Diego MartĂnez Lora El afecto de las piedras
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El día en que no haya cosas para resolver, las piedras también estarán muertas al lado de los hombres como si nunca hubieran tenido vida. Sin tiempo, ni espacio, ni conflictos, el alma será un sedimento incorpóreo tan fosilizado que hasta a Dios le dará flojera de comenzar todo de nuevo.
Bárbara
El único modo de que las piedras se rebelen y no por su dureza será con la fuerza de su mirada aunque sea prestada. No tolerarán que nadie pisotee la dignidad del otro. El impacto visual será suficiente. Su orgullo es tan antiguo y evidente, formaron parte de algo tan inmenso que nunca olvidan. El golpe de todas juntas no es aconsejable.
Willy
Si las piedras contaran la tristeza que pasaron por ser ignoradas tanto tiempo...
Robson
Duele ser piedra lanzada contra los seres vivos.
Severino
Cuando me provoca volar simplemente cierro los ojos y caigo como una piedra dentro de mĂ.
Isidro
Las gaviotas vuelan y huyen. Yo no. Yo enfrento mi naturaleza como si fuera de piedra.
Godofredo
Cuando la ciencia me ayuda a comprender una serie de situaciones origina otras aparentemente más complicadas. La piedra observa a los que creen y no creen, de allí no pasa. Sus problemas son pétreos.
Sérvulo
Cuando dejamos de bailar a golpes por el mar nos dedicamos a pensar en serio en la danza de los ojos del centro de nuestra existencia. No hay paz que no se divida en pequeĂąos deseos musicales que a veces se vuelven tormenta... Pero, eso pasa... como todo. En mĂ nadie se da cuenta.
Saturnino
Del silencio me quedé prendido como agarrado a un oído y abajo yacía un volcán que sólo se abría para mí. Me fui tan lejos y regresé porque alguien me esperaba para mirarme siempre como dándome cuerda para existir risueñamente.
Felizberta
Y la noche era el vestido. El cielo no se cansaba de oscurecer. El aullido fue directo a la luna. Ella apareció para acariciar las piedras y desde allí todo fue más fácil. La alegría pétrea demora mucho más en irse, se queda fiel dando saltitos.
Sigmund
En el horizonte habĂa otros horizontes que tenĂan otros horizontes que tenĂan otros horizontes...
Ernestina
La mejor manera de comenzar algĂşn proyecto es terminĂĄndolo. Las piedras se juntaron ya casi volando.
AlĂpio
La sabidurĂa de las piedras no necesita de sabios.
Nicole
Hay humanos con ojos de piedra. Hay piedras con ojos humanos.
Gumercinda
Al fondo del mar reposa la esperanza mojada.
Ludovico
Alguien nos tiene que mirar para que lo miremos?
Rigoberto
Cierta distancia nos hace bien para llegar a tiempo. La piedra se prepara para partir habiendo ya llegado.
Hermenegildo
Arriba no se es mรกs piedra. Uno se sobrepiedra lo que implica un placer jirรกfico indescriptible.
Otto
La piedra agradece siempre que se posa y se queda quieta. Mientras m谩s inm贸vil permanece agradece y agradece para que aprendamos de ella.
Ildefonso
La unión sirve para separarse, la separación para la unión. Lo ideal sería la unión más separada o la separación más unida.
Teórico e Prática
Repitiendo lo que los otros decían acabé por ser profesor de eco.
Néstor
Las flores que nunca mueren vencieron la primavera. Los muertos las detestan porque se acomplejan ante su presencia.
FlorĂŠncias
La felicidad gotea invisible. Los que la respiran apenas se atreven a decir que la poseen. Tienen miedo de perderle el rastro.
Seymour
De tanto pensar se elev贸. Hay piedras que flotan en el espacio sideral y que no acaban de gritar - Basta ya de indiferencia.
Roland
De los más diversos orígenes nació la igualdad.
Hans e Fritz
Jamรกs me desampararรก la sonrisa cuando la arena ocupe mi lugar.
Sidรณnio
La piedra florece sin sobresaltos.
Amores-petreos
Nada como una piedra.
Cel贸nio
Meditaba, siempre meditaba y llegaba a la misma conclusión que había que meditar más.
Igor
El orgullo de ser piedra no se pierde nunca.
Konrad
La luz del tacto enceguece toda otra luz. Las piedras lĂşcidas nos preguntan siempre: - Y entonces? QuĂŠ vas a hacer para estar mejor?
Leonard
Justamente los pies de todas las almas son las piedras que rodan y rodan.
Petr贸nio
De piedra en piedra el camino se alegra.
Torcuato
O afecto das pedras III
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