecimientos turbulentos del Bogotazo que siguieron al asesinato de Gaitán. Al contrario, ha perdurado la idea de que Bogotá era una gran aldea y que la reconstrucción modernizó a la ciudad. Ha perdurado un relato construido tras los acontecimientos y dirigido a agigantar las secuelas del 9 de abril. La prensa capitalina apuntaló ese relato a partir del 10 de abril de 1948, cuando comenzó a difundir fotografías de los edificios incendiados y de los tranvías destruidos que ayudó a crear una representación
Historias del centro
Si bien el 35 por ciento de los tranv as quedo destruido, en la memoria bogotana permanecio la idea de que el 9 de abril ardio todo el sistema. magnificada de los acontecimientos. Parecía que todos los vehículos hubieran sido incendiados, y un mismo edificio, fotografiado desde diversos ángulos, sirvió para crear la idea de que hubo una destrucción mayor. Por supuesto, ha subsistido esta manipulación de los acontecimientos. Si bien el 35 por ciento de los tranvías quedó destruido, en la memoria bogotana permaneció la idea de que el 9 de abril ardió todo el sistema. El tranvía salió de servicio por decisión de la Alcaldía en 1951, con el apoyo de los choferes de buses, que con sus esfuerzos incendiarios tenían la intención de eliminar la competencia.
Por la misma vía se borró de la memoria urbana la importancia de las obras hechas para preparar a la ciudad para la IX Conferencia Panamericana, que implicó ampliar calles y construir avenidas, ornato urbano y nuevos hoteles y restaurantes. Así, las obras realizadas después del 9 de abril se sumaron a las transformaciones urbanas que venían en marcha desde los años veinte y con más fuerza desde los treinta. Los edificios destruidos el 9 de abril fueron el pretexto para conformar un proyecto de ciudad consolidado durante el siguiente medio siglo. Pero, ¿qué tanto cambió el centro de la ciudad con estas intervenciones? ¿Quedó irreconocible luego de que la piqueta del progreso se aplicó para superar el atraso que aquejaba a la ciudad? Realmente hubo mucha menos renovación que la publicada por la prensa, y el proyecto consistió más en dar una continuidad a los cambios que ya venían desde años atrás. Pero el Bogotazo sirvió para construir un relato de la salvadora intervención de la renovación urbana. 15
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ciudad de la
memoria Describir un lugar pleno de historia, arquitectura y creencias populares como el Cementerio Central de Bogotá no es hablar de muerte, sino de vida. De la que fue, de la que es y de la que será.
Margarita Rojas S. Editora internacional de Noticias Caracol.
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o por obra de la muerte sino del miedo a ella, Bogotá ha mantenido distancia desde siempre con su ciudad de los muertos. Una distancia que se convirtió en olvido y abandono, no solo en términos de la gestión política sino de la relación de los ciudadanos con un espacio que tiene mucho que ofrecerle a la ciudad.
El Cementerio Central fue concebido para estar extramuros, como todos los que se empezaron a construir en Europa a finales del siglo XVIII, cuando las ideas de la Ilustración hicieron primar los criterios de higiene y salud pública sobre la costumbre católica de enterrar a los muertos bajo las iglesias y conventos. En el caso de la capital del Virreinato de Nueva Granada, lograr el cambio costó esfuerzo. Tuvieron que pasar 45 años para vencer la tozudez santafereña. La orden contenida en una cédula real de Carlos III en 1781 se concretó cuando ya había un gobierno independiente y además, requirió otra prohibición perentoria establecida en un decreto de Simón Bolívar. En el camino, perdido el primer esfuerzo: el cementerio La Pepita, ubicado en la salida a Fontibón, al que solo fueron a parar los pobres o los indigentes. En 1836 entró en funcionamiento el Cementerio Central. Cuatro años después, el entierro del presidente de la época, Francisco de Paula Santander, ayudó también a sepultar las viejas creencias. El emplazamiento, en la salida a Engativá, marcaba los límites de Santafé de Bogotá. Su destino era estar en las afueras, pero la ciudad lo engulló. Entonces se produjo una negación urbana, como la denomina el arquitecto e investigador Luis Carlos Colón en La ciudad y los muertos: Cementerios de América Latina. Todas las obras en el entorno tendieron a negar su presencia: el aislamiento con el barrio Santa Fe y los trazados de dos grandes vías que lo dividieron o lo recortaron. No fue un asunto de mala fe. Fue resultado de una visión colectiva que ha ido cambiando en las últimas décadas de la mano de un grupo de arquitectos, antropólogos, historiadores y sociólogos en toda la región. Catalina Velásquez, fundadora de la Red Iberoamericana de valoración y gestión de cementerios patrimoniales reconoce que en la mayoría el diagnóstico es abandono. Y lo atribuye a nuestro pasado de violencia: “Es el último lugar al que queremos ir porque nos ha dolido mucho la muerte”.
FOTO: MAURICIO URIBE
Bogotá también ha vivido un proceso para redescubrir el Cementerio Central, declarado Monumento Nacional en 1984. Las razones son infinitas. En el área central, conocida como La Elipse, hay un pasillo con los mausoleos de cerca de 15 presidentes de Colombia. Y con ellos, centenares de tumbas de industriales, artistas y poetas, decoradas con obras arquitectónicas y escultóricas cuyos detalles y emplazamiento son un reflejo de los códigos de la ciudad de los vivos. También reposan ahí las víctimas de algunos de los asesinatos más impactantes de nuestra historia reciente: Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro y Jaime Pardo Leal. Y en otros sectores, los muertos sin identificar del Bogotazo. En los callejones gente que ora, que les habla al oído a las figuras o deja escritos con peticiones. Junto a las lápidas, restos de piezas asociadas con rituales de ultratumba. Un singular retrato del país de hoy y el del pasado, cuya riqueza es imposible de cuantificar.
“Para la actual administración, ese lugar es una prioridad”, afirma Mauricio Uribe, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. “Vamos a invertir en él porque se lo merece, porque lo que se pueda recuperar le va a servir al sector, al centro de Bogotá y a la memoria de la ciudad”. Hace poco concluyó la recuperación del muro de cerramiento. Además, la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp), el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) y el Ministerio de Cultura planean invertir unos 1.200 millones de pesos en restaurar tumbas y realizar obras para mejorar el espacio público. También aspiran a renovar los recorridos guiados diurnos y restablecer los nocturnos. “El Cementerio Central puede convertirse en un museo de puertas abiertas, en un parque de esculturas por el cual resulte agradable, interesante y seguro pasear”, sostiene Uribe. El propósito incluye la reconexión con el barrio Santa Fe y la transformación del área aledaña de oficios (marmolerías y floristerías). La proximidad con el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, situado en terrenos que formaban parte del Cementerio Central, es una razón de más para considerarla un área ligada a la memoria de una larga guerra en tránsito a convertirse en historia. El acuerdo de paz alcanzado con las Farc y el proceso de reconciliación que se inicia ratifican que ha llegado la hora de dialogar con nuestros difuntos, de reivindicarlos y de convertir el perdón en el punto de partida de una relación distinta con la muerte.
El Cementerio Central fue declarado Monumento Nacional en 1984.
“El Cementerio Central puede convertirse en un museo de puertas abiertas, en un parque de esculturas”.
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Carlos Granés Ensayista.
La icónica pastelería del centro de Bogotá envuelve historias familiares, de recetas y de inmigrantes europeos. Estos fragmentos hacen parte de una crónica de ‘El impúdico brebaje’, libro sobre cafés bogotanos, publicado por el IDPC.
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ebe ser algo de familia. Diez años antes de que mi abuelo paterno llegara a Colombia a trabajar como panadero y a montar su propio café, mi abuelo materno, Rafael Maya, se reunía con sus amigos poetas, Los Nuevos, en el Windsor de la 13 con Séptima a hacer lo que hacían los poetas en los cafés: ponerse al día en noticias y lecturas, promover nuevas ideas y conspirar contra las sensibilidades rivales. (...) Desde el Windsor a La Luna Lela, mi familia ha estado vinculada a los cafés bogotanos, pero si hoy escribo esta crónica es porque mi abuelo paterno, José Granés Mont, fundó una de las pastelerías más longevas y legendarias de Bogotá: La Florida. En esta historia hay tantos datos como suposiciones y tantos hechos como mitos. (...) Entre las cosas que sé a ciencia cierta, por ejemplo, está la fecha en que mi abuelo vislumbró por primera vez la posibilidad de viajar a Colombia. El 10 de septiembre de 1932, José Granés Mont recibió un radiograma de algún representante de La Palma S.A., un negocio de Cali, muy probablemente una panadería, con el siguiente comunicado: “Aceptamos pagar sueldo setenta pesos casa comida nuestra cuenta contrato año mínimo avisada trasatlántica despache pasaje
Mi familia ha estado vinculada a los cafés bogotanos, pero si hoy escribo esta crónica es porque mi abuelo paterno, José Granés Mont, fundó una de las pastelerías más longevas y legendarias.
Historias del centro
El salón original de La Florida. (Archivo de la familia Granés).
salida veinte setiembre”. Traducido al castellano de los puntos y las comas, la notificación daba a entender que la solicitud de empleo de mi abuelo había sido aceptada, y que La Palma, además de ofrecerle salario, comida y alojamiento, le compraría un pasaje en un vapor que le permitiría emigrar de Cataluña para instalarse en el trópico colombiano. (...) El 15 junio de 1936 se casó con Teresa Sellarés, hija de José Sellarés Pujal, dueño de los almacenes El Barato y futuro vicecónsul –sería nombrado en 1937– de España en Cali. Un mes y dos días después estalló la Guerra Civil Española, el conflicto que desgarraría a Europa y radicalizaría las posturas ideológicas de los occidentales. Mi abuelo, que seguramente era catalanista, debió endurecer su postura al unirse a los Sellarés, una familia decididamente republicana y antifranquista. (...) Gracias a ellos logró mudarse a Bogotá ese mismo año y abrir un local propio. Al principio, me cuenta mi tía Rosa 19
Justo en el centro
Propietario y empleados de La Florida limpian los daños después del Bogotazo. (Foto: Sady González / Biblioteca Luis Ángel Arango).
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María, tuvo un socio. Aunque al poco tiempo le vendió a mi abuelo su parte de La Florida, su ayuda debió ser necesaria para que él, recién casado y muy consciente de que a una Cataluña asediada por las tropas nacionales no podía volver, alquilara en 1936 el primer piso de una enorme casa en la carrera Séptima con calle 20 y allí abriera La Florida. Inicialmente no era una panadería ni una cafetería, como lo es actualmente, sino un salón de té con ínfulas anglosajonas, donde la sociedad bogotana de los treinta, agrupada en las pocas cuadras del centro, iba a comer kroks, biscuits, ambrosías, rotativas y otras refinadas galletas cuyas recetas encontré –esta vez escritas
en catalán e impecable caligrafía– en otro de los libros de mi abuelo. La leyenda dice que por allí pasaron muchos políticos y personalidades de las letras nacionales. Pero las imágenes que siguen arraigadas en la memoria de mi familia no son las de Gaitán o León de Greiff, sino las de exiliados de la guerra civil española. En las paredes de la casa de mi tía Rosa María cuelgan varios cuadros de Joan Margenat, uno de los catalanes que frecuentaba La Florida, y en su mente aún asoma la imagen de un tal Campusano, oftalmólogo, uno de los dos oficios que hacen justicia al estereotipo del catalán trashumante (el otro es el de librero, por supuesto). (...) Debió haber sido a comienzos de 1947, cuando mi papá y mis tías ya habían nacido, que mi abuelo alquiló el segundo piso de la gran casona de la Séptima con 20 para instalarse con su familia justo encima de La Florida. (...) En los relatos que se contaban en mi familia, Eduardo Martínez siempre figuraba como el primer empleado que tuvo mi abuelo. No sé si lo fue. Lo que sí sé, porque me lo contó su hija Elsa, es que Eduardo llegó a La Florida con 16 años, buscando, más que trabajo, un lugar donde vivir. Si Eduardo Martínez nació en 1925, a La Florida debió llegar a finales de 1940, seguramente de la misma forma en que mi abuelo había llegado a Colombia: con una mano adelante y otra atrás. Quizás porque los inmigrantes suelen reconocer en los otros el empeño y las ganas de superación que los lanzó a ellos a la aventura, mi abuelo le abrió las puertas de La Florida. (...) Empezó como limpiador de latas, el oficio más humilde en el gremio de la panadería, y 32 años después era el dueño de La Florida. Antes, sin
El elegante salón de té perdió el aura británica y se convirtió en una panadería popular. Los pequeños y sofisticados ‘biscuits’ fueron reemplazados por panes y pasteles grandes.
Historias del centro
José Granés Mont (de pie en el centro) como anfitrión en una reunión de amigos. (Archivo de la familia Granés).
embargo, muchas cosas tendrían que pasar. Una de las más significativas fue sobrevivir al 9 abril de 1948. Como las marcas geológicas que permiten identificar cambios climáticos o el paso de glaciares prehistóricos, los establecimientos que resistieron al Bogotazo son un barómetro para medir el cambio que sufrió la atmósfera de la 1 ciudad con las revueltas y saqueos. (...) Desde el segundo piso de la casa, mis abuelos vieron u oyeron cómo un grupo de vándalos entraba a la fuerza en la pastelería y se llevaba todo lo que estaba a su alcance. Alguno de ellos quiso prenderle fuego a la casa, y de no ser porque otro rompió un tubo del agua tratando de robarse un lavamanos, La Florida habría sufrido la suerte de tantos otros cafés que se consumieron en el Bogotazo. (...) El asesinato de Gaitán transformó al país y a la ciudad, y también, como no podía ser de otra forma, a La Florida. Al igual que el centro de Bogotá, el elegante salón de té perdió el aura británica y se convirtió en una panadería popular. Los pequeños y sofisticados biscuits fueron reemplazados por panes y pasteles grandes, y entre los nuevos productos los de mayor éxito fueron los ‘negros’, bizcochos que se hacían reciclando panes y tortas, muy baratos y efectivos para calmar el hambre de una ciudad en ruinas. (...) Mi abuelo murió de un infarto el 22 de noviembre de 1967, mientras su esposa Teresa, que en teoría era quien se iba a morir, luchaba contra un temible cáncer. (...) La Florida no se vendió a quien podía pagar lo que costaba, sino a quien la había trabajado
desde adolescente y la merecía. En 1972, los muebles de la casa, la maquinaria y hasta el fantasma del pariente del señor Muñoz, supongo, pasaron de la familia Granés a la familia Martínez. Por una vez, sin necesidad de tiros ni soflamas ridículas, los productores se convertían en dueños de los medios de producción. De ahí en adelante es poco lo que puedo contar. Eduardo Martínez y sus hijos siguieron al frente de La Florida, dedicándole el mismo afecto y devoción que le había ofrendado mi abuelo. En 2002, dos días antes de que se inaugurara la nueva sede de La Florida, Eduardo Martínez falleció. (...) Ahora ya no vivo en Colombia y La Florida solo es un fabuloso tema de conversación con mi tía Rosa María. Su hijo y yo hicimos el camino inverso de nuestro abuelo. Mi primo vive en Premià de Mar, a pocos kilómetros de Lloret de Mar, y yo en el madrileño barrio de Ópera, a media cuadra de un local que, ironías de la vida, se llama El Anticafé. Vicio de familia, ya lo dije. De los Maya, de los Granés, de los Martínez. 21
Justo en el centro
El corazón de una ciudad imposible En el centro de Bogotá se reúne toda Colombia, y por sus calles de colores revueltos y rincones tranquilos se encuentra la gente que hace de la capital una ciudad única.
Antonio Morales Riveira Escritor y periodista.
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e han dicho que la mejor manera de hablar de alguien querido es dejar enormes manchas de ingenuidad. Y eso soy yo, un ingenuo en el centro de Bogotá. Alguien que nació y vivió en esta especie de radio transistor patas arriba encaramado en
FOTO: JORGE SERRATO
Historias del centro un escaparate, pero que hoy es como tantos otros que viven bajo los designios de los amores a primera vista. Un cierto espíritu preciso e indescifrable, una magia desatada en las últimas décadas y ligada a importantes cambios urbanísticos y de cultura ciudadana, sumados a la vieja ciudad con sus entrañas de barro y calicanto y sus costumbres y tradiciones, producen un encanto especial. ¿Qué es lo que tiene el centro de Bogotá que seduce? ¿Es acaso la irrepetible luz de sus amaneceres y atardeceres? ¿O el barullo sin fin de sus multitudes coloridas? La identidad del centro proviene de su no identidad, de su diversidad. La ausencia de homogeneidad se traduce en una permanente espontaneidad manifiesta desde lo arquitectónico y el diseño de los espacios públicos hasta lo artístico y cultural. Esa paleta de colores revueltos y en movimiento que son sus calles es única. Como es única Bogotá, una ciudad imposible, encaramada en los Andes pero cuyo corazón habita en el trópico. Tropicalidad que va del gris de sus días de lluvia, cuando reinan los abrigos, los gorros y las bufandas, y pasa por los momentos de primavera cuando no hay clima, cuando la temperatura no existe, para desembocar en temporadas de calor donde las camisetas, los jeans descaderados y los pantalones cortos se apoderan de bulevares y avenidas en una exaltación cromática que suena como la música que permanentemente se escapa hacia las calles. Son precisamente sus habitantes la clave para entender por qué el centro no solo seduce en el silencio de su pasado y el alboroto de su contemporaneidad, sino en una cierta atemporalidad en evolución: destino y origen de una población que se sobrepone a las adversidades, que construye con humor, que se divierte en este lugar acariciado por la naturaleza. El centro es la gente que lo habita y lo transita: amable, festiva, culta y esencialmente divertida; bogotanos raizales e inmigrantes que hacen de la capital una mezcla
de razas que ha producido un mestizaje cultural único y en permanente retroalimentación con las regiones. En el centro está toda Colombia, aquí va y viene un país que se reconoce en su capital. Bacana Tabogo, estirada como una salamandra, joven y vieja, ella misma o a veces otra, americana o andaluza. Llego al Eje Ambiental, ese nuevo camino que le da espacio al centro. Regreso a la esquina encantadora del Chorro de Quevedo, miro los techos de teja española, o los cerros que completan la composición pictórica que es La Candelaria. Allí está la Plaza de Bolívar, gran escena y palco a la vez. Todo está intacto, hasta el horrible palacio de los jueces. Siento a Santa Fe, donde se han unido la fuerza del jaguar de los antepasados con la energía de la fuente de la alquimia de Hermes Trismegisto. Cruzo la Jiménez y alcanzo a presentirla, ombligo, hilo conductor de la nacionalidad. El centro parece un juego de parqués, un ludus vecum o juego eterno. Allí Bogotá goza, trabaja, gira en las espirales urbanas, se instala en los parques, transita los ritmos urbanos, y sobre todo evoluciona, se transforma, se hace moderna. Gente contemporánea, urbana pero de herencias campesinas, se adapta, investiga nuevas formas, nuevas estéticas. Espontáneamente se mezcla, en un incesante quebrar de fronteras de clase, de raza, de convicciones. En las últimas décadas el tono oscuro del vestir ha dado paso a un universo de colores. La influencia del hippismo y de las culturas indígenas hizo que los jóvenes asumieran un modo de vestir ‘tradicional’ pero ‘lanzado’, posmoderno, alternativo. Mochilas y gorros, bufandas serpentinas, mantas o bombachos se mezclan en una estética divertida, irreverente y a veces irónica o cínica. Esta es una ciudad de jóvenes que tuercen la ‘tendencia’ con un toque andino o tropical. Faldas ceñidas mezcladas con suéteres de lana virgen, pantalones hip hop con ponchos del sur, sudaderas neoyorquinas cruzadas por mochilas koguis… Basta con ir a Las Aguas para apreciar esa mixtura delirante: jóvenes urbanos con tocados campesinos, jóvenes campesinos con los audífonos colgados de las orejas. Última moda espontánea hecha por cada uno y cada cual, para no parecerse pero para ser todos del centro, hecho de masa joven, en formación, donde el aburrimiento hace rato fue exiliado. Centro de Bogotá, construido sobre el musgo y bajo los borracheros, metrópoli tan poco pedante que es incapaz de asumir el sentido de su propia dimensión. Ciudad que tolera toda la picaresca urbana. Temerosa de sí misma, fortín de diletantes y enfermos de la erudición y la retórica. Bogotá, viejo recurso de calles, plazas. Ciudad iconoclasta, ciudad mercado y cruce de caminos, burgo que no deja de mirar hacia la risa.
Allí Bogotá goza, trabaja, gira en las espirales urbanas, se instala en los parques, transita los ritmos urbanos, y evoluciona.
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FOTO: CORTESÍA FELIPE ALJURE
Justo en el centro
Trío memorable El que fuma es Róbinson Díaz, el que saca la lengua, Álvaro Rodríguez; junto a él, Jennifer Steffens.
El millonario (o el pobre pobre millonario) Tal vez la película que mejor capta la esencia del centro bogotano es ‘La gente de La Universal’, una historia cargada de humor negro. Recordamos el rodaje con su director, Felipe Aljure.
L
a lista de películas que suceden total o parcialmente en el centro de Bogotá es larga y va desde El taxista millonario (1979) hasta Detective Marañón (2015), pasando por Confesión a Laura (1990), La estrategia del caracol (1993), La sangre y la lluvia (2009) y La sociedad del semáforo (2010). Pero quizá la más 'centruna' de todas, la que mejor 24
Manuel Kalmanovitz G. Crítico de cine de SEMANA.
captura el caos y la sordidez y la vitalidad de ese corazón de Bogotá, es La gente de La Universal (1994), que sigue con un sentido del humor negrísimo las actividades de una minúscula agencia de detectives. “Es una película del centro, pero no de La Candelaria –cuenta su director, el bogotano Felipe Aljure–.
Historias del centro Es un retrato del hombre urbano, de un mundo donde los pájaros tosen, que el cine colombiano, que tendía a ser tan rural, no había explorado mucho. Es una película de la vida vertical, de la vida en edificios, donde le gente está rodeada de otra gente de la que no tiene ni idea”. El rodaje fue una experiencia intensa de centro, con locaciones en la carrera Séptima y la 13, en el antiguo Teatro Lido (en ese entonces ya una corporación financiera) y en el icónico edificio de El Espectador en la Avenida Jiménez. El límite norte de su universo era el Museo Nacional y las torres elegantes y enchapadas en piedra amarilla del Centro Internacional. Buena parte del equipo había crecido o trabajado o vivido en el centro, como el coguionista y coproductor Memo Calle o Adelaida Nieto o el camarógrafo Carlos Sánchez o los actores Róbinson Díaz y Álvaro Rodríguez, que se habían formado profesionalmente en los teatros del barrio. Mientras subían y bajaban por esa zona, encontraron personajes que terminaron abriéndose campo dentro de la película, como si el centro mismo, además de haber alimentado al equipo, les ofreciera refuerzos para su retrato. “El centro tiene su propia psicología, personajes que existen sujetos a unos códigos de allá”, señala Aljure. Uno de esos hallazgos fue el indigente que canta junto a su perrita pidiendo plata para un pan en una escena memorable. “Vallejo, decía llamarse –cuenta–. Era un pobre vergonzante. No decía ‘soy pobre y estoy jodido’ sino que contaba que era un millonario que, como reto personal, había decidido habitar la calle durante uno o dos o no me acuerdo cuántos años, y que solo estaba esperando a terminar la prueba para retomar su antigua vida”.
Un clásico Este es el cartel promocional del filme, que tuvo su polémico estreno nacional el 25 de febrero de 1995.
Una de las iniciativas audiovisuales que se toma varios escenarios del centro de Bogotá es el festival de cortometrajes Bogoshorts, que este año se realizará del 5 al 12 de diciembre. El evento, que congrega a
La figura de Vallejo es la metáfora perfecta del centro mismo: un millonario pobre o un pobre millonario que no recuerda bien cuál de los dos es en realidad pero que, con encanto y descaro y destiemple, ha logrado acomodarse a una contradicción que destruiría a cualquiera. El problema con los millonarios pobres (y los pobres millonarios) es que la gente no sabe bien cómo reaccionar. ¿Deben tenerles respeto? ¿Asco? ¿Pesar? ¿Es una condición contagiosa? ¿Les pasó porque se lo merecían? En fin, un desconcierto similar generó la misma Gente de La Universal, que encontró toda clase de tropiezos –aunque compensados por otro buen número de golpes de suerte– por mostrar un mundo que se balanceaba tan despreocupadamente entre la sordidez y la alegría. Por ejemplo, Aljure cuenta que un funcionario estatal llevó la película a un festival de cine y se negó a entregarla a los programadores. “¿Cómo voy a mostrar eso? Eso es pornografía”, le dijo. Luego está la historia de una empleada de una programadora de televisión que pidió que no la apoyaran por ir en contra de los valores de la familia. Cuando finalmente se estrenó –con apoyo de la programadora con valores de familia– comenzaron a surgir noticias diversas. En El Embajador, que era el teatro emblemático de Bogotá y el perfecto para la película por estar en medio de su universo, llegaba Vallejo a cantar a la salida, dándoles un toque del más genuino y emprendedor 3D a los espectadores que salían de la función. “Era la gente de ahí viéndose ahí”, dice Aljure. Pero también hubo reacciones no tan positivas. La hermana mayor de Aljure le dijo: “Parece que lo hubieran criado en otra parte, no hay ni una matica, ni un piano en esa película”. Y las hermanas de Calle, a la salida del estreno en el Andino, le dijeron simplemente: “Tienes razón, así son ellos” y ese “ellos” le quedó resonando a Calle (“lo contó hasta su muerte”, dice Aljure) como una demostración de la gran polarización en la que vive la ciudad y que se ve reflejada en el destino de aquel millonario pobre que no tiene más remedio que sobreponerse al olvido de sus amigos ricos con una canción destemplada y con lo que cualquier alma caritativa le quiera dar para comprarle un pan a su perrita.
No pocos problemas tuvo que enfrentar ‘La gente de La Universal’ para llegar a las pantallas. Algunos la tildaban de película porno.
decenas de jóvenes realizadores, se lleva a cabo en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, en la Media Torta y la Biblioteca Nacional, entre otros escenarios. El centro, sin duda, es el templo de los cortos. 25
Justo en el centro
Cualquier día de estos Durante los días grises, en Bogotá, el ambiente y la gente se funden en un carácter único que ha creado una suerte de estampa de la ciudad.
A
veces la neblina desciende desde Monserrate, va mojando los árboles de los cerros, las acacias, los pinos, los urapanes, y llega hasta la estación del funicular, hasta la Quinta de Bolívar, hasta el altozano de la iglesia de Egipto. El cielo sobre el centro de Bogotá ha empezado a cargarse de unas nubes que parecen bolas de tela sucia, moviéndose tardas en el aire oscuro de la tarde. Va a llover. Todos miramos hacia allá, vamos de prisa camino de las notarías, de las oficinas públicas, de los despachos de los abogados, de las cafeterías con los vidrios empañados. Y miramos de soslayo, con rabia, hacia el cielo que ha empezado a angustiarnos. Ya corre el agua enlodada por la Avenida Jiménez, hacia San Victorino, hacia La Hortúa, hasta Paloquemao quizá. Corre tanta agua, baja tanta agua en un segundo que pronto llegará hasta Puente Aranda y lo que fueron los potreros de la hacienda El Campín. En la plaza llueve sobre la catedral, sobre las losas amarillentas, sobre el antepatio del palacio arzobispal donde los jazmines y los mirtos guardaron a los copetones al mediodía. Si lloviera 26
Gonzalo Mallarino Flórez. Escritor.
así hace 100 años, llovería sobre las Galerías Acuña, sobre la Casa del Estudiante, sobre el tranvía atestado de pasajeros, sobre las ovejas y las vacas que pastaban a las afueras de Bogotá. Hace 100 años que todos estamos mudos bajo los aleros, los zapatos mojados y la ropa nos huele a humedad, a sudor. Estamos esperando a que escampe, a que amaine la lluvia un poco. Los patios de las casas olvidadas de La Candelaria están inundados y las goteras caen desde los cielorrasos manchados. Caen también desde los techos artesonados en las casas de los ricos señores, y en las salas solemnes de los obispos y los diáconos. En el templo de San Agustín una hostia es sostenida con temblor por un sacerdote, a punto de ponerla en la boca de una vieja rezandera. Hay cabezas oscuras, enmarañadas, que oscilan en los confesionarios. No va a escampar. Ahora truena en el cerro de Guadalupe y monte abajo, por las colinas de yedra y frailejones. Truena contra el lienzo oscuro del cielo y hemos empezado a ver los primeros relámpagos que durarán muchas horas, el zigzagueo de la corriente que quema las manos del aire y las hojas de los eucaliptos. No va a escampar. Hace 100 o más años llueve así en el centro. No es culpa de nadie. No es culpa del calentamiento global. Hay tardes que son así. Los bogotanos somos así algunas tardes. Han venido de Cali y de Medellín y de la costa del Caribe, han traído el sol y los hombros tostados de las muchachas. Pero nosotros no, no hay posibilidad, hay tardes en que nos sentimos así. Hace mil años. En el centro.
Si lloviera así hace 100 años, llovería sobre las Galerías Acuña, sobre la Casa del Estudiante, sobre el tranvía atestado de pasajeros, sobre las ovejas y las vacas que pastaban a las afueras de Bogotá.
FOTO: ERICK MORALES
Capítulo
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FOTO: ARCHIVO DE LA FUNDACIÓN ROGELIO SALMONA/GABRIEL OSSA
Justo en el centro
Centro Cultural Gabriel García Márquez. 28
NingĂşn arquitecto se relaciona con el paisaje urbano de BogotĂĄ como Rogelio Salmona: sus obras son visibles por toda la ciudad y armonizan perfectamente con el entorno. El resultado es una urbe que lleva su firma. Tatiana Urrea UyabĂĄn
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Arquitecta. Profesora de la Universidad Nacional de Colombia.
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l centro de Bogotá hoy abarca gran parte del corazón de la planicie de la Sabana. Extenso y caótico, tiene límites imprecisos para el caminante recién llegado, para el visitante desconocedor de sus rutas e incluso para el ciudadano habitual. Dos calles –como el cardus y el decumanos– enhebran parte de una ruta cuyas estaciones se ordenan por capítulos: la carrera Séptima y la calle 26. La primera, trazada desde el núcleo fundacional, de sur a norte –paralela a los cerros orientales–, y la segunda, en el sentido de las múltiples quebradas y escorrentías. Cada edificio y esquina sobre estos dos ejes contiene instantes definitivos en la historia de la ciudad. La ciudad antigua Algunas obras del arquitecto Rogelio Salmona (París, 1929 - Bogotá, 2007), forman parte de este repertorio que construye tres lugares angulares. El primero, en el núcleo antiguo, en los barrios Santa Bárbara y La Candelaria, donde, sobre la carrera sexta, está el conjunto de viviendas Nueva Santafé, su centro cultural y el Archivo General de la Nación, y unas calles al norte, el Centro Cultural Gabriel García Márquez y el Eje Ambiental de la Avenida Jiménez. El Archivo General (carrera sexta con calle sexta) recibe al visitante en un patio central circular que actúa como un tímpano que recoge el entorno, revelando y haciendo homenaje a los cerros de Monserrate y de Guadalupe; es el “aljibe del cielo”, en palabras de Salmona, que reverbera al paso del caminante anunciándole el misterio del contexto y su riqueza cultural. En La Candelaria se alza el Centro Cultural Gabriel García Márquez (carrera sexta con calle 11), dispuesto también alrededor de un espacio circular y abierto, como reinterpretación del arquitecto del patio de la casa colonial, que trae a la memoria las pilas bogotanas y recuerda 30
a la Alhambra, en Granada, desde el altiplano. Desde sus terrazas se ven los cerros, las cubiertas y las cúpulas de la catedral, y a lo lejos las de las iglesias de Belén, Egipto y Las Cruces. La Avenida Jiménez se descuelga desde las montañas. Allí, el arquitecto quiso renaturalizar la geografía de Bogotá con el proyecto del Eje Ambiental. El río San Francisco surtió el acueducto, sirvió a fábricas y molinos y sobre él se construyeron los rascacielos que anunciaban los primeros aires de modernidad. Canalizado y cubierto, su recuerdo se rescata a través de caminos de agua, palmas de cera y árboles de pimiento que descubren sus antiguos meandros y dignifican la escena urbana dando espacio al peatón. Espacios para el público El segundo enclave nos lleva al Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo, en la calle 24 con carrera sexta). Esta casa de artistas colombianos y extranjeros es una caja modesta de ladrillo cuyo interior concede la mejor exposición permanente de su colección de arte y cuyas ventanas enmarcan desde diferentes encuadres los paisajes bogotanos: el cañón de los cerros, las Torres del Parque, el Centro Internacional y el Parque de la Independencia, al otro costado de la calle 26. Este parque retiene a su alrededor edificios emblemáticos como la Plaza de Toros de Santa María, el Planetario Distrital y la Biblioteca Nacional. Fue rediseñado por Salmona en la década de los sesenta y ha sido el vergel mestizo desde 1910. Sus senderos oscilantes obedecen a la lógica del andar entre eucaliptos, pinos y palmas de cera. Las hortensias y los jazmines florecidos se asoman entre materas redondeadas, como en las casas de Teusaquillo. Antes que arquitecto, Salmona fue jardinero, y en este espacio verde se propuso zurcir la ciudad y su historia, cercenada por la calle 26. El camino nos conduce hasta la Calle de las Escalinatas, una elaborada costura barroca compuesta para sumar la arquitectura al paisaje, es decir, las
Torres del Parque (en la carrera quinta con calle 26) al Parque de la Independencia. El conjunto comprende tres moles en ladrillo ubicadas sobre una planta urbana de propiedad privada abierta hacia la ciudad y hábilmente sometida por las curvas del terreno a través de caminos que se bifurcan, de escaleras que devienen en plazas y patios con sietecueros y epidendros. Cada rincón es un lugar de encuentro, de contemplación, un escenario para la vida cotidiana. El aterrazamiento y la multiplicación de esquinas tan difícil de estas formas arquitectónicas tiene varias particularidades: hacerlas transparentes para descubrir las montañas que las enmarcan. La sede para la Sociedad Colombiana de Arquitectos (carrera sexta con
Historias del centro
Las Torres del Parque son una insignia del legado de Salmona en el centro de Bogotá.
la duda como su gran compañera de trabajo, pues decisiones que parecen cuestionables, como la proporción entre ladrillo y vidrio o un primer piso cerrado hacia la calle, nos hacen presentir un interior compartimentado y oscuro, pero en términos de lo urbano crea un último mojón septentrional de ese lugar donde el arquitecto pretendió integrar su ideal de ciudad. Lejos del centro La calle 26 se desprende de los cerros abriéndose paso entre fragmentos singulares de la ciudad para llevarnos al tercer enclave, hacia la Universidad Nacional de Colombia y, solo un poco más hacia el oeste, al Parque Metropolitano Simón Bolívar. El edificio de Posgrados de Ciencias Humanas contradice el apelativo de la Ciudad Blanca con que se conoce a la universidad. Su ladrillo a la vista, su patio rectangular, su rampa tangencial, su escalera acaracolada y las terrazas recorribles, entre otras características, forman parte del repertorio de tipologías y materiales privilegiados por Salmona para componer equipamientos. Allí se congrega toda su arquitectura y se hace un homenaje a la historia universal de las formas y los maestros que lo inspiraron. En la Biblioteca Virgilio Barco Vargas (carrera 60 con calle 63), la selección anterior se amplifica en escala para responder al tamaño, la complejidad y diversidad de la ciudad. Allí se siente la grandilocuencia de la arquitectura desde la relación que establece con el Parque Simón Bolívar y con la presencia imponente de los cerros, que debido al hundimiento de las formas en el terreno se nos presentan sobre la línea de nuestro propio horizonte. Otra vez el tiempo redondo de las formas, reiteradamente el ladrillo y el espacio público que asciende hasta las cubiertas exacerbando el paisaje y la inmensa sabana. La arquitectura de Salmona es imprescindible para el centro de Bogotá, pues contiene un poderoso impulso ético y poético que se expresa en la voluntad por hacer las cosas bien. Esto implicó para él en su momento conocer profundamente el lugar y su historia, así como querer a la comunidad a la cual serviría. Su idea, que a través del tiempo se encarnó en arquitectura, fue construir formas contundentes que tomaran posesión del espacio circundante transformándolo y no cambiándolo. Es posible que al recorrer estos proyectos, recordemos de dónde somos y recompongamos nuestra relación con el lugar, y así, cuando estemos lejos, extrañemos las nubes bogotanas, las sombras de Monserrate y Guadalupe o el color del ladrillo que ilumina la ciudad gris al atardecer. Sobre la arquitectura de Salmona y el centro de Bogotá lo fundamental es que todos, adeptos u opositores, terminamos hablando… Y recorriéndolos.
La arquitectura de Salmona es imprescindible para el centro de Bogotá, pues contiene un poderoso impulso ético y poético. calle 26-B), es un volumen esbelto de ladrillo color arena que completa la congregación entre geografía, historia y arquitectura. Su forma fue concebida casi a la par con las Torres del Parque, y al igual que estas gira en torno a la plaza de toros. La dificultad del desarrollo de sus primeros pisos, enterrados y descendiendo hacia la carrera Séptima en una pendiente pronunciada, se resuelve con ingenio a través de pequeños espacios de diversas alturas e iluminados cenitalmente. El edificio de vivienda y oficinas El Museo (calle 29 con carrera sexta), en el costado norte del Museo Nacional, ocupa una esquina redondeada que conforma una plaza. Tal vez una de sus labores consiste en humanizar el trabajo del arquitecto y justificar
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El centro de las obras de Salmona es un encanto, pero el centro tiene sus espantos, aquí están en la
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Justo en el centro
Periodista especiales regionales de revista SEMANA.
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rabada en piedra, la nomenclatura de las calles de La Candelaria se conserva hasta hoy como un recuerdo de tiempos coloniales. Tal y como en el resto de la ciudad, aquí han aparecido avisos comerciales, señales de tránsito y grafitis sobre varios muros, con letras y números que hacen de ellos un soporte para todo tipo de mensajes. Sin embargo, las placas en las que se leen los nombres de calles como La Fatiga o El Pecado Mortal (por mencionar algunos ejemplos) se han consolidado como un símbolo de La Candelaria. Prueba de esto es que cuando los tipógrafos Carlos Fabián Camargo y Manuel Corradine diseñaron una fuente tipográfica y le dieron el nombre de este histórico sector, su inspiración provino del estilo de las letras de estas placas. Hicieron la fuente en 2008, tras un proceso de creación que tardó tres meses. Aunque la familia de letras fue puesta a la venta en el portal MyFonts, Corradine decidió retirarla del mercado y ahora tan solo es un recuerdo para ambos. “A veces uno prefiere tener en su portafolio cosas más útiles y sensatas”, dice. Cuando se les pregunta por la motivación que impulsó este proyecto, ambos abordan esta fuente como el resultado de una necesidad puntual: “Fue la excusa para que él (Corradine) me enseñara a hacer programación Open Type, una tecnología que se implementa en las fuentes tipográficas”, explica Camargo. Pero en realidad Candelaria, la fuente, es mucho más que un ejercicio técnico.
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Los expertos Carlos Fabián Camargo y crear una familia de fuentes tipográficas las placas de piedra que identifican las
Manuel Corradine Diseñador tipográfico en Corradine Fonts.
Cuestión de estilo Los detalles de cada carácter no son obra del azar. Varios provienen de las fotografías de algunas placas y otros corresponden a la interpretación personal de ambos tipógrafos. Incluso, un examen a fondo permite encontrar en esta fuente y en su inspiración rupestre una relación bastante estrecha con las calles a las que remiten. Una de las principales características de este tipo de letras es el contraste, bien sea entre trazos delgados y gruesos o entre líneas rectas y curvas, particularidades que Corradine compara con la estructura urbana de la localidad: “Ver esos ritmos es lo que lo induce a uno
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Manuel Corradine se unieron para inspirada en los caracteres tallados en calles del centro histórico de Bogotá.
Carlos Camargo Diseñador tipográfico en Andinistas Fonts.
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dentro de ese mundo que es La Candelaria, de diferentes estilos y colores en las casas, todo tan disímil como las mismas letras”. Corradine se refiere a las rupturas en la linealidad de estas letras, que a pesar de contar con remates o serifas que les otorgan un estilo clásico, presentan un ritmo cambiante, “acorde a como se fue construyendo toda la localidad, y la ciudad en sí: de forma desordenada, no necesariamente con un orden lógico o estricto; aquí en La Candelaria encontramos la Calle del Embudo, que empieza ancha y se va adelgazando”, explica Corradine. “Y las construcciones también están chuecas, como la letra”, acota Camargo.
Versión libre Corradine y Camargo insisten en que esta tipografía no es consecuencia de un registro metódico. Tampoco es una copia exacta de los caracteres; más bien corresponde a una interpretación espontánea de un trabajo manual, hecha con herramientas digitales. “Es como hacer una versión de Metallica en vallenato”, bromea Camargo, quien en un tono más serio supone que el estilo original vde su fuente de inspiración es similar al logrado con una pluma de punta flexible. A pesar de la insistencia de estos tipógrafos en mencionar que Candelaria es una fuente hecha casi por ocio, la verdad es que cuenta con varias familias, entre las que además de la versión estándar (Candelaria Pro) también están Candelaria Súper Negra Pro –de mayor grosor–, Candelaria Rota Pro –que incorpora quiebres y algo de ruido en el trazo– y Candelaria Rota Súper Negra Pro –una combinación de ambas variantes–. Además, el paquete de fuentes incluye más de 200 ligaduras, conjuntos de dos o incluso tres caracteres que se mezclan en un solo bloque gráfico. Una de las ligaduras más frecuentes es la de la ‘d’ con la ‘e’, que forman la preposición ‘de’, tan frecuente en los nombres de las calles. La fuente se conserva entre los archivos digitales de sus creadores, mientras que las placas de piedra se exhiben a la intemperie, algunas veces cubiertas por tinta de grafiti o en otras ocasiones tan impecables como si hicieran parte de la colección de un museo. En cualquiera de los casos es claro que se trata de la letra de La Candelaria.
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El mejor
cómplice Desde Suiza, donde como profesor invitado en la Universidad de Berna dicta la cátedra Dürrenmatt, el escritor Juan Gabriel Vázquez nos contó sobre el centro de su infancia y el que ha inspirado sus novelas.
Francisco J. Escobar S. Editor general Especiales Regionales de revista SEMANA.
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EMANA: El centro de Bogotá tiene gran relevancia en su obra. ¿Cuáles son los primeros recuerdos que tiene de este? JUAN GABRIEL VÁSQUEZ: Yo comencé a conocer el centro a través de mi papá, que es abogado y llegó a tener una oficina ahí. Con él fui descubriendo varios de los lugares que él consideraba importantes porque, supongo yo, habían tenido un papel relevante en la historia del país. Fue él quien me llevó a ver la placa del lugar donde habían matado a Rafael Uribe Uribe. Yo tendría unos 8 años y a esa edad ya me habían contado de los carpinteros Galarza y Carvajal, que mataron al general a golpes de hachuela. Mi padre fue el primero que me habló de Jorge Eliécer Gaitán y me mostró el lugar donde lo asesinaron. SEMANA: Creció entonces con una imagen bastante trágica del centro de la capital... J.G.V: Me enteré de muchas cosas; también teníamos largas caminatas por el Palacio de San Carlos, la Universidad del Rosario, donde estudiaron mis padres y luego lo haría yo, pero guardo recuerdos más amables, como estar en el Teatro Colón para ver a Marcel Marceau o a Les Luthiers. Mi infancia en el centro fue intensa. SEMANA: Su interés por Gaitán y el Bogotazo son casi que una herencia familiar, ¿no? J.G.V: Gaitán es un personaje que cruza la historia de toda
“Yo quisiera un centro donde fuera posible poner sillas en los andenes y la gente se pudiera tomar un café o una cerveza, donde el que camina fuera el rey”.
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mi familia. La imagen que tengo del 9 de abril se divide en dos. Por un lado la construí con los relatos que me contaron sobre mi tío abuelo, José María Villarreal, quien era el gobernador de Boyacá en ese momento y tuvo una relación directa con lo que pasó en los días posteriores al asesinato de Gaitán, porque él envió tropas a Bogotá para controlar la situación de orden público. Crecí con esas historias, las que solo pude contrastar cuando me puse a investigar para escribir sobre el tema, y ahí terminé de reconstruir la parte que me faltaba. SEMANA: Para mal o para bien, el 9 de abril cambió la historia del centro de Bogotá. J.G.V: Al revisar las fotos menos conocidas sobre esa época, y al ver los videos, que también los hay, nunca he podido evitar la sensación de que perdimos una ciudad fantástica, donde cada dos puertas había un café con gente que estaba allí hablando, discutiendo, peleándose; era una Bogotá con una rica vida de tertulias y conversaciones políticas, literarias y alcohólicas, una Bogotá que, sin haberla conocido, echo de menos. Creo que me gustaría mucho más esa ciudad que la que tenemos ahora. SEMANA: Bueno, pero usted sí que vivió ese centro de cafés y tertulia, porque cuando estudió Derecho en la Universidad del Rosario estaba más en ellos que en las aulas... J.G.V: Tenía 17 años cuando entré a estudiar Derecho y fue la primera vez que, en ese centro, yo sentí que podía ser el dueño de mi ciudad. Yo había crecido media hora hacia
Capítulo el norte y nunca había tenido esa relación de propietario. Ahora la ciudad era mía. Pronto me di cuenta de que el Derecho no era mi verdadero interés, y sí lo era la literatura, lo único que quería hacer era escribir libros y aprender a leerlos. Escapaba de las clases y ya tenía un itinerario establecido, iba al lugar donde mataron a Gaitán, a donde asesinaron a Uribe Uribe, a la calle donde casi matan a Bolívar y al lugar donde José Asunción Silva se quitó la vida. La Casa de Poesía Silva se convirtió en uno de mis escondites favoritos. SEMANA: ¿De qué se escondía? J.G.V: De las clases de derecho administrativo y bienes, por ejemplo. En la Casa de Poesía pasé muchísimo tiempo sentado en los sofás del salón de la HJCK oyendo a través de los audífonos a León de Greiff, a Pablo Neruda, a García Márquez y Mutis. Ese espacio fue parte de mi educación sentimental. SEMANA: ¿Qué más hacía en sus escapadas por el centro? J.G.V: Comencé a entender a mi ciudad y de alguna manera rara empecé a intuir cuáles eran mis obsesiones literarias. Ese centro se convirtió en el lugar donde yo rechazaba el derecho, que se había convertido en mi enemigo. El centro fue mi mejor cómplice, y sus cafés, los billares, las librerías, fueron mis mejores armas para defenderme de la facultad. SEMANA: ¿En qué lugares se refugiaba? J.G.V: El billar que más frecuentaba era El Aventino, en la carrera quinta entre la Avenida Jiménez y la calle 14. La elección de los cafés dependía de qué quería hacer o de con quién quería estar. Si tenía un libro que quería leer tranquilo iba al Pasaje, que era el que más frecuentaba; si quería estar solo iba al Café Rosita. Había otro por el Chorro de Quevedo, Café Color Café. También visitaba el San Moritz, que es el único que forma parte de la Bogotá anterior al 9 de abril. Los cafés también eran lugares de encuentro, de estar con los amigos y tomarnos unas cervezas.
x ea sunt exped quis eaqui nis etur aut estio bersperio ipsunt hil maximus inciistrume molo es que conseribeate aut dolorepudis et rerferr ovidemperi dsfgeynhfndyjk El escritor Juan Gabriel Vásquez, retratado en el centro de Bogotá por Camilo Rozo.
SEMANA: Si fuera el alcalde, o el emperador del centro, si tuviera el poder de cambiarlo, ¿qué haría? J.G.V: Teniendo siempre en cuenta de que hablo de un mundo ideal y que no soy responsable de las consecuencias de lo que digo, a mí me gustaría devolverles la ciudad a los que caminan. A veces pareciera que el centro de Bogotá está construido en contra de los transeúntes, porque esta es una de las pocas zonas de la ciudad que giran en torno a los peatones. Pero lo que hacen los carros en La Candelaria es profundamente antipático. Yo quisiera un centro donde fuera posible poner sillas en los andenes y la gente se pudiera tomar un café o una cerveza, donde el que camina fuera el rey, porque el experimento de peatonalizar la Séptima lejos estuvo de ser perfecto y satisfactorio. Quisiera un centro donde el que camina sea el que manda. Pero, insisto, esto es en mi mundo ideal. 35
Justo en el centro
Las antiguas casas y las viejas calles de La Candelaria, guardan muchas historias. Algunas causan espanto.
Bogotá
fantasmagórica
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Escritor.
ntre solares, casonas, balcones y tapias, un contingente de apariciones sobrevuela las calles de nuestra bogotanísima Candelaria, a la espera de que algunos pocos, alucinados o valientes, emprendan su captura. Cuentan que por una de aquellas callejuelas revolotea uno al que le dicen Cara de Perro, contrahecho y decapitado, con cuerpo de canino, a cuyas anomalías se suma la de haber sido bautizado así sin que nadie jamás haya conseguido verle el rostro. En su honor, aseguran, la calle donde acostumbra aparecer terminó llamada igual que él. Pero no todos están convencidos de su existencia. Entre los escépticos se encuentra el barranquillero Moisés de la Rosa, quien en Calles de Santa Fe de Bogotá sostiene que lo de Cara de Perro se debe, más bien, a una distorsión del nombre original del sector, ‘Cara de Pera’. Espantajos como este son muchos y variados. Está el Pecado Mortal, un cabaLas estatuas de bronce de los fantasmas del centro de Bogotá fueron hechas por el maestro Antonio Olave.
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llero espigado, envuelto en una capa negra, quien vagaba por predios aledaños a la calle 21 entre las carreras primera y tercera aterrorizando a transeúntes impíos con la súplica de “¡Una limosna para salvar a los penitentes que están en pecado mortal!”. Los pecadores reincidentes tenían por hábito dejar monedas dispersas sobre balcones y quicios para que dicho personaje se abstuviera de perturbarlos. El tiempo y la ausencia de fondos fueron restándole vías de financiación al ánima, quien desde hace bastante no ha aparecido, por lo que hoy viene cobrando fuerza la teoría de que era un avivato que disfrazado encontró una estrategia rentable para usufructuar las culpas ajenas. A cinco minutos de ahí, frente al Eje Ambiental, suele o solía intimidar a los niños el Espeluco de Las Aguas. La leyenda narra que una bella joven incurrió en el sacrilegio de afirmar que su pelo superaba en hermosura al de la Virgen María. A consecuencia de su herejía, y según palabras del cronista Bernardo Torrente, las virtudes
FOTO: ERICK MORALES
Andrés Ospina
Historias del centro capilares de las que la adolescente se vanagloriaba quedaron reducidas a una maraña de serpientes. Desde entonces, ya transfigurada y reconocida como el ‘Espeluco’, recorre las manzanas aledañas a la iglesia de Las Aguas. Por momentos el repertorio se torna aún más siniestro. En años del laureanismo las instalaciones del actual conjunto Calle del Sol y antes convento de clarisas sirvieron para interrogatorios y torturas perpetrados por el Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC). Se rumora que tras sus paredes hay religiosas empaladas y que la costumbre de practicar abortos clandestinos contaminó sus energías. Interrogatorios forzosos, torturas, desapariciones y otras infamias hacen parte de los desmanes cometidos en lo que hoy es la lavandería, desde cuyos muros afirman que se cuelan los quejidos de aquellas almas.
Decían que por los predios del Palomar del Príncipe se veía rondar el alma de un infante, que de cuando en cuando salía a alimentar las aves. Decían que por los predios del Palomar del Príncipe se veía rondar el alma de un infante, que salía a alimentar las aves. Su obsesión era impedir que estas se vieran maltratadas, y cualquiera que intentara perturbarlas terminaba ajusticiado por él. Otra aparición vecina es el Fantasma de la Casaca Verde. Narra Ángel Cuervo que una tarde, en la actual calle décima con carrera tercera, percibió un ruido que parecía de alguien sobre la escalera. Al comprobar de quién se trataba, el célebre autor se estrelló con un hombre con peluca, chaqueta verdosa, calzón hasta las rodillas, medias de seda y zapatos de tacón. Cuervo intentó perseguirlo, pero
el señalado se escabulló por un muro de adobe. Años después, la identidad del fantasma fue asociada con la del virrey José Manuel de Ezpeleta, quien habitaba la que hoy es sede de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño. A estos nombres se suman el del fantasma del doctor Russi y el del advenedizo duende Baltasar, supuesta alma de un pequeño, que se complace en atormentar con travesuras a quienes merodean la residencia a su cuidado, en la calle 13 con carrera quinta. Y los de los suicidas Ricardo Rendón y José Asunción Silva, o los del par de gemelas que circundan el patio del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. También el de Juan Sámano, siniestro chapetón que, aunque fallecido en tierras panameñas, sigue cojeando, escupiendo y maldiciendo por la zona. Por estas épocas, tan acostumbrados como estamos a hallar con qué aterrorizarnos sin acudir a otras dimensiones, no deja de ser refrescante reencontrarnos con aquellos emblemas de una ciudad ya borrada, perdidos en la eternidad del silencio y arropados bajo ese manto de enigmas nunca resueltos. De ahí la relevancia de no olvidar a los miembros de esta congregación de espantos que aún residen en alguna parte de esta ciudad, listos a que alguien se anime a invocarlos.
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FOTO:JORGE SERRATO
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Justo en el centro
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5 plazas
por ciento de los accidentes
Calle
de tránsito con víctimas fatales ocurren en el centro, donde más de la mitad de los residentes se mueven a pie.
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Aquí se ubican las sombrererías que aseguran haber vendido sus productos a Carlos Lleras Restrepo, Gonzalo Rodríguez Gacha, Armando Manzanero y al menos una docena de sombreros a Michael Jackson.
400
años cumplió la ciudad cuando recibió la Media Torta como un regalo del gobierno británico, en 1938. Un decreto de 1979, derogado poco tiempo después, obligaba a los artistas internacionales que venían a Colombia a dar allí un concierto gratuito.
TIEMPO DESPUÉS DE LA TOMA DEL PALACIO DE JUSTICIA, EN EL CARTUCHO SE ENCONTRARON MÁS DE 600 KILOS DE DOCUMENTOS, ENTRE LOS CUALES HABÍA PAPELES FIRMADOS POR SANTANDER Y BOLÍVAR.
1.200
PESOS, cuesta un un jean usado en la Plaza España.
Avenida de la República Calle Real Camino de la Sal de los Chibchas Transversal Eduardo Posada Avenida Alberto Lleras Camargo
Hubo un tiempo en que la Puerta Falsa abría las 24 horas para atender al personal de las rotativas de los diarios El Tiempo, El Espectador y La República.
La construcción del Capitolio
tardó exactamente 80 años: comenzó en 1846 y terminó casi un siglo después, en 1926. 40
La Candelaria es la localidad donde los estudiantes repiten más años (8,2 por ciento) y también la de mayor cobertura educativa de la ciudad (249 por ciento).
El cen cifr
40 en
millones
LA CARRERA SÉPTIMA TAMBIÉN SE CONOCIÓ COMO:
de mercado están ubicadas en el centro: La Perseverancia, La Concordia, Rumichaca, Las Nieves, Las Cruces, Paloquemao y Samper Mendoza.
de pesos va a gastar el Distrito en 2017 en la limpieza de grafitis de las paredes del centro.
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noches a la semana la plazas de Paloquemao y el Mercado Samper Mendoza se dedican exclusivamente al comercio de hierbas.
¿Cuántas personas viven en el corazón de Bogotá? ¿Cuál es su cuadra más pequeña? ¿Cuánto cuesta un ‘jean’ en la Plaza España? Una selección de datos curiosos sobre una zona clave de la ciudad.
EN BOGOTÁ VIVE CERCA DE MEDIO MILLÓN DE PALOMAS, LA MAYORÍA DE ELLAS EN LOS MÁRTIRES Y LA CANDELARIA.
Recorrer el centro
LA MITAD DE LOS PREDIOS DEL CENTRO NO TIENE ESTRATO. NINGUNO DE LOS QUE LO TIENE ES 5 O 6.
16 iglesias
Entre capillas, basílicas y la catedral, están en el centro.
tro as El centro cultural Gabriel García Márquez está
construido sobre el predio del antiguo Palacio de Justicia, destruido durante el Bogotazo.
40 %
de los hogares del centro corresponden a familias en las que las mujeres son la cabeza.
La cuadra más angosta de Bogotá mide 20 centímetros: está entre las calles 25 y 26 y entre las carreras novena y décima, frente al antiguo Teatro Olympia.
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La Biblioteca Luis Ángel Arango tiene más de 1 millón y medio de ejemplares y 5.000 usuarios al día.
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de cada diez vendedores ambulantes de Bogotá trabajan en la zona.
50 PESOS VALE EL USO DE LOS LAVADEROS QUE FUNDÓ JORGE ELIÉCER GAITÁN EN 1936 EN EL BARRIO FÁBRICA DE LOZA, QUE NO SE ABASTECEN DEL ACUEDUCTO, SINO DE UNA QUEBRADA CERCANA.
veces más alta es la tasa de hurto a personas con respecto al resto de la ciudad, pero el centro tiene también las más bajas de hurto a motos y carros.
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de los 45 museos de Bogotá se encuentran en el centro.
12 por ciento de los hoteles y el 16 por ciento de las áreas comerciales de Bogotá se concentran aquí.
CUENTA LA LEYENDA QUE AL SEÑOR DE LA AGONÍA, EN LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO, LE CRECE EL PELO TODOS LOS DÍAS.
AUNQUE EL CENTRO RECIBE DIARIAMENTE A CASI 2 MILLONES DE PERSONAS, ENTRE TURISTAS, TRABAJADORES Y COMERCIANTES, SOLO CUENTA CON 259.580 RESIDENTES, DE LOS CUALES EL 10 POR CIENTO VIVE EN LA CANDELARIA.
1
homicidio
ocurre cada tres días en el centro, que tiene una tasa de muertes violentas tres veces más alta que la del resto de la ciudad.
Como ocurre con muchos relojes antiguos, el reloj de la Catedral Primada marca las cuatro con el numeral IIII y no IV. 41
FOTO: JUAN CARLOS SIERRA
Justo en el centro
El alcalde Enrique Peñalosa explica su visión, proyectos y sueños para el centro de la ciudad, y se declara optimista sobre la construcción de una gran sede del conocimiento.
de Bogotá”
Rodrigo Pardo Director editorial de revista SEMANA.
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l despacho de Enrique Peñalosa no es una oficina típica de la burocracia. Por su orden meticuloso, sobre todo, pero también porque maquetas sofisticadas, colores sobre el escritorio –y hasta una vela encendida, junto con tonos apacibles en las alfombras y paredes– componen un escenario plácido y creativo que contrasta con el ruido que alcanza a llegar desde la Plaza de Bolívar: la de la protesta de turno que, según dice el mandatario con evidente desaprobación, “es cosa de todos los días”. Le interrogo sobre sus ideas para el centro de Bogotá y me deja la sensación de que quiere hacer más de lo que permiten los recursos, el mandato de cuatro años y los obstáculos de la situación política. Pero tiene un entusiasmo que contagia, más propio de un soñador que de un gerente. SEMANA: ¿Por qué es importante el centro? ENRIQUE PEÑALOSA: En las ciudades nuevas, como Bogotá, no hay centros como los de las ciudades tradicionales, las europeas, que se hicieron cuando no había transporte. Bogotá tiene muchos centros. Y el deterioro del centro tradicional hizo que mucha gente se fuera, empezando por el gobierno, que se fue para el CAN. Se fueron hasta los bancos. SEMANA: ¿Cuál es su significado, entonces? E.P.: Tiene varias importancias. Una es la simbólica, histórica. A este centro vienen todos los colombianos, aunque sea una vez en su vida. Y la idea es que salgan de aquí orgullosos. Confiados en la capacidad de sus instituciones para enfrentar el momento histórico. Turísticamente es importante como símbolo para todos los colombianos. SEMANA: ¿Algo más? E.P.: Claro. Sigue siendo el sitio por excelencia de la integración. Eso de Bogotá rica en el norte y pobre en el sur es una caricatura. La realidad es que la gente se encuentra en el centro. Y se van a encontrar cada vez más, con el TransMilenio de la décima, la Séptima, la Caracas, el metro. Lo que pasa es que el centro se había vuelto muy peligroso. Era una barrera impasable. Lo que hicimos con el Cartucho en mi pasada administración, y ahora con el Bronx, haber recuperado la Jiménez y San Victorino, permitió que el centro renaciera. SEMANA: ¿Cuál cree usted que es el desafío más importante del centro? E.P.: Pues hay muchos. Pero hay algo que llamamos el ‘urbanismo táctico’: llevar al pianista a la Séptima, o a quienes juegan ajedrez. Recuperar el espacio público puede ser el desafío más importante del centro. Que, por cierto, es cada vez más difícil con las decisiones de la Corte Constitucional, que no permite actuar frente al problema de la ocupación de vendedores ambulantes y demás.
“Este no es el centro de Bogotá: es el centro de Colombia, y el gobierno nacional no hace nada en ese centro”
Recorrer el centro SEMANA: ¿Cómo se imagina, en la Bogotá de diez años o 15 hacia el futuro, el centro? E.P.: Hay una tendencia de la ciudad, sola, a regresar hacia el centro. Hace 30 años Bogotá se estaba yendo hacia el norte. Y, de alguna manera, hacia el sur y al occidente. Pero pasaron varias cosas. Bogotá se densificó por dos razones, paradójicamente, negativas: la inseguridad hizo que la gente prefiriera vivir en edificios y no en casas, y la apertura económica abarató los carros, se aumentaron los trancones, y la gente quiso vivir más cerca del trabajo. Empezaron a tumbar casas en el norte para construir edificios, y aumentó la densidad, que es algo positivo. Hoy hay una tendencia del sur hacia el centro, de tumbar barrios y hacer edificios de estrato 3. La gente quiere vivir cerca del centro. Y desde el norte también, en puntos como Chapinero alto o La Perseverancia. Hay empresarios importantes invirtiendo fuerte en el centro para responder a ese fenómeno. SEMANA: Parecería que el centro se ha convertido en un lugar de universidades… E.P.: Hoy puede ser lo más importante del centro. Las universidades. Hay muchas y de gran calidad. Puede haber 350.000 estudiantes en el centro de Bogotá, y eso que faltan cafés, librerías, para que los estudiantes se queden. No es el entorno de Stanford o de Harvard. Pero cada vez hay más residencias y otras cosas, y estamos avanzando. SEMANA: ¿El centro, hoy, es mejor que antes? E.P.: Sí, gracias a tres fuerzas que empujan hacia el mismo lado. La Alcaldía, las universidades, que están haciendo edificios y proyectos de renovación urbana y con gran arquitectura, y los inversionistas privados. Y ahora, con el metro, también habrá una fuerza muy poderosa. En el Bronx haremos un programa del sector naranja para estimular industrias creativas, de diseño, de cine, de arte, de música, modas…el centro va a ser cada vez más académico, artístico, turístico, cada vez más sofisticado. 43
Justo en el centro SEMANA: Parte de la mala imagen es porque se piensa que el centro es más inseguro que el resto de la ciudad, ¿no? E.P.: Sí, antes estaba el Cartucho, drogados durmiendo en cualquier lado, venta de drogas, robos a los carros, edificios abandonados…Pero las cifras de seguridad, en toda la ciudad, han mejorado, y donde más han mejorado es en el centro, gracias a lo del Bronx y a lo que habíamos hecho antes con el Cartucho. Antes, era el sitio más inseguro. Pero mire lo que hemos hecho en La Candelaria: iluminar, pintar, arreglar. Nos decían que como era un lugar histórico no se podía poner sino una luz baja. Qué tal. Pues le estamos poniendo una luz potente, allí es donde más se necesita. SEMANA: ¿Cómo se imagina la plaza de toros en un futuro próximo? E.P.: Con toda clase de actividades culturales y deportivas. Es ideal para hacer conciertos, o un campeonato de tenis de dimensión internacional. SEMANA: ¿La Séptima? E.P.: La vamos a terminar de peatonalizar. Debe ser un lugar de comercio cada vez más sofisticado. Es el lugar tradicional de las manifestaciones, casi día de por medio, que van de la plaza de toros a la Plaza de Bolívar, y a veces son destructivas, rompen vidrios y demás. Las vías peatonales son difíciles de mantener. SEMANA: ¿En la Caracas con metro elevado, se podrían afectar los bienes patrimoniales? E.P.: Al revés. Ahí no hay bienes patrimoniales. Prácticamente nada. El metro va a ser un disparador de renovación urbana. Las estaciones del metro van a tener edificios nuevos también. Yo espero que el metro mejore, valorice, al centro de Bogotá. SEMANA:¿Qué es lo más importante para el futuro del centro? E.P.: Muchos de los proyectos que tenemos para la ciudad serán importantes para el centro. Traer más vivienda. El sendero a Monserrate, el sendero de los cerros: 70 u 80 kilómetros, que van desde Chía hasta Usme. Entre el cerro de Monserrate y el de Guadalupe vamos a hacer un puente espectacular sobre el cañón, encima del río San Francisco. Pero, claro, lo que más necesitamos es seguridad, seguridad, seguridad. Yo soy muy optimista. Al centro se le está metiendo mucha plata. SEMANA: ¿Tiene todo el apoyo que necesita? E.P.: Para ser franco, la mitad de nuestros presidentes son de Bogotá, pero se les olvida. Lo que hicimos en el Cartucho, por ejemplo, lo debería haber llevado a cabo el gobierno nacional. Porque este no es el centro de Bogotá: es el centro de Colombia, y el gobierno nacional no hace nada en ese centro. FOTO: ERICK MORALES
SEMANA: Pero el centro sigue siendo un lugar de trabajo, más que de residencia… 2 millones de personas se trasladan allí todos los días a estudiar o a trabajar… E.P.: Y seguirá siendo así. Cada vez más gente vendrá al centro. Las universidades seguirán creciendo, la actividad económica también, las zonas naranjas turísticas y de diseño, y estamos facilitando, con TransMilenio y el metro, que la gente llegue al centro más fácilmente. Este es el corazón palpitante de la ciudad en cuanto a creatividad. Aquí habrá, como en otros países, cada vez más actividades relacionadas con la
Tema central El alcalde mayor, Enrique Peñalosa, entrevistado en su despacho por el director editorial de SEMANA, Rodrigo Pardo.
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universidad, como firmas de diseño, de consultoría…La combinación gobierno-universidades es perfecta para las actividades y negocios ligados con el conocimiento. SEMANA: Y entonces, ¿qué es lo que no es el centro? E.P.: Se han ido negocios, la bolsa, algunas firmas financieras…pero hay muchos proyectos nuevos. SEMANA: Tiene mala imagen el centro, ¿no? E.P.: Sí. En el mundo entero los centros se murieron de 1950 a 2000. Se fueron los ricos, con carro, al norte, y se quedaron los pobres, sin impuestos. Pero este centro tiene futuro como industria del conocimiento. Tiene otro papel. Como centro de las industrias creativas, tiene futuro. El sector privado ya le está metiendo plata a eso.
FOTO: JORGE SERRATO
Recorrer el centro
Justo en el centro
Esquirlas gráficas Las paredes hablan. Siempre lo han hecho. Un recorrido por algunos de los más elocuentes grafitis del centro de la capital. Camilo Fidel López
P
Director creativo de Vértigo Graffiti.
arece obvia la íntima relación entre el centro de las grandes ciudades y el grafiti. Al menos en las principales capitales colombianas el centro,
su centro, es su verdad, su diagnóstico y su destino. Nada puede impedir que prolifere lo que podría denominarse como el sistema circulatorio de una urbe: su gente, que con sus ideas, sus quejas, sus olvidos y pasiones, va marcando estrechos pero hondos senderos. El grafiti es una simple herramienta de fijar realidad y memoria en las paredes, como sombras de hollín que el tiempo va creando. Se siente natural y espontáneo encontrar en los muros palabras e imágenes que dan cuenta de una verdad que sabe reposar en el corazón. 46
Es evidente que muchos de los centros de las ciudades, y por supuesto el de Bogotá, alojan a la trinidad del poder: la ley, la institución religiosa y la justicia. Espigados edificios y descomunales estructuras habitan el centro enviando un único mensaje: “Aquí reside el poder”. Poder que le sirve de alimento al grafiti, con su más clara reivindicación y consigna: “Algo anda mal en este mundo”. El objetivo del grafiti es claro, como en el caso del humor, desacralizar y desenmascarar lo que se pretende intocable e inasible. Libertad de expresión en su más genuina forma: como la marcha, la movilización y el paro. No es extraño encontrar las esquirlas gráficas y caligráficas de dichos movimientos. Es un ‘querido diario’ de la ciudadanía. El del grafiti es un viaje similar al de Julio Verne, idéntico en fantasía y territorios desconocidos. Desde su origen, la caverna o el mayo de 1968 en París, se puede conocer su vocación: hacer permanentes preguntas (molestas algunas) que pareciéramos olvidar o descartar. Me atrevo entonces a dejar planteadas las que nos formulan los grafitis que, a mi parecer, son más pertinentes en el centro de Bogotá.
El objetivo del grafiti es claro: desacralizar y desenmascarar lo que se pretende intocable e inasible.
¿Quiénes estuvieron detrás de la muerte de Gaitán? (Afiches y consignas ubicadas en la carrera Séptima con Avenida Jiménez).
Capítulo
Ante el nuevo y destellante Código Nacional de Policía, ¿dónde están las normas para controlar el abuso del poder de la fuerza pública? (Barrio Santa Fe).
FOTOS: ERICK MORALES
¿Hasta qué punto el crecimiento de la ciudad ha hecho que dejemos de percibir la más tangible humanidad (su capacidad de amar) del habitante de calle? (Calle 26 con carrera 13, Beso de Los Invisibles)
¿Cuándo se determinará la existencia de responsabilidad de políticos vigentes y gobiernos de turno en la tragedia de los falsos positivos? (Santos Sepulcros, vía de TransMilenio, calle 26 después de la Avenida Caracas).
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FOTO: ERICK MORALES
Historia de una adaptación Hace 30 años en el Teatro Embajador comenzaron a proyectarse películas donde se exponían los rasgos de una nueva cultura que encontró eco entre muchos jóvenes y niños capitalinos. Hoy los improvisadores de rimas y bailarines se toman las calles y llevan el ‘hip hop’ a los teatros icónicos del sector. 48
Chucky García Programador artístico de Rock al Parque
E
ntre el mar de personas que fluctúan como hormigas en el tramo peatonal de la carrera Séptima en el centro de Bogotá, principalmente los viernes, cuando la ciudad se cubre con un cielo
Recorrer el centro de color naranja, saltan a relucir varios parches de jóvenes que azotan el asfalto con sus pasos de baile y que con un micrófono y un amplificador como sacados del mundo de Mattel lanzan rimas sobre una realidad que por el contrario está lejos de ser un juego. Esto no es nuevo en el centro: el sector ha sido escenario de estas prácticas artísticas asociadas a la cultura musical del hip hop desde hace unos 30 años, cuando no habían convertido al Teatro Embajador en un multiplex de cadena. En ese imponente teatro de antes, se proyectaron películas de los 80 como Electric Boogaloo y Beat Street , que traían impresa esa efervescencia de beats, rimas, acrobáticos pasos de baile y vestimentas deportivas devenidas en trajes urbanos de combate que se había apoderado de Nueva York y que además de estampar su firma en los trenes del metro con coloridos grafitis tenía nombre propio: hip hop. Más allá de ser un plan de fin de semana, lo que muchos niños y adolescentes capitalinos, principalmente de sectores populares, encontraron en películas como Beat Street una relación directa con su entorno: quizás el Bronx de la capital del mundo quedaba muy lejos del bogotano barrio de Las Cruces, pero compartía una realidad social y ante todo una necesidad de alzar la voz contra quienes lo ignoraban. La transformación social de Las Cruces, por ejemplo, motivada por las personas que llegaron del campo huyendo de la violencia, hizo que los residentes más acomodados se fueran y que las casas de familia se volvieran inquilinatos donde convivía gente de bajos recursos. El Bronx, a su vez, sufrió un cambio parecido cuando las comunidades blancas migraron y la población afroamericana pasó a ser mayoría, y luego con la discriminación racial y la crisis económica de Nueva York en los setenta se volvió marginal e inseguro. El Embajador fue entonces uno de los puntos de partida para que Bogotá copiara y adaptara los
UN ÁLBUM Bogotá-París de Rocca, el rapero parisiense bogotano que cantando en español y francés sirve de puente para la nostalgia y la esperanza que se viven en estas dos capitales.
UN VIDEO Elementos de La Etnnia, que rindiendo honores a los cuatro básicos del hip hop hace un barrido del centro de Bogotá con tomas aéreas y primeros planos.
UNA PELÍCULA Las tetas de mi madre, dirigida por el colombiano Carlos Zapata y rodada en lugares del centro como la Plaza España. La banda sonora es de la Crack Family.
códigos y elementos que el hip hop había establecido –el baile o break dance, los DJ y sus tornamesas, el grafiti y esa particular forma de canto llamada rap, siempre a cargo de los maestros de ceremonia o MC–, y para que los primeros grupos locales como La Etnnia surgieran cual metano de los residuos. El primer álbum que La Etnnia lanzó en los años noventa se llamó El ataque del metano. Lo sacaron en casete y lo distribuyeron puerta a puerta en los almacenes de discos de la 19, la famosa calle que desde los setenta se convirtió en la principal para el comercio e intercambio de música. Era el lugar donde estaba la gente que más sabía sobre lo que era actual en la música y adonde uno iba a pedir que le trajeran ese soñado álbum importado que no se conseguía en ninguna otra parte, y fue otro foco de formación e información para la movida local del hip hop (tal como lo fue para la salsa o el metal) porque además se conseguía la revista Black Beat, que desde los setenta registraba en sus páginas todo lo concerniente a música negra y tendencias urbanas en América. El segundo álbum de La Etnnia fue Malicia indígena. No era un disco fácil de escuchar, de algún modo había que tener los oídos permeados de hip hop para acceder a su ritual. Pero para entonces la posibilidad que brindaba esta expresión de convertir la rabia y el malestar en un arte ya se había salpicado de otras formas, como los álbumes Contra el muro de Gotas de Rap y La jungla de Estilo Bajo, el Festival de Parches en Ciudad Bolívar, el Encuentro de Grupos de Rap en el Parque de Las Cruces y el concierto Rapiando por la vida en la Plaza de Bolívar, que encendió la chispa para que dos años después se hiciera la primera edición de Hip Hop al Parque en la Media Torta, otro punto icónico del centro de la capital. En esos años, muy cerca de allí y de la mano de Gotas de Rap, el Teatro La Candelaria presentó la Ópera rap, que luego brincó a escenarios de Europa, un continente que ahora volvió a estrechar vínculos con Colombia. A propósito del año Colombia-Francia 2017, el Teatro Colón juntó a los Crew Peligrosos de Medellín con el rapero francés de origen congolés Youssoupha, mientras que el Teatro Jorge Eliécer Gaitán hizo lo mismo con los franceses Marko 93, DJ Kodh y Rocca, en un espectáculo que además de la edad dorada del rap parisiense rememoró la del Bronx neoyorquino que hace 30 años brilló en la pantalla del Teatro Embajador y dio inicio a todo esto.
El centro ha sido escenario de estas prácticas artísticas asociadas a la cultura musical del ‘hip hop’ desde hace tres décadas.
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Bogotá Centro
Para estudiar y vivir City U es una propuesta de viviendas universitarias única en Colombia, que busca consolidar un estilo de vida estudiantil y brindar un espacio público y de desarrollo a la comunidad.
C
ity U nació de una visión ambiciosa pero sencilla: ofrecer a la población universitaria un espacio residencial que lo tenga todo. Está ubicado cerca de los cerros orientales bogotanos, al lado de la calle 19 con carrera segunda, y sus tres grandes edificios resaltan en el entorno con el juego de los colores verde, amarillo y azul que lo caracterizan. 50
En enero de 2017 el proyecto ya contaba con su primera residente, proveniente de Nariño, y en la actualidad tiene el 40 por ciento de sus apartamentos arrendados. La Universidad de los Andes tomó en alquiler por diez años las 628 habitaciones de la torre 2, la cual llaman torre Séneca en honor a su mascota universitaria. “City U, más allá de ofrecer un espacio de alojamiento, busca crear una comunidad universitaria donde los estudiantes empiecen a crear su propia historia. Entonces, dormir se vuelve una excusa para todo lo que se desarrolla a partir del proyecto”, dice la gerente comercial del proyecto, Adriana Duque, quien asegura que las grandes ideas se gestan en comunidad, y para ilustrar su punto da el ejemplo de la red social Facebook, que Mark Zuckerberg y sus compañeros crearon cuando vivían en una residencia estudiantil. Por eso, este proyecto exclusivo para docentes y alumnos no es igual a los demás. Su diferenciador es el programa Vida Residencial, ejecutado por un equipo especializado que vela por el bienestar de la comunidad. Este equipo está encargado de “prestar acompañamiento e idear
FOTOS: CORTESÍA CITYU
Recorrer el centro
estrategias y actividades que van a hacer que sea más atractivo vivir en City U que en un apartamento”, agrega Duque. Universidad en casa El complejo City U consta de tres torres de 30, 26 y 20 niveles, operadas por los expertos en administración hotelera Germán Morales e Hijos (GMH) y con capacidad para alojar a más de 1.700 personas. En los tres primeros pisos hay más de 40 locales comerciales y de servicios, entre bancos, restaurantes, peluquerías, papelerías y más, que suplen las necesidades de los estudiantes. Estos tres niveles están abiertos al público, así como las tres plazoletas del primer nivel, pensadas para eventos, y los 347 parqueaderos, además de los 200 bicicleteros en los dos sótanos. Las tres torres se integran en el cuarto nivel, en un espacio colectivo concebido para la unión de la comunidad, donde se encuentran las salas de juegos y videojuegos, las zonas de estudio, el gimnasio, las lavanderías, el auditorio y el salón principal. Estas áreas están pensadas
para que los estudiantes puedan enfocarse en sus clases y sacar el máximo provecho de la vida universitaria. A partir del quinto nivel se encuentran las residencias, descritas por City U como espacios llenos de luz y estilo propio. En total, estas residencias tienen cuatro diseños, según la cantidad de habitaciones (de una a cuatro), con lo que los estudiantes y docentes pueden elegir el tipo de vivienda que más se ajuste a sus necesidades. City U busca ofrecer un espacio de vida cómodo a la comunidad universitaria, por ello todas las residencias vienen amobladas con cama, clóset, cortinas, biblioteca, escritorio y silla. Cuentan también con una estufa de inducción, un mueble de cocina con microondas y nevera. La compañía estadounidense de viviendas estudiantiles American Campus Communities (ACC) brindó la asesoría necesaria para que City U se enfoque, en palabras de su gerente comercial, en el bienestar de la comunidad universitaria. City U además es un proyecto que abraza el Eje Ambiental, integrando el espacio público y ofreciendo desarrollo y progreso al entorno. Para 2018, los directivos esperan que más de 1.000 personas residan en City U. Buscan sentar un precedente en la comunidad estudiantil, para que en unos años, alguno de sus residentes actuales, como la campeona nacional de ajedrez Janeth Sandoval (Wold Amateur Chess Championship 2017), de la Universidad Central, o Samuel Toro de la Universidad del Rosario, quien dice que desde City U está empezando a gestionar su candidatura a la Presidencia, “digan con sentido de pertenencia que nuestro proyecto los enriqueció como profesionales. Al final el tema inmobiliario, que para nosotros es un negocio, termina en un segundo plano cuando uno conoce todas estas historias que se empiezan a tejer dentro de City U”, señala Adriana Duque.
Las tarifas rondan desde 950.000 hasta 1.800.000 pesos con todo incluido: arriendo, administración, servicios públicos, internet, cable de televisión, aseo una vez por semana, mobiliario y uso de las zonas comunes.
City U consta de tres torres y tiene la capacidad de alojar a 1.700 estudiantes. Cuenta con salas de juego, zonas de estudio, gimnasio y lavanderías.
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Justo en el centro
Patinetas al parque En un costado de la calle 26, un espacio originalmente pensado para el esparcimiento, se convirtió en uno de los escenarios favoritos de los ‘skaters’ bogotanos, que lo aprovechan para practicar el deporte urbano.
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FOTOS: JORGE SERRATO
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ebastián tiene 21 años y trabaja en una fábrica en la Autopista Sur. Termina su turno alrededor de las dos de la tarde, va a su casa en Bosa, se cambia el overol por unos pantalones anchos, se acomoda una tabla de skateboard entre la espalda y la mochila y se va en TransMilenio hasta la estación CAD. Desde hace un año, sigue este camino un par de veces a la semana para rodar en el Parque Maderas. El espacio nació después de terminada la obra de TransMilenio en la avenida El Dorado. Entre los remanentes en el costado norte de la calle 26, la Alcaldía hizo intervenciones de placemaking, incluyendo varios murales que hoy atraen a cientos de turistas. En la carrera 17 quedó un trapecio que no es del todo un parque pero sí resulta más grande que un andén. Aquí se instaló un mobiliario sencillo, de tablas largas, con escalones, barandas, bancos y rampas que se pensó para la contemplación, con una especie de tarima muy pequeña en el centro. Pero desde finales de 2015, los skaters de la ciudad se apropiaron de este parque y le dieron el nombre de Maderas. Sin ser un skatepark, las distancias, las alturas, los obstáculos, las barandas y los muros reunieron las condiciones perfectas para que este punto se convirtiera en uno de los luga-
En acción 'Maderas' se transformó en el espacio donde los 'skaters' pueden ejecutar sus acrobacias sin el temor a ser expulsados.
res predilectos del deporte urbano en Bogotá. En una tarde normal, pueden congregarse hasta 30 jóvenes por hora. Los fines de semana, entre espectadores y deportistas, la cifra puede llegar a las 100 personas que ruedan aquí en una hora. Mientras celebra el kickflip que logra uno de sus amigos –un salto que incluye un giro de 360 grados de la patineta en el aire–, Sebastián dice: “En Bogotá solo hay dos ‘skateparks’ –en Puente Aranda y Suba– y en plazas del centro como La Estrella (Plazoleta del Rosario), Santander o el Parque Nacional hay buenas superficies, pero la Policía nos saca. Por eso nos gusta Maderas”. Aquí se arman pequeños grupos que hablan de su afición, parches que solo van a mirar y principiantes que vienen a aprender de los más expertos. Javier, de 19 años, dice que apenas conoció el parque hace un mes; su novia recomienda hablar con un grupo de siete pelados en la esquina: “Ellos nos invitaron a rodar acá”, cuenta. Al principio, parecen molestos con la presencia de un periodista, y aunque prefieren mantener sus nombres en reserva, cuentan que Maderas se convirtió en su paraíso porque nadie los molesta: con el nuevo Código de Policía, pareciera que, excepto en este parque, su deporte estuviera proscrito en Bogotá. Juaner Romero, de la revista digital Vive Skateboarding, afirma que “A nosotros nos gustó Maderas porque nos permite hacer cosas del estilo ‘street’, más técnicas que en otros lugares de la ciudad. Los mismos ‘skaters’ hemos sacado la inseguridad del parque”. Aquí no hay roscas, pandillas o parches cerrados, el que quiera venir a rodar, sin importar su nivel, es bienvenido. El grupo admite que algunos fuman marihuana, pero no hay vendedores de droga y muy rara vez se bebe alcohol. “Es mejor mantenernos sanos para que nadie venga a jodernos”, dice uno de ellos, y su amiga complementa: “Pues mejor tener ‘skaters’ que delincuentes, ¿no?”. Hace meses no hay problemas en el parque cuando hay gente montando tabla: los patinetos cuidan el lugar entre todos. Entre el ruido de balineras y golpes secos contra el suelo se difumina el sol en uno de esos cielos grises tan bogotanos. Sebastián se despide de sus parceros con un choque de manos y dice que va a patinar hasta el CAD y luego tomará un TransMilenio hasta su casa. “Todo el tiempo nos toca buscar espacios para rodar porque nos molestan como si estuviéramos haciendo algo malo. Seguiremos en el Parque Maderas hasta que nos saquen”, concluye Juaner.
Aquí no hay roscas, pandillas o parches cerrados, el que quiera venir a rodar, sin importar su nivel o experiencia, es bienvenido.
Un trago de noche 1. Marandúa
(Bodega de cervezas importadas) - Calle 19 # 4 - 25
2. Doña Ceci (Rockola Bar) Carrera 4 # 15 - 5
3. Híbrido
(Café Bar) Avenida Jiménez # 3 - 81
4. A seis manos (Restaurante Bar) - Calle 22 # 8 - 60
5. Sótano 303 (Rock Bar Café) Calle 19 # 3 - 03
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Justo en el centro
Cultura que transforma
En el centro de Bogotá se concentra gran parte del atractivo cultural de la ciudad. Mónica Ramírez, directora de la Fundación Gilberto Álzate Avendaño (Fuga), explica las estrategias para hacer de este sector uno de los más atractivos gracias al proceso de revitalización que ya empezó.
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EMANA: ¿Cómo contribuye la Fuga a la transformación del centro? MÓNICA RAMÍREZ: La Fuga tiene nuevos programas y convocatorias enfocadas en la cultura y la zona centro. Además del Festival Centro y otras actividades, hemos trabajado en proyectos de urbanismo táctico en el espacio público, programas de cultura ciudadana, talleres para vincular la comunidad residente a la oferta cultural y la publicación de Céntrico, un periódico que busca cambiar las percepciones del sector, todo esto con el objetivo de posicionarlo como espacio cultural abierto. SEMANA: ¿Qué es la Gerencia Centro y para qué se va a crear? M.R.: La Gerencia Centro –iniciativa promovida por el alcalde mayor, Enrique Peñalosa– es una entidad articuladora. En otras partes del mundo este tipo de entidades funciona con un enfoque más territorial que de especialidad técnica. La recuperación del centro tiene que ver con muchas entidades y es importante conversar con los actores relevantes –residentes, estudiantes, comerciantes, población flotante y turistas– para entender lo hay que resolver. SEMANA: ¿De qué manera se beneficia toda la ciudad con la renovación y recuperación del centro? M.R.: Hasta 1923, más o menos, Bogotá era solo lo que hoy corresponde al centro. El fenómeno de crecimiento se ha dado en menos de 100 años. Es una ciudad antigua pero su expansión es muy reciente. Lo que hoy día somos por fuera del centro refleja el origen que tenemos. Aquí
“El centro es un laboratorio espectacular porque es una versión condensada de lo que pasa en la ciudad”.
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Recorrer el centro
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Una de las razones para visitar el centro es su propuesta gastronómica, ¿tiene hambre? vaya a la
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Mónica Ramírez dirige la Fundación Gilberto Alzate Avendaño.
FOTO: ERICK MORALES
se concentra mucha energía y qué bueno ponerla a buen uso para crear y proponer. El centro es un laboratorio espectacular porque es una versión condensada de lo que pasa en la ciudad, desde aquí puede surgir una nueva relación con ella. SEMANA: ¿Qué tan importante es la cultura en la renovación del centro? M.R.: El componente cultural es absolutamente crítico porque en esta zona se concentra el 35 por ciento de la oferta de la ciudad pues aquí está ubicada la mayoría de galerías, teatros y museos. Aquí también se concentran otras expresiones no convencionales, como los artistas callejeros, y lo mismo ocurre con el 63 por ciento de los bienes de interés cultural. SEMANA: ¿Existe alguna estrategia para promover la oferta cultural del centro en horarios nocturnos? M.R.: El centro está cambiando, ya hay quienes vienen al centro en la noche, a comer, a ver obras de teatro y a rum-
bear pero nos falta y esto es lo que queremos propiciar con los cambios y el trabajo que estamos haciendo. Nos interesa que haya una mejor percepción de seguridad y eso va acompañado de temas tan sencillos como mejorar la iluminación. Además, con la apertura de nuevas residencias estudiantiles, al sector va a llegar una población más joven y esto significa un aumento en la presencia de gente en la calle por la noche. SEMANA: ¿Cómo se van a visibilizar las actividades que tienen lugar en el centro? M.R.: Una de las propuestas es sacar la cultura al espacio público para que la gente se encuentre con ella y no tenga que buscarla específicamente en un lugar. SEMANA: ¿Qué retos tienen las iniciativas promovidas por la Fuga? M.R.: El reto es atraer la gente al centro. Gran parte de la oferta cultural es gratuita pero es común que se tenga la percepción de que el centro está lejos, es aburrido o es inseguro. Vamos a cambiar esas asociaciones negativas. SEMANA: ¿Las asociaciones negativas con respecto a la inseguridad son infundadas, o coinciden con la realidad? M.R.: Todas las cifras de seguridad de las localidades del centro han venido mejorando. Lo complicado de la percepción es que a las personas les pueden mostrar cifras pero es posible que sigan pensando que el centro es peligroso. La única forma de cambiar esa percepción es el ‘voz a voz’, que alguien tenga una buena experiencia en el centro. Las personas vienen porque estudian, trabajan o deben hacer diligencias puntuales pero no existe esa pasión de ir al centro que sí se siente en otras ciudades del mundo porque allá están reunidas las actividades más populares y los mejores establecimientos. Ese es el reto: hacer interesante el centro para que la gente que no lo conoce quiera venir o que regrese la que nunca volvió luego de estudiar en la universidad. 55
Justo en el centro
El centro del buen gusto
Dominique Lemoine Ulloa Periodista cultural.
Beogr
La Macarena Calle 26B # 4A-76
FOTOS: ERICK MORALES
Katarina Markovich llegó a Bogotá en 1999 huyendo de los bombardeos de la Otan a la ciudad de Belgrado, capital de Serbia y en ese entonces de lo que se conocía como Yugoslavia. Tras trabajar en tiendas de ropa y en varios restaurantes, Katarina abrió Beograd con el fin de rendir una suerte de homenaje a su patria y de crear un puente estrecho entre su país de origen y aquel que la acogió. No se pierda las berenjenas mixtas (tomates, res y cerdo) y la Musaka (lasaña de berenjenas asadas).
La Candelaria Cra. 6 # 10-19
La c
Este restaurante es sin duda uno de los secretos gastronómicos mejor guardados del centro de Bogotá. Sin ningún letrero o aviso en la fachada que dé cuenta de su existencia, y lejos de tener un menú fijo, ir a La Condesa Irina es toda una aventura –y vale la pena–. Primero hay que encontrar el lugar y luego hay que dejarse sorprender por lo que el chef y propietario Edgardo Areizaga, originario de California, saque de su cocina ese día: un día puede probar los mejores gnocchi de la ciudad, otro una arepa de huevo perfectamente crocante, y al día siguiente deleitarse con sabores del sur de Estados Unidos. Un lugar para repetir y no aburrirse.
Centrico 56
ond e s a i rin
a
ad
Un café bien preparado; un restaurante de cientos de años con la comida típica que nos despierta recuerdos; una cocina diminuta que ofrece un viaje a un país lejano; un bar en lo alto de un edificio para olvidar el ruido de la ciudad. Recorra los sabores del puro centro del país.
Centro Internacional Cra. 7 # 32-16
En el piso 41 del Centro Comercial San Martín se erige Céntrico, un restaurante-bar con un pie en el pasado y otro en el futuro. Ubicado en el antiguo Hotel Hilton y con una carta de cocteles de alta gama que recuerdan a la oferta de cualquier metrópoli del mundo, Céntrico es a la vez un homenaje al pasado capitalino y un índice de modernidad y cambio. Si va de noche, seguro que no se va a arrepentir: la vista del occidente de la ciudad le sacará una sonrisa, y con un Negroni en mano y un plato de camarones apanados sin duda se le alborotará aún más el amor por esta Bogotá.
El panoptico Centro Internacional Cra. 7# 28-67
¿Comida deliciosa en una cárcel? Esa combinación es posible en El Panóptico, el restaurante del Museo Nacional, edificio que sirvió de cárcel entre 1874 y 1946 antes de convertirse en la casa de la historia que es hoy día. Liderado por el chef Eduardo Martínez, El Panóptico ofrece un menú que busca recuperar recetas sencillas y caseras que aún subsisten en algunas regiones de Colombia. Recomendados: la sopa Samai, un mute de maní del Valle de Sibundoy (Putumayo) y el arroz con camarones del Pacífico con cilantro cimarrón y hierbas de azotea.
FOTO: JORGE SERRATO
La Candelaria Calle 12 # 5-83
Una de las mejores fórmulas para enamorarse de la comida del centro de la ciudad es visitar la plaza de Paloquemao un domingo en la mañana. Después de pasearse por los cientos de puestos rebosantes de frutas, verduras y hierbas provenientes de todas partes del país, pase por el local número 81879. Allí, en El Manjar, podrá recargar energías con una arepa de maíz pelao de don Isidro Gómez y uno de los mejores caldos de costilla de la ciudad.
La Candelaria
A menudo, las mejores cosas están un poco escondidas. Este es ciertamente el caso de Madre, un restaurante oculto en un pasaje esmeraldero de La Candelaria. Para llegar a él, hay que ingresar al pasaje y caminar entre almacenes de joyas hasta desembocar en un antiguo patio de 300 metros cuadrados que hoy día alberga varias mesas y sillas –y una buena cantidad de comensales dichosos–. De un horno de piedra ubicado en la parte trasera del restaurante, sale una de las mejores pizzas de la ciudad: la pizza Annick, de masa delgada y crocante con trucha ahumada, tomate y aguacate; o la pizza María Antonia, vestida con jamón serrano, rúgula y queso mozzarella.
n a e p a l e ed
Caf
Calle 19 # 25-04
Cra. 3 # 9-66
ad r e
P
e m u q a o o la
M
Este café, ubicado en una casona en la mitad de una calle empedrada y colorida del centro histórico, es la mejor recompensa al final de la tarde. Entrar y sentir el olor de los granos de café recién tostados y molidos, dejarse antojar por la vitrina llena de hojaldres recién horneados, visitar la galería de arte independiente colombiano, pasarse por la biblioteca y sentarse en el patio con un libro, hacen que El Café de la Peña sea un verdadero refugio gastronómico. Recomendado: el croissant de almendras.
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Borrar las fronteras La Universidad Externado de Colombia ha demostrado que el límite entre su comunidad estudiantil y el barrio Egipto no representa una división sino un lugar de creación de oportunidades.
E
n el pasado, las relaciones entre el barrio Egipto y el Externado, ubicado en ese mismo vecindario, estuvieron marcadas por la tensión y la desconfianza. Pero eso comenzó a cambiar hace 20 años cuando algunos profesores de la Facultad de Administración de Empresas decidieron acercarse a sus vecinos para ver cómo se podía impactar de manera positiva una comunidad absolutamente deprimida y contribuir a la garantía de sus derechos, sin caer en el paternalismo. La primera tarea del ‘Proyecto de intervención del barrio Egipto’ fue buscar sinergias entre las facultades para poder dar respuestas integradas y canalizar las acciones de acuerdo con lo que cada uno sabe hacer. Hace un año, varios líderes de grupos violentos de este sector de La 58
Candelaria decidieron “no echarle más leña al fuego” y mutar de pandilleros a trabajadores honrados. ¿Pero, cómo lograrlo? Para contribuir con dicho empeño, el Externado estableció cuatro pilares de acción: formación para el empleo, construcción de habilidades socioculturales, emprendimiento y refuerzo escolar. Varios de los programas hoy se adelantan alrededor de las caminatas turísticas por Egipto, La Candelaria y los cerros orientales. Estas son ideadas y conducidas por los mismos pandilleros reinventados y se dirigen especialmente a los turistas de diferentes nacionalidades que se alojan en los hostales del sector y que se interesan en la interacción con las comunidades que visitan. Las caminatas cuentan ya con una marca y un logotipo: Breaking borders (Rompiendo fronteras) desarrollados por la Facultad de Comunicación Social del Externado, a partir de la propuesta del cluster de turismo de La Candelaria. Varios de
FOTO: CORTESÍA UNIVERSIDAD EXTERNADO
Bogotá Centro
los jóvenes ya recibieron el primer nivel de inglés por parte de profesores voluntarios de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales. Así mismo, las facultades de Educación y de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, junto con la biblioteca externadista, procurarán la formación de los voluntarios que intervienen en el refuerzo de tareas escolares en la biblioteca del barrio. Y son muchas más las actividades que se proyectan a partir de “la confianza en la educación como medio de transformación social, cultural y económica”, así lo expresa el rector del Externado, Juan Carlos Henao.
FUERZA EXTERNADISTA • La Facultad de Administración de Empresas desarrolló un proyecto de creación de empresa. • Veinte madres cabeza de familia participaron en un curso de producción de alimentos y bebidas ofrecido por la Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras. • ‘La semana de tus derechos’, es el programa de la Facultad de Derecho para ofrecer formación e información sobre acceso a la justicia. • La Facultad de Contaduría ha dictado el diplomado de auxiliar contable para 70 estudiantes del barrio Egipto. • Los trabajadores sociales de la universidad ofrecen un curso de habilidades relacionales. • La Facultad de Economía trabaja en una investigación alrededor de la criminalidad en el sector.
FOTO: ERICK MORALES
Capítulo
Justo en el centro
Un sitio de película Bogotá estrenará cinemateca el próximo año. La nueva sede de este centro cultural servirá de lugar de encuentro para aficionados y creadores, y reflejará la vitalidad y el interés que despierta el cine en Colombia.
L
a Cinemateca Distrital, que desde 1971 acerca a los bogotanos al cine internacional y contribuye a fomentar y preservar la industria cinematográfica colombiana, está en proceso de reinventarse y estrenará su nueva cara a principios del próximo año. La Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y el Idartes asumieron el reto de construir y poner en funcionamiento el nuevo centro para el desarrollo de la cultura audiovisual, que estará a la altura de sus pares internacionales y será un espacio de participación ciudadana. La creación cinematográfica y audiovisual colombiana hoy es reconocida como la tercera más grande de América Latina: la nueva Cinemateca participará en el despliegue y el crecimiento que ha tenido en años recientes esta industria y la apoyará a través de la exhibición, la conservación y la documentación, claves para continuar consolidando tanto públicos como creadores. El diseño de la nueva sede está a cargo del Colectivo 720, que se ha propuesto relacionarla con los edificios aledaños y aprovechar el paisaje natural de la zona, con vistas a los cerros orientales. Además, creará una calle museo, que internamente conectará las salas de exhibición con los salones. La edificación contará también con bodegas climatizadas, laboratorios de creación y una sala para la primera infancia. Mientras se realizan las obras en la nueva sede de la calle 19 con carrera tercera, la Cinemateca continúa operando en su sede actual, ubicada en la carrera Séptima con calle 22, donde además de exhibir películas apoya procesos de formación e investigación a través de convocatorias abiertas al público. Este nuevo espacio hará parte de la activación del centro de Bogotá como un lugar para vivir experiencias en torno a la cultura y la producción cinematográfica nacional, que se ha cuadruplicado en los últimos cinco años. 60
Paula Villegas Gerente de Artes Audiovisuales Cinemateca Distrital.
Ya empezó la contrucción de la nueva Cinemateca Distrital en la calle 19 con carrera tercera, una obra necesaria para la industria audiovisual del país.
El centro del teatro Prográmese con esta agenda cultural
Teatro Colón El 21 de junio se presenta la ópera Otello.
Teatro Jorge Eliécer Gaitán.
Kevin Johansen se presentará aquí el 2 de junio.
Centro García Márquez El Original
FOTO: CORTESÍA IDARTES
Del 7 al 17 de junio está en sala la obra El Jardín.
Sede Centro Teatro Libre
Desde el 28 de junio vuelven los tradicionales Talleres del Teatro Libre.
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FOTO: ERICK MORALES
Bogotá Centro
Compromiso central
La Cámara de Comercio de Bogotá juega a favor del centro. Su estrategia se enfoca en promover el desarrollo económico, a través del liderazgo colectivo, y así garantizar una apropiación de los espacios y nuevos desarrollos de esta zona de la ciudad.
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esde hace cerca de 140 años, la Cámara de Comercio de Bogotá trabaja por el fortalecimiento del sector productivo de la ciudad y el mejoramiento del entorno para los negocios. En esa labor, ha asumido el compromiso de representar los intereses de los más de 400.000 empresarios que hay en Bogotá y la región. Como parte de su estrategia, y en línea con la importancia que tiene el centro de la capital para el dinamismo empresarial de la ciudad, pues alberga cerca de 18.000 empresas, la cámara convocó a un proceso de articulación público privada para lograr la sostenibilidad de la emblemática carrera Séptima y su entorno, buscando hacer de este corredor vial un eje de prosperidad.
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El objetivo es generar corresponsabilidad por parte de los principales actores que confluyen en este sector, para luego posicionarlo como un punto estratégico en materia de inversión y el desarrollo de actividades como el turismo, la cultura, el comercio, la educación, el desarrollo medioambiental y los negocios en general. Jorge Mario Díaz, vicepresidente de Articulación Público-Privada afirma que, “nuestro empeño en el centro está en generar concertación y diálogo entre los empresarios, el sector público y otros actores de la economía,
Recorrer el centro porque hemos reconocido que la sostenibilidad de toda región depende en gran medida de la apropiación de la gente que habita, trabaja y confluye en esa zona y de un trabajo colaborativo con una sola visión”. Explica además que la experiencia internacional ha demostrado que la sostenibilidad de la transformación urbana requiere una estrategia económica y empresarial detrás de cada iniciativa, en las que se debe establecer prioridades y se desarrolle un liderazgo colectivo. Y así lo están haciendo la Cámara y demás entidades vinculadas a este propósito, quienes han identificado cómo en el caso del centro de Bogotá se encuentran buena parte de las apuestas definidas en el marco de la Estrategia de Especialización Inteligente, un trabajo de actores públicos, privados y academia, que permitió trazar la hoja de ruta del desarrollo productivo de Bogotá y Cundinamarca para los próximos diez años. Esta estrategia define las cinco áreas en las que la ciudad debe enfocar sus esfuerzos y recursos. Entre ellas están convertir a Bogotá y su entorno en una región creativa, fortalecer los servicios empresariales y transformar la ciudad en un hub de conocimiento. Industria cultural El centro de Bogotá es un punto dinámico para las empresas que se dedican a esta actividad. Es así como en este sector confluyen un importante número de empresas dedicadas al diseño, así como a la producción cultural, editorial y artística; a la vez que se concentran varias entidades relacionadas con la promoción y desarrollo de la llamada economía naranja. Precisamente, la CCB desde hace 13 años le apuesta al fortalecimiento de esta economía, que tiene gran parte de su universo empresarial en el centro de Bogotá, brindando acompañamiento y ofreciendo plataformas de circulación y negocios para el sector de las artes plásticas, con ARTBO Programa; para el sector audiovisual, con el Bogotá
Audiovisual Market-BAM; para la industria musical, con el Bogotá Music Market; y desde este año para el sector de la moda, con el Bogotá Fashion Week. Estas iniciativas se complementan con la otra gran apuesta de la Cámara como es la estrategia de mercadeo de ciudad que contempla la de atracción de grandes eventos internacionales que apalanquen el turismo de negocios, generando una nueva dinámica cuyo impacto en el centro de Bogotá sería importante, dado que es este sector de la capital donde se concentra la mayor parte del patrimonio cultural y artístico del país. Jorge Mario Díaz afirma que “la Cámara busca que los empresarios de este sector sean más competitivos para así poder seguir atrayendo eventos que tradicionalmente han tenido ciudades como París, Londres o Sídney, capitales para las que Bogotá ya es una digna competidora”, explica. Así lo demuestran encuentros internacionales realizados en la capital con apoyo de la Cámara de Comercio tales como la Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz, “que de hecho, tuvo su activación cultural en el Teatro Colón”, recuerda Díaz, quien explica que este año la ciudad recibirá la cumbre mundial de jóvenes líderes ‘One Young World’, así como la visita del Papa, ambos eventos que tendrán momentos centrales de su agenda en la Plaza de Bolívar.
El centro resulta ser uno de los escenarios más ricos y con mayor potencial para la economía naranja, que incluye la oferta cultural.
Epicentro del conocimiento y los servicios empresariales La mayoría de las mejores universidades del país se encuentran en el centro, convirtiendo esta zona en un eje académico y en el lugar en el que las instituciones educativas trabajan por proveer el talento humano que necesitan las empresas. Al ser Bogotá y Cundinamarca el mayor centro productivo del país, el centro de la capital también se destaca siendo sede de la mayoría de empresas y entidades dedicadas a ofrecer servicios financieros, jurídicos, y de formación de talento humano, entre otros. Son todos estos sectores productivos que además están acompañados desde la Cámara a través de 15 iniciativas de clúster que lidera la entidad (ocho de ellos de las industrias culturales y creativas), en los que se agrupan igual número de industrias y que buscan mejorar el entorno para los negocios a través de la articulación público privada. Es así como la Cámara, a través del trabajo que realiza en estos frentes, reafirma su compromiso con la ciudad y especialmente con un eje empresarial como el centro de Bogotá donde se lleva a cabo gran parte de la actividad económica, social y política de Colombia. 63
Justo en el centro
EL GENERAL SANDÚA l general Sandúa lucha por la igualdad, la tolerancia, la justicia y el progreso. A sus 87 años, Aníbal Muñoz echa pestes sobre políticos como el Santo Demonio y Uribe Balas, y no le alcanzan las palabras para elogiar a personajes como Gustavo Petro, Piedad Córdoba e Iván Cepeda. Se describe a sí mismo como un general de la paz bajo el mando de las leyes de Cristo. Se volvió famoso por su puesto lleno de banderas, su chaqueta y gorro militar, las decenas de botones que tiene en su corbata y los discursos que proclama con la fuerza de un adolescente.
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Recorrer el centro
Celebridades callejeras Christina Gómez Echavarría
FOTOS: CHRISTINA GÓMEZ ECHAVARRÍA
Producción fotográfica especiales regionales revista SEMANA.
En las calles del centro circulan personajes que se hicieron famosos por sus cualidades o sus excentricidades. Aquí algunos que son parte de la identidad bogotana. 65
Justo en el centro EL HISTORIADOR DEL BASTÓN MARXISTA riado en El Cartucho luego de que su mamá lo abandonó, Carlos Julio Rodríguez es drogadicto desde los 9 años. Aprendió a leer a los 11 y se dedicó a devorar los libros que encontraba en la basura: El Perfume, de Patrick Süskind; Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche; La Divina Comedia, de Dante. La Plaza de Bolívar es su hábitat: allí camina con su bastón decorado con muñecos y símbolos marxistas mientras perora contra la corrupción, recita un monólogo urbano o habla de su literatura favorita.
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Recorrer el centro
EL LOCO DE LA BANDERITA anderita o Radioloco es tan legendario que su foto hace parte de la cápsula del tiempo que conmemorará en 2110 los 300 años de la Independencia de Colombia. Jhon Frady Gómez adoptó la banderita en el Mundial de 1994 para hacerse conocer en la calle y se ha propuesto como misión de vida que toda Colombia lo conozca. Por eso se pone de fondo cada vez que ve la lente de los noticieros. Los camarógrafos lo odian y a la vez lo aman. Además, camina con una grabadora en la que suena música de despecho a todo volumen para que la gente del centro sepa quién es.
FOTOS: CHRISTINA GÓMEZ ECHAVARRÍA
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Justo en el centro
La docencia es la clave del cambio El centro de Bogotá ha pasado de ser un entorno tradicional a uno dinámico que presenta nuevas oportunidades. En este escenario cambiante, la Institución Universitaria Colombo Americana Única les abre las puertas del mundo a sus estudiantes. de hablar de manera fluida en dos idiomas, sino como la posibilidad de entender la cultura del otro, generar empatía y comunicarse asertivamente. Única ofrece la carrera profesional de Licenciatura en Educación Bilingüe Español-Inglés en el centro de Bogotá, aprovechando su cercanía a diferentes bibliotecas, otras universidades y centros culturales que enriquecen el programa académico, como lo hace la profesora neoyorquina Cristine Khan, quien con sus alumnos de Intercultural Communication comparte en un café de la zona, teniendo la oportunidad de intercambiar experiencias con personas de diferentes partes del mundo que confluyen en el sector. Cabe resaltar que estas experiencias son posibles ya que los estudiantes de Única logran un
excelente dominio del inglés, lo que se traduce en que al finalizar la carrera obtienen un nivel de B2 o C1, según el Marco Común Europeo. Otra de las características de los maestros egresados de Única es el sentido que le dan a su labor, pues saben que contribuyen al desarrollo social y que el fomento de la educación bilingüe ayuda a disminuir las brechas de desigualdad. Ser licenciado en educación bilingüe presenta nuevas oportunidades que invitan a trascender fronteras culturales, comunicativas y laborales, lo que permite a los docentes aportar a sus proyectos de vida y a los de sus estudiantes. Desde el centro de Bogotá, Única establece el primer vínculo educativo de sus alumnos y su propuesta de docencia para que entren en acción con el mundo.
La ubicación de Única en el centro es un factor clave en el intercambio cultural de sus estudiantes.
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FOTO: INSTITUCIÓN UNIVERSITARIA COLOMBO AMERICANA ÚNICA
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a docencia es una labor que desde la antigüedad se ha venido reinventando. Hoy la innovación constituye el eje de Única, institución especializada desde hace 13 años en educación bilingüe en español e inglés. Como lo dice su rectora, María Lucía Casas, la misión de Única es formar los mejores maestros en educación bilingüe bajo un concepto diferente de la profesión que permite a los egresados acceder a nuevas y excelentes oportunidades laborales en Colombia y fuera del país, sobre todo en Estados Unidos. Además, los egresados de Única rompen barreras culturales a través del bilingüismo, que se entiende no solo como la facultad
FOTO: ERICK MORALES
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OBRA: MIERDINSKY
Bogotรก Centro
Nostalgia en 70
ocho bits
Capítulo
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l pasado no solo se representa en escala de grises y tonos sepia. En tiempos de alta definición, las imágenes pixeladas también evocan sentimientos de nostalgia por épocas cada vez más remotas. Es lo que ocurre en la obra de Mierdinsky, un artista gráfico que da vida a sus recuerdos de la Bogotá de los años ochenta y los de su propia infancia con esta técnica que evoca la estética de las primeras consolas de videojuegos.
Su verdadero nombre es Alexánder Huérfano; para el ficticio se inspiró en el de Soda Popinski, uno de los personajes de su videojuego favorito: Punch Out! (La otra parte de su alias resume su escaso talento como jugador). En Bogochentas, como ha titulado la serie de obras en las que representa la ciudad de su niñez, se reconocen famosos establecimientos, como el inolvidable Only de la carrera Séptima con calle 12, además de personajes de ficción y productos típicos que hacen pensar que todo tiempo ‘pixelado’ fue mejor. 71
FOTO: ERICK MORALES
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TROS
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N A R G EL N SA A
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s rsona e p e iles d ocios m g e e d n nares hacen erciales Cente ompran y s com mbia. c a , n n o e z r o recor de las gotá y Col a n u en de Bo a l l e r est
UGÓN
ADR ACIO L A A P D O M DE LA
CEN E SAN D O MESA TORIN C I
EL N CE O TR REIN SE NTA VE N A S CTO
Justo en el centro
Cuatro siglos de comercio Las experiencias de empresarios y vendedores de San Victorino reflejan la histórica vocación comercial de un barrio dedicado a impulsar los productos colombianos.
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or décadas varios comerciantes del sector han llamado a este barrio “el decano del comercio en Colombia”. “Todo empezó hace más de 400 años –dice uno de ellos–. Aquí quedaba el matadero de la ciudad”. Otros aseguran que también había una iglesia que primero se derrumbó, luego fue reconstruida y finalmente se incendió. En lugar de un nuevo templo religioso, de sus cenizas surgió un centro comercial que tendría que superar varias quiebras antes de convertirse en el pujante negocio que es hoy. Algunos de los empresarios legendarios de San Victorino, llegaron a Bogotá a principios de los años cincuenta, desplazados del campo por la violencia. “En mis años, este era un comercio pujante y respetable. Yo empecé como vendedor ambulante y, entre el 69 y el 75, alcancé a ostentar el primer lugar en ventas de textiles y confecciones en todo San Victorino. Llegué con hambre, pero este sector me lo dio todo; por eso vivo tan agradecido y me duele lo que le pasa”, cuenta uno de ellos. Lo que más le duele a este veterano del sector es la mala reputación de San Victorino. En la Alcaldía local de Santa Fe, los funcionarios son empáticos con él y sus colegas. “Aquí hay más de 22.000
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comerciantes con sus familias y empleados. Todos los días madrugan a vender. Y sí, se mueve mucha plata, pero no significa que la gente sea rica. Los que la tienen, es porque la han luchado, han empezado de cero, han hecho todo el curso y han dado peleas jurídicas contra la competencia desleal”. comentan en el despacho. Foco comercial Cuando hablan de la competencia desleal, se refieren a muchas modalidades. Los empresarios de San Victorino se han enfrentado por décadas a la mafia del comercio ambulante –controlada por pocos pero alimentada por más de 8.000 vendedores en la localidad–, han sobrevivido al contrabando chino y a la negligencia de las autoridades de control –según ellos, aproximadamente 22.000 millones de pesos en mercancía pasan por Buenaventura sin registro y sin pagar impuestos– y hoy se enfrentan al lavado de activos: productos similares a los suyos a precios irrisorios para legalizar dinero del narcotráfico. En total, ya cuatro generaciones se han abierto camino contra viento y marea en el más grande centro comercial a cielo abierto del país: 18 manzanas con 10.000 locales comerciales donde 400.000 compradores ejecutan en promedio 1 millón de transacciones diarias. San Victorino es reconocido por su extenso sector textil y de confecciones con mano de obra colombiana, pero allí también se ofrecen productos de cacharrería, bisutería, lencería, papelería, accesorios, zapatos, productos de manzanas piñatería y fiestas, cobijas, químicomponen San cos, menaje, decoración navideña, Victorino. Allí juguetes nacionales e importados, se encuentran productos agropecuarios, de tecno10.000 locales comerciales que, logía y medicamentos. Esta amplia gama se fortaleaproximadamente, 400.000 personas ció en los años sesenta cuando el visitan a diario. alcalde Jorge Gaitán Cortés gestionó las primeras soluciones para las
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FOTO: CARLOS BERNATE
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Así luce hoy la Plaza Antonio Nariño. Es un ejemplo de cómo es posible recuperar el espacio público de la mano del comercio.
ventas ambulantes. El Distrito en ese entonces donó el lote donde hoy queda la Plazoleta Antonio Nariño para levantar las Galerías Nariño, el primer punto donde se ubicaron los vendedores informales. Varios de ellos aún trabajan en el sector. “A mí me asignaron un puesto donde parquear mi camioneta, en la que transportaba, vendía y pregonaba cacharro. Eso era un triunfo enorme, porque era como tener un pequeño almacén. En el 68, me cedieron un local de 1,20 metros de frente y ahí arranqué”, recuerda alguno. La historia de estos antiguos vendedores ambulantes cobra valor ahora que la búsqueda de alterna-
tivas para formalizar este tipo de ventas es uno de los principales retos de la comunidad. Los propietarios de centros comerciales les ofrecen locales a precios preferenciales para ayudarles, y otros han propuesto crear campañas para que conozcan los beneficios de formalizarse y sigan el ejemplo de los más experimentados.“Yo también creía que de nada servía pagar arriendo si en la calle tenía local gratis. Pero de los 19 años que fui vendedor ambulante no me quedó nada: no invertí ni ahorré un peso. Si no me hubiera formalizado, no hubiera logrado lo que logré”. La atención de este y otros asuntos hacen parte de la agenda de la mesa de comerciantes del sector y de la Alcaldía menor, que unidos han revestido a San Victorino de una nueva imagen con el eslogan ‘Comercio histórico desde 1578’. Pero la mayor satisfacción para los viejos y jóvenes que siguen luchando en San Victorino es que la gente los visite, recorra sus calles sin prevenciones, aproveche las gangas y surta su negocio o salga vestida con prendas ciento por ciento colombianas.
En total, ya cuatro generaciones se han abierto camino contra viento y marea en el más grande centro comercial a cielo abierto del país.
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FOTO: ERICK MORALES
Justo en el centro
Integrantes de la Mesa de San Victorino.
La unión transforma
Un grupo de comerciantes saldó sus diferencias para aliarse por el barrio de sus sueños; conformaron la Mesa de San Victorino y creen en una zona segura, legal, limpia, cómoda y cultural.
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cinco pisos de altura, sobre la calle novena, hay una vista privilegiada del Parque Tercer Milenio, 16,5 hectáreas de senderos y jardines. A las 6:30 de la mañana luce fríos y ajenos. Algunos arquitectos dicen que un día ese será nuestro Central Park. La alusión puede parecer exagerada, pero un gran grupo de gente trabaja silenciosamente para hacerla realidad. La sala estaba servida para ofrecer un tamal santafereño a unas 20 personas. Pasadas las siete empezaron a llegar los miembros de la Mesa de San Victorino. Hombres y mujeres se dieron apretones de mano, se abrazaron e intercambiaron algunos chistes. Allí nadie 76
parecía extraño. Aunque de diferentes orígenes y generaciones, estos empresarios, vendedores y trabajadores tienen un lazo casi filial: gratitud infinita por el barrio que ha impulsado el comercio bogotano desde 1578. La escena se ha repetido cada 15 días desde junio de 2016, cuando el alcalde de la localidad de Santa Fe, Gustavo Niño, incentivó la primera reunión con el propósito de conocer los asuntos que obstaculizan el desarrollo de San Victorino. La idea de sentar en la misma mesa
San Victorino late
Navidad en paz En enero de este año la Mesa de San Victorino ya tenía significativos resultados para mostrar y comprobar que sí vale la pena trabajar unidos. “El Plan Navidad de San Victorino 2016 fue un éxito. Cambiamos las dinámicas del espacio con seguridad y actos culturales”, comentan en la Alcaldía local. Entre octubre y diciembre los comerciantes de esta zona se la juegan toda. No solo es la época de más transacciones, también es el momento más álgido de sus confrontaciones con los vendedores ambulantes, el comercio ilegal y la delincuencia. Entonces la mesa definió una estrategia, reunió recursos y la Alcaldía reforzó la gestión ante las instituciones pertinentes. En diciembre de 2016 las calles fueron peatonalizadas para facilitar la movilidad de los compradores. La Secretaría de Seguridad destinó 300 policías para atender el sector en tres turnos diarios, y los propios comerciantes apoyaron y agradecieron la iniciativa. Se realizaron actividades recreativas y culturales de Navidad para niños y niñas en la Plazoleta Antonio Nariño. Se presentó la nueva imagen publicitaria que refleja la unión y prosperidad de San Victorino, y frenaron la invasión de vendedores ambulantes.
“Las ventas informales obstruían los locales con productos de contrabando, colaboraban con el microtráfico, incrementaban la inseguridad y propiciaban disturbios. El año pasado por fin vimos esto despejado, la recompensa fue muy positiva”, recordaron los miembros de la Mesa. Muchos de ellos empezaron como vendedores hace más de 40 años. Los resultados son innegables y la voluntad política sigue latente, así que los miembros de la Mesa no piensan dar un paso atrás en 2017. Ya han ratificado algunas metas claras. En seguridad: crear un centro de comando y conectarlo con la oficina telemática de la Policía; reforzar los frentes de seguridad con nuevas tecnologías. En comunicaciones: establecer un pacto de convivencia en un manual que informará las normas y hábitos que deben seguir los comerciantes por el bien común, como alinear los horarios de carga y descarga de mercancías y moderar los decibeles. En el manejo de basuras: buscarán el apoyo de Aguas Bogotá y de fundaciones que agrupan recicladores para emprender campañas de separación de residuos. Las tareas que tienen por delante no son sencillas, pero estas personas han puesto sobre la mesa su deseo sincero de ver a San Victorino revitalizado. Antes de cerrar agendas y concluir el acta de la reunión, el alcalde Niño pidió la palabra y dijo, apretando los puños, convencido de su pronóstico: “Esta mesa se convertirá en una alianza sostenible y logrará grandes cosas por su sector. En unos años volverán a San Victorino y entrevistarán a una sólida organización articulada desde la Alcaldía Mayor de Bogotá, la Alcaldía local de Santa Fe, las entidades del Distrito y la Mesa”.
El Plan Navidad de San Victorino fue un éxito. Se cambiaron las dinámicas del espacio con seguridad y actos culturales.
60 comerciantes del sector, aproximadamente, están al tanto de las decisiones que toma la Mesa de San Victorino.
FOTO: CORTESÍA DE LA MESA DE SAN VICTORINO
a propietarios y comerciantes que por años solo se reconocieron como competidores, parecía un despropósito, pero una vez manifestaron problemáticas comunes que afectan a todo el sector, dejaron a un lado sus diferencias y se pusieron el mismo overol. En los primeros encuentros determinaron cuatro bloques de retos prioritarios: la seguridad, el espacio público, la movilidad y las comunicaciones. Hoy 60 actores del comercio de San Victorino participan de un chat por WhatsApp y reciben correos electrónicos que los mantienen al tanto de las decisiones y proyectos. Esta dinámica garantiza la transparencia de los procesos.
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Justo en el centro
Madrugar está de moda
FOTOS: ERICK MORALES
El centro comercial GranSan, en San Victorino, creó su popular Madrugón hace casi 20 años. Hoy el formato atrae a compradores de todo el país y los almacenes de cadena lo copian.
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oleidy Daza mira el reloj y sonríe. Son las tres de la mañana, y está parada junto a su esposo Wilson Ramos frente a la puerta principal del centro comercial GranSan en el sector de San Victorino. Celebran su llegada a la capital con un vaso de café con el que buscan mitigar el frío y el cansancio después de un viaje de 600 kilómetros en automóvil desde Popayán. La pareja de comerciantes no llegó a esta hora por casualidad. El objetivo de su viaje es aprovechar el ‘Madrugón’, un modelo de negocio de venta de ropa mayorista y bajo costo que se lleva a cabo los miércoles y sábados y que atrae a miles de compradores de todo el país. “Decidimos probar suerte”, dice Wilson, quien 78
Se calcula que el Madrugón del GranSan recibe un promedio de 1.500 visitantes por hora.
espera regresar con el baúl del carro lleno. Mientras la pareja se agolpa junto a otros compradores en la puerta principal, adentro el ambiente es otro. Al menos 30 cargueros transportan por los pasillos cientos de bultos de 80 kilos repletos de jeans, camisetas, chaquetas, sacos, blusas y ropa para niños. Todas esas prendas tienen una particularidad: su manufactura es colombiana. A las cuatro el jefe de seguridad ordena abrir la puerta. En segundos una avalancha humana de compradores y vendedores
Capítulo inunda el lugar. “Bienvenidos al GranSan”, se escucha en los parlantes, y luego suena la canción de Adriana Lucía Cambiemos la historia, que invita a comprar productos colombianos. A pesar de que se acerca el día de la madre, esta vez no hay contratiempos en el ingreso. Para la Navidad pasada, la situación fue distinta. Un guarda de seguridad muestra en su celular un video en el que se ve cómo los compradores se cuelan por debajo de la puerta para llegar primero a los locales. Madrugándole a la oportunidad Edith Blanco, una de las pioneras del GranSan, dice mientras acomoda los jeans: “El GranSan toma auge con el Madrugón; luego comenzamos con fábricas familiares”. Blanco es ahora la dueña de Chocolate, una marca especializada en jeans que emplea a 60 personas. El gerente del centro comercial, Yansen Estupiñán –quien llegó al GranSan como jefe de seguridad–, confirma que el modelo cambió en 20 años. “Vimos que la gente venía a comprar al por mayor, por eso se creó esa cultura empresarial del confeccionista. Estamos en toda la cadena de producción”. El jean ha sido la prenda insignia de este centro comercial, a tal punto que ha llegado a imponer la moda. Años atrás, aquí se lanzó el pantalón de pretina alta para mujer, que rápidamente adquirió popularidad. Esta es una de las razones por las cuales Marleny Murillo viene cada mes desde Ibagué: “Hay una renovación constante, la ropa es muy moderna”, dice. “Venimos por los modelos, acá hay una buena calidad”, añade Fabián Panamá, comerciante de Quito, Ecuador.
El GranSan busca impactar de manera positiva a los bogotanos: sus empleados son cabezas de hogar y trabaja constantemente por la seguridad del centro.
El auge Una hora después de la apertura de las puertas, las filas de compradores dentro del centro comercial se han tomado locales como Love Me o Leandrus, dos marcas de jeans de mucha acogida. Al lugar no le cabe un visitante más. Todos miran minuciosamente la ropa, comparan precios y piden rebaja; muchos desconocen cómo se popularizó este negocio. Los comerciantes llegaron al GranSan después de que la primera administración de Enrique Peñalosa recuperó el espacio público. Los vendedores que tenían
80 mil empleos genera el GranSan en temporada alta y 20.000 en temporada baja.
pequeños puestos o comerciaban en la calle pasaron a ocupar los locales. En 1998 varios comerciantes del GranSan decidieron apostar por las televentas. En la parrilla del canal público en el que pautaron solo había espacio para la publicidad entre las cuatro y las cinco de la mañana. Aunque algunas voces cuestionaron el horario, los vendedores no se desanimaron. Ahora los almacenes de cadena están copiando su modelo. Hoy en el sector de San Victorino hay 23 bodegas de Madrugón, y no existe un número aproximado que permita conocer el total de ventas de los 700 locales del GranSan ni los negocios que realizan las 1.500 personas que lo visitan cada hora. Con todo, el pago del Impuesto de Industria y Comercio, que el año pasado sumó 54.000 millones de pesos, da un valor aproximado. El GranSan pasó de ser un negocio de ventas a diseñar ropa de calidad, organizar pasarelas y exportar prendas. Aún más: aquí los empresarios, de la mano de las autoridades, han contribuido a la renovación urbana de un sector que apunta a ser la vitrina del centro de Bogotá. 79
Justo en el centro
Antes del amanecer
El madrugón es uno de los fenómenos comerciales más importantes de San Victorino. Ocurre todos los miércoles y sábados del año, cuando los establecimientos del sector abren sus puertas para que cientos de fabricantes de textiles y calzado oferten sus productos.
FOTO: ERICK MORALES
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unque como actividad económica el modelo de los madrugones está diseñado para el comercio mayorista, su existencia es bien conocida por fuera del circuito de los compradores y vendedores que se adelantan a la salida del sol para llevar a cabo su respectivo intercambio.
Todo comenzó con un grupo de vendedores procedentes de Cucunubá, un municipio ubicado en el valle de Ubaté. Ellos llegaban a la capital tras un recorrido en tren cuyo destino era la Estación de la Sabana. De ahí caminaban con su mercancía –compuesta por mantas, cobijas, ruanas, bufandas y otros productos textiles confeccionados de primera mano– a la plaza Antonio Nariño –hoy conocida como la plaza de La mariposa, debido a la escultura de Édgar Negret que desde 2000 está ubicada allí. Cada miércoles era usual que estos comerciantes ofrecieran sus productos desde horas antes de que los locales del sector abrieran sus puertas. Se trataba de una oferta complementaria para los compradores mayoristas: en la madrugada se vendían los textiles tradicionales de Cucunubá mientras que en las tiendas encontraban ropa y otras confecciones de corte industrial. Con el paso de tiempo esta forma de venta se formalizó por medio de la agremiación de comerciantes en sindicatos y cooperativas que en 1984 lograron establecer su ubicación en bodegas que dejaban atrás las madrugadas de trabajo a la intemperie. En 1986 se sometió a votación la posibilidad de llevar a cabo el madrugón también durante las primeras horas de los sábados. La mayoría manifestó su aprobación y, desde entonces, son dos los días de la semana en los que compradores mayoristas se acercan a las bodegas de San Victorino procedentes de otros territorios del país, e incluso de países vecinos como Perú y Ecuador. Las 24 bodegas, que albergan a aproximadamente 6.000 fabricantes, han sido la sede de una economía pujante que hoy se enfrenta a lo que de los principales ellos denominan como competenmadrugones se cia desleal por parte de la oferta de han unido para mercancía a precios muy bajos que no trabajar de la mano: permiten que la producción nacional El imperio de la tenga siquiera un margen de ganancia. moda, El templo de Hoy, nuevamente, los líderes la moda y el calzado, de los madrugones se han reunido, El progreso, Nariño, esta vez con el fin de denunciar Los Andes,Medellín, esta situación a las autoridades Mayorista San Martín, Inversanv, para que se aclare si esta es una Grupo Conf, La gran consecuencia del lavado de activos esquina y o un trato desigual respecto a las Pasaje Paisa. importaciones chinas.
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Líderes de algunos madrugones de San Victorino. 80
FOTO: ERICK MORALES
Capítulo
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Justo en el centro
Victoria para el centro En el alto potencial del comercio bogotano se funda este proyecto que promete ser el epicentro de la moda mayorista en la ciudad.
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rente a la esquina noroccidental del Parque Tercer Milenio (en la calle décima entre carrera 13 y Avenida Caracas) se levanta una nueva e imponente estructura de diez pisos, visible desde la Plaza de Bolívar. Es Victoria, uno de los centros mayoristas más grandes de San Victorino. Con tres plantas comerciales, 256 parqueaderos, 18 restaurantes, servicios bancarios, comodidad y una atmósfera amable, Victoria espera revolucionar el gremio de las ventas de moda al por mayor en Colombia y transformar la seguridad del sector. En el segundo semestre de 2017 abrirá sus puertas este megaproyecto que reúne a 510 empresarios del gremio de la confección y el calzado, muchos de ellos, propietarios de marcas nacionales que ofrecen productos de alta calidad: artículos de exportación que estarán disponibles para los clientes de Victoria. Los pasillos y espacios del lugar son amplios, limpios y frescos. Fueron diseñados para un comercio mayorista, sin excluir a los compradores al detal. En Victoria ambos son bienvenidos y gozarán de comodidad y seguridad. El centro comercial promete contar con 600 metros de pantallas en su fachada y en el interior. En ellas se proyectarán las imágenes captadas por ciberdomos instalados 82
en puntos estratégicos. De esta manera Victoria cooperará con la seguridad del sector. Quienes concibieron a Victoria saben que la percepción de seguridad no se resuelve solo con vigilancia. Ellos creen en el poder de la apropiación social de los espacios y se proponen imprimirle un nuevo aire al Tercer Milenio. La recuperación del parque se logrará a partir de conciertos, eventos culturales, activaciones de marcas y muchas otras actividades que vinculen a los 510 propietarios de locales con el entorno, los vecinos y los nuevos visitantes.
En la fachada del nuevo centro comercial Victoria se instalarán 600 metros de pantallas que cooperarán con la seguridad del sector.
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¡Enhorabuena! Los cambios y oportunidades que se abren en Victoria también se verán reflejados en herramientas al alcance de todos los clientes, como los catálogos virtuales, las tiendas online y los servicios web que ofrecen las marcas para facilitar su visibilidad y reforzar las estrategias clásicas de mercadeo como las vitrinas y exposiciones. Los empleados del centro comercial también se verán beneficiados. La oferta residencial de Victoria, a partir del cuarto piso, está destinada a que los trabajadores accedan a nuevas viviendas con facilidades de pago. Otras ventanas que Victoria y el empeño de sus inversores están abriendo permiten que entre luz a proyectos de educación para los hijos de empleados y comerciantes.
En el segundo semestre de 2017 abrirá sus puertas este megaproyecto que reúne a 510 empresarios del gremio de la confección y el calzado.
San Victorino late ción cómoda de las marcas y un manual de vitrinismo sin el caos ni el desorden con el que se suele relacionar a los espacios mayoristas. En agosto, cuando Victoria abra sus puertas al público, los compradores recorrerán un centro comercial con una oferta completa: todos sus locales se vendieron en apenas dos semanas, despejando las dudas sobre la fuerza del sector mayorista del centro de Bogotá con proyectos atractivos y de alto impacto.
’THE NIGHT MARKET‘
El centro mayorista Victoria tendrá 310 apartamentos además de los 510 locales en la manzana donde antes quedaba el Cartucho.
Si los comerciantes de San Victorino calculan que unos 400.000 compradores circulan durante el día por el sector, también saben que en la noche sus calles son un verdadero desierto. La idea es que esto cambie: el Mercado de la Noche, una iniciativa impulsada por Victoria, busca que las actividades se prolonguen a partir de las once de la noche. Las jornadas se extenderán los martes y viernes, y ofrecerán buenos precios y promociones. El objetivo es que otras tiendas se unan e incrementen la apropiación nocturna del barrio. Con esta nueva jornada, Victoria espera atender a cerca de 15.000 visitantes, especialmente clientes mayoristas a quienes se les facilita la hora para hacer las compras con las que surtirán sus negocios.
FOTO: CORTESÍA CENTRO COMERCIAL VICTORIA
Escuelas de capacitación, guarderías y espacios de atención a los menores ya están en el panorama del desarrollo social que promueve este complejo comercial. En Victoria todos creen que el compromiso debe ser integral, por eso cada uno de sus 510 mayoristas venden creación, maquila y textiles colombianos. Desde luego, se reconocen las dificultades de empeñarse en promover la producción nacional. En Victoria creen que la moda colombiana no puede competir con precios. Tienen claro que la ropa asiática es mucho más barata, pero no se compara con los excelentes acabados y factura de las prendas hechas en casa. Aunque Victoria tiene un formato para mayoristas, su diseño y espíritu también tienen en cuenta la experiencia de los compradores al detal. En el centro comercial primará el buen trato a los clientes, la exposi-
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San Victorino a la moda El Palacio de la Moda se especializa en ofrecer vestuario y calzado en un espacio construido a la medida de las necesidades de quienes compran en grande.
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obre la calle 12, a la altura de la carrera 13, más de 25 locales dedicados a la venta de ropa se ubican en un establecimiento conectado por un pasillo al Centro Comercial San Carlos. Pero ambos centros están unidos por algo más que un corredor: la historia del Palacio de la Moda tiene que ver con la de su vecino, pues lo fundó el mismo comerciante al que se le atribuye haber activado el comercio en San Carlos después de adquirir varios locales ubicados en la parte central del segundo piso. Tras casi ocho años, el Palacio de la Moda ha protagonizado su propia historia en San Victorino. Aquí, a diferencia de otros lugares del sector, existen equipamientos que facilitan la experiencia de compra como las
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escaleras eléctricas y un ascensor, que se suman a una plaza de comidas con tres restaurantes, ubicada en el tercer piso, y un salón de juegos en el cuarto nivel. Todas estas características
Los fabricantes de confecciones del Palacio de la Moda pueden llegar a producir más de 5.000 prendas mensuales. hacen de este un lugar vanguardista, no solo en términos de moda, sino también como espacio concebido para el intercambio comercial.
La mitad de los locales, aproximadamente, corresponden a fabricantes de confecciones que pueden llegar a producir más de 5.000 prendas mensuales destinadas a surtir a los comerciantes que se acercan en busca de un balance óptimo de calidad y buen precio. La oferta abarca desde prendas para dotación hasta ropa deportiva y, por supuesto, todo aquello que pueda designarse como “de moda”. “Ningún negocio tiene rejas”, asegura el propietario de Almacén Villamil –un local de venta de dotaciones ubicado en el segundo piso–, quien afirma que esto demuestra que San Victorino es un sector seguro, gracias al refuerzo de la seguridad que han llevado a cabo en conjunto los centros comerciales de la zona para garantizar la presencia de vigilantes privados en cada manzana. Todo esto garantiza que la oferta de valor del Palacio de la Moda no se resuma únicamente a los productos de cada local, sino que se extienda a cada uno de los detalles que hacen de la compra una experiencia favorable para sus clientes, desde la seguridad del entorno hasta la comodidad para las compras mayoristas, pues es posible transportar los productos con facilidad a lo largo y ancho de sus instalaciones.
FOTO: ERICK MORALES
Bogotá Centro
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La casa de los ‘jeans’
FOTOS: ERICK MORALES
El Centro de Moda Mayorista San Carlos se ha convertido en un lugar indispensable para los comerciantes de Bogotá. Se trata de un establecimiento con trayectoria y empuje para hacer de San Victorino un sector libre de estigmas. 86
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n los pasillos del Centro de Moda Mayorista San Carlos se ven situaciones típicas de San Victorino: jaladores que ofrecen infinidad de productos, compradores que se prueban ropa bajo capas negras y coteros que, con bultos de mercancía al hombro, piden permiso. Sus 140 locales tienen un surtido más que amplio: ropa, calzado, accesorios, lencería para el hogar, y sobre todo, muchos jeans. Es un centro
San Victorino late
comercial “jeanero”, como lo define Diana Álvarez, su gerente, pues provee a mayoristas de Colombia e incluso de países aledaños como Ecuador. En los primeros dos pisos están los locales, y en los tres que siguen hay fábricas, bodegas y oficinas. Se trata de uno de los establecimientos comerciales más grandes del sector, ubicado en la carrera 13 entre calles 11 y 12. Tiene entradas en cada una de esas vías para garantizar el fácil acceso de sus clientes y también está conectado a otros centros comerciales, como el Palacio de la Moda, al que los visitantes pueden pasar sin salir a la calle. El San Carlos empezó en 1975. Su dueño original, Carlos Gómez, vendía camisas y cuando comenzó a reunir dinero, compró lotes y empezó a construir. La edificación ha tenido pocos cambios, pero todos enfocados en hacer el lugar más atractivo: la red eléctrica actual fue reemplazada y está oculta a la vista, y la imagen corporativa actual es moderna y llamativa. Las marcas también son parte de la relevancia del lugar. Una de las “élite”, como se les llama en San Carlos, es Petrolizado Jeans, que confecciona pantalones y camisas para hombre y mujer. Parte de su producción está en el centro comercial y se enorgullece al decir que manos colombianas hacen todos sus insumos y productos. Esta marca, al mes, produce entre 18.000 y 23.000 prendas. Uno de sus puntos de venta principales, por supuesto, está en el segundo piso del lugar. La gerencia del Centro Mayorista estima que en cada uno de sus 140 locales trabajan tres empleados, y que en temporadas activas como diciembre, las ventas pueden llegar a los 70 millones de pesos diarios por local.
La gerencia del San Carlos se esfuerza por hacer que sus clientes se sientan seguros a la hora de comprar y para que obtengan el mejor producto posible.
Pero una buena imagen, altas ventas y marcas de trayectoria no son suficientes para competir exitosamente. Por eso el San Carlos llegó a la Mesa de San Victorino, una sociedad de más de 60 comerciantes locales que busca impulsar la prosperidad del sector y de sus negocios. Su objetivo es derrumbar los estigmas de San Victorino, como la inseguridad, el manejo de las basuras, la movilidad y los problemas sociales. Para ese fin han acordado adecuar pasajes para conectarse con otros centros comerciales, fomentar las ventas por canales digitales e incluir a los habitantes de calle en las dinámicas del lugar, entre otras iniciativas. La gerencia del San Carlos se esfuerza por hacer que sus clientes se sientan seguros a la hora de comprar y para que obtengan el mejor producto posible. Insiste en que las modalidades comerciales como la suya le convienen más a los clientes que el popular ‘agáchese’ –pues estos vendedores suelen abastecerse en los mismos centros comerciales– y en que depende de ellos estar al día para satisfacer las necesidades de sus clientes. Por ahora, están resueltos a “cambiar el chip” en San Victorino, y mostrar que la unión entre comerciantes abrirá la puerta a un futuro próspero. Su trayectoria les da confianza y están convencidos de que cuando un negocio se hace por el bien común, es exitoso.
70 millones de pesos por local es el estimado de ventas diarias hechas en el Centro Mayorista San Carlos en temporadas activas. 87
Bogotรก Centro
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FOTO: JORGE SERRATO
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El empuje de dos hermanos
Distribuidora Maju ha sabido conquistar a sus clientes con sus buenos precios y una variedad de productos de calidad. Con dos puntos en una importante zona comercial de Bogotá, la compañía trabaja para cambiar la cara del centro.
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ace 14 años, los antioqueños Walter y Wílfer Ramírez fundaron la Distribuidora Maju, una compañía que nació de la necesidad comercial de suplir las necesidades del hogar de los colombianos. Su nombre combina las primeras sílabas de los nombres de los hijos de los dos hermanos, Mateo y Julián: desde su creación, Maju ha tenido una vocación familiar de servicio, y hoy, gracias a su trabajo y experiencia, ha podido expandirse a ciudades como Medellín y Cali. Cuando pensaron en la idea de su negocio, Walter y Wílfer llegaron a la conclusión de que la mejor manera para que su empresa empezara a tener un nombre dentro del difícil mundo de la industria era vender productos de muy buena calidad a precios económicos para que personas de todos los estratos pudieran comprarlos sin ningún problema. Con la misión de cambiar la mentalidad de los clientes, que pensaban que los productos económicos no eran de buena calidad, Maju se dedicó inicialmente a tres líneas: juguetes, productos para el
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hogar y bisutería. Su dedicación rindió frutos, y hoy la empresa cuenta con cerca de 60 empleados directos y otros 100 indirectos, y es una marca consolidada en el sector de San Victorino. Su crecimiento ha sido tan vertiginoso que incluso ya tiene sus marcas propias, como MajuHogar, MajuLuz Christmas, MajuLuz, MajuMugs y MajuToys. El 30 por ciento de sus productos son nacionales y el resto los importan de países como China, México y Brasil. Hoy día, la distribuidora cuenta con dos locales comerciales en el centro de Bogotá, uno en la carrera décima con calle 15 y el otro en la carrera novena con calle 16. Su importancia en esta zona de la ciudad, en todo caso, no solo radica en llenar las necesidades de sus clientes: desde hace casi siete años, Maju viene trabajando de la mano de las alcaldías locales para desarrollar estrategias comerciales y de seguridad en el sector con el fin de brindarles todas las garantías a las cerca de 2 millones de personas que se mueven diariamente por el centro. En Maju entienden el centro como eje de vida y esperan que el crecimiento de su empresa venga a la par del desarrollo de la ciudad.
Maju viene trabajando de la mano de las alcaldías locales para desarrollar estrategias comerciales y de seguridad en San Victorino.
60 empleados directos y 100 indirectos es el número de personas que hoy trabajan para los hermanos Walter y Wílfer en su distribuidora Maju.
El escenario adecuado Cuando, el 12 de mayo de 2008, Maju dejó su local en Sanandresito para trasladarse a San Victorino, Walter, su representante legal, se dio cuenta de que llegaban a un lugar donde convergían las ofertas culturales, turísticas y comerciales de la capital del país, además
San Victorino late
bianos se les niegan muchas oportunidades. No obstante, Maju supo colonizar el mercado chino antes de que los productos de ese país colonizaran Colombia. Mirando hacia el futuro Maju siempre ha trabajado con el enfoque de la completa legalidad, con la ley en la mano. La empresa ha sido pionera, en el ámbito del comercio informal, en el pago y el cumplimiento de todos los requisitos de la ley, pues sus dueños entienden que pagar impuestos ayuda al crecimiento empresarial del país. La empresa proyecta a futuro desarrollar nuevos productos y empleos, tanto en el ambiente comercial como en el mercado inmobiliario, pues creen que este es muy fuerte en la zona. También esperan que la gente cambie su concepto del centro de Bogotá, y que aprenda a ver todas las ventajas que ofrece. Que los bogotanos se adueñen de su ciudad y que se acabe el estigma de mala fama del centro. Su sueño es que Bogotá se convierta en una de las principales ciudades del mundo en cuanto a turismo e industria. Pero, sobre todo, Maju quiere dejar huella en sus clientes, pues entiende que son ellos quienes verdaderamente hacen grande a una empresa.
Maju se dedicó inicialmente a tres líneas: juguetes, productos para el hogar y bisutería.
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de las entidades del Estado, y vio que la proyección empresarial era inmensa, sobre todo para realizar alianzas estratégicas con otras empresas. Sin embargo, es consciente de algunos aspectos que podrían mejorar: “Una de la principales fallas del centro es el desarrollo de la movilidad; es muy difícil para los comerciantes entrar sus mercancías a la zona. Debemos, como ciudad, trabajar en todas las fallas, porque ahí está el crecimiento económico. Bogotá no puede quedarse atrás del resto de las ciudades del mundo”, dice, con preocupación. Otro de los grandes problemas a los que se enfrentan los comerciantes de esta zona es el reciente auge del mercado chino. Es una competencia desleal porque donde los chinos obtienen ciertos favorecimientos, a los comerciantes colom-
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Bogotá Centro
Alrededor de la plaza Antonio Nariño, y a unas cuantas cuadras de esta, se ubican el Centro Comercial Carolina, el Centro Comercial Maizena, el Edificio Rex, el Pasaje San Antonio, el Edificio del Banco de la Costa y Ferrocarril Plaza.
Seis banderas del comercio
En diferentes coordenadas del centro de Bogotá algunos edificios conservan en su estructura la historia del ímpetu comercial de este sector.
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a moda cambia pero la arquitectura permanece. En San Victorino las vitrinas se renuevan a la velocidad que dictan las tendencias; sin embargo, las estructuras que dan cabida a centenares de locales permanecen como un soporte indeleble. Un ejemplo de esto es el edificio de Ferrocarril Plaza, un centro comercial ubicado en las inmediaciones de la Estación de la Sabana, clasificado como patrimonio y mantenido como tal con su fachada intacta. En la mayoría de sus locales el producto estrella es el calzado, y sus clientes encuentran diseños que saben conquistarlos. Lo mismo ocurre en otras construcciones icónicas como el Centro Comercial Maizena. Aunque su nomlocales, bre remite a la harina de maíz en reaaproximadamente, lidad se trata de un espacio dedicado a suman el total vender prendas de vestir, donde incluso de almacenes hay una fábrica de jeans. Sobre su presentes en estos nombre se especula que se debe al tono seis edificios con pastel que alguna vez tuvo su fachada. usos comerciales.
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Si de colores se trata, en el costado occidental de la plaza Antonio Nariño unas escaleras rojas y amarillas llaman la atención e invitan a recorrer cada uno de los pisos del Centro Comercial Carolina. Al costado oriental de la popular plaza, está el Edificio Rex, también dedicado por completo al comercio. A estos se suma el Pasaje San Antonio, que cuenta con un amplio espacio para parqueaderos, y el Edificio Banco de la Costa, donde antes había varias oficinas de abogados que, a tono con la principal actividad de la zona, en la actualidad se han transformado en bodegas para comerciantes. Así como el voz a voz es un factor decisivo para que un comprador opte por acercarse a uno u otro local, también lo ha sido para que los propietarios de estos confíen la administración de los edificios a Patricia Calderón, una de las líderes más reconocidas en San Victorino y testigo de la evolución de este sector desde que dio sus primeros pasos como comerciante. En ella reposa la responsabilidad de gestionar seis de los más importantes edificios del sector, cada uno con sus respectivas particularidades, bien sea que se trate de un bien patrimonial o que se use como bodegaje principalmente. Su objetivo siempre es que San Victorino sea un foco comercial en el que los precios convenientes no vayan por un camino contrario al de una experiencia de compra tan cómoda y segura como la que tiene lugar en centros comerciales de otras zonas de Bogotá.
FOTO: JORGE SERRATO
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FOTO: ERICK MORALES
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FOTO: ERICK MORALES
El centro de BogotĂĄ ha empezado a transformarse, tanto el sector pĂşblico como el privado le apuestan a la infraestructura, la seguridad y el desarrollo social.
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El centro se reinventa
Una apuesta renovadora Los jóvenes lo escogen como residencia, las universidades transforman sus alrededores, los inversionistas privados quieren densificarlo y el Distrito tiene en marcha varios proyectos de restauración y renovación: así es como el centro está cobrando nueva vida.
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a revitalización del centro incluye varios sectores. Además de los campus que han venido renovándose y creciendo, las universidades están construyendo edificios residenciales, con espacio para comercio y oficinas. La Jorge Tadeo Lozano tiene tres: la Torre Independencia, de 19 pisos; la K-23, de 16, y la Akros, de 18. Desde enero de 2017, la Universidad de los Andes tiene a 120 estudiantes viviendo en una residencia estudiantil, ubicada en una de las torres del nuevo complejo residencial y comercial City U. Y la Universidad Central ha ido comprando y restaurando varios teatros, entre ellos el Faenza y el México, ubicados en la calle 22 con carrera quinta. “Las universidades son uno de los principales renovadores del centro”, asegura el urbanista Camilo Santamaría. Como parte del proyecto Campus Urbano, la Universidad de los Andes invirtió 700 millones de pesos en restaurar el parque Espinosa, arregló el paseo peatonal de la Pola, y ahora está apoyando el plan parcial de renovación urbana Triángulo de Fenicia. El proyecto –ubicado en la calle 22 entre carreras primera y segunda– consta de unas 900 viviendas, oficinas
y un hotel. “Fenicia es una operación urbana en ventas de medio billón de pesos y la inversión en urbanismo ronda los 60.000 millones de pesos”, dice Maurix Suárez, gerente del campus de la Universidad de los Andes. En la mira del sector privado El centro también llama la atención de inversionistas privados. Por la zona del Centro Internacional, Cusezar construye el edificio Museo Parque Central, que tendrá 40 pisos, y Arpro S. A. es una de las desarrolladoras de las torres Atrio –de 44 y 59 pisos–, que albergarán oficinas, comercio y un hotel. “En mi opinión, este es el sitio más atractivo del centro –dice Santamaría–: tiene un parque de cuatro hectáreas que Bavaria le regaló a la ciudad, buen espacio público, muy buena accesibilidad, y es seguro”. En la calle 19 se eleva la torre BD Bacatá, de 67 pisos, y en la esquina de la carrera Séptima con 19 está el
Cristina Esguerra Periodista.
El centro histórico concentra el 40 por ciento del patrimonio y las instituciones principales del poder nacional y local.
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Justo en el centro proyecto Entre Calles, que tendrá 97 pisos. “Hay unas normas que fueron generosas, dejaban construir altura libre y se están aprovechando”, dice Santamaría. En la Avenida Jiménez se recuperó el Hotel Continental y se construyó la Torre Bicentenario, de 17 pisos, diez de ellos de vivienda y el resto destinados a un hotel. Y en la carrera quinta con 21 se está construyendo la Torre Barcelona, de 28 pisos. Cambios que hacen la diferencia “El centro histórico es el corazón de la ciudad”, dice Mauricio Uribe, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC): concentra el 40 por ciento del patrimonio, las instituciones principales del poder nacional y local, la principal infraestructura cultural, 19 universidades e importantes focos comerciales como el Centro Internacional y San Victorino. “Desde el Distrito lo más importante que se está haciendo es el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP), un instrumento para desarrollar el centro que no es solo normativo, y que se está haciendo en armonía con la actualización del POT”, dice Uribe. La otra apuesta importante es la creación de una gerencia centro, que coordinará las acciones que se realicen en la zona. Con un poco más de ruido y un presupuesto anual de cerca de 600 millones de pesos, el IDPC –en compañía de otras entidades que varían según el proyecto– adelanta procesos de restauración. A mediados de 2018 entregará la plaza de mercado de La Concordia, al lado de las galerías Santa Fe. “Junto a este proyecto, la Secretaría de Educación está construyendo un colegio, de tal manera que el nodo de La Concordia se convertirá en un centro de desarrollo importantísimo”, dice Uribe. También se está restaurando el Cementerio Central, y pronto se iniciarán obras en la fachada de la catedral. En abril limpiaron 121 fachadas, pusieron 594 luminarias y arreglaron los andenes entre las calles décima y doce y entre las carreras segunda y novena. También nació el programa Adopta un Monumento –por medio del cual una entidad o una persona se encarga de la restauración y conservación de un monumento–, que ha recuperado ya 21 y tiene nueve en proceso de adopción. “Estamos haciendo pequeños cambios que hacen que la zona se vaya recuperando”, asegura Mónica Ramírez, futura directora de Gerencia Centro.
En la zona del Voto Nacional, se hizo un jardín en la Plaza de los Mártires y se está restaurando la basílica del Voto Nacional.
Renovación y revitalización El Distrito también ha puesto en marcha importantes proyectos de renovación urbana. En el primer trimestre de 2018 estará lista la Cinemateca Distrital, en la Séptima con 22. Para su construcción invirtió 24.500 millones de pesos. El edificio tendrá cuatro salas de cine, aulas, restaurante 98
y estudios de grabación. “Esa zona va a quedar muy chévere porque ahí están las universidades, TransMilenio, el Parque de los Periodistas y cerca está el Instituto Caro y Cuervo,” dice Diego Suárez, de la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano. Tres proyectos revitalizarán las zonas aledañas al Parque Tercer Milenio. En el costado norte, en San Victorino, en las manzanas donde hoy hay 190 contenedores de colores que albergan 500 locales, baños y restaurantes, se construirá un centro comercial mayorista. En el costado sur se renovará el barrio San Bernardo, que había caído en el olvido. Se construirán alamedas para volver a conectar el barrio con el Parque Tercer Milenio y así revivir un espacio público que se está desperdiciando. Se edificarán viviendas, se apoyará el comercio y se reforzará la educación. Para el proyecto de San Bernardo, la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano cuenta con unos 1.300 millones de pesos. En la zona del Voto Nacional –donde solía quedar el Bronx–, se hizo un jardín en la Plaza de los Mártires y el IDPC está restaurando la basílica del Voto Nacional, construida para celebrar la paz después de la Guerra de los Mil Días. De los 62 predios que tiene pensado intervenir el Distrito, 20 han sido comprados y demolidos y 42 están en proceso de compra. “La proyección del alcalde es reactivar el importante sector productivo de manufactura y comercialización de productos nacionales”, dice Rojas. Parte del terreno adquirido será utilizado para la construcción de una sede para la Alcaldía local de los Mártires. No obstante, no todo es color de rosa. Varios bancos, oficinas, y entidades importantes se han ido del centro. El barrio Santa Fe está deteriorado, lleno de prostitución, drogas y casas abandonadas. “Yo creo que los problemas del centro son la congestión, la contaminación, y que las familias no se vienen a vivir aquí por inseguridad y por falta de parques para los niños. Las familias sí pueden recuperar el centro,” sostiene Santamaría.
Bogotá Centro
Los centros históricos en América Latina La recuperación de los centros históricos obliga a pensar en el vínculo de la gente con los espacios. Si bien Colombia fue modelo en la valoración de sus ciudades antiguas en el pasado, hoy otras capitales son ejemplo de restauración patrimonial.
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ntre 1959 y 1963 los primeros centros municipales colombianos fueron declarados Bienes de Interés Cultural de la Nación. En los años ochenta Cartagena se consagró como ícono latinoamericano gracias a la restauración de su ciudad amurallada, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984. A la lista de la organización internacional se unieron los centros históricos de Ciudad de México en 1987 100
Juliana Duque Patiño Periodista de Especiales Regionales de revista SEMANA.
1 y Lima en 1991. Por muchos años, Bogotá quedó en la sombra, hasta que la creación de los planes especiales de manejo y protección (PEMP) en 2005 despertó un nuevo interés por su recuperación. El PEMP del centro de Bogotá está a cargo del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, cuyo director, el arquitecto Mauricio Uribe, opina que los centros históricos no pueden convertirse en piezas de museo: “Hoy reconocemos las dinámicas urbanas, la identidad de los residentes y las tradiciones. El patrimonio material es el contenedor del inmaterial”. Según Uribe, “los procesos en Quito funcionaron porque tuvieron en cuenta a la gente. En cambio, fue algo que no hizo Cartagena. Gran parte de su centro ya no lo habitan cartageneros”. Por eso, una de las estrategias para la recuperación del centro histórico de Bogotá es aumentar su número de habitantes, que en la actualidad es de 153.000. Lo ideal para Uribe es que haya 1 millón: “Estamos avanzando en grandes proyectos arquitectónicos de inversión privada y pública. En 15 años, el centro va a ser el mejor vividero de Bogotá”, señala. México patrimonial Hace 30 años el centro histórico de la Ciudad de México fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. “Nuestro centro
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FOTOS: ISTOCK
Capítulo
no estaba en muy buenas condiciones. La declaratoria generó un impulso. En 1990 se creó la institución que empezó a gestionar las obras y servicios orientados a recuperar el patrimonio”, comenta Martha Jarquín, coordinadora de acciones de gobierno de la Autoridad del Centro Histórico de México. Los retos no terminan allí. La enfermedad del centro histórico de Ciudad de México es el despoblamiento: aquí viven apenas 40.000 personas. Esta cifra, enfrentada a los 2 millones de población flotante los fines de semana, demuestra un desequilibrio que repercute en temas como la seguridad. “Entendemos que buena parte de la solución está en la habitabilidad. Nos interesa mejorar las condiciones internas y externas para el beneficio de los que ya viven y para atraer a nuevos pobladores”, asegura Jarquín. La inversión pública y privada para el rescate y la preservación de las más de 900 hectáreas de este centro histórico ha superado los 1.200 millones de dólares desde 2007. Lima virreinal En 1991, la Unesco incorporó el 40 por ciento del centro histórico de Lima a su listado de Patrimonios Culturales de la Humanidad. En esta área de 240 hectáreas se encuentra el Convento Grande de San Francisco –el monumento religioso más importante de Suramérica– y otros
3 7.000 inmuebles representativos de la historia virreinal y republicana del continente. Luis Martín Bogdanovich, gerente del Programa Municipal para la Recuperación del Centro Histórico de Lima (Prolima), considera que se debe defender el valor arquitectónico a toda costa: “Si no fuese por lo monumental estaríamos hablando de cualquier otro barrio. La Constitución señala que tanto el Estado como los habitantes de esta zona tienen la obligación de proteger el patrimonio”. Concentrados en preservar el perfil urbano de su centro, Bogdanovich y Prolima ven en el comercio masivo una de las mayores amenazas. “Los almacenes están prohibidos en ciertas zonas del centro histórico. La razón es que las estructuras de barro, madera y de telar de quincha son alteradas por los comerciantes para exhibir su mercancía, y les ponen sobrepeso y promueven una serie de dinámicas que desfavorecen las características del centro”.
1. Capitolio Nacional de Cuba en La Habana Vieja. 2. Basílica Catedral de Lima en el Centro Histórico de la capital del Perú. 3. Alameda Central y Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México.
Mauricio Uribe, director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, dice que en 15 años el centro será el mejor vividero de Bogotá.
Quito y La Habana El centro histórico de la capital ecuatoriana, de 320 hectáreas, fue el primero del mundo en ser declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1978. Para avanzar en su proceso de rehabilitación, en 1995 la ciudad estableció un convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo, que le dio un crédito por 41 millones de dólares. Por su parte, La Habana Vieja comprende 214 hectáreas habitadas por 66.750 personas, y fue añadida al listado de la Unesco en 1982. “Se conservó porque durante muchos años se frenó la actividad constructora en Cuba. Hoy tiene un patrimonio intacto. Cuenta además con la Oficina del Historiador, que es un ejemplo de institución dedicada a estos fines”, opina Uribe, del IDPC.
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Justo en el centro
Transformando desde las alturas FOTO: CORTESÍA BD BACATÁ
No solo es el primer rascacielos de Colombia: el BD Bacatá también se ha convertido en una pieza fundamental para la renovación del centro de Bogotá.
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Esta es la primera edificación de Colombia catalogada como una megaestructura por Discovery Channel.
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unque los trabajos de construcción del BD Bacatá llegaron a su etapa final en 2016, BD Promotores –la firma detrás de este edificio– se ha involucrado en otro proyecto al que todavía no se le ha puesto punto final. Esta vez no se trata de una obra que se mide en pies de altura, sino en el impacto de acciones concretas en cada uno de los metros que hacen parte del centro de Bogotá. Cuando ya se han entregado más de la mitad de las unidades de vivienda y oficinas que hacen parte del BD Bacatá y las puertas del Bacatá Gastro Shopping Market –el área comercial del edificio– se encuentran abiertas desde abril de este año, también avanzan otros proyectos que fortalecen su integración con el entorno. Pues desde el momento en el que la silueta de esta construcción comenzó a hacer parte del paisaje del centro, la renovación urbana del sector se aceleró como un efecto dominó desatado desde las alturas. Para ello, el BD Bacatá se involucró por medio de alianzas con entidades tanto públicas como privadas. Una realidad concreta Atrás quedaron los días en los que el BD Bacatá se promocionaba con prototipos generados por computador. Su fachada ya no tiene grúas y andamios y las dos torres que componen este complejo inmobiliario escenifican una nueva era para el centro. A los importantes edificios patrimoniales conservados desde tiempos coloniales se suma esta estructura que le da un toque contemporáneo a una ciudad donde no se construía una obra de tan ambiciosa altura desde hace más de tres décadas. Por supuesto, la obra tuvo que sortear no pocos desafíos. Para alistar el terreno se llevó a cabo una intrincada intervención para atravesar una capa rocosa de más de 20 metros de profundidad. También se construyó un muro de contención para que los trabajos no afectaran a las edificacio-
El centro se reinventa
EL BD BACATÁ EN NÚMEROS
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es la cantidad de pisos que tiene la Torre Sur del BD Bacatá.
240 metros
la separan del suelo.
57 pisos
tiene la Torre Norte. Tan solo una decena de niveles la separa de la más alta.
405
apartamentos.
117
oficinas.
63
habitaciones (Hotel Larga Estancia).
3
primeros pisos: Bacatá Gastro Shopping Market (área comercial).
319
habitaciones en el Hotel Eurostars.
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sótanos de parqueadero.
nes contiguas, y las obras se llevaron a cabo en un horario establecido para que la circulación de maquinaria no interrumpiera la movilidad del sector. Fue así como, entre profundas excavaciones y un cuidadoso plan de acción, su silueta no tardó en divisarse desde cada punto cardinal. Aun así, hace falta una visita presencial a los alrededores de la avenida 19 para comprobar que, más allá del perímetro del edificio, se ha expandido una onda de renovación en una zona fundamental para la ciudad que, gracias a este y otros proyectos, ahora es más atractiva y segura para los habitantes de Bogotá. Sin dejar de lado la importancia histórica que tiene el sector con la presencia de museos, bibliotecas, teatros y su creciente oferta turística y gastronómica. De manera que la meta de BD Promotores se expandió, a tono con las agendas de diferentes actores privados y públicos del centro que tienen entre sus planes poner en marcha proyectos destinados a transformar la cara del centro.
Desde el momento en el que la silueta de esta construcción comenzó a hacer parte del paisaje del centro, la renovación urbana del sector se aceleró como un efecto dominó.
Trabajo en equipo El BD Bacatá está en uno de los sectores de la ciudad donde confluyen más dinámicas. Allí se encuentra una población mixta, compuesta por residentes, comerciantes, estudiantes y los empleados de las empresas e instituciones que tienen su sede en el centro de la capital. Por lo tanto, el vínculo con cada uno de estos actores resulta fundamental para que la transformación del centro sea todo un éxito. En consecuencia, BD Promotores ha formulado diversas estrategias para impulsar los nuevos aires que circulan por la localidad de Santa Fe. Por ejemplo, por medio de la corporación Somos Centro se han llevado a cabo actividades como la arborización de la avenida 19, en asocio con la Alcaldía de Santa Fe, Aguas de Bogotá, el Jardín Botánico de Bogotá, la Policía Nacional de Colombia y varios comerciantes del sector. Otras intervenciones se han enfocado en brindar soluciones a problemáticas relacionadas con los habitantes de la calle y el manejo de basuras. Por medio de este tipo de alianzas estratégicas se pretende hacer un aporte constante a la transformación del centro para posicionarlo en la altura que se merece. Y qué mejor que hacerlo desde su primer rascacielos. 103
Justo en el centro
Una zona
muy valiosa Gustavo Niño, de 28 años, uno de los alcaldes locales más jóvenes de Bogotá, tiene a su cargo la localidad de Santa Fe y habló con SEMANA sobre el centro de sus sueños.
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EMANA: ¿Con cuánto presupuesto cuenta una alcaldía local? GUSTAVO NIÑO: Eso depende. De acuerdo con la Ley 1421 de 1993, ese presupuesto sale del 10 por ciento de los ingresos corrientes de Bogotá; que para 2017 fueron cerca de 8 billones de pesos, es decir, las localidades tienen cerca de 800.000 millones de pesos. SEMANA: ¿Cómo se distribuyen? G.N.: De acuerdo con el índice de pobreza y al número de población residente. Pero eso es algo que merece ser analizado, porque, por ejemplo, nuestra localidad cuenta con una población flotante de 2 millones de habitantes, y con 110.000 residentes. En resumen, la Alcaldía local de Santa Fe cuenta con un presupuesto de 24.000 millones de pesos. SEMANA: ¿Por qué la política? G.N.: Me interesaba desde joven. Yo nací en Barrancabermeja. Estudié en la Fundación Colegio UIS, en Bucaramanga y ahí fuí personero. Luego me licencié de Ciencia Política en la Universidad Nacional, en Bogotá. A los 21 años formé parte del programa Colombia Joven, adscrito a la Presidencia de la República. Tuve que viajar por todo el país y conocer sus necesidades. Y desde el 8 de abril de 2016 soy el alcalde de la localidad de Santa Fe. 104
SEMANA: ¿Hubo políticos en su familia? G.N.: Mi abuelo materno fue alcalde de Bolívar (Santander), y mi padre, Gustavo Niño Molano, se graduó de ingeniero, no ocupó cargos políticos, pero a los 38 años entró en la Policía. Cuando tuvo el cargo de mayor, formó parte del grupo que persiguió a Pablo Escobar en Medellín. SEMANA: ¿Cómo vivió usted eso? G.N.: Yo era apenas un niño. Tengo vagos recuerdos de esos momentos. Mi padre murió de cáncer cuando yo tenía 12 años. Poco antes de morir mi viejo me dijo: “Hijo, hasta aquí pude darle la formación y la guía que necesitaba. Desde hoy usted decide qué camino seguir en la vida”. SEMANA: Su camino fue el político. ¿Cuál es el estado actual de la localidad que gobierna? G.N.: Bogotá nació en Santa Fe, pero ha sido una localidad olvidada. En los últimos años la inversión de la capital se localizó fuertemente en el sur. Esta localidad tiene grandes ventajas: hay una importante generación de empleo que está ligada a los 2 millones de visitantes diarios, son más que la población de Barranquilla, por ejemplo. Además, aquí se gestan varios de los proyectos urbanísticos más importantes del centro y contamos con gran parte de la reserva ambiental de Bogotá, que son los cerros orientales, Santa Fe es Monserrate, pero también toca el Verjón, hasta Choachí, de hecho contamos con 4.800 hectáreas de las cuales 4.200 son protegidas y rurales, solo 600 son urbanas. SEMANA: ¿Y los retos que enfrenta? G.N.: Tenemos tres, enormes. Nuestros índices de inequidad son muy altos, el índice de pobreza es muy fuerte. Detrás del Palacio de Nariño se encuentra la población que históricamente ha venido del desplazamiento forzado y que no tiene oportunidades laborales
Su abuelo materno fue alcalde de Bolívar (Santander); su padre, mayor de la Policía, formó parte del grupo que persiguió a Pablo Escobar en Medellín.
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Puede leer la historia del Café La Florida, donde entrevistamos al alcalde Niño, en la
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FOTO: ERICK MORALES
El centro se reinventa
ni educativas. Eso está conectado con el reto de la informalidad; somos la localidad con el mayor número de vendedores informales no solo de la ciudad; del país. El otro reto es la seguridad. El centro, por su dinamismo y su población flotante tiene una de las tasas de homicidios más altas, en 2015 fue de 53 por cada 100.000 habitantes, hemos comenzado a reducirla desde que llegamos, pero es una batalla de día a día. SEMANA: ¿Cómo lograr que más gente no vaya solo de paso al centro, que se quede a vivir ahí? G.N.: Una manera es atrayendo más inversión a la zona. El centro es uno de las seis de la mañana a las seis de la tarde (el centro transitado), y otro de las seis de la tarde a las seis de la mañana del día siguiente (el de los 110.000 residentes). ¿Qué sucede? Que tenemos que aprender a gerenciar la noche como lo han logrado en Quito o en muchas ciudades de Brasil, y lo han conseguido atrayendo inversión privada. Que se invierta en nuevos proyectos no significa sacar a los actuales residentes del centro. SEMANA: ¿Cuál sería el plan? G.N.: Combinar el uso del suelo, que sea un uso comercial, universitario, como lo tenemos ahora (contamos con
Gustavo Niño retratado el miércoles 10 de mayo en el Café La Florida, en el centro de Bogotá, cerca de su despacho.
cerca de 51 institutos y universidades), pero también que sea un centro residencial donde viva la gente y pueda usar todos los equipamientos. SEMANA: ¿Cuáles son estos? G.N.: Teatros, museos, hospitales, parques, calles peatonalizadas, todo eso genera una gran calidad de vida. ¿Cómo lograr que la gente se quede? Mejorando la seguridad y combinando el uso del suelo, así podremos gerenciar la noches, y no serán oscuras y solitarias. Cuando esto suceda la tierra del centro se valorizará aún más. SEMANA: Sí, porque hoy su valor es, digamos, representativo. G.N.: Tenemos más de 16 proyectos de residencias estudiantiles, más de 3.000 habitaciones, ese metro cuadrado puede costar entre 7 y 9 millones de pesos, muy cercano al valor de un metro cuadrado en el barrio Los Rosales o a ciertas zonas de Cartagena. Y, comercialmente, en San Victorino, por ejemplo, el metro cuadrado puede estar ente 15 y 35 millones de pesos porque tiene una afluencia de 400.000 personas. Vienen muchísimos proyectos, bajo el mandato del Alcalde Mayor, y estos ayudarán a que el centro sea más moderno, más seguro, sin perder su esencia, y respetando sus monumentos. Ese es el centro con el que muchos soñamos, y seguro lo vamos a tener. SEMANA: Hace algunas semanas se pensó que dejaría la Alcaldía... G.N.: La Personería señaló que había una irregularidad en un contrato de malla vial de 2016 que nosotros adjudicamos. Se dijo que había un documento falso, pero ese documento, yo mismo lo había mandado a la Fiscalía para su revisión, y hasta hoy no se ha determinado su falsedad. Esto lo analizaron en diferentes escenarios, y yo fui ratificado en mi cargo. SEMANA: ¿Está tranquilo? G.N.: Sí. La dinámica de la política trae sus riesgos. El capital más grande de un político es su nombre, yo seguiré trabajando por mantenerlo limpio, enfocando mis esfuerzos en una Santa Fe mejor para todos. 105
FOTOS: CORTESÍA ATRIO
Justo en el centro
Atrio: el renacer del centro El megaproyecto de dos torres y un amplio espacio público busca cambiarle la cara al centro de Bogotá y convertirse en el nuevo símbolo de la ciudad.
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ogotá no cuenta con un edificio icónico que le sirva de imagen y símbolo, al estilo de París con su Torre Eiffel o de Buenos Aires y su Obelisco. Esta carencia podría terminar, sin embargo, cuando se inaugure en la calle 26 con Avenida Caracas un ambicioso proyecto de dos torres con un amplio espacio público que busca renovar la ciudad.
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La obra de Atrio comenzó en 2014 con la intención de cambiarle la cara al centro. En total, sus dos torres tendrán unos 250.000 metros cuadrados de construcción, una escala inédita para edificios de oficinas y vivienda en Colombia. Con ello sus promotores esperan dejar una huella en el ámbito inmobiliario y lograr una transformación de la zona. Esta renovación incluye un uso generoso del espacio abierto a la comunidad: por primera vez en Colombia, un rascacielos de acero y concreto replanteará de manera contundente el concepto de primer piso y espacio público, porque
El centro se reinventa
Atrio propone como gran protagonista el espacio público. Diez mil metros cuadrados del total de la obra estarán destinados al disfrute de todos los ciudadanos.
10.000 metros cuadrados del total del proyecto estarán destinados al esparcimiento de los ciudadanos, con un área abierta donde habrá restaurantes, locales comerciales y zonas verdes. Sobre este espacio se alzarán las dos torres, cada una para usos diferentes. La primera fase, actualmente en obra, albergará exclusivamente oficinas, negocios y un componente gastronómico, y la segunda fase tendrá varios usos. De hecho, incluirá oficinas, comercio, residencias, un hotel de más de 200 habitaciones y un observatorio –el primero de carácter oficial en Bogotá– en la cima del edificio que se convertirá en la torre más alta del país. Este observatorio estará abierto a la comunidad y ofrecerá una vista panorámica de 360 grados. La obra ocupa un punto estratégico del centro de Bogotá, Rosella Violi, directora de proyectos de QBO Constructores –que junto con Arpro S.A. y Grupo A son creadores del proyecto– reconoce que “es un desarrollo ambicioso que busca generar un cambio
positivo en la ciudad. Cuando se hace algo innovador y con calidad, las personas toman conciencia y, por ende, cuidan y valoran más las cosas. Buscamos cambiar la visión del centro de Bogotá”. Violi reconoce así mismo la gran capacidad de concentración de gente que tiene el proyecto: “Estaremos donde convergen los sistemas de transporte más importantes de la ciudad: el futuro metro, además de contar con TransMilenio en la 26 y en la Caracas. La Estación Central, una de las más importantes y donde se unen el metro y TransMilenio, va a estar al frente de Atrio. Es un lugar de concentración de muchas personas”. Desde el comienzo del proyecto la idea fue que Atrio tuviera un diseño vanguardista, diferente y que permaneciera en el tiempo. Para lograrlo, el equipo de inversionistas tuvo la visión de contratar al arquitecto británico Richard Rogers, quien en conjunto con el colombiano Giancarlo Mazzanti tiene a su cargo diseñar el complejo. Los proyectos de Rogers tienen una fuerte vocación hacia lo público y una arquitectura potente. Así lo demuestran sus trabajos, como el Centro Georges Pompidou, en París; el Aeropuerto de Barajas, en Madrid; el edificio Lloyd’s y el Millenium Dome, en Londres, y el edificio del Tribunal Europeo de
El proyecto de construcción Atrio es una muestra de la renovación que el centro de Bogotá ya está empezando a vivir.
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FOTOS: CORTESÍA ATRIO
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La calle 26 con Avenida Caracas cambiará de cara cuando se entreguen las dos torres de Atrio. Albergará oficinas, comercio, residencias y un hotel.
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Derechos Humanos, en Estrasburgo. En Colombia, donde lo convencional es usar concreto, Atrio será el primer rascacielos con un ‘esqueleto’ en acero y concreto. De esta forma, Atrio no solo romperá moldes en cuanto al uso de espacio público, sino también en su técnica de construcción. En su impulso renovador, el proyecto Atrio se encargará de intervenir también el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, cuyas modificaciones y actualizaciones estarán listas con el resto de la obra. Adicionalmente, el reconocimiento LEED Gold certifica que el proyecto cuenta con las máximas calificaciones de sostenibilidad, que se suman a sus características de calidad ambiental e innovación en diseño. Este proyecto apunta a un futuro pensado para todos.
Así avanza la construcción de la primera fase de Atrio.
FOTO: ERICK MORALES
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FOTO: LEÓN DARÍO PELÁEZ
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Algunos habitantes de calle inician procesos de reinserción social de la mano de fundaciones o centros de acogida distritales como el Óscar Javier Molina.
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Diagnóstico de una crisis sin resolver Vanessa Cortes Periodista Especiales Regionales de revista SEMANA.
La habitabilidad en calle es un fenómeno social que históricamente ha estado presente en Bogotá. ¿Cuáles son las causas? ¿Qué ha hecho el Distrito?
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ras la construcción de la carrera décima a finales de los años cuarenta, el barrio Santa Inés entró en una etapa de detrimento, y luego del Bogotazo, sus habitantes migraron al norte de la ciudad, dejando atrás sus casonas con jardines llenos de una flor muy popular: el cartucho. En los años ochenta, el otrora prestigioso barrio se convirtió en el Cartucho, lugar de concentración de venta ilegal de drogas, bandas criminales y habitantes de calle. El sector, que según el censo de 1997 contaba con 4.515 habitantes de calle, fue intervenido en 1998 durante el primer mandato de Enrique Peñalosa. Las cifras indicaron que en 2001 había 11.832 y cuatro años después del operativo la cifra se redujo a 8.385. Considerando que antes de la intervención el número de personas en la calle era la mitad, la realidad continuaba siendo alarmante: mientras moría el Cartucho, nacía el Bronx. Hugo Acero, subsecretario de Seguridad en la primera alcaldía de Peñalosa, dijo a SEMANA que para el proceso social tras el desalojo se precisó construir sitios de paso y centros de atención para drogodependientes: “Por primera vez la ciudad contaba con
infraestructura para auxiliar a esta población”. Por su parte, Íngrid Morris, antropóloga y autora de En un lugar llamado el Cartucho, mencionó lo siguiente: “En general, desde dicho desalojo han sido paños de agua tibia. La raíz del problema es mucho más profunda: los consumidores solo cambian cuando reconocen que tienen una enfermedad”. El Cartucho marcó un precedente en política social. Durante su gobierno, Antanas Mockus promovió la ‘caridad ilustrada’, con la cual la comunidad empezó a reconocer a los habitantes de calle como sujetos de derecho, tanto es así que el Distrito se desentendió y dejó su cuidado en manos de la caridad privada. Samuel Moreno siguió esta misma línea. Por su parte, el propósito de Luis Garzón fue garantizarles el derecho a la alimentación, lo que funcionó como plan de choque, pero no resolvió prácticas de aislamiento como el encierro de los habitantes de calle en el antiguo matadero. Los problemas de fondo no encontraban solución. La política de Gustavo Petro buscó implementar Centros de Atención Móvil a Drogodependientes, donde se consideraba a los habitantes de calle con adicciones como enfermos y no como criminales. El entonces procurador Alejandro Ordóñez aseguró que esta medida era inconstitucional.
Los principales motivos para habitar la calle son los problemas intrafamiliares y el consumo de sustancias psicoactivas.
Más de una causa Para Marcela Tovar Thomas, directora del Centro de Pensamiento y Acción para la Transición, más allá de ver a un habitante de calle como adicto, se debe entender el porqué de su consumo, a partir de su contexto. “La familia muchas veces es el primer expulsor, por el estigma social, porque 111
FOTO: CHRISTINA ECHAVARRÍA
Justo en el centro
La inclusióm de habitantes de calle se promueve con programas de formación.
no cuentan con herramientas para enfrentar el consumo de drogas de sus allegados”. Por eso dice Tovar que es necesario hacer un cambio en el paradigma actual basado en la guerra contra las drogas. “Una persona que presenta una dependencia a cierto tipo de drogas es estigmatizada porque la política antidrogas nos ha hecho creer que la adicción es un tema de voluntad, que implica moralidad”. Según el censo de 2011 de la Secretaría Distrital de Integración Social, los principales motivos para habitar la calle son los problemas intrafamiliares y el consumo de sustancias psicoactivas. El 93 por ciento de los habitantes de calle aseguran ser consumidores constantes, y casi el 30 por ciento permanece en la calle por adicción. Como las razones para hacer de la calle un hogar son múltiples, “las soluciones también deberían serlo”, según Álberto López, quien fue habitante del Cartucho y del ‘Bronx’. En un foro sobre el tema, López se refirió a las zonas de tolerancia como un espacio de libertad para el vicio, donde no existen prejuicios. Eso explica, en parte, por qué más del 15 por ciento de los habitantes de calle afirman permanecer allí por gusto. “La calle es un espacio donde pueden encontrar lo que necesiten de inmediato, y es su estilo de vida”, explica Myriam Cantor, subdirectora para la adultez de la Secretaría de Integración Social. Cantor asegura que mitigar esta problemática es un asunto de todos: si la calle se hace habitable es porque la sociedad lo permite. “Desde la Secretaría de Integración Social promovemos la campaña ‘Ayudemos de Verdad’”, que indica a la comunidad las acciones que no hay que realizar.
Más allá de ver a un habitante de calle como adicto, se debe entender el porqué de su consumo.
Acciones En 2016, la Secretaría de Integración Social atendió a 12.267 personas, y este año sus 12 Centros de Atención para habitantes de calle han recibido a más de 5.000 personas. El objetivo de la secretaría es promover la inclusión de habitantes y poblaciones en riesgo de habitar las calles. Esto se 112
ha hecho a partir de diferentes acciones integrales: más de 492 exhabitantes de calle han recibido formación en artes y oficios, y entre 2016 y 2017 se han realizado 7.786 recorridos en los que se les explican los programas a los que tienen acceso. En 2016, Peñalosa aseguró que la sentencia T-043 de 2015, en la que la Corte Constitucional le ordena al Estado proteger y atender a los habitantes de calle, y donde se afirma que el tratamiento de adicción debe ser consentido y que la mendicidad “no es un delito ni una contravención” en cuanto sea ejercida de forma autónoma, “dificulta las acciones sobre esa población”. Juan Carlos Ruiz, experto en seguridad de la Universidad del Rosario, dice que “La Alcaldía quiso escudarse en el fallo para decir que no podía hacer mucho, que estaba maniatada en una interpretación acomodada de esa sentencia”. Aun así, la Secretaría de Integración Social dice que el presupuesto para atender a los habitantes de calle aumentó de 43.747 millones de pesos en 2015 a 70.700 millones de pesos en 2017, y que ya está en curso un censo con el Dane para cuantificar la población y determinar sus condiciones. Por su parte, Jorge Arango, creador de la fundación Pocalana, dedicada al acompañamiento a los habitantes de calle en el centro desde hace 25 años, dice que la ayuda del Distrito no es suficiente. Para él, el personal debe estar capacitado no solo para orientar, sino a su vez para mejorar su calidad de vida mediante la confianza para detectar el verdadero problema individual.
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Justo en el centro
50 años
cambiando vidas
Desde hace cinco décadas la Lotería de Bogotá ha ayudado a realizar los sueños de miles de ganadores en todo el país y, además, está comprometida con aportar a la salud de los colombianos.
E
l 27 de diciembre de 1967 se firmó el acuerdo mediante el cual se creó la Lotería de Bogotá y el 17 de agosto de 1968, el entonces alcalde de Bogotá, Virgilio Barco, hizo girar las ruedas de su primer sorteo. En ese sorteo cada fracción de lotería costaba 10 pesos y el primer premio mayor –de 1 millón de pesos– cayó en Cali. Hoy, la Lotería de Bogotá es una de las empresas de juegos de suerte y azar territoriales más 114
tradicionales del país. Hace parte de las 15 que todavía están en pie y de las cuatro preferidas por los jugadores colombianos. Conocida por ser “la que más billete da”, desde 2012 la lotería ha entregado más de 100.000 millones de pesos en premios a más de 7 millones de ganadores. Gracias a su atractivo plan de premios quienes la juegan tienen más de 350.000
FOTOS: CORTESÍA DE LOTERÍA DE BOGOTÁ
El chance
Desde 2012 la Lotería de Bogotá ha entregado más de 100.000 millones de pesos en premios.
posibilidades de ganar, pues este incluye el premio mayor de 6.000 millones de pesos, 69 lanzamientos adicionales con los que se entregan secos que oscilan entre los 10 y 500 millones y el pago a todas las aproximaciones al premio mayor. Sin embargo, no todo el dinero que la lotería recibe se destina a los premios entregados. Parte del dinero que se recoge está destinado a financiar los fondos de salud nacionales. Es por eso que una fuente de orgullo para la Lotería de Bogotá son las cifras de sus contribuciones y transferencias a los fondos de salud del Distrito: en 2016 superaron los 70 millones de pesos, y en lo que va de 2017, ya rondan los 17.700. Otra causa de satisfacción para la lotería es el apoyo que les da a sus loteros, quienes constituyen uno de los medios de compra más populares de los chances y loterías en el país. La de Bogotá trabaja con cerca de 27.000 loteros en todo el
país y 5.000 en la ciudad que han encontrado gracias a esta entidad del Distrito una oportunidad laboral y de sustento económico para ellos y sus familias. La lotería tiene claro que sus loteros son los representantes de su producto en las calles, y junto a la celebración de los 50 años de la empresa, quiere demostrarles su apoyo al incluirlos en diferentes programas sociales del Distrito y del gobierno nacional, como el Sisbén, Pasaporte Vital, Fondo Nacional del Ahorro, capacitaciones con el Sena y programas de bienestar como los Centros Día y Centros Noche. De hecho, la lotería está implementando jornadas de carnetización y visitas a las diferentes regiones del país donde están ubicados para escucharlos y motivarlos. La lotería, además, está comprometida con el juego legal. La ilegalidad en estos juegos de azar se refleja en los recursos que se dejan de percibir por concepto de ventas y comercialización. Por ello, la lotería trabaja en conjunto con los concesionarios de chance en actividades pedagógicas para que el juego continúe siendo legal. Las cifras y aprendizajes de 50 años en el mercado le han enseñado a la Lotería de Bogotá que una estructura interna fuerte y la práctica y promoción de la legalidad son el camino para seguir siendo una de las loterías preferidas del país. Su gerente, Diego Pérez, hace una invitación a todos los colombianos a jugar lotería y chance de manera legal, porque además de tener la posibilidad de ganar dinero, al comprarle a un lotero se hace un aporte a la salud de todo el país.
La Lotería de Bogotá es una empresa del distrito y está articulada con el plan de gobierno de Enrique Peñalosa, Bogotá Mejor para Todos.
Otro producto que ofrece la Lotería de Bogotá , a través de una empresa concesionaria.
En la década de los sesenta surgió en Colombia el popular juego de apuestas, chance. Era una actividad informal y sin reconocimiento legal, operada por particulares, quienes utilizando los resultados de las loterías oficiales, –que para la época no tenían series– hacían apuestas con las últimas cifras de los resultados. Dada la acogida de este juego, el gobierno nacional decidió, después de casi 20 años, mediante la Ley Primera de 1982, legalizar esta actividad como arbitrio rentístico con la finalidad de aportar recursos al sector salud. Mediante el Decreto 33 de 1984, se reglamentó esta actividad. Gracias a este juego se han transferido importantes recursos a la salud de los colombianos: en el año 2016 se recaudaron más de 52.000 de millones pesos y en lo corrido del presente año, más de 13.000 millones pesos.
Justo en el centro
La vía del progreso Recorrer la Séptima a pie sigue siendo un buen ejercicio de ciudadanía, nostalgia y memoria, un intento desinteresado de apropiación y gozo de la ciudad, al que hoy día se le agrega algo de tristeza y frustración. Esta es la carrera Séptima vista por un arquitecto.
A
demás de ser una de sus vías principales, la carrera Séptima ha sido un eje de la modernización del centro de Bogotá. Los proyectos de renovación y diseño urbano deben tener en cuenta su entorno para armonizar la vía con la ciudad del futuro. La Séptima es un gran espacio urbano de amable escala, diverso y contundente, que conecta gran parte de los lugares públicos más importantes de la ciudad: el Parque de Las Cruces, la Plazoleta de San Agustín, los jardines de la Casa de Nariño, la Plaza de Bolívar, el Parque Santander, la Plazoleta de las Nieves, y los parques de la Independencia y Nacional, amén de San Francisco y San Martín, cobijados por la construcción de TransMilenio. La Séptima es una ‘calle’, paramentada por un conjunto valioso de arquitecturas, en donde solo quedan recuerdos vacíos de funciones comerciales. Las empresas, las instituciones y los grandes almacenes perviven en sobresalientes estructuras cuyo único pecado es el costo de la actualización. Quizá sea un sentimiento de los mayores, de los arquitectos y los bohemios, pero incluso para los jóvenes, la Séptima es la oportunidad de descubrir un hecho urbano único y singular.
Fernando Montenegro Lizarralde*
La Calle Real, como se le conocía antes del acierto bogotano de la nomenclatura, conformó las bases de la expansión urbana hacia el norte y hacia el sur de Bogotá.
* Arquitecto. Miembro del Consejo Nacional de Arquitectura y del Consejo de Monumentos Nacionales del Ministerio de Cultura. Exdecano de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional y profesor de la Maestría en Planificación Urbana y Regional de la Universidad Javeriana. 116
La Calle Real, como se le conocía antes del acierto bogotano de la nomenclatura, conformaba, junto con la calle décima, las bases del universo urbano: el cardus y el decumanos del orden fundacional. Allí se sentaron las bases de la expansión urbana hacia el norte y hacia el sur de Bogotá, y por excelencia fue y sigue siendo el eje comercial de la ciudad, en competencia con nuevos hechos urbanos generados en la complejidad de la metrópoli. Sobre ella se dio inicio a la sustitución de arquitecturas coloniales por republicanas: el principio de una ciudad moderna. La modernización de Bogotá Las primeras nociones de renovación urbana propuestas en el centro fueron próximas a la Séptima: en los alrededores de Santa Inés, donde se ubicaba la antigua plaza de mercado; en la construcción de la carrera décima, la calle 19 y la carrera tercera, y en el entorno de la Plaza de Bolívar, donde Le Corbusier originó su plan piloto, que se extendió a la ciudad de los cincuenta. A mediados del siglo XX se propuso intervenir el viaducto de la
¡A bailar salsa!
Carrera Séptima peatonalizada a la altura de la íglesia San Francisco y el Banco de la República.
Ánimese a echar paso en el centro.
Casa Quiebracanto
FOTO: DIEGO BAUMAN
Carrera 5 # 17 - 76
calle 26, que debía completar la malla arterial del centro y proporcionar el escenario para una arquitectura moderna, funcional y representativa del desarrollo nacional. Esto generó numerosas críticas y admoniciones fatales por lo que podría suceder al separar el centro del Centro Internacional y de La Magdalena. Se sugería, con cierta razón, que el centro quedaría desvinculado de los polos de crecimiento urbano y de los tejidos residenciales, pero aquello no sucedió. Por el contrario, se generó uno de los momentos más espectaculares de la arquitectura moderna, de la modernización de la ciudad y del fortalecimiento empresarial: los símbolos urbanísticos a lo largo de la décima, de la trece, de la Avenida 19 y por supuesto de la misma Séptima. Ese momento se alargó hasta la década de los ochenta, para luego, en 20 años, quedar congelado como si se hubiera tratado de una gran equivocación. Lo que hemos hecho y lo que tendremos Los años setenta fueron testigos de una actuación urbana notable e influ-
yente: la construcción de un conjunto de proyectos residenciales de alta densidad en la periferia del centro, que se extendieron hasta el entorno del Centro Internacional, de San Martín y de La Macarena, y que constituyen ejemplos para reflexionar en el futuro cercano por la oportunidad que presentan de mantener el rol residencial y la calidad urbanística de la carrera Séptima. La carrera Séptima tiene, en esta zona, tres tramos residenciales: los barrios de La Candelaria y Las Nieves, a los que el uso les ha dado un carácter esencialmente comercial, y San Martín, la zona más equilibrada desde el punto de vista de los usos. Si revisamos el conjunto, es evidente la necesidad de incorporar el uso residencial a los actuales proyectos de renovación y diseño urbano. En las tres últimas décadas se han formulado planes y proyectos con el fin de actualizar el centro y la carrera Séptima, entre los que sobresalen la construcción del parque Tercer Milenio, el Eje Ambiental, las troncales de TransMilenio y la Avenida de Los Comuneros, y también la recuperación de San Bernardo y el Bronx, la Cinemateca y la Filarmónica, y, desde luego, la peatonalización de la Séptima. Bogotá sigue cambiando sustancialmente, crece y se transforma, invade la Sabana y se densifica siguiendo un modelo que nadie, más que su propia historia, inventó, y en medio de estos cambios la Séptima, como abstracción de la ciudad, es un hecho complejo, en el que sus partes y elementos conversan e influyen en sus comportamientos.
El Goce Pagano
Diagonal 20A # 0 - 82
El Bembé
Calle 27B # 6 - 73
Son Salomé Calle 19 # 4 -20
Cuban Jazz Café
Carrera 7A # 12C - 36
Casa de citas Carrera 3A # 12B - 35
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Justo en el centro
El dilema de El centro de Bogotá carga con el estigma muchas personas no lo visitan. SEMANA para averiguar si esa percepción es
“
Álvaro Velarca Hernández Gerente del Fondo de Cultura Económica Colombia De unos años para acá percibo más seguridad en el centro. Ha mejorado la vigilancia, se han reparado calles y andenes, y se están construyendo nuevos edificios. El centro histórico, y sobre todo La Candelaria, se están revitalizando, su apariencia mejora cada vez más y con eso llega más seguridad.
Daniel Mejía
Secretario de Seguridad, Convivencia y Justicia de Bogotá El centro de Bogotá concentra diferentes incidentes de inseguridad por su alto flujo de personas. No obstante, hoy es más seguro que antes, debido a una firme determinación desde la administración del alcalde Enrique Peñalosa de realizar un trabajo conjunto entre la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia, la Fiscalía General de la Nación y la Policía Metropolitana de Bogotá para recuperar estas zonas. Según la Policía Metropolitana de Bogotá, entre mayo de 2016 y febrero de 2017 las cifras de homicidios bajaron 48 por ciento, el hurto al comercio bajó 27 por ciento, el hurto a personas 8,5 por ciento y las lesiones personales 59,3 por ciento.
Manuel José Álvarez Gaviria
“
Director del Teatro Colón de Bogotá No hay seguridad durante el día y menos durante la noche, y esa inseguridad es un reflejo de la situación económica y social del país. La Candelaria y el centro de Bogotá están abandonados. A la gente le da miedo salir del teatro por la noche, y no ayuda que hay pocos parqueaderos. La Alcaldía puso en marcha la recuperación de La Candelaria, pero eso toma tiempo.
Gerente de Artes Audiovisuales del Idartes y directora de la Cinemateca Distrital El centro de Bogotá recibe un alto volumen de población flotante, y eso trae fenómenos sociales como dificultades en la movilidad y focos de inseguridad. Aun así, es importante destacar que es un espacio receptor de turismo donde también funcionan muchas oficinas de gobierno, y suele haber una presencia importante de las fuerzas del orden.
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FOTO: JORGE SERRATO
Paula Villegas Hincapié
El centro se reinventa
la seguridad de ser un lugar peligroso y por eso consultó la opinión de quienes lo transitan correcta o es una etiqueta más. Suati Giraldo
Miembro del Consejo Estudiantil de la Universidad Externado de Colombia Me he dado cuenta de que la seguridad en términos generales es buena porque el centro es un lugar turístico y por ende la Alcaldía ha incentivado a la Policía para que sea seguro. Sin embargo, he escuchado casos de compañeros de la universidad a quienes han robado. La percepción es que hay gente de barrios aledaños que aprovecha para robar en horas pico.
Juan Esteban Orrego Calle
Director de la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) Bogotá Venimos de días muy difíciles. Con el operativo en el Bronx y la presencia de bandas que hacen fechorías se generó una sensación de desconfianza e inseguridad, pero por fortuna el Distrito le está poniendo cuidado al tema. La seguridad en el centro es básica para todos; este es un lugar al que hay que venir por diferentes trámites, además acá hay una concentración muy grande de estudiantes. Esperemos que el asunto continúe mejorando; aunque el Distrito se ha esforzado, todavía falta mucho por hacer.
“
Luis Albeiro Madrigal Arango
Presidente de la Asociación de Restaurantes de La Candelaria (Arca) Entre la gente hay una percepción de inseguridad bastante fuerte. Les da miedo venir al centro, creen que los van a robar, a atracar. Sí hay temas como los habitantes de calle y el consumo de drogas y alcohol que, para mí, crean inseguridad. Lo mismo pasa con los carros; hay mucho tráfico y eso da pie a situaciones peligrosas. Los que estamos en el centro sabemos cómo funciona, pero los de fuera no, y por eso no vienen.
Daniela Garzón Rey
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Presidenta del Consejo Estudiantil de la Universidad de los Andes La seguridad en los alrededores de la universidad es muy buena debido al equipo de la institución. Dos o tres cuadras más allá, la realidad es otra. A diario se escuchan casos de robos, especialmente en la noche. Por eso, a pesar de que me siento muy tranquila dentro del campus, soy más precavida cuando tengo que ir más allá del Eje Ambiental. 119
Justo en el centro
Convivo seguro Aunque la convivencia con nuestros vecinos puede ser complicada, existen puntos de interés común que nos unen, uno de ellos es la seguridad. La Constructora Bolívar le apuesta a la buena comunicación en los inmuebles, su gerente de Capital Social nos lo explica.
H
ace 15 años, cuando buscábamos la forma de generar capacidades en las comunidades para que resolvieran de manera creativa los conflictos entre vecinos de un edificio, nos enfrentamos a un primer reto: la convivencia. Descubrimos la falta de popularidad de los comités de convivencia, pues a nadie le gusta que le digan que es ruidoso y, además, para quienes regresan de sus trabajos al final del día a resolver asuntos familiares, este tema no suele ser una prioridad. Luego de múltiples cursos y talleres en los conjuntos residenciales, a través de los cuales hoy tenemos capacitados a cerca de 1.200 habitantes de nuestras urbanizaciones, y de haber entendido que todas las comunidades tienen rasgos propios que las diferencian, encontramos que la seguridad es un interés extendido en la mayoría de ellas. Más allá de los principales elementos generadores de conflicto en la propiedad horizontal, como el descuido de las mascotas, el consumo de bebidas alcohólicas en zonas comunes y el mal manejo de basuras, la seguridad demostró ser un factor prioritario para los vecinos. A diferencia de la convivencia, la seguridad es un valor que nos per120
Alejandra Robledo
OPINIÓN
Solo con reglas de juego claras y de fácil acceso para la comunidad se puede desarrollar el valor esencial para construir capital social: la confianza mite cuidar lo que más nos importa: nuestra familia y nuestro patrimonio. Y aunque está muy relacionada con una percepción individual, solo logra construirse de manera colectiva, mediante la coordinación de acciones entre vecinos y entidades públicas. Sabemos que en una ciudad como Bogotá, donde según el
censo inmobiliario de 2015 el 70 por ciento de los predios son de propiedad horizontal, la política pública de control del delito tiene que tener un alto componente de prevención para lograr su sostenibilidad. Por eso Convivo Contigo, modelo de gestión de convivencia y seguridad que hemos desarrollado e implementado en cerca de 80 conjuntos residenciales ubicados en Bogotá y municipios aledaños, y que impacta a cerca de 24.000 personas, adquiere una alta relevancia como mecanismo para generar alianzas entre el sector privado y la Policía Nacional. Hoy no solo tenemos el reto de seguir construyendo estas alianzas, que consolidan las bases de comunidades sostenibles, sino también de apoyar a esta institución a dar respuesta a las preguntas que hoy plantea el nuevo código de policía: ¿todos los policías tendrá una comparendera? ¿Las multas solo serán emitidas por los policías de la especialidad del servicio competente? ¿Los policía de vigilancia seran únicos facultados para implementar y sancionar las infracciones? ¿Habrá una prueba de idoneidad para aquellos uniformados que tengan comparendos? Porque solo con reglas de juego claras y de fácil acceso para la comunidad podremos desarrollar el valor esencial en la construcción de capital social: la confianza.
FOTO: ERICK MORALES
Capítulo
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FOTO: GUILLERMO TORRES- SEMANA
Bogotá Centro
Nuevas obras en viejas zonas La renovación urbana es una política a largo plazo que puede tener costos muy altos y encontrarse con problemas de continuidad en las administraciones sucesivas. Bien hecha, sin embargo, puede mejorar la vida de los ciudadanos.
Daniel Páez Periodista.
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C
ambiarle la cara a una ciudad como Bogotá requiere revisar la historia y pensar tanto a corto como a largo plazo. Lo primero que se debe entender a la hora de hacer una cirugía plástica urbana es la diferencia entre recuperación y renovación. La recuperación se refiere a rescatar un lugar (un parque, una alameda, una plaza, una casa, los andenes de un barrio) que se ha ido deteriorando con el tiempo. Es como remodelarlo, cambiarle lo que se echó a perder (una fuente, los adoquines, los árboles, la pintura, el mobiliario) y darle una vida similar a la que
alguna vez tuvo. De esa tarea se encargan principalmente entidades como el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) porque, por lo general, se lleva a cabo en espacios o bienes públicos y exige una revisión constante. Lo ideal no es revivir cadáveres sino mantener los lugares lo mejor posible y solo hacer cambios cuando estos sean necesarios. La renovación urbana se trata de modificar una zona para darle una cara diferente. Las ideas de estas obras vienen de la Alcaldía y antes de redactar los decretos que entran al Plan de Desarrollo, al Plan de Ordenamiento Territorial (POT) o a un plan zonal específico, los proyectan la Secretaría Distrital de Planeación y el Catastro Distrital, entre otros entes. El Concejo debe aprobar los decretos. Las normas muchas veces abarcan barrios completos que incluyen predios privados a los que se les cambia el
FOTO: GUILLERMO TORRES- SEMANA
FOTO: ERICK MORALES
El centro se reinventa
uso y, por lo tanto, trabajar sobre estas zonas demanda un consenso entre habitantes y propietarios. Desde el comienzo la Empresa de Renovación Urbana (ERU) y el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) supervisan el trabajo. Por supuesto, la unanimidad es imposible y este tipo de acciones siempre va a tener detractores. El costo de la renovación llega a ser muy alto cuando implica comprar predios, demoler y volver a construir, lo que se suma a los costos de los estudios sobre posibles impactos viales, ambientales, residenciales o comerciales, entre otros. Por eso, en muchos casos hacen falta inversionistas privados que vean allí un negocio. Esto último suena a ‘gentrificación’, esa palabrita que genera amores y odios, pero no siempre implica aburguesamiento o estandarización de un área. De hecho, también puede hacerse para construir parques, estaciones de transporte público, bibliotecas, museos u otro tipo de obras incluso de interés nacional, que cuentan con presupuesto de entidades estatales. El Parque Tercer Milenio es un ejemplo de renovación urbana en Bogotá. El proyecto, planeado hace casi 20 años, aún sigue pendiente de ser ejecutado en su totalidad. El
El centro de Bogotá vive hoy una nueva etapa, sus edificaciones y calles enfrentan un proceso de recuperación y renovación que no será sencillo.
área de trabajo empezaba en la plaza de San Victorino con sus vendedores ambulantes, pasaba por el entonces Cartucho –que se había convertido en uno de los puntos más inseguros de la ciudad y terminó migrando o atomizándose–, por edificios que en su momento ya tenían más de 100 años de construidos, y llegaba hasta el barrio San Bernardo, con la calle sexta, hoy convertida en la avenida Los Comuneros. La idea no era solo dejar un parque metropolitano en el corazón histórico de Bogotá sino, entre otras obras, construir un centro comercial y espacios residenciales para reubicar a los afectados. Sin embargo, los cambios de alcaldes que les dieron prioridad a otros programas en la misma zona, el carrusel de la contratación e incluso la negligencia de algunos funcionarios hicieron que el proyecto siga sin cumplir todas sus metas. Aun así, el Tercer Milenio sirve para mostrar la complejidad y múltiple funcionalidad de estos planes. No se trata de un asunto estético sino de un programa urbano integral. Nadie puede negar que San Victorino se ve mucho mejor con la mariposa de Negret que con las casetas de lata, pero también entran en juego asuntos sociales, de movilidad, de hábitat, de patrimonio y un largo etcétera. Por eso, los proyectos no dependen solamente del alcalde que tuvo la idea: entran en vigencias futuras (presupuestos y normas que se salen de un mandato) y pueden caer en definiciones vagas que cambian con una nueva administración y obligan a revaluar cada cierto tiempo el costo, los diseños, los usos del suelo y otros detalles. Mejor dicho, la renovación urbana no es cuestión de llamar a un maestro para que pinte unas cuantas paredes e instale unos adoquines. Ciudades como Bogotá mutan todo el tiempo, para bien y para mal, y darles vida a ideas de largo plazo requiere mucho más que buenas intenciones.
El costo de la renovación llega a ser muy alto cuando implica comprar predios, demoler y volver a construir.
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Justo en el centro
Negocios con historia
FOTO: ERICK MORALES
En la localidad de los Mártires nació el comercio popular y a gran escala de Bogotá; alrededor de la Plaza España se concibió la primera central de abastos de la ciudad y también llegaron los primeros san andresitos. Hoy, varios de los centros comerciales que ahí operan tienen claro el papel que cumplen en la prosperidad del sector y que la competitividad es el camino hacia el progreso.
Centro Comercial Sabana Plaza Calle 13 # 19 – 71 www.sabanaplaza.com
En un sector tradicional, rodeado de construcciones patrimoniales como la Estación de la Sabana y el Hospital San José, resaltan estructuras modernas como la del Centro Comercial Sabana Plaza, que se concentra en comercio mayorista de prendas de vestir, calzado y tecnología, con gran oferta de productos y precios competitivos. Tiene amplias instalaciones comerciales y numerosos parqueaderos. Sabana Plaza, además, trabaja en conjunto con otros centros comerciales, la Policía Metropolitana y 124
la Alcaldía de los Mártires para aumentar el desarrollo y el bienestar en los alrededores. Esos esfuerzos han mejorado la seguridad y limpieza en el sector, lo que permite que residentes, clientes y visitantes transiten con mayor tranquilidad. Por ahora, esperan ver los resultados de proyectos como el Tren de Cercanías, que reviviría la Estación de la Sabana y la consolidación de una política social que haga frente al fenómeno de los habitantes de calle.
FOTO: CORTESÍA SAN ANDRESITO SAN JOSÉ
San Andresito San José Bodegas Antiguas Fundadores Calle 9 Bis con carrera 19A, entre números 17 y 47
FOTO: CORTESÍA CENTRO COMERCIAL PARQUE ESPAÑA
Desde que la isla de San Andrés fue declarada puerto libre, en el interior del país empezaron a llegar grandes cantidades de mercancía. Quienes trabajaban con ella en Bogotá pasaron por varias modalidades de comercio hasta que se establecieron en lo que hoy conocemos como san andresitos. Uno de los primeros que se estableció fue el San Andresito San José –llamado así por su cercanía al Hos-
En una construcción de conservación arquitectónica ubicada al costado oriental de la Plaza España se encuentra. precisamente, el Centro Comercial Parque España. El edificio fue construido en 1923, fue la primera sede de la Compañía Nacional de Chocolates en Bogotá y en los años ochenta se constituyó como una propiedad horizontal comercial. Este establecimiento se especializa en distribución mayorista y minorista a
pital San José– que aún hoy funciona en las populares bodegas antiguas Fundadores. Los módulos de bodegas están identificados con diferentes colores y en total albergan 420 locales donde los compradores pueden encontrar desde artículos de belleza y bisutería hasta productos para el hogar, pues la variedad en mercancía es una de sus fortalezas. Este establecimiento comercial se destaca por ser pionero y, aún hoy, promotor de la formalización de comerciantes en el sector.
Centro Comercial Parque España Carrera 18 # 11A - 16
niveles local y nacional de productos de aseo personal, para el hogar, de pañalera, medicamentos y papelería. Hoy, Parque España cuenta con 600 locales, parqueaderos, restaurantes y una plaza café. Además, tiene el respaldo de grandes multinacionales que garantizan el origen y la calidad de los productos que allá se consiguen. Parque España hace parte del centro histórico de Bogotá y de su comercio tradicional. 125
Justo en el centro
FOTO: IDIPRON
Barco William
¡Por mis
vecinos! Cuatro iniciativas surgidas en los barrios buscan mejorar las condiciones de la comunidad y dan un nuevo aire a las relaciones de las personas. Estos ejemplos han brindado oportunidades de empleo y ocio a los habitantes del centro.
Peregrinaje por el centro 126
Virgen de la Inmaculada Concepción de 15 metros en el cerro de Guadalupe
Santuario Nacional Nuestra Señora del Carmen. Estilo gótico.
El barrio Ramírez es un asentamiento de unas 400 familias que empezó a formarse en los años sesenta donde el Estado nunca ha tenido afán por legalizar las viviendas ni los servicios públicos. Allí, durante seis meses de 2015, los vecinos construyeron un parque de diversiones para los niños a punta de cuerdas, llantas, madera y otros materiales reciclados en lo que antes era un botadero de escombros. La comunidad encontró respaldo en tres colectivos barriales y en el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idipron). “Hicimos mingas para todos los trabajos. Las herramientas y la pintura salieron de nuestra gestión y de la gente –cuenta Javier González, miembro del colectivo La Redada–. Hubo poca planificación. Estos son proyectos muy anarquistas que se mueven por el ánimo de la gente. Pero siempre nos gustó la simbología de un barco pirata en un barrio ilegal”. Hoy William está abierto todo el tiempo, pero los sábados es el día de encuentro: los colectivos organizan una olla comunitaria y los niños participan en proyectos de radio y televisión, y en talleres de música, hip hop y break dance.
Santuario del Señor Caído de Monserrate. Terminado en 1920.
El centro se reinventa
FOTO: ERICK MORALES
Fundación Prosiembra
Situada en Teusaquillo, la casa del abuelo de Andrés Morales, fundador de Prosiembra, se convirtió desde febrero de 2016 en la sede de un proyecto sin ánimo de lucro que lleva más de dos años creando y apoyando iniciativas comunitarias. Un sábado de cada mes se reúnen allí entre cinco y siete huertas urbanas del centro de Bogotá y pequeños productores de la periferia, y se abre el Mercado de la Gente a vecinos y visitantes. “La mayoría de las huertas son de señoras mayores, cabeza de familia. Además de reunirlas las ayudamos a conectarse con promotores y redes de consumidores”, explica Johanna Táutiva, gestora de proyectos de la fundación. Prosiembra vende pomadas naturales y ofrece cursos sobre sanación con plantas y reflexoterapia. Además, alquila los salones a otros colectivos que ofrecen talleres de danza, idiomas y teatro. Así sostiene la casa y financia los programas en Altos de Cazucá y Rincón del Lago en Soacha, donde dicta talleres audiovisuales a niños y jóvenes, y ofrece clases de yoga, música y permacultura a los adultos mayores.
Proyecto Friese
Festival de la chicha, el maíz, la vida y la dicha
Hace 29 años, el colectivo barrial Los Vikingos tuvo la idea de hacer un festival para que las chicheras, expertas en preparar la bebida, promocionaran y vendieran su producto. En la actualidad, 42 chicherías de ‘La Perse’ participan cada año de la fiesta de dos días, declarada Patrimonio de Interés Cultural en 2004, en la que también ofrecen comidas típicas como el ajiaco, la mazamorra chiquita y la chanfaina. “Tenemos concursos de trompo, golosa, cucunubá y encostalados, presentaciones de bambuco, carranga, torbellino y música popular… pero lo más lindo es que vuelven viejos vecinos y amigos de la niñez”, comenta Luis Eduardo Ruiz, miembro de Los Vikingos. Antes del festival, las vendedoras son capacitadas en manipular alimentos y fermentados. El Ministerio de Salud les renueva sus certificados de calidad y un comité del barrio revisa la preparación de la chicha, que puede tardar de 21 a 28 días.
Catedral Primada de Colombia. Fue terminada en 1823.
Iglesia de Nuestra Señora de Las Nieves. Parroquia desde 1585.
FOTO: CORTESÍA FRIESE
FOTO: ARCHIVO REVISTA SEMANA
Hace dos años, Teresa Spenger recuperó del abandono un lote de la Alcaldía menor y junto con vecinos y voluntarios creó una huerta en La Candelaria. Allí, personas con discapacidad cognitiva reciben talleres de permacultura y fortalecimiento personal y cuentan con un emprendimiento para desarrollar sus habilidades. “El trabajo de quienes participan en Friese es admirable, dice Teresa, quien llegó de Alemania: ’Montaron una huerta donde producen todo desde cero. Recolectan los desechos orgánicos de 15 restaurantes de la localidad para el compost y venden lo cosechado los fines de semana, cuando abrimos la huerta a toda la comunidad y organizamos un mercado con música y actividades para que nuestros vecinos tengan un poquito de espacio verde y se involucren con el proyecto”. Friese se sostiene gracias a las donaciones que amigos y familiares de Teresa le envían desde su patria, y cuenta con el apoyo de hostales, restaurantes y otros negocios de La Candelaria que han empezado a abrir espacios laborales para las personas en situación de discapacidad.
Iglesia de La Candelaria. Terminada en 1703.
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Justo en el centro
Legado en tinta
A Alfredo Montealegre, dueño de la litografía MAG Impresores, sí lo han molestado, y no precisamente la Policía, sino la Empresa Nacional de Renovación y Desarrollo Urbano Virgilio Barco Vargas, que luego del decreto 1275 de 2015 tiene como objetivo “dotar de mejores sedes administrativas a los organismos y entidades públicas”. Alfredo tiene su negocio casi al frente del Batallón Guardia Presidencial desde hace más de diez años. “Lo único malo de acá es que tarde o temprano nos van a sacar”, asegura. Alfredo disfruta mucho vivir en ese sector. “Cada mes viene alguien, ya sea de la Vicepresidencia o del batallón, para revisar con cédula en mano qué personas estamos trabajando al lado del presidente”. Dice que los militares en ocasiones han solicitado sus servicios, y que una vez unos agentes de la Presidencia mandaron a cotizar 1 millón de palomas de la paz, “pero no salieron con nada”.
El señor Mon con el precio qutealegre se siente inconform predio. “Con es e le están ofreciendo por su e a plata ni siqu se consigue algoiera en El Lucero ”.
Un vecindario fuera de lo común Han pasado su vida entera cerca de la Casa de Nariño: las anécdotas de estos eternos vecinos del presidente registran la historia y los cambios alrededor de las sedes del gobierno.
La emoción de un relato
lle séptima casa de la ca or es una a un en ó ci es na sect El señor Puentaños. Sabe que irse de ese nta ignorar. te 3 in 6 to ce en ha om 4 m 4 con ble que por el realidad innega
Rodolfo Puentes, de 63 años, es contador, pero dice que ya casi nadie lo ocupa. Ahora parece contador de historias. Rodolfo describe de memoria todos los sitios que existían antes de los recintos estatales. “Allí por la octava quedaba don Roberto, de para acá estaba el restaurante suizo y en esa esquina por la carrera novena, había un café. ¿Sabe quién era el administrador?”. Con cautela responde: Gonzalo Rodríguez Gacha, y dice que era un oportunista, pues cada que veía a un borracho cerca del café Festival le decía: “Venga le fío media, aproveche”. Sus memorias también abarcan el día en el que conoció al expresidente Guillermo León Valencia, y recuerda que Carlos Lleras Restrepo fue el último mandatario al que vio caminar solitario por la Séptima en el año 68. Rodolfo cuenta que antes los jardines del que llamó Parque Nariño eran de todos y no de unos. “Ahí jugábamos nosotros, charlaba con la novia y también solía leer”. Todo cambió en los setenta cuando, asegura, el gobierno comenzó a cerrar las calles para apoderarse del entorno. “Los que se tiraron el barrio fueron ellos. Acá ningún vecino ha dicho que le tumben la casa al otro señor”. Lo dice con conocimiento: siempre ha vivido en el centro. Y aunque el trabajo esté malo, sigue aferrado a su labor, así como a sus recuerdos.
El centro se reinventa
Herencia de una labor
En la siguiente cuadra del costado noroccidental de la Casa de Nariño, resalta un establecimiento sin nombre donde Gladys Rodríguez ofrece desde hace más de 25 años “obleítas con arequipe, mora o con doble sabor, si gustan” a los transeúntes. Ahora su hijo heredó su labor. José Alfredo Jiménez, quien no canta rancheras pero sí vende obleas, cuenta que en una ocasión Tutina, la primera dama, le compró dos obleas con ‘mermelada’ (risas). Allí se empalagó también su esposo, Juan Manuel Santos, cuando fue ministro de Defensa, y el alcalde Enrique Peñalosa les “ha hecho el gastico” varias veces.
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Margarita Ospina dice que seguro, y que le va a dar mu este es un lugar muy cha tristeza cuando se tenga que ir.
FOTO S: ERICK MOR ALES
El sabor de la amabilidad
Las empanadas de Margarita Ospina tienen tanto prestigio que, según ella, hasta los hijos de Uribe se las pedían desde el carro. “Este negocio me lo mueven ellos: los de los ministerios, del Palacio, de la Dian”. Margarita, caldense, dice que nunca la ven achicopalada. Todos los días desde hace más de 12 años se levanta a las cuatro de la mañana para atender a la clientela de El Rinconcito Paisita. Su tienda es pequeña y acogedora, y en ella recibe viejas y nuevas amistades.
La dulzura de una mujer
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Según sus vecinos, Ana María Castro es la mujer más querida del sector, y se ha hecho querer incluso de los dueños del restaurante frente al que ha tenido su carrito con dulces y ‘mecato’ desde hace 40 años, donde ha visto pasar su vida y también la historia del país. “En la toma del Palacio de Justicia yo vi pasar por aquí un camión que según todos iba con mercancía, y mentiras, estaba lleno de guerrilleros –relata doña María, oriunda de Boyacá–, luego de eso empezó una balacera. Yo me quedé ahí por mirar; no me dio miedo, al otro día vine a trabajar y todo”. Ese día, dice, vio cómo sacaban bolsas negras con los cuerpos calcinados. “Nosotros hemos visto acá muchas cosas”. Doña María ha estado aquí desde que Belisario Betancur era presidente. “Él caminaba por acá, solito, y me decía que mis niños se me iban a morir de frío, como yo no tenía con quién dejarlos, pero igual les mandaba regalos de Navidad”. También recuerda que Andrés Pastrana era tratable, y que ahora Santos y su esposa pasan y la saludan, “pero no es lo mismo que cuando estaba doña Lina”. Según cuenta, la esposa de Álvaro Uribe le dio el permiso para trabajar tras ver que unos policías la querían sacar. “Ella volvió por mí y me invitó a la Casa de Nariño varias veces para tramitar el permiso”. Desde entonces no la han molestado.
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Justo en el centro
Calle real
Santiago Vargas rinde un tributo a la carrera Séptima en esta colección de impresos y cuadros que retrata varios de los íconos arquitectónicos que se ubican a lo largo de esta avenida.
Bogotá ilustrada
Paula Castellanos y Daniela Di Martino presentan su versión del centro en cinco fanzines sobre perros callejeros, puestos de comida, rostros, iglesias y ventanas tipicos de este sector.
El edificio
Este libro ilustrado por Daniel Rabanal, escrito por Jairo Buitrago y publicado por Babel Libros tiene como escenario el sector cercano a la Estación de la Sabana y su transformación histórica.
Retratos ilustrados
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Sobre el centro de Bogotá se cuentan historias, algunas con palabras y otras con trazos. Estas son las versiones libres de un lugar que, sobre todo, es una fuente de inspiración.