El Milagro de José Gregorio Hernández

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1! Un caso raro El cirujano Francisco Marval (C.I. 3326572) puso en mi mesa de trabajo la gruesa historia clínica de una paciente y me dijo: “Si este no es un milagro, no sé qué pueda serlo”. Un oscuro temblor, casi doloroso en mi sensible racionalidad, me cobra al comenzar a escribir sobre la situación en que Francisco Marval me puso, por‐ que la cruda percepción que me obliga a la desnudez de las cosas, levanta en mí murallas de dudas a todo lo que se muestra misterioso o sobrenatural, con‐ ducta sembrada en mi niñez, y la de mis hermanos, por reiterada lección de mi madre Crispina, casi can‐ tinela, quien se empeñó en apartar de nuestro impresionable imaginario los muchísimos espantos, duendes y supersticiones que entonces rodeaba la vida cotidiana de la mayoría de las gentes, pero lo de Marval fue tan sorpresivo, que no puedo eludir comentarlo, obediente a mi largo ejercicio de comu‐ nicador social, que creo también enseñanza sublimi‐ nal de mi madre, extraordinaria conversadora. Con la ponderación cultivada durante más de medio siglo ejerciendo la medicina en una especiali‐ dad, la Radiología, que para sus diagnósticos se vale casi exclusivamente de lo que ve, pero con el respe‐ to que siempre guardo para la opinión de los demás, oí con atención lo que Marval me decía, mientras hojeaba la historia clínica de la paciente M. Sánchez, a quien varios médicos especialistas le habían diag‐ nosticado un tumor en la mama izquierda, probable‐ mente maligno, que de la noche a la mañana le des‐ apareció después de ser advertida que al día siguien‐ te decidirían la fecha para intervenirla quirúrgica‐ mente, pues el aspecto de la lesión no admitía tar‐ danzas. Aunque le confirmaba el mal presentimien‐ to que la mortificaba desde la primera biopsia, para M. Sánchez fue una noticia demoledora, ya que no ignoraba los riesgos del cáncer, ni los de esa inter‐ vención, que por el tamaño de su tumor sería de gran magnitud, a lo que se agregaría el largo y fati‐ goso proceso de la quimio y la radio terapia, viacru‐ cis en el que los cirineos no son posibles. (En beneficio de todos, al decir esto debo repetir que el cáncer es curable o de buen pronóstico si se diagnostica en sus primeras manifestaciones, lo que se logra cuando la persona tiene el buen juicio y la responsabilidad de someterse a exámenes médicos periódicos, aunque no presente síntomas o signos, y más si los presenta.) Francisco Marval, uno más de los tantos que nos decimos católicos para obedecer la costumbre, no ocultaba su sorpresa, y para compartirla conmigo había ido a buscarme, porque M. Sánchez, en el recuento de su caso, le dijo que la había curado el Dr. José Gregorio Hernández. Para él, con muchísi‐ mos años de práctica quirúrgica, no estaba médica‐ mente clara la extraña evolución favorable del tumor de M. Sánchez, catalogado de compatible con cáncer por clínica, imágenes e histología, y de mal pronóstico, porque en la axila del mismo lado se mostraba un ganglio linfático de aspecto también maligno, probable metástasis. Tumor maligno que en algunas horas desapareció. “Si esto no es un mila‐ gro ‐‐me dijo Marval‐‐, no sé qué pueda serlo”. Me dejó la historia y se fue. La leí con cuidado, tratando de encontrar un punto débil para meter el bisturí de lo racional. El caso, realmente, había evolucionado

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de manera insólita. Cabía la duda. Y dudé. Me dejó nes: le ordenó una mamografía y la refirió a la pensando porque por mi formación cultural, profe‐ Unidad de Patología Mamaria. 2.‐ El 27‐04‐2011 se le realizó una ecomamogra‐ sional y académica, no creo en milagros. fía, que la Dra. Elizabeth Molina (C.I. 8109157), espe‐ cialista en Diagnóstico por Imagen, informó como ! sigue: “En mama izquierda, a nivel de cuadrantes superiores se observa lesión ocupante de espacio, Volví a leer con cuidado la historia de M. Sánchez hipoecoica, heterogénea, de bordes lobulados, de y todo en ella daba para sustentar que era un caso aproximadamente 4.2 x 2.2 cms. en sus mayores de características singulares, con una evolución ejes, la cual condiciona signos de edema local a nivel excepcional. Por lo menos para mí, era el único con del tejido subcutáneo, con presencia de vasculariza‐ un cambio inesperado del aspecto maligno al benig‐ ción focal periférica e intra tumoral a la colocación no y curación final, entre las más de sesenta mil del Doppler color, hallazgos altamente sospechosos mamografías que he evaluado en mis últimos veinti‐ de malignidad: Ca. de mama, sin descartar la posibi‐ cinco años de médico especialista en Diagnóstico lidad de mastitis crónica encapsulada. Sugiero com‐ por Imagen. ¿Qué hacer? ¿Qué responderle al res‐ pletar el estudio con punción biopsia (PAAF). Ganglio linfático en axila izquierda, hiperecogénico, petado colega Marval? Ya en mi casa busqué la definición de milagro. El con desplazamiento de la escotadura lipomatosa, Diccionario de la Real Academia de la Lengua altamente sospechoso de MT (metástasis). Bi‐RADS Española (DRAE) dice: 1.‐ Hecho no explicable por 4.” 3.‐ La punción biopsia (PAAF) le fue realizada y el las leyes naturales y que se atribuye a intervención de origen divino. 2.‐ Cualquier suceso o cosa rara, 10‐05‐2011 el patólogo Evencio León Tang (C.I. extraordinaria y maravillosa… 4.‐Haber escapado de 3326572) la analizó e informó: “PAAF de mama izquierda compatible con positiva para neoplasia un gran peligro. Recordé el libro “La curación por el espíritu”, de (cáncer)”. Por los resultados de la ecomamografía y la Stefan Zweig, que habla de la vida casi escandalosa de la tenaz Mary Baker‐Eddy, norteamericana que a PAAF, el Dr. Pedro Rojas (C.I. 5498427), veterano finales del siglo diecinueve arrastró a legiones de médico general de la consulta externa la refirió a la enfermos que con ella encontraban curación por Unidad de Oncología, dejó en la historia una nota en medio de la fe. Lo busqué en mi biblioteca, le sacudí tinta roja: “OJO. PAAF de mama izquierda positiva. el polvo y en el capítulo Psicología del Milagro hallé PRIORIDAD”, y escribió: “Tumor de 7 x 7 cms. en una frase para la reflexión: “Nunca se verifica un mama izquierda que infiltra piel y con orificio de 2 milagro en una persona que en su intimidad no lo mms. con salida de líquido purulento”. 4.‐ El 14‐06‐2011 la examinó el oncólogo Dr. haya estado esperando apasionadamente por largo tiempo. Sabido es aquello de: El milagro es el hijo Alfredo Viloria Cestary (C.I. 9311807), repitió la biop‐ predilecto de la fe… Si la fe es el padre, no hay duda sia tomando mayor cantidad de tejido y, con la deci‐ que la desesperación es la madre del prodigio: sólo sión de operarla quirúrgicamente, ordenó varias de la cópula de una esperanza sin límites y del des‐ exploraciones de valoración general y la envió a la valimiento más absoluto puede el milagro nacer en Unidad de Cardiología con la siguiente solicitud: “La la tierra”. Muy atrás en el tiempo y con otro propó‐ paciente M. Sánchez, de 46 años de edad, está en sito, algo parecido dejó escrito Tomás de Aquino en estudio por Ca. de mama izquierda. Va a recibir qui‐ el Capítulo VII de la segunda parte de su mioterapia. Se agradece ecocardiograma”. El 17‐06‐ Compendium, donde se refiere a las cosas que 2011 fue entregado el resultado de la biopsia firma‐ podemos esperar de Dios, Razón de la Esperanza: do por la médica patóloga Lecci Suárez: “Mastitis “Es necesario considerar que la esperanza presupo‐ con severa reacción inflamatoria gigantocelular a ne el deseo, y, por consiguiente, que para que una cuerpo extraño. Sin inflamación neoplásica maligna cosa sea objeto de la esperanza, se requiere ante en las muestras remitidas y examinadas”. Esto es: todo que sea deseada… En segundo lugar se requie‐ sin cáncer. 5.‐ El 02‐12‐2011 la paciente retornó a la re que lo que se espera sea posible de conseguir… Se requiere en tercer lugar, que lo que se espera sea Consulta Externa y el médico general que la atendió, después de examinarla, escribió en la historia: una cosa difícil… “Mama sin tumor”. Y ordenó mamografía de con‐ trol, que ese mismo día le fue realizada e informada ! por la Dra. Josefina Hernández (C.I. 5107301), espe‐ cialista en Diagnóstico por Imagen, con la siguiente conclusión: “Mamografía con hallazgos benignos. BI‐RADS 2”. Los datos de la historia clínica de M. Sánchez 6.‐ El 06‐03‐2014 el Dr. Francisco Marval la exa‐ son los siguientes: minó y le ordenó un nuevo control mamográfico, 1.‐ Se trataba de una paciente de 43 años de informado por la Dra. Elizabeth Molina: “Mamas con edad, con nueve hijos, casada, procedente del patrón denso, sin microcalcificaciones ni nódulos. Se medio rural, que el 25‐04‐2011 fue a la Consulta recomienda complementación con ecografía”. Dos Externa por presentar una lesión en la mama días después realicé la ecografía recomendada por izquierda. El médico general que la atendió escribió la Dra. Molina e informé: “Hallazgos dentro de lo en la historia sus hallazgos: “Tumor en cuadrantes normal”. Yo ignoraba la historia de la paciente. Pero superiores de mama izquierda, duro, pétreo”. Anotó ese día el Dr. Francisco Marval fue a mi oficina, como como antecedente importante que un tío de la antes referí, puso sobre mi mesa de trabajo la histo‐ paciente había muerto por cáncer de mama. Y sin ria clínica de M. Sánchez y me dijo: “Si este no es un prescribirle ningún tratamiento, tomó dos decisio‐ milagro, no sé qué pueda serlo”.

2 Curación por la fe

3 De lo maligno a lo benigno

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4! La intervención del Dr. José Gregorio Hernández En resumen, en dos meses, entre el 25‐04‐2011 y el 17‐06‐2011, la lesión de mama izquierda que hasta el final de ese período estuvo catalogada por médicos especialistas como altamente sospechosa de malignidad, incluyendo el resultado de una muestra histológica tomada por punción aspira‐ ción con aguja fina, pasó a ser benigna y desapare‐ ció. Exploré esa paciente en el 2014, tres años des‐ pués en su último control ecográfico, pero por falta de información fue una más entre los cente‐ nares que mensualmente atiendo. Marval, como dije, me dejó una inquietud molestosa, la que motiva el gusanillo de la duda. Intenté citar a la paciente para precisar algunos detalles de su enfermedad y preguntarle al final qué opinaba de su caso, pero nadie respondió por los números telefónicos que había dejado. Tampoco dio la dirección suya exacta, sino unas muy vagas refe‐ rencias del caserío de su residencia en lo alto de la montaña trujillana. Fui a buscarla, acompañado por mi esposa Irma Rodríguez (C.I. 1402107) y nuestra ayudante de hogar Leyda Altuve (C.I.7116359). No fue fácil localizarla en el bellísi‐ mo disperso paisaje de aquellas montañas, pero preguntando de casa en casa la conseguimos. La cité para hablar con ella sobre su caso en mi con‐ sultorio. Decidí darle a esa conversación un carác‐ ter estrictamente médico, con dos limitaciones: no mencionar la palabra milagro ni asomar, mientras ella no lo hiciera, la presunta mediación del Dr. José Gregorio Hernández, aunque fue una imagen de este, que le colgaba del cuello, lo primero que llamó mi atención de su persona. Le pedí me con‐ tara lo sucedido. Esto fue lo que me dijo: “Desde hacía varios meses yo venía sintiendo una pelotica en el seno izquierdo, pero no le puse mucho cuidado porque no me causaba ninguna molestia. En los primeros días de abril del 2011, empezó a crecer produciéndome algún dolor.

Tomé remedios caseros, pero como no me hicie‐ ron ningún efecto, decidí consultar con un médico. El que me atendió me dijo que se trataba de algo importante, que debían hacerme una mamografía de inmediato. Me asusté mucho, pero me enco‐ mendé al Dr. José Gregorio Hernández. Una docto‐ ra especialista vio la mamografía y me realizó un eco: al terminar me dijo que la lesión era sospe‐ chosa, que tenían que hacerme una punción con aguja. Me asusté más, porque pensé en lo peor, que tenía algo malo. Como la punción resultó posi‐ tiva, decidieron hacerme una biopsia especial. Dentro de mi corazón le pedí al Dr. José Gregorio Hernández que no fuera cáncer, que era lo que yo temía. Tomaron la muestra y esa tarde me fui a casa de una hija que tengo en Carvajal. Me acosté. En la mesita de noche había una figura del Dr. José Gregorio Hernández: nuevamente le pedí con mucho fervor que me sacara con bien de aquel trance, que si me ayudaba iría con mi familia a pie desde Valera a su santuario en Isnotú para agrade‐ cerle el favor. Yo he sido siempre muy devota del Dr. José Gregorio, y en mi casa, desde hace muchos años, le tengo un altar muy bonito. Me quedé dormida. De pronto desperté humedecida por algo caliente que me corría por el pecho. La lesión se había abierto y sangraba. Me llevaron de urgencia al doctor que me había practicado la biopsia, quien después de examinar la herida la cerró con unos puntos de sutura. Me permitió regresar a casa de mi familiar, con la orden de vol‐ ver al día siguiente para examinarme de nuevo, pues había decidido operarme. Pero al día siguien‐ te yo no tenía nada. El tumor había desaparecido. Lo que me quedó fue la cicatriz”. ‐‐¿Le salió pus por la herida? ‐‐No. Solamente sangre. ‐‐¿Cumplió su promesa? ‐‐Sí. Fui a pie con mi familia desde Valera a Isnotú.

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5! Puntos de vista La realidad no siempre es la misma para todo el mundo; depende del punto de vista del observador. No comulgo con el fanatismo. Sea religioso, ideoló‐ gico o de cualquier otra índole. No soy fanático de nada ni de nadie, pero tampoco hago del antifana‐ tismo un asunto doctrinario. Los fanáticos no son libres. Pienso que el fanatismo es la manifestación de un atraso cultural o de un retardo mental, cuan‐ do no la expresión de poderosos demonios que se retuercen en las cavernas del subconsciente. Pero esto, para mí, no descarta la fuerza de la fe, la que puede mover montañas, no la del carbonero, la que puede activar las tremendas potencialidades hace‐ doras del espíritu, que me parece inscrito en el ADN de los seres humanos. Creo en la ciencia, pero sola‐ mente como verdad penúltima, porque la ciencia no explica todo; digamos que ha explicado muy poco, que hay demasiadas cosas oscuras, y conjetu‐ ro que al final de los tiempos, aunque la ciencia haya logrado explicar casi el todo, quedará algo que no podrá explicar jamás. No practico ninguna doctrina religiosa, pero tiendo a lo hierático, en el sentido de lo espiritual. Me conmueven las ceremonias sagradas. Me ele‐ van los cantos gregorianos. Me siento transfigurado en los sonorosos silencios de los templos vacíos, sin importarme qué religión los levantó, pero es una experiencia personal, incomunicable, imposible de compartir. Bertrand Russel, sabio, matemático, filósofo ateo, destacaba como espíritus excepcionales a Buda, Sócrates y Jesús (en estos últimos la cicuta y la cruz como último recurso de la verdad). Se incli‐

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naba a Buda. Humildemente me inclino a Jesús, al Jesús que dijo: “Después de amar a Dios, el segun‐ do gran mandamiento es amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Mt. 22:39) ¿No fue esto lo que consagró como santa a Teresa de Calcuta? Y por esto mismo, también tendrían que ser considerados santos Gandhi y Mandela, apartando, desde luego, sus humanas debilidades. Cuando opino sobre proble‐ mas difíciles de argumentar, me apoyo en pensado‐ res de alta jerarquía. En este caso quiero sugerir la lectura del famoso diálogo (recogido en el libro “¿En qué creen los que no creen?”) entre el ensayis‐ ta y novelista Umberto Eco (ateo) y el cardenal Carlo María Martini, entonces Obispo de Milán, donde coinciden en “que se pueden amar las reali‐ dades terrenas y creer ‐‐con caridad‐‐ que exista todavía lugar para la Esperanza”. También encuen‐ tro ayuda en varios conceptos de C.G. Jung (protes‐ tante), dejados en su estudio “Psicología y Religión”; por ejemplo el que afirma: “Antes de que los hombres aprendieran a producir pensamientos, los pensamientos les vinieron. No pensaron, sino que percibieron su función espiritual”; y en otra página: “Para cierta mediocridad intelectual ‐‐ caracterizada por un racionalismo ilustrado‐‐ una teoría científica que simplifique las cosas constituye un excelente recurso de defensa, debido a la inque‐ brantable fe del hombre moderno en todo cuanto lleve la etiqueta de científico”… “En mi opinión, desde el punto de vista de la verdad psicológica, toda teoría científica, por sutil que sea, posee en sí menos valor que el dogma religioso”. El padre Juan de Dios Andrade, por muchos años vicario de Valera, hablando de estas cosas me dijo que los milagros no pueden ser contra natura. Y lo ilustró: a alguien a quien se le amputa un brazo, no www.diariodelosandes.com

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hay milagro que se lo devuelva (salvo el milagro todavía en ciernes del robótico de la ciencia). Un ciego puede volver a ver y un paralítico mover de nuevo el miembro afectado, como de hecho lo vivi‐ mos en el Hospital Central en experiencias promo‐ vidas por el psiquiatra Francisco Jaramillo en la década de los 60, pero el amputado lo será para siempre. La catalepsia es una reducción extrema de los signos vitales, que se confunde con la muerte, de eso habla con frecuencia la famosa artista popu‐ lar Rafaela Baroni: regresar de un estado catalépti‐ co puede parecer una resurrección. Al contrario, los prodigiosos Pascal y Mozart fueron milagros de la naturaleza. Los milagros son realidades controverti‐ bles. Siento una sincera consideración por la figura histórica del Dr. José Gregorio Hernández. Conozco muy bien su biografía, y he escrito sobre él un libro que espera editor. Como médico que introdujo la medicina experimental a Venezuela, creo que merece el calificativo de sabio, lo mismo de Rafael Rangel, su conterráneo y coetáneo. Pienso que merece también el título de santo, porque su com‐ portamiento existencial no fue menor que el de la Madre María de San José, santificada por la Iglesia. Para esta decisión, que en verdad no agrega mucho, la Iglesia exige del beato o venerable un milagro. Para mí, en el plano histórico, el gran milagro del Dr. José Gregorio Hernández fue superar sus debilida‐ des para alcanzar un alto y ejemplar grado de amor al prójimo, que sin gentiles hipocresías volcó en diarios favores para la salud de sus numerosísimos pacientes. ¿Aceptará la Iglesia la historia de M. Sánchez como el milagro que por tanto tiempo ha espera‐ do del Dr. José Gregorio Hernández?


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