Heptacuento I - Semilla

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”Semilla” Heptacuento I

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HEPTACUENTO I - SEMILLA

! ! Un día cualquiera, sin motivo ni razón, llegó a mí el surgimiento de la vida... una semilla tan pequeña que casi se perdía en el infinito universo de la existencia.... Llegó a mí para quedarse, símbolo de un surgir de mi misma, pues sentía que su existencia estaba conectada a mi propia existencia y que lo que le ocurriera se vería reflejado en mi... Por ello, la tomé con la mayor delicadeza posible en mis manos, la empecé a reconocer como mi igual. En esencia éramos lo mismo... y busqué el mejor recipiente que encontré acondicionándolo con tierra, agua y la luz que tenía a mi alcance... pero una duda inmensa surgió de mi mente: ¿qué tanto de mí le estaba entregando realmente? Y otra idea surgió a la par... ¿y si yo la veo a ella como me veo a mi misma?... ¿son los aspectos externos los que afectan tanto como los internos su existencia, mi existencia?... ¿qué tanto su deseo de subsistencia le permitirá su trasegar en esta vida?... ¿o prevalecerá el deseo de auto destrucción con mayor fuerza?.... ¿se llevará al caos como una constante cada día?... ¿o sencillamente nunca existió como yo nunca existí?…

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Mientras las dudas sobre la existencia y la vida se despejaban, Ramón miraba la luz con sedición maliciosa, esperaba que de ella llegara alguna idea que le permitiera saber cómo realizaría sus planes a futuro, planes que para nada contemplaban el amor del mundo o de su entorno, solo la consecución y realización de sus propios intereses. Tras él, la mirada inquisidora vigilante y sentenciante del ser que alguna vez llamo "mamá", impresa sobre una imagen de un recuerdo de antaño que se encargaba de taladrar su espalda con antiguas remembranzas fastidiosas indicándole a manera de orden de cuartel militar cómo debería vivir su vida, qué hacer y qué no hacer, a quién servir y a quién no servir, qué creer y en qué no creer, haciendo de él lo que es hoy en día: alguien que no sabe si es eso lo que lo llevo en algún momento a amarla, o lo que en algún momento también hizo que la repudiara más que nunca.

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Hoy Ramón escribe sus planes para dejar registro de lo que algún día hará o de lo que nunca hizo, para que la historia lo recuerde como héroe creador o villano fracasado. Siendo el borde del vaso de limonada con su emblema de destrucción, el único testigo directo de lo que entró o salió de sus labios y siendo aquel líquido verde pálido el único espejo que pudo reflejar su intención hacia él mismo mientras el calor de la luz calentaba su superficie. "¡Oh querido Ramón! ¿qué harás con tu vida y la nuestra?" preguntaba su madre, mientras recordaba de manera existencialista como éste fue concebido.

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…Y los días pasaban, también los años, la calle cambiaba, la ciudad cambió y con ella los sentimientos de sus pobladores. Los árboles crecían, las aves se multiplicaban, la vida todo lo llenaba. Y allí en el costado del parque frente al imponente y moderno edificio comercial estaba el Árbol Rododendro, florecido como nunca, majestuoso como siempre.

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A menudo, entrada la noche, se baja de su auto Jaguar negro la mujer menuda quien en épocas frías trae su cabeza cubierta con la capucha de su abrigo, ojos vivos tiene, apacible ella; en toda su experiencia de la cual me confiesa solo en nuestros encuentros aquí y yo, le escucho, porque al escucharle descubro un pasado que transité cuando joven y que hoy me llama. Entonces ya en su ausencia me encuentro a mí mismo, extasiado mirando el Árbol Rododendro consentidamente iluminado, ese árbol que una vez ella tomó en sus manos siendo semilla, y del que escucho a muchas personas decir: “Así quiero el alma mía, florecida como este Rododendro”. Salí de mi absorto, como siempre busqué a Raúl, a Gonzalo; miré el reloj, eran pasadas las once, comprendí que ya habrían emigrado, continué mi camino mientras el ulular de ambulancias y bocinas me hacían dimensionar el gran tamaño de esta ciudad, la diversidad de situaciones que se entretejen y forman el conglomerado humano. Caminaba a la par que una muchedumbre que sorpresivamente salía del teatro, los carteles decían de un concierto de Robert Plant aquí en Zurich en el 79, eso me llevó a observar las personas con mas detenimiento; entonces descubrí a Gonzalo, acercándose murmuró: -¿una cerveza? ¡vamos! -le respondí- ¡que sean dos! -agregué- ¿donde siempre? -dijo- me parece bien -respondí.

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Al llegar a la última esquina boté una mirada al porche de mi casa alcanzando a ver el rabo del Jaguar, lo que me animó a apurarme esas dos cervezas.

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Era ella quien me esperaba con ansias, de lejos la vi deslumbrante, era verano ya y traía un vestido a cuadros y pañoleta rosa anudada al cuello, parecía una verdadera pintura, me esperaba sentada sobre las primeras escalas del porche de mi casa, me fui acercando para darme cuenta que venía con algo a su lado, al estar más cerca de ella la noté diferente, traía angustia; recordé el día que nos conocimos y cómo me enamoré de su sonrisa, la extrañaba y de inmediato sentí felicidad en todo el cuerpo para darle un abrazo al ya estar frente a frente. Estaba acompañada, lo que un día fue una semilla, había crecido. Era su hija, vino con su hija y sentía un poco de temor por mi reacción al conocer a mi propia hija, mi hija. Me habían enseñado a no aferrarme a nada, a no demostrar afecto alguno por

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quienes conocía, mis pensamientos iban centrados a mi futuro y mis acciones en construirlo... pero un día nos conocimos, fue una luz de pureza la que me sacudió y ella al entregarse a mi de la manera más natural me hizo reconocer mi inconsciencia; al besarnos ya podía sentir que la amaba pero tenía miedo, siempre tuve miedo de expresarlo. No pude seguir a su lado. La seguí observando y conociendo a la distancia, me sentía un villano fracasado pero notaba cómo crecía una semilla en mí, quizás la misma que ella sembró en el centro del parque y que ahora, el mismo día que noté la majestuosidad del árbol Rododendro, famoso en el pueblo, punto turístico para visitantes por una supuesta historia mágica que ilusionaba a todos con amor verdadero, me iluminó y concentró hasta volver a ella. No dijo nada, pero lo sentí; la semilla, la flor reflejaba exactamente lo mismo que sentí al estar con ella, su madre, todo lo que nos entregamos el uno al otro en sólo una noche. Debió ser así, a su vez le transmití mi miedo a su madre para antes temer acercarse, pero sólo el tiempo nos distanciaba de estar juntos. Suspiré... respiré... desperté... desperté en la mitad del parque, la sombra y armonía del árbol Rododendro me condujo a un sueño profundo. ¿Fue un sueño? ¿Existe? ¿Existen? ¿Existimos?…

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Esa noche sentí nuevamente el deseo de volver al parque, ¿habría sido un sueño? Pero al acercarme al Rododendro ella estaba allí; esta vez no había duda de que era real…era ella, en carne y hueso.

Me vio…y era como si el tiempo no hubiese pasado, como si los 10 años de nuestra ausencia no hubiesen cambiado nada en ella. El tiempo se había detenido en su rostro, en su cuerpo, en su cabello, irradiaba una luz que no tenía antes, como si el amor la hubiese encontrado y mantenido bella. Como si el amor y ella fuesen la misma cosa, sus ojos… café oscuros, me miraban con esa ternura de siempre; su sonrisa, esa sonrisa que tantas veces ilumino mi vida, seguía siendo la misma, y sentí unos deseos enormes de abrazarla, de recordar lo que se sentía tenerla entre mis brazos, cuando podía apoyar mi cabeza en su hombro y descansar con la certeza de que ella me sostendría, y de que sus brazos y mis brazos estaban hechos el uno para el otro.

Y mientras caminaba hacia ella, mil preguntas giraban en mi cabeza, preguntarle qué había sido de su vida; el Jaguar…. aún lo tenía, había sido su buen augurio, me fascinaba verla gritar de alegría cada vez que veía uno en la carretera, el Jaguar era aquello que le decía que todos sus sueños se harían realidad. ¿Y la niña…? ¿Quién era? ¿Sería mi hija? Y una sola pregunta latía en mi pecho… ¿qué había pasado con ese amor que me tenía? Yo aun la amaba, aun mi corazón recordaba todos los detalles que ella tuvo para mí, nadie me había hecho sentir tan amado, nadie, ni yo mismo me amaba de la forma como ella me amó. ¿Será posible que… tal

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vez… aún me amase? ¿aún tan solo un poco?… ¿Y la niña?
 Y en ese momento su perfume me acarició y se mezclo con su dulce voz: -Hola Ramón ¿cómo estas?... y yo no dije nada, solo la miré y la abracé; todo el cansancio acumulado de mi vida salió de mi cuerpo en un solo suspiro, su hombro seguía siendo el lugar perfecto donde apoyar todo mi cuerpo contra ella.

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Y luego me contó de su vida, de cómo ese árbol había sido el primero de miles que había sembrado; me contó que su corazón se había abierto con la herida que yo le había hecho, como si una coraza invisible se hubiera roto con el dolor. Me contó también que el dolor había sido una bendición, la había purificado y desde entonces su corazón aprendió a escuchar el lenguaje de los árboles y las nubes al pasar, que su frente descansó tantas veces en noches de lágrimas sobre el tronco del Rododendro; que poco a poco, cuando el dolor se fue yendo y el amor llegando, los árboles la habían salvado; que había enseñado a tantos más a abrir el corazón, y que enseñar a amar se había convertido en su pasión y razón de vivir.

Me dijo que lo único que lamentaba era que yo aun colgaba del mismo temor, el de todas mis vidas pasadas, que entendía que yo le había hecho el mejor regalo y había sido por amor, que aunque yo no lo comprendiera, mi sacrificio había significado su salvación y la de su hija.
 No, no era mi hija… pero esa era la niña que ella siempre quiso tener conmigo y yo tuve miedo. Que el amor la había encontrado un día vestida de rojo, la había tomado entre sus brazos y le había enseñado a bailar tango. Y ella, se dejo llevar por el amor.

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Era definitivo, un nuevo comienzo, una nueva semilla por sembrar; pensar así, abrazado al viejo árbol, sentir su energía invadiéndome, invadiéndolo todo de su aroma fresco, de su energía que parece iluminarlo todo en este amanecer. Mi mente es un caos controlado, la niña, sus ojos, su color de piel y ese circo de alegría contagiante en sus pecas y labios, hermosa copia de su madre, un espacio hermoso en mi vida que hoy tiene otro rumbo, otra misión... Saber que vienen días de creación de renacimiento y porqué no, de nuevas oportunidades de florecer; es claro, hoy vuelvo a ser semilla, solo que ya no en medio de un bosque. Esta magia que tiene la metamorfosis, esa de darte nuevos colores, nuevas metas, todas fortalecidas por la experiencia, todo tiene un color diferente, un sabor especial, hasta dan ganas de escribir de nuevo, de perderse entre letras y bohemia, retomar los amigos viejos, las calles olvidadas y llenar este espacio que lleno de sueños se fuga una vez más.

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Había algo en mí que nadie conocía, que se ocultaba en mi pasado, en mi corazón, en mi mente…deseaba olvidarlo pero no podía, hacía parte de mí; lo sé, es un error pero ya no puedo pensar en lo que pude hacer y no hice...
 ¿Que si la amaba? si y mucho, pero pensar que esa criatura no era mi hija me ponía iracundo.
 Cayó la noche, ella no quiso hospedarse en mi casa si no en un hotel, ¿quien diría que volvería a caer en ese deseo? ¿en el deseo de asesinarla?... pero en ese momento se despertó, inmediatamente salí del cuarto y me fui corriendo a mi casa, pase por la puerta, subí las escaleras, me miré al espejo y me dije: -¿qué es esto?, no puedo volver a caer, no puedes matarla si no quieres entrar otra vez al manicomio.

No pude dormir en toda la noche, no puedo negar que me causaba mucho placer ver sufrir a los demás, ver cómo suplicaban que no los matara… pero ese placer terminó cobrándome 5 años metido en un manicomio. Ese pensamiento rodeó mi mente, pero hacía parte de un pasado casi inolvidable. Creí que estaba curado, que volvía ese ser lleno de amor y dulzura, que ese amor que sentía por ella me devolvería mi verdadera esencia, pero al verla con su hija cuando me dijo que no era mía, todos esos cambios, todo esos sentimientos de placer y venganza volvieron a mi ser.

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Ficha técnica (para saber un poco más):

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En cuanto al factor tiempo: 
 Parte 1 - Nacimiento: 7 y 8 de Octubre de 2014 Parte 2 - Vida: 8 al 16 de Octubre de 2014 Parte 3 - Muerte: 17 al de Octubre de 2014 Resurrección en forma de Publicación: Se publica el día Jueves 6 de Noviembre de 2014 en el grupo de Facebook a través del portal de publicaciones ISSUU. (www.facebook.com/groups/perdikakiheptacuento).

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En cuanto al factor pluma: 
 7 Escritores. 7 Heptacuentistas. Magdalena Beltrán Javier Salazar Jorge Aguilar (lugar cedido por Luis Carlos Correa) Mapale Escobar Olarte
 Olga Lucía Torres Joaco Silva Valeria Lozano

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El título del Heptacuento se eligió por votación de los Heptacuentistas entre los siguientes títulos postulados por ellos mismos:

1. Amores Vigentes. (Jorge) 2. Seeds of the future are planted today. (Mapale) 3. Semilla. (Magdalena) 4. Los árboles sin hoja no tienen semilla. (Olga Lucía) 5. Qué será de ti, qué será de mí… (Javier) 6. Un loco Heptacuento. (Valeria)

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*Joaco se reservó su derecho a la postulación.

Dada la votación se llegó a un empate, y Luis Carlos (Heptacuentista donante de su espacio), dirimió el mismo escogiendo “Semilla” como título definitivo.

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En cuanto al factor formal: Cada uno de los Heptacuentistas accede de manera voluntaria a hacer parte del Heptacuento haciendo acorde su participación a los lineamientos informados previamente en el grupo de Facebook. Si desea conocer más acerca de la naturaleza del Heptacuento, puede consultar el siguiente enlace: www.facebook.com/groups/perdikakiheptacuento.

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Edición, Acompañamiento e Ilustración: Diego Fernando Pinzón (Diego Perdikaki) (www.facebook.com/DiegoMusico)

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El Heptacuento es una idea Perdikaki para generar encuentros. Para mayor info: (https://www.facebook.com/mundoperdikaki)

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Gracias a los 7 Heptacuentistas por apoyar con su Ser esta idea

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Perdikaki

Vida para tu Vida


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