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Terruño
“No se puede amar lo que no se conoce, ni defender lo que no se ama”
-Anonimo
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Desde Puerto Boyacá hasta Cubara y desde Santana hasta Santa María se enmarca una colcha de retazos que definen un terruño con identidad cultural, social, ecológica, económica y política. Las dinámicas sociales se han apropiado de este espacio “fisicamente” en procesos que desconocen la historia, las tradiciones e incluso la misma tierra que se está pisando. Tales movimientos sociales, políticas públicas, entidades no-gubernamentales y organizaciones privadas han desarrollado un modelo social que pretende que las futuras generaciones no digan “Sumercé”. Nuestra aculturación nos ha alejado de nuestro terruño, el desconocer todos los pisos térmicos en un solo departamento, desde el frío al norte de Boyacá hasta el cálido en la provincia de Occidente; además, no nos damos cuenta de la riqueza en biodiversidad que nos deja el contraste de este terruño, ecosistemas de bosque alto andino, bosque andino, selva húmeda tropical y nuestros páramos.
Esta Boyacá nos entrega con amor en sus 123 municipios tantos olores, sabores, colores, sonidos y sensaciones para cualquier gusto; sitios naturales como la Serranía de la Quinchas, Fura y Tena, El lago de Tota, los complejos de paramos (Tota-BijagualMamapacha, Guantiva-La Rusia, Iguaque-Merchán, sierra nevada del Cocuy, Güicán y Chita, Pisba, Rabanal y Río Bogotá y Altiplano Cundiboyacense) albergan la magia de la cultura que nos ha dejado la historia y los más hermosos paisajes del circulo ecuatorial. Además, por estas tierras han caminado azadones con ruana y sombrero que gestaron la libertad a 5 naciones y alimentan al país con una gran diversidad agrícola.
Este patrimonio ambiental y cultural no se relaciona con las dinámicas de “progreso” de la región y el relevo generacional, de esta manera muchas de las decisiones para la satisfacción de las necesidades conllevan al uso ineficiente de los recursos y activos naturales, en búsqueda de lo que es denominado modernismo y prácticas que no consideran la esencia del terruño. Esto debido a la desconexión con el medio que nos rodea y los ideales sociales de consumo y egoísmo.
La división entre sociedad y ambiente nos compromete a construir un nuevo estilo de vida, a dejar esa idea antropocéntrica en donde los intereses humanos están por encima de cualquier cosa. Le invito a reconocer, explorar y valorar nuestro entorno como un hogar que no se limita a cuatro paredes, en lugar de tinas o duchas tenemos ríos con aguas cristalinas, en lugar de bombillos tenemos las estrellas y la luna, en lugar de nuestro patio el horizonte, en lugar de paquetes empacados tenemos comida fresca y nutritiva, en lugar de ruido tenemos la sinfonía de las aves, insectos, el agua y el soplar del viento, en lugar de concreto tenemos la tierra que emana vida, en lugar de estar conectados tanto a las redes sociales pudiéramos conectarnos con la vida, el cielo, el sol, al agua, el verde de nuestras montañas, los animales y nosotros mismos.
Esa capacidad de que nosotros nos movilicemos a fin de dinamizar, interactuar, articular, emprender, aprender y producir relaciones conjuntas con el ambiente permitirán construir el terruño sin olvidar nuestra identidad, que nos caracteriza como boyacenses y colombianos. Esta sinergia debe estar encadenada con todos los actores mencionados en este artículo, en miras de una perspectiva de sostenibilidad en el desarrollo de todos los campos que integran la economía, la política, el ambiente y la sociedad.
¡Sumercé lo invito a conocer su terruño!
José Edison Solano Correa
Autor: José Edison Solano Correa