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ENCRUCIJADA

Coquimbo está a la deriva como un barco que se aleja o que arriba.

En Coquimbo tuve un amor que en su encrucijada se me extravió, quedó varado en sus duelos de amores, o me incentivó a buscar otros sueños.

Coquimbo ya no tiene nidos en sus árboles sólo guairavos, yecos, pelícanos y gaviotas que anidan entre sus frías rocas.

¡Ay morena! Ven a bailar conmigo hasta que desaparezcan sus estrellas y desnudos y sin fuerzas en sus playas dormiremos hasta que nos despierten los gritos de colegiales y mariscadores.

Coquimbo tiene muchos amores en sus callejuelas que abren y cierran sus puertas en cuartos donde resuenan, quejidos de barcos… en peligros de naufragios.

Coquimbo tiene piratas de fantasías, bucaneros, filibusteros o que se yo, que buscan tesoros y sonrisas entre niños y turistas.

Coquimbo tiene sus penas que trata de borrar entre cumbias y rancheras. ¡Ay morena! Ven a bailar conmigo de nuevo bajo titilantes y centelleantes estrellas que recuerdan al mejor cuadro de van Gogh en los espectaculares cielos nortinos, nos embriagaremos de las alegrías arrabaleras hasta que llegue el día.

Coquimbo no tiene nidos, sólo gente alegre que vive sumida a vivir momentos eternos que sin salir o llegar de utópicos mares sueña aventuras en rincones sin olvido. ¡Ay morena, acuérdate siempre de mí!

Coquimbo ya no tiene nidos, pero si hombres valientes y mujeres de temple dispuestos a dar su vida, cuando las desgracias se presenten. En Coquimbo tuve un amor que, en su encrucijada, anclado le dejó, Si realmente la amé o no.

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