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CARTA DEL OBISPO

Cuanto es todo el Pueblo de Dios el que camina, «el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos», (DCA 259)

CONTRATAPA

La contribución de los «Creo»: la fe de fieles para la Nueva nuestra Iglesia Evangelización confesada en el Credo uEn esta ocasión, monseñor Martín de Elizalde señala de manera especial la COLECTA DIOCESANA que tiene lugar el segundo domingo de noviembre, y significa una importante ayuda para la obra pastoral de nuestra diócesis de Nueve de Julio.

uDurante todo este AÑO DE LA FE, tenemos la oportunidad de profundizar como diócesis sobre el contenido de estas palabras, para que, conociendo aún más lo que ellas significan podamos seguirle mejor. Pero.. ¿Qué significa creer?. Escribe el padre Germán Loriente.

Y ADEMAS... Cáritas Interparroquial Nueve de Julio uReseña de su Programa Comunitario Participativo «Rincón de las curiosidades».

Escuela Misionera «Madre Antonia María», de Tres Lomas uIntensa Jornada de Formación para niños, adolescentes y jóvenes. También participaron los padres.

Visite la página web de nuestra diócesis: www.diócesis9dejulio.org.ar


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CARTA DEL OBISPO

LA COLECT A DIOCES ANA COLECTA DIOCESANA La contribución de los ffieles ieles para la Nue angelización Nuevva Ev Evangelización Queridos hermanos: Todos los creyentes somos partícipes responsables en el sostenimiento de la obra evangelizadora de la Iglesia; en efecto, ella no podría realizarse sin la colaboración generosa de los fieles. Nosotros hemos recibido el don de la fe en Jesucristo y la gracia santificante, que nos es otorgada por el ministerio de la Iglesia; por eso compartimos el deber de contribuir con nuestra oración, con nuestro esfuerzo y compromiso apostólico y caritativo, con la entrega voluntaria de nuestro tiempo y de nuestros talentos, con las ayudas materiales a nuestro alcance para acompañar la continuidad de la evangelización. Y ahora que, en el Año de la Fe, el Santo Padre nos convoca a fortalecerla, profesarla y manifestarla, el compromiso de los cristianos por la nueva evangelización adquiere una nota de mayor seriedad, de gran urgencia. Sin duda que este compromiso comienza por la conversión interior, y esta se muestra en un testimonio claro de vida; pero también es una llamada a cada uno de los fieles a unirse a la misión de la Iglesia, que es el anuncio de Jesucristo Salvador. Al mismo tiempo, la tarea evangelizadora necesita los recursos materiales para procurar los medios requeridos, para formar a los ministros y apóstoles, para ejercer la caridad frente al desafío de la pobreza injusta y de la enfermedad, para educar a niños y jóvenes, para ofrecer atención sacramental a quienes están apartados, para llegar con el mensaje misionero a los que no

conocen a Jesús. Y esto, tanto en el orden de cada parroquia y comunidad como a nivel de la Iglesia diocesana; en el servicio universal de la Iglesia Católica, en medios cristianos y en los que no lo son. A lo largo del año, en la celebración eucarística de cada domingo, la colecta recoge la ofrenda de los fieles, que se destina al sostenimiento de las obras parroquiales. Aproximadamente un domingo por mes esa colecta se destina a alguno de los grandes esfuerzos que se realizan en toda la Iglesia: la caridad (Caritas, Más por menos), las ayudas que realiza el Papa en situaciones graves de necesidad (S. Pedro y S. Pablo), el sostenimiento de los seminarios, las misiones, los cristianos de Tierra Santa, la difusión por los medios católicos, entre otros. Y, entre nosotros, quiero señalar de manera especial la COLECTA DIOCESANA que tiene lugar el segundo domingo de noviembre, y significa una importante ayuda para la obra pastoral de nuestra diócesis de Santo Domingo en Nueve de Julio. Los Párrocos y demás sacerdotes, las comunidades religiosas, los colegios católicos, tienen la obligación de difundir este llamado y de contribuir en sus respectivos ámbitos, promoviendo la Colecta. Quiero recomendar muy encarecidamente esta ocasión, y pedir su generosidad, queridos hermanos, pues esa contribución nos ayuda para asumir la difícil misión que Cristo ha confiado a esta porción de su Iglesia.

aniversario, es costumbre tradicional acompañar la participación espiritual con una ofrenda, que se una, como la limosna en las misas, al ofrecimiento de los dones. En la administración del sacramento de la Confirmación hemos pedido reiteradamente, y en casi todas las comunidades se realiza, que los jóvenes y adultos que se han preparado para recibir el sacramento del Espíritu Santo, así como han dado pasos hacia un mayor compromiso con su fe, en la misión, en la caridad, en la espiritualidad, en la participación litúrgica, también, de su propio esfuerzo y sacrificio, se hagan presentes con una contribución al sostenimiento de la Iglesia. En el caso concreto de las Confirmaciones, lo que los jóvenes ofrecen se destina al seminario, lugar de formación espiritual e intelectual de los futuros sacerdotes. Reitero entonces a los párrocos y catequistas la importancia de recordar a quienes reciben este sacramento de su iniciación cristiana, que deben acompañar su preparación con una inserción efectiva en la pastoral de la Iglesia, y a tener claro el valor de signo que su aporte económico reviste. Espero sinceramente que también este año la generosidad de los fieles habrá de acompañarnos y que podremos continuar y acrecentar nuestro esfuerzo evangelizador. Con mucho afecto, los saluda y bendice,

*** + Martín, obispo de Nueve de Julio También hay otras maneras con que habitualmente se contribuye en lo material: en los bautismos, comuniones solemnes, matrimonios, celebraciones de

INTENCIONES PARA ORAR EN EL 2012

Más cartas y mensajes del obispo Martín en: http://www.diocesis9dejulio.org.ar/obispo.html

CONVIVENCIA CON CRISTO

a pedido del papa Benedicto XVI NOVIEMBRE General: Ministros del Evangelio. Para que los obispos, sacerdotes y todos los ministros del evangelio den valiente testimonio de fidelidad al Señor crucificado y resucitado. Misionera: La Iglesia peregrina. Para que la Iglesia peregrina en la tierra resplandezca como luz de las naciones.

Casa de Retiros Nuestra Señora de la Esperanza Nueve de Julio (Bs.As.) 7 al 13 de enero de 2013 INFORMES Mónica Appella: Tel. 02317-521687 Cel 02317-15465747 mail: nuevesosa@hotmail.com Gladys García: Tel. 02317-42538 Cel 02317-15-446981


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COMPARTIENDO NUESTRO TESORO LA DIMENSIÓN COMUNITARIA DE LA PEREGRINACIÓN

El peregrino ora con los pies Hace poco vivimos la peregrinación nacional al Santuario de Luján, en la que, como pueblo argentino, caminamos para congregarnos bajo la protección de nuestra Patrona. Y, nuestra diócesis peregrina al Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos para encontrarnos a los pies de la Virgen Negra. En este contexto quiero compartir una reflexión sobre la originalidad de la peregrinación cristiana, a la luz del Documento Conclusivo de Aparecida.

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e parece importante que comencemos esta pequeña reflexión, redescubriendo la peregrinación cristiana como una manifestación de nuestra fe con valor propio. Con este objetivo, rescataremos cuatro aspectos fundamentales: su valor novedoso, misionero, afectivo y, fundamentalmente, mariano. Ubicamos a la peregrinación cristiana, dentro de las diversas manifestaciones de la religiosidad popular, ocupando ésta un lugar destacado. El Papa Benedicto XVI, en el discurso inaugural de la Conferencia, destacó «la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de nuestros pueblos», y la presentó como «el precioso tesoro de la Iglesia Católica en América Latina» (Documento Conclusivo de Aparecida, n° 258). El Documento presenta la piedad popular como un espacio de encuentro con Jesucristo, afirmando que en ella «se contiene y expresa un intenso sentido de la trascendencia, una capacidad espontánea de apoyarse en Dios y una verdadera experiencia de amor» (DCA 263). La peregrinación cristiana es partir de un punto religioso, para llegar a otro, respetando siempre el clima de oración y de recogimiento; porque «la decisión de partir ya es una confesión de fe, el caminar un verdadero canto de esperanza y la llegada es un encuentro de amor» (DCA 259). Por eso, peregrinar no es tratar de llegar yo solo a la meta lo antes posible, sino caminar juntos con profunda piedad en lo que estamos viviendo. No es la peregrinación de una sola persona, es todo el Pueblo de Dios quien camina. «Allí, el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos, caminando juntos hacia Dios que los espera» (DCA 259). Es maravilloso cuando descubrimos que esta dimensión comunitaria de la peregrinación, no deja que se diluya mi identidad propia en el anonimato de una multitud. «La piedad popular penetra delicadamente la existencia personal de cada fiel y, aunque también se vive en una multitud, no

es una espiritualidad de masas» (DCA 261). No vedoso Nov Un primer valor a reflexionar es el del encuentro con lo nuevo, que se da principalmente en el trascurso de la peregrinación, es decir, entre el punto de partida y de llegada. «Muchos peregrinos toman decisiones que marcan su vidas… historias de conversión, de perdón y dones recibidos» (DCA 260). El meditar caminando durante tantas horas, nos lleva a preguntarnos sobre el sentido de la vida, sobre quién es Dios para mí. También es un tiempo propicio para revisar mi pasado, reflexionar sobre mi presente, y pensar sobre mi futuro. Muchos descubren que Dios Padre los ama y los perdona, y que tiene sus brazos siempre abiertos para que volvamos a Él. Descubren que Jesucristo es nuestro hermano, que Él peregrina a nuestro lado en el cotidiano vivir. Descubren el poder del Espíritu Santo, que nos da fuerza para seguir nuestro camino. A partir de este descubrimiento, el peregrino se siente bendecido por Dios, y encuentra que su vocación en este mundo es ser bendición para los demás. Misioner o Misionero Un segundo aspecto a rescatar, es la dimensión misionera de la peregrinación. «Allí, el peregrino vive la experiencia de un

Escribe: Juan Fernando Bagatto, seminarista diocesano

misterio que lo supera, no sólo de la trascendencia de Dios, sino también de la Iglesia que trasciende su familia y su barrio» (DCA 260). El peregrino comparte sus sufrimientos y angustias con los demás, y saliendo de sí mismo, se interesa por el prójimo que camina a su lado. La peregrinación nos desinstala, nos mueve a ampliar el horizonte de nuestra vida en el que comienzan a aparecer mis hermanos y sus dolores. Esta apertura del corazón, que podemos experimentar durante la peregrinación, está llamada a ser vivida en lo cotidiano, convirtiéndonos en testigos de la bendición recibida. «El caminar juntos, es un gesto evangelizador por el cual el pueblo cristiano se evangeliza a sí mismo y cumple con la vocación misionera de la Iglesia» (DCA 264). vo Af ecti ectiv Afecti El peregrino es aquél que «se conmueve, derramando toda la

carga de su dolor y de sus sueños. La suplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que nada puede» (DCA 259). La peregrinación y la experiencia de indigencia y desamparo que tenemos en ella, nos hace redescubrir nuestra condición de mendigos de Dios y de su amor providente. Durante la peregrinación, volvemos a sentir esa sed que sólo puede saciar nuestro Creador. Esta sed es una gracia, un regalo de Dios para atraernos hacia Él. La piedad del peregrino «refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer» (DCA 258). Mariano Si bien es verdad que «nuestros pueblos se identifican particularmente con el Cristo sufriente… también encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de María… que hace sentir a sus hijos más pequeños que ellos están en el hueco de su manto» (DCA 265). El padre Rafael Tello, teólogo argentino y promotor de la Peregrinación Juvenil a Luján; pone de relieve «la especialísima intervención de la Virgen Santísima en la evangelización de esta región: Guadalupe en el norte, Lujan en el sur, y entre esos dos extremos multitud de casos.» (R. Tello, La nueva evangelización, Tomo I, 2008, pág. 27). Esta devoción nace en el

«No es la peregrinación de una sola persona, es todo el Pueblo de Dios quien camina.»

misterio mismo de la cruz, cuando Jesús entregó a su Madre al discípulo amado (cf. Jn 19,26-27). Hoy, esos discípulos amados somos cada uno de nosotros, que peregrinamos con fe bajo el cuidado maternal de la Virgen María. La P er egrinación, camiPer ere no de vida del cristiano Desde el comienzo de nuestra vida, nos ponemos en marcha hacia la Patria Celestial con mucho entusiasmo y expectativas. Pero en una determinada etapa de la vida empezamos a sentir cansancio y agotamiento. En ese momento en el que bajamos los brazos, y casi no podemos seguir caminando, Dios no nos hace faltar su amor. El consuelo y la fuerza de Dios nos pueden llegar, secretamente, a través de un hermano que viene a socorrernos con una palabra o un gesto oportuno para ese momento de prueba. Todos los cristianos somos, en esencia, peregrinos, tanto en la acción como en la contemplación, por eso «quien peregrina ora con los pies y experimenta con todos los sentidos que toda su vida es un único gran camino hacia Dios» (CATECISMO JOVEN DE LA IGLESIA CATÓLICA, n° 276). Así, de una manera misteriosa, casi sin darnos cuenta, en cada pequeña peregrinación por este mundo, nos estamos dirigiendo a nuestro destino definitivo: al encuentro glorioso con el Señor en la Patria Celestial. Es la peregrinación de todos los días a nuestros trabajos, a la universidad, a un barrio para anunciar la Buena Noticia. Peregrinando para acompañar al que se encuentra solo, a dar de comer al hambriento, saciar al sediento, vestir al pobre, visitar a un enfermo, peregrinando para darle amor a un preso; vamos construyendo el Reino de los Cielos. Y un día, el día de la gran llegada, el Señor nos dirá «Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo…» (Mt 25,34).


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LA IGLESIA HOY

EN LA AR GENTIN A ARGENTIN GENTINA Obispos ar gentinos arg plantar on un ceibo plantaron en los jar dines jardines vaticanos

æLos padres sinodales argentinos que participaron del Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización plantaron un ceibo, el árbol de la flor nacional, en los jardines del Vaticano. El gesto se realizó en un clima de «fraternidad y alegría», destacaron. El obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, fue quien pala en mano cavó el pozo para plantarlo en un acto solemne aunque sin protocolos. La rre evista Vida Nue va y a tiene su Nuev ya edición ar gentina arg

æ «Vida Nueva», revista de actualidad y vida de la Iglesia con 53 años de trayectoria, presentó en Buenos Aires, su edición argentina para el Cono Sur. Fue durante un acto en el monasterio de Santa Catalina de Siena, adonde acudieron referentes políticos, sociales, religiosos y periodistas. La presentación de la publicación estuvo a cargo de su director general, Andrés Telesca, y del director periodístico, José Ignacio López, quien explicó que la idea es contribuir para que la sociedad pueda tener un ámbito de encuentro y lugar de diálogo. Obispos de la R eRegión Buenos Air es Aires misionar on en el misionaron conurbano

æLos obispos de la Región Pastoral Buenos Aires integrada por la arquidiócesis porteña y 10 diócesis del Gran Buenos Aires- recorrieron en misión la diócesis de San Isidro, en el marco de la «Misión continental» impulsada por la Conferencia de Aparecida. El año pasado la misión anual de los prelados de la región se llevó a cabo en territorio de la diócesis de Merlo-Moreno. Fuente: Aica

ACTU ALID AD DIOCESAN A CTUALID ALIDAD DIOCESANA

TRES LOMAS

Jornada de Formación en la Escuela Misionera «Madre Antonia María»

æ Un fin de semana intenso vivimos en nuestra Escuela Misionera, porque cuarenta niños y adolescentes renovaron sus compromisos misioneros. Y, además, participaron sesenta jóvenes, adolescentes y niños trabajando cada uno en sus distintos talleres: · Los niños: Jesús nos envía a misionar. · Los jóvenes y adolescentes: el noviazgo cristiano. Muy participativo fue el taller de padres. Buen número, treinta y cinco. Con mucho diálogo y buena integración se trabajó sobre: como educar en la fe a sus hijos en estos tiempos difíciles.

Fue muy bueno el trabajo de la hermana Susana Rita que usando las nuevas tecnologías fue presentando las distintas formas de educar que nos ofrece nuestro mundo y como desde la fe las cosas tienen otro color. El valor del diálogo en familia, la fidelidad y el compromiso de integrar la fe en la vida fueron los puntos más fuertes del taller. La celebración de la Eucaristía, donde se realizaron los compromisos misioneros, marcó el final de la jornada

Encuentr o del Orden de Encuentro Vírgenes Consagradas

Hermana María Crescencia: una viole ta en violeta el huer huertto de Dios

æ Del 5 al 7 de octubre pasado tuvo lugar en Malargüe, Mendoza, el Encuentro del Orden de Vírgenes Consagradas de la Argentina, con la participación de representantes de las diferentes diócesis de nuestro país. Cada año se realiza un encuentro, que reúne a quienes han ofrecido su vida a Dios y han sido reconocidas por la Iglesia con una consagración especial. En esta oportunidad expusieron sobre temas atinentes a esta vocación eclesial el obispo de San Rafael, monseñor Eduardo Taussig, sobre el Concilio Vaticano II; nuestro obispo diocesano, monseñor Martín de Elizalde OSB, sobre la lectura de la Sagrada Escritura; el pbro. Ramiro Sáenz, sobre el Año de la Fe; y una consagrada, María Bertetich, de la arquidiócesis de Córdoba, que se refirió a la vida ye el testimonio de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, mártir carmelita (Edith Stein). De nuestra diócesis participó Clide Corral, de la parroquia de Pellegrini, y a ella se le confió la lámpara que, simbólicamente, representa el compromiso del próximo encuentro. Esta vocación, que tiene su origen en los primeros siglos de la Iglesia, fue restaurada por el Concilio Vaticano II, y desde entonces ha florecido en muchas Iglesias particulares; en nuestro país existe en numerosas diócesis. Para el año próximo, 2013, el encuentro programado ha sido confiado, para su organización, a la arquidiócesis de Buenos Aires, y a las diócesis de Nueve de Julio y Merlo-Moreno, y se realizará en Luján.

æ El sábado 17 de a las 11, se realizará la ceremonia de beatificación de la hermana María Crescencia Pérez, en el circuito «El Panorámico» de la ciudad de Pergamino. La ceremonia será pre-sidida por el cardenal Angelo Amato, SDB. prefecto de la Congregación para las causas de los Santos del Vaticano, quién promulgará el decreto que reconoce el milagro atri-buido a la intercesión de la Sierva de Dios, María Crescencia Pérez, religiosa de la congregación de las Hijas de María Santísima del Huerto. Este hecho nos llena de gozo y de gloria, porque tenemos una delegada ante el Padre, una sierva que nos indica el camino al que estamos llamados los bautizados. Sigámosle rezando a la Venerable porque Dios en estas fechas previas a su beatificación, concede cuotas especiales de gracia, para que responda nuestros pedidos, necesidades y urgencias. Que ella nos escuche y nos permita vivir como ella vivió. C. R., de 9 de Julio. Exalumna del Colegio Nuestra Señora del Huerto de Pergamino


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LA IGLESIA HOY ACTU ALID AD DIOCESAN A CTUALID ALIDAD DIOCESANA EN EL MUNDO

CÁRITAS INTERPARROQUIAL NUEVE

DE

JULIO

Programa Comunitario Participativo «Rincón de las curiosidades» CARITAS ARGENTINA llevó a cabo en el año 2006/07 un Programa de Capacitación para el Desarrollo Comunitario Participativo. La diócesis de 9 de Julio participó con un referente diocesano y un referente parroquial. Aquí una reseña de lo realizado en estos cinco años en la capilla San José Obrero.

æ Objetivo general del programa: Capacitación de las Cáritas Diocesanas para animar y sostener procesos de fortalecimiento y organización comunitaria que favorezcan la construcción del bien común. Este programa tomó en cuenta las capacidades de las personas y grupos sociales, movilizando acuerdos y potencialidades para que la superación de problemas sociales comunes, gestados desde las comunidades parroquiales, promueva proyectos detectados a través de la participación de los involucrados en los mismos y dieran respuestas a los problemas de la comunidad. Ubicación territorial: Comunidad de la Capilla San José Obrero, barrio que se pobló en los últimos 30 años, habitado por 2000 familias aproximadamente. El grupo de damas de Acción Católica lleva a cabo su misión evangelizadora con las familias del barrio. La Capilla cuenta con una Comisión Directiva conformada por vecinos del barrio, quienes abiertamente recibieron a este equipo para comenzar a trabajar en forma mancomunada en el proceso de diagnóstico participativo. a ho hasta ahor Lo hec hecho ahora Tiempo: En febrero de 2007 se iniciaron las primeras reuniones con la presencia de veinte vecinos, en las instalaciones de la Escuela Nº 50, a fin de conocer sus expectativas, escuchar sus opiniones y presentar la propuesta de este equipo para iniciar un trabajo en la comunidad. Objetivo: Formación de un equipo responsable que se organice en el barrio en la búsqueda de soluciones a sus problemas, capaz de promocionar, diseñar, gestionar y evaluar las futuras acciones. Actores: Equipo de Cáritas Interparroquial, Comisión de la Capilla San José Obrero, vecinos de la comunidad, instituciones educativas, niños y abuelos,

de las curiosidades», coordinado por voluntarias de Caritas Interparroquial y otras voluntarias de la comunidad que se fueron sumando. A cinco años del inicio del programa se llevan a cabo las siguientes actividades: apoyo escolar, macramé, pintura sobre tela y reciclado, apoyo en inglés, encuentros recreativos (destinado a adultos mayores y niños) con otras instituciones (a cargo de cinco adolescentes), charlas informativas: en salud, medioambiente, rezo del rosario: semanal, para navidad, pascua y otras celebraciones: se organizaran actividades compartidas con los miembros de la comunidad.

Est e es el inicio de un largo camino por recorrer Este recorrer.. Nuestra ores que están sectores misión como Cáritas es llegar a aquellos sect más olvidados, con acciones inno innovvadoras, donde los miembr os de la comunidad sean los vverdader erdader os miembros erdaderos pr otagonistas de su hist oria. pro historia. área de tercera edad del Municipio, clubes. Descripción de la experiencia Este espacio de encuentro motivó a los vecinos a trabajar en las diferentes problemáticas, acompañados por los integrantes de la Comisión de la Capilla y el equipo de Caritas. En grupo se determinan como primeras acciones trasladar las problemáticas ante los organismos correspondientes. Para afianzar la participación de los vecinos del barrio se convino llevar a cabo tareas concretas. El puntapié inicial fue el festejo del Día del Niño en las ins-

talaciones del Club San Martín, con cuentos, dibujos y pinturas, que colmaron las expectativas de los niños. En encuentros posteriores con los vecinos surge la necesidad de crear un espacio permanente de ayuda escolar con una biblioteca para los niños que concurren a los servicios educativos y que necesitan de un acompañamiento diario. En la búsqueda de un espacio físico dentro del barrio, la Agrupación Nuevejuliense de Árbitros de Fútbol, ubicada estratégicamente, cedió sus instalaciones para así poder concretar esta nueva idea comunitaria. Es así que el 24 de agosto de 2007 se llevó a cabo la apertura del «Rincón

Desafíos y per specti vas perspecti spectiv del pr oyecto pro n Conformación de una Sociedad de Fomento. n Ampliación de talleres y actividades para los niños y abuelos los fines de semana. n Disponer de un espacio físico más amplio. Celebrando los cinco años junto a la comunidad de San José Obrero, se llevó a cabo una misa en acción de gracias el sábado 22 de setiembre, en la Capilla La Sagrada Familia y el sábado 29 se realizó un gran festejo en el barrio con importante presencia de adultos mayores, jóvenes y niños. Para finalizar se compartió un refrigerio. Un lar go camino larg Este es el inicio de un largo camino por recorrer. Nuestra misión como Cáritas es llegar a aquellos sectores que están más olvidados, con acciones innovadoras, donde los miembros de la comunidad sean los verdaderos protagonistas de su historia. Para hacer bien nuestro trabajo, consideramos que además de una buena formación, es fundamental cultivar la caridad y vivir en la caridad desde la mirada, los sentimientos y la perspectiva de Cristo. Dios es amor y se nos da a su Hijo, por amor.

Ca pilla Sixtina: Capilla «contemplada en or ación, es toda vía oración, todavía más her mosa» hermosa»

æEl 31 de octubre de 1512 el papa Julio II rezaba las vísperas de la solemnidad de Todos los Santos y ese día por primera vez se pudo contemplar la bóveda de 1.100 metros cuadrados de frescos que Miguel Ángel pintó a casi 20 metros de altura durante los años 1508 a 1512. Benedicto XVI repitió el rezo de las vísperas en la Capilla Sixtina al conmemorarse los 500 años de aquel acontecimiento. Chile: la Fiesta de Todos los Santos de vuelv e el sentido devuelv vuelve original del «Hallo ween» «Hallow

æLa Fiesta Blanca de Todos los Santos cobra cada vez más fuerza en colegios y familias de Chile y se presenta como una manera de devolver el sentido original del ¨Halloween¨, o vísperas de Todos los Santos, que la Iglesia celebra el 1 de noviembre. Una demostración de este entusiasmo fue la iglesia catedral de Punta Arenas que se llenó de niños y niñas que llegaron por tercer año consecutivo disfrazados de ángeles, animales del pesebre o del arca de Noé, y de santos como Juan Bosco o Laura Vicuña, entre otros. El pa pa c lausuró el papa clausuró Sínodo Obispos

æEn la basílica de San Pedro, el papa Benedicto XVI presidió la concelebración eucarística de clausura de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre «La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana». El Papa expresó en su homilía que «son numerosas las personas que tienen necesidad de una nueva evangelización, es decir de un nuevo encuentro con Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios que puede abrir nuevamente sus ojos y mostrarles el camino». Fuente: Aica


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A LA ESCUCHA EN BETANIA

EN EL CAMINO DE EMAUS La Biblia y nosotros

Escribe: Pbro. Carlos Mateos

Da vid y Goliat David æ Fue famoso el combate entre David y Goliat: un muchachito desarmado y un guerrero profesional, de físico impresionante, un gigante. En los comentarios se destacaba la audacia, la puntería y, hasta la picardía de David. Pero por algo quedó en la Biblia este episodio. Es algo más que un argumento de comic, de historieta, que bien podría aprovechar un buen dibujante. Seguro que tiene algo para decirnos, más allá de la hazaña del pastorcito. Veamos: Si el lector no está apurado, le sugiero que lea atentamente todo el capítulo 17 del 1º Libro de Samuel. Así puede mejor imaginar todo el ambiente de miedo y amenaza que había en el ejército de Israel, más formado por voluntarios que por soldados profesionales. Y contrastando con eso, los sentimientos de David, de amor a su Dios y plena confianza en él, pese a lo tremendo de la situación. Pero si no lee todo el capítulo, antes de seguir adelante, lea lenta y atentamente del versículo 38 al 50. Más de una vez, así se tiene plena idea de todos los detalles. Golia os Goliatt y nosotr nosotros Sucede o puede suceder en la vida de casi todas las personas que alguna vez se dé una situación extrema, límite, tanto en uno mismo, como en otros, familiares o amigos: desgracias, accidentes, injusticias, enfermedad grave… mil cosas. Y ahí está uno, como ante el gigante Goliat: sin posibilidades, sin medios, sin ideas, lleno de dudas, miedos, desconcierto. ¿Qué hacer? ¿A quién recurrir? ¿De dónde conseguir lo que hace falta? ¿Porqué nos pasa-me pasa-esto? ¿Cómo Dios lo permite… si yo siempre «le cumplo»? Y toda esa mezcla confusa de sentimientos y pensamientos, ante ese Goliat inesperado del sufrimiento… Creo que aquí se puede hacer una muy buena meditación y oración, abriéndose al Espíritu, rezándole, dejándose llevar por el ejemplo que surge de la persona de ese muchachito, inexperto en el arte de la guerra y la lucha… pero que confía «ciegamente» en su Dios. lesia Golia os en la Ig Iglesia nosotros Goliatt y nosotr Este episodio, también nos puede inspirar para nuestras actividades pastorales, para la realización de nuestro compromiso con Cristo. Él nos dijo que debíamos ser sus testigos, que debíamos anunciar al mundo su Evangelio, que debíamos predicar en su nombre. Y ahí estamos nosotros, en nuestra parroquia, movimiento, grupo, actividad, con nuestro granito de arena, como solemos decir. Y enfrente, el mundo, Goliat: sus miserias y grandezas, sus trampas, sus mentiras, sus tremendos pecados, defendidos y tentadores, sus ofertas de felicidad o grandeza o riqueza, sus facilidades… un gigante que aparece tan fuerte, tan atractivo y, sobre todo, tan seguro de no necesitar de Dios; ni preocuparse por Él: el mundo tiene suficiente cantidad y calidad de ídolos,

que está seguro pueden reemplazar al «incómodo» Dios Padre presentado por Jesús. Se burla, desprecia y, si se le ocurre, amenaza, persigue, agrede, ataca a los discípulos de Jesús que, como David, parecen tener una inofensiva honda como toda arma: su fe, su vida coherente con la Palabra, la simplicidad de la vida cristiana, de su amor, de su entrega, su mansedumbre, su servicialidad… ¿Qué hacer? ¿Por dónde empezamos? ¿Cómo? ¿Quiénes somos? ¿Qué podemos? Estamos como David ante Goliat: ¿nos animamos a la audacia confiada del pastorcito? ¿Audacia «confiada»… «confiada» en qué o en quién? ¿Y confiada hasta qué punto, límite o razón? El episodio de David y Goliat, si nos dejamos iluminar por el Espíritu, con toda humildad y necesidad, puede darnos una muy buena respuesta para nuestras inquietudes evangelizadoras. Por lo menos, una base segura donde asentar nuestros pies, a la hora de arrancar hacia el mundo para anunciarle el Evangelio. Un detalle Cada vez que leo este episodio, siempre me llama la atención un detalle del relato, porque me parece que ahí hay algo, alguna sugerencia. En efecto: cuando el rey Saúl, en su no saber qué hacer frente al desafío de Goliat, decide dejar al muchachito David que enfrente al gigante, lo arma como un guerrero: coraza, espada, etc. Lo que la técnica bélica tenía en el momento, para que el muchacho esté a la altura de las circunstancias. Y sin embargo, lo que al final valió fue la simple honda de David y una piedrita de canto, redondeada por el continuo fluir del río. O sea: ahí tenemos todos los medios de hoy día para la comunicación, para hacer llegar a otros lo que se piensa o se siente: prensa escrita, radio, TV, redes, facebook, mail, celular, cine…No podemos menospreciar o prescindir de esos medios: el Goliat del mundo y sus ídolos los aprovechan para sus fines. Y cuantos más cristianos sepan usarlos, y más se capaciten en esas técnicas, mejor… Pero: siempre va a ser Dios el que dé eficacia a nuestra acción; siempre la garantía va a ser «la honda» de David: nuestra humildad, nuestra fe, nuestra coherencia entre ella (nuestra fe) y nuestra vida, que es lo que el mundo ve y mira, nuestra capacidad de renunciamiento, de generosidad, de entrega, de perdón… de vivir realmente los valores evangélicos. Creo que aquí también tenemos una buena posibilidad de meditación, oración… y crecimiento en la madurez de vida cristiana; en y desde la comunidad de nuestra Iglesia, encarnada en la parroquia y sus instituciones y en contacto con ese mundo en el que vivimos, trabajamos y compartimos con los demás hombres y mujeres… donde hay tantos de buena voluntad… Hasta el próximo número

La catequesis en nuestra diócesis

Ecos del III Congreso Cat equístico Nacional Catequístico De la SEGUNDA CONFERENCIA de monseñor CELSO MORGA IRUZUIBIETA, secretario de la Congregación del Clero, delegado de Roma en el III CCN (Primera parte) 1. ¿Qué es la Catequesis? (...) Providencialmente, el Congreso se celebra a las puertas del Año de la Fe. Indudablemente, el Espíritu de Jesús esta aquí entre nosotros para guiarnos, iluminando nuestras mentes y disponiendo nuestros corazones para acertar en propuestas concretas y eficaces en favor de la catequesis en Argentina. Pero ¿qué es la catequesis?: «Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que, por la fe, tengan la vida en su nombre y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo (cf Juan Pablo II, CT, 2) » (CCC, 4). Es, por tanto, una compleja tarea que comporta diversos aspectos: hacer discípulos, es decir personas que creen que Jesús de Nazaret es el Hijo de Dios; esta fe engendra a la vida sobrenatural, a la vida de la fe, que es necesario instruir y educar para, de este modo, construir el Cuerpo de Cristo. Ya desde el prólogo, el Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una presentación de los grandes momentos de la historia de la catequesis (nn. 4-10). Su historia muestra cómo la catequesis se haya ido constituyendo, poco a poco, para responder a las necesidades emergentes de cada momento histórico. La historia de la catequesis muestra como ha sido siempre un «ministerio» muy cercano a la realidad concreta, a las necesidades y emergencias del momento, a la practica: «de ella hay que partir para volver a ella» (SENAC, 64) La Iglesia de los primeros siglos se fue construyendo alrededor del catecumenado, cuyos elementos fundamentales fueron: la transmisión del contenido de la fe, la liturgia (sobre todo los sacramentos de la iniciación cristiana), el ingreso progresivo en la comunidad cristiana, la transformación de la vida según el modelo de Cristo. Todo el proceso era organizado según diversas etapas, desde la admisión entre los catecúmenos hasta la participación en los sacramentos de la iniciación y las catequesis mistagógicas. De toda aquella catequesis nos quedó una riquísima herencia de predicación y catequesis patrística valida para la Iglesia de todos los tiempos y una especie de nostalgia que nos lleva a mirarla siempre como la edad de oro de la catequesis. Después, a través de la distintas épocas, y bajo las formas más diversas, el Espíritu Santo – que siempre asiste a la Iglesia, que es fuerza de evangelización y esta, por así decir, lleno de fantasía – ha hecho resonar su voz conforme la Iglesia andaba adquiriendo una mayor y nueva conciencia de su ser, de su vida y de su misión. Sobre todo en épocas de profundo cambio, la Iglesia ha vuelto con particular atención su mirada a las fuentes, a sus origines para responder a los problemas y desafíos nuevos que se iban presentando. Sabemos por ejemplo que, el Concilio de Trento, para intentar responder a los desafíos que presentaba la nueva visión del mundo del humanismo renacentista y de la propuesta – rebelión protestante, presentó una elaboración global de la fe. Sabemos que fue un tiempo de profunda renovación para toda la Iglesia. La elaboración del Catecismo Romano y el nacimiento de organizaciones pastorales y catequéticas adaptadas al tiempo, como la Compañía de la doctrina cristiana con San Carlos Borromeo, junto a otras muchísimas iniciativas (pienso a toda la actividad evangelizadora de San Juan de Avila, por ejemplo) dieron frutos abundantísimos de los cuales todavía hoy nos beneficiamos. Podemos decir que el Concilio de Trento y todo lo que siguió en el campo apostólico y, en particular, en el campo de la actividad catequística, creó una verdadera identidad católica. Continuará en la próxima edición.


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ENCADI 2012 LA FAMILIA Y LA VIDA CRISTIANA

Los escenarios de la catequesis Segunda parte del mensaje del obispo Martín de Elizalde OSB, en el Encuentro Catequístico Diocesano (ENCADI). Carlos Casares, 25 de agosto de 2012.

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ice el Beato Juan Pablo II en la exhorta ción apostólica Catechesi tradendae: «Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de esfuerzos realizados por la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe, ellos tengan la vida en su nombre (cfr Jn 20, 31), para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo» (B. Juan Pablo II; Exhortación apostólica Catechesi tradendae, n. 1). En este breve pasaje tenemos todos los elementos que permiten comprender el sentido y el alcance de esta, que según el Papa, es una de las «tareas primordiales» de la Iglesia. Se trata de la Iglesia, depositaria de la misión que Jesús confió a sus discípulos; ella debe anunciar a Jesucristo, el Hijo de Dios, para que los hombres crean, y por la fe reciban la vida sobrenatural y den testimonio en el mundo, en la comunión del Cuerpo de Cristo. Es la Iglesia la que evangeliza: lo hace a través de sus pasto-

res, los sucesores de los apóstoles, de los ministros sagrados, presbíteros y diáconos, de todo bautizado a quien se confía una misión, de todo fiel. No es una mera iniciativa personal, sino que hay un mandato; no se transmite ninguna sabiduría humana ni la interpretación que individualmente o en grupo pudiera hacerse del mensaje del Señor Resucitado. Porque es la obra de la Iglesia, y el catequista, como todo evangelizador, tiene que expresar con fidelidad el depósito de la fe, a la vez que incorpora esta condición en su propia vida y conducta, para acompañar con sus acciones lo que expresa de palabra. Pr oponer la ffe e Proponer «La puerta de la fe (cfr Hech 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cfr Rom 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cfr Jn 17, 22)» (Porta fidei, 1)

Es el párrafo inicial de la Carta apostólica del Santo Padre Benito XVI Porta fidei (La puerta de la fe). Por la fe somos salvados: el creyente entra en la comunión con Dios, es recibido en la Iglesia por el bautismo y emprende un itinerario que dura toda la vida y conduce a la eternidad. El conocimiento de la verdad lleva a expresar en la conducta aquello que hemos recibido. La ocasión para esta celebración extraordinaria que es el Año de la Fe la ofrece el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y se une a ello el 20º aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica. Este documento, dice el Santo Padre, «con la intención de ilustrar a todos los fieles la fuerza y belleza de la fe, ... instrumento al servicio de la catequesis», propone de una manera sistemática cuanto el cristiano debe creer y la manera como debe vivir, mostrando que la adhesión de fe se ha de expresar en sus acciones y palabras.

PASTORAL VOCACIONAL

Un sacerdote no nacido æ Hace 5 años asistí a una ordenación sacerdotal. Después de la ceremonia una mujer vino hacia mí muy emocionada y me dijo: «Padre, tengo que contarle algo: Cuando usted era un joven sacerdote yo escuché un retiro que usted había predicado en la catedral de Puerto Príncipe. En su sermón usted habló sobre el aborto. Dijo que las madres deben velar por sus hijos, pues «este hijo que quizá quieren destruir podría llegar a ser presidente de la república, sacerdote u obispo». «En aquel momento yo llevaba un niño en mi seno y tenía la intención de abortarlo. Después de su sermón reflexioné mucho, y cambié de opinión a causa de sus palabras. Pues bien, aquel niño es uno de los sacerdotes que acaban de ser ordenados aquí. Sentí la obligación de agradecerle...» Yo le respondí: «Demos gracias a Dios». Eustache Saint Hubert. Puerto Príncipe (Haití) Extraído de: 100 historias en blanco y negro contadas a todo color por sacerdotes. Capítulo: «Defendiendo la vida». Compilador: Fernando Morales

La primera parte del Catecismo desarrolla la presentación de cuanto creemos a partir del Símbolo de la fe, el Credo. La fe, que recibimos en el bautismo, tiene que ser explicitada, confesada, aplicada en la vida del cristiano, y este es el objeto de la catequesis. El Concilio Vaticano II hace este solemne encargo a los obispos de la Iglesia: «Vigilen para que se dé con diligente cuidado la instrucción catequética, cuyo fin es que la fe, ilustrada por la doctrina, se torne viva, explícita y activa tanto a los niños y adolescentes como a los jóvenes y también a los adultos; que al darla se observen el orden debido y el método acomodado no sólo a la materia de que se trate, sino también al carácter, aptitudes, edad y condiciones de vida de los oyentes, y que dicha instrucción se funde en la Sagrada Escritura, en la Tradición, Liturgia, Magisterio y vida de la Iglesia.» A continuación se expresan las condiciones requeridas en el catequista: «Cuiden también (los obispos) que los catequistas se preparen de la debida forma para su función, de suerte que conozcan con claridad la doctrina de la Iglesia y aprendan teórica y prácticamente las leyes psicológicas y las disciplinas pedagógicas.» (Decreto Christus Dominus, sobre el oficio pastoral de los obispos en la Iglesia, 13)

La preparación y competencia necesarias son un medio para la transmisión de la doctrina, pero es fundamental que preceda una adhesión sincera y profunda a la Revelación recibida en Jesucristo: «Cuando Dios revela, el hombre tiene que someterse con la fe (cfr Rom 16, 26; comp. Rom 1, 5; 2 Cor 10, 5-6). Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios, le ofrece ‘el homenaje total de su entendimiento y voluntad’ (Conc. Vaticano I, Const. Dei Filius, c. 3), asintiendo libremente a lo que Dios revela. Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu, y concede ‘a todos gusto en aceptar y creer la verdad’ (Conc. Araus. II, can. 7; Conc. Vaticano I, cit.)» (Const. Dei Verbum, sobre la divina revelación, 5). La centralidad de la fe en la recepción del mensaje de Cristo tiene que encontrarse de manera clara y explícita en el catequista, cuya misión es la de formar en la fe a quienes les han sido confiados. No basta saber, conocer, tener método y condiciones pedagógicas; es fundamental vivir con sincera adhesión la fe recibida. El Papa Benito XVI nos dice: «Precisamente en este horizonte, el Año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica» (Porta fidei, 11).


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LA PUERTA DE LA FE

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ueridos lectores el pasado 13/14 de octubre en las distintas comunidades se dio inicio al AÑO DE LA FE. Allí, según lo estipulado, hemos recibido dentro de la celebración Eucarística el SÍMBOLO de la Fe: el CREDO, de mano del celebrante (o ministros que lo acompañaban). Recibir el SÍMBOLO de la Fe es una invitación a acoger aquellas palabras «que nos mantienen en la dirección correcta. No son muchas palabras, pero encierran el misterio de Dios creador, de su amor por nosotros; ese amor que se hizo carne en su Hijo Jesús, muerto y resucitado; y el misterio de su Espíritu Santo, viviente y activo en la Iglesia, que nos cobija con la fe y la esperanza de la resurrección y la vida eterna» (texto del hermoso guión de Misa elaborado para ése día). Durante todo este AÑO DE LA FE, tenemos la oportunidad de profundizar como diócesis sobre el contenido de estas palabras, para que, conociendo aún más lo que ellas significan podamos seguirle mejor. Desde mi humilde lugar quisiera hacer un aporte. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica (en adelante Catic) en el Nº 26 «Cuando profesamos nuestra fe, comenzamos diciendo: «Creo» o «Creemos». Antes de exponer la fe de la Iglesia tal como es confesada en el Credo, celebrada en la Liturgia, vivida en la práctica de los mandamientos y en la oración, nos preguntamos qué significa «creer»…» «¿Qué es CREER?» Aún recuerdo que me hizo esta misma pregunta Romi aquél 27 de junio del 2004 en Stella (por los pagos de Navarra, camino a Santiago).

«CREO» Ella, japonesa de educación y tradición budista por sus padres, hacía la misma peregrinación que yo con el único deseo de creer. La pregunta me sorprendió. Yo había decidido descansar aquella tarde en el albergue, por las ampollas que amenazaban mis pies. No me fue fácil definirlo… además no se trataba de definiciones, sino de experiencias… No dudaba de la existencia de Dios: por lo cual mis pruebas aristotélicas fueron innecesarias. Ella quería creer en el Dios de Jesucristo. Y ya había leído el Evangelio dos veces de corrido. Entendía lo que leía. Y otras veces amaba lo que entendía. Pero muchas veces corazón y mente no coincidían. Solo balbuceé decirle que creer es sintonizar cabeza y corazón. Y que lo pida como don… Es fácil para nosotros decir: CREO. Así comienza el símbolo de la fe. Cuando habitualmente utilizamos esta palabra al menos cabe entender esta expresión de dos maneras. Sería bueno identificarlas para no confundirlas al aplicarlas en el contenido de nuestra fe. Algunas veces se utiliza la expresión «creo» como creencia. Entonces «yo creo» puede significar lo mismo que «pienso», «no se», «podría ser», pero lo contrario es perfectamente posible. Con lo que la fe equivale a un «no saber» y entra de lleno en el terreno de la sospecha, haciéndose inconciliable con la ciencia. Este tipo de creencia es muy subjetivo y opinable, no

P. Luis Diehl

PENSAMIENTOS BREVES DIÁLOGO ABIERTO XNo te cierres al diálogo, no sostengas con rigidez tus opiniones. XSi no conoces la anchura del camino, no te permitirás apartarte un paso a la derecha o a la izquierda por temor a caer en el vacío. X

Si la conoces, aún en la oscuridad, sabrás que tienes posibilidades de caminar con libertad.

Es una publicación de la diócesis de Santo Domingo en Nueve de Julio

Escribe: Pbro. Germán Loriente

«La fe cristiana, nuestra fe, designa un comportamiento humano que es determinado por la llamada de Dios, una respuesta al Dios que se nos da y que quiere entrar en contacto con los hombres». es justamente lo que decimos en el CREDO al afirmar: creo. Desde el punto de vista religioso, la fe como creencia sería la aceptación de una serie de verdades, apoyados en una autoridad sobrenatural, que se acepta como suprema, pero que por eso mismo no está al alcance de la razón. Entendida así la fe se hace incompatible con la experiencia humana…. tampoco reduciríamos a este tipo de creencia cuando confesamos CREO. ¿Desde donde podríamos situarnos para entendernos como hombres creyentes? Hay una experiencia cercana a todos. Cuando le decimos a una persona TE CREO. Sin duda que esa expresión brota de un encuentro personal, que nos abarca en la totalidad de la persona, con inteligencia, voluntad y sentimientos. Entonces «yo creo» significa «yo creo en ti, te creo». La fe entonces viene a ser la forma por la que yo tengo acceso a la persona del otro, a su intimidad más profunda, a su realidad más genuina. En sencillo podríamos decir que, de esta forma. creemos a nuestros padres, a nuestros hijos, a aquella persona que amamos, nuestra esposa o nuestro esposo…. Sólo se conoce la hondura personal en la medida en que se cree a la persona en sí misma que se te abre libremente. La fe entonces es respuesta a una oferta de amor y posibilidad de participar en la vida del amado, en su pensamienAño XIII - N° 133 NOVIEMBRE de 2012

to, en su manera de ver. La fe ha dejado de lado el terreno de la sospecha y ha entrado en el ámbito de lo personal, de lo vivificador y transformador, convirtiéndose en la forma eminente del conocimiento. Desde esta perspectiva, la fe cristiana, nuestra fe, designa un comportamiento humano que es determinado por la llamada de Dios, una respuesta al Dios que se nos da y que quiere entrar en contacto con los hombres: «La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él, dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida» Catic Nº 26. La fe religiosa, antes que un conocimiento de verdades que no se ven, hay que entenderla como un compromiso del hombre entero con la única Verdad, el Dios vivo que nos sale al encuentro. Más que un tener, un saber o un poseer, la fe es un «ser poseído», un «ser alcanzado por Cristo Jesús» (Flp 3,12). Este encuentro no excluye el conocimiento doctrinal, sino que lo integra: la fe en la persona supone la fe en la palabra de la persona. Entendida así la fe cristiana es una experiencia y una vida, un participar de la vida del Dios que se nos da. Si la fe cristiana es un encuentro personal, también se comprende que puede ser un camino, o sea, que en ella puedan darse diferentes etapas, tanto por parte del Dios que se revela como por parte del hombre que responde. Lo vemos a lo largo de toda la Escritura: Dios se revela de forma gradual, «pedagógicamente», «gradualmente», «adaptando su lenguaje a nuestra naturaleza», teniendo en cuenta la capacidad de aceptación de cada hombre y de cada momento histórico. Y la Escritura también distingue diversos grados de fe en el hombre o etapas: desde los que tienen una fe diabólica (Sant 2,19), o los que no tienen fe, pasando por los que tienen «poca fe», hasta llegar a los que tienen fe. Por eso el Año de la Fe no sólo nos habla de profundizar en qué creemos, sino también preguntarnos de qué modo creemos. Dice el Papa Benedicto en la carta con DIRECTOR Pbro. Germán Loriente germanloriente@gmail.com

la que convocaba a este año antes citada: «quisiera esbozar un camino que sea útil para comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos de entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios» (PF nº 10). Por eso la fe constituye el fundamento de toda la vida cristiana. En efecto, determina la actitud inicial que el hombre debe adoptar ante Dios y condiciona el encuentro amoroso con él. Es verdad que éste encuentro se realiza perfectamente sólo en la caridad; pero ésta, a su vez no es posible, como la esperanza, sin un contacto inicial, como el que se tiene precisamente mediante la fe. Así la fe, es don y tarea: «La puerta de la fe (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida» (PF nº 1). Y refiere el Papa más adelante: «No por casualidad, los cristianos en los primeros siglos estaban obligados a aprender de memoria el Credo. Esto les servía como oración cotidiana para no olvidar el compromiso asumido con el bautismo. San Agustín lo recuerda con unas palabras de profundo significado, cuando en un sermón sobre la redditio symboli, la entrega del Credo, dice: «[…] Recibisteis y recitasteis algo que debéis retener siempre en vuestra mente y corazón y repetir en vuestro lecho; algo sobre lo que tenéis que pensar cuando estáis en la calle y que no debéis olvidar ni cuando coméis, de forma que, incluso cuando dormís corporalmente, vigiléis con el corazón (Sermo215, 1)».» Hace un tiempo, por medio de Facebook, pude contactar nuevamente con Romi. Allí me emocioné al constatar que no sólo se había bautizado en la Iglesia Católica, sino ver su foto de bodas, y recordar juntos alguna charla que tuvimos aquellos días en Stella. Sería muy bueno ya en este tiempo ir rumiando aquello que leemos en el SIMBOLO y que vaya resonando en nuestro interior aquella afirmación que va jalonando nuestra fe: CREO. Y decirlo con corazón agradecido. Hasta la próxima. EDICION INTEGRAL Fabricio O’Dwyer fabricio1969@gmail.com


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