Guía de Celebración del Domingo de la Palabra de Dios - Parte I

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Cali, 16 de enero de 2020 Apreciados Hermanos y Hermanas en el Señor: El pasado 30 de septiembre, con ocasión de la memoria litúrgica de San Jerónimo, el Papa Francisco instituyó para la Iglesia Universal la celebración anual del Domingo de la Palabra de Dios a realizarse en el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario. Dicha declaración fue comunicada mediante la Carta Apostólica titulada “Aperuit Illis”, que son las dos primeras palabras de uno de los versículos del conocido texto de los discípulos de Emaús, en las que se constata que el Señor “les abrió” el entendimiento para que comprendieran las Escrituras. (Lc 24,45) En la mencionada carta apostólica, el Papa Francisco dice que, con la institución del domingo de la Palabra de Dios, busca acrecentar en el Pueblo cristiano la familiaridad religiosa y asidua con las Sagradas Escrituras “Dedicar concretamente un domingo del Año litúrgico a la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable”. La delegación arzobispal de pastoral bíblica de la Arquidiócesis de Cali ha preparado este subsidio consistente en dos guías de celebraciones: una para la Eucaristía del domingo de la Palabra de Dios (26 de enero de 2020), y otra para ser usada en la entronización de la Sagrada Escritura en las “casas católicas, pequeñas comunidades y en los hogares de cada familia cristiana”. Es necesario tener en cuenta que el Domingo de la Palabra de Dios no reemplaza ni a la semana bíblica ni al mes de la Biblia celebrados en septiembre. Abundar en este tipo de celebraciones es una manera de ayudar al pueblo cristiano a tomar conciencia del lugar central que la Sagrada Escritura tiene en nuestra fe y de la necesidad que tenemos de conocerla e interpretarla comunitariamente para que anime nuestra vida personal y eclesial. Una feliz coincidencia tiene la celebración por primera vez del domingo de la Palabra de Dios en enero de 2020, y es el hecho de darse en el año que la Iglesia celebra los 1.600 años de la muerte de san Jerónimo, gran traductor de la Biblia de sus lenguas originales al latín. Esperamos que este subsidio pueda ser de utilidad, para dar relieve a la centralidad de la Palabra de Dios en nuestra vida y misión como cristianos.

Fraternalmente,

Delegación Arzobispal de Pastoral Bíblica


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A. Guía de la celebración Eucarística para el domingo de la Palabra de Dios: 26 de enero de 2020

PREPARACIÓN Para este rito se sugiere tener: - Un lugar prominente y bien decorado en el templo donde se pueda entronizar la Palabra de Dios y quede visible para toda la comunidad. - Una Biblia de buen tamaño, - Dos cirios para la procesión, - Incienso si se desea - Algunos ministros que acompañen en la procesión (lectores, catequistas, etc) El Ritual de Entronización de la Palabra de Dios en la Celebración Eucarística Parroquial consta de: 1. Una monición de entrada para ambientar la celebración. 2. Procesión y entronización de la Palabra de Dios después de la Oración Colecta y antes de la proclamación de las lecturas. 3. Liturgia de la Palabra 4. Oración Universal 5. Oración Post-comunión 6. Bendición final solemne. NOTA: se podría invitar a las familias a traer sus Biblias este día para ser Bendecidas y así llevarlas a sus casas para Entronizarlas en ellas siguiendo la formula B ofrecida aquí.

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MONICIÓN DE ENTRADA PARA LA EUCARISTÍA

Antes de Empezar la celebración Eucarística el comentador introduce la celebración con las siguientes palabras:

Comentador: Hermanas y hermanos, El pasado 30 de Septiembre, con ocasión de la memoria litúrgica de San Jerónimo, el Papa Francisco instituyó para la Iglesia Universal la celebración anual del Domingo de la Palabra de Dios a realizarse en el Tercer Domingo del Tiempo Ordinario. Dicha declaración fue comunicada mediante la Carta Apostólica titulada “Aperuit Illis”, que son las dos primeras palabras de uno de los versículos del conocido texto de los discípulos de Emaús, en las que se constata que el Señor “les abrió” el entendimiento para que comprendieran las Escrituras. (Lc 24,45)


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Ese domingo es el que hoy celebramos. Al igual que el pueblo de Israel, somos peregrinos, seguidores del Señor que sigue hablándonos a través de su Palabra. Por eso, en cada Eucaristía y en cada celebración cristiana, la Palabra de Dios es proclamada con fuerza y claridad. Nuestra fe debe apoyarse cada vez más en la Palabra de Dios, a fin de que por ella podamos descubrir el rostro fascinante del Señor Jesús. Dispongamos nuestros corazones, como lo hicieron los discípulos que escuchaban la Palabra de labios de Jesús, dispuestos a ser tierra buena y hacerla germinar en sus corazones. Participemos con gran alegría de esta celebración con la que la Iglesia universal inaugura El Domingo de la Palabra de Dios. Se prosigue con la procesión de entrada del sacerdote con sus ministros. La Eucaristía continúa como de costumbre con los Ritos iniciales, el saludo del sacerdote, el acto penitencial, Gloria y la Oración Colecta.

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ENTRONIZACION DE LA BIBLIA

Estando en la parte de atrás de la Iglesia, los ministros que acompañaran la Biblia, el que lleva la Biblia, los cirios y el incienso si se usa, se alistan para empezar la procesión una vez se lea la monición de entronización de la Palabra de Dios.

MONICIÓN (Después de la oración colecta - antes de ser proclamadas las lecturas)

Comentador: La Palabra de Dios ilumina la existencia humana y mueve la conciencia a revisar en profundidad la propia vida, inspirando el compromiso con el mundo, desde la responsabilidad ante Cristo Señor de la Historia. La misma Palabra de Dios denuncia sin ambigüedades las injusticias y promueve la solidaridad y la igualdad. Por eso a la luz de la Palabra del Señor, reconocemos los signos de los tiempos que hay en la historia y no rehuimos el compromiso a favor de los que sufren. De las Sagrada Escritura tomamos la fortaleza para asumir nuestro compromiso como discípulos de Cristo en la construcción del Reinado de Paz y Justicia. Dispongámonos para que la Palabra nos cambie el corazón y en este día especial instituido por nuestro Santo Padre Francisco, démosle la Bienvenida a la Palabra de Dios. Por favor pongámonos en Pie. La Biblia es introducida solemnemente por diversos miembros de Parroquia. El grupo avanza lenta y procesionalmente desde la entrada del templo: la Biblia es llevada en alto, teniendo a los lados dos cirios encendidos. Se ubica en el lugar preparado. Mientras tanto se entona el canto ‘Tu Palabra me da Vida’ u otro canto apropiado. Cuando llegue al lugar destinado para


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ella se le entrega al Presidente de la celebración. Él se dirige a la asamblea con estas u otras palabras semejantes:

Celebrante: Padre Bueno, Dios Misericordioso, envíanos tu Espíritu Santo, para que nos ayude a leer y escuchar tu Palabra desde el corazón, atentos al mensaje que nos quieres comunicar. Sabemos que en la Sagradas Escritura resuena la voz de tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia escogiste para comunicarnos tus designios, hasta ese día glorioso en que nos enviaste a Jesús, tu hijo amado y hermano nuestro. Crea en nosotros el silencio para escuchar su voz en la creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Así seremos sus discípulos y misioneros, y podremos testimoniar que Jesús está vivo y presente en medio de nosotros como fuente de amor, de vida y de esperanza para el mundo. Que en nuestra comunidad parroquial de ________________ y en cada corazón resuene siempre tu Palabra. Amén. Luego el Presidente de la celebración ubica la Biblia en el lugar destinado para ella y si es del caso la puede incensar. Todos se sientan y prosigue la Proclamación de las lecturas del día, la homilía y el Credo.

3. LITURGIA DE LA PALABRA Comentario a las lecturas Las lecturas de hoy nos invitan a descubrir en Jesús al Salvador que es luz que brilla en las tinieblas trayendo la unidad, y haciendo que sus seguidores tengan un mismo pensar y sentir. La Palabra de Dios comienza a iluminar desde la Galilea de los gentiles, en las periferias, y llama a sus primeros discípulos. Abramos nuestro corazón para recibir la Palabra que ilumina y llama.


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La Primera Lectura del libro del Profeta Isaías anuncia que brillará en Galilea una gran Luz; y en el Salmo Responsorial se canta que esa Luz –que al mismo tiempo es la salvación– es el Señor. En la Segunda Lectura de la primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo asegura que Cristo no lo envió “a bautizar sino a anunciar el Evangelio”. Y en el texto del Evangelio de Mateo se afirma que con el comienzo de la predicación de Jesús en Galilea se cumplió lo anunciado por Isaías (lo leído en la Primera Lectura) y se hace referencia a la llamada de los primeros discípulos de Jesús, que luego de la ascensión del Señor serán responsables de anunciar la buena noticia haciendo que todos los pueblos sean discípulos, bautizando, y enseñando a cumplir todo lo que su Maestro –con obras y palabras– les había mostrado (cfr. Mt 28,19-20). Pistas para la reflexión Is 8,23b-9,3 ● Los judíos consideraban la “Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, allende al Jordán”, como la tierra de los gentiles. Según 2Re 15,29, desde el rey asirio Tiglatpileser III (734-733 a.C), además de deportaciones, Galilea había sufrido infiltraciones paulatinas de colonos paganos: arameos, itureos, fenicios y griegos. En tiempo de Cristo vivían numerosos de ellos juntamente con los judíos de raza, atraídos por el comercio. ● Esas tribus antes humilladas y castigadas, y esta región de Galilea mezclada de gentiles, junto al sincretismo religioso y merma de las creencias y prácticas de la religión judía, hizo que los judíos de Judea considerasen a los galileos como judíos inferiores y a la Galilea como “Galilea de los paganos”. ● Sin embargo, “el pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz” (v.16). Los que estaban «en tinieblas» estaban recibiendo un gran privilegio: el privilegio de tener allí, entre ellos, al Emmanuel (Is 9,5.6), para realizar su obra mesiánica. Por eso tanto gozo y alegría, expresado incluso con más de una metáfora. Esta es la línea que asumirá Mt: la llegada de Jesús a Galilea tendrá un valor mesiánico. ● El “día de Madián” remite al episodio del tiempo de los Jueces (Jue 7ss) en que Gedeón derrotó a los hostiles madianitas con la sola ayuda de Dios, por lo que se le ofrece una posición de conducción dinástica, pero que él rechaza argumentando que sólo Yahvé es Rey (Jue 8,2223). Es decir, el “día de Madián” apunta a una acción de salvación que podría haber conducido al reinado, pero que no se había dado bajo Gedeón. ¡He aquí la importancia del dato geográfico e histórico!. En la victoria de Gedeón sobre los madianitas, la luz de las antorchas rompió la oscuridad de la noche, provocando la estampida de los enemigos. 1Cor 1,10-14.16-17 ● San Pablo exhorta a los corintios a vivir la unidad y a dejar de lado las divisiones que había entre ellos, según comentarios de la familia de Cloe. El enfrentamiento tenía cuatro referentes: Pablo, Apolo, Cefas, Cristo. Los argumentos con los que Pablo fundamenta el rechazo a dicha división, eran absolutamente cristológicos: en Cristo no puede haber división (cf. 12,13); pero, además, Él fue crucificado por todos y en Su nombre todos fueron bautizados.


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● Para Pablo estas divisiones, además de afectar a la unidad de la comunidad, tocan el núcleo mismo de la fe cristiana. Se trata, por tanto, de un tema muy importante. Da la impresión de que los corintios hacían comparaciones entre los diversos apóstoles desde un punto de vista meramente humano y hacían depender la verdad del evangelio de la elocuencia del predicador. Termina sosteniendo que el anuncio del Evangelio no se puede fundamentar en la lógica humana sino en la lógica de la Cruz. Mt 4,12-23 ▪ El Evangelio de este domingo relata los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y poblados de Galilea. ▪ Jesús cambió su centro de actividades, pasó del Sur al Norte. Se retiró de la zona de Jerusalén (donde el Bautista había sido detenido y encarcelado por Herodes) para dirigirse a Cafarnaúm, ciudad situada al borde del lago de Genesaret, enclavada en la tribu de Neftalí (Jos 19,32ss). ▪ Su misión parte y se concentra en aquella zona “periférica” e “impura” (la distancia de Jerusalén dificultaba los ritos de purificación), despreciada por el “oficialismo” de Judea, es decir, por los judíos más observantes y “puros”, a causa de la presencia en aquella región de muchas y diversas poblaciones extranjeras. Galilea había recibido inmigrantes de casi todas las provincias del Imperio Romano. Como escuchamos, el profeta Isaías la llama «Galilea de las naciones» o «Galilea de los gentiles». ▪ Mateo tiene que "justificar" esta opción de Jesús y lo hace presentándola como cumplimiento de la profecía, es decir, la salvación -en términos de luz y alegría- como voluntad de Dios, no sólo es para Israel sino para todas las naciones. Según Mateo, el motivo del traslado de Nazaret a Cafarnaúm (los otros Evangelios no dan ese detalle) fue el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, que encontramos en el libro del profeta Isaías 9,1-2 y 42,6-7. Se está dando una gran Buena Noticia: la llegada de la salvación a los paganos. ▪ Con mucha probabilidad, alrededor del mar de Galilea imperaba la frivolidad, el bajo nivel moral, pero sobre todo el sincretismo religioso. Los habitantes de esa zona estarían lejos de la verdadera fe y del verdadero “conocimiento” de Yahvé. Sin embargo, la luz irradiada por Jesús brilló sobre estas “oscuras regiones de muerte”, incluso creándoles una gran responsabilidad y desafío: fueron testigos del mayor número de enseñanzas y milagros realizados por Él. Así lo expresa el último versículo de este texto (v.23). Además de sanar todas sus enfermedades y dolencias, Jesús les enseñaba a los judíos en sus sinagogas (centros de estudio y enseñanza de la ley), como también fuera de ellas. Predicaba la buena noticia del reino: el Rey se había acercado... Ahora ellos tenían que aceptarlo y recibirlo. ¡He aquí la gran responsabilidad y desafío! ▪ En Cafarnaúm, Jesús reanudó su mensaje en el mismo punto donde el Bautista lo había dejado. Comenzó a predicar (verbo del que se deriva kerigma): «Conviértanse, porque el Reino de los cielos está cerca» (v.17). La partícula gar (porque) unió para siempre el imperativo metanoeite al indicativo (está cerca). Lo que Jesús exige, según Mateo, es el seguimiento. La cercanía del Reino de los cielos es lo determinante. No es el comportamiento del hombre lo que determina la


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venida del Reino sino que es su cercanía o venida la que exige la respuesta del hombre: es el kerygma el que reclama la adhesión y el seguimiento al Señor por parte de los oyentes. No se trata, pues, de ir nosotros al Reino de Dios, sino de que el Reino viene-venga a nosotros, como se pide en el Padrenuestro (cfr. Mt 6,10). El Reino de los cielos es la presencia y el gobierno del “Emanuel” sobre la tierra, que espera adhesión de fe. Hay que convertirse porque el Rey está entre nosotros. ▪ Inmediatamente a esa exhortación, sigue la creación del discipulado (Mt 4,18-22), como para indicar la esencial dimensión comunitaria del Reino. El Reino de Dios es la comunidad con Dios en la comunidad de los hombres que se han unido a Jesús, por eso la primera acción de Jesús después de anunciarlo es conformar la comunidad de sus discípulos. En esta escena, Jesús sigue siendo la figura dominante. Mostrando libertad de movimiento, elige las “orillas del mar de Galilea” como escenario, para constituir su comunidad, en patente oposición al judaísmo de Judea. Elegir aquellas fronteras implicaba universalidad, pero no menos una gran audacia y escándalo ¡Cómo imaginar que el Mesías comenzara su misión en tierra pagana! ▪ Las riveras del “mar de Galilea – Galilea de los paganos” pasaron a ser como el “lugar espiritual” propio del Mesías. ▪ Nada parece presuponer esta llamada. Todo es pura gratuidad. Así como en este caso, con éste mismo verbo orao, Jesús mira otras muchas realidades y personas ▪ En el contexto socio-cultural actual es fácil entender que a una determinada edad los jóvenes dejen sus familias para ir a trabajar o para formar una nueva familia. Sin embargo, en el contexto de la cultura de Jesús, la escala de valores antropológicos era diferente: toda persona estaba ligada por lazos de sangre a una familia tribal. A la cabeza del grupo estaba el pater-familia (él era la figura, el mandato, el maestro) y el varón que contraía matrimonio simplemente se construía su casa junto a la del padre y a la de los demás hermanos. Tanto, que todos los trabajos, ingresos y egresos eran compartidos en el seno de la sociedad familiar. Así, por ejemplo, el horno del pan era para uso común de la gran familia. No tenían necesidad de adquirir bienes estrictamente personales como en nuestra sociedad. En una cultura tan tradicionalista y con valores familiares tan arraigados, Jesús invita a dos hermanos a dejar lo impensable: la familia. Estamos frente a un llamado “contra-cultura”. Dejar la familia, no sólo era separarse de ella, sino privarse del medio de subsistencia. Era casi imposible que una persona pudiera subsistir por sí misma fuera del núcleo familiar (cfr. Lc 15,11-31: el hijo pródigo). Jesús pide desprendimiento porque el discípulo debe confiar y sostenerse en Él: Él quería ser tan vital, como el sustento cotidiano y los lazos familiares. ▪ Este encuentro de Cristo con Simón-Pedro y Andrés tiene lugar cuando éstos estaban “arrojando la red al mar”. Jesús ve a dos hombres que realizan su trabajo con pequeñas redes, muy probablemente cerca de la orilla y en aguas poco profundas. No se sabe si tenían barca, ni relación de dependencia, ni empleados a cargo. El hecho de que sean pescadores supone que se hallaban sometidos al monopolio económico imperial. La pesca era una fuente de ingresos del imperio. ▪ ¡Eran gente pobre! Una parte de la población pobre vivía de la pesca en el mar de Galilea, trabajo considerado de segunda o de tercera categoría. Aunque los pescadores tenían algunos


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recursos económicos, su posición social era baja. En la escala de ocupaciones trazada por Cicerón (De off. I, 150-51), los propietarios de tierras cultivadas aparecen primero, y los pescadores en último lugar. Bajo el poder romano, los personajes mencionados se encuentran en un nivel inferior desde el punto de vista social y en una situación precaria desde el punto de vista económico. Ser pescador significa, además, trabajar continuamente: de noche se pesca y de día se limpia las redes. Precisamente, el “imperio de Dios” se manifiesta primero entre gente vulnerable. Jesús llamó a sus primeros discípulos entre ese grupo de personas. ▪ Jesús llama a dos pescadores que están en el mar con una expresión que suena a una orden: “vengan detrás mío”. La expresión es un hebraísmo que bien puede traducirse con “síganme” (cfr. Dt 6,14; 11,28; 1Re 7,2) y era el modo rabínico que expresaba el discipulado. Simón -como los otros discípulos- escuchará de nuevo esta llamada, después del primer anuncio de la Pasión, ante el peligro de abandonar el seguimiento (Mt 16,24-25). Para estos hombres, seguimiento significa unión personal con Jesús, participar de su vida. ▪ Con gran autoridad, Jesús toma la iniciativa. El seguidor no se presenta por propia decisión, ni son ellos los que piden poder participar en su obra. Tampoco se llega al discipulado por nacimiento, riqueza, sexo o preparación. Son su mirada selectiva y sus palabras las que hacen disponible el reinado de Dios y crean para los seguidores una comunidad alternativa y un modo de vida nuevo, cuyo centro, valores y estructura difieren totalmente a los del Imperio que ellos conocían. También los alumnos judíos se unían al Rabbí. Sin embargo, los discípulos de Jesús son convocados por el Maestro con plena y propia autoridad (a diferencia de los judíos que ellos elegían a sus maestros). Jesús no justifica su llamado recurriendo a un encargo de Dios; hace discípulos basándose en su autoridad personal. Y el discípulo no aprendía junto a Él la Torá (como el alumno del Letrado). Era llamado a conocer su Persona, su estilo de vida, su doctrina. ▪ Más adelante, la imagen de la pesca será relacionada con la idea del juicio final y el ingreso al Reino (cfr. Mt 13,47-50). Ahora, en cambio, adquiere una nueva perspectiva: la de la actividad misionera. Aparentemente, estos hombres aguerridos poco tienen que ver con el estilo manso y pacífico de Jesús. Deberán resistir a los abusos de los imperios y gobernantes mientras, al mismo tiempo, ingeniárselas para incluir en el proyecto de Jesús nuevos seguidores. La pesca no dependerá de la pericia y experiencia que los pescadores tengan en el Lago, sino de la Palabra del Señor, como gráficamente lo demuestra la escena de la pesca milagrosa (Lc 5,4-7; Jn 21,4-6). Jesús no los toma como trabajadores asalariados y con vacaciones aseguradas. Él simplemente los mira y los llama. Quizás ni Pedro ni Andrés entendieron esta “nueva” vocación, pero lo cierto es que, confiando, lo siguieron. Mirar la tarea: cuando trabajar es la condición ▪ “Inmediatamente” sugiere el desprendimiento y la generosidad en el seguimiento. Es la respuesta al llamado de Jesús: los hombres dejaron “al instante” su ocupación habitual para ir detrás del Señor. El abandono de las redes, sin arrastrarlas a tierra, muestran la obediencia radical de ambos. Así surgió y debe surgir siempre toda comunidad. ▪ Notemos que no dice “se fueron con Él”, o “se asociaron a Él” sino de una forma más significativa: “lo siguieron”. Esta fórmula no dice que lo acompañaron, ni que formaron una especie de grupo de viajeros o una peña de estudiantes dispuestos a servir al Maestro. El verbo akolouthéo, que tan a menudo Mateo lo aplica al discipulado, asimismo en varias oportunidades lo utiliza para referirse al seguimiento de la “muchedumbre” (cfr. Mt 4,25; 8,1; 12,15; 19,2; 20,29). La indicación hermenéutica es clara:


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el seguimiento de los discípulos no se distingue del seguimiento del pueblo igualmente “adicto” a Jesús. A la luz del seguimiento, el pueblo y los Doce forman una unidad. He aquí una importante y primera alusión a la estructura de la comunidad mateana: no hay un grupo especial de seguidores ni una estructura ministerial constitutiva. En el seguimiento, Jesús va adelante y todos ellos detrás. Él es el primero, los demás deben seguir sus huellas. ▪ En el segundo llamado -a Santiago y a Juan- la exigencia del seguimiento se radicaliza. ▪ Primero se menciona el desprendimiento de la barca, su principal instrumento de trabajo. Este desprendimiento “material” se hace característico en los relatos de vocación. Pensemos, por ejemplo, al publicano Mateo que abandona su mesa de cobranzas (Mt 9,9), o al mendigo ciego Bartimeo que “arrojando su manto”, su única posesión, “dio un salto y fue donde Jesús” (Mc 10,46-52). Como primera instancia, todos (Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Leví, Bartimeo) tienen en común el haber dejado sus “instrumentos” de trabajo. ▪ Además del abandono “instantáneo” de la barca, notemos la relevancia que tiene el abandono del padre carnal por obedecer al Padre celestial. Tema bastante frecuente en Mateo (cfr. Mt 8,21; 10,37; 23,9). Esta obediencia radical que implica la ruptura con la familia, en Mateo se exige a todos los miembros de la comunidad. El compromiso con el Señor tiene prioridad sobre los demás, pero ello no supone la ruptura de todos los lazos. Una incondicional adhesión a Jesús no es impedimento para continuar participando en las estructuras socio-económicas ni familiares (cfr. Mt 8,14-15; 15,1-9; 20,20). ▪ En definitiva, el camino del discipulado comienza con un encuentro personal con Jesús que llama a seguirlo. La iniciativa es toda de Jesús quien irrumpe en la vida del hombre en su situación cotidiana, con su trabajo y sus vínculos familiares. La llamada implica una opción radical: dejarlo todo y seguirlo. La exigencia y su respuesta son afectiva y efectiva: se van detrás de Jesús dejándolo todo, subordinándolo todo a Él y a la misión por Él encomendada. Conclusión Las lecturas que nos ofrece la Iglesia en este tercer domingo ordinario, en el que se instituye la celebración anual del domingo de la Palabra de Dios, nos ponen delante del significado, impacto y frutos que ella tiene en la vida del creyente. En primer lugar, la luz evocada en Isaías y retomada en los primeros versos del evangelio, dan cuenta de una imagen muy provocadora de la Palabra de Dios: ella viene a iluminar: generando claridad y orientación segura. Y a la vez, permite sofocar las tinieblas. Aquí se abre toda una gama de posibilidades de aplicación a la vida personal, familiar, social y eclesial, tanto de la luz como de las tinieblas. En segundo lugar, el contenido de la Palabra es la buena noticia de la cercanía, de la presencia del Reino de Dios, anunciada y encarnada en Jesús. La Palabra de Dios expresa lo que Dios mismo viene a ofrecer a los seres humanos: salvación, vida plena, felicidad. Para los cristianos, la Palabra no es un libro es la misma persona de Jesucristo, que se hace camino, verdad y vida. De ahí que, el evangelio de hoy, muestre que, como consecuencia del anuncio de Jesús, viene el seguimiento, el llamado a personas concretas, que se adhieren a la persona de Jesús y forman comunidad de vida con él.


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Finalmente, haciĂŠndole eco a la segunda lectura, la Palabra que proclama buenas noticias, acogida en el seguimiento comunitario, como luz que disipa y enfrenta todo tipo de tinieblas, se opone a cualquier tipo de divisiĂłn en la comunidad cristiana. No significa que no pueda haber conflictos, sino que la manera de resolverlos no admite la divisiĂłn y la fractura de la unidad


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4. ORACIÓN DE LOS FIELES Celebrante: Señor, tu eres el Dios que nos habla, pero también el Dios que nos escucha; eres Padre que nos ama y Dios atento a nuestras necesidades, ante tu presencia colocamos ahora nuestras suplicas confiados que tu vendrás en nuestra ayuda. A cada una de las peticiones contestamos: Cristo Palabra viva, escúchanos Diacono o Lector: •

Para que tu Palabra, que nos enseña y difunde las maravillas de tu reinado: amor, paz y justicia sea proclamada sin miedo por los ministros de nuestra Iglesia, guiados con la ayuda del Espíritu Santo, Roguemos al Señor. R/

Para que tu Palabra, viva y eficaz, llegue al corazón de nuestros gobernantes, los transforme y los haga comprometerse en la búsqueda sincera de la paz, la justicia y los lleve a adelantar acciones que promuevan la dignidad humana de cada uno de tus hijos. Roguemos al Señor. R/

Para que tu Palabra, Pan de vida, que instruye y corrige sea alimento permanente en nuestras familias. Roguemos al Señor. R/

Para que tu Palabra que conforta, sana y libera sea fortaleza para nuestros hermanos que sufren por causa de la enfermedad, la discriminación, el rechazo, la violencia y la injusticia. Roguemos al Señor. R/

Para que tu Palabra que es luz para nuestros pasos, ilumine al pueblo de Dios que peregrina en la Arquidiócesis de Cali, y nos ayude a reconocer, que tú caminas con tu pueblo y lo fortaleces para realizar su misión. Roguemos al Señor. R/ • Para que tu Palabra que convoca y anima permita que todos los aquí presentes por medio de su escucha atenta y la participación en los Sacramentos, podamos dar abundantes frutos de fraternidad, alegría y solidaridad. Roguemos al Señor. R/ Celebrante: Escucha, Padre bueno, las oraciones de estos tus hijos hoy convocados alrededor de tu Palabra y permite que la fe que depositamos en ti y la esperanza que nos anima nos permita vivir en el amor que tu Palabra nos enseña y trabajemos para establecer tu reinado en medio de nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor.


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La celebración continúa como de costumbre. Después de la comunión, el Presidente de la asamblea puede usar esta Oración como Oración Post-comunión:

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ORACION POST COMUNION

Celebrante: Dios leal, mira con bondad a los miembros de esta Comunidad Parroquial de __________ quienes hoy se han reunidos en tu nombre, deseosos de acercarse a ti, escuchando tu voz en la Sagrada Escritura. Queremos ser discípulos y discípulas, caminar junto a Jesús, a quien acabamos de recibir como Pan de Vida. Tu Palabra es la fuente viva, acércanos a ella. danos el gusto de leerla y orarte con ella. Señor, queremos que esta Parroquia sea un templo vivo donde resuene tu Palabra para aprender a conocerte, y así lograr que en el corazón de cada uno de nosotros tu Palabra germine, para que la llevamos a la vida y la expresemos en el amor que nos tenemos y en la donación del uno al otro. Por Jesucristo Nuestro Señor. Todos: Amen 6.

BENDICIÓN FINAL

El Celebrante toma la Biblia y levantándola, dice: Dios, Padre bondadoso, fuente de la verdadera sabiduría, bendiga nuestra Comunidad Parroquial, y nos siga alimentando con la Palabra que sale de su boca. Todos: Amen Que el Evangelio de Jesús, nuestro Señor, resuene siempre en esta Parroquia, irradiando luz y esperanza para todos. Todos: Amen Que el Espíritu Santo, Maestro y Amigo interior, nos enseñe a leer y orar la Palabra que palpita en las Escrituras Santas. Todos: Amen Y que la bendición de Dios Todopoderoso †Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda y permanezca en cada uno de ustedes. Todos: Amén

Iluminados por la Palabra de Dios vayamos en Paz


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B.

Rito de Entronización de la Biblia en el Hogar

Entronizar la Palabra de Dios es una confesión de fe por parte de la comunidad de los creyentes. Con este gesto, reconocemos la presencia misma de Dios en su Palabra, y la hacemos centro de nuestra vida. Al darle la Bienvenida en nuestra familia, colocamos nuestro hogar alrededor de la Palabra, escuchándola y acogiéndola como Palabra de Vida, crecemos en nuestro camino de seguimiento del Señor y en nuestra dedicación por establecer el Reinado de Dios en nuestras vidas, en las vidas de todos nuestros seres queridos, en nuestros hogares convirtiéndolos así en verdaderas Iglesias domésticas. AMBIENTACIÓN DEL HOGAR -

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Separar un lugar apropiado donde ubicar la Biblia en su Hogar, preferiblemente un lugar que invite a la reflexión y al silencio. Preparar un altar donde se colocará la Biblia, puede ser una mesa o un atril decorado con un mantel. Encender un cirio o veladoras Colocar flores y/o símbolos religiosos como una imagen de Jesús, de María, una Cruz, etc. La familia se reúne en el lugar escogido para Entronizar la Biblia o se puede empezar en la entrada de su casa, llevándola en procesión hasta el lugar donde se tiene el altar para la Biblia. Quien lleva la Biblia la abre en el pasaje que se leerá para la meditación (Evangelio de San Marcos capítulo 4 versículos del 1 al 9, y luego del verso 13 al 20)

ACOGIDA: Una vez reunidos todos como familia el líder, preferiblemente uno de los padres de familia acoge a todos con estas u otras palabras similares: Líder 1: (Preferiblemente uno de los padres de familia) Empecemos esta celebración en familia En el † Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Todos: Amen. Líder 1: Queridos hijos (esposa/compañera, hermanos, amigos, etc.) Nuestra familia se ha reunido alrededor de la Palabra de Dios, porque queremos que sea la luz que nos ilumine. Así como el pueblo de Israel, nosotros también somos peregrinos y peregrinas, seguidores del Señor que sigue hablándonos en las Escrituras. Hoy vamos a entronizar la Biblia en nuestro hogar: así manifestamos que la Palabra del Señor será la brújula y el timón para nuestra familia; será la maestra que nos instruya en los caminos del Señor, la sabiduría que


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nos permita estar firmes como familia y la esperanza que nos aliente en los momentos de dificultad. Preparemos un corazón sencillo y abierto, atento al mensaje del Señor. ENTRONIZACIÓN DE LA BIBLIA La Biblia es introducida solemnemente por algún miembro, llevándola en alto, pueden acompañar 2 personas más con velas. Al llegar al altar donde será colocada, quien la lleva la abre en el Evangelio de San Marcos 4,1-9.13-20; va pasándola de mano en mano. Cada uno la recibe con veneración y le da un beso y luego es puesta en el Altar ORACIÓN (Después de colocar la Biblia en el lugar destinado) Líder 1: Padre de todos nosotros, envíanos tu Espíritu Santo, para que nos ayude a leer y comprender Tu Palabra desde el corazón. Sabemos que en la Sagrada Escritura resuena la voz de Jesús, tu Hijo Amado, Hermano y liberador nuestro. Crea en nosotros el silencio para escuchar su voz: para que también nosotros seamos sus discípulos en y desde nuestro propio hogar, para que podamos testimoniar a los demás que Jesús está vivo y presente en medio de nosotros como fuente de amor, de unidad, de esperanza y de paz. Que en esta familia resuene siempre tu Palabra. Todos: Amén. MONICIÓN AL EVANGELIO: Líder 1: El mismo Jesús nos explica qué hace la Palabra en nuestra vida. La parábola del sembrador nos presenta al mismo Dios que siembra su Palabra en el corazón de cada persona. De cada uno depende el fruto que la palabra produzca. Después de estas palabras el líder le pasa la Biblia a uno de los miembros de la familia para que sea el Lector que proclame el Evangelio en la parábola de la semilla de San Marcos 4,1-9 a toda la familia. Lector: -Proclamación del santo evangelio según san Marcos -lee el pasaje de Marcos 4,1-9.13-20 -Al terminar la lectura el lector dice: Palabra de Dios Todos: Gloria a Ti Señor Jesús. REFLEXIÓN: Líder 2. (Puede ser el otro padre de familia)


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El Líder 2 lee la siguiente reflexión: Hemos leído la llamada parábola del sembrador, y la misma explicación que Jesús da. En este texto encontramos: - Primero, un sembrador: El sembrador es el mismo Dios Padre, que sembró en la tierra humana la mejor de las semillas: su Hijo Jesús, convertido en el Verbo, en su Palabra. Jesús fue enviado a sembrar el Reino, la salvación, con su generosa y paciente entrega. Como lo hizo hace 2.000 años, hoy Jesús sigue dándonos a conocer los designios de su Padre Bondadoso para nosotros. - Segundo, unas semillas: Las semillas del verbo han sido sembradas en la conciencia de cada persona, de cada pueblo, de cada cultura y aquí en nuestro propio hogar para que vayan germinando en frutos de buenas obras. Es la acción de Dios y de la colaboración del hombre. En la parábola hay una semilla sembrada en el amplio camino de la historia humana, parece perdida. Es la imagen de Jesús, enterrado en la oscuridad de la muerte y de la tumba, el Jesús que es rechazado por tantos hoy. Pero también hay otra semilla que cae en tierra buena, es Jesús resucitado que emerge de las entrañas de la tierra, de lo más hondo de la condición humana y que lleva a muchos a entregarse al servicio de Dios en el servicio a los demás empezando con simples actos de bondad hechos con gran amor, empezando en nuestro propio hogar e irradiando a todos aquellos que se relacionan con nosotros. - Tercero, varios tipos de terreno donde cae la semilla: al borde del camino, en terreno pedregoso, entre espinas y en tierra buena. Tres de los terrenos no dieron fruto solamente el cuarto lo logró. La acción de Dios resplandece, pero está limitada a las condiciones del terreno, de la libertad humana. La Palabra debe ser acogida en buena tierra para producir fruto. Pero la tierra está condicionada a la apertura del terreno, a su bondad o a su maldad. Nada puede Dios ante un corazón endurecido. Mientras sea el tiempo de la cosecha, Dios sigue sembrando generosamente. Pidámosle al Señor que cada uno de nosotros y nuestro Hogar sea tierra fértil donde su Palabra produzca todo tipo de frutos que nos permitan a nosotros y a todos los que compartan con nosotros disfrutar las bendiciones del Dios que quiere sembrar todo tipo de cosas buenas en nuestras vidas. Se guarda un momento de silencio para la reflexión personal. Líder 1: Pidamos a Dios, que su Palabra que hemos entronizado en nuestro hogar, sea semilla que dé muchos frutos en nosotros y nuestros hermanos. Y digamos: “Señor a quién iremos, sólo Tú tienes palabras de vida eterna”. A continuación los otros miembros de la familia dicen las siguientes oraciones uno a uno. Lector 1: Para que la Palabra de Dios sea el “Pan de cada día” que nos alimenta como familia en el camino de la fe, la esperanza y del amor,.. Roguemos al Señor.


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Todos: “Señor a quién iremos, sólo Tú tienes palabras de vida eterna”. Lector 2: Para que la Biblia no sea sólo adorno en esta casa, sino luz, maestra de vida, a la que escuchemos con frecuencia... Roguemos al Señor Todos: “Señor a quién iremos, sólo Tú tienes palabras de vida eterna”. Lector 1: Para que el Señor bendiga nuestro hogar con el amor y el perdón de cada día. Que en eso se note que somos una familia de discípulos misioneros de Jesús… Roguemos al Señor. Todos: “Señor a quién iremos, sólo Tú tienes palabras de vida eterna”. Lector 2: Por las familias que están perdiendo la fe, que están desunidas, que ya no se quieren, para que el Señor los aliente y les ayude a encontrar los caminos del diálogo y el amor. Roguemos al Señor. § Pidamos en silencio unos por otros… Roguemos al Señor. Todos: “Señor a quién iremos, sólo Tú tienes palabras de vida eterna”. Líder 2: Invita a todos a tomarse de la mano y a orar juntos el Padre Nuestro Vamos a unir estas oraciones y las que guardamos en nuestros corazones a la Oración que Jesús nos enseno diciendo: Padre Nuestro que estas en el Cielo….. ORACION FINAL: Líder 1: Vamos a orar Juntos: Todos dicen la oración juntos Señor, Padre de Jesús y Padre Nuestro, mira con bondad esta familia reunida en tu nombre, deseamos acercarnos a ti, escuchando tu voz en la Biblia. Enséñanos, Padre, con tu Palabra. Queremos ser discípulos, caminar junto a Jesús, aprender a vivir como verdaderos hijos tuyos. Danos fuerza, Señor y anima nuestro caminar.


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Tu Palabra es la fuente de vida, acércanos a ella. Danos el gusto de leerla y orarte con ella. Señor, queremos que nuestra familia sea un templo donde resuene tu Palabra, y nuestros corazones sean el lugar donde ella germine, porque la llevamos a la vida y la expresamos en el amor que nos tenemos y que donamos a todos. Amén.

Líder 1: Que el Dios que estableció este Hogar en su amor, nos Bendiga a cada uno de nosotros y a nuestra familia †en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo Amen. Se termina con un abrazo de paz.


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