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Cómo afecta el estrés al corazón
El exceso de estrés suele ser un factor oculto en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Puede propiciar diferentes comportamientos capaces de poner en peligro la salud del corazón, como el consumo de alimentos azucarados, el aumento de la presión arterial, el incremento del consumo de tabaco y la falta de ejercicio.
Cuanto menos estrés tiene una persona, menor riesgo de padecer un accidente cardiovascular. El estrés incrementa la frecuencia cardíaca, genera una tensión extra en los músculos, provoca que el corazón lata más rápido y que el cuerpo demande más oxígeno. Todo ello lo convierte en un factor a tener en cuenta en las enfermedades del corazón.
Padecer una cardiopatía es estresante para muchos/as pacientes. Algunas de estas personas se
sienten deprimidas tras un ataque al corazón,
por ejemplo. Es natural, pero también una barrera para la recuperación. Por ello, se considera que
el estrés puede ser aún más perjudicial para
una personas con cardiopatía previa. Podría sentir más dolor, mayores problemas para dormir o menos energía.
Una de las afecciones más comunes asociadas al estrés es la fibrilación auricular; es decir, un ritmo cardíaco rápido e irregular. La persona que sufre esta enfermedad puede notar que su corazón palpita, late con fuerza o de forma irregular. Los principales síntomas son una sensación de cansancio, falta de aire, o mareos y molestias en el pecho. Aunque, en ocasiones, esta patología no presenta síntomas evidentes y es posible que quien la padezca lo desconozca.
Además, se ha corroborado que personas muy estresadas por el trabajo o la vida familiar resultan mucho menos inclinadas a realizarse controles rutinarios de salud. Y, precisamente, estos exámenes rutinarios de salud -que incluyen la toma de pulso manual- resultan esenciales para detectar una posible fibrilación auricular y prevenir incidentes cardiovasculares mayores.
El estrés es la reacción natural del cuerpo al sentirse amenazado o bajo presión y existen formas de ayudar a reducirlo en el día a día. El primer paso es identificar el problema y planificar con antelación cómo afrontarlo mejor o situar el obstáculo en perspectiva para ayudar a reducir los niveles de estrés.
El estrés no siempre puede evitarse. Pero ayuda a controlarlo hacer ejercicio y la meditación. Salir a caminar, correr o cualquier tipo de ejercicio liberará endorfinas que combaten el estrés. Por otro lado, se recomienda comer lo más sano posible. Evitar los alimentos ricos en grasas y azúcares no solo reducirá el riesgo de enfermedades cardiovasculares, sino que ayudará a romper los ciclos de estrés y a mejorar el estado de ánimo.
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