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NOTA Aquí se recogen, en su mayoría, relatos que aparecieron en el blog La Polifonía de la Nada. Se han editado, corregido, ampliado o reducido para la presente edición. También se recoge el relato titulado Carlos Astier que apareció publicado en la revista de literatura de la Universidad del Valle Lexikalia (gracias a ellos). Pueden pasar por estas páginas para leer, ojear, también pueden detenerse aquí y no avanzar, están en su derecho. La recopilación obedece a un capricho del autor que de paso los abraza.
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#NWSPLN
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Contenido Sábado en la tarde…………………………………………….. 6 Kjdhgudatvnodgetsdgn…….……………………………….. 10 Mi vida…………………………………..………………………… 15 Fanfiction……………………………….……………………….. 24 De pie frente a la pantalla………………………………….. 29 Ella………………………………………………….………………. 32 Hacia el sur… nada sucede………………………….……… 35 Ahora mismo………………………..…………………….……. 39 Un espacio vacío……………………………………..……..…. 45 Segunda persona del singular……………………..……… 49 Ornamento………………………………………………………. 53 Carlos Astier…………………………………………………….. 61
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Pensaba en el suicidio, no tanto como para llegar a matarse, pero si un mĂĄgico viento lo hubiera elevado y se lo hubiera llevado a un cielo de la luna Europa, no habrĂa opuesto resistencia. Noah Cicero
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Sábado en la tarde
-casi todo el tiempo estoy pensando en escribir, escribir ficción… ya sabes, literatura. -¿y escribes? -la verdad, no... o no muy bien. Pienso en escribir. Todo el tiempo. Pero nunca me siento realmente a escribir, no de la forma en que lo haría un verdadero escritor. -¿y por qué no lo haces? -no lo sé... No puedo. Todo el día pienso en escribir una historia, contarla de cierta forma.... Me digo, copiaré aquí a Bukowski, aquí sería divertido contarlo como Johnson... Veo a las personas en el centro comercial. Las veo cruzar y detenerse frente a las vitrinas y señalar con sus dedos algo dentro de ellas; los niños parece aburrirles esto profundamente y lloran si no van con un globo o un helado; los grupos de adolescentes se reúnen a beber y son echados por el personal de seguridad que viene con expresión de hombre de mediana edad que debe pagar las cuentas y tiene este trabajo horrible que se Idiot
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hace peor con estos niños de mierda que vienen a beber, y no podrían golpearlos para liberar la tensión que llevan dentro porque incurrirían en una falta, perderían su puesto, por eso viene con esa cara de “por favor no hagan mi vida peor”; soportan las burlas, a veces también sonríen porque sabe que hay verdad en ellas. La realidad es cómica y ante ella es mejor reír que lamentarse. Quisiera escribir la burla que es todo, y cuando llego a casa me planto frente a la pantalla del ordenador... -y no te sale nada. -...no, al contrario... Escribo y escribo, pero de forma desorganizada, poniendo detalles lo más visible posible, al punto que dejan de ser detalles para transformarse en grande objetos que consumen la narración. A veces resultan cosas divertidas, pero son una porquería horrible que cualquiera se arrepentiría de leer, de la misma forma que me arrepiento de escribir una vez me levanto a las doce o una de la mañana. Me arrepiento por haber perdido tanto tiempo en ello. -creo que entiendo, pero podrías crear uno de estos blogs y subir tus cosas. Quizá a alguien le gusten y con el tiempo puedas tener un libro o lo que sea. -lo tengo... un blog. Todo lo que hago es escribir poemas sobre mi experiencia al masturbarme. Idiot
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-¿te parece que escribir sobre la masturbación es cool? -no lo sé... Pero vamos, todo el tiempo pienso en literatura, en escribir esto o aquello y no encuentro otro escape de la literatura que la masturbación. Y ni siquiera esto lo descubrí yo mismo, lo leí en un libro. Reflexioné y creo que tiene sentido... -¿te parece que eso tenga sentido? -¿que la masturbación sea un escape de la literatura? -sí. -creo que lo tiene. -pero si lo piensas, lo que no es muy consecuente es que escribas sobre un acto que pretende alejarte del mismo acto de la escritura, es decir, ¿no ves que no funciona? -........... -no digo que esté mal, sólo es... Un poco absurdo. -quizá tengas razón y esas cosas. No lo sé... La vida es aburrida, quizá sólo quiero encontrarle sentido. -tal vez. Idiot
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-todo es una maldita burla‌
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Kjdhgudatvnodgetsdgn
Estoy sintiéndome como un pedazo de mierda mientras espero el cambio del semáforo. Claro, esto que digo no me pertenece, pertenece a un relato de sam pink, pero, ¿importa?, digo, ¿no me siento yo mismo como un pedazo de mierda mientras espero el cambio del semáforo? Hay tantas cosas que debo decirme, tantas. Me odio completamente, no lo entenderían. Esto es una confesión, es patética y terrible. He tomado tan solo un par. No preguntes. Sucede que llevo un par de semanas durmiendo solamente cuatro o cinco horas, estoy acabado. La última vez que fui a orinar, lo hice con sangre, lo que faltaba. Hay más, lo sé, pero cómo lo explico. El semáforo cambia, cruzo rápido. No tengo prisa, ni nada por el estilo, simplemente me gusta caminar rápido. Me siento idiota caminando lento porque me veo como una de estas personas que camina lento y que estorba a todo el mundo, ellas ni se dan por enteradas. Malditos viejos, casi siempre son viejos que ni pueden andar. Es molesto. Camino deprisa y entro a la biblioteca porque quiero hallar un par de libros para leer en los próximos meses. Idiot
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Pero, ¡qué idiota!, lo que necesitas es un empleo, un maldito empleo. Busco libros... ¿Por qué buscas libros niñato infeliz, ah? Cuando escribo debería lograr destruir el discurso, que se destruya así mismo. Odio las personas que hablan demasiado, esas personas no son de fiar, son terribles y casi siempre andan repitiendo lo mismo. Odio a ese tipo de personas. Por eso quisiera que estas palabras se anularan así mismas. Claro, este deseo tampoco es mío, es de dês forest, pero, ¿importa? Si es lo que siento ahora y lo que quiero decir, ¿no todo es un maldito plagio? ¿No plagió shakespeare? ¡Vamos!, hasta el más grande. Realmente lo que me molesta es sentirme solo e inútil, ¿por qué tan solo y tan inútil? Debes hacer algo con tu vida. Dios. Algo, si lo supiera. Hace tres días vino a visitarme marcela. No nos veíamos desde que nos graduamos del colegio, hace diez años, ¡por dios, diez! No sé qué pensaría aquella mujer, se le ocurrió que pasar a saludarme sería algo lindo. Decepción total. Llevo una vida terrible. Ya no consume drogas, lo cual es tonto porque en el colegio lo hacíamos todo el tiempo. Dijo que no he cambiado, le dije que en efecto no lo he hecho. Nos despedimos como si no nos conociéramos de antes. Todo fue tan parco. Idiot
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Lo que quiero decir, más bien, lo que quiero decirme, es que debo dejar esto, debo enfocar mi tiempo en otras cosas. ¡Maldita sea!, el libro que busco no está. He intentado no sentirme como una mierda, y allí estoy sentado tomándome un café, solo, mientras pienso que la vida puede ser mejor en algún momento en el futuro, algún día tendré mi revancha, pienso. Revancha no significa nada distinto a ir de fiesta. Mientras voy en el autobús de regreso a casa pienso en esto, hago de cuenta que me he ganado la lotería, compro una finca con piscina a las afueras de la ciudad, no, la alquilo, no, la compro, e invito a mis amigos, a todos, que son un puñado pero que están lo bastante lejos como para no venir si no les costeo el viaje. Así que invito a mis amigos, la lista es reducida, la amplío, eventualmente pienso que talvez algunas personas pudieran simplemente pagar la mitad del coste, yo pagaría la otra mitad. También pienso en mujeres voluptuosas. El otro libro está en la siguiente dirección, c360.s... los anaqueles de la biblioteca están a medio llenar, no todos, pero sí algunos. Hay muy buenos lectores en estos lugares, me gustaría conocerlos. Pienso que todos mis amigos son unos idiotas, también pienso que el idiota soy yo, también pienso que todos somos idiotas y soy más idiota que todos, también pienso que soy el único que se preocupa de Idiot
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forma idiota por quienes son unos idiotas. Medito esto mientras hago fila para que registren el libro a mi nombre. Debo 1.400 pesos a la biblioteca, esto impide que recurra a la maquinita de autopréstamos y evite esta situación. Supongo que las otras personas en la fila también son deudoras. ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Por qué piensas tanto en la muerte?... Me siento como un pedazo de mierda mientras espero la ruta de autobús que me devuelve a casa. ¿Qué harás con tu vida? ¿Qué hace uno con lo que odia? Mientras bebo el café leo las contraportadas de los libros que saqué. Una profesora muy amable me ha recomendado algunos para que adelante estudios en políticas públicas y educación. Dice que es cierto lo que pienso, está totalmente descompensado el programa académico, el cual, para ser una licenciatura, en verdad es muy ingenuo y pobre. Es triste. Ayer alguien me preguntó que pensaba de la carrera que estudiaba. Esta persona quiere inscribirse. Este alguien ya tiene un título en administración y un doctorado en administración pública. ¿Qué ganas de venir a perder el tiempo con un montón de niños que no saben nada de literatura? Los que saben, no están aquí o están estudiando otra cosa. Lee, lee todo lo que puedas y verás, si de verdad te gusta la única preocupación debe ser leer, dije, parecía estarme hablando a mí mismo. Dijo que se leía 17 libros al año, sagrado. Para Idiot
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mis adentros reí. Tal vez por cosas así es que no tengo amigos. Por lo regular cuando me siento como un pedazo de mierda me acuesto en el suelo y me quedo viendo hacía el cielo. No lo hago inmediatamente, al sentirme así. Las nubes no me entretienen ni el cielo azul, tampoco lo extraño que debo verme tendido viendo cruzar esas estúpidas invenciones de dios (si fue así). Hallar la pregunta correcta es bastante difícil. Sólo así puedo dejar de sentirme como un pedazo de mierda, no porque no lo sea, sino porque las moscas dejan de volar sobre mi cabeza: ¿por qué no escribes esto?... Esta pregunta tampoco es mía, pero, ¿importa?
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Mi Vida
Hoy es el primer día de clase de escritura creativa y J. L. anda de un lugar a otro cargando una pila de hojas sobre sus manos. Apenas le dejan ver por donde camina. Las hojas, impresas en su Epson de gasto económico, contienen las historias que él escribió la noche anterior. Cierta encorvadura le identifica al caminar. Usa una camisa a cuadros y unos lentes de marco amplio. Balbucea, y cuando habla cerca de alguien pequeñas gotas de saliva salen de su boca directo hacia el rostro y (lo que es peor) boca de los demás. En el salón de clases el profesor habla de la incidencia de Bartleby en sus compañeros, las interpretaciones difieren –dice el profesor- porque la estructura de un cuento está hecha para que imaginemos más de lo que nos dice; no decir mucho es la estrategia, menos es más. J. L. con sus gafas grandes y su camisa a cuadros levanta la mano, dice: estoy de acuerdo con usted profesor, y continúa con una serie de aseveraciones sobre sus textos (los que reposan sobre el escritorio, de los que promete dar Idiot
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una copia a todos), es importante compartir y apoyarnos, así como Pound apoyó a Williams. Hubo un leve aire de inspiración en el salón de clases. El profesor sonríe y piensa que podrá trabajar perfectamente bajo los lineamientos que ha creado para desarrollar el aprendizaje correcto de las técnicas narrativas, nunca lo ha podido explorar antes. El profesor es nuevo, viene de la Universidad de los Andes como parte de un intercambio académico. La clase termina con un gran discurso sobre la creación de otros mundos posibles por parte del académico quien se muestra entusiasta. Mientras escucha J. L. se acomoda los lentes con la mano derecha y mueve sus ojos como tratando de aclarar la vista. Sonríe. A la salida reparte sus relatos. J. L. tuitea que su primer día fue increíble y se la ha pasado bien. En casa hace lo habitual, escribe en grupos de Facebook, comenta publicaciones, sube fotografías, escarba viejos chistes en páginas que en secreto sigue y copiándolos los publica. Para él es importante sentirse parte de algo. Está en contra del maltrato animal. Es vegano. Está al día con los TT de twitter. Escribe mucho, pero no lee ni una página que no ve recomendada o mencionada por su curso de literatura. Cualquier cosa fuera de esa bibliografía es una pérdida de tiempo. Idiot
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La tercer semana de clases, mientras todos bostezan, lee una historia titulada “La increíble historia del correo viral que hizo posible que el expresidente Uribe olvidara su Twitter” No se podía negar que era ingeniosa, aunque carecía de coherencia. Comenzaba con un par de descripciones sobre la forma de follar de Esperanza Gómez, haciendo énfasis en su mal inglés, y lo poco que esto importa, a nivel comunicativo, a su interlocutor. El Maestro se sonrojó en clase, hubo risas cuando trató de detener la narración de J. L., quien continuó por petición de la clase. El correo viral, que suponía el giro de la historia, era básicamente un mito urbano trillado sobre un ladrón de órganos y su práctica de dejar mensajes en los espejos luego de abandonar en una tina con hielo a su víctima. Casi, si no totalmente, un plagio. Esta historia torturaba al señor expresidente quien “sufría de fuertes jaquecas y dolores que ni las milagrosas gotas de valeriana podían curar; El crudo riñón fuera del hombre le recordaba el país que él había salvado” por ello decide abandonar Twitter (esto no quedaba muy claro) y refugiarse en la hacienda El Ubérrimo lejos de los trinos, aunque “mando eliminar cualquier tipo de ave que pudiera venir a cantar en su ventana”. Allí acababa la historia. El profesor, muy animado al principio de semestre, empezó a llegar tarde a clase, también a marcharse temprano; se le veía nostálgico por los Idiot
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pasillos del claustro. Aburrido. El tiempo sobrante lo aprovechaba J. L. para hablar de sus textos y de cómo y dónde podían hallarlos en internet, esa gran masa sin forma de la nueva literatura. Luego de clases caminaba encorvado, balbuceando las líneas que había escrito, repasándolas una y otra vez porque era lo que hubiera hecho Flaubert. Se le veía en la cafetería del Departamento de Literatura tratando de cazar nuevos adeptos con una regularidad estricta, era fácil prever en dónde y a qué hora estaría en la universidad o en la ciudad; también frecuentaba bibliotecas, y siempre empujaba las puertas cuando intentaban cerrárselas en los recitales de poesía. Uno tiene que hacerse notar, nadie lo hará por ti. Había adquirido adicción al porno, no solía ocultarla. Desarrolló cierta erudición; películas, actrices, modelos, scorts, sex tapes, era una máquina de sabiduría pornografía. No era un pervertido. No tenía mucho sexo. Perdió la virginidad con una scort a los 18 años. Al principio sólo las llamaba para hablar, un vició que adquirió luego de dejar de visitar al psiquiatra, una necesidad, en realidad para él cumplían la misma función. Pero las mujeres se hallaban llenas de aburrimiento al poco tiempo de llegar a su casa y verse expuestas al discurso de J. L., por no decir sus babas, que llenaban la habitación. Un día enviaron una gorda llamada Devora, estaba Idiot
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ebria y no dejo articular ni media palabra a J. L. que empezaba a hablar sobre una nueva historia que estaba escribiendo y sobre sus problemas para hacerse entender. Ella lo sacudió como un costal de papas. No duró mucho todo, desde eso dejó de llamar a las scorts y empezó a conseguir chicas por video chat. Conoció a Dayanna en el video chat, Dayanna es un nombre falso igual que lo era Devora y Vanessa y Andrea y Celeste. Todos nombres falsos, él usaba el suyo verdadero pero decía que era falso. Vivía solo, sus padres procuraban que su hijo viviera bien y mandaban dinero. Y él tenía un pequeño trabajo como generador de contenidos para una página web, eso compensaba sus gastos extracurriculares. Para la cuarta y quinta semana presentó dos cuentos a la clase: “La hora en que me despierto cada mañana es la misma y no importa si te importa” y “otra historia increíble: El tuit que le dio la vuelta mundo en ochenta clics”. El primer relato sonaba surrealista, algo de ciencia ficción y ciberpunk, pero advertía a la mitad que se trataba de un sueño, haciendo el resto de la narración algo tedioso y predecible. El segundo era una absurda descripción un tuit; cuando fue escrito; las horas en que fue retuiteado; por quiénes; las reacciones que generó. Era como la descripción de ochenta diapositivas con pantallazos de su cuenta de twitter, el reía mucho en Idiot
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medio del relato, dos veces paró la narración porque no podía de la risa. Todo el mundo sentía ganas de golpearlo. El curso no bajó en asistencia debido a que el catedrático contaba de muy buenas credenciales, todos querían estar allí, la inscripción de J. L. fue accidental, su padre quería que estudiara algo, lo que fuera pero que estudiara en la universidad. Aunque fuera un curso, para que probara. Él no sabía qué hacer y pensó en Escritura Creativa. Sus padres lo lamentaron. No era bueno teniendo relaciones con las demás personas. Era solitario, aunque su vida a través de internet diría otra cosa, era relativamente popular. ¿Puede existir una disociación personal en cuanto a la vida a través del internet y la vida “real”? La sexta semana de clase la oportunidad de leer le fue dada a otro. Él hizo un gesto de desagrado, había trabajado en un nuevo texto sobre la crisis existencial de un gato, era su obra maestra, decía, he alcanzado el epitome en mi escritura. Sus compañeros agradecieron aquello, el profesor ese día se fue temprano dejando el chico a media historia. El texto que leyó aquel titulaba “El asesinato fue transmitido por web cam” No prestó atención. Idiot
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Volvió a casa decaído por no poder leer su cuento. Prendió su computadora, entró a la página de video chat que frecuentaba; Cam4. Como era costumbre allí estaba Dayanna, Dayanna era un nombre falso, como todos, pero era lo más real que tenía. Estaba aturdido, no comprendía como le daban oportunidad a alguien que no entiende nada sobre ser un escritor, de esto hablaría con ella. Dayanna lo saludó amablemente, fingir es difícil, en eso consistía el trabajo de Dayanna, fingir amor, placer, amistad, lo que necesitara su cliente, pagaba 25 dólares la hora, había que darle lo mejor de lo mejor, y por lo menos una hora a la semana J. L. la visitaba. Aquella videoconferencia patética, de un chico que en vez de psiquiatra paga a mujeres en el video chat para que le escuchen, era igual que las anteriores, llena de tedio. Cualquier profesión presenta los mismos momentos aburridos y rutinarios. Dayanna se esforzaba por mostrarse interesada, el chico no más hablaba y hablaba de esto y aquello, ¿Qué crees?, le preguntaba a la mujer tras el monitor, no sé -respondía ella-, ¿no prefieres que me quite las bragas?, él hacia un gesto de gracia, de amigo cómplice. Suponía aquello como una broma, seguía hablando. A mitad del discurso, que practicó todo el camino de regreso a casa, dos hombres irrumpen en la habitación de la mujer. La habitación consistía en un cuarto en apariencia pequeño con una cama de sabanas rosas y posters en las paredes de Hello Kitty, Idiot
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había una pequeña mesa de noche junto a la cama que contenía un reloj en forma de oso, un oso polar sin mucha gracia, una lámpara, un par de vibradores de distintos tamaños -articulo esencial para la jornada laboral-, y un teléfono celular. La posición de la cámara daba una visión del cuarto amplia, todo se veía un poco desde arriba, la cámara estaba sobre el monitor, infirió. Los hombres ingresaron golpeando a Dayanna, insultándola, llevaban capuchas de color negro, chaqueta y guantes del mismo color. La golpearon con sus puños, ella no hacía nada para defenderse. La cámara seguía transmitiendo aquellos golpes secos, los insultos y los quejidos, parecidos a los del sexo, que profería la mujer. J. L. se sintió excitado. No entendía nada, aunque fuera obvio que estaban acabando a Dayanna allí sobre la cama, en la que sus fluidos corporales dejaban grandes manchas y charcos –que Dios sabrá dónde lavan- y que ahora la sangre cubre. Los golpes los recibe en la cara, en el vientre y en su costado. La sangre le cubre el rostro y ella empieza a tener una mirada perdida, como de muñeca inflable. Una sexy mujer llena de sangre por todos lados en una orgía de golpes. Ella no hace nada para defenderse. Los tipos no revelan sus rostros, pero a través de la pantalla el chico puede casi que verlos sonreír, disfrutan cada golpe con un sadismo que definió como animal luego al reflexionar sobre lo Idiot
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sucedido. Trata de mover el mouse, teclea un par de comandos, revisa su conexión a internet, es real, esto es real, mira a un lado y al otro. Comienza a masturbarse. Cuando el cuerpo ya no se mueve, los hombres le dan un disparo en la cabeza, la sangre que a chorros expulsa la cabeza se estrella contra la cámara, ¿es el fin? Él Sigue viendo, aún le quedan diez minutos del tiempo que ha comprado. Un hombre limpia la cámara, acerca su rostro como si quisiera ver a través de ella, un gran ojo color verde, un gran ojo de pez descifrando el cristal que lo separa de su observador, se aleja y señala con el dedo índice forrado en un guante de cuero (o lo que le pareció a él cuero), ¿una amenaza?, el chico apaga la computadora de un tirón desconectándola de la corriente. Se queda allí muy quieto el resto del día. Sus manos permanecen llenas de semen toda la tarde.
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Fanfiction
Espero a Pola Oloixaraca sentado en un café del centro de Bogotá. Mientras espero escribo poemas en mi celular, poemas que hablan sobre la masturbación y que de forma sutil oculto tras alegorías y referencias a shows de televisión de los 90. Shows de los 90’ que en realidad fueron de los 80’ que los canales de mi país transmitieron como novedad en los 90’. Estoy sentado junto al gran ventanal del café pasaje, viendo a la pequeña plaza a medio llenar del centro. La mesera se ha acercado ya en dos oportunidades a preguntar si ordenaré algo; las dos veces he respondido que espero a alguien. Una tercera camarera aparece mientras le estoy dando guardar a la nota que acabo de escribir. “¿Vas a tomar algo?”, pregunta. “Espero a alguien, gracias”, respondo. “Lo siento, pero si no ordena algo deberé pedirle que se retire”, dice. La expresión de mi rostro debe haberle hecho gracia porque sonrió... luego tuerce la boca y cuando Idiot
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se dispone a repetir lo que me ha dicho la interrumpo y le pido una taza de café, gracias, no pediré nada más. Anota en una libreta que saca del bolsillo delantero de su delantal con una pluma color azul. El sol entra por el gran ventanal y crea pequeños destellos de la tapa plateada del recipiente de azúcar que ha estado en la mesa desde que llegué y que ahora otra camarera viene a cambiar. ¿Por qué no llegará Pola?... Hemos quedado de vernos aquí porque ha venido a la ciudad a cubrir un par de compromisos con su editorial. Publica una nueva novela, la segunda... Soy como una especie de fan que conoció en facebook y con el que se llevó muy bien. Hablamos mucho. Creo que es la única que ha disfrutado mis poemas. Para que estuviera hoy conmigo había invitado a Camila... Camila lleva el pelo corto y no es muy atractiva pero es inteligente y a veces dice cosas ingeniosas que me hacen destornillar de la risa. Una vez nos masturbamos juntos... O mejor dicho. Yo la tocaba a ella, con mis dedos, estábamos ebrios, creo. Hablamos luego sobre tener sexo alguna vez. Alguna vez que nunca llegó. Cuando nos vemos hablamos de cosas sin sentido o cada uno toma el rol que la conversación hace surgir, un día puedo ser un político conservador y al otro un libertino misógino o ella una feminazi y yo un proyecto de gay con problemas existenciales porque se sabe gay aunque Idiot
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no le gusta ningún hombre. Un tipo de gay asexual, a ella le divierte esto. Hay una protesta de maestros, el magisterio nacional pide un aumento de sueldo. Quizá Pola se quedó atascada en medio de la manifestación. La camarera trae el café. Le echo dos sobres de azúcar y comienzo a revolverlo. Lo revuelvo mucho y pienso que podría estar allí mismo viendo a los ojos de Pola y teniendo una conversación interesante sobre las teorías yoicas o alguna cosa de esas que me divierten tanto como no las entiendo. Hablaríamos de mis poemas, le contaría de mi relación con esta chica, y todo esto pasaría si no hubiera una protesta justo en este momento. Un par de hombres encapuchados cruza frente a al ventanal. Un griterío se comienza a escuchar. Gritos de protesta contra el fascismo, las políticas neoliberales y de privatización de la educación. Hacen rimas, coplas, que conjugan el nombre de los ministros de gobierno con animales como ratas sapos o con adjetivos como ignorante, ladrón y mentiroso. El presidente de la república también es versado en una especie de haiku que afirma que el pueblo fastidiado lo acabará. Todo esto lo escucho y opaca las canciones dentro del café que no son más que una recopilación pobre de temas smooth jazz.
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Me avergonzaría que Pola viera todo esto, aunque fantaseo un momento con llevarla al frente, donde la acción más excitante trascurre, he asistido a suficientes marchas y protestas para saberlo, y que pueda ver a los policías antidisturbios provocando a los manifestantes. Es un juego tan sucio. Ella diría un apunte sociológico y traería a colación un par de referencias históricas sobre otras luchas sociales y luego reiríamos un poco porque un hombre medio perdido cae en entre los manifestantes y la policía. La tunda que recibiría el pobre. Aunque en realidad soy demasiado cobarde para tal aventura, quizá al llegar tomemos un taxi e iríamos a algún otro punto de la ciudad para beber una cerveza. Pola... Me levanto de la mesa y pido la cuenta. Afuera el sol es radiante, es extraño porque en esta ciudad las tardes grises son una especie de objeto inamovible. Pero qué más da. Vuelven a pasar junto a mí los dos encapuchados y algo me dice que no terminará bien. Dicho de otro modo, terminará en la forma que siempre termina. Un par de hombres pintan grafitis en la fachada de una sucursal de una entidad bancaria. ¿Pola, dónde estás? No me muevo muy lejos del café el cual han empezado a cerrar. Ella llegara, seguro. Lo pienso. No me fallaría. Le insistí tanto. No Idiot
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lo creo. Tengo su libro para que me lo autografíe. Le escribo un par de mensajes al whatsaap, se queda con un solo chulo. “Hola Pola, te espero”. “Pola, el centro se pone terrible”… “Pola quizá podamos ir a otro lugar”… “Pola, sigo aquí afuera”… “Pola, jajajaja… Alguien ha escrito “yanquis go home” de forma incorrecta”, anexo una fotografía, será algo de lo que reiremos como chiste interno, como si fuéramos buenos amigos. Si ya no lo somos, hablamos tanto por Facebook. Sabe que soy su fan. Si no llega la mato. ¡La mato!. Cuando Pola llegue nos reiremos del contratiempo, nos tomaremos una selfie y la subiremos a instagram. Todo andará bien de nuevo.
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De pie frente a la pantalla
Es el año 2000 y Andrés está frente al televisor con el rostro impávido. El mundo no se acabó al cruzar el umbral del 99 como se había hecho viral la noticia. Aunque entonces no se conocía como “noticia viral”, sino como una alarma generalizada, una pandemia de miedo similar a la que sucedió en 2012 y que Andrés siguió con burla a través de su cuenta de twitter. Sin embargo, en el 2000 dejaba el gameboy para acercarse a la sala. Una mujer tenía una bomba al cuello, un collar, ¿es esto verdad? Se recuesta en la habitación, sobre la cama, vista al techo, con la radio encendida y deja pasar el tiempo. Las horas son una carga, y aplastado por ellas Andrés no se mueve. Elude cualquier sensación. La nada lo abruma. ¿Un collar al cuello? Sí… Andrés se siente de manera extraña. Han pasado cerca de diez años, tiene 14 en aquel tiempo y no recuerda muy bien nada de esos años. Quizá el nombre de su programa favorito, el nombre de la chica del colegio que le gustaba, recuerda el rostro de la chica que beso en la biblioteca, pero no su nombre ni dónde la conoció, no tenía un perro, o eso cree recordar, Idiot
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tampoco un gato. El SuperNes está junto al televisor. Está solo. Su madre ha salido a trabajar. Su padre no está en casa, no lo ha estado nunca. Pasa de pie mucho tiempo viendo hacia la pantalla. Entiende que cuatro hombres, guerrilleros, plantan el collar en el cuello de una señora, no mayor de cuarenta, le parece, a quien ve junto a un barranco de tierra amarilla acompañada de un oficial de policía que no usa protección antibombas. Quiere hacerle sentir que no hay de qué preocuparse. La imagen está en las pantallas a nivel nacional. Otros dos momentos en la vida de Andrés han sido como este en el que se queda frente a la pantalla sintiendo algo que no sabe explicarse pero que le hace sentir vivo. El primero lo recuerda porque fue un día cercano al nacimiento de su hermano. Veía la televisión en la mañana, su madre había salido al hospital urgida por unos dolores, tenía ocho meses de embarazo, no había que correr riesgos. Estaba sentado sobre una alfombra roja. Primero un informativo de última hora en la televisión y luego una trasmisión en directo desde el lugar de los hechos. La expresión “lugar de los hechos” le hizo gracia. Un terremoto destruyó la ciudad de la que es origen su madre, eso lo consternó, recuerda, pensaba en sus tíos y la gente que había conocido en las vacaciones pasadas. El segundo sucedería en 2001 cuando sin explicación los soltaron temprano del Idiot
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colegio. Cuando llegó a casa y encendió la televisión vio en cada canal lo mismo. Una imagen de un avión estrellándose contra un edificio. Una y otra vez. En cada pantalla del mundo. En todos estos momentos hubo algo en común que, al final, lo hacía sentirse bien; compartía algo con alguien más. Estaba solo, pero al salir al siguiente día sabría que todos hablarían de aquello. Entonces él también podría decir algo. Entonces él no estaría solo con sus pensamientos. Entonces sabría qué decir y cómo sonar. Entonces no se sentiría extraño en los lugares que comúnmente se sentía extraño. Demasiado solo. Demasiado acostumbrado a dejar pasar todo. Menos esto. A los 16 toma una botella de vodka solo en su casa. Comienza a tener problemas con el alcohol. Su madre no se entera hasta un par de años después cuando encuentra bajo la cama de Andrés un bar clandestino. Bebía todas las noches antes de dormir. En 2003 abrió su primera cuenta en Hotmail, la misma que ha tenido hasta el día de hoy y la que revisa en este momento buscando la respuesta a una beca en la universidad. Mucho tiempo desperdiciado. No sucede nada, y eso le hace sentir triste. Pero en el 2000 nada de esto importa y se siente particularmente bien estando asustado frente a la pantalla. Idiot
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Ella
Se siente frustrada. Medita en el suicidio. Lo ha googleado un par de veces y se ha quedado riendo pensando en lo aliviada que se sentiría si muriera. De su cuarto sólo aprecia una impresora Epson de la que han salido casi todos los libros que tiene, libros descargados de forma ilegal de internet y que se guardan en cajas o se apilan sobre una mesa que cojea. La cama está desordenada y sucia. Su cuarto es poco agradable. Pasa muy poco tiempo allí por esta razón. Frente a la pantalla reproduce sin audio un video de dos chicas en pornhub. Suele acostarse tarde y levantarse temprano. Unas tres o cuatro horas a lo sumo duerme. No tiene seguro médico. Por esta razón no va a ninguna revisión para controlar su trastorno de sueño que se ve alterado por un consumo excesivo de cafeína. Toma una taza de café cada 40 minutos aproximadamente. Paga el alquiler con el dinero que consigue vendiendo drogas a universitarios que por lo general están inscritos en programas académicos de la facultad de humanidades. Siempre tratan de hacerse amigos de ella para conseguir descuentos o Idiot
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alguna pastilla gratis. Por no hablar de los intentos de ligar con ella. Así que se muestra esquiva, callada y seria. Ha llevado esta actitud a todos los planos de su vida. No confía en las otras personas. Trabaja mucho para pagar el alquiler. Aunque es relativamente sencillo lo que debe hacer. Lo que le exige su empleo es estar por algunas horas en sitios estratégicos del campus universitario o bares del centro. Aunque le molesta ocupar ese tiempo en una labor que tiene que ver con tratar a otras personas. Soportarlas, querría decir ella. Es lo único que es un fastidio, piensa. Suele reflexionar en lo afortunados que son los trabajadores en las fábricas japonesas que carecen totalmente de interacción con otros seres humanos. Se sueña como una especie de máquina humana. Hacer su trabajo. Ir y venir, sin complicaciones. Sin tener que pasar por esos molestos momentos en los que otra persona se acerca intentando comenzar una conversación que indudablemente terminará en la petición de un favor o en un intento de ligar desafortunado. Todos al final sólo quieren algo de ti. Piensa que quisiera ocupar ese tiempo en sentarse frente a la pantalla, o tomar uno de sus libros impresos en papel hecho de bambú y por lo tanto ecológico, y dejarse ir. Idiot
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Ve en el suicidio una especie de salvación, pero no lo ha intentado aún. Medita sobre este asunto. La conclusión a la que llega es esta: mi familia no tiene cómo pagar un sepelio, morir sería endeudarlos y ya están demasiado endeudados. Es un acto estúpido morir en este momento. Vivir es en sí misma una forma de economía que le parece triste. No morir es una forma de ocultarse más profunda, de preservar cierto equilibrio. Acepta este pensamiento como una verdad antes de quedarse dormida.
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Hacia el sur… nada sucede
Va tarde. Lleva los auriculares puestos. El autobús va atestado de gente. Escucha Atom heart mother de pink floyd. Nadie estaría en desacuerdo en calificar como una mierda el servicio de transporte; años atrás el mismo recorrido sólo demoraba 10 minutos. Hace esto todos los días. Una señora que carga un bolso muy grande lo pisa. Una expresión de malestar enseña su rostro, sin embargo, no gira para ver a la señora y decirle con la mirada cuánto le molesta. Tampoco reniega. No hace nada, acepta todo con estoicismo. Las notificaciones de Facebook suenan. Está apretado entre la señora del bolso grande y un viejo que hiede a cigarrillo. Un solo de guitarra suena en sus oídos. Mueve sus pies, pisa a alguien con su pie izquierdo. Se acomoda. Mira para disculparse. Es una chica, tiene buen aspecto. Se disculpa. Va agarrado del pasamano superior, aunque no del todo, la mano izquierda va a media altura, allí lleva el celular. Ve a la pantalla. Revisa las notificaciones. Ve la hora. Idiot
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Se han reproducido 7 minutos de atom heart... El bus gira en la esquina de la cuarta con quinta. Como a 200 metros hay una parada de autobús. Alguien oprime el timbre. Una persona cruza por atrás suyo empujándolo hacia adelante. Recuesta su cuerpo contra el de la chica, a la que no ha dejado de ver con disimulo. Pide de nuevo disculpas. Trata de decir que no ha sido su culpa. La canción se reproduce en su teléfono y viaja a través del cable de los auriculares hasta sus oídos. Suena el coro, le parece gregoriano. Piensa que ese momento de la canción es mágico. Mientras tiene este pensamiento, alguien lo golpea en la cabeza, sin querer. Ya casi, se dice. Cierra los ojos, escucha el solo de guitarra que de nuevo aparece. Se imagina por un momento tocándolo. Él es Gilmour. Soy Gilmour, piensa. Se deja llevar. Probablemente sea el minuto 12 o 13 de la canción. Vuelve a la realidad. El viaje en autobús a través del barrio donde ha vivido los últimos 15 años de su vida le genera algo que no sabe nombrar. Se queda viendo a través de la ventana. Tiene recuerdos de su infancia. Recuerda haber corrido por una y otra calle; haber visitado a Idiot
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una chica o dos por aquí; haber anotado en un partido de fútbol; haberse peleado en esta esquina; haber sido despedido por su madre una mañana; haber sido besado; haberse vuelto en aquel accidente; haber sido afortunado al sobrevivir; haber sido visitado en el hospital; haber sido confrontado con la realidad. Haber sido…. La chica pide un permiso, se levanta, baja cuando el bús se detiene. Se queda mirándole el culo. Se refugia en la canción, esta se convierte en el tiempo, el único. La persona que cruzó atrás suyo empujándolo hacia adelante ya descendió; La chica de aspecto hermoso, se bajó; el viejo con olor a cigarrillo que se sentó en el puesto de la chica ahora se levanta para bajarse; una adolescente con un morral de hello kitty se baja dos calles después; suena el timbre, el bus se detiene pero nadie desciende; la señora del gran bolso se apeó mientras él tenía cerrados los ojos e imaginaba que era Gilmour. Los sonidos se vuelven átonos, se orquestan trompetas, suena el caos. Idiot
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Lo disfruta. Está cerca de la parada. Va tarde. La canción suena con violines, o violonchelos, no lo sabe precisar. El sonido le parece nostálgico. El bus se ha desocupado. Esto da posibilidad de que pueda soltarse y acomodarse para revisar de nuevo las notificaciones que no paran. Abre la ventana de chat en su teléfono, lo primero que ve es un emoticón que llora. Scroll. “¿Ya llegaste?”, lee. “¿Dónde estás?” “¿Te esperamos?” La canción llega a los coros sublimes. Se anuncia la próxima parada. Acerca su dedo y toca la pantalla del celular; “alguien te ha mencionado en un comentario”. Toca con su dedo de nuevo. Acerca su mano y toca el timbre. En este momento acaba la canción.
Idiot
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Ahora mismo
Hoy he pensado en morir. No de una forma en específico. Sólo he pensado en mi cuerpo sin vida y en algo que sería como un gran descanso. Esto puede sonar estúpido, porque una vez muerto probablemente ya no sienta nada. Sin embargo, imaginaba algo como un gran descanso. Era consciente de este alivio, se parecía a fumar mucha marihuana o a salir victorioso de una exposición en quinto grado. Hay un programa de concurso en la televisión que se basa en el miedo, en el que todo es muy oscuro. Los participantes deben soportar cierta cantidad de tiempo con cierto tipo de insecto, o roedor, encima (a veces es comida o simples tiras de plástico). Ellos no saben qué es, deben adivinarlo. Durante el transcurso del programa pasan diferentes pruebas por el estilo. El ganador lo ponderan entre sus aciertos y el tiempo que tardan en lograrlos o eso creo recordar. Bueno, así me siento. Todo al alrededor se ve tan oscuro. Siento algo, se aproxima, y tengo miedo. A diferencia de algunos participantes permanezco quieto, simulando que no me importa. Idiot
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Me preocupa mostrarme como un cobarde, también me preocupa dar muestras de que esto me preocupa. Esto es vanidad en segundo grado según libro que leí. Creo que el problema de todo esto deviene de la soledad. Paso mucho tiempo solo. A excepción de los amigos con los que hablo en internet no hablo con nadie más. Pero esto no es estar solo, en el fondo, comparto y estoy con otras personas. Oímos música, compartimos fotografías. Podemos enlazarnos en videoconferencias y reír un rato. Chat Roulette suele ser muy divertido a veces. Me masturbé frente a una desconocida la última vez, ella reía. Ese es el tipo de sexo que tengo ahora. No estoy solo en realidad. Eso sólo sucede cuando me desconecto, pero nunca me desconecto. ¿Qué me enferma de la vida? Tengo una relación con una chica, ella se llama Jade, igual que la joya, aunque nunca he visto un jade, no físicamente, he visto las fotografías en internet que es lo mismo. Ella y yo tenemos una especie de relación virtual. Hablamos mucho. Ella envía fotos de su cuerpo desnudo y habla de sus fantasías. Han pasado días en que nos hemos masturbado uno frente al otro. Le gusta que tome Idiot
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fotografía con mi semen sobre su imagen en la pantalla. Una vez me preguntó si no me parecía esto enfermo. Respondí que no, en ningún modo. A veces, cuando no está conectada, paso largo tiempo pensando en ella. Si estuviera cerca tal vez tendríamos una relación real. Pero real no significa que lo que tenemos no lo sea, no. Sentir su cuerpo, la tibieza de su piel y no la de la laptop. Ser infiel en internet es bastante fácil, es la norma, creo. Igual que en la vida real, pero con real quiero decir la de allá afuera. Esta también es real. Si vieras el historial de mi navegador sabrías exactamente qué tipo de persona soy sin tener que preguntarme nada. Eso es todo lo que soy. Eso es lo real. En este momento digo por real lo que hace la gente en la calle. Eso que he dejado de hacer porque he entrado en esta oscuridad aburrida en la que algo camina por todo mi cuerpo. Sufro ansiedad. A diferencia del concurso de televisión aquí no hay ningún premio. Sólo estas así, mientras otros se divierten viéndote. La vida es una gran burla, es la risa enlatada de las comedias. Tal vez, si quiero suicidarme, y lo que soy es exactamente todo esto que hay aquí, en la red, entonces sólo debería desconectarme. Ese sería el camino. Dejar de existir dónde existo con más Idiot
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intensidad. Pero pensar esto no me genera la sensación de un gran alivio, sino de un gran terror. Odiaría dejar de existir en la red. Soy lo bastante sensato para googlear mi nombre y darme cuenta de que existo, de que no quiero dejar de estar aquí. Vivo en un algoritmo. Tal vez sólo deba saltar de él como de un gran edificio. Dejar de existir. Desconectarme. A lo mejor toda la ansiedad deviene de una vida banal dentro de internet. Si muriera para internet de todas formas podría seguir navegando, como un anónimo. Podría visitar pornhub del modo en que deben hacer los fantasmas, si existen, al visitar los cuartos de las mujeres mientras se cambian. Quizá especulo mucho sobre algo sin sentido. Nicole me ha dicho que soy la reina del drama. Quizá, no todo se me va tan mal. Sin embargo, el suicidio, según Camus, es la única reflexión necesaria y verdadera. Hay un sentimiento de levantarme y olvidar todo. Olvidarlo como si jamás hubiera estado presente nunca en ningún sitio. Irme a un pueblo del centro del país y trabajar en alguna finca recogiendo los frutos de la cosecha. Viajar por temporadas a distintas regiones, Idiot
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embriagarme en las cantinas y tener muchas mujeres. Sobre todo eso; amar sin que nada me restringa. Esto es un pensamiento banal. Y demuestra el miedo que tengo frente a la vida. Aparte de Jade hay tres mujeres más con las que llevo prácticas similares. Pero es Jade quien disfruta más el momento, o así lo parece. Ella es mi favorita. Hay dos escritores que quiero leer, uno se llama William H. Gass y el otro Robert Coover. No he podido comprar sus libros. Aquí otro asunto que me preocupa pero que aparento que no; el dinero. No lo tengo. Cada día de mi vida es encontrarme ante el limbo laboral. He hecho por lo menos veintitrés pruebas para tomar un empleo. No pruebas sobre el trabajo, sino exámenes de opción múltiple que rastrean el tipo personalidad o aptitud que tienes. Algo en ellos dice que no soy apto para ningún tipo de oficio. Mesero, vendedor de tienda de ropa, zapatos, repuestos, lencería, colchones, chucherías, artículos para el hogar, cajero en supermercado, cajero en McDonald’s. ¿Quién falla una prueba para trabajar en McDonald? Tal vez no sirva para nada. Me he sentado a escudriñar algunos libros. Quiero escribir algo, me lo he planteado, y si bien no Idiot
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será algo muy grande, debe ser perfecto. Quizá sea la última cosa que haga en vida. No tengo muchos libros. Los pocos que tengo no me gustan tanto como los que he descargado de internet. Tal vez sólo deba saltar. Ahora mismo.
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Un espacio vacío
Algo tiene que suceder y un día estalla como la cabeza del hombre que tomó el cuchillo y apuñaló a su mujer 35 veces en el abdomen. Crimen pasional llamaron al asesinato en los medios. Crimen pasional, ella lo provocó, decían: celos, engaños, insultos. Un cuchillo; sangre en la alfombra; silencio. La mujer saluda amablemente al tipo de la tienda. Al pagar, él le estrecha la mano, ¿hasta cuándo?, dice. Ella sonríe. Tienen una pequeña conversación en la que se queja de su marido; trabaja como oficinista, nadie tiene un mal concepto suyo, es el tipo de hombre puntual, servicial y amigable que toda empresa quiere; no muy divertido, pero diligente; completa 15 años en el mismo empleo. Ella recrimina que no le dé lo suficiente para vivir bien. Él no gana mucho, lo justo, que es poco, a decir verdad. Un espacio vacío, incapaz de ser llenado. Idiot
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La primera bofetada vino en febrero. Él no recuerda muy bien el porqué. Ella sí: Mintió sobre ir donde su hermana. El desquite, así lo llamó él, vino en mayo. Regreso temprano, halló a su hijo solo en casa. “Perra”, la llamó cuando la vio entrar por la puerta con una sonrisa. Comenzaron las discusiones. En junio el tipo de la tienda dejó encargado a su primo. La invitó a dar un paseo, un asunto de negocios, necesitas dinero, ¿no?... sus palabras sonaron comprensivas, la persuadieron. Su marido aceptó con recelo aquello. Necesitaban dinero. Los asuntos de negocios para ella comenzaron a hacerse frecuentes. Él debió viajar a Bogotá en julio, un asunto laboral. El vuelo se canceló por mal tiempo. Volvió a casa. Encontró a su hijo con una joven de quince años, su vecina, según explicó la chica. Él no la había visto en su vida. Su mujer regresó tarde, se sobresaltó al verlo. Discutieron. Él pregunta sobre el lugar dónde estaba metida. Ella contesta diciendo que si le está plantando trampas, ¿qué tipo de mujer piensas que soy? Se insultan por un par de horas. Él comenzó a llegar temprano, sin avisar, a casa. La chica de quince años estaba siempre allí, cuidando a su hijo. Es simpática, linda, viste faldas muy cortas. Tiene una risa que, en lo particular, le encanta. Comienza a Idiot
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ser gracioso y divertido, cuenta chistes para hacerla reír. Ella no vino en un par de noches en agosto. Junto a su cama la chica de quince años se planta y pregunta si así está bien. Perfecta, contesta él. La adolescente sonríe. En noviembre su hijo tiene un accidente en la escuela. Los directivos llaman al número de la madre. Ella no responde. Llaman al número del padre, como sugiere el protocolo. Su padre, lo recoge y lo lleva a casa. Ella está a medio vestir. ¿Con quién estabas?, pregunta él. Con nadie, responde ella, me acabo de levantar. ¿Y el trabajo?, pregunta él. Hoy no debo ir, contesta ella. La abofetea. Comienza a beber todas las noches. Deja de hablarle a su mujer. Su hijo comienza a dormir con la luz encendida. En la noche del dos de diciembre llegó muy borracho a casa, era la madrugada, ella estaba sentada viendo la televisión, esperándolo, había dejado el trabajo, se había dedicado a su hijo por completo en esas semanas. -Lo sé todo -dice él-, la vecina me lo ha contado. -Ya le vas a creer a una culicagada- dice ella. -Esa culicagada es más mujer que…-. Idiot
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Ella lo empuja, trata de golpearlo. Su hijo despierta, se cubre por completo con el cubrecama, de los pies a la cabeza. Él saca el cuchillo.
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Segunda persona del singular
Escribes en Facebook que irás a trabajar al día siguiente. Recibes comentarios a los que quieres responder de forma insultante, no lo haces. Te desconectas. Dejas en la radio sintonizada una emisora que es la que escucha tu novia. Duermes bien, pero no dejas de sentirte mal por tener que ir a trabajar. En la mañana llamas a Natalia pero no contesta o contesta pero está tan dormida que ni siquiera se da cuenta que habla contigo. No das importancia. Sales temprano, calculando el tiempo que demorarás yendo de un punto de la ciudad a otro, donde te espera un jefe y un trabajo mediocre. Necesitas dinero, Natalia, tu novia, insiste en salir a bailar cada fin de semana, con el que consigues en lo que llamas “trabajo nocturno” no alcanza. Tratas de olvidarlo de inmediato porque te das cuenta de que calculaste mal el tiempo. Montarse a un bus en la mañana es una lucha cuerpo a cuerpo para la que no vas preparado. Idiot
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El trabajo, al cual llegas tarde en el primer día, consiste en ir calle a calle y puerta a puerta vendiendo el nuevo plan de televisión satelital de Direct Tv. El barrio residencial al sur de la ciudad no se parece en nada a esa loma llena de casas a medio hacer, caminos serpenteantes y filas de escalones que llamas “hogar”. Todas las calles son planas. Fáciles de andar. Aun así te cansas porque es duro caminar calle tras calle bajo el ardiente sol. Allí está tu primo quien te ayudó a conseguir el empleo, junto con él se te es encomendado el recorrido. Antes de empezar pides permiso para hacer una llamada. Llamas a Natalia. Ella se encuentra desayunando mientras ve la telenovela de las once. La saludas con cariño. Ella responde igual. Tu primo dice que despiertes, que estás dormido. Repite las indicaciones. El asfalto caliente te fastidia y el sol te da de frente. Tu primo parece no sufrir de nada. Sudas, también piensas en Natalia. “Mi chica”, así piensas cuando piensas en Natalia. Buscas hablar con tu primo. Se ha mostrado distante, tal vez porque su madre le ha dicho algo de los problemas que tienes y no quiere que lo vean mucho contigo, ya sabes, para cuidarse. ¿Cómo va todo?, preguntas. “Bien”, responde él. “¿Crees que se pueda hacer dinero con este trabajo?”, preguntas. “Pagan lo justo”, responde él. Luego preguntas por Idiot
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los vecinos, que fueron antes también tus vecinos. Él, muy apesadumbrado, te cuenta que han estado matando la gente de por ahí. “No pueden ver a nadie en una esquina porque lo van es…”. Lamentas escuchar aquello, no puedes creerlo. Maldices, usas insultos para referirte a los encapuchados asesinos. Tu primo te da la razón, pero también dice, “eso, viejo, a veces es un mal necesario…”. Te enojas. Le das un golpe en el pecho. Te alejas. Continúas el recorrido. No quieres armar un problema. El barrio residencial muy bonito y todo pero nadie abre la puerta. ¿Qué vendes?, pregunta un hombre que oficia como vigilante de la calle. Hace un chiste sobre que no tienes cara de vendedor. Eso te enoja. Dices que estás trabajando, que mejor se meta el dedo por el culo y no moleste. El vigilante de la calle se queda mirándote, mudo, se aparta montado en su bicicleta. Desde ese momento no te quita el ojo de encima. Cuando ve que en la esquina le das un empujón a tu primo, que no sabe que es tu primo, no aguanta y llama a la policía. “Mal necesario”, repites. Llega una patrulla de la policía. Piden que te detengas. Te requisan. Piden tu cédula para identificarte. La sacas de mala gana. La pasas. Ellos hacen la respectiva llamada a la central. Idiot
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Estás ofuscado, ido, perdido; aflora el odio. Insultas, gritas. Ellos se ponen rudos. Te amenazan. No te callas y continuas insultándolos. Allí está el vigilante de la cuadra viéndote. En las puertas de las casas ves rostros con expresión de reproche. Te sientes furioso. “Estoy trabajando”, dices, “están violando mis derechos”, dices. Manoteas. Casi golpeas a un agente. Ellos aplican un protocolo poco ortodoxo. Te golpean, según el informe que llenaron después, te redujeron. Te meten en la patrulla, te acusan de atentar contra la integridad de un agente. Tu primo también está allí, puede ayudarte pero no lo hace. Te repites en la mente eso de “un mal necesario” y bajas la cabeza. Cierran la puerta de la patrulla y escuchas cómo el vigilante dice a la policía que hay que acabar con esa plaga de la ladera, vienen por aquí únicamente a robar. No prestas atención porque piensas en Natalia. Ves las hojas con los logos de Direct Tv tirados en la calle. Escupes. Saliva mezclada con sangre mancha el piso de la patrulla. Idiot
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Ornamento
-¿tomarías una droga que te hiciera tener orgasmos? -sí, ¿tú no? -quizá, pero digamos que esta droga sólo funciona en mujeres, algo en los hombres impide que surta efecto y... -¿por qué ladran los perros? -...por esa razón... no lo sé. Alguien andará por ahí, seguro. Alguna perra en celo. -………….. ………….. -creo que muchas mujeres tomarían esa droga... -¿por qué lo crees? -hay muchas mujeres mal cogidas por todas partes. -nunca he escuchado que te quejes. -nunca has estado en una conversación entre chicas. -entonces, ¿crees que tomarían la droga para suplir el desencanto sexual? -piensa en todas las amas de casa mal cogidas de esta ciudad. Piensa que de repente las madres dejan de regañar todo el tiempo y se les ve placidas, relajadas... Idiot
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-quizá poco a poco suplanten a su marido por la droga... -quizá, sí... -te parece si caminamos, los perros ladrando todo el tiempo, me molesta. Entro en pánico, es un poco noir esto, ¿no? Además lloverá y comienza a ponerse todo oscuro. -…………. -…………. -está bien. *** -¿en tu casa escuchan a Pastor López? -en navidad, no más, ¿por qué? -en casa lo pone mamá... a veces es bien pero... Suele comenzar por allí, luego poco a poco se vuelve carnavalesca, Joe Arroyo, y un montón de orquestas que nunca he podido aprender de memoria. -¿tu madre de dónde es? -de la costa... -ahh -...y cuando se junta con mis tíos se arma la guacherna... el frío de Bogotá no les aplaca la alegría. A veces me aburro... me encierro en mi cuarto, me pongo en youtube un álbum de Kraken y leo a Juan Álvarez. -¿y ese quién es? -un escritor, tiene una novela sobre el rock. Idiot
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-yo prefiero a Juan Cárdenas, me recuerda a Felisberto y amo a Felisberto. -¿y quién es Felisberto? -un escritor uruguayo, el tipo estaba loco, era músico de relativo éxito y se pasó a escritor de cuentos... -¿y le fue bien? -la verdad, sí. -entonces para que lo dices así como si hubiera sido una locura. -no lo sé... -……… -¿alguna vez has visto a las mujeres lavar ropa en los ríos? -¿es mi paranoia o hasta aquí se escuchan ladrar los perros? -creo que los escucho, sí... -cuando estaba pequeña recuerdo verlas lavar, cantar y sonreír con sus pantalones recogidos hasta las rodillas, vivía en un pueblo del Quindío, lo recuerdo. -…………….. -…………………. -si existiera aquella droga que provoca esta especie de orgasmos en las mujeres, ¿crees que el sexo desaparecería...? -bueno, no lo creo aunque lo convencional sería pensar que sí. -no entiendo. Idiot
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-mirá, si hay una droga que provoca orgasmos paulatinamente las mujeres dejaran el sexo como medio para alcanzarlo. Anulado el intermediario, se desbocarían en el consumo de pastillas o lo que sea. Sin embargo, piénsalo, ¿cuántas mujeres tienen la capacidad económica de sustentar una adicción como esa? Pocas. La prostitución crecería. El sexo se convertiría en el medio para conseguir el dinero con el cual pagar el placer. Las mujeres de bien se aparcarían en las esquinas tratando de conseguir clientes. -no hubiera pensado en eso... ¿entrarías en la prostitución, serías capaz? -las adicciones son vainas muy hijueputas, uno ve a gente haciendo locuras por todas partes para consumir un poco. -¿y si esa droga acabara o subiera de precio? -el apocalipsis. -espera, los perros me están taladrando el cerebro, vámonos a otro lugar. -está bien. *** -vi que expusieron tus fotografías en Lugar a Dudas. Te felicito. -bah... fue un favor de una amiga, quiere que le presente a mi profesor de escritura, creo que se lo quiere tirar. Idiot
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-vaya... -así son las cosas en el mundo del arte, una paga de favores unos a otros. La gente sincera no existe. -eso mismo escuché decir a una chica en la universidad. -¡pues vaya cabrona! -pero si es lo mismo que acabas de decir. -sí, pero soy yo y puedo decir eso, seguro es una aparecida trepadora. -no veo la diferencia. -¿qué quieres decir? -digo que si dos personas usan el mismo argumento en el mismo sentido y contexto no hay razón para pensar que uno es más valido que el otro. -eso es porque eres un ingenuo. -........ -dame su nombre la veo en facebook. -no importa. -cómo quieras. -¿crees que una droga así sería legal? -¿cómo cuál? -pues, de la que te he estado hablando. -lo más probable es que no, ni ahora ni en el futuro. -pero sería rentable. -de eso no hay duda. -curioso... -¿qué? Idiot
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-las nubes, tienen forma de coño, de una cuquita peladita... -eres un enfermo. -¿por qué? -yo no veo nada. -mirá, el cielo parece abrirse desde allí, como si naciera de ese coño y sus pliegues abrazan todo lo que en él está. -creo que se parece más a el número cuatro. -no, mirá... ves, el coño, los pliegues de los labios. Mirá cómo la luz parece nacer y morir adentro; una arquitectura perfecta. -es una mancha como de crema sobre el rostro de alguien. -no. -oye, se me parece a un mono ninja. -¿mono ninja? -sí... ¿si hay tortugas ninja por qué no pueden haber monos ninja? -no lo sé. -en un futuro seguro los habrá. -eso es como de ciencia ficción, un poco raro, ¿no? -No lo sé, pero serían útiles. -¿y para qué? -remplazarían a los perros guardianes, son más silenciosos y mortales. -¿por qué te molestan los perros? -de niña fui atacada por uno. Idiot
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-……………….... *** -¿te prestarías como conejillo de indias para una empresa farmacéutica? -si necesito dinero y es la única opción, sí. -entiendo. -yo también lo haría. -pero nuestra droga no funciona en hombres, ¿recuerdas?. -verdad. -que drogas has tomado en tu vida. -ninguna. -¿en serio? -es verdad. -cuando solía tomar drogas sufría una especie de paranoia, sentía que dejaba de ser yo. -¿y cómo sabias que dejabas de ser tú? -no lo sé, sabía que dejaba de ser yo y mis manos y rostro me eran extraños, todo a mi alrededor me parecía distinto... como si fuera la primera vez que lo viera. -¿y eras consciente de eso? -sí... tenía largos momentos de soledad en los que corría tratando de alcanzarme. Sabía que estaba en algún lugar. Temía perderme para siempre. -Cómo en un sueño. -Sí… -debe ser terrible. Idiot
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-armaba grandes monólogos recitando mi vida de memoria tratando de reencontrarme conmigo… -…………… -…uno puede salir un día y perderse, sin más, perderse de uno mismo. -¿y eso sería posible? -así me lo parecía.... por eso deje de drogarme. -¿pero dejaste las drogas luego de reencontrarte contigo? -Eso me gusta pensar. -¿Y si quizá estés perdida en este momento, si nunca finalmente detuviste la adicción? -los perros ladran. -¿Por qué te preocupa? -quizá alguien nos sigue. -quizá seas tú. -altero a los perros porque no nos llevamos bien. -Sí, quizá.
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Carlos Astier
I “La ciudad se está comiendo todos los corazones” Gerardo Grande.
Parece que lloverá pero en esta ciudad las nubes grises no son siempre promesa de lluvia. Kevin está en la esquina fumando. Nos saludamos chocando las manos. Pregunta sobre lo que haré en la noche. Sabe que me veré con Natalia. Le digo que nada, normal, iré al bar. Me cuenta que ha perdido su empleo. Con lo que ahorró se comprará una motocicleta. Lo felicito por eso. Hablamos de modelos de motocicletas antes de despedirnos. Al otro lado de la acera hay una mesa en la que juegan dominó algunos viejos. Cruzo por su lado, escucho la música venir de adentro mezclada con el rumor de las fichas sobre la mesa.
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Me encuentro a Sánchez cerca del bar. Me saluda dándome un apretón de manos. Me invita a la reunión de su congregación. Le digo que iré, pero luego porque tengo una cita. Le hablo de lo que haré esta noche. Él me dice que me cuide, que Dios tiene un propósito para mí. La avenida es estrecha: las motocicletas y los autos transitan cerca de nosotros. Niños ensayan pasos de reggaetón a la entrada de una de las casas. Los observo mientras Sánchez habla, con un tono muy serio, sobre la mejor vida que Dios tiene para mí, y para todos. Le digo que entiendo, que a la próxima voy. La congragación queda a cinco cuadras de donde vivo. Sánchez asiste hace cerca de cuatro años. Recibió siete disparos en una “vuelta” que salió mal, eso lo cambió. Era un tipo malo, eso cuentan, yo no lo conocía entonces. Vine a vivir a este barrio hace un año y medio, a casa de mis primos. Ellos me presentaron en sociedad en medio de una rumba a la que fue mucha gente, allí conocí a Natalia y allí fue que escuché sobre Sánchez y un grupo llamado “Los fulanos”. Hablaban de que todos habían sido asesinados menos Sánchez, pero ellos no le decían Sánchez, sino “Piquiña”. Durante aquella fiesta de presentación mis primos dijeron que Natalia era una niña sana. Los comentarios tenían un halo de advertencia. Me desentendí de aquello, continúe coqueteando con ella durante días y meses hasta que se decidió a salir Idiot
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conmigo. La fiesta fue también el lugar dónde conocí a Kevin, fumamos marihuana durante la fiesta. Él hablaba de su horrendo empleo como ayudante de construcción. Era delgado. Me preguntaba en qué tanto podría ayudar un flacuchento como ese en un empleo que consistía en levantar bultos de cemento y palear cantidades inconmensurables de arena. Pero Kevin decía que probablemente a fin de año dejaría de ser ayudante, se convertiría en obrero oficial, por lo que asumí que era bueno. Había dos personas con nosotros allí que no volví a ver hasta que aparecieron en un pasquín amarillista bajo el titular “DEL FONDO DE LA BOTELLA AL FONDO DEL ABISMO”. Al parecer bajaban ebrios del kilómetro 18, cogieron mal una curva y volaron al abismo en un Chevrolet Spark. Recuerdo que Sánchez estuvo en el velorio repartiendo folletos bíblicos, diciéndoles a todos que “la paga del pecado es muerte”. Todos escuchan a Sánchez por respeto a su pasado, no por lo que es ahora. Eso me recuerda a Silvio, mi padre. Llego al bar y pido una cerveza. Un aroma similar a la que desprende la ropa recién planchada viene del asfalto. En la entrada, con la cerveza en la mano, veo un par de jóvenes cruzar en bicicleta y gritar “Chamo”, alguien se asoma desde una ventana del segundo piso en la casa de enfrente. Pienso en Natalia, en lo que hablamos por facebook, en lo que Idiot
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hemos planeado, en lo que hacemos cuando estamos juntos. Ella no es la santa que todos creen. Veo que ella asoma en la esquina, sonrío. Le doy un beso mientras la tomo de la cintura. Le pregunto si está preparada. Me dice que sí. Me dirijo a dos casas del bar, toco a la puerta, un tipo abre, me saluda y me pasa las llaves de un auto. Me indica que está a la vuelta. Le digo a Natalia que nos vamos, le brillan los ojos. De la iglesia evangélica salen canciones que hablan de la grandeza de Dios, cruzamos frente a ella. Silvio, mi padre, su “Club de los caballeros de la Media Noche” y las historias sobre él vienen a mi mente. Cuánto tiempo desperdiciado en uno y otro camino. II Las calles están atestadas de gente. Fulanito Uno dice que hará lo que quiera. Se lo dice a Fulanito Dos, quien está montado en su Yamaha rx 115. Fulanito Uno también monta una motocicleta similar, pero es de color rojo mientras que la de Fulanito Dos es azul. Fulanito Dos gira su rostro y guiña su ojo izquierdo a los otros Fulanitos, del Tres al Ocho, respectivamente. Ellos también montan motocicletas, pero de distinto cilindraje, marca y modelo. El ruido de los motores es violento cuando se acercan al semáforo, el de la octava con veintiuno. Allí, mientras Idiot
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la luz está en rojo, desenfundan sus armas. Sólo Fulanito Cuatro tiene un arma que no es hechiza. Amenazan a la gente de los autos mientras cruzan. Exigen que les entreguen sus pertenencias “si no quieren morir con un pepazo en la frente”, así lo dicen. La gente asustada accede. Cuando cambia el semáforo aceleran mientras el sol resplandece en los cristales de los edificios, las casas y en los parabrisas de los autos que se han quedado detenidos, temblando, como llenos de miedo. Natalia suspira, pregunta a Carlos si de verdad cree que todo será fácil. Él suspira y dice que lo único que sabe es que no es la primera vez. Todo está arreglado. Se estacionan en una esquina, cerca de una discoteca, todo está muy oscuro adentro. “¿Es aquí?”, pregunta ella. El asiente con la cabeza. Se ve nervioso, ella se ajusta el cinturón de seguridad. Él la observa y sonríe. Tranquila, le dice, pero no usa la palabra “tranquila” sino la expresión “nada de nervios, mami”. Natalia dice que es la primera vez, es justo que tenga nervios. Carlos piensa que ha sido ella quien ha insistido en venir, así que debería dejar de quejarse tanto. Hace un calor infernal. Los vidrios del auto se empañan. Ella le pide que baje la ventanilla pero él se niega. Intenta encender el aire acondicionado pero este no funciona. Maldice. Ella se cruza de brazos, le dice que no es justo que la traiga a una cosa de estas en un auto que no tiene Idiot
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aire acondicionado. Él le dice que ya verá. Pero ella está segura no de ver nada más que su cabello llenándose de friz en el espejo retrovisor. Suenan tres disparos. Carlos desciende del vehículo, desenfunda un arma. Dispara a dos hombres que salen apresurados, llevan armas en sus manos. Los dos hombres caen al suelo. Carlos recoge las armas. Natalia enciende el auto mientras Carlos entra a la discoteca, la que vigilaban momentos antes. Parejas salen despavoridas. Carlos vuelve corriendo con un maletín entre sus manos. Le dice a Natalia que listo; ella arranca el motor. Carlos se mete en los asientos de atrás, se recuesta. Enseguida van a un motel a unas calles de allí. Como es costumbre, piden que les cubran el vehículo y entran a la habitación 203 que habían reservado. Natalia lleva un vestido blanco muy corto. Carlos se ha cambiado en el auto la camisa, lleva una negra con la cara de Lavoe estampada en color blanco. Hacen el amor y Natalia, quien está llena de adrenalina, acelera su marcha sobre Carlos como si escapara de una persecución; como si girara por las calles húmedas y llenas de vagabundos del centro, buscando un lugar donde esconderse; vienen tras ella, la alcanzan, gira; golpea puertas y salta bolardos. Ella escapa hasta hallarse refugiada en la mirada de Carlos, observa su cuerpo desnudo en el espejo del
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techo. Carlos le dice que así es la vida, así es la calle. “Así es el amor”, dice ella sonriendo. “Sánchez me ha dicho que vaya a su iglesia”, dice Carlos mientras busca la espalda de Natalia para acariciarla. Ella pregunta que a qué viene ese comentario. Él dice que está aburrido de la vida que lleva. No quiere morir como los que murieron hoy, “como un perro”, dice. Ella dice que no se preocupe, que él es el mejor. Ella lo sabe. “Hasta el mejor muere”, dice Carlos. “Sánchez no murió”, dice Natalia. “Tal vez…” comienza a decir Carlos pero Natalia lo calla dándole un beso. Vuelven hacer el amor. Él se siente extraño mientras está con ella, como perdido y seguro al mismo tiempo. Piensa en que habrá retaliación, que ha sido una jugada tramposa. Quiere salir de esas calles. Natalia grita de placer. Él la observa, imagina una vida juntos en algún edificio del norte, de esos que están construyendo nuevos. Hay escuelas cerca para que los niños estudien, parques y todas esas cosas que no han tenido nunca. Se pregunta si Natalia también pensará en aquello. Reflexiona en eso de “coronar” la primera vuelta, y que fue lo que escuchó de Sánchez. “Él lo hizo pero la cagó por ponerse a exhibir todo ese dinero, lo cogieron de quieto un día –así lo escuchó relatar- vos sos fulanito, vos fuiste, piquiña, instantes después el réquiem de disparos”. No cometería ese
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error, piensa. Se levanta y muerde el pezón derecho de Natalia. Ella lo agarra de sus cabellos. Natalia entra al baño, hace una llamada desde su celular. Habla muy bajo. Carlos ve el amanecer, ha terminado el servicio de ocho horas por las que pagaron. Natalia sale del baño, lo observa hablando con el recepcionista a través del teléfono sobre que tomarán un taxi. Dice que han bebido mucho y no puede manejar hasta casa. Minutos después bajan, entregan la llave. Carlos dice que luego vendrá por el vehículo y que pagará una propina por el parqueadero. Mientras van en el taxi él observa las calles; ve a los hombres despedirse de sus mujeres con un beso; ve a los niños camino a la escuela; ve trabajadores; ve sonrisas. Su corazón se hincha, suspira. Natalia le pregunta que cuando será el próximo. El conductor del taxi piensa que hablan de sexo. Carlos responde que no lo sabe. El taxista hace un gesto estúpido. La deja dos cuadras cerca de su casa, le pide que se lleve el maletín. La despide con un beso en el que introduce su lengua en la boca de ella, ambas lenguas juegan. En la entrada de la casa de sus primos, luego de bajarse del taxi, Carlos recibe dos disparos por la espalda. III Idiot
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“Loco”, el primo de Carlos, dispara al aire cada vez que el predicador usa la palabra “muerte” durante el velorio. El predicador habló mucho de Jonás, decía: “Recuerden esto: No pequen; pero si lo hacen, preocúpense de arrepentirse tal como lo hizo Jonás”. Decía que la ciudad está atrapada en la oscuridad por no seguir la voluntad de Dios. También habló de Pablo, de cuando no era llamado Pablo sino Saulo. Del perdón de Dios y de que todo será destruido. Nadie le prestó atención. La mirada de los asistentes era una mezcla de odio y llanto. En el noticiero de las siete mencionaron sobre el tiroteo en la discoteca la noche anterior, pero no mencionaron nada sobre la muerte de Carlos; decían que la delincuencia subía, los ciudadanos no podían evitar sentir miedo de las calles. El féretro fue acompañado por una caravana de motocicletas y autos. Se tomaron las calles, robaron a los transeúntes que se cruzaban en su camino. La policía no pudo hacer nada ante la violencia aumentada por el dolor. Sánchez iba al frente en una motocicleta de cilindraje pequeño, se sintió como en los viejos tiempos. Uno de nosotros, se lamentaba, uno más. Kevin discute algo con Natalia; antes de despedirse la amenaza, ella llora. El cielo es azul y el sol brilla. Los edificios se llenan de personas curiosas en las ventanas ante el bullicio de la caravana fúnebre que pasa. Una pareja en una esquina señala Idiot
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el carro fĂşnebre y leen el nombre estampado en la cinta purpura en voz alta como tratando de identificar el nombre de algĂşn conocido. El dĂa es hermoso.
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