Laura Suárez Una aldea en el norte de España en los años 30, cuando la luz no había llegado a las carreteras. Unas leyendas atemporales que enfrentan lo paranormal y el realismo preguerra. Una manera de darle sentido a la oscuridad, la muerte y la niebla de una tierra exigente. Los cuentos de la niebla son estos que te han contado de pequeño, una y otra vez, las tardes de lluvia y las noches de invierno. Te los han contado tu abuela, tu madre o un vecino, para que te portaras bien. No sabes si creértelos, pero los cuentan en tu pueblo, en el de al lado y en toda la región... entonces serán verdad ¿no?
Laura Suárez
Los cuentos de la NIEBLA
“Laura me ha cogido de la mano, me ha sentado ahí y me ha contado cosas sobre la Santa Compaña, sobre el Vidoiro, sobre campos fríos y gente vestida de negro. (...) son hermosas historias de terror. No puedo pedir más.” Prólogo de El Torres (prolífico y multipremiado guionista de cómic y animación)
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... y veía llegar las luces del atardecer,
en mi menuda y frágil alma,
Cuando era una niña pequeña...
un
fuerte temor
parecía volver.
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... el viento se arrastraba por las huertas,
Al mirar por la ventana...
moviendo los ĂĄrboles que semejaban.
AparecĂan almas que temblaban
y me buscaban.
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Y si esa oscuridad...
... que provenía de las raíces del mundo,
que hacía temblar mi sangre,
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Âżestaba acechando para venir a
buscarme?
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Lo que se avecina a partir de esta página se debe todo a mi abuela. Como una buena historia, comenzó con una oscura tarde de lluvia en una aldea de Galicia. Estábamos mis abuelos, mi padre y yo, todos callados menos ella que, sentada al lado de la cocina de leña, empezó a hablar de una época donde no había carreteras ni electricidad, donde los muertos que vagaban entre los vivos o los meigallos eran tan reales como el hambre o la guardia civil. No sé si fue la fascinación por este mundo tan distinto al que conocemos o el interés de mostrar una faceta oculta de nuestra cultura que no quiero que caiga en el olvido, pero esta ha sido mi manera de contar mi versión, mi historia y sobre todo la suya. Así, me di cuenta que realmente este mundo no es tan nuestro, que el monte nos susurra cosas si queremos escucharlas. Están ahí observando en la oscuridad, pero nosotros preferimos callar o negarlas, porque no queremos tener miedo. Pero, ¿cómo podemos ser tan necios de creer que es ficticio todo aquello que no somos capaces de comprender?
la Santa CompaĂąa
Es increíble pero ella hace como si nada.
Quizás no sea cierto.
Quizás es todo cosa de mi mente.
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Pero yo juraría que, hace un año, ella MURIÓ.
Esa mujer no puede ser ella.
Porque a mi prima, a Carmela... se la llevó la Santa Compaña.
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