Los años en galeras A finales de los años 1950, Franquin trabaja como si lo hubieran condenado a galeras. Cada semana dibuja dos páginas (siete tiras) de las aventuras de Spirou y Fantasio y un gag de Gastón Elgafe; adorna la cabecera de la revista con un dibujo relativo a una de las series del número y hace numerosos dibujos para las diversas secciones que se inventa el prolífico redactor jefe, su amigo Yvan Delporte. Al mismo tiempo, hace un gag semanal de Modesto y Pompón para la revista rival Tintín. Y, por si eso fuera poco, el periódico Le Parisien Libéré decide publicar aventuras inéditas de Spirou y Fantasio, como si fuera un folletín diario. Al serle imposible superar semejante desafío en solitario, Franquin busca colaboradores que lo ayuden con los guiones y los fondos. Contratará a los mejores.
Franquín imagina y crea, para el número especial de Navidad de 1957, una historia corta de dos páginas — La Bûche de Noël, con la colaboración de Jidéhem en los fondos—, donde presenta a un simpático muchachito que quiere utilizar en otras historias ambientadas en Champignac: el pequeño Noel. El chaval hizo aquí una primera aparición, dentro de las aventuras de Spirou.
La viñeta final de la historia, la puesta en órbita de la estatua del alcalde de Champignac es como un adelanto de lo que pronto será la principal preocupación del calamitoso Zorglub: ¡la conquista del espacio con fines publicitarios! Y coincide con un nuevo discurso del notable.
Una vez pillada la costumbre de mostrar una nueva habilidad del marsupilami con cada aparición suya en la saga, los admiradores del sorprendente animal descubrirían al final de la aventura que, atrapado bajo un fuego de artillería, puede cavar la tierra y desplazarse bajo ella como un topo para evitar el peligro.
¡Hay un misterio en Champignac! La visita imprevista de Spirou y Fantasio al conde de Champignac debía ser una sorpresa. La sorpresa se la llevan ellos al descubrir en el castillo a un científico soviético huido de la U.R.S.S., que ha venido a refugiarse en casa de su viejo amigo. Estamos a finales de los años 50, y son muchos los que intentan escapar del yugo comunista que restringe las libertades en los países del este. Este científico se ha traído un invento muy deseado que arrastrará a Spirou y Fantasio a su primera aventura en Asia: el Generador Atómico Gamma, o mejor dicho, el G.A.G. Franquin había descubierto ese valle de los siete budas, situado en China, en la estupenda revista National Geographic Magazine, y soñaba con incluir ese extraordinario lugar en alguna de sus producciones. Le sugirió la idea a un guionista todavía principiante, Michel Greg, que ya le escribía gags para Modesto y Pompón, que realizaba para la revista Tintín. Tras un breve encontronazo con su editor, Charles Dupuis, Franquin se había dirigido al principal competidor de Spirou. En Ediciones Lombard lo recibieron con los brazos abiertos, por lo que acabó firmando con ellos un contrato de cinco años. «Tintín sentía cierta envidia hacia Spirou, que era considerada una revista más divertida. Tintín tenía una imagen “seria”, de grandes aventuras, con la “familia” Jacobs-Cuvelier-Martin, etc. Era magnífica, pero eran conscientes de ese hándicap al lado de revistas más “graciosas”. Cuando yo entré, no hacía tanto tiempo que el eslogan de “la revista para jóvenes de 7 a 77 años” había sustituido al de “la revista para niños bien”, ¡que lo decía todo!».1 Franquin se reconcilió enseguida con Ediciones Dupuis, pero el contrato ya estaba firmado… Estaba condenado a continuar con Modesto y Pompón sin abandonar su actividad para Dupuis. Felizmente, Greg le aliviaba de la pesada carga de inventarse, cada día, un gag para la serie. «Le expliqué que estaba fastidiado, que entre Spirou y Tintín, tenía demasiado trabajo. Le mostré los personajes, le expliqué más o menos cómo se comportaban y añadí: “Si ves que puedes, hazme un gag de vez en cuando, todos los que quieras, ¡que si son buenos te los compraré!”».2 Fueron buenos, y Greg continuó colaborando con Franquin.
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Entrevista a André Franquin por Numa Sadoul, Et Franquin créa la gaffe, Distri-BD-Schlirf, 1986. 2 Entrevista a Greg por Numa Sadoul, Et Franquin créa la gaffe, Distri-BD-Schlirf, 1986.
Una aventura con trasfondo pacifista Para El prisionero de Buda, utilizó personajes habituales de la novela de espionaje de moda en aquel periodo de la Guerra Fría: los agentes secretos aparentemente rusos que vienen a recuperar el invento de un científico fugado, los militares de Hoink-Oink (sic), los gemelos Douglas y Harvey, que ofrecen un pequeño resumen del Imperio británico, y el americano Harold W. Longplaying, secuestrado en la base secreta más sorprendente del ejército chino. Todo ello acompañado de la salsa Franquin. La trama de la historia es pacifista, tal y como pasaba en El viajero del Mesozoico, donde el científico atómico que acababa de inventar una espantosa bomba, acababa en el estómago de un dinosaurio gigante. Todo se desarrolla alrededor de impedir que el prodigioso invento del G.A.G. no caiga en manos del ejército del bando que sea. Se evita toda referencia demasiado evidente a la actualidad, lo cual convierte al relato en algo atemporal. Los autores no toman partido por ninguno de los bloques enfrentados, sino que defienden al conjunto de la humanidad amenazado por la locura de los Estados. Una amenaza nada ficticia a finales de los años 50, ya que todo el mundo esperaba que las tensiones Este-Oeste acabasen degenerando en un conflicto nuclear especialmente destructivo. Dos frases del héroe resumen a la perfección lo que opina Franquin sobre los progresos en tan devastador campo: Con tantas precauciones y sutilezas internacionales, está claro que todos tendremos la barba muy larga para el día en que este asunto se resuelva por cauces oficiales… ¿Se imaginan lo que pasaría si este invento se utilizase con fines bélicos? Veinte años después, expresaría con mucha mayor ferocidad su opinión sobre el ejército y la carrera armamentística en sus formidables Ideas Negras. Para Greg, pasar de los gags de Modesto y Pompón al guion de Spirou y Fantasio resultó ser más complicado de lo previsto. «Se necesitan nervios de acero para trabajar con Franquin en una historia larga», subraya Greg. «No le daba tiempo a cuestionar los gags de Modesto y Pompón y se divertía hasta la última viñeta haciéndolos porque eran gags de una página. No sucedía así con las aventuras de Spirou. Al principio seguía el guion original tal y como estaba concebido. Lo respetaba al pie de la letra durante las diez o doce primeras páginas, luego cambiaba más y más detalles porque le “cansaban” esas ideas que conocía desde hacía demasiado tiempo. Al principio, yo le entregaba las páginas en paquetes de quince o veinte páginas. Al descubrir los cambios que hacía, pasé a entregárselos en paquetes de tres o cuatro como mucho. Franquin decía que era
perfecto, que no tenía quejas, pero que tal o cual escena podían alargarse… Y la escena se prolongaba durante más páginas de lo previsto. Por eso hay páginas con apenas diálogo, algo rarísimo en mis guiones».3 «Hice sufrir mucho a Greg al no ser un dibujante más dócil», admitía Franquin. «Debo decir que algunas de sus ideas no me gustaron desde el principio, como la del G.A.G., que elevaba a la gente a distancia y hacía crecer a las plantas; me parecía excesivo y me molestaba. Pero al final la cosa resultó ser muy eficaz y los gags que le sacó al G.A.G. me divirtieron mucho. ¡Y lo discutíamos todo! Había cosas que me negaba a hacer y otras que yo le imponía. En cambio, los álbumes de Zorglub son tal mezcolanza de ideas de uno y de otro que ninguno identifica ya quién hizo qué. Greg dice que soy el dibujante más irritante del oficio, y le creo…».4 El prisionero de Buda apareció en los números del 1048 a 1082 de la revista Spirou, del 15 de mayo de 1958 al 8 de enero de 1958. El álbum se realizó con la colaboración de Jidéhem. Entrevista de Yvan Delporte a Michel Greg, en Spirou et Fantasio, tomo 5 del integral de Rombaldi y Dupuis, 1985, completada con partes de una entrevista a Greg que le hizo Gilles Ratier para su libro sobre guionistas de historieta. 4 Entrevista a André Franquin por Numa Sadoul, Et Franquin créa la gaffe, Distri-BD-Schlirf, 1986. 3
Greg le cuenta a Yvan Delporte: «Hergé proporcionó un juramento chino a Franquin. Como yo trabajaba con Hergé, le pregunté si no tendría algún juramento que no hubiera utilizado en sus álbumes de Tintin. Me proporcionó amablemente una interjección china que le pasé a Franquín…».5
«En este álbum había una buena cantidad de trabajo para Jidéhem, pero lo hicimos en equipo. Por ejemplo, en esta escena, la atmósfera de la escalera es mía, lo aboceté todo y le expliqué a Jidéhem lo que quería: “La escalera debe girar así, se ve a Fantasio bajar de noche, hay una parte iluminada por la ventana, etc”. Los objetos repartidos aquí y allí, como el jarrón en la silla o el rastrillo, son más aportación de Jidéhem que mía. Más adelante, en la misma página, yo hice a Champignac con la bandeja, incluida la bandeja…».6 «Lo que se ve en el bocadillo rojo son ideogramas chinos reales. El truco de toda la vida de los dibujantes es copiar la inscripción de su bote de tinta china. Por supuesto, el sistema se ha ido perfeccionando, y ahora ya se encuentran suficientes folletos en otros idiomas como para no tener que buscar los textos muy lejos. Y siempre queda el menú de un restaurante chino. En esta historia hay un personaje que llama a otro “cerdo agridulce”». Pero Yvan Delporte repasó todos los bocadillos de este álbum con la ayuda de un cliente de uno de los restaurantes de cocina pequinesa a los que solía ir Franquin. «Franquin se inventaba muchas veces los signos, o más bien los copiaba de forma tan imperfecta que resultaban incomprensible. Sorpresa: no había ni uno, pero ni uno solo relacionado con la cocina. Entonces lo consulté con Xue, un violonchelista encantador con un acento muy típico y un diccionario así de gordo. Consiguió descifrar varios caracteres y ni él pudo encontrar la menor referencia culinaria».7 5 Entrevista de Yvan Delporte a Michel Greg, en Spirou et Fantasio, tomo 5 del integral de Rombaldi y Dupuis, 1985. 6 Et Franquin créa la gaffe, entretiens avec Numa Sadoul. Distri BD. Schlirf, 1986. 7 Spirou et Fantasio, tomo 5, del integral de Rombaldi y Dupuis, 1956.
El taller Franquin Una pequeña ecuación para calcular la carga de trabajo que tenía Franquin a finales de los años 50. Dos páginas de Spirou y Fantasio por semana + un gag de Gastón + un gag de Modesto y Pompón + la «primera» de la revista + dibujos sueltos para las páginas interiores = demasiado trabajo para un solo hombre. A todo esto se añadiría un nuevo proyecto que no simplificará la cronología de los álbumes de Spirou… ni la vida de Franquin. El editor Charles Dupuis había propuesto a Le Parisien Libéré publicar gratuitamente las aventuras de Spirou para dar a conocer al personaje y aumentar su público en Francia. Ese cliente potencial estaba interesado, ¡pero exigía historias inéditas en vez de simples reediciones de la revista Spirou! La maniobra resultaba un poco ingenua pero, se llevó a cabo, a regañadientes, con la formación de un miniestudio alrededor de Franquin, ¡hasta entonces ferviente defensor de la producción en solitario! «Fue así como Jidéhem empezó a trabajar en los Gastón y los Spirou de la revista. Esa forma de trabajar, colaborando de forma estrecha con otro, era nueva para mí y es una especie de paréntesis en mi carrera normal, porque, de pronto, tuve que organizarme de otro modo. Tuve que alterar mis costumbres y mi técnica, algo en lo que no había pensado nadie. Debía hacer seis tiras semanales para Le Parisien, así que llamé a Roba. En ese momento, era jefe creativo en una agencia de publicidad de Bruselas. Su colaboración en mis historias para Le Parisien y otros trabajos que le encargó Dupuis para que empezase en Spirou le permitieron dejar la publicidad sin problemas»8. «El lugar donde se encontraba el estudio y su número de teléfono eran secretos de Estado», explicaba Roba. «Franquin temía que el redactor jefe del momento supiera dónde se escondía. Pero no era uno de los secretos mejor guardados del mundo y se pasaba un montón de gente a saludar. En ese estudio me ocupé de los fondos y los personajes secundarios de Los Hombres burbuja. También fue ahí donde dibujé mi primer minirrelato para la revista, con unos personajes todavía desconocidos, Bill y Bolita contra los minitiburones, con guion de Rosy. Y sobre todo, fue allí donde aprendí el oficio de historietista. Ah, fueron buenos tiempos…».9 «Alquilé un apartamento en Bruselas no lejos de mi casa, que hacía las veces de estudio y, claro está, cuando llegaron Roba y Jidéhem, se vinieron a trabajar conmigo… Nadie “acampaba” en el taller, al que solo íbamos a trabajar, tanto en equipo como en nuestras respectivas series. Me pareció que, dado que estábamos trabajando en equipo, lo más práctico sería hacerlo en el mismo lugar. Las cosas se complican de forma inútil cuando se colabora estrechamente con alguien que no está geográficamente cerca. No me veía enviando mis páginas a lápiz a Jidéhem y esperando a que me las devolviera para entintarlas. No soy lo bastante sistemático u organizado como para hacer eso…»10. Et Franquin créa la gaffe, entretiens avec Numa Sadoul. Distri BD. Schlirf, 1986. Entrevista de Yvan Delporte a Roba, en Spirou et Fantasio, tomo 7 del integral de Rombaldi y Dupuis, 1987. 10 Et Franquin créa la gaffe, entretiens avec Numa Sadoul. Distri BD. Schlirf, 1986. 8
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«En esta imagen me salto uno de los tópicos más irritantes del cine y la historieta; cuando miras por unos prismáticos, en realidad se ve un solo círculo. La convención dicta que se muestre esa imagen en dos círculos adyacentes, cosa que me irrita… Por supuesto, en la realidad lo que se ve no está tan definido como en mi círculo, pero puestos a usar convenciones, prefiero la mía, que está menos alejada de la realidad…».
Pese a su gran producción en historietas, Franquin sigue teniendo que ilustrar el logo de la revista. Pero el éxito de Gastón Elgafe hizo que fuera sustituyendo poco a poco a Spirou como animador de la revista.
Se hizo venir a un escultor francés desde París para que hiciera los modelos a partir de los cuales se crearía el molde para una serie de personajes de Spirou en látex articulado. Un material que a la larga acaba desintegrándose con el contacto al aire y la luz. Hay que decir que el fabricante se conformó, por comodidad y economía, con hacer los moldes en escayola, que proporcionan una calidad inferior a la de los moldes de acero. Los lectores jugaban mucho con estas figuras de látex y enviaban a Redacción fotos de las escenas que creaban con ellas, saliendo publicadas las mejores.
Las historias de Le Parisien Libéré Franquin y Riba harían así tres historias (Tembo Tabú, Spirou y los Hombres burbuja, Las miniaturas), que se publicarían en el diario francés a partir de 1958, y que mucho más tarde se publicarían en la revista Spirou y en los álbumes normales de la colección. El trabajo se repartía acorde a las afinidades de cada uno. Los dos autores se ponían previamente de acuerdo sobre la puesta en escena y el abocetado de la página que realizaba Franquin, pero a veces era Roba quien también se ocupaba de esa parte cuando la escena contenía sobre todo elementos que le tocaban a él.
Tembo Tabú
Esta historia les permitió rodar su método de trabajo, y no aparecería en Spirou hasta transcurridos trece años —del 8 al 22 de abril de 1971, en los números 1721 a 1723—, para publicarse luego en álbum en 1974, ¡cuando Fournier ya llevaba cinco años ocupándose del personaje! Es, por tanto, un documento sobre una época heroica en la que Franquin, empujado por las circunstancias, luchó por imponer un equilibrio gráfico a la abrumadora producción que se le había impuesto. «Franquin tenía ganas de hacer algo con elefantes», contaba Greg. «Así que yo le llevaba mis guiones y él decía: “Formidable, genial, pero he cambiado este detalle aquí, y esta tira de allí...”. Lo que pasaba era que él era más visual y yo más literario. Yo iba dos veces por semana a hablar con él del guion. Y siempre tenía algo interesante para mostrarme, un artículo en el National Geographic, o la dirección de un restaurante chino. El marsupilami me molestaba un poco. No le acababa de pillar las vueltas y siempre procuraba restarle importancia. Me buscaba trucos para eliminarlo durante varias páginas…».11 El lector poco observador notará que los pigmeos, los bandidos, los elefantes y las plantas carnívoras son obra evidente de la prometedora mano del joven Roba. El formato requerido por el diario impuso una nueva estructura a las tiras, teniendo Franquin que abandonar el cinemascope —dos viñetas por tira— que había utilizado con tanta brillantez en sus obras en solitario. Cuando llegó el momento de publicar las páginas remontadas en álbum, Franquin dibujaría pequeñas sombras chinescas en la parte superior de cada página para amueblar un poco el vacío ocasionado por los imperativos del cliente francés, y que quedan en especial evidencia en la edición en álbum de Spirou y los Hombres burbuja, para el que no realizaría ese pequeño complemento. 11
Entrevista de Yvan Delporte a Michel Greg, en Spirou et Fantasio, tomo 8 del integral de Rombaldi y Dupuis, 1987.
¿Qué descubrimos esta vez del marsupilami? Que le gustan tanto las pirañas (El nido de los marsupilamis) como las hormigas. Por tanto, es hormiguero.
Spirou y los Hombres burbuja En La guarida de La Morena, Franquin había sumergido a Spirou en el mundo del silencio tan querido entonces para el comandante Cousteau. Cuatro años después, el mundo submarino volvería a ser el decorado de una nueva aventura. En 1959, la colección Petit Ménestrel acababa de publicar un álbum-disco que narraba La guarida de La Morena, y Franquin, Roba y Jidéhem hicieron algunos dibujos para ello. El proceso hizo que Franquin recuperase brevemente al temible John Helena, alias La Morena, para Spirou y los Hombres burbuja. La historia se publicó directamente en álbum en 1964, sin pasar antes por la revista Spirou. «No me bastó con la primera historia», reconoce Franquin. «Me habían quedado muchas posibilidades sin explorar y todo ese universo me interesaba mucho. Hace mucho que me apasiona el submarinismo, sin haberlo practicado nunca en persona. Es una atracción teórica y sobre todo imaginaria, ya que detesto el agua fuera de una bañera… Roba me ayudó mucho con el guion, y tenía ideas muy graciosas. Nos repartimos el dibujo en función de la técnica que habíamos establecido en esa época. Roba hacía los fondos principales y los personajes nuevos, mientras que yo me reservaba los coches y los personajes veteranos, pero la cosa siempre era menos estricta de lo que parece dicho así. En aquella época nos centramos mucho en la idea de un hábitat submarino. Imaginamos una especie de gran cúpula transparente y a una especie de falso malvado para darle algo de drama: un ecologista muy rico, un soñador, pero dispuesto a todo con tal de hacer realidad sus ideas, con una completa falta de escrúpulos. Roba lo dibujó de forma notable, dándole una cara muy interesante».12 Et Franquin créa la gaffe, entretiens avec Numa Sadoul. Distri BD. Schlirf, 1986.
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Las miniaturas La colaboración entre Franquin y Roba continuó todavía con Las miniaturas, tercera y última aventura para Le Parisien Libéré, que se publicaría en la revista entre el 30 de agosto de 1962 y el 28 de marzo de 1963, de los números 1272 a 1302, para luego publicarse de complemento del álbum los Hombres burbuja. El equipo está ya perfectamente integrado y los personajes vuelven al entorno champignaciano clásico para un enigma muy bien llevado. Franquin decía que esta aventura era reminiscente de los álbumes de Walt Disney que leía de niño: Horacio Collar de Caballo daba de pronto señales de locura, preocupando a todos los personajes del entorno de Mickey. Greg retomaría esa idea para el guion de El pánico llegó por teléfono13, donde el conde de Champignac se vuelve malvado. De momento, aquí es Fantasio quien se vuelve loco. Franquin se deja llevar una vez más por su cariño por las ferias de pueblo, y tras La feria de los gánsteres, El súper Quick y Los ladrones del marsupilami, volvemos a encontrar a Spirou y Fantasio entre caballitos de madera, patatas fritas y columpios. Roba empezaba a tener éxito con su propio Bill y Bolita —a los que se ve en un momento de esta historia— y ya preparaba una nueva serie, La pandilla [La Ribambelle]. Franquin ya estaba muy ocupado con los gags de Gastón y la continuación de las aventuras de Spirou en la revista de Ediciones Dupuis. El trabajo para la prensa diaria, sin el apoyo del color y en un formato tan limitador, resultaba poco gratificante. Por tanto, esta aventura se detendría allí. Le apasionaba mucho más la creación de Zorglub y de un nuevo tipo de narración, ayudado por el guionista Michel Greg y auxiliado por Jidéhem en los fondos. Pero ese es tema para el siguiente volumen de este integral. 13
Tomo 7 de estos integrales.
Mientras Roba colaboraba en Las miniaturas, hacía poco que había creado Bill y Bolita, los cuales hacen una breve aparición en la feria del pueblo. Cuando la historia acabó publicándose en 1963 en la revista Spirou, reutilizó ese ambiente de tiro al blanco en la feria para el gag 130 de sus personajes. Como se ve aquí, su grafismo había evolucionado mucho para entonces.
Siguiente página: 1958, Spirou descubre Europa. En el no 1065, del 11 de septiembre de 1958, la sección de Las más bellas historias del tío Pablo [Les belles histoires de l’Oncle Paul] —que cada semana contaba en forma de historieta un importante suceso histórico— tuvo un invitado de excepción: Spirou visitaba personalmente la Exposición Universal de Bruselas. Sí, ¡esa para la que se construyó el Atomium! Por tanto, esa semana, Franquin se ocupó de un «Tío Pablo» muy especial.
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La historieta Spirou descubre Europa se publica aquĂ con la amable autorizaciĂłn de Marsu Productions.
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el prisionero de buda
el prisionero de buda
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¡EH! OR P O D A D I U ¡C AHÍ…!
MUUUUU
NADA
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¡HUBA!
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