Arte Contemporáneo y Poesía

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Las expresiones del arte contemporáneo en México suceden en un terreno confuso, marcado por las tendencias de un “mercado pueril” que reconoce o promueve —en función de su propia lógica, intereses y privilegios— la calidad o el estatus de un “artista”. Más allá de “la satisfacción hedonista del poseedor o del espectador”, este ensayo interroga el papel de la filosofía, el discurso del arte, la confluencia del autor, el crítico, el ensayista. “Un universo de vasos comunicantes” capaz de articular o cuestionar los sentidos y lecturas múltiples de las nuevas propuestas, en busca de su singularidad y complejidad, así como su potencia disruptiva y liberadora.

A RTE CONTEMPOR Á NEO O E L E N IGM A DE GR A DA D O G U I L L E R M O FA DA N E L L I

Q

ue el concepto o denominación arte contemporáneo sea una de las expresiones más complejas y difíciles de desentrañar me parece una visión bastante extendida y compartida por los espectadores del arte desde cualquier altura. Contra Adorno, quien comenzara su libro Teoría estética (1969) anteponiendo la célebre sentencia: “Ha llegado a ser evidente que nada referente al arte es evidente”, hoy, cincuenta años después es posible afirmar que la confusión resulta todavía más obvia si tomamos en cuenta que dentro de ese territorio colmado de imágenes, símbolos y signos conocido como arte contemporáneo el texto o el libreto son herramientas comunes y, en buena medida, fundamentales para intentar explicar qué cosa es la que se nos muestra para ser juzgada o admirada en sus propósitos. El texto, el relato o la narración se ha transformado hoy en día en el esqueleto de la pieza artística. Los artistas y sus críticos realizan concentrados y en muchos casos extravagantes esfuerzos literarios y filosóficos para determinar y fijar la obra en una red de

coordenadas capaz de situar el objeto o de, por lo menos, bosquejar un espacio para su comprensión o interpretación. No voy a partir de ningún imperativo o frase afortunada para indagar en los terrenos de la estética, pero sí de una literatura que comprende al arte como expresión de la sensibilidad y de la cultura humanas. Para comenzar, sin dar demasiadas vueltas, yo creo que en muchas formas la filosofía es una rama de la literatura y que su método o sustancia expresiva es la conversación. De lo que se trata cuando se escribe o se hace filosofía, según Richard Rorty —y antes que él H-G. Gadamer; y antes Montaigne; (y así)—, es conversar e intentar que el lenguaje sea síntoma, lazo y vehículo de comprensión de las diferencias que se ofrecen entre los hablantes de diversas regiones en las que se considera al arte como una disciplina o un área identificada de la creación. Por región comprendo no sólo una porción geográfica singular del mundo conocido, sino también una cultura, un interés personal o una capacidad intelectual e imaginativa. Cuando se hace crítica de arte y se filosofa a partir de ella se crean

centros de gravedad de sentido que no necesariamente nos develan una verdad absoluta sobre lo juzgado, pero que sí dan lugar a mapas de comprensión y de apropiación heterogéneos, complementarios o problemáticos. Hoy, cada vez que se me invita a una exposición o exhibición de arte, me doy cuenta de que he perdido, relativamente, el interés por la novedad y por la enunciación acéfala de un contenido subjetivo, y también me percato de que he extraviado de alguna manera el ingrediente más importante que da vida y fortalece todo conocimiento: la curiosidad. No culpo a nadie de mi personal apatía, pero creo que la causa principal es que la avidez de novedades y la búsqueda desesperada de acomodo en un mercado pueril del arte propios de la actualidad desemboca en una vuelta de tuerca más, en una provocación más o menos esperada o predecible. También estoy cierto de que, abatido por el desgano y sin la curiosidad necesaria para conocer, no tiene sentido continuar participando en un juego cuyas reglas sociales y económicas se imponen sobre lo que podríamos llamar

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Abraham Cruzvillegas: La moderna. Hoz de acero, madera y papel, 2003.

valores específicos, singulares y posibles de la obra de arte.

DENOMINACIÓN DE ORIGEN Permítanme ahora plantear el relato de un artista contemporáneo común en nuestros días y cuyo quehacer se parece cada vez más al de sus compañeros de oficio (suponiendo, claro, que el hacedor de signos que utiliza la palabra arte para designar su trabajo tenga en verdad un oficio dentro de una comunidad que necesita su trabajo para sobrevivir o vivir mejor). Se trata de una persona que ha estudiado artes en alguna escuela o universidad, o que simplemente tomó el papel romántico del artista que convierte en arte y creación memorable todo lo que toca; o que simplemente ha creído que el arte es un medio ideal para expresarse; o que es poseído por un impulso creativo irrefrenable. A fin de cuentas, escribía un exaltado Schopenhauer: “El arte siempre alcanza su meta”, aunque para ello deba sacrificar la idea. El artista o la persona que ahora describo decide crear una obra a partir de sus intuiciones; o siguiendo el ejemplo de otro artista; o convencido de alguna clase de rebeldía que debe exponerse; o declarando que su sufrimiento, alegría o su percepción del mundo merecen ser difundidas; o porque simplemente le ha parecido que existe un mercado en el que existe lugar para su trabajo y sus mercancías. Entonces el susodicho hacedor de signos se dispone a trabajar para exponer los resultados de su creación. Grita “¡Eureka!” en la plaza pública y se integra al conjunto de actores o representantes del arte. De inmediato encuentra, vía su experiencia, que por más importante, profunda, extravagante o creadora que sea su postura u obra tendrá que pasar antes por un conjunto de puertas, filtros o críticas para tomar un lugar y hacerse de un oficio que lo determine y que le permita ser llamado “artista”. De lo contrario, sin esta denominación de origen, se encontrará perdido en el universo de las palabras y de las cosas, y su labor carecerá de distinción y será invisible e inútil: será un

simple vino de mesa. Pasará como otro efecto superficial en la vida de su comunidad o de su “no comunidad”, de su zoológico, o del mundo que lo rodea. ¿A qué clase de filtros deberá enfrentarse este pobre hombre? ¿A la crítica de los sabios o expertos? ¿A la aceptación de un grupo de espectadores? ¿A los especuladores del mercado que valuarán su obra de acuerdo a determinados intereses o tendencias axiológicas predominantes? ¿A la tradición representada por la historia que cuentan los académicos? ¿A los periodistas y voceros más importantes de los medios de comunicación? ¿A una cofradía? Es posible que se enfrente a todo ello, pero mezclado, indiscriminado y confuso. Continuando con la historia de nuestro personaje, éste hallará un escollo o aliciente en aquello que desde hace varias décadas se conoce como posmodernidad, es decir a la duda de los relatos fundamentales de la historia del arte, de la verdad ontológica e incluso de la objetividad científica; a la disolución de los acuerdos trascendentales de la humanidad; a la expansión arbitraria de los signos como consecuencia de la aceleración del tiempo histórico; al frecuentado diagnóstico que promueve el fin de la modernidad y sus humanismos; a la cancelación de las ideologías como estandartes colectivos de una “verdad” que persigue un fin liberador; a la puesta en duda de la representación y de la relación sujeto-objeto. Es decir: a todo eso que puede describirse también como una renuncia a construir desde las raíces y a respetar los supuestos acuerdos históricos del conocimiento. ¿Qué hace entonces nuestro héroe?: Navegar y divagar por aguas difíciles y en medio de tormentas inesperadas; aparecer y desaparecer; mostrar y exponer los planos en lugar de las construcciones; llevar la filosofía, el relato crítico y la postura del artista hacia una posición insostenible y por ello contemporánea y válida como expresión de la confusión a la que nos ha llevado la necedad y costumbre de responder antes de fabricar o plantear bien las preguntas adecuadas (“El pensamiento nace en la boca.” Tristan Tzara). Al artista que aquí describo como modelo de la actualidad un día

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le duele la pierna; o lee un párrafo de Baudelaire y se excita de tal modo que actúa en consecuencia; o se incomoda ante la injusticia social; o es presa de un desengaño amoroso; o posee obsesiones y perturbaciones que lo absorben; y es entonces cuando decide crear cosas o “conceptos” a partir de cualquiera de las afecciones nombradas y dependiendo de la consistencia u hospitalidad de su entorno, de sus relaciones sociales, de su poder económico o de sus bonos o valor en el mercado. Lo que le da significado y hace que esta persona sea denominada artista no es que sea creador de arte, sino que sea reconocido como tal por las instancias, grupos o entidades que gobiernan y distribuyen privilegios en tales lares. El gobierno de las bendiciones continúa en expansión.

LA CONSTRUCCIÓN DE UN RELATO He bosquejado, apenas, la silueta de un personaje del arte contemporáneo, pero lo que continúa intrigando a los espectadores que no somos expertos y a quienes aun siendo expertos poseen la capacidad de dudar —y de considerar que el discurso que sostiene y da vida al “arte” no es sólo una lógica o una apofántica— es el fenómeno de la explicación de la obra, de su acomodo o reacomodo en palabras y conceptos. La construcción de un relato que justifique el valor de una obra como conversación capaz de ser comprendida y compartida por otros continúa siendo una actividad desconcertante. Es obvio que la explicación de una obra cualquiera es también parte de ella misma; una de sus ramificaciones o efectos; una complementación o añadidura, una apostilla o, si se quiere, un estorbo mayúsculo. ¿Quién se da a la tarea de explicar la obra? Lo hacen los propios artistas, los críticos, los escritores o algún despistado que cree tener los hilos en la mano. De cualquier forma toda esta confusión nos lleva a preguntarnos si las obras no deberían evitar las palabras, los conceptos o las disquisiciones metafóricas, y nada más mostrarse. Sin embargo, una petición semejante nos pone del estricto lado del purismo romántico que a su vez nos dice: “lo que es... es.” Como si fuera posible evitar la interpretación, las reacciones personales o el gusto diverso con tal de que la pieza de arte se imponga al espectador y le ofrezca su verdad irrebatible, ajena a los vaivenes del lenguaje y fiel a sí misma. De ninguna manera creo

“LA “ EXPLICACIÓN DE UNA OBRA CUALQUIERA ES TAMBIÉN PARTE DE ELLA MISMA; UNA DE SUS RAMIFICACIONES O EFECTOS; UNA COMPLEMENTACIÓN O AÑADIDURA, UNA APOSTILLA O, SI SE QUIERE, UN ESTORBO MAYÚSCULO.”


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filósofos posean una posición clave o reveladora.” Los dogmas sostenidos en relatos son casi todas las veces una anécdota personal y la manifestación de un gusto edificado a lo largo del tiempo y de la experiencia inevitable. (“No existe el mal gusto sino la ausencia de gusto”: Gadamer). ¿Pero no es la función del filósofo aportar principios o fundamentos, diagnósticos teóricos profundos o una visión de conjunto? No lo sé, aunque creo que lo que hace el filósofo (llámese hermenéutico, estructuralista, pragmático, analítico o posmoderno) es literatura orientada en cierta dirección. Continúa Rorty:

“HACER “ ARTE NO SIGNIFICA YA TAN SÓLO PRODUCIR COSAS U OBJETOS QUE PUEDAN SER ACUMULADOS PARA APUNTALAR UNA ECONOMÍA O PARA LA SATISFACCIÓN HEDONISTA DEL POSEEDOR O DEL ESPECTADOR.”

Cuando se me pregunta (lo que desafortunadamente ocurre a menudo) en qué consiste según mi parecer la misión o tarea de la filosofía, siempre me quedo sin palabras. En el mejor de los casos respondo, tartamudeando, que los profesores de filosofía tenemos conocimiento de una determinada tradición intelectual, del mismo modo que los químicos saben qué ocurre cuando se mezclan diversas sustancias. Me he extendido en la cita del filósofo pragmático estadunidense porque quiero mostrar que incluso para un pensador importante como Rorty las metas, propósitos definidos, o misiones dogmáticas de su quehacer filosófico son maleables y no se lanzan por la ventana en busca de una verdad comprensiva del todo. ¿Qué le queda a los críticos de arte o a los escritores entrometidos en este terreno sino aceptar su papel secundario de interpretadores pasajeros, y no el de asegurarse un papel de notoriedad distinguida o de autoridad unánime que designe qué obras poseen un sentido o un valor artístico y cuáles no? Sé que tales personas deben representar un papel semejante para participar de la vida en común y ejercer las posibilidades de nombrar el bien y el mal. Y ya.

EL MERCADO DE LOS SIGNOS La mayor aportación del crítico es ofrecer una interpretación sostenida en su conocimiento o capacidad

Foto > Especial

yo que tal cosa pueda ser posible. Si en una exposición de arte hay explicaciones, historia hecha discurso, o consideraciones teóricas, entonces éstas declaraciones forman parte de las piezas u obra expuestas y deben valorarse como tales. No se me escapa el hecho de que en la historia del arte —si algo así es posible— del siglo veinte mexicano han existido críticos e historiadores de la preponderancia de Manuel Toussaint, Justino Fernández, Jorge Alberto Manrique, Raquel Tibol, Teresa del Conde, el escritor Olivier Debroise o el filósofo Jorge Juanes sólo por nombrar a quienes yo he leído y considero relevantes en el campo donde se lleva a cabo el relato de las tradiciones históricas y el comentario (más que por realizar amplias consideraciones filosóficas y generales del concepto del arte, o elaborar una preceptiva dogmática). Se me escapan, lo sé, algunos nombres, pero tampoco olvido a los escritores que leí hace décadas y que, desde su posición en la literatura, establecieron lazos y conversación con el arte de su tiempo; entre ellos Octavio Paz, Luis Cardoza y Aragón, y Juan García Ponce. Ahora bien, ¿qué significa la explicación de una obra?: ¿Su develación? ¿La revelación de los mecanismos que la ponen a funcionar? O acaso meramente es la traducción de nuestro deseo de saber. Yo quisiera pensar que no existe la explicación única que agota la pluralidad de miradas y que tal explicación llega casi siempre tarde, como es costumbre en el arte que se ofrece y se determina por una voluntad creativa incontenible o azarosa; y pienso que ninguna retórica o crítica es capaz de recrear exhaustivamente todas las aristas de una expresión compleja que está allí justo para desaparecer como unidad, esencia, mensaje o verdad dirigida (arte contemporáneo de ánimo “conceptual”). Lo que tenemos a la vista, en cambio, son intentos de comprensión, de interpretación parcial y de diálogo titubeante. El crítico, tanto en arte como en literatura, es parte vital de la obra pese a que su papel sea efímero o perentorio. Cuando Richard Rorty afirma que la filosofía es sobre todo conversación libre de dominación jerárquica, abierta y alejada del racionalismo y de la idea de una verdad que todo lo comprende, nos pone en una situación en apariencia más cómoda o relativista, pero al mismo tiempo todavía más difícil de ser realizada por un espíritu dogmático. Y escribe: “El hecho de que las ideas tengan, efectivamente, consecuencias no significa que los

metafórica y ofrecerla como una parte de la obra que critica o glosa. Yo creo que las disciplinas críticas y especulativas, creadoras de conceptos y de retóricas de la verdad, se mezclan con los relatos literarios, con las fábulas y con los más diversos lenguajes plásticos para, en conjunto o en clara disparidad, dar lugar a un hecho conceptual o argumentativo —sin que el argumento posea, por supuesto, ningún valor fundamental. Todo se relaciona con todo y esto sucede como consecuencia de que existe un universo de vasos comunicantes que el artista, el crítico de arte, un ensayista o cualquier creador de signos rescata a partir de una visión personal y única, excepcional, de ese todo complejo para entonces dar lugar a expresiones que continúan alimentando la experiencia y los cajones del conocimiento. ¿El arte posee una finalidad? Esta clase de preguntas, además de ser ampliamente retóricas dan lugar a discusiones estrafalarias que pueden llegar a las más extrañas conclusiones. Yo le dejaría las respuestas a los filósofos y me evitaría entrar en terrenos en donde el horizonte se oscurecerá hasta tornarme en un espectador ciego, una marioneta, un enredijo balbuceante o un hablador sin objeto. Pese a ello, todos tenemos derecho a responder de acuerdo a nuestra vivencia, experiencia, conocimiento o capacidad de especulación o asombro. Y no obstante las consideraciones anteriores lo que desde mi perspectiva representa un ardid interesado o una hipócrita locura es permitir que la especulación financiera, el mercado de los valores predominantes, los grupos de poder y el medio del arte organizado absorban y reduzcan toda expresión a una moneda en la que tales entidades fijan el valor de acuerdo a intereses muy bien ubicados o conocidos. Hacer arte no significa ya tan sólo producir cosas u objetos que puedan ser acumulados para apuntalar una economía o para la satisfacción hedonista del poseedor o del espectador. En contra de crear sólo cosas físicas o acumulables, el medio político del arte contemporáneo, el mercado de los signos y símbolos que se bautizan como artísticos, se colmó de palabras, conceptos, actitudes y un rosario de performances. Y entonces

Gabriel Orozco: Mátrix móvil. Grafito sobre esqueleto de ballena gris, 2006.


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el pretexto de la crisis perpetua y de la experimentación interminable se edifica obra que ya no busca el asentimiento del espectador o la apertura de horizontes estéticos o morales, sino sólo persigue el crecimiento ciego por razón de la metástasis.

LA ILUSIÓN DE LA OBRA Y LA TENTACIÓN DE LA MÁSCARA Recuerdo que en mi juventud de continuo traspié leí el libro de Raymond Bayer, Historia de la estética ( FCE, 1965), que llegó a mis manos por casualidad y lo que obtuve a través de esta lectura fue sólo un cierto conocimiento histórico de lo que llegó a considerarse bello o estético desde la época de Platón hasta los escritores rusos del siglo XIX, y de algunas tendencias de la estética del siglo XX. Lo que entonces no imaginaba o pasaba por mi mente era el efecto de la acción epistemológica y creativa de la interpretación, el desarraigo, la rebelión por sí misma o el hecho de que el arte no tiene por qué concentrarse sólo en un sistema explicativo y auto suficiente (la raíz Baumgarten). Tampoco sospechaba que el arte podía ser nada más un mito resguardado por un puñado de administradores o sacerdotes dogmáticos, o un manual histórico de tradiciones o de ideas de lo bello o de lo sublime, y que resultaba más adecuada a los tiempos actuales la noción de un arte como construcción activa y vital que fortalece al individuo, al espectador y al artista, incluso a través de una conciencia desgraciada, el infortunio o el suicidio de las formas representables. Un arte que fortalece al individuo como el ser incompleto que es, como teoría bípeda y como ser sensible a un mundo que es su extensión y contraparte, extensión y contenido. El arte contemporáneo es o simula ser pluralidad de ideas, pero también manipulación y desarraigo intelectual, es venta de chucherías “conceptuales” y engaños mayúsculos que provienen de la especulación y el arreglo de mercaderes, mas también construcción de sentido y símbolo, de expresión singular y de conversación. ¿Cómo juzgar entonces? ¿Cómo obtener algo en claro de esta miríada de expresiones que se entrelazan sin aparente sentido? El juicio a fin de cuentas es un cruce de caminos, un nudo, una aceptación del gusto propio y su puesta en marcha a través de las palabras. Durante los recientes veinticinco años yo

“EL “ ARTE CONTEMPORÁNEO ES TAMBIÉN MANIPULACIÓN Y DESARRAIGO INTELECTUAL, ES VENTA DE CHUCHERÍAS ‘CONCEPTUALES’ Y ENGAÑOS MAYÚSCULOS QUE PROVIENEN DE LA ESPECULACIÓN Y EL ARREGLO DE MERCADERES.”

Fuente > Especial

el zoológico creció, se multiplicó a grados obscenos y permitió que la confusión se instalara como atmósfera permanente y, además, fuera bienvenida como un acto de disgregación de los dogmas y de rebelión contra la historia e incluso contra los fenómenos de injusticia social. Los andamios fundamentales o las estructuras epistemológicas; los soportes de racionalidad estética: la voz de los padres; la idea del valor trascendental se quebrantaron y se pusieron en entredicho no por un artista o un grupo de ellos, sino por una oleada salvaje e indiscriminada de rebeldes hechos en fábrica, de actores de la divagación y del oportunismo político, de payasos sin mayor sentido del humor. Tal es el fin de una tendencia global de transgresión asimilada: crear artistas desde cualquier instancia de poder, sea tomando como vehículo los circuitos universitarios del arte, las galerías más poderosas, la especulación crítica y financiera, o el asombro efímero sustentado en la ignorancia y el desconcierto del espectador. Por ello, el llamado artista contemporáneo deja que las palabras, teorías o explicaciones lo alienten o le sirvan de respaldo; las acepta como tributo o como tabla de salvación. Por otra parte, puede deshacerse de ellas si tiene los medios del poder a su alcance: él representa su propia crítica; él es la obra y sólo requiere de la divulgación adecuada. El desprecio por los conceptos universales (Wittgenstein); la crítica de los metarrelatos o mitos originales (Lyotard); la búsqueda de los arquetipos que desenmascaran el poder (Foucault); o las andanadas en contra de la metáfora (Derrida), pueden servir de aliciente o estímulo al artista contemporáneo a la hora de intentar comprender su propia obra; sin embargo, tal asunto sería en sí mismo un retruécano y un círculo vicioso: sustentamos lo que hacemos en una estética del vacío, pero pretendemos valer. De allí proviene todo el descrédito que tarde o temprano acosa a la creación de signos que se hacen pasar como artísticos. De allí también que los artistas esperen reconocimiento de las personas o instituciones a quienes ofenden y que hagan de la crisis del sentido y de la representación el pan de todos los días. Creo que André Glucksmann lo diría así: “Las mentalidades tristes que se complacen en las predicciones catastróficas diagnostican de prisa alguna fatalidad circunstancial: un agujero en la capa de ozono, la locura de los americanos, o una globalización que se vuelve satánica.” Bajo

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Yoshua Okon: Freedom Fries. Naturaleza muerta, 2014.

he escrito desde mi condición de perpetuo amateur acerca de pintores y artistas con quienes, en la mayoría de los casos, he discutido y cultivado una amistad: Alfonso Mena; Estrella Carmona; Miguel Ángel Alamilla; Enrique Oroz; Daniel Guzmán; Rubén Ortiz; Teresa Margolles; Tercerunquinto; Miguel Calderón; Yoshua Okon; Jonathan Barbieri; y una decena más. He seguido también la obra de Artemio; Tania Candiani; Gabriel Orozco; Carlos Amorales; Joaquín Segura; Dr. Lakra; Abraham Cruzvillegas; Manuel Mathar y varios otros creadores de sentido y no sentido, y que en su mayoría son disruptivos, poseen un lenguaje complejo, propio o cultivado, y ofrecen un respiro en la sepultura que han cavado para nosotros —los espectadores comunes— la divagación teórica y la manipulación retórica del circuito del arte. Olvido nombrar a varios artistas más porque no tiene gracia hacer una lista medieval de mis predilecciones, gustos personales o accidentes históricos (ojalá fuera yo un Boecio o un Isidoro de Sevilla), sino es más conveniente en este escrito esbozar o bosquejar una imagen de eso que hoy en día llamamos arte conceptual o arte contemporáneo. En su novelaensayo-mecanismo cuyo título es Marienbad eléctrico (2015), Enrique Vila-Matas escribió: “El arte es una de las formas más altas de la existencia, a condición de que el creador escape a una doble trampa: la ilusión de la obra de arte y la tentación de la máscara del artista. Ambas nos fosilizan, la primera porque hace de una pasión una prisión y la segunda porque convierte una libertad en una profesión.” ¿Cómo hemos llegado a levantar cárceles profesionales y mercantiles de hechos u objetos que tendrían que llamar al cultivo de la libertad del ser humano? Libertad que yo comprendo como posibilidad de pensar o de negar el mundo, como espejo de la intimidad, exilio de la brutalidad y no solamente como ausencia de obstáculos. En fin, espero que el enigma del arte no se degrade todavía más.


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Este ensayo se concentra en tres autoras, tres momentos de su respectiva obra que muestran el despliegue, la evolución de un trabajo sostenido a partir del diálogo con otras voces, referencias, disciplinas que han expandido y potenciado su lenguaje poético. Madurez y plenitud que culminan la diversidad, la vitalidad, los desafíos y registros que distinguen a la poesía mexicana del siglo XXI.

L A POESÍ A C OMO P OS T U R A V I TA L T res autoras esenciales HÉCTOR IVÁN GONZÁLEZ (ahora que no soy yo sino un breve reflejo sobre el extenso vidrio que [duplica mi imagen) C oral B racho , “Ahora calla y espera”.

I. EL VIAJE

COMO PROVOCACIÓN

L

a forma en que algunos autores han incorporado diferentes géneros artísticos o se han relacionado con otras disciplinas ha continuado una tradición poética propia de la poesía moderna. Esto ha dado como resultado que sus obras mantengan la frecuencia de complejizar y expandir el oficio poético. Ya sea a partir de un diálogo con poetas cuyo material de trabajo es extemporáneo al suyo o su oficio se realice en el arte plástico, ya sea a partir de la escritura que intenta apresar brevísimos instantes o como un diálogo que encarna una suerte de monólogo, la poesía en México ha continuado su tradición cosmopolita y rebelde ante la perpetuación de una sola forma poética. Entre el crisol de poetas con el que cuenta nuestro país, me interesa aproximarme a tres libros, cuyas autoras han emprendido la escritura de su poesía como una empresa personal. Marfa, Texas (Era, 2016), de Coral Bracho (Ciudad de México, 1951), es el más reciente título de una de las poetas relevantes de México. Caracterizada por una sensibilidad excepcional, Bracho muestra una vez más un conjunto de poemas cuya característica es

"EN ALGÚN MOMENTO, LOS LIBROS DE CORAL BRACHO SE HAN SOLAZADO EN LA DESCRIPCIÓN DE ELEMENTOS COMO EL ÁMBAR, HA RETRATADO LAS IRIDISCENCIAS, LA FORMA EN QUE LA LUZ RIELA LA SUPERFICIE DE LOS JARDINES.”

la delicadeza, la descripción detallada y armoniosa de diferentes instantes. Como resultado de una visita a la ciudad de Marfa, Texas, convidada por la Fundación Lannan y su programa de residencia para escritores, Coral Bracho plasmó diferentes imágenes por medio de poemas que se nutren de luz, árboles, matices que se reflejan en los cristales. Así como lo ha hecho en libros anteriores: Huellas de luz, Cuarto de hotel y su espléndido Ese espacio, ese jardín (Premio Xavier Villaurrutia, 2003), entre otros, Bracho delinea la perspectiva de una mirada que se deja llevar por las imágenes que le sorprenden y que pudo capturar en sus versos. Dotada de un lenguaje que la ha ido caracterizando en la poesía contemporánea, Coral Bracho detiene el tiempo con versos que exigen al lector una lectura parsimoniosa, a una velocidad que se concentre por un momento en el fenómeno.

Esa figura gris Allá en el porche de enfrente, a [contraluz, esa figura gris podría muy bien ser [un arbusto más, o un árbol más, contra el gris del [muro; pero levanta por un segundo los [brazos y se va. El muro, como un telón, cierra el espacio que antes era del [porche, y lo alinea con él en una masa compacta, uniforme, y continua. En este libro salta a la vista la forma en que Coral Bracho dota de textura a los elementos al ser la luz el surtidor de gran parte de los fenómenos, la forma en que roza la hierba, las superficies de los árboles y algunos muros son plasmados de una forma por demás armoniosa. La poesía de Coral Bracho ha mostrado a menudo una influencia de Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998), sin embargo en

Marfa, Texas prevalece la presencia de William Carlos Williams (Rutherford, Nueva Jersey, 1883-1963), el doctor poeta. Debido a la forma en que Bracho retrata hasta el detalle más nimio con una perspectiva generosa, el lector puede intuir reminiscencias en el de Williams. Esto se ve amplificado al tratarse de un poemario escrito en un ambiente como el de la ciudad de Marfa, así como Williams lo hacía en Paterson, Nueva Jersey. En algún momento, los libros de nuestra poeta se han solazado en la descripción de elementos como el ámbar, ha retratado las iridiscencias, la forma en que la luz riela la superficie de los jardines, incluso ha visitado espacios marinos, acuosos, que pueden interpretarse como un reflejo de un estado contemplativo. Marfa, Texas no está exento de esta tesitura:

Pájaro y tuna El pájaro que entreabre y ahueca el púrpura de la tuna, tiene un pico alargado y curvo, y un ojo penetrante que brilla como obsidiana. No puedo dejar de pensar en un viaje que hizo Coral a Japón invitada para dar una lectura, y no lo puedo hacer porque hay una suerte de búsqueda del satori, el momento en que la mirada puede captar la esencia de las cosas, un momento de epifanía que abre la sensibilidad del artista y le permite comprender. A pesar de que el satori representa el momento en que el caligrafista debe acometer el trazo, creo que también el poeta puede crear una continuidad con el espacio, el ambiente o el instante.

Dura sólo un instante

En esta tierra de larguísimas [sombras, el rostro de lo que vive dura sólo un instante;


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y el de lo inerte, también.

Foto >ESPECIAL

Sin embargo, en Marfa, Texas se percibe una curiosidad que no se refugia del ruido o descansa en la quietud, sino que permanece y ve pasar los autos y, aún así, puede asir el momento poético. Si vemos un poema de Cuarto de hotel como “Los cuartos no son como deben ser”, donde el ambiente parece ostentar una unión entre sí, podemos notar que en Marfa, Texas, se busca la paradoja y se intenta dar materialidad verbal a algo que está en el ambiente:

Los cuartos no son como deben ser

Los cuartos no son como deben ser ni son la suma que aparentan. [Surge su diario esbozo del contacto: Del perfil que protege en los objetos y que estos brevemente le dan. De los rasgos cambiantes que comparten. Ellos se saben, se definen en esos [bordes, como en los filos de un espejo: ese sentir delgado que une al [espacio a la solidez, que la corta y conjuga en su [incesante trazo. En cambio, en Marfa, Texas, es otra la búsqueda:

Ya no se detiene el tren en estos pueblos

Ese desbocado animal, que huye sin tregua con su temor [cansado, con su incierta ansiedad, como el fantasma furtivo de aquel ganado que llevaban por [anchas calles hasta aquellos vagones; que brama con un espeso sonido donde chocan sin ensamblarse graves y agudos, ecos y opacos [tonos rojizos; ese animal que huye, que huye [desaforadamente sin detenerse y sin poder escapar, esclavo de ese ritmo golpeante [y ágil, ese engranaje que lo atosiga, que da la pauta, que marca sus movimientos como [un reloj, como un látigo, y lo encadena; un capataz sin voz que lo violenta, lo asedia, con la insistencia desalmada [y febril de toda máquina, [...] Me parece que es en pasajes como el anterior donde Williams podría detectarse, incluso podríamos pensar, al ser una panorámica de este tipo, que también Seamus Heaney (Irlanda, 1939-2013) es próximo a Coral Bracho. En la medida que ambas poéticas buscan una suerte de verso esencial, cuya contundencia sea un decir irrefutable (dixit Paz). Me interesa señalar esto

Coral Bracho.

porque en la poesía contemporánea ha persistido una búsqueda por evitar la prodigalidad o los excesos que en algún momento tuvo la poesía en español. Normalmente se relaciona a Seamus Heaney con Pura López Colomé (Ciudad de México, 1952), otra poeta portentosa, ya que se ha dedicado a traducir con devoción y talento incomparables la obra del poeta del condado de Derry, Irlanda del Norte, sin embargo creo que la poesía de Coral Bracho no está exenta de esta savia vigorosa. En ocasiones, es importante romper con las ideas preconcebidas y aproximarse a la poesía desde otros caminos; se pueden encontrar relaciones insospechadas.

II. EL ARROBAMIENTO

Y EL POEMA

Otra de las características que tiene la poesía contemporánea es la capacidad de adoptar o visitar la presencia de algunos poetas o artistas. Entre estas obras se encuentra Las maneras del agua (FCE-INBA-ICA, 2016), de Minerva Margarita Villarreal (Matamoros, 1957). Por medio de una interiorización de la vida y obra de Teresa de Ávila (1515-1582), Minerva Margarita ha escrito un libro que evoca la voz de esta monja mística y misionera infatigable del siglo XVI. A manera del binomio poema-laude, el libro da muestra del arrobamiento místico al que llegaba la autora de Camino de perfección y Las moradas, entre otros. Basada en una investigación para impartir un seminario, Villarreal se dedicó durante un periodo bastante prolongado a estudiar la obra de la carmelita descalza, incluso llegó a sentir ese fervor por la poesía que vincula al hombre con la divinidad. Como sucede con algunos poetas de inicio del siglo XX, como Ramón López Velarde o los tabasqueños

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José Gorostiza y Carlos Pellicer, la poesía de Las maneras del agua busca una introspección y una contemplación que ilumine el entendimiento del poeta. No se trata de un rezo, sino de un salmo que una lo que está separado: “Nadie sabe que la noche me dicta / Nadie sabe que sus alas me llevan” (p. 14). De hecho, algo que vale la pena mencionar, es la forma en que los poemas de este libro crean una mixtura de épocas, donde se habla de Teresa, de vuelos de avión, de hoteles y situaciones donde hay alguien “enlatada / como sardina” (p. 22). Dentro de la vasta obra de Minerva Margarita Villarreal podemos encontrar que ya había practicado esta poesía rica en contextos, en pasajes de la historia y de raigambre culta, Tálamo (UANL-Hiperión, 2013) o De amor y furia epigramáticos (Esdrújula, 2015) son la muestra de su afición por habitar otras voces, respirar desde la multiplicidad y la alteridad. A manera de Francisco Hernández, quien ha cultivado este tenor en su poesía, podemos ver la forma en que la imaginación se entusiasma al recibir la influencia de figuras tutelares o decires por persona interpósita.

Laude Estoy tocada por Dios la violencia de su cuerpo por mi sangre fluye tocada por la violencia es el cuerpo de la sangre que fluye tocada por tu cuerpo la violencia fluye Dios por mi cuerpo dentro de mi cuerpo como un canto y por Él estoy sangrando (p. 17.) No es casual que Las maneras del agua haya recibido el Premio de Poesía Aguascalientes 2016, por los riesgos que corre al empalmar un mundo distante, rico en contrastes y contradicciones como el del siglo XVI. En varios de los poemas se percibe la madurez literaria de la autora y un apetito de dotar la experiencia literaria con un crisol de elementos poéticos:

Pedazos La cumbre de endriagos movilizó la tiniebla

"POR MEDIO DE UNA INTERIORIZACIÓN DE LA VIDA Y OBRA DE TERESA DE ÁVILA (1515-1582), MINERVA MARGARITA HA ESCRITO UN LIBRO QUE EVOCA LA VOZ DE ESTA MONJA MÍSTICA Y MISIONERA INFATIGABLE DEL SIGLO XVI."


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“ASÍ COMO SE PUEDE DISFRUTAR DE LA POESÍA HEBREA O ÁRABE Y AQUILATAR ESAS REFERENCIAS, LA COSMOVISIÓN MÍSTICA ENTREGA LA EXPERIENCIA, SU PALPITAR, A QUIEN ESTÉ DISPUESTO A APROXIMARSE.” giraban entre nubes derribando encinas álamos y fresnos de raíz y provocó accidentes Yo sabía que eran los vientos [del demonio Soplaban a medianoche más allá de las vías más allá del crucero donde el padre [de mis amigas voló por el impacto sin que jamás hallaran su cabeza Me arde la mano derecha salpicada por la juerga de [los endriagos Sus licores y orines infectos han llagado mis dedos los nudillos el costado de mi mano derecha Y que no sepa la izquierda de lo que la derecha fue capaz —Pero / bien mirada / esa mano [pertenece aún a la zona del sueño

Minerva Margarita Villareal.

Es importante notar la forma en que la poesía bulle a partir del imaginario judeocristiano, la forma en que esta cosmovisión alienta la voz de poetas como Minerva Margarita, o Javier Sicilia en Tríptico del desierto, nos recuerda el cariz místico que también mostró Rainer Maria Rilke en su Libro de horas, donde todo está concebido para formar una unidad. Es encomiable notar la manera en que los poetas adoptan un mundo de referencias, una sensibilidad, una voz, y transmiten un sinnúmero de sensaciones. En ese sentido, no es necesario o forzoso profesar la religión, la perspectiva es una posibilidad, pero no un requerimiento o exigencia. Así como se puede disfrutar de la poesía hebrea o árabe y aquilatar esas referencias, la cosmovi-

sión mística entrega la experiencia, su palpitar, a quien esté dispuesto a aproximarse. Desconozco si Minerva Margarita Villarreal es una persona que practica la religión —a diferencia de Javier Sicilia, quien sí ha hecho público su credo—, pero no es necesario saberlo para encontrar y disfrutar la manera en que ha interiorizado las sensaciones, el fervor o la pasión de Teresa de Ávila. Resulta por demás interesante el ejercicio de una poesía que por momentos se muestra en el arrobamiento místico, con el cual el éxtasis sensual tiene un vínculo providencial.

III. DIÁLOGO DEL COLOR

CON LA PALABRA

Debido a su envidiable curiosidad, Guillermo Arreola (Tijuana, 1969) rescató un archivo muerto de radiografías que un hospital iba a desechar. Este acervo estaba compuesto por una numerosa cantidad de imágenes que delineaban la historia de la enfermedad, tumores, fracturas, carcinomas, todo un álbum de las malarias que asolaron a un grupo anónimo de pacientes y que las dejaron en el hospital para olvidarse de su estado o quizá porque no sobrevivieron el mal que los aquejaba. Sin embargo, Arreola concibió las radiografías como un bastidor sui géneris al que intervendría con sus pinceles y espátulas. Al tener noticia de este proyecto, Pura López Colomé convino con Guillermo Arreola escribir varios poemas a modo de un diálogo artístico entre palabras y colores, formas y sonidos. Esta afortunada coincidencia dio como resultado Via corporis (FCE, 2016). Previamente, Pura López Colomé había trabajado con algunos compositores como Samuel Zyman, Jorge Ritter o David Wood para hacer un libro de lieders que pudieran ser acompañados de música. Vale la pena mencionar lo anterior para tener un viso a la magnitud de la imaginación creadora de López Colomé. Sin riesgo de exagerar, Via corporis es un trabajo culminante en la obra de Pura, al pensar en libros anteriores, como Santo y seña o Reliquia, uno puede entender la forma en que hay una materialización de varios ambientes que se habían convocado previamente y que de nuevo están presentes en este libro. Sin embargo, Via corporis integró un elemento al ejercicio poético, las radiografías intervenidas por Arreola son el detonante de los poemas, a manera de una écfrasis anómala, de monólogos o narrativas resquebrajadas, los poemas están unidos de una forma íntima al arte plástico.

XII. Membrana plasmática En plena ascensión el espíritu, en un globo. Una oruga en propulsión a chorro. Una momia envuelta aún. Como en el Renacimiento, lo que queda de su carne, [esa reliquia, quiere aparecer, quiere, quiere, [quiere más; que desde aquí, desde los que [sentimos miedo, se vaya desenredando [su vendaje, su sudario, su mortaja, y se sepa qué hay, si hay. Vale la pena reparar en la forma en que el libro, como ya se dijo, se nutre de enfermedades y trazos de pincel para que la poesía haga un festival o un encuentro de dos frecuencias. A partir de algún rasgo, que se asoma de la pintura, el poema puede ser una narración escueta, a veces pródiga, que le habla al personaje o que le da voz, en una suerte de dialéctica de dos espacios o dos métodos donde se materializa el arte. Como poeta y traductora, Pura López Colomé ha logrado exploraciones en varios ámbitos, su mirada acuciosa ha logrado la creación de libros realmente bellos. La edición de Sonetos y Obra reunida, de Seamus Heaney, son toda una experiencia, un aliciente para el lector que necesita la poesía para vivir. En el caso de Sonetos, las versiones en prosa y en verso medida fueron acompañadas por fotografías de Alberto Darszon, creo que en este ejercicio hay un poco de la raíz de Via Corporis. Si admitimos que la traducción es una forma de creación, y reparamos en el hecho de que Pura López Colomé es una espléndida traductora, podremos concebir el ejercicio que realizó con las radiografías como un inusitado trabajo de traducción.

De Herida provocada [...] faisán en su nido, hembra empollando sin figuras expresivas de la lengua castellana, que fija, velocísima, la punta de la aguja, la mirada, ni por asomo suena, incapaz de olvido, huyendo a la cueva de las rondas infantiles, salivando oscuramente para seguir viva/vivo, porque el deseo de sangre tiene un color blanco, frío como lo nunca visto, [...] El trabajo de escritura se puede nutrir de diferentes maneras. He referido los casos de Coral Bracho, con una suerte de satori en el mundo angloamericano, y el caso de Minerva Margarita Villarreal y el vínculo con Teresa de Ávila. El caso de Via corporis es el oficio a partir de una mirada escudriñadora y que le da sonidos a lo que no los tiene. En “La literatura y las otras


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“EN EL CASO DE PURA LÓPEZ COLOMÉ, LAS INTUICIONES NO JUEGAN UN PAPEL MENOR. A TRAVÉS DE SU OBRA, HA DEJADO CONSTANCIA DE QUE EN LA ESCRITURA DE SUS POEMAS SIEMPRE CORRE UN RIESGO.”

Pura López Colomé.

artes”, uno de los ensayos que incluye Alfonso Reyes en su libro Al yunque, nuestro polígrafo sugiere una idea que abonaba al tema de cómo se lleva a cabo el fenómeno literario: [...] hace falta aislar a la literatura de las bellas artes mediante un discrimen poético (práctico), o sea referente al medio físico de que la literatura se vale, a la palabra, y no sólo ya al sesgo y a la intención mentales. El abandonar la literatura a la compañía de las bellas artes no es abandonarla a las malas compañías, pero ello ofrece peligros evidentes; pues mientras las bellas artes viven del contacto directo con los sentidos y los toman en cuenta como un objeto final, la literatura sólo trata con el sentido acústico por modo de tránsito, y con los demás, por alusión, representación o metáfora, y su último desempeño es intelectual o mental.1 El contexto de este ensayo se remonta a la época en que Reyes intentaba hallar una definición de lo literario que pusiera un dique al emborronamiento entre términos de crítica musical o plástica con la crítica literaria. (Al respecto vale mucho la pena revisar el prólogo de Evodio Escalante a su obra Las metáforas de la crítica, donde se ocupa de la forma en que la crítica capta términos de diferentes disciplinas artísticas). Reyes quería llegar a una idea muy precisa de qué podría distinguir lo literario, por lo cual lo relacionaba con el sentido del oído. Es importante traer este fragmento por varias razones, la primera es para evidenciar las diferencias entre las radiografías intervenidas por Guillermo Arreola y los poemas de Pura López Colomé: sabiendo las distinciones, se pueden justipreciar las semejanzas en sendos actos creativos. Las radiografías que Arreola intervino están conformadas por una paleta de colores que se destacan de la base de tonos oscuros, casi diría sombríos. Los materiales emanan una suerte de historias que las modifican al ser un reflejo de una realidad, de una situación malhadada de una persona. Esto alimentó el trazo de Guillermo Arreola y lo determinó, hay imágenes crudas, aparecen algunos rostros con sonrisas sardónicas, esqueletos

blancos sobre los esqueletos reales, miradas que escudriñan a quien los observa; por momentos recuerda algunas piezas de Francis Bacon (Dublín, Irlanda, 1909-1992). Hay una potencia en los trazos que inocultablemente emanan rabia, temor, azoro o hilaridad. Es una postura incuestionable la que ostentan estas radiografías que lindan con lo sublime. Como señaló Kant en su tratado sobre lo bello y lo sublime, por momentos lo sublime contiene una tensión estética con la que no se puede convivir durante largos periodos, sin embargo su fuerza expresiva es reveladora y, en este caso, redentora. La crudeza de las radiografías tiene un poder curativo, busca purgar al mundo de su podredumbre. La serie rezuma diferentes sensaciones, pero sobre todo, exhibe una fuerza que surge de la intuición. En el caso de Pura López Colomé, las intuiciones no juegan un papel menor. A través de su obra, ha dejado constancia de que en la escritura de sus poemas siempre corre un riesgo —hay quienes le llaman “experimentación”, sin embargo ese término suena a laboratorio de secundaria, es mucho mejor pensar en una suerte de “exploración”. Pura López Colomé explora sensaciones que ha vivido, como sucede en los sueños, y las trae hasta esta orilla por medio del lenguaje. Es indudable que sus poemas son piezas donde las palabras toman el mando, porque en eso consiste la poesía, en dejar que el lenguaje se engolosine y dé a la luz algo que las palabras tienen que decirnos —sí, parafraseo a René Char. Por su parte, los poemas de Via corporis exploran diferentes registros, rememoran tonos a lo Paul Celan (Rumania, 1920-1970) y Samuel Beckett (Dublín, 1906-1989). No tan conocido por su poesía, el autor de “Whoroscope” (“Putoscópica”) exploró en más de tres idiomas para buscar malear el lenguaje en distintas concepciones del mundo: pues una lengua es una cosmovisión única e insustituible. Quizá por eso encuentro afinidad de Pura con Beckett, ambos son seres anfibios en los idiomas, su mundo se nutre y se debate con un pensamiento que puede elegir diferentes formas de expresión. Su encanto por las palabras en algunos momentos delata a una extraña en su propio idioma, una forastera en casa. En la poesía de López Colomé ya podemos encontrar una de las poéticas vanguardistas del siglo XXI.

[de un pez casi lagarto, casi iguana, casi cocodrilo o hasta [caimán, llega por designio ajeno, uno nace con ella o la va [adquiriendo. Esa piel [se siente imán mas causa disgusto, extrañeza, [incluso asco. Ni la mejor de las personalidades la llega [a ocultar, a aminorar, [a disminuir, a disfrazar. Ni la extrema bondad [o la pasión enfebrecida. Quien la tiene querría cambiarse [de casi reptil a casi anguila, ser aceitoso, resbaloso, escurridizo, [esquivo, exponerse y arriesgarse a que lo pesquen, [lo estrangulen lentamente, lo cuelguen de un gancho, [y todavía vivo, agitándose, le arranquen la piel de un jalón [...] Via corporis es el resultado de dos formas de tantear la realidad, de moverse hacia caminos inciertos, de arriesgar, de dos formas diferentes por una intuición. Las radiografías son poemas desde el desconocimiento y desde la falta de certeza, son tiros de dados en la más amplia de las acepciones. En alguna ocasión, Octavio Paz dijo que prefería decir “traslación” a “traducción”, en este caso me parece un comentario más que afortunado. Trasladar la realidad al plano de las palabras es la labor del hacedor, el poeta, quien se ocupa de concebir universos desde el más oscuro de los silencios. El producto de la traslación es la síntesis, en este caso suma de voz y color. Los tres libros convocados han suscitado algunas ideas a partir de la forma en que se han dejado invadir por la frecuentación de otras expresiones. La poesía encarnada en este sedimento abigarrado y complejo muestra la vitalidad de la poesía contemporánea. Coral Bracho, Minerva Margarita Villarreal y Pura López Colomé han sido convocadas en estas líneas por su forma de exploración, por la curiosidad de sus miradas y por la madurez de sus obras. Salta a la vista la fuerza de sus imágenes y de sus sonoridades. Explorar sus obras es aliar el quehacer poético con el modo en que la poesía enriquece y complejiza la vida para dar belleza a lo que podría ser tan sólo un silencio sombrío. En los casos respectivos, podemos ver la poesía como una postura vital, inherente al ejercicio de lo que Hölderlin llamaba “la más inocente de las actividades del hombre”.

De XVII. Piel de zapa En lugar de no me toques, [noli me tangere, tócame, tócame mucho, por favor. La piel áspera

Nota 1 Alfonso Reyes, “La literatura y las otras artes” en Al yunque, FCE, México, tomo XXI, pp. 258-264.


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Por

FRANCISCO HINOJOSA

LA N OTA NEGRA

HARAKIRI

@panchohinojosah

H

a quedado en claro que a Donald Trump le sientan bien ciertos adjetivos: es racista, xenófobo, aislacionista, multimillonario, intolerante, supremacista, misógino, ególatra, caprichoso, inculto, tramposo, bocón, antimexicano, grosero, evasor fiscal, fascista, despechado. Y súmensele más calificativos que no para de presumir, alentar u ocultar, como su rechazo a la libertad de prensa, a la que le impide preguntar, su nula experiencia política y diplomática y su contubernio en lo oscurito con los rusos. Tiene a su favor a casi todo el bloque republicano, que con los aplausos exacerbados que le brindaron en su primera comparecencia ante el senado se declaran partidarios de su “ideología” y del gabinete que lo acompaña y consecuenta. De ser un partido siempre de derecha con eventuales guiños al centro, ahora se exhibe como de una ultraderecha que amenaza al mundo y que debe temer a que en unos años más se convierta en su harakiri. Los Estados Unidos son quizás el país más multicultural, multiétnico y multilingüístico del mundo. Ahora la nación está dividida. Y muchos de sus aliados y socios históricos han pintado su raya y le temen a sus advertencias bélicas. Muros y no puentes. Amenazas y no acercamientos. Dominadores del mundo y no cohabitantes del planeta. Guerra de las galaxias. Poderío militar y nuclear. Y por detrás, negocios con muchos ceros a la derecha. La Casa Blanca está más negra que nunca.

Las Claves

Hay un temor generalizado por las decisiones que Trump pueda tomar, como suele hacerlo, caprichosamente y en solitario, pero también realidades que ya están en operación, como la caza indiscriminada de indocumentados, ya no, como lo había anunciado, sólo de quienes tengan antecedentes criminales (“violadores y asesinos”), sino de aquellos cuyos ilícitos consisten en no tener licencia de conducir o poseer una green card falsa. Una de sus primeras acciones como presidente fue borrar el español de la página de la Casa Blanca: una hispanofobia innecesaria que sólo deja al descubierto su odio hacia la migración proveniente del sur. En su contra, escritores, artistas y celebridades han manifestado su total rechazo, desde Wole Soyinka y Margaret Atwood hasta Martin Amis y J. K. Rowling, y desde Robert de Niro y Emma Watson, hasta Bruce Springsteen y Madonna. Aunque también hay famosos que lo apoyan, como Jon Voight, Mike Tyson, Clint Eastwood, Tom Brady y Chuck Norris. Su slogan de campaña, “Make America Great Again”, tiene de trasfondo un racismo y una xenofobia que han estado presentes siempre entre un gran número de estadunidenses blancos. Si bien cuatrocientos escritores firmaron una carta de rechazo a la política del mandatario del peluquín, hay una historia detrás que quizás no avalaría hoy tan torpe administración de un país. El gran poeta Walt Whitman era

ES CONOCIDA LA EXPRESIÓN DE ELVIS PRESLEY: “PREFIERO BESAR A TRES NEGRAS QUE A UNA MEXICANA”.

antimexicano y supremacista. Pensaba que la batalla de El Álamo había sido una desigual confrontación con “los cobardes mexicanos”, batalla de la cual en nuestro país apenas se tiene memoria, pero que sigue siendo un alfiler que le duele a los texanos. Es conocida la expresión de Elvis Presley: “prefiero besar a tres negras que a una mexicana”. John Wayne decía no sentirse culpable de que los negros hayan sido esclavos. Ezra Pound no dudó en declararse abiertamente antisemita y ferviente admirador de Mussolini. Louis-Ferdinand Céline y Pierre Drieu La Rochelle simpatizaron con los nazis. Borges no chistó al declarar que “Pinochet es una excelente persona”. Sin embargo, la balanza de creadores e intelectuales se inclina hacia la tolerancia y el convivio, aunque no tanto si hablamos de la población blanca que ha sido desatendida en administraciones pasadas. Entre otros dramas que se avecinan con las deportaciones, la que viven los dreamers merece especial atención. Se trata de niños y jóvenes que viajaron a Estados Unidos acompañados de sus padres sin saber de su condición migratoria. Se consideran norteamericanos, hablan inglés y están asimilados a su cultura. Después de luchar por una reforma que les otorgara la residencia y la ciudadanía, ahora están al descubierto y temen regresar al país en el que nacieron pero con el que no tienen mayores vínculos. Y México no está preparado para recibirlos. C

Por CARLOS O LI VA R ES B A RÓ

JOHN P. DAVIDSON es ante todo periodista. Originario de Texas, su trayectoria comenzó en 1976 en Texas Monthly, y en 1980 publicó el celebrado The Long Road North con el que se posicionó como uno de los reporteros más influyentes de América del Norte. Galardonado con el Penney-Missouri Prize, ha sido editor de The Atlanta Journal Constitution, Vanity Fair y San Antonio Express-News, entre otros rotativos y revistas. Especializado en temas culturales, políticos y sociales, su firma es muy valorada por la opinión pública estadunidense. El asesino obediente, de John P. Davidson, se suma a la extensa bibliografía (ensayos, reportajes, novelas, biografías) que se ha publicado sobre el homicidio del revolucionario bolchevique, fundador del Ejército Rojo, León Trotsky (1879-1940). Recordemos: El grito de Trotsky, de José Ramón Garmabella, Ramón Mercader, el hombre del piolet, de Eduardo Puigventos, El cielo prometido. Una mujer al servicio de

Stalin, de Gregorio Luri, La segunda muerte de Ramón Mercader, de Jorge Semprún, y El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura, por citar sólo algunos, quizás los más populares y referidos. John P. Davison se vale de los recursos del thriller y presenta un balance de los trances espirituales del “nacionalista” español Ramón Mercader (1913-1978), homicida del enemigo más incómodo de Stalin, León Trotsky. Hijo de la cubana Eustacia María Caridad del Río Hernández (1892-1975), se ha convertido en un personaje clave en la crónica política del siglo XX. El amor por la judía Sylvia en el plan de seducción para acercarse al revolucionario soviético y la influencia avasalladora de la madre serán determinantes en su destino. El lector tiene en sus manos el introspectivo y perdurable bosquejo del crimen que dio un viraje a la historia política contemporánea. La Ciudad de México como centro: una de las urbes más seductoras y atractivas del mundo en aquellos años. Lugar de tentación para artistas (pintores, escritores,

poetas, músicos), espías extranjeros, refugiados de la Guerra Civil Española, judíos que huyen del nazismo. El lector se topa con ademanes de David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Frida Kahlo, Sylvia Ageloff, María Caridad del Río... Coyoacán, el Castillo de Chapultepec, el Palacio de Bellas Artes, el Paseo de la Reforma, la Catedral metropolitana, el Zócalo, el barrio de San Ángel y esquinas del Centro de la capital mexicana conforman escenarios que arropan sigilosas maquinaciones. Reflujos del relato de intriga, Davidson ha sido un ferviente lector de Graham Greene y admirador del cine de Alfred Hitchcock. Diestro para recrear ambientes de época, pero sobre todo para explorar los gestos de un hombre angustiado por las circunstancias ambivalentes de la moral política encumbrada en la Guerra Fría. Parábola imprescindible para entender los mecanismos de un retorcido amor maternal: Mercader fue, más que todo, un criminal resignado a los caprichos de su madre. C

EL ASESINO OBEDIENTE Ramón Mercader y la muerte de Trotsky Autor: John P. Davidson Género: Novela/Crónica Editorial: Plaza & Janés, 2016.


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TA N T O V I A J E A M É X I C O PA Q U É

EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

11 Por

CARLOS VELÁZQUEZ

@charfornication

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l karma existe. Por burlarme de Metallica los dioses del metal se volvieron en mi contra (escribí un texto presumiendo los largos bostezos que me producía la banda). Mi plan era asistir al concierto que ofrecía Iggy Pop como telonero de Metallica el primero de marzo en el Foro Sol. Mi intención era abandonar el recinto cuando terminara la actuación de Iggy. El ingrato free lanceo me impidió viajar el 28. Quien me haya leído sabrá de mi caótica relación con los aviones. Viajar el mismo día es un suicidio. Pero kamikaze al fin, me compré un boleto para el miércoles por la tarde. Aterrizaría en Ciudad Godínez a las 7:15. Sí la armo, me eché porras. ¿Que no vieron Armageddon? Soy un pinchi Bruce Willis en potencia. Llegué al aeropuerto y tuve un encontronazo con un contingente de metaleros. Tipos que superaban el nivel de obesidad tres enfundados en playeras negras. Por favor, Dios, que no me toque una doble bestia de estas a un lado, rogué. Entonces los dioses del metal urdieron su venganza. A qué hora llegas, me escribió La Puerca. A las siete, amigo, contesté iluso. Crédulo de que completaría la misión. Según mis cálculos, Iggy saldría alrededor de las nueve de la noche. Bajaría del avión y saldría directo al foro. Pero oh, maldito espíritu de Cliff Burton, La Puerca me mandó una imagen con los horarios. Iggy Pop tocaría a las 7:30. WTF. Las tardeadas de mi secundaria arrancaban más tarde. Pinche Occisa. No sólo nos la dejan ir con los precios de los boletos, nos tratan como a pubertos. Si consideramos

EL CLIMA EN LA SALA DE ABORDAR ERA COMO DE UNA PELÍCULA. ESPERÁBAMOS QUE UN MILAGRO RECOMPUSIERA NUESTROS DESTINOS. QUE SUPERMAN O BATMAN O AUNQUE FUERA EL PEJE LLEGARA EN NUESTRO AUXILIO.

El sino del escorpión

el tráfico de Ciudad Godínez eso significa que hay que agarrar rumbo desde las cuatro. O sea, está bien que las huestes del metal están conformadas por un alto porcentaje de ninis, pero también las engrosa cabalmente la clase godín. En ese momento los metaleros reunidos en el aeropuerto se hincaron a rezarle a Dio. Sí la army, Carlangas, me consolé. En peores canchas te has barrido y sin espinilleras. Saqué mi iPod y me puse a escuchar a Iggy. “A bottle of white wine / a cigarette and you / here in this saloon / I wish you’d fall in love with me”. La incredulidad en materia de conciertos es moneda corriente. Ninguno de los metaleros tomó en serio los horarios. Yo sí. Metallica no es un grupo de músicos, sino de empresarios. Lo que me viene valiendo madre. Pero no había duda, aventarían a Iggy a la hora anunciada como alimento a la jauría de orcos intratables que tienen por seguidores. Está bien que Iggy parece un pedazo de cecina, pero no pinches mamen. Me sentí estafado. Me sentí defraudado por la era. Pero seguí con el pie en la colchoneta, para que en el momento en que aterrizara el avión hacer el pisa y corre. No, no, no, no, dígale que no a esa pelota. El clima en la sala de abordar era como de una película. Esperábamos que un milagro recompusiera nuestros destinos. Que Superman o Batman o aunque fuera el Peje llegara en nuestro auxilio. Cerraron el metro, me llegó un whatsapp de mi compadre Rogelio Garza. Fuck. Las cosas se complicaban. Concuerdo en que esto del periodismo gonzo

siempre ha sido una empresa difícil pero hoy más que nunca Occisa está poniéndole demasiados obstáculos al reportero. Nada de esto habría sucedido si hubieras salido anoche en los viajes de Local Metal, me dijo una voz en mi conciencia. Cállate pinche cerebro pendejo. Ah, sí, pos ora verás. Voy a matar unas cuantas neuronas. Me compré una cerveza. Entonces ocurrió la tragedia. Siempre que escucho a alguien hablar por el altavoz del aeropuerto no puedo evitar pensar en el chiste del gangoso de Polo Polo. En esas estaba, con una media sonrisa insertada en la cara cuando escuché con atención que anunciaban que el vuelo estaba retrasado. Jijo e su. Entré en pánico. Y como metalero talla 44 de cintura me hinqué y me puse a rezar. Satanás, prometo que si me sacas de esta me compro la discografía completa de Metallica y no me vuelvo a burlar de Meat Loaf. Pero la ofensa estaba hecha. Era demasiado tarde para pedir perdón. El avión aterrizó en Ciudad Godínez a las 8:09. Por whats se me informó que Iggy salió a las 7:30 en punto. Cuando salí del aeropuerto ya me esperaba el pÚber. A las 8:29 Iggy abandonó el escenario y yo seguía en el viaducto pelándomela durísimo. Afuera del Foro, despechado, le ordené al chofer que se siguiera. Espere, espere un poco, gentil hombre, le dije. Oí a un muchacho decir que compraba un boleto. Ten hijo, le dije y le tendí la mano. Proceda, ordené al chofer. Me metí a un bar del centro. Y brindé. Brindé porque Iggy Pop y yo compartíamos zona horaria. C

Por ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza

Los avatares del Fonca HASTA EL FONDO de su hendidura en el muro llegaron al alacrán “Las Mañanitas” por los 28 años de existencia del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), junto con el videíto conmemorativo donde se informa de los 19 mil 848 “estímulos a la creación” otorgados a lo largo de estas casi tres décadas por la institución, cuya historia es de altibajos, críticas, apoyos, rechazo y dudas. El escorpión rememora cómo apenas a unos meses de la creación del organismo, al otorgarse las primeras becas en agosto de 1989, surgieron críticas por la falta de claridad y reglamentación precisa sobre a quiénes, por qué y cómo debían otorgarse los recursos. José Agustín lo llamó entonces el Pronasol de la cultura y lo acusó de “mecenazgo paternalista con tufo de cooptación”. La idea de la cooptación de intelectuales ha estado presente

desde siempre en la distribución de los recursos del culto “ogro filantrópico”. Apenas tres años después, por un enojo, Octavio Paz renunció al Fonca acusándolo de organismo burocrático dedicado a repartir recursos y no a estimular la creación. Poco después, ante las quejas por el otorgamiento de becas a escritores mayores ya consolidados, se optó por crear el Sistema Nacional de Creadores para “atender” a ese sector. Las críticas y los altibajos han continuado al señalarse favoritismos de los jurados encargados de la selección de proyectos. A ello se respondió exigiendo de los involucrados la firma de un compromiso de no dictaminar en caso de conflicto de interés. Pero los cuestionamientos no abandonan a este sistema de becas, al cual también muchos otros aplauden, pues sin su labor, escribió

Carmen Leñero, “el país viviría una mayor pobreza espiritual”. El escorpión lee también lo declarado por Christopher Domínguez con modestia: “la inmensa mayoría de los escritores mexicanos de valor (desde los más jóvenes hasta los eméritos) hemos recibido, al menos en una ocasión, los apoyos”. Entre críticas y alabanzas, el Fonca parece no participar de la reforma implícita en la creación de la Secretaría de Cultura y no cabe esperar su modificación, pero sí debería aplicarse un estudio socioeconómico a sus beneficiarios, pues muchos no necesitan esos recursos, le insisten al venenoso, aunque el asunto sólo podrá resolverlo la ley de cultura aún pendiente. Para más sobre el tema, el arácnido sugiere el texto de Antonio Ortuño. “Fonca: mecenas rico pueblo pobre” en Letras Libres. C

DEBERÍA APLICARSE UN ESTUDIO SOCIOECONÓMICO A SUS BENEFICIARIOS, PUES MUCHOS NO NECESITAN ESOS RECURSOS, LE INSISTEN AL VENENOSO.


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HUGO WIRTH EL FUTURO DEL TEATRO En la escena mexicana hay un grupo de creadores que está marcando un ritmo distinto, una forma de hacer teatro con nuevos y diversos recursos. En esa generación, llamada “la sexta”, se encuentra Hugo Wirth (Ciudad de México, 1981), director, guionista, dramaturgo y fundador de El manatí rosa, colectivo escénico. Es subdirector de Paso de gato. Ediciones y producciones escénicas. Ha

cursado residencias en Alemania y Argentina. Su más reciente producción, Épica de la inmediatez, que se estrenó este fin de semana en el teatro Sergio Magaña de la Ciudad de México, presenta la desaparición de Luisa Solano, un caso que se viraliza en las redes sociales. Los desaparecidos y las redes sociales son dos de los temas que Wirth desarrolla en esta apuesta escénica.

Por

ESGRIMA

ALICIA QUIÑONES

Épica de la inmediatez es una pieza hecha con los recursos contemporáneos. Me interesa hablar de lo que nos sucede en la sociedad, lo que sucede con los dispositivos móviles y la tecnología, cómo transforma nuestras vidas, la utilidad y el peligro. En la dramaturgia están planteadas estas dinámicas. Esta pieza la escribí en 2015, en un seminario con Alejandro Tantanian, en Buenos Aires, y la empecé a trabajar con mi colectivo, en un proceso de laboratorio, como solemos hacer con algunos otros proyectos. Entre otras cosas, durante el proceso de la obra hicimos un ejercicio, que fue realizar una biografía de personas que no conocíamos a partir de su red social, y elaborar una idea de cómo es, y ahí te das cuenta de cómo funcionan las redes para los acosadores. Las redes sociales han cambiado la forma en la que nos comunicamos. De esto va Épica de la inmediatez, pero nos involucramos completamente, tanto que creamos un perfil de los personajes en Facebook y una aplicación para la obra. Quise llevar un poco más allá la experiencia escénica.

Épica de la inmediatez te plantea un recorrido mientras suceden las escenas, te mueves de lugar. Queremos llegarle a ese espectador que no puede desconectarse del mundo digital mientras va al teatro. A mí me molesta cuando alguien tiene su teléfono prendido en el teatro y, entonces, si no puede prescindir del teléfono mientras está en el teatro, pues que lo use. Entonces integramos esto. Es una pieza que también está dirigida a las personas que quizá no van mucho al teatro pero que no se pueden despegar de sus aparatos móviles.

Tu colectivo desea explorar espacios alternativos y modos de producción. ¿Para qué “darle la vuelta” al teatro? Tiene que ver con la exploración. En nuestro proyecto anterior nos movíamos en la clandestinidad y el cupo limitado. Queríamos que el espacio se convirtiera en un personaje más. Nuestros proyectos se conciben en esas dimensiones y perderían su esencia si se presentan en espacios grandes o tradicionales. Si vamos a hacer teatro en espacios alternativos, debe ser una propuesta lo suficientemente fuerte para que el espectador sepa que está integrado a esa exploración. Y también tiene mucho que ver con la forma en que nos acercamos a los nuevos públicos. A mí no me interesa hacer teatro para teatreros: no me gusta ser validado por la comunidad en este sentido. Me interesa más llegar a nuevos públicos.

¿Qué ganas como creadoral limitar el público? Hemos ganado en el sentido de que creemos ganar con el espectador de a pie. Ganamos en una interlocución del teatro con gente que no está acostumbrada a ir a las obras de manera constante. Ganamos con el público que no piensa que ir al teatro es una experiencia de lujo. Queremos que el público sepa que el teatro no es ese arte anquilosado. El cupo limitado nos permite tener más contacto con el espectador, lo que exige dar más al actor. Yo despojo tanto a los actores como al público de las comodidades que da el foro tradicional.

Creaste incluso una aplicación para la pieza. Sí, y te permite interactuar con la obra, desde recibir un mensaje, tomar alguna foto, chatear en vivo u opinar sobre ciertas situaciones. Lo integramos pero no es indispensable que lo uses. Es un complemento, un plus, que sin ser indispensable te abre varias posibilidades en cuanto a la experiencia.

YO DESP OJO TANTO A L OS ACTORES COMO AL PÚBLICO DE L AS COMODIDADES QUE DA EL FORO TRADICIONAL."

Arte digital > STAFF >La Razón

¿Hay una lucha por la generación de públicos? Tiene que ver con una crisis, sobre todo en la ciudad de la lucha por los espacios. Somos muchos los creadores y pocos los espacios. Las temporadas duran poco, por eso buscar cierta independencia del teatro es mejor que buscar los mismos foros que todos. Quienes hacen teatro dentro de esta crisis, también crean para agradar y ser validados por alguien. Y no están dialogando con el espectador real. Estamos pensando poco en el público. Cuando estuve en Buenos Aires me di cuenta de lo vivo que está el teatro, hay incluso funciones los sábados a las once de la noche, y los teatros están llenos. Hay una necesidad de los espectadores que está viva. Me pregunto por qué en México no está sucediendo esto. Y ahí entra la necesidad de los creadores de encontrar espectadores con los que puedan tener interlocución. ¿Cuál es el futuro del teatro? Es buscar la forma de atraer al público por diversos medios. En nuestro caso o con esta pieza, se encuentra en las redes sociales y en involucrar al espectador desde ahí. Buscar la forma de llegar a un público más amplio y que de alguna manera lo tienes que atraer. El futuro tiene que ver con sacar al teatro de la comodidad a la que ha llegado, y de esta manera de concebirlo para un público muy específico que no le habla a un espectador común. Cuando se integró el video al teatro fue muy criticado, pero ahora es común, y simplemente se integró. En este caso tenemos la oportunidad de meter la realidad virtual, y hasta una aplicación, y vamos a ver qué tanto impacto tiene en la experiencia del espectador y escénica.


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