Cartilla Apertura Año Misericordia

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8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016

La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. MV. No.10


La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. MV. No.10

Curia Arzobispal Carrera 4 No. 7 - 17, Cali - Colombia 889 0562 ext. 1052 comunicaciones@arquicali.org

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COMISIÓN ORGANIZADORA DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA

Presidente Monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, Arzobispo de Cali Coordinador Monseñor Juan Carlos Cárdenas Toro, Obispo Auxiliar Vicario Episcopal para la Evangelización Presbítero Omar Arturo López Pérez Vicario Episcopal para la Educación Presbítero Germán Martínez Rodas Vicario Episcopal para el Clero Presbítero José Olmes Mondragón Orejuela Vicario Episcopal para la Reconciliación y la Paz Presbítero José González Vicario Episcopal para la Familia y la Cultura Presbítero José Octavio Lara Pachón Delegado para el Departamento de Comunicaciones Presbítero Juan Sebastián Zuluaga López Párroco de Santa Filomena - Maestro de Ceremonias Presbítero Daniel Cordero Serrato Diseño y Diagramación Departamento de Comunicaciones Arquidiócesis de Cali Diciembre 2015


PARA VOLVER A AMARNOS Estamos en la hora del retorno, del regreso del exilio, de la corrección colectiva y universal, de la reconciliación como gracia de Dios y disposición nuestra. Es hora de regresar del calentamiento global al clima sostenible. De la depredación voraz, al cuidado de la casa común. Del cruce de los umbrales de la violencia entre Occidente y “Estado Islámico”, a una casi imposible salida política. Del bienestar individualista de Europa y USA, a compartirlo con oleadas de refugiados y emigrantes. De destruir la familia para imponer la anti-natalidad a toda costa, a rehacer la vía afectiva y la estabilidad unitiva y procreadora entre hombres y mujeres. Del “todo vale” y “des-limítate”, generadores de corrupción, degradación y graves injusticias, al “todos contamos”, a la inclusión y la transparencia. En fin, de sostener, como piedras imperturbables, guerras tan eternas y desastrosas como la que aflige a Colombia, a abrir los espacios a la palabra, el acuerdo y los cambios. Es la hora de la humanidad que ajusta cuentas en todas las áreas de la vida humana, social, planetaria, integrando sus grandes avances a una lógica del sentido, del bien común, de garantizar futuro, de responsabilidad globalizada. Y en esta hora, marcada con esa sensación de celeridad vertiginosa, tan propia de estos tiempos y calendarios, llega la voz universal del Sucesor de Pedro, el Papa Francisco, convocándonos al AÑO DE LA MISERICORDIA, desde el 8 de diciembre de 2015, hasta el 20 de noviembre 2016. Es el llamado a “experimentar el perdón” como amor de Dios al alcance de nuestras manos, de las manos de todos. De levantarnos de nuestro lugar, unirnos a los demás y peregrinar juntos para “cruzar la puerta”, pasar por la Puerta de la Misericordia” como gesto regenerador de conciencias, sanador de psicologías heridas, esperanzador de horizontes nuevos. Y recibir y dar la INDULGENCIA, y abrirle de nuevo la propia vida al prójimo, al que es víctima, quizás mía, al que clama misericordia, solidaridad, alivio, consuelo, luz, descanso.


Es un año para que todos renazcamos a la esperanza y volvamos a amar, porque nos sabemos amados y perdonados, porque nos sentimos acogidos e indultados, porque podemos decir nuestra verdad y escuchar la del otro, porque todo puede ser nuevo, empezando por el amor… Todos invitados: hombres y mujeres, esposos, parejas, amigos, amantes, libres y prisioneros, sanos y enfermos, víctimas y victimarios, cercanos y lejanos, sin edades, sexos, razas, con una sola identidad, la de ser humanos y humanados en una dignidad común, la de ser adoptados y hermanados en La Misericordia de Dios, esa que para nosotros tiene el rostro de Jesucristo, sin excluir cómo la vivan otros. Convoco a todos a unirnos al Santo Padre el Papa Francisco este 8 de diciembre en la apertura del La Puerta Santa desde Roma, y a congregarnos todos en las Iglesias Parroquiales y Santuarios de la Arquidiócesis el 13 de diciembre, Tercer Domingo del Adviento, para la inauguración local del AÑO DE LA MISERICORDIA.

† Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali


ÍNDICE 1. 1.1 1.2 1.3 1.4

2016: Ser misericordiosos como el padre Dos ejes para vivir el Año jubilar Vivir la misericordia Practicar la misericordia La metodología de trabajo

8 8 8 8 8

2.

Fechas importantes de la misericordia

9

3.

Oración de la misericordia

12

4.

Descripción del logo

13

5.

Himno oficial

14

6.

Apertura del jubileo en las Iglesias o en los santuarios designados por el Obispo diocesano

15

7.1 7.2 7.3 7.4 7.5 7.6 7.7

Rito para la apertura del Año Santo en las parroquias El celebrante El camino procesional Memoria del bautismo Solemne apertura de la sede penitencial La celebración de la eucaristía Veneración mariana Cosas que hay que preparar

20 20 20 21 21 21 22 22

8. 8.1 8.2 8.3 8.4 8.5

Ritos iniciales Invocación trinitaria y saludo Alabanzas a Dios Encendido de la 3a vela de la corona de adviento Pregón de la misericordia Memoria del bautismo

23 23 23 24 25 25

7.


ÍNDICE 8.6 8.7 8.8

Canto bautismal Solemne apertura de la sede penitencial Canto penitencial

26 27 27

9. 9.1 9.2 9.3 9.4 9.5 9.6

Liturgia de la palabra Primera lectura Salmo responsorial Segunda lectura Aclamación antes del evangelio Lectura del santo evangelio según san Lucas Oración universal

28 28 29 29 30 30 31

10. 10.1

Liturgia eucarística Oración sobre las ofrendas

32 32

11. 11.1 11.2 11.3

Ritos conclusivos Veneración mariana Bendición Despedida

33 33 33 34

12. 12.1 12.2 12.3 12.4 12.5

Cinco peregrinaciones para vivir la misericordia Peregrinación a la conciencia Peregrinación al corazón Peregrinación a la voluntad Peregrinación hacia el padre misericordioso Peregrinación hacia el hermano

35 36 37 39 39 40

13. 13.1 13.1.1 13.1.2

Obras de la misericordia Febrero Socorrer a los presos Perdonar las injurias

41 44 44 46


Ă?NDICE 13.2 Abril 13.2.1 Dar de beber al sediento 13.2.2 Dar consejo a quien lo necesita

48 48 50

13.3 Mayo 13.3.1 Acoger al forastero 13.3.2 Corregir al que yerra

53 53 55

13.4 Junio 13.4.1 Vestir al desnudo 13.4.2 Soportar con paciencia las personas molestas

57 57 59

13.5 Agosto 13.5.1 Visitar a los enfermos 13.5.2 Consolar al triste

61 61 64

13.6 Septiembre 13.6.1 Dar de comer al hambriento, y enseĂąar al que no sabe 13.6.2 EnseĂąar al que no sabe

66

13.7 Octubre 13.7.1 Enterrar a los muertos 13.7.2 Rogar por los vivos y por los difuntos

71 71 73

66 68


JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA

1. 2016: SER MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE Con el propósito de ayudar a vivir mejor este Año Santo de la Misericordia al que nos convoca el Papa Francisco, ofrecemos la explicación de algunos aspectos fundamentales con los cuales queremos animar a todos los católicos de la Arquidiócesis. 1.1 Dos ejes para vivir el Año Jubilar Fundamentalmente queremos que este Año Jubilar gire sobre dos ejes: 1.2 Vivir la misericordia. Con ello se quiere ofrecer la oportunidad para que muchas personas peregrinen hacia la “experiencia el amor de Dios que consuela, perdona y ofrece esperanza” (Misericordiae Vultus, No. 3), especialmente por el sacramento de la Confesión. Es un Año para poner en el centro el perdón que Dios nos ofrece por el Sacramento de la Confesión. Así, la invitación es primero a los sacerdotes para dedicar con especial empeño y generosidad, tiempos suficientes para atender en confesión. En segundo lugar, invitar a los fieles para acercarse confiadamente al “trono de la Gracia”, donde “hallaremos ayuda oportuna”. 1.3 Practicar la misericordia. Este año es una oportunidad de oro para volver la mirada a nuestros hermanos y hermanas. En este sentido, las 14 obras de misericordia (7 corporales y 7 espirituales), serán el camino para abrirse al prójimo a través de gestos concretos. Durante siete meses del año (desde febrero), cada mes se resaltarán dos de estas obras, una espiritual y otra corporal, para que sea conocida, celebrada y practicada en la vida personal y comunitaria de los creyentes. 1.4 La metodología de trabajo Proponemos a las parroquias que, tanto el eje sacramental, como el de las obras de misericordia, lo desarrollemos a lo largo del año, a través de la metodología de formación, celebración, acción. Esto significa aprovechar los espacios pastorales de la parro9


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quia para formar a los fieles sobre el sacramento de la confesión; realizar momentos celebrativos penitenciales que motiven a frecuentar la reconciliación y abrir espacios fijos durante la semana para que la gente pueda acercarse a la misericordia de Dios. Esta misma lógica la podemos aplicar a las obras de la misericordia, para que los fieles puedan conocerlas, celebrarlas y practicarlas. La peregrinación, camino para ir a la misericordia y practicar la misericordia Como elemento clave, la peregrinación será un elemento imprescindible para la vivencia del Año Jubilar. La peregrinación es un movimiento desde la fe para acercarnos al Dios que nos convoca y dejarnos tocar y transformar por él. Así, en la Arquidiócesis se tienen varios templos a los cuales poder peregrinar en busca de vivir la misericordia del Padre y desde donde seremos también enviados a practicar misericordia con nuestro prójimo.

2. FECHAS IMPORTANTES DEL AÑO DE LA MISERICORDIA En la arquidiócesis proponemos las siguientes fechas como relevantes para que, tanto en la parroquia, como a nivel arquidiocesano, vivamos este año jubilar. Es claro que no queremos multiplicar acciones sino motivar a que el espíritu de la misericordia esté presente en la pastoral parroquial. De manera masiva, proponemos resaltar 3 obras de misericordia en el año: dar de comer al hambriento, visitar a los encarcelados y vestir al desnudo. De igual manera, se tendrá el concierto de la misericordia, la confesatón (jornada masiva de confesión en algún lugar público de la ciudad) y el miércoles de ceniza se realizará la jornada “misericordia a la calle” (en la que un grupo de laicos, misioneros de la misericordia”, saldrán a estaciones de buses, terminal de transporte, aeropuerto, centros comerciales, etc., a distribuir masivamente el número 19 de la bula “Misericordiae Vultus”, como mensaje central de misericordia). 10


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A continuación presentamos el calendario para este Año Jubilar: MARTES 8 DE DICIEMBRE DE 2015. Santa Misa de apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. DOMINGO 13 DE DICIEMBRE DE 2015. Apertura de la Puerta Santa. Catedral San Pedro 12:00 – Santuario de la divina Misericordia 8:00 a.m. – Parroquia del Buen Consuelo 8:00 a.m .– Divino Salvador 6:30 p.m. – Nuestra Señora del Rosario 12:00 m. – Niño Jesús de Praga 7:00 p.m.

Enero 2016

Viernes 1. Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios. Jornada mundial por la paz. (Mandar a los Alcaldes y Gobernadora el mensaje de la paz del Papa Francisco) Miércoles 27. Jubileo para el Clero. Buga.

Febrero 2016

Todo el mes: Socorrer a los encarcelados (Que se promoverá en toda la Arquidiócesis. La colecta de Cuaresma se destinará a constituir un fondo para la creación de la parroquia penitenciaria), y perdonar las injurias (Obra de misericordia espiritual que se trabajará en las parroquias). Martes 2. Jubileo de la Vida Consagrada y Clausura del Año de la Vida Consagrada. Miércoles 10 (de ceniza). Misioneros de la misericordia a la calle entregando MV 19.

Marzo 2016

Viernes 4 y sábado 5. “24 horas para el Señor”.

Abril 2016

Todo el mes: dar de beber al sediento (A nivel diocesano se realizará una acción significativa de misericordia con la creación, el agua es un don de Dios que debemos cuidar) y dar buen consejo al que lo necesita (obra de misericordia que ha de trabajarse en el nivel parroquial). 11


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Viernes 1. Encuentro de la misericordia. Viernes 22. Obra de misericordia: dar de beber al sediento. (Día de la tierra).

Mayo 2016

Todo el mes: Dar posada al peregrino y corregir al que está en el error (Obras de misericordia para destacar en las parroquias). Viernes 13. María de la Misericordia. Fátima. Celebraciones y procesión.

Junio 2016

Todo el mes: vestir al desnudo (Se convocará una “donatón” en la Arquidiócesis para recoger ropa nueva y en buen estado, que luego se pueda entregar a fundaciones que atienden a niños huérfanos, ancianos y personas de la calle), y sufrir con paciencia los defectos de los demás (la cual se trabajará en las parroquias). Domingo 19. Obra de misericordia: vestir al desnudo. (donar ropa, zapatos, pañales). Lunes 20. Jubileo de los enfermos.

Septiembre 2016

Todo el mes: dar de comer al hambriento y enseñar al que no sabe (Obras que se resaltarán en el trabajo pastoral de las parroquias). Sábado 24. Obra de misericordia visitar los presos.

Octubre 2016

Todo el mes: enterrar a los muertos y rogar por los vivos y por los difuntos (Obras que se promoverán en la pastoral parroquial y, muy aconsejable, en los camposantos).

Noviembre 2016

Domingo 13. Clausura de la Puerta Santa. Domingo 20. Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, clausura del Jubileo de la Misericordia. Además de estas programación parroquial y arquidiocesana, recomendamos a las diferentes pastorales que organicen algunas jornadas en las que se pueda celebrar el Año jubilar para sus respectivos ámbitos. 12


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3. ORACIÓN DE LA MISERICORDIA Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios! Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén. 13


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4. DESCRIPCIÓN DEL LOGO El logo y el lema ofrecen juntos una buena síntesis del Año jubilar. Con el lema Misericordiosos como el Padre (tomado del Evangelio de Lucas, 6,36) se propone vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar, sino perdonar y amar sin medida (cfr. Lc 6,37-38). El logo - obra del jesuita Marko I. Rupnik - se presenta como un pequeño compendio teológico de la misericordia. Muestra, en efecto, al Hijo que carga sobre sus hombros al hombre extraviado, recuperando así una imagen muy apreciada en la Iglesia antigua, porque indicaba el amor de Cristo que lleva a término el misterio de su encarnación con la redención. El dibujo se ha realizado de manera que se destaque el Buen Pastor que toca en profundidad la carne del hombre, y lo hace con un amor capaz de cambiarle la vida. Además, es inevitable notar un detalle particular: el Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. Cristo ve con el ojo de Adán y este lo hace con el ojo de Cristo. Así, cada hombre descubre en Cristo, nuevo Adán, la propia humanidad y el futuro que lo espera, contemplando en su mirada el amor del Padre. La escena se coloca dentro la mandorla que es también una figura importante en la iconografía antigua y medieval por cuanto evoca la presencia de las dos naturalezas, divina y humana, en Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el externo, sugieren el movimiento de Cristo que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra parte, la profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable del amor del Padre que todo lo perdona. 14


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5. HIMNO OFICIAL El Himno inicia con las palabras “Misericordiosos como el Padre”, que es el lema del Jubileo, inspirado en el Evangelio de San Lucas (6,36). El canto presenta una estructura trinitaria - en sus tres primeras estrofas - y la invocación a la paz en la cuarta y última estrofa. La primera estrofa resalta la sabiduría con la cual, Dios Padre ha creado el mundo, el mismo, que ha guiado a su pueblo a lo largo de la historia, que acoge y perdona a sus hijos. En la segunda estrofa, se alaba a Dios Hijo, “luz de los pueblos”, que ama a las criaturas con un “corazón de carne”. La alusión al Espíritu Santo, lo encontramos en la tercera estrofa, donde se invoca sus “siete santos dones”. Finalmente, en la última estrofa se pide la paz de Dios y la llegada del nuevo cielo y la nueva tierra. “Misericordioso como el Padre” (Coro) Demos gracias al Padre, porque él es bueno Creó el mundo con su sabiduría conduce a su pueblo en la historia de perdonar y da la bienvenida a los niños. Demos gracias al Hijo, luz de las naciones Él nos ha amado con un corazón de carne de lo que recibimos, nos entregamos a Él el corazón a abrirse a los que tienen hambre y sed. Pedimos al Espíritu los siete sagrados dones Fuente de todo bien, dulce alivio de Él consolado, ofrecemos comodidad amor esperanzas y todo lo soporta. Le pedimos por la paz de Dios de toda la paz La tierra espera el evangelio del Reino gracia y alegría a los que aman y perdonar serán los nuevos cielos y la tierra.

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III Domingo de Adviento - 13 de diciembre de 2015 6. APERTURA DEL JUBILEO EN LAS IGLESIAS O EN LOS SANTUARIOS DESIGNADOS POR EL OBISPO DIOCESANO

A. En las Iglesias o santuarios en los cuales el Obispo Diocesano ha establecido que haya una Puerta de la Misericordia, a la hora designada, el delegado del Obispo preside la celebración eucarística del III domingo de Adviento. Al inicio de la celebración, quien preside se dirige a la puerta principal de la iglesia o santuario donde, terminado el canto de ingreso, comienza la celebración con la señal de la cruz y el saludo. El Obispo o su delegado, dirigido al pueblo, dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. El pueblo responde: Amén. A continuación saluda al pueblo: La misericordia del Padre, la paz de nuestro Señor Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. El pueblo responde: Y con tu espíritu. El Obispo o su delegado invita a bendecir y alabar a Dios. Cf. Sal 103 Gloria a ti, Señor, que perdonas las culpas y sanas todas las enfermedades. R/. Eterna es tu misericordia. 16


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Gloria a ti, Señor, misericordioso y piadoso, lento a la cólera y grande en el amor. R/. Eterna es tu misericordia. Gloria a ti, Señor, Padre indulgente con tus hijos. R/. Eterna es tu misericordia. O bien: Bendito seas, oh padre: solo tú has hecho grandes maravillas. Cf. Sal 106, 4 R/. Tu amor es para siempre. Bendito seas, Hijo unigénito: nos has liberado de nuestros pecados con tu sangre. Cf. Ap 1, 5 R/. Tu amor es para siempre. Bendito seas, Espíritu Santo, consolador del alma, dulcísimo consuelo. Cf. Secuencia de Pentecostés R/. Tu amor es para siempre. Terminadas las invocaciones, dice la siguiente oración: Oremos. Cf. Bendicional bendito seas tú, Señor, Padre Santo, que has enviado a tu Hijo al mundo para acoger en la unidad, mediante la efusión de tu sangre, a los hombres lacerados y dispersos por el pecado. Tú lo has constituido pastor y puerta del rebaño, para que quien entre sea salvo, 17


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y quien entra y sale encuentre el pan de la vida. Concede a tus fieles que crucen este umbral, ser acogidos en tu presencia, y experimentar, Padre, tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén. B. Terminada la oración, quien preside la celebración introduce el rito de aspersión con el agua bendita con estas palabras, u otras similares: Queridos hermanos y hermanas, el Año de la Misericordia convocado por el Santo Padre invita a cada uno de nosotros a tener la experiencia profunda de la gracia y la reconciliación. Ahora, con la aspersión del agua bendita, recordemos juntos nuestro Bautismo. Es invocación de misericordia y de salvación en virtud de la resurrección de Jesucristo. C. Pronunciada la monición, se dirige con los ministros hacia el altar, asperjando al pueblo con el agua bendita tomada de la pila ubicada junto a la puerta. Entre tanto, se cantan las siguientes antífonas u otro canto apropiado: Antífona Cf. Sal 50, 9 Rocíame, Señor, con el hisopo y quedaré limpio; lávame, quedaré más blanco que la nieve. O bien: Purifícame, Señor: quedaré más blanco que la nieve. O bien: Cf. Ez 47, 1-2.9 Sobre ustedes derramaré un agua pura, que los purificará de todas sus injusticias, y les daré un corazón nuevo, dice el Señor. 18


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D. Después de haber venerado el altar con una profunda reverencia y el beso, lo inciensa y se dirige a la sede, donde pronuncia la fórmula prevista: Dios todopoderoso que purificas del pecado, y por esta celebración de la Eucaristía nos haces dignos de participar en la mesa de tu Reino, por los siglos de los siglos. R/. Amén. E. La Misa continúa como se acostumbra, con la oración colecta. Se puede impartir la bendición con la fórmula solemne para el Tiempo de Adviento: Dios omnipotente y misericordioso los santifique con el resplandor del adviento de su Unigénito, en cuya primera venida creen y cuya futura venida esperan, y los enriquezca con su bendición. R/. Amén. Les conceda, durante el ciclo de la vida presente, permanecer firmes en la fe, alegres en la esperanza, y diligentes en la caridad. R/. Amén. De manera que, al llenarse devotamente de alegría por la venida en la carne de nuestro Redentor, reciban la riqueza de los galardones eternos, cuando, por segunda vez, venga en su majestad. R/. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre + Hijo + y Espíritu + Santo, Descienda sobre ustedes y permanezca siempre. R/. Amén.

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F. Despu茅s de la bendici贸n, se puede despedir a la asamblea con la siguiente f贸rmula: Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. Pueden ir en paz. El pueblo responde: Demos gracias a Dios. La asamblea se despide alabando y bendiciendo a Dios.

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III Domingo de Adviento - 13 de diciembre de 2015 7. RITO PARA LA APERTURA DEL AÑO SANTO EN LAS PARROQUIAS

7.1 EL CELEBRANTE La Misa del 13 de diciembre de 2015 se configurará como una Misa estacional. El diácono, los acólitos, los lectores y Ministros de la comunión desarrollarán, cada uno, su propio ministerio, y los fieles son convocados para que acudan en número a la celebración. El desarrollo de la celebración se articula en cinco momentos: 1) El camino procesional. 2) La memoria del Bautismo. 3) Solemne apertura de la Sede Penitencial. 4) La celebración de la Eucaristía. 5) Veneración Mariana. 7.2 EL CAMINO PROCESIONAL El carácter de la procesión es el de la peregrinación, “signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia” (MV 14). Recuerda el hecho de que “también es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio” (ibídem). Para la procesión se ha señalado como especialmente adecuados el Salmo 85, que canta el sentimiento de confianza, el total abandono en Dios y la esperanza de su intervención salvífica, y el Salmo 24, himno a la bondad de Dios en quien el orante confía y encuentra serenidad y paz. Por su Antigua y polivalente función procesional. En la procesión se ha de dar gran relieve al Evangeliario: este, llevado por el diácono, es signo de Cristo que camina delante de su pueblo, y de su Palabra, que es luz y guía para sus discípulos. 21


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Terminada la pausa en el umbral de la puerta, el Sacerdote (o Diácono), mostrando el Evangeliario, se dirige en procesión hacia el altar; los fieles se dirigen a los lugares asignados. Entretanto se canta la antífona de ingreso del III Domingo de Adviento u otro canto apropiado. 7.3 MEMORIA DEL BAUTISMO El sacramento del Bautismo es puerta de ingreso a la Iglesia comunidad. El rito de bendición y de aspersión con el agua constituye su memoria viva. El Bautismo, en efecto, es el “primer sacramento de la Nueva Alianza. Por él los hombres, adhiriéndose a Cristo por la fe y recibiendo el espíritu de hijos adoptivos, se llaman y son hijos de Dios; unidos a Cristo en una muerte y resurrección como la suya, forman con él un miso cuerpo; ungidos con la efusión del Espíritu, se convierten en templo santo de Dios y miembros de la Iglesia, en una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios” (Bendicional, 933). 7.4 SOLEMNE APERTURA DE LA SEDE PENITENCIAL El Confesionario como lugar de la celebración del Sacramento de la penitencia y la reconciliación, se convierte en la “Puerta Santa del alma”. Todo aquel que durante este año quiera experimentar la Misericordia de Dios, deberá atravesar también por las “puertas santas” del Confesionario y acercarse a este Sacramento para tener un encuentro vivo y verdadero con la Misericordia del Padre. 7.5 LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA La celebración de la Eucaristía, “como acción de Cristo y del pueblo de Dios ordenado jerárquicamente, es el centro de toda la vida cristiana para la Iglesia, tanto universal, como local, y para cada uno de los fieles. Pues en ella se tiene la cumbre, tanto de la acción por la cual Dios, en Cristo, santifica al mundo, como la del culto que los hombres tributan al Padre, adorándolo por medio de 22


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Cristo, Hijo de Dios, en el Espíritu Santo “ (Instrucción General del Misal Romano, 16). Precisamente por esto, ella constituye el vértice de la celebración de apertura del Jubileo. En ella, el Padre en su misericordia viene al encuentro de todos aquellos que buscan a Dios “con corazón sincero”, ofrece continuamente a los hombres su alianza y nos hace pregustar la eternidad eterna de su Reino, “donde con todas la criaturas, liberadas de la corrupción del pecado y de la muerte, cantaremos su gloria” (Plegaria eucarística IV). 7.6 VENERACIÓN MARIANA Nuestro pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios. Dirijámonos a ella para que sus ojos misericordiosos no se aparten de nosotros e interceda por nosotros para que podamos contemplar el rostro de la Misericordia, su Hijo Jesucristo. 7.7 COSAS QUE HAY QUE PREPARAR En la sacristía de la Iglesia estacional se preparan: Las vestiduras litúrgicas requeridas para la celebración de la Misa La cruz procesional con los ciriales. El Evangeliario. El incensario con el incienso El recipiente con el agua para bendecir y el aspersorio. Todo lo necesario para la celebración de la Misa (Cfr. Instrucción General del Misal Romano, 117-118).

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8. RITOS INICIALES El presbítero revestido con las vestiduras litúrgicas de color morado (o rosado) se dirige al lugar donde el pueblo está reunido.

8.1 INVOCACIÓN TRINITARIA Y SALUDO Canto inicial: Que alegría cuando me dijeron El presbítero dice: V. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. R/. Amén. Luego, saluda al pueblo, diciendo: V. Hermanos, la misericordia de Dios, nuestro Padre, la paz de nuestro Señor Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo, estén con todos ustedes. R/. Y con tu espíritu. Monición: El 11 de abril, con la bula “El rostro de la Misericordia”, el Papa Francisco proclamó un Año Santo extraordinario “para vivir en la vida diaria la misericordia que desde siempre el Padre tiene con nosotros”. Este Año Santo inició el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María y terminará el domingo 20 de noviembre de 2016, solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. María, Madre de la Misericordia, ha sido liberada del pecado. Y esta gran obra de Dios es también un anuncio de vida para nosotros: es el anuncio de que Dios realiza su proyecto salvador, su misericordia, para la humanidad entera.

8.2 ALABANZAS A DIOS Luego invita a bendecir y a alabar a Dios, diciendo: V. Gloria a ti, Señor, que perdonas las culpas y sanas todas las enfermedades. R/. Eterna es tu misericordia. (Cfr. Sal 102) 24


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V. Gloria a ti, Señor, misericordioso y piadoso, lento a la cólera y grande en el amor. R/. Eterna es tu misericordia. V. Gloria a ti, Señor, Padre indulgente con tus hijos. R/. Eterna es tu misericordia. o bien V. Bendito seas tú, oh Padre: tú solo has hecho grandes maravillas. (Cfr. Sal 135, 4) R/. Tu amor es para siempre. V. Bendito seas tú Hijo unigénito: nos has liberado de nuestros pecados con tu sangre (Cfr. Ap l, 5) R/. Tu amor es para siempre. V. Bendito seas tú, Espíritu Santo: consolador del alma, dulcísimo consuelo (Cfr. Secuencia de Pentecostés) R/. Tu amor es para siempre.

8.3 ENCENDIDO DE LA 3ª VELA DE LA CORONA DE ADVIENTO La 1ª y 2ª velas de la Corona de Adviento se encuentran ya encendidas. El presbítero dice: V. Señor Jesucristo, rostro de la misericordia del Padre celestial. Ven, Señor Jesús, y muéstranos tu misericordia. Todos responden: R/. Ven, Señor Jesús, y no tardes más. V. Ven, Señor Jesús, y quédate con nosotros. R/. Ven, Señor Jesús, y no tardes más V. Ven, Señor Jesús, y salva a los pecadores. R/. Ven, Señor Jesús, y no tardes más. Se enciende entonces la 3ª vela. 25


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8.4 PREGÓN DE LA MISERICORDIA El presbítero dice: Alegres en el Señor, estamos iniciando el Jubileo extraordinario de la Misericordia, tiempo de gracia y salvación, para que la Iglesia haga más fuerte y eficaz su testimonio en el mundo, y sea signo del amor del Padre. Todos responden: R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador. El presbítero continúa, diciendo: Año Jubilar en que la Iglesia debe manifestar al mundo la concordia y la paz. Dejémonos reconciliar con Dios. Siempre es posible por medio del Misterio pascual de Cristo y la mediación de la Iglesia madre, porque este es el tiempo oportuno para cambiar de vida. R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador. El presbítero continúa, diciendo: Porque Dios es clemente y compasivo, paciente y lleno de amor con sus hijos. Que el rostro misericordioso de Cristo sea para nosotros, como rocío de la mañana y antorcha de la verdad, bálsamo y oasis para todos los que en él confían. R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador.

8.5 MEMORIA DEL BAUTISMO Se lleva delante del presbítero un recipiente con agua. El presbítero invita a la oración con estas palabras, u otras similares: Queridos hermanos, supliquemos al Señor para que bendiga esta agua con la cual seremos rociados en memoria de nuestro Bautismo. Esta agua es invocación de misericordia y salvación en virtud de la resurrección de Cristo. Todos oran en silencio un momento. Y a continuación, el presbítero agrega: Dios y Padre nuestro, creador de todas las cosas, que en tu misericordia creaste al hombre a tu imagen y semejanza. 26


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R/. Purifica e ilumina a tu Iglesia con la luz de tu Misericordia. V. Cristo Jesús, que de tu costado abierto en la cruz hiciste manar la fuente de la Misericordia. R/. Purifica e ilumina a tu Iglesia con la luz de tu Misericordia. V. Dios Espíritu Santo, que realizas la Misericordia haciéndonos renacer como criaturas nuevas. R/. Purifica e ilumina a tu Iglesia con la luz de tu Misericordia. Luego el presbítero agrega: Dios todopoderoso, fuente y origen de la vida del alma y del cuerpo, bendice + esta agua, que vamos a usar con fe para implorar el perdón de nuestros pecados y alcanzar la ayuda de tu gracia contra toda enfermedad y asechanza del enemigo. Concédenos, Señor, tu misericordia, que las aguas vivas siempre broten salvadoras, para que podamos acercarnos a ti con el corazón limpio y evitemos todo peligro de alma y cuerpo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. Él toma el aspersorio y se asperja a sí mismo, a los ministros y al pueblo, atravesando la nave de la iglesia. Entre tanto se canta algún canto apropiado.

8.6 CANTO BAUTISMAL Al regresar a la Sede, el presbítero dice: Que Dios omnipotente nos purifique del pecado y, por la celebración de esta Eucaristía, nos haga dignos de participar del banquete de su Reino. Por los siglos de los siglos. R/. Amén.

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8.7. SOLEMNE APERTURA DE LA SEDE PENITENCIAL El presbítero, en la Sede, coloca incienso en el incensario. Luego dice: El Confesionario como lugar de la celebración del Sacramento de la penitencia y la reconciliación, se convierte en la “Puerta Santa del alma”. Todo aquel que durante este año quiera experimentar la Misericordia de Dios, deberá atravesar también por las “puertas santas” del Confesionario y acercarse a este Sacramento para tener un encuentro vivo y verdadero con la Misericordia del Padre. Oremos. Bendito seas tú, Señor, Padre santo, que has enviado a tu Hijo al mundo para acoger en la unidad, mediante la efusión de su sangre, a los hombres heridos y dispersos por el pecado. Tú lo has constituido pastor y puerta del rebaño, para que quien entre sea salvo, y quien entra y sale encuentre el pan de la vida. Concede a tus fieles que crucen este umbral, ser acogidos en tu presencia, y experimentar, Padre, tu misericordia. Por Cristo, nuestro Señor. R/. Amén. 116. A continuación, el presbítero toma el Evangeliario, se dirige al Confesionario, abre la puerta y lo coloca dentro, entronizándolo en un atril especialmente destinado a ello, luego inciensa el Evangeliario, y deja la puerta abierta, mientras se canta algún canto adecuado.

8.8 CANTO PENITENCIAL ORACIÓN COLECTA El presbítero canta o recita la oración colecta: Dios nuestro, que contemplas a tu pueblo esperando fervorosamente la fiesta del nacimiento de tu Hijo, concédenos poder alcanzar la dicha que nos trae la salvación y celebrarla siempre, 28


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con la solemnidad de nuestras ofrendas y con vivísima alegría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. R/. Amén. La Misa continúa como de costumbre.

9. LITURGIA DE LA PALABRA Se hace una única monición para todas las lecturas: La Misericordia de Dios es el cumplimiento de sus promesas, por eso levanta toda sentencia y no hay mal para quien es fiel a sus palabras. Tenemos que preguntarnos en este año jubilar: ¿qué debemos hacer?, ¿cómo vamos a vivir nuestra relación con Dios, que es profundamente misericordioso? Que la Palabra de Dios nos ilumine hoy. La Liturgia de la Palabra se desarrolla como de costumbre.

9.1 PRIMERA LECTURA “El Señor se alegrará en ti”. Del libro del Profeta Sofonías (3, 14-18) Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: “No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.” Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.

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9.2 SALMO RESPONSORIAL Isaías 12

R/. Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. El Señor es mi Dios y salvador, con él estoy seguro y nada temo. El Señor es mi protección y mi fuerza y ha sido mi salvación. Sacaréis agua con gozo de la fuente de salvación. R/. Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. R/. Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”. R/. Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.

9.3 SEGUNDA LECTURA El Señor está cerca. De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses (4,4-7) Hermanos míos: Estad siempre en el Señor; os lo repito: estad alegres. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticio30


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nes sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.

9.4 ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Is 61,1 (cit. en Lc 4,18)

R/. Aleluya, aleluya. El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. R/. Aleluya.

9.5 LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS (3, 10-18) En aquel tiempo, la gente preguntó a Juan: “¿Entonces, qué hacemos?”. Él contestó: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo”. Vinieron también a bautizarse unos publicanos, y le preguntaron: “Maestro, ¿qué hacemos nosotros?”. Él les contestó: “No exijáis más de lo establecido”. Unos militares le preguntaron: “¿qué hacemos nosotros?”. Él les contestó: “No hagáis extorsión a nadie, ni os aprovechéis con denuncias, sino contentaos con la paga”. El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: “Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego: tiene en la mano la horca para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga”. Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia. Palabra de Dios. R/. Gloria a ti, Señor Jesús.

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9.6 ORACIÓN UNIVERSAL La Oración universal se realiza según el siguiente esquema. Confiando en la misericordia de Dios, nuestro Padre, que por medio de su Hijo nos concede lo que necesitamos para el bien de la Iglesia y de todos los hombres, presentémosle confiadamente nuestras súplicas. R/. Por tu misericordia, escúchanos, Señor. Por la Iglesia, que a cincuenta años de la conclusión del Concilio Vaticano II, anuncie el Evangelio de la Misericordia al mundo nuevo y cambiante en que vivimos. Oremos. R/. Por tu misericordia, escúchanos, Señor. Por los cristianos, para que en el Jubileo de la Misericordia experimenten una auténtica conversión y sean instrumentos de perdón hacia quien lo necesita. Oremos. R/. Por tu misericordia, escúchanos, Señor. Por los gobernantes de nuestro país y nuestra ciudad, para que el Espíritu Santo los guíe por los caminos de la justicia y la reconciliación como fruto de la acción misericordiosa de Dios en el mundo. Oremos. R/. Por tu misericordia, escúchanos, Señor. Por los pobres, los afligidos, los abandonados y los que no han experimentado el perdón, para que entren por la Puerta de la Misericordia, sabiendo que especialmente para ellos se ha abierto. Oremos. R/. Por tu misericordia, escúchanos, Señor. Por nuestra Iglesia de la Arquidiócesis de Cali, para que todas las acciones realizadas en este año sirvan para vivir una auténtica renovación en la mente, en el espíritu y en las acciones. Oremos. R/. Por tu misericordia, escúchanos, Señor.

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Por todos nosotros, para que el Jubileo sea la oportunidad de realizar las obras de misericordia corporal y espiritual y enriquecernos con la obtención de la indulgencia. Oremos. R/. Por tu misericordia, escúchanos, Señor. El presbítero: Oremos. Padre clementísimo, concédenos practicar la misericordia con alegría, para que tu pueblo experimente tu perdón, que se extiende a toda la vida de tus hijos y esté acompañado por la Madre de la Misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén.

10. LITURGIA EUCARÍSTICA La Liturgia eucarística continúa normalmente.

10.1 ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Que este sacrificio, Señor, que te ofrecemos con devoción, nunca deje de realizarse, para que cumpla el designio que encierra tan santo misterio y obre eficazmente en nosotros tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor. R/. Amén. Para la Oración dominical, el presbítero hace la siguiente Monición: Mientras aguardamos la venida de Jesucristo, el Salvador, pidamos que el Reino de Dios, lleno de misericordia, el Reino prometido, venga y se haga realidad plena en nosotros. Hagámoslo con fe y confianza, diciendo la oración que él nos enseñó.

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11. RITOS CONCLUSIVOS 11.1 VENERACIÓN MARIANA

El presbítero agrega a continuación: Nuestro pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios. Dirijámonos a ella para que sus ojos misericordiosos no se aparten de nosotros e interceda por nosotros para que podamos contemplar el rostro de la Misericordia, su Hijo Jesucristo. La asamblea invoca a María con el canto de la Salve, mientras la imagen de la Bienaventurada Virgen María es incensada por el presbítero.

11.2 BENDICIÓN El presbítero imparte la bendición solemne del Tiempo del Adviento: V. Que Dios omnipotente y misericordioso los santifique con la celebración del advenimiento de su Hijo unigénito y los llene de sus bendiciones, ya que creen que Cristo vino al mundo y esperan su retorno glorioso. R/. Amén. V. Que durante toda la vida les conceda permanecer firmes en la fe, alegres en la esperanza y eficaces en la caridad. R/. Amén. V. Que los enriquezca con los premios eternos cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria el Redentor, de cuya encarnación, llenos de fe, se alegran ahora. R/. Amén. V. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca siempre. R/. Amén. 34


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11.3 DESPEDIDA Al final de la Misa, puede despedirá la asamblea con la siguiente fórmula: V. Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. Pueden ir en paz. R/. Demos gracias a Dios. La asamblea se disuelve alabando y bendiciendo a Dios. Este texto fue preparado por la delegación de Liturgia de la Arquidiócesis Primada de México.

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12. CINCO PEREGRINACIONES PARA VIVIR LA MISERICORDIA En este Año de la Misericordia, estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia del Padre para poder ser signo eficaz de Su obrar misericordioso. Para esto proponemos la peregrinación, como una manera poderosa de experimentar y practicar la misericordia. En la Sagrada Escritura la peregrinación es una marcha movida por la fe, que pone en movimiento a las personas, individual o colectivamente, para ir en búsqueda de algo que está más allá y que ha sido prometido por Dios. Abraham, tocado por Dios, deja su tierra e inicia una larga peregrinación para alcanzar la promesa de ser el padre de un gran pueblo (Gn 12, 1ss). Sin embargo, podremos decir que la primera peregrinación ha sido del mismo Dios, que entró en la historia humana, peregrinó hasta nosotros para que nosotros peregrináramos hasta Él (Jn 3, 16-17). Desde esta perspectiva, queremos proponer que en los centros destinados por la Arquidiócesis para peregrinar en este año de Misericordia, se organicen las “5 peregrinaciones”, luego de entrar por la puerta santa, en las que los creyentes se dispongan de una manera adecuada para experimentar la misericordia de Dios y sean enviados por Él hacia el prójimo, como peregrinos de la misericordia. En realidad, no se trata más que leer los cinco pasos para una buena confesión en clave de peregrinación. De este modo puede facilitarse a los creyentes una mejor vivencia y aprovechamiento de su visita a estos lugares. Para ello, dejamos a la creatividad de cada templo el organizar cinco estaciones para estas peregrinaciones que son principalmente espirituales, pero que cada una de ellas va llevando a los creyentes a una experiencia didáctica y concreta de la misericordia divina. Con la ayuda de los laicos “misioneros de la misericordia”, un grupo de colaboradores en el templo, se puede ir ayudando a las personas en el recorrido por estas cincos estaciones, de manera que salgan de allí realmente tocados por el encuentro misericordioso con el Señor y decididos a ser instrumentos de misericordia para el prójimo. 36


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Una vez han entrado a través de la puerta santa, los peregrinos de este año jubilar podrán encontrar las siguientes estaciones de la misericordia: 12.1 PEREGRINACIÓN A LA CONCIENCIA: Consiste en disponerse para entrar en la conciencia, con la asistencia del Espíritu Santo e interrogarse sobre el mal cometido y el bien omitido: hacia Dios, el prójimo y hacia sí mismos. Para ello, se propone este examen de conciencia planteado por el mismo Papa Francisco, lo cual ayudará a que las personas, en esta primera peregrinación, descubran la realidad del pecado que ha roto su relación con Dios, el prójimo, el mundo y consigo mismos. Un laico comprometido, debidamente preparado, podrá acompañar individual o colectivamente a las personas en esta primera etapa, invocando en primer lugar la luz del Espíritu Santo para que los ayude en este ejercicio de examen. En segundo lugar, se puede proceder a leer cada una de las preguntas del examen de conciencia, pausadamente, dando tiempo para que las personas las interioricen. En relación a Dios ¿Solo me dirijo a Dios en caso de necesidad? ¿Participo regularmente en la Misa los domingos y días de fiesta? ¿Comienzo y termino mi jornada con la oración? ¿Blasfemo en vano el nombre de Dios, de la Virgen, de los santos? ¿Me he avergonzado de manifestarme como católico? ¿Qué hago para crecer espiritualmente, cómo lo hago, cuándo lo hago? ¿Me revelo contra los designios de Dios? ¿Pretendo que Él haga mi voluntad?. En relación al prójimo ¿Sé perdonar, tengo comprensión, ayudo a mi prójimo? ¿Juzgo sin piedad tanto de pensamiento como con palabras? ¿He calumniado, robado, despreciado a los humildes y a los indefensos? ¿Soy envidioso, colérico, o parcial? ¿Me avergüenzo de la carne de mis hermanos, me preocupo de los pobres y de los enfermos? ¿Soy honesto y justo con todos o alimento la cultura del descarte? ¿Incito a otros a hacer el mal? ¿Observo la moral conyugal y 37


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familiar enseñada por el Evangelio? ¿Cómo cumplo mi responsabilidad de la educación de mis hijos? ¿Honoro a mis padres? ¿He rechazado la vida recién concebida? ¿He colaborado a hacerlo? ¿Respeto el medio ambiente?. En relación a mí mismo ¿Soy un poco mundano y un poco creyente? ¿Cómo, bebo, fumo o me divierto en exceso? ¿Me preocupo demasiado de mi salud física, de mis bienes? ¿Cómo utilizo mi tiempo? ¿Soy perezoso? ¿Me gusta ser servido? ¿Amo y cultivo la pureza de corazón, de pensamientos, de acciones? ¿Nutro venganzas, alimento rencores? ¿Soy misericordioso, humilde, y constructor de paz?. 12.2 PEREGRINACIÓN AL CORAZÓN: Una vez realizado el examen de conciencia, se invita a las personas a pasar a la segunda estación. En esta siguiente peregrinación, de lo que se trata es de que los peregrinos, ya conscientes de sus pecados, sientan verdadero dolor, detestación de sus faltas. Se puede realizar una oración penitencial fuerte, partiendo de la palabra de Dios, como el salmo 50, y ayudado con un canto penitencial, de arrepentimiento.

Salmo 50 Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. En la sentencia tendrás razón, en el juicio brillará tu rectitud. Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. 38


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Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar se inmolarán novillos. Como canto penitencial se propone Como el hijo pródigo, Perdóname, etc. 39


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12.3 PEREGRINACIÓN A LA VOLUNTAD: En la tercera estación, los creyentes serán invitados a peregrinar hacia la voluntad. Es el momento para pedir a Dios la gracia de decidir firmemente romper con los círculos viciosos que mantienen a la persona enfrascados en una situación de pecado. Como acción concreta, en este punto se puede pedir a los peregrinos firmar un propósito de enmienda personalizado, y orarlo como una declaración en la que le dicen a Dios que pondrán todo de su parte para no repetir más aquellas faltas con las cuales han roto la armonía querida por Él. Como sugerencia, una vez de firmar y decir so declaración de enmienda, se puede invitar a los penitentes a ir hasta el Sagrario y allí, en algún pebetero dispuesto, quemar esta declaración como signo del pacto que hacen con Dios. Dios mío, yo N., me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Me pesa por el Infierno que merecí y por el Cielo que perdí; pero mucho más me pesa, porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Tú. Antes querría haber muerto que haberte ofendido, y propongo firmemente no pecar más, y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén. 12.4 PEREGRINACIÓN HACIA EL PADRE MISERICORDIOSO: Teniendo ya la decisión firme de cortar con el pecado, el penitente entrará en la puerta de la misericordia. El confesionario será la cuarta peregrinación, en la que irá al encuentro con el Padre misericordioso para declararle sus pecados a través del confesor. Como preparación, se puede pedir a los penitentes ser concretos en la confesión de sus pecados, diciendo el tiempo que ha transcurrido desde su última confesión y confesando a Dios puntualmente sus pecados. Luego escuchará el consejo del sacerdote, quien al final lo enviará a la última estación en la cual le pedirá reparar sus pecados por medio de las obras de misericordia. 40


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12.5 PEREGRINACIÓN HACIA EL HERMANO: La última estación será como un envío a peregrinar hacia el prójimo, en el cual, por medio de las Obras de misericordia, los penitentes ejercitarán con los demás la misericordia recibida de Dios que generosamente les ha otorgado Su perdón. En esta última estación, los penitentes encontrarán el listado de las obras de misericordia, corporales y espirituales y un listado de organizaciones de Iglesia que realizan acciones sociales y caritativas. Allí, escogerán una de las obras de misericordia y una de las fundaciones para ir y cumplir su penitencia, practicando la misericordia con su prójimo. De esta manera, muy concretamente, se completará esta peregrinación llegando a tener un impacto profundo, tanto en el peregrino como en aquellos que recibirán el bien que este salió decidido a realizar.

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13. OBRAS DE LA MISERICORDIA A diferencia de otros documentos del Papa Francisco que son más programáticos, como es el caso de la Exhortación Evangeliigaudium, la Misericordiae Vultus no es una invitación a “hacer muchas cosas”.Se trata, más bien, de vivir en profundidad lo que significa la misericordia de Dios, manifestada en Jesús y, a partir de allí, iniciar un proceso de convertirnos todos para ser misericordiosos como el Padre. En esa línea escribió también Monseñor Juan Carlos Cárdenas el editorial de la Voz Católica del mes de noviembre: “En el entendido de que la misericordia no es una idea abstracta, sino una expresión concreta del amor de Dios revelado en Jesucristo, el foco de este año en nuestra Arquidiócesis tendrá dos componentes muy importantes: Vivir la misericordia y Practicar la misericordia” (ver editorial completo). Se inscribe también en esa línea de poner el acento en la vivencia profunda del amor misericordioso de Dios. Aunque corramos el riesgo de “desgastar” una palabra o de vaciarle rápido su contenido, no sobra que insistamos hasta la saciedad en frases cortas (los latinos decían: guttacavatlapidem, non vi sed saepecadendo = la gota horada la piedra, no por la fuerza sino siempre cayendo): Arquidiócesis misericordiosa, clero misericordioso, parroquia misericordiosa, familia misericordiosa, jóvenes misericordiosos. (El término misericordia, en hebreo rahamim, aparece muchas veces en la Biblia. Otros le suman el término hesed, también hebreo y, por tanto, la cifra aumenta. Para cada día del año podríamos tener una cita bíblica que se refiera a la misericordia. “Misericordiosos como el Padre” es el lema del Año Jubilar (MV 14). Esta frase se toma del Evangelio de san Lucas 6, 36, que a su vez remite como texto paralelo al libro del Éxodo 34, 6-7: “El Señor pasó ante él (Moisés) proclamando: El Señor, el Señor, el Dios compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel, que conserva la misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y pecados…”. De los atributos principales de Dios, San Lucas escoge la compasión y la desarrolla en las llamadas “parábolas de la misericordia” 42


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para subrayar la iniciativa de amor de Jesús para con los pecadores y, más allá de Jesús, la iniciativa de Dios que ama primero y que tiene el designio de rehabilitar a las personas como hijos e hijas suyos. La plegaria eucarística IV lo expresa de manera insuperable: “Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca”. La Sagrada Escritura une lo que a menudo separamos nosotros: La ley del amor a Dios y del amor al prójimo. Según el evangelio de Mateo, cuando se pidió a Jesús que identificara cuál es el mandamiento principal de la ley, éste respondió uniendo los imperativos del libro del Deuteronomio (6,5) y del Levítico (19,18) que abarcan conjuntamente el amor a Dios y al prójimo. Y en el Evangelio de san Lucas, el mismo Jesús precisa quién es el prójimo (ver 10,29ss) ampliando allí la definición, extendiéndolo más allá de los miembros de la comunidad de la alianza. En ese pasaje el verbo “hacer” es clave: a la pregunta de Jesús al letrado “¿Quién fue prójimo del caído?” el letrado responde “El que tuvo misericordia” y Jesús añade: “anda, haz tú lo mismo”. Queda claro, pues, que lo que cuenta no son las buenas intenciones, sino los actos concretos de misericordia que en la tradición bíblica ya están enumerados: “Éste es el ayuno que yo deseo: romper las cadenas injustas, soltar las coyundas del yugo, dejar libres a los maltratados, y arrancar todo yugo; compartir tu pan con el hambriento, acoger en tu hogar a los sin techo; vestir a los que veas desnudos y no abandonar a tus semejantes” (Isaías 58, 6-7). En la Carta a los Hebreos se afirma: “Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos con ellos, y de los que son maltratados, pensando que también ustedes tienen un cuerpo” (13,3). Y la Carta de Santiago dice: “Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de ustedes les dice: Vayan en paz, caliéntense y hártense, pero no les dan lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?” (2,15-16). San Juan remata así: “Si alguno que posee bienes materiales ve que su hermano está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede residir en él el amor de Dios?” (1 Juan 3,17). 43


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La Iglesia lo que ha hecho es “poner nombre concreto” a lo que la Palabra de Dios señala. El Catecismo de la Iglesia Católica indica la lista: “Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. Instruir, aconsejar, consolar, confortar son obras de misericordia espiritual, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos. Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios” (CEC, 2447). Además, las bienaventuranzas de san Mateo (5, 1ss), junto con el capítulo 25,31ss del mismo Evangelio, donde se proclaman los criterios con los que seremos juzgados por Dios, son puntos de referencia obligados a la hora de reflexionar profundamente sobre cómo vivir la misericordia, cómo “salir de sí mismos”, cómo dejar la “autorreferencialidad”, palabras que continuamente repite el Papa Francisco. Insiste continuamente el Papa en que la dimensión más concreta y evidente de la misericordia es la solidaridad. No se trata solo de una vivencia interior o espiritual de perdón y reconciliación, sino también del desarrollo de acciones solidarias concretas: “Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo de hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo…” (MV 15). Y a renglón seguido, en el mismo número 15 del documento, el Papa invita a reflexionar y a practicar las obras de misericordia para despertar nuestra conciencia y para entrar en el corazón del evangelio. 44


JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA

En la Arquidiócesis de Cali, en el gran Jubileo Extraordinario de la Misericordia, queremos no sólo reflexionar sobre las obras de misericordia corporales y espirituales, sino también vivirlas a través de la formación, la acción y la celebración. No son espacios aislados, incomunicados, independientes. Nuestra formación occidental nos acostumbró primero a distinguir para luego unir. Tal vez en la práctica no lo logramos y fácilmente nos quedamos o con el momento reflexivo o con el mero hacer o con la emoción celebrativa. El reto es unir lo que fácilmente separamos. Una mirada al “mundo de la Biblia” nos puede ayudar a ser más consecuentes, más coherentes (formación). Una o unas acciones concretas nos ayudarán a no quedarnos en el aire, en reflexiones bellas. Una celebración unirá oración, canto, acción de gracias y misión. Tendremos la oportunidad de resaltar dos obras de misericordia, una corporal y una espiritual, así:

13.1 FEBRERO > > 13.1.1 SOCORRER A LOS PRESOS a. Formación Mateo 25, 31-46. Es el texto clave de todas las obras de misericordia corporales en las que se indica claramente que las personas serán juzgadas por hacer o dejar hacer esas obras concretas y no por cosas excepcionales como lo afirma el mismo evangelista: “No todo el que me diga Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán aquel Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” (7,22). También puede servir la narración del encarcelamiento del apóstol Pedro contado en Hechos 12, 1-23. Allí se dice expresamente que “Pedro fue mantenido en prisión, mientras la Iglesia rezaba fervientemente a Dios por él” (v. 5) Por el lado de Pablo tenemos su narración de la cárcel en Éfeso y él mismo, escribiendo a los Filipenses agradece así los cuidados que han tenido con él: “Este es mi recibo por todo: tengo de so45


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bra, he quedado bien provisto al recibir lo que me mandan con Epafrodito: es un incienso perfumado, un sacrificio aceptable que agrada a Dios” (4,18). De gran ayuda las palabras del Papa Francisco que siempre afirma, cuando le preguntan por qué visita a los presos, que él piensa que también podría estar allí en lugar de quienes están purgando una pena. Su mismo gesto de visitar a los presos ya señala el momento de la acción concreta para esta obra de misericordia. b. Acción Este mes de Febrero, la Campaña de Comunicación Cristiana de Bienes, que inicia el miércoles de ceniza, el señor Arzobispo ha decidió destinar lo que allí se recaude para la creación de la primera parroquia penitenciaria en Cali. Esta puede ser una buena oportunidad para generosamente vincularse a esta convocatoria y manifestar, a través de la colecta, nuestra cercanía y apoyo a quienes están privados de la libertad, así como a sus familias y a quienes trabajan en el mundo penitenciario. A través del Padre Francisco R., quien trabaja como capellán de penitenciario en Cali se pueden canalizar una o varias acciones: Parece que las visitas son más complejas; de hecho, él las organiza una vez al año. Pero hay otras acciones: recoger implementos de aseo para los presos que allí están, esto está más al alcance de todos los que de buen corazón quieran ayudar y ser solidarios con los presos. c. Celebración El mismo Padre Francisco cada año pide que en cada parroquia se establezca un “equipo pastoral carcelario”. La celebración se puede hacer en este sentido: Convocar a los feligreses que deseen y quieran formar este grupo apostólico (tarea dura y difícil sin duda), pero convocar ya es un primer paso. Y luego, con ese grupo de voluntarios hacer el momento de celebración siguiendo el esquema ya acostumbrado: Canto, proclamación de la Palabra, reflexión compartida, oraciones de los participantes, Padrenuestro y misión permanente; es decir, el modo de actuar consecuente y duradero que se desprende de lo reflexionado y de lo celebrado. 46


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> > 13.1.2 PERDONAR LAS INJURIAS a. Formación “Por tanto, desechen la mentira y díganse la verdad unos a otros, pues somos miembros unos de otros. Si se irritan, no pequen; que no se ponga el sol mientras estén irritados, para no dar así ocasión al diablo. El que robaba, que ya no robe; que trabaje con sus manos haciendo algo útil, para que pueda socorrer así al que lo necesite. No digan palabras que puedan herir, sino las que sean oportunas para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que los escuchen. No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, con el que fueron sellados para el día de la redención. Que desaparezca de entre ustedes cualquier clase de amargura, ira, cólera, gritos, maledicencia y maldad. Sean amables y compasivos entre ustedes, perdonándose mutuamente como los perdonó Dios en Cristo” (Efesios 4, 25-32). Es un texto largo pero de capital importancia porque aterriza, por así decir, lo que Cristo, con su muerte y resurrección ha hecho en nosotros: renovarnos en lo más íntimo de nosotros mismos, en el corazón del cual salen todas las maldades. Sólo se pueden perdonar las injurias si hemos muerto y resucitado con Cristo; de lo contrario, nuestro corazón cultivará la venganza, el desquite, el devolver mal por mal. Por eso es tan importante escuchar primero la Palabra de Dios, dejarse impactar por Ella, y naturalmente pedir al Espíritu Santo que podamos cumplir esa Palabra, no por nuestras propias fuerzas sino siendo dóciles a ese Santo Espíritu. El Cristianismo es la acción del Espíritu en nuestra conducta gracias a Cristo Resucitado, dador del Espíritu. Tal vez olvidamos con frecuencia esa gran realidad del Misterio Pascual y por eso luego nos frustramos al constatar que nosotros no podemos nada. El mismo Pablo describió en el capítulo 7 de la carta a los Romanos, el drama de querer hacer el bien y no poder hacerlo hasta al punto de decir “pobre de mí ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?” (7,24) Pero a renglón seguido exclama: “Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor” y ya en el capítulo 8 de la misma carta describe la vida en el Espíritu. 47


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El Catecismo de la Iglesia Católica está estructurado de esa manera: Lo que creemos, lo que celebramos, lo que vivimos (la parte moral lleva precisamente ese título paulino: La vida en Cristo), y lo que oramos. Son cuatro partes íntimamente unidas. No sobra poner de relieve esa novedad del Catecismo. b. Acción ¡Cómo nos cuesta perdonar! El mismo Pedro preguntó a Jesús cuántas veces había que hacerlo. La respuesta de Jesús (Mateo 18,21-22) va más allá de la matemática. El perdón tiene su fuente en Dios. Por sí mismo, el ser humano busca siempre el desquite, hacer justicia por su propia mano, vengarse, etc. Una acción sencilla, pero no por eso fácil, sería tomar conciencia de las faltas o pecados que cometemos cada día contra las personas más cercanas, familia, empleados, vecinos y “pedirles perdón” por esas faltas de caridad. Otra acción puede ser “recuperar el examen de conciencia diario, al finalizar cada día”: ¿Cómo actué hoy? ¿Cómo traté a las personas con las que me encontré hoy? ¿Cómo respondí ante alguna ofensa recibida hoy?. c. Celebración El perdón es sanador, desde todo punto de vista. Estamos acostumbrados a una fe individualista, intimista; no hemos tomado conciencia de lo que el mismo Magisterio de la Iglesia llama “pecado estructural”, pecado de toda una sociedad. Sería pertinente hacer una celebración penitencial comunitaria (no con absolución colectiva naturalmente), en la que más allá de la confesión personal, que es imprescindible, se tome conciencia de que el pecado de cada uno de nosotros repercute en toda la comunidad. Tal vez esa celebración “abra los ojos” de cada uno de nosotros y favorezca el deseo de ofrecer el perdón y de recibirlo, aceptarlo con humildad y así crecer en la fe como comunidad de creyentes. De no ser posible esta celebración penitencial se puede mantener el esquema que en todas las obras de misericordia se ha propuesto: Canto apropiado, oración inicial, lectura del texto bíblico, ecos de la Palabra, oraciones, Padrenuestro, misión permanente = prolongación en la vida cotidiana de lo celebrado. 48


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13.2 ABRIL > > 13.2.1 DAR DE BEBER AL SEDIENTO a. Formación 1 Reyes 17. Es un pasaje del llamado ciclo de Elías. Una viuda de Sarepta de Sidón “socorre” a Elías, le da de beber, le da un trozo de pan y “por mucho tiempo la orza de harina no quedó vacía y la aceitera no se agotó, según la palabra que Yahvé había pronunciado por boca de Elías”. El texto completo es 1Re 17,816. La hospitalidad, en todo su sentido, es determinante en toda la Biblia. Otro pasaje ejemplar sin duda puede ser el del Génesis 18, en el que Abraham “hospeda” a Dios. La Carta a los Hebreos lo interpreta así: “No olviden la hospitalidad, pues, gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles” (13,2). Los griegos llamaron a ese bello pasaje “filoxenia” = amor al extranjero, que es lo contrario a “xenofobia” = rechazo, odio al extranjero. Y Mateo 25, afirma que cuando vimos a alguien con hambre o con sed y lo asistimos, a Cristo mismo estábamos asistiendo. Finalmente, puede ser muy pedagógico también proclamar el pasaje de la Samaritana, Juan 4, donde Jesús le pide de beber a esta mujer. El momento formativo será siempre escuchar la Palabra de Dios. Nos parece muchas veces que es algo evidente, pero cuando se medita un pasaje bíblico la Palabra nos sorprende, nos mueve el piso; resuena de otra manera cuando nuestros oídos no buscan erudición sino confrontación con esa Palabra; pues muchas veces la Palabra denuncia nuestra incapacidad para acoger, para hacer el bien, para ser misericordiosos. Con estos textos arriba mencionados se puede usar la técnica del contraste, es decir, confrontar lo que la Biblia nos dice con las frases que a veces repetimos mecánicamente: “A ese ni agua le doy”, refiriéndonos a personas que nos caen mal o nos han hecho daño. “Por allá no voy ni a apagar un incendio”, también para expresar que no queremos “ayudar” o “socorrer” a otros. En fin, la idea es dejar que la Palabra de Dios nos interpele, rompa nuestros esquemas, cuestione lo que decimos sin querer queriendo. En relación con la viuda de Sarepta (1 Reyes 17), no sobra decir que Jesús mismo hizo referencia a este 49


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pasaje en su discurso en la sinagoga y a sus paisanos no les gustó mucho esa alusión (ver Lucas 4, 25-30). b. Acción Esta obra de misericordia se enmarca en la actitud amplia de la hospitalidad, de la acogida, de servir a los demás, de no ser indiferentes ante las necesidades de los que sufren. Algunos movimientos eclesiales y algunas parroquias salen una vez a la semana y llevan “café y pan” a los que están en la calle. Se puede precisar mejor cómo lo hacen y en qué sitios lo hacen y apoyar a esos movimientos o parroquias uniéndose a ellos en este mes de abril, en el que está previsto realizar a nivel arquidiocesano esta obra de misericordia corporal. Si se quiere dar más énfasis en este mes a esta obra de misericordia, se puede señalar un día concreto para “salir” a la calle y dar “café y pan” a los que están en un rincón con hambre y con sed, no pidiendo en almacenes el pan y el café sino llevándolo de nuestro propio bolsillo; de lo contrario es muy fácil hacer la caridad con la plata de otros o con los aportes de otros. Si en la acción o acciones no damos algo de nosotros mismos, se pierde el sentido de la obra de misericordia. Para no dar la sensación de que se “hace algo” aislado y el problema del hambre y la sed continúan al otro día, se puede pensar también en apoyar continuamente a instituciones que socorren a niños o ancianos; el Cottolengo por ejemplo, u otro centro de acogida, acción que a la larga puede ser más eficaz y más evangélica. Ello implicará realizar “aportes significativos en dinero” para las instituciones de acogida; es decir, “aportes que garanticen un mes o varios meses de subsistencia” para los moradores de esas instituciones; sin que la mano izquierda sepa lo que hace la derecha. c. Celebración Es posible que algunas personas no hayan participado del momento de formación o de la acción prevista pero asistan a la celebración. Conviene, pues, realizar una celebración que de alguna manera enganche o conecte los otros momentos. Por eso, el esquema celebrativo de alguna manera retoma los otros dos: El can50


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to, la oración del que preside, la lectura de la Sagrada Escritura, la reflexión compartida, la oración de los fieles y la misión (volver a casa con la conciencia de que nuestro bautismo nos impulsa a un estilo de vida), pueden incluso “impactar” más a algunos que el momento de formación o que la acción aislada. El Espíritu Santo actúa de formas que no comprendemos. Es tarea nuestra ayudar a la gente a ser dóciles al Espíritu de Dios. Lo litúrgico, lo celebrativo tiene una dinámica que a veces es más efectiva que los momentos reflexivos. Hay que dejar aquí un gran espacio de libertad más que trazar un esquema fijo.

> > 13.2.2 DAR CONSEJO A QUIEN LO NECESITA a. Formación “Hijo mío, escucha la corrección de tu padre, no rechaces las instrucciones de tu madre, pues serán hermosa diadema en tu cabeza y collar en tu garganta. Hijo mío, si intentan engañarte los pervertidos, no accedas”. (Proverbios 1, 8-10). Y el discurso del maestro a sus discípulos: “Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis consejos, prestando oído a la sensatez y prestando atención a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el respeto del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios” (Proverbios 2, 1-5). A los textos anteriores es bueno siempre añadir un pasaje del Nuevo Testamento y en este caso los pasajes en los que Jesús “instruye” a los discípulos son importantes: “Surgió además entre ellos una disputa sobre cuál de ellos debía ser considerado el más grande. Jesús le dijo: Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercer el poder se hacen llamar bienhechores. Pero ustedes nada de eso; al contrario, el más grande entre ustedes iguálese al más joven, y el que dirige, al que sirve…pues yo estoy entre ustedes como quien sirve” (Lucas 22, 24-27). Aconsejamos leer el texto, releerlo y volverlo a leer. Así nadie inventa nada y nos atenemos a lo que este dice. Así funciona la lectio divina y allí está su secreto. Pero también ese momento formativo “desvela” nuestro corazón. Así como los discípulos “deseaban 51


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puestos”, así también nosotros, tú y yo, queremos hoy “figurar”, “ser reconocidos”, “dominar”, etc. La Palabra de Dios es la “mejor consejera”, el Salmo 119 la califica así: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juró y lo cumpliré: guardaré tus justos mandamientos” (119, 105). La instrucción de Jesús a los discípulos es siempre directa, desenmascara sus deseos internos, los confronta siempre con su propio estilo de vida (el de Jesús), marcado por el servicio, por la entrega de la vida. El bello himno del Te Deum que en la Iglesia se proclama cada domingo en la Liturgia de las Horas (Oficio de Lectura), dice: “Tú, para salvar al hombre, tomaste la condición de esclavo en el seno de una virgen”. Es todo lo contrario a la autosuficiencia; es la actitud opuesta del que no quiere dejarse enseñar, del que no quiere escuchar, del que no necesita de nada ni de nadie. Lo primero, pues, es “pedir la actitud de escucha”. Nuestros abuelos nos enseñaban refranes: “Quien no escucha consejo… no llega a viejo”. Así es. Cerrarse al otro, no querer saber nada de quien quiere enseñarnos, es quedarse solo, es experimentar el vacío y el sin sentido de la vida. La sociedad individualista que nos “permea” nos ha hecho “sordos para los demás”. Estamos unidos al celular, “chateamos”, consultamos internet, pero no escuchamos a nadie, experimentamos la soledad. Asistimos hoy a algo muy peligroso y a la vez revelador: nos “rodeamos de mascotas”: Los papás no tienen “tiempo para sus hijos”, les regalan un perrito o un osito para que el niño hable con ellos porque sus papás trabajan, no están en casa, etc. También los mayores “sacan su perrito” a pasear cada día, no tienen con quien hablar… Recuperar esta obra de misericordia es muy importante hoy. Hemos dejado en manos de psicólogos y de trabajadores sociales lo que es propio del creyente: dar consejo a quien lo necesita, iluminar su vida con la Palabra de Dios, mostrarle el designio de Dios sobre su vida, eso era lo que hacían los profetas con los reyes, con el pueblo de Dios, con las personas. Eso era lo que hacía Jesús con sus discípulos. 52


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b. Acción Sólo puede dar consejo quien es capaz de recibir consejo, de escuchar atenta y pacientemente al otro. Tal vez “la acción” propia de esta obra de misericordia sea hacer un momento largo de silencio y preguntarse cada uno lo siguiente: ¿Tengo tiempo para escuchar a los demás? ¿Estoy dispuesto a “gastar tiempo” escuchando a los otros? Tal vez todo el clero esté invitado a una “acción concreta” en esta obra de misericordia espiritual: La Congregación para el Clero publicó en el 2011 un importante documento: el sacerdote confesor y director espiritual, ministro de la misericordia divina. Nuestra gente se queja de que los sacerdotes no tenemos tiempo ni para confesar ni mucho menos para una dirección espiritual. El reto grande aquí es para nosotros sacerdotes. c. Celebración En línea con el momento de formación y de acción, el espacio celebrativo apunta también, “en ambiente de oración”, a hacer la experiencia del silencio, del saber callar, del poder escuchar. Son tres cosas que nos cuesta hacer. Lo primero que hacemos al despertarnos es “prender la radio o la televisión”, “revisar el celular o el correo electrónico”, “mirar la agenda del día”, etc. Nos aterra el silencio. Nos sorprende la “vida oculta” de Jesús de Nazaret (30 años. ¿Qué hacía?). Nos cuestiona la vida de monjes y monjas contemplativas. Y sin embargo detrás de esas realidades se “tejía” lo esencial. Entonces con el esquema acostumbrado de canto, oración del que preside, escucha de la Palabra, ecos o reflexiones, oraciones de los participantes y misión se puede hacer una celebración centrada en el silencio. Tal vez muchos salgan “llenos de la Palabra de Dios” y puedan transmitir a otros ese tesoro.

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13.3 MAYO > > 13.3.1 ACOGER AL FORASTERO a. Formación Dice un pasaje del Profeta Ezequiel: “Mira, ése fue el delito de Sodoma, tu hermana: soberbia, hartura de pan y bienestar apacible tuvieron ella y sus villas, pero no dio una mano al desgraciado y al pobre” (16, 49). Sobre el pecado de Sodoma hay tres versiones distintas. El Génesis nos habla de perversión sexual, unido al delito contra la hospitalidad; otra versión nos la da el libro de la Sabiduría (10, 6-7) que insiste en el delito contra la hospitalidad a la gente que venía en busca de acogida, y en la ciudad de Sodoma quisieron violarlos. Pero en el libro de Ezequiel se da una versión distinta, dice que el delito de Sodoma es que tenían de todo: “hartura de pan y bienestar apacible…pero no dieron una mano al desgraciado y al pobre”; esa satisfacción de las personas que les hace incapaces de sentir la necesidad del prójimo. Según Ezequiel ese olvido y esa falta de sensibilidad constituyen el pecado de Sodoma que atrajo el fuego del cielo. Un texto de los Hechos de los Apóstoles narra también la actitud de Lidia ante los evangelizadores: “Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, adicta al judaísmo, estaba escuchando, y el Señor le abrió el corazón para que hiciera caso de lo que decía Pablo. Al bautizarse con toda su familia, nos invitó: Si están convencidos de que soy fiel al Señor, vengan a hospedarse en mi casa. Y nos obligó a aceptar” (16,14-15). Finalmente el pasaje de san Mateo sobre la acogida a los discípulos puede completar el conjunto de textos bíblicos que ayuden al momento de la formación: “El que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado…y cualquiera que le dé a beber aunque sea un vaso de agua fresca a uno de esos humildes porque es mi discípulo, no perderá su paga, se lo aseguro” (10,40-42). Es importante notar que la Palabra de Dios no tiene nada que ver con bellas ideas o con buenas intenciones. Todos los textos que vamos encontrando para iluminar las obras de misericordia 54


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son textos en los que se narran “acciones concretas”. De esa manera la Palabra de Dios invita también a ser realistas en la relación con Dios y en la relación con los demás, a no engañarnos a nosotros mismos quedándonos con meros conceptos y, sobre todo, la Sagrada Escritura invita a “dejar que el Espíritu de Dios toque nuestros corazones y los transforme”. La dinámica del momento formativo apunta a un ejercicio que hacemos poco: escuchar y meditar más la Palabra de Dios. La misma Bula Misericordiae vultus lo expresa así: “Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida” (n.13). Se necesita pues una gran pedagogía para que esos tres momentos formación, acción y celebración ayuden a todos los participantes a “abrir el oído” a la Palabra de Dios, fuente de toda acción y alma de toda celebración. b. Acción La Arquidiócesis tiene “una pastoral de migrantes”; incluso se hace una colecta anual en el mes de septiembre para este apostolado. Sugerimos organizar una acción en coordinación con esta pastoral. Sea porque desde las parroquias haya personas que se acerquen allí para “ayudar” con bienes o a “colaborar” en las necesidades más urgentes de los que vienen a Cali, sea por desplazamiento, sea porque tienen que hacer trámites de salud y necesitan el apoyo para transporte o gestiones en hospitales etc. Realizar esta acción articuladamente con la pastoral de migrantes no la dejaría en una acción aislada. El delegado arzobispal para este apostolado es el padre Jorge A. Segura; él sabrá indicarnos también cómo articular la acción o las acciones concretas para esta obra de misericordia. No somos “francotiradores”, no hacemos cosas aisladas de las que luego poco o nada queda. El Año de la Misericordia puede ser un buen ejercicio para aprender a trabajar en equipo, para hacer visible la “comunión eclesial”, para ser solidarios incluso en las tareas y trabajos apostólicos. 55


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c. Celebración Convocar previamente a la celebración hace parte de “este momento propio”, como también se ha de convocar para el momento de formación y para la acción o acciones. No siempre acudirán las mismas personas. Aunque el ideal sea que todos participen de los tres momentos, se ha de pensar en los que asisten a uno u a otro espacio sin conexión con el precedente o con el que sigue. El reto será organizar “cada espacio” de forma independiente pero garantizando en su dinámica alguna conexión, ya sea a través de los textos bíblicos, ya sea invitando a la acción concreta, ya sea a través del silencio celebrativo que genera reflexión interior en clima de oración. El esquema siempre será un canto apropiado, una oración de quien preside, la proclamación de la Palabra (ver textos de la formación), un tiempo de reflexión y de compartir lo que la Palabra sugiere, unas oraciones de todos los participantes y la misión siempre permanente y abierta; es decir, el “estilo de vida” que genera la celebración como continuación de lo que se ha orado.

> > 13.3.2 CORREGIR AL QUE YERRA a. Formación Dos textos bíblicos pueden iluminar el momento de formación: Levítico 19,17: “No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a tu prójimo, para que no cargues con un pecado por su causa”. Mateo 18, 15ss: “Si tu hermano llega a pecar, ve y corrígele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si también desoye a la comunidad, considéralo como al pagano y al publicano”. Son pasajes cuyos contextos suponen una comunidad, una asamblea de creyentes que, por lo tanto, tiene bien claro que la Palabra de Dios en últimas es la que “desvela” el pecado, lo que es contrario a Dios y al prójimo. Este punto es muy importante tenerlo en cuenta, de lo contrario se hará de la corrección fraterna una descarga de agresividades y el daño será peor. Ayudará tam56


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bién para la comprensión de esta obra de misericordia espiritual, relacionar bien los diversos textos de la Sagrada Escritura. Corregir no equivale a juzgar. Hablando de la peregrinación como imagen del camino que cada persona realiza en su existencia, el Papa Francisco en la Misericordiae vultus arroja luz sobre estas dos actitudes que nosotros confundimos fácilmente: “Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad” (n.14). No sobra hacer esta distinción (corregir-juzgar), porque a la hora de señalar el pecado de los otros o de intentar corregir con objetividad el mal que otros cometen, el uso de los textos bíblicos puede generar confusión. No faltará quien nos pregunte cómo entender entonces la instrucción del Sermón de la Montaña en san Mateo: “¿Cómo eres capaz de mirar la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: Deja que te saque la brizna del ojo, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano” (7, 3-5). Es un claro ejemplo de “mezcla de textos” o de desconocimiento de “contextos”. Somos así, y a la hora de defendernos o justificarnos también la Sagrada Escritura puede servirnos de 57


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“comodín” o de carta de defensa para no dejarnos interpelar por la Palabra de Dios. Es el profeta Natán, enviado por Dios, el que “muestra”, “el que revela” a David su pecado a través de una anécdota: “Tú eres ese hombre” (Cf. 2 Samuel 12 1,- 15). De igual manera, entre los creyentes de hoy, el Bautismo, que nos hace a todos profetas, sacerdotes y reyes nos capacita “en comunidad” para saber corregir al que yerra, pero a la luz de la Palabra de Dios, no engañados por nuestra incapacidad para ver nuestros propios pecados. c. Celebración En este Año Jubilar de la Misericordia cobra especial importancia la vivencia del sacramento de la reconciliación. En este caso concreto: corregir al que yerra, lo más pedagógico es unir acción y celebración, es decir organizar un acto penitencial en el que puedan participar varios sacerdotes, en el que se invite también a los feligreses y se resalte la importancia del perdón mutuo, del abrazo de la paz, pues todos somos pecadores.

13.4 JUNIO > > 13.4.1 VESTIR AL DESNUDO a. Formación Isaías 58,6-7: “Éste es el ayuno que yo deseo:…Compartir tu pan con el hambriento, acoger en tu hogar a los sin techo; vestir a los que veas desnudo y no abandonar a tus semejantes”. Y Mateo 25, 34-40 que sirve de telón de fondo para el momento de formación de todas las obras de misericordia. Puede proclamarse despacio el texto completo, dejarlo resonar una o dos veces y formular preguntas sobre cada una de las obras de misericordia corporales. b. Acción Empecemos por corregir un error de esos que llamamos “de buena fe”: Al pobre no se le regala desde lo que sobra, no se le da al 58


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prójimo la camisa rota; se le da la camisa nueva, digna del pobre. Quién lo creyera pero por ahí hemos de comenzar a hacer una buena acción. En muchas parroquias se recoge ropa para ayudar a los necesitados y es una vergüenza lo que muchos creyentes, entregan. No hay derecho. Se necesita también la conversión a la hora de dar. No se da al pobre y al desnudo un sobrado, se le da lo mejor. Eso sí que es caridad, eso sí que es misericordia. Vale aquí lo dicho anteriormente: canalizar la acción o las acciones a través de las instituciones que tenemos en la Arquidiócesis: Cottolengo, Ser Gente, Samaritanos de la calle, etc. También hemos repetido que no basta con “entregar” un paquete, o “un mercado” sin saber quién lo recibe. La mirada a los ojos del necesitado, la entrega personal con amor hacen parte de la práctica de las obras de misericordia. c. Celebración El esquema conocido de Canto, oración del que preside, lectura de los textos bíblicos, reflexión de los participantes y misión será siempre muy fructuoso en la medida en que se haga de manera pausada, sincera y bien preparada. Para este Año de la Misericordia el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, al frente del cual está Monseñor Rino Fisichella ha publicado una serie de cartillas tituladas “Celebrar la misericordia”. Son siete documentos: las obras de misericordia espirituales y corporales; los papas y la misericordia; los salmos de la misericordia; la confesión, sacramento de la misericordia; las parábolas de la misericordia; misericordia en los padres de la iglesia; santos en la misericordia. Esas cartillas son también un buen subsidio a la hora de preparar el momento celebrativo. Lo que aquí proponemos son apenas unos indicativos que ayuden a cada espacio (formación, acción, celebración), sin que sean una camisa de fuerza y sin que se anule la creatividad de cada sacerdote a la hora de realizar en su parroquia estas actividades. 59


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> > 13.4.2 SOPORTAR CON PACIENCIA LAS PERSONAS MOLESTAS a. Formación Así formulada, esta obra de misericordia espiritual puede resultar contraria al espíritu evangélico: el amor por encima de todo. Tal vez el pasaje de san Mateo nos dé una luz: “Pedro se acercó entonces y le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Le respondió Jesús: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (18, 21-22). También Lucas 17,4: “Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: Me arrepiento, le perdonarás”. Entonces no es cuestión de contabilidad, de matemáticas, es cuestión de perdonar siempre, amar siempre, comprender siempre. Resulta así que esta obra de misericordia espiritual es más exigente que su misma formulación, porque no se trata de una actitud pasiva = se trata de una actitud de verdadera misericordia, de auténtica comprensión del otro. Se puede iluminar también desde la experiencia de nuestras propias faltas y pecados. Son muchas, son cotidianas, son repetitivas, casi que vivimos todos en “un círculo vicioso”. Sin embargo le pedimos a Dios “que nos soporte”, “que nos comprenda”, “que tenga misericordia de nosotros”. Pues así también adquiere esta obra de misericordia espiritual su correcto sentido. La paciencia de Dios es infinita, es grande, es como la del papá del hijo pródigo que “estando él todavía lejos, lo vio su padre y se conmovió; corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente” (Lucas 17,20). Es una obra de misericordia que no funciona “como un test psicológico”, “como una prueba de resistencia”. Nada de eso, es una obra de misericordia espiritual que, por tanto, tiene que ver con Dios, con su Santo Espíritu, con el amor creyente. Precisamente san Pablo describe así la caridad cristiana: “La caridad es paciente y bondadosa; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa ni orgullosa; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal…..todo lo soporta” (1Corintios 13,4-7). El texto completo de ese himno al amor ha de ser reflexionado, celebrado y actuado. 60


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b. Acción Si la misericordia en nuestra vida nace de la experiencia de haber encontrado el amor cercano de nuestro Dios, que se conmueve ante nuestras miserias, sufrimientos y pobrezas; entonces, la acción propia para esta obra de misericordia será No ser indiferentes ante las carencias de los demás. Se trata de un ejercicio personal y comunitario. Es decir, a cada uno de nosotros “nos fastidia” que nos pidan limosna, nos “molestan” los malos olores de los que se acercan a pedirnos una moneda, preferimos “cruzar la calle”, “dar un rodeo”, “evitar” al que viene hacia nosotros. El pasaje del buen samaritano nos puede inspirar aquí. Y encima el Papa Francisco nos invita a algo más: tocar la mano de quien pide, no simplemente “tirar” la moneda. “Mirar” al que nos solicita una ayuda. La propuesta es “salir” un día, desprevenidos, desarmados, sin miedos, y sin que tu mano izquierda sepa lo que hace tu derecha, y acercarnos al que sufre. Dejar a un lado los “grandes” argumentos: una limosna no arregla nada. El que pide lo que quiere es “meter vicio”. Con esos “peros” nunca daremos nada, aunque sea poco. Con esos pensamientos daremos un rodeo y volveremos a casa pronto. Sólo Dios es quien juzga, no nos toca a nosotros “hacerle seguimiento” a la limosna. Es una acción que cada creyente ha de hacer “en solitario”, sin “testigos”, “sin aplausos”, “sin reconocimientos”. En total gratuidad, así como Dios gratuitamente nos levanta cada día de nuestras miserias morales. c. Celebración Como la acción de esta obra de misericordia espiritual se planteó a nivel personal (salir a la calle y no rehuir al necesitado), la celebración, que sí debe ser comunitaria (pero no para contar lo que se hizo); debe ser una acción de gracias a Dios que nos libera de nuestros miedos y prejuicios. Cuentan de san Francisco que el “beso” al leproso le dio una gran libertad, le descubrió al Cristo pobre y sufriente. Entonces el espacio celebrativo es lo que se llama “confesio laudes” = confesión de alabanza. Después del canto inicial y de la oración del que preside se proclama el himno de la caridad de 1 Corintios 13 y luego el himno de las criaturas de san Francisco. 61


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En torno a esos textos el que quiera da gracias a Dios que nos descubre en el que sufre su rostro, su presencia. En ningún momento se debe “contar” la acción realizada porque entonces se pierde “la gratuidad de la acción” y todo se reduce a un aplauso a mí, que soy tan caritativo. Nada de eso. La celebración será un momento de acción de gracias porque a través de los más necesitados descubrimos también nuestra pobreza y se nos “revela” Dios en los pobres.

13.5 AGOSTO > > 13.5.1 VISITAR A LOS ENFERMOS a. Formación Dos textos bíblicos son claves para la reflexión: La carta de Santiago 1,27: “La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: ayudar a los huérfanos y viudas en sus tribulaciones y conservarse incontaminado del mundo”. Y el texto de san Mateo 25,36: “Estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis…” A primera vista el primer texto no hace referencia explícita a esta obra de misericordia; sin embargo, el pasaje bíblico cobra actualidad hoy, cuando en medio de las agendas repletas no tenemos tiempo para los demás, mucho menos para los que están enfermos. Es que ni siquiera nos enteramos de que están en tribulación, solos, en medio de sus dificultades y enfermedades. La carta de Santiago nos ayuda a pensar cómo es nuestra cacareada religión. Decimos que amamos a Dios, que estamos cerca de Él, que lo invocamos diariamente. Hay, sin embargo, un test cotidiano para saber si nuestra religión es verdadera: ¿Nos interesamos por los otros? ¿Los dolores y angustias de los demás, son también los nuestros? Basta visitar un hospital para darse cuenta el grado de indefensión tan grande que viven los enfermos. Cuando llaman a un sacerdote para la Unción de los enfermos, lo primero que el presbítero constata es el abandono del enfermo: su angustia, su depresión, su mal estado (mal aseado, no cuidado). Es un triste panorama el que el sacerdote constata en la visita a los enfermos. 62


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Lo notan también en las parroquias las personas que llevan la comunión a los enfermos: éstos sufren más de lo debido; no sólo está su enfermedad, también su soledad y su desvalimiento. Más explícito es el texto de san Mateo que, entre otros, es siempre el punto de referencia de todas las obras de misericordia corporales. Según Mateo, entre los criterios concretos para ser juzgados al final de los tiempos, está el “visitar a los enfermos”. La enfermedad, cualquiera que sea, genera soledad, abandono, depresión, pérdida del “sentido de la vida”. Aquí entra, y de manera muy concreta, la práctica de la caridad, el ejercicio (bien difícil) de “perder tiempo”, de acercarse al que sufre, de no “decir muchas palabras”, sino de “estar cerca”, “acompañar”, “escuchar”, “estar ahí”. Son signos más elocuentes que las palabras o que las buenas intenciones. Visitar a los enfermos es una obra de misericordia que nos fastidia, que nos daña nuestras agendas, que nos cuestiona. Pero allí nos encontramos con el Cristo que sufre, con el que se siente abandonado, solo, arrinconado. Pidamos la luz de Dios para saber encontrar los momentos para visitar a los enfermos. Puede ayudarnos también a la reflexión el bello prefacio común VIII (en el Misal Romano): “En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor. Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza. Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado”. Ayuda a los mismos enfermos para no desesperar, y a los que visitan a los enfermos para saber dar la palabra adecuada. b. Acción San Camilo de Lelis, patrono de los enfermos y hospitales puede inspirar nuestras acciones: En nuestra Arquidiócesis están los “padres camilos”; su sigla es MI que significa “ministri infirmorum” = 63


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“servidores de los enfermos”. Ellos han promovido en Cali varios “talleres” para las personas que visitan a los enfermos. Con ellos se puede organizar un día en el hospital; es decir, una visita a los enfermos, ya sea en el Hospital Departamental donde los Camilos tienen la Parroquia de san Lucas, o en la Clínica Imbanaco. Se puede coordinar con ellos. En las diferentes Parroquias de Cali se puede organizar también, ya algo más local; una jornada especial, por un lado, con tantas personas que en nuestras parroquias desempeñan ese bello ministerio de llevar la comunión a los enfermos (trabajo callado, discreto y muchas veces no reconocido), y por otro, con los mismos enfermos de cada parroquia, organizando con el párroco la misma visita semanal que se hace a los enfermos: Siempre van los ministros extraordinarios de la comunión. Para este mes de agosto, en el que se quiere dar énfasis a esta obra de misericordia, el párroco puede acompañar una vez a estos ministros extraordinarios y él mismo ir a la casa de los enfermos que más pueda visitar. Otra acción posible sería reunir a algunos médicos y enfermeras, y hacer con ellos un momento de celebración. c. Celebración Para cada obra de misericordia, tanto corporal como espiritual, el espacio celebrativo se organiza en torno a la Palabra. La estructura es sencilla: Un canto apropiado, una oración inicial, espontánea, que hace quien preside el momento, la proclamación de los textos bíblicos (ver el momento de reflexión), un compartir ecos de la Palabra escuchada, unas oraciones de los que participan, el Padrenuestro y un canto final. Sigue la misión permanente, es decir, el estilo de vida consecuente y continuo que surge de lo celebrado. En este caso concreto, si se logra convocar para el espacio celebrativo a los que visitan a los enfermos, a algunos médicos o enfermeras, sería muy oportuno, además de los textos bíblicos, leer algún capítulo de la carta “Salvifici doloris” de san Juan Pablo II. También puede hacerse mención en este espacio celebrativo a la Jornada Mundial del Enfermo que la Iglesia realiza cada año y que va siempre acompañada de un mensaje del Papa. 64


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Y, naturalmente, en este mes se puede organizar una celebración especial del sacramento de la unción de los enfermos, bien preparada, bien llevada. El mismo ritual para este sacramento trae el esquema litúrgico.

> > 13.5.2 CONSOLAR AL TRISTE a. Formación 2 Corintios 1, 3-8: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación. Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos consolar a los que se sienten atribulados, ofreciéndoles el consuelo que nosotros mismos recibimos de Dios. Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para vuestro consuelo, que os hace soportar con paciencia los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos. Nuestra esperanza respecto de vosotros se mantiene firme, pues sabemos que, del mismo modo que compartís nuestros sufrimientos, también seréis partícipes de nuestra consolación” Consolar al triste es una obra de misericordia espiritual, y toca subrayar aquí lo de espiritual que hace referencia al Espíritu Santo. Consolar es “parakalein” en griego. Consuelo es “paráklesis”. Y el Espíritu Santo es llamado en el Evangelio de Juan Paráclito = Consolador (16,7). Por tanto no se trata de una “terapia psicológica” dirigida al que está aburrido o entristecido por cosas vanas, no, nada de eso. Se trata siempre de Dios, como dice el texto de Pablo, y del creyente, que a su vez recibe el consuelo divino para comunicarlo. Santa Teresa de Ávila decía que había que buscar al Dios de los consuelos más que los consuelos de Dios (Cartas). No sobran estas advertencias dado que nuestro corazón está siempre inclinado a llamar la atención incluso en las cosas espirituales. Consolar al triste apunta a alguien que es llamado a “acompañar”, “a estar al lado” del que requiere ayuda espiritual. La tribulación de la que habla san Pablo está relacionada con “los padecimientos de Cristo”; es decir con el itinerario vivido por él: 65


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burlas, rechazo, persecución, muerte en cruz. Todo creyente pasa de alguna manera por ese itinerario y es ahí donde experimenta, en primer lugar, el consuelo de Dios y luego el consuelo de la comunidad creyente. También puede servir para el momento de reflexión la bienaventuranza de san Mateo: “Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados” (5,5). Todo el que se apoya en Dios y en la comunidad creyente experimenta la cercanía de Dios y de los hermanos. El “estar ahí” es palabra clave para esta obra de misericordia espiritual. La gran Constitución Gaudium et spes comienza con estas palabras: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón…” b. Acción Casi que emparentada con la de visitar a los enfermos, esta obra de misericordia pide, entre otras cosas, la capacidad para saber acompañar a los atribulados. ¿Y quiénes son los atribulados de nuestra parroquia? Hay gente que no tiene trabajo, hay personas con problemas emocionales (esposas abandonadas, jóvenes sin rumbo o metidos en graves problemas, gente que ha perdido el sentido de la vida). Empezar por saber quiénes son esos “vecinos” desconocidos sería ya una buena acción. Y encima es un gran reto en este medio nuestro que va copiando sin ton ni son la cultura del Norte: no sé quién vive al lado ni me importa; con tal de que no se meta en mi vida. Viva y deje vivir, etc. Es el individualismo el que nos está acabando con la fe que es ciento por ciento “comunitaria”, “eclesial”. Entonces se puede hacer algo sencillo: Conocer, enterarse de aquellos que cerca de nosotros “están atribulados” por mil cosas. Preguntar sus nombres, muchas veces, en esta “sociedad anónima” llamar por el nombre dignifica, levanta, anima. Otra acción puede ser organizar una visita a un ancianato. Allí sí que hay gente sola y triste. Una tarde de recreación o sólo para hablar con ellos sería algo muy concreto. 66


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c. Celebración Tal vez el espacio celebrativo sirva más a los “agentes de pastoral” (así en general), que a las mismas personas que están atribuladas. Es decir, se puede hacer una celebración en la que haya por parte de todos los que trabajamos en pastoral y con participación de muchos feligreses, un momento amplio de oración y reflexión sobre el texto bíblico arriba comentado y sobre el texto de la Constitución Gaudium et Spes. A lo mejor nos sorprende su gran desconocimiento. Mucha gente no sabe qué hacer ni qué decir en momentos difíciles. Pues la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia es una buena mina para sacar provecho y compartir con otros un mensaje de consuelo.

13.6 SEPTIEMBRE > > 13.6.1 DAR DE COMER AL HAMBRIENTO, Y ENSEÑAR AL QUE NO SABE a. Formación El designio de Dios es que todos los habitantes de la tierra tengan pan. Hay palabras muy fuertes en el Antiguo Testamento. Las frases más duras se leen en el libro del Eclesiástico, escrito en el año 80 antes de Cristo. En el capítulo 34 se trata la relación entre culto y justicia social (relación que con frecuencia separamos): “El pan de la limosna es la vida de los pobres, quien se lo quita es un criminal. Mata a su prójimo quien le roba el sustento, quien no paga el sueldo al jornalero es un asesino” (34,21-22). En esa línea también los profetas llamaron la atención fuertemente a todos los habitantes del pueblo de Israel y a través de ellos a nosotros hoy, 2016, porque el hombre pecador es el mismo ayer y hoy; es decir, al margen de Dios sólo hay egoísmo, individualismo, afán de acaparar. Por eso necesitamos de “redención”, necesitamos que “alguien” libere nuestro corazón encerrado en sí mismo, incapaz de “ver” la necesidad del otro. Puede ayudarnos en este momento de reflexión relacionar el pasaje del libro del Eclesiástico con el episodio de la multiplicación de los panes (Marcos 6,32-42). Allí, en 67


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primer lugar, Jesús al ver la multitud “tuvo compasión de ellos”. El verbo griego que trae el texto tiene que ver con las “entrañas”, esto es como algo que se siente en lo más profundo e íntimo del propio ser. Compadecerse en nuestro idioma es padecer-con, es decir, compartir el sufrimiento y el dolor de los otros. El pasaje además relaciona la situación de la gente como “un rebaño sin pastor”. El rebaño es el símbolo del pueblo de Dios que ahora Jesús reúne, congrega. Ante la necesidad de la gente Jesús dice a sus discípulos: “Denles ustedes de comer”. Significa que la “solución” al problema del hambre se encuentra en parte en manos de los seguidores de Jesús y de la gente (cinco panes y dos peces). Los discípulos, que al comienzo querían desentenderse del problema son finalmente los encargados de alimentar a la multitud gracias a la “bendición” de Jesús. Cuando desde Aparecida se habla de ser “discípulos y misioneros” tal vez se está redescubriendo el sentido de nuestro ser creyentes hoy. b. Acción Ya es común en nuestras parroquias que los feligreses lleven cada domingo “algo” para compartir con los más necesitados. Generalmente son mercados que luego la parroquia distribuye entre los más pobres de la parroquia o “canaliza” a través de movimientos o instituciones, como los comedores para niños o ancianos. Esa acción es ya importante en sí misma. Un paso más: El Papa insiste con frecuencia que no basta con dar, que es importante “el gesto de entrega”: “tocar la mano” de quien recibe, “mirar a quien se da” porque sólo así se descubre a Cristo, se “toca” la carne de Cristo, del hermano que sufre. Por tanto, y aquí se une lo celebrativo, la propuesta es organizar una liturgia de la Palabra en la que de modo puntual se haga visible esta obra de misericordia, en forma de “ágape”; es decir, de una comida compartida. c. Celebración Liturgia de la Palabra con ágape (Los mismos participantes traen algo para compartir en esta celebración. Se trata, pues, de algo para comer). 68


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• Un canto apropiado según cada comunidad. • Saludo del que preside • Oración espontánea dando gracias a Dios por los dones recibidos y pidiéndole que libere nuestras manos egoístas de todo afán de poseer y acaparar. • Lectura del pasaje de la multiplicación de los panes (Mc 6,32-42). • Ecos de la Palabra y reflexión final del que preside recogiendo lo escuchado. • Oración de los fieles hecha por los participantes y terminando con el Padrenuestro. • Ágape con lo que se ha traído para compartir. • Canto final Nota: En lugar de la “celebración con ágape”, se puede también organizar otra modalidad celebrativa: Ir al lugar donde se acostumbra llevar los mercados y servir allí a los más necesitados, sea porque se organiza un almuerzo o una comida, sea porque se quiere “personalizar” la entrega de los mercados conociendo el nombre de las personas, saludándolas, confortándolas en sus necesidades, etc.

> > 13.6.2 ENSEÑAR AL QUE NO SABE a. Formación Los Libros Sapienciales abundan en citas sobre esta “obra de misericordia espiritual”. Proponemos solamente dos pasajes de ellos y un tercer texto del Evangelio, que habla de la actividad educadora de Jesús, para iluminar el tema: Proverbios 22, 6: Educa al muchacho al comienzo de su camino, que luego, de viejo, no se apartará de él. Eclesiástico 6,18: Hijo, acumula instrucción desde la juventud, y hasta la vejez encontrarás sabiduría. Marcos 1,21-22: Al poco de llegar a Cafarnaún, entró el sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Y la gente quedaba asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 69


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Precisión: Cuando estábamos en bachillerato se acostumbraba en el último año (y parece que todavía algunas instituciones lo piden hoy),alfabetizar. Es decir, tocaba cumplir “un número de horas” enseñando a otros. No lo hacíamos pensando en esta “obra de misericordia”, y encima, independiente del credo que cada uno profesaba, tocaba cumplir con este requisito. Enseñar al que no sabe no hace referencia a una simple “tarea alfabetizadora”, propia de un “voluntariado”, obra que en sí misma es valiosa. Según los textos bíblicos arriba señalados, tiene que ver con la Palabra de Dios. De hecho, los Libros Sapienciales se inscriben en un contexto social muy interesante: Frente a la gran oleada de “inculturación griega”, los autores inspirados “alientan a los jóvenes” a conocer la doctrina revelada, las enseñanzas de los mayores, la Palabra recibida, en línea con el gran pasaje del Deuteronomio: “Éstos son los mandamientos, preceptos y normas que Yahvé Dios de ustedes ha mandado enseñarles, para que los pongan en práctica en la tierra a la que van a pasar para tomar posesión de ella. Así temerás a Yahvé tu Dios, guardando todos los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, tú, tu hijo y tu nieto, todos los días de tu vida, de modo que se prolonguen tus días…Escucha, Israel: Yahvé nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Que penetren en tu mente estas palabras que yo te he dicho hoy. Se las repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado…” (6,1-7). Igualmente pasa con la “actividad educadora de Jesús”. No explicitan los evangelios “qué enseñaba Jesús”. Del contexto se deduce que él era el “gran misionero del amor del Padre”. Al ver a la gente “como ovejas sin pastor” les enseñaba cómo el Padre Dios se ocupa de ellos, “valen más que los pájaros del cielo”. Dios “los viste mejor que los lirios”. Dios “conoce sus necesidades” antes que le pidan algo. Y frente a los “temas gruesos” (p. Ej., el divorcio), les recuerda la Escritura: “Al principio Dios los creó hombre y mujer….” A los saduceos, tan sabiondos les dice: “Están equivocados al leer la Escritura, Dios es un Dios de vivos no de muertos”. Y los ejemplos podrían seguir. 70


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Todo esto para recalcar que lo específico del enseñar al que no sabe se refiere siempre a dar a conocer a Dios, Su Palabra, Su designio sobre cada persona, Sus mandamientos. Y sobre todo, significa dar a conocer a Jesucristo. El Evangelio de san Juan, que tanto usa el verbo “conocer” afirma: “Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” (17,3). Y nuestros feligreses conocen afortunadamente la gran cita de san Jerónimo: “Desconocer las Escrituras es desconocer a Jesucristo”. Entonces la “materia propia” de esta obra de misericordia no es tanto aprender la tecnología de los celulares y computadores, ni los grandes inventos modernos. La materia de esta obra es dar a conocer a Jesucristo. Santa Laura Montoya, nuestra santa colombiana, es el gran modelo en este campo: “alfabetizó” a los más olvidados y “les enseñó” el catecismo de la época; es decir, les enseñó a los más arrinconados que Dios les ama y que Cristo murió por ellos. b. Acción En nuestras parroquias ya están formados los “grupos de catequistas”, los que “enseñan” o “preparan” tanto a niños para la primera comunión como a los jóvenes para la Confirmación. El gran reto es ayudarles a comprender a los catequistas que esa preparación no es una clase. Es un apostolado que parte de una experiencia inicial: el encuentro con Dios. Los catequistas no transmiten unos conceptos. Transmiten vida, hablan de lo que oran, de lo que aprenden en el Catecismo de la Iglesia, de los meditado en la Palabra de Dios (El contemplata tradere de Santo Domingo de Guzmán, “entregar lo contemplado”). Muchas veces esos catequistas no reciben ningún reconocimiento por parte de la parroquia. Proponemos, pues,realizar un acto público de agradecimiento a los catequistas de la parroquia de la Arquidiócesis, en el que se destaque esta labor muchas veces ingrata, callada, generosa por parte de ellos. En ese acto se les podría entregar La nueva traducción del Nuevo Testamento,preparado por el CELAM, que hace parte de lo que se ha denominado BIA = Biblia de América. Sería un bello incentivo y un instrumento de primera mano para la catequesis. 71


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Otra acción: Con los líderes parroquiales, catequistas, lectores, ministros extraordinarios de la comunión, etc., salir un domingo, un par de horas, por los sectores de la Parroquia, o por el centro de Cali, acompañados por el párroco y enseñar a los que se encuentren, hablarles de Dios, de Cristo, darles una palabra. ¿Nos confundirán con los protestantes? Bueno, ¿por qué ellos sí lo hacen y nosotros no? c. Celebración Cada celebración de las obras de misericordia apunta a un rato de oración, de meditación de la Palabra de Dios, de ecos o testimonios, de oración de los fieles y de misión (al igual que al final de la Eucaristía se dice “ite misa est” no como “punto final” del acto celebrativo sino como “inicio de un estilo de vida”, “como testimonio” que arranca después de lo celebrado). El esquema, pues, será siempre el mismo: • Un canto apropiado. • Oración espontánea de quien preside. • Releer los textos bíblicos propios (arriba mencionados). • Compartir ecos de la Palabra o testimonios de los participantes. O formular preguntas del texto bíblico estilo Lectio Divina. • Unas oraciones de los participantes terminando con el Padrenuestro • Un símbolo y la misión (no confundir la misión con la acción o las acciones. La misión, que es permanente, apunta a cambios de vida concretos, a modos de conducta continuos, a maneras de ver y vivir la vida. La misión es la condición propia del bautizado).

13.7 OCTUBRE > > 13.7.1 ENTERRAR A LOS MUERTOS a. Formación Tobías 1, 16 ss: “En vida de Salmanasar hice muchas limosnas a mis hermanos de raza; di mi pan a los hambrientos y vestido a los desnudos; y si veía el cadáver de alguno de los de mi raza arrojado 72


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extramuros de Nínive, le daba sepultura”. También en el mismo libro, leer 2, 3-8. Tal vez hoy no se dan las cosas como en el tiempo del piadoso Tobías. Más bien se da otra problemática, otros dramas: la de muchas personas pobres que ni siquiera tienen con qué comprar un modesto ataúd cuando mueren sus seres queridos. De otra parte, en nuestra cultura hay una “gran sensibilidad” por los muertos, por los velorios, por la solidaridad en estos casos, por acompañar a los familiares de los difuntos, rezar por ellos (novena), visitar los cementerios, etc. Para el creyente, la muerte no tiene la última palabra. Cristo Resucitado es quien da sentido al vivir y al morir: “Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, como tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos, del Señor somos. Porque Cristo murió y volvió a la vida precisamente para ser Señor de muertos y vivos” (Romanos 14, 7-9). Y en la plegaria eucarística se dice cada domingo: “Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipe de su vida inmortal”. Tenemos mucho que enseñar a la gente, que suele tiene una concepción fatalista de la vida y de la muerte. Los prefacios propios de las Misas de difuntos son también un gran tesoro de teología y pueden ser de gran utilidad para este espacio de reflexión. b. Acción Para bien o para mal, son pocas las exequias que se realizan en las parroquias. Los “famosos paquetes”, organizados por los Cementerios (incluidos los católicos), incluyen recogida del cuerpo, preparación, traslado a la funeraria y finalmente ceremonia en el cementerio. Puede que este Año de la Misericordia, o al menos, este mes dedicado a esta obra de misericordia ayude a reflexionar más e incluso a replantear algunas cosas. De momento sería oportuno reforzar el acompañamiento en el duelo a los familiares de los difuntos. Existe en la Arquidiócesis de Cali un centro para ello: UNAME. Con el delegado, padre Jorge 73


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Cardona, se puede coordinar alguna o algunas acciones propias de este servicio pastoral. A nivel parroquial, se podría también “hacer presencia” en los días posteriores. La gente acostumbra en las casas la novena al difunto y en la parroquia el “triduo de misas” por el difunto. Son cosas puntuales que ameritan ser subrayadas y tenidas en cuenta para saber acompañar a los familiares que han perdido un ser querido. c. Celebración Para nadie es un secreto que las celebraciones en nuestros cementerios son un reto bien grande y difícil. Un sacerdote o un diácono que realiza múltiples exequias en un día tiene un alto riesgo de caer en la monotonía, o hacer por inercia la celebración, o no decir la palabra adecuada en cada celebración, etc. Algo habría que hacer para que esas celebraciones tengan un cuidado especial por parte nuestra. Volvamos a la parroquia: Es oportuno convocar a los feligreses que visitan a los enfermos y con ellos hacer una celebración en torno a la Palabra de Dios, a Cristo Resucitado; así podrán ellos mismos “acompañar” luego a los familiares de quien haya fallecido.

> > 13.7.2 ROGAR POR LOS VIVOS Y POR LOS DIFUNTOS Mateo 18,20: “Les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos”. Efesios 6, 18: “Manténganse siempre en la oración y la súplica, orando en toda ocasión por medio del Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos”. Filipenses 2, 1-5: “Así pues, si hay una exhortación en nombre de Cristo, un estímulo de amor, una comunión en el Espíritu, una entrañable misericordia, colmen mi alegría teniendo un mismo sentir, un mismo amor, un mismo ánimo, y buscando todos lo mismo. No hagan nada por ambición o vanagloria, sino con humildad, 74


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considerando a los demás superiores a uno mismo, y sin buscar el propio interés, sino el de los demás”. 2 Macabeos 12, 43-46: “Después de haber reunido entre sus hombres cerca de dos mil dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección. Si no hubiera esperado que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; mas, considerando que a los que mueren piadosamente les está reservada una magnífica recompensa, se trataba de un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado”. Todos los textos invitan a una reflexión profunda que parte del hecho fundamental de que la oración de intercesión es clave en la vida de los creyentes. Es posible que esta afirmación, que parece obvia, no esté tan presente en la vida de todos nosotros. Somos muy individualistas hasta en lo espiritual: Cada uno pide por sus propias necesidades, queremos que nos celebren misas sólo por nuestros, por los más allegados; no queremos “meter” a los otros en las oraciones y celebraciones. El “sentido comunitario” no campea en nuestra vida de creyentes. Por allí podemos orientar el momento de reflexión. b. Acción No son muchas las parroquias en las que se hacen las Laudes o las Vísperas. Es la oración de la Iglesia, de toda la Iglesia. En este Año Jubilar se podría en cada parroquia ayudar a los feligreses a redescubrir el gran tesoro que tiene la Iglesia en la Liturgia de las Horas. Eso no es exclusivo de los clérigos, es propio de todo bautizado. Se ayudaría así a los creyentes a descubrir que la Iglesia es un Cuerpo, una asamblea que ora, celebra, canta. Existe el libro (que no es costoso) llamado Laudes y Vísperas con fieles o para los fieles. Hoy, con toda la tecnología que tenemos y con los celulares que hasta los adultos mayores tienen y saben manejar existen aplicaciones para la Liturgia de las Horas. En fin, si realmente se quiere hacer esta acción y esta celebración no hay mayores excusas para no hacerla. 75


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