Tiempo de poesía

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«A los antiguos alumnos del instituto que

vivieron su momento en él, a los actuales y a los que escribirán el futuro. A todos ellos dedicamos esta antología poética que nos habla del tiempo»


“El amor es intensidad y por esto es una distensiĂłn del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglosâ€?. Octavio Paz


AGRADECIMIENTOS Queremos dar las gracias al Departamento de Orientación por su apoyo incondicional en la preparación de esta pequeña antología poética. A Juan Enguídanos, siempre cómplice, que nos ha alentado en su elaboración; a Ana Marco y a Belén Escuder, por su escucha activa y su apoyo en el proyecto; a Pedro Delicado, compañero en la distancia, quien ha pasado a Epub estos poemas para que podamos compartirlos en la página del IES . También a Cristina Betrán, por su ayuda en el diseño de la portada. Nuestro especial agradecimiento a Antón Castro, por el prólogo a esta recopilación de poemas, por sus palabras plenas y vibrantes, por su sensibilidad desbordante y muestras de cariño. Por todo. Y gracias a nuestro instituto, por facilitarnos la impresión de este poemario, y a los lectores que puedan disfrutarlo. A cada uno, nuestro reconocimiento y nuestro tiempo.


PRÓLOGO

LA PRESENCIA DEL TIEMPO EN LA LÍRICA

Pocos han resumido la complejidad y la fugacidad del tiempo como Quevedo; escribió en uno de sus sonetos más hermosos: “Ayer se fue; mañana no ha llegado; / hoy se está yendo sin parar un punto: / soy un fue, y un será, y es cansado”. Fue Antonio Machado quien definió la poesía como palabra en el tiempo. Y Jorge Luis Borges lo ha convertido en uno de los protagonistas esenciales de su lírica: el tiempo y la eternidad. Escribe: “Tu materia es el tiempo, / el incesante tiempo”. Pedro Salinas se pregunta en versos de ‘Razón de amor’: “¿Serás, amor, / un largo adiós que no se acaba?”. En ese poema hay un endecasílabo maravilloso: “Cada beso perfecto aparta el tiempo”. El tiempo físico y metafísico protagoniza la vida y uno de sus apéndices más hermosos e intensos que es la poesía. Somos tiempo: memoria, pasado y presente y sueños de futuro; somos naturaleza y sus mudanzas. Somos instantes, matizados por el sol, la lluvia, el trueno, el tránsito de las horas; somos una historia vinculada a las estaciones, a los pájaros que cantan, a las nieves que se derraman y que crean un estado de ánimo especial, como ocurre con Antonio Gamoneda y su ‘Libro del frío’. Federico García Lorca, con su mirada cinematográfica, resumió así su percepción del tiempo en movimiento en el ‘Romancero gitano’: “El día se va despacio, / la tarde colgada a un hombro, / dando una larga torera, sobre el mar y los arroyos”. El tiempo, como el oxígeno, la memoria o la mirada, está en todas partes: es sustancia y esencia, enigma, esperanza y presencia de la lírica. Antón CASTRO


INTRODUCCIÓN «El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho», escribió Jorge Luis Borges. Y es que el tiempo siempre ha preocupado al ser humano, prueba de ello es su presencia constante a lo largo de la literatura universal, codificado en distintos tópicos literarios: Tempus Fugit, Memento Mori, Carpe Diem, Ubi Sunt... Por ello, dentro del Proyecto de Centro dedicado al Tiempo Cronológico, los alumnos de 3º de PMAR hemos querido seleccionar una serie de poemas cuyo nexo común es el tiempo. Aquí encontraréis reflexiones acerca del paso del tiempo, y comprobaréis cómo la poesía ha conseguido enfrentarse a él. Si pudiéramos, ¿quién no manipularía los segundos, las horas y los días? ¿Quién no adelantaría o retrasaría el tiempo en el reloj de la vida? Quizás algún día esto pueda suceder y la máquina del tiempo deje de ser pura ficción. Muchos son los autores que han cantado al tiempo, y entre esa extensa nómina, aquí está la opción que os ofrecemos y que deseamos compartir con vosotros. Horacio y Ausonio lo incluyeron en sus versos. Garcilaso, Quevedo y Góngora nos animaron a saborear su dulce fruto, a gozarlo y a disfrutarlo. Gil de Biedma, en su desazón, intuyó que la vida iba en serio, y Benedetti necesitó tiempo sin tiempo. Un rotundo Bécquer dijo: ¡Todo sucederá! Y Gloria Fuertes nos recomendó no perderlo. Con ellos por bandera, y otros más, os dejamos. Deseamos que sus versos lleguen a vuestro corazón.

“Contemplando el paso del tiempo”, Xochitl Espinoza (México DF, 1977) (Óleo sobre tela, 50x70cm


Tiempo que dice De tiempo somos. Somos sus pies y sus bocas. Los pies del tiempo caminan en nuestros pies. A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas. ¿Travesía de la nada, pasos de nadie? Las bocas del tiempo cuentan el viaje. Bocas del tiempo, EDUARDO GALEANO (Montevideo, Uruguay 1940-2015)

No volveré a ser joven Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde -como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante. Dejar huella quería y marcharme entre aplausos -envejecer, morir, eran tan sólo las dimensiones del teatro. Pero ha pasado el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra. GIL DE BIEDMA (Barcelona, 1929-1990)


Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza.

(No sé si expreso esto bien.) Quiero decir que a partir de tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso primero, donde todo hombre ha vivido una vez libre del aguijón de la muerte. ¡Años de niñez en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces cifra de la eternidad. ¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño? Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal, yo a solas y sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol. La vela estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra, y sobre la lona, por donde se filtraba tamizada la luz del mediodía, una estrella destacaba sus seis puntas de paño rojo. Subían hasta los balcones abiertos, por el hueco del patio, las hojas anchas de las latanias, de un verde oscuro y brillante, y abajo, en torno de la fuente, agrupadas, las matas floridas de adelfas y azaleas. Sonaba el agua al caer con un ritmo igual, adormecedor, y allá en el fondo del agua unos peces escarlata nadaban con inquieto movimiento, centelleando sus escamas en un relámpago de oro. Disuelta en el ambiente había una languidez que lentamente iba invadiendo mi cuerpo. Allí, en el absoluto silencio estival, subrayado por el rumor del agua, los ojos abiertos a una clara penumbra que realzaba la vida misteriosa de las cosas, he visto cómo las horas quedaban inmóviles, suspensas en el aire, tal la nube que oculta un dios, puras y aéreas, sin pasar. “El tiempo”, Ocnos. LUIS CERNUDA (1902-1963)


Oda a Leucónoe (Carpe Diem) No preguntes, Leucónoe, para cuándo fijaron los dioses tu muerte o la mía, ni atiendas a las cábalas de Oriente: sacrilegio es saber. Mejor es aceptar lo que viniere, ya sean muchos los inviernos que te otorgue Júpiter, ya sea éste el último, este que ahora fatiga al mar Tirreno contra las blandas rocas. Sé sabia: filtra el vino, y ataja una larga esperanza, porque duramos poco. Mientras hablamos, huye el tiempo celoso. Goza el instante: no te fíes del mañana. Oda XI, HORACIO (Venosa 65 a C– Roma 8 a C.)

“En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto”. Séneca (Córdoba, 4 a C. – Roma, 65 d. C.)


De rosis nascentibus (Collige, virgo, rosas) Lamentamos, Naturaleza, que sea tan breve el regalo de las flores: Les arrebatas rápidamente las gracias mostradas a los ojos. Tan larga como un solo día es la edad de las rosas, tan pronto llegan a su plenitud, las oprime su propia vejez. A la que el lucero brillante vio nacer, a ésa al regresar por la tarde la vio anciana. [...] Recoge, doncella, las rosas mientras la flor está lozana y la juventud fresca, y acuérdate de que así se apresura también tu edad. AUSONIO (Burdigala, 310-395)

Mi ojo lloró y me despertó “El tiempo me ha roído, mordido y cortado. El tiempo me ha dañado, me ha herido, y ha destruido a mis hombres que han muerto juntos. Esto ha conseguido inquietarme. No había un puerto para el cruel que al igual que el sol halla refugio para el pueblo. Vimos caballos galopar y levantando polvo. Y a los jinetes, con espadas brillantes, y grandes lanzas grises; ¿Aquel que con sus lanzas destroza cuerpos se convierte en blanco mortal de las espadas? Derrotamos a quienes pensaban que nunca serían derrotados. Y aquel que piensa que no se verá perjudicado piensa en lo imposible. Evitamos acciones deshonrosas y honramos a nuestros huéspedes. Y guardamos los elogios (de personas). Llevamos las armas en la guerra Y la seda, la lana y el algodón durante la paz“. AL-KHANSA (Arabia Saudí, siglo VII)

Es considerada la mejor poetisa de la literatura árabe. Contemporánea de Mahoma.


SONETO XXIII En tanto que de rosa y azucena se muestra la color en vuestro gesto, y que vuestro mirar ardiente, honesto, enciende al corazรณn y lo refrena; y en tanto que el cabello, que en la vena del oro se escogiรณ, con vuelo presto, por el hermoso cuello blanco, enhiesto, el viento mueve, esparce y desordena: coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto, antes que el tiempo airado cubra de nieve la hermosa cumbre; marchitarรก la rosa el viento helado. Todo lo mudarรก la edad ligera por no hacer mudanza en su costumbre.

GARCILASO (Toledo, 1498-Niza 1536)


La mocedad del año La mocedad del año, la ambiciosa vergüenza del jardín, el encarnado oloroso rubí, tiro abreviado, también del año presunción hermosa: la ostentación lozana de la rosa, deidad del campo, estrella del cercado, el almendro en su propria flor nevado, que anticiparse a los calores osa: reprensiones son, ¡oh Flora!, mudas de la hermosura y la soberbia humana, que a las leyes de flor está sujeta. Tu edad se pasará mientras lo dudas, de ayer te habrás de arrepentir mañana, y tarde, y con dolor, serás discreta. FRANCISCO DE QUEVEDO (Madrid, 1580-Ciudad Real, 1645)

Collige, Virgo, Rosas Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana. Córtalas a destajo, desaforadamente, sin pararte a pensar si son malas o buenas. Que no quede ni una. Púlete los rosales que encuentres a tu paso y deja las espinas para tus compañeras de colegio. Disfruta de la luz y del oro mientras puedas y rinde tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico que va por los jardines instilando veneno. Goza labios y lengua, machácate de gusto con quien se deje y no permitas que el otoño te pille con la piel reseca y sin un hombre (por lo menos) comiéndote las hechuras del alma. Y que la negra muerte te quite lo bailado. LUIS DE GÓNGORA (Córdoba, 1561-1627)


Soneto XIX Oh Tiempo, róele al león las zarpas y hazle a la tierra devorar su prole, que al tigre se le pudra la quijada y el fénix arda envuelto en sus humores. Altera las cosechas a tu antojo y apura, Tiempo raudo, como ansíes la miel del ancho mundo y sus despojos, mas no cometas el infame crimen de hollar la frente que amo con tus horas o rubricarla con tu antigua pluma. Libera de tu estigma a su persona, pues ha de ser dechado de hermosura. Aunque hagas lo que quieras, viejo Tiempo, mi amor vivirá joven en mis versos W. SHAKESPEARE (Stratfor-upon-Avon, 1564-1616)

A su retrato Este que ves, engaño colorido, que, del arte ostentando los primores, con falsos silogismos de colores es cauteloso engaño del sentido; éste, en quien la lisonja ha pretendido excusar de los años los horrores, y venciendo del tiempo los rigores triunfar de la vejez y del olvido, es un vano artificio del cuidado, es una flor al viento delicada, es un resguardo inútil para el hado: es una necia diligencia errada, es un afán caduco y, bien mirado, es cadáver, es polvo, es sombra, es nada. SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (México, 1651-1695)


Por los viejos tiempos ¿Deberían olvidarse las viejas amistades y nunca recordárselas? ¿Deberían olvidarse las viejas amistades y los viejos tiempos? Por los viejos tiempos, amigo mío, por los viejos tiempos: tomaremos una copa de cordialidad por los viejos tiempos. Los dos hemos correteado por las laderas y recogido las hermosas margaritas, pero hemos errado mucho con los pies doloridos desde los viejos tiempos. Por los viejos tiempos, amigo mío, por los viejos tiempos: tomaremos una copa de cordialidad por los viejos tiempos. Los dos hemos vadeado la corriente desde el mediodía hasta la cena, pero anchos mares han rugido entre nosotros desde los viejos tiempos. Por los viejos tiempos, amigo mío, por los viejos tiempos: tomaremos una copa de cordialidad por los viejos tiempos. Y he aquí una mano, mi fiel amigo, y danos una de tus manos, y ¡echemos un cordial trago de cerveza por los viejos tiempos! Por los viejos tiempos, amigo mío, por los viejos tiempos: tomaremos una copa de cordialidad por los viejos tiempos. Y seguro que tú pagarás tu caña. Y seguro que yo pagaré la mía… Y, aun así… ¡echaremos ese trago de cordialidad por los viejos tiempos! ROBERT BURNS (Ayrshire, Escocia, 1759-Ellisland, 1796)

(Su poema “Auld Lang Syne” se canta tradicionalmente en los países angloparlantes como himno de despedida.)


Amor eterno Podrá nublarse el sol eternamente; Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la tierra Como un débil cristal. ¡Todo sucederá! Podrá la muerte Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor.

Rima XXXVII Antes que tú me moriré; escondido en las entrañas ya el hierro llevo con que abrió tu mano la ancha herida mortal. Antes que tú me moriré; y mi espíritu, en su empeño tenaz, se sentará a las puertas de la muerte, esperándote allá. Con las horas los días, con los días los años volarán, y a aquella puerta llamarás al cabo... ¿Quién deja de llamar? Entonces, que tu culpa y tus despojos la tierra guardará, lavándote en las ondas de la muerte como en otro Jordán; allí donde el murmullo de la vida temblando a morir va, como la ola que a la playa viene silenciosa a expirar; allí donde el sepulcro que se cierra abre una eternidad, todo cuanto los dos hemos callado, allí lo hemos de hablar. G.A. BÉCQUER (Sevilla, 1836- Madrid, 1870)


La leyenda del tiempo El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero. Nadie puede abrir semillas en el corazón del sueño. ¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta! ¡Qué témpanos de hielo azul levanta! El tiempo va sobre el sueño hundido hasta los cabellos. Ayer y mañana comen oscuras flores de duelo. ¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta! ¡Qué espesura de anémonas levanta! Sobre la misma columna, abrazados sueño y tiempo, cruza el gemido del niño, la lengua rota del viejo. ¡Ay, cómo canta el alba, cómo canta! ¡Qué espesura de anémonas levanta! Y si el sueño finge muros en la llanura del tiempo, el tiempo le hace creer que nace en aquel momento. ¡Ay, cómo canta la noche, cómo canta! ¡Qué témpanos de hielo azul levanta! Así que pasen cinco años, F.G.LORCA (Fuentevaqueros 1898-Víznar, 1936)


La selva de los relojes Entré en la selva de los relojes. Frondas de tic-tac, racimos de campanas y, bajo la hora múltiple, constelaciones de péndulos. Los lirios negros de las horas muertas, los lirios negros de las horas niñas. ¡Todo igual! ¿Y el oro del amor? Hay una hora tan sólo. ¡Una hora tan sólo! ¡La hora fría!

"Nada turba los siglos pasados. No podemos arrancar un suspiro de lo viejo". FGL


Alfa y Omega Cabe la vida entera en un soneto empezado con lánguido descuido, y, apenas iniciado, ha transcurrido la infancia, imagen del primer cuarteto. Llega la juventud con el secreto de la vida, que pasa inadvertido, y que se va también, que ya se ha ido, antes de entrar en el primer terceto. Maduros, a mirar a ayer tornamos añorantes y, ansiosos, a mañana, y así el primer terceto malgastamos. Y cuando en el terceto último entramos, es para ver con experiencia vana que se acaba el soneto... Y que nos vamos. MANUEL MACHADO (Sevilla, 1874- Madrid, 1947)

Ni mármol duro ni eterno Ni mármol duro y eterno, ni música ni pintura, sino palabra en el tiempo. ANTONIO MACHADO (Sevilla, 1875 - Colliure, 1939)


Cantares Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre el mar. Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción; yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón. Me gusta verlos pintarse de sol y grana, volar bajo el cielo azul, temblar súbitamente y quebrarse... Nunca perseguí la gloria. Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar... Hace algún tiempo en ese lugar donde hoy los bosques se visten de espinos se oyó la voz de un poeta gritar "Caminante no hay camino, se hace camino al andar..." Golpe a golpe, verso a verso... Murió el poeta lejos del hogar. Le cubre el polvo de un país vecino. Al alejarse le vieron llorar. "Caminante no hay camino, se hace camino al andar..." Golpe a golpe, verso a verso... Cuando el jilguero no puede cantar. Cuando el poeta es un peregrino, cuando de nada nos sirve rezar. "Caminante no hay camino, se hace camino al andar...


La hora Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa. Ahora que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera. Ahora que en mis labios repica la risa como una campana sacudida aprisa. Después..., ¡ah, yo sé que ya nada de eso más tarde tendré! Que entonces inútil será tu deseo, como ofrenda puesta sobre un mausoleo. ¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿No ves que la enredadera crecerá ciprés? JUANA DE IBARBOUROU (Uruguay, 1892-1979)


La hora Cada minuto de este oro ¿no es toda la eternidad? El aire puro lo mece sin prisa, como si ya fuera todo el oro que tuviera que acompasar. (¡Ramas últimas, divinas, inmateriales, en paz; ondas del mar infinito de una tarde sin pasar!) Cada minuto de este oro ¿no es un latido inmortal de mi corazón radiante por toda la eternidad? J.R.JIMÉNEZ (Moguer, Huelva, 1881San Juan, Puerto Rico, 1958)

¡No corras. Ve despacio, que donde tienes que ir es a ti solo! ¡Ve despacio, no corras, que el niño de tu yo, recién nacido eterno, no te puede seguir! Si vas deprisa, el tiempo volará ante ti, como una mariposilla esquiva. Si vas despacio, el tiempo irá detrás de ti, como un buey manso.


Elegía de un parque Se perdió el laberinto. Se perdieron todos los eucaliptos ordenados, los toldos del verano y la vigilia del incesante espejo, repitiendo cada expresión de cada rostro humano, cada fugacidad. El detenido reloj, la entretejida madreselva, la glorieta, las frívolas estatuas, el otro lado de la tarde, el trino, el mirador y el ocio de la fuente son cosas del pasado. ¿Del pasado? Si no hubo un principio ni habrá un término, si nos aguarda una infinita suma de blancos días y de negras noches, ya somos el pasado que seremos. Somos el tiempo, el río indivisible, somos Uxmal, Cartago y la borrada muralla del romano y el perdido parque que conmemoran estos versos. JORGE LUIS BORGES (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986)

“Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo”. J.L. Borges


Oda al tiempo Dentro de ti tu edad creciendo, dentro de mí mi edad andando. El tiempo es decidido, no suena su campana, se acrecienta, camina, por dentro de nosotros, aparece como un agua profunda en la mirada y junto a las castañas quemadas de tus ojos una brizna, la huella de un minúsculo rio, una estrellita seca ascendiendo a tu boca. Sube el tiempo sus hilos a tu pelo, pero en mi corazón como una madreselva es tu fragancia, viviente como el fuego. Es bello como lo que vivimos envejecer viviendo. Cada día fue piedra transparente, cada noche para nosotros fue una rosa negra, y este surco en tu rostro o en el mío son piedra o flor, recuerdo de un relámpago. Mis ojos se han gastado en tu hermosura, pero tú eres mis ojos. Yo fatigué tal vez bajo mis besos tu pecho duplicado, pero todos han visto en mi alegría tu resplandor secreto. Amor, qué importa que el tiempo, el mismo que elevó como dos llamas o espigas paralelas mi cuerpo y tu dulzura, mañana los mantenga o los desgrane y con sus mismos dedos invisibles borre la identidad que nos separa dándonos la victoria de un solo ser final bajo la tierra. PABLO NERUDA

(Parral, 1904-Santiago de Chile, 1973)


Ayer te besé en los labios. Te besé en los labios. Densos, rojos. Fue un beso tan corto que duró más que un relámpago, que un milagro, más. El tiempo después de dártelo no lo quise para nada ya, para nada lo había querido antes. Se empezó, se acabó en él. Hoy estoy besando un beso; estoy solo con mis labios. Los pongo no en tu boca, no, ya no -¿adónde se me ha escapado?-. Los pongo en el beso que te di ayer, en las bocas juntas del beso que se besaron. Y dura este beso más que el silencio, que la luz. Porque ya no es una carne ni una boca lo que beso, que se escapa, que me huye. No. Te estoy besando más lejos. PEDRO SALINAS (Madrid, 1891- Boston, 1951


Mi vida frente a los pupitres Mientras vosotros estáis con los grafismos contándome la historia de los tiempos escribo en el silencio de las aulas palabras nostálgicas, recuerdos. Mientras vosotros habláis de socialismos, de movimiento obrero, de Bismarck el guerrero, contemplo los objetos perdidos en el cielo y escribo versos, tiernos versos de amor y regocijo. Mientras crecéis para hombres y mujeres y del ojo infantil os cuelga tanta vida, asumo nostálgico este tiempo que apenas si me queda entre mis dedos. Mientras vosotros vais, yo vengo. Doloroso es cruzarse en el camino. JOSÉ ANTONIO LABORDETA (Zaragoza, 1935-2019)


Pasatiempo Cuando éramos niños los viejos tenían como treinta un charco era un océano la muerte lisa y llana no existía luego cuando muchachos los viejos eran gente de cuarenta un estanque era océano la muerte solamente una pala ya cuando nos casamos los ancianos estaban en cincuenta un lago era un océano la muerte era la muerte de los otros ahora veteranos ya le dimos alcance a la verdad el océano es por fin el océano pero la muerte empieza a ser la nuestra.

Sólo mientras tanto Vuelves, día de siempre, rompiendo el aire justamente donde el aire había crecido como muros. Pero nos iluminas brutalmente y en la sencilla náusea de tu claridad sabemos cuándo se nos caerán los ojos, el corazón, la piel de los recuerdos. Claro, mientras tanto hay oraciones, hay pétalos, hay ríos, hay la ternura como un viento húmedo. Sólo mientras tanto .


Tiempo sin tiempo Preciso tiempo necesito ese tiempo que otros dejan abandonado porque les sobra o ya no saben qué hacer con él tiempo en blanco en rojo en verde hasta en castaño oscuro no me importa el color cándido tiempo que yo no puedo abrir y cerrar como una puerta tiempo para mirar un árbol un farol para andar por el filo del descanso para pensar qué bien hoy es invierno para morir un poco y nacer enseguida y para darme cuenta y para darme cuerda preciso tiempo el necesario para chapotear unas horas en la vida y para investigar por qué estoy triste y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo tiempo para esconderme en el canto de un gallo y para reaparecer en un relincho y para estar al día para estar a la noche tiempo sin recato y sin reloj vale decir preciso o sea necesito digamos me hace falta tiempo sin tiempo. MARIO BENEDETTI (Montevideo, 1920-2009)

“Cinco minutos son suficientes para vivir una vida entera, así de relativo es el tiempo” M.Benedetti


Las cuatro de la madrugada Hora de la noche al día. Hora de un costado al otro. Hora para treintañeros. Hora acicalada para el canto del gallo. Hora en que la tierra niega nuestros nombres, Hora en que el viento sopla desde los astros extintos. Hora de y-si-tras-de-nosotros-no-quedara-nada. Hora vacía. Sorda, estéril. Fondo de todas las horas. Nadie se siente bien a las cuatro de la madrugada. Si las hormigas se sienten bien a las cuatro de la madrugada, habrá que felicitarlas. Y que lleguen las cinco, si es que tenemos que seguir viviendo. Wislawa Szyborska (Kórnik, 1923- Cracovia, 2012) Premio Nobel 1996

Collige, Virgo, Rosas Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana. Córtalas a destajo, desaforadamente, sin pararte a pensar si son malas o buenas. Que no quede ni una. Púlele los rosales que encuentres a tu paso y deja las espinas para tus compañeras de colegio. Disfruta de la luz y del oro mientras puedas y rinde tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico que va por los jardines instilando veneno. Goza labios y lengua, machácate de gusto con quien se deje y no permitas que el otoño te pille con la piel reseca y sin un hombre (por lo menos) comiéndote las hechuras del alma. Y que la negra muerte te quite lo bailado. LUIS ALBERTO DE CUENCA (Madrid,

1950)


Déjame, pensamiento, déjame... Déjame, pensamiento, déjame, mañana seré tuyo, volveré a ser tu presa. Pero hoy, mientras la luz araña en los árboles y pide una oportunidad, quiero que me recoja la inútil primavera. A la casa del frío regresaré mañana, cuando el tiempo exponga sus razones y el corazón pregunte lo que falta por ver, cuántos latidos pueden quedarle para detenerse. LUIS GARCIA MONTERO (Granada, 1958)

Dedicatoria Si alguna vez la vida te maltrata, acuérdate de mí, que no puede cansarse de esperar aquel que no se cansa de mirarte.

“Escribo este poema celebrando que pasado y presente coincidan todavía con nosotros y haya recuerdos vivos y besos tan dorados como el beso aquel de la memoria.” L.García Montero


RECORDATORIO Como cierre a esta pequeña antología queremos recordar a dos grandes poetas: A Rubén Darío, en el Centenario de su muerte (1867-1916), máximo representante del Modernismo literario en lengua española, que nos dejó este poema: Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer. (De Canción de otoño en primavera)

Y a Gloria Fuertes, la poeta de los niños, en el Centenario de su nacimiento (19171998), quien nos recomienda que: No perdamos el tiempo Si el mar es infinito y tiene redes, si su música sale de la ola, si el alba es roja y el ocaso verde, si la selva es lujuria y la luna caricia, si la rosa se abre y perfuma la casa, si la niña se ríe y perfuma la vida, si el amor va y me besa y me deja temblando, ¿qué importancia tiene todo eso, mientras haya en mi barrio una mesa sin patas, un niño sin zapatos o un contable tosiendo, un banquete de cáscaras, un concierto de perros, una ópera de sarna? Debemos inquietarnos por curar las simientes, por vendar corazones y escribir el poema que a todos nos contagie. Y crear esa frase que abrace todo el mundo; los poetas debiéramos arrancar las espadas, inventar más colores y escribir padrenuestros. Ir dejando las risas en la boca del túnel y no decir lo íntimo, sino cantar al corro; no cantar a la luna, no cantar a la novia, no escribir unas décimas, no fabricar sonetos. Debemos, pues sabemos, gritar al poderoso, gritar eso que digo, que hay bastantes viviendo debajo de las latas con lo puesto y aullando y madres que a sus hijos no peinan a diario, y padres que madrugan y no van al teatro. Adornar al humilde poniéndole en el hombro nuestro verso; cantar al que no canta y ayudarle es lo sano. Asediar usureros y con rara paciencia convencerles sin asco. Trillar en la labranza, bajar a alguna mina; ser buzo una semana, visitar los asilos, las cárceles, las ruinas; jugar con los párvulos, danzar en las leproserías. Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos, que al corazón le llega poca sangre.


Tras la lectura de los poemas anteriores, también nosotros hemos querido hacer el nuestro, un poema coral que aquí os ofrecemos:

Paradoja ¿Qué es el tiempo? Me dijiste en aquel amanecer repentino. ¿El tiempo? Pensé... el tiempo es historia y futuro, es ficción y realidad y felicidad y tristeza, es alegría y sufrimiento, es pasión y terror, es crueldad y maravilla. Es también poesía y prosa, ofrecer y recibir, recordar y olvidar, es paz y guerra, fuerza y debilidad. Es valentía y miedo. Y te contesté: El tiempo es un sueño sin final. Judith Barata, Hassan Guezouani, Sarah Elisa Pujols, Paula Ramos, Noemí Sánchez e Inés Tortajada.



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