CONFESATÓN 2017 NOCHE DE RECONCILIACIÓN
“Me levantare he iré a la casa de mi Padre” (Lc 15, 19)
RECONCILIACIÓN DE VARIOS PENITENTES CON CONFESIÓN Y ABSOLUCIÓN INDIVIDUAL Rito de Entrada Canto
Una vez congregados los fieles, mientras el que preside entra, se puede entonar un canto. Saludo
Terminado el canto, el presidente saluda a los presentes con la siguiente fórmula:
La gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro salvador, esté con ustedes. R. Y con tu espíritu Monición
Luego, un ministro con una breve monición, instruye a los presentes sobre la importancia y el sentido de la celebración y sobre su desarrollo.
Ha llegado, hermanos y hermanas, el tiempo de Gracia, el día del perdón de Dios y de la salvación de los hombres y mujeres, en el cual, la muerte fue vencida y la vida eterna tuvo su comienzo, cuando le viña el Señor mientras se van a plantar nuevos sarmientos, se podrán los antiguos para que den más fruto. Este es el momento en que cada uno de nosotros se reconoce pecador y, mientras se mueve a penitencia por el ejemplo y las oraciones de los hermanos y hermanas, afirman públicamente con el salmista: “Yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Aparta de mí pecado tu vista, borra en mí
toda culpa. Devuélveme la alegría de tu salvación afiánzame con espíritu generoso” Que la misericordia del Señor venga en ayuda de los que así le dirigimos nuestras súplicas y pedimos su perdón con corazón contrito, para que, cuantos en el pasado hemos de desagrado a Dios con nuestras maldades sintamos ahora el gozo y agradarle en la región de los vivos, con Cristo resucitado, autor de nuestra vida. Oración
El que preside invita la oración con estas palabras u otras semejantes:
Oremos, hermanos y hermanas, para que Dios, que nos llama a la conversión, nos conceda la gracia una verdadera y fructuosa penitencia. Todos oran en silencio los momentos. Luego el que preside dice la siguiente oración:
Padre misericordioso y Dios de todo consuelo, que quiere la conversión del pecador y no su muerte, ver en la ciudad de tu pueblo, para que se convierta a ti y viva; ayúdanos, Señor, para que, al escuchar tu palabra, reconozcamos nuestros pecados y te demos gracias por el perdón recibido y, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia Cristo, tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén
Liturgia de la Palabra Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4,23-32 Hermanos: Renueven su espíritu y sus criterios, y revistasen del Hombre Nuevo, creado según Dios, que se manifiesta en una vida justa y en la verdad santa. Por tanto, desechen la mentira y díganse la verdad unos a otros, pues somos miembros unos de otros. Si se irritan, no pequen; que no se ponga el sol mientras estén irritados, para no dar así ocasión al diablo. El que robaba, que ya no robe; que trabaje con sus manos haciendo algo útil, para que pueda socorrer así al que lo necesite. No digáis palabras que puedan herir, sino las que sean oportunas para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, con el que fueron sellados para el día de la redención. Que desaparezca de entre ustedes cualquier clase de amargura, ira, cólera, gritos, maledicencia y maldad. Sean amables y compasivos entre ustedes, perdonándose mutuamente como los perdonó Dios en Cristo. Palabra de Dios.
Salmo de respuesta
51(50),12-13.14-15.18-19
R. Mi sacrificio, Señor, es un espíritu quebrantado. ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados sus caminos, los pecadores volverán a ti. R. Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado: un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 34-40 En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús habla hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: - "Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?" Él le dijo: - "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas. Palabra del Señor. Homilía
Después del Evangelio, el que preside hace la homilía, que, a partir, del texto de la lectura, llevará a los penitentes examinar su conciencia y a renovar su vida. Examen de conciencia
Se guardará un tiempo conveniente de silencio para hacer el examen de conciencia para despertar una verdadera contrición. El que preside, u otro ministro podrá ayudar a los fieles con breves fórmulas o con alguna oración litánica según las circunstancias.
Liturgia del Sacramento Recitación general de la confesión
El diácono u otro ministro invita a que todos se pongan de rodillas, o se inclinen y reciten juntos la fórmula de la confesión general con las siguientes palabras u otras semejantes:
Hermanos y hermanas, confiesen sus pecados y oren los unos por los otros, para que obtengan la salvación. Todos:
Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: Se golpean el pecho al decir:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Luego, prosiguen:
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor.
Oración litánica
A continuación, se hace un canto apropiado o se hace la oración litánica.
Roguemos, confiados, al Dios misericordioso que borra los pecados con la penitencia y anula las culpas pasadas con el perdón, para que escuche con benignidad a quiénes le pedimos humildemente el perdón de todos los pecados. R. Te rogamos óyenos Para que, a quiénes confesamos hoy nuestras faltas, nos libres de la esclavitud del pecado y nos conduzca la libertad de los hijos de Dios. Para que, reconciliados contigo y con nuestros hermanos y hermanas, lleguemos hacer un signo vivo de tu amor en el mundo. Para que, perdonados nuestros pecados, nos guíes por los senderos de justicia y de amor, y nos concedas llegar a la herencia de la paz eterna. Para que, guardes con tu poder, de toda adversidad a quienes has desatado benignamente los lazos de los pecados Para que quienes nos hemos extraviado Lejos de ti podamos regresar al camino de la Justicia, del amor y de La Paz
Oración dominical
Terminado el canto o la oración litánica se introducen la oración dominical con estas palabras u otras semejantes:
Con las mismas palabras que Cristo nos enseñó, oremos a Dios, nuestro Padre, para Que perdone nuestros pecados y nos libre de todo mal.
Padrenuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Oración
El que preside concluye con la siguiente oración:
Muéstrate que propicio, Señor, con tus Hijos, que se reconocen pecadores en tu Iglesia, para que, liberados por ella de todo pecado, merezcan darte gracias con un corazón nuevo. Por Jesucristo nuestro Señor R. Amén
Los penitentes se acercan a los distintos sacerdotes, para confesar sus pecados y recibir la penitencia y absolución individualmente. Después de oír la confesión y de hacer si las circunstancias lo permiten, una oportuna exhortación, el sacerdote con las manos extendidas sobre la cabeza el penitente o por lo menos con la mano derecha extendida recitara la fórmula de la absolución. Rito de conclusión Luego, el que preside bendice a todos con la siguiente fórmula:
El señor Dios guíe sus corazones en el amor, mientras esperan la gloriosa venida de Cristo R. Amén. Para que puedan caminar con una vida renovada y agradar a Dios en todo R. Amén. Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre ustedes R. Amén. Finalmente, el diacono u otro ministro o el mismo que preside, despide a la asamblea con las siguientes palabras u otras semejantes:
El Señor quiere perdonar tus pecados. Pueden permanecer en paz. R. Demos gracias a Dios