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Real Madrid quiere una nueva ‘Orejona’: pasó a semifinales de la Champions al vencer 2-0 a Chelsea en Londres

Manda la ‘Casa Blanca’. Sin alardes, a medio gas y con un Rodrygo vestido de ‘Cristiano Ronaldo’, el Real Madrid remató el trabajo en Stamford Bridge (0-2) y clasificó a semifinales de la Champions League ante un Chelsea que volvió a desprender una ausencia de gol aterradora.

No fueron inferiores los ‘blues’, pero su ineficacia de cara a puerta, junto a un Thibaut Courtois espléndido y un Rodrygo estelar, terminó por cercenar sus pocas opciones ante un Real Madrid lejos de la brillantez de las remontadas a las que ha acostumbrado en las vueltas europeas.

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Esta vez no fue una exhibición ni un paseo. Fue una muestra de que el Real Madrid a veces sabe jugar con el resultado y defenderse. Contentarse con el marcador hasta que surge la oportunidad. Hasta que la pelota llega a las botas de Rodrygo a media hora para el final y este ajusticia al Chelsea con celebración a lo Cristiano incluida.

Y poco más. Descafeinado, visto el historial de los blancos en Europa, pero efectista. Porque la historia podría haber sido distinta si el visor del Chelsea, ese que lleva averiado toda la campaña, por una vez hubiera apuntado a las redes.

N’Golo Kanté, como estandarte de una alineación tremendamente defensiva por parte de Frank Lampard, que trató de remontar un 2-0 con cinco defensas, mandó al limbo la ocasión que podría haber cambiado el rumbo de todo. La pelota le cayó muerta en el punto de penalti y su disparo con la zurda -su pierna menos buena- se marchó lejos de la portería de Courtois. Mala suerte, porque el balón adecuado le

AC Milan clasificó a las semifinales de la Champions League gracias a su empate (1-1) en casa del Nápoli, haciendo bueno el 1-0 de la ida para así regresar 16 años después a la penúltima parada por el título, y al mismo tiempo truncando el sueño de un rival lastrado por la presión y las lesiones.

Un gol del delantero francés Olivier Giroud, al borde del descanso y tras gran jugada de su compañero Rafael Leão, dejó helado el Estadio Diego Armando Maradona en una noche que los locales ansiaban histórica para una dulce remontada y que, sin embargo, acabó tornando en completa amargura pese al gol de Victor Osimhen en las postrimerías del partido.

Avisó pronto el Nápoli, mediante una falta botada por Mário Rui con la zurda desde la frontal del área. Desviado el balón por la barrera, la jugada propició el primero de tres córners seguidos, diseñando un escenario similar al del arranque de la semana pasada en el Estadio Giuseppe Meazza.

La salida fulgurante del equipo napolitano continuó en el minuto 13 con un zurdazo de Matteo Politano que se marchó al lateral de la red. Mientras el georgiano Khvicha Kvaratskhelia empezaba a dar muestras de su calidad con la pelota a los pies, en su habitual rol escorado a la banda izquierda, en el resto del ataque local faltaba pólvora.

De hecho, a su rival le hizo falta poco para enseñar uñas y crearse en el 22’ la primera gran oportunidad de peligro. En una estirada arriba de los ‘rossoneri’, Leão se desmarcó hasta asomar por el balcón del área, controlando la pelota y siendo trastabillado por Mário Rui, que había calculado mal su carrera para achuchar al ariete portugués.

El árbitro polaco Szymon Marciniak decretó penalti, pero Giroud lo falló. Casi 11 años llevaba el atacante francés sin errar una pena máxima, pero esta vez se lo adivinó Alex Meret en el disparo a media altura. Aunque Giroud lamentó lo ocurrido, se recompuso y tuvo otra gran ocasión de gol escasos minutos más tarde, merced a un tiro de zurda que también repelió el guardameta del Nápoles.

Ambas oportunidades del ‘9’ mila - nista fueron el preludio del 0-1, que él mismo anotó. Un mal control de Tanguy Ndombélé en zona ofensiva acabó con el balón entre las botas de Leão, que salió raudo al galope. En esa carrera se deshizo del propio Ndombélé, de Giovanni Di Lorenzo y de Amir Rrahmani hasta ceder un pase ‘de la muerte’ a Giroud.

Noqueado por haber encajado ese gol justo antes del descanso, al Nápoles se le acumularon las malas noticias por las lesiones de Politano y de Mário Rui. Los cambios, para colmo, no surtieron demasiado efecto en la segunda mitad, con menos fluidez de ideas en ambos equipos.

Al Milan le bastaba con no conceder espacios atrás, con replegarse sin sustos cayó al jugador con menos gol. Historia que se repitió en el ocaso de la primera mitad. Un jugadón de Reece James, exhausto todo el encuentro, terminó con un pase al segundo palo que Cucurella, temeroso de pegarle de primeras, controló. El español se equivocó, dio tiempo a Courtois a reaccionar y éste sacó el disparo a bocajarro. Cucurella se equivocó en la ida, provocando la expulsión de Chilwell, y volvió a fallar en la vuelta. en el centro del campo y con ver pasar el cronómetro. Ni siquiera Kvaratskhelia hallaba resquicios entre los defensores rivales para amenazar. Hasta el minuto 63 no hubo sensación de agobio para los visitantes, debido a un despiste de Theo Hernández en un saque de esquina y que culminó Mathías Olivera con un cabezazo fuera.

El fallo permitió al Real Madrid llegar al descanso con 0-0 y tomar un respiro. El Chelsea aceptó el reto y solo pudo irse hacia arriba, abriendo los espacios, lo que más temían los ‘Blues’. En cuanto Rodrygo cogió una bola con campo por delante, el partido se terminó.

El brasilero destrozó en velocidad a Chalobah y, aunque su centro no encontró a Benzema, sí a Vinícius en el segundo palo. Este no se precipitó y vio la llegada de Rodrygo, que empujó a la red el 0-1 y se fue hacia el córner norte de Stamford Bridge a hacer el famoso ‘siuuu’ de Cristiano.

Eliminatoria finiquitada y tiempo para que Real Madrid y Chelsea bajaran revoluciones. No así Vinícius, que ganó la banda y puso un centro raso que Valverde, con un imán, se llevó en carrera para servir el 0-2 a Rodrygo.

Con el doblete del brasilero, que afina su idilio con Europa, el Real Madrid vuela a sus terceras semifinales consecutivas, once en trece años. Espera al Bayern Munich o al Manchester City y da otro paso hacia su decimoquinta Copa de Europa. Lejana aún, sí, pero como en los últimos años, siempre posible.

Los pupilos de Luciano Spalletti echaban en falta una dosis de confianza, situación que empeoró aún más tras un penalti fallado por el omnipresente Kvaratskhelia. En un centro lateral de Di Lorenzo a tres palmos del césped, el milanista Fikayo Tomori tocó la pelota con su brazo y eso parecía abrir la puerta a un desenlace de partido dramático.

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