Mes de la Biblia 2018

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MES DE LA BIBLIA 2018 ARQUIDIÓCESIS DE CALI

¡Por los caminos de la reconciliación!

CARTILLA TEMÁTICA Y METODOLÓGICA

VICARIA PARA LA EVANGELIZACIÓN DELEGACIÓN ARZOBISPAL DE PASTORAL BÍBLICA


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MES DE LA BIBLIA 2018 ARQUIDIOCESIS DE CALI ¡Por los caminos de la reconciliación!

1. Presentación La Arquidiócesis de Cali en asocio con la Facultad de Teología, Filosofía y Humanidades de la Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium, especialmente a través de sus programas de Teología y Especialización en Educación y Sagrada Escritura, han preparado la siguiente propuesta pastoral para la celebración arquidiocesana del mes de la Biblia durante septiembre de 2018, teniendo como tema central la reconciliación, en el marco del importante momento histórico de construcción de paz en que se encuentra el país. Conscientes de la fuerza transformadora de la Palabra de Dios, el propósito es hacer un acercamiento interpretativo al texto bíblico en clave de reconciliación, que a la vez que congregue a los creyentes en torno al reconocimiento de la centralidad de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, incentive la definición de compromisos concretos con el necesario y urgente proceso de reconciliación que requiere Colombia.


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2. Metodología La celebración del mes de la Biblia en la arquidiócesis se desarrollará en tres momentos centrales. El primer momento consiste en la convocatoria de los líderes de las parroquias que tienen como ministerio la evangelización en sus comunidades, a una formación previa en uno de los catorce (14) espacios de la Arquidiócesis donde estarán los profesores de la Facultad de Teología, Filosofía y Humanidades orientando y capacitando frente al desarrollo de los cuatro temas que tendrá el mes de la Biblia. Lo deseable es que cada párroco, comunidad religiosa o movimiento eclesial, desarrollen esta preparación en su propia comunidad. La distribución por centros, es en aras de facilitarle a los parroquias, comunidades religiosas o movimientos eclesiales que no tengan el tiempo ni el espacio para dicha preparación que envíen delegados que luego repliquen con los demás miembros de sus respectivas comunidades. El segundo momento consiste en el desarrollo de las temáticas de los cuatro encuentros semanales en cada una de las parroquias, comunidades o movimientos de donde proceden los líderes. La realización de cada temática la desarrollaran apoyados en el material que se entregará en cada sesión en los centros de formación. En aquellas parroquias que asumieron el primer momento de formación de los líderes misioneros, se tratará en este segundo momento de que aquellos puedan ser enviados a los


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distintos sectores de la parroquia a realizar los encuentros bíblicos, previamente preparados. El tercer momento será un encuentro celebrativo arquidiocesano como cierre del mes de la Biblia, donde se retomará el trabajo realizado en las cuatro sesiones (una por semana) en cada una de las parroquias, comunidades y movimientos y se expresará el compromiso por la reconciliación como Iglesia arquidiocesana. Este momento final será presidido por el señor Arzobispo, y se espera contar con la presencia de las comunidades parroquiales, movimientos y grupos apostólicos, sacerdotes, religiosas (os). 3. Sobre la cartilla La presenta cartilla es el material elaborado por el equipo de docentes y una estudiante de la Facultad de Teología, Filosofía y Humanidades, para la realización de los dos primeros momentos del mes de la Biblia. Se propone un esquema para cada uno de los encuentros bíblicos, cuya finalidad es el encuentro de los asistentes con la Palabra de Dios, que nos ayuda a mirar nuestra vida y realidad con ojos esperanzados y comprometidos. La lógica temática es la siguiente: se partirá del sentido de la lectura de la Palabra de Dios en la vida del creyente: dejarse empapar para producir fruto (Is 55,10-11). Desde esta perspectiva entonces, el gran fruto que deseamos producir será el de la reconciliación, como una tarea de toda la vida, urgente en la situación actual de Colombia.


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Confrontaremos cuatro textos bíblicos con nuestra realidad actual. El primero (Gen 4,1-16: Caín y Abel) nos situará frente a la realidad conflictiva y violenta que nos tienta a todos los seres humanos. El segundo (cinco capítulos del Génesis: 37; 42; 43; 44 y 45: historia de José), nos colocarán delante del largo proceso que implica el perdón como experiencia de sanación. El tercero (Lc 10,25-37: el buen samaritano), nos llevará a entender la necesidad de que la fe se exprese en la solidaridad con las víctimas de la violencia, como camino cierto de salvación. Y finalmente, el cuarto (Lc 15,1-32: las parábolas de la misericordia, especialmente la del Padre Misericordioso), nos permitirá confrontarnos con ambos hijos de la parábola, el menor y el mayor, para sentirnos acogidos y reconciliados con el Padre, e igualmente exigidos de reconciliarnos con los demás, y de participar en la fiesta de la reconciliación. Providencialmente coincide este mes con el primer año de la visita que nos hizo el Papa Francisco, con el lema “demos el primer paso”. Creemos que es hora de dar el segundo, y el tercero, y los demás pasos para lograr la reconciliación. Pues como bien dice San Pablo: “Todo viene de Dios que nos ha reconciliado consigo mismo por medio de Cristo y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación”. (2 Cor 5,18). Que esta celebración del mes de la Biblia sea una oportunidad de fortalecimiento espiritual como Iglesia arquidiocesana a partir del encuentro edificante, retador e interpelante con la Palabra de Dios.


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Equipo. Diego Fernando Ospina Arias Decano Facultad de Teología, Filosofía y Humanidades Unicatólica

ENCUENTRO No. 1 LA LECTURA DE LA BIBLIA, PRODUCTORA DE FRUTOS DE RECONCILIACIÓN FRENTE A LOS DIFERENTES CONFLICTOS HUMANOS Propósito: Ofrecer elementos interpretativos que ayuden a los asistentes a leer la Biblia en clave de reconciliación. Primer momento: Ambientación. Materiales: Maceta con tierra y flor, una Piedra, Jarra de Agua. De fondo se recomienda colocar la canción Tu Palabra Me Vida Mensaje: La Palabra de Dios es fecunda cuando riega y penetra la tierra, mientras que en la roca no hay posibilidad de vida, pues no se deja permear por el agua. Canto: Perdón Señor de tu pueblo, perdón Señor enséñanos a perdonar. https://www.youtube.com/watch?v=de3UWm_CLEU Segundo momento: Hecho de Vida 

Video del testimonio de Pastora Mira, en encuentro de victimas con el Papa Francisco en


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Villavicencio el 9 de Septiembre de 2017. https://youtu.be/WZsDSLq4dzA Tercer momento: Reflexión bíblica a. Texto bíblico Is 55, 6-11 “6.Busquen a Yahveh mientras se deja encontrar, llámenle mientras está cercano. 7. Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Yahveh, que tendrá compasión de él, a nuestro Dios, que será grande en perdonar. 8. Porque no son mis pensamientos sus pensamientos, ni sus caminos son mis caminos - oráculo de Yahveh -. 9. Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a los suyos. 10. Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, 11. así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí vacía, sin que haya realizado lo que yo quiero y haya cumplido aquello a que la envié." Gn. 4, 1-16: “1. Conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: «He adquirido un varón con el favor de Yahveh.» 2. Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador. 3. Pasó algún tiempo, y Caín hizo a Yahveh una ofrenda de los frutos del suelo. 4. También Abel hizo una ofrenda de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación, 5. mas no miró


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propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro. 6. Yahveh dijo a Caín: « ¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu rostro? 7. ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar.» 8. Caín, dijo a su hermano Abel: «Vamos afuera.» Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató. 9. Yahveh dijo a Caín: « ¿Dónde está tu hermano Abel? Contestó: «No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?» 10. Replicó Yahveh: « ¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo. 11. Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12. Aunque labres el suelo, no te dará más su fruto. Vagabundo y errante serás en la tierra.» 13. Entonces dijo Caín a Yahveh: «Mi culpa es demasiado grande para soportarla. 14. Es decir que hoy me echas de este suelo y he de esconderme de tu presencia, convertido en vagabundo errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará.» 15. Le respondió Yahveh: «Al contrario, quienquiera que matare a Caín, lo pagará siete veces.» Y Yahveh puso una señal a Caín para que nadie que le encontrase le atacara. 16. Caín salió de la presencia de Yahveh, y se estableció en el país de Nod, al oriente de Edén." b. Qué dice el texto ¿De dónde le viene a Caín su odio a Abel? El relato bíblico lo "explica" de manera desconcertante: "El Señor se fijó en Abel y su ofrenda, y se fijó menos en Caín y su ofrenda" (4,4-5). La inexplicable preferencia de "Dios" por Abel sería la causa del rencor de Caín y de su asesinato. Es


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comprensible que Caín, al verse relegado, sienta envidia de Abel. Pero ¿es comprensible que "dios" discrimine a Caín? Es una forma de hablar. Una manera de decir que la envidia de Caín es incomprensible. Al decir que "dios" es el "último culpable" del odio y del crimen de Caín, el relato no quiere en absoluto culpar a Dios, sino "excusar" de alguna forma a Caín. Es una manera de decir que Caín no es la razón y la fuente última de su envidia y de su odio o de su crimen. Lo que le interesa al autor de este pasaje del libro del Génesis es el asunto de la responsabilidad, y no la culpa. Y al decir "responsabilidad", se trata no de indagar acerca de quién tiene la culpa y quién debe pagar por el crimen, sino más bien a hacer un llamado acerca de quién responde por esta situación y está dispuesto a hacerle frente y repararla. En los versos 4 al 6 le dice Dios a Caín "Si obras mal, el pecado acecha a tu puerta y te acosa, aunque tú puedes dominarlo". Es decir: "Caín, no busques culpables, fuera de ti ni siquiera en ti mismo; obra bien, y podrás levantar tu frente, alegrar tu cara. Y créelo, tú eres capaz de obrar bien, eres capaz de ser bueno". En eso consiste la responsabilidad. La cuestión más decisiva no es identificar la culpa y al culpable –¡tantas veces juzgamos de acuerdo a intereses ocultos o simplemente por error!–. La cuestión decisiva es curar las heridas hechas, primero del que ha sido herido y luego también del que ha herido. Y nada remediamos castigando al malhechor, sino ayudándole a ser responsable y bienhechor, a reparar el daño en el otro y en sí. Impedir que vuelva a delinquir es una condición necesaria, pero no suficiente. Así hace "Dios" en el relato del Génesis. No "castiga" a Caín, aunque pueda parecerlo en una lectura superficial. "Dios" se erige en primer lugar, eso sí, como testigo de


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Abel: ocupa su lugar vacío, y en su lugar toma la palabra, se hace su portavoz. "Dónde está tu hermano?" (4,9), pregunta a Caín, y le impide huir a la indiferencia y al olvido, seguir encerrado en sí mismo, cuando aquel le responde: "No lo sé. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?" (4,9). Sí, lo sabes, debes saberlo. Sí, eres el guardián de tu hermano, debes serlo, pues forma parte de tu propio ser. Si dejas de serlo, dejarás de ser tú mismo, condenarás tu propio ser. "La sangre de tu hermano me grita desde la tierra" (4,9). ¿Se trata acaso de una áspera acusación por parte de un Juez soberano? No, no se trata de acusación, ni de imputación, ni de severa petición de cuentas, ni de imposición de castigo, aunque el vocabulario ("la tierra te maldice", "andarás errante y vagando por el mundo"...) pudiera sugerirlo. "Dios" no castiga a Caín ni lo maldice. Le interpela y le hace tomar conciencia de su ser y de su acción. Pero no lo hace para que en adelante se arrastre bajo la angustia de su culpa, sino más bien al contrario: para que sea consciente de su propia dignidad, recupere la confianza en sí mismo, sea capaz de obrar bien y pueda seguir caminando sin miedo como hermano de su hermano muerto y de todos sus hermanos vivos. Caín ha de vivir, aunque sea errando por la tierra, como sucede en realidad con todos los seres humanos, sean Caín o sean Abel. Caín tiene miedo: "El que me encuentre me matará" (4,14). No, nadie podrá matarte. Dios es testigo defensor de Abel, pero también es testigo defensor de Caín. "Y el Señor puso una marca a Caín, para que no lo matara quien lo encontrase" (4,15). No es lícito matar al asesino. La venganza hace daño también al que se venga. El castigo del llamado culpable no cura a la víctima inocente. Lo que cura al uno y al otro es la humanidad: que el malhechor no haga


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daño y se vuelva bienhechor, que el asesino se vuelva guardián y protector de la vida del hermano, que la víctima abra su corazón y acceda a ponerse en el lugar del asesino. ¿Pero esto será posible? La señal grabada por Dios en la frente de Caín afirma que sí. "Dios" lo cree posible. Dios es esa posibilidad y esa fe, es esa señal de salvación en la frente de Caín, más allá de todos los crímenes y heridas de esta tierra. c. El texto en la vida  La vida se fecunda con la palabra de Dios, pues ella empapa nuestro ser y nos da la capacidad de vivir y reconocer al otro como hermano.  La Palabra de Dios requiere de la disposición para dejarse permear y ser agente de cambio social, pues de no ser así habrá muerte y desdén por el hermano, convirtiéndose en tierra estéril.  La paz como fruto de reconciliación y de escucha de la palabra, permite reconocer a los demás como hermanos y sentirnos responsables de ellos.  El papa Francisco en su homilía del 13 de Febrero del 2017 en su reflexión acerca del texto de Génesis 4, 1-15 nos ofrece los siguientes puntos a reflexionar: - “Es la primera vez que en la Biblia se dice la palabra “hermano.” - Es la historia de una hermandad que debería crecer y ser hermosa y sin embargo termina destruida. Y la historia la hemos oído, empezó con pequeños celos: Caín, cuando vio que su


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sacrifico no había sido aceptado, se enojó mucho. Esa irritación no era solo en el alma, sino también en el cuerpo: su cabeza agachada. Y he aquí que el Señor como Padre le habla: “Porque estas irritado? Y por qué vas con la cabeza agachada? Si tu obras bien, tendrás la cabeza levantada, en cambio, si haces mal, el pecado esta agazapado a las puertas de tu casa. Él te acecha como fiera que te persigue, pero tú debes dominarlo.” (Gn. 4,7) Caín prefirió el instinto, decidió dejar cocer dentro de si el resentimiento, agrandarlo, dejarlo crecer. Este pecado que se cometerá después, estaba agazapado detrás del sentimiento negativo que iba creciendo. Precisamente así crecen las enemistades entre nosotros: comienza con una pequeña cosa, unos celos, una envidia, y luego esto crece y nosotros vemos la vida desde ese punto y esa “paja” se convierte para nosotros en una viga: pero la viga la tenemos nosotros, está ahí. Tanto así que luego que nuestra vida gira entorno a esa viga, y aquella destruye el vínculo de hermandad y de fraternidad. También cuando estamos bajo este instinto agazapado en nuestro corazón, nos volvemos amarillos como la hiel, como si no tuviéramos sangre. Hasta tal punto que se genera una obsesión con la persona con la que hay el resentimiento. Crece así la enemistad y siempre las cosas terminan mal.


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Yo me separo de mi hermano: este no es mi hermano, este es un enemigo, este debe ser destruido, expulsado. Y es precisamente así como se destruye a la gente, así las enemistades destruyen familias, pueblos, todo. Es ese subirse la bilis, siempre obsesionado con ese. Precisamente esto es lo que le paso a Caín y al final elimino al hermano: No, no hay hermano, solamente yo; no hay hermandad, solo yo.

d. Compromiso El conflicto de Caín y Abel es la expresión simbólica de lo que sigue sucediendo en nuestro país. Resentimiento, odio, agresión y violencia. Pero a la vez, son numeroso los casos de personas que hacen el camino de la reconciliación, y muchos procesos, organizaciones y grupos empeñados en salirle al paso a esta situación, tendiendo puentes para lograr una verdadera reconciliación. Para nosotros los cristiano-católicos, es doblemente obligante esta tarea. Somos conscientes de esta exigencia? A ejemplo del testimonio de Pastora Mira y guiados por la Palabra de Dios, estamos dispuestos a sanar heridas, pedir perdón, dar perdón y reconciliarnos? Cuarto Momento: Oración Se abre espacio para la oración comunitaria de manera espontánea. Se cierra con la oración franciscana por la paz. Señor, hazme un instrumento de tu paz: que donde quiera que haya odio, siembre yo amor, donde haya injuria, perdón,


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donde haya discordia, armonía, donde hay error, verdad, donde haya duda, fe, donde haya desesperación, esperanza, donde haya tinieblas, luz, donde haya tristeza, alegría. Oh, Divino Maestro concédeme, que no busque ser consolado sino consolar, ser comprendido sino comprender, ser amado sino amar; porque dando se recibe, olvidando se encuentra, perdonando se es perdonado, y muriendo en ti nazco para la vida eterna. Amén.


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ENCUENTRO No. 2 El PERDÓN IMPLICA UN LARGO PROCESO DE SANACIÓN Primer Momento: Ambientación (canto, símbolos). Canto: Renuévame Símbolos: Dibujos de un abrazo, y unas manos tendidas Segundo Momento: Hecho de Vida. Fue un abrazo de reconciliación, de perdón, de paz. Desde enero pasado, cuando Edison le confesó a Olga que él había sido el guerrillero que la había retenido en el 2005 a ella y a varias personas que realizaban un censo en una vereda de Barbacoas, Nariño, el abrazo se repite cada que se ven. El jueves pasado, en el Centro de Capacitación Don Bosco, en El Diamante, al oriente de Cali, los dos se volvieron a abrazar cuando se vieron, como dos grandes amigos. Ahora, frente a frente, cada uno recuerda el momento de la retención. Edison dice que la zona donde se estaba realizando el censo era territorio del ELN y por eso ordenó que en cuatro lanchas recogieran a todas esas personas y sus pertenencias, para saber qué tanta información tenían. Olga, en cambio, recuerda que al cabo de unas horas y luego de un interrogatorio los dejaron ir a todos, pero los papeles y equipos tecnológicos que tenían los perdieron, no fueron devueltos. Tal vez por esto para Edison, quien se incorporó a este grupo guerrillero en el 2001, cada encuentro con Olga hoy es una manera de pedirle perdón no solo a ella, sino a Dios, a mi propia familia y a todas las personas a las que en algún momento les pude haber hecho daño”. Olga, a su vez,


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dice que cada abrazo de Edison demuestra la valentía, la fuerza y las ganas de reconciliación que él tiene. Olga no siente temor porque sabe que su amigo ya se reintegró a la sociedad. Ella le aceptó las disculpas, cada que puede lo hace, ya lo perdonó. Los dos, él de 59 años y ella de 28, actualmente realizan labor social en el barrio Mojica de la capital del Valle, en proyectos apoyados por la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) y otras organizaciones. Los dos coinciden en que haciendo esto aportan un granito de arena para la construcción de paz del país. Edison y Olga se despiden con otro abrazo. Tercer momento: Reflexión Bíblica. Este segundo encuentro es particular porque no se centra en un solo texto bíblico, sino en la historia de un personaje que comprende varios capítulos. Por tanto, se requiere atención para no perder el hilo de la narración. La historia de José (Gen. 37 – 50) es una de las narraciones más hermosas de la Biblia. El patriarca Jacob había tenido varios hijos de distintas mujeres. José, nacido cuando Jacob su padre era ya muy anciano, se convirtió en su preferido. Esto provocó la envidia de sus hermanos. Un día, mientras apacentaban las ovejas en Siquén, su padre le envió para tener noticias de ellos. Estos lo agarraron, lo metieron a un pozo y luego lo vendieron a unos comerciantes por veinte monedas de plata y se lo llevaron a Egipto. Allí se lo vendieron a Putifar, ministro del faraón, quien lo compró como esclavo. Los capítulos 39-41 del libro del Génesis narran la vida de José en Egipto. El Señor estaba con él y no lo abandonó. Al frente de la casa del faraón, José se convierte en la segunda autoridad de Egipto. Es encarcelado por acoso de la mujer de Putifar y allí se revela como interpretador de los sueños de los presos y del propio faraón. (Gen. 40-41). En el


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capítulo 42 se relata el encuentro de José con sus hermanos que tuvieron que bajar a Egipto para comprar trigo. La situación de los israelitas era muy dura en Canaán. Los capítulos 43-50 narran los diferentes encuentros de los hijos de Jacob con su hermano José y, por fin, el encuentro de José con su padre Jacob. El faraón dejó asentarse a los israelitas en Gosén como pastores. Allí vivieron los israelitas hasta el éxodo de Moisés. José asiste a la muerte de su padre Jacob, a quien lloró durante largo tiempo. José murió, según la tradición, a los 110 años y fue sepultado junto a su padre Jacob en la cueva de Macpelá a. Textos bíblicos Gen 37,17-27: José es vendido por sus hermanos 17 Fue José en busca de sus hermanos, y los encontró en Dotan. 18 Ellos lo vieron de lejos y, antes de que se les acercara, se confabularon contra él para matarlo. 19 Se dijeron unos a otros: «Ahí viene el gran soñador.20Ahora, pues, vamos a matarlo, lo arrojamos en una de las cisternas y diremos que una bestia salvaje lo devoró. Veremos así en qué quedan sus sueños». 21 Oyó esto Rubén y quiso salvarlo de las manos de los otros. Y les dijo: «No le quitemos la vida.» 22Siguió diciéndoles Rubén, con ánimo de librarlo de las manos de los otros y devolverlo a su padre: «No derramen sangre; arrójenlo a esa cisterna que hay en el desierto, pero no pongan la mano sobre él».23 Cuando llegó José a sus hermanos, éstos le despojaron de su túnica, la túnica larga y con mangas que llevaba, 24le echaron mano y le arrojaron a la cisterna. Pero la cisterna estaba vacía; no había en ella agua.25 Se sentaron a comer. Y alzando los ojos, vieron que llegaba de Galaad una caravana de ismaelitas, con sus camellos cargados de


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goma, resina y láudano, que llevaban a Egipto. 26 Dijo entonces Judá a sus hermanos: «¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su sangre? 27 Vamos a venderlo a los ismaelitas, y no pongamos las manos en él, pues es nuestro hermano, carne nuestra es.» Y asintieron sus hermanos. 28 Pasaron unos madianitas mercaderes, y descubriéndole subieron a José del pozo. Vendieron a José a los ismaelitas por veinte piezas de plata, y éstos se llevaron a José a Egipto. 29 Vuelve Rubén al pozo, y he aquí que José nos estaba en el pozo. El desgarró sus ropas, 30 y volviendo donde sus hermanos les dijo: «El niño no aparece, y yo ¿qué hago ahora?» 31 Entonces tomaron la túnica de José, y degollando un cabrito, tiñeron la túnica en sangre, 32 y enviaron la túnica de manga larga, haciéndola llegar hasta su padre con este recado: «Esto hemos encontrado: examina si se trata de la túnica de tu hijo, o no». 33 Él la examinó y dijo: «¡Es la túnica de mi hijo! ¡Algún animal feroz le ha devorado! ¡José ha sido despedazado!» 34 Jacob desgarró su vestido, se echó un sayal a la cintura e hizo duelo por su hijo durante muchos días. 35 Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarle, pero él rehusaba consolarse y decía: «Voy a bajar en duelo al seol donde mi hijo». Y su padre le lloraba. 36 Por su parte, los madianitas, llegados a Egipto, le vendieron a Putifar, eunuco de Faraón y capitán de los guardias Gn 42,1-25.29-31.33-38: primer encuentro de José y sus hermanos. Prisión de Simeón y acuerdo de liberación 1 Vio Jacob que se repartía grano en Egipto, y dijo Jacob a sus hijos: …Bajen a comprarnos grano allí, para que vivamos y no muramos.» 3 Bajaron, pues, los diez hermanos de José a proveerse de grano en Egipto; 4 pero a Benjamín, hermano de José, no le envió Jacob con sus


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hermanos, pues se decía: «No vaya a sucederle alguna desgracia.» 5 Fueron, pues, los hijos de Israel a comprar con otros que iban, pues había hambre en el país cananeo. 6 José era el que regía en todo el país, y él mismo en persona era el que distribuía grano a todo el mundo. Llegaron los hermanos de José y se inclinaron rostro en tierra. 7 Vio José a sus hermanos y los reconoció, pero él no se dio a conocer, y hablándoles con dureza les dijo: «¿De dónde vienen?» Dijeron: «De Canaán, para comprar víveres.» 8 O sea, que José reconoció a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron. 9 José entonces se acordó de aquellos sueños que había soñado respecto a ellos, y les dijo: «Ustedes son espías, que vienen a ver los puntos desprotegidos del país.» 10 Le dijeron: «No, señor, sino que tus siervos han venido a proveerse de víveres. 11 Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y somos gente de bien: tus siervos no son espías.» 12 Les dijo: «Nada de eso: a lo que vienen es a ver los puntos desprotegidos del país.» 13 Le dijeron: «Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un mismo padre, en el país cananeo; sólo que el menor está actualmente con nuestro padre, y el otro no existe.» 14 José replicó: «Lo que yo les dije: ustedes son espías. 15 Con esto serán probados, ¡por vida de Faraón!, no saldrán de aquí mientras no venga su hermano pequeño acá. 16 Envíen a cualquiera de ustedes y que traiga a su hermano, mientras los demás quedan presos. Así serán comprobadas sus afirmaciones, a ver si la verdad está con ustedes. Que si no, ¡por vida de Faraón!, son espías.» 17 Y los puso bajo custodia durante tres días. 18 Al tercer día les dijo José: «Hagan esto - pues yo también temo a Dios - y vivirán. 19 Si son gente de bien, uno de sus hermanos se quedará detenido en la prisión mientras los demás hermanos van a llevar el grano que tanta falta hace en sus casas. 20 Luego me traen a su


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hermano menor; entonces se verá que son verídicas sus palabras y no morirán.» - Así lo hicieron ellos. - 21 Y se decían el uno al otro: «En verdad que somos culpables contra nuestro hermano, cuya angustia veíamos cuando nos pedía que tuviésemos compasión y no le hicimos caso. Por eso nos hallamos en esta angustia.» 22 Rubén les replicó: «¿No les decía yo que no pecaran contra el niño y no me hicieron caso? ¡Ahora se reclama su sangre!» 23 Ignoraban ellos que José les entendía, porque mediaba un intérprete entre ellos. 24 Entonces José se apartó de su lado y lloró; y volviendo donde ellos tomó a Simeón y le hizo amarrar a vista de todos. 25 Mandó José que se les llenaran los envases de grano, que se devolviera a cada uno su dinero en la talega, y que se les pusiera provisiones para el camino; así se hizo con ellos. 29 Llegaron donde su padre, a Canaán, y le manifestaron todas sus aventuras, diciéndole: 30 «El hombre que es señor del país ha hablado con nosotros duramente y nos ha tomado por espías del país. 31 Nosotros le hemos dicho que éramos gente de bien y no espías, 33 Entonces nos dijo el hombre que es señor del país: “De este modo conoceré si son gente de bien; dejen conmigo a uno de sus, tomen lo que hace falta en sus casas y márchense 34 a buscarme a su hermano pequeño. Así conoceré que no son espías, sino gente de bien. Entonces les entregaré a su hermano y circularan libremente por el país.”» 35 Ahora bien, cuando estaban vaciando sus talegas, he aquí que cada uno tenía su dinero en la talega, y tanto ellos como su padre, al ver las bolsas, sintieron miedo. 36 Su padre Jacob les dijo: «Me dejan sin hijos: Falta José, falta Simeón, y encima vais a quitarme a Benjamín. Esto acabará conmigo.» 37 Dijo Rubén a su padre: «Que mueran mis dos hijos si no te lo traemos. Confíalo a mí y yo te lo devolveré.» 38 Replicó: «No bajará


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mi hijo con ustedes, pues su hermano está muerto y sólo me queda él. Si le ocurre cualquier desgracia en ese viaje que van a hacer, entonces harían bajar mi vejez con pena al seol.» Gn 43, 8-16.23-30: Jacob autoriza la ida de Benjamín con sus hermanos a Egipto. Segundo encuentro de José y sus hermanos 8 Dijo Judá a su padre Israel: «Deja ir al muchacho conmigo; deja que vayamos para vivir y no morir ni nosotros, ni tú, ni nuestros pequeños. 9 Yo respondo por él, de mi mano lo exigirás si no lo trajere aquí y te lo presentare, y estaría yo en falta contigo a perpetuidad. 11 Les dijo su padre Israel: «Siendo así, háganlo; llévense de lo más fino del país en sus cestas, y lleven a aquel hombre un regalo…12 Tomen también con ustedes el doble de plata y devuelven personalmente la plata que estaba en sus talegas, por si se trata de un error. 13 Tomen, pues, a su hermano y vuelvan inmediatamente donde ese hombre; 14 que El Señor les haga hallar misericordia ante ese hombre, y que él os despache y suelte a vuestro otro hermano, y a Benjamín. Por mi parte, si he de perder a mis hijos, qué le vamos a hacer.» 15 Ellos tomaron dicho regalo y el doble de plata consigo, y asimismo a Benjamín, y poniéndose en marcha bajaron a Egipto y se presentaron a José. 16 José vio con ellos a Benjamín, y dijo a su mayordomo: «Lleva a esos hombres a casa, mata algún animal y lo preparas, porque esos hombres van a comer conmigo a mediodía.» 23 Les dijo: «La paz sea con ustedes, no teman. Su Dios y el Dios de su padre les puso ese tesoro en las talegas. Su plata ya me llegó.» Y les sacó a Simeón. 24 Luego los introdujo en casa de José, les dio agua y se lavaron los pies, y les dio comida para sus asnos. 26 Al entrar José en casa, le presentaron el regalo que llevaban


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consigo y se inclinaron hasta el suelo. 27 Él les saludó y les preguntó: «Su anciano padre de quien me hablaron, ¿vive aún?» 28 Y le dijeron: «Está bien tu siervo, nuestro padre: todavía vive.» Y postrándose se inclinaron. 29 entonces José volvió los ojos y vio a Benjamín, su hermano de madre, y dijo: «¿Este es su hermano menor, de quien me hablaron?» Y añadió: «Dios te guarde, hijo mío.» 30 José tuvo que darse prisa, porque le daban ganas de llorar de emoción por su hermano, y entrando en el cuarto lloró allí. Gn 44, 1-34: Prueba de la copa de plata. Tercer encuentro de José y sus hermanos. Requerimiento de José de dejar a Benjamín como esclavo 1 Entonces José dio esta orden a su mayordomo: «Llena de víveres las talegas de estos hombres, cuanto quepa en ellas, y pones el dinero de cada uno en la boca de su talega. 2 Y mi copa, la copa de plata, la pones en la boca del saco del pequeño, además del dinero de su compra.» Y él hizo conforme a lo que había dicho José. 3 Alumbró el día, y se les despachó a ellos con sus asnos. 4 Salieron de la ciudad, y no bien se habían alejado, cuando José dijo a su mayordomo: «Levántate y persigue a esos hombres, les das alcance y les dices: ¿Por qué han pagado mal por bien? 5 ¡Se trata nada menos que de lo que utiliza mi señor para beber, y también para sus adivinaciones! ¡Qué mal han hecho!» 6 Él les alcanzó y les habló según había dicho José. 7 Ellos le dijeron: «¿Por qué habla mi señor de ese modo? ¡Lejos de tus siervos hacer semejante cosa! 9 Aquel de tus siervos a quien se le encuentre, que muera; y también los demás nos haremos esclavos del señor.» 10 Dijo: «Sea así como dicen: aquel a quien se le encuentre, será mi esclavo; pero los demás quedarán disculpados.» 11 Ellos se dieron prisa en bajar sus talegas a tierra y fueron abriendo cada cual la suya; 12 él les registró empezando


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por el grande y acabando por el menor, y apareció la copa en la talega de Benjamín. 13 Entonces rasgaron ellos sus túnicas, y cargando cada cual su burro regresaron a la ciudad. 14 Judá y sus hermanos entraron a casa de José, que todavía estaba allí, y cayeron rostro en tierra. 15 José les dijo: «¿Qué han hecho? ¡ignoraban que uno como yo tenía que adivinarlo sin falta?» 16 Judá dijo: «¿Qué vamos a decir al señor, qué vamos a hablar, qué excusa vamos a dar? Dios ha hallado culpables a sus siervos, y henos aquí como esclavos de nuestro señor, tanto nosotros como aquel en cuyo poder ha aparecido la copa.» 17 Replicó: «¡Lejos de mí, hacer eso! Aquel a quien se le ha hallado la copa, ése será mi esclavo, que los demás subirán sin novedad donde su padre.» 18 Entonces se le acercó Judá y le dijo: «Con permiso, señor, tu siervo va a pronunciar una palabra a los oídos de mi señor, y que no se encienda tu ira contra tu siervo, pues tú eres como el mismo Faraón. 19 Mi señor preguntó a sus siervos: “¿Tienen padre o algún hermano?” 20 Y nosotros dijimos a mi señor: «”Sí, tenemos padre anciano, y un hijo pequeño de su ancianidad. Otro hermano de éste murió; sólo le ha quedado éste de su madre, y su padre le quiere.” 21 Entonces tú dijiste a tus siervos: «Bájenmelo, que ponga mis ojos sobre él.” 22 Y dijimos a mi señor: “Imposible que el muchacho deje a su padre, pues si le dejara, éste moriría.” 23 Pero dijiste a tus siervos: “Pues si no baja su hermano menor con ustedes, no volverán a verme la cara.” 24 Así pues, cuando subimos nosotros a mi padre, tu siervo, le expusimos las palabras de mi señor. 25 Nuestro padre dijo: “Vuelvan y cómprennos algo de comer.” 26 Dijimos: “No podemos bajar, a menos que nuestro hermano pequeño vaya con nosotros. En ese caso sí bajaríamos.


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Porque no podemos presentarnos a aquel hombre si no está con nosotros nuestro hermano el pequeño.” 27 Mi padre, tu siervo, nos dijo: “Bien saben que mi mujer me dio a los dos: 28 el uno se me marchó, y dije que seguramente habría sido despedazado, y no le he vuelto a ver más hasta ahora. 29 Y ahora se llevan también a éste de mi presencia, y le ocurre alguna desgracia, y habrán hecho bajar mi ancianidad al seol con amargura.” 30 Ahora, pues, cuando yo llegue a donde mi padre, tu siervo, y el muchacho no esté con nosotros, teniendo como tiene el alma tan apegada a la suya, 31 en cuanto vea que falta el muchacho morirá, y tus siervos habrán hecho bajar la ancianidad de nuestro padre, tu siervo, con tristeza al seol. 32 La verdad es que tu siervo ha traído al muchacho de junto a su padre bajo palabra de que: “Si no te lo traigo, quedaré en falta para con mi padre a perpetuidad.” 33 Ahora, pues, que se quede tu siervo en vez del muchacho como esclavo de mi señor, y suba el muchacho con sus hermanos. 34 Porque ¿cómo subo yo ahora a mi padre sin el muchacho conmigo? ¡No quiero ni ver la aflicción en que caerá mi padre!» Gn 45,1-15.24-28: José se descubre ante sus hermanos. Regreso a donde Jacob. 1 Ya no pudo José contenerse delante de todos los que en pie le asistían y exclamó: «Salgan todos de mi presencia» Y no quedó nadie con él mientras se daba a conocer José a sus hermanos. 2 (Y se echó a llorar a gritos, y lo oyeron los egipcios, y lo oyó hasta la casa de Faraón.) 3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?» Sus hermanos no podían contestarle, porque se habían quedado atónitos ante él. 4 José dijo a sus hermanos: «Vamos, acérquense a mí.» Se acercaron, y él continuó: «Yo soy su hermano José, a quien vendieron a los


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egipcios. 5 Ahora bien, no les pese mal, ni les dé enojo el haberme vendido acá, pues para salvar vidas me envió Dios delante de ustedes. 6 Porque con éste van dos años de hambre por la tierra, y aún quedan cinco años en que no habrá arada ni siega. 7 Dios me ha enviado delante de ustedes para que puedan sobrevivir en la tierra y para salvarles la vida mediante una feliz liberación. 8 O sea, que no fueron ustedes los que me enviaron acá, sino Dios, y él me ha convertido en funcionario importante de Faraón, en dueño de toda su casa y amo de todo Egipto. Dénse prisa en volver a mi padre, y díganle: Esto ha dicho tu hijo José: Dios me ha constituido señor de todo Egipto; ven, pues, a mi lado, no te detengas. Habitarás en la tierra de Gosen, y estarás cerca de mí, tú, tus hijos y los hijos de tus hijos, tu ganado menor y mayor, y todo cuanto tienes. 11 Yo te proveeré aquí, pues aún quedan cinco años de hambre, para que no te empobrezcas ni tú ni tu casa, ni nada de lo que es tuyo. Sus ojos, y los ojos de mi hermano Benjamín, están viendo que es mi boca la que les habla. Refieran a mi padre toda mi gloria en Egipto y todo lo que han visto; dense prisa y hagan que mi padre baje acá.» 14Se echó entonces al cuello de su hermano Benjamín y lloró; Benjamín lloró también abrazado al cuello de José. 15Besó éste a todos sus hermanos, llorando sobre ellos; después sus hermanos conversaron con él. 24 Luego despidió a sus hermanos, y cuando se iban les dijo: «No se preocupen en el camino.» 25 Subieron, pues, de Egipto y llegaron a Canaán, a donde su padre Jacob, 26 y le anunciaron: «Todavía vive José, y es el amo de todo Egipto.» Pero él se quedó impasible, porque no les creía. 27 Entonces le repitieron todas las palabras que José les había dicho, vio las carretas que José había enviado para trasportarle, y revivió el espíritu de su padre Jacob. 28 Y dijo: «¡Esto me basta! Todavía vive mi hijo José: iré y le veré antes de morirme.»


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b. ¿Qué dicen los textos? José muestra la historia de una familia dividida, herida por la envidia y el odio. Ya desde los primeros compases del relato se van acumulando las tensiones, generadas por preferencias, murmuraciones, celos: «Israel amaba a José más que a todos los demás hijos, por ser él el hijo de su ancianidad» (37, 3). Era, además, el hijo de la mujer amada, Raquel; una preferencia que se repetirá a propósito del otro hijo de esta mujer, Benjamín. La preferencia por José le causaba el odio de sus hermanos (37, 4). La tensión se inflama contra este «hijo mimado» (la «túnica de largas mangas» tendrá una destacada función en el desarrollo del relato. Él, por su parte, con mucha ingenuidad no exenta de cierta arrogancia, hace cuánto puede por alimentarla. Así lo demuestra, de forma palpable, el sueño de las gavillas y de las estrellas (37, 6-10). La aversión, largo tiempo reprimida, estalla al fin. Jacob intenta controlar a este hijo demasiado orgulloso («le reprendió: "¿Qué sueño es éste?"», 37, 10), y lo manda al campo, donde están trabajando sus hermanos, como para acortar distancias con un poco de convivencia, vigila la marcha de los acontecimientos, pero «equivocándose» siempre a causa de este hijo. Pero ya todo es inútil: el odio se ha apoderado de los hermanos de José: ya se ha trazado el plan homicida, que incluye la ocultación del delito. Tan sólo la intervención de Rubén, el primogénito y por tanto responsable suplente del clan familiar en ausencia del padre, y de Judá, consiguen introducir modificaciones en el proyecto y desviarlo: «Lo vendieron a los ismaelitas, quienes se lo llevaron a Egipto» (v. 28). La escena final de la túnica ensangrentada y el recurso a la mención de la fiera que lo despedaza ponen el sello final a este amargo episodio


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de odio «fraterno». Toda la narración está sembrada de finísimas insinuaciones. Por poner un ejemplo, mientras José anda extraviado por el campo, declara: «Busco a mis hermanos» (v. 16). En realidad, encontrará enemigos feroces. «Ahí viene el gran soñador. ¡Vamos a matarlo! » (v. 19-20), es lo que declaran cuando divisan a su hermano. También a los profetas se les llama «soñadores». De hecho, los sueños de José eran profecías y por eso corre la suerte de los profetas. Como le acontecerá a Jeremías (38, 6), también él es arrojado a una cisterna fangosa. «Cuando Rubén volvió a la cisterna... vio que José no estaba en ella»: para los hermanos José ya no existe, es como si hubiera muerto. Y luego el grito final de Jacob: «¡Una bestia salvaje lo ha devorado!» (v. 33). «El lector sabe que José ha sido víctima de la ferocidad y de la bestial maldad de sus hermanos. Sí, el odio fraterno ha despedazado a José. Los hermanos son como bestias feroces». En todo caso, el tema fundamental que sugiere a nuestra reflexión este pasaje es el de la fraternidad. El amor fraterno no surge sólo de la sangre; bien al contrario, la narración de José nos recuerda con qué facilidad los hermanos carnales pueden transformarse en enemigos mortales. La línea de la sangre es a menudo una especie de trinchera oscura en la que se combate por intereses, por impulsos conscientes o inconscientes, en los que afloran todos los entramados interiores de la familia, de las generaciones y de los individuos. La clase, la raza, el patrimonio, la sociedad no bastan por sí solas para crear solidaridad. Pueden ser, como vemos con nuestros propios ojos, hervideros de tensiones, de envidias, de instintos violentos. Ni siquiera la religión, la Iglesia y la pertenencia a una misma congregación religiosa garantizan de por sí y automáticamente la fraternidad; más de una vez, las declaraciones, los gestos recíprocos, las manifestaciones


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externas son pura retórica vacía, tras la que se ocultan oscuras tensiones y rivalidades. Los caps. 42-44, presentan los encuentros de José con los hermanos y utilizan una serie de golpes de efecto, destinados a resaltar el desenlace al que ahora se llega. El encuentro está descrito con gran finura psicológica. El autor recurre al esquema de las contraposiciones y del talión, porque aquellos hermanos que en el pasado maltrataron y humillaron a José son ahora maltratados y humillados por él. «José vio a sus hermanos y los reconoció, pero él no se dio a conocer a ellos, sino que hablándoles con aspereza les dijo: "¿De dónde vienen?..." Y los encerró juntos en la cárcel por tres días» (42, 7.17). Más aún, les somete a un interrogatorio seco y duro. Todo el pasaje tiene la finalidad de explorar los sentimientos de sus hermanos y de comprobar la autenticidad de su cambio de conciencia: ¿siguen albergando las mismas crueles intenciones del pasado o han experimentado una profunda transformación? Los hermanos están consternados y atormentados por los remordimientos, como puede advertirse por la lectura íntegra de estos capítulos. José, que a los ojos de sus hermanos aparece como el segundo al mando en Egipto, es duro e implacable, pero bajo esta feroz corteza está tenso y al final no puede contener más el oleaje de los sentimientos: «Se alejó de ellos, y lloró» (42, 24). Aunque está decidido a hacerles caminar por la áspera senda de la purificación y de la conversión sincera «poniéndolos a prueba» (42, 15), también es consciente de sus propias limitaciones y no quiere ocupar el puesto del juez único, Dios, como se sobreentiende en su declaración de 42, 18: «Yo temo a Dios.»


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Los hermanos, por su parte, contemplan el presente a la luz del pasado, tienen viva conciencia de su culpa y sus remordimientos son sinceros: «En verdad somos culpables por lo de nuestro hermano...Ahora se nos demanda su sangre» (42, 21.22). Nace, pues, el arrepentimiento, no formal, sino sincero y conmovido, espontáneo y activo. Reconocen que forman una sola familia y esta convicción surge de forma intensa cuando se les pone delante un suceso parecido al de tantos años antes, cuando tienen que volver a Jacob sin uno de ellos. Pero ahora el espíritu es muy diferente. Según un teólogo: «La situación es perfectamente análoga a la que había acontecido en el pasado: una vez más tienen que presentarse ante su padre sin uno de ellos, pero lo que habían visto sin ninguna piedad para con el adolescente José, ahora les destroza el corazón y les resulta insoportable.» Hay un testimonio significativo de su conversión en el discurso que hace Judá en nombre de los hermanos tras el episodio de la copa de la adivinación de José descubierta en el saco de Benjamín después del segundo encuentro, descrito en el cap. 43. Sus palabras, (44, 18-34), sellan la autenticidad total de la conversión. Los hermanos de José no están dispuestos a vender a Benjamín: antes se venderían ellos mismos. Ahora ya están preparados para el encuentro perfecto con el hermano reencontrado. Se ha purificado el pasado, se ha cancelado el delito. Y «José no pudo contenerse más» (45, 1). Llegamos en nuestro pasaje a un ejemplo admirable del arte narrativa. José habla sin poder contenerse. Sus frases son al principio sincopadas, repetitivas incluso, como interrumpidas por los sollozos. Luego prorrumpen en un amplio discurso, conmovido y apasionado. También las repeticiones tienen su lógica, la de los sentimientos y la plenitud de la conmoción: «¡Que salgan todos...! ¡Soy José! ¿Vive todavía mi padre?... Acérquense a mí... Yo soy su


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hermano...!» Ellos permanecen silenciosos, pasmados y «aterrados». ¿Qué pueden decir en un momento como aquél, y ante tal cambio de escena? No pueden creer lo que sus ojos están viendo. Es José quien tiene que consolarlos y serenarlos: «No se aflijan ni se irriten por haberme vendido» (v. 5). Como verdadero sabio, ve en los acontecimientos de que ha sido protagonista y víctima la mano de Dios. Éste es el núcleo de su largo y apasionado discurso. A la luz de la fe, su historia de amarguras y sufrimientos revela un espesor más profundo y una proyección más grande, bosquejados por el mismo Dios. Entra así en escena el tema de la providencia divina, uno de los grandes motivos de la reflexión sapiencial. «Los hermanos recorren un camino tenebroso y ahora ha llegado el momento de su prueba: sobre ellos caen rayos aislados de luz. En este juego de ocultamientos, hay alguien que entreteje y dirige los senderos, descubriendo poco a poco sus designios, con inmensa discreción: Dios, el protagonista oculto» Llegado al final de su aventura, José identifica por tres veces a este verdadero protagonista de la historia que sabe sacar bien incluso de la miseria humana: « No se aflijan ni se irriten,...pues para conservar vidas me envió Dios antes que a ustedes... No fueron ustedes los que me enviaron acá, sino Dios...» (v. 5.8). De esta insistencia surge un dato importante: José «debe» perdonar a sus hermanos, porque a través de su mal ha generado Dios la salvación. «El motivo por el que José perdona a sus hermanos no está en ellos, ni tampoco en el cambio de sus sentimientos, sino más bien en la Providencia divina, que ha sacado, en beneficio de José, bien del mal. José perdona no porque sus hermanos lo merezcan, sino porque lo merece Dios» Venderle como esclavo había sido una crueldad por parte de sus hermanos, pero en los designios divinos había entrado a formar parte de una trama más


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grande y gloriosa, la de la salvación del pueblo elegido. La perspectiva, que antes era fenomenológica y superficial, pasa a ser profunda y teológica, de tribal y familiar se amplía hasta abarcar la totalidad del horizonte salvífico del Antiguo Testamento. «El perdón entre los hombres no es una regulación puramente interhumana, porque en todos los casos afecta a la relación profunda del hombre con Dios». Se anuda, así, el tema de la reconciliación con el de la providencia divina, con la actuación subterránea de Dios en el interior de la madeja de las contradicciones humanas, para llevar a la historia a una meta de luz. Todo fragmento, toda cosa ensangrentada de la historia de la humanidad debe enmarcarse siempre, por parte del creyente, en el mosaico, más amplio, de la historia de la salvación. Ésta es la lección que José nos da a nosotros y a sus hermanos como motivo de conversión y de esperanza. En cuanto al final de la escena del reconocimiento. Está toda ella marcada por el afecto, los sentimientos, el llanto liberador. José se arroja, llorando, al cuello de Benjamín que, a su vez, llora sobre el cuello de su hermano. Luego los besa a todos uno a uno, apretándolos contra sí, entre lágrimas. Por último, el v. 15 observa que sus hermanos se pusieron a hablar con él, en una conversación amable y serena. La reconciliación es comunicación sobre todo a través de la palabra. En el inicio de la historia de José se había dicho que sus hermanos «lo odiaban y no podían hablarle amigablemente» (37, 4). Por lo demás, incluso José era poco discreto en sus palabras: «Y José comunicó a su padre la mala fama que ellos tenían» (37, 2). Cuando se produce el primer encuentro en Egipto, José recurre al expediente de la prueba y de la purificación precisamente a través de la palabra: «José vio a sus hermanos y los reconoció, pero no se dio a conocer a ellos, sino que les habló con dureza...» (42, 7). Aunque conmovido, «les


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habla» con severidad, e hizo «prender a Simeón a la vista de los demás» (42, 24). Pero cuando se llega al abrazo, grita: «Es mi boca la que os habla» (45, 12). Y, al fin, conversan en paz. La reconciliación se produce en el diálogo, la verdadera fraternidad se restablece mediante la palabra. Es sabido que en hebreo un mismo vocablo, dabar indica a la vez «palabra» y «hecho». Para el hombre bíblico, entre el dicho y el hecho no hay gran trecho. Lo anterior se puede resumir en los siguientes cinco puntos: 1. Los hermanos le tenían envidia (herencia de Caín y de los padres de éste). 2. José es “muy especial”. 3. José elabora cuidadosamente todo un drama de reconciliación y perdón. 4. Judá se compromete ante su Padre y ante José (¡maduró!). 5. Dios dirige la vida de cada uno y de su pueblo.

c. El texto en la vida 1. ¿A quién le tenemos envidia y por qué? 2. Tenemos que alegrarnos de la vida y de los triunfos de los otros. 3. No necesitamos aprobación ni gratificación para todo. 4. Tenemos que pensar y reflexionar sobre los acontecimientos diarios. 5. Dios nos va madurando día a día


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d. Compromiso: en silencio cada uno precisa la tarea que le deja la reflexión bíblica. Cuarto Momento: Oración por la Paz: Señor hazme un instrumento de tu paz…


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TERCER ENCUENTRO HACIA LA SOLIDARIDAD Y LA MISERICORDIA CON LAS VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA Y LA INJUSTICIA ESTRUCTURAL

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1. Ambientación:  Canto “El profeta”  Caminamos entre luces y sombras (En la silueta del mapa de Colombia, colocamos diversas imágenes con los rostros de la violencia en Colombia e imágenes de los líderes asesinados, acompañados de una vela que simboliza la solidaridad y la misericordia), luego invitamos a los participantes para que dialoguemos a partir de las siguientes preguntas: ¿Qué es una víctima?1 ¿Cuáles y cómo son los rostros de la violencia? ¿Qué nos dice el símbolo?

1. “víctima” remite a la persona que se expone a grave riesgo. También hace referencia a las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales. (Naciones Unidas, 1985).


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2. Hecho de vida: Tomado de: Basta ya, Colombia memorias de guerra y dignidad, informe general, grupo de memoria histórica. Bogotá 2013 p 315 “Algunos niños y niñas quedaron en sus casas, escondiéndose y a la espera de poder salir cuando los actores armados ya no estuvieran presentes luego de la incursión en el pueblo. Vivieron días de terror, soportaron la soledad, la oscuridad y el hambre hasta cuando pudieron salir o fueron rescatados. Además, los niños y las niñas no solo presenciaron hechos violentos, sino que también fueron sometidos a interrogatorios, golpizas, amenazas y humillaciones por los actores armados que esperaban obtener información o presionar a sus padres o madres. Así describió un hombre en San Carlos, su experiencia siendo un niño: Yo tenía catorce años y viajaba en un bus con mi mamá. Íbamos para Medellín, pero en un retén los paramilitares pararon el bus y nos bajaron a todos. Mi mamá me trataba de esconder detrás de ellos, pero se dieron cuenta y empezaron a reírse y a burlarse, a decirme que no fuera niñita y que saliera de las faldas de mi mamá. Yo tenía mucho miedo, me oriné en los pantalones y no quería que se dieran cuenta… varias veces le dijeron a mi mamá que yo ya tenía pinta de guerrillero y que mejor me dejaban. Y ella les suplicaba y yo solo temblaba de miedo. Al final nos dejaron ir… Y esto solo lo he contado hoy, casi quince años después, porque me da vergüenza”.


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3. Reflexión bíblica. a. Lectura del texto bíblico: Lc. 10,25-37 "Un maestro de la Ley, que quería ponerlo a prueba, se levantó y le dijo: «Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?» 26 Jesús le dijo: «¿Qué está escrito en la Escritura? ¿Qué lees en ella?» 27 El hombre contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» 28 Jesús le dijo: «¡Excelente respuesta! Haz eso y vivirás.» 29 El otro, que quería justificar su pregunta, replicó: «¿Y quién es mi prójimo?» 30 Jesús empezó a decir: «Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto. 31 Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vio, tomó el otro lado y siguió. 32.Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, tomó el otro lado y pasó de largo. 33 Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio; pero éste se compadeció de él. 34 Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que él traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. 35 Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: «Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.» 36 Jesús entonces le preguntó: «Según tu parecer, ¿cuál de estos tres fue el prójimo del hombre que cayó en manos de los salteadores?» 37 El maestro de la Ley contestó: «El que se mostró compasivo con él.» Y Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.»" 25


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¿Qué nos quiere decir Dios a través del texto? ¿Cuantos y quienes son los personajes principales del relato? ¿Qué caracteriza a cada uno de los personajes del texto?

b. Qué dice el texto? (pistas para la reflexión)2 A través de esta parábola Jesús nos enseña como unir el amor a Dios y el amor por prójimo como las dos partes de una balanza. “¿Qué debo hacer para heredar la vida eternal?” Todo comienza con la pregunta de un experto en la Ley, (v.25) En la respuesta, Jesús y el experto en la Ley están de acuerdo en que el amor a Dios (Deuteronomio 6: 5) y el amor al prójimo (Levítico, 19:18) son las condiciones necesarias para alcanzar la vida eterna. Sin embargo, el diálogo no termina ahí, sino que toma un giro interesante. Las palabras “queriendo justificarse a sí mismo” (v.29) por parte del experto en la Ley, indican que quería burlar a Jesús para que mostrara lo que realmente entendía por prójimo, tal y como se define en la Ley. Tal vez esperaba que Jesús definiera y delimitara al prójimo a sus amigos y allegados. Sin embargo, Jesús trasciende todas las fronteras sociales, religiosas, culturales, de parientes, amigas, ricas, pobres, cercanas y lejanas, lugares y creencias. A través de esta parábola del buen samaritano, 2

Misioneros del Verbo Divino. Recuperado http://www.misionerosverbodivino.com/ano-de-misericordia-elprojimo-%E2%80%9Cmisericordioso%E2%80%9D-el-buensamaritano-lc-1025-37.

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Jesús nos muestra que todos aquellos que están en necesidad requieren de un prójimo y que mi deber como creyente es aproximarme a ellos. Por lo tanto, afirma la superioridad del amor sobre el legalismo. Para los judíos, la expresión prójimo iba ligada al clan. Aquel que no pertenecía al clan, no era prójimo. Según el Deuteronomio, podían explotar al “extranjero”, pero no al “prójimo” (Dt 15,1-3). La proximidad se basaba en lazos de raza y de sangre. Jesús tiene otra forma de ver, que se expresa en esta parábola. Esta parábola muestra el deseo de Jesús por enseñar a todos a caminar por la vida con compasión, es así como el relato muestra a un hombre tirado al lado del camino, al que ni un sacerdote ni un levita auxilian. Ambos pertenecen al mundo oficial del templo, son personas religiosas, y se esperaba que se apiadarán de él. Pero no es así, al ver al herido, los dos cierran sus ojos y su corazón. Para ellos es como si este hombre no existiera, dan un rodeo y pasan de largo. Están ocupados en su piedad y su culto a Dios, su preocupación no está en los que sufren. Luego aparece un tercer viajero, que no es sacerdote ni levita, no viene del templo, ni siquiera es judío, es un samaritano3, alguien que desde la óptica judía era despreciable y del cual no se podría esperar nada bueno. Sin embargo, este samaritano, al ver al herido, se le conmueven

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El texto expresa las tensiones entre judíos y samaritanos, ambos grupos trataban de evitar el paso por el territorio de los otros, y aquellos que viajaban a Galilea daban una vuelta en el viaje para evitar pasar por Samaría.


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las entrañas4, no pasa de largo, se acerca a él y hace todo lo que puede: desinfecta las heridas, las cura y lo venda, luego lo lleva hasta una posada, allí lo cuida personalmente y procura que lo sigan atendiendo. La condición del prójimo no depende de la raza, del parentesco, de la simpatía, de la cercanía o de la religión. La humanidad no está dividida en prójimo y no prójimo. Para que tu sepas quién es tu prójimo, esto depende de que tu llegues, veas, te muevas a compasión y te acerques. Si tú te aproxima, te acercas, el otro será tu prójimo! Depende de ti y no del otro! Jesús invierte todo y quita la seguridad que la observancia de la ley podría dar al doctor. Este texto es muy provocativo, pues Jesús plantea que la fe y la salvación se realizan en la capacidad del creyente para compadecerse, acercarse y hacerse cargo de los que “están tendidos en el camino”, de los que sufren. No es difícil resumir la enseñanza central de este relato, según Jesús lo importante en la vida no es teorizar mucho, sino caminar como el samaritano: ojos abiertos para ayudar a cualquier persona que nos pueda estar necesitando. Por eso, es necesario preguntarnos a qué nos dedicamos, a quién amamos, y qué hacemos en concreto por esos hombres y mujeres que necesitan la ayuda de alguien cercano. Hacerse 4

El verbo griego que expresa la compasión del samaritano hacia el moribundo es splanchnizomai (= tener compasión), que significa literalmente sentir el dolor del otro. Este verbo se deriva del sustantivo splanchna que significa intestinos. Esto implica que la compasión del samaritano no es un sentimiento transitorio con una misericordia exterior, sino una profunda compasión visceral que fluye de su yo más íntimo.


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prójimo es el mandato de Jesús: acercarse y actuar de manera compasiva, saliendo de sí mismo y yendo al encuentro del otro. “¿Quién de estos tres te parece que era su prójimo…?” (V.36) “El que tuvo compasión de él.” (V.37) “Ve y haz tú lo mismo.” Esta es una llamada a ser un prójimo misericordioso para con las víctimas de la violencia y la injusticia estructural. c. La relación del texto con la vida: ¿Cómo ilumina este texto nuestra realidad? Compartimos en comunidad:  ¿Quiénes hacen hoy las veces de levitas y sacerdotes ante los caídos que son las víctimas?  ¿Quiénes son los samaritanos hoy que han sentido compasión por las víctimas de la violencia? Todos queremos la paz, indudablemente, la guerra nunca es una opción para un cristiano. La paz es una necesidad profunda de la persona y la sociedad. Pero no podemos reducirla a los intereses de alguno, o polarizarla políticamente para sacar ventaja del anhelo de la mayoría de los ciudadanos. La paz auténtica empieza en el corazón de cada ser humano y es un proceso; no estará nunca hecha o lograda definitivamente. Es un camino permanente, tortuoso, pero es posible recorrerlo. Por eso la misericordia es la propuesta cristiana; porque desde que el mismo Jesús, encarnación de la misericordia de Dios, propuso el amor compasivo y entrañable como la única posibilidad de


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vencer las resistencias humanas al proyecto de Dios de una humanidad reconciliada y en armonía, sus discípulos no tenemos otra alternativa. Pasos para llegar ser solidarios El primer paso es la Observación: Abrir los ojos para ver lo que ocurre, es lo que nos conducirá a una espiritualidad de la misericordia y de la solidaridad que convierta nuestro corazón de piedra en un corazón de carne. El levita, el sacerdote y el buen samaritano vieron al herido al borde del camino. El segundo paso es la Compasión: Y aquí ya comienza la diferencia. El levita y el sacerdote no se compadecen. Por eso siguen su camino. El buen samaritano es el que hace este segundo paso para llegar a la solidaridad. La compasión consiste en sufrir por el dolor del otro (no en sufrir el mismo dolor que el otro). El otro, el excluido, el marginado, el desempleado, el despedido, el campesino, el POBRE, llama a tu puerta y te pide ponerte en su lugar, ver la realidad desde donde él la ve, lo cual es imprescindible para una verdadera conversión al hermano(a). El tercer paso es Descabalgar, bajarse: El buen samaritano asume el riesgo de bajarse del caballo y quedar a merced de los bandoleros, o de que el herido fuese falso. Dios también descabalgó en Jesús, dejando la forma divina y haciéndose hombre. Nadie puede ser solidario sin comprometerse con la realidad injusta que hay que cambiar. Nadie es neutral: o te comprometes a favor o en contra de la justicia, o lo que es lo mismo, a favor o en contra del hermano(a).


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El cuarto paso: la Presencia, la Cercanía, el Encuentro: El buen samaritano se hace presente, tiene contacto físico con el herido. Se necesita la presencia física en medio de la situación en la cual queremos trabajar. Esta es la verdadera solidaridad, la que te hace sentir hermano del otro: SOLIDARIDAD COMO ENCUENTRO. El quinto paso: el Compartir de bienes: El samaritano sacó su aceite, lo montó en su caballo, lo llevó a la posada, pagó con su dinero. Hubo un verdadero compartir. "¿Quién es su hermano? ... "el que compartió". Y en ese momento es cuando se produce el milagro: la realidad herida queda transformada. Partiendo de las capacidades del sujeto afectado, la acción solidaria ha de plasmarse en proyectos transformadores de la realidad, que respondan a las necesidades reales de las personas y grupos excluidos (y no a lo que nosotros creemos que son sus necesidades). d. Compromiso: expresamos lo que el texto evoca en nuestras vidas tanto personal como comunitariamente: ¿Cómo ilumina nuestro compromiso para con la realidad personal y social que estamos viviendo en Colombia hoy? 4. Oración: Invitamos a los participantes a que después de escuchar lo que el texto nos dice nosotros le demos una respuesta por medio de una oración. (se propone que quien inicie la oración tome una de las velas encendidas en el símbolo, y cuando finalice su oración la pase. Puede utilizar el siguiente estribillo – que la luz de Cristo nos llene de solidaridad para actuar misericordiosamente-).


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Finalizamos nuestro encuentro proclamando el Salmo: 1-Clamor del pobre y oprimido- “tomado de salmos de vida y esperanza” LEVANTATE, SEÑOR

¡Oh Dios! cuántos son mis enemigos cuántas veces se alzan para decir: el hombre haga lo que haga, su vida siempre será desdichada, los pobres constantemente serán vencidos, y Dios neutral seguirá su marcha. Mas tu mi Dios, eres más fuerte que las armas, más firme que el oro y que el poder. A voz en cuello el pueblo a ti clama, te pide y reclama que atiendas su pedido, que veas por él. Ninguna radio ni prensa ni propaganda, podrán arrancar nuestra certeza. No tememos a fuertes y contrarios. Tú, Señor, eres el Dios que salva. Levántate, Señor y tiende tu mano compasivo, no nos quites las trabas, pero danos tu fuerza, no nos des camino fácil, pero tensa nuestro arco y pon en él tu fortaleza. Haznos pobres, sí, y guárdanos sencillos, pero haz también que, en medio de las luchas, tu pueblo se mantenga junto a ti unido.


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ENCUENTRO No. 4 LA INVITACIÓN PARA ENTRAR A LA FIESTA DE LA RECONCILIACIÓN: ¿DAMOS EL SEGUNDO PASO?

1. Ambientación. Canto: Zamba del perdón La importancia de la reconciliación, en el contexto del postacuerdo de paz en Colombia, a la luz de la parábola del Padre misericordioso, no es solo un llamado a los “pecadores”, sino a los que creen estar al otro lado, y piensan que no necesitan abrirse a recibir al que se arrepiente. La dureza de corazón, puede ser peor que el pecado de los que están por fuera de la ley. La novedad de la parábola está en indicar que la misericordia de Dios es gratuita, pero para acogerla mínimamente se exige disposición de corazón. Se invita a los participantes observar la imagen y luego a dialogar sobre las siguientes preguntas:


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 

¿Con cuál de los dos hijos se identifican? ¿Por qué? ¿Existe algún parecido entre la imagen y la situación de los acuerdos de paz en Colombia?

2. Hecho de vida Cómo vamos en el proceso de reconciliación (Ciro Canoles)5 “Ahora estamos intentando recuperarnos, pero no es igual porque hay mucho que reconstruir, sobre todo la confianza porque, por ejemplo, cuando no hay confianza nadie invierte, nadie cree en el otro. ¿Por qué? Porque no hay confianza. Entonces para confiar necesitamos uno del otro. El que tenga para vivir bien, el que vaya prosperando, puede darles la mano a los otros. Así era como hacíamos antes, la solidaridad, la confianza y el trabajo conjunto eran la clave de todo”. “Nosotros teníamos miedo de llegar a Macayepo y los de Macayepo sentíamos temor. Pero esos temores venían de la guerra, de los señalamientos. Y cuando vimos que los de Macayepo retornaron dijimos… vamos a hablar con ellos. Tienen que acordarse de nosotros. Antes nos conocíamos y hablábamos, y también peleábamos… Pero al rato lo solucionábamos”. No crean que la reconciliación se hizo de la noche a la mañana. Es una tarea que lleva tiempo, cada día trae su afán 5

Canoles, Ciro, (2016), El desplazamiento de nuestra tierra, la ilusión del retorno y la esperanza de la reconciliación. (Fragmento). Reflexión. Manuscrito. Equipo de Narradores de la Alta Montaña de El Carmen de Bolívar. En Centro Nacional de Memoria Histórica (2017), Un bosque de memoria viva, desde la Alta Montaña de El Carmen de Bolívar, CNMH, Bogotá.


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y así desandando las huellas de la guerra empezamos a dar los primeros pasos. Las huellas recorridas para andar el camino de la reconciliación fueron plasmadas por el líder y narrador Ciro Canoles. “Así comenzamos a trabajar vereda por vereda. A los de Macayepo nos daba miedo llegar a otras veredas. Solo íbamos a Lázaro. Pero las lideresas y líderes se comprometieron con nosotros y dijeron: yo respondo por ustedes cada vez que se trasladen a las otras veredas. Y nosotros les creímos. Entre todos empezamos a trabajar en el proyecto de la Caminata Pacífica. Jorge Montes y Aroldo fueron ejemplo de unidad y reconciliación es ese proceso de volvernos a reunir, de volver a confiar el uno en el otro. Éramos una sola comunidad articulada por 7 líderes de los corregimientos y apoyados de 35 lideresas y líderes de las Juntas de Acción Comunal. Llegamos a reconciliar a 4000 familias que hoy lo dicen con orgullo y sin miedo: yo puedo ir a Macayepos, y los macayeperos hoy dicen vamos a Hondible, a Huamanga, sin temor, eso es lindo. Unidos y sin temores hicimos la caminata, marchando juntos por nuestros derechos y unidos por ser campesinos el proceso se consolidó más. Hoy somos una sola comunidad, pero vemos con preocupación que continúe la estigmatización, que Jorge continúe privado de la libertad. Continuamos creyendo en la justicia y anhelando la verdad. Nosotros los líderes de Alta Montaña pusimos el grano de arena, la semilla que se necesita para la paz y continuamos andando el camino de la reconciliación, esperando justicia y reparación para este territorio”.


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3. Reflexión bíblica: a. Lectura del texto bíblico: Lc. 15, 1-32 “Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. «¿Quién de ustedes que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido." Les digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión. «O, ¿qué mujer que tiene diez monedas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: " Alégrense conmigo, porque he hallado la moneda que había perdido." Del mismo modo, les digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta». Les contó también lo siguiente: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.’ Y el padre les repartió la hacienda. Pocos días después, el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano, donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando se lo había gastado todo, sobrevino una hambruna extrema en aquel país y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. El muchacho


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deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pues nadie le daba nada. Entonces se puso a reflexionar y pensó: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me pondré en camino, iré donde mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros.’ Entonces se avió y partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, lo vio su padre y se conmovió; corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.’ Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Daos prisa. Traed el mejor traje y vestidle; ponedle un anillo en el dedo y calzadle unas sandalias. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado.’ Y comenzaron la fiesta. «Su hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la música y las danzas. Llamó entonces a uno de los criados y le preguntó qué era aquello. Él respondió: ‘Es que ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.’ Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre y le rogó que entrase. Pero él replicó a su padre: ‘Hace muchos años que te sirvo y jamás dejé de cumplir una orden tuya. Sin embargo, nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos. Y ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado.’ «Pero él replicó: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido hallado.’»


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b. Reflexionemos  ¿Qué nos dice Dios a través del texto?  ¿Qué tienen en común las “tres parábolas”, que en realidad son una sola?  ¿Qué actitudes podemos describir en cada uno de los personajes de la parábola del padre misericordioso? c. Lo que dice el texto (pistas para la reflexión) -

La ocasión de la parábola

La parábola conocida como “del hijo pródigo” y hoy mejor llamada “del Padre misericordioso” es una de las tres parábolas conocidas con el nombre de “parábolas de la misericordia”, recogidas en el capítulo 15 del Evangelio de Lucas. Aunque, las consideramos como si fueran tres parábolas, los especialistas indican que en realidad se trata de una sola parábola, que bien se enuncia en el v.3. Lo que provoca que Jesús pronuncie esta parábola es la murmuración de los fariseos y doctores de la ley porque Jesús “acoge a los pecadores y come con ellos”. Ellos muestran una actitud dura, despectiva e inmisericorde. En lugar de alegrarse porque los publicanos y pecadores son acogidos por el Maestro Jesús, los fariseos sienten envidia y critican la actitud misericordiosa del Señor. Ellos entienden mucho de leyes, pero poco de amor y compasión. Entonces Jesús les dirige, con dedicatoria personal, esta gran parábola en tres partes: la del buen pastor, la de la moneda perdida y la del hijo perdido. Las tres tienen mucho en común: algo que se pierde (una oveja, una moneda, un hijo), alguien que busca o que espera (el pastor, la mujer, el padre), la constancia y la paciencia en la búsqueda o la


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espera, la inmensa alegría de reencontrarlos, la fiesta por haberlos recobrado... -

Actitudes y rasgos de los personajes

El hijo menor: - Ingrato y egoísta: sólo piensa en sus deseos de diversión y placer. No le importa herir a su padre con el abandono y el desprecio. No le importa faltarle al respeto y al honor pidiéndole su parte de herencia. Reclamar la herencia era equivalente a considerar al padre muerto para él. - Derrochador y “vividor”: Derrochó su herencia. - Calculador e interesado: No le mueve a regresar el amor filial sino la necesidad. El que se enalteció y pisoteó el amor y el honor de su padre, después fue humillado por la vida misma: llegó incluso a cuidar cerdos, animales considerados impuros por los judíos. - Lo positivo de este personaje es que aprende la lección: no vuelve orgullosamente reclamando sus derechos de hijo, sino que se humilla y pide ser tratado como un jornalero más de su padre. El padre: - Es un hombre bueno. No sólo bueno. Es la personificación del amor y de la misericordia: no se irrita cuando su hijo lo desprecia y abandona; no tiene en cuenta el mal y, cuando su hijo regresa, corre a su encuentro, lo abraza, lo besa, lo viste, lo calza, le pone un anillo... y organiza un banquete. - Lucas dice que el padre, al ver a lo lejos a su hijo despojado de bienes y de su dignidad, sintió compasión, se le conmovieron las entrañas, como a una madre por sus hijos. La compasión es el rostro de este personaje.

El hijo mayor:


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- Trabajador, fiel y obediente a su padre. Pero, como el otro hijo, tampoco éste sabe amar. Sirve a su padre como un jornalero más, esperando “la paga”. No se siente verdadero hijo, no ha sabido comprender el amor de su padre, que le dice, perplejo: “Pero, hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo...”. No se parece a su padre ni en la compasión, ni en la generosidad ni en la alegría. -

¿De quién está hablando Jesús?

En el contexto de Jesús, el hijo perdido representa a los publicanos, pecadores, prostitutas..., de los que Jesús era amigo y con los que frecuentemente comía. El padre representa a Dios Padre y al mismo Jesús. Y el hijo mayor representa a los fariseos: rígidos, legalistas, más propensos a juzgar que a acoger y perdonar. El texto se detiene bruscamente, y no nos dice que pasó con el hijo mayor. De él, solo nos queda su queja: ¡Nunca me has dado un cabrito para celebrar con mis amigos! La misma situación que Jesús enfrenta con sus oyentes, queda marcada en la actitud del hijo mayor, que al parecer está entre obedecer la petición del padre y alegrarse con él, o seguir enojado y seguir por fuera de la casa del padre (¡él seguiría perdido!). Entraría, se quedaría afuera?. La parábola queda abierta para que nosotros lectores señalemos el final: el que suponemos que se dio, y el que creemos que debería haberse dado.

d. El texto en la vida: ¡Qué nos dice el texto! Compartimos en comunidad:


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¿Tomamos la actitud del hermano mayor, que se disgusta con la acción misericordiosa del padre? ¿Consideramos justa la actitud del padre, respecto al hijo menor, de recibirlo con los brazos abiertos, después de haber estado lejos de la casa? ¿Quiénes serían hoy los “hijos” de la parábola?

Esta parábola parece encajar perfectamente con este momento que estamos viviendo en Colombia, después de la firma del acuerdo de paz (Noviembre de 2106), ya que para comprender el tema de la reconciliación en nuestro país, necesitamos no sentirnos ajenos a las responsabilidades que atañen a todos, pues el conflicto en Colombia tuvo un largo desarrollo, debido entre otras causas, a cierta apatía de la gran mayoría a pensar una salida dialogada y negociada, en cierta actitud que llevaba a pensar que los buenos éramos nosotros y la guerrilla los malos; forma de ver las cosas parecida a la del hermano mayor de la parábola. Pareciera que algunas veces perdemos de vista la alegría del padre de la parábola (el padre misericordioso), quien recibe en un gran ambiente de fiesta a la persona perdida (el hermano menor); mientras el hijo mayor, quien aparentemente no se perdió, no es capaz de compartir la alegría del padre por el regreso del hijo. Tal situación, muy parecida a la vivida por la sociedad colombiana con ocasión de la firma del acuerdo de paz, en noviembre de 2016. Se hace apremiante revisar nuestra actitud en este momento del pos-acuerdo de paz, pues podríamos fácilmente caer en


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la actitud enjuiciadora, señaladora y excluyente del hermano mayor. Hace bien recordar a este propósito las palabras del papa Francisco: “Querer acercarse a Jesús implica hacerse prójimo de los hermanos, porque nada es más agradable al Padre que un signo concreto de misericordia. Por su misma naturaleza, la misericordia se hace visible y tangible en una acción concreta y dinámica” (Francisco, 2016); de alguna manera, cambiar el corazón de piedra en corazón de carne, es decir, dejándonos mover a compasión y misericordia. e. Compromiso: expresamos lo que el texto evoca en nuestras vidas tanto personal como comunitariamente: ¿Qué nos dice esta parábola, con respecto al actuar de los cristianos, en esta coyuntura en que se mueve Colombia, después de la firma de los acuerdos de paz?

4. Oración Ponemos ante el Señor, todas las intenciones que nos deja este mes de la Biblia, y ponemos éstas ante el Cristo negro de Bojayá6: Oh Cristo negro de Bojayá, que nos recuerdas tu pasión y muerte; junto con tus brazos y pies te han arrancado a tus hijos que buscaron refugio en ti. Oh Cristo negro de Bojayá, que nos miras con ternura 6

Oración del Papa Francisco Ante el Cristo negro de Bojayá, en Villavicencio. Septiembre 6 de 2017


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y en tu rostro hay serenidad; palpita tambiĂŠn tu corazĂłn para acogernos en tu amor. Oh Cristo negro de BojayĂĄ, haz que nos comprometamos a restaurar tu cuerpo. Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado; tus brazos para abrazar al que ha perdido su dignidad; tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad. Haz que seamos testigos de tu amor y de tu infinita misericordia.


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Organizan: DELEGACIÓN ARZOBISPAL DE PASTORAL BÍBLICA

Facultad de Teología, Filosofía y Humanidades Programa de Teología Programa de Especialización en Educación y Sagrada Escritura

Invitan: ARQUIDIÓCESIS DE CALI VICARIA PARA LA EVANGELIZACIÓN Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium – UNICATOLICA


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