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Jaime Álvarez

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Empresarial

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LAGUNITA • RETRATO

Jaime Álvarez

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“Dar una vuelta a la cancha me reconcilia con la profesión y la vida”

En 2019 llegó a cumplir con el cargo de Superintendente del campo de golf, uno de nuestros más importantes patrimonios. Una labor que lo llena de satisfacción

Texto y Fotos: Anabella Capiello

Jaime es graduado en Química, mención Química Científica en la USB, además tiene una Maestría y Doctorado en Química Natural y Fisicoquímica orgánica en el IVIC. También un Diplomado en Literatura. Además, es Locutor y Productor radial. Por si fuera poco, después de adulto, se hizo músico y Luthier. Desde 1997 es Superintendente de Canchas de Golf como miembro de la GCSAA que es como la PGA de los Greenkeepers. Allí alcanzó el grado A que es el más alto que se puede obtener fuera de USA y luego pasó a ser International Superintendent Member. Está casado con María Carolina Plaza, quien viene de una familia de larga y exitosa trayectoria en el Golf.

El campo de Golf implica estar pendiente de fertilizantes, corte, riego, lluvia, humedad… ¿Qué es lo que más le despierta interés?

–Una cancha de Golf es un ecosistema sacrificialmente controlado. Me interesa mucho la compleja interacción de las plantas con el medio ambiente circundante. Las plantas no pueden moverse como los animales a buscar alimento o a protegerse de los vaivenes del clima. Su interacción con el entorno que las rodea, les presenta muchos retos que la evolución ha resuelto de manera fascinante, con una serie de estrategias bioquímicas asombrosas, que al final, se traduce en la experiencia del golfista, lo que llamamos la jugabilidad.

¿Qué es lo más importante en un campo de Golf?

– Los golfistas, su satisfacción. Si no fuese por ellos esto sería un enorme jardín. Todo lo demás, por muy técnico que sea, es la gestión de un servicio a los jugadores.

¿Ha trabajo en otros campos?

–¡En muchos! Como superintendente, como consultor o emitiendo informes oficiales. Maracaibo Country Club, Caracas Country Club, Izcaragua Country Club, Guataparo Country Club, La Salina Golf Club, en Puerto La Cruz, Junko Golf Club han sido algunos de ellos. Extraoficialmente, o ad honorem, en todos los demás campos de Venezuela.

He trabajado en fútbol profesional para Aragua FC, Carabobo FC, los estadios Olímpico y Brígido Iriarte y en béisbol, para Los Navegantes del Magallanes. También en polo para Club de Campo.

He hecho proyectos de reforestación en urbanizaciones y diseñé dos canchas de Golf que lamentablemente nunca se construyeron. Una para un grupo en la península de Paraguaná y otra un Par 3 en el Parque La Chinita ubicado en el Zulia.

He hecho otras consultorías breves en USA, España y Colombia.

Esta área requiere un proceso continuo de aprendizaje ¿Cómo se documenta, dónde investiga? ¿Tiene algún mentor?

–¡Buena pregunta! He tenido el honor de tener grandes mentores: comienzo por mi padre, Antonio Álvarez, que fue un gran golfista y promotor del Golf desde la FVG y organizador de la Copa Mundial, Copa Simón Bolívar y capitán del equipo de Venezuela.

En el tema de la cancha mi primer mentor fue Tommy Fonseca, quien elevó varias canchas de Venezuela a un nuevo nivel técnico. Comencé a aprender con él. Yo quedé muy impactado cuando hizo el cambio de grama en el 74 y me iba, cuando se podía, en el carrito a acompañarlo. Allí fue que decidí que quería ser superintendente.

Luego, tuve muchos mentores en la GCSAA. Con mucho cariño debo mencionar a Michael Bavier y Gordon Witeveen, ya fallecido. Ambos famosos y muy reconocidos. Con Gordon, cuando ya estaba muy anciano, me pasé un mes en su casa en Tampa. ¡Jugamos 18 canchas en 30 días! Fue como hacer otro doctorado a la velocidad de la luz.

Otros mentores fueron Rafael Villegas, experto colombiano. Más recientemente, el Dr. Tom Nikolai de la Universidad de Michigan, el Dr. Dave Kopek de la Universidad de Arizona, la Dra. Mónica Elliott de la Universidad de Florida, los ingenieros Guillermo Busso, Alejandro Canegallo y Jhon Romero, en Argentina y Perú.

Yo dedico unas dos horas al mes a actualizarme en la página de la GCSAA y soy el Coordinador Académico de seminarios para toda América Latina, de manera que dicto, planifico y escucho charlas técnicas todo el tiempo.

¿Cómo es su equipo de trabajo en el Club?

–Maravilloso, aunque no siempre muy bien comprendido. A veces me sorprende que tengan tantos años y mantengan la voluntad de levantarse a las 3:30 am para llegar a las 5:00 am. Hay trabajadores que son unos verdaderos maestros en lo que hacen, cortar greens por ejemplo, es delicado y difícil.

Manejar un taller mecánico de Golf es infinitamente más complicado que manejar un taller vehicular o agrícola y finalmente manejar y operar un sistema de riego de tecnología de punta es una ciencia. Yo soy muy apegado a mi personal, no somos perfectos, pero tratamos de mejorar continuamente.

¿Qué habilidades posee y cuáles considera necesarias para hacer lo que hace?

–Obviamente, la capacidad de absorber formación universitaria y académica en general. Otra habilidad es la paciencia: hay que lidiar con la feroz realidad de que no se puede dar a los golfistas lo que quieren todo el tiempo. El Golf es el único deporte que se practica en pleno proceso de mantenimiento preventivo y correctivo.

No me gusta echarme flores, pero un Gerente General me dijo una vez que mi mejor habilidad es mi capacidad de planificación. Supongo que es cierto, yo estoy hoy viendo la cancha dentro de tres meses, un año, tres años, etc.

¿Cuál sería el mayor desafío en su trabajo?

–Hacia adentro, aprender a manejar las críticas derivadas de la imposibilidad de hacer todo y tener todo lo que una cancha de alto nivel necesita. Hacia afuera, intentar hacer entender a quién viene a practicar deporte, razones científicas y técnicas.

Hay un enorme abismo que los superintendentes debemos sobrepasar entre lo que hacemos y la percepción del golfista. Yo dicto un seminario sobre ese tema, para ayudar a otros superintendentes a manejar ese problema inherente a nuestra profesión.

Si tuviera que elegir el mejor momento de su vida profesional, ¿cuál sería y por qué?

–En el año 2001, el regreso de Lagunita a la lista de las mejores canchas del mundo por región. En el 2012, la reconstrucción de Izcaragua después de tres años de deslaves. Estuve dos años trabajando en el barro y rebajé ocho kilos, pero se rescató la cancha y quedó blindada ante ese tipo de desastres naturales. Luego, en el año 2021, el rescate de los greens de Lagunita, porque en 2019 parecían desahuciados.

Usted es un profesional en el campo de golf, pero ¿es también golfista?

–¡Claro! Yo he jugado golf toda mi vida, pero con interrupciones por los estudios.

Mantuve muchos años un hándicap que oscilaba entre 1 y 5. Mantener ese nivel de golf es muy demandante y lamentablemente yo he tenido problemas recurrentes en la columna vertebral desde muy joven. De manera que estoy semi retirado y no juego con la frecuencia que quisiera. Además, tengo poco tiempo libre. Son 51 años jugando Golf. En mi casa jugaban golf hasta los perros. En casa de mi esposa jugaban Golf hasta los gatos.

¿Algún mensaje para trabajadores y socios de Lagunita Country Club?

–A los trabajadores: mi agradecimiento por su labor diaria.

A los socios: ¡Tengan fe! Venimos de más de dos décadas muy complicadas, pero vamos a avanzar. Tardará lo que sea necesario y los recursos lo permitan, pero estamos mejorando. Ahora mismo, estamos a punto de lograr lo que yo siempre he querido: un plan maestro sólido a corto, mediano y largo plazo, bajo el consenso y la participación de todos y con el escrutinio de la Junta Directiva y el Comité de Campo. Llevará tiempo porque no tenemos los recursos de hace 20 años, pero vamos por buen camino.

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