Cartilla Jornada Arquidiocesana del Pobre

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PRIMERA JORNADA ARQUIDIOCESANA DEL POBRE

“No amemos de palabra sino de obras” Noviembre 2017

Curia Arzobispal Carrera 4 No. 7 - 17, Cali - Colombia 889 0562 ext. 1082 pastoral@arquicali.org



ÍNDICE “Vivir a lo pobre” y “luchar con los pobres”........................

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Introducción................................................................................

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Concepto......................................................................................

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Objetivos...................................................................................... 11 Formación.................................................................................... 12 Instructivo................................................................................... 13 Temas de formación............................................................. 14 Oración al Cristo negro de Bojayá.......................................... 15 Tema 1 Tocar la carne de Cristo.......................................................... 16 Oremos.................................................................................... Escuchemos la palabra de Dios.......................................... Dialoguemos.......................................................................... Profundicemos....................................................................... Celebremos............................................................................. Comprometámonos..............................................................

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Tema 2 Callejear la fe.............................................................................

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Oremos.................................................................................... Escuchemos............................................................................ Dialoguemos.......................................................................... Profundicemos....................................................................... Celebremos............................................................................. Comprometámonos..............................................................

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ÍNDICE Tema 3 Buscar la justicia compromiso de todos............................

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Oración.................................................................................... Escuchemos la palabra de Dios.......................................... Dialoguemos.......................................................................... Profundicemos....................................................................... Celebremos............................................................................. Compromiso...........................................................................

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Tema 4 La austeridad: Expresión de la generosidad y el desprendimiento....................................................................... 33 Oremos.................................................................................... Escuchemos............................................................................ Dialoguemos.......................................................................... Profundicemos....................................................................... Celebremos............................................................................. Comprometámonos..............................................................

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Tema 5 Hacernos prójimos, involucrarse, mantenernos en la obra............................................................................................... 37 Oremos.................................................................................... Escuchemos............................................................................ Profundicemos....................................................................... Dialoguemos.......................................................................... Comprometámonos..............................................................

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Acción........................................................................................... 44 Mensaje del Papa para la Jornada del Pobre........................

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Oración Benditas las manos..................................................... 54


“VIVIR A LO POBRE” Y “LUCHAR CON LOS POBRES” El Papa Francisco nos convocará cada año, desde este 2017, a reflexionar y a actuar frente a la pobreza. Para ello estableció que el penúltimo Domingo del año Litúrgico, el anterior a la solemnidad de “Jesucristo Rey del Universo”, lo vivamos como “Jornada Mundial de los Pobres”. Será la primera, la que introduzca a la Iglesia y a la sociedad mundial en esta tradición y compromiso, el domingo 19 de noviembre. Cada año, el Santo Padre dará un mensaje que, para iniciar, lo tituló: “No amemos de palabra sino con obras”, según el llamado del Nuevo Testamento, en la 1ª carta de Juan (3,18). La pobreza es un pecado de injusticia y de ambición que hace víctimas a millones de seres humanos en la tierra. Como tal, gran parte de la población mundial y de nuestro país hace parte de los pobres, excluidos del promedio del bienestar. Hacia estas realidades y estas personas atrae la atención el Papa Francisco, para alentar la lucha colectiva en cada Nación contra la miseria, las desigualdades y la administración de los recursos y de las riquezas que producimos. Pero también es necesario cultivar, con la Persona de Jesús, el valor y la virtud de quienes tienen “espíritu de pobres” en su manera de ser y de buscar, no tanto tener más, sino necesitar menos. Los tiempos actuales, tan exigentes de una cultura del encuentro, de la solidaridad y del cuidado colectivo de la “casa común”, nos exigen a los creyentes y a todo hombre y mujer del planeta, corregir rum-


bos y unir esfuerzos para que la vida y la dignidad de todo ser humano tengan lugar y horizonte de futuro en nuestros pueblos. Ofrezco el texto de esta cartilla sobre el mensaje del santo Padre para leerlo, compartirlo y vincularnos a esta primera jornada, desde nuestros grupos, comunidades y talleres parroquiales. † Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali


PRIMERA JORNADA ARQUIDIOCESANA DEL POBRE

INTRODUCCIÓN El Papa Francisco ha instituido la Jornada Mundial del Pobre a realizarse el penúltimo domingo del Tiempo Ordinario, en esta ocasión el 19 de noviembre. En ella se invita a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad a mantener la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el Padre Creador. Esta Jornada Mundial es un llamado que el Papa Francisco nos hace para comprender que los pobres «no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio» y para comprometernos como Iglesia a organizar diversos momentos de encuentro y amistad, de solidaridad y ayuda concreta con los más necesitados en cada una de las iglesias diocesanas y parroquiales, incluidos los diversos grupos y movimientos de caridad. La I Jornada Mundial de los Pobres será una jornada en la que toda la comunidad cristiana deberá ser capaz de reconocer la pobreza anunciada y vivida por Jesús como una buena noticia que nos ayuda a fijar la mirada en lo esencial y abrirnos con generosidad hacia aquellos rostros en los que podemos contemplar al mismo Cristo. Por ello también es la ocasión para tender la mano a los pobres, a los débiles, a los hombres y a las mujeres cuya dignidad con frecuencia resulta pisoteada. Siguiendo esta iniciativa del Santo Padre, la Arquidiócesis de Cali ha dispuesto preparar esta Jornada durante las 5 semanas previas al XXXIII domingo del Tiempo Ordinario, antes de Cristo Rey. 8


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Proponemos vivir esta jornada desde la lógica de la formación, celebración y acción. Para la dimensión formativa que permita la preparación de las comunidades presentamos 5 talleres para las 5 semanas precedentes a la fecha de la jornada, que invitamos a desarrollar en las parroquias, pequeñas comunidades y movimientos apostólicos que componen la Arquidiócesis. En la dimensión celebrativa se invita a escoger una de las misas dominicales del XXXIII domingo del Tiempo Ordinario para que la comunidad se congregue en la Asamblea Eucarística para orar con aquellos rostros sufrientes que se identifican en la realidad parroquial. Para la acción, se invita a realizar un gesto concreto con los pobres de la parroquia. A nivel arquidiocesano, se tendrán tres momentos de encuentro: uno con las obras sociales de la Arquidiócesis de Cali, otro con la sociedad civil y por último un encuentro con los migrantes, especialmente con quienes han llegado de Venezuela.

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CONCEPTO1 No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida. En efecto, la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Y esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque se toca con la mano la carne de Cristo. Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. Son siempre actuales las palabras del santo Obispo Crisóstomo: «Si queréis honrar el cuerpo de Cristo, no lo despreciéis cuando está desnudo; no honréis al Cristo eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidáis a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez» (Hom. in Matthaeum, 50,3: PG 58). Estamos llamados, por lo tanto, a tender la mano a los 1 Tomado del mensaje del Papa Francisco para la Jornada del Pobre 10


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pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma. No olvidemos que para los discípulos de Cristo, la pobreza es ante todo vocación para seguir a Jesús pobre. Es un caminar detrás de él y con él, un camino que lleva a la felicidad del reino de los cielos (cf. Mt 5,3; Lc 6,20).

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OBJETIVOS 1. Presentar la pobreza evangélica como una nueva noticia que, desde Jesucristo se convierte en inspiración con miras a un estilo de vida fundado en lo esencial y abierto hacia la caridad para con los más necesitados. 2. Sensibilizar y animar la acción solidaria de creyentes y no creyentes para con los pobres del territorio de la Iglesia particular de Cali. 3. Implementar una estrategia formativa para hacer consciencia sobre la cultura del descarte, del derroche y sus afectaciones. 4. Posibilitar dos encuentros Arquidiocesanos de amistad, de solidaridad y de acción concreta con los más pobres y con quienes sufren. 5. Propiciar un acto celebrativo central que anime el encuentro con Jesús a través de la cercanía y compromiso con los más necesitados.

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FORMACIÓN La Formación se inicia el 15 de octubre y termina el 18 de noviembre. Cada semana se trabajará un tema específico de la siguiente manera: TEMAS POR SEMANA 1. Del 15 al 21 de octubre: TOCAR LA CARNE DE CRISTO. 2. Del 22 al 28 de octubre: CALLEJEAR LA FE. 3. Del 29 de octubre al 4 de noviembre: BUSCAR LA JUSTICIA, COMPROMISO DE TODOS. 4. Del 5 al 11 de noviembre: LA AUSTERIDAD. 5. Del 12 al 18 de noviembre: HACERNOS PRÓJIMOS, INVOLUCRARSE, MANTENERNOS EN LA OBRA.

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INSTRUCTIVO METODOLOGÍA Estos talleres están elaborados para ser desarrollados por personas y comunidades de cualquier edad, con una metodología participativa, abierta al diálogo. Se parte de la oración y de una lectura bíblica, se realiza una reflexión personal y comunitaria, para llegar a un compromiso con los pobres. Contenido de los talleres: 1. OREMOS (oración introductoria) 2. ESCUCHEMOS (Un texto bíblico) 3. DIALOGUEMOS (Unas preguntas que recojan lo que el texto bíblico nos dice y nos dispongan a recibir el mensaje del día, inspirado en el mensaje del Papa Francisco para la jornada) 4. PROFUNDICEMOS (Propiamente la lectura de la reflexión preparada para el día e inspirada en el mensaje del Papa Francisco). 5. CELEBREMOS (Acción significativa que plantee a manera de celebración la idea fuerza, lo central del mensaje del día). 6. COMPROMETÁMONOS (Compromiso concreto que surja de la temática del día).

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TEMAS DE FORMACIÓN • TEMA 1: TOCAR LA CARNE DE CRISTO. • TEMA 2: CALLEJEAR LA FE. • TEMA 3: BUSCAR LA JUSTICIA, COMPROMISO DE TODOS. • TEMA 4: LA AUSTERIDAD. • TEMA 5: HACERNOS PRÓJIMOS, INVOLUCRARSE, MANTENERNOS EN LA OBRA.

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ORACIÓN AL CRISTO NEGRO DE BOJAYÁ

“Oh Cristo negro de Bojayá, que nos recuerdas tu pasión y muerte; junto con tus brazos y pies, te han arrancado a tus hijos, que buscaron refugio en ti. Oh Cristo negro de Bojayá, que nos miras con ternura, y en tu rostro hay serenidad; palpita también tu corazón para acogernos en tu amor. Oh Cristo negro de Bojayá, haz que nos comprometamos a restaurar tu cuerpo. Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado; tus brazos para abrazar al que ha perdido su dignidad; tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad. Haz que seamos testigos de tu amor y de tu infinita misericordia”. 16


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TEMA 1 TOCAR LA CARNE DE CRISTO OREMOS En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Dispongámonos a este encuentro con la oración que pronunció el Papa Francisco ante el Cristo negro de Bojayá durante el encuentro de reconciliación en Villavicencio: Oh Cristo negro de Bojayá, que nos recuerdas tu Pasión y muerte; junto con tus brazos y pies te han arrancado a tus hijos que buscaron refugio en ti. Oh Cristo negro de Bojayá, que nos miras con ternura y en tu rostro hay serenidad; palpita también tu corazón para acogernos con tu amor. Oh Cristo negro de Bojayá, haz que nos comprometamos a restaurar tu cuerpo. Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado; tus brazos para abrazar al que ha perdido su dignidad; tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad. 17


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Haz que seamos testigos de tu amor y de tu infinita misericordia. Amén. ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS Del evangelio según san Mateo (25, 34-40) Entonces dirá el Rey a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y mi dieron de beber; era forastero, y me acogieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y acudieron a mí”. Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti? Y el Rey les dirá: “En verdad les digo que cuando hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”. Palabra del Señor Gloria a Ti, Señor Jesús. DIALOGUEMOS Una vez escuchada la Palabra de Dios, con estas y otras preguntas, suscitar la participación de los asistentes, como camino para acoger luego el mensaje del Santo Padre Francisco en este primer día. ¿Cómo podemos asumir de manera concreta la pobreza evangélica que Jesús nos enseña? 18


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¿Por qué el Papa nos invita a “tocar la carne de Cristo en el cuerpo llagado de los pobres? ¿Qué podemos aprender de los pobres al mirarlos a los ojos y encontrarnos con ellos? PROFUNDICEMOS «Bienaventurados los pobres, porque suyo es el Reino de Dios» (Lucas 6,20) Aunque en lo primero que se piensa cuando se habla de la pobreza es de una condición social marginada y privada de toda clase de beneficios materiales, lo cierto es que para los cristianos la pobreza tiene dos caras. Una de ellas ciertamente tiene que ver con la carencia forzosa de aquello que garantiza una vida digna. Pero antes de ello, la pobreza es proclamada por Jesús como un valor que está en el centro de sus enseñanzas. Sobre este particular, el Papa Francisco afirma en su mensaje para la I Jornada mundial de los pobres que «la pobreza es ante todo vocación para seguir a Jesús pobre. Es un caminar detrás de él y con él, un camino que lleva a la felicidad del reino de los cielos (cf. Mt 5,3; Lc 6,20). La pobreza significa un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de omnipotencia, que nos engaña haciendo que nos creamos inmortales. La pobreza es una actitud del corazón que nos impide considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y condición para la felicidad» (Francisco, Mensaje para la I Jornada mundial de los pobres, n. 4). Así, la pobreza evangélica es un estilo de vida que se centra en una confianza y apertura incondicional a Dios y a Su Reino, estilo que impacta las ideas, las acciones y las 19


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relaciones del ser humano con Dios, consigo mismo, con sus semejantes y con la entera creación. Quien asume la pobreza evangélica hace suya la esencia del ser cristiano: sólo Dios es necesario y todo lo que podamos llegar a poseer es pura gracia Suya. «La pobreza, así entendida, es la medida que permite valorar el uso adecuado de los bienes materiales, y también vivir los vínculos y los afectos de modo generoso y desprendido» (Ibíd., n. 4). Es a partir de esa convicción que la pobreza evangélica nos hace abrir los ojos para descubrir que un corazón poseído por el egoísmo, las ambiciones y la “mundanidad”, es la causa de las grandes carencias que viven tantos semejantes. Y descubriendo esto, quien hace vida la pobreza evangélica, se abre también para comprometerse a llegar a aquellas formas de pobreza deshumanizadora con acciones concretas para una eficaz transformación. La asistencia a los pobres es «…uno de los primeros signos con los que la comunidad cristiana se presentó en la escena del mundo: el servicio a los más pobres […] la vida de los discípulos de Jesús se tenía que manifestar en una fraternidad y solidaridad que correspondiese a la enseñanza principal del Maestro, que proclamó a los pobres como bienaventurados y herederos del Reino de los cielos (Mt 5,3)» (Ibid., n. 2). Pero el movimiento desde la pobreza evangélica hacia aquellos que viven una pobreza impuesta por la injusticia y el egoísmo de los demás, no es simplemente un acto de asistencia. Aquí hay algo mucho más profundo. El Papa Francisco nos pide “mirar los pobres a los ojos” y tener un auténtico encuentro con ellos, aprender de ellos. Incluso, yendo más al fondo aun, el Papa Francisco llega a afirmar que en la caridad vivida y ejercida “se toca con la mano la carne de Cristo”. 20


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El Santo Padre concluye: «Si… queremos encontrar a Cristo… toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres… El cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles […] Estamos llamados… a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de la soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma» (Ibid., n. 3). CELEBREMOS Haciendo un círculo en el cual todos se abrazan, se puede entonar el siguiente canto: Cristo te necesita para amar, para amar, Cristo te necesita para amar (Bis). No te importen las razas ni el color de la piel, ama a todos como hermanos y haz el bien. Al que sufre y al triste dale amor, dale amor; al humilde y al pobre dale amor. Al que vive a tu lado dale amor, dale amor; y al que viene de lejos dale amor. Al que habla otra lengua dale amor, dale amor; y al que piensa distinto dale amor. Al amigo de siempre dale amor, dale amor; y al que no te saluda dale amor. 21


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COMPROMETÁMONOS Se propone a los asistentes el compromiso de encontrarse con una persona pobre (en todos los sentidos de pobreza: enfermo, anciano, solitario, migrante, drogadicto, habitante de calle, etc.), conociendo su nombre, un poco de su historia personal. Tener algún gesto de cercanía con esa persona, además de la ayuda material, ofrecerle algún signo cristiano (rosario, estampa, medalla) y ofrecerle oración.

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TEMA 2 CALLEJEAR LA FE Signo: unas huellas puestas en el piso que vayan en dirección de adentro hacia afuera del salón de reunión. OREMOS Señor, Padre nuestro, Tú quieres que la Iglesia sea la presencia visible de tu amor en medio de los hombres. Cada cristiano es un discípulo enviado a anunciar, por palabras y por obras, la buena noticia del Evangelio. Ayúdanos a que las parroquias sean, cada vez más, lugares de comunicación de la fe y testimonio de caridad. que sean un lugar en que cada uno de nosotros, dentro de nuestras posibilidades y responsabilidades, nos sintamos miembros activos en la misión de evangelizar. Amen. ESCUCHEMOS El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero: ‘¡Que descienda la paz sobre esta casa!’. Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. (Lc 10, 1-6). DIALOGUEMOS ¿Qué puede significar para las personas esa frase 23


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“descienda la paz sobre esta casa”. ¿De cuál paz está hablando Jesús? ¿Por qué crees que todavía hoy haya tan pocos trabajadores que lleven el mensaje del evangelio a los lugares de mayor sufrimiento en nuestras comunidades? PROFUNDICEMOS Dos palabras que parecieran no tener nada que ver, pero que en el magisterio de la Iglesia y con mucha insistencia en el Papa Francisco se convierten en el fundamente de la acción evangelizadora de la Iglesia, ellas son Fe y calle. De forma magistral nuestro Francisco las ha unido para llamarnos a callejear la fe. Profundicemos sobre esta propuesta. Jesús en su camino hacia Jerusalén, envió a sus discípulos con un mensaje, “El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.” (Lc 10, 1). Su misión era llevar un mensaje, el evangelio, la buena noticia de la paz, la reconciliación, llevarlo a Él como fuerza y esperanza ante el sufrimiento de un pueblo agobiado. El mismo Jesús les había dado el ejemplo de caminar e ir al encuentro de las comunidades. Como buena noticia pasò por este mundo haciendo el bien. En cada comunidad que entraba, compartía la palabra y llenaba de esperanza con su mensaje en las sinagogas y en las calles, se encontraba en las esquinas y periferias con los enfermos, los leprosos, las prostitutas, los ciegos y discapacitados a la vera del camino y a todos les regalaba su presencia llena de fe, sanando, liberando y acercándoles el amor incondicional de Dios que ama sin límites. 24


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Sus caminadas por las calles lo hicieron encontrarse con Mateo en su mesa de impuesto y lo llamó a ser parte de su grupo, con una nueva misión. Al entrar en un pueblo se encuentra con Zaqueo y se hace invitar a una casa. Comparte la mesa y su propia vida con los últimos, los rostros sufrientes, los despreciados, dando un mensaje de vida “hoy ha entrado la salvación a esta casa”. Generando con ello vida y vida en abundancia para aquellos que más lo necesitaban. Es Jesús quien no se queda como los sacerdotes de su tiempo a ofrecer los holocaustos en el templo y no se limita a explicar las escrituras en las sinagogas, sale a caminar, a la calle con sus discípulos, no espera a que lleguen a su búsqueda en un lugar particular, va al encuentro de aquellos que lo necesitan. Así podemos decir que Jesús callejeaba la Fe. Su ejemplo y su palabra inspiró a sus discípulos hasta el final; en la ascensión les dio un mandato “Vayan a todos los pueblos y prediquen el evangelio” ( Mt 28,20). El mandato de Jesús a sus discípulos de ir a todos los pueblos se convierte en un imperativo a toda la Iglesia, es decir a todos nosotros. Desde nuestro bautismo hemos sido llamados a ser profetas para anunciar la buena noticia a todos, pero también hemos sido llamados al servicio, siendo nuestro participar del Reinado de Dios un servicio generoso a los demás. Precisamente el llamado del Papa Francisco en su mensaje a los seminaristas, consagrados y sus familias en Medellín, de callejear la Fe, podemos decir que es un resumen maravilloso de tener una Iglesia que toma la iniciativa de salir de su comodidad de templos y sacristías, para ir al encuentro de los hermanos que en las calles de nuestras ciudades tienen hambre de Dios, y esperan 25


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el rostro misericordioso de una Iglesia samaritana, comprometida con los últimos, una Iglesia pobre, para los pobres. Callejear la fe como Iglesia en salida El contexto histórico de una nueva evangelización le exige a las comunidades y parroquias tomar la iniciativa de salir de los templos e ir al encuentro de los hermanos que en las calles y parques están sedientos de un encuentro profundo con aquel que es el agua de la vida ( Jn 4,7 ) Jesús de Nazareth. Es por esto, que ser obedientes al mandato de evangelizar exige en ir a las periferias a llevar el mensaje, sectorizar la parroquia, prepararnos como discípulos misioneros, consolidar la casas Católicas y hacer de toda nuestra actividad evangelizadora una acción misionera, que tome la iniciativa de cambiarlo todo por el anuncio gozoso del evangelio, “sin, miedo, sin asco, sin demoras” (EG 23). Callejear la fe como Iglesia Samaritana En nuestra realidad arquidiocesana, en una ciudad región, es doloroso ver los rostros sufrientes de tantos hombres y mujeres que despedazados por una cultura del descarte nos interpelan sobre nuestro quehacer misericordioso. Rostros de niños abusados, abuelos abandonados, jóvenes drogodependientes, mujeres maltratadas, enfermos olvidados. Rostros de hambre y exclusión, que son el mismo rostro de Cristo nuevamente crucificado. Ante esta realidad callejear la fe como una Iglesia samaritana, que hace suyo el dolor de cada persona, solidaria con aquel que lo ha perdido todo. Una comunidad samaritana es aquella que como el hombre del evangelio 26


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(Lc 10, 25-37) lleno de compasión, se acercó, le vendó las heridas, lo montó en su cabalgadura, lo condujo a la posada y lo cuidó. Pagó por El , todo un manual de nuestra actitud de no pasar indiferente ante tanto dolor, sino comprometernos, hacernos uno con aquel que ha vivido el dolor de perder hasta las mismas ganas de vivir. En ciudades como en las que vivimos, los pobres son a menudo considerados como un estorbo, una incomodidad que se intenta ignorar. Pero nuestro ser cristiano no puede olvidar la pobreza, tanto la del mundo urbano como la del mundo rural. El papa Francisco nos ha dicho “Dios vive en la ciudad”, esto nos obliga a los cristianos a ser solidarios con todas las formas de pobreza, tanto la de los barrios más humildes como la que hay, a menudo escondida, en los barrios de mejores posibilidades económicas. Callejear la fe con una nueva actitud misionera Estamos llamados entonces a salir de la comodidad de nuestros templos y llevar el pan de la persona de Cristo junto con el pan satisface el hambre, el pan de nuestra presencia ante el abandonado y rechazado. Es compromiso del anuncio explícito del evangelio por edificar una comunidad que se convierta en “esclava de los pobres”. Sin disculpas, con la iniciativa de mirar al mismo Jesús en aquel que sufre, así la evangelización completa su ciclo que lleva a la salvación, como lo hizo Jesús en la sinagoga, anunciando que había llegado la salvación para los ciegos, cojos, e inmediatamente sale a las calles a encontrarse con ellos, y hacerles sentir que había llegado el Reino de Dios. CELEBREMOS (Alguna acción significativa que plantee a manera de celebración la idea fuerza, lo central del mensaje del día). 27


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COMPROMETร MONOS Los invito a comprometerse a reactivar la pastoral social de la parroquia, procurando hacernos cercanos con los que mรกs sufren y generando una sinergia con la asamblea pastoral de agentes en la cultura de la generosidad.

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TEMA 3 BUSCAR LA JUSTICIA COMPROMISO DE TODOS ORACIÓN: SALMO 34 (7 – 16. 22) En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. El pobre que entona el salmo clamó y el Señor le escuchó, lo salvó de todos sus peligros. Oremos todos juntos con él: El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles protegiéndolos. Gusten y aprecien qué bueno es el Señor: dichoso el varón que se acoge a él. Respeten al Señor, sus consagrados, que nada les falta a quienes lo respetan. Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de bienes. El Señor dirige los ojos a los justos, los oídos a sus clamores. El Señor se enfrenta con los que obran mal para extirpar de la tierra su memoria. Si gritan, el Señor escucha y los libra de todos los peligros. El Señor está cerca de los atribulados y salva a los abatidos. Por muchos males que sufra el justo, de todos lo libra el Señor; él cuida de todos sus huesos, ni uno solo se quebrará. 29


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La maldad da muerte al malvado; los que odian al justo lo pagarán. ESCUCHEMOS LA PALABRA DE DIOS Del Evangelio según San Lucas (18, 1 - 8) En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a nadie. En esa misma ciudad había también una viuda, la cual acudía a ese juez y le pedía: “Hazme justicia contra mi adversario.” Pasó algún tiempo, y el juez no quiso atenderla, pero después se puso a pensar: “Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, esta viuda me molesta tanto que voy a hacerle justicia, no sea que siga viniendo y me agote la paciencia.” Dijo entonces el Señor: Presten atención a lo que dijo el juez injusto. ¿Acaso Dios no les hará justicia a sus elegidos, que día y noche claman a él? ¿Se tardará en responderles? Yo les digo que sin tardanza les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Palabra del Señor Gloria a Ti, Señor Jesús. DIALOGUEMOS Hemos escuchado la Palabra de Dios, en el contexto de la celebración de la Jornada del Pobre, reflexionemos: ¿Qué me dice la Palabra que hemos escuchado? ¿Me duelen las injusticias cometidas contra los hermanos y los pobres? ¿Cuál es tu actitud frente a las exigencias de justicia que hacen los más necesitados de nuestro país? 30


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¿Pedimos insistentemente justicia ante las situaciones que padecen los pobres? ¿Qué actitud tomas cuando estás frente a una injusticia cometida contra tu prójimo? PROFUNDICEMOS La viuda va ante el juez para pedir justicia. Prácticamente no tiene posibilidades de que la escuche porque el juez la desprecia y ella no puede ejercer ninguna presión sobre él. En este relato, ella es el símbolo de muchos hombres y mujeres empobrecidos, que con el correr del tiempo y golpeados por una sociedad injusta están convencidos de que su causa no será escuchada, ni atendida, porque nadie se fija en ellos más que para aprovecharse y explotarlos como fuerza productiva y desecharlos cuando ya no representen ninguna utilidad para la sociedad. Así mismo, San Lucas nos habla de las personas que pasan de Dios, que no respetan la dignidad de los demás, que buscan su beneficio personal aunque los más desvalidos no tengan cubiertas las necesidades básicas. El ejemplo lo encarna en un juez que pasaba de Dios y de los hombres. Pero llega Jesús y nos muestra a través de la viuda, que el pobre se convenza de lo contrario, es decir, que sienta y crea que el primer interesado en su causa en hacer justicia es Dios, quien se revela contra la injusticia y la opresión. Por otro lado, este evangelio que meditamos nos recuerda también la importancia de la oración como una herramienta básica para buscar la justicia y el amor. Dicha oración debe ser perseverante, sin desánimo y poniendo 31


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nuestra confianza en Dios. Cómo la viuda del evangelio que insistió hasta que fue escuchada. El papa Francisco en su mensaje para la Jornada del Pobre insiste en que el fundamento principal es la oración y propone la oración que Jesús nos enseñó: “No hay que olvidar que el Padre nuestro es la oración de los pobres. La petición del pan expresa la confianza en Dios sobre las necesidades básicas de nuestra vida. Todo lo que Jesús nos enseñó con esta oración manifiesta y recoge el grito de quien sufre a causa de la precariedad de la existencia y de la falta de lo necesario”. Por tanto, conviene orar siempre y no desfallecer, si el juez infame acabó haciendo justicia a la viuda que se lo pedía “¡Hazme justicia contra mi adversario!” (Lc 18,2), cuánto más Dios, que es justo, «hará justicia a sus elegidos que le gritan» (Lc 18,7). Podemos concluir que justicia es misericordia y misericordia es justicia, por tanto el amor cristiano se manifiesta en la realización de la justicia. La parábola nos deja claro que es necesario e indispensable pedir justicia, especialmente para aquellos que viven la marginación, la excusión y la pobreza y es nuestro deber practicar la justicia. Que al terminar esta Jornada de los pobres, podamos decir con el Papa Francisco “Señor, que yo sea justo, pero justo con misericordia”. CELEBREMOS Se ubican todos los participantes en círculo y en el centro en una cartulina hay un mapa grande de Colombia, se pide un momento de silencio para que cada participante 32


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piense en aquellas situaciones en las que hubo injusticia y no hicimos nada y permanecimos indiferentes, se les entrega una vela, la encienden y la ubican dentro del mapa haciendo una oraciĂłn por cada una de ellas. COMPROMISO Me comprometo a escuchar la voz de los pobres y hacer la voz de los que no tienen voz. Me comprometo a denunciar lo que nadie quiere denunciar, a acompaĂąar los que necesitan denunciar pero que nos son escuchados.

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TEMA 4 LA AUSTERIDAD: EXPRESIÓN DE LA GENEROSIDAD Y EL DESPRENDIMIENTO OREMOS En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. Para iluminar este momento de la oración, iniciamos con un testimonio de Santa Teresa de Calcuta, a partir del cual pediremos al Señor, de manera espontánea, que nos disponga a un amor generoso y desprendido. Ese niño me enseñó a amar. “Cierta vez, en el hogar de Calcuta, no teníamos azúcar para los niños. Un vecinito, de cuatro años, escuchó decir que la madre Teresa se había quedado sin azúcar. Fue a su casa y dijo a sus padres que no comería azúcar durante tres días para dársela a la madre Teresa. Al cabo de los tres días, sus padres lo trajeron a nuestra casa: entre sus manos tenía una pequeña botella de azúcar; lo que no había comido. Aquel pequeño me enseñó a amar. Lo más importante no es lo que damos sino el amor que ponemos al dar”. ESCUCHEMOS Evangelio según San Lucas (12, 13-21) Entonces alguien de la multitud exclamó: Maestro, por favor, dile a mi hermano que divida la herencia de nuestro padre conmigo. Jesús le respondió: Amigo, ¿Quién me puso por juez sobre ustedes para decidir cosas como ésa? Y luego dijo: “¡Tengan cuidado con toda clase de avaricia! La vida no se mide por cuánto 34


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tienen”. Luego les contó una historia: “Un hombre rico tenía un campo fértil que producía buenas cosechas. Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”. Entonces pensó: “Ya sé. Tiraré abajo mis graneros y construiré unos más grandes. Así tendré lugar suficiente para almacenar todo mi trigo y mis otros bienes. Luego me pondré cómodo y me diré a mí mismo: ‘Amigo mío, tienes almacenado para muchos años. ¡Relájate! ¡Come y bebe y diviértete!’”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Vas a morir esta misma noche. ¿Y quién se quedará con todo aquello por lo que has trabajado?”. Así es, el que almacena riquezas terrenales pero no es rico en su relación con Dios, es un necio. Palabra del Señor Gloria a Ti, Señor Jesús DIALOGUEMOS Según la lectura del Evangelio de Lucas, la austeridad está compuesta de gestos fraternos, mediante los cuales estamos llamados a salir continuamente de nosotros mismos para poder ver, sentir y servir a nuestros hermanos. Según esto: • ¿Creo que tengo la suficiente sensibilidad para detectar las carencias de la otra persona? ¿Siento el llamado a comprenderla? ¿Deseo el bien para ella? • ¿Existe en mí una verdadera disposición para poner mis talentos y “mis riquezas” al servicio de un vecino o una vecina? • ¿Qué gestos concretos y cotidianos hacen de mí una persona austera? 35


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PROFUNDICEMOS • La austeridad comporta la moderación y la proporción. • La economía vista desde el Evangelio debe ofrecer a los hombres aquellos bienes de este mundo que les son necesarios para vivir y desarrollarse; mientras que la austeridad tiene que actuar en ella como un mecanismo corrector de esa tendencia a tener más de lo que necesita o a consumir más de lo que es conveniente. • En la tradición cristiana, el uso y la posesión austera de las cosas materiales han sido interpretadas siempre como una vía imprescindible para la implantación y el mantenimiento de un orden justo, de un sistema justo de distribución de bienes en la sociedad. • En la naturaleza hay cuanto los hombres podemos requerir para satisfacer nuestras necesidades. Por lo mismo, la austeridad hace posible una explotación y producción de bienes conforme a las necesidades y a que la distribución de esos bienes se adecúe a lo que pide la justicia. • La austeridad favorece la apertura del hombre a lo transcendente, su libertad espiritual como persona, el equilibrio de un orden justo en el mundo mediante el cual se produzca solo y todo lo que los hombres necesitamos y eso se distribuya en claves de verdadera justicia. CELEBREMOS En pequeños papelitos cada participante escribirá un gesto de austeridad con el cual quiera trabajar para hacer de las comunidades lugares con mayor fraternidad y equilibrio social. Luego, esos papelitos serán pegados 36


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en un mapa de la Arquidiócesis de Cali, ubicándolos en el lugar concreto donde se hará realidad ese gesto personal. Este mapa será el signo sobre el cual se realizará una oración final para dar por culminada la actividad. COMPROMETÁMONOS Los compromisos de los participantes del taller estarán presentes a través del mapa (signo) de la Arquidiócesis.

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TEMA 5 HACERNOS PRÓJIMOS, INVOLUCRARSE, MANTENERNOS EN LA OBRA OREMOS En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Iniciemos nuestro último encuentro antes de celebrar la primera jornada de los pobres, poniéndonos en las manos del Padre, con la siguiente oración escrita por el Beato Carlos De Foucauld: Padre mío, me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en Tus manos. Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre. ESCUCHEMOS Evangelio según san Lucas 10, 25 - 37 Un maestro de la Ley, que quería ponerlo a prueba, se levantó y le dijo: «Maestro, ¿qué debo hacer para 38


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conseguir la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Qué está escrito en la Escritura? ¿Qué lees en ella?» El hombre contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Jesús le dijo: «¡Excelente respuesta! Haz eso y vivirás.» El otro, que quería justificar su pregunta, replicó: «¿Y quién es mi prójimo?» Jesús empezó a decir: «Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto. Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vio, tomó el otro lado y siguió. Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, tomó el otro lado y pasó de largo. Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio; pero éste se compadeció de él. Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que él traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: «Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.» Jesús entonces le preguntó: «Según tu parecer, ¿cuál de estos tres fue el prójimo del hombre que cayó en manos de los salteadores?» El maestro de la Ley contestó: «El que se mostró compasivo con él.» Y Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.»” PROFUNDICEMOS Es bueno tomar el texto de la parábola del buen samaritano, en el contexto más amplio del pasaje bíblico. Se trata del diálogo de Jesús con una jurista o maestro de la ley sobre los mandamientos divinos más importantes y de cómo se deben aplicar en la vida cotidiana. El pasaje tiene una introducción, que no deja de ser 39


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dolorosa: “Pero él (el maestro de la ley), queriendo justificarse, dijo a Jesús: ¿y quién es mi prójimo? En la respuesta, es Jesús quien induce al maestro a que concluya él mismo y descubra la respuesta, a través de una parábola o comparación pedagógica. En el fondo “Jesús muestra que es al discípulo de Cristo a quien toca hacerse prójimo de todos los demás”1. Esta es una de las novedades de forma cómo debe verse al pobre. Él es prójimo, porque es hermano, porque con su dolor y pobreza, imita a Cristo pobre y doliente; pero quien está frente a él, es también - y más- prójimo, que tiene unos rasgos especiales: tiene compasión, se involucra y actúa con constancia. El papa Francisco en Colombia, invitó a los discípulos de Cristo a hacer propios estos rasgos, para que el seguimiento del Señor sea auténtico. Expresiones como “poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados de la sociedad, aquellos que no cuentan”; “Les pido que escuchen a los pobres, a los que sufren”2 ; “los invito a no tener miedo de tocar la carne herida de la propia historia y de su gente”3, son expresiones que sintetizan lo que hizo con valentía el buen samaritano. Ahora nos toca a todos, tomar conciencia de la invitación a vivir radicalmente la fe, y a dar muestras de ella, con nuestras obras. 1 Biblia de Jerusalén Latinoamericana. Comentario a la parábola del buen samaritano, Lucas 10, 29 2 Francisco, Bogotá, encuentro con las autoridades en la plaza de armas 3 Francisco, Bogotá, discurso a los Obispos 40


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Por eso, vamos a dar lectura a algunos de apartes la homilía del papa Francisco en Medellín, en que la habla de la importancia de vivir intensamente el discipulado a partir de tres actitudes: ir a lo esencial, renovarse e involucrarse. La libertad de Jesús se contrapone con la falta de libertad de los doctores de la ley de aquella época, que estaban paralizados por una interpretación y práctica rigorista de la ley. Jesús no se queda en un cumplimento aparentemente «correcto», Él lleva la ley a su plenitud y por eso quiere ponernos en esa dirección, en ese estilo de seguimiento que supone ir a lo esencial, renovarse, involucrarse. Son tres actitudes que tenemos que plasmar en nuestra vida de discípulos. Lo primero, ir a lo esencial. No quiere decir «romper con todo», romper con aquello que no se acomoda a nosotros, porque tampoco Jesús vino «a abolir la ley, sino a llevarla a su plenitud» (Mt 5,17). Ir a lo esencial es más bien ir a lo profundo, a lo que cuenta y tiene valor para la vida. Jesús enseña que la relación con Dios no puede ser un apego frío a normas y leyes, ni tampoco un cumplimiento de ciertos actos externos que no llevan a un cambio real de vida. Tampoco nuestro discipulado puede ser motivado simplemente por una costumbre, porque contamos con un certificado de bautismo, sino que debe partir de una viva experiencia de Dios y de su amor. El discipulado no es algo estático, sino un continuo camino hacia Cristo; no es simplemente el apego a la explicitación de una doctrina, sino la experiencia de la presencia amigable, viva y operante del Señor, un permanente aprendizaje por medio de la escucha de su Palabra. Y esa palabra, lo hemos escuchado, se nos impone en las 41


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necesidades concretas de nuestros hermanos: será el hambre de los más cercanos en el texto proclamado, o la enfermedad en lo que narra Lucas a continuación. La segunda palabra, renovarse. Como Jesús «zarandeaba» a los doctores de la ley para que salieran de su rigidez, ahora también la Iglesia es «zarandeada» por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no nos debe dar miedo. La Iglesia siempre está en renovación —Ecclesia semper renovanda —. No se renueva a su antojo, sino que lo hace «firme y bien fundada en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia» (Col 1,23). La renovación supone sacrificio y valentía, no para considerarse mejores o más pulcros, sino para responder mejor al llamado del Señor. El Señor del sábado, la razón de ser de todos nuestros mandatos y prescripciones, nos invita a ponderar lo normativo cuando está en juego el seguimiento; cuando sus llagas abiertas, su clamor de hambre y sed de justicia nos interpelan y nos imponen respuestas nuevas. Y en Colombia hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz. La tercera palabra, involucrarse. Aunque para algunos eso parezca ensuciarse o mancharse. Como David o los suyos que entraron en el Templo porque tenían hambre y los discípulos de Jesús entraron en el sembrado y comieron las espigas, también hoy a nosotros se nos pide crecer en arrojo, en un coraje evangélico que brota de saber que son muchos los que tienen hambre, hambre de Dios - cuánta gente tiene hambre de Dios -, hambre de dignidad, porque han sido despojados. Y me pregunto, si el hambre 42


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de Dios de tanta gente quizás no venga porque con nuestras actitudes se la hemos despojado. Y, como cristianos, ayudar a que se sacien de Dios; no impedirles o prohibirles el encuentro. Hermanos, la Iglesia no es una aduana, quiere las puertas abiertas porque el corazón de su Dios está no sólo abierto, sino traspasado por el amor que se hizo dolor. No podemos ser cristianos que alcen continuamente el estandarte de «prohibido el paso», ni considerar que esta parcela es mía, adueñándome de algo que no es absolutamente mío. La Iglesia no es nuestra, hermanos, es de Dios; Él es el dueño del templo y del sembrado; todos tienen cabida, todos son invitados a encontrar aquí y entre nosotros su alimento. Todos. Y Él, el que preparó las bodas para su Hijo- manda a buscar a todos, sanos y enfermos, buenos y malos, todos. Nosotros somos simples «servidores» (cf. Col 1,23) no podemos ser quienes impidamos ese encuentro. Al contrario, Jesús nos pide, como lo hizo a sus discípulos: «Denles ustedes de comer» (Mt 14,16); este es nuestro servicio. Comer el pan de Dios, comer el amor de Dios, comer el pan que nos lleva a sobrevivir también. Bien lo entendió esto Pedro Claver, a quien hoy celebramos en la liturgia y que mañana veneraré en Cartagena. «Esclavo de los negros para siempre» fue su lema de vida, porque comprendió, como discípulo de Jesús, que no podía permanecer indiferente ante el sufrimiento de los más desamparados y ultrajados de su época y que tenía que hacer algo para aliviarlo4. DIALOGUEMOS 1. Con base en la Palabra de Dios y el mensaje del papa Francisco, ¿qué significa ser prójimo? 4 Francisco, Homilía en Medellín 43


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2. ¿De qué forma puede el discípulo involucrarse en el servicio eficaz y eficiente al pobre? 3. ¿Qué hacer para que las iniciativas solidarias duren en el tiempo y sobre todo, vayan más allá del asistencialismo, para ir a lo esencial de las necesidades más profundas de las personas? COMPROMETÁMONOS Invitar a los asistentes a identificar los rostros sufrientes que hay en la comunidad parroquial, y proponer acciones concretas para acercarse a ellos como “buenos samaritanos” para llevarles el rostro amable y cercano de Cristo.

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ACCIÓN Cada comunidad parroquial deberá proponer y desarrollar sus propias acciones de solidaridad con los más pobres teniendo en cuenta los diversos rostros sufrientes de nuestros territorios parroquiales y sumado a ello se proponen tres encuentros a nivel arquidiocesano: a) Encuentro Arquidiocesano de Entidades de inspiración Cristiana y movimientos apostólicos (Lazos de Amor Mariano, Renovación Católica, Emaús, Religiosos, Religiosas, etc.), para dar a conocer y analizar el Documento del Santo Padre. b) Encuentro arquidiocesano con el Rostro Sufriente de los Inmigrantes; invitarlos a una cena donde estén los Señores Obispos. Una cena para compartir, para escucharlos y entregarles un mensaje del Señor Arzobispo, en la línea de lo que se realizó en el encuentro del Santo Padre en Villavicencio. c) Encuentro con diversos grupos dirigentes y gremios de la sociedad: Fuerzas Armadas, Comunicadores, Políticos, Empresarios, Academia, Altas Cortes, Diversos grupos, Fundaciones.

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MENSAJE DEL PAPA PARA LA JORNADA DEL POBRE I JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario 19 de noviembre de 2017

“NO AMEMOS DE PALABRA SINO CON OBRAS” 1. «Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras» (1 Jn 3,18). Estas palabras del apóstol Juan expresan un imperativo que ningún cristiano puede ignorar. La seriedad con la que el «discípulo amado» ha transmitido hasta nuestros días el mandamiento de Jesús se hace más intensa debido al contraste que percibe entre las palabras vacías presentes a menudo en nuestros labios y los hechos concretos con los que tenemos que enfrentarnos. El amor no admite excusas: el que quiere amar como Jesús amó, ha de hacer suyo su ejemplo; especialmente cuando se trata de amar a los pobres. Por otro lado, el modo de amar del Hijo de Dios lo conocemos bien, y Juan lo recuerda con claridad. Se basa en dos pilares: Dios nos amó primero (cf. 1 Jn 4,10.19); y nos amó dando todo, incluso su propia vida (cf. 1 Jn 3,16). Un amor así no puede quedar sin respuesta. Aunque se dio de manera unilateral, es decir, sin pedir nada a cambio, sin embargo inflama de tal manera el corazón que cualquier persona se siente impulsada a corresponder, a pesar de sus limitaciones y pecados. Y esto es posible en la medida en que acogemos en nuestro corazón la gracia de Dios, su caridad misericordiosa, de tal manera que mueva nuestra voluntad e incluso nuestros afectos a amar a Dios mismo y al prójimo. Así, la misericordia que, por así decirlo, brota del corazón de la Trinidad puede llegar a mover nuestras vidas y generar compasión y obras de 46


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misericordia en favor de nuestros hermanos y hermanas que se encuentran necesitados. 2. «Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha» (Sal 34,7). La Iglesia desde siempre ha comprendido la importancia de esa invocación. Está muy atestiguada ya desde las primeras páginas de los Hechos de los Apóstoles, donde Pedro pide que se elijan a siete hombres «llenos de espíritu y de sabiduría» (6,3) para que se encarguen de la asistencia a los pobres. Este es sin duda uno de los primeros signos con los que la comunidad cristiana se presentó en la escena del mundo: el servicio a los más pobres. Esto fue posible porque comprendió que la vida de los discípulos de Jesús se tenía que manifestar en una fraternidad y solidaridad que correspondiese a la enseñanza principal del Maestro, que proclamó a los pobres como bienaventurados y herederos del Reino de los cielos (cf. Mt 5,3). «Vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno» (Hch 2,45). Estas palabras muestran claramente la profunda preocupación de los primeros cristianos. El evangelista Lucas, el autor sagrado que más espacio ha dedicado a la misericordia, describe sin retórica la comunión de bienes en la primera comunidad. Con ello desea dirigirse a los creyentes de cualquier generación, y por lo tanto también a nosotros, para sostenernos en el testimonio y animarnos a actuar en favor de los más necesitados. El apóstol Santiago manifiesta esta misma enseñanza en su carta con igual convicción, utilizando palabras fuertes e incisivas: «Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que le aman? Vosotros, en cambio, habéis afrentado al pobre. Y sin embargo, ¿no son los ricos los que os tratan con 47


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despotismo y los que os arrastran a los tribunales? [...] ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: “Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago”, y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta» (2,5-6.14-17). 3. Ha habido ocasiones, sin embargo, en que los cristianos no han escuchado completamente este llamamiento, dejándose contaminar por la mentalidad mundana. Pero el Espíritu Santo no ha dejado de exhortarlos a fijar la mirada en lo esencial. Ha suscitado, en efecto, hombres y mujeres que de muchas maneras han dado su vida en servicio de los pobres. Cuántas páginas de la historia, en estos dos mil años, han sido escritas por cristianos que con toda sencillez y humildad, y con el generoso ingenio de la caridad, han servido a sus hermanos más pobres. Entre ellos destaca el ejemplo de Francisco de Asís, al que han seguido muchos santos a lo largo de los siglos. Él no se conformó con abrazar y dar limosna a los leprosos, sino que decidió ir a Gubbio para estar con ellos. Él mismo vio en ese encuentro el punto de inflexión de su conversión: «Cuando vivía en el pecado me parecía algo muy amargo ver a los leprosos, y el mismo Señor me condujo entre ellos, y los traté con misericordia. Y alejándome de ellos, lo que me parecía amargo se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo» (Test 1-3; FF 110). Este testimonio muestra el poder transformador de la caridad y el estilo de vida de los cristianos. No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a 48


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la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia. Estas experiencias, aunque son válidas y útiles para sensibilizarnos acerca de las necesidades de muchos hermanos y de las injusticias que a menudo las provocan, deberían introducirnos a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida. En efecto, la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Y esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque se toca con la mano la carne de Cristo. Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres, como confirmación de la comunión sacramental recibida en la Eucaristía. El Cuerpo de Cristo, partido en la sagrada liturgia, se deja encontrar por la caridad compartida en los rostros y en las personas de los hermanos y hermanas más débiles. Son siempre actuales las palabras del santo Obispo Crisóstomo: «Si queréis honrar el cuerpo de Cristo, no lo despreciéis cuando está desnudo; no honréis al Cristo eucarístico con ornamentos de seda, mientras que fuera del templo descuidáis a ese otro Cristo que sufre por frío y desnudez» (Hom. in Matthaeum, 50,3: PG 58). Estamos llamados, por lo tanto, a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad. Su mano extendida hacia nosotros es también una llamada a salir de nuestras certezas y comodidades, y a reconocer el valor que tiene la pobreza en sí misma. 4. No olvidemos que para los discípulos de Cristo, la pobreza es ante todo vocación para seguir a Jesús pobre. Es un caminar detrás de él y con él, un camino que lleva a la felicidad del reino de los cielos (cf. Mt 5,3; Lc 6,20). La 49


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pobreza significa un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de omnipotencia, que nos engaña haciendo que nos creamos inmortales. La pobreza es una actitud del corazón que nos impide considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y condición para la felicidad. Es la pobreza, más bien, la que crea las condiciones para que nos hagamos cargo libremente de nuestras responsabilidades personales y sociales, a pesar de nuestras limitaciones, confiando en la cercanía de Dios y sostenidos por su gracia. La pobreza, así entendida, es la medida que permite valorar el uso adecuado de los bienes materiales, y también vivir los vínculos y los afectos de modo generoso y desprendido (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 25-45). Sigamos, pues, el ejemplo de san Francisco, testigo de la auténtica pobreza. Él, precisamente porque mantuvo los ojos fijos en Cristo, fue capaz de reconocerlo y servirlo en los pobres. Si deseamos ofrecer nuestra aportación efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación. Al mismo tiempo, a los pobres que viven en nuestras ciudades y en nuestras comunidades les recuerdo que no pierdan el sentido de la pobreza evangélica que llevan impresa en su vida. 5. Conocemos la gran dificultad que surge en el mundo contemporáneo para identificar de forma clara la pobreza. Sin embargo, nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio 50


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y la miseria, y por la migración forzada. La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero. Qué lista inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada. Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera. Ante este escenario, no se puede permanecer inactivos, ni tampoco resignados. A la pobreza que inhibe el espíritu de iniciativa de muchos jóvenes, impidiéndoles encontrar un trabajo; a la pobreza que adormece el sentido de responsabilidad e induce a preferir la delegación y la búsqueda de favoritismos; a la pobreza que envenena las fuentes de la participación y reduce los espacios de la profesionalidad, humillando de este modo el mérito de quien trabaja y produce; a todo esto se debe responder con una nueva visión de la vida y de la sociedad. Todos estos pobres —como solía decir el beato Pablo VI— pertenecen a la Iglesia por «derecho evangélico» (Discurso en la apertura de la segunda sesión del Concilio Ecuménico Vaticano II, 29 septiembre 1963) y obligan a la opción fundamental por ellos. Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni 51


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«condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios. 6. Al final del Jubileo de la Misericordia quise ofrecer a la Iglesia la Jornada Mundial de los Pobres, para que en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados. Quisiera que, a las demás Jornadas mundiales establecidas por mis predecesores, que son ya una tradición en la vida de nuestras comunidades, se añada esta, que aporta un elemento delicadamente evangélico y que completa a todas en su conjunto, es decir, la predilección de Jesús por los pobres. Invito a toda la Iglesia y a los hombres y mujeres de buena voluntad a mantener, en esta jornada, la mirada fija en quienes tienden sus manos clamando ayuda y pidiendo nuestra solidaridad. Son nuestros hermanos y hermanas, creados y amados por el Padre celestial. Esta Jornada tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad. Dios creó el cielo y la tierra para todos; son los hombres, por desgracia, quienes han levantado fronteras, muros y vallas, traicionando el don original destinado a la humanidad sin exclusión alguna. 7. Es mi deseo que las comunidades cristianas, en la semana anterior a la Jornada Mundial de los Pobres, que este año será el 19 de noviembre, Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, se comprometan a organizar diversos 52


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momentos de encuentro y de amistad, de solidaridad y de ayuda concreta. Podrán invitar a los pobres y a los voluntarios a participar juntos en la Eucaristía de ese domingo, de tal modo que se manifieste con más autenticidad la celebración de la Solemnidad de Cristo Rey del universo, el domingo siguiente. De hecho, la realeza de Cristo emerge con todo su significado más genuino en el Gólgota, cuando el Inocente clavado en la cruz, pobre, desnudo y privado de todo, encarna y revela la plenitud del amor de Dios. Su completo abandono al Padre expresa su pobreza total, a la vez que hace evidente el poder de este Amor, que lo resucita a nueva vida el día de Pascua. En ese domingo, si en nuestro vecindario viven pobres que solicitan protección y ayuda, acerquémonos a ellos: será el momento propicio para encontrar al Dios que buscamos. De acuerdo con la enseñanza de la Escritura (cf. Gn 18, 3-5; Hb 13,2), sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor; podrán ser maestros que nos ayuden a vivir la fe de manera más coherente. Con su confianza y disposición a dejarse ayudar, nos muestran de modo sobrio, y con frecuencia alegre, lo importante que es vivir con lo esencial y abandonarse a la providencia del Padre. 8. El fundamento de las diversas iniciativas concretas que se llevarán a cabo durante esta Jornada será siempre la oración. No hay que olvidar que el Padre nuestro es la oración de los pobres. La petición del pan expresa la confianza en Dios sobre las necesidades básicas de nuestra vida. Todo lo que Jesús nos enseñó con esta oración manifiesta y recoge el grito de quien sufre a causa de la precariedad de la existencia y de la falta de lo necesario. A los discípulos que pedían a Jesús que les enseñara a orar, él les respondió con las palabras de los pobres que recurren al único Padre en el que todos se reconocen 53


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como hermanos. El Padre nuestro es una oración que se dice en plural: el pan que se pide es «nuestro», y esto implica comunión, preocupación y responsabilidad común. En esta oración todos reconocemos la necesidad de superar cualquier forma de egoísmo para entrar en la alegría de la mutua aceptación. 9. Pido a los hermanos obispos, a los sacerdotes, a los diáconos —que tienen por vocación la misión de ayudar a los pobres—, a las personas consagradas, a las asociaciones, a los movimientos y al amplio mundo del voluntariado que se comprometan para que con esta Jornada Mundial de los Pobres se establezca una tradición que sea una contribución concreta a la evangelización en el mundo contemporáneo. Que esta nueva Jornada Mundial se convierta para nuestra conciencia creyente en un fuerte llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda. Los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio.

Vaticano, 13 de junio de 2017 Memoria de San Antonio de Padua Francisco

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ORACIÓN BENDITAS LAS MANOS (Beato Pablo VI)

Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios.

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