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Así soy yo

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La moda se hizo presente en una noche fresca, despejada e iluminada por los flashes y los reflectores de la Cena de Gala

VALLE ARRIBA GOLF CLUB La tradición crece

Durante 80 años y con una membresía de cientos de socios, las anécdotas son casi infinitas. “Ah, si las paredes hablaran” se suele decir. En Valle Arriba Golf Club podrían hablar las paredes, el mobiliario, los árboles, la grama, testigos de múltiples vidas e historias

Cuando el Valle Arriba Golf Club arribó a sus primeros 50 años se elaboró un libro en el que se intentó recopilar esos años que pronto se desvanecerían en la memoria de los primeros accionistas. Resultó un mosaico de anécdotas y comentarios enriquecedores, alejados de la rigurosidad de la investigación, pero pleno de emociones y afectos difíciles de plasmar en pocas líneas.

Nos aventuramos a buscar en sus páginas respuestas a nuestras preguntas habituales de la sección Así soy yo, en una acción imaginaria de personificación del club, un recurso literario que parece simple, pero que nos reveló muchas más interrogantes y otra manera de ver la historia del VAGC.

El club es una suma de muchas vidas, muchas posibilidades, muchas repuestas, porque es el reflejo de una Venezuela multicultural, democrática, solidaria, con sus virtudes, pero también con algunos defectos.

En el prólogo del “Valle Arriba Golf Club 1942-1992”, el entonces presidente de la Junta Directiva, Omar Díaz, destaca palabras cuya vigencia, 30 años después, poseen la misma fuerza, emoción y confianza: “Caminante no hay camino... Alguien, con sapiencia y años, solía decir que cuando los hombres o las instituciones no tenían historia, había que inventarla. Era una manera de hacer énfasis en lo necesario de conocer los hechos y las situaciones que nos han moldeado en el tiempo y que nos hacen ser lo que somos. Es el cincel que da los perfiles, que graba el mañana. Nos pone de manifiesto los errores cometidos, lo cual nos da la oportunidad de corregir la conducta presente y futura y nos dice de los aciertos para continuar haciendo bien o mejor”.

Hagamos pues, el ejercicio de –cual juego de roles– darle personalidad a nuestro club y conozcamos más de su historia, a través de nuestras habituales preguntas, descubiertas en un libro recopilado hace 30 años.

¿Cómo se define? –En mi Acta de Constitución está muy clara mi identidad. Aproximadamente, 43 hectáreas de terreno se traspasaron de las manos del señor Enrique Eraso, propietario de los mismos, al Señor Manuel Matienzo, Presidente del Club. El registro de ese convenio se hizo en la Oficina Subalterna del Segundo Circuito de Registro del Departamento Libertador del Distrito Federal el día 21 de abril de 1942.

Desde entonces, y por fortuna, mis valores, entre los que destacan la seguridad, solidaridad, honestidad, compromiso, respeto y responsabilidad, se han mantenido en mi espíritu, para ofrecer a mis socios un espacio exclusivo y seguro, donde puedan crecer, desarrollarse y afianzar las prácticas deportivas, en especial, el golf. Soy uno de los clubes más distinguido y renombrado de la ciudad capital.

¿Qué le apasiona de su función y por qué? –Soy un entusiasta de todo lo que tiene relación con mi mundo. Pero sin duda, en el campo de golf está una de mis mejores virtudes. He visto jugadores extraordinarios como mi querido Ramón Muñoz, crecer, desarrollarse y dejar un legado invaluable y único. Así como mantengo en mi memoria una de las personalidades más influyentes que pisaron mis terrenos: Harold Simpson.

Hay que recordar que para el diseño del campo se contrató al Ingeniero John van Kleek, quien se encargó de entregar un trabajo estupendo a mediados de 1945. En esa misma temporada, llegó Harold Simpson, uno de los más influyentes colaboradores para impulsar el desarrollo del club y pilar fundamental en la docencia del deporte, actividad que desempeñó por más de 25 años.

Harold Simpson era un reconocido jugador profesional de golf, oriundo de Yorkshire, Inglaterra, que llegó, primero al estado Zulia y luego a Caracas, seducido por el clima y la promesa de estimular un deporte que él adoraba y que en nuestro país comenzaba a abrirse paso, gracias a la influencia de la industria petrolera.

Cuando vio el potencial de mis terrenos no tuvo que pensarlo mucho, y se trasladó desde el Maracaibo Country Club donde laboró como instructor durante 14 años, hacia la nueva cancha que se construía en el este de la capital. Según el testimonio de Franklin E. Whaite, con motivo de mi 50 Aniversario: “Le dio clases a incontables jugadores. Padres, hijos y nietos han recibido sus enseñanzas. Ha dado lecciones a hombres y mujeres, de todas las edades. Les ha insuflado su entusiasmo por el golf. Los ha hecho respetar las reglas, por encima de todas las cosas. ‘El que no aprende las reglas, ni las respeta, no puede ser nunca un buen jugador’, dice el profesor, mientras se ajusta sus bifocales y adopta un aire de insobornable moralista. Por algo es Fiscal de Reglas de la Federación Venezolana de Golf”.

Nació en 1885 y falleció en 1970, completamente entregado a su gran pasión, como miembro honorario del VAGC.

¿Cuál es el lugar preferido para descansar? –Todos mis espacios son perfectos para disfrutar de momentos de sano esparcimiento. Yo no tengo un lugar favorito, pero sin duda, mis socios sí. El recuerdo de Morella Parisca es un buen ejemplo de esos lugares tan apreciados: “Nosotros ingresamos al Valle Arriba en la época en que Las Mercedes, donde vivíamos, era una serie de calles con unas pocas casas y monte.... ¡mucho monte! Pero realmente había mucha tranquilidad. Alguien nos dijo que se estaba construyendo un club muy cerca, yo ni siquiera sabía qué era eso. ¡Un club!, ¡qué cosa más rara! Al poco tiempo, mi papá nos dijo que la piscina estaba lista... creo que al día siguiente alguien me metió en ella, yo ni siquiera tocaba fondo, tenía que agarrarme como una garrapata a las escaleras. Pronto llegaron personas tan queridas como el viejo Marcelino, que tanto nos cuidó cuando estábamos pequeños, también vino Pablo y el Sr. Tenaille, que nos regañaba a cada rato, en su media lengua. Comenzaron las clases de natación con el Prof. Zanotti, y consecuentemente las competencias, de las que tengo gratísimos

Una de las anécdotas más conocidas del VAGC es aquella que narra cuando el maestro Manuel Cabré fue invitado a pintar la vista desde la Casa Club. Ante la vista, decidió firmar sobre el vidrio del ventanal, haciendo alusión al cuadro natural que desde allí se aprecia. La firma del pintor del Ávila permanece tallada en la ventana del Bar hacia la vista Norte

John Boulton

recuerdos. La familia Parisca siempre se llevaba varios premios (¡somos tantos!), mi mamá era la secretaria del comité y controlaba los récords de natación. A consecuencia de esto, mi papá se interesó en la dirección de este deporte, llegando posteriormente a la Federación y luego al Instituto Nacional de Deportes. Todo prácticamente se originó en la piscina del Valle Arriba”.

¿Cuál es su hora favorita del día? –De nuevo, mis preferencias son las de muchas vidas. En mis espacios, todas las horas son especiales. Estoy en una ciudad privilegiada por muchas razones, pero este comentario de Michael J. Lazio, que también se lee en el libro que celebra mi cincuentenario, es muy representativo de lo que piensan muchos de mis socios: “Cuando llegué a Venezuela, recuerdo una cena impresionante en el Valle Arriba Golf Club. La vista de noche a través del balcón del Club nos impresionó muchísimo. Como golfista, me invitaron a jugar en el campo y durante el recorrido de los 18 hoyos no sé qué me impresionó más, si la cancha o la vista del cerro El Ávila, siempre majestuoso, frente a nosotros. Creo que hice un buen score. Posteriormente, el entonces Gerente del Club, el muy amable Don Bemard Tenaille me facilitó un camet especial como invitado, hasta que me hice socio en el año 1961 (creo que la acción costaba Bs. 16.000,00). Desde entonces, toda nuestra familia, compuesta de seis hijos, hemos disfrutado de las instalaciones del Club y todavía lo visitan cuando se encuentran en Venezuela y especialmente en Caracas. Un grato recuerdo de nuestras caminatas en los prados de las canchas, es el haber compartido la hermosa vista acompañado del famoso pintor del cerro El Ávila, Manuel Cabré, con su caballete situado en lo que es hoy el tee del Hoyo 7”.

Presidente Medina Angarita

Una vez, Mr.Harold Simpson le paró el trote al presidente Isaías Medina. El General Medina paseaba por Valle Arriba, y el viejo Simpson le adivinó las intenciones de entrar a caballo al club, ¡atravesando el campo y dañando la grama! “¡Alto, Presidente! –le gritó el profesor Simpson– Las reglas prohíben pasear a caballo por el campo, y usted lo sabe muy bien. ¡Usted es un jugador de golf!”

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