Evangelizar 033 - Mayo de 2016

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Mayo

Revista de Ayudas Pastorales Diócesis de Sonsón-Rionegro

Enseñar al que no sabe

2016 N° 33


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Asesor General Mons. Fidel León Cadavid Marín Director P. John Jairo Olaya Ballesteros Diagramación Silvia Giraldo

A LOS SACERDOTES

Consejo editorial Delegados de Pastoral

+Rino Fisichella EL PERDÓN DE LOS PECADOS POR PARTE DE JESÚS

Coordinador general Vicaría de Pastoral

LITURGIA DEL DOMINGO

Impresión Periódico El Mundo

Pbro. Javier Arturo Marín Carvajal VI DOMINGO DE PASCUA LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR PENTECOSTÉS LA SANTÍSIMA TRINIDAD EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO

FORMACIÓN DOCTRINAL Pbro. Edwin Yair Hidalgo Giraldo VESTIR AL DESNUDO ENSEÑAR AL QUE NO SABE VISITAR A LOS PRESOS

CONTROVERSIAS RELIGIOSAS

Pbro. Óscar Chalarca ¿SERÁ VERDAD QUE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN NO HA SIDO PRIORITARIA EN LA IGLESIA?

NUESTRA REALIDAD

Mons. Gilberto Muñoz Ospina “LA LAUDATO SI” CONVERSIÓN Y ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA

VIDA FAMILIAR

Pbro. Nelson Patiño Villa EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL AMORIS LAETITIA

ESPACIOS PARA CRECER

Pbro. Jorge Iván Martínez López CONGREGACIÓN SIERVAS DEL SANTÍSIMO Y DE LA CARIDAD

Dirección Diócesis de Sonsón-Rionegro Curia Episcopal Calle 51 No 47-31 Tel: 531 5252 www.diosonrio.org.co Fotografía Diócesis de Sonsón-Rionegro Sugerencias vipastoral@diosonrio.org.co


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EL PERDÓN DE LOS PECADOS POR PARTE DE JESÚS En el interior del capítulo titulado “Los sacramentos de curación“(CEC 1420-1532), el Catecismo de la Iglesia Católica trata del sacramento de la Reconciliación. La argumentación se circunscribe a dos referencias evangélicas. Que se refieren al paralítico curado por Jesús en Cafarnaúm (Mc 2, 1-12). Entre Jesús y los escribas estalla una polémica sobre el tema del “perdón de los pecados”. El tema del perdón de los pecados ha sido desde siempre un argumento que crea conflictos y acarrea dificultades; ya está planteado en el evangelio más antiguo, el de San Marcos. De hecho, es significativo que la primera controversia haya sido provocada por el mismo Jesús en referencia al “perdón de los pecados” (Mc 2, 1-12). DESDE EL ESCÁNDALO En Cafarnaúm, dirigiéndose a un paralítico que le han presentado, Jesús le dice:” Hijo, tus pecados te son perdonados”. Estas palabras escandalizan a algunos escribas presentes que, en su corazón, objetan: “¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¡¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?!” (v.7). Consideradas blasfemas, las palabras de Jesús provocan desconcierto y desprecio en los doctores de la Ley. Pero la fuerte reacción resulta comprensible, si se compara con las enseñanzas de la tradición hebrea. En efecto, en ésta se consideraba que el perdón de los pecados era exclusivo privilegio de Dios, y ¿sólo de Dios! (“Soy Yo, sólo Yo el que borro tus crímenes

por consideración a mí, y ya no me acordaré de tus pecados”, (Is 43,25). Ellos, ciertamente, habrían manifestado esto en la era mesiánica porque la salvación de Dios obrada para el pueblo habría incluido el perdón de los pecados. (“¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de tu herencia? Él no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad. Él volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en lo más profundo del mar todos nuestros pecados”,( Mi 7,18-19) . Sin embargo, a pesar de que las expectativas sobre el Mesías eran múltiples y variadas (un liberador del habitante extranjero, aquel que reuniría al pueblo disperso, el fiel intérprete de la Ley), nunca nadie se había osado a atribuir al ungido de Dios el poder de perdonar los pecados a alguien. Se trataba de una prerrogativa absoluta de Dios, el Único! Juzgando como blasfemas las palabras de Jesús, los escribas manifiestan tener clara conciencia de la condición del hombre “sobre la tierra“ y del carácter de la auténtica experiencia religiosa. De hecho, toman en serio la distancia abismal que separa al hombre, pecador por su naturaleza, del Dios tres veces santo (Is 6, 3). Los escribas reconocen sólo a Dios el papel de ejecutor de la salvación. Por consiguiente, ante sus oídos, las palabras de Jesús hacia el paralítico son inaceptables e insostenibles, porque parecen querer engañar respecto a su condición, y sobre todo porque ponen a quien las pronuncia a la misma altura de Dios “Único“ de Israel.


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VI DOMINGO DE PASCUA Evangelio según San Juan (14, 23-29)

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: — «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo

enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo”. Palabra del Señor

Pautas de reflexión El verdadero amor se manifiesta en los actos más que en las palabras y esta es la condición que Jesús nos pide para poder realizar en nosotros su obra: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. Pero cuál es el amor que se nos pide: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente” —le respondió Jesús. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Pero qué difícil es amar, cuando debemos superar nuestra tendencia al egoísmo, cuando nos toca enfrentarnos con el esquema del mundo donde se confunde el amor con el interés y se nos olvida que el amor es la fuerza que nos ayuda a vivir según el Evangelio y a configurarnos cada vez más con Aquel que nos “amó hasta el extremo”; el que no

ama nunca podrá experimentar la presencia de Dios, es más ni siquiera conoce a Dios, puesto que Dios es amor. Y en el marco de este pedido Jesús nos hace la promesa: “Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo”. El Espíritu Santo será quien llene nuestro corazón de amor y lo avive con su fuego divino, El será nuestro inspirador, él nos lo recordará todo, El será quien dirija nuestras acciones inspiradas en el amor y por el amor. Hace las veces de Maestro en la escuela del amor. Una persona que ama verdaderamente, es una persona llena del Espíritu. La tarea no es fácil, pero no imposible, sólo permitamos que Dios nos moldee como el barro en las manos del Alfarero.


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Vestir al desnudo (Mt 25,36)

“Traigan el mejor vestido y vístanlo” La Sagrada Escritura nos presenta la desnudez de manera negativa, de un lado como fruto del pecado (cfr. Gén 3,7), y de otro por la relación con el esclavo que no tiene derecho a propiedad y está sujeto a explotación (cfr. Gén 37,23); la desnudez se relaciona con la situación del encarcelado (cfr. Is 20,4; Hch 12,8) y del enfermo mental que viven en condición de alienación (cfr. Mc 5,1-20). En efecto, hablamos de la desnudez humillada del marginado, tal como se cuenta en el libro de Job hablando de los pobres: “Pasan la noche desnudos, sin nada de ropa qué ponerse, sin cobertor, a merced del frío... Andan desnudos, sin ropas y hambrientos” (Job 24,7.10). Observando la miseria del que carece de vestido, las Sagradas Escrituras proponen una actitud de compasión para con la desnudez: “Comparte tu ropa con el que está desnudo” (cfr. Tob 4,16), alaba al que “viste al desnudo” (Ez 18,16) y “al que lo cubre” (Is 58,7). De allí que, en el juicio final, tal acción es vista como una obra de misericordia (cfr. Mt 25,36). Para la Biblia el vestido es signo de la condición espiritual del ser humano, particularmente cuando se utiliza el color blanco, que remite a la dimensión escatológica salvadora como marca de los seres asociados a Dios (cfr. Ap 2,17; 14,14). En este contexto, el contraste entre el “joven desnudo” (Mc 14,51s) –símbolo de la muerte

de Jesús– y el “joven vestido de blanco” (Mc 16,5) – anunciador de la resurrección de Jesucristo–, sugiere plásticamente el significado profundo de “la atención para con el desnudo” (Mt 25,36). Dice Marko Rupnik s.j: “el vestido tiene que ver con la identidad más profunda de la persona. Tan es así que la desnudez es la pérdida de esa identidad y expresa su cercanía a la muerte”. Entonces, lo de vestir al desnudo ya no es solamente dar nuestra ropa pasada de moda, sino que se convierte en la obra de ayudar a recuperar la intimidad y la profundidad de la persona, crear espacios, situaciones, relaciones que colaboren en la rehabilitación del que ha perdido sus rasgos más íntimos. Vestir al desnudo exige un profundo respeto, pues no se trata de imponer mis gustos o mi visión de la vida. Se trata de acompañar a quien necesita restaurar su humanidad, lo mejor de su modo de proceder y de situarse ante la vida; es ofrecer abrigo al que siente frio para que no bajen sus defensas. Vestir al desnudo no es hacer de estilista que crea algo nuevo, que experimenta con colores, tejidos y peinados, sino ayudar a descubrir o redescubrir el fin para el que ha sido creado, a vivir vidas con sentido y horizonte, a ver lo que Dios nos ha dado para que nuestra vida sea más plena.

Para compartir Si hacemos un balance entre lo que hemos comprado útilmente y lo que hemos compartido con los más necesitados ¿cuál es el resultado? ¿Doy de lo que me sobra? ¿pienso en deshacerme de las cosas que ya no uso, o pienso realmente en lo que al otro le está faltando? ¿Somos conscientes del llamado que Cristo nos hace a cubrir la desnudez del prójimo?


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LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR Conclusión del santo Evangelio según San Lucas (24, 46-53)

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —“Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto». Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante Él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios”. Palabra del Señor

Pautas de reflexión Decir adiós es una constante en nuestra vida, despedidas van y vienen, desde la relación que se rompe, hasta los enamorados que se juran amor eterno en un puerto viendo marchar al otro tomando un nuevo rumbo que separa sus cuerpos, pero no sus corazones. La despedida al ser querido en las puertas del cementerio, con la certeza de la fe, que anhela el reencuentro con ese padre, madre, hijo o hermano, y entre lágrimas y sollozos se pronuncian las palabras más emotivas como queriendo eternizar los instantes más significativos que la caducidad, que el tiempo quiere arrebatar. Lo que más preocupa al que se va y al que se queda, no es la ausencia sino el olvido. Lastimosamente en muchos de los casos los recuerdos se van archivando en el aposento de las nostalgias cubiertos por la manta del tiempo que va opacando el brillo de aquellos días vividos con intensidad.

Pero hubo una despedida, conocida y actualizada por nosotros en esta celebración de la Ascensión, despedida sí, pero no ausencia; separación, pero no abandono. Presencia invisible pero no lejana. Anhelo de salir a proclamarle al mundo la alegría del Amor que deja abierto el camino a la Casa del Padre. Esta gran solemnidad nos debe llevar a no quedarnos en nuestros sentimentalismos, que muchas veces se apoderan de nuestras expresiones de fe, y corremos el peligro de quedarnos mirando sólo hacia el cielo y se nos olvida cumplir la misión encomendada, la de ser testigos, discípulos, enviados de Aquel que sube al cielo, pero a su vez se queda presente en la gran promesa : “Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido” EL ESPÍRITU SANTO.


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Catequesis 2

Enseñar al que no sabe

“Los que enseñan brillaran como el resplandor del firmamento” Cuando Felipe le preguntó al funcionario que leía al profeta Isaías si entendía lo que leía (Hch 8,30), éste le respondió: “¿Y cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica?” (Hch 8,31). En esta línea de guía de conciencias, se debe recordar el texto paradigmático de Jesús cuando afirma: “No se dejen llamar maestros, porque sólo uno es el maestro de ustedes” (Mt 23,10). Se marca así, con contundencia, que quien de forma definitiva “enseña al que no sabe” es Jesús el Mesías, dado que “ya vivamos o ya muramos, somos del Señor” (Rm 14,8). En este marco surge la tarea fundamental de enseñar al que no sabe. El texto bíblico añade que, en la práctica educativa, resaltan sobremanera aquellos que “dan razón de la esperanza en Cristo” (cfr. 1Pe 3,15). San Juan Pablo II, en la Encíclica Fides et ratio (1998), puso muy de relieve esta decisiva tarea para nuestro mundo: “Es ilusorio pensar que la fe, ante una razón débil, tenga

mayor incisión; al contrario, cae en el grave peligro de ser reducida a mito o superstición” (no. 48). Por esto, concluye afirmando: “Lo más urgente hoy es llevar a los hombres a descubrir su capacidad de conocer la verdad y su anhelo de un sentido último y definitivo de la existencia” (no. 102). Podemos vivir en este mundo en una confusión total, creyendo que sabemos mucho e ignorando todo el sufrimiento de los más débiles de la historia. Haciendo de nuestro saber un pedestal que nos separa de los demás, enalteciéndonos en una insolidaridad y una indiferencia que no es digna de lo humano. Vivir como si los demás no existieran, especialmente los pobres; o vivir de tal forma que con nuestro modo de vida seamos causa del dolor, la ignorancia y la pobreza y de muchos de nuestros hermanos contemporáneos. En este sentido erramos y necesitamos que nos corrijan y nos saquen de nuestro error.

Para compartir Como Iglesia ¿qué estamos haciendo para ayudar a la formación profesional de aquellos que no tienen recursos y posibilidades? Al momento de elegir escuelas, colegios y universidades para los nuestros ¿nos cercioramos de que sea una formación con ética y con verdadera dimensión social? Cuando realizamos un estudio lo hacemos con verdadero sentido solidario, pensando en estudiar para y por los más pobres, para hacer una sociedad más justa.


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PENTECOSTÉS Evangelio según San Juan (20, 19-23)

“Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

—«Paz a vosotros.»

—”Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

Palabra del Señor

Pautas de reflexión “Los judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días después de la pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés. En esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió las tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo estableció con Dios: ellos se comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se comprometió a estar con ellos siempre”. Para nosotros los cristianos, Pentecostés es la fiesta de los frutos de la pascua, es la fiesta de la Nueva ley dada, ya no en el Sinaí, sino en el calvario, donde todos los preceptos quedaron consignados en uno solo: El Amor, este amor manifestado en el gran regalo del Resucitado que indudablemente es su Espíritu, sin él, la Iglesia no existiría, sería como un cuerpo sin alma, es más sin el Espíritu Santo la Iglesia no respondería al llamado hecho por su fundador y Jesucristo sería sólo un vago recuerdo, un personaje más en una historia muy bonita, muy

heroica, pero no actual. Por la presencia del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia la misión dada por Cristo. “El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Le manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía, para reconciliarlos, para conducirlos a la comunión con Dios, para que den “mucho fruto”. “La fundación de la Iglesia propiamente se realiza el día de Pentecostés, en este día se contempla y se revive en la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramó sobre la Iglesia un acontecimiento de gracia que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo. El Espíritu Santo es quien la construye, anima y santifica; le da vida y unidad, y la enriquece con sus dones. El Espíritu Santo sigue trabajando en la Iglesia de muchas maneras distintas, inspirando, motivando e impulsando a los cristianos, en forma individual o como Iglesia entera, al proclamar la buena nueva de Jesús”.


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Catequesis 3

Visitar a los presos (Mt 25,36)

“Proclamar la liberación a los cautivos” En el trasfondo de esta obra de misericordia corporal están aquellos lugares emblemáticos de la Biblia que anuncian a los prisioneros la liberación, tales como “proclamar la amnistía a los cautivos” (Is 61,1), “proclamar a los cautivos la libertad” (Lc 4,18) o el “acordarse de los presos por piedad” (cfr. Heb 13,3), sin olvidar la referencia fundamental en palabras de Jesús: “Estaba en la cárcel y vinieron a verme” (Mt 25,36). Otros ejemplos importantes de esta obra de misericordia son la proximidad de la comunidad por medio de la oración de intercesión a Pedro que estaba encarcelado: “Mientras Pedro estaba en la cárcel, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él” (Hch 12,5); o bien, la gratitud que el apóstol Pablo expresa por la proximidad y ayuda de los cristianos de Filipos durante su cautividad (cfr. Flp 1,13-17; 2,25; 4,15-18). Obviamente, la atención a los presos implica también el apoyo a sus familiares para que puedan asistir lo mejor posible a los presos... Además, la presencia cristiana en las cárceles pueden hacerse de múltiples y creativas formas, ya que, en definitiva, el “visitar a los presos”

conlleva también un trabajo político y una reflexión que, en nombre de la dignidad de las personas y de los derechos humanos, busque entrever acciones que no priven de la libertad a los individuos y que prevean actos de reparación. Existe la tentación de pensar que quienes están presos se lo merecen, que algo habrán hecho para estar encerrados; por eso la misericordia nos dice que hay que visitarlos, porque no se lo merecen. La “misericordia”, no atiende a la lógica de los méritos y merecimientos. Es visitarlos por misericordia, por gratuidad, no por merecerlo o no; es independiente de si el castigo es justo o no, de si su pecado fue muy grande o pequeño, si tiene más motivos para estar entre rejas o menos… Esa no es la lógica de Dios, ni la de la misericordia. Parece que visitar a los presos rompe con todas las lógicas ya que el amor tiene un lenguaje propio muy particular, capaz de bendecir a los malditos, de acariciar a los que nadie quiere tocar, y de visitar a quien es separado y confinado para que nadie lo visite; se lo merezca o no.

Para compartir Escribió el cardenal Nguyen Van Thuan: “Lo experimenté: en la prisión, todos esperan la liberación, cada día, cada minuto. En aquellos días, en aquellos meses muchos sentimientos confusos me enredaban la mente: tristeza, miedo, tensión…” ¿cuál es nuestra impresión frente a este pensamiento?


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LA SANTÍSIMA TRINIDAD Evangelio según San Juan (16, 12-15)

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicado. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará”. Palabra del Señor.

Pautas de reflexión Desde niño nos hemos familiarizado con este gran misterio: Tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Misterio tan profundo que el ser humano nunca será capaz de comprender, pero sí podrá contemplar y arrobarse místicamente en él, como decía sor Isabel de la Santísima Trinidad: “He hallado mi cielo en la tierra, Pues el cielo es Dios y Dios está en mi” . Misterio revelado no por la razón, sino por la fe, Dios que se revela al hombre desde el mismo instante de la Creación: “Hagamos al hombre a nuestra Imagen y Semejanza”, ese “Hagamos” que refleja comunidad, pero a la vez unidad, Dios que no está solo , y nos ofrece su comunión en el amor viniendo a cada ser humano a realizar la inhabitación divina: “Jn 14,23: Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a Él, y haremos morada en Él. Y San Pablo: Ef. 3,17: Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones. Igualmente leemos en el Apóstol San Juan: 1 Jn 4,12-13, 15-16: A Dios nadie le ha visto nunca. Si

nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.... Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”. En esta solemnidad debemos dejarnos amar por el amor manifestado en la Trinidad, misterio que sólo el amor puede comprender, misterio que sólo se puede “palpar” adentrándose en él, como quien se sumerge lentamente en el mar, permitiendo que este lo cubra. Experimentemos pues éste gran misterio tan lejos de la razón, pero tan cercano al corazón de aquellos que desde la humildad descubren que su vida es el sagrario de la presencia viva de Dios.


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“LA LAUDATO SI” Conversión y espiritualidad ecológica (Cap VI) Seguimos abordando el capítulo VI en estos fundamentales aspectos. Miremos dos dimensiones fundamentales de la espiritualidad ecológica:

ACTITUDES PARA LA CONVERSIÓN: No bastan las aptitudes, se requieren actitudes que lleven realmente al positivo cambio. Veamos:

LÍNEAS DE ESPIRITUALIDAD: nacen de las convicciones de nuestra fe.

() “En primer lugar implica gratitud y gratuidad, es decir, reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre” (220). Por ende, nuestra labor en pro de la naturaleza, tiene que ser generosa, gratuita, y exige renuncias.

() El Evangelio tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir” Esta verdad constituye según la Gaudium et Spes la realidad de la cultura. Que nos enseña que el cultivo de la vida humana implica igualmente el cultivo de la naturaleza que debe despertar en nosotros pasión por el cuidado del mundo (216). () “La crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior” (217). Por eso es necesaria una permanente actitud de cambio y de coherencia. () “La conversión ecológica implica dejar brotar todas las consecuencias del encuentro con Jesucristo en relación con el mundo que nos rodea” (217). No basta ser buenos hermanos, piadosos, hay que crecer espiritualmente en contacto con el universo. () “Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios, es parte esencial de una existencia virtuosa” (217). Por ende hay que vivir como virtud todo el trabajo que realizamos en bien del mundo creado. () ”Reconocer los propios errores, pecados, vicios, negligencias, arrepentirse de corazón, cambiar desde dentro” (218). Esta realidad nos conduce a la reconciliación con Dios, con el prójimo, con los demás y con la naturaleza. () “No basta que cada uno sea mejor. La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero, es también una conversión comunitaria” (220) Por ende, la familia, los grupos, asociaciones, instituciones, etc. Estamos todos obligados a una verdadera conversión, para que cuanto hagamos en bien de la naturaleza sea eficaz y duradero.

() “Amorosa conciencia de no estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal”. Somos como seres creados, una unidad en Cristo Jesús por el poder del Santo Espíritu, que debemos vivir desde nuestro interior. () “Desarrollar su creatividad y su entusiasmo, para resolver los dramas del mundo, ofreciéndose a Dios como un sacrificio vivo, santo y agradable (Rom 12,1)” (220). Esto implica que la naturaleza tiene que formar parte de nuestro ofertorio a Dios, nuestra alabanza, nuestra plegaria confiada. () Tener “conciencia de que cada criatura refleja algo de Dios y tiene un mensaje qué enseñarnos” (221). Es vital saber que los vegetales tienen alma (vegetal) los animales tienen alma (animal) y nosotros alma (espiritual). Por ende todos participamos de la vida de Dios. () “El reconocimiento de que Dios ha creado el mundo inscribiendo en él un orden y un dinamismo que el ser humano no tiene derecho a ignorar” (221). Este es uno de los más graves males que generan la actual crisis ambiental: creernos dueños de la naturaleza, destruirla, arrebatarle sus leyes que la rigen. Por eso el orden querido por Dios para el universo no sólo tiene que ser respetado. Tiene que ser conocido, acrecentado, valorado. Por tanto hermanos consideremos hoy y siempre la llamada de Dios a vivir la espiritualidad ecológica con base en una auténtica conversión, que nos lleve a líneas de acción y actitudes, que produzcan un futuro mejor.


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EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO Evangelio según San Lucas (9, 11b-17)

“En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío Porque eran unos cinco mil hombres. del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban. Jesús dijo a sus discípulos: Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: —«Decidles que se echen en grupos de unos —«Despide a la gente; que vayan a las aldeas cincuenta». y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y Lo hicieron así, y todos se echaron. comida, porque aquí estamos en descampado». Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la Él les contestó: mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, —«Dadles vosotros de comer». los partió y se los dió a los discípulos para que se los Ellos replicaron: sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y —«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a cogieron las sobras: doce cestos.” no ser que vayamos a comprar de comer para todo Palabra del Señor este gentío».

Pautas de reflexión La salvación que Dios nos ofrece es integral, abarca toda la totalidad del ser humano. Desde los albores de la historia en aquella trágica tarde del génesis, la providencia de Dios se manifiesta en esa hermosa figura en la cual se presenta al Creador diseñando vestidos para proteger la desnudez del hombre, Dios que vela por el bienestar de su hijos y esto sucede a lo largo de toda la historia de salvación, pasando por el cuidado de su pueblo por el desierto, alimentándolos con el manjar del cielo, cubriéndolos con su sombra, hasta llegar al más grande de los extremos, no sólo multiplica los panes, sino que Él mismo se nos da en alimento, se nos hace alimento, nos da su Cuerpo y su Sangre para alimentarnos y darnos la fuerza para emprender el camino marcado con las huellas de la cruz.

Este alimento celestial, manjar de ángeles, antídoto de inmortalidad fue profetizado desde el Antiguo Testamento en las más hermosas figuras: el maná, los panes de la proposición, el pan dado a Elías, entre otras, nos anuncia el más grande misterio: Jesús Eucaristía, presente, real, vivo y actuante en medio de su Iglesia. Realmente en cada celebración se repite la multiplicación de los panes, donde miles de personas nos unimos en un mismo pan y en un mismo cáliz, fortaleciendo no sólo nuestro espíritu sino también nuestro cuerpo, pan liberador que nos invita a salir a saciar el hambre y sed de un mundo “desnutrido” ansioso de alimento y de bebida, capaz de salvarlo de la inanición espiritual. Después de recibir a Cristo en la Eucaristía no podemos pasar desapercibidos ante el dolor de los demás. Como Jesús debemos también nosotros darles de comer.


Mayo | 13

¿SERÁ VERDAD QUE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN NO HA SIDO PRIORITARIA EN LA IGLESIA?

No se puede negar que el mundo de hoy, especialmente el de los medios de comunicación, no guarda agua en la boca para decir a los cuatro vientos lo que ellos juzgan que hay que decir. Hoy no existe la privacidad. Todos se creen dueños de la reputación de los demás, sea para alabar o para desprestigiar. Una revista ha dicho que la “Iglesia católica le tiene más miedo a los medios de comunicación que al infierno”. A la Iglesia y a sus jerarquías no se les considera “intocables” sino insumos de manipulación inmediata para alimentar los insaciables deseos de los consumidores. El mundo de hoy no conoce los límites entre lo profano y lo sagrado, como diría Mircía Eliade.

Algo de historia Los Apóstoles fueron llevados a la cárcel por las autoridades judías, porque predicaban en el nombre de Jesús de Nazaret. Ellos dijeron: “es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech 5. 29). Jesús fue abofeteado porque predicaba públicamente. Él respondió: “¿Si he hecho mal dímelo en qué y, si no, por qué me hieres? (Jo 18, 23). A partir del edicto de Milán (año 313), cuando la religión cristiana fue declarada la religión oficial del Imperio, las cosas cambiaron radicalmente. El Papa y los Obispos se convirtieron en dueños del poder, y no estaban dispuestos a soportar ninguna desviación doctrinal o comportamental.

La Inquisición fue una manera lamentable de mantener la pureza doctrinal. No curó nada. Solamente le dejó a la Iglesia una leyenda negra, en casos, mentirosa. No es sino recordar a Juana de Arco, la “quema” de brujas, a Jerónimo Savonarola, a San Juan de la Cruz, a Juan de Hus, Henry de Lubac. El Sillabus de Pio IX fue un intento por elaborar una base de datos de los libros que los católicos no podían leer. El Concilio Vaticano II lo eliminó.

El decreto INTER MIRIFICA del Concilio Vaticano II habla de los medios de comunicación y la importancia que tienen para la evangelización. Actualmente la Iglesia se encuentra presente en todas las redes sociales. La Iglesia católica no puede sustraerse a la influencia de los medios masivos de comunicación. Le toca, por ser “un espectáculo para el mundo, para los Ángeles y para los hombres”, (1 Co 4, 9b) estar en la boca de todos. A veces, por amor a Jesucristo o por sus equivocaciones, sufrir la crítica inmisericorde del mundo en el que vive y al que quiere salvar. No es fácil, en la actual situación del mundo, mantener el equilibrio frente a los improperios de los enemigos de la fe. Pero esto es mejor que dedicarse a satanizar y a condenar a todos aquellos que no piensan como ella. Ser creyente en el mundo de hoy es también ser testigo del dolor y del sufrimiento de Jesús, que “vino a los suyos y no lo recibieron” (Jo 1, 11). No le conviene a la Iglesia mostrarse todopoderosa y dueña de la verdad. El Señor le dice a la Iglesia: “Mi amor es todo lo que necesitas, pues mi poder se muestra mejor en los débiles. Así que me alegro de ser débil, para que en mí, se muestre el poder de Cristo” (2 Co 12, 9).


14 | Evangelizar

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL AMORIS LAETITIA DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS OBISPOS, A LOS PRESBÍTEROS Y DIÁCONOS A LAS PERSONAS CONSAGRADAS, A LOS ESPOSOS CRISTIANOS Y A TODOS LOS FIELES LAICOS

SOBRE EL AMOR EN LA FAMILIA El Papa Francisco ha redactado la Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris letitia, que en español traduce “la alegría del amor”. Este documento contiene los aportes de los dos recientes Sínodos sobre la familia, como ha sido el conocer la situación de las familias en el mundo actual, ampliar nuestra mirada y reavivar nuestra conciencia sobre la importancia del matrimonio y la familia. De igual forma la reflexión de los temas planteados no se cierra con esta Exhortación, al contario mostró la necesidad de seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales. Así mismo este documento nos recuerda que ninguna familia es una realidad celestial y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar. Por ello invitamos a las familias a crear espacios de oración, un encuentro semanal de la familia con la Palabra de Dios que guía y acompaña a la familia en su camino de santidad. Queridas familias, el Papa Francisco nos ha regalado una oración a la Sagrada Familia, les propongo que en cada encuentro familiar o grupal empecemos por pedir a Dios su ayuda para cumplir la misión de esposos y ser la familia, como Dios la ha pensado.

Jesús, María y José en vosotros contemplamos el esplendor del verdadero amor, a vosotros, confiados, nos dirigimos. Santa Familia de Nazaret, haz también de nuestras familias lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio y pequeñas iglesias domésticas. Santa Familia de Nazaret, que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de cerrazón y división; que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado. Santa Familia de Nazaret, haz tomar conciencia a todos del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios. Jesús, María y José, escuchad, acoged nuestra súplica. Amén.


Mayo | 15

CONGREGACIÓN SIERVAS DEL SANTÍSIMO Y DE LA CARIDAD

“De la Hostia de Jesús a los pobres de Jesús” María Jesús Upegui Moreno, Fundadora de la congregación Siervas del Santísimo y de la Caridad, nació en Medellín el 4 de enero de 1837, en el cálido hogar de los señores Lucio Upegui y María de Jesús Moreno, quien muere a las dos horas del nacimiento de la niña. Levantada en un hogar profundamente cristiano, religioso y ferviente. El Evangelio fue la escuela donde conoció a Jesucristo. Salida apenas de la niñez, germinan en su alma tres anhelos: La adoración eucarística, la caridad solícita con todos los necesitados, una secreta inclinación a la clausura del Carmelo; pero había sido elegida por Dios a vivir con plenitud la vida interior, consagrada a la más intensa actividad apostólica, sirviendo a los más pobres y desamparados de la sociedad de su tiempo. Fortalecida por su fe y abandono en la Divina Providencia emprendió el camino de seguimiento al Señor. El Instituto nace en Medellín el 19 de marzo de 1901, fecha en que el Excelentísimo Señor Bernardo Herrera Restrepo, Arzobispo de Medellín da permiso para una pía unión. El grupo de nueve candidatas religiosas se consagran al Santísimo Sacramento y a la práctica de la caridad en beneficio de los desvalidos. En diciembre de 1962 es aprobado el primer reglamento y el horario. El 30 de noviembre de 1922 el Ilustrísimo Monseñor Dr. D. Manuel José Caycedo E.S.P. Arzobispo de Medellín promulga el Decreto de Erección Canónica de la Congregación llamada: “Siervas del Santísimo Sacramento”. Su misión es ser en la iglesia una congregación religiosa fortalecida vocacionalmente creando nuevos proyectos pastorales autosostenibles a nivel nacional e internacional, siguiendo el ejemplo de la Madre fundadora María Jesús Upegui Moreno, en comunión con los laicos upeguianos.

Son una congregación religiosa dedicada a la adoración y culto al Santísimo Sacramento y al servicio caritativo en salud, educación, misión, y obras sociales; siguiendo el carisma de la Madre fundadora María Jesús Upegui Moreno. El proyecto apostólico y la vida entera de las Siervas está dedicada totalmente a la caridad con los más necesitados, porque un amor que no se traduce en hechos es vano, por ello: “la fuerza que nos hace amar a Dios, es la misma que nos hace amar a sus hijos como hermanos” (Dir. 39). En la adoración y contemplación del Misterio Eucarístico se acoge el mandamiento nuevo del amor. Un amor universal, activo y sacrificado. El Sacramento de la Eucaristía vínculo de la Caridad, abre el corazón de cada una de las Hermanas para acogerlos a todos. Su acción principal es amar y hacer amar a Jesús en el Sacramento del Altar y servirlo en los más pobres. En la contemplación del Misterio Eucarístico encuentran la fuerza para salir de ellas mismas e ir al encuentro de los hermanos más necesitados, en diferentes obras apostólicas donde se proyecta la comunidad: Colegios, centros de bienestar del anciano, hogares para niñas en alto riesgo físico y moral, hospitales, clínicas siquiátricas, misión, pastoral juvenil vocacional. Están presentes en la diócesis en CBA Santa Ana La Ceja, CBA San José en El Carmen de Viboral, CBA San José en Granada, hospital San Juan de Dios en el Municipio de Cocorná. En estos lugares se caracterizan por la atención y asistencia física y espiritual de pacientes y abuelos y de la comunidad por medio de visitas. Además de su vinculación a las parroquias en procesos pastorales y catequéticos.


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