El nuevo hecho maldito del Mundo Neoliberal.

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El nuevo hecho maldito del Mundo Neoliberal. Sobre la dĂŠcada Kirchnerista Diego Burd


El texto puede ser reproducido parcial o totalmente con la mención respectiva, ya que soy de las personas que el intento de realizar un acto de aproximación a determinadas estructuras deben superar a veces las lógicas impuestas por el mundo académico o el mundo editorial, me asumo como una especie de cartero de Neruda al decir una vez puestas en circulación las palabras dejan en algunos casos, de pertenecer al autor, aunque el mismo siempre ejerce un acto de responsabilidad en el decir, palabras que intentan establecer un dialogo, pero que sean siempre artificios para la consolidación de un sustrato de pensar un horizonte de expectativas políticas emancipadoras. Encontraran en su devenir muchos actos de repetición en los enunciados, en el fondo quise que los textos mantengan su lógica de intervención publica en que fue producido en cada momento, o tal vez, esta sea una manera de ocultar el acto de vagancia para la revisión de los mismos, pero siempre temo encontrarme con un sujeto que no escribió lo que dijo en su momento. Como todo texto, aunque nadie sabe como circulara, contiene un conjunto de agradecimientos, y sino establezco una lista, es por temor a generar olvidos innecesarios...


El retorno de lo político. Apuntes Para Pensar los 10 años del Kirchnerismo “La indigencia teórica arrastra a los desastres estratégicos” Jhon William Cooke

En 2003 se presenta como la irrupción del acontecimiento kirchnerista, un proceso que genero una serie de aperturas restringidas en la décadas neoliberales, se inicia un proceso que generara un cambio de época en nuestro país, de luchas por buscar re-significar un conjunto de palabrasacciones que representan el retorno de lo político, como instancia de recuperar el desacuerdo como lo fundante de la discusión democrática. Los consensos constitutivos que conformaban el orden de sensibilidades del orden neoliberal, los lugares que las subjetividades sociales ocupaban, el marco de lo considerado visible e invisible, los espacios de legitimación de la emisión de la palabra estallo en miles de interrogantes, ya no planteados desde los espacios facticos de poder, sino como consecuencia de la emergencia de un conjunto de voces, que disputaban la capacidad de designar lo real, el espacio publico de debate abierto por los gobiernos kirchneristas, fue llenada por la irrupción del pueblo, pueblo que puso en tensión un conjunto de paradigmas que rodeaban conceptos como democracia, igualdad, libertad, fisuras sobre un entramado legitimante del orden conservador en la Argentina. No solo eramos un país subordinado a los intereses del capitalismo financiero y al conjunto de instituciones internacionales, sino también eramos el país cuyo sentido común, ese entramado complejo de cosmovisiones del mundo que nos permiten leer la realidad, era construido desde las usinas de los medios hegemonicos, cuyas relaciones como voces del poder facticos de la nación, eran ocultadas, Nicolás Casullo escribía: “(...) La hegemonía indiscutible de lenguaje y tonos codificadores y audibles por las masas pasaron a un plano transmisor virtual “sin dueños”(...) A un gigantismo informativo-informático que regresa lo real empaquetado siempre igual y diariamente, suceda lo que suceda. Información que provee la “totalidad” en esta se entienda y se sirva como lo posible de ser ofertado como genero ficcional o casi ficcional, sin conflicto ni lucha social que interfiera en la relación entre el que emite y el que recibe.”1

De esta manera, se elimina el elemento de la disputa conflictiva por la democracia, por un espacio a-político, una relación de poder que proponía la agenda, los seriales, las secuencias, los lugares de mirar y oír, como parte de un proyecto del mercado que instalaba la idea de una armonía entre las clases, construidas en consensos entre actores sociales desiguales en poder.2 1 CASULLO; Nicolás, Las cuestiones, Buenos Aires, FCE, 2008, p.91 2 Ver CASULLO, Nicolás, pp. 92-94


La irrupción del kirchnerismo, como acción política, es la configuración de un nuevo espacio de la esfera de ejercicio democrático, una recuperación de la esfera del agorá, es decir, siguiendo a Bauman, si el propósito de la misma (agorá) era, y es, la coordinación de los intereses “privados” y “públicos”, su función constitutiva es la de proporcionar la condición esencial y necesaria de la misma, una traducción bidireccional entre el lenguaje de los intereses individuales y el lenguaje de los intereses públicos3 En este sentido, constitución de un nuevo agorá instituyo tensiones que constituyen lo político, es decir, pensar la política como una esfera de conflicto de intereses, donde las subjetividades políticas, son representantes de un conjunto de intereses específicos, donde se piensa que mecanismos reguladores deben establecerse entre las relaciones entre mercado, Estado y corporaciones, ya que como afirma Crouch: “En el corazón del enigma se encuentra el hecho de que el neoliberalismo realmente existente- por oposición al puramente ideológico- no está para nada consagrado al mercado libre, como se pretende, sino que más bien está dedicado al dominio de la vida pública por parte de las grandes corporaciones. La confrontación entre el mercado y el Estado que parecen dominar el conflicto político en muchas sociedades oculta la existencia de esta tercera fuerza, que es más potente que cualquiera de ellos y transforma el funcionamiento de ambos.” 4

El kirchnerismo, construyo y articulo durante esta década la puesta en escena del enigma neoliberal planteado por el autor citado con anterioridad, principalmente a partir del conflicto con la mesa de enlace del 2008, pone como centralidad la relación que debe existir en un sistema democrático entre las corporaciones, al incorporar esta disputa, construye lo que Ranciere denomina un nuevo momento político, entendiendo que un: “(...) momento político ocurre cuando la temporalidad del consenso es interrumpida, cuando una fuerza es capaz de actualizar la imaginación de la comunidad que está comprometida allí y de oponerle otra configuración de la relación de cada uno con todos”.5

En todo momento político, se produce una disputa entre las fuerzas intervinientes en el espacio político, una situación donde las subjetividades se encuentran con la capacidad de comprender el conjuntos de impulsos que se distribuyen, ya sea una vía de transformación o desviación, lo que implica la producción un desgarro del tejido común, y la potencialidad de concebir las potencialidades presentes en el acontecimiento político se vuelve perceptible, generando un 3 Ver BAUMAN, Zygmunt, Daños Colaterales. Desigualdades sociales en la era global.; FCE, Buenos Aires, 2011, p. 20 4 CROUCH, Colin, La extraña no-muerte del neoliberalismo, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2012, p. 11 5 RANCIERE, Jacques, Momentos políticos, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2010, p.11


cuestionamiento de lo dada como evidente. En este sentido, se entiende al kirchnerismo como un momento político que pone en sospecha las veracidades sobre el mundo impulsadas desde las esferas neoliberales, interroga sobre el relato de lo real construido como una naturalización neoliberal. En estos procesos, siguiendo lo expresado por Ranciere, la acción política produce rupturas sobre el monopolio de la palabra legitima, se producen brechas donde se abren espacios que permitan hablar a cualquiera, con la condición de que esa palabra emitida sea sometida a procesos de verificación, y que establezca una capacidad de los espacios de resonancia.6 Por lo cual la acción política implica la ampliación de los espacios de disenso y desacuerdo sobre lo común, una lucha contra el conjunto de las maquinas interpretativas de las categorías impuestas por el conjunto de corporaciones dominantes. La política es un espacio de conflicto, ya que por un lado, pone en evidencia que en toda comunidad política asistimos a la confrontación de intereses entre los sectores sociales involucrados, pero a su vez, se presenta como el espacio de recuperación de la capacidad de disputar el espacio de construcción de opinión, por lo tanto de hegemonía, generadoras de sentidos en una sociedad determinada, dentro de esta linea, decimos que la presencia de los sectores populares es una disputa por la construcción de una nueva hegemonía democratizante de una comunidad política.. Como afirma Mouffe, la política debe ser concebida en términos de lucha hegemónica entre proyectos en conflictos. Esta hegemonía se construye mediante la construcción de puntos nodales que fijan discursivamente el significado de las instituciones y las practicas sociales y que articulan el “sentido común”.7 Cambio de época y paradigmas El predominio del neoliberalismo se caracterizaron por un conjunto de principios rectores, la subordinación a la política internacional a los Estados Unidos, la mirada a una Europa como horizonte, los desocupados, un proceso de cambio de la matriz económica a través de la desindustrialización hacia la constitución de un capitalismo bajo la hegemonía del sistema financiero, este proyecto de ciertas fracciones de las clases dominantes de la Argentina estalló, con mas de 30 muertos, a finales del 2001, luego vino los periodos de la perdida de lo político como acción transformadora cuya síntesis era el famoso “que se vayan todos”, en medio de esto, una sucesión de diferentes gobiernos, hasta la llegada de Eduardo Duhalde, que implemento una devaluación 6 IDEM, p,12 7 Ver MOUFFE, Chantal, “La política democrática en la época de la post-política” en Debates y Combates, No1, Noviembre del 2011, pp. 75-89, para una mayor profundización en el tema ver: LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, FCE, Buenos Aires, 1986, LACLAU; Ernesto, La razón populista, FCE, Buenos Aires, 2005 y MOUFFE, Chantal, En torno a lo político, FCE, Buenos Aires, 2007


asimétrica, cuyos principales ganadores fueron los grupos monopólicos, que tenían sus deudas en dolares, pero con la implementación de ciertas políticas que sirvieron de base para la construcción del nuevo modelo económico. En medio de ese proceso complejo, el 25 de mayo del 2003, asumía la presidencia Nestor Kirchner irrumpiendo con la política de des-endeudamiento (FMI), la consolidación de un nuevo bloque latinoamericano, el no al Alca, creación de los mecanismos para la creación de un proyecto de reindustrialización, creación de nuevas fuentes de trabajo, destrucción del aparato duhaldista en la provincia de Buenos Aires, luego con Cristina Fernandez de Kirchner, el momento del conflicto con las patronales agrarias del 2008, que articulaba una nueva relación de fuerzas en el campo popular, el momento de continuidad de enfrentamiento con las corporaciones, la derrota legislativa del 2009, y toma de la la decisión política de profundizar, avanzar en un modelo social mas igualitario, volvieron al Estado los fondos de los aportes jubilatorios, se creó la asignación universal por hijo, luego extendidas a las embarazadas, cambio productivo, es uno de los pocos países que no reprimerizo su economía, ademas medidas como el matrimonio igualitario, una de las medidas de derechos civiles, y por supuesto, la nueva ley de medios de comunicación. 2010, bicentenario, una patria festeja sus 200 años, y en un octubre, con lluvia, como si el cielo llorara por las muertes inesperadas, moría Nestor, y estaban los jóvenes ahí, esa generación central para cualquier cambio político y social, estaba en la plaza, unificantes de una historia de luchas populares proyectándose hacia el futuro, los trabajadores que recuperaron no solo trabajo sino un proyecto a defender, estaban tantos, pero estaba el subsuelo sublevante de la patria, aquellos que se cansaron de ser solo espectadores para transformase en los protagonistas del cambio. Nacionalización de Aerolíneas, en el 2011 Cristina gano, 54 % de los votos a un año de aquel acontecimiento que marco la patria, y en menos de cuatro días después de la asunción, avanza la ley de tierras, un nuevo estatuto del peón, ley de regulación de la producción de papel, cuatro días no mas, como afirmando en la ley, lo dicho en ese discurso del sábado 10 de diciembre, no somos un gobierno de las corporaciones, la nacionalización de YPF, la democratización del sistema judicial argentino. En cada hecho muestra que este gobierno no tiene, ni se presenta como un espacio neutral, como tampoco lo son sus enemigos, los mismos que hablan del consenso como el correcto devenir de lo político, pero construyen espacios destituyente, defendiendo una idea del consenso como que se generaba con las corporaciones económicas y culturales, pero siempre a espaldas del pueblo, de esta manera se consolido la nueva etapa de la batalla cultural, compleja, larga, con interrogantes y sospechas, una etapa definida, siguiendo al cubano Martí, como los tiempos de trincheras de ideas.


Como decía Cooke: “(…) Para saber cuales son nuestras fallas y llegar a sus causas, hay que tener una visión global de la Argentina, de las fuerzas que chocan en su seno, de las características que revisten esos conflictos. O dentro de ese marco histórico, examinar el significado del peronismo, con qué tendencias sociales es irreductiblemente antagónico, qué políticas lo condenarán a frustrarse, y cuáles sirven al objetivo de realizarnos como destino nacional”. 8

Una época de cambio de paradigma, donde hay que pensar el destino nacional en clave latinoamericana, como consolidación de un conjunto de gobiernos unidos en la idea del otro como subjetividad a ser liberada, teniendo presente que esta acción política, como lo define Cooke, en sociedades capitalistas periféricas, adquieren el carácter antagónico, ya que los intereses en juego superan el mero espacio de lo político, y que la defensa de los proyectos políticos implica reconocer y poner en la mesa del debate el conjunto de visiones que interpelan la construcción de lo nacional, leído, por nuestro lado, en clave nacional, popular, democrático popular y latinoamericano, frente a lecturas, definidas, en clave elitista, conservadoras, democrático formal y subordinada a los intereses del imperialismo. Como resultado de esta década debemos encontrar un conjunto de respuestas a los desafíos contemporáneos, pensar e interrogarnos como devendra el kirchnerismo, a pensar la constitución de una hegemonía que pueda cristalizar el nuevo equilibrio, en el cual las clases subalternas comiencen a ser el eje central del proyecto, hoy 10 años después, debemos articular formas que den cuenta la re-definición de las reglas a favor del pueblo. El kirchnerismo como hecho maldito del país neoliberal, ha sido centralmente, un proyecto político donde las organización popular, pueda romper los equilibrios pre-existentes. ya que quien interpreto correctamente, el significado de la entrada y las potencialidades del momento político kirchnerista, fue la derecha. Tenemos que pensar que la incorporación de la teoría política independiente de los grandes poderes, viene a dar armas para que la vocación de poder popular sea una practica eficaz. Hay que entender que dentro del kirchnerismo, vamos a encontrarnos con dos grandes tendencias que representan, también parte de las contradicciones de la sociedad, un kirchnerismo rebelde, que amenaza a los privilegios establecidos, que pretende profundizar el modelo económico político y social, y un kirchnerismo que puede encontrarse cómodo con los logros alcanzados, mantener el status quo. Es necesario tener claro, estas tendencias, en cierto parte nacientes, para pensar el proceso interno que sera la definición de gran parte del devenir del proyecto político a partir del 2013. 8 COOKE; John William, “Apuntes para la militancia” en KOROL, Claudia (compiladora), El socialismo latinoamericano. Un recorrido hasta nuestros tiempos, Asociación Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2006, p.101


Una teoría política encarnada en las masas, esta destinada a modificar la realidad, es pensar que solo se modifican, tomando las banderas de la Justicia Social, Independencia Económica, Justicia Social, y como lo marco la actual mandataria, mayor Democracia. Por lo cual, si queremos, una realidad mejor hay que tener los elementos necesarios para cuestionar el orden existente. Recuperamos la política, la economía, la patria, ahora es necesario recuperar lo cultural e ideológico, pero como diría Cooke, sin caer en una visión estrecha, ya que la primera lección que debemos tomar como central en nuestro devenir de construcción de una nueva realidad: “(...) no hay que encerrarse en cuevas ideológicas, porque afuera estar sucediendo cosas importantes, y uno enterarse demasiado tarde o no enterarse nunca”.9

9 IDEM, p. 119


Nuevas Cuestiones sobre el concepto de Izquierda Pensar los significados sobre los entramados que constituyen las tradiciones emancipadoras de la izquierda es reconstruir una nueva arquitectura del lenguaje que permitan significar, aprehender, debatir el significado del ser de izquierda en los momentos políticos actuales. Durante el siglo XX, la tradición hegemónica interpeladora del orden establecido eran las tradiciones políticas nacidas del seno del marxismo, y a partir de esa posición se ponía en interrogación un conjunto de experiencias políticas y teóricas, que eran sus hermanas pero que ejercían una lectura situada de los procesos históricos, una mirada ejercida con una fuerte sospecha sobre las subjetividades políticas constituidas, de sus experiencias de clase, un proceso marcado por el dialogo, pero también por la sospecha sobre estas tradiciones, sospecha sobre el origen, sujetos movilizados y marcos teóricos, temporalidades de los procesos, instrumentos de movilización, y un largo etcétera. La izquierda, desde ese punto de vista, se consideraba como proceso único sobre el cual se podría ejercer la tarea de la emancipación de los sectores menos privilegiados, sin pensar que no existe un camino único, sino caminos hacia la emancipación. Con la producción del hecho simbólico de la caída de la Unión Soviética, la arquitectura del lenguaje entorno a la bella palabra revolución se desmorono, las clases hegemonícas del mundo rápidamente impusieron un lenguaje lavado de sospechas, donde conflicto, igualdad, lucha de clases, emancipación, no tenían posibilidad de existir, un orden de sensibilidades neoliberal se impuso, dentro del cual lenguas, experiencias, tradiciones, formas de interpretar la realidad se volvieron invisibles, como si nuestro lenguaje tuviera que incendiar bajo una gran hoguera las enciclopedias que acompañan al acto de comunicación e interpretación del mundo, las traducciones de lo real se encontraron con millones de paginas arrancadas, pero reemplazadas por una guía que nos decía como debíamos mirar el mundo, el neoliberalismo, imponía una nueva política cultural y cultura política, a través de los grandes medios de comunicación, que nos daban una nueva escala de significados sociales, y que establecieron las formas de recibir y comprender lo real.10 La emisión de la palabra aparecía sin lugar de emisión, sin biografiás que mostraban las trayectorias del enunciante, quizás, como lenguaje “técnico”, despegado de su intervención política, enunciado sin mas orden legitimante que la posesión de un titulo, palabra que se instituía como palabra-verdad en los tiempos de los medios audiovisuales, estos últimos, durante décadas se convirtieron en los mediadores entre los políticos, técnicos y la “gente”, un espacio privado con una ilusión de ser el “espacio publico” donde lo político se ejercía sin la política, sin conflictos, sin pueblos interviniendo, espacio de “consensos”, pero sin la interpelación conflictiva de las subjetividades políticas. 10 Ver CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones, FCE, Buenos Aires, 2008, 131


El Estado, se convirtió en espacio de la gestión a favor de las clases dominantes, solo la ausencia y su retirada era palpable por las clases subalternas, pero para realizar su construcción como comunidad política sin fisuras, no podía apelar a un conjunto de lenguajes que podrían abrir el camino de la interpelación, que mostraran los mecanismos de igualdad eran solo un disfraz, de ahí desparecen del lenguaje político conceptos como clases, pueblo, ciudadanos, pero también se presenta con cuidado la idea de consumidor, era necesario hablarle a una nueva entidad sufriente del mercado, una entelequia que se convirtió en sentido común, la “gente”. Este proceso de institucion de un lenguaje neoliberal fue acompañado por una estética de lo político, lugares de pronunciación de la palabra, neutralización de espacios corporativos, el espacio publico, el ágora donde lo político tenia su razón de ser, fue trasladado a un set televisivo, la política sin políticos se revistió con las ropas de la estética de un producto a ser vendido, la totalidad de las mediaciones eran puesta en bajo la óptica de una mercancía a ser ofrecida como sacrificio al dios mercado. Desde esos espacios privilegiados se presentaba un proceso de entrega de una “totalidad”, un estar en el mundo sin niveles de conflictividad11, y si este se producía, se desplegaba como un proceso aislado del devenir, Las criticas y el conjunto de resistencias políticas y sociales al modelo neoliberal eran tildadas bajo el estigma de un juego de variables de palabras que iban desde anti-democráticas hasta totalitarismos, como un acto que afectaban esa armonía construida por ese “consenso” entre desiguales en poder, sin poner en cuestión la lógica de acumulación del capitalismo en su fase neoliberal. Pero las arquitecturas del lenguaje y las estéticas neoliberales, a través de un proceso de descontextualización podían mostrar los efectos del conjunto de políticas económicas, sin mostrar el conjunto de causalidades que derivaban y concluían en ese entramado de protesta social. Había desnutridos, pero no creadores de hambre, había desocupados, no creadores de desocupación… había consecuencias no creadores de efectos. Ese mundo estallo, entro en crisis, y nuevamente emergieron las clases, los pueblos, esa totalidad no era homogénea, sino la presencia del pueblo, permitía visibilizar una comunidad partida, poniendo en tensión el imaginario de una ficción igualitaria ofrecida por el libre desarrollo de un mercado, primero en la soledad del nacimiento del Chavismo, luego diferentes experiencias naciendo en el sub-continente que irán construyendo un espacio heterogéneo de respuestas a la cuestión de la desigualdad en nuestras tierras. Los derroteros de la historia, o las consecuencias de la aplicación de las medidas neoliberales sobre un tiempo, hicieron que la arquitectura de los lenguajes que sustentaban ese modelo de “estar en el 11 Ver CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones..., pp. 91-92


mundo” perdieran sus espacios de legitimidad, los entramados lógicos de un lenguaje comenzaron a entrar en un estado de sospecha continuo. lengua que se nos presentaba neutra ante los discursos cruzados por las ideologías de lo político, rápidamente se configuraron como el rey desnudo ante sus súbditos. Los nuevos gobiernos nacionales populares se han ido construyendo sobre un marco de legitimidades que rompen parte de las arquitecturas de los lenguajes de las izquierdas que pensaban la institucionalidad republicana democrática como una trampa de las burguesías, fue puesta en tension cuando las nuevas gestiones nos mostraban que esas legitimidades permiten constituirse en espacios de prácticas sobre las posibilidades de modificaciones a futuro, construcción de un conjunto de nuevas experiencias que articulan nuevas practicas emancipatorias, multiiples caminos elegidos que ponen en constante tension los conjuntos de premisas sobre el se sostiene el modelo republicano liberal, no solo en sus marcos institucionales.. Desde el Estado, se ofrecio la re-construccion del espacio publico, como un agora donde las subjetividades políticas fueran obtuvieran visibilidad, sus reclamos, sus tradiciones, sus experiencias interpretativas, un espacio de constitución de nuevas identidades, como dira Horacio Gonzales, que poseen “imagenes del presente que se proyectan hacia al pasado y decisiones sobre las simbologias nacionales compartidas, que a veces se confunden con las necesidades del Estado y sus acciones pedagogicas colectivas, y a veces ingresan al debate social originando polemicas publicas, rechazos y “deportaciones”, tanto de temas como de figuras”.12 La constitución de un nuevo agora político, que amplio mecanismos de intervención, lugares de pronunciacion de los discursos, de sus legitimantes, nuevas formas colectivas emergieron en la calle y las redes, nuevos lenguajes para pronunciarse sobre lo político, colectivamente re-abriendo puertas a las tradiciones, experiencias colectivas, que ejercen una lectura interpeladora, a lo que Jauretche denominaba “politicas de la historia”, claves para orientar una nueva lectura sobre los significado de lo real, pero lecturas en un proceso continuo devenir. Dentro del contexto de modificaciones en el proceso de redistribución de la riqueza, movilidad social ascendente, la vuelta del Estado como soporte de los intereses de los sectores subalternos, la recuperación del concpeto de democratización de la vida como espacio de digna de ser vivida produjo por el cual las subalternidades han gando visibilidad, configurando un nuevo “estar en el mundo”, un acontecimiento donde se puede generar la potencialidad de romper el esquema de la temporalidad neoliberal que condenaba a la emergencia de un presente continuo mortífero, a la construcción de un horizonte de expectativas donde proyectar esperanzas, posibilidades de una democracia social. Dentro de las clases subalternas, los procesos latinoamericanos de cambio social, representan una 12 GONZALEZ, Horacio, Lenguaje del Ultraje. De la generación del 37 a David Viñas, Colihue, Buenos Aires, 2012, p.14


modificación de las subjetividad politica y social 13, carectirzada por la porosidad de apropiacion como parte que los constituye de los proyectos, ya que en ellos encuentran nuevos mecanismos de representación y participación, apropiación caracterizada por sentirse participes centrales de los mismos, generando con sus diferentes mecanismos de intervención, que estos sean pensables y presentados como una obra abierta.. En esta nuevas relaciones de mediacion de lo político, que interpela los mecanismos tradicionales de participación y expresión politica, observamos que los diferentes gobiernos nacionales y populares del sub-continente están construyendo una nueva arquitectura de lenguaje político emancipatorio, las palabras que en las décadas neoliberales se vaciaron de contenido, son configuradas con nuevos sentidos, entramados de voces buscando constituir un espacio de disidencia sobre los consensos entre desiguales, así nuevamente asistimo como un conjunto de expresiones, como emancipación social, revolución, democracia mas allá de sus lógicas formales, republica mas allá de sus representaciones institucionales14, conflicto, organizaciones y poder popular, retornan a ser puestas en disputa, la palabra emancipación social vuelve a dar vuelta en el aire, el concepto de democracia vuelve a ser pensado mas allá de las lógicas de las formalidades, conceptos en busca de sustantivos que le den una cadena de significados para conformar una nueva manera de ver el mundo. Reconstrucción del ágora publica, donde las palabras se ponen en tensión, en debate, una arquitectura del lenguaje que acompaña las bases del edificio económico-social sobre lo que se asientan las palabras y sus significados, esas trincheras de ideas que renacen y dan sentido a “nuestro estar en el mundo”. El Pueblo interviniente En el entramado discursivo, la palabra socialismo ha adquirido nuevamente el carácter de concepto abierto, es decir, adquiere un pluralidad de significados que comienzan a con-vivir en un solo significante15, de esta manera el socialismo adquiere un conjunto de propiedades estructurales que permite un conjunto de alternativas de interpretaciones, de desplazamientos en la perspectiva de abordaje, se desliza a la idea de hipótesis posibles sobre lo real. Como concepto abierto la pregunta sobre el socialismo, genera aperturas de interpelación sobre los sentidos del entramado conceptual que le da vida, y permite diálogos con tradiciones anteriormente consideradas antagónicas, construye subjetividades políticas que adquieren un valor nuevo en el marco de la interlocución. 13 Podemos tomar como expresión de esta nueva subjetividad socio-política en los funerales de Nestor Kirchner (2010) y Chavez (2012). 14 Parte de este debate sobre la República en clave de las nuevas lecturas emergentes de las clases subalternas, es el debate abierto por el Gobierno Argentino sobre el poder judicial. 15 Construimos el concepto de socialismo como concepto abierto a partir de la lectura de ECO, Umberto, Obra Abierta, Planeta, Barcelona, 1992


La ampliación del agorá democrático, la reconstrucción del debate sobre la potencialidad de cambios sociales en nuestra región ha generado nuevamente que palabras enterradas en la noche neoliberal renazcan con nuevos bríos, pero teniendo en cuenta, que la pregunta es en referencia a la irrupción del “pueblo”, que da cuenta de una comunidad política sin la homogeneidad que da cuenta el entramado discursivo neoliberal. Pueblo como representación de la subalternidad, de la presencia del pobre, mas allá y mas acá de la presencia hegemónica de la clase obrera, subalternidad que da cuenta de los procesos excluyentes de las décadas neoliberales, de recuperación del conjunto de tradiciones de las cuales son portadoras, interrogación sobre las formas del devenir de las democracias que sobrevivían en las lógicas de sus formalidades, de sus retiros del espacio publico, y su relación con los mecanismos de constitución de sociedades desiguales, el pobre, el pueblo configurado como subjetividad política que interviene para ser carne que muestra la desigualdad y la injusticia social. Pero intervención en la disputa por los mecanismos institucionales sobre los que construye esta relación entre democracia formal y República, practicas que ponen, siguiendo a William Cooke, en constante limite los sistemas políticos regionales, pero que en esa tensión, en esa zona litigiosa, se disputan las potencialidades de lo nuevo, de su institución como proyecto de las subalternidades contra las lógicas conservadoras de las clases dominantes, configurándose un noción política del pueblo, como diría Casullo: “cómo se configura la noción de pueblo como un sujeto político donde mundos simbólicos, representacionales e imaginarios culturales juegan con el mismo derecho que otras instancias estructurales en la construcción legitima de una política”.

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El pueblo como subjetividad política se presenta como punto de ruptura de los procesos de despolitización de las décadas neoliberales, iniciando un proceso de construcción e instituyente de un espacio contrahegemónico, en este proceso se vuelve a pensar lo político como espacio de conflicto, una lucha por construcción de una institucionalidad de un poder político de nuevo tipo, real en relación con el Estado y con una conceptualización de una democracia donde las ideas de igualdad y justicia social sean centrales, es decir, generan una re-apertura de la posibilidad de otra experiencia democrática.17 En este proceso, vemos funcionar lo político, como superador del mero ejercicio del poder, entendido en el control estructural del Estado, por supuesto necesario, para pensarlo, siguiendo a Ranciere, como una configuración de un espacio especifico, un recorte de una esfera particular de experiencia, de objetos planteados como comunes y como dependientes de una decisión común, de sujetos reconocidos como capaces de designar estos objetos y de argumentar sobre ellos.18 16 CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones, FCE, Buenos Aires, 2008, 177 17 Ver CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones...p. 196 18 RANCIERE, Jacques, El malestar de la Estética, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2011, 33


Esta intervención política rompe con los esquemas imaginarios del orden de una sociedad determinada, por lo cual, la misma genera mecanismos de reacción anti-igualitarias, ya que determinadas fracciones de clases ven afectadas sus intereses reales y simbólicos, y encuentran en la defensa del orden instituido, leyendo en lo real en clave conservadora, un dique de contención contra los avances igualitarios y emancipadores de los proyectos políticos, de esta manera se presentan como defensa de proyectos propios, cuando lo que hacen es defender las relaciones de dominación instituidas en el periodo neoliberal, como decía Jauretche: “La prosperidad de los de abajo molesta al escalon inmediatamente superior, a esa clase del quiero y no puedo, a quien parece disminuir socialmente el ascenso de los que estaban un poco mas abajo porque alteran sus jerarquias rutinarias de la importancia de lo social”

De esta manera, fracciones de las clases medias de nuestros países se esconden en progresismo cuidador de las instituciones establecidas, pero sin poner en una tensión comparativa de los efectos sociales y económicos de una posible re-implementación conservadora. Entienden que las mediaciones establecidas entre la sociedad civil y la sociedad política, los protegerá contra una invasión de lo plebeyo, sin pensar que sus intereses como clase terminan atados en un nudo con los intereses de las clases dominantes, pensándose como sujetos que comparten un universo simbólico con ellas. Ahora en estos mecanismos discursivos apropiados por las fracciones de clase que quieren mantener los privilegios adquiridos por los sectores dominantes, reconocen que detrás de la disputa por los mecanismos de mediaciones, va mas allá de la disputa meramente institucional sino que es un cuestionamiento a la totalidad del poder y de las visiones de mundo hegemonícas. El populismo como forma transicional hacia un republicanismo popular En la recuperación por parte de los gobiernos actuales de la dimensión conflictiva de la acción política, la puesta en tensión de los limites de los sistemas políticos, nos permite pensar al populismo, en clave instituyente y constitutiva de nuevas formas de republicanismo popular, contrapuesto a la institucionalidad republicana, basada en un marco conceptual liberal clásico de desarrollo de una separación de poderes, sin conflictos internos entre ellos, fuertemente sustentada en la base de una democracia formal, centralizada en el ejercicio de derechos políticos y civiles, donde la esfera republicana y democrática como regímenes políticos se entremezclan frente a una “impostura” de democracia social de un régimen político, multi-interpelador, creador de múltiple cadenas de equivalencias, destinado a intentar un vacío imposible de llenar. Rinesi, plantea la existencia de dos momentos constitutivos de la filosofía política moderna, el “momento maquiaveliano”, asociado a la celebración del conflicto y a la apertura de la historia, y el “momento hobbesiano”, que se asocia a la preferencia a la estabilidad y los modos de encuadrar el desorden en las cosas,

según este autor la modernidad se desnuda en esa lucha por las


interpretaciones, pero como proceso de lucha política, nos permite pensar la existencia de un tercer momento, “momento shakespeareano”, instalado en un tipo de pensamiento en el seno de la contradicción de la relación del orden y su disolución, entre sistema y los elementos de su disolución.19 Ese ultimo momento es esencial para pensar la política, ya que como afirma el autor: “.... por la simple razón de que la política no encuentra su lugar sino en el interino, lleno de tensiones, que se entiende entre estas dos figuras (Nota: el autor habla de las metáforas sobre política de Emilio de Ipola, la del sistema y la de revolución). En efecto: no se consigue pensar la política... un pensamiento sobre el orden social que no preste atención al conjunto de prácticas que todo el tiempo lo inquietan o lo desestabilizan, pero tampoco consigue pensar la política un pensamiento sobre la revolución que no considere la forma en la que funciona ese orden que se trata de revolucionar”.

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La tensión trágica del hacer político se encuentra en el constante conflicto entre un orden y un proceso de impugnación, los nuevos movimientos políticos se constituyen en el marco de esa tensión movilizante cuyo resultado es generar un proceso de consolidación de un nuevo orden institucional. De esta manera, el populismo, por lo menos para los casos latinoamericanos, puede ser considerado como espacio transicional entre regímenes políticos, dentro de la disputa por el sentido de lo republicano, leído en clave popular o en clave neoliberal, la intervención populista, como proceso tiene su origen en la impugnación del orden previo, de una lógica de lectura que coloca al Estado en una lógica de no neutralidad frente al conflicto socio-político, colocando en la tensión desde una re-organización de los mecanismos de interpelación desde el espacio publico las razones de ser del régimen político previo, emergencia que se encuentran enmarcados en espacios institucionales existentes, pretende la modificación y la construcción una nueva institucionalidad, un nuevo régimen político, republicano popular de ampliación de derechos sociales y económicos que favorecen a las clases subalternas de la sociedad. Si bien, la impugnación puede iniciarse desde arriba, en su devenir va re-configurando la totalidad del régimen previo, modificando las estructuras distributivas, los perfiles macro-económicos, las hegemonías de clases, reconstruyendo un nuevo marco simbólico en la sociedad. Realizar una aproximación al populismo como periodo transicional dentro del espacio republicano, implica repensar las posibilidades de tensiones abiertas entre la idea democracia en su marco formal y la democracia en cuanto realización de ampliación de derechos económicos, sociales, políticos y civiles, es poner como potencialidad de lo institucional existente como espacio de posibilidad de realización de las probabilidades y potencialidades contenidas en un proyecto de Estado interventor. Casullo, plantea que el populismo en los contextos latinoamericanos, refleja la intervención de 19 Ver RINESI, Eduardo, Política y tragedia. Hamlet, entre Maquiavelo y Hobbes, Buenos Aires, Colihue, 2011. 20 RINESI, Eduardo, Política y tragedia..., p. 253


poderes sociales que deciden una política, donde el Estado democrático toma posición contra los status quos vigentes, canalizando formas de participación política que enriquecen las luchas democratizadoras en términos de representación popular, el populismo, dentro del contexto expuesto con anterioridad, es la representación de correlaciones de fuerzas y formas estatales que reforman el molde una democracia esclerotizada.21 El populismo, según el autor: “A cuestionar la impotencia política de los Estados. A remocionar la profunda dificultad de re-invención de la política desde un poder contrahegemónico actuante realmente existente. A cuestionar el pasaje tanto desde el mundo de las ideas como desde el mundo hechizado por “la fragmentación social”, hacia formas de disputar efectivamente, desde el poder democrático reunificado, repontenciado, el conflicto contra intereses establecidos con sus políticas aliadas.”

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O sea el Estado populista, plantea la idea de un poder político actuante y real, legitimado como refundante de las instituciones republicanas que lo estructuran, una re-apertura politizadora de la sociedad frente a la exclusión de una institucionalidad que durante momentos, aparece como limitante, es decir, no pone la legitimidad de la noción de República, sino la tensiona, le mueve los limites sobre los que actuá como base, es una apertura del horizonte de la experiencia democrática. El populismo, actuá como: “...expositor de la tensión entre la política como modelo de cierre institucional, o de permanente reapertura democrática”.

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Como fase transicional, lo que realiza el populismo, es asumirse como el momento trágico de lo político, para configurarse como potencialidad de la instalación de un nuevo régimen político, con nuevos mecanismos de canalización de las tensiones sociales, reconociendo que en este momento transicional los antiguos poderes hegemonicos se presentan bajo la forma forma destituyente, como un intento de impedir el momento constituyente del nuevo orden. Como ejemplo tomar el lock out patronal del campo, que nace contra la aplicación de una medida impositiva, se consolido como un núcleo socio-político conservador anti-gubernamental en el 2008, pero a su vez permitió la constitución del kirchnerismo, como proyecto político antagónico, es decir, el otro destituyente conforma un nosotros constituyente, configura un nosotros inclusivo, que logra incorporar nuevos sujetos sociales y generacionales, constituyéndose como el momento transversal por excelencia del kirchnerismo. En este proceso de confrontación, se produce un cambio en las legitimidades de las intervenciones en lo político, se pone como idea clave la subordinación de los actores sociales extrainstitucionales a las decisiones de lo político, como ordenador y regulador de la sociedad, rompiendo mecanismos de intervención y de condicionamiento de los poderes facticos legitimados 21 Ver CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones, FCE, Buenos Aires, 2008 pp. 182-183 22 CASULLLO, Nicolas, idem, p.184, Las itálicas se encuentran en el original. 23 CASULLO; Nicolas, idem, p.205


durante el periodo neoliberal, recomponiendo la idea de una ciudadanía mas allá de los actores extra-institucionales que se desenvolvían en el mercado, y su rol como reguladores de la sociedad civil. El pueblo, como sujeto de constitución del discurso en el populismo, no es una categoría vacía, tiene un núcleo central; pobres y trabajadores, son ellos quienes impondrán cadenas de significantes y de equivalencias, sin clases subalternas no hay posibilidad del pueblo, ahora este pueblo se constituye como ciudadano, es sostén de la República, como forma de gobierno, pero cuyos contenidos de significación no son eternos, sino son marcos de luchas de interpretación sobre las palabras, como vimos, con Rinesi, es un espacio de lucha política.


Intelectuales y Kirchnerismo. El retorno a la pregunta sobre el compromiso intelectual un espacio entre Hugo y Hoederer Preliminares Uno de los cambios de la última década es la aparición de la pregunta sobre el rol de los “intelectuales” en una sociedad, nuevamente se pone en discusión este gran termino, en el ultimo libro de Carlos Altamirano24, es un interesante recorrido sobre los lugares de habla, de constitución de ese grupo y el conjunto de debates en torno a los significados, leídos principalmente en una doble clave: la normativa, respecto al rol de intervención, compromiso respecto a la actualidad del tiempo vivido, o en clave sociológica, pregunta sobre quien ocupa el lugar de la palabra intelectual en una sociedad. Estos son momentos donde las palabras se mueven en una conjunción de espacios, pero la palabra se ha vuelto pública, desnuda, situada, tensionada, en busca de remontarse mas allá de las firmas, buscando nuevas legitimaciones, mecanismos argumentativos, palabras que se encuentran disputando lo político, la palabra se ha vuelto igualitaria. En este conte contexto frente a la idea de lo intelectual le nacen un conjunto de interrogaciones: ¿dónde se encuentra?, ¿en ese espacio de reconocimiento de reglas, escrituras, intervenciones, limites difusos que producen aperturas y estrechamientos?, ¿en un conjunto de legitimaciones que recorren trayectorias biográficas que dan cuenta del uso de las palabras en ese trayecto de nuestro ir hacia el punto determinado al nacer?, o quizás ¿en ese todos colectivo que construye esa palabra que disputa significados, lecturas, sueños, y utopías?, ¿es similar a una posición en el ejercicio de una determinada practica a ese amplio rango vinculado a las disciplinas humanidades o es el ser humano que interviene en la disputa del ágora democrático?. Lo intelectual, como palabra maldita, como palabra que genera compromisos, discordias, legitimaciones de la dominación y la liberación, que recorre los caminos mas allá de lo trazado por las escrituras, por los espacios legitimados de lo impreso y el conjunto de certificaciones entregadas por las academias, ¿el intelectual como estatus? ¿Cómo palabra escondida?.... porque también así como existe la pregunta sobre el ese murmullo que puede generar en determinados momentos políticos y sociales de una sociedad, a uno le nace la sospecha de los silencios, el silencio como exilio de la palabra, para dejar lugar al triunfo de los consensos entre desiguales de la dominación. Como afirmamos con anterioridad, son momentos donde la palabra ha adquirido un alto grado de configuración igualitaria, muchas veces recorriendo los espacios del margen, intervención que presenta un conjunto que rompe solamente el apoyo o no de determinadas medidas, sino en ellas, se encuentran las aperturas de las discusiones perdidas en las décadas de los finales (historia, política, 24 Ver ALTAMIRANO, Carlos, Intelectuales. Notas de investigación sobre una tribu inquieta, Buenos Aires, Siglo XXI Editores Argentina, 2013


izquierda), nuevamente colectivamente nos hemos abierto a re-pensar, la democracia, la igualdad, la republica, la lucha de clases, la izquierda, la derecha, el odio, el amor, lo humano en su conjunto. Palabra que se incorporo a través de la brecha, que no es solo un camino sin argumentaciones, sino que puso en tensión los mecanismos argumentativos legitimados por la idea de final, intervenciones que se construyen a contrapelo, que retoman las palabras de los vencidos disputando su lugar a la palabra del vencedor, palabras…. Quizás la acción central de lo intelectual, pero patrimonio compartido por todos, que rompe los mecanismos constituyentes de lo desigual, porque el principio central de lo igual es la capacidad de los habitantes de la comunidad política de generar la palabra. 1. Desde la llegada de Nestor Kirchner al poder en mayo de 2003, se planteo la necesidad de articular una relación de dialogo con el campo intelectual, proceso caracterizado por un conjunto de idas y vueltas, diálogos, rupturas, hasta la aparición de Carta Abierta, que consolido un espacio intelectual

propio frente al momento de ruptura histórica que significo la movilización de los

sectores patronales del campo en el 2008. Dialogo de tensiones entre la búsqueda de la pregunta de la tarea del intelectual, y la pregunta del político en el devenir de la acción propia, interrogantes sobre las formulaciones entre la formulación de una nueva arquitectura del lenguaje que expresara los conceptos: movimiento, lo político y su nueva relación con lo social, la re-lectura de lo nacional y popular, la conformación de vasos comunicantes con las culturas de izquierda25, cuestionando nuevamente la posición del intelectual en la sociedad, su participación en las mediaciones entre la sociedad política y la sociedad civil, lugares de enunciación discursiva. Dialogo complejo entre los espacios de “autonomía” discursiva consolidados en el entramado de las modificaciones en nuestra sociedad a partir del conjunto de reformas neoliberales, mecanismos de legitimación y de circulación de la palabra, niveles discursivos que conforman nuevos entramados de pasajes. Re-configuración de una política cultural, que pretende poner en tensión la democratización de la palabra, subjetividades con capacidad de dar un sentido y significado a lo real, a la participación y lecturas sobre lo constitutivo de la acción política, ubicando el disenso y la lucha agonistica en la arena política argentina. Espacio heterogéneo, circulando entre un discurso de binaridad constitutiva, en la toma de posición respecto a la aparición del momento kirchnerista en la grietas del acontecimiento político nacional. 25 Para este ensayo vamos a pensar a las culturas de izquierdas integradas tanto las orgánicas como las otras tradiciones emancipadoras, que pueden rondar el arco que va del marxismo clásico a las diferentes versiones de izquierdas liberales. De esta manera el dialogo interpela a un conjunto amplio de arquitecturas del lenguaje características de cada tradición.


Frente a ciertos discursos, la toma de posición no implica la perdida de la capacidad de la critica constitutiva, sino que en el momento de la palabra enunciada, la misma se ubica en el espacio de la lucha de interpretaciones, de esa construcción de una nueva arquitectura del lenguaje político, recuperación de tradiciones e imaginarios sociales. Estas luchas interpretativas adquirieron una mayor claridad, en el momento de la ruptura simbólica del rol de neutralidad discursiva de los medios de comunicación, que dejaron de ser presentados como una extensión de la “neutralidad”, y se configuraron como expresión también de los poderes económicos, ubicando su discurso como un espacio de emisión de sentidos sobre la totalidad de lo real, que configuraban lecturas rectoras de la realidad, lecturas no inocentes, la “neutralidad” emitida como posición discursiva implicaba pretender universalizar los significados de lectura sobre la totalidad de la sociedad, a partir de los intereses particulares ocultos en la puesta en escena de una estética de lo político, legitimador de formas de recepción y comprensión de la realidad, hegemonía de un lenguaje que codificaba un extensión de lo real sin vínculos entre el vocero y el dueño de la palabra, lecturas organizadas en torno a la idea de una sociedad sin conflictos, formas de estar y ser en el mundo, donde la contradicción aparecía como elemento de anomía en el cuerpo de la sociedad, contradicción excluida a los margenes de lo real, no constitutivo de una sociedad.26 Donde la idea de una “civilización”, leída en clave de la expansión del mercado como regulador de las relaciones entre los ciudadanos, ahora leídos e entendidos, como “ciudadanos-consumidores”, ubicaba como parte constituyente de su identidad, a un otro, en el margen, excluido del festín neoliberal, esperando el “derrame mágico” de las migajas sobrantes, un otro estigmatizado, ubicado en las lineas de la “Barbarie”, incompresible presencia que emergía en los piquetes, los movimientos de desocupados, en los comedores, voces de los vencidos por el neoliberalismo, que susurraban a los oídos del poder su presencia fantasmal, como diría Benjamín, una “civilización” construida sobre la “barbarie” propia de su devenir, no como un afuera, sino, parte integrante de su devenir, parida desde sus mismas entrañas. Un campo intelectual y político que establecen lecturas, diálogos, idas y vueltas, sobre el transito de lo democrático, su desenvolvimiento en una sociedad que paria exclusión, sobre si solamente las formalidades son suficiente para lograr una definición aproximativa a pensar la democracia como vida de una sociedad, recuperación del dialogo abierto en la primera etapa del alfonsinismo, una expresión que dejaba de ser partidaria para ser instituyente del ser democrático, la relación de la primacía del “mercado” como sujeto regulador del conjunto de la sociedad. El neoliberalismo puso en tensión parte de los supuestos de los campos regulados por el “gran campo” el Estado, ubicando al mercado como un río que inundaba con sus relaciones al conjunto de los campos autónomos. 26 El presente párrafo es una lectura de CASULLO, Nicolás, Las cuestiones, Buenos Aires, FCE, 2008


En cierta manera, la construcción del imaginario de una autonomía discursiva, por parte de determinados sujetos sociales, tanto en el campo intelectual como en el ciertas culturas de izquierdas, se desarrollaba frente a las formalidades del andar del neoliberalismo, reflejo, en parte del proceso de des-politización impuesto por las fracciones de las clases dominantes, resultado de la crisis del Alfonsinismo en 1987, y la política de des-politización de la sociedad, y de los ámbitos académicos, durante el menemato, el kirchnerismo, en este sentido, representa un conjunto de realidades que re-politiza los espacios de producción discursiva, tanto académicos cono extraacadémicos, al interpelar con un conjunto de practicas las posiciones de los sujetos sobre la esfera de lo político. 2. La intervención del campo intelectual en la sociedad civil, principalmente con mayor visibilidad a partir del conflicto del 2008 con las entidades agropecuarias, han puesto en tela de debate el conjunto de estéticas de lo político27 implementadas durante las décadas neoliberales, en las cuales una conjunción de concentración de medios periodísticos, la consagración de la idea de la imposibilidad de encontrar una alternativa a la serie de políticas implementadas, es decir el recorte de las configuraciones de lo posible y la constitución de un cuerpos de experiencias homogéneas, definieron un conjunto de actos sobre lo visible, lo que se puede decir sobre ello y que sujetos podían emitir un juicio sobre lo mismo, los entramados discursivos del espacio económico, despojados de las mediaciones entre espacio de habla y emisor, establecieron una distancia discursiva entre un poseedor de un saber, autónomo de lo político, y conjunto de sujetos sociales, despojados de la posibilidad de acceder al acto de conformación de una subjetividad colectiva, pasividad de la aceptación del hecho neoliberal como única posibilidad de devenir de la reestructuración de la sociedad. La intervención de un conjunto de intelectuales en el momento destituyente del 2008, abrió una fuerte brecha de disenso discursivo sobre la arquitectura del lenguaje neoliberal, que implicó una nueva forma de pensar las posiciones que los cuerpos, los sujetos hablantes colectivos, se reapropian de la capacidad de designar objetos, de organizar la realidad, una organización nueva de lo sensible, siguiendo al filosofo francés Ranciere, que ponen en tensión los regímenes de presentación y de interpretación de lo real, una re-configuración de los regímenes de percepción y significación, es decir: “Reconfigurar el paisaje de lo perceptible y de lo pensable es modificar el territorio de lo posible y la distribución de las capacidades y las incapacidades”.

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Este proceso de pensar las brechas de disenso en torno a los entramados discursivos, se configura como un proceso de subjetivación política, proceso que avanza sobre la capacidad de los sujetos 27 Tomamos el concepto de Estética de lo político que se encuentra desarrollado en RANCIERE, Jacques, El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010, p. 65 28 RANCIERE, Jacques, El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010, p. 52


políticos sobre la pregunta del saber que objetos y sujetos están incorporados, y cómo, en el conjunto institucional que conforma un Estado, abrir la brecha sobre como las leyes producen una definición de relaciones que instituyen una comunidad política. Interpelación que rompe con la evidencia sensible de un orden dado por “natural”, que destina a los sujetos a ocupar posiciones de comando o de obediencia, a la participación publica o privada, una asignación de una temporalidad que estructure los mecanismos de la vida, formas de ser, ver y decir, una lógica que ubica cuerpos en lugares previamente distribuidos, que legitima voces que enuncian determinadas practicas discursivas, interpelación que se hace a través de una invención de una instancia colectiva de enunciación, re-diseñando los espacios comunes 29, actividad que implica recomponer una arquitectura del lenguaje propia de la presencia de lo colectivo, a través de dotar un nuevo conjunto de significados a tradiciones políticas, re-significación conceptual, de pensar la temporalidad y los relatos que se disuelven en la sociedad, de significar una relación pasadopresente que permita una nueva configuración de lo posible. 3. Como mencionamos, al comienzo del presente ensayo, el kirchnerismo, desde su llegada al gobierno, intento establecer puentes con el campo intelectual, una dialogo con un conjunto de intelectuales enrolados en un concepto demasiado poroso y fluctuante, “progresistas”, en el se podían encontrar tradiciones que iban desde diferentes culturas de izquierdas hasta liberales republicanos, con participación en la constitución de grupos que actuaban con diferente niveles de proximidad en experiencias que iban desde el espacio sindical hasta espacios de asesoramiento de partidos políticos, este acto de dialogo intentaba recuperar la pregunta sobre el papel del intelectual en una instancia de la construcción de un modelo político alternativo al neoliberalismo. De esta manera, el kirchnerismo naciente interpelaba a varios de los supuestos “naturalizados” durante el periodo anterior, poniendo en tensión un conjunto de preguntas en torno a la relación intelectual y política, supuestos en torno al rol de la critica, sobre que espacios se ejerce la misma, es decir, sobre que poderes que articulan una sociedad capitalista, pregunta implícita sobre que se entiende por autonomía discursiva del intelectual, sobre la idea de neutralidad del sujeto participante, o sea un conjunto interrogativo sobre los imaginarios sociales sobre quienes conforman el campo, sobre los mecanismos de definición sobre quien esta incorporado, sobre sus limites, parámetros que preguntan sobre lo intelectual.30 Un ejemplo de lo expuesto en los párrafos anteriores, es la situación descripta por el filosofo Jose

29 Ver RANCIERE, Jacques, El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010, pp. 61-62 30 Dentro de la bibliografía sobre el debate actual sobre el rol del intelectual se recomienda la lectura de SARLO, Beatriz, La audacia y el calculo. Kirchner 2003-2010, Buenos Aires, Sudamericana, 2011, principalmente el capitulo V “Discurso e Ideologia”, GONZALEZ, Horacio, Kirchnerismo: una controversia cultural, Buenos Aires, Colihue, 2011. Para un paranorama de la relación entre los intelectuales y la política desde la llegada de la democracia PAVÓN, Héctor, Los intelectuales y la política en la Argentina. El combate por las ideas 1983-2012, Buenos Aires, Debate, 2012


Pablo Feinmann en su libro El Flaco31 donde ronda en torno a lo largo del mismo una especie de una recreación, principalmente a partir de la decisión del ex-presidente de dejar de lado la idea de de la construcción de un nuevo movimiento transversal para dirimir poder dentro de la estructura partidaria del Partido Justicialista, del dialogo que se realiza en el acto III de Las Manos Sucias32, entre Hugo y Hoederer. En ese acto de la obra teatral se articula en torno a la pregunta sobre la relación entre política e intelectualidad, pensar los grados de la autonomía intelectual y la practica de lo político, entre las éticas de la convicción y la ética de la responsabilidad planteada por Weber, un dialogo que marca las tensiones entre el campo político y el campo intelectual, una marca que estará presente en el campo intelectual argentino como tensión interrogativa a partir del periodo post-dictatorial, y que la llegada del kirchnerismo al poder, volvió a colocar en el debate. El dialogo sartreano, puede ser leído sobre como los mecanismos interrogativos de quienes, desde del campo intelectual, se realizan la interrogación sobre lo político, y dentro de esto la pregunta sobre el compromiso político, un espacio que encuentra la tensión constitutiva entre lo teórico y la praxis política, entre el espacio de lo ideal y lo real, tensión que retoma Hoederer, al explicar a Hugo, sobre la imposibilidad de realizar y poseer un compromiso político sin previamente aceptar, y tomar como punto de partida, lo que los hombres son, es decir, actuar, en algunos casos, sobre las circunstancias pre-establecidas que configuran el accionar de los sujetos sociales 33, que configuran el campo de lo posible mediato, sin dejar de ejercer una proyección sobre lo posible en el futuro34. En este sentido, la intervención del sujeto no implica necesariamente dejar de lados los principios rectores, sino reconocer que el campo de lo político, es necesariamente un espacio de conflicto, donde las fuerzas y/o subjetividades intervinientes no participan en igualdad de condiciones, y, su vez plantea como eje para la reflexión la naturaleza de no-autonomía argumentativa del intelectual, sino que la misma es una construcción que proviene de la ruptura significante, para el caso argentino, de la dictadura cívico-militar como acontecimiento, condicionante a su vez de la naciente democracia argentina, que luego de la experiencia del gobierno de Alfonsín, se construyo como un el discurso exiliado y circulante en el espacios académicos, o tal vez, en espacios ubicados en la zonas limites de participación en la sociedad civil, este ultimo actuando como discurso interviniente, pero con escaso grado de recepción en la arena publica. El campo intelectual argentino, empezó a designarse en función del grado de participación en la 31 FEINMANN, José Pablo, El flaco. Diálogos irreverentes con Néstor Kirchner, Buenos Aires, Planeta, 2011 32 SARTRE, Jean-Paul, Las manos sucias/Kean, Buenos Aires, Losada, 1997 33 Marx afirmaba: “Los hombres moldean su propia historia, pero no lo hacen libremente, influidos por las condiciones que ellos han elegido, sino bajo las circunstancias con que se tropiezan inexorablemente, que están ahí, trasmitidas por el pasado.” MARX, Karl, 18 brumario, Buenos Aires, Ediciones Libertador, 2007, p. 17 34 Aunque se puede realizar la pregunta sobre los limites de las alianzas políticas en un contexto de correlación de fuerzas no favorables.


esfera de la academia como rectora de la pertenencia o no del mismo, modificación que fue acompañado por la serie de reformas neoliberales del gobierno de Carlos Menem, que instituyo un entramado de una nueva legitimación, articulada sobre la conformación de los mecanismos de financiamiento de la investigación, generadora de nuevas practicas y experiencias académicas. En cierta manera, la consolidación de estos mecanismos instituyo un posición de presentación de lo académico como de “neutralidad científica”, respecto a lo conflictivo de la arena política, es decir estableció una fisura entre lo académico y lo político35. El hablar, la emisión discursiva, que legitimaba dicha fisura en los últimos tiempos ha sido puesta en tensión. El dialogo sartreano que se establece con mayor fuerza en el acto III de las Manos Sucias, tienen como marco de referencia a las subjetividades pensando e interrogándose sobre político, no es solo un debate entre dos sujetos que separan lo político del rol de intelectual, en ambos casos, tanto Hugo y Hoederer son lo político y lo intelectual, no hay división social del trabajo, en toda la obra no esta establecida dicha separación, sino que esta atravesado por el lugar hegemónico del lugar del habla, es decir, intelectual-político o político-intelectual. De esta manera, la obra teatral presenta el conflicto entre lo político como un conjunto de principios rectores que regulan nuestra presencia en el ámbito de la praxis, y, por otro lado, la política, que incorpora el contexto sobre el cual se ejerce la misma. En este sentido, Hoederer no es representante de lo pragmático hegemonizando lo político, y Hugo, el autónomo intelectual, cuyo objetivo si bien es el de ubicarse como el vigilante de la acción de Hoederer, y que tiene la orden partidaria de asesinarlo si es el caso, interesante metáfora a la que volveremos, sino que es participante de un debate interno sobre el régimen de legitimidades que se dan en el entramado de las relaciones de la acción política sobre lo real, se puede resumir en el siguiente conjunto interrogativo ¿cual principio actuá como central? ¿cual corre el riesgo de inmovilidad?. Es sobre este conjunto interrogativo sobre el que se sustenta lo que podríamos decir la base argumentativa de Hoederer cuando le dice a Hugo, si el principio rector de la acción política se instituye como dogma, y no se toma la humanidad, como algo lo que es, y la convierte en sujeto rector y habitante de un mundo ideal, puede producir un doble movimiento: la inacción, o el riesgo de la destrucción de la sociedad. En este dialogo que se establece, adquiere una centralidad para comprender una parte de la primer relación entre intelectuales y el gobierno de Nestor Kirchner, y sobre el que se sustenta gran parte del libro de Feinmann, Hugo le reprocha a Hoederer, que las relaciones que establece con los otros 35 Acompañado esta fisura, en el espacio de la construcción relatos sobre lo real, que se basaba en una especie de neutralidad discursiva sobre un conocimiento, era llenado por los “técnicos” que argumentaban sobre lo económico como esfera autónoma.


partidos enfrentados a la ocupación corre el riesgo de generar transformismo que cristalice el pasaje del partido para la revolución a un partido de gobierno, dejando de lado el principio rector del partido revolucionario que es es la toma del poder, y no un conjunto de posibles alianzas que pueden ser cooptadas por el sistema político post-ocupación. En este contexto se produce la pregunta, realizada por Hoederer, que tiene una centralidad para comprender político, en situaciones de desigualdad en la correlación de fuerzas adversa ¿cómo se conserva el mismo?, y ¿desde qué realidad se interpela al mismo?. Hugo al presentar como única variable de intervención el espacio del principio, recorta el espacio sobre la intervención y de la construcción de lo político, no deja la posibilidad de constituir lo político en una extensión de los riesgos de la praxis como elección sobre las configuración de lo posible implícito en el presente, elección y responsabilidad en una elección entre caminos posibles, pero contenidos como punto de partida en el acontecimiento del presente, acción de elección que adquiere niveles de responsabilidad, porque como plantea Hoederer en el dialogo, la política se hace para los vivos, es decir sobre los sujetos reales, que respiran, aman, es decir, sin amor hacia el hombre real no hay posibilidad del ejercicio de la política como acto de constitución de una alternativa al acontecimiento fundador. En esta lógica del devenir de lo político en el dialogo de Sartre, se produce la intervención de Hoederer sobre la relación entre los medios y los fines, sobre la inocencia del poder: “Exactamente. Hoy es el mejor medio. ¡Cómo te importa tu pureza, chico! ¡Qué miedo tienes de ensuciarse las manos! ¡Bueno, sigue siendo puro! ¿A quién servirá y para qué vienes con nosotros? La pureza es una idea de fakir y de monje. A vosotros los intelectuales, los anarquistas burgueses, os sirve de pretexto para no hacer nada. No hacer nada, permanecer inmóviles, apretar los codos contra el cuerpo, usar guantes. Yo tengo las manos sucias. Hasta los codos. La he metido en excremento y sangre. ¿Y qué? ¿Te imaginas que se puede gobernar inocentemente?” 36

La acción política contiene en si, la negación del acto de inocencia, mas cuando se gobierna sobre sociedades de clase. Son las circunstancias las que determinan el accionar, las medidas a tomar, la correlación de fuerzas en un momento determinado, pero volvemos a la idea, negar que la política no es inocente, no es ubicarse y actuar sobre un paradigma pragmático es pragmatismo actuante, sino pensar que la acción esta condicionada por el contexto de participación, es decir, los hombres actúan no en las situaciones ideales sino sobre el entramado que la historia les construyo como presente. En este sentido, Hoederer se mueve con principios humanistas, el amor al hombre, situado en el contexto es el que lo lleva a la acción, no una subjetividad ideal sino de carne y hueso, principios del humanismo que contiene la posibilidad del acto de violencia, pero que se reconstruye sobre el principio de temor de la muerte del otro: “Prefiero la gente que teme la muerte de los demás: es 36 SARTRE, Jean-Paul, Las manos sucias/Kean, Buenos Aires, Losada, 1997, p. 84


prueba de que sabe vivir”. Retornando a la idea previa de Hugo enviado a vigilar a Hoederer, se constituye en una interesante metáfora sobre el papel de lo intelectual en lo político, en este sentido lo intelectual, se construye un guía, un emisor de la palabra sobre lo político, lo cual nos lleva a la pregunta sobre la ubicación del mismo ¿por afuera? ¿adentro?, la posición como punto de referencia, en determinados contextos es desnudarse ante el otro, decirle yo hablo, pronuncio la palabra desde un determinado lugar, es decir anulo la idea de espacio indeterminado, la palabra ubicada, expone al sujeto emisor en una situación de vulnerabilidad, ¿hay posibilidad de escapar de la situación de vulnerabilidad?. Solo ocultándose en un espacio de apariencias, donde el discurso tiene múltiples extensiones de emisión, aun sabiendo que existe la posibilidad del desnudarse en los mecanismos de la argumentación, los académicos que escriben sus lineas en diarios que son opositores al gobierno, juegan con la idea de autonomía, se presentan, casi con la antigua idea del técnico, es decir, son sociólogos, historiadores, críticos literarios, politólogos, de esta manera se produce un proceso por el cual se oculta, y se presenta ante el lector, la idea de voz autorizada y legitimada por su participación en determinados ámbitos, construyendo un imaginario frente a los lectores, de una separación entre el discurso emitido y lo político. Para terminar, podemos decir, que lo abierto por el momento político del kirchnerismo se caracteriza por la antigua dicótoma que se enfrento el mundo intelectual, en décadas pasadas sobre la posibilidad del compromiso de los mismos en la participación de la construcción de una arena política de debate entre proyectos de nación.


¿Para que sirve la historia en los nuevos tiempos históricos? El presente articulo pretende realizar pequeñas interrogaciones, sospechas, aproximaciones, a la relación compleja entre la historia, como disciplina, sus canales de difusión en una sociedad, y las “políticas de la historia”, en los procesos de cambio político en las sociedades latinoamericanas, y en la Argentina en particular, dar cuenta del significado de lo que denomino la interpelación revisionista, entendida a esta como una aproximación a la pregunta sobre la “políticas de la historia”, desde una multiplicidad de espacios lecturas, a partir de la brecha abierta en nuestras sociedades, en el sentido, de que solo en momentos de modificación de las estructuras económicas sociales es posible generar los espacios para la construcción del debate, una interpelación que no solo puso en tensión el conjunto de relatos historiograficos establecidos, lecturas sobre el pasado, sino también, el lugar de los espacios académicos, atrapados en las los lógicas del neoliberalismo educativo, y en el campo de la circulación, distribución y legitimación de mecanismos de escrituras, discursos, encerrados y auto-reproductivos, haciendo propias las palabras de Umberto Eco: “Desarrollar un problema no requiere decir resolverlo: puede significar solamente aclarar los términos para hacer posible una discusión mas profunda”37 Aclaro, que no creo en las “neutralidades” ni a nivel disciplinar ni a nivel de participación en la esfera publica, separación que se legitima en torno a la idea de distancia sobre sujeto y objeto de estudio, donde lo “científico” se construye como una armadura respecto al conjunto de las circunstancias que rodean a la subjetividad que produce interrogaciones, quienes trabajamos en determinados ámbitos conocemos como el tipo de escritura permite realizar determinadas estrategias discursivas para ocultar la separación, pero eso no significa que estén presentes. Momentos políticos como los actuales, hacen necesario que seamos participes de la “batalla cultural”, establecer los modos de desmontar los mecanismos del pensamiento colonial, desde las multiplicidad de espacios que ocupamos como sujetos, tarea desde el punto de vista de trabajador/a de la enseñanza en la universidad, tarea política, de romper ciertas estructuras que hacen vernos como subjetividades privilegiadas por estar en el ámbito universitario, es establecer la pregunta sobre la necesidad de interrogarse sobre la estructura universitaria, yo hablo desde la disciplina que me forme, la Historia, la cual me apasiona, con la misma pasión que vivo los procesos en los cuales nuestras sociedades se están desarrollando, la participación de quienes practicamos las ciencias sociales en el ámbito del espacio publico, puede servir para dar cuenta, como afirmaba el historiador cubano Moreno Fraginals, que la historia es un arma, tanto si la controla las clases dominantes, como si es apropiada por los pueblos en su lucha por la liberación nacional y continental. La aparición nuevamente de la pregunta revisionista, o quizás ya debería ser denominado la 37 ECO, Umberto, Obra Abierta, Planeta, Barcelona, 1992, 51


cuestión revisionista, ha generado un alto grado de critica de cierto sector de la academia, que implica un conjunto de preguntas sobre: epistemología, metodología, objetos de estudios o formas de narrativas, el rol de la circulación y mecanismos de construcción de legitimaciones de carácter disciplinar en el ámbito universitario, la compleja relación entre la disciplina, circulación societal de los discursos historiográficos, los usos públicos de los mismos, y la posición de la disciplina histórica en referencia a la serie de procesos socio-políticos que están en curso en nuestra región, y en nuestro país en particular, del retorno de la categoría historia, en su carácter nuclear dentro del campo de la política. Enzo Traverso refiriéndose a la tarea del historiador, como actividad disciplinar y la relación enunciada entre disciplina y circulación discursiva dice: “Si bien su profesión trata sobre la reconstrucción y la interpretación del pasado, no tienen el monopolio de su representación. Esta última sigue diversos caminos, que los historiadores no controlan y que suelen superarlos. Su trabajo está puesto al servicio de la sociedad que lo usa como quiere. Ellos no tienen la última palabra” 38

La pregunta histórica, las miradas que se ejercen sobre el pasado, se encuentra atravesada por la posición situacional del historiador, por el entramado compuesto, por opciones teóricas netamente disciplinares, pero también por las opciones totales extra-académicas que conforman su subjetividad, es decir, mirar el pasado implica que la misma es resultado del presente viviente del historiador, el presente, que nos da el contexto social donde se ubica el nacimiento de los interrogantes, la interrogación, los mecanismos de escritura, sus formas de legitimación en los estilos, es parte de los marcos ideológicos, pensado estos marcos como lecturas rectoras sobre lo real, que nos muestran que determinadas subjetividades se realicen determinadas preguntas y no otras, de esta manera, podemos decir, la pregunta historia siempre permanece abierta. Ahora, como lo señala Traverso, el discurso historiográfico recorre caminos que escapan al monopolio del control de la historia disciplinar, es decir, en cualquier sociedad existe un uso político/publico de la historia, ya que la misma es un instrumento que sirve para configurar círculos de identidad colectiva, que instituyen un determinado relato sobre el pasado, que en el caso de nuestras sociedades, gran parte del discurso publico de la historia es un representación del pasado construido por los intereses ideológicos de los sectores dominantes que construyeron la idea de nacionalidad en nuestro país, que a través del control de los aparatos de reproducción (manuales, medios hegemónicos, etc.) convirtieron a la historia en un legitimador de complejo entramado discursivo y simbólico, que Arturo Jauretche denomino como “Las Políticas de la Historia”, estamos en presencia no solo ante un discurso que constituyente en el ámbito académico sino de un constructo que permitió configurar arcos de solidaridad inter-clasista, que actúa como un importante legitimador del orden de clase que se construye en el país. 38 TRAVERSO; Enzo, La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, FCE, Buenos Aires, 2012, 283


Este relato historiográfico, construido sobre la narración del devenir de la hegemonía de la oligarquía terrateniente portuaria de la Provincia de Buenos Aires y los grupos dominantes del interior, encuentra como articulador fundador en la zoncera primera denunciada por Jauretche “Civilización o Barbarie”, el devenir de la historia era la marcha de la victoria de la civilización europeizante de los sectores dominantes porteños, sobre la barbarie de las masas populares, de esta manera se construyo una historia política/publica con un conjunto de panteón de héroes, cuyos bustos y nombres pasaron a formar parte de las nacientes urbes, o maquillando de cualquier pretensión política, a sujetos que desde la incomodidad de tener que aceptarlos debían aparecer como dóciles, se construía de esta manera una especie de patrimonio nacional, pero como diría Benjamín: “Tal patrimonio debe su origen no sólo a la fatiga de los grandes genios que lo han creado, sino también a la esclavitud sin nombre de sus contemporáneos. No existe documento de la cultura que sea a la vez documento de la barbarie.”39

Pensar el relato historiográfico en su proceso de instalación sobre la sociedad, a través de las estructuras educativas, los espacios simbólicos, es también ejercer el acto interrogativo y de sospecha sobre el conjunto de silencios, dar cuenta de un proyecto construcción que posee múltiples voces, donde las palabras y presencia de los derrotados siguen latentes, cuya presencia pone en tensión la ética del proyecto de construcción societal, de un relato que de cuenta de la “barbarie” fundadora de la “Civilización”. Es decir, también que mecanismos de legitimación se han producido, tanto dentro del campo de la historia como disciplina y sus espacios de comunicación, como la historia se convierte en una poética del saber, por el cual se establecen un conjunto de procedimientos por el cual un discurso se da un estatuto de ciencia y lo significa, ese conjunto de reglas sobre los cuales un saber se escribe y se lee40, se legitima y se distribuye, quienes son el conjunto de las subjetividades consideradas como validas para la apropiación y construcción de un discurso sobre el pasado en un espacio social determinado, es poner en tensión la relación entre el contrato científico, el contrato narrativo y el contrato político propio de cada disciplina. Es dar cuenta de la relación que se establece entre el conocimiento y la política, de que conjuntos de mecanismos se constituyen como implícitos o como en determinados momentos se transforman en visibles, es dar cuenta como el conjunto de aperturas de la escena del debate publico se ejercitan en una actividad disciplinar determinada. La pregunta, la interpelación, el debate, el desacuerdo, la constitución de un espacio publico donde las mismas se expresen, servido para que los sujetos y espacios institucionales se pronuncien sobre 39 BENJAMIN, Walter, Los Conceptos de filosofía de la historia, Terramar, La Plata, 2007 40 VER RANCIERE, Jacques, Los nombres de la historia. Una poética del saber, Nueva Visión, Buenos Aires, 1993, 16-17


“los lugares de emisión discursiva”, un habla enmarcado en la institución de unl agorá publico, donde la enunciación de un discurso tiene como objetivo la idea de configurar una subjetividad ante los procesos políticos contemporáneos, ya formando opinión publico, o entregando conceptos para interpretar a una disciplina determinada. Esta serie de problemáticas han colocado en el centro de la escena publica, la pregunta sobre la autonomía de la disciplina historia, y por lo tanto, de las ciencias sociales en su conjunto, es deudor sobre una serie de debates sobre la palabra, abierto principalmente a partir del conjunto de intervenciones sobre la “ley de medios audiovisuales”, lo novedoso de la apertura del debate sobre la historia, es la superación de los muros académicos, y la incorporación como núcleo central del debate, quien es el portavoz de legitimidad del discurso enunciado sobre la disciplina. Cualquier sociedad instituye un relato historiografico para generar puntos o marcas de pertenencia, los mismos tienen una estructura que permite generar lecturas rectoras sobre la pregunta del pasado, y en épocas de crisis y constitución de nuevos espacios políticos, esas lecturas entran en un estado de sospecha, sospecha nacida de la pregunta ¿por qué llegamos a ser quienes somos?, un relato, que muchas veces, articulan al pasado, como una lectura pedagógica, incluyente de disputas sobre memorias, narraciones, actores sociales, caminos de interpretación que el presente instaura como espacio de dialogo con el pasado, por lo cual, en la crisis, el dialogo entra en una fase de tensión. Así mismo, desde el Estado se intenta reconstruir una lectura posible del pasado, elección de las claves de lectura sobre los acontecimientos, formando parte de la “batalla por la historia” en el espacio publico. En momentos de re-pensar la historia en los canales que nada el relato historiografico se pone en tensión una seria de puntos conformadores sobre las legitimidades del relato y de quienes se pueden pronunciar sobre el mismo, como vimos con anterioridad,

Enzo Traverso, plantea que los

historiadores tiene a su disposición los mecanismos para la interpretación y la comprensión del pasado, pero no necesariamente tienen el control sobre el destino de los usos públicos de los mismos, y lo mas interesante, no son los únicos habilitados a generar/emitir un discurso sobre la historia. Por lo cual, la interpelación revisionista, en un primer momento fue pensada como intervención de sospecha sobre la narración publica del pasado, pero a su vez, interpelo, de manera indirecta los mecanismos y espacios legitimadores del discurso historiografico en sus diferentes ámbitos. El historiador, como profesión, se encuentra atrapado en una auto-apelación circular sobre quienes son los legitimadores de la escritura de sus trabajos, es decir, gran parte del debate historiografico circula en los ámbitos de las universidades, pero también tiene la intención, generalmente con poco éxito, de ser participante del debate político que se construye en la sociedad. Se enfrenta a la pregunta sobre la utilidad social del conocimiento disciplinar en una tensión entre


la construcción de un discurso, dentro del conjunto de reglas de escritura (formas narrativas, mecanismos de legitimación de la misma) que le permitirían ser un participante en el campo de la disciplina, y la necesidad de construcción de un discurso que circule por afuera del campo. En el debate, desde los espacios académicos se planteaba, de manera correcta, que la escritura y la formación historiográfica esta atravesada por un conjunto diverso de objetos de estudios, teorías interpretativas, que se articulaban mas allá del debate en torno a historia mitrista o historia revisionista, cuestión que nadie pone en duda, sino hay un olvido sobre el papel social del historiador, como profesional, en una sociedad. El historiador, como se menciono con anterioridad, como cualquier persona, esta atravesado por un entramados ideológicos, que marcan su espacio situacional, esta condición situacional son marcas constitutivas de las interrogaciones que hará al pasado, no puede despojarse de las mismas, son constituyentes de su integridad como subjetividad, su pertenencia a una comunidad escindida por los conflictos/antagonismos entre los entramados que construyen la necesidad de pensar e interrogarse sobre su participación en la construcción de un proceso hegemónico de dominación o un proceso contra-hegemónico de emancipación, situarse en la tensión constitutiva de la pregunta sobre su ubicación profesional en la sociedad, sobre el conjunto de escrituras, sobre si las mismas se moverán en espacios de auto-legitimación o se desnudara en el calor de la intervención social del debate publico. Dar cuenta de las marcas, de las brechas, de silencios, de lecturas que confluyen en su actividad diaria, porque ser participe de una comunidad es poner también en tensión el conjunto de reglas de legitimación que se articulan para generar efectos de validación sobre los discursos historiograficos que se instituyen como necesarios para ser miembros de ese campo de conocimiento. Nuestra actividad implica un hacer “ver” sobre el pasado, sobre nosotros mismos, los lugares de intervención desde los cuales nos enunciamos como sujetos con una legitimación determinada para emitir un conjunto de interpretaciones y actos de comprensión sobre el pasado, validado por un conjunto de reglas institucionales determinadas históricamente y por la ubicación dentro del campo respectivo de conocimiento, esas reglas que producen una legitimación discursiva no solo se refieren eminentemente al conjunto de determinadas practicas especificas, marcos de interpretación, filosofías sino, principalmente con un conjunto de practicas no necesariamente vinculadas a la producción de un conocimiento: obtención de un conjunto de títulos de post-grados, participación en congresos, validaciones vinculadas a la obtención de subsidios, así también, sentirse parte de una comunidad imaginada de integrar un espacio determinado... es decir, el lenguaje del enunciado esta legitimado en la materialidad de practicas no discursivas de la disciplina, que a su vez, nos validan como participantes legítimos de ese lenguaje. Es decir somos participantes de un conjunto de representaciones que articula su dimensión


“transparente”, y su dimensión “reflexiva” o de opacidad enunciativa 41, las cuales las podemos interiorizar, y de esta manera generar una naturalización de las mismas, o podemos ponerlas en la tensión interrogativa sobre como nos constituimos como trabajadores en determinados ámbitos. En general, determinadas practicas generan la construcción de una distancia, sobre lo enunciado, un proceso de exclusión de la participación del habla de quienes no son participes de la comunidad del lenguaje, esto genera un efecto desigualitario, genera emisores de discursos sobre temas que afectan a la totalidad de la comunidad, entendida en este caso a los miembros de una sociedad, que solo pueden ser interpretados de una manera determinada, parámetros establecidos en los mecanismos de legitimación de construcción del discurso, aquí entran en juego las escrituras de la historia, entendida en este caso como una disciplina de las ciencias humanas, donde las diferencias solo son visibles entre las personas “entrenadas” para participar de la discusión, pero aparecen “ocultas” a los neófitos, se instituye una distancia discursiva amparada en la distancia de la posesión de un saber determinado. Los historiadores tiene a su disposición los mecanismos para la interpretación y la comprensión del pasado, pero no necesariamente tienen el control sobre el destino de los usos públicos de los mismos, y lo mas interesante, no son los únicos habilitados a generar/emitir un discurso sobre la historia, pero si agregaríamos nosotros, tienen el poder legitimante de enunciación sobre el pasado, construido en la formación especifica (años de formación de grado, luego la especialización sobre determinadas temáticas), el control sobre la validación de las herramientas metodológicas, de legitimación de determinados conjunto de herramientas teóricas, de lecturas, consideras validas por la comunidad, por lo cual implica la una exclusión ¿Implica esta participación que la disciplina histórica debe abandonar la rigurosidad de los métodos propios de cualquier practica disciplinar? No, implica retomar nuevas practicas de escrituras, por el cual, esa narrativa pueda ser incorporada por una sociedad como propia, ya que las formas de las escrituras, son centrales para que los sujetos no practicantes de una disciplina determinada, puedan incorporar los conceptos, las tramas, que dan sentido al discurso histórico. El debate historiografico en una sociedad no debe ser planteado en términos de una dicótoma entre historia académica o profesional e historia revisionista, ya que sera una manera de ocultar la pluralidad interna que corren dentro de ambos espacios, y de manera central, in-visibilizar la posición ideológica de quienes emiten los discursos, el debate historiografico es una parte de la “batalla de ideas” . Para dar cuenta de la centralidad del debate, tomemos el ejemplo dado Marc Bloch, su Introducción a la historia, comienza con una anécdota donde el hijo de un historiador le pregunta a su padre “Papá, explicame para que sirve la historia”, el historiador francés, asesinado por los 41 Ver CHARTIER, Roger, Escuchar a los muertos con los ojos, Madrid, Katz, 2008, pp. 47-48


nazis, dice que esta pregunta sencilla, y complicada de responder, se dirige de manera implacable sobre la legitimidad de la historia, y por lo cual, el historiador, para responder a a esa pregunta, esta obligado a rendir cuentas, afirmando que. “...el debate sobrepasa los pequeños escrúpulos de una moral corporativa, e interesa a toda

nuestra civilización

occidental”42

Para continuar mas adelante: “Es también indudable que las civilizaciones pueden cambiar; no se concibe, como hecho en si, que la nuestra no se aparte un día de la historia. Los historiadores deberán reflexionar sobre ello. Porque es posible que si no nos ponemos en guardia, la llamada historia mal entendida (nota: el autor se refiere al debate ínter-disciplinar con el positivismo histórico) acabe por desacreditar a la historia mejor comprendida.” 43

Nos advierte que lo necesario para comprender la historia, como actividad, debe ser enmarcada en la doble relación entre Pasado-Presente, y Presente-Pasado, es decir, nos señala la relación de las circunstancias de producción de la pregunta histórica, como resultado de un presente deudor de un pasado. Ahora esa pregunta, que en un momento encontró la voz de un niño, hoy es realizada por una sociedad en un proceso de cambio histórico, dentro del cual nos encontramos con el nacimiento de nuevas preguntas, y desde este proceso naciente y en devenir, el historiador, profesional o no, es quien debe responder a la pregunta: “¿Para que sirve la historia?.

42BLOCH, Marc, Introducción a la historia, FCE, México, 1998, p.9 43BLOCH, Marc, Introducción a la historia, FCE, México, 1998, p.10


Coriolano o como leer el disenso “Sólo la escritura puede plantear una pregunta, y por el hecho de que lleva en sí una fuerza, puede dejar esta pregunta en suspenso. Cuando las preguntas planteadas son verdaderas, molestan” Roland Barthes

La escritura de determinadas obras generan un conjunto de interrogaciones sobre los sucesos del presente, los mismos tienen como origen el presente de quien ejerce el acto de lectura, quizás las mismas estén dormitando en las palabras escritas, y solo esperan el momento histórico preciso que hagan que el suspenso sobre las que habitaban sean convocadas. Es en este contexto donde los lenguajes sobre lo político, puestos nuevamente en clave de debate en el centro, se nos presentan como la hipótesis que gira en torno a la obra de Walter Benjamín, el tiempo de la experiencia se convierte en un problema central de la interrogación filosófica, la pregunta sobre cuales son las condiciones que hacen que la experiencia sea posible en una época donde la misma se ha vuelto problemática.44 En momentos donde la experiencia de lectura de lo real basado en el consenso neoliberal, ha entrado en crisis, puesto en tela de cuestión, donde nos encontramos ante un retorno del uso publico de la palabra, que posibilita la apertura de nuevos contextos, condiciones y modalidades de intervención en la sociedad, que como afirma Horacio Gonzalez, se constituyen contra los tiempos impuestos por las esferas comunicativa, la industria cultural y las empresas de información, reaparece la necesidad de la reconstrucción de la palabra critica, que vuelva enlazar la relación entre los mundos intelectuales y sociales con la realidad política.45 El presente trabajo tiene como intención un acercamiento a ciertas interrogaciones que nos puede ofrecer la obra Coriolano, un dialogo entre este presente de la escritura, sus problemáticas y un acercamiento a ciertos ejes planteados por Shakespeare, donde el eje de disenso, de la valoración del reconocimiento del interlocutor se presenta en lo político, obra como caja de preguntas. En el desarrollo de determinados procesos políticos, se producen un re-ordenamiento de lo sensible en la sociedad, se producen apariciones, nuevos mecanismos legitimadores, irrupciones de nuevas subjetividades políticas que se incorporan a la arena de lo político, pidiendo que su voz, como designante posible sobre lo real, sus mecanismos de construcción de una legitimación discursiva sea reconocida como parte de la comunidad política. Procesos políticos que incorporan el desacuerdo en la antigua comunidad homogénea, desacuerdo que muestran las grietas constituyentes de cualquier sociedad, solo que anteriormente reunidas bajo la lógica de lo visible puestas en tela de cuestión permanecían ocultas, o quizás, no nombradas, o 44 Ver STEINER, Uwe, Walter Benjamín: an introduction to his work and tought, The University of Chicago Press, Chicago, 2010 45 Ver GONZALEZ, Horacio, “Sobre los usos sociales del lenguaje, de la ética y de las discusiones intelectuales” en Tiempo Argentino, 15-01-2012.


puestas como imagen bajo los significantes emitidos desde las clases dominantes, que poseen la capacidad de realizar el ejercicio de constituir lecturas sobre la realidad, es decir, dar un significado, incorporado como principio instituyente del sentido común, momentos políticos donde se ponen en tensión los principios de igualdad sobre los que se estructura la base de una sociedad. La lectura de Coriolano nos permite ejercer aproximaciones, búsquedas, procesos interrogativos para comprender parte de la lectura de lo que acontece en nuestras sociedades. Esta obra de Shakespeare46 tiene como eje estructurante la lucha y la disensión, la lucha por el reconocimiento de una otredad en la intervención de la cosa pública, un conjunto de conflictos que se entraman entre si, del cual nosotros tomaremos para intentar una aproximación a lo propuesto, el conflicto por la lucha de poder dentro de la República Romana entre patricios, donde Coriolano actuá como la voz mas intransigente, y los plebeyos, cuyos representantes centrales en la obra son los tribunos del Pueblo, Bruto y Sicinio, en la misma se asiste a el total antagonismo de los “desacuerdos”. Como se sabe, en el espacio publico romano la vida civil se conducía mediante reuniones públicas y estaba dominada por el ejercicio de la oratoria, he aquí un problema que Coriolano plantea como central, la posibilidad de la intervención en el espacio de la palabra política de los plebeyos, palabra vista por los patricios como inestables, alejada de la racionalidad del discurso, palabra basada en las pasiones. Coriolano dice, respecto a los plebeyos: “Vuestras simpatías son como el apetito de un enfermo, que siempre desea lo que puede agravar sus dolencias. (…) Cada minuto es testigo del cambio de vuestros sentimientos.”

Ya en la voz de un oficial en la escena II del II acto : “el pueblo sin saber bien por qué; de suerte que si el pueblo ama inconscientemente, acontece también que aborrece sin motivo.”

En estas intervenciones podemos observar como lo que recorre la tensión central es la pregunta sobre los mecanismos (legitimaciones, argumentaciones) por los cuales los sujetos se instituyen como interlocutores validos para la participación política en una comunidad determinada, esta intervención del pueblo como subjetividad, es presentada como una brecha entre la configuración de nuevas sensibilidades en lo político, como explica Ranciere, el destino político del hombre es en relación con la posición del logos, palabra que se manifiesta sobre lo que hace existente la comunidad de sujetos, la presencia del desacuerdo coincide con los usos respecto a la argumentación, a la presencia sensible de ese carácter de lo común, es la remisión al litigio argumentativo sobre los objetos de discusión y sobre la “calidad” de quienes intervienen, la intervención del pueblo es la aparición de una subjetividad que se presenta libre como los otros, 46 Tomamos como base la Introducción de Hibbard, en SHAKESPEARE, William, Corialiano, RBA, Barcelona, 2003


momento de apropiación de ese conjunto de cualidades negadas por el orden de sensibilidades previos.47 Coriolano, representa la tensión presente en los patricios, el es la voz intransigente del antiguo orden de lecturas sobre lo real, es la palabra que ya ubicó a los sujetos y objetos en un espacio, visibilizó, y le entrego significados, se presenta en clave de invisibilización del litigio fundante de una nueva comunidad política, que se expresa en el reconocimiento de las autoridades, del conjunto de desplazamientos, donde el “pueblo” a través de sus representantes puede expresarse, tensión que puede presentarse en la nueva apertura de un conflicto abierto en la comunidad, que pueda acarrear los riesgos de la disolución, esto se puede seguir en la discusión que se presentan entre los tribunos del pueblo: “Sicinio: Convenceos, que rápidamente será nombrado cónsul. Bruto: En tal caso, bien podremos dejar dormir nuestra autoridad mientras dure el ejercicio de su cargo. (…) Sicinio: No dudéis de que el pueblo, del que somos nosotros los representantes, sintiendo retoñar su aversión a Marcio, olvidará pronto los servicios que acaba de prestar, y se gozará en despojarle de todos sus honores.”

Coriolano, pretende que su autoridad se concentre en los antiguos espacios de legitimación, “ Bruto: Yo lo he oído jurar que, cuando aspirase al consulado, no consentiría comparecer al Foro llevando un traje humilde, ni en acomodarse a la costumbre de mostrar al pueblo para conciliarse sus sufragios hediondos. (…) Bruto: Tales fueron sus palabras. Primero renunciará a aquella dignidad, pues quiere deberla únicamente al sufragio de los caballeros y patricios. (…) Bruto: O sucumbe Marcio, o se viene abajo nuestra autoridad. Para llegar a conseguir nuestro propósito, persuadamos al pueblo de que Marcio ha sido siempre enemigo suyo; que, si pudiera, haría de los plebeyos verdaderas acémilas, impondría silencio a sus defensores, los despojaría de sus libertades, colocando a los plebeyos al nivel de los camellos que se emplean en la guerra, los cuales reciben pienso para llevar su carga, pero son quebrantados a palos cuando sucumben bajo el excesivo peso.” (itálicas propias)

En estas intervenciones, vemos la negación de los desplazamientos geográficos donde el poder debe ser reconocido, pero centralmente, negación de esa otredad ante la cual la autoridad debe buscar legitimarse, es de decir, se produce en no reconocimiento de las capacidades del pueblo en la intervención en los asuntos comunes. Pero a su vez, la voz de los tribunos, no solo muestra esa presencia que construye tensión, sino que son representantes de subjetividades con capacidad reconocida de poseedoras de logos, es decir, nuevos mecanismos de argumentación reconocidos. Una vez elegido Cónsul por el senado, Coriolano se niega a dirigir las palabras al pueblo, no los reconoce como interlocutores validos, produce un proceso de invisibilización, ya que dirigir la palabra es producir el reconocimiento de otro sujeto con capacidad de expresarse, reconocer la capacidad del desacuerdo, pero en ese acto de negación se produce la movilización del pueblo, ahí 47 Ver RANCIERE, Jacques, El Desacuerdo. Política y filosofía, Nueva Visión, Buenos Aires, 2012, pp.10-14 y 22-23


en la voz de Coriolano, el pueblo es presentado como muchedumbre, los tribunos, son solo una boca del ruido, las quejas del pueblo son presentadas como el complot, ahí se presenta el dilema del disenso desde la mirada de las clases dirigentes: “Coriolano: Así es ese rebaño popular del que os tituláis pastores. ¡Conceded el derecho del sufragio a gentes que dan un voto para retractarse en seguido!... ¿Cuál es la utilidad de vuestras funciones? Vosotros, que sois la boca del pueblo, ¿por qué no tenéis autoridad sobre sus dientes? (….) Quieren dictar leyes a la nobleza. Sobrellevarlo es vivir con gentes que no pueden mandar ni obedecer.”

Para continuar mas adelante: “Coriolano: (...)¡Oh, graves pero imprudentes senadores, que habéis permitido a la hidra popular elegirse un magistrado que, órgano de los cien baladros del monstruo, se atreve a deciros imperiosamente “queremos”, que declarando con insolencia que torcerá el curso de vuestra autoridad, sustituyendo su corriente a la vuestra! (….) Vosotros sois plebeyos si ellos son senadores, y lo son desde el momento en que, mezclando su voto junto con el vuestro, es el suyo el que prevalece. (…) Me da inmensa pena ver frente a frente dos autoridades rivales, sin que ninguna predomine. Temo que la anarquía va a surgir.”

En lo discursivo de Coriolano, se trazan los ejes del pensar lo político desde las esferas de las clases dominantes, donde la intervención en la esfera pública de las clases subalternas, es presentada como proceso instituyente de la anarquía, de ruptura de los ordenes consensuales preexistentes que legitiman un orden de cosas, no hay posibilidad de la concepción de lo político 48 en términos de lucha hegemonícas entre proyectos en conflicto, Coriolano no reconoce los nuevos puntos nodales para la obtención de una nueva hegemonía que fija discursivamente el significado de las instituciones y articulan el “sentido común” por medio del cual se construye una concepción de lo real. Si lo hegemónico es el resultado siempre contingente, precario y susceptible de ser puesto en tensión por las intervenciones contra-hegemónicas, necesita la constitución de un campo atravesado por los antagonismos y donde se instituyen las subjetividades políticas, conteniendo en si la dimensión del antagonismo, Coriolano, como metáfora, produce el desconocimiento de que la intervención política, es aquella donde el consenso hegemónico puede ser contener un espacio de des-articulación/articulación de los elementos que la constituyen. Es en ese proceso, y espacio, donde lo político, en su nivel agonistico, constituye el “nosotros” y el “ellos”, observado en clave de adversarios que aceptan las reglas que construyen los mecanismos de legitimación, argumentación, subjetividades visibilizadas, están enmarcadas en una lógica de precariedad de lo consensual hegemónico. Rinesi presenta tres momentos teóricos sobre el pensamiento de los orígenes del acto publico, y por lo cual, la toma de la conciencia, para este autor, en clave dramática del hombre publico, dos de los momentos se vinculan con autores clásicos de la teoría política, la existencia de un “momento 48 Seguiremos a MOUFFE, Chantal, “La política democrática en la época de la post-política” en Debates y Combates, No 1, FCE, Buenos Aires, Noviembre 2011


maquieveliano” y un “momento hobbesiano”, en el primero se asocia a la celebración del conflicto y de la apertura de la historia, mientras que el segundo, esta vinculado a la preferencia a por la estabilidad y a la búsqueda de los modos de encuadrar el inevitable desorden de las cosas, pero en el medio de estas opciones, se presenta la constitución del “momento shakespeareano”, donde el pensar la política, es realizar una aproximación a través de los interinos de su desarrollo y las tensiones existentes entre los otros dos momentos, que el “momento shakesperarano” es el tipo de interrogación y sospecha sobre lo político instalado en el seno de la contradictoria relación entre el orden y su disolución, entre el sistema y su contrario.49 Coriolano es quizás la obra donde este presente de manera mas explicita dicha tensión, que nos permite generar un conjunto de operaciones de interrogación, sospecha, incursiones para intentar generar aproximaciones al pensamiento político en una lectura de aperturas de brechas, de configuraciones sobre lo conflictivo y los mecanismos sobre los que se construye el disenso en nuestras sociedades.

49 Ver RINESI, Eduardo, Política y tragedia: Hamlet, entre Maquiavelo y Hobbes, Colihue, Buenos Aires, 2011, pp 240-253


Hamlet o la palabra fantasmagórica de la conspiración. Sobre lo político, las conspiraciones y espacios políticos. Cuando se inicia a observar el espacio de lo político, uno comienza a observar que contiene niveles de racionalidad y de pasiones que embargan las geografías donde las subjetividades políticas intervienen, geografías en las cuales el conjunto de representaciones espaciales sobre las que el pensamiento político se sostiene, constituye e instituye, espacialidad sobre la cual el conjunto de pronunciamientos y lenguajes de la política forman sus conceptos, distribuyen los actores, organizan las acciones y diseñan la política, en el conjunto de términos de colaboración y de conflicto, de orden y desorden, de jerarquías y de igualdad, de inclusión y exclusión, limites de los niveles de la participación, representación, espacios geográficos donde se expresa la articulación de los diferentes niveles del poder.50 Ese espacio, como vimos esta atravesado por un entramado de lenguajes, dando cuenta de lo real y lo mítico, es decir, construye sobre si, un lugar de desenvolvimiento de mitos y mitologías, que pasan a ser parte del conjunto de experiencias, tradiciones, maneras de interpretación e interpelación sobre lo real, generadoras de identidad, mitologías que construyen imágenes, símbolos, lenguas sobre lo político. En ese espacio, podríamos decir multiplicidad de lecturas sobre lo espacial, se constituye en el imaginario social un lugar oculto, cuya señal central sea la marca del secreto, el lugar de la conspiración, el reino del secreto, donde la palabra circula en las formulas de susurrar, un susurro que se pronuncia sobre lo no visible, susurro que busca interlocutores con la capacidad de ser interpretes de esas palabras, sujeto con la capacidad de descifrar las extrañas señales del poder de verdad. La configuración de un espacio donde existen sujetos dispuestos a denunciar el detrás del susurro, constituido por lo real cotidiano y lo real del poder, actuando quizás, como el jugador oculto en el ajedrez descripto por Benjamín en sus “Tesis sobre la Filosofía de la Historia”. El espacio de la conspiración no solo posee la posibilidad de la denuncia, sino constituye a los sujetos capaces de construir la “santa conjura”: “Si existe una sombra amenazante, existe también una sombra amenazante, existe también una sombra para librar su combate. Sólo el complot parece en condiciones de desbaratar al complot. El secreto, la máscara, el juramento iniciatico, la comunidad de espías, la actuación oculta, en síntesis, todo lo que se denuncia y teme en el otro, vuelto contra éste se reviste de improviso de una sombría y poderosa atracción.” 51

El relato conspirativo contiene en si un conjunto de de tópicos característicos: la lucha por la dominación del mundo, un imperio de tinieblas, cuya función es constituir en las sociedades una especie de sociología, siguiendo a Girardet, de la angustia. 50 Ver GALLI, Carlos, Espacios políticos. La edad moderna y la edad global, Nueva Visión, Buenos Aires, 2001 51 GIRARDET, Raoul, Mitos y Mitologías políticas, Nueva Visión, Buenos Aires, 1999, p 17


El mal, transitando y acechando, en figuras fantasmagóricas, a los sujetos integrantes de las sociedades, el mundo de las sombras, pero que a través de poseer los mecanismos interpretativos existe la posibilidad de darle un rostro humano, de esta manera se realiza el proceso de la demostración y expulsión del misterio, exponiendo a plena luz y a la mirada de la humanidad, la acción oculta, a través de los lenguajes que construyen el acto de la denuncia, por lo cual, las sombras pueden ser enfrentadas y desafiadas. El mito del gran complot, del mundo de la conspiración, tiene como función generar e instituir un proceso explicativo del funcionamiento del mundo, a través del cual se puede dar cuenta de la emergencia de determinados acontecimientos, un relato donde el mundo se desarrolla en función de una grilla, con pasos, etapas, medios y fines, da cuenta de las manos invisibles que mueven la rueda de la historia, de esta manera, para el mundo profano, lo cotidiano vuelve a poseer un grado de inteligibilidad. “el mundo de las cosas tiende a restablecerse cierta forma de racionalidad o, por lo menos, de coherencia”52

En este proceso explicativo y de desvelamiento de los movimientos ocultos en la trama de la sociedad, hace su aparición la figura del “Salvador”, sujeto poseedor de una pureza de origen, y que a través de sus actos permitirá el retorno al retorno de la edad de oro, detrás del mito conspirativo, hay un Mesías esperando constituir un nuevo mundo, sin significaciones ocultas, lo real coincidente con la palabra enunciada. Si como afirma Horacio Gonzalez, la esfera pública se nos presenta como aquella exigua proporción que se deja percibir, lo que no puede ser explicado, debe ser buscado en los espacios ocultos del poder, un lugar donde determinados sujetos son poseedores del conocimiento que se construye y se mantiene fuera de la misma, es decir, el espacio conspirativo es un constructor de un “nosotros” y un “ellos”, basado en la exclusión o inclusión en la trama de significaciones que rodean las tramas del poder, sujetos que perciben la posesión de un don que permite regir sobre las posibilidades de ejercer la dominación sobre los destinos ajenos. Ante un mundo que contiene una complejidad de significaciones, estos sujetos son los poseedores de las claves interpretativas de las mismas, con estas llaves, en el espacio político los elementos fuera de lugar vuelven a tener un orden.53 La palabra fantasmagórica de la conspiración Una sombra amenaza los dominios de Dinamarca, un espacio habitado por el susurrar de las palabras con varios significados, los acontecimientos contienen un amplio espacio de proyección de posibilidades, todo esta presente en presencia muda de la figura del rey muerto envuelto con su cota 52 GIRAEDET, op. Cit., p 53 53 Ver GONZALEZ, Horacio, Filosofía de la conspiración. Marxistas, peronistas y carbonarios, Colihue, Buenos Aires, 2004


de malla, es sobre ese silencio fundador, en la aparición sin palabra que construyen los posibles marcos de interpretación a quienes buscan una respuesta ante el interrogante de la sombra. Interrogación sobre los sujetos poseedores de la validez de convertirse en interlocutores validos, legitimados, para ejercer el acto de desvelamiento de la palabra muda de la presencia fantasmagórica, palabra que debe ser leída en clave de poseer los signos para develar la angustia presente en los sujetos, y nuevamente, el espacio donde esos cuerpos están tenga sentido, es una interrogación sobre lo político, sobre como se constituye las relaciones entre las subjetividades que intervienen, el acto del silencio del fantasma, es la presencia pre-formativa de los sujetos capaces de intervenir en lo publico, búsqueda del reconocimiento, pero el silencio muestra la configuración de un mundo de desiguales, solo hay sujetos capaces de ser interlocutores legitimados que pueden ser poseedores no solo del habla sino del reconocimiento de ser sujetos a los cuales se les habla. Es en el acto del ejercicio de la palabra del fantasma del rey, y podríamos agregar como el ejercicio del silencio, donde se encuentran las posibilidades de acceder a las claves interpretativas de los acontecimientos para de esta manera lograr expulsar la “angustia” reinante sobre Dinamarca, es la búsqueda de una figura capaz de volver a dotar de sentido a las ambigüedades del acontecer de la trama, pero la posesión de las claves interpretativas, como se dijo anteriormente, necesita del interlocutor valido para que las mismas se revelen. Aunque la trama conspirativa esta presente desde el inicio de la obra, solo en el acto de reconocimiento de un interlocutor capaz no solo de ser portador de la verdad, sino también de un sujeto que sospecha sobre lo real. De esta manera, Hamlet, como hijo del difunto rey, es expresión de la sospecha, es ante esta figura que se interroga sobre las ocultas tramas del poder reinante sobre el reino de Dinamarca, ante la cual el fantasma ejerce el acto de revelación, el rey solicita venganza, a través de la misma, de la narración de la muerte de su figura, descubre el entramado de ascenso al poder de su Hermano, es en este acto, de la venganza donde adquiere sentido lo real del poder, es decir, la ilegitimidad del mismo, pero a su vez, se constituye en acto de la construcción de una nueva conspiración que logre desnudar el complot central, por lo cual, es el momento donde se instaura la mascara de la acción conspirativa, Hamlet mascara y actuación de la misma, necesita develar, pero manteniendo un espacio donde la palabra sobre lo real se mantenga en un estatuo de ambigüedad, locura y representación de la acción fundadora a través de la compañía de actores, representación de la palabra que contiene múltiples significados, pero que hablan sobre lo real, y que pierden esa característica cuando es puesta en escena frente a quienes realizaron el acto conspirativo primordial. Pero mientras se espera ese acto final, el poseedor de la verdad debe hacer que la misma sea leída e interpretada por los demás sujetos como no-verdad, la mascara construye una subjetividad no racionalizada, retirada al espacio de lo no-político, pero que a través de las palabras ambiguas


construye el acto de la denuncia, si Dinamarca es una cárcel, se debe a que todos están presos del no conocimiento de la verdad del entramado de poder, de la ilusión que emana del mismo. La puesta en escena por parte de los actores, es la constitución de un espacio mediador a travesado por un conjunto de vectores de conflictos, es la presencia de la politicidad potencial y por la conflictividad latente, un espacio transformado donde se ha emanado lo potencial de la verdad oculta, pero aun continua siendo un espacio no democrático, donde los sujetos que son portadores del mensaje, se encuentran en los bordes, no en el centro, espacio construido para generar la posibilidad de un sujeto con capacidad de habla pero que no disputa los significados de esa palabra, vienen dados desde un exterioridad, es el momento de la palabra como eco, como resonancia, pero a su vez, nos muestra lo potencial presente en la ocupación por parte las subjetividades políticas nacientes, es un espacio que representa las crisis del nacimiento de la modernidad, espacialidad donde nos enfrentamos, como afirma Rinessi, al caracterizar el “momento shakesperarano”, a la interrogación y la sospecha sobre lo político instalado en el seno de la contradictoria relación entre el orden y su disolución, entre el sistema y su contrario.54 Es la palabra fantasmagórica conteniendo en su seno, las claves de interpelación al conjunto de la comunidad política, pero que necesita la constitución de nuevos mediadores para darse a conocer, palabra conspirativa, que construye nuevos interlocutores validos para dar cuenta de la contradicción del poder, desnuda la conspiración, se disuelve el sistema sobre la cual ella era piedra fundamental de la arquitectura sobre la cual el orden se derramaba y se legitimaba, solo queda el espacio para la muerte de los contendientes, los iguales, pero el desigual, ha tomado el centro de la escena, ha sido visible, tomado la palabra prestada para construir el acto de denuncia, en los actores esta el nacimiento de una nueva subjetividad política, la cual se apropia de un bien de la otredad dominante, el don de la palabra legitima.

54 Ver RINESI, Eduardo, Política y tragedia: Hamlet, entre Maquiavelo y Hobbes, Colihue, Buenos Aires, 2011, pp 240-253


Sobre Grietas, Demos, Okhlos y el Buen Rey Democrático Lo político contiene ese elemento central que le da vida, el conflicto, ya que de manera sintética, podemos decir que las sociedades capitalistas, existen dos grandes partidos, el partido de los ricos y el partido de los pobres, ambos buscando en su lucha continua, lograr acaparar el centro de lo político, hay una generalidad que nace de los sectores dominantes de intentar expulsar lo conflictivo hacia el borde, y construir un imaginario de una democracia de “clases medias”, ni muy pobres ni muy ricas, destinadas a instituir desde el centro de lo político, un marco “consensual” para la política. Lo político no es generador de grietas, es la acción que visibiliza el conjunto de grietas existente en una comunidad política, que pretende, desde la construcción de un orden de sensibilidades, constituir la idea de homogeneidad en la misma, y este orden implica la negación de la capacidad de constituirse como seres con logos a la mayorías excluidas, el kirchnerismo, como movimiento complejo, contradictorio, recuperador, pero que da un conjunto de nuevos significados, a las tradiciones populares, a través de su acción de gobierno genero la re-aparición del demos en el espacio público en la disputa por la constitución de un nuevo marco de interpelación democrática en una sociedad, constituyéndose como sujeto presente a lo largo del cuerpo social. Esta intervención del demos es visto por los sectores dominantes como la intervención del okhlos (la turba), sujeto dominado por las pasiones, no poseedores de la racionalidad política, de esta manera se pretende realizar la separación entre lo político y lo social, como esferas destinadas a no estar comunicadas. Frente a las lecturas de los entramados de derecha, frente a la aparición del okhlos, las clases dominantes pretenden constituir la realización pacifica de un gobierno basado en el gobierno de los sabios, mediocracia basada en la subjetividad consumidora y consensual, buscar constituir la opinión de una sociedad post-democrática, por lo cual, intentan buscar constituir la imagen de un buen rey democrático, capaz de calmar las pasiones de las “jaurías humanas” y preservar al demos de la posibilidad de caer en ellas. Ahí la necesidad de constituir una figura pre-democrática, instituir la figura de un auctor, es decir, una figura que es garante, a través del dominio de la capacidad de discernir el sentido del mundo, en medio del ruido producido por la aparición democrática del demos, para apaciguar el ruido de la querella, realizar el acto de unión entre los “ciudadanos”, ya no leídos en clave del conflicto fundante, sino homogenizado, en una sociedad donde lo político, leído en la clave enunciada en el primer párrafo, sea retirado de la acción política, para “pacificar” la sociedad en virtud de la instalación de un nuevo consenso republicano, armonizar la sociedad dividida. Esta acción de expulsión de lo político de la política, encarada en la noción de “fin de la política”, para ser solo un acto de tecnócratas, sustracción de lo político.


Como dice Ranciere en su texto “En los bordes de lo político”, al momento de debilitarse lo político, cuando los partidos de los ricos y el partido de los pobres dicen mas o menos lo mismo, cuando la elección es solo un espacio del marketing, lo que se manifiesta no es el “consenso”, sino la exclusión; no la racionalidad social sino el odio hacia el Otro, ruinar para excluir, ya que no todos son considerados como subjetividades con logos capaz de intervención en la arena del debate, es el retorno a lo mas arcaico, lo que precede a todo juicio: el odio desnudo al otro. Igualmente hemos asistido, al renacimiento del pensar que la igualdad como la presuposición, el axioma como punto de partida de apoderarse de los bienes universales, y la capacidad de que esa palabra, invisibilizada por los espacios hegemónicos, encuentre un espacio de disputa, una brecha para ser parte activa de una construcción de un nuevo espacio de recepción y constitución de un espacio de debate sobre los quienes son las subjetividades de romper el mal constitutivo de muchos sectores intelectuales, el desprecio. Desde el poder real, el del partido de los ricos, el temor a la brecha es el temor al partido de los pobres, el temor a lo político como regulador de la acción democrática, en ese conjunto de intereses perdidos, ellos buscan constituir ese buen rey democrático o quizás un auctor, que hable en nombre de otro minoritario, mientras esconda la grieta que existe y existirá en una comunidad política, construir ese consenso que excluya del debate a ese otro que es solo okhlos para constituirlo en un demos que acepte el régimen de sensibilidades de la clase dominante.


El desprecio ¿Sobre que parámetros establecemos que una obra artística puede ser comprendida o no?, siempre me encuentro personas que desde un elitismo cultural, presentan que existen espacios de recepción donde determinados subjetividades están preparadas para la realización de la total incorporación de las preguntas, problemáticas, tramas ocultas, es decir, parten de la idea de la desigualdad de las subjetividades, pero en ellas se oculta el temor de la apropiación por parte esos “otros”, que consideran excluidos de la experiencia estética, una gran preocupación que las elites tienen, al decir de Ranciere, de la atracción que el pueblo tiene por la cultura y el lenguaje del cual no son parte, ya que en esa atracción esta presente el riesgo que conduciría al impasse de romper con las normas de clasificación social que impone un orden social. Igualmente hemos asistido, al renacimiento del pensar que la igualdad es la presuposición, el axioma como punto de partida de apoderarse de los bienes universales, y la capacidad de que esa palabra, invisibilizada por los espacios hegemónicos, encuentre un espacio de disputa, una brecha para ser parte activa de una construcción de un nuevo espacio de recepción y constitución de un espacio de debate sobre los quienes son las subjetividades de romper el mal constitutivo de muchos sectores intelectuales, el desprecio. Muchos de los intelectuales, parten de ese mecanismo para interpelar al conjunto de la sociedad, desprecian a las mayorías, como subjetividades incapaces de leer las razones del sufrimiento, es decir, se ubican en una posición pedagógica, que implica asumirse como externo, donde de ese lugar se intenta aclarar la causa, dar respuestas, pero ignora la posibilidad que la subjetividad interpelada, puede ser sujeto que lee el mundo, estos intelectuales, parten del principio de la desigualdad, no solo social, económica, sino también de un conjunto de saberes que excluye al resto de los mortales. Ranciere cita que cuando el gobierno francés en 1985 solicito al College de France un informe para realizar una reforma en el sistema educativo, el mismo término diciendo que el principal elemento a combatir eran “el efecto de sentencia” y el “efecto de jerarquización”, que una pedagogía racional nunca debía declarar la incapacidad de un alumno, y que había que multiplicar las “formas de excelencia cultural”.55 Las voces de la Garganta Poderosa, la poesía de Camilo Blajaquis, los miles de centros culturales y teatros en diferentes espacios alejados del reconocimiento social de las elites, nos ofrecen que para pensar una sociedad es necesario partir del principio de la igualdad, y principalmente, el central de todos, el de igualdad de las inteligencias, que pone en tensión nuestra relación en el mundo, y quizás debamos tomar como regla de conducta, “no tomar como imbéciles a aquellos a 55 Ver RANCIERE Jacques, El filosofo y sus pobres, Universidad Nacional de General Sarmiento, Buenos Aires, 2013.


quienes se le habla, sean colocadores de parquet o profesores universitarios.�56 Raros momentos donde vivimos, entre la constitución de un principio de igualdad y la continuidad del principio de desigualdad, tiempos donde el desprecio ronda en nuestras vidas.

56 Idem. 19


La democracia del Zapping. Apuntes sobre la idea de democracia en las clases dominantes. Dentro del conjunto de argumentos expuestos por los defensores del grupo Clarín, en el día de las audiencias públicas convocadas por el Tribunal Supremo de Justicia, fue la relación entre la experiencia entre el cambio de canales, como una experiencia de democratización de un sujeto, que determina a través del control remoto legitima o no la permanencia de un programa de televisión, es decir, el control remoto, el acto de zapping es la base de legitimación de la democracia del consumidor. Casullo afirmaba: “Se habita un tiempo donde lo mediático roba casi todo lo real de la realidad. La carencia de ideas y programáticas de una oposición política no constituida definidamente, provoca que esta ausencia haya sido reemplazada, cooptada, tal vez casi de manera definitiva, por la lógica de la información de masas (movilero, locutor, entrevistador, periodista analista). Una lógica mucho más eficaz, y con sello de época, en la trama de la sociedad, donde los medios en su “no hacer política” hacen la sustancial política diaria que confirmaría la imprescindible muerte de la política, dejada atrás como lo zángano y corrupto en la vida de los argentinos.” 57

El acto de la democracia en términos de los medios hegemónicos de comunicación se vincula con un conjunto ideológico, que Rosanvallon denomino “democracia inmediata”, dentro de este paradigma, hay un rechazo toda reflexibilidad de lo social, en el sentido el mismo presupone la intervención estructurante de una posición reflexiva que produce una remisión a una dimensión representativa, de esta manera, se pretende realizar la construcción de un imaginario donde la presencia del “pueblo” como actuante, basada en un soberano en el “aire” y no convertido en un actor político, dentro de esta concepción la dimensión procidemental de la democracia esta ausente, captada como una forma social de un cuerpo unido y que no se puede descomponer, es decir, detrás del paradigma de la democracia inmediata existe una concepción de un poder vació. La democracia inmediata, es la celebración de la inmediatez como cualidad política de lo general, es el uso de una palabra común que pude ponerse en marcha sin los necesarios procedimientos existentes en los mecanismos representativos republicanos, lo inmediato como una cualidad que se opone a la idea de un proceso representativo tomando como máximo la distancia de la reflexión procidemental. Es decir, una subjetividad política construida sobre un conjunto de imaginarios que entran en contradicción con los pilares teóricos del neo-republicanismo neoliberal, se impone la institución de una lógica temporal y lingüística impuesta por las sociedades mediáticas neoliberales, que con el poder de concentración, comunicación y producción simbólica constituyen y despliegan un nuevo sujeto social, un sujeto que se apropia como suyos de los relatos mediáticos que le explican la totalidad de lo real. Este relato constructor de una subjetividad política de derecha, posee una capacidad narrativa que 57 CASULLO, Nicolás, “La política en manos de la oposición mediática” en http://www.rayandolosconfines.com.ar/reflex70_casullo.html


aparecer como reflejo exacto de lo real, una imposición de lo audible, estéticas de lo moralizante, codificaciones condenatorias y laudatorias, es la constitución de un único modo de ver un mundo reconocible. Esta imposición de una estética política, donde se rompieron las mediaciones políticas, hacían aparecer que los medios de comunicación como actuantes directos en la construcción política, no había intermediarios que produjeran el ruido ideológico, eran los personajes presentados y el publico, la televisión, la radio y la prensa no eran un ruido en la comunicación política, a través de la despolitización de lo político, lo social y lo económico. En este espacio de argumentación, de profundización, de incorporar los tiempos de los medios, a travesados por la temporalidad impuesta por los monopolios, es la diaria “(…)a la desmembración ideológica de lo democrático desde la absoluta irresponsabilidad de los dueños del mensaje, una suerte de aquelarre mediático disolvente de todo valor, y donde no existe propuesta alternativa ni referente ni el menor asombro ante cualquier cosa”.58

Del otro lado, frente al monopolio de la palabra, que rompe el imaginario de la constitución de una democracia inmediata y pasiva, se invita a constituir una nueva ágora, donde se recupera el principio de la igualdad, en tanto, subjetividades poseedoras de un logos capaz de construir los argumentos necesarios para interpelar el sentido de un mundo, una participación activa sobre la cosa pública. La lógica de la democracia mediática es pasividad, es lo privado como refugio ante la posibilidad de la existencia de un afuera peligroso, narrado por las voces de las cabezas de una hidra, que se reitera en un conjunto de zappings, alertándonos sobre el peligro de la participación, participación que visibiliza las tensiones constitutivas de una sociedad. Quizás en el imaginario de las clases dominantes, en vez de concurrir a las elecciones con un sobre, deberemos llevar un control remoto, hacer un pequeño zapping… pero continúa la pregunta central, que harán los que no tienen control remoto, quienes sufrirán el famoso axioma de la democracia mediática: “lo democrático es pagar para ver”… la democracia mediática es la democracia de los sabios, y quienes poseen un capital para intervenir simplemente apretando botones, el resto se vuelve invisible, pero igualmente, no lo pasaran por televisión.

58 CASULLO, Nicolás, “La política en manos de la oposición mediática” en http://www.rayandolosconfines.com.ar/reflex70_casullo.html


Utopía y Distopía. Los rostros de Jano Siempre hay un recurso de pensar el momento utópico a ese horizonte de expectativas, ubicado como espacio donde las subjetividades proyectan desde el presente un conjunto de posibilidades presentes en el acontecimiento, horizonte incumplido, pero catalizador del conjunto de esperanzas individuales y colectivas. La estrecha relación entre horizonte utópico y proyectos políticos emancipatorios durante el siglo XX, ha vuelto a renacer, con el nuevo siglo, en el conjunto de proyectos políticos emergentes de las sociedades periféricas del capitalismo, recuperación frente al acta de defunción propuesta por el canon neoliberal de un conjunto finalizaciones de la historia, de la utopía, junto a todo una serie de categorías y sensibilidades sociales que constituían las arquitecturas de lenguajes de los proyectos emancipatorios: revolución imperialismo, lucha de clases; hoy estamos ante la presencia de la construcción de una nueva arquitectura de lenguaje, que implica recuperar las tradiciones conceptuales, pero incorporando nuevas claves de lecturas, de temporalidades, que logran instituir, en el conjunto de procesos, la pregunta sobre la posibilidades de constitución de horizontes igualitarios y emancipatorios, que disputan y construyen una nueva contra-hegemonía a la matriz del conjunto de escuelas que sustentan la ideología neoliberal, matriz cuyo eje central es la construcción de una etapa del desarrollo del capitalismo en su fase financiera, como la entelequia que representa al capitalismo, es decir, la fase neoliberal deja de ser el capitalismo realmente existente, para ser el capitalismo, frente al cual no la posibilidad de instituir un proyecto alternativo, presente en las contradicciones propias del mismo, esas posibilidades cercenadas en el acontecimiento actual se convierten en espacios exploratorios de la institución de una mirada postcapitalista, frente al momento utópico presente en nuestros proyectos continentales, nos enfrenta el momento distópico del capitalismo rampante, imponiendo sus reglas en los países europeos. En este contexto, la relación entre utopía y distopía ha de entenderse como la figura de la Jano romana del acontecimiento, presentes como proyecciones hacia el futuro, como espacios de critica del orden establecido como también la potencialidad extrema del status quo proyectada en el tiempo59. La disputa sobre estos procesos de proyección colectiva sobre el futuro, es una proyección política de las partes integrantes de una comunidad politica, implica el reconocimiento de una disputa sobre las cargas que las subjetividades políticas incorporan como lectura de las posibilidades del presente, que significan al futuro, lo construyen como parte de sus experiencias, de las tradiciones desde cual el sujeto situado incorpora un mundo de significantes, contra-hegemonicos, es decir, las disputas políticas del presente, tienen en si, la disputa sobre el pasado y sobre las constituciones de un conjunto de futuros posibles dentro del acontecimiento político. 59Dentro del presente escrito no incorporaremos la dimension geografica de la utopía y la distopía.


El modo utópico es definido por Ainsa como la: “(...) la facultad de imaginar, de modificar lo real por la hipótesis y de crear un orden diferente al real, lo que no supone renegar lo real, sino profundizar en lo que podría ser. Sintéticamente se pude decir que el modo utópico es un “ejercicio mental sobre los posibles laterales” 60

La cual, podemos complementar con las características dadas propuestas por Ricoeur, donde la utopía es la expresión de todas las potencialidades de que un grupo encuentran representadas por el orden existente, es un ejercicio de la imaginación para pensar otra manera del ser social61. El momento presente contiene en si, un conjunto de posibilidades de desarrollo en la proyección de las subjetividades en su devenir en el tiempo, de esta manera, tanto en el momento utópico, como en el momento distópico, los grupos sociales inician rastreos imaginarios alternativos de un futuro contenido el momento, posibilidades que no solo son una construcción que produce una exteriocidad espacio temporal del mismo, sino como mundo posible presente. Por lo cual, en el proceso de construcción utópico y distópico se juega su destino sobre los lugares donde se produce el ejercicio del poder, construyendonse en variaciones imaginativas sobre el poder en una sociedad determinada, ya sea como cuestionamiento de la vida social, como constitución de un orden alternativo, o como expresión de las expectativas de desarrollo de los modelos del presente. Con la recuperación de las tradiciones latinoamericanas, de las lecturas sobre lo real en clave pensamiento de significados en disputa, se produce una recuperación de la utopía, pero como espacio dirimido en forma agonistica, también estamos frente a la construcción de un momento distópico para las sociedades, por parte del pensamiento de derecha latinoamericano, tanto el momento utópico como el momento distópico es disputa sobre un sentido de futuro, que definen las posibilidades del ser de las clases subalternas. En este sentido, podemos decir, en contra lo afirmado por Ricouer, que en nuestras sociedades la utopía permite que los horizontes de expectativas se fusionen con el campo de la experiencia de los sujetos, ya que en nuestras sociedades, recuperación de las tradiciones emancipatorias implica un acercamiento con la esperanza de los pueblos.62 La distopía, como momento, comparte ciertos elementos con la utopía, la distopía es también una forma lateral de imaginación sobre los posibles reales, es un acto de pensamiento sobre la relación entre el poder, y su ejercicio, aunque frente a la utopía como espacio de esperanza de los oprimidos, 60 AINSA, Fernando, La reconstrucción de la utopía, Buenos Aires, Ediciones del Sol, p. 33 61 Ver RICOEUR, Paul, Educación y política. De la historia personal a la reunion de libertades, Buenos Aires, Prometeo, 2009, p. 89 62Ricouer plantea que la utopía: “...es aquello que impide que el horizonte de expectativas se fusione con el campo de la experiencia. Es la que mantiene la distancia entre la esperanza y la tradición”.Idem, p. 91


la distopía es la expresión del status quo desarrollado sobre la totalidad de lo real de la visión de las clases dominantes. El modelo distópico, es una proyección por afuera de lo real, la misma es un pro-yecto por parte de las clases dominantes en el cual el futuro se presenta como una consumación del orden policial que establece un mundo de sensibilidades, en momentos de tensión política, donde nace la pregunta sobre el horizonte de expectativas de las clases en conflicto, lo distópico puede ser caracterizado como ese ejercicio de la imaginación de un determinado proyecto de poder, donde se produce un entramado por el cual se sobredimensiona la presencia de las maneras e intereses de quienes dejan de ser clases dirigentes de una sociedad, construcción de un marco espacio temporal concreto, donde el acto de pensar e imaginar se establece como un despliegue del orden que algunos sectores pretenden instituir, mientras tanto, podemos pensar al momento utópico como ese ejercicio de imaginación sobre el cual se despliegan las potencialidades del orden que se va instituyendo, fusión en el marco de las tradiciones populares de horizontes de expectativas e imaginación de un orden emancipado. Es en momento de la aparición del acontecimiento, como momento político que contiene en su devenir las posibilidades de proyección de la constitución de un orden emancipatorio, en las sociedades, los momentos utópicos y distópicos son espacios donde nace la dispusta, el desacuerdo, ya que la disputa central de lo político como proyecto, la capacidad de concreción o no de esa fusión en un campo de experiencias de la esperanza y el conjunto de entramados de las tradiciones populares. Tanto la utopía como la distopía, constituyen formas literarias de intervención en el debate público, un proceso de escrituras donde las subjetividades políticas intervinientes en el conflicto sobre lo real, proyectan el conjunto de esperanzas sobre las posibilidades del acontecimiento futuro, escritura del devenir de una subjetividad en consolidación, escrituras que tratan de suprimir la trama única espacio-temporal, para incorporar en la misma las voces de los derrotados en el pasado, recuperación en el presente del futuro del pasado, de esas temporalidades encerradas entre las cadenas del olvido constituido como acto fundador de la idea de presente continuo, recuperación de la memoria como instancia de recuerdo, sino en su fuerza política de continuar pensando las palabras que el poder acallo. Subjetividades que dejan de ser meros géneros literarios, ya que en el acto de la escritura hay un hecho implícito de realizar una supresión de la trama espacio-temporal, que nos ordena y genera lecturas sobre lo real, momento constituyente de un nuevo orden de lo cotidiano, generando la conformación donde cada una de las posibilidades contenidas en el devenir del acontecimiento se transforman en un espacio de desarrollo de las no-posibilidades de la cotidianidades no nacidas. Pensar el acontecimiento, como instancia de proyección, incorporando la dimensión utópica al


pensamiento político es realizar la apertura, recuperación de una nueva temporalidad que establezca un dialogo entre pasado y presente, y la capacidad de los sujetos políticos de instaurar una temporalidad utópica en el futuro, de esta manera la dimensión de la temporalidad neo-liberal, sus conexiones del presente continuo proyectado como unicidad del futuro, es puesta en tensión, momento distópico de lo político. Utopía, temporalidad emancipatoria, tradición, durante las primeras décadas del presente siglo se convierten en parte integrante de esa arquitectura del lengua que nos permite construir un nueva sensibilidad y subjetividad política, parte de esa búsqueda de un nuevo lenguaje político para unos tiempos nuevos.


En Nombre del Pueblo* La categoría pueblo se ha vuelto adquirir una centralidad en los debates políticos y académicos, una búsqueda de nominar algo que re-aparece, que adquiere a partir de los procesos políticos de nuestro tiempo y espacio, una necesidad de ser definida, interpretada e interpelada, pero ademas, es una categoría que cobra sentido en su presencia en el espacio publico, categoría académica categoría en la acción política, de repente como vacía pero a su vez tratando de significar una subjetividad política que instituye nuevas formas de presencia de lo subalterno. Pueblo, categoría maldita, que rompe los esquemas clasistas de la interpretación del conflicto en una comunidad política, pero que a su vez es la presencia e institución del litigio en la misma, presencia de la parte que cuestiona la presunta totalidad armoniosa que impulsa los mecanismos del consenso, que abre la brecha fundante sobre los mecanismo de repartición de los lugares a ser ocupados por los sujetos, los mecanismos de legitimación del habla, de los sujetos con capacidad de enunciar, lo visible lo invisible, el aparecer del pueblo es la presencia de lo silenciado, lo invisibilizado por el orden dominante, aparecer que construye una escisión en los mecanismos consensuales que articulan un sistema hegemónico, y el entramado de mediaciones que lo constituyen. El pueblo es presencia de lo desigual entre las partes de una comunidad política, frente a lo declarado como igual, al volverse visible pone en tensión esa idea fundadora, rompe el esquema de ficciones que sostienen la arquitectura legitimadora de las visiones del mundo, es la presencia del otro, que se instaura en el espacio publico, poniendo en disputa, en litigio el conjunto de las lecturas sobre lo real, frente a lo real consensuado del poder, se formula la capacidad de una subjetividad política con capacidad de generar nuevas palabras, nuevos espacios de denominación y significación, al entrar en tensión la disputa por las palabras, se entra en conflicto la totalidad de lo fundante de una sociedad, porque a través de esa capacidad de enunciar un discurso sobre la realidad, se pone en sospecha y se interroga los nudos que la construyen, la comunidad política deja ser solo totalidad consensual para ser partes disputando el poder. En esta linea, la derecha, que rara vez enuncia a la subjetividad pueblo con su nombre, sino a través de los conceptos denigratorios, dan cuenta rápida de la capacidad igualitaria, por lo cual con posibilidad de constituir un campo de posibilidad emancipatorio, quienes advierten la potencialidades del devenir presencial del pueblo, irrupción que pone en tensión el orden que favorece a los intereses del bloque dominante, ocupaciones de los espacios que no son destinados para la totalidad, palabras arrancadas que se constituyen en interpelantes, la derecha ante esa presencia, a la cual es incapaz de denominar, se construye como bloque dispuesto a reducir las tensiones internas, para enfrentar el problema real, porque como dice Ranciere, “el pueblo es la * Gran parte del ejercicio de escritura del presente ensayo esta bajo las lecturas del filosofo Jacques Ranciere, principalmente su obra El desacuerdo. Política y filosofía, Buenos Aires, Nueva Visión, 2012


clase de distorsión que perjudica a la comunidad y la instituye como “comunidad” de lo justo y de lo injusto.”63. La presencia efectiva del pueblo como subjetividad política pone en tensión un conjunto supuestos en torno a las ideas rectoras del sistema hegemónico, el pueblo es la potencialidad de la igualdad a ser proyectada, el pueblo contiene el principio de igualdad negado real, ahí la distorsión, presencia litigando sobre la igualdad. En Los Profetas del odio y la yapa, Jauretche daba cuenta de esto al afirmar respecto al “medio pelo” nacional: “La prosperidad de los de abajo molesta al escalón inmediatamente superior, a esa clase del quiero y no puedo de la pobreza vergonzante, a quien parece disminuir socialmente el ascenso de los que estaban un poco más abajo porque se alteran las jerarquías rutinarias de la importancia social”.

El orden de lecturas de la comunidad política consensual, se establece sobre un conjuntos de simbolismos, tradiciones, privilegios y jerarquías que se inmovilizan en el acto rutinario, el pueblo como presencia, como interrogación, altera esas percepciones, porque las ideas de jerarquías rutinarias se asientan sobre el principio de desigualdad, la construcción de una presencia igualitaria se construye sobre la premisa de poner en tensión la ficción de igualdad entre las partes que conforman una comunidad política, a la idea de totalización armónica, el pueblo se presenta como fisura. Es sobre este punto que el pensamiento de derechas necesita constituir un espacio homegenizador de representación, que no pueda ser interpelado, ser puesto en litigio, que cubra la desigualdad, pero que mantenga la noción de igualdad como ficción, por eso escapa a la idea de ciudadanía, a la idea de consumidor, porque son categorías que, tomadas de ámbitos diferentes, contienen un elemento que puede incorporar el litigio, es necesario constituir una categoría vacía de significado pero que se pueda instituir como la integradora de las partes, es aquí que nace la noción de la gente. En las décadas del neoliberalismo, se intento colocar en un principio la idea de la subjetividad consumidora en el mercado, como principio organizador de una alianza entre igualdad y libertad, pero los procesos de exclusión generados como consecuencias de las políticas aplicadas, generadoras de desigualdad, ponían en tensión esa idea “igualitaria” presupuesta en la metáfora de “libre mercado”, ahí de repente nace la gente, como categoría que homogeniza, la gente no tiene clase, no tiene intereses particulares, no tiene ideologías, quizás tenga gustos, es un armónico entrecruzamiento que unifica una comunidad sin política, ya que es una comunidad sin litigio, sin conflictos. La gente expulsa lo político en su constitución. De repente la pantalla, en 2008, se parte en dos, en Rosario, el acto de las entidades rurales y la gente, y del otro en Plaza de Mayo, el pueblo, la subjetividad política irrumpiendo en el espacio 63 RANCIERE; Jacques, El desacuerdo..., op. Cit., 23


publico y político por excelencia, rápidamente la gente desconoce como parte constitutiva a ese otro, porque les muestra que no son gente, sino clases, fracciones de la misma, que no todos son el campo, sino multiplicidad de campos, con intereses políticos, es decir, con nominaciones sobre lo real puestas en tensión, en litigio, ya no hay opinión publica hay intereses enfrentados disputando el significado de igualdad, ya hay nacimiento de multiplicidad de voces dispuestas a re-significar las palabras que daban cuenta de como generar lecturas sobre lo real, es decir se produce, la conversión de la política como una obra abierta, donde las lecturas permiten un conjunto de interpretaciones, y se abren al campo de las posibilidades propio de la acción política, abertura que escapa a los autores, posibilidades de construcción de nuevos horizontes igualitarios y emancipatorios. En este sentido, podemos decir que el kirchnerismo abrió el espacio para que se generen estas apariciones disruptivas del pueblo como potencia igualitaria, la acción simbólica de aquella famosa 125 fue la re-emergencia del pueblo como presencia, construyendo un momento político de ruptura de los consensos sobre los que se sustentaba el orden neoliberal, de repente, el kirchnerismo se construye como espacio de contra-hegemonía, ya que pone sobre el espacio político del debate las jerarquías rutinarias sobre la que se asentaban los privilegios y las exclusiones en la sociedad argentina.


La cibermilitancia y el ciberespacio. Algunas aproximaciones teóricas. Introducción La utilización de las redes sociales por parte de militantes políticos una discusión en torno a la cibermilitancia, su poder de llegada, de generar grados de adhesión, lo que si es imposible de negar que las mismas han configurado un nuevo espacio de multiplicación de la esfera de ejercicio democrático, ampliando la esfera del agorá, es decir, siguiendo a Bauman, si el propósito de la misma era, y es, la coordinación de los intereses “privados” y “públicos”, su función constitutiva es la de proporcionar la condición esencial y necesaria de la misma, una traducción bidireccional entre el lenguaje de los intereses individuales y el lenguaje de los intereses públicos64. El presente trabajo tiene como objetivo el realizar un abordaje teórico sobre los procesos de democratización del uso de la palabra en esta ampliación del agorá político, un momento político de re-configuración de los valores y significaciones de la palabra, que abre una brecha en el esquema comunicacional de la emisión, por parte de los medios hegemonicos, de una palabraverdad. Desarrollo El ciberespacio, ha generado una apertura de los espacios múltiples de democracia, al producir una ampliación de la arena política, configurando un espacio de luchas por la significación de la palabra, un espacio de visibilidad de los sujetos “invisibilizados” por las redes de poder no democráticas, cuyo objetivo es lograr configurar y mediatizar los diferentes espacios de consensos, que: “significa propiamente un medio de estructuración simbólica de la comunidad que vacía aquello que hace al corazón de la política, o sea, el disenso.”65

Durante gran parte del devenir de nuestra democracia recuperada, pero principalmente durante la etapa neoliberal, se configuro el espacio de lo político con valores propios de la esfera económica, es decir, configurar una arena política marcada como un espacio de contractual, donde los sujetos intervinientes participan con la lógica de escribania, mientras que lo conflictivo, la posibilidad del disenso, era arrojado por fuera de los limites constitutivos de lo político, esta lógica de un espacio político consensuado, era parte de la colonización de la esfera económica sobre la esfera política, interviniendo en las temporalidades, formalidades en el accionar, lógicas de visualización mas cercana al marketing empresarial, la esfera política perdió autonomía frente a la esfera económica. Esto es central, para pensar el proceso de re-democratización iniciado en el 2003, la democracia 64 Ver BAUMAN, Zygmunt, Daños Colaterales. Desigualdades sociales en la era global.; FCE, Buenos Aires, 2011, p. 20 65 RUBY, Crhistian, Ranciere y lo político, Prometeo, Buenos Aires, 2011, p. 58


en las sociedades capitalistas se constituyen sobre un doble espacio institucional, por un lado, la esfera de toma de decisiones propiamente democráticas, pero también se encuentran rodeadas, por espacios de poder no democráticos, que no solo intervienen en la esfera del mercado, sino pretenden condicionar el accionar de lo institucional democrático, si la esfera política no es autónoma, no solo para tomar decisiones de carácter político, sino también autonomía para condicionar, e imponer reglas sobre las practicas de las esferas no democráticas, tiene el riesgo de sufrir una colonización por parte de estas ultimas. Dentro de este marco re-democratizador, pensamos al ciberespacio como espacio de ampliación de la intervención ciudadana, como una grieta que rompe el espacio de los consensos construidos, por los intereses de las esferas económicas que a través de la hegemonía que poseen sobre los medios de comunicación, podían configurar y crear una opinión publica, construir un sentido común en la ciudadanía, sentido común, entendido como espacio ideológico constituido para instituir un consenso hegemónico, con sus marcas, sus puntos de referencias, voces autorizadas para ejercer el poder sobre la palabra, una palabra-verdad sobre lo común, un consenso que llamaba al silencio a la mayoría de la población. La cibermilitancia, actuá como un momento político, al romper e interrumpir la temporalidad de los consensos, que poseían la fuerza de configurar un imaginario colectivo, excluyente, colocando e irrumpiendo con una nueva configuración de la relación entre los sujetos con el otro, esta nueva relación posee un carácter político emergente, que construye una nueva manera de describir la situación común y de emitir un relato a sus participantes, como oposición, o contra-relato, al consenso constituido por los medios hegemonicos. Es decir, al intervenir los sujetos en una lucha por la configuración del espacio de la palabra, abren la brecha del disenso, produce un desgarro en el sentido común pre-establecido, abre nuevas posibilidades de percepción del mundo y pone en cuestión la evidencia de un mundo dado.66 En este sentido, los blogs, las redes sociales (Twetter, Facebock), se construyen como espacios de disputa política, espacios de acción de sujetos colectivos que intervienen en la modificación de las mediaciones hegemonícas pre-establecidas, afirmando la capacidad de participar en la construcción colectiva de la palabra con capacidad de interpelación, convertidos en participantes de un agorá donde se reconstruye una igualdad de enunciación de la palabra, un espacio de la discusión sobre los efectos de verdad establecidos desde los espacios hegemonicos. La participación cibermilitante no es un hecho aislado, sino una recuperación de la idea de que a mayor cantidad de derechos sociales se ejercen, se cuestionan y se tensan los derechos políticos y civiles, es decir, sin cambios sociales en las realidades donde el sujeto vive, la tensión hegemoníca en el espacio virtual no es puesta en tela de juicio, no emerge. 66 Ver RANCIERE, Jaques, Momentos Políticos, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2010, pp. 11-12


El sujeto in-visibilizado en el espacio de la lucha por la palabra, a intervenir en el espacio de la opinión, una acción política que cuestiona el monopolio de la palabra legitima, reconstruyendo una nueva cadenas de significación, es decir, pone en el centro de cuestionamiento a los dueños de los diccionarios, como lo planteaba Cooke, la palabra es puesta en nuevos marcos de verificación, poniendo a prueba la capacidad del hacer del poder, construyendo espacios de resonancias nuevas. Ese espacio de opinión, es el espacio donde se determinan el conjunto de las posibilidades del pensamiento y el modo que se define.67 Si el espacio de la opinión queda enmarcado en las manos de los medios hegemonicos, el conjunto de posibilidades se acorta, los mismos son definidos desde los espacios de participación no democráticos, la recuperación del uso democrático de la palabra por los sujetos, reconfigura el conjunto de posibilidades, abre nuevos espacios de horizontes de expectativas, las cuales entran en contradicción con el recurso de la palabra-verdad ejercida desde el centro del poder. Esa palabra-verdad, ejercida desde los centros de poder, son marcos para imponer agendas y ser instalados en la sociedad, como palabra-inocente, el trabajo del espacio del cibermilitante, es poner en un espacio de visibilidad el lugar de enunciación de la palabra, romper espacios de mediación implementados desde el mismo centro. Este proceso de recuperación de la palabra, es consecuencia de la autonomía de lo político sobre la esfera económica, autonomía necesaria para la reconfiguración de lo sensible, una afirmación de la igualdad, como afirma Ruby: “La política consiste en arrancar de las distribuciones y las disposiciones habituales de la palabra, en desplazar las disposiciones con el fin de dar otras significaciones a las palabras y a las cosas, en inquietar los horizontes tenidos por costumbre” .68

Lo político, reconfigurado en el espacio de relaciones de poder como autónomo, permite aumentar la de la idea de igualdad, al ampliar los esquemas de participación en el agorá, ya que cada uno de los participantes puede expresarse y discutir, el poder económico, encuentra en esta nueva situación, la desnudez del rey, sus acciones presentes en el centro, cuestionadas, ya no configuran lo común. Tener la posibilidad de la palabra, es quizás una de las manifestaciones mas interesantes del ser humano, a través de ella, conferimos sentidos a la realidad, nos permite comprender y comprometernos con otro, a través, de la misma la poesía nace, expresamos el dolor, la incomprensión, destruimos la soledad, y conformamos un comunidad con el otro. La palabra igualitaria es la posibilidad de la ampliación de la libertad, de proyectarnos sobre las posibilidades de una situación. El dominio sobre las palabras, implica la posesión del control sobre las posibilidades de devenir, sobre los sentidos generados por las mismas. Por lo cual, nuevamente decimos, la lucha por la 67 Ver Idem, pp. 12-13 68 RUBY, Crhistian, Ranciere y lo político, Prometeo, Buenos Aires, 2011, p. 87


ocupación del espacio virtual, es una lucha política, su ejercicio produce un aumento de la potencia de igualdad, al poner sobre las mesas, la situación como contingente, de esta manera todos los sujetos intervinientes son susceptibles de reivindicar la vocación de participar en los asuntos comunes.69 El ciberespacio, configura un territorio, donde se establecen marcos para el establecimiento de la condición de igualdad, cada uno puede expresar deseos, requerir la posibilidad de construir disensos para poner en marcha las acciones para re-diseñar y re-definir lo común. Es una practica, siguiendo a Ranciere, donde la transformación interpreta y la interpretación transforma: “Hay textos, practicas, interpretaciones, saberes que se articulan entre si y definen el campo polémico en el que la política construye sus mundos posibles” .70

En el ciberespacio, los mecanismos de legitimación de la palabra adquieren nuevos sentidos, nuevos recursos de verificación, las legitimidades del saber tradicional, pueden ser puestas en la tensión igualitaria de la enunciación. En este, sentido podemos pensar el proyecto Conectar Igualdad, no solo actuá como un reductor de la brecha tecnológica entre las clases sociales, sino se convierte en un potencial igualador de los futuros sujetos participantes del debate político, como así, actuá en el presente reduciendo el analfabetismo digital, al entregar herramientas para consolidar procesos de igualitarios horizontales, al acceso de los lugares de emisión de la palabra, abriendo participación democrática, nuevamente, la posesión los derechos sociales son garantes del cumplimiento de los derechos políticos y civiles, la libertad de expresión de los ciudadanos encuentra espacios de participación igualitarios. La palabra recuperada, como posibilidad de construcción política, de disputa de sentidos, ha generado una brecha en los discursos hegemonicos deudores de las practicas de instaurar un consenso cerrado, donde lo específicamente político, es decir, el disenso había sido obturado por las practicas políticas devenidas en des-politizadoras de la vida ciudadana en los '90. Conclusiones Como hemos ido desarrollando a lo largo del trabajo, hemos visto, que el ciberespacio, aparece como una ampliación democrática del agorá político, donde la palabra capturada por los medios hegemonicos, es puesta en tensión, lo cual, permite la emergencia de un nuevo territorio donde la palabra, y sus usos, han constituido un nuevo sujeto democrático, donde la palabra, ubicada en el espacio conflictivo constituyente del hacer lo político genera impugnaciones y re-significados, poniendo en cuestión, el privilegio de los grupos dominantes de ser dueños de los diccionarios.

69 Ver Idem, p. 94 70 RANCIERE, Jaques, Momentos..., p. 18


Las Cacerolas en busca de un orden conservador


Introducción “La prosperidad de los de abajo molesta al escalon inmediatamente superior, a esa clase del quiero y no puedo, a quien parece disminuir socialmente el ascenso de los que estaban un poco mas abajo porque alteran sus jerarquias rutinarias de la importancia de lo social” Arturo Jauretche

A mediados del año 2012 comenzó a observarse la movilización de amplios sectores de ciertas fracciones de las clases medias altas contra la politica de la gestion actual de gobierno, la derrota electoral del 2011, y la no ubicación de un partido con capacidad de disputar en ese campo, puede ser considerado como un antecedente de sectores sociales que no encuentran en el sistema político un espacio donde canalizar la heterogeneidad de sus reclamos. Si bien, las mismas pretenden ser presentadas como “espontaneas”, se conoce que hay un entramado político movilizador, pero que se presenta incapaz de ser un representante de las mismas, el paradigma de la politica sin políticos, ejercida desde los espacios de poder factico de la Argentina durante la decada de los noventas, transformado en un “sentido comun” de estos sectores sociales movilizados, se transforma en limite de las posibles canalizaciones políticas, es mas, puede jugar contra los intereses del entramado de derecha sistemica en la Argentina, un caso es el cacerolazo contra la gestion Macrista en el barrio de Belgrano como consecuencia del temporal. Los “caceroleros” reconstruyen un imaginario de poder civil capaz de poner en jaque un gobierno, un espacio de la sociedad civil heredera del “que se vayan todos”, que se considera no atravesada por lo político, pero a su vez, son muestra de los efectos anti-igualitarios de la movilidad ascendente de las políticas implementadas por las gestiones kirchneristas, sienten que los status sociales imaginarios de la sociedad se encuentran puestos en tela de juicio, espacios de construcción de un imaginario social que se presentaba como muro de contención contra la irrupción politica de las mayorias populares. Este conjunto de pequeños ensayos pretende indagar sobre determinadas zonas imaginarias de las cacerolas sonantes, aproximaciones a su conjunto de vision del mundo y la lectura de los procesos iniciados en el 2003.


¿Por quien suenan las cacerolas? El ideal democrático del cacerolero Estamos ante la presencia de una resignificación en el uso de las palabras, en la construcción de un nuevo diccionario para dar cabida a los nuevos significados, representante de este cambio de época, que se materializa en un cambio de paradigma en nuestras sociedades, dentro de este contexto, debemos pensar que todo ese conjunto simbolico, interpretativo, de lectura sobre lo real es parte de la batalla cultural. Desde los de los analistas del pensamiento neoliberal que recorren las columnas de los diarios hegemónicos, parte una lectura que el gobierno nacional entablo una forma de pensar lo político en clave de conflicto, que va generando una construcción de un nosotros y un otro enfrentados en una guerra permanente. Frente a esa clave de lectura, los sectores neoliberales plantean una noción de política consensual, mantenida en la construcción de espacios de consensos entre sujetos racionales que se enfrentan argumentativamente en la arena política. De esta manera, la clave discursiva de los medios concentrados es intentar presentar a quienes son adherentes del kirchnerismo como una subjetividad politica portadora de un grado de irracionalidad la cual, la transforma como un interlocutor no valido para la practica democratico, a partir de ese postulado central se estructura gran parte del discurso opositor para realizar una caracterización del accionar del presente gobierno. Por otro lado, se realiza una construcción subjetiva de un “nosotros”, racional, democrática, que comprende las reglas del accionar político, de ocupación racional del espacio público, el hecho kirchnerista, la recuperación del sujeto popular, es presentado en clave de disrupción de la racionalidad abierta con la llegada de la democracia, sin dar cuenta que la entrada del sujeto movilizante kirchnerista da cuenta de los conflictos no resueltos por la democracia formal, es decir, la irrupción nuevamente de los sectores populares es la irrupción de la pregunta sobre la distribución de la riqueza, de la igualdad social. Si bien el kirchnerismo, no se presenta como ruptura del orden capitalista, produce una reubicación del horizonte de expectativas del accionar político, abre un conjunto interrogativo sobre los posibles de lo político. Dentro de este contexto las claves de lecturas que nos ofrecen los intelectuales orgánicos de las clases dominantes sobre la política deben ser entendidas en su forma conservadora, tanto del orden económico como del social. Por lo cual su apelación republicana y su ubicación dentro del espacio auto-construido como democrático, es un intento de ubicar a los sectores populares en un espacio montado por un gobierno no democrático, con caracteres “autoritarios” “fascistas”, sujeto populares subjetividades suceptibles de manipulación, retomando imágenes de masas amorfas, sin capacidad de construcción


de un pensamiento autónomo. Manejado por los medios concentrados, este discurso, ha logrado consolidarse en la comunidad de lectores que consumen los grandes medios, ellos levantando las cacerolas se convierten en guardianes de la moralidad republicana y democrática, que sienten amenazadas por las “hordas” del pueblo. Detrás de las cacerolas de los barrios más paquetes de la ciudad capital de nuestro país esta presente la idea de una democracia excluyente, casi una lectura decimonónica basada en un ideal republicano donde el poder era ejercido por ciertas fracciones de las clases dominantes, mientras los sectores populares lentamente se convertían en sujetos de ejercicio de derechos políticos y civiles. La noción de cierto periodismo, como guardián de las instituciones, refleja la visión de clase de pensar a las mismas, como la fuente donde los humildes ponen sus pies para refrescar ese largo andar desde la periferia, no solo industrial, sino social, ocupando un lugar que no les corresponde por origen. Las cacerolas vestidas de democracia conservadora son eco de esa clave de lectura de la sociedad, impuesta por los intelectuales orgánicos de las clases dominantes. Lectura de una igualdad, donde los que mas tienen el derecho a levantarse contra medidas impositivas votadas por las instituciones democráticas, por considerase desiguales, en una noción vinculada a pensarse como clase, nación, por afuera de las instituciones, ya que son mecanismos de carácter temporal que pueden ser dejadas de lado. Las cacerolas gritan, golpean por un ideal republicano anti-popular, anti-democrático, pensando en el teorema borgeano de la democracia como un abuso de la estadística, porque no importa la legitimidad del voto popular, sino, como diría un ex candidato a presidente, en la calidad del votante. Mientras golpean las cacerolas, se convierte en metáfora del ideal destituyente a-político, de esa derecha que sueña con volver al poder, si es posible eludiendo las urnas.


Cacerolas y la idea de Republica Conservadora Las cacerolas no representan un sector homogéneo, si bien podemos decir que su núcleo duro proveniente de los sectores medios altos y altos urbanos, interrogarse sobre esos sectores es interrogarse sobre los posibles lineamientos ideológicos que sustentan su propuesta. Podemos observar que luego de la derrota y mala perfomance de los partidos políticos, vinculados al espectro político de las derechas, son sectores que intentan canalizar su proyecto político sobre un posible candidato, por ahora el que aparece como central es el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, quien ideológicamente puede generar algunos espacios de acercamiento hacia el descontento social de los sectores mas favorecidos de la sociedad: una política de apertura económica, de relaciones de subordinación con los Estados Unidos, una política restrictiva con la inmigración, la configuración de un Estado Mínimo. Los caceroleros pretenden configurar un “yo” que supere su ámbito de clase para hablar en nombre de un “nosotros” colectivo, es decir, intentan configurar sus intereses particulares como intereses colectivos, aunque, como mostraron las imágenes del programa 6-7-8, rápidamente trasfiguran lo político como excluyente de los sectores populares, negando accionar autónomo respecto al Estado, es decir, ese “yo” particular se muestra como movilizado como autónomo de los poderes políticos y facticos, mientras que los sectores subalternos son entes movilizados, no por intereses propios sino por una serie de beneficios, que son garantizados por la Constitución, negando que la política de restitución de derechos sociales ha generado una recuperación de las practicas de los derechos políticos y civiles. En su forma discursiva se plantea una especie de “educar al soberano” propio de la ideología conservadora, ya que conocen que existe la posibilidad de la existencia de Republica con derechos democráticos recortados. Su búsqueda se plantea en torno a una recuperación de un Orden Conservador para el siglo XXI, es recuperar la forma prescriptiva de Alberdi sobre los mecanismos institucionales que hagan funcionar las instituciones republicanas, es decir, la reconstrucción de un proyecto político que incorpore a la Argentina dentro del orden internacional, como diría Botana, un programa que “constituye un conjunto de metas al que debe dar alcance una nación abierta al futuro” 71 pero para lograr esas metas es necesario el transplante cultural de manera deliberada, ya que la cultura nacional se constituye un impedimento para el cambio y la innovación, esta modificación cultural solo debe producirse con una fuerte inyección, para que los habitantes de la nación sean portadores de estos nuevos valores. Para lograr estos cambios es necesario pensarlos desde el régimen político, como afirma este autor, “la figura del legislador va delineando una concepción acerca de la organización y distribución del 71BOTANA, Natalio El Orden Conservador, Hyspamerica, Buenos Aires, 1985, p 45


poder, del modo de elección de los gobernantes y de las garantías otorgadas a los gobernados que procura conciliar los valores igualitarios de una republica abierta para todos, con los valores jerárquicos de una república restrictiva, circunscripta para pocos. La piedra de toque de esta formula tiene un sencillo diseño: funda una capacidad de decisión dominante en el poder político central; otorga el ejercicio de un gobierno a una minoría privilegiada; limita la participación política del resto de la población; y asegura a todos los habitantes, sin distinción de nacionalidad, el máximo de garantías en orden a su actividad civil”.72 Si bien el análisis de Natalio Botana esta pensada para el periodo 1880-1916, podemos encontrar ciertos parentescos con lo que encontramos funcionando tanto a nivel ideológico como discursivo en los grupos de los caceroleros. La idea de una democracia directa, en su discurso, no tomo el carácter de no mediación entre representación, ciudadanía e instituciones, sino como configurarse como sujeto legislador, es decir, estas minorías, se convierten en acérrimos críticos de las relaciones de representación política, ya que presienten que la lógica de las estadísticas, según el aforismo borgeano, se constituye como un creador de desorden societal, por lo cual, detrás del reclamo de democracia directa, en boca de estos sectores, es la configuración de Locke de romper el pacto social fundante y un retorno a los sujetos políticos del poder de construir uno nuevo, de esta manera, se retoma la idea de ciudadanolegislador, quien puede reformular el entramado institucional desde una posición de minorías privilegiadas, que buscan limitar la participación política de las mayorías, ya que consideran a estas ultimas, como un sujeto intrusivo en la arena política. Esta posición política conservadora, implica reconstruir la idea anti-democrática, ya que produce la negación a la mayoría de la defensa de un conjunto de derechos políticos, sociales y civiles, que constituyen un nosotros colectivo que da cuenta de la diversidad constitutiva de las sociedades, aunque detrás de su reclamo si se presenta la idea, vinculada a la institucionalidad conservadora, de una democracia como un conjunto de reglas y procedimientos, que no se transforme en proceso que se derrame sobre el conjunto de la sociedad, que la penetre, porque superar la visión formal de la democracia, implica la negación del cuestionar y pensar el régimen democrático, como un conjunto de instituciones y poderes en pugna. Si bien, volvemos a decir, son un conjunto minoritario, y recortado geográficamente a ciertas clases urbanas de la principal ciudad del país, las cacerolas nos tienen que obligar a pensar y poner en debate un conjunto de categorías para re-pensar el proyecto político, el modelo societal, ya sabemos que frente nuestro esta la opción conservadora latente de las minorías argentinas.

72 BOTANA; Natalio, ídem, p. 46. El resaltado se encuentra en el original


La noción de democracia en disputa La batalla cultural implica un proceso por el cual, los marcos conceptuales que utilizamos para interpretar el mundo social sean puestos en tensión, y adquieran en algunos casos ciertas resignificaciones. Así mismo, es necesario pensar cuales son los significantes de ciertos términos usados por quienes desde los ámbitos de opinión intentan configurar marcos de imposición de los mismos, como herramientas discursivas de quienes conforman las comunidades de recepción del mismo. La batalla cultural es la batalla por el diccionario y la enciclopedia. En los últimos días, en el marco de la protesta de los sectores urbanos vinculados a los grupos con un alto poder adquisitivo se ha escuchado que el gobierno actual es una dictadura, un forma extraña de fascismo regional, por lo cual, apropiados estos conceptos, quienes emiten el discurso apropiado se sienten identificados como sujetos democráticos que se sienten en la obligación de defender los marcos institucionales republicanos, si bien en los grupos de protesta encontramos núcleos duros de una derecha anti-democrático, ciertos sectores se sienten identificados con esa propuesta liberal, emitida desde las columnas de los medios hegemónicos, de la posibilidad de “rebelión”, de un carácter devenido de la doctrina de Locke, ante el incumplimiento del pacto social, aunque en vez de recuperarlo en clave de una vuelta a la sociedad civil pre-estatal, lo aggiornan con la idea de una vuelta al Estado de Naturaleza hobbesiano, donde la disolución del pacto fundador implica un retorno a la anarquía pre-estatal. Denominarse en ese conjunto heterogéneo de reclamos, quienes sacan las cacerolas, se construyen en un “nosotros” excluyente incapaz de interpelar un proceso que dialogice con ese “otro”, ese “nosotros” re-construido se siente coparticipe del enunciado emitido por el periodista de TN, Adrián Ventura, cuando hablando a las cámaras al recibir su premio, dice que la función del periodismo es una especie de cuarto poder, destinado a ser custodio de los valores institucionales de la republica, que sumado a la imagen de fiscal, se arrogan un conjunto de responsabilidades que corresponden al funcionamiento institucional de los poderes reconocidos por la Constitución, es decir, se presentan ante la sociedad como guardianes de la Republica y de la Nación. Igualmente, desde las columnas de los diarios, periodistas de opinión y académicos, que analizan al gobierno, lo caracterizan como un régimen político deviniendo en un proceso “autoritario”, afirmando que la puesta en tensión de los “relatos” que conforman los imaginarios sobre los cuales se identifican los miembros de una sociedad son intentados en convertirse en una “épica mitológica” en busca de creación de héroes para que re-legitimen ideológicamente al gobierno nacional, los académicos que se convierten en las voces legitimadas por su ubicación en la academia, juegan con conceptos que en ese espacio los relativizarían o directamente no los enunciarían, por ejemplo el uso del concepto Fascismo para caracterizar a un régimen democrático.


Momentos antes de la agresión a los periodistas de canal 7, muchos de las voces repetían ese conjunto de palabras, gestos y lógicas impuestos desde esos medios. ¿De que hablamos cuando pronunciamos democracia? La palabra democracia, si bien proviene del griego para denominar el régimen político donde el gobierno se encuentra en manos del pueblo, y cuyo ejercicio se realizaba en el ágora, un espacio que idealmente los ciudadanos debatían, se apropiaban de una manera igual de la palabra y del ejercicio del gobierno en común. Como afirma Jorge Saborido: “En el mundo clásico griego, la palabra democracia se empleó para designar una forma de gobierno en el que el poder residía en todos los ciudadanos de la comunidad. Desde una visión cuantitativa de la soberanía, en oposición a la soberanía de un solo hombre (la monarquía, y a la de unos pocos (la aristocracia), la democracia implicaba la soberanía de todos los miembros de la comunidad.”73

Este régimen primario se caracterizaba por ser participativo, así mismo, realizaba referencias a dos principios que van a organizar la idea de la democracia en su devenir en el tiempo: a) la soberanía del pueblo y b) la noción de igualdad. El proceso comenzado de reapropiación de la palabra democracia en la lucha ideológica contra el antiguo régimen, va configurando la idea de la construcción de una democracia conteniente a su realización con el Estado liberal, que actúa como garante de una serie de derechos políticos y civiles. Durante mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, se produce una ampliación del ejercicio de los derechos políticos a un conjunto de mas amplio de ciudadanos, contra los criterios previos del ejercicio de poder basado en el poder de la renta, poseer un determinado nivel educativo, o ser varón. Los gobiernos populistas de América Latina, del mismo periodo, ponen en tensión la idea cuantitativa, al incorporar como parte central de sus programas de gobierno la incorporación de los derechos sociales, que beneficiaban a las clases subalternas, desde esa mirada cualitativa, la democracia comienza a pensarse no solo como el ejercicio de derechos políticos y civiles, sino que para un ejercicio igualitario de los mismos, los sujetos intervinientes debían poseer y ejercer un conjunto de derechos sociales, es decir, pone el énfasis de la necesidad de construir un espacio igualitario social previo para el ejercicio igualitario de lo político y civil. Las tensiones que pusieron sobre el ágora es la naturaleza de desigualdad entre los participantes democráticos, poniendo a la vista, el conflicto entre el interés común y los intereses de las clases dominantes locales. El proceso de neoliberalismo que recorrió nuestro país, puso en tensión la noción de una democracia cualitativa, volviendo a colocar el velo sobre ese conflicto constitutivo de intereses, la noción de democracia no solo como un ejercicio de formalidades sino también de una serie de 73 SABORIDO; Jorge, Sociedad, Estado, Nación: una aproximación conceptual, EUDEBA, Buenos Aires, 2006, p.88


derechos sociales fue rápidamente dejada de lado, lo formal permitía que se mantuviera una institucionalidad mientras se desgarraba el tejido social, con una magnifica re-distribución regresiva de la riqueza hacia las clases dominantes. El actual gobierno, estamos pensando el periodo 2003-2011, vuelve a poner nuevamente la noción de democracia cualitativa, unificando el conjunto de reglas institucionales con el desarrollo de una política de ejercicio de derechos sociales, políticos y civiles, que generaron una noción de ciudadanía ampliada, una idea de democracia de autonomía de lo político respecto al conjunto de intereses económicos, redefiniendo nuevamente la relación entre participación en lo político y el espacio de igualdad en el ágora, frente a este proceso de ciudadanía ampliada se levantan las voces de los sectores anti-kirchneristas, que sienten lo plebeyo irrumpiendo en lo institucional como un ataque a los privilegios de clase. Quienes con sus cacerolas, sus tractores no defienden la institución de la democracia, sino un conjunto de derechos civiles, principalmente, el derecho a la propiedad, vinculado a un derecho de libertades, que se asumen como destituyentes, es decir, frente a un gobierno elegido por el 54 % de la población, que le saca mas de 20 puntos al segundo, es decir, un gobierno con un alto grado de legitimidad, ellos levantan la bandera de la posibilidad de reconstruir la Republica pre-1912, una democracia cerrada a ciertas minorías nacionales, la del privilegio, de la desigualdad… si eso no alcanza… se encontraran otros mecanismo, total siempre que hubo democracias restringidas los beneficiarios fueron los mismos.


Cacerolas en busca del Orden Conservador “ “ellos” son el país; nosotros somos lo que sobra, el residuo, la chusma marginal, no sana” J.W. Cooke

Nuevamente sonaron las cacerolas, nuevamente un reclamo heterogéneo, esas voces que reclaman como portadores del valor “republicano”, pero no del valor democrático, las voces que desde su punto de vista clasista, encuentran en este ultimo valor, un ideal igualitario que no los interpela, detrás resuenan las palabras de la Republica Conservadora, un ideal que recorre gran parte de la tradición política de los sectores identificados con el pensamiento de derecha. La irrupción de los movimientos populares en 1916 con la llegada del Yrigoyenismo, la llegada al poder en 1946 del peronismo, produciendo una ampliación de derechos políticos, civiles y sociales, han sido interpretados por las clases dominantes nacionales como la llegada de la chusma al poder, un sujeto incapaz de un ejercicio autónomo de la practica política, sino actuantes a través de la capacidad del Estado de generar mecanismos de distribución de bienes hacia los sectores subalternos de la sociedad, no como reparación histórica sino como un proceso que permitiera generar, lo que se denomino, redes clientelares. Esta visión conservadora y clasista de la sociedad, convierte a las clases subalternas en sujetos sin capacidad de decisión autónoma, el cual debe ser educado para ser un participe racional de la arena política liberal, hasta que esto ocurra, es decir la dominación de las pasiones populares, se ha de retomar el valor de la “Republica Real” frente a la “Republica Posible”, tomando la metáfora alberdiana que Natalio Botana despliega en su clásico El orden Conservador . El golpe de 1930, la década infame, la proscripción del peronismo, las dictaduras de 1966 y 1976, pretenden rearticular un re-ordenamiento de la sociedad, en un intento de volver a un estado de cosas pre-1912, generando una alianza entre clases dominante, sectores de la clases medias altas urbanas y ejercito, como guardianes morales de la noción de Patria, Republica, mas no así de la noción de democracia, la cual puede ser un comodín móvil, y como hemos señalado, retirado del uso del vocabulario del lenguaje y la practica política en caso de encontrarse frente a los intereses políticos y económicos que las oligarquías nacionales defienden a capa y espada… muchas veces prefiriendo la espada sobre la capa. Mientras tanto, los intelectuales orgánicos de las clases dominantes utilizan las columnas de los medios para generar un discurso donde se presentan como la voz defensiva de un conjunto de valores institucionales, que ellos históricamente han despreciado. Las clases altas y medias altas urbanas, en este caso muy cerrado por este momento al espacio de ciertos lugares de la Ciudad de Buenos Aires, se han configurado en un “nosotros”, con una ideología oscilante entre grupos netamente destituyentes y defensores de la aplicación de políticas neoliberales, asumiéndose como un nuevo “yo nacional” que se enfrentan a una “dictadura”.


Entre ellas, desconocen el valor de la democracia, aquí pensándola solamente como un mecanismo formal de régimen especifico, ya que sienten que ella solo es una manipulación donde los sectores subalternos de la sociedad son utilizados, comprados, arriados como ganado a las manifestaciones de apoyo al gobierno nacional. Ayer, en medio del cacerolazo, en las redes sociales: leí nos movilizamos sin que nadie nos pague, no vamos por chori, la coca, es la primera vez que veo una manifestación sin colectivos que trae gente. Todos estos ejemplos, demuestran un claro desprecio clasista hacia los sectores subalternos, es la negación de su capacidad de construcción autónoma de un proyecto político, una incapacidad de que el apoyo de los sectores subalternos es el resultado de la aplicación de una política de recuperaciones de derechos y dignidades, que la política de no neutralidad del gobierno configuro una subjetividad nueva, que permitió una re-apropiación del proyecto político. El kirchnerismo, volvió a poner en tensión el conflicto social determinante de una sociedad desigual, volvió poner en centro de la escena política la relación Estado como regulador y promotor de políticas nacionales para la reducción de las desigualdades económicas, sociales y simbólicas. El orden conservador defendido por los sujetos sociales que golpean las cacerolas, va mas allá del mero reclamo sobre las formas comunicativas del gobierno, sobre una noción de justicia, sino es un reclamo que pretende construir una sociedad donde ese “nosotros” identificados con la patria y la republica se convierta en baluarte de la defensa contra un “otro” intrusivo, sin posibilidad de participación política, ese núcleo de cacerolas no defienden la democracia, defienden la idea de una Republica Conservadora, con una democracia restringida, un núcleo duro, que si bien se presenta, como defensores de libertades, en su accionar se presentan como defensores de libertades de pocos, frente a las libertades de muchos, ese núcleo no quiere debatir, ya que clausuran cualquier posibilidad del mismo, si no se aceptan las reglas que ellos intentan imponer… construir un consenso, donde la única voz es la de los “ilustrados” miembros de la Argentina oligárquica.


Locke llenando el vació de las cacerolas Locke resolvió el problema dejado abierto por Hobbes respecto a la posibilidad de la disoluci{on de la comunidad política, cuando el pensador del Leviathan estable la construcción del mismo, se corre el riesgo que la desparición del orden construido puede ser un retorno al estado de naturaleza, caracterizado por el hombre lobo del hombre, Locke permite construir un nuevo salto, es posible la disolución de la comunidad política, sin el retorno al estado de naturaleza, ya que previamente se había instituido la “sociedad civil”, por lo cual, si un gobierno ponía en tensión los lazos del pacto fundante, era posible solicitar la disolución del mismo, pero con un retorno a la sociedad civil que podría instaurar un nuevo pacto social. Sin saber muchos de los reclamos de la cacerolas, del que se vayan todos, tienen como soporte esta logica de la disolucion de la sociedad politica de Locke. Uno observando las diferentes coberturas de las manifestaciones de los sectores medios altos urbanos de CABA, hay una serie de conceptos que unifican al conjunto heterogéneo que se manifiesta que puede resumirse en la caracterización del actual gobierno como una “dictadura” o una “tiranía”, si bien, ante las preguntas realizadas por los cronistas, los manifestantes sobre el porque de esta caracterización, ellos responden en variopinto cúmulo de respuestas, que van desde la idea de avance sobre las libertades individuales acompañada con una extraña lectura de los derechos civiles, marcadas por un sesgo netamente clasista, estas consignas o líneas argumentativas podrían resumirse en lo siguiente: La tiranía de un gobierno que avanza sobre un conjunto de derechos naturales propios del ciudadano pactista, principalmente sobre su derecho a la propiedad. De manera cruda, casi sin anestesia, vemos que desde el golpe de las ollas, no hay un vació a ser llenado, sino que las mismas tienen un alto contenido de un pensamiento liberal, que si bien influyo vía indirecta en la primer constitución nacional, no es propio de la tradición liberal argentina, observamos como Locke comienza a llenar las cacerolas ideologicas. Al definir al gobierno como una “tiranía” o una “dictadura”, los manifestantes no se proyectan en un proyecto destituyente, sino se presentan como recuperantes del pacto primigenio, quien se siente con la capacidad de disolver el mismo, para reconfigurar un nuevo pacto social re-fundador de una nueva sociedad civil. Si un sujeto habla de “tiranía” o “dictadura”, pone en juego en su discurso que ese gobierno es régimen que se instala sobre las leyes emanadas por las instituciones representativas, por lo cual, el incumplimiento del pacto, es una afección a la libertad del sujeto político. Según el pensador británico, el poder legislativo, que puede ser ejercido por una multiplicidad de legisladores o uno solo, tiene por finalidad que los hombres al entrar en sociedad el disfrute de sus propiedades, y las leyes son el mecanismo para lograr esto, pero este conjunto normativo debe tener un consenso de la sociedad, puesto que nadie esta por encima de ella. Si bien el poder tiene altos grados de maniobra se configura en un conjunto de limitaciones, que


buscan la construcción de un control por parte de la sociedad, buscando frenar mediante diferentes mecanismos la posibilidad de construir de un poder arbitrario. En Locke se define a la tiranía como el ejercicio del poder por fuera del Derecho, quien ejerce el poder, el ejercicio del mismo no es para el beneficio de la colectividad sino en el beneficio particular, es un poder guiado por la ley, sino por la voluntad74, que por lo tanto, los actos de gobierno están dirigidos a un conjunto de acciones que orientan la satisfacción sus ambiciones y sus pasiones desordenadas. En este punto, Locke plante la posibilidad de que los súbditos ofrezcan resistencia a la fuerza ilegal que se emplea contra ellos, lo cual permite la disolución del gobierno y la constitución de uno nuevo. Siguiendo la lógica expuesta en los párrafos anteriores, quienes protestan desde las cacerolas, lo hacen desde un Locke del sentido básico, aunque presente en varios de sus referentes políticos, medios de comunicación del cual son comunidad de lectores, se presentan como guardianes del “buen gobierno”, construyen ese “nosotros” heterogéneo, que no se sienten como “destituyentes” sino como guardianes de las instituciones democráticas, como esos medios que ellos consumen…. Aunque luego de escucharlos en su discurso nace la pregunta ¿Qué régimen proponen? ¿Qué entienden por democracia?... respuestas que quizás no tengan una respuesta en el Segundo tratado sobre el gobierno.

74

Dentro de este contexto, es interesante pensar el articulo de Beatriz Sarlo, El imperio del Yo, en http://www.lanacion.com.ar/1481917-el-imperio-del-yo , por ejemplo la siguiente cita: “Cristina Kirchner ha fusionado su vida y el poder. Esta es la explicación menos psicológica, y más política, de las intercalaciones autobiográficas con que acostumbra poner notas de color en sus discursos presidenciales, transmitidos por cadena nacional. Está convencida de que todo lo que le concierne es materia de Estado.” (El resaltado lo he realizado yo)


Lo Nuevo y lo Viejo. Acerca de lo consensual y lo conflictivo en lo político Toda mirada sobre lo político requiere tener en presencia las dimensiones de lo consensual y de lo conflictivo, como se construyen y se legitiman una de las dos dimensiones en sociedades periféricas implican una posición ideológica respecto a pensar el poder no solo en su faz institucional sino en el entramado constitutivo de lo social, es situar los intereses en juego en el tablero de la discusión. Los sectores opositores al gobierno, han constituido un discurso sobre la idea del conflicto permanente, y pretenden construir un modelo republicano basado en la fase consensual de lo político, de esta manera esta fase consensual se convierte en la piedra angular de la lingüística de una derecha, ya que de cierta manera se produce la omisión sobre la pregunta el modelo de consensualidad pretenden incorporar sobre la sociedad. Este modelo de consensos es una recuperación de las políticas de mercado que fueron hegemonícas durante el periodo neoliberal en la Argentina, como muestra Nicolás Casullo, las mismas tenían como objetivo la institución del fetiche de una armonización de clases, la misma se basaba en el establecimiento de “consensos” entre subjetividades políticas y sociales ubicadas en espacios desiguales de poder. Este modelo político concibe a los regímenes institucionales democráticos como catalogadores vacíos de huecas “cuidadanías”, que componían de un conjunto de decisiones económicas establecidas por los poderes económicos. Como afirma Casullo: “Política del mercado que se postula casi cínicamente como la que abandonó la finalidad de un auténtico y concreto bien material comunitario para todos. Esta idea de una supuesta política democrática, republicana, en realidad inerte o muerte, puede ser leída como el “sentido común” hegemónico en amplias capas medias urbanas”.75

Gran parte de este discurso, fue acompañado por el intento de la constitución de nuevas mediaciones políticas basadas en la presencia efectiva de los medios masivos de comunicación, quienes se constituyeron con los constructores de este proceso hegemónico, la constitución de un mundo mass mediático, relación mediática que proponía la agenda, los marcos de lecturas e interpretación de lo real, acompañado la constitución de una política sin políticos, una negación de la política y subordinación a los intereses de las corporaciones económicas, que nunca aparecían como lugares visibles para el conjunto de los ciudadanos. Este proceso de construcción de lo político sin políticos, fue la clave de un neo-republicanismo que compartieron tanto la derecha conservadora como amplios espacios “progresistas”, se podía pensar lo institucional sin dar cuenta de la esfera de reducción de los marcos de participación democrática, esta última, se configuro como un simple régimen de formalidades que acompañaban 75 CASULLO, Nicolás, Las Cuestiones, Buenos Aires, FCE, 2007, p 94


el devenir republicano, obstaculizando la posibilidad de pensar un proceso de democratización de la sociedad. El modelo neo-republicano, articulo ese conjunto institucional, donde se reclamaba una estricta delimitación de las esferas de lo político y lo social, en torno a la expulsión de lo constitutivo de lo democrático y lo político, ya que como afirma Ranciere: “República es un término equívoco en el que se ejerce la tensión implicada por la voluntad de incluir, en las formas instituidas de lo político, el exceso de la política. Incluir este exceso significa dos cosas que se contradicen entre sí: darle derecho, fijándolo en los textos y formas de la institución comunitaria, pero también suprimirlo, al identificar las leyes del Estado con las costumbres de una sociedad. Por un lado, la república moderna se identifica con el reino de la una ley emanada de una voluntad popular que incluye el exceso de demos. Pero, por el otro, la inclusión de este exceso demanda un principio regulador: la república no necesita unicamente leyes, también necesita costumbres republicanas.” 76

La lingüística neoliberal implico la consagración de la separación del desborde

de lo

democrático, al constituir un modelo identificable ente “república” y “democracia” como regímenes políticos, logrando la domesticación de las variables conflictivas implícitas en la relación entre lo político y lo democrático. Un entramado discusivo que instituye una lógica de un orden consensual, que construye una confusión, donde el significante democrático se diluye en una noción indistinta que reúne en un todo homogéneo, un determinado tipo de orden estatal, formas de vida, sistema de valores. La crisis del 2001 y la llegada al gobierno de Nestor Kirchner, con la continuidad de la actual mandataria Cristina Fernandez de Kirchner, puso en tensión ese conjunto de postulados sobre lo que se sustentaban las democracias bajo la tutela de las corporaciones económicas, irrupción que planteo, principalmente a partir del 2008, donde la dimensión del conflicto, del desacuerdo como fundante de lo político aparece nuevamente, el kirchnerismo, siguiendo una lectura de Mouffe 77, concibe a la política en términos de lucha hegemónica entre proyectos en conflicto, esta hegemonía se instituye sobre la construcción de ciertos puntos nodales que se interrogan sobre el significado de las instituciones, las practicas sociales, poniendo en tensión los “sentidos comunes” del conjunto de los miembros de una comunidad política. Esta lucha, siempre fue entendida como productora de resultados contingentes, precarios y susceptibles de ser puestos en cuestión, por lo cual, la idea la “batalla cultural” se articula como central, ya que representa la posibilidad de constitución de una hegemonía alternativa o un proceso contra-hegemónico. De esta manera, lo político esta atravesado por un campo de antagonismos, una intervención que 76 RANCIERE, Jacques, El odio a la democracia, Amorrortu, Buenos Aires,2012, p 92 77 Ver MOUFFE, Chantal, “La política democrática en la época de la postpolítica” en Debates y Combates, No 1, pp 75-89


tiene como fin desarticular y re-articular los elementos constitutivos de una sociedad, siempre buscando una nueva configuración del horizonte de expectativas de sobre el cual las subjetividades políticas intervinientes actúan proyectando sus intereses actuales. Por eso, como afirma Ranciere, el odio a la democracia por parte de los sectores dominantes esta en esa confusión conceptual, explicada con anterioridad, al hacer de la palabra “democracia” un operador ideológico que despolitiza las cuestiones de la vida pública, para negar al mismo tiempo las formas de dominación que estructuran la sociedad.78 Es en este proceso, donde los lenguajes de la derecha se posicionan cuestionando el “populismo”, no ya como categoría de análisis, donde se pretende situar bajo ese concepto las formas de secesión respecto del consenso dominante, asignando un único principio que unifica la arquitectura del lenguaje de esta derecha, principio que remite a una ignorancia de los atrasados, a un apego al pasado, sea una lectura ejercida sobre las conquistas sociales, ideales revolucionarios. De esta manera Populismo: “... es el nombre cómodo bajo el cual se disimula la exacerbada contradicción entre legitimidad popular y legitimidad erudita, la dificultad del gobierno de la ciencia para conciliarse con las manifestaciones de la democracia y hasta con la forma mixta del sistema representativo. Este nombre oculta y revela a la vez la gran aspiración de la oligarquía: gobernar sin el pueblo, es decir, sin división del pueblo; gobernar sin política”.79

La recuperación de lo político, la irrupción del pueblo poniendo en tensión la idea de homogeneidad de la comunidad política neoliberal, ha instituido un momento político, donde nuevamente la tensión entre lo consensual y lo conflictivo esta presente, lo cual nos lleva a poner en sospecha sobre que intereses defienden aquellos que afirman que hay pensar en términos de la logica consensual, detrás de esa anulación de la dimension conflictiva no estaremos ante un intento de retorno de la política neoliberal, a una ofensiva conservadora bajo la hegemonia de las fracciones financieras de nuestras clases dominantes, un conjunto de interrogantes y sospechas que articulan, no solo proyectos políticos sino también horizontes de expectativas de una sociedad.

78 Ver RANCIERE, Jacques, El odio a la democracia,... pp 131-132 79 RANCIERE, Jacques, El odio a la democracia,...., pp. 114-115. El resaltado es propio.


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