Evangelizar Revista de Ayudas Pastorales
Diócesis de Sonsón-Rionegro
Julio de 2013 | N° 2
¿Y quién es mi prójimo?”
Sumario A los sacerdotes Ir más allá... Liturgia del Domingo 1. Domingo XV: El buen samaritano. 2. Domingo XVI: Jesús en casa de Martha y María. 3. Domingo XVII: Señor, enseñanos a orar. 4. Domingo XVIII: Guardaos de toda codicia. Formación doctrinal 1. Etapas de la revelación. 2. La plenitud de la revelación. 3. Transmisión de la revelación. Nuestra realidad El cercano y el lejano Oriente. Controversias religiosas ¿Confesarse con un hombre? Cambio de actitud Hay que salir. Vida familiar Tienes derecho a una familia. Espacios para crecer El párroco.
Asesor General Mons. Fidel León Cadavid Marín Director John Jairo Olaya B. Diagramación Silvia Giraldo Consejo editorial Delegados de Pastoral Coordinador general Vicaría de Pastoral Impresión Periódico El Mundo Dirección Diócesis de Sonsón-Rionegro Curia Episcopal Calle 51 No 47-31 Tel: 531 5252 www.diosonrio.org.co Fotografía Diócesis de Sonsón-Rionegro
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A los sacerdotes
IR MÁS ALLÁ ...
«Duc in altum! El Señor nos invita a ir mar adentro, a ir siempre más allá, a no conformarnos con lo que tenemos, a explorar nuevos caminos que nos permitan llevar el Evangelio a más personas, a más comunidades. El sacerdote que no se aventura a remar mar adentro corre el peligro de estancarse, de caer en la rutina, de dar solamente lo mínimo.
Como una sola familia debemos trabajar juntos para atender al llamado que nos hace el Señor de remar mar adentro y tirar nuevamente las redes.
Remar mar adentro implica de nuestra parte riesgo, capacidad de entrega, generosidad, disponibilidad de tiempo, sacrificio, pero sobre todo, una mayor conciencia de nuestra vocación. Recordar que fuimos llamados por el Señor para llevar la semilla del Evangelio al mayor número posible de personas, dado que la mies es abundante y los obreros pocos.
“¡Caminemos con esperanza! Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo. El Hijo de Dios, que se encarnó hace dos mil años por amor al hombre, realiza también hoy su obra.
Desde la diócesis estamos trabajando para abrir nuevos caminos en este arduo camino de la evangelización, de la nueva evangelización; pero este reto nos compromete a todos, no solamente a algunos.
Hemos de aguzar la vista para verla y, sobre todo, tener un gran corazón para convertirnos nosotros mismos en sus instrumentos. El Cristo contemplado y amado ahora nos invita una vez más a ponernos en camino: «Id pues y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). El mandato misionero nos introduce en el tercer milenio invitándonos a tener el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos. Para ello podemos contar con la fuerza del mismo Espíritu, que fue enviado en Pentecostés y que nos empuja hoy a partir animados por la esperanza «que no defrauda» (Rm 5,5).” Juan Pablo II. NOVO MILLENNIO INEUNTE
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En esta difícil, pero apasionante tarea que tenemos, debemos dar siempre lo mejor de nosotros mismos, poner al servicio de la evangelización nuestros talentos y capacidades, para pensar y poner en marcha nuevos métodos y expresiones. Porque el reto no es sólo conservar a los fieles que tenemos, sino ante todo llegar a los que se han ido o nunca han estado para traerlos al redil. Al respecto decía en alguna ocasión el Papa Francisco que ya no son 99 ovejas las que tenemos, sino al contrario, las que se han marchado.
P. John Jairo Olaya B.
DOMINGO XV EL BUEN SAMARITANO PRACTICAR LA FE El Evangelio comienza hablando de un legista que se acercó a Jesús y le hizo una pregunta para ponerlo a prueba... Como este hombre a veces muchos cristianos están más interesados en discutir la fe que en vivirla.
CRITERIO DE MEDIDA Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?»
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El le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.» Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás.» Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo.
De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.” ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» El dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.» Lc. 10, 25-37
Para los judíos la noción de prójimo era muy restringida, incluía al extranjero que vivía en Israel, pero no al extranjero enemigo. Con esta parábola Jesús quiere señalar que en el ámbito cristiano el amor es universal.
MI PRÓJIMO La parábola nos muestra la universalidad del amor que se dirige a todos aquellos que nos encontremos casualmente en el camino de la vida y que requieran de nuestra ayuda.
HAZ TU LO MISMO No podemos sentirnos ajenos y pasar de largo ante las desgracias y miserias de tantas personas que encontramos a nuestro alrededor. Tenemos que hacer lo que nos pide Jesús: que la fe se torne caridad
Dios se ha revelado, se ha dado a conocer a la humanidad, se ha insertado en la historia haciendo de ella un camino de salvación. Es un proceso salvador en el que ha intervenido por medio de palabras y obras manifestando el amor y cercanía al mundo. En los temas anteriores hemos visto cómo el deseo de la búsqueda y conocimiento de Dios está inscrito en el corazón del ser humano y cómo, el mismo Dios, ha venido al encuentro de este hombre para salvarlo. Detengámonos un poco ahora en algunas etapas que enmarcarán este proceso de revelación: 1. La creación: leemos en la Dei Verbum: “Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio”. Es así como, desde la creación, se puede percibir una manifestación del designio amoroso de Dios, que quiere conservar y plenificar todo en sí mismo. Y a pesar de la caída del mismo hombre, no deja a un lado el deseo de salvarlo. 2. Alianza con Noé: Después del diluvio causado por el pecado y desobediencia del mismo hombre, Dios establece una lianza con Noé, que alcanzará a todas las generaciones hasta el final de los tiempos.
Es una alianza de vida y salvación. (cfr. Gn 9,1-17). 3. Dios elige a Abraham: Este se convierte en el “padre de la fe”, por su obediencia y docilidad al mandato divino. Será el padre de todas las naciones y portador de una promesa de tierra y descendencia abundantes. (cfr. Gn 12,1-5; 15,1-6) 4. Elección de un pueblo: Dios elige al pueblo de Israel y por medio de los patriarcas y profetas (anunciadores del mensaje divino) lo va guiando por los caminos y senderos de salvación. Esta revelación liberadora y salvadora para un pueblo concreto (Israel) tendrá su plenitud en el envío del Mesías, el Hijo único de Dios.
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO 1. ¿Qué papel cumplen Abraham y Moisés en la historia de la salvación? 2. ¿Por qué Dios decide salvar al hombre? 3. ¿En quién alcanza el hombre la salvación? ¿Por qué?
TEXTO PARA PROFUNDIZAR •
Catecismo de la Iglesia Católica Nº. 54-64
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Lección 1
Etapas de la revelación
DOMINGO XVI JESÚS EN CASA DE MARTA Y MARÍA Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» Lc. 10, 38-42
MARTA La escena del Evangelio de este domingo tiene lugar en una casa muy querida por Jesús, en Betania, donde unos hermanos (Lázaro, Marta y María) gozaban de la amistad del Hijo de Dios.
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En este caso, el Evangelio nos muestra a Marta afanada por servir, de la mejor manera posible, al Maestro. Se multiplicaba para dar abasto con el servicio hasta el punto de desentenderse casi de la presencia tan cercana de Jesús. Esta mujer comprende la importancia de la entrega generosa a través del servicio, impulsado por el amor. Ningún otro interés la mueve, mas que aquel de acoger a Jesús con amor en su casa. Peligro: Cuando abandonamos a Dios para ocuparnos de tantas cosas en la vida, a veces importantes y necesarias, nuestra actividad se puede ver reducida a un activismo estéril y desordenado que termina produciendo fatiga y estrés. Que nuestras actividades cotidianas no nos distraigan de nuestra adhesión a la fe y del amor a Cristo.
MARÍA Sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Esta actitud, contrapuesta a la anterior, recibe el elogio de Jesús. En María está personificado el discípulo atento y vigilante que se siente captado por la presencia y la Palabra del Señor, hasta el punto de olvidarse de sí mismo. Así, en María, la hermana de Marta, los cristianos encontramos un modelo que nos ayuda a valorizar la escucha de la Palabra del Señor y la necesidad de la oración, dado que lo único realmente necesario en este mundo es Dios, su Palabra, su cercanía, su presencia. Peligro: Pero la verdadera contemplación debe llevarnos a la acción, al compromiso; ninguno puede pensar que agrada plenamente a Dios si se margina del servicio a los demás con el pretexto de buscar sólo a Dios.
Lección 2
La plenitud de la revelación
Dios se ha revelado, ha entrado en la historia, paulatinamente se ha dado a conocer a la humanidad. Esta revelación tendrá un culmen que será el envío del Hijo, el misterio de la Encarnación. Recordemos lo que nos dice San Pablo: “Al llegar la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, para rescatar a los que estaban sometidos bajo la ley” (Ga 4,3). Jesucristo, por tanto, es la última Palabra dada por Dios a los hombres, es la plenitud de la manifestación de Dios al mundo; es por ello que nosotros, cristianos, no esperamos otra revelación pública de Dios sino hasta el final de los tiempos cuando manifieste su poder y gloria a la humanidad entera. La Iglesia, entonces, es la que porta, anuncia y explica este mensaje revelador de Dios a lo largo de la historia, el cual no cambia en su contenido esencial, sino en la manera de transmitirlo e interpretarlo.
Revelación pública: designa la acción reveladora de Dios destinada a toda la humanidad, la cual se nos ha transmitido en la Sagrada Escritura. Se trata de un proceso vital en el cual Dios se acerca al hombre para entablar un diálogo con él y conducirlo a la salvación. Tiene su culmen en Jesucristo. Revelaciones privadas: La Iglesia acepta que pueden existir. Su función no es la de “completar” la Revelación definitiva en Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente. La autoridad de estas revelaciones es esencialmente diversa de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe, aquellas sólo se la exigen a la persona o personas que efectivamente las hubieran recibido.
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO 1. ¿Qué revelaciones privadas conocemos? 2. ¿Las revelaciones privadas son necesarias para la salvación? 3. ¿Cómo podemos manifestar de una manera profunda nuestra adhesión a la Revelación de Dios en Cristo?
TEXTOS PARA PROFUNDIZAR •
Catecismo de la Iglesia Católica N° 65 – 67
•
Concilio Vaticano II “Dei Verbum” N° 4
•
Exhortación Apostólica “Verbum Domini” N° 11 – 16
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Dado que Jesucristo es la plenitud de la revelación y no habrá otra, valdría la pena hacer una distinción entre lo que es la llamada revelación “pública” y las llamadas revelaciones “privadas” (también llamadas especiales o particulares) para evitar confusiones:
DOMINGO XVII SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.» El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.»
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Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle”, y aquél, desde dentro, le responde: “No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos”, os aseguro, que si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad, y le dará cuanto necesite.» Yo os digo: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» Lc. 11, 1-13
Orando en cierto lugar El Evangelio de este domingo nos presenta a Jesús recogido en oración, un poco apartado de sus discípulos. Este texto, como tantos otros, nos muestra que Jesús no sólo participa de la oración comunitaria los sábado en la sinagoga, sino que también y con mucha frecuencia se aparta a lugares solitarios para ponerse en oración. Señor, enséñanos a orar Cuando concluyó, uno de ellos le dijo: «Señor, enséñanos a orar» Era tan fuerte, intensa y profunda la oración de Jesús, que sus discípulos sintieron un gran deseo de orar de la misma manera que oraba Jesús. Por eso cuando termina de orar, uno de ellos le pide a Jesús que les enseñe a orar. De esta forma, el texto del evangelio de este domingo nos enseña que la oración que exige la gracia de Dios es también fruto del deseo del corazón humano y de procesos de aprendizaje. Hay que desear, pero también aprender a orar. Cuando oren digan: Padre Ante la solicitud de sus discípulos, lo primero que Jesús les enseña es que la oración del cristiano es fruto de la filiación divina. En la oración no se entra en diálogo con un extraño, sino con un Dios Padre: cuando oren, digan Padre. La oración es siempre un diálogo entre Dios Padre y nosotros que somos sus hijos. Por eso, al final del Evangelio Jesús señala que la oración alcanza de Dios todo aquello que se pide con fe, pero sobre todo con confianza filial: Si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro el Padre del cielo. La oración del Padre Nuestro La oración que Jesús transmite a sus discípulos es aquella conocida como la oración del Padre Nuestro. Esta oración recoge y expresa las necesidades humanas materiales y espirituales del ser humano. Pero no es una oración en la que sólo se busca satisfacer necesidades, sino ante todo, una oración en la que el cristiano se pone en manos de Dios, consciente de que todo lo que es y tiene procede de Él.
El mensaje de la Revelación Divina, de la Salvación, debe llegar a todos los hombres; es por ello que Jesús envía a los apóstoles, irradiados por la fuerza y el poder del Espíritu Santo, a anunciar la Buena Nueva, y, ellos, a su vez, eligen y envían otros hombres impulsados por el Espíritu.
la Iglesia, es decir, al Sucesor de Pedro, el Obispo de Roma, y a los obispos en comunión con él. Al Magisterio, el cual, en el servicio de la Palabra de Dios, goza del carisma cierto de la verdad, compete también definir los dogmas, que son formulaciones de las verdades contenidas en la divina Revelación.
Así se va dando a conocer el mensaje revelador de Dios, primero oralmente, luego por escrito. Profundicemos, entonces, en los canales por los cuales ha llegado hasta nosotros el mensaje de la Revelación y en quienes tienen el deber de custodiar, interpretar y exponer dicho mensaje.
Escritura, Tradición y Magisterio están tan estrechamente unidos entre sí, que ninguno de ellos existe sin los otros. Juntos, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente, cada uno a su modo, a la salvación de los hombres.
Tradición: La Tradición Apostólica es la transmisión del mensaje de Cristo llevada a cabo, desde los comienzos del cristianismo, por la predicación, el testimonio, las instituciones, el culto y los escritos inspirados. Los Apóstoles transmitieron a sus sucesores, los obispos y, a través de éstos, a todas las generaciones hasta el fin de los tiempos todo lo que habían recibido de Cristo y aprendido del Espíritu Santo. Escritura: De entre los Apóstoles y aquellos que reciben el mensaje, surgen algunos que lo consignan por escrito, lo cual dará origen a los escritos del Nuevo Testamento, pasando a formar parte del canon bíblico algunos siglos después. Magisterio: La interpretación auténtica del depósito de la fe, contenido en la Tradición y la Escritura, corresponde sólo al Magisterio vivo de
PREGUNTAS PARA EL DIÁLOGO 1. ¿Podemos renunciar a la Tradición y quedarnos con la sola Escritura? 2. ¿Qué son los dogmas y quién los define? 3. ¿Por qué debemos asentimiento de fe a los dogmas? 4. ¿Cuál es la tarea concreta del Magisterio y quiénes lo conforman?
TEXTOS PARA PROFUNDIZAR •
Catecismo de la Iglesia Católica N° 74 - 95
•
Concilio Vaticano II “Dei Verbum” N° 7 - 10
•
Exhortación Apostólica “Verbum Domini” N° 17 - 19
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Lección 3
Transmisión de la revelación
DOMINGO XVIII GUARDAOS DE TODA CODICIA Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.» El le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?» Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.» Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha? Y dijo: “Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.” Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?” Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.» Lc. 12, 13-21
La avaricia
Ricos según Dios
Ante la solicitud de un hombre de la multitud para que Jesús mediara en la repartición de una herencia, Jesús previene a sus discípulos de la avaricia y a través de una parábola señala el peligro de las riquezas.
Al final de la parábola Jesús invita a sus discípulos a ser ricos pero a los ojos de Dios. Es un tema que san Lucas recalca especialmente en otros pasajes y que escucharemos el próximo domingo: “Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla” (Lc 12,33).
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Se trata de un hombre que ha limitado el sentido de su vida a los bienes de este mundo. Un hombre que ha reducido toda su existencia a la adquisición de bienes materiales de modo desaforado. Se trata de una cuestión que ha estado siempre presente en la historia humana y en el corazón del hombre. Sin embargo, en nuestro tiempo el deseo de riquezas materiales se ha incrementado a tal punto que mucha gente vive en función sólo de este ideal, con el agravante en algunos casos de querer mucho dinero rápido y fácil. Es un fenómeno social que se extiende cada vez más con consecuencias nefastas.
Para Jesús no está mal atesorar. Lo que denuncia es atesorar mal. Y se atesora mal cuando se administra mal. Y se administra mal cuando se pretende sólo acumular dinero, desconociendo su sentido y convirtiendo a las personas en esclavos de sus propias riquezas. En particular se atesora mal cuando no se piensa en los pobres, en las personas que no tienen forma de satisfacer sus necesidades básicas, y también cuando las riquezas llevan al olvido de Dios.
Nuestra realidad
EL CERCANO Y EL LEJANO ORIENTE Una particularidad de la región del Oriente antioqueño es la existencia de dos zonas claramente diferenciadas no sólo por su distancia física, sino también por sus características culturales: el cercano y el lejano oriente. 1. El Oriente cercano tuvo a lo largo de varias décadas dos grandes centros de poder económico y político: Marinilla y Rionegro, ambos con fuerte influencia de la Iglesia, el Partido Conservador y las élites locales, que moldearon un tipo de sociedad cohesionada social y políticamente. Aunque Marinilla se identificaba políticamente como conservador y Rionegro como liberal, ambos impulsaron el desarrollo del comercio, la industria y la agricultura.
Municipios El cercano oriente comprende los municipios de Rionegro, Guarne, San Vicente, Marinilla, El Carmen de Viboral, El Santuario, la Unión, la Ceja y el Retiro. El lejano oriente, por su parte, comprende los municipios de San Carlos, San Rafael, Guatapé, El Peñol, Cocorná, Granada, San Francisco, San Luis, Abejorral, Sonsón, Argelia y Nariño.
2. El Oriente lejano tuvo una colonización más dispersa, que conformó una estructura social con menores niveles de organización y mayores posibilidades de independencia. Estos territorios sirvieron de refugio a los indígenas de los resguardos de El Peñol, San Antonio de Pereira y Sabaletas, así como a los campesinos desposeídos de sus tierras por los hacendados dueños de haciendas ganaderas. Allí, la violencia de mediados de siglo XX tuvo un notable impacto por la presencia de “Los Pájaros” y la “chusma liberal”, que se enfrentaron en una guerra de 15 años. Fuente: Oriente Antioqueño: Análisis de la conflictividad. PNUD Colombia
Estas dos grandes zonas, el cercano y lejano oriente, tienen cada una sus particularidades, riquezas, problemáticas, oportunidades y ritmo de desarrollo. Son dos zonas que se complementan mutuamente en una región que crece, superando múltiples dificultades.
Son dos zonas unidas por factores sociales, culturales, políticos y, sobre todo, religiosos; en ambas zonas ha florecido un cristianismo vigoroso, fruto del trabajo de cientos de misioneros, sacerdotes y religiosos, que desde los tiempos de la colonia han sembrado el Evangelio con
generosidad, haciendo posible que sus habitantes afronten con espíritu de fe los múltiples desafíos de una realidad cada vez más compleja y difícil.
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UN FACTOR DE UNIDAD
Controversias religiosas
¿CONFESARSE CON UN HOMBRE? ESTADO DE LA CUESTIÓN Pocos sacramentos se cuestionan tanto como el sacramento de la reconciliación o de la confesión. De hecho, en la actualidad se percibe una disminución de las personas que buscan con asidua frecuencia este sacramento. ¿Cuáles son las razones? • • •
Hay quienes consideran que nada es pecado y que por lo tanto no tienen de qué arrepentirse. Hay otros que piensan que no tienen pecados graves y que por lo tanto tampoco tienen necesidad de confesarse Hay también quienes influenciados por otras creencias, consideran que no tiene sentido confesarse con otro hombre, a veces más pecador que ellos. Consideran que es suficiente con pedirle perdón a Dios en la oración.
Los apóstoles comunican este poder a sus sucesores. Dado que Cristo quería que ese don llegara a todas las personas de todos los tiempos, les dio ese poder de manera que fuera transmisible, es decir, que ellos pudieran transmitirlo a sus sucesores. Y así los sucesores de los apóstoles, los obispos, lo delegaron a los sacerdotes.
OTRO HOMBRE PECADOR Es verdad que los sacerdotes son pecadores, al igual que también lo fueron los apóstoles. Sin embargo, el sacerdote perdona no por su propio poder; cuando el sacerdote dice: yo te absuelvo, no es el sacerdote el que absuelve sino Dios a través del sacerdote. Por otra parte, el poder de perdonar no radica en la santidad del sacerdote, sino en que ha recibido de Dios esta gracia, este poder, que es un servicio en función de la misericordia de Dios.
EL PODER DE PERDONAR En el Antiguo Testamento el perdón de los pecados era un derecho exclusivo de Dios. Ningún profeta y ningún sacerdote del Antiguo Testamento tenía poder para perdonar pecados. Sólo Dios perdonaba el pecado.
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En el Nuevo Testamento, por primera vez, aparece alguien, al lado de Dios Padre, que perdona los pecados: Jesús. El Hijo de Dios dijo de sí mismo: «El Hijo del Hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra» (Mc. 2, 10). Jesús otorga este poder a los apóstoles. El mismo día de la Resurrección, cuando Cristo se aparece a los apóstoles, sopla sobre sus cabezas y les dice: «Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados y a quienes se los retengan, les quedarán retenidos» (Jn. 20, 22-23).
En internet se encuentran diversos artículos acerca de este tema. Sobretodo en: • http://es.catholic.net/ • http://www.teologoresponde.com.ar/
Cambio de actitud
HAY QUE SALIR ... Es necesario salir de nosotros mismos para descubrir la grandeza y belleza del mundo, para valorar otras formas de pensar, otras costumbres, otras reglas, otros modos de vida. Para descubrir que el mundo no es solamente el que nosotros pensamos, el que nosotros creemos, el que nosotros valoramos. Porque no podemos caer en la torpeza de pensar que el mundo es solamente el nuestro.
Hay que salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los hermanos necesitados, de los enfermos, los ignorantes, los pobres, los explotados. Para brindar una mano amiga con amor cristiano, porque no podemos ser indiferentes ante el dolor y el sufrimiento humano; porque todos podemos aportar, todos podemos ayudar, porque todos podemos contribuir a construir un mundo mejor.
Es necesario salir de nosotros mismos para encontrarnos con Dios. Ese Dios que está siempre tocando a nuestra puerta porque quiere entrar, porque quiere estar con nosotros, porque quiere ayudarnos a salir. Porque Dios sabe que sólo cuando salimos de nosotros mismos nos enriquecemos y encontramos la verdadera felicidad.
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Es necesario salir de nosotros mismos para enriquecernos con la presencia de las demás personas a través de la convivencia, la amistad, el servicio mutuo. Cada persona es un tesoro, una riqueza invaluable, una fuente inagotable de posibilidades. Una persona aislada y solitaria se empobrece y empobrece a quienes están a su alrededor.
Vida familiar
TIENES DERECHO A UNA FAMILIA
Desde siempre la familia ha sido considerada la institución básica y más importante de la sociedad. Cumple un rol primordial de socialización, apoyo y protección de los individuos, especialmente de aquellos que todavía carecen de herramientas necesarias para desenvolverse: niños y adolescentes. La familia es el ámbito donde las personas encuentran afecto, vínculos emocionales, posibilidad de sobrevivencia, desarrollo de las facultades humanas, consolidación de la propia personalidad, consecución de sus ideales, capacidad de superación, etc. Sin una familia sólida y estable la persona humana difícilmente puede llegar a realizarse plenamente. El camino de la vida se le hace doblemente difícil.
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El Concilio Vaticano II define la familia como una íntima comunidad de vida y amor. Esta definición nos permite descubrir tres principios claves de la identidad de la familia como institución en el seno de la humanidad: 1. La familia es una íntima comunidad: Esta realidad de la familia se comienza a consolidar a partir del matrimonio y alcanza su plenitud con los hijos. Esposos e hijos forman una común unidad de carácter natural y no simplemente convencional.
2. Al servicio de la vida: La familia es el espacio donde la vida florece en todas sus dimensiones y donde alcanza su pleno desarrollo. Tanto la vida natural que se manifiesta de modo particular con el nacimiento de los hijos, como también la vida espiritual, se desarrollan y plenifican en el seno de la familia. 3. Fundada en el amor: lo que une y sostiene la familia es el amor que florece de modo espontáneo entre las personas que la integran: padres, hijos y demás miembros de la familia se mantienen unidos a través del amor que hace posible superar todas las dificultades y obstáculos del día a día.
Preguntas para el diálogo 1. ¿Consideras que la familia es importante en la vida humana? ¿Por qué? 2. ¿Qué papel juega tu familia en tu vida? 3. ¿Puede otra institución reemplazar la familia? ¿Cuál? 4. ¿Qué es lo más valioso de la familia? 5. ¿Qué podemos hacer como cristianos para que las personas valoren más su propia familia?
Espacios para crecer
EL PÁRROCO
3. La administración de los sacramentos: El párroco debe velar por la oportuna y adecuada celebración de los sacramentos para todos los fieles. Especialmente se debe empeñar en que la Santísima Eucaristía constituya el centro de la comunidad parroquial, y que todos los fieles puedan alcanzar la plenitud de la vida cristiana mediante una consciente y activa participación en la sagrada Liturgia.
¿Cuáles son las responsabilidades de un párroco? El párroco tiene, entre otras responsabilidades, las siguientes: 1. La catequesis: Le corresponde al párroco velar por la sólida formación doctrinal de sus fieles a través de una catequesis . 2. La vigilancia: Sobre el párroco, por una razón de efectiva caridad pastoral, graba también el deber de ejercer una atenta y primorosa vigilancia sobre todos sus fieles y sobre cada una de las instancias de la parroquia.
5. La promoción de las vocaciones: El párroco debe promover con celo, sostener y seguir con particular cuidado las vocaciones sacerdotales y religiosas. 6. La colaboración de los laicos: El párroco debe así mismo reconocer y promover los ministerios, oficios y funciones de los fieles laicos en la Iglesia, que tienen su fundamento sacramental en el Bautismo y en la Confirmación, y para muchos de ellos en el Matrimonio. Y cuando la necesidad o la utilidad de la Iglesia lo exija, pueden confiar a los fieles laicos algunas tareas que, si bien están conectadas a su propio ministerio de pastores, no exigen, sin embargo, el carácter del sacramento del Orden.
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Qué es un párroco Un párroco es el pastor propio de la parroquia que se le confía, para ejercer la cura pastoral de la comunidad que le está encomendada bajo la autoridad del Obispo diocesano en cuyo ministerio de Cristo ha sido llamado a participar, para que en esa misma comunidad cumpla las funciones de enseñar, santificar y regir, con la cooperación de otros presbíteros o diáconos y con la ayuda de fieles laicos
4. La actividad pastoral: Al párroco le corresponde impulsar toda la acción pastoral en la comunidad que le fue confiada, lo cual implica en primer lugar conocer a los fieles confiados a su cura, orientarlos en el conocimiento de la fe, alentarlos en la práctica de las obras de misericordia, impulsar a los laicos a perfeccionar el orden de las realidades temporales con el espíritu evangélico, etc.
“Ante la necesidad de la multitud, he aquí la solución de los discípulos: que cada uno se ocupe de sí mismo; ¡despedir a la muchedumbre! ¡Cuántas veces nosotros cristianos hemos tenido esta tentación! No nos hacemos cargo de las necesidades de los demás, despidiéndoles con un piadoso: «Que Dios te ayude», o con un no tan piadoso: «Buena suerte», si no te veo más... Pero la solución de Jesús va en otra dirección, una dirección que sorprende a los discípulos:
«Dadles vosotros de comer» Pero, ¿cómo es posible que seamos nosotros quienes demos de comer a una multitud? No tenemos más que cinco panes y dos peces; pero son precisamente esos panes y esos peces los que en las manos del Señor sacian a toda la multitud. Aquí la palabra clave de la que no debemos tener miedo es «solidaridad», o sea, saber poner a disposición de Dios lo que tenemos, porque sólo compartiendo, nuestra vida será fecunda.” Papa Francisco Homilía Corpus Christi