Capilla Virtual - En la vejez seguirán dando frutos

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EN LA VEJEZ SEGUIRÁN DANDO FRUTOS 24 DE MAYO DE 2020


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LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO (28,16-20): En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

NIÑOS

EVANGELIO DEL DÍA

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PARA COLOREAR


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SANTO DEL DÍA, 24 DE MAYO

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA INVOCAR EL “FIN DE LA PANDEMIA”

MARÍA AUXILIADORA Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora.-En griego, se dice con la palabra “Boetéia”, que significa “La que trae auxilios venidos del cielo”.

En el año 476 el gran orador Proclo decía: “La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto”. San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen “Auxiliadora de los que sufren” y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la “Auxiliadora de los enfermos” se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo. El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María “Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles” e insiste en que recemos

para que Ella sea también “Auxiliadora de los que gobiernan” En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: “María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo”. El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna.

Tú, Salvación del pueblo romano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que lo concederás para que, como en Caná de Galilea, vuelvan la alegría y la fiesta después de esta prueba. Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y hacer lo que Jesús nos dirá, Él que tomó nuestro sufrimiento sobre sí mismo y se cargó de nuestros dolores para guiarnos a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Amén. Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

ORACIÓN DEL DÍA

Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama “Auxilio potentísimo” de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia).

Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como un signo de salvación y esperanza. A ti nos encomendamos, Salud de los enfermos, que al pie de la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe.


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Por: Departamento de Matrimonio y Familia. Conferencia Episcopal de Colombia

“CON MARÍA HACEMOS EXPERIENCIA DE IGLESIA DOMESTICA” GUÍA DE TRABAJO SESIÓN 3 Domingo 17 de Mayo: Día de los abuelos

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Temática: “En la vejez seguirán dando frutos”. Objetivo Disfrutar de la compañía, el afecto y la sapiencia de los abuelos, ya que son la riqueza que no se puede ignorar porque la civilización seguirá adelante solo si sabe respetar su sensatez y sabiduría Desarrollo El Evangelizador de la familia juega un papel de guía y asesor del grupo donde conduce las acciones que fácilmente podrá realizar, Se sugiere, como tiempo para cada una de las experiencias, 30 minutos, procurando ser puntuales tanto al inicio como al término de la reunión virtual. • Saludo y Acogida. Les sugerimos esta reflexión: Abuelos soñadores que hagan soñar a los jóvenes el Pontífice expresa “desde hace un poco de tiempo” – escribe – le ronda por la cabeza: Que haya una alianza entre los ancianos y los jóvenes. “Solo si nuestros abuelos tienen el coraje de soñar y nuestros jóvenes profetizan grandes cosas, nuestra sociedad irá adelante”. “Necesitamos abuelos soñadores!”, pues son ellos - continúa - “quienes inspirarán a los jóvenes a avanzar con la creatividad de la profecía. Hoy los jóvenes necesitan los sueños de los ancianos para tener esperanza, para tener un mañana”. En esta línea, el Papa también dice que cuando a los jóvenes el futuro les genera “ansiedad, inseguridad, desconfianza, miedo”, sólo el testimonio de los ancianos “les ayudará a mirar hacia el horizonte y hacia arriba, a ver las estrellas”. Tomado https://www.vaticannews.va/es/papa/ news/2018-10/papa-francisco-prefacio-antonio-spadaro-publicacion-libro-abuelo.html • Lectura de la Palabra (Eclesiástico3, 12-15 sugerida; puede ser otra)

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• Introducción al tema (material CEC) • Espacio interactivo de preguntas • Compromiso de vida • Cierre del Encuentro

LA LUZ DE LA FE ILUMINA EL ATARDECER DE LA VIDA Tomado de: catholic-link.com/8-reflexionessobre-la-vejez-y-su-sentido/ Oración Inicial A ti, Dios mío, elevo mi oración, por todos los que se sienten agobiados por el peso de los años, tu amorosa presencia permitió que se prolongasen sus días en la tierra. Dios mío, ellos miran para atrás y ven todo el camino recorrido, desde las travesuras de la infancia hasta la fragilidad del ahora. Retira Señor toda la amargura de sus espíritus y que recuerden con preferencia los hechos agradables y felices. Borra cualquier señal de resentimiento causado por la ingratitud y la maldad de los que algún día pasaron junto a ellos, alegra sus corazones cansados y abatidos, dale los medios de revivir las alegrías de una vida normal y sociable. Dios mío ahuyenta los fantasmas de la soledad, del abandono y del desprecio. Rodéalos de amparo y calor humano en su diario vivir para que puedan mantener un ánimo bien dispuesto, abierto y feliz. Recompensa la disposición que demostraron, con la bendición de aquella paz que viene de ti y supera todas las limitaciones de la vejez. Amén. (Mervy Enrique González Fuenmayor) Es importante el reconocimiento de los valores y la sabiduría que se encuentra en los adultos mayores. Desde la familia se debe hacer sentir que se aman y respetan profundamente, propiciar diálogo permanente con ellos, pues necesitan compañía y calidez. La vejez no es ni la edad de oro ni la edad de


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En la sociedad y en la familia, marginan al adulto mayor diciendo “ya han vivido suficiente”; entonces el adulto mayor asume actitudes pasivas y resignadas, encerrándose en sí mismos, y colocándose al margen de la vida; disminuyendo el contacto interpersonal y social, y entrando en una fuerte depresión que le impide su independencia y el aporte de la sabiduría a una sociedad que necesita de la experiencia y del buen tacto en las diferentes realidades territoriales y existenciales. Es natural que el cuerpo se desgaste con los años, pierda fuerza y vigor, las enfermedades son estados inevitables para todo ser vivo que se va deteriorando, pero se deben tener en cuenta dos factores que se dan en la enfermedad: uno que es medible, observables, diagnosticable, controlable por el médico, pero también tiene un segundo factor que es como se asume la enfermedad y como la vive desde la espiritualidad. Para afrontar el tema de los últimos instantes de la vida es necesario situarnos en una perspectiva adecuada que parte, naturalmente, de

conocer la verdad profunda del ser humano y del sentido de su existencia. No es posible captar la riqueza insondable y la dignidad de cada persona si no es a la luz del amor que, como lámpara preciosa, nos hace captar la verdad y el sentido último de la realidad. Es en la experiencia amorosa donde se revela la irreducible originalidad de cada persona concreta. Y ser persona entraña estar constitutivamente abierto a la trascendencia e inclinado a la comunión con Dios y con los demás. Cada uno de nosotros es un don en sí mismo y para los demás y solo podrá realizar la plenitud de su existencia cuando sale de sí para entregarse, eso sí, para encontrar la vida de modo pleno y definitivo (cf. Mt 10, 39). Por cada uno de nosotros Cristo ha muerto en la cruz, y con su Resurrección ha roto las cadenas de la muerte. 1. Visión cristiana de la debilidad En este contexto interpersonal, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte constituyen un misterio que apenas alcanzamos a comprender, y, sin embargo, de un modo u otro, a todos nos afecta. Pero también tenemos expe-

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plomo, la vejez empieza cuando los recuerdos pesan más que las esperanzas.


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riencia de que son realidades que, vividas bajo la mirada de Dios que es amor, lejos de dañar la dignidad del hombre y su libertad, constituyen una ocasión excepcional en la que se revela la grandeza de nuestra existencia. En este sentido, el papa Francisco ha realizado la siguiente afirmación: «Conocemos la objeción que, sobre todo en estos tiempos, se plantea ante una existencia marcada por grandes limitaciones físicas. Se considera que una persona enferma, discapacitada o vieja no puede ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la cultura del placer y de la diversión. En esta época en la que el cuidado del cuerpo se ha convertido en un mito de masas y, por tanto, en un negocio, lo que es imperfecto debe ser ocultado, porque va en contra de la felicidad y de la tranquilidad de los privilegiados y pone en crisis el modelo imperante (…). En algunos casos, incluso, se considera que es mejor deshacerse cuanto antes, porque son una carga económica insostenible en tiempos de crisis. Pero, en realidad, con qué falsedad vive el hombre de hoy al cerrar los ojos ante la enfermedad y la discapacidad y la vejez. No comprende el verdadero sentido de la vida, que incluye también la aceptación del sufrimiento y de la limitación. El mundo no será mejor cuando esté compuesto solamente por personas aparentemente “perfectas”, por no decir “maquilladas”, sino cuando crezca la solidaridad entre los seres humanos, la aceptación y el respeto mutuo (…). No existe solo el sufrimiento físico; hoy, una de las patologías más frecuentes son las que afectan al espíritu. Es un sufrimiento que afecta al ánimo y hace que esté triste porque está privado de amor. La patología de la tristeza. La felicidad que cada uno desea, por otra parte, puede tener muchos rostros, pero solo puede alcanzarse si somos capaces de amar. Es siempre una cuestión de amor, no hay otro camino… El modo en que afrontamos el sufrimiento y la limitación es el criterio de nuestra libertad de dar sentido a las experiencias de la vida, aun cuando nos parezcan absurdas e inmerecidas. No nos dejemos turbar, por tanto, de estas tribulaciones (cf. 1 Tim 3, 3). Sepamos que en la debilidad podemos ser fuertes (cf. 2 Cor 12, 10).

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La concepción de las profesiones de la salud y de la tarea de quienes se dedican al cuidado de los enfermos y ancianos como ayuda, tutela y promoción de la vida es la base de un auténtico servicio que busca promocionar y tutelar la vida humana, de modo particular aquella más débil y necesitada. La sociedad actual solo considera valiosa la vida de los jóvenes, y se desestima la vida de los ancianos y de los enfermos porque se considera que ya no son útiles, al ser dependientes y, por tanto, que no tienen futuro. ¿No será esto una muestra de la falta de humanidad de la sociedad actual? Afirmaba el papa Benedicto XVI que «una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente es una sociedad cruel e inhumana. 2. Un deber de justicia y caridad Los ancianos de hoy son los que nos dieron la vida y nos cuidaron a los que ahora somos jóvenes, de la misma manera que nosotros cuidamos hoy a nuestros hijos. Una exigencia básica y elemental de justicia reclama que ahora nosotros cuidemos a nuestros ancianos, y que en el futuro nuestros hijos cuiden de nosotros. Así lo pide la solidaridad intergeneracional que ha estado siempre en la base de toda comunidad. Con mucha frecuencia los ancianos son auténticos depósitos de sabiduría y tienen mucho que aportar a la familia. ¡Cuántos abuelos son el auténtico sostén de la misma, asumiendo multitud de tareas sin las cuales los padres no podrían vivir tranquilos! Cuando el anciano pierde la salud física, aparece la demencia o se desvanece la ilusión y queda a merced de los cuidados de los demás surge una situación difícil para el propio anciano y para su familia, que requiere de la ayuda solícita de la sociedad, de las instituciones y de la Iglesia. 3. Desde la mirada de la fe La fe en Cristo resucitado nos ayuda a descubrir en plenitud el sentido de esta etapa de la vida, que a veces puede resultar larga y dolorosa. En primer lugar, debemos tener en cuenta que la vida en este mundo es el camino a la eternidad, y que el anciano ya ha recorrido un largo trecho. Pudiera parecer que el anciano, al menos en apariencia, no tiene futuro, pero la luz de la fe nos muestra


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Y cuando la persona anciana se siente cansada, y piensa que ya no sirve para nada, y siente la tentación del abandono o de la desesperanza, debemos ayudarle a reencontrar el sentido de su vida. Esta vida es siempre valiosa y hermosa a los ojos de Dios. Y así lo es también a nuestros ojos, si realmente hemos conocido el amor. Hemos de ser muy conscientes de que el peor problema de los ancianos es la soledad. Por eso decía Cicerón que el peso de la edad es más leve para el que se siente respetado y amado por los jóvenes. El momento de la muerte no es un paso hacia el vacío, hacia la oscuridad, sino que consiste en cruzar el umbral de la puerta que da entrada, con la gracia de Dios, a la vida definitiva, al encuentro con el Padre que nos ama, que nos creó, que nos ha acompañado en nuestro caminar y que ahora nos acoge en su morada eterna. En ese momento supremo de nuestra existencia, se hace especialmente relevante el morir acompañados, el no afrontar la muerte en soledad, sino en compañía de los seres queridos y de la comunidad donde se ha desarrollado nuestra vida: Este encuentro del moribundo con la Fuente de la vida y del amor constituye un don que tiene valor para todos, que enriquece la comunión de todos los fieles. Como tal, debe suscitar el interés y la participación de la comunidad, no solo de la familia de los parientes próximos, sino, en la medida y en las formas posibles, de toda la comunidad que ha estado unida a la persona que muere. Ningún creyente debería morir en la soledad y en el abandono. La Iglesia siempre ha estado junto a los ancianos y enfermos ayudándoles a recorrer esa última etapa de peregrinar por este mundo. Ofreciéndoles ayuda material y espiritual, compañía y consuelo. Además, la Iglesia es consciente de que los ancianos, cada uno en la medida de sus posibilidades, tienen una misión que cumplir. Por eso les exhorta a no abandonarse al desaliento; a no desatender su responsabilidad en la transmisión

del Evangelio, especialmente a sus nietos; a no dejar de ser testigos de la Esperanza que nunca defrauda; a ser testigos de una vida que siempre es don irrepetible para cuantos les rodean, signo de un amor que, lejos de disminuir, quedará sellado para siempre en la eternidad de Dios. La práctica religiosa ocupa un lugar destacado en la vida, la que puede ser vivida en forma sencilla, pero no por eso menos profunda; puede ser el primer camino para abrir el corazón y la mente a fin de sentir a Dios en la vida, y la preparación para la pascua, que permite el encuentro real y eterno, con el amado. “En la Vejez seguirán dando frutos” (salmo 92). Reflexión final: Las personas mayores o de la tercera edad, son un insondable y maravilloso depósito de sabiduría, son un cúmulo de experiencias que se convierten en un verdadero tesoro, privilegio para los jóvenes y cualquier integrante de una familia, que sin importar la edad pueden acercarse al abuelo y escuchar sus consejos, sus enseñanzas. Al tener un abuelo en la familia debemos verlo como un regalo de Dios, como una bendición. Los abuelos se vuelven los niños que hay que consentir, amar, respetar y honrar con nuestro buen trato, hacerlos sentir importantes, valiosos y dándoles el lugar que se merecen dentro de la familia. “Los ancianos tienen sabiduría; la edad les ha dado entendimiento” (Job 12, 12)

Bibliografía FRANCISCO, Homilía en el Jubileo Extraordinario de la Misericordia a los enfermos y personas discapacitadas (plaza de San Pedro, 12.VI.2016). BENEDICTO XVI, carta encíclica Spe salvi, n. 38. BENEDICTO XVI, Discurso a los participantes en la XIV Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida (25.II.2008).

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que la vejez es una nueva etapa del recorrido vital, con sus luces y sus sombras, y que la muerte es el paso al encuentro con Cristo y, con su gracia, a la vida definitiva y en plenitud. La vejez se puede considerar una etapa más del camino por el cual Cristo nos quiere llevar a la casa del Padre.


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TAMBIÉN LOS ANCIANOS SON EL PRESENTE Y EL FUTURO DE LA IGLESIA Tomado de: https://www.vaticannews.va/ es/papa/news/2020-01/tambien-los-ancianos-son-el-presente-y-futuro-de-iglesia.html Ciudad del Vaticano 31 ene. 2020

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Al recibir a los participantes en el primer Congreso internacional de pastoral de los ancianos, el Papa Francisco les dijo: “También los ancianos son el presente y el futuro de la Iglesia” Al recibir a los participantes en el primer Congreso internacional de pastoral de los ancianos, el Papa Francisco les dijo que no tengan miedo ni se desanimen a la hora de tomar iniciativas que ayuden a sus Obispos y a sus Diócesis a promover el servicio pastoral con los ancianos. Y les aseguró que el Departamento para los Laicos, la Familia y la Vida continuará acompañándolos en este trabajo, al igual que él mismo, con su oración y bendición. Al final de la mañana, en la Sala Regia del Palacio Apostólico, el Santo Padre Francisco recibió a los casi seiscientos participantes en el Congreso internacional titulado “la riqueza de los ancianos”. En su discurso a estos queridos hermanos y hermanas, Francisco les dio su calurosa bienvenida, destacando que se trata del primer Congreso internacional sobre la Pastoral de los ancianos, titulado “La riqueza de los años”, organizado por el Departamento para los Laicos, la Familia y la Vida. El Pontífice destacó: La “riqueza de los años” es la riqueza de la gente, de cada persona que tiene muchos años de vida, experiencia e historia a sus espaldas. Es el precioso tesoro que toma forma en el camino de la vida de cada hombre y mujer, independientemente de sus orígenes, procedencia y condiciones económicas o sociales. “Porque la vida es un regalo, y cuando es larga es un privilegio, para uno mismo y para los demás. Siempre, siempre es así” La riqueza de los años Después de recordar que en el siglo XXI, “la vejez se ha convertido en una de las características de la humanidad”, el Santo Padre destacó que en unas pocas décadas, “la pirámide demográfica – que una vez descansaba sobre un gran número de niños y jóvenes y

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tenía unos pocos ancianos en su cima – se ha invertido”. Y en este sentido, afirmó que “la enorme presencia de los ancianos es una novedad para todos los entornos sociales y geográficos del mundo”. Y que “la vejez corresponde hoy a diferentes estaciones de la vida”, puesto que “para muchos es la edad en la que cesa el compromiso productivo, las fuerzas disminuyen y aparecen signos de enfermedad, necesidad de ayuda y aislamiento social; pero para muchos es el comienzo de un largo período de bienestar psicofísico y de liberación de las obligaciones laborales”. LOS ADULTOS MAYORES. SABIOS CON UNA GRAN RIQUEZA PARA LA HUMANIDAD Tomado de: https://www.vaticannews.va/ es/vaticano/news/2020-01/congreso-ancianos-vaticano-entrevista-lucy-de-flecken-anciana.html ¿Qué sentido dar a esta fase de la vida? Por esta razón se preguntó, en ambas situaciones, “¿cómo vivir estos años?”; ¿qué sentido se le puede dar a esta fase de la vida, que para muchos puede ser larga? De ahí que el Papa se haya referido a la desorientación social y a la indiferencia y el rechazo que nuestras sociedades muestran hacia las personas mayores, lo que ciertamente llama, no sólo a la Iglesia, sino a todos a una reflexión seria “para aprender a captar y apreciar el valor de la vejez”. “En efecto, mientras que, por un lado, los Estados deben hacer frente a la nueva situación demográfica en el plano económico, por otro, la sociedad civil necesita valores y significados para la tercera y la cuarta edad. Y aquí, sobre todo, está la contribución de la comunidad eclesial” Por esta razón Francisco les dijo que acogió con interés la iniciativa de este congreso, que centró su atención en la pastoral para los ancianos e dio inicio una reflexión sobre las implicaciones que se derivan de una presencia sustancial de abuelos en nuestras parroquias y sociedades. De ahí que les haya pedido que esto no se quede en una iniciativa aislada, sino que marque el inicio de un camino de profundización y discernimiento pastoral. “Necesitamos cambiar nuestros hábitos pastorales para responder a la presencia


de tantas personas mayores en las familias y comunidades” La longevidad es una bendición Después de recordar que en la Biblia, la longevidad es una bendición y que ella nos enfrenta a nuestra fragilidad, con la dependencia mutua, a nuestros lazos familiares y comunitarios y, sobre todo, con nuestra filiación divina, el Santo Padre les dijo que “consciente” del “papel irremplazable de los ancianos, la Iglesia se convierte en un lugar donde las generaciones están llamadas a compartir el plan de amor de Dios, en una relación de intercambio mutuo de los dones del Espíritu Santo. Y añadió que esta participación intergeneracional “nos obliga a cambiar nuestra mirada hacia los ancianos, para aprender a mirar el futuro junto con ellos”. Cuando pensamos en los ancianos y hablamos de ellos, sobre todo en la dimensión pastoral, debemos aprender a modificar un

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poco los tiempos de los verbos. No está sólo el pasado, como si para los ancianos existiera sólo una vida detrás de ellos y un archivo enmohecido. No. El Señor puede y quiere escribir con ellos también nuevas páginas, páginas de santidad, de servicio, de oración... “Hoy quisiera decirles que también los ancianos son el presente y el mañana de la Iglesia. Sí, son también el futuro de una Iglesia que, junto a los jóvenes, ¡profetiza y sueña! Por esto es tan importante que los ancianos y los jóvenes hablen entre ellos, es muy importante” Y se despidió diciéndoles que no tengan miedo ni se desanimen a la hora de tomar iniciativas que ayuden a sus Obispos y a sus Diócesis a promover el servicio pastoral con los ancianos. A la vez que les aseguró que el Departamento para los Laicos, la Familia y la Vida continuará acompañándolos en este trabajo, al igual que él mismo, con su oración y bendición.

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