Agua y progreso social. Siete estudios sobre el regadío en Huesca, siglos XII-XX

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AGUA YPROGRESO SOCIAL SIETE ESTUDIOS SOBRE EL REGADÍO EN HUESCA, SIGLOS XII-XX


Edita: Instituto de Estudios Altoaragoneses

(Diputación de Huesca) Cubierta: Miguel ORTEGA (diseño) y

Manuel CUADRADO (infografía) Preimpresión: EBROLIBRO, S. L. Impresión: Grafic RM Color, l.S.B.N. : 84-8127-012-1 Depósito Legal: HU-176/94

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AGUA YPROGRESO SOCIAL SIETE ESTUDIOS SOBRE EL REGADÍO EN HUESCA, SIGLOS XII-XX

COORDINADOR: CARLOS LALIENA CORBERA

INSTITUTO DE ESTUDIOS ALTOARAGONESES (DIPUTACIÓN DE HUESCA)


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ÍNDICE

Historia y política en el regadío. A modo de presentación, por Guillermo Pérez Sarrión ...... ........... ... ... ... .... .. ................. .. ... ........ .... .......... ... ......... ... ..

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Los regadíos medievales en Huesca. Agua y desarrollo social, siglos XIIXV, por Carlos Laliena Corbera ........ .... ..... .... ....... ....... .... ... ....... ........ .... .. .. ..

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R egadío y producción agraria en Huesca durante el siglo XVI, por José Manuel Latorre Ciria..... .. ................... .. ..... .... ................... ....... ........ ...... .

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E l intervencionismo municipal en el control, regulación y financiación del regadío oscense en el siglo XVII, por Jesús lnglada Atarés.................

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La propiedad de la tierra y el regadío oscense en e l siglo XVIII , por Javier Arasanz Biela. ........ ..... .... ............... .. ...... .. .......... .... ... ..... .. ....... ... ...... .... .

143

Los regadíos en e l siglo XIX. La reivindicación del agua , por Carmen Frías Corredor .......... ........... ............................ .... .. .. ..... .. ...... .... ... .... ..... ... ... .....

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El regadío en Huesca, 1900-1950, por José M. a Azpíroz Pascual.. ............

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Herencia de preguerra, fachada de postguerra: regadío y obras públicas en Huesca, 1938-1960, por Alberto Sabio Alcutén ......................................

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Conclusiones, por Juan F Utrilla Utrilla ... .. .................................................

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HISTORIA Y POLÍTICA EN EL REGADÍO A MODO DE PRESENTACIÓN

G uill ermo PÉREZ SARRIÓN

Hablar del regadío no es asunto menor y menos aún hacerlo en Huesca: en pocos sitios como en Aragón el tema del agua y los recursos hidráulicos ha suscitado controversias, levantado pasiones, enarbolado banderas. Los trabajos que aquí se presentan, realizados por historiadores con trayectoria investigadora reconocida en temas de historia económica y social, fueron en origen materiales para la realización de unas jornadas de trabajo organizadas por el Instituto de Estudios Altoaragoneses en noviembre de 1993. La calidad e interés de los aspectos tratados y, sobre todo , la receptividad social que tuvieron y los debates apasionados que suscitaron han sido, creo, los argumentos que han llevado al propio Instituto a decidir su publicación . Este interés por el agua no está lejos del que existe desde hace unos años en España por la incidencia que ésta tiene en la política de regadíos y el abasto de energía, industrias y poblaciones. A su vez el fenómeno no es sólo nacional: el agua ha adquirido presencia notable en el análisis económico y social de los últimos años por la creciente importancia económica y política que en las áreas más desarrolladas tienen las zonas cálidas, con recursos hidráulicos limitados (California, países del sur de Europa), y por la dificultad de disponer de agua suficiente en los países menos desarrollados para satisfacer el aumento de la demanda debido a la explosión demográfica. Esto plantea ya actualmente problem as económicos y ecológicos de primer orden a nivel local y regional en zonas como el sur de Europa (España, norte de África), áreas de Oriente Medio (conjunto lago Tiberíades -río Jordán, ríos Tigris y Éufrates) o el sur de la antigua Unión Soviética (conjunto lago de Ara! - ríos Amu Daria y Sin Daria, en los actuales Kazajstán, Uzbekistán y Turkmenistán). Pero este es un fenómeno reciente. Una rápida mirada al pasado muestra que la historiografía sobre el agua ni es nueva ni ha tenido siempre este enfoque económico. Bien al contrario, referirse a ella es recordar su temprana relación no con la economía política o con lo que hoy llamaríamos la economía ecológica sino con la política. 9


HiSTORiA Y POLÍTICA EN EL R EGADÍO. A MODO DE PRESENTACIÓN

En este sentido es referencia obligada la obra de Karl A. Wittfogel El despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totalitario, aparecida originariamente en inglés en 1957 y no traducida al castellano basta 1966.' La tesis central de Wittfogel es que existe un sistema político absolutista o despótico oriental basado en el control y el uso del agua, un despotismo hidráulico, distinto en su esencia del del absolutismo europeo, cuyo modelo canónico es la sociedad hidráulica china. El punto de llegada es político ya que se trata de aplicar el concepto al totalitarismo comunista de la Unión Soviética de esos años para definirlo como una variante totalitaria, más despótica aún. La obra es fuertemente anticomunista pero aquí no se cita por su in tencionalidad política sino por su potencia organizativa, ya que define un modelo de sociedad hidráulica, de naturaleza esencialmente despótica o autoritaria, en la que el agua determina la existencia de clases sociales y el sistema político mismo. El agua y su control no son un elemento secundario sino central en él: exigen y generan un poder centralizado y una organización social específica. La tradición de que bebe Wittfogel es, por cierto, poco conocida, si bien no se remonta más allá de fines del siglo XIX. El interés por la función social del agua es en principio tan antiguo como su uso y probablemente no fuera difícil citar textos y casos probatorios, pero la cuestión de qué supone el agua en la historia del hombre no se remonta, en el pensamiento europeo contemporáneo, más allá de fines del siglo XIX, ya que en esa centuria tanto el Iiberalismo y el positivismo como el materialismo histórico marxista compartieron un supuesto común: el progreso de la sociedad humana en principio era indefinido y no tenía límites, mucho menos los que podía imponer un recurso natural que hoy percibimos es limitado y que entonces empezó a pensarse podía ser un elemento fundamental para entender ciertos modelos sociales. El pensamiento hidráulico no se origina pues en el campo de la economía ecológica sino en el de la política, concretamente en los modelos de evolución social decimonónicos. El caso del entonces anticomunista Wittfogel es especialmente ilustrativo, ya que su modelo hidráulico tiene paradójicamente su origen en el pensamiento marxista, en las reflexiones del propio Karl Marx sobre el llamado modo de producción asiático. En los años inmediatamente posteriores a 1910 estas ideas fueron retomadas por el marxista ruso Yuri Plejanov, quien defendió la existencia de un desarrollo de la sociedad esencialmente bilineal: a partir de la comunidad primitiva en Occidente se produjeron sucesivamente los modos de producción antiguo, feudal y burgués o capitalista, mientras que en Oriente el desarrollo social se estancó en el modo de producción asiático , definitorio de una sociedad estacionaria incapaz de evolucionar por sí misma sin un motor exterior (colonialismo, extensión de la revolución socialista). En este análisis la Rusia zarista había sido también, al menos hasta 1861 un país «oriental», inmerso en el modo de producción asiático y el despotismo oriental. 1. Ed itorial Guadarrama, Madrid.

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Guillermo PÉREZ SARR/6N

Wittfogel estuvo en su etapa juvenil muy vinculado a la Tercera Internacional como experto en temas asiáticos y fue un decidido seguidor de Plejanov, amén de lector atento de Max Weber. Fue a partir de estas influencias como formuló por primera vez en 1926 sus primeras tesis sobre la existencia de una «sociedad hidráulica», aplicables a países como China, India o Egipto. Como alemán residente en Rusia, empezó a tener problemas en el país a partir de la esclerotización progresiva del pensamiento marxista oficial, que acabó negando la existencia de un modo de producción asiático (1930). Wittfogel emigró a A lemania; encarcelado por los nazis, finalmente pudo huir a Estados Unidos (1939), donde ejerció como profesor en la Universidad de Washington desde 1947 y fue activo anticomunista. De este modo puede decirse que sus tesis de 1956 no eran nuevas: paradójicamente se habían generado tres décadas antes en el mundo mental del marxismo y el ambiente social de la Rusia postrevolucionaria. Esta tradición historiográfica de estudiar la historia del agua sobre todo desde la perspectiva del poder ha sido continuada por autores como Thomas Glick, Slicher van Bath o, más recientemente, J. L. Rosenthal; sin embargo no es ya hoy la única operativa. En las décadas posteriores a la postguerra la historiografía europea, dominada por Francia y el mundo anglosajón, descuidó casi totalmente la cuestión. Esto es explicable hasta cierto punto porque la escasez de agua - recurso muy abundante en el norte de Europa- como tal no podía tener ningún papel relevante en la historia agraria de estas áreas y, por tanto , su estudio parece que carecía de interés. Sin embargo la cuestión ha surgido finalmente con fuerza en la última década dentro de la historiografía más vinculada a Annales: buena prueba de ello son las aportaciones presentadas a la XV Semana de Estudios del braudeliano instituto de Prato,2 en abril de 1983, dedicad a a «Las aguas interiores, siglos XIII-XIX» , donde se empezaron a estudiar problemas históricos del agua de regadío junto con otros (desecaciones, navegación, abasto de poblaciones), o el Coloquio de París de junio de 1991 sobre «Técnicas de drenaje y políticas agrícolas en Europa (siglos XVI-XVIII)>> ,3 en el que el agua también se ha estudiado desde diversos puntos de vista, incluido el de su capacidad para incidir en el orden político. En cuanto a España, sin tener en cuenta los tratados empíricos de obras hidráulicas , cuyo mejor exponente podría ser la obra de Andrés Llauradó Tratado de aguas y riegos (1878), el análisis de la importancia y función del agua en el regadío surge -no por casualidad- de la mano de autores como Rafael Altamira, pionero en destacar la importancia de los regadíos alicantinos y murcianos, o Joaquín Costa, que en 1880 planteó ya la cuestión de una política hidráulica, esto es, la necesidad de una política de regadíos con enfoque social 4 y otorgó gran importancia al agua como elemento fundamenta l de 2. Organizada por el Istituto Internazionale di Storia Economica «Frallcesco Datini», de Prato. 3. Organ izado por la Ma ison des Sciences de I'Homme, del Ce ntre Natiolla l de la Rech e rche Scien tifiq ue francés. 4. Política hidráulica (Misión social de los riegos en Espaí'za), 1880, reedición del Coleg io de In ge nieros de Caminos, Cana les y Puertos. Madrid , 1975.

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HISTORIA Y POL!T1CA EN EL REGADíO. A MODO DE PRESENTACIÓN

la propiedad comunal tradicional en su Colectivismo agrario en España (1898). Costa tuvo gran influencia en el pensamiento hidráulico agrario del regeneracionismo (Manuel Lorenzo Pardo) y en él está muy probablemente el origen del mito contemporáneo del igualitarismo del regadío, de la tradición democrática del gobierno del agua, que adquiriría gran arraigo y ha tenido importancia decisiva en las formulaciones de política agraria hasta tiempos recientes. Probablemente en otro momento habrá que establecer los nexos de unión entre estas primeras teorías, en las que Aragón tuvo tanto que ver (Costa formuló sus análisis más brillantes en muchas ocasiones interpretando el entorno político y social agrario de Huesca que veía desde Graus), y las más recientes, separadas de aquellas por el largo paréntesis de la guerra civil y el período franquista y dominadas por las historiografías agrarias francesas -primeroy anglosajona - después-, que como hemos dicho ignoraron durante años el papel histórico que el agua o su escasez podían llegar a tener en los países áridos, incluidos los del sur de Europa. En los tiempos recientes la historia del regadío en un primer momento encontró cobijo durante algún tiempo en el seno de los estudios de geografía humana y económica, hasta que la reciente modernización historiográfica a partir de los años 70 ha permitido iniciar un análisis de las relaciones entre el hombre, el agua y la agricultura desde perspectivas más globales. En realidad el desarrollo en nuestro país de una historiografía hidráulica, aunque cuenta con el antecedente de lo que podríamos denominar, siguiendo aG. Pasamar e T. Peiró, una tradición liberal -que en otro momento habrá que detallar-, es en conjunto muy reciente; en ella confluyen análisis procedentes de disciplinas y enfoques muy diversos. Así, puede identificarse una historiografía muy vinculada al campo del derecho civil y administrativo, muy centrada en el análisis de la reglamentación de la propiedad y el uso del agua (J. Lalinde, S. Martín-Retortillo, F. J. Teira Vilar, J. A. Bolea Foradada), junto con una producción que sigue el enfoque geográfico y atiende ante todo al análisis de las estructuras hidráulicas (M. Gual Camarena, A. López Gómez, A. Gil Oleina). Mucho más reciente es la aparición de todo un conjunto de análisis de las obras hidráulicas generado desde los ámbitos académicos y privados de la ingeniería civil y los sectores de la Administración más rel acio nado s con las obras públicas (1. González Tascón, N. García Tapia, J. A. Fernández Ordóñez). Finalmente ha surgido también toda una historiografía de origen académico que integra la historia del agua y el regadío dentro del campo de la historia económica y social (A. Alberola, G. Pérez Sarrión, J. Maluquer, F. Chacón, T. Peris Albentosa, sin olvidar nunca el clásico Cataluña en la España moderna de P. Vilar), cuya mejor expresión es el libro editado por M. T. Pérez Picaza y G. Lemeunier Agua y modo de producción. 5 Esta producción en conjunto es el 5. Ed itorial Crítica, Barcelona, 1990.

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Guillermo PÉREZ SARR /6N

principal producto de la modernización historiográfica de los 70 a partir de la influencia de la llamada «escuela de Annales» y el materialismo histórico marxista. La miscelánea que comentamos ahora navega, con mayor o menor fortuna, por esta corriente. Ni qué decir tiene que todas estas citas de autores se hacen a modo de ejemplo y no pretenden ser exhaustivas. En toda esta literatura hay trigo y paja: lo importante no es el grupo social o académico en que un libro se apoya o incluso el coste de la edición, sino el objetivo del análisis (la norma, el paisaje, las obras hidráulicas, el hombre en sociedad), la tradición de que bebe, las fuentes que utiliza y en última instancia su capacidad para responder a preguntas generales, para explicar lo general aunque sea mediante el análisis de casos de ámbito local o regional. y hay que recordar que en este panorama historiográfico la producción aragonesa reciente sobre el agua y el regadío ha tenido un papel pequeño aunque significativo: en un primer momento cronológico a través de la geografía humana, por donde primero penetraron las influencias francesas en el mundo académico aragonés (E. García Manrique, 1960; J. 1. Fernández Marco, 1961; M. L. Frutos, 1976), y luego también con análisis como el de J. A. Bolea Foradada (1978), basado en textos legales y enfoque jurídico y con una declarada intencionalidad política,6 o los estudios históricos del mundo rural del regadío , que utilizan sistemáticamente fuentes de archivo y tratan de situar la historia del regadío y el agua dentro del campo del análisis económico y social (Pérez Sarrión, 1984; Peiró, 1988).

Para valorar esta historiografía, que aquí queda sólo apuntada, sería necesario además tener en cuenta la difusión real que han tenido las distintas propuestas interpretativas de este pasado hidráulico y también el importante peso político que la cuestión del agua tiene en Aragón, que en sus orígenes inmediatos hay que situar en la campaña que el periódico Heraldo de Aragón llevó a cabo contra el trasvase del Ebro a Barcelona en 1973 -poco antes del fin del franquismo-. Desde entonces la cuestión de la regulación del agua como elemento imprescindible para el desarrollo de una política de extensión de los regadíos ha sido punto clave y esencial en cualquier propuesta política de signo autonomista y no deja de ser preocupante que, a pesar de la gran importancia que se atribuye al agua en el presente aragonés, el conocimiento de lo que realmente -esto es: históricamente- ha significado en el pasado esté aún tan en mantillas. Ello es precisamente lo que confiere importancia a trabajos como los que aquí se editan.

6. Los riegos de Aragón. V Congreso Nacional de Comunidades de Reganles, Sindicato Central de Riegos del A lto Aragón, Zaragoza , 1978. E l capítulo XIX, llamado «El agua y el futuro de Aragón», conti ene todo un programa regional de actuación en materia hidráulica .

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HISTORIA Y POLíTICA EN EL REGADío. A MODO DE PRESENTA CiÓN

y es que el término historia tiene varios significados, al menos tres. Con esta palabra nombramos el pasado en sí, definitivamente ido, cuyo conocimiento sólo puede ser objeto de la curiosidad o la erudición (<<eso es ya historia»); la narración de los hechos mismos, sucedidos o no (<<contar historias»), y la ciencia que analiza y describe el pasado del ser humano organizado en sociedad (historia como ciencia social). Así, el conocimiento de la historia puede ser mera erudición, mera arqueología de un pasado muerto, pero también un acervo de datos integrante de la cultura política que se tiene en cuenta a la hora de interpretar problemas y proponer soluciones. La historia es a la vez lo que pasó y lo que pensamos en cada momento que pasó y, por tanto, ese conocimiento con el tiempo puede cambiar y hacerse más preciso. La idea franquista de Imperio, el Quinto Centenario, la conmemoración del bicentenario de Carlos III o el programa autonomista de ciertos partidos políticos son acontecimientos cuyo modo de producirse tiene bastante que ver con lo que en esos momentos se sabía y pensaba sobre los Reyes Católicos, el descubrimiento de América, la España de la Ilustración o la historia de Aragón como reino independiente. Lo mismo se puede decir de la historia del regadío, aragonés o no, y de la política hidráulica actual; por eso es importante conocerla bien y abandonar prejuicios, errores, mitificaciones y visiones simplificadoras. En esta perspectiva es fundamental preguntarse, preguntar a los estudios históricos que aquí se presentan, desde el punto de vista de una cultura histó- . rica y política , qué aportan a la sociedad , a ciudadanos que por ejemplo piden la construcción de un Canal de la Hoya, un embalse en Montearagón, la culminación del Plan de Riegos del Alto Aragón de 1915 o una autonomía que incluya un control suficiente de los recursos hidráulicos. Las conclusiones, elaboradas por Juan Utrilla , resumen con detalle el contenido de los distintos trabajos, lo que excusa repetirlo aquí. Pero, más allá del dato detallado, de la cita concreta, ¿qué es lo que transmiten que afecta a nuestro conocimiento global de la cuestión? Hagamos una lectura de segundo nivel y subrayemos algunas de las ideas generales que contienen , formuladas resumidamente a modo de proposiciones: 1. La organización física (red hidráulica) y social (uso del agua) del regadío en Huesca es muy antigua: data por lo menos del siglo XI, hace 800 años, del momento mismo de constitución de la sociedad urbana y cristiana, si no de antes. En los siglos XVI-XIX la superficie se amplió pero la estructura primitiva de la red no cambió sustancialmente (Laliena, Latorre, Inglada, Arasanz, Azpíroz), ha tenido una duración multisecular.

2. El análisis de la problemática agraria en general y del regadío en particular en la ciudad muestra el peso de ciertos factores sociales. Por un lado evidencia que el concejo no habría llegado a tener los recursos hidráulicos de que dispuso si no hubiera sido porque los lugares circundantes eran de señorío y 14


Guillermo PÉREZ SARRIÓN

los señores tenían vecindad e in tereses en Huesca (La torre ). Por otro nos revela el peor y más desconocido de los rostros del Concilio de Trento; los conventos que como efecto del mismo inundaron la ciudad desde fines del siglo XVI acabaron controlando el crédito rural y se convirtieron en los mayores propietarios de tierras en la ciudad (Arasanz, Inglada), lo que a largo plazo explica cada vez más claramente el origen del fuerte anticlericalismo existente en la zona durante y desde la revolución burguesa. 3. El crecimiento del regadío acompañó al demográfico en los siglos XVI y XVIII pero también hubo expansión hidráulica en la crisis del XVII (Latorre, Inglada, Arasanz), lo que desmiente la tesis de que en la sociedad tradicional el agua fuera sólo un mero factor de producción cuya demanda oscilaba únicamente en función de la coyuntura económica. Por el contrario muestra que el regadío aumentaba poco la productividad real , pero mucho la seguridad de obtener cosecha; es decir que ante todo proporcionaba seguridad vital, tenía un gran sentido social. Es por eso y no por otra cosa por lo que puede decirse que el agua generaba toda una cultura, que en Huesca había una auténtica cultura hidráulica que desde hace siglos ha formado parte de las manifestaciones festivas y la tradición popular en la ciudad, una cultura que empezó a experimentar modificaciones sustanciales cuando a fines del siglo XIX el peso de los mercados exteriores comenzó a tener incidencia significativa y que se ha venido abajo apenas ayer con el crecimiento urbano y la especulación, los cuales han cambiado totalmente el uso social de la tierra y el agua de regadío. 4. A fines del siglo XIX el desarrollo imparable del mercado exterior transformó totalmente la agricultura oscense. Se había producido una importante expansión agrícola en el secano: la tierra, antes en manos de la Iglesia y la burguesía ciudadana, había pasado mayoritariamente a manos de una nueva burguesía agraria terrateniente -en parte a costa de las tierras de la Iglesia, desamortizadas- y sobre todo el agua había empezado a tener una función social casi radicalmente nueva. La caída de los precios y la rentabilidad de las tierras de secano, amén de una importante proletarización entre la masa de campesinos pequeños propietarios por la crisis finisecular -surgimiento de la cuestón social- y la entrada de los granos de ultramar, generación hacia 1900 -y no antes-la cuestión hidráulica tal y como hoy la conocemos (Frías). Aparecieron nuevamente demandas de obras de regadío, pero lo que se pedía en esta política hidráulica ya no era sobre todo para asegurar la cosecha del pequeño campesino, como en el Antiguo Régimen , sino para mejorar la rentabilidad de las explotaciones cerealistas de secano -en manos de grandes terratenientes- y emplear en obras públicas a los nuevos jornaleros evitando la emigración y la protesta social. 5. El regadío local de la Hoya de Huesca quedó en buena medida fuera del ámbito de esta política hidráulica, fuera de los grandes planes de riego del Altoaragón, dato importante y significativo hasta ahora poco subrayado. Los planes de regadío para la comarca no se retomaron hasta los años 50 (Azpíroz) y lo fueron como elemento para retener población , frenando la 15


f-IlSTORJA y POLÍTICA EN EL REGADío. A MOD O DE PRESENTACiÓN

corriente migratoria - provocada por el tirón industrializador de Barcelona y su entorno- , e iniciar un proceso industrializador a partir de la transformación in situ de materias primas agrícolas. Es decir, se pedían para hacer crecer la renta agraria: pero eran peticiones viejas con defensores distintos. El agua había de beneficiar sobre todo a los mayores nuevos propietarios del regadío, en su mayor parte productores de cereales, en una coyuntura en que los granos estaban subvencionados y existía un régimen arancelario proteccionista. La nueva cuestión hidráulica era ya algo aparte de la preocupante cuestión social ya que los principales beneficiarios del regadío eran los terratenientes cerealistas de secano. A la vez apareció un nuevo fenómeno en esos años: la renta agraria del regadío en Huesca ciudad quedaba por primera vez profundamenta alterada por el crecimiento demográfico y la expansión urbanística (Azpíroz). Por primera vez en muchos siglos la posibilidad de que la tierra de regadío ubicada en el entorno más inmediato del casco urbano fuera susceptible de aprovechamiento urbanístico puso en manos de sus propietarios la posibilidad de obtener grandes beneficios y plusvalías con la simple compraventa. Ya no hacía falta mejorar las explotaciones para incrementar la renta , bastaba comprar y vender en el momento oportuno, lo que generó una actividad inmobiliaria parasitaria y especulativa que con frecuencia constaba de al menos los pasos siguientes: -

posesión o adquisición de pequeñas parcelas de regadío ,

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venta de la tierra a una inmobiliaria,

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en algún momento cambio de la calificación urbanística del terreno por el ayuntamiento,

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construcción y venta de viviendas.

6. En el contexto del retroceso agrario real producido por la guerra civil y una política intervencionista de los precios agrarios, quedan claros la descoordinación y falta de voluntad política del régimen franquista por desarrollar el Plan de Riegos del Alto Aragón y los objetivos y resultados de la nueva política colonizadora (Sabio). La política de desarrollo del regadío seguía siéndolo ante todo para producir cereales y había de ponerse en marcha en los nuevos pueblos de colonización, elemento clave; pero se pretendió llevarla a cabo creando una nueva pequeña propiedad agrícola, sobre tierras nuevas y sin tocar la distribución del resto de la propiedad existente. Pero un objetivo así sólo se justificaba en un marco de autarquía y cuando, a partir del Plan de Estabilización (1959), la economía del país empezó a abrirse al mercado la rentabilidad de la explotación media cayó y el campesino fue viéndose abocado a convertirse en empleado de los grandes terratenientes. No es lugar ni momento para analizar en profundidad este fenómeno y las causas que lo originaron, pero por lo menos debe dejarse señalado, para acabar, que los que diseñaron esta nueva pequeña propiedad agrícola de rega-

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Cuillerrno PÉREZ SARR/6N

dío probablemente al hacerlo ignoraban lo que históricamente la pequeña propiedad agrícola había sido realmente: los estudios de historia agraria no empezaron a desarrollarse hasta los años 70 y las ideas que en los 50 se tenían de la historia del regadío eran simplificaciones fragmentarias, idealizadas y posiblemente interesadas de lo que hoy vamos sabiendo que fue la historia del agua y el regadío en España. Un mayor conocimiento del pasado no hubiera resultado inútil, en absoluto. Ideas como estas, obtenidas de la lectura de los trabajos, y muchas otras que el lector a buen seguro también encontrará demuestran que se va por el buen camino. La importancia política actual del agua y el regadío parece marchar en función inversa del conocimiento de lo que realmente han significado. Esperemos que estudios como los que siguen contribuyan a corregir esta desviación fatal, de modo que además de conocer con detalle erudito el número y situación de acequias, puentes o reglamentos de riego lleguemos a determinar también el peso que realmente el agua ha tenido en el desarrollo económico y social de los hombres. Sólo así nuestra cultura política del agua podrá ir pasando progresivamente de las interpretaciones míticas al conocimiento real, que es como decir histórico. Y en este camino la labor por realizar es larga pero prometedora.

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LOS REGADÍOS MEDIEVALES EN HUESCA. AGUA y DESARROLLO SOCIAL, SIGLOS XII-XV

Carlos LALIEN A CORBERA

INTRODUCCIÓN A comienzos del siglo XII, Huesca era una ciudad profundamente agraria rodeada por una red de acequias que tomaba el agua de los ríos Isuela y Flumen, regaba sus términos casi por completo y la llevaba, en cantidades relativamente pequeñas , más allá. Algunos manantiales y, sobre todo , el Flumen continuaban suministrando un agua cada vez más escasa a las zonas meridionales de la Hoya oscense, agua que fertilizaba pequeñas huertas adosadas a los asentamientos campesinos, a modo de auténticos oasis en medio de amplias zonas de secano, cuando no de tierras francamente desérticas . Novecientos años después, nuestra generación es la primera en haber conocido cambios sustanciales en este conjunto de sistemas hidráulicos tradicionales, una parte de los cuales subsiste sin apenas modificaciones. La irresuelta preocupación por los Ri egos del Alto Aragón, acompañada desde hace una quincena de años por el temor ante la expectativa de transferencias de caudales fuera de las tierras aragonesas, vigentes ambos ahora por los problemas surgidos con el Plan Hidrológico Nacional, han suscitado un debate al que los historiadores no deben ser ajenos. Desde esta perspectiva, reconstruir los usos del agua en el pasado no es en absoluto una discusión gratuita, al menos desde nuestra reflexión como historiadores. Como se ha señalado al principio, si algo define a todo ese entramado de acequias es la enorme continuidad, que en este caso se remonta no menos de un milenio. Esto está lejos de ser una circunstancia extraña y, por el contrario, es frecuente detectarla allí donde se han estudiado otros sistemas de regadíos. Ocurre que la propia inmutabilidad de estos sistemas hidráulicos tradicionales ha suscitado una impresión de cierta inanidad respecto a los problemas sociales y económicos; con excepciones, la imagen dominante es la de que estas redes formaban parte de alguna manera del paisaje natural, como si éste no hubiera sido producido y mantenido por el esfuerzo secular de los grupos campesinos o urbanos. Hay que acudir a trabajos pioneros, como los de Tho-

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LOS REGADíos MEDIEVALES EN f-1UESCA

mas F. Glick, y a otros que se preocupan, ya en época moderna, por el desarrollo de grandes obras públicas, como los de Guillermo Pérez Sarrión, para encontrar las bases de una toma de conciencia progresiva de la trascendencia del agua para las sociedades agrarias en medios áridos o sub-áridos en la Península Ibérica y, en concreto, en Aragón.' En lo que se refiere a la zona de Huesca, las aportaciones bibliográficas se limitan a reseñar la sustancial mejora que supone la construcción del pantano de Arguis y, en conjunto, contribuyen muy poco a conocer no sólo el panorama social que subyacía a los riegos oscenses, sino también la propia historia de las infraestructuras hidráulicas. 2 Para entender por qué se produce esta falta de consideración y para explicar su funcionamiento, es preciso tener en cuenta los diferentes aspectos que inciden en la creación de espacios irrigados, puesto que sólo desde la comprensión de estas cuestiones podremos entender el trasfondo social de los regadíos medievales. Como señala con énfasis M. Barceló en una reciente recapitulación sobre el tema, estos espacios son «el resultado de una decisión social que produce formas específicas de trabajo e impone también condiciones específicas de organización social».3 En este sentido, son auténticos «artefactos» que proporcionan informaciones de gran calidad sobre las sociedades que los han construido. l. GUCK, T. F.: Regadío y sociedad en la Valencia medieval, Valencia , 1988; FOREY, A. J.: «Notes o n irrigation in North-Eastern Spain during the XlIth and XlIIth centuries», Anuario de Estudios Medievales, 17 ([987), pp. 119-132; PÉREZ SARR I6N, G. : Agua, agricullura y sociedad en el siglo XV III. El Canal Imp erial de Aragón, 1766-1808, Zaragoza, 1984; PI cAza, M. T. YLEMEUNIER, G., eds.: Agu.a y modo de producción , Barcelona, 1990. Las abrev iatura s que será n emp leadas en este trabajo son: ACH = Archivo de la Catedral de Hucsca; AHPH = Archivo Histórico Provincia l de Huesca; AMH = Arch ivo Municipa l de Huesca; CDCH = DURÁN GUDIOL, A.: Co lección Dip lomática de la Catedral de Huesca, Zaragoza, 1965-1967; CDP I = UBIETO ARTETA , A .: Colección Diplomática de Pedro I de Aragón y Nava rra, Zaragoza, 1951; CPRA = LEDESMA R UB IO, M. L. : Cartas de población del reino de Aragón en los siglos medievales, Zaragoza, 1991; DERRVE = LA CARRA, J. M .: Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del Valle del Ebro, Zaragoza, 1982-1985; DLAA = NAVARRO TOMÁS, T.: Documentos lingüísticos del Alto Aragón, Syracuse (New York) , 1957 ; DMH = LAUENA CORBERA, Documentos municipales de Huesca, 1100-1350, Huesca , 1988; DSC = UBIETO ARTETA, Ag.: «Documentos para e l estud io de la historia aragonesa de los siglos XIII y XIV: monasterio de Santa Clara, de Huesca», Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, VIII (Zaragoza, 1967); DSRI = SALARRULLANA DE D IOS, J.: Documentos correspondientes al reinado de Sancho Ramírez, desde 1063 hasta 1094. 1. Documentos reales , Za ragoza, 1907; SMS = AGUADO BLEYE, P.: Santa María de Salas en el siglo XIII, B ilbao, 1916, reed . facsímil , Huesca , 1987.

c.:

2. CL ARCO, R. del: «Notas históricas de economía oscense», Argensola, 2 (Huesca , 1950), pp. 101-108 Y BALAGUER, F.: «Los riegos en la plana de Huesca», Argensola, 17 (Huesca, 1954), pp. 49-56. Mayor interés, pero desde el punto de vista histórico, también limitado, tiene BOLEA FORADADA, J. A.: Los riegos de Aragón, Huesca , 1986, 2." ed., pp. 83-100 Y es útil , aunque confuso, L. M UR VENTURA , Los riegos en el término municipal de Huesca, Huesca, 1919. 3. BARCELÓ, M. : «E l diseño de espacios irrigados e n A1-Andalus: un enunciado de principios genera les», 1 Coloquio de Historia y Medio Físico. El agua en zonas áridas: arqueología e historia, 1, A lmería, 1989, p. 15.

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Carlos LA LlENA CORBERA

Tres rasgos son fundamentales en este sentido y deben estar presentes siempre que se intente analizar la configuración de los espacios de regadío. El primero de ellos es -y sigo de nuevo a M. Barceló- que nunca pueden ser entendidos como rudimentarios: «son, al contrario, el resultado de un diseño inicial que exige [por parte de los campesinos] la justa comprensión no sólo del entorno, sino también de los objetivos agrícolas del grupo campesino constructor del espacio».4 Por tanto, deben ser entendidos como producto de un sofisticado trabajo de ingeniería que tiene en cuenta múltiples factores, desde los geomorfológicos e hidrológicos hasta los agronómicos. Esta complejidad no debe olvidarse nunca, puesto que la inversión en trabajo para la creación y conservación de las redes de acequias es de tales dimensiones que condiciona decisivamente los procesos de trabajo y de obtención de renta de los conjuntos sociales de que se trate. El segundo aspecto fundamental de esta tecnología del agua es la falta de flexibilidad de los sistemas hidráulicos. Dados los siempre elevados costes, es obvio que los constructores intentan, por principio, optimizar el aprovechamiento del agua y, para ello, están obligados a precisar al máximo desde el primer momento toda la conformación final del sistema: el diseño , por tanto, debe prever los puntos y medios de captación del agua, el trazado de la red de acequias, los mecanismos de regulación e incluso las posibles ampliaciones del espacio regado. La infraestructura se convierte desde el mismo origen del sistema en una carcasa muy poco modificable. Cualquier cambio implica normalmente tomas de agua a niveles topográficos más altos y adiciones de canales de riego que extienden la superficie irrigada, lo cual suele ser siempre perceptible sobre el plano. Sin embargo, en las condiciones técnicas antiguas, las dificultades para mejorar los espacios de regadío bien concebidos son muy grandes y exigen caudales que no siempre son alcanzables. D entro del perímetro del sistema, la malla de canales tiende a crecer y a explotar al máximo los recursos , pero raramente es posible conseguir alcanzar zon as sin ri ego mediante nuevas captaciones por debajo de la principal. En definitiva, como indica Barceló, «en sentido estricto, un espacio hidráulico es un artefacto de límites fijos y muy poco flexibles».5 La consecuencia más directa de esta limitación infraestructural es la enorme perduración de los sistemas de regadío tradicionales, sobre la que ya he insistido. En el seno de los perímetros de riego las sociedades cambian sustancialmente, pero las propias acequias se mantienen profundamente estables. En general, sólo hay una transformación decisiva posible, que es su destrucción , pero en las sociedades medievales y modernas este tipo de fenómenos sucede raramente. Lo normal es la subsistencia escasamente alterada de los sistemas, por debajo de los cuales la población crece o disminuye, los cultivos

4. Ibíd. , p. 20. 5. Ibíd. , p. 27.

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se modifican, los modelos de renta surgen y desaparecen, la propiedad de la tierra evoluciona, las explotaciones y usos agrarios se transforman, entre otros factores de cambio socia\.6 Como se ha expuesto, los espacios irrigados suponen una alternativa social que exige unas normas determinadas que son básicas para la misma supervivencia del regadío. T. F. Glick identifica un criterio primordial que domina estas reglas; se trata del consenso del conjunto de los regantes. Teóricamente, al menos, es concebible una autoridad lo bastante intensa como para constreñir a todos los usuarios del agua a respetar los imperativos del sistema: no destruir las acequias, limpiarlas cooperativamente, repartir los recursos hídricos, entre otros, pero eso supone una intromisión del poder en las formas de trabajo de los campesinos que difícilmente puede darse en las condiciones de ejercicio del poder en épocas preindustriales. Por el contrario, la experiencia histórica muestra que estos sistemas requieren un alto grado de consenso, especialmente para distribuir el agua y que ésta beneficie a todos. Esto, por ejemplo, reclama que los regantes de aguas arriba, de unas acequias o de unos pueblos, permitan el riego a los de aguas abajo, de otros términos o de otras localidades, puesto que si no las disputas serían insoportables para la red hidráulica. 7 Miquel Barceló ha sugerido que la otra clave social del funcionamiento de los sistemas hidráulicos es la autonomía de los regantes. De hecho, es una consecuencia de la relativa independencia con que los campesinos organizan su trabajo, que, ante las necesidades de mantenimiento del entramado de acequias, les lleva a una cooperación individual o de grupo para garantizar la perduración de las infraestructuras de riego. Esta autonomía puede no ser total pero, en todo caso, suele transmitir las necesidades de los usuarios del agua a los poderes públicos o más oficialmente instituidos y es decisiva para que los campesinos acepten las restricciones que el consenso impone a fin de asegurar el futuro de los espacios regados. 8

CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA HIDRÁULICO DE LA HOYA DE HUESCA EN LOS SIGLOS XII-XV La Hoya oscense se inicia en los conglomerados que salpican los límites de las sierras exteriores prepirenaicas, tallados precisamente por los cursos fluviales que la riegan. Sus relieves descienden en altitud en sucesivos escalones hasta convertirse, en el entorno de Huesca, en una vasta llanura, apenas

6. BARCELÓ, M . insiste tamb ién sobre este punto, p. 27 Y ss. 7. GUCK , T. F., ob. cit., pp. 92-93 . 8. BARCELÓ, M., ob. cit., p. 32.

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encajada entre los macizos septentrionales y el rosario de cerros testigos que señala sus confines occidentales y meridionales. Esta cubeta plana, por la que los ríos Flumen e Isuela discurren con lentitud en amplias curvas, pierde altura con la suficiente moderación como para convertirse en un excelente soporte para la malla de acequias que permitieron aprovechar al máximo la riqueza de sus suelos.9 La ocupación humana es antigua y el desarrollo agrario relativamente intenso desde períodos muy anteriores al siglo XII, lo que significa que los conquistadores feudales en absoluto se instalan sobre una tabula rasa. 1O Más bien, estamos seguros de que desde el siglo X había tenido lugar una importante expansión agraria, traducida en la multiplicación de asentamientos rurales musulmanes y en el desarrollo demográfico y económico de la ciudad. JI Nuestra información sobre la historia de las infraestructuras del regadío no es nunca demasiado buena, pero lógicamente es más deficiente para la etapa de transición entre la sociedad musulmana y la feudal. Esto hace difícil confirmar taxativamente que el sistema que podemos describir a partir de mediados del siglo XII estuviera en uso antes de 1080-1100, cuando los barones aragoneses se apoderan de la comarca. La evidencia de la apertura de nuevas acequias desde una fase bastante temprana indica que los repobladores montañeses adoptaron una agricultura hidráulica lo suficientemente pronto como para que no se les pueda excluir a priori de la construcción del sistema. Sin embargo, la coherencia integral que manifiesta el espacio irrigado, algún testimonio descriptivo de autores musulmanes, la toponimia de las acequias y las propias dificultades para levantar un conjunto tan vasto de canales de irrigación sin que asomase a las fuentes escritas, obligan a pensar que lo esencial de la estructura de regadío había sido fruto de la etapa de crecimiento agrario y poblacional de época musulmana, iniciada a finales del siglo IX. 12

9. Cf. CALLIZO, .J.: «La Hoya de Huesca» , en Geografía de Aragón, 3, Zaragoza, 1983, pp. 203-206 Y CALLIZO SONEIRO, J. y CASTÁN PUEYO, c.: «Las situaciones geográficas de la ciud ad de Huesca », en LALlENA, c., coord.: Huesca. Historia de una ciudad, Huesca , 1990, pp. 13-20. Para los sue los, CAM PO OLlVÁN, J. M. Y otros: Aspectos estruClurales del sector agrario en la H oya de Hu esca, Zaragoza, 1984, pp. 15- 19. 10. Cf. los trabajos de BALDELLOU, V., D OMíNGUEZ, A ., Esco, C. y SÉNAC, Ph ., en ¡-¡uesca: /-listoria de una ciudad, cil. Además, es interesante ARIÑO G IL, E.: Catastros romanos en el convento jurídico caesaraugustano. La región aragonesa, Zaragoza, 1990, pp. 92-135. 11. LALlENA, C . y SÉNA C, Ph .: Musulmans et Chrétiens dans le Haut Moyen Age: aux Origines de la Reconquete Aragonaise, Paris, 1991 , pp. 33-73 .

12. Las referencias, ibíd., p. 42. Sobre los regadíos musulmanes, cL BARCE LÓ, M. : «La questió del hidraulisme anda lusf», en BARCELÓ, M . y otros, L es aigües cercades (Els qanat(s) de tiLLa de MaLLorca) , Palma de Mallorca, 1986. Otra perspectiva , MANZANO , E .: «El regadío e n al-Anda lus : problemas e n to rno a su estudio», En la España Medieval, V, Estudios en memoria del Profesor D. Claudia Sánchez Albornoz, I, 1986, pp. 617-632. Insiste e n la continuidad SARASA SÁNCHEZ, E. : «La me moria de l agua: la economJa hidrául ica e n el Va lle Medio del Ebro , ¿un ejemp lo de supervivenc ia o de nueva implantación tras la conquista cristiana?» , Al Profesor Emérito Antonio Ubieto Arteta en homenaje académico, e n Aragón en la Edad Media, VIII (1989) , pp. 633-646.

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Hasta aquí me he referido al sistema hidráulico oscense como si fuera único, pero en realidad está compuesto por dos conjuntos bien diferenciados que no se superponen y apenas contactan, basados respectivamente en los ríos Isuela y Flumen. A continuación, los describiré intentando reflejar las escasas transformaciones que sufren y podemos documentar. Para la ciudad medieval, el más importante era, sin duda, el surgido del Isuela, un pequeño curso fluvial que arranca de las serranías septentrionales, afluye hacia el núcleo urbano casi perpendicularmente, rodea sus murallas y prosigue poco más allá antes de confundirse con el Flumen al sur de Huesca. La captación tenía lugar en las proximidades de Nueno, en un azud del que quedan todavía restos, que desviaba una parte del agua «que sale de la Foz de Arguis», como señala un texto de 1192, hacia una acequia alineada con el propio río en su orilla derecha y que, ya en el siglo XV, se denominaba del Sasso de Arascues. 13 Esta era la acequia principal que determinaba la línea de rigidez del sistema: de ella obtenían agua las poblaciones al norte de Huesca -Arascués , Igriés, Yéqueda y Banastás-, con ella se regaba el extenso término de Coliñénigue -situado entre los meandros del Isuela y la ermita de Jara- y, muy cerca de las puertas de la ciudad, en la zona llamada en el siglo XIII El Palmo de los Molinos, se dividía en tres grandes acequias que abarcaban la mitad occidental del entorno rural oscense. La más exterior, que se conoce actualmente como «del Brazo», equidistaba de la posterior alberca de Loreto y del cerro de San Jorge -entonces Pueyo de Sancho-, siguiendo las curvas de nivel de 480-470 m. Hacia el interior de la red discurría la de Algüerdia, con dos ramales, uno conocido con este nombre y otro que se menciona en 1175 como illo riera de Puio de Sanio,14 que contorneaban el cerro y terminaban hacia el camino de Zaragoza. La acequia más próxima al casco urbano atravesaba los huertos de los barrios extramuros y es citada en su primer tramo como illa zequia de la chanal qui intrat ad illos ortos de Haratalchomiz o illa zequia qui vadit ad Alchoniz. 15 Más adelante, tomaba el nombre de azechia Mediana o rivi de Mediano l 6 y, desde que rebasaba la ciudad, Alcaramiel, su designación musulmana. Estas acequias trazan un arco muy bien definido que engloba la mayor parte del regadío local, con los términos de Lunes y Martes, Domingo, El Palmo y Algüerdia.

13. La primera alusión al agua de Arguis, DMH, n.o 10 [1192]; la «acequia del Sasso», AMH, Concejo, leg. 68, n.o 4.576 [1435] , aunque el nombre puede ser muy anterior. Las menciones de «aceq uias vecinales» son innumerables en la documentación ; aquÍ sólo han sido tenidas en cuenta aq uell as que contienen alguna información más concreta. 14. CDCH, n.o 1]0 [1112]-Algüerdia- y n.o 314 -Pueyo de Sancho-o 15. CDCH, n.o 262 [1170] Yn.o 25 1 [1167] . 16. CDCH,

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232 [] 159] YCDPI, n.O 28 [falsificación fechable en el S. XIII].

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La ampliación más evidente de este subsistema data probablemente de mediados del siglo XII, cuando un cierto esfuerzo de puesta en cultivo de tierras para cereales induce a utilizar el agua de los manantiales de Cillas, al noroeste de la ciudad. La acequia llamada de Miquera debe de datar de esa época y su trazado discurre a la izquierda de Huerrios y Banariés hasta llegar a la tardíamente construida alberca de Loreto. El área meridional dependía parcialmente de estas acequias. La única que se prolongaba claramente era la de Alcaramiel, aunque algunos brazales aportaban también riego. En 1154 se cita uno de ellos como illo rigo qui est illa acequia qui vadit ad Alcoraz,17 que, junto a los otros, recibía agua de la fuente de Quadriellos y, en general, de otras surgencias de agua situadas en las afueras de Huesca. 18 Naturalmente, el riego tendía a ser mucho más eventual en estas partidas, cada vez más de secano. La periferia situada al oeste de la ciudad se regaba con agua extraída del Isuela mediante dos subsistemas menores. El primero extraía pequeños caudales para los términos de Magantina y Colandrares, a la izquierda del río, al norte de la urbe y muy cerca de ella. '9 Con las aguas sobrantes y con las que reaparecían del subsuelo en el cauce, represadas por un azud situado justamente bajo el puente antiguo en las inmediaciones de la iglesia de San Miguel, se llevaba el riego a las tierras ubicadas entre la muralla y el río, especialmente la planicie contigua a los barrios de Alquibla y la Morería. La acequia dominante toma el nombre de Almériz20 y su capacidad se completa con las llamadas actualmente «Negra» y «del Matadero», que evacuaban aguas de la ciudad, así como con los escasos recursos de la fuente de Salas. 21 La antigua cabañera de Grañén a Huesca separaba los términos de Almériz de los de Alcaramiel, de modo que se cerraba el área irrigada periurbana. Al igual que sucede en la parte oriental, la toponimia árabe de la acequia madre incita a pensar en un origen musulmán, hipótesis que se refuerza si consideramos la instalación mudéjar en las proximidades. La propia coherencia del espacio de regadío en torno a la ciudad exige este aprovechamiento al límite de las posibilidades del Isuela, de forma que si el primer subsistema es presumiblemente de origen islámico éste debe de serlo también.

17. CDCH, n.o 209 [1154] - debe de ser la actual Acequia Mayor-. 18. ACH, Libro de la Cadena, p. 27, doc. 67 [1 239], do nd e se menciona illa fonte de Quadrelos y las acequias que salen de ell a. > 19. E n 1235, el obispo García de Gúdal entrega un huerto a censo en los Calandrares y señala que Simón de Jaca emistis aquam que vobis constitit fere centum solidos ( ... ) cum qua possit frequencius irrigari el huerto: SMS, n.o 45. 20. CDCH, n.o 155 [1140]. 21. Para Almériz: CDCH, n.o 227 [1158]: iila zekia qui vadit per ALmeriz; n.o 288 [1172]; n.o 599 [1202]; para Salas: ACH, Libro de la Cadena, p. 129, doc. 257 [1239]: ... via que exiit ante fontem de Salis et in cequia ipsa que exiit de fontem.

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El sistema hidráulico que depende del río Flumen es sensiblemente más complejo, puesto que involucra un largo rosario de localidades, además de la propia capital. La identificación de sus fases constructivas es más difícil, puesto que la regulación se ajusta repetidamente desde principios del siglo XII, al tiempo que se ensanchan considerablemente los espacios irrigados. Además, la actitud de los repobladores cristianos no es, en ningún modo, reticente a asumir la herencia musulmana, como muestra la determinación de los asentados en Sariñena, zona regada por el río Alcanadre tras absorber al Flumen, en el final del sistema, que obtienen de Alfonso II en la carta que corrobora la población del lugar -tras las dificultades de los años cuarenta- una extensa aprobación para sus esfuerzos en favor de sus tierras irrigadas: «os concedo que hagáis acequias cuantas os sea posible en el Alcanadre y en el Isuela (sic) y toda aquella tierra que se pueda regar con estas acequias dentro de los citados términos, que nunca antes fueron regadas con acequia y que vosotros hayáis podido regar, que las poseáis perpetuamente como heredad vuestra».22 Tal y como funciona en el siglo XIII, la captación del acuífero tenía lugar en el azud de Montearagón, que derivaba el agua hacia la acequia llamada «de la Ribera», la cual describía un arco alrededor de Quicena siguiendo la curva de nivel de 470 m y descendía hacia la ermita de Salas para acabar en el Isuela. Un brazal entre esta acequia y el Flumen,23 con una trayectoria aproximadamente paralela, completaba el riego de los términos de Huesca llamados los Cierzos, la Almunia de San Per, Florén, Tormos, Puyazuelos y la Retuerta, que se escalonaban entre los límites de la partida de Almériz y el río. 24 Asimismo, con el agua de la acequia de la Ribera se regaban los campos de los pequeños pueblos de Pompién y Pompenillo, que parecen delimitar el extremo inferior del área de influencia de este sistema. 25 Por la orilla izquierda del Flumen, la superficie entre Tierz y Monflorite se regaba con algunos brazales, probablemente también desde la fase inicial del sistema.

22. CPRA, n.O97 [1170]: simililer, dono et concedo vobis quod facialis azequias quantas plus potueritis in Alcanatre el in ¡sola, et tolam ipsam terram quam potueritis rigare de istas azequias infra predictis terminis, qui unquam non fuerint rigatas de azequia, el vos potuerilis rigare, habeatis et possidealis eas in perpetuum ad veslram heredilatem pro lacere ves tras voluntales. 23. Es posible que se trate del llamado del Tyerr;o, citado ca. 1264-1271: AHN, Clero, carp o 647, n.o 19. 24. Aunque puede haber referencias anteriores, cL AHN, Códices , 1.067, ff. 19-19v, un doc. falso elaborado a principios del XIII que menciona illo ar;ud de illa aqua que venil ad Quiscena y la r;equia de Quicena. Es posible que en e l siglo XII se den ominara cequia maior: CDCH, n.o 565. En 1275, la acequia daba nombre al colectivo de pueblos que rega ban más abajo de Hue sca: DMH, n.O35 . 25. CL CONTE, Á.: La encomienda del Temple de Huesca, Huesca, 1986, p. 291, que edita un doc. de 1297 por e l que el rey ordena al sobrejuntero defender los derechos del Temple en su nuevo señorío de Pompién frente al monasterio de Montearagón: los seño res anteriores fuerinl longissismis lemporibus el nunc sunt [in] posessione vel quasi rigandi terras el possessiones quas habent in termino dicti loei de Pompien de aqua cequie que reeipitur a rivo qui vocalur Flumine.

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A partir de aquí, las aguas que rebasaban los azud es permi tían la creación de pequeños espacios hidráulicos en torno a localidades alineadas con los cursos del Isuela y el Flumen, que durante algunos kilómetros marchan casi paralelos. Tabernas, Buñales, Sangarrén, Barbués, Torres de Barbués, Almuniente y Grañén son las poblaciones que utilizaban la cada vez menos abundante agua para ferti lizar sus tierras. En sentido estricto, cada uno de estos lugares disponía de un reducido espacio de regadío sin conexión apenas con los restantes excepto porque el aprovisionamiento de caudales tiene un único origen, el Flumen y una red de distribución parcialmente común. Destaca, por ejemplo, el sistema dominado por el azud de Buñales, cuya acequia «del Molino» determinaba la irrigación de una estrecha franja en la ribera derecha del F lumen, con sucesivos engrosamientos en Sangarrén, Torres de Barbués y Almuniente, donde la acequia toma el nombre «del Saso», y que está documentada en 1207 como ilZa cequia de Torres y ilZa cequia qui vadit ad A lmunien. 26 Evaluar la antigüedad de esta serie de unidades hidráulicas no es sencillo, pero el hecho de que en algunos puntos intermedios de la red se pueda constatar un territorio de regadío previsiblemente extenso en momentos muy precoces de la ocupación cristiana, como ocurre en Barbués, sugiere que las infraestructuras y el riego son de procedencia islámica.27 Esta conclusión, no obstante, dista de ser decisiva, puesto que la ordenación del poblamiento no está rigurosamente calcada de la musulmana - lo que significa que la inserción de los nuevos asentamientos cristianos respecto a los espacios irrigados es diferente- y, sobre todo , porque las ampliaciones del perímetro comienzan muy pronto. La primera se fecha hacia 1128, cuando los vecinos de Conillena, Molinos y Lascasas, con Blasco Garcés, un noble dueño de la almun ia de Abintema, adquieren una parte del término de A lborge para construir el azud sobre el Flumen y llevar agua a la acequi a que conserva la denominación de Molinos. 28 Con seis o siete kilómetros de recorrido, la acequia proporcionaba riego para un a franja alargada desde el puente sobre el río -cuya localización coincide con la actual- hasta más allá de Lascasas, creando un espacio de regadío adicional a los preexistentes . A menor escala, síntomas de crecimiento se detectan en otros lugares, como Tabernas del Isuela, donde en 1213 se menciona la <;equia nova vicinal de los 26. CDCH, n.O682. 27. DERRVE, n.o 159 [11 28], carta de población ele Barbués, en la que el rey concede lotos illos populalores ( ...) ad unoquoque cavallero lIas iugatas de terra, el ad unoquoque pedone duas iugalas de lerra in/er rega/ivo el secanio, el orlos el vineas. 28. DERRVE, n.o 172. En 1237, los propietarios ac uerdan con la abadesa de Santa Cruz de la Serós y los hombres de Molinos y Lascasas que e l azud pueda hace rse de piedra: SÁNCI-IEZ USÓN, J. M.: «El regad ío ele A lborge: un medio prod uctivo en l a política econó mica del mon asterio de Santa Cruz de la Serós», Aragón en la Edad Media, VI (1984) , pp. 125-153, ap. 1. En 1381 se plantea la reconstrucción de la acequia , Uamada la ceq uia antiga , que rega ba 124 cahizadas, unas 70 hectáreas, e n principio con el objetivo mínimo de regar esta superfici e, pero con la prev isión ele intentar hace r la aceq ui a nueva más elevada y poder irri gar más tierra: ibíd., pp. 144-149.

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A lmerges;29 Buñales, donde inversamente se alude en fechas cercanas a la cequia vetula que presupone una nueva,30 o Monflorite, cuya acequia del mismo nombre se cita en 1299, aunque con toda probabilidad es muy anterior y sufre rectificaciones pocos años después. 31 Sin que el catálogo pretenda ser exhaustivo, hay otros cambios menores que pueden suponer mejoras puntuales nada desdeñables, como los brazales para llevar agua a molinos harineros, que proliferan notablemente desde fines del siglo XIl,32 Comparativamente, las características de este sistema son equiparables a las del Guatizalema, que tomaba el agua en el azud de Abrisén, un antiguo despoblado,33 con una acequia que repartía el agua a Fañanás y Alcalá. Al otro lado del río, un brazal llevaba algún caudal a Pueyo de Fañanás. 34 Al sur, la banda de regadío se adelgazaba entre Novales y Argavieso, para adquirir más consistencia desde el azud del molino de Sesa, del que arrancaba la acequia construida hacia 1179 por los campesinos de este señorío episcopa1. 35 Gracias a este canal, el noble Galindo de Naya consiguió regar Burjamán, un núcleo que todavía no tenía iglesia y se hallaba, por tanto, en una fase de repoblación, a cambio de la mitad del diezmo del nuevo regadío en beneficio del obispo, que autorizaba el uso del agua. 36 Mejoras añadidas fueron realizadas en la primera mitad del siglo XIII, cuando consta que había dos azud es en el término de Sesa, lo que apunta a la existencia de una ampliación del perímetro de riego.J7

29. CDCH, n.O780. 30. ACH, armario 7, n.o 26 [1217]. 31 . OMH, n.o 70. En 1306 se expropiaba una viña en Barbalbol. término de Huesca, por rQl;on de una cequia por la que debía pasar el agua del rio de Flum en por regar a Monfloril el Beleslar el Alborge: DLAA, n.o 86. 32. En 1174, Guillem de Orós adquiere un huerto junto a la cequia maJor de la villa de Buñales para hacer un azud que derivase agua a una acequia para su molino. Un cuarto de siglo después, llegaba a un acuerdo con los seI'iores locales para regular definitivamente su derecho al agua: COCH, n.o 305 y 541 [1198]. 33. Cf. CONTE CAZCARRO, Á .: «La vill a y el castillo de Abrisén», en Miscelánea de estudios en honor de D. Antonio Durán Cudiol, Sabiñánigo, 1981, pp. 101-117 - con fotografías-, que indica que tiene 190 m de largo y un a a ltura que llega a los 8-9 m, medidas qu e demuestran su importancia. 34. Esta acequia está atestiguada en 1187: COCH, n.O 420, adquisición de una casa y viña en Pueyo de Fañanás, que linda con illa azechia unde rigant illos vicinos. 35 . E l obispo de Huesca concede a los hombres de Sesa que no paguen más el tributo de la fanega que daban en la era al recoger los di ezmos, con la condición de que propriis expensis ducatis obtimam cequiam usque Sessam, sicut nobis promissistis, et ut teneatis semper bene paratam , y le proporcionen la ayuda de 150 peonadas para ed ificar un mol ino: COCH, n.o 345 . 36. COCH, n.o 344 [1179]. 37. A CH , Libro de la Cadena , p. 55, n.O 116, entre otras copias [1242].

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Finalmente, en el entorno de Sariñena el regadío cobraba importancia de nuevo, estimulado por la concesión real para la apertura de acequias sobre antiguos secanos, desde 1170. 38 No cabe duda de que la extensión del espacio irrigado se realizó, puesto que a comienzos del siglo XIV se distinguía perfectamente entre la acequia nueva y la vieja, que estaban conectadas, lo que sugiere la prelación cronológica de la primera. 39 Es probable que el desarrollo de la red en esta zona date de los años ochenta del siglo XII, puesto que entonces se llega a un acuerdo con el abad de Montearagón que afecta a los señores y campesinos «de la Ribera del Alcanadre», es decir, los Hospitalarios, los nobles y los hombres de Cajicorba, Juvierre, Presiñena, Sena y Sigena; al parecer, éstos habían abierto la acequia principal a través de posesiones de este monasterio, que, al igual que en el caso de Sesa, accedía a facilitar el agua a cambio de los diezmos y primicias de las nuevas tierras de regadío. 40 Éstas eran las principales estructuras de irrigación y las huertas que propiciaban, sin que eso signifique que suponen todo el ámbito regado de la comarca. Barrancos que únicamente llevaban agua en alguna estación del año, fuentes, pozos sencillos excavados allí donde afloraba la capa freática , incluso medios mecánicos para extraer agua, como las «ruedas» o norias, eran aprovechados al límite por los campesinos para asegurar las cosechas"! Subestimar el aporte de estos riegos menores, auténticos microsistemas que muchas veces apenas se evidencian en las fuentes escritas, es un riesgo en el que incurrimos con frecuencia al guiarnos por una perspectiva que tiene en cuenta sobre todo la amplitud de los espacios irrigados y no por el estudio de las explotaciones campesinas. En el despoblado oscense de Nuevo, por ejemplo, entre Plasencia y Lupiñén, al que llega el riachuelo Riel, la Cámara del cabildo de Huesca tenía a mediados del siglo XIII nueve campos, de los cuales cinco estaban regados por acequias, uno por «el ibón» - una surgencia de agua- y dos por

38. CPRA, n.o 97. 39. AHN, Clero, carpo659, n.O 10. 40. DUR Á N pp. 90-91.

GUDIOL,

A.: El castillo de Montearagón (siglos XII y X/J/) , Zaragoza, 1987,

41. Ejemplos de todo ello: sobre riegos eventuales, pueden ser interesantes los de Pebredo, Puivicién y Vicién, descritos en un doc. de 1408 - AMH, lego 68, n.O4.572- , que se refieren a un período en que los dos primeros lugares estaban despoblados, pero seguramente se reconstruye un esquema de riego preexistente. Sobre pozos: AHN, Clero , carpo655, n.O 5 [1293], una disputa por el riego de un pozo, resuelta por los veedores del concejo. Sobre las «ruedas»: AHN, Clero, carpo 637, n.o 12, el abad de Montearagón concede la explotación de unam rotam nos/ram quam habemus ( .. .) in illa orla de Ayerb ( ...) eum sua aqua el sua presa; AHN, Clero, carpo 632, n.o 10 [1205], otra " rueda " en Ayerbe; AHN, Clero, carpo 643, n.o 8 [1251] , una rueda en Bolea in rigo de Biesa. Sobre manantiales: ACH, armario 2, n.o 645 [1240], Jimeno de Escanilla en trega a su hijo unas heredades en Corticomo -cerca de Ortilla, en la Sotonera- con 10 cahizadas, el ex eis VI sunt que possunl rigari el I/I/or que non possunt rigari, sin duda a partir de la eequiam fonlis que cita.

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el río, aunque éstos pueden suscitar duda. De los 35 campos y viñas con los que lindaban, 13 lo hacían con heredades de regadío, a los que hay que añadir 7 más si computamos las que están junto al Riel; en total, probablemente de los 44 campos, 28 recibían riego. 42 Al igual que éste, otros grupos campesinos optimizaban su producción cerealista y vitícola con cantidades reducidas de agua, pero con un paciente esfuerzo por usar hasta la última gota de este recurso. 43 E l conjunto de sistemas hidráulicos que han sido descritos quedó fijado probablemente antes de concluir e l siglo XIII; es muy posible que, para entonces, la capacidad técnica y la cantidad de agua allegable con aquélla hubieran alcanzado un límite que no podía ser sobrepasado. Hay otros factores que son igualmente relevantes en esta definición final de los perímetros de riego. Destaca, en este sentido, la lenta arribada a un tope demográfico medieval, que no se repite antes del siglo XIX, el cual marca también la culminación de la necesidad social de acrecentar la producción cerealista -empujada por la demanda de consumo y por el ascenso de las rentas basadas en la propiedad de la tierra-o Además, las roturaciones concluyen en algún momento que no está todavía establecido, pero que no es posterior a los años centrales de la centuria. Con una población situada en su cota máxima y que debe crecer muy despacio después de 1280 y con un estancamiento de las superficies cultivadas, una parte de las cuales entra dentro de la marginalidad productiva, tampoco es verosímil que existieran posibilidades de inversión suficientemente masivas como para mejorar sustancialmente las redes de riego existentes. Localmente, ade más, tentativas de extender la irrigación podían traer aparejado un incremento de las rentas satisfechas a los señores o a la iglesia, lo cual sin duda desanimaba las modificaciones menores de la infraestructura. 44 La conclusión que se deriva de esta hipótesis tiende a magnificar la perdurabilidad e intangibilidad de estos sistemas, lo cual es parcialmente erróneo, puesto que continúan teni endo historia, centrada básicamente en el manteni-

42. ACH , Libro de la Cadena, p. 448, doc. 863 [ca. 1240] : el texto señala hoc totum -se refiere a las heredades de la Cá mara- habel aqua et pasLis. 43. Han pu esto de re li eve la importancia de estos microsiste mas BARCE LÓ, M. y otros, Arqueología medieval. En las af'ueras del «medievalismo», Barcelona, 1988, pp. 239-257 y, especia lme nte, CRESSIER, P.: «Archéo logie des structures hydrauliques en al-Andalus», El agua en zonas áridas, cit., pp. 73-75. Una clasificación de los sistemas hidráulicos e n micro, meso y macrosistemas, en BUTZER, K. W. , MATEU, J. F., BUTZE R, E . K. Y KRAUS, P.: «L'origen deIs sistemes de regad iu al País Valenci a: ro ma o musulm a?» , AJers, 7 (Catarroja, 1988-1989), pp. 22-48. 44. Co mpárese con lo que ocurría e n los territorios al sur del Eb ro: LALl ENA CORBERA, c.: «E l Cister en el Valle Medio del E bro: repoblación y roturaciones e n el dominio del monasterio de Rueda», en Homenaje a don Claudio Sánchez Albornoz, Anuario de Estudios Medievales, 16 (1986), pp. 93-106, e incluso e n la mi sma región, cf. CASTILLÓN CORTADA, F.: «Política hidráulica de templarios y sanjuanistas en el valle del Cinca, en Huesca», Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, 35-36 (Zaragoza, 1979), pp. 381-445 .

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miento -cuando no la reconstrucción- de azudes y acequias, una tarea profundamente afectada por la caída de la población que se inicia con las hambres previas a la peste. Sobresale, en este sentido, lo que ocurre en 1336, poco después de una de estas hambrunas, cuando, según manifiesta el concejo de Huesca, la acequia de Nueno había sido casi destruida por las pluviales inundationes, con lo que el agua refluía al Isuela y las heredades estaban quasi steriles. 45 El objetivo del concejo era notablemente ambicioso, puesto que pretendía abrir una acequia nueva, cuyo recorrido fuese diferente del precedente y quedara fuera del alcance de los vecinos de Arascués; para ello obtuvo de Pedro IV el correspondiente permiso y aceptó cubrir los gastos de las expropiaciones de tierras imprescindibles. Sin embargo, es muy improbable que se pudiera alterar hasta ese punto el eje principal del sistema y tampoco es seguro que ésa fuera su pretensión; la aprobación concreta del rey para transformar la toma y conducción era suficiente para amenazar a los de Arascués y garantizar el usufructo de las aguas que salían de la Foz de Arguis ante cualquier pleito. Problemas muy determinados suscitaron actuaciones positivas respecto a algún tramo de acequia, como sucede en 1408, cuando la ciudad autoriza a la señora y habitantes de Vicién para rehacer uno de los microsistemas a los que aludía, el del barranco de Valdabra, cuyas aguas, azutadas en Pebredo, habían regado antaño este lugar y el de Puivicién, ambos despoblados a comienzos del XV. En esta fecha, se permite que los de Vicién abran la acequia y arreglen el azud: 6 De igual forma, hacia 1466, las disputas con los vecinos de Monflorite ponen en peligro el agua del término de Alborge, lo que incita a los jurados y consejo de Huesca a ordenar a los bolseros que financien la excavación de una acequia para regar esta zona porque no ayamos a venir en subieccion de los de Monflorit. 47 Con un criterio inverso, la ciudad intenta defender a ultranza la estabilidad del perímetro de irrigación para evitar las fugas de recursos hídricos que debilitasen el regadío urbano; así, en 1402, el lugarteniente de Justicia de Aragón admite a trámite una firma de derecho contra los lugares de Banastás y y équeda, que, al parecer, habían intentado hacer un azud y su acequia sobre el Isuela en las partidas de Onzino y Coliñénigue en perjuicio de la capital oscense. Diez años más tarde, consigue otra jurisfirma contra la noble Francisca López de Heredia y los monjes de Monflorite que aspiraban a hacer un molino en el Flumen, la cual avala la tesis del concejo de que «nadie ha

45. DMH, n.o 155. 46. AMH, Concejo, lego 68, n.O4.572. 47. AMH, Actas, ms. 5, f. 19v. En esta misma línea, el concejo reivindica arduamente su derecho al agua del Flumen y, por tanto, a estab lecer azudes nuevos, en 1421: AMH, Concejo, leg o 68, n.O 4.720.

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podido ni puede en el citado río ni en los dichos términos construir o edificar un azud y menos una acequia sin o contra la voluntad de los hombres de la ciudad».48 Anclados en una continuidad plurisecular, los espacios irrigados de la llanura de Huesca continuaron abasteciendo de agua a formaciones sociales cambiantes, cuyas necesidades agrarias eran menos inmutables de lo que se suele pensar. Pero la interpretación de estos complejos sistemas hidráulicos requiere no sólo la descripción de las mallas de riego sino también el análisis de las fórmulas de distribución del agua; en definitiva, el esclarecimiento de los mecanismos de funcionamiento.

EL REPARTO DEL AGUA Los sistemas hidráulicos sin el consenso y la cooperación de los campesinos que los emplean estaban condenados a perecer, puesto que un grado de conflictividad no asumible deteriora una estructura siempre frágil. Interrogarse por las características de la administración del agua es, por ello, mucho más que enumerar turnos de riego; supone intentar explicar la regulación que fomenta ese consenso, una regulación social que es el resultado de la intersección de relaciones de fuerza, de jerarquías de derechos, de tradiciones consuetudinarias y de las exigencias irrenunciables de cada uno de los grupos de regantes. A esa ordenación se llega después de tanteos de los que apenas tenemos información y tiende a codificarse como un elemento invariable para respetar lo más posible el acuerdo que constituye el mínimo común denominador de los intereses de cada grupo para hacer que el sistema funcione. Sin embargo, no hay que olvidar nunca que esa solidez deriva de un equilibrio perpetuamente cuestionado por las tensiones que enfrentan a los beneficiarios del agua, siempre ambiciosos por aumentar su cuota. El modelo de reparto del agua acopiada de los ríos de la plana oscense se basa en un turno riguroso entre cada una de las acequias, que constituyen las unidades de base de la distribución, con un ciclo de carácter semanal, en el que la fracción que sirve para especificar los derechos de uso es el día - de un amanecer al siguiente-o La primera noticia que tenemos de la aplicación de este esquema es de 1164, cuando Alfonso 11 dona unas pardinas en la puerta de Haratalcomez a Artal de Artusella con toda el agua que les llega cada lunes,49 pero con toda seguridad es anterior, puesto que la acequia de Alborge

48. AMH, Concejo, lego 68, n.O 4.573 (1402) Y n.o 4.574 [141 2]: nullius potuit aul pOlesl in dicto rivulo nec infra dictos terminos CO flstru ere seu edificare cutum el minus cequiam preler seu cOn/ra voluntalem hominum civitatis. 49. CDCH, n.O 240: preterea, dono tlbi de illa mea aqua quam accipio in Oscha tolos dies lunis ad rigandum solummodo predictum orlum quod feceris in supradictas pardinas.

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a Molinos, fechable hacia 1128, ya contempla que uno de los constructores, el noble Blasco Garcés, adquiere el usufructo del agua un día y una noche de cada veinte para su almunia de Abintema, conjuntamente con los hombres de Conillena,so si bien la interpretación es algo diferente, puesto que este segundo reparto es de turnos diarios de agua para diversos grupos de regantes de una sola acequia. Dentro de la Hoya , pero fuera de los sistemas del Isuela y Flumen, este mod e lo se observa en el final del siglo XI, cuando Sancho Ramírez dona a San Juan de la Peña un palacio con sus heredades en Ayerbe, a las que añade el agua para regarlas que circula el sábado. 51Es susceptible de discusión , pero probable, que se remonte a la etapa musulmana atendiendo a la presunción de T. Glick que lo considera un modelo arcaico o, más bien, un primer estadio de una evolución de las formas de reparto del agua en las huertas mediterráneas musulmanas,52 aunque, en el caso de Huesca , conviene resaltar que en sus sistemas de regadío no se modifica hasta la actualidad. En la periferia de Huesca, que es el espacio mejor conocido, la regulación definitiva tiene lugar en 1192, cuando los oficiales reales y los hombres buenos de la ciudad pactan con el abad de Leire y los vecinos de Arascués la partición del agua que sale de la Foz de Arguis. Así, los terratenientes de este pueblo disfrutan de riego dos días y dos noches de cada semana, desde el viernes hasta el domingo a la salida del sol, siendo para los oscenses el agua durante el resto de la semana.53 Es muy significativo que progresivamente los términos tomen su nombre del día que les corresponde el agua; así, los de Lunes y Martes, Domingo o Jueves, bien testimoniados en el siglo XV , sustituyen a otras designaciones más antiguas -como Haratalcomez, La Mesa, Morillón, citadas en el siglo XII-. No hay ninguna transformación apreciable en las centurias siguientes. En 1271, por ejemplo, Jaime II concede al convento de Predicadores el agua que debía regar sus heredades en Almériz y alude al illa die quod nos deb emus accipere aquam de cequia Ysole .54 En algún momento, los habitantes de Igriés - situado frente a frente con Arascués, al otro lado de la acequia principal- obtuvieron participación en el riego, pero lo compartían con esta localidad, puesto que los dos días de cada semana a que tenían derecho eran el viernes y el sábado, los mismos que Arascués, lo que obliga a pensar que se dividían el agua. En 1435, este procedimiento se modifica, de manera que la ciudad pasa a recibir el agua correspondiente a Igriés también esos

50. D ERRVE, n .o 172: el de iSla suprascripla aqua debel prendere Blaseho Gareez de los viginli dies uno die el una nocle per fine secula; el prendel Blascho Gareez eum los de Coneglena. Ambos lugares están despoblados e n la zona de Monflorite-Lascasas. 51. DSRI, n.o 33 [1087]: el quod habeal Sanclus lohannes omnibus diebus sabbalis aquam, quam conssuevi ego recipere ad rigandum hereditales dicli palacii 1010 lempore. 52. GU CK, T. F., ob. cit., pp. 299-312. 53. DMH, n.O 10

54. DMH, n.o 33.

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dos días, a cambio de que éstos puedan aprovechar la que rebosaba el azud de Nueno y que discurría aguas abajo del Isuela hasta el azud de Almériz, junto a la muralla oscense.55 Este convenio era reversible a propuesta de cualquiera de las partes y es producto, sin duda, del extremado debilitamiento demográfico de estas pequeñas localidades, que disminuye sus necesidades al minimo. A juzgar por la circunstancia de que Huesca no recibe agua los viernes y sábados desde el siglo XVIII, con toda probabilidad este acuerdo se revisó en época moderna. Este sistema de distribución con ligeras variantes se sigue asimismo en acequias no conectadas con el Isuela, como las de Miquera, que tradicionalmente parece haber entregado una semana el agua a los regantes de Huesca y otra a los de las poblaciones cercanas: ya en 1210, un texto confirma que estas aguas se partían según este criterio,56 que era válido igualmente para las aguas corrientes, como las del ibón de Banastás,57 e incluso para las extraídas de pozos o fuentes que servían a varios usuarios. 58 Dentro del área de influencia de cada acequia, el turno de riego se basaba en la localización de la heredad, de manera que las situadas más arriba regaban antes que las de más abajo, de cabecera a cola de la acequia, y siempre que hubiera agua en la conducción. Éste es un procedimiento que privilegia a los propietarios de la parte superior del sistema, que tienen más segura el agua en circunstancias de relativa escasez y que, en todo caso, pueden poner a salvo de la sequía sus cosechas antes. Para paliar esta desigualdad los primeros riegos de primavera se efectuaban por la fórmula del tipo de boquera -con un riguroso turno sucesivo que impedía volver a tomar el agua una vez que se había utilizado, hasta que el último regante hubiera podido regar- o de alternancia semanal en el derecho a iniciar el riego. Algo así trasluce la consignación que hace Toda de Abiego al donar a Santa María de Salas un campo en 1210, para el que prevé que, con un cequiaje de tres sueldos, habeatis i!la aqua una vice in april et alia vice in madio, dos riegos fijos que sólo podían garantizarse mediante estos mecanismos. 59 Desde luego, a mitad del siglo XIV, esto estaba firmemente estipulado en los arrendamientos del agua: yes condicion -señalaba uno de ellos- que en el tiempo que la agua yes pocha e non puede

55. AMH , Concejo, lego68, n.o 4.576. 56. CDCH, n.O721. García de Albero y su he rmana María López dividen su heredad e n Alerre y seña lan es/ manites/um quod de illa aqua ego, Garcia de Albero, habeo i!lam in die vene-

ris, el vos, Maria Lopez, habeatis illam in die sabbato. 57. DMH, n.o 175 [1345]: los jurados de Huesca conceden al procurador del sacristán del cabildo el agua de l yvon de Banas/as el sábado siguiente de sol a sol para regar unas be redades, a pesar de que no le correspondía al término en el cua l se situaban. 58. DMH, n.O58 [1288]: sentencia arbitra l sobre e l e mpleo del agua de un pozo que está e n un huerto y que utiliza n cinco regantes más: el dueño tiene derecho a l agua la mitad de los días que se acostumbra a regar y debe dejarla los demás. 59. CDCH, n.o 716. Normas semejantes está n documentadas en el siglo XVIII.

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bastar a todos, que vos siades tenidos de dar e compartir la dicta agua a aquellos que mas necesario la auran, a conoxida de los jurados e vuestra, pero levando la dicta agua por boquera ali d'on mas cerca e mas necesario sera regar. Et que la dicta agua dedes assi al menor como al mayor, igualment a cada hunos, non prendiendo mas que lo dicto es.60 La norma para las acequias del Flumen parece similar, aunque con variantes que introducen mayor complejidad. En principio, una organización que mantiene como unidad de medida la semana y el día parece ser la predominante también, como pone de relieve el documento ya citado de 1128 o la concesión del obispo a los hombres de Sesa que han abierto una nueva acequia medio siglo después, a los que les atribuye el agua los domingos y lunes de cada semana. 61 No obstante, en 1275 , un acuerdo entre el concejo de Huesca y el conjunto de los vecinos de los pueblos de la ribera del Flumen -de Almuniente, Grañén, Curbe, Barbués, Torres de Barbués, Sangarrén y Pitillas, alguno de ellos hoy despoblado- sugiere una formulación más complicada. Es evidente que se trataba de regular la cantidad de agua que la ciudad , en cuanto que capaz de controlar el azud más alto, debía dejar pasar para satisfacer las exigencias de las huertas de estos lugares. Al parecer, si mi interpretación es correcta, el concejo cedía toda el agua del río desde la salida del sol del sábado hasta un momento determinado del lunes. Este momento se concretaba mediante un singular método, que consistía en arrojar una calabaza al Flumen en el azud del molino de los Baños, al noreste de Montearagón, los lunes al amanecer. Esta calabaza era llevada por la corriente y un carabacero, acompañado por un oficial oscense, impedía que se atascara en los azudes de los numerosos molinos o en las zarzas de la orilla, probablemente hasta que llegaba al molino de Barbalbol, poco antes de Pompién, en el límite de los términos de la ciudad. A medida que pasaba la calabaza se permitía abrir las acequias de riego y molinares para que se beneficiasen las gentes de Huesca. 62 L. Mur señala que en la segunda mitad del siglo XVI se trastocó una división que no se acomodaba a estos principios que he señalado, puesto que separaba un tercio del agua mediante un partidor en la acequia de la Ribera hacia Quicena, mientras que el resto corría hacia los términos oscenses. 63

60. DURÁN GUDIOL, A. , ed.: Eslalulos de la Universidad de I-Iuesca. Siglos XV y XVI, fIuesca,1989 , p.23. 61. CDCfI, n.o 345. El texto presenta algunas dificultades de interpretación: [acto vera molendino, habeatis aquam una die el una nocle in ebdomada, videlicel, dominica die se va (sic) el IOlaferia 11 ad rigandos campos vestros qui de illa nova cequia deb enl rigari. 62. DMH, n .O35. El acuerdo sólo era vál ido para los seglares oscenses, pero no para los propietarios eclesiásticos. 63. MUR VENTURA , L.: Los riegos, cit. En 1569, los de Quicena cedieron un tercio de su propio tercio del agua para la ciudad y, desde 1667, adoptaron el módulo de fracciones diarias para medir el agua , cambiando el22 % que les correspondía del total del agua de la acequia por toda la que pasase del amanecer del sábado hasta mediodía de l domingo.

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En algunos de los microsistemas a los que se ha hecho alusión, el reparto del agua seguía idénticas pautas; puede servir de ejemplo el de Nuevo, ya mencionado, en el que la heredad de la catedral «tiene toda el agua de la villa, para siempre, desde la salida del sol del sábado hasta la del domingo».64 Este conjunto de normas distributivas de los recursos hídricos es semejante, en una perspectiva comparada, a otros del valle del Ebro, lo que corrobora la impresión avanzada por A. J. Forey respecto a que existe una unidad cultural en este sentido desde la Ribera navarra hasta los confines aragoneses, que no excluye puntuales divergencias locales. 65 Desde la perspectiva de los sofisticados ordenamientos de las huertas del Levante, los de la Hoya de Huesca parecen eminentemente sencillos, muy poco conflictivos y singularmente estables, lo cual puede interpretarse en el sentido de una cierta ausencia de presión evolutiva. Es decir, es posible que el agua fuera suficiente en condiciones normales para que la gran mayoría de los campesinos y propietarios lograse cubrir sus necesidades, de modo que las resistencias a cualquier transformación se hicieron considerables. En este sentido , hay que constatar que las fértiles llanuras oscenses, que disfrutan de una capa freática muy superficial, en periodos recientes han dispuesto de buenas expectativas con las precipitaciones consideradas medias. Dado que el clima ha experimentado variaciones históricas y que ligeros matices en la cantidad y distribución de las lluvias producen efectos importantes en los cultivos cerealistas desarrollados en estos ambientes mediterráneos, es difícil llegar a una conclusión válida para toda la Edad Media. Aun así, es probable que, con las adaptaciones pertinentes -como el riego por boquera-, los caudales abastecieran razonablemente el sistema.

64. A C H, Libro de la Cadena, p. 448, 0.° 863: hoc lotum habel aqua el paslis; sciendurn est, qu.od predicla heredilale haber IOlam aquam ipsiu.s ville semper ab orlu. solis die sabbati usque ad orlwn solis diei dominice. 65. FOREY, A . J. : «Notes on irrigation», pp. 126-127, seña la varios ejemplos de reparto del agua. A e llos se puede añadir el de la acequia entre Velilla, Fraga y Torrente de Cinca, descrito por SALARRULLANA DE DIOS, J. : «La aljama de moros de Fraga», en Esludios históricos acerca de la ciudad de Fraga, [J , Fraga, 1990 -antes eo la Revisla de Archivos, Bibliolecas y Museos, 19211922- , pp. 133-139, Y el de la acequia de A lbalate de Cinca , e n BENITO LUNA , L. Y MONTER DOMEC, M. J.: «La aceq uia de Albalate en e l siglo XV: aprox im ación a l estudio del regadío medieval en e l valle del Cinca», Argensola, 100 (Huesca, 1986), pp. 167-176. Un modelo bien diferenci ado es e l explicado por GONZÁLEZ PALENCIA, A.: «Notas sobre el régimen de riegos en la región de Veruela en los siglos XII y XIII», Al-Andalus, X (1945) , pp. 79-88, donde e l agua se compra y vende por cantidades determinadas y, por tanto, no está vioculada a la tierra y es inseparab le de ella. Véase también ORCÁSTEGU I GROS, c.: «E l régimen de uti li zación de las aguas en e l Teruelmed ieva l: jurisprudencia, tradicióo y continuidad» , Al Profesor Emérito Antonio VbielO Arteta en homenaje académico, en Aragón en la Edad Media, VIII (1989), pp. 499-510, que se refiere principalmente al destino del agua para los molinos hidráulicos. Para otras zonas, con diferentes tradiciones, cf. CUVILLlER, J. P.: «L' irrigation dans la Catalogne médiévale», Mélanges de la Casa de Velázquez, XX (1984) , pp. 145-187.

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Este argumento es de mayor peso si tenemos en cuenta que , desde mediados del siglo XIV , la ciudad y la comarca experimentan una secular crisis demográfica , que reduce en bastante más de la mitad los habitantes de la capital , lo que significa que, en pleno estiaje humano, es perfectamente posible encontrar tierras yermas incluso dentro del perímetro irrigado. Como es lógico, es de mucho menos valor para explicar la tranquilidad relativa dentro del sistema en la etapa de expansión agraria de los siglos XII Y XIII, pero todo hace pensar que el grueso de las roturaciones se emplaza en el exterior de la red hidráulica, sin acceso al agua -como sucede con los viñedos de secanoo con un aprovechamiento de los restos eventuales de las acequias y de las fuentes que proliferan por toda la zona. Un segundo aspecto que incide en esta línea de estabilidad del sistema es la finalidad que los labradores de la Hoya atribuyen al riego en esta época y que tiene poco que ver con una agricultura hortofrutícola. Por el contrario, el objetivo esencial es la mejora de los campos de cereal y de las viñas, a lo cual se destina gran parte del agua obtenida. Sin ánimo de enumerar problemas por solucionar, no sabemos qué proporción de campos eran exclusivamente de secano, de regadío precario o de pleno regadío , como tampoco qué rendimientos dispensaban y qué rotaciones eran aplicadas -integrando barbecho, cereal de invierno, de primavera y Ieguminosas- . 66 Tampoco cuál era la relación entre los granos panificables y la viña, que, en el siglo XII, parece decantarse claramente por el incremento de ésta, tanto en el secano como en las áreas irrigadas."7 Este fenómeno recibe un impulso adicional con la concesión del monopolio de la venta del vino en Huesca en favor de los productores locales, desde la segunda mitad del siglo XIJI,68 que se traduce en nuevas plantaciones de viña. 69 Sin duda, el mercado está ejerciendo una influencia destacable al favorecer a cultivos fácilmente comercializables en el ámbito urbano, con toda probabilidad desde 1150-1170 como mínimo. Este factor mercantil encuentra un aliado fundamental en una estructura de la propiedad dentro de

66. Los documentos distinguen en ocasiones con mucha claridad los campos situados e n el albar o seca no y los del azaqu i o regadío: cf. DSC, p. 554. Véase también la correlación entre cerea l y regadío en un excelente ejemplo, la lista de las poses ion es de la catedral en Abrisén , CDCH , n.o 566 [s. XII]. Sobre rotaciones, cf. ACR, Libro de la Cadena, p. 308, n.o 581 [1 215]: Arnal Gener, vinatero de Huesca, dona a Pedro de Montarruego una vitia y un campo -en regadío- C/.ll71 omnibus arboribus que in dicta vinea sunl el erunl el cum ¡avis que in campo semina/e sunt. 67. LALl ENA CORBERA, c.: «El viñedo suburbano de Huesca e n el siglo XII », Aragón en la Edad Media, V (Zaragoza, 1983), pp. 23-44. 68. DMH, !l.o 31 [1269] , corroborado en 1278, n.o 37. 69. Así, e ntre 1264 y 1271 - la fecha es incierta-, el abad de Montea ra gó n entrega a unos cu ltivadores campos para plantar viña junto a la acequia del Tyerc¡o, debiendo entregar el tercio de la producción : AHN , Clero, carpo 647, n.o 19.

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la cual algunas instituciones eclesiásticas, un reducido número de nobles y una forta lecida oligarquía urbana disponen de posesiones destacables. La orientación productiva de estas explotaciones parece inclinarse -a falta de estudios más completos y escalonados cronológicamente- hacia estos productos, en particular en la etapa de crecimiento de las rentas de la tierra en el transcurso del siglo xnro Desde estas estrategias productivas, la combinación de precipitaciones de otoño y primavera con riegos centrados en abril o mayo se adaptaba a sus necesidades básicas, salvo en años de sequía. Por lo tanto, el regadío oscense amparaba tanto la inclinación de los grandes propietarios por rentas fijas derivadas de cultivos clásicos como las demandas de la autosubsistencia campesina a lo largo de todo el periodo medieval.

LA AUTONOMÍA DE LOS REGANTES Distribuir el agua exigía un consenso social básico sin el cual era inaplicable cualquier criterio de reparto: todos los usuarios tenían que lograr la convicción de que al menos una parte de sus expectativas eran alcanzables, tanto en épocas de bonanza como durante las sequías. Éste es el presupuesto fundamental que subyace al desarrollo de los sistemas de regadío como el que se ha descrito en la plana de Huesca. El consenso, con ser indispensable, no era suficiente para garantizar la estabilidad dentro del sistema, puesto que es un rasgo estructural que atañe primordialmente a los colectivos de regantes, agrupados por su situación dentro de la malla hidráulica. El funcionamiento regular podía también ser quebrantado por los comportamientos individuales insolidarios y, de hecho, entra dentro de la lógica que así fuese, dado que]a exigencia de cada uno de los campesi nos para mejorar su producción -regar cuando fuera necesario y en la proporción adecuada- es, en la práctica, contradictoria con la estrategia general que rige un sistema hidráulico en un ambiente ecológico semiárido -que el agua llegue a todos-o Por ]0 tanto, un cierto grado de coerción debía imponerse para limitar estas actitudes, una coerción expresada en ordenanzas, capitales de los terminas, multas, vigilancia y obligaciones comunitarias, todo lo cual requiere una autoridad que establezca su jurisdicción sobre el sistema. En Huesca, este control es ejercido en la Edad Media por el concejo, que, en cuanto representación de la ciudad, asume el dominio de las aguas, las infraestructuras y los mecanismos de distribución. Fuera de los límites territo-

70. Es interesante, por ejempl o, la reorde nación de los censos de posesiones en regadío de Montearagón que detecta Esco SAMPÉR IZ, c. : El monasterio de Montearag6n en el siglo XIII. Poder político y dominios eclesiásticos en el Alto Arag6n, Huesca, 1987, pp. 176-186. Para la Baja Edad Media, cf. LALIENA CORBERA , c.: «Prop iedad de la tierra y relacion es de producción en el siste ma agrario suburbano de Huesca en el siglo XV», Argensola, 102 (Huesca, 1989), pp. 133-180.

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riales oscenses, la jurisdicción corresponde a los señores de cada uno de los lugares en los que hay espacios irrigados, como dueños de todos los recursos naturales en cada uno de sus señoríos. Me interesa resaltar este aspecto porque entiendo que forma parte de los instrumentos de legitimación de las formas de poder feudales, bien sean las oligárquicas del concejo o las señoriales en las comunidades campesinas, y, en la medida en que los sistemas hidráulicos son específicos de ciertas regiones mediterráneas, se trata de un factor de integración igualmente muy específico. Al margen de los ingresos que pudieran reportar las aguas, lo verdaderamente significativo es que los dirigentes nobles o ciudadanos tutelaron un valor de solidaridad primordial para los campesinos rurales y labriegos urbanos con la misma constancia que impone la perennidad de los espacios irrigados. Desde el punto de vista social, sin embargo, lo más relevante es que esta presión coercitiva se desdobla con una fuerte autonomía de los grupos campesinos respecto a la gestión del agua disponible. La unidad que concita la vinculación de los intereses de los regantes -llamados «herederos»- era el termino, es decir, la superficie abarcada por una acequia y sus ramales, consecuencia lógica del modelo de reparto del agua ya descrito. Reunidos periódicamente, los herederos de cada uno de los términos tomaban las decisiones oportunas para proteger su propia área regada, asumían los costes de mantenimiento, arrendaban su cobro, apEcaban las normas de uso y nombraban procuradores. El concejo, a su vez, en cuanto que expresión del poder público, defiende el conjunto de los sistemas, designa los oficiales encargados de regular el riego - llamados regadores o r;avacequias-, ejecuta las multas a través de los capdeguaytas o alguaciles municipales y actúa como tribunal de apelación de las causas mayores entre regantes o grupos de herederos. No obstante, ninguna de ambas instancias, comunidades de regantes y jurados de la ciudad, se comporta de manera independiente: la autoridad de los procuradores de los términos deriva de su elección por los herederos, pero se confirma cotidianamente por la aprobación de sus actos por los jurados. Inversamente, los regadores no suelen intervenir sin la colaboración de los procuradores. Todavía más evidente es esta interdependencia cuando se plantea algún problema concreto que lleva al concejo a establecer un asignado -un encargado-, que lo resuelve con los procuradores de los términos afectados. El resultado es el desarrollo de una interacción continua entre autoridad y autonomía que permite corregir con una elevada eficacia cualquier conflicto, tanto individual como colectivo, sin que se produzcan rupturas o vacíos en ningún punto del tejido institucional. Cualquier labrador puede recurrir a un regador para obtener el agua, pero también puede solicitarlo al procurador de su término y a los jurados. Lo mismo sucede si desea pleitear con su vecino, apelar alguna pena impuesta por los oficiales, efectuar alguna pequeña obra o solventar cualquier otro problema. En el medio rural estas relaciones son incluso más simples, ya que los sistemas de regadío tienen una dimensión 39


LOS REGADíOs MEDIEVALES EN HUESCA

menor que coloca a todos los propietarios de tierras regadas en una única comunidad, la cual puede actuar a través del concejo. El flujo de solidaridad y responsabilidad es más directo y continuo todavía. Las fuentes son poco explícitas a la hora de fechar la creación de este entramado de instituciones. Aunque es posible retrotraer alguna de ellas a periodos anteriores al siglo XII , como los zabacequias, documentados en diversos puntos del valle del Ebro en las inmediaciones de la conquista,71 es probable que haya una elaboración progresiva de estos mecanismos de relación entre poder y autonomía. Conviene recordar que la propia configuración del concejo es un proceso lento, que se alarga desde mediados del siglo XII hasta principios del XIV. 72 Así, cuando se negocia en 1192 la cesión de parte del agua del Isuela a favor de Arascués, lo hacen los probi homines, el zalmedina, el merino y el justicia, los tres oficiales reales, pero no hay una magistratura urbana formal. Desde comienzos del siglo XIII, existen jurados y, por tanto, un embrión de gobierno de la ciudad que se hace cargo de la jurisdicción sobre el sistema hidráulico y dicta normas que deben cumplir los regantes. 7J En esta época, la administración de las acequias debe alcanzar sus perfiles más o menos definitivos, que encuentran una ratificación en la decisión de Jaime II de entregar competencias en este terreno a las comunidades de regantes. En efecto, en 1311, al reformar la elección de jurados, el monarca ordena taxativamente «que las aguas que discurren por los términos de la ciudad de Huesca se organicen y sean repartidas por los que tienen heredades en cada uno de los términos citados o por sus procuradores, como se ha acostumbrado tradicionalmente, y en esto no se atrevan ni intenten entrometerse los jurados».74 Hay testimonios precisos de que esta ordenanza real se cumplió: en 1339, Jimeno de Ahe, alcaide de Chimillas, regó unos campos en esta localidad cogiendo el agua de Huesca indebidamente sienes licencia el voluntat de los jurados, rendadores o c;avac;equias de las aguas de la dita dudar, lo que le acarreó una fuerte multa. 75 Más allá de la anécdota concreta, no hay duda de que hacia 1340 la articulación institucional estaba francamente avanzada.

71. Cf. GLlCK, T. F ., ob. cit., pp. 287-298 Y FOREY , A. J. , ob. cit., pp. 119-121. Zabacequias ex istían, con funciones muy simi lares a los de Huesca, en la hu erta de Zaragoza, a fines del siglo XV: FALCÓN PÉREZ, M . 1.: Zaragoza en el siglo Xv. MO/jología urbana, huertas y término municipal, Zaragoza, 1981, p. 138.

72. LALlENA CORBERA , C. e IR ANZO MUÑío, M. T.: «E l acceso al poder de una oligarquía urban a: e l concejo de Huesca (siglos XIl y XIII»> , Aragón en la Edad Media, VI (1984) , pp. 47-66.

73. E n marzo de 1286, una asamblea concejil muy amplia des igna cuat ro veedores para reso lver los pleitos de carácter agrar io, incluidos los referidos a acequias y márge nes - DMH, n.o 49-.

74. DMH, n.O90: Ordinamus eliam el iubemus quod aque discurrentes per terminas civitale Osce predicte ordinenl el dividantur deinceps pro habentes hereditates in singulis terminorum predie/orum, aut per constilutos ad hee ab eis, prout antiquitus fieri consuevit, neque de hoc jurati predicli se inlromitere audeanl vel presumant. 75. DMH, n.o 161 [1339].

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Carlos LA LlENA CORBERA

Los años centrales del siglo XIV son sobradamente conocidos por su dureza, mezcla de hambres y pestes que diezmaron la población y dejaron un ingrato recuerdo. Es posible que por razon de la sterilidat de los tiempos, que son seydos fuertes, e de la persucucion de la piedra que en el present anno yes caida, el concejo se decida en 1356 a reformar el modelo de organización, acuciado también por la necesidad de encontrar fondos para financiar la recién creada universidad. De este modo, los magistrados deciden contratar el regimiento de las aguas de la ciudad a una compañía de vecinos, que pagan tres mil sueldos destinados a la financiación del Estudio. Con tal motivo, alegan que en los años precedentes los recursos hidráulicos eran repartidos por personas singulares puestas por los herederos de los terminas de la ciudat sobredicta, que recibían los tributos debidos que se distribuian e se fincavan en las dictas personas, con lo cual el común de la ciudad no gozaba de ningún beneficio. Señalan, lo que era peor, que por el mal gobierno de las aguas éstas se perdían anegando los caminos en lugar de los campos, con graves enfrentamientos como consecuencia. 76 El panorama, en plena guerra con Castilla, era desolador, aunque es probable que los jurados acentúen los aspectos negativos para justificar lo que es un despojo de la independencia de los regantes y acepten determinadas cláusulas -como las que refieren el desastroso estado de los azudes y acequias- a exigencia de los arrendadores, que se cubren ante la posibilidad de perder dinero. El contrato dura un año y en él se contempla la posibilidad de que los regadores fueran escogidos directamente por los arrendadores, lo que, en este caso, parece una garantía reclamada por éstos para velar por sus intereses. Sin embargo, esta fórmula parece claramente excepcional y, aparte del periodo 1356-1357, es poco probable que se mantuviera, puesto que suponía una renuncia demasiado completa del control del sistema tanto por el concejo como por las comunidades de regantes. Así, en el úl.timo cuarto del siglo XV, los capitoles o cabildos de los términos constituían el fundamento de la organización social del regadío. Es muy probable que , de manera ordinaria, los herederos se reunieran una vez al año, convocados por el procurador saliente, en el claustro de la Seo o en el cementerio de San Pedro el Viejo, para renovar los procuradores y para subastar el arrendamiento del agua, que incluía el cobro del cequiaje a los labradores y de una parte de las multas impuestas. J7 Asambleas extraordinarias las había cada vez que se planteaba algún problema, generalmente de mantenimiento de la acequia.

76. D U RÁN

GUDIOL,

A. , ed.: Estatutos, pp. 22-26.

77. A lgunos ejemplos de la década de 1430: AHPH , Pedro Marrínez de Artasona, n.O13, f. 1 (Algüerdia , 1431), f. 24v (Coliñénigue, 1433), f. 41 v (Coliñénigue, 1434); Juan Aznárez de A lb es, n.O 38, (L lv-2 (Lunes, 1434), f. 35 (Lunes, 1435), f. 51 (Lunes, 1436).

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EL SISTEMA HIDRÁULICO DE HUESCA, SIGLOS XII-XVII

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Carlos LA LlENA CORBERA

Los procuradores eran elegidos por los asistentes al capital anual, pero el refrendo venía dado por los jurados, ante los que debían jurar que sus actuaciones serían correctas, lo que les dotaba de un cierto grado de autoridad pública. Debían velar por el funcionamiento del sistema de riegos, el arreglo de los caminos adyacentes y los puentes que atravesaban los canales. Determinaban cuándo debían escombrarse acequias y brazales, tasaban los daños producidos por el mal uso del agua e imponían las multas o penyaras correspondientes. Finalmente, defendían los derechos tradicionales de cada término en competencia con los otros y acordaban la financiación de las obras de reparación. 7B El arrendador del agua es una figura secundaria, ya que la función que cumple es eminentemente práctica - descargar a los procuradores de la obligación de cobrar los cequiajes y derramas- y, además, carece de capacidad ejecutiva: por un beneficio necesariamente pequeño, recaudaba los impuestos y daba cuentas a los procuradores. Con ello, además, se transfería una tarea desagradable a una persona ajena al círculo de herederos del término , lo que reducía la conflictividad y fomentaba la imparcialidad recauda toria. 79 Tareas múltiples las de procuradores y arrendadores que, no obstante, no incluían la atribución del agua a los usuarios ni la vigilancia de sus actividades, que llevaban a cabo los zabacequias y regadores, que parecen designaciones sinónimas para un único tipo de oficial. De forma recíproca al establecimiento de los procuradores, los zabacequias parecen haber sido nombrados por los jurados o los asignados por el concejo de acuerdo con los representantes de los términos, con lo cual se les confería un suplemento de legitimidad en su actuación. so Los regadores llevaban registros , llamados libros del agua, y memori ales en los que constaban los datos de los regantes -superficie , cequiaje correspondiente, turno del agua, adscripción al término- que eran

78. Entre los cientos de documentos que podrían alegarse, cf. AMB, Actas, ms. 8, ff. 52 Y 54 [1475] , sobre e l juramento ante los jurados; ms. 7, en la fech a [1473.VIIl.l2], sob re la tasación de . daños; ms. 6, f. 14v [1469J , sobre el esco mbro de acequias y e l reparo de azudes; ms. 13, r. 47 [1480], sobre e l permiso para regar; ms. 3, f. J3v [1464] , sobre un contencioso e ntre diversos términos; ms. 1, f. 7 [1460], sobre e l arreglo de l azud de Nueno. 79 . Un eje mplo , AHPH , Pedro Martíne z de Artasona, n.o 12, f. 9: los procuradores de CoLiiiénigue admiten las cuentas de Sancho de Ga rrapún por el arrendamiento de l agua de l térmi no de 1429. Las cantidades por las que se subasta este negocio oscilan entre 100 y 130 ss. para estos términos, que son de los más grandes. En 1356, el cequiaje previsto era de 12 dineros por cah iza da y otros tantos si eran los regadores los que regaban por e ncargo de l dueño. En Alborge, e n 1381 , e l cequiaje para la nueva acequia de Molinos es tasado en bene ficio del señor en 18 din eros por cahizada - SÁNCHEZ, J. M. , ob. cit., p. 145-. 80. Así ocurre e n 1479 -A MH, Actas, m s. 12, f. 14-.

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LOS REGADÍOS MEDIEVALES EN HUESCA

decisivos para ajustar el derecho de cada terrateniente y tenían facultades para resolver sumariamente los problemas referentes al agua, para evitar perjuicios mayores. Podían imponer penas de cuantía reducida y encausar a los que debían ser multados de consideración delante de los jurados. sl La solidaridad, según los criterios dominantes en la plena y baja Edad Media, no era un sentimiento altruista -aunque pudiera serlo, sin duda-; por el contrario, se formaba a partir de la sistemática restricción de las conductas que pudieran ser destructivas para el grupo socia1. 82 Fuera esta restricción consciente, impuesta o culturalmente asumida, lo cierto es que sin ella era imposible la conservación de estructuras físicas tan perecederas como los sistemas hidráulicos. Y sociedades como la oscense, tanto de la ciudad como de su entorno rural, que se desenvuelven por razones diversas en circunstancias de una precariedad manifiesta, necesitaban para sobrevivir la espesa red de acequias que rodeaba sus campos. Por tanto, trabajaban y pulían los instrumentos de una solidaridad basada en la cooperación y en la coerción de manera casi indistinguible.

81. AMB, Actas, ms. 4, ff. 9 Y 19v, los libros y memoriales [1464). 82. Sirva como muestra la constatación que hacen los jurados en 1356 del impacto de algunos comportamientos: en los tiempos pasados se yes achaecido muy/as vegadas que algunos cavallyeros, infan.!;ones, ciudadanos e otras personas poderosament con conpanyas armados sian idos de dia e de nueyt a prender el agua pora regar sus possessiones, e se han prendido aquellas contra la voluntat de los oficiales e regidores de la dudar, lo qual yes contra justicia e toda buena ordenacion e menosprecio de la sennyoria. Et dessi por aquesta razon se ayan achaecido et esdevenidas diversas peleas e feridas e discordias .. . e se porian achaecer d'aqui a adelant -DURÁN GUDJOL, A. , ed.: ob . cit., p. 25-.

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REGADÍO Y PRODUCCIÓN AGRARIA EN HUESCA DURANTE EL SIGLO XVI

José Manuel LATORRE ORlA

El agua es un recurso natural de vital importancia para la vida humana y el hombre siempre ha buscado encauzarla, controlarla y aplicarla para mejorar sus condiciones de vida. Desde el punto de vista económico es un factor de producción, pero no es sólo eso, puesto que el agua es también un valor comunitario «que posee un importante significado simbólico y emocional».' Determinados economistas contemporáneos piensan que el agua no es un recurso «diferente» y por tanto que no debe quedar fuera de los mecanismos ordinarios del mercado.2 Para otros el agua es algo más que un mero factor de producción como cualquier otro; así, Ingram y Brown destacan su valor comunitario y su ligazón a la organización social. Normalmente, en las decisiones sobre el agua ha predominado más el interés comunitario que el individuaP Los mismos autores subrayan como un aspecto positivo de los sistemas indígenas de regadío la participación de «los agricultores en la asignación del agua, en el mantenimiento del sistema y en la fijación de las reglas para la solución de los conflictos».4

]. BROWN e INGRAM, cit. por AGUILERA KUNK, F. (1992), p. 11. 2. KELso, M . (1992). 3. «Atrapada desde hace mucho tiempo en la telaraña de las relaciones humanas y dependencias sociales, el agua se halla muy ligada a la organización social. Después de todo, la toma colectiva de decisiones se desarrolló en primer lugar para ofrecer bienes y servicios básicos que no podían procurarse los individuos o no podían hacerlo igualmente bien por sí solos. Entre estos servicios están la protección contra el fuego, los de policía y el suministro de agua. Además, las decisiones sobre el agua se ban tomado corrientemente sobre la base del interés comunitario más bien que individual». BROWN, F. L. e INGRAM, M. H. (1992) , pp. 91-92. 4.

BROWN, F. L. e INGRAM, M. H. (1992), pp. 95-96. 45


REGADío y PRODUCCl6N AGRARIA EN HUESCA DURANTE EL SIGLO XVI

En el área mediterránea el agua es un factor de producción importante. La escasez de lluvias y su irregular distribución a lo largo del año convierten al agua en un elemento vital para garantizar las cosechas, especialmente en el período preindustrial. 5 Ya Braudel destacó la importancia de la bonificación de las llanuras mediterráneas, en unos casos por medio de la desecación y en otros por la acción del regadío. Era necesario combatir las sequías, auténtico azote del campesino en amplias áreas del Mediterráneo. 6 Sin embargo, el agua no era gratuita sino que tenía -y tiene- un precio elevado para los campesinos pues la infraestructura hidráulica requería un aporte importante de capital previo a su entrada en funcionamiento y además exigía unas inversiones nada despreciables para garantizar su adecuado mantenimiento, a pesar de que el trabajo colectivo no remunerado jugaba un papel destacado en la conservación de presas y acequias. El campesino, de forma individual, no podía hacer frente a los elevados costes fijos del regadío. Era preciso asociarse, unirse, organizarse colectivamente y contar con ayuda de la monarquía, de los señores o de los concejos para acometer las obras destinadas a regar las tierras. Una cuestión interesante a dilucidar es la motivación que impulsa a poner en regadío las tierras. El campesino conocía el valor del recurso agua y también los elevados costes que suponía, a pesar de lo cual no dudaba en emprender las acciones necesarias para poner en regadío nuevas tierras. Una de las razones apuntadas para que una comunidad emprenda la expansión de la superficie regada en las sociedades preindustriales es la presión demográfica, el aumento de la población y, por consiguiente, la necesidad de producir más alimentos. 7 Las comunidades campesinas buscaron soluciones para incrementar la producción agraria local y, como señala Pérez Sarrión para Aragón, la «estrategia de regar tierras de secano o dar riego seguro a tierras de riego sólo eventual -lo que en otros lugares se denomina "secano regado"- fue básica en todas las comunidades locales que podían hacerlo».R

5. «A partir de los elementos presentados, ¿no parece coherente definir las sociedades hispanomediterráneas como sociedades hidráulicas? Ello se vería justificado por el hecho de que el agua constituye en ellas un factor de producción fundamental, tanto por razones de orden geofísi co -el clima- como humanas. E n efecto, debido a las condiciones climáticas, la producción cerea lícola obtenida en las zonas regadas fue decisiva en e l período preindustrial». PÉREZ PICA ZO, M: T. y LEMEUNIER, G . (1990) , p. 36. 6. BRAUDEL, F. (1976),1, pp. 84-109 Y314-324. 7. BOSERUP, E . (1984). 8. «... la estrategia hidráulica era en Aragón, en teoría , una form a excelente de respuesta a la necesidad de aumentar la producción agraria en fases de crecimiento económico, asegurarse el abastecimiento autárquico en coyunturas de crisis, o conseguir un aumento de la producción para responder a aumentos de la presión sobre el campesino por parte de señores, concejos o el propio Estado con el fin de acrecentar su captación de la renta agraria campesina. Siempre, claro está, que se encontraran los medios de financiación necesarios, la tecnología adecuada y la organización del trabajo que lo hiciera posible, lo que no siempre sucedió». PÉREZ SARRIÓN , G. (1990), pp. 217-218.

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José ManueL LA TORRE ClRIA

Sin embargo, no se debe exagerar la importancia del regadío en el pasado, pues la tecnología disponible era poco eficaz, de tal manera que la infraestructura se revelaba frágil ante las avenidas de los ríos y muy poco eficiente en los períodos de sequía prolongada. 9 La regulación de los ríos era inexistente y las posibilidades de almacenar agua para usarla en los estiajes eran muy reducidas. En Huesca este problema trató de paliarse con la construcción de las albercas,1O mientras en otras partes construían presas de almacenamiento.11 El agua servía básicamente para asegurar las cosechas de cereales, para procurar la autosubsistencia paliando la irregularidad de las cosechas, un mal endémico de la agricultura en la época preindustrial. Sólo en áreas muy reducidas se daban cultivos intensivos destinados a la comercialización. Resumiendo, en palabras de R. Hérin: « ... la gama de aprovechamientos del regadío no difería fundamentalmente de la de secano».12 Si en el conjunto del área mediterránea la preocupación por obtener agua para regar las tierras es una constante, no lo es menos en el ámbito aragonés. La sequía ha sido secularmente un serio obstáculo para garantizar un adecuado nivel de producción agraria, lo que ha movido a los aragoneses de todas las épocas a buscar soluciones por medio de la puesta en regadío de sus heredades. El interés por la cuestión llega hasta el presente, cuando todavía el tema de los riegos suscita polémica y despierta emociones. Durante el siglo XVI los hombres de estas tierras, según ha mostrado G. Colás, se esforzaron por canalizar el agua para mejorar sus explotaciones agrarias en lugares como Caspe, La Almunia de Doña Godina, el Burgo de Ebro, Barbastro ... , además de comenzar la Acequia Imperial y la de TausteY Cuando la investigación sobre estas cuestiones vaya ganando en amplitud y profundidad se podrá, sin duda, comprobar que el esfuerzo hidráulico debió de ser bastante general en la región aragonesa durante esta centuria.

LAS OBRAS Y LOS PROYECTOS HIDRÁULICOS DE LA CIUDAD DE HUESCA Las construcciones hidráulicas para el riego fueron numerosas en la España de los siglos XVI y XVII, hasta el punto de que A. Gómez ha califica-

9.

H É IUN ,

R. (1990), p. 56.

10. Laguna pequeña o balsa gra nde artificial. 11. Vid. GÓMEZ LÓP Ez, A. (1992).

12. H ÉRIN , R. (1990), p. 57. 13. COLÁS LATORRE, G. (1978), LAS AUSENS , J. A. (1977), pp. 65-71.

pp. 36-47 Y (1984). Vid. también

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REGAD[O y PRODUCCI6N AGRARiA EN J-/U ESCA DURANTE EL SIGLO XV I

do a estas centurias como una «etapa extraordinaria en tales obras, sin igual en Europa».14 El calificativo tal vez sea exagerado si se aplica a la realidad oscense, pero la ciudad y sus hombres llevaron a cabo algunos proyectos importantes para la época y renovaron una buena parte de la infraestructura hidráulica heredada. Uno de los problemas con los que tropezaban los regadíos del pasado era el de los profundos estiajes, que reducían los cursos de agua a la mínima expresión durante los meses estivales. La única solución a este problema era la construcción de embalses, posibilidad que topaba con serias dificultades dada la tecnología existente y el alto coste de estas obras. La solución aportada por la ciudad de Huesca para mitigar el impacto de la carencia de agua durante el verano fue la construcción de grandes albercas. La alberca de Loreto se construye antes del siglo XVI - los términos reclaman su gestión ya en 1501-,15 aunque su cronología no es muy clara y es posible que se acabase en el dieciséis, mientras la de Cortés fue construida en 1501 por Guillem Bertín, según F. Balaguer. ' 6 En 1501 el prior y jurados de la ciudad exponen ante el consejo que se obtiene poca utilidad de la alberca y que sería necesario obrar en ella, nombrándose asignados o personas encargadas del asunto y mandando, acto seguido, pregonar la capitulación para la obra.17 Las actas no especifican si se trata de obras en Loreto o en Cortés; si se refieren a esta última estaríamos en presencia de la ampliación de algo ya preexistente. Lo cierto es que - el 29 de marzo de 1503- el rey concedió a la ciudad 8.000 sueldos del servicio que ella debía pagarle con la finalidad de contribuir a la construcción de las albercas. En 1507 se reconoce de nuevo la merced y se da orden al colector de la sisa para que descuente esa cantidad a la ciudad. 18 Años después, en 1514, se discute sobre la necesidad de ahondar y ensanchar la alberca alta -la de Cortés- dado el buen servicio que presta a la ciudad.' 9

14. GÓMEZ LÓPEZ, A . (1992), p. 125. 15. (A)rchivo (M)unicipal de (HU)uesca, (A)ctas (M)unicipales, 12-XII-1501, ff. 16-16v. 16. L. Mur dice que en documentos del XIII se cita n las tierras regadas por ellas: M UR VENTURA , L. (1919) , p . 34. Otro autor, A. Gómez, escribe que la de Loreto es del XIII y la de Cortés del siglo xrv: GÓMEZ LÓPEz, A. (1992), p. 95. Por su parte, G. Pérez afirma qu e el Concej o adquirió te rrenos a fines del si glo XV para construir las albercas de Loreto y Cortés: PÉREZ SARR IÓN, G. (1990), pp. 222-223. La afirm ación de Balaguer puede verse en BALAGUER, F. (1954) , p. 50. Una nota común a todos estos autores es que ninguno de ellos aporta documentos que avalen sus afirmaciones. 17. AMHU, AM, 18-1-1501 , ff.16-16v ; 22-1-1501, f. 17. 18. AMHU, Caja 68, n.O4.779. Vid. tambi én ARCO, R. (1950), p. 104. 19. AMHU, AM, 5-VI-1514, f. 24v.

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José Manuel LA TORRE CTRIA

De lo expuesto hasta aquí parece deducirse que las albercas se construyen a caballo entre el siglo XV y XVI, no descartándose la posibilidad de que existiera alguna obra previa anterior, aunque de menor capacidad. Estas albercas constituyen una obra de gran calado para el momento en que fueron realizadas y prestarán un inestimable servicio a la agricultura oscense hasta nuestros días , puesto que todavía se siguen utilizando. El agua almacenada en ellas adquiría un valor excepcional en los meses del estío, aunque su capacidad 20 era limitada y, en consecuencia, no garantizaba el riego abundante. La preocupación por almacenar agua para disponer de ella cuando el verano deja casi secos los cauces de los ríos que alimentan el sistema de riegos oscenses será una constante durante los primeros años de la centuria y se renovará de nuevo al finalizar el siglo. El año 1515 el prior de jurados informa al consejo de que en las proximidades de la ermita de Santa Lucía, en el barranco del mismo nombre, existe un lugar idóneo para construir una alberca con un bajo coste, la cual se llenaría con aguas del Isuela. Meses después se nombran asignados para llevar adelante el proyecto y se da comienzo a las obras, teniendo constancia de que en junio de 1516 se llevaban invertidos ya 3.000 sueldos, acordándose tomar otros 3.000 de los fondos de la sisa. Las noticias se suceden, manifestando el prior de jurados - en 1519- que acabarla costaría 5.000 sueldos. También este año se expropia un campo necesario para la obra. La última referencia documental se halla en 1521, cuando se le dan de nuevo poderes al prior para hacer la alberca de Santa Lucía.21Después las actas municipales guardan silencio y, por tanto, no se sabe si la alberca estuvo alguna vez plenamente operativa ni, si lo estuvo, por cuánto tiempo. La idea de construir nuevos depósitos de agua permanece a mediados de siglo y, en 1550, a la vez que se ordena la limpieza de la alberca mayor o de Cortés se afirma que « ... también se puede hazer otra de nuevo si mandan dar poder para ello».22 Sin embargo, esta vez, la cuestión no va más allá de la aportación de una idea o sugerencia que no se tradujo en ini ciativa concreta alguna. A finales de siglo se delibera sobre un proyecto de construir tres albercas, una encima de la otra. No se indica con precisión el lugar, pero se dice que parte de los oficiales, algunos ciudadanos y dos maestros reconocieron la

20. Lo reto: 71.000 m3; Cortés: 80.000 m3; GÓMEZ L ÓPEZ, A. (1992), p. 95. No obstante, la capacidad de bía de variar en función de lo limpias y bien conservadas que estuviesen. 21. AMHU, AM, 26-XIl-1515, f. 19v; 27-IV-1516, ff. 34v-35; 22-VI-1516, f. 39; 29-IX-1516, f. 45v; 25-XI-1516, f. 65; 5-XII-1516, f. 66v; 26-XII-1516, f. 71v; 7-XI-1518, f. 9v; 27-UI-1519, f. 24v; 25-IV-1519, f. 25v; 8-V-1519, f. 27; 22-V-1519, f. 30; l-IV-1521, f. 14. 22. AMHU , AM, 26-XlI-1550.

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REGADío y PRODUCCI6N AGRARIA EN HUESCA DURANTE EL SIGLO XVI

alberca -¿la de Cortés?- y les pareció que se podían hacer tres juntas. Se estima que la primera costaría 400 ó 500 escudos y las otras dos algo más. 23 El proyecto no cristalizó, p~~o es indicativo de la preocupación por el agua que tenía Huesca en esos momentos. Por último, debemos señalar que en 1584 las actas municipales mencionan la posibilidad de limpiar la alberca «quebrada», desconociéndose si se refieren a la mencionada de Santa Lucía o a otra distinta. 24 La atención puesta en el tema de la ampliación del número de albercas responde a la necesidad de guardar agua para los riegos de primavera y verano , momento en el que los caudales del río Isuela disminuyen, pero Huesca no se centró únicamente en la cuestión del almacenamiento de agua, sino que también se ocupó de captar nuevas fuentes de aprovisionamiento de la misma y de mejorar las ya existentes. Dentro de esta línea cabe situar la autorización dada en 1554 por el cabildo de la catedral oscense - como señor de Banastás- a los jurados de Huesca y al prior del término de Conillénigue para que abran una acequia en dicho lugar destinada a llevar agua para el riego en Huesca, desconociéndose los detalles de la obra y la cuantía del caudal captado. 25 Años después , en 1585, don Gaspar Ximénez de Samper , señor de Arascués y ciudadano de Huesca, otorga permiso a la ciudad para construir -en el término de Arascués- un nuevo azud con el que sangrar el caudal del río Isuela y un canal para conducir el agua así derivada hasta la acequia que nacía en el azud de Nueno, situado en el cauce del mismo río, aguas arriba del que se pretendía levantar. Huesca se compromete a pagar al señor 200 escudos por el tránsito del agua en los términos del lugar mencionado y a mantener el viejo azud de Nueno. 26 Con esta obra el volumen de los caudales de agua que discurrían en dirección a Huesca aumentaría y, de hecho, fue necesario ensanchar la acequia mayor por donde fluía el agua captada en los azud es de Nueno y Arascués. 27 También en 1585 se comienza a actuar para aumentar el caudal del propio Isuela desviando el agua que manaba en la fuente de la Ban;a (Arguis) hacia el cauce del río; consta que los trabajos están ya terminados en julio de 1586. 28

23 . AMHU , AM , 20-1I1-1597, f. 81v. 24. AMHU , AM, 4-VIII -1584. 25. Archivo de la Catedral de Huesca, Not. Gerón im o Pilares, A 56, 24-IV-1554, ff. 161v-162v. 26. (A)rchivo (H)istórico (P)rovincia l de (HU)esca, Not. Vicencio Santa Pau, n.O 3.020, 23-XIl-1663, r. 948; AMHU , AM , 25-1-1585. 27. AMHU , AM, 19-IX-1586. 28. AMHU, AM, 24- V-1585; 6-XII-1585; 7-VIl-1586.

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Al margen de las realizaciones hasta aquí expuestas y que han podido ser documentadas, por estos años existen algunos proyectos que se materializarán en el siglo XVII o que permanecerán para siempre en el nivel del deseo insatisfecho. Uno de los proyectos irrealizables que se formula ya en 1584 es el de la derivación de aguas del río Gállego para su aprovechamiento en los términos de la ciudad de Huesca. El 21 de julio de 1584 las actas municipales mencionan que el ingeniero Lorenzo de Rama , provisto con cartas de don Miguel de Gurrea , dice que se puede tomar agua del Gállego encima del puente de Morillo. El agua así captada podría servir para regar Ayerbe y sus aldeas, la tierra de don Miguel de Gurrea, Bolea, Plasencia , Huesca, Almudévar, Tardienta e incluso de allí hacia abajo. El 24 de julio el prior de jurados informa al consejo sobre el asunto, considerando que sería más fácil y barato encauzar el agua de Bonés y de otros manantiales hacia el Isuela. Las deliberaciones prosiguen y el día 27 se acuerda subir con el ingeniero a la foz de Bonés para verificar si es posible captar el agua de las fuentes y derivar agua del Gállego. Finalmente, el día 4 de agosto se da cuenta del viaje realizado concluyendo que no es posible sangrar el Gállego y traer el agua a través de la sierra de Presín. Sí se ve viable canalizar el agua de Bonés y de la fuente situada encima de Arguis, de las cuales se espera obtener más de una muela de agua. 29 Ya se ha visto en líneas precedentes cómo se actuó para traer el agua de la fuente de la Ban;:a"mientras que el proyecto de Bonés comienza a materializarse a principios del siglo XVII. Todo lo expuesto en los párrafos precedentes muestra el interés de la ciudad de Huesca por incrementar las posibilidades de regar en sus términos. Los oscenses sabían el valor del agua, lo importante que era encauzarla y almacenarla para asegurar sus cosechas. La conciencia del valor del agua para garantizar la propia subsistencia debió de estar muy generalizada en Aragón como consecuencia de las condiciones climáticas que caracterizan a la región . A este respecto, cabe citar, como reveladora de una situación y de una conciencia, la opinión de los vecinos del Burgo de Ebro (Zaragoza), los cuales, en 1577, encargan a un técnico la construcción de un nuevo azud que debía estar situado en una cota menos elevada del que ya tenían, puesto que éste no les permitía captar agua cuando el cauce del río llevaba poco caudal. Afirman que «por no saberlo [construir correctamente el azud] se nos han perdido estos años atras muchas cogidas de panes y otros frutos en la dicha guerta y nuestra reparación , vida y sustentación sea poder tomar agua y tenerla continua por dicha acequia para regar. .. » .30

29. AMHU , AM , 21-VIl-1584; 24-VIl-1584; 27-VTT-1584; 4-VIIl-1584; 24-VTII-1584; 30-IX-1584. 30. SAN VI CENTE PINO, Á . (1970), p. 430.

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REGADJO y PRODUCCIÓN AGRARIA EN HUESCA DURANTE EL SIGLO XVI

Al margen de la experiencia inmemorial sobre el valor del agua, sobre el impacto de las sequías en las cosechas y la necesidad de ponerle remedio, se desconocen las motivaciones inmediatas, la razón por la cual se emprendieron las obras de infraestructura hidráulica en unos momentos concretos y determinados. La presión demográfica, alegada como uno de los motivos para emprender obras hidráulicas en el Aragón del siglo XVI por G. Colás,31 no puede esgrimirse como razón a fines del siglo XV y principios del XVI, cuando se abordan las construcciones de las albercas de Loreto y Cortés, aunque sí puede estar detrás de las realizaciones y proyectos del último cuarto de siglo. Las razones que impulsan a irrigar nuevas tierras pueden ser múltiples. Unas veces son las crisis las que estimulan las ideas y proyectos hidráulicos como medio para salir de ellas, otras es la necesidad de mantener el crecimiento económico el factor impulsor. Sin embargo, las realizaciones concretas no suelen darse en los momentos de crisis agudas. Será más bien en las etapas de estabilización o de preparación del ciclo de expansión y en el tramo final de éste, o incluso en los primeros momentos que siguen al cambio de tendencia, cuando se materialicen las obras. Ésta podría ser la situación en la Huesca del siglo XVI. Las albercas de Loreto y Cortés se construirían, probablemente, en un momento que podría considerarse de preparación o de inicio del ciclo secular de crecimiento, tras la crisis bajomedieval. Las obras de finales del XVI y primeros años del XVII corresponderían a una fase de crecimiento económico que se prolonga durante toda la primera década del seiscientos. La población creció a lo largo del siglo XVI en el conjunto de España y también en Aragón, por lo que podemos deducir que en Huesca se produjo un fenómeno similar. Ello obligó necesariamente a incrementar la producción agrícola y, para ello, allí donde se podía, se recurrió a la irrigación de tierras como una estrategia más para conseguir el volumen de cosechas que se precisaba. Por ello, es presumible que la efervescencia hidráulica que se vive en Huesca durante los últimos veinte años del siglo XVI y primeros del XVII responda a la necesidad de incrementar la producción de cereales para hacer frente al crecimiento demográfico. Tampoco se debe olvidar la vid, un producto en expansión que se dedicó, sobre todo, a la comercialización. Garantizar los ingresos monetarios procedentes de la venta de los excedentes de vino pudo ser un incentivo para incrementar la superficie irrigada. En resumen, la necesidad de garantizar la subsistencia a un mayor número de personas y, en menor medida, los deseos de mantener los ingresos económicos procedentes de la comercialización del vino debieron de actuar como estímulo para mejorar y ampliar la red hidráulica.

31.

52

COLÁS LATORRE,

G. (1984), p. 523.


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EL MANTENIMIENTO Y LA MEJORA DE LAS INFRAESTRUCTURAS HIDRÁULICAS

El mantenimiento de la infraestructura del regadío suponía considerables esfuerzos humanos y económicos dado que la fragilidad de las construcciones hidráulicas exigía una labor constante de atención y cuidado de las mismas. Una parte de las tareas necesarias se realizaba con el trabajo no remunerado de los propios campesinos, pero, cuando las reparaciones eran de importancia, debía recurrirse a técnicos en la materia. Los fondos necesarios se sacaban de las arcas municipales, aunque también los campesinos cooperaban a través de las oportunas derramas en función de la tierra que cada uno poseía o haciéndose cargo de los censales o créditos tomados para acometer las obras. Las autoridades municipales y los términos de la ciudad hubieron de ocuparse continuamente de las albercas, dado que mantenerlas en un aceptable nivel de conservación para garantizar su operatividad exigió frecuentes reparaciones en sus muros, orificios de salida del agua y desescombros periódicos de las mismas. Las referencias a la alberca de Loreto son escasas porque pronto pasó a ser administrada por los términos de Lunes y Martes. No obstante, se puede señalar que en 1515 fue necesario arreglar el brocal y que en 1518 se decide tomar piedra del castillo de Prebedo para reparar sus muros, mientras en 1525,1526 Y1529 se efectúan reparaciones sin determinar. 32 El caso de la alberca de Cortés es mejor conocido y se puede afirmar que la necesidad de hacer reparaciones es casi constante. Las actas municipales permiten conocer los momentos en que existe necesidad de atender a su conservación, aunque el importe económico de los arreglos se ofrece en pocas ocasiones. Con los datos disponibles se puede deducir que las operaciones de mantenimiento más importantes se verifican en 1524 (2.361 sueldos 5 dineros), 1548 (816 sueldos 8 dineros), 1553 (5.000 sueldos) y 1561 (11.000 sueldos).33 Las sumas invertidas no son especialmente cuantiosas, pero debe recordarse que la alberca de Cortés era una obra relativamente reciente y, por ello, es de creer que su fábrica no había tenido tiempo todavía de deteriorarse excesivamente. La obra de 1553 consistió en reparar una brecha que el agua había abierto en el muro de la alberca que mira al río lsuela. La capitulación para la obra firmada con los maestros encargados de la misma describe minuciosamente

32. AMHU , AM, 4-XI-1515 , f. 9v; 5-XII-1518, f. 15; 15-XIl-1518, f. 15; 18-III-1525, f. 24-24v; 23-VIl-1525, f. 31; 25-XIl-1526; 27-11-1529. 33. AMHU , AM , 1524-1525, Albaranes de pagos del año 1524; 28-X-1548; 17-VIl -1553, f. 109v; 27-IV-1561; 29-IX-1561.

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REGADÍO Y PRO DUCCi6 N AGRARiA EN H UESCA DURANTE EL SIGLO XVI

cómo ha de realizarse. J4 Los maestros deben subir un muro con dos caras de piedra picada y relleno en su interior con «zaborra » de piedra, calcina y grava, sin tierra. Hasta media altura debía tener cuatro varas de grueso y de la mitad hacia arriba el muro exterior quedaría en forma de talud, con un grosor mínimo de ocho palmos.J5 En el lado del río se exige a los maestros que la pared tenga un respaldo de tierra; para hacerlo deben colocar tres maderos en vertical y luego subir regando y apretando la tierra todo lo que convenga. La obra más notable, en cuanto a su importe, parece ser la de 1561, fech a en la que fue necesario limpiarla y desescombrarla, tomándose el din ero de la administración de las carnicerías; no obstante, parece ser que la limpieza se pospuso al año siguiente porque en éste no se pudo realizar. La ciudad, los campesinos y la ciudadanía en general estaban interesados en que las obras se realizasen correctamente, con las mayores garantías técnicas. Las obras costaban mucho dinero y esfuerzo, de ahí que se pensasen meti culosamente las soluciones técnicas y se exigiese a los constructores su fiel cumplimiento. Era habitual que un hombre designado por la ciudad controlase todo el proceso de construcción y que, una vez finalizada la obra, se pidiese el parecer de dos peritos, nombrados por la ciudad y el constructor, acerca de la perfección del trabajo. Sin un informe favorable de éstos no se pagaba el último plazo del precio acord ado. Además, era una práctica habitual que el artífice garantizase la solidez de la obra por espacio de un año y un día. Los azudes sufrían la acción erosiva y destructiva del agua y necesitaban inversiones para su mantenimiento , que en algunos momentos fuero n importantes porque fue preciso rehacerlos de nuevo. El azud de Nueno requirió el empleo de sumas de alguna consideración en 1553 (2.000 s.), 1556 (5.300 s.), 1566 (1.200 s.) y 1576 (1.200 S.).36 Al parecer, cuando las obras eran de poca importancia las pagaban los términos y cuando ascendían a sumas mayores las afrontaba la ciudad. 37 La obra efectuada en 1556 consistió en reedificarla de nuevo, tarea de la que se encargó el maestro piquero Miguel de Betania, vecino de Huesca. Las paredes exteriores debían ser de piedra picada y el interior «zaborrado». Las

34. AHPHU , No!. Sebastián de Canal es, el Mayor, n.O 681 , 17-VII -1553, ff. 201 -206. 35. 1 vara = 0,772 metros; 1 pa lm o = 0,193 metros. 36. AHPHU , Not. Sebastián de Canal es, el Mayor, n.o 681, 25-VI -1553, ff. 383-385; ibidem, 684, 22-Ill-1556, fL 233-238; ibidem, n.O 695 , 20-VU-1576, ff. 305-308; AMHU , AM, 13-XlT1566. 11 .°

37. AMHU , AM , 16-TX-1598.

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~ t


José Manu.el LA TORRE

el RIA

obras de 1553 y 1566 son reparaciones sin especificar, mientras en 1576 se trata de reponer una parte de las piedras. 38 El azud de Montearagón -sobre el río Flumen- también sufrió desperfectos a lo largo del tiempo y la ciudad debió garantizar la parte del gasto que correspondía a los vecinos -quince propietarios- de la misma que regaban sus fincas con el agua sangrada por ella, mientras que los dos tercios restantes correspondían a la abadía de Montearagón. Huesca estaba interesada en este azud, pues el agua que derivaba de ella servía tanto para el riego como para mover una serie de molinos harineros que daban servicio a los oscenses. En 1548 una avenida del río Flumen la arrastró y en 1562 se constata el mal estado del azud, en peligro de romperse nuevamente, pero el encargado de hacer la obra no quiere comenzarla hasta que no se le den garantías del cobro de sus trabajos por parte de los 15 propietarios de Huesca, mientras Montearagón ya ha dado las oportunas seguridades. Por fin, en 1563, la ciudad firma la capitulación para la obra de reedificación del azud. Ésta fue comenzada por Miguel de Betania y finalizada , tras su muerte , por Pedro de Albeztegui, natural de Alquiera (Guipúzcoa) y habitante en Huesca. 39 El azud tendría, en su base, 60 varas de largo por 7,5 de ancho, debiendo buscar el maestro fundamento firme en «peña o salagón» y rellenar luego el hueco con piedra, argamasa y calcina. El recubrimiento de esa masa de materiales se haría con piedras picadas, la mitad de una vara de largo y la otra mitad de tres palmos, siendo curvada la parte exterior del azud por donde se precipitaría el agua sobrante, como puede apreciarse en un croquis del azud que acompaña a la capitulación de la obra (Figura 1). El precio de la construcción se fija en 14.000 sueldos , que debían abonar Montearagón - 2/3 por Quicena y Molinos de la Soga- y Huesca (113). E l azud tuvo necesidad de ser reparado de nuevo en 1574, sustituyéndose unas 310 piedras desgastadas, lo que costó 1.900 sueldos!O Las acequias también exigían y exigen una labor de mantenimiento constante; los encargados de la limpieza de las mismas eran normalmente los propios labradores. Cuando se tenía que limpiar la acequia mayor se recurría al «vecinal », es decir, al trabajo no remunerado de los vecinos o bien realizaba las tareas la ciudad y luego repartía el coste entre los campesinos. 4l En ocasio-

38. Unas cien piedras de la vertiente por donde caía el agua. Su tamaño se ría de u.na vara de longitud , un palmo y med io de grosor y dos palmos de anchura . 39. AMHU , AM, 13-VI-1548; 29-IX-1562; 30-XI-1562; 14-V- 1563; AHPHU , No!. Sebastián de Canales, el Mayor, n.o 718, 14-V-1563, fL 266-276; ibídem, n.o 691 , 2-VIl-1566, ff. 410-421 v. 40. AHPHU , No!. Sebasti án de Canal es, el Mayor, n.O737, ll-VIlI-1574, fL 552-554v. 41. AMHU, AM, 26-X Il -1550. En 1559 se acuerda qu e cada vecino aporte seis din eros para limpi ar la acequia ma yor y, si con eso no es sufici ente, el resto lo pagará la ciudad ; AMHU , AM, 20-1-1559.

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REGADío y PRODUCCIÓN AGRA I?lA EN 1-IUESCA DURANTE EL SIGLO XVI

=

Figura 1

Croquis del azud de Montearagón , reconstruido en 1563 (AHPHU, Not. Sebastián de Canales, el Mayor, 14-V-J563, ti. 269-270).

nes, como en 1563, se decide que pague la ciudad y no se cobre nada porque los oscenses ya están muy gravados con la sisa. 42 Además del mantenimiento habitual, en 1586 fue necesario ensanchar la acequia mayor para recoger el caudal que llegaba del nuevo azud de Arascués y hacer una canalización desde éste hasta la acequia que procedía de Nueno. El dinero se tomó de la administración del trigo, pero paralelamente se decidió que se tomara dinero a censal y que fueran los términos quienes lo pagasen. 43 Las tareas de limpieza debían extenderse igualmente a las fuentes. Las situadas en la ciudad e inmediaciones servían para abastecer a la población de agua de boca, llenar los lavaderos, alimentar abrevaderos para los animales y el riego. La limpieza y acondicionamiento de las fuentes y de sus elementos

42. AMHU , AM , 7-Il-1563. 43. AMHU, AM, 19-IX-1586; 30-IX-1586.

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anejos -abrevaderos y lavaderos- corría a cargo del concejo. Así, por ejemplo, en 1592 éste concertó una capitulación con Pedro de Labat para que se ocupase durante seis años de la limpieza de las fuentes. Allí se especifica con detalle lo que ha de limpiar y la cantidad que percibirá anualmente por su trabajo, fijada en 160 sueldos. 44 En 1522 se acordó hacer -seguramente rehacer- la fuente del Ángel y su abrevadero; en 1525 seguía todavía sin acabar. La obra debió de tener sus problemas puesto que, al año siguiente, un maestro se ofreció para repararla y no cobrar hasta que el agua saliese correctamente. 45 Diez años después fue necesario gastar 1.341 sueldos en su reparación .46 La fuente del Isuela, de la Cristiandad Nueva o de los Moros, se reconstruyó en 1567, pagándose le al cantero Pedro de Albiztur 3.000 sueldos. Se obligó a levantar y hacer de nuevo el caño que llevaba el agua desde su nacimiento -junto al azud del Isuela, en el puente de San Miguel- hasta la fuente, al lado de la «portaza». La obra planteó algunos problemas técnicos y fue necesario ubicarla en una cota más baja de lo previsto para que fluyese el agua correctamente, lo que a su vez obligó a trasladar el abrevadero allí existente. 47 La fuente de San Miguel también fue rehecha en 1585; tenemos constancia de que se gastaron más de 2.000 sueldos en la obra, cuyos detalles se desconocen.48 Todas estas obras de mantenimiento y reedificación de obras preexistentes, junto con las construcciones nuevas mencionadas anteriormente, muestran hasta qué punto el siglo XVI supone una etapa de renovación y mejora de la infraestructura hidráulica de Huesca; en este aspecto fue probablemente uno de los momentos más brillantes de la modernidad. Sin duda, esta actividad inversora delata la fase de crecimiento económico que caracteriza a esta centuria.

EL SISTEMA DE RIEGOS EN LA CIUDAD DE HUESCA Los términos de la ciudad de Huesca se regaban, como habrá podido deducirse de lo. expuesto en páginas precedentes, con las aguas de los ríos 44. AHPHU, Not. Sebastián de Canales, el Menor, n.O696, 6-VII-1592, tf. 158-160. 45. AMHU , AM, 14-VI-1522; 23-VTI-1525, f. 32v; 2-IV-1526. 46. AMHU , AM, 1535-1536. 47. AHPHU, Not. Sebastián de Ca nales, el Mayor, n.o 692, 27-VI-1567, fí. 228 Y ss. La fuente de bía ser como la del Ánge l, con leones en los caños. E ncima de éstos se deja una cavidad para co locar un a imagen de san Martín. La conducción del ag ua desde su nacimiento se hace por medio de caños de piedra que debían montar uno sobre otro al menos un a mano y tener un palmo y dos dedos de luz. El caño se cubre con losas de piedra de Almudévar y alrededor del mismo se debía poner arga masa, mientras qu e las juntas de caños y losas se protegen con betún . En 1571 se le añadieron uno o dos caños; AMHU , AM , 25-V-1571. 48. AMHU, AM, 9-1-1585; 24-V-1585; 14-II-1586.

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lsuela y Flumen, completándose en determinadas partidas con el agua que manaba en distintas fuentes e ibones. 49 Los caudales de los mencionados ríos no son muy abundantes en la actualidad y nada hace pensar que en el pasado fueran sustancialmente diferentes. Muy al contrario, la inexistencia de los pantanos de Arguis y Santa María de Belsué reduciría los caudales estivales a la mínima expresión. No por ello se debe minimizar la eficacia del riego para asegurar la cosecha de cereales. En la zona de Huesca y en años normales o incluso algo secos, un riego en los meses de abril o mayo puede ser decisivo para que el cereal llegue a completar su ciclo vegetativo y se obtengan buenos rendimientos. De hecho, en la documentación consultada, se observa una especial preocupación por el uso del agua durante ese período del año. El paisaje agrario oscense está dominado --como en otras partes de España- por los cereales y la vid, que experimentará avances a lo largo del siglo XVI. Las hortalizas se cultivarían en función de la disponibilidad de agua; en la segunda mitad del siglo se trató de fomentar la morera y el olivar, probablemente sin resultados a corto plazo. 50 La primacía corresponde a los cereales y existen disposiciones que limitan el cultivo de hortalizas en algunos términos, mientras en otros se recortan los períodos o los turnos de riego para las mismas. Por ejemplo, en 1551, un pregón del concejo ordena que en la Algüerdia y Conillénigue no se puedan regar más que panes y habas hasta que pase el mes de mayo. Además, en la Algüerdia, sólo se permite cultivar hortalizas a los herederos del término y las viñas no dispondrán de agua hasta que no haya finalizado el mes de mayo. También se ordena que los huertos no puedan tomar el agua salvo en caso de necesidad y con licencia del jurado encargado de estos temas. 51 En Conillénigue el cáñamo solamente puede cultivarse concertándolo previamente con el procurador del término, que únicamente dará licencia para regar al que cumpla este requisito, mientras que las cebollas nada más pueden regarse en domingo. 52 En los términos de la Magantina y Culandrares altos y bajos se dispone -en 1581- que exclusivamente los herederos de esos términos puedan pIantar cebollas y otras hortalizas. 5J Los huertos de Almériz únicamente disponen de agua para regar a partir de la una de la noche y los de la Closa, en el mismo término, no la disfrutan hasta la salida del sol.54

49. Ibón: manantia l que brota a borboLlones. 50. Las actas municipales recogen la recom endación de iniciar plantaciones de more ras y olivos, que se prete nde incentivar dando algo de dine ro a los que planten estos árbo les. AMHU , AM, 7-II-1563. 51. AMHU , AM , 25-III-1551. 52. AHPHU , Not. Juan de Canal es, n.O3.001 , 12-Il-1595, r·f. 76-78v. 53. AHPHU, Not. Andrés de Castro , n.O 1.055, 9-VIl-J581 , ff. 129-130v. 54. AHPHU , Not. Martín Li za na y Rosillo , n.O1.229, 12-III-1589, [f. 29-33v.

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El número de eras 55 dedicadas a las cebollas está limitado por los estatutos de la ciudad en los términos de Lunes, Martes, el Tien;:o y las Fuentes. 56 Además se restringe la posibilidad de cultivar hortalizas a los amos o herederos de los huertos de dichos términos o bien a las fincas de padre, abuelo o suegro del labrador que las cultiva, bajo pena de tala de los productos irregularmente cultivados y cincuenta sueldos de multa. 57 Por otra parte, en la mayor parte de los términos se cobra bastante más dinero por regar las hortalizas a los que no son herederos de los mismos, en lo que parece un claro intento de disuadirles de hacerlo (Cuadro 2). Todas estas noticias revelan claramente que lo fundamental es garantizar el riego del cereal, el elemento básico de la alimentación. Los huertos consumían mucha agua y era preciso controlarlos si se quería preservar la cosecha de los cereales. Cuando el agua era escasa, es decir, casi todos los veranos, se repartía por el sistema de boquera, que consiste en que riega primero el que tiene su finca al principio del curso de agua, regando a continuación el segundo siguiendo la misma acequia y así sucesivamente por riguroso turno. El concejo era el encargado de decidir el momento en el que las aguas irían por boquera dándole publicidad por medio del pregón correspondiente. El pregón de 1553 establece que durante los meses de abril y mayo las aguas de los términos de Domingo , Lunes, Martes, el Tien;:o , las Fuentes, Almériz y las de la alberca se distribuyan por boquera. En la Algüerdia y Conillénigue el período en el que las aguas deberían ir por este sistema se inicia el 15 de junio y finaliza el 31 de agosto. El «regador» de cada término es el encargado de notificar a los labradores la hora en que les toca el turno de riego. Por esta tarea percibe de los campesinos seis dineros por cahizada regada y un sueldo si se ocupa él personalmente de regar el campo al agricultor. 58 El agua del río Isuela se recogía en el azud de Nueno y venía a Huesca por la llamada acequia mayor , que atravesaba los términos de Nueno, Arascués, Igriés, Y équeda, Banastás y Chimillas. En 1585 se reforzó el sistema de toma de aguas construyendo un nuevo azud , aguas abajo del anterior, en el término de Arascués. La acequia que nacía en esta nueva presa iba a confluir con la procedente del azud de Nueno formando hasta la ciudad un único caudal que servía para alimentar la red de canales de los términos y para llenar las albercas de Loreto y Cortés. El agua procedente del Isuela regaba los términos de Domingo, Lunes, Martes , Almériz, Algüerdia, el Forao, Conillénigue, Alcoraz, Magantina, Culandrares y Miquera.

55. Era: cuadro pequeño de ti e rra destin ado al cultivo de hortalizas. 56. AHPHU , No!. Sebastián de Ca na les, el Mayor, n.o 683, 5-YI-1555, EL 196-200. 57. AHPHU , Not. Sebastián de Ca nales, el Mayor, n.o 1.104, 28-Il-1579, ff. 1-4v. 58. AMHU , AM, 3-rY-1553, f. 85.

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REGADío y PRODUCCI6N AGRARIA EN HUESCA DURANTE EL SIGLO XVI

El río Flumen era sangrado con el azud de Montearagón, que servía también para el riego de diversos lugares próximos a Huesca y para suministrar el caudal de agua que movía la maquinaria de varios molinos situados aguas abajo de la presa. De hecho, Huesca aprovechaba una pequeña parte del agua desviada por este azud y con ella se regaban tierras en los términos de Cierzos altos y bajos, la Almunia, Barbarbol, Florén y Tormos. Además del agua procedente de los ríos mencionados, los agricultores se beneficiaban de la que brotaba en distintos ibones y fuentes. Eran los denominados ibones de Yéqueda, Banastás y Miquera y las fuentes del Ángel, el Ibón, San Miguel, Santa Lucía, del Isuela, también llamada de la Cristiandad Nueva o de los moros, y de otras diversas y poco caudalosas. Con todas las aguas disponibles se regaba un número de hectáreas que es totalmente desconocido, pues no existen fuentes documentales -o al menos no se han hallado hasta la fecha- que permitan ni siquiera un cálculo aproximado. Por otra parte, extrapolar al siglo XVI el número de hectáreas que se regaban en épocas posteriores es una operación de dudosa eficacia, puesto que la construcción del pantano de Arguis debió de permitir incrementar las superficies regadas o, al menos, mejorar sustancialmente el riego de lo que ya se irrigaba. La aproximación a través del importe de los arriendos de la gestión de las aguas, donde también se nos dice el precio cobrado por el agua usada para bonificar los campos, es problemática, puesto que se desconoce la proporción entre campos y huertos así como el número de riegos que se efectuaba en cada heredad (Cuadros 1 y 2). La organización, tutela y vigilancia del correcto funcionamiento de todo el sistema de regadíos corría a cargo del concejo y de los términos, convenientemente organizados para tal fin . El concejo apoya y financia, recurriendo a diversos expedientes, las obras de infraestructura necesarias, gestiona la alberca mayor o de Cortés y ordena las aguas decidiendo cuándo deben ir por boquera, además de sancionar con dureza las infracciones que se cometen en el uso del agua. El jurado cuarto supervisa los temas del regadío y el cabacequias, nombrado por el concejo, se encarga de vigilar la acequia mayor para evitar que alguien tome el agua irregularmente, teniendo obligación de subir dos veces por semana, durante los meses de abril y mayo, hasta el azud de Nueno. 59 A comienzos del siglo XVI las actas municipales reflejan algunas tensiones entre la ciudad y los procuradores de los distintos términos, en lo que parece un conflicto de competencias. El prior de jurados expone la necesidad de que la ciudad regule el uso de las aguas de los términos, mientras los procuradores de éstos se quejan de que los jurados les quitan atribuciones. 60

59. AMHU , AM, 3-IV-1553, f. 85. 60. AMHU, AM, 2-V-1501, [f. 30-30v; 31-V-1501 , f. 34v; 8-VI-1501 , ff. 35v-36.

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José Manuel LA TORRE ClRlA

La gestión del agua de la alberca de Cortés era arrendada anualmente por el concejo. El arrendador, normalmente un labrador, se encargaba de administrar el agua y de cobrar a los campesinos la cantidad estipulada por cada cahizada que regaban. El importe de los arriendos es muy bajo, presenta una evolución errática que presumiblemente dependería de la cantidad de agua almacenada en la alberca. 61 Otro factor que podía alterar el precio sería el mayor o menor número de personas interesadas en el arriendo. Éste se hacía por el procedimiento de subasta, después de pregonar convenientemente las condiciones o cláusulas de la capitulación para el arriendo. En algunos arriendos se observa cómo el concejo entrega una cierta cantidad de dinero al nuevo arrendador por haber ofrecido un poco más de 10 que él tenía previsto. Era un procedimiento relativamente habitual utilizado para animar la subasta o bien para favorecer que saliese el arrendador deseado por el concejo. El precio por regar una cahizada de tierra permaneció invariable al menos desde 1554 hasta 1575, pudiéndose observar que en los años noventa se ha doblado pasando de un sueldo a dos. Cuadro 1 ARRIENDOS DEL AGUA DE LA ALBERCA MA YOR O DE CORTÉS AÑO

IMPORTE DEL ARRIENDO (SUELDOS)

1549 1550 1554 1555 1556 1557 1558 1560 1561 1575 1582 1592 1593 1594 1595 1596 1598

270 395 316 129 160 200 105 350 240

PRECIO POR CAHIZADA REGADA (SUELDOS) -

-

-

1 1 1 1 1 1 1 1

430 300

2

-

nadie acudió a arrendar

-

-

2 2

520 240 220

-

2

1 cahizada= 57 áreas 21 centiáreas 1557: 19 florines 15 sueldos; 1557: 10 florines. 61. Fuentes del Cuadro 1: AMHU , AM, 27-Il-1549; 23-Il-1554, f. 52v; 30-III-1582; 8-III-1592; 10/21-III-1593; 27-III1595, f. 82v; 10-IV-1596, f. 83; 17-IV-1598, f.112v. AHPHU, Not. Sebastián de Canales, el Mayor, n.o 678, 17-II-1550, ff. 41v-42; ibidem , n.O 682, 25-II-1554, ff. 42-44; ibidem, n.o 683, 31-III-1555, fL 114-116; ibidem, n.o 684, 8-IV-1556, fí. 278-280; ibidem , n.O 685, 29-III-1557, ff. 235-238; ibidem ,

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REGADío y PRODUCCI6N AGRARIA EN HUESCA DURANTE EL SIGLO X VI

Las capitulaciones donde se recogen las condiciones bajo las que se arrienda la gestión del agua que se han podido reunir para esta centuria contienen unas cláusulas muy similares, que pueden resumirse en los siguientes puntos: -

el período del arriendo suele ir desde el uno de marzo hasta el treinta de septiembre, aunque a veces comienza antes o se prolonga por más tiempo;

-

se establece la cantidad que puede cobrar el arrendador por cada cahizada de tierra que se riega;

-

el arrendador se compromete a guardar el agua el día que sale de la alberca;

-

durante los meses de abril y mayo sólo puede sacarse agua de la alberca con permiso del jurado cuarto o de la mayor parte de los jurados;

-

el agua irá por boquera cuando los jurados así lo decidan;

-

nadie puede tomar agua sin permiso del arrendador o del jurado cuarto;

-

se prohíbe al arrendador llenar la alberca con agua de la acequia mayor sin permiso de los oficiales de la ciudad;

-

el arrendador puede regar gratis seis cahizadas, una sola vez; en otras ocasiones se especifica que tendrá una «presa» de agua gratis para irrigar sus tierras;

-

es obligación del arrendador respetar los estatutos de las aguas de los términos;

-

las capitulaciones recogen también las sanciones económicas que se impondrán si se infringen los distintos apartados de las mismas.

El agua de la alberca de Loreto -cuya capacidad de almacenamiento es menor que la de Cortés- era administrada por la ciudad, pero en 1501 los términos de Lunes y Martes reclaman su gestión, con el argumento de que se construyó con su dinero y, por tanto, piden al consejo de la ciudad que les sea devuelta. El consejo se niega y manifiesta que, si es necesario, se pague a los particulares el dinero que hubiesen puesto en la obra. 62 Años más tarde, en

n .O1.490, 27-1lI-1558, ff. 338-340; ibidem , n.o 738, 24-III-1560, ff. 127-129v; ibidem , n.o 688, 16-IlI1561, ff. 213-215; ibidem, n.o 1.101, 1575, ff. 34-35v; Not. Se bastián de Canal es, el Menor, n .O696, 18-IV-1592, ff. 72-75v; ibidem , n.O 697, 15-IV-1594, ff. 568-570v; ibidem, n.O 698, 27-I1I-1595 , fL 85-87v; ibidem , n .O701 , 17-IV-1598, ff. 149-152.

62. AMHU , AM, 12-XlI-1501, ff. 16-16v.

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José Manuel LA TORRE ClRIA

1512, el consejo rectifica y decide que la alberca de Loreto se dé a «treudo o alcábala»63 a los herederos de los términos de Lunes y Martes. 64 Desde este momento la alberca dejará de ser gestionada por el concejo y, de hecho, las actas municipales ya no recogen noticias de la misma. Por ello, los únicos arriendos que se han podido localizar corresponden a los primeros años del siglo, concretamente a 1501, 1502 Y 1507, cuyos importes ascienden a las exiguas cantidades de 200, 100 Y80 sueldos respectivamente.

Los distintos términos de Huesca se hallaban organizados, reuniéndose periódicamente el capítulo de los herederos de cada uno de ellos. En estas reuniones se trataban los asuntos relacionados con el riego, con la gestión del agua y la conservación de la red hidráulica, además de nombrarse anualmente a los procuradores de los respectivos términos. Éstos solían también gestionar el agua por el sistema de arrendamiento, de tal forma que era el arrendador quien distribuía el agua de la forma que marcaban los estatutos del riego y según lo estipulado en la correspondiente capitulación para el arriendo. El término de Almériz regaba los miércoles y en el año 1589 arrendó el agua por 600 sueldos, cobrando el arrendador un sueldo y seis dineros por cada cahizada que se regaba. 65 En el caso de las hortalizas se establece un canon de cuatro dineros por regar una era de cebollas66 -incrementado a dos sueldos si el que las cultiva no es heredero del término- y un sueldo por cada cien «casas» de melones o tres sueldos los que no son herederos. Además, el arrendador puede regar gratis seis cahizadas de tierra todas las veces que lo desee, igual que los procuradores del término. Por otra parte, debe pagar cuatro peones para reparar el azud de Nueno siempre que se los pidan. Al amanecer del miércoles el arrendador tenía que subir a la Cruz del Palmo, cortar el agua y subir hasta la traviesa de Conillénigue para traer al término toda el agua de la acequia mayor. Los huertos del término sólo podían regar a partir de la una de la noche y los de la partida denominada la Closa desde la salida del sol del jueves. El arrendador da el agua sólo a los labradores que presentan el «boletín» expedido por el procurador del término, donde se indica también lo que ha de

63. La alcabala puede definirse como un contrato de arrendamiento con cláusula de venta por ciento y un años que se confirma periódicamente y cuya propiedad pasa a l arrendatario por una determinada cantidad, revirtiendo en el arrendante en caso de impago. Sobre la propiedad DO pueden cargarse nuevos treudos y el arrendatario debe mantener la propiedad pacífica del bien, corriendo a su cargo las mejoras. Suele existir carta de gracia para poder redimir antes de los ciento y un años. Algunos contratos establecen un período de ciento y un años mientras otros añaden que, acabado ese plazo, se prorrogue por otro similar. Vid. LATORRE CrRIA, J. M. (1992), pp. 100-103. 64. AMHU, AM, 23-V-1512, f. 35v. 65. AHPHU, No!. Martín Lizana y Rosillo, n.o 1.229, 12-1I1-1589, ff. 29-33v. 66. Una era de cebollas tenía 12 pasos de larga por 2 de ancha.

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REGADíO Y PRODUCCI6N AGRARIA EN I-IUESCA DURANTE EL SIGLO XVI

cobrar por el riego del campo. Por supuesto, el arrendador no puede sacar el agua del término sin licencia de los procuradores del mismo, excepto cuando el agua no puede llegar, en cuyo caso la puede llevar a otro, donde regarán primero los herederos de Almériz que allí tengan fincas; los demás podrán regar abonando dos sueldos por cahizada. Finalmente, se establece que si el agua escasea se podrá privar de la misma al molino existente en el término. El importe del arriendo del agua de Conillénigue ascendió en 1595 a 630 sueldos. 67 Una de las cláusulas de la capitulación firmada entre el término y el arrendador establece que éste podrá cobrar un sueldo por cahizada regada , incrementado a dos si el campo está fuera del término; en el caso de las cebollas el coste del riego asciende a un sueldo por era,68 advirtiéndose que sólo pueden regarse en domingo. También existen condiciones restrictivas para el cultivo del cáñamo: nada más se admitirá su cultivo si se concierta previamente con el procurador del término o al menos sólo dispondrá de agua para regarlo el que reúna este requisito. El arrendador - necesariamente un labrador de Conillénigue- dispone de una «presa» de agua gratuita para regar sus fincas. Entre las obligaciones que contrae el arrendador está la de aportar cuatro peones para reparar el azud de Nueno siempre que se lo soliciten. Asimismo, debe ir todos los viernes, a la salida del sol, a Arascués y desviar un tercio del agua -los dos tercios restantes son de ese lugar- que fluye por la acequia mayor para regar el término. La desconfianza hacia los vecinos de Arascués se traduce en que todos los viernes y sábados, comprendidos entre el uno de mayo y el treinta y uno de julio, un hombre deberá permanecer constantemente en el partidor del agua del mencionado lugar vigilando para que se derive hacia el término el agua que le corresponde. Arrendador y término, a partes iguales, abonarán el salario de este peón. El riego de las fincas sólo puede realizarse presentando «albarán» del procurador y, por tanto, el arrendador no puede dar el agua a quien no lo presente, salvo que sean los procuradores o notarios del término, los cuales pueden regar gratuitamente y sin necesidad de «albarán». Para los términos de Lunes, Martes, el Tien;:o y las Fuentes se dispone de un mayor número de arriendos, los cuales presentan una escasa variación en cuanto a su importe, salvo en el año 1555 (Cuadro 2). El precio por el uso del agua se va incrementando a lo largo de la centuria, pasando de un sueldo por cahizada a un sueldo seis dineros y elevándose finalmente a dos sueldos. En el caso de las hortalizas la subida es menor, pasando de cuatro a seis dineros por era de cebollas y de un sueldo a un sueldo y medio por cien «casas» de melones.

67. AHPHU , Not. Juan de Canales, n.o 3.001, 12-Il -1595, ff. 76-78v. 68. Una era de ce bollas tenía, en este término, 10 pasos de larga por 3 de ancha.

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Cuadro 2 ARRIENDO DEL AGUA DE LOS TÉRMINOS DE LUNES , MARTES , EL TIER<;O y LAS fuENTES PRECIO POR REGAR MELONES* **

CEBOLLAS**

AÑo

IMPORTE

CAMPOS*

1548 1553 1555 1575 1577 1579 1582 1598 1599 1600

1.000 s 1.043 s 650 s 1.000 s 1.140 s 1.000 s 900 s 900 s 1.100 s 1.160 s

1s 1s 1s 1s6d

4d 4d 4d 4d

2s

1s

4s

1s6d 1s6d 2s 2s 2s

4d 4d 6d 6d 6d

2s 2s 2s 2s 2s

1s 1s 1s6d 1s6d 1s6d

4s 4s 4s 4s 4s

HER.

NOHER.

HER.

NOHER.

* precio por cah izada; ** era de 10 por 2 pasos; *** 100 «casas» de melones, pepinos, ca labazas;

s:

sueldos; d: dineros ; her.: herederos de l término ; no her.: los no hered eros del término.

Las condiciones fijadas en los contratos o capitulaciones de los arrendamientos son bastante semejantes y se resumen en los siguientes apartados: 69 -

el arrendador se compromete a traer el agua los lunes y martes y a mantenerla en los términos durante esos días; para desviar el agua debe subir al molino de Banastás antes de que salga el sol; también debe llegar los lunes hasta la presa de Arascués con el objeto de verificar si alguien toma indebidamente el agua;

-

es obligación del arrendador aportar ocho peones para los trabajos de mantenimiento del azud de Nueno;

-

los huertos sólo pueden regar el día que el procurador de los términos les asigne;

-

no está permitido cultivar un número de eras de cebollas superior al establecido en los estatutos de la ciudad ;

69. F ue ntes del Cuadro 2: AHPHU, No!. Se bastián de Canales, el Mayor, n.o 676, 20-1Il-1548, ff. 51-53v; ibidem, n.O681 , 14-IJI-1553, ff. 72-77; ibidem , n.O683, 5-VI-1555, Ir. 196-200; ibidem , n.o 695, 20-lIT-1575, ff. 149-153; ibiclem, n.o 1.102, 31-IlI-1577, ff. 775-775v; ibidem, n.o 1.104, 28-II-1579, ff. 1-4v; ibidem, n.o 741 , 18-IlI-1582, ff. 72-77; No!. Se bastiá n de Cana les, e l Menor, n.O701, 5-IV-1598, ff. 111-115; ibidem, n.o 702,28-11 -1599, fí. 100-104; ibidem , n.o 10.357, 12-lIT-1600, ff. 124-127v.

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-

el cultivo de hortalizas se restringe exclusivamente a los amos de los huertos o herederos de dichos términos, excepto si son heredades de padre, abuelo o suegro;

-

los procuradores de los términos pueden regar gratis, una vez al año, seis cahizadas de tierra;

-

los herederos de la partida de Cuadrillos pueden usar el agua de la fuente del Ángel desde el viernes al amanecer hasta el domingo a la misma hora.

La administración del agua a través del procedimiento de arrendamiento de su gestión parece ser la norma dominante, aunque en determinados momentos se discute sobre su conveniencia. Así ocurre en 1584, año en que las actas municipales recogen opiniones encontradas sobre la conveniencia o no de que se arriende la administración del agua. Ante el consejo se formulan propuestas en el sentido de que sea el jurado cuarto y los procuradores de los términos los que la gobiernen, sin recurrir al sistema de arriendos.

LOS CONFLICTOS EN TORNO AL USO DEL AGUA Las disputas en torno a los derechos sobre el agua y su uso fueron constantes, tanto entre los propios agricultores como, sobre todo, entre comunidades vecinas. El agua era importante y todos pretendían tener derecho a ella, porque eran conscientes de su valor para garantizar la subsistencia. El foco de pleitos más notable se polariza en torno al uso del agua que discurre por el cauce del Isuela, apropiada en buena medida por la ciudad en menoscabo de los pueblos ribereños situados más arriba de Huesca: Nueno, Arascués, 19riés, Yéqueda, Banastás y Chimillas. El problema es una herencia del pasado y, de hecho, en los siglos medievales ya hubo necesidad de recurrir a sentencias arbitrales para solucionar los conflictos. 7o Huesca recogía el agua del río Isuela en Nueno -según concesión hecha desde antiguo- y más tarde amplió la captación de aguas con un nuevo azud en Arascués, lo que privaba de buena parte del caudal del río a los pueblos situados debajo de estos azudes, los cuales veían discurrir el agua de la acequia mayor por sus términos sin poder utilizarla. A veces la tentación de regar con el agua que fluía en dirección a Huesca se tornaba irrefrenable, lo que les acarreaba, si eran descubiertos, la tala o destrucción de los cultivos existentes en los campos así regados. La ciudad, en este punto, era inflexible y actuaba de forma expeditiva, ordenando castigar a los culpables con toda rapidez en cuanto detectaba estas prácticas.

70. AHPHU , No!. Vicencio Santa Pau, n.o 3.020, 23·XII-1663, fr. 875-961v. Se trata de una sentencia arbitral sobre las aguas dellsue la que recoge, en sus antecedentes, las de 1356, 1428 Y 1435.

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Los pueblos mencionados emprendieron diversos pleitos, de los que exclusivamente obtuvieron una decepción tras otra. Sin duda la ciudad tenía un mayor peso específico y mayores recursos para mantener indemnes las concesiones de agua de que disfrutaba. Además, los pueblos eran de señorío, lo que significa que por encima de los intereses de los lugareños estaban los de los señores respectivos. Este hecho no parece intrascendente sino que, muy al contrario, puede ser una de las claves explicativas fundamentales. Don Hugo de Urriés, que dio permiso a Huesca para tomar el agua del manantial de Bonés, era señor de la baronía de Ayerbe y de los lugares de Nueno y Arguis. 71 El señor de Arascués, don Gaspar Ximénez de Samper, otorgó licencia - después de tener algunas diferencias con la ciudad- para construir el azud de Arascués en 1585, percibiendo 200 escudos por el tránsito del agua hacia la acequia mayor. 72 La ciudad se obligaba a mantener el viejo azud de Nueno y la acequia que conducía el agua hasta la traviesa donde la cogían los de Arascués, que tenían derecho a regar los viernes y sábados con dos tercios del agua que por allí discurría. Por otra parte, se reconocía a Huesca el derecho a construir azud en el término de Arascués. Tres años después, este mismo señor libera a la ciudad de la obligación de mantener el azud de Nueno, asumiéndola él, como señor de Arascués, y el mencionado lugar. La merced no fue gratuita pues recibió a cambio 16.000 sueldos. 73 Don Gaspar era ciudadano oscense y muy probablemente tenía en Huesca intereses más importantes que los de Arascués, de ahí que acabase pactando en lugar de empeñarse en la defensa a ultranza de sus vasallos. La construcción del azud de Arascués y de la acequia derivada de él originó un nuevo pleito interpuesto por los vecinos de 19riés del que no se conocen los detalles, pero todo indica que perdieron los del pueblo.74 El sefior de Igriés, y équeda y Banastás era el cabildo de la catedral oscense. 75 En este caso es obvio que al cabildo, perceptor de los diezmos en Huesca, le interesaba más potenciar los regadíos en la ciudad que en sus pequeños lugares de señorío. El diezmo de Huesca no podía compararse, en valor económico, con las rentas que los canónigos obtenían en esos lugares y, por ello, en caso de conflicto, era ineludible el llegar a un compromiso. Un claro ejemplo de compromiso que se salda con evidente perjuicio para los vecinos de Banastás se encuentra en 1546, cuando el agua de los denomi-

71. AHPHU , Not. Juan de Cueva , n.O3.092, 1l-VI-1602, fL 53-58v; vid. también Not. Orencio Santa Pau, n.o 1.434, 4-V-1656, fL 332-337. 72. AMHU, AM, 25-1-1585.

73. AHPHU, Not. Martín Lizana y Rosillo, n.O 1.229, 31-VII-1588, ff. 149-165v. AMHU , Caja 68, n.O4.581. 74. AMHU , AM, 9-11-1586; 24-II-1586. 75. Sobre los señoríos de los pueblos ribereños dellsuela vid. LATORRE ORlA , J. M. (1988) Y (1992) , pp. 103-108.

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REGADíO Y PRODUCCIÓN AGRARIA EN 1-IUESCA DURANTE EL SIGLO XVI

nadas ibones de Banastás suscitó algunas diferencias entre Huesca y el cabildo de la catedral oscense. 76 La sentencia arbitral que soluciona el conflicto establece que las aguas son del directo dominio y propiedad del cabildo y lugar de Banastás, pero los habitantes de esta localidad sólo pueden usarlas dos días a la semana, desde el amanecer del viernes al del domingo. Los restantes días de la semana el agua se destinará para el libre disfrute de los vecinos de Huesca. Los de Banastás deben dejar discurrir el agua si no la necesitan para sus campos, en lugar de malgastarla, y tienen la obligación de limpiar los ibones siempre que se les requiera por parte de la ciudad. El gasto ocasionado por la limpieza de los mismos se divide equitativamente en siete partes, dos de las cuales corresponde pagarlas a Banastás. En resumen, parece bastante posible que la dependencia señorial de los lugares situados a la vera del Isuela, aguas arriba de Huesca, les privara de una buena parte de los caudales del río o de los ibones que brotan en sus términos, debido a los intereses señoriales, o al menos les hiciera más difícil la defensa de sus derechos al agua. Las aguas del río Plumen también fueron objeto de disputas , solventadas por el procedimiento habitual de las sentencias arbitrales. El primer conflicto del que se tiene referencia es el que enfrenta, en 1543, a la ciudad -en representación de los términos de Florén, los Cierzos y la Almunia- con el convento de la Merced y el lugar de Monflorite. Estos últimos pretendían tener derecho a un tercio del agua desviada del Flumen por el azud de Montearagón, tomándola debajo del molino de Silbes, para conducirla hasta el molino de «Puyacuellos», mientras Huesca afirmaba todo lo contrario. 77 La sentencia arbitral dispone que los frailes tienen derecho a un tercio del agua para mover el molino desde el 20 de junio, exclusive, hasta el 15 de abril , exclusive. La negación del derecho a usar el agua durante ese período les será compensada con la concesión de dos tercios de la misma en los cinco últimos días de septiembre y durante los meses de octubre y febrero. El hecho de que los religiosos no puedan llevar el agua al molino no les impedirá, durante el tiempo de exclusión mencionado, regar con su tercio de agua unas heredades de su propiedad situadas en el Flumen, pero sólo durante tres días a la semana y notificándolo previamente a la ciudad. Por lo demás, se exonera a los frailes de la obligación de contribuir al mantenimiento del azud y acequia. El agua de la ribera del Flumen fue, en los años cincuenta, un foco permanente de conflictos entre los distintos usuarios de la misma, sobre todo entre el anacrónicamente llamado comendador del Temple y los términos de la Almunia, Florén y Tormos. 78 La abadía de Montearagón llegó a cortar el

76. AHPHU , No!. Luis Climente, n.O593, 26-1-1546, ff. 31v-37v. 77. AHPHU , Not. Sebastián de Canales, el Mayor, n.o 671, 31-X-1543, fL 101 v-104 y 150-160. 78. AMHU, AM, 28-IV-1549; 14-V-1554, f. 88; 29-VI -1554, L 95; 30-XJI-1554, f. 43; 26-XIT1555, f. 36; 8-IV-1556, f. 102; 4-V-1556, f. 108v; 7-V-1556, f. 110; 27- 1X-1556, f. 138; 27-IIl-1557; 7-XT-1557; 7-XII-1557; 29-TX-1558; 26-XII-1558; 28-XTI-1558.

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José Manuel LA TORRE

el RIA

agua de la acequia porque el comendador no quería abonar la parte que le correspondía de los gastos originados por causa de las reparaciones del azud, decisión que perjudicaba a los términos de Huesca, la cual se verá obligada a pleitear para normalizar la situación. En general, se observa que existen diferencias entre todas las partes implicadas y que el buen orden en la distribución de las aguas dista mucho de ser una realidad. Una sentencia arbitral dictada en 1558 busca arreglar las diferencias, implicándose en la misma Huesca, Pompenillo, el señor de Panzano, el casal de Araus, Molinos y todos los términos de la Ribera. 79 Se acuerda que Pompenillo tenga agua en abril y mayo desde el amanecer del viernes -el resto del año será el sábado- hasta el del domingo, contribuyendo con un tercio a los gastos de mantenimiento de la infraestructura del riego. El señor de Panzano, el casal de Araus y Molinos, en los mismos meses, dispondrán de agua desde el amanecer del domingo hasta el del lunes; el resto del año sólo el domingo de sol a sol. Las disputas y diferencias no cesaron del todo, pues a lo largo del año 1558 todavía se delibera en el consejo sobre el agua de la Ribera y la necesidad que existe de regularla adecuadamente para evitar la conflictividad. El cercano lugar de Quicena también planteó problemas a Huesca. En 1569 se acordó que este pueblo cedería parte de su agua para regar en el término de Cierzos altos, pero en 1575, 1577 y 1582 se observa que este pacto se incumple y Quicena no deja que el agua llegue con normalidad a dicho término oscense.¡{() Los pleitos en torno a las aguas de las cuencas de los ríos Isuela y Flumen son los más importantes y abundantes, como cabía esperar al tratarse de las dos fuentes principales de aprovisionamiento de agua para los términos de la ciudad, pero no son los únicos focos de litigios. Así, por ejemplo, se puede mencionar que las aguas del barranco de Prebedo y Puyvicient también fueron objeto de disputa, a pesar de que el caudal de agua debía de ser bastante minúsculo. En otras ocasiones, la conflictividad se produce entre los labradores del mismo término, como ocurre en Miquera. S ) No obstante, las peleas internas dentro de los términos de Huesca no debieron de ser muy importantes , siendo un indicador de lo asentado que estaba el sistema de gestión y regulación del agua. Ello no es óbice para que de vez en cuando se diesen enfrentamientos entre vecinos, que el concejo trata de evitar o al menos reducir las consecuencias, prohibiendo a los labradores que vayan a regar con armas.

79. AMHU, Caja 32, n.0 2. 165. 80 . AMHU, AM, 23-V-1575 ; 8-IV-1577 ; 24- 1l-1582. MUR V ENTU RA, L. (1919) , p. 21 Y (1924) , p. 44. 81. Asunto del barranco de Prebedo: AMHU , AM, 27-XH-1530; 27-II1-1536. Contlicto de Miquera: AMHU, AM, 13-VI-1548; 23-IV-J565.

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REGADÍO Y PRODUCCiÓN AGRARIA EN HUESCA DURANTE EL SIGLO XVI

Todos los pleitos mencionados revelan la importancia del agua, su enorme valor para la agricultura de la época y, en consecuencia, las apetencias que despertaba; nadie estaba dispuesto a ceder en sus pretensiones sobre el uso del agua sin luchar antes con perseverancia.

EFECTOS DE LOS REGADÍOS SOBRE LA PRODUCCIÓN AGRARIA Hace ya algún tiempo se tuvo ocasión de exponer los resultados de una investigación sobre la evolución de la producción agraria en el obispado de Huesca, tomando como fuente los diezmos de la catedral oscense, por lo que sería ocioso reiterar aquí esos estudios.82 Se trata, más bien, de recordar algunos hechos y de ponerlos en relación con el panorama sobre los regadíos que se ha trazado en las páginas precedentes. La base de la producción agraria oscense eran los cereales, especialmente el trigo, cuyo diezmo siempre es superior a la suma conjunta del resto (Cuadro 3). El diezmo total de los cereales muestra una tendencia al alza durante el siglo XVI, alcanzando su techo en el período 1602-1610. El crecimiento se hace especialmente sensible a partir de los años ochenta. Cuadro 3 EVOLUCIÓN DEL DIE ZMO DE LOS CERE ALE S

(Medias por períodos) TRIGO

A]\'OS

CAH ÍCES

% DEL

CENTENO

CA HíCES

TOTAL

1561-1569 1571-1579 1581 -1587 1590-1601 1602-1610 1611 -1623 1624-1639

371 340 578 611 517 405 474

55,62 59,03 63 ,10 65 ,21 54,65 61 ,27 64,84

% D EL

CA l-lí CES

TOTAL

33 24 31 29 16 8 3

4,95 4,17 3,38 3,09 1,69 1,21 0,41

AV ENA

ORDIO

()It, DEL

CAH íCES

TOTAL

223 180 267 225 320 206 213

33 ,43 31,25 29,15 24,01 33,83 31,16 29,14

% D EL

TRI GO AVENA

% DEL

DIEZ MO

TOTAL

TOTAL

1

0,15

4 24 32 21 30

0,44 2,56 3,38 3,18 4,10

667 576 916 937 946 661 731

CA HÍCES

TOTAL

39 32 36 48 61 21 11

5,85 5,56 3,93 5,12 6,45 3,18 1,50

El cultivo de la vid se hallaba bastante extendido y ganó terreno a lo largo de la centuria. Los diezmos experimentan un crecimiento a partir de la década de los ochenta, alcanzando su máximo nivel en el intervalo 1630-1647, para luego descender en la segunda mitad del siglo XVII (Cuadro 4). El vino debió de ser ampliamente comercializado en las montañas oscenses y en Zaragoza, además de servir a la creciente demanda loca1. 83 82. LATORRE ORlA, J . M. (1989a), (1989b) y (1990). 83 . AíNSA , F. D. (1619) , p. 145; LATORRE ORlA , J. M. (1989a).

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José Manuel LA TORRE ClRIA

Cuadro 4 EVOLUCIÓN DEL DIEZMO DEL VINO

(Medias por períodos) AÑOS

MEDIAS (NIETROS)

1561-1579 1581-1587 1590-1628 1630-1647 1663-1683

564 777 1.001 1.038 682

1 ni etro = 160 litros

La base productiva de la agricultura oscense se completaba con legumbres, hortalizas, plantas textiles y olivo. El peso de estos productos en el conjunto de la producción agraria debió de ser escaso, poco significativo en términos cuantitativos. Al margen quedaría la ganadería, de cuya importancia nada se sabe. La producción básica, los cereales, experimenta por tanto un crecimiento a lo largo del siglo XVI, especialmente sensible en los últimos años. Incrementar la producción agraria era una necesidad si se tiene en cuenta que la población debió de crecer, como de hecho ocurrió en otras localidades cercanas.84 Comprobada la evolución de la producción agraria cabe preguntarse cuál fue la influencia del regadío en el crecimiento detectado. La irrigación de tierras, allí donde era posible, fue un a de las respuestas buscadas por los campesinos para incrementar la producción agraria y Huesca no fue una excepción. Se ha vi sto cómo la preocupación por el agua crece en la segunda mitad del siglo XVI, manifestándose en la traída de aguas de Banastás, la construcción del azud de Arascués y el correspondiente ensanchamiento de la acequia mayor, la captación del agua de la fuente de la Bar~a y los proyectos para aprovechar el agua de Bonés y del Gállego o para construir nuevas albercas. Ahora bien, concretar el incremento del caudal de agua disponible como resultado de las obras mencionadas es muy problemático. No obstante, sí es seguro que el caudal disponible aumentó, aunque en proporciones no muy signjficativas. Por ello, se puede pensar que el crecimiento de la producción agraria en el siglo XVI debe algo al regadío, a pesar de que no sea posible determinar cuánto. El crecimiento del producto agrario también debió de apoyarse en nuevas roturaciones de tierras. No se dispone de datos concretos para Huesca, pero sí se sabe que hubo roturaciones en Anzano (1544) , Alboré, Tormos y Agudos (1575 y 1599), Nisano (1584), Guadasespe (1597) y Yéqueda (1614).H5

84. Vid. S A LAS A USENS, J. A. (1981) Y M O RENO ALM Á RCEGU I, A. (1984). 85. Vid. L ATORRE ORl A , J. M . (1989b) , p. 147.

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....

~.,

REGADío y PRODUCCiÓN AGRARIA EN f-IUESCA DURANTE EL SiGLO XVI

Es posible que también hubiese una intensificación de los cultivos dejando descansar menos la tierra. Asimismo se puede pensar que los huertos de hortalizas disminuyesen su área con el fin de dedicar más tierra y de mejor calidad a la producción de cereales, prioritarios en la alimentación de la época. En resumen, muy probablemente el crecimiento agrario fuera el resultado de todos estos factores sin que se pueda establecer con exactitud cuál de ellos predominó, aunque la mejora y ampliación del regadío debe considerarse como un factor estimable.

CONCLUSIONES

A lo largo de las páginas precedentes se han ido trazando los rasgos generales del regadío oscense del quinientos sobre la base de la información suministrada por las actas municipales y los protocolos notariales, las mejores fuentes conservadas en Huesca para abordar esta problemática durante el período mencionado. Huesca construyó diversas obras de infraestructura, como las albercas de Cortés y Loreto -a caballo entre el siglo XV y el XVI-, el azud de Arascués, el ensanchamiento de la acequia mayor o la captación del agua de la fuente de la Ban;:a (Arguis), además de renovar parte de la infraestructura preexistente. Los proyectos de nuevas albercas, la ilusión de derivar agua del río Gállego o el proyecto, más tarde llevado a la práctica, de canalizar el agua del manantial de Bonés para aumentar el caudal del río Isuela, completan el panorama de una centuria rica en ideas y realizaciones. El agua servía, fundamentalmente, para asegurar las cosechas de cereales, que eran la base alimenticia de la población, además de bonificar los huertos y las viñas. Se desconoce cuál era el número de hectáreas que se podían irrigar, así como la intensidad del riego. La influencia del regadío sobre el incremento de la producción agraria detectado debió de ser estimable, contribuyendo al crecimiento agrario que Huesca vive en esta centuria, aunque resulta de todo punto imposible su cuantificación. El agua, como bien preciado que era, suscitó conflictos, sobre todo con los pueblos cercanos a Huesca, en especial con los situados a la vera del Isuela. La ciudad, sin embargo, conservó sus derechos sobre el agua sin sufrir menoscabo alguno en los mismos por efecto de acciones judiciales emprendidas por comunidades vecinas. La conflictividad interna, entre los propios habitantes de Huesca, es escasa debido probablemente a que el sistema de gestión y reparto del agua -tutelado por el concejo y los términos- estaba bien ordenado y consolidado desde tiempos remotos. 72


José Manuel LA TORR E C/RIA

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EL INTERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL CONTROL, REGULACIÓN Y FINANCIACIÓN DEL REGADÍO OSCENSE EN EL SIGLO XVII Jesús INGLADA ATARÉS

EL CONTROL Y REGULACIÓN DE LA HUERTA POR PARTE DEL CONCEJO OSCENSE El marco estatutario: las Ordinaciones

Cuando se habla del intervencionismo propio de la era mercantilista suele pensarse en las reglamentaciones estatales; sin embargo, era a nivel municipal donde resultaban más numerosas y estrictas. Entre la multiplicidad de competencias del municipio oscense del XVII no podía faltar el control y regulación del regadío. G. Pérez Sarrión ya habló de « ... la activa participación de los concejos en la distribución del dominio del agua y sobre la exclusión de la nobleza en este asunto cuando se trataba de ciudades o núcleos urbanos de ciertas dimensiones».' El interés de las comunidades locales aragonesas por la estrategia de construcción y mejora de obras de infraestructura hidráulica tendría que ver necesariamente con la enorme significación social -aumento de la producción agraria, seguridad de las cosechas, aumento de la renta y consiguientemente mejor disposición para el pago de impuestos feu dales , locales o estatales- que tenía el regadío en el feudalismo tardío. 2

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EL INTERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL REGADío OSCENSE (SIGLO XV II)

En este marco económico y social -más agudizado si cabe en el término de Huesca, regado por dos ríos, Flumen e Isuela, de escaso e irregular caudal- hay que situar los diversos proyectos y obras de riego que a lo largo de estas páginas iremos desgranando. Pues bien, a lo largo de estas páginas veremos cómo el concejo oscense despliega una intensa labor de cara al incremento de los exiguos caudales mediante obras de captación de manantiales y fuentes e intentos de trasvase de aguas; de conservación de los mismos con la construcción de albercas, estanques o pantanos; de gestión y financiación de diversas actuaciones en materia de infraestructura hidráulica. Pero también era competencia suya el definir, vía Ordinaciones, el marco legal y estatutario por el que se regiría toda la huerta. En un apartado referido a la huerta , en las Ordinaciones de la ciudad de 1680, ya se establece taxativamente que el justicia, prior y jurados « ... puedan, en el govierno y regimiento de la Huerta y cosas incidentes y dependientes de aquella, hazer, regir, mandar y governar todo lo que les pareciere y fuere bien visto ser útil y conveniente».3 Esta absoluta potestad conferida a las autoridades del concejo no anulaba la de éste: « ... no quitando al concello y consejo la facultad de estatuir, proveer y mandar otra cosa si les pareciere conveniente».4 Las Ordinaciones reglamentaban con inusitada minuciosidad todas las infracciones y delitos -hurtos y destrozos, irrupciones del ganado y animales de labor en la huerta, entrada en las heredades sin licencia del dueño , etc.con sus correspondientes penas y sanciones. Para que nadie pudiera objetar desconocimiento, todos los años por el mes de abril las autoridades presentarían el pregón de la huerta, en el que, en forma clara y resumida, se exponían todas las prohibiciones y sanciones. En la probanza y confirmación de estos delitos y faltas había que atenerse a la palabra de los guardas nombrados por los comisarios o por los justicia, prior y jurados. 5 Este celo ordenancista llegaría al más puro dirigismo económico al establecer estas Ordinaciones, con carácter obligatorio, el horario de los trabaja-

3. Ordinaciones del Regimiento de la vencedora ciudad de Huesca, hechas por el ilustre seíior D. D. Lupercio Antonio de Malina, Barón de Purroy, seíior de Trasmón y la Malilla. Impresas en Huesca por Ivan Francisco de Larumbe, impresor de la Univers idad, año 1680, p. 28. Nos hemos basado en estas Ordinaciones de 1680 porque son las que recogen un cuad ro más completo de toda la normativa de l re gad ío osce nse en el siglo XVII. A partir de aho ra citaremos como Ordinaciones. 4. Ordinaciones , p. 28. 5. Ordinaciones, pp. 28 Y31-36.

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Jesús lNCLADA ATARÉS

dores jornaleros de la huerta, podadores, «cavadores», etc. Estas normas se completaban con los correspondientes pregones, tasando el salario y estableciendo las condiciones laborales de todos estos jornaleros. Para evitar los daños que los animales de labor solían hacer en las huertas, las Ordinaciones les reservaban para pacer los términos de Barbarbol, San Galindo y Ramblas del río Flumen .ó Conscientes también de los abusos y vejaciones a que sometían los guardas de la huerta a los ganaderos en la subida y bajada de la cabaña, las Ordinaciones quisieron atajarlos con la creación de dos guardas para los dos períodos del año en que se creyeron necesarios: desde el veinte de abril hasta el veinte de mayo y desde el quince de septiembre hasta el mismo día del mes de octubre. También se estipulaba la tasa o gravamen por acompañar al ganado en su tránsito por los términos de la ciudad. 7 De cualquier forma, ninguna de las máximas autoridades de la ciudad -justicia, prior y jurados- podría dar licencia para que entrara en la huerta ni el ganado de la ciudad ni el forastero, so pena de cien sueldos. 8 Se dictaminaban también las sanciones y penas en que incurrían los dueños de los carros al atravesar la huerta, tanto en sementeros, plantíos, márge• nes, aceqUIas ...9 Otro punto de estas normas ciudadanas recoge la problemática de los «ricios». En ocasiones los agricultores querrían conservar en cultivo los brotes nacidos libremente al quedar sobre el campo muchas semillas del año anterior. Para ello, el campesino tenía que ponerse en contacto con un tasador que fijaría el estado de la plantación y que, en caso de tala o destrozos, establecería la cuantía de los mismos. Debía también señalar -«amojonar»- la propiedad que quería conservar en «ricio» para conocimiento general. Para declarar las heredades que dejaba en ricio habría un plazo de ocho días después del pregón público proclamado a tal efecto. 1O

6. Ordinaciones, pp. 41-42. 7. Estas imposiciones estarían en función del tamaño de la cabaña: « .. . de hasta mil cabezas cinco sue ldos como es costumbre por acompañarlos; con esto que , si no hubiere en el rebaño más de ciento, no pague si no dos sueldos, y si hubiere de mil hasta mil y quin ientos, siete sueldos, y de aí hasta dos mil, diez sueldos, y assí de allí arriba; y que si no se hallaren dichas G uardas en dichos caminos, antes que ll eguen a la ciudad las cabañas, puedan entrar y sa lir guardando pan y vino y no les pueda bazer degüellas ni detenerlas» (Ordinaciones, pp. 42-43).

8. La Ordinación reglamenta las penas en que incurre el ganado por entrar en las huertas así como las condiciones de excepciol1alidad en tiempo de ferias, etc. (Ordinaciones , pp. 64-65). 9. Ordinaciones, pp. 43-44. 10. Ordinaciones, p. 42.

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EL INTERVENCI ONISMO MUNICIPAL EN EL REGAD ío OSCENSE (S I GLO XVII)

El régimen de las aguas por «boquera» se habría impuesto ante los graves problemas y la menor eficacia que se derivaban del riego libre. 11 Por este sistema, se guardaría un orden en el uso del agua: regaría solamente un heredero cada vez, empezándose el turno por la propiedad más próxima a la salida del agua y continuándose así hasta el final. En los meses de abril y mayo, buena parte de los términos de la ciudad - Domingo, Lunes y Martes, Las Fuentes, el Tercio, Alrnériz, Algüerdia y Coliñénique- irían por «boquera». Esta práctica se entendía válida solamente para regar «panes y habas, y no otra cosa alguna». De cualquier forma, el consejo podía ordenar la imposición de la «boquera» en otros tiempos o para más términos. Se dispuso también que en los meses que van de marzo a septiembre, ambos inclusive, los regadores de cada término debían acudir el día que les correspondiese el agua al partidero de Arascués y, desde allí, conducirlas hasta sus términos notificando al prior de jurados cualquier irregularidad detectada. Se completaba este precepto con la fijación de las penas y sanciones. 12 De la misma forma , también venía reglamentado en las Ordinaciones el modo de «go bernar las aguas cuando no van por boquera». En este caso, «... qualquiere que tomare, o en su heredad hallaren parada el Agua de dichos términos, en día que no fuere de su Término, sin licencia del Jurado Quarto y Procurador Ciudadano del Término, cuya fuere el Agua, incurra en pena de quinientos sueldos».13 Además, los Procuradores no podían dar licencia para sacar el agua de sus términos, salvo que en ellos no se necesitara, so pena de sesenta sueldos. Asimismo, aquel heredero que regare sin licencia del procurador o regador incurriría en la misma pena, tanto si el agua proviniese de su propio término como de otro forastero. De esta norma general quedarían exceptuadas algunas prácticas de riego referidas a las hortalizas. 14

11. « •.. Que qu ando las Aguas no han ido por Boquera, se han seguido algunas muertes y muchos inconveni entes, y que cortá ndose y tomando unos a otros las Aguas, y aquellas partiendo y dividi e nd o por muchas partes, se regava me nos , y andando dichas Aguas por Boquera se evitan estos inconvenientes» (Ordinaciones , p. 164). 12. Las Ordinaciones explicitaban los lugares de Arascués, Banastás y ChimiUas como posibles transgresores (Ordinaciones, p. l64).

13. Ordinaciones, p. 165. 14. « •. . Sin que por esto e ntendamos quitar la facultad de los herederos del término de Domingo de poder regar del Agua de Lun es y Martes las hortalicias que en aquellos días plantaren , y concertándose con el Regador del Término de Lunes y Martes: con esto, que en la hora o horas que plantaren no aya otra hortalicia plantada. Mas ordenamos que, qualqui ere que regare con dichas Aguas, sea obligado luego qu e acaba re de regar de volver el Agua a la Azequia o Brazal donde la tomó, en pena de diez sueldos ... » (Ordinaciones , p. 166).

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Jesús lNGLADA ATARÉS

Para evitar los descuidos de los procuradores y regadores en no guardar ni conducir debidamente las aguas a los términos, las Ordinaciones de 1680 establecieron que, en los meses de abril a agosto, las máximas autoridades oscenses pudieran designar un «Regador o Cabecequia» encargado de dicha misión, corriendo su salario a cuenta de los distintos términos. Otro problema que guarda también relación con la escasez del agua de riego es el de las hortalizas. A lo largo del siglo se suscitaron diversas controversias sobre la elevada proporción de hortalizas que se cultivaban en los términos de la ciudad y el excesivo consumo de agua que ello significaba . ' 5 De acuerdo con esto, las Ordinaciones de 1680 decidieron dar prioridad al riego de «viñas y sementero», regulando y limitando el cultivo de hortalizas. '6 Otra normativa que refleja claramente la exacerbada minuciosidad con que se regulaba todo lo referente a las aguas es la que prohibía a los tintureros verter sus tintes a las acequias so pena de sesenta sueldos.' 7 Como puede observarse, casi todas las infracciones e incumplimientos conllevaban sanciones económicas. Pues bien, la dilación en el reparto de las penas de la huerta -tarea que corresponde al jurado tercero- originaba bastantes problemas. A fin de evitarlos, las Ordinaciones establecieron que dicho jurado repartiera las penas cada tres meses, juntamente con los justicia, prior y jurados y personas con derecho a percibirlas. Antes de acabar su mandato debía entregar todas las cuentas. Aquellas penas que no pudiera cobrar pasarían a su sucesor. 18 De cualquier forma, sobre todo lo concerniente a diferencias, demandas y controversias civiles y «... qualesquiere causas dependientes de cosas de

15. Se presentaron en consejo diversas proposiciones y memoriales. Así, una proposición de Pedro Esteban sobre regar hortalizas o pan [A(rchivo) M(unicipal) H(uesca), ms. 118, Actas, 165-1622]; Y también el memorial presentado por Agustín Senón pidiendo limitar el cultivo de hortalizas (AMH, ms. 121, Actas, 31-4-1625). Otros, por el contrario, como Miguel Alastruey, serían partidarios de permitir el cultivo de las hortalizas estimando que las aguas eran suficientes (AMH, ms. 166, Actas, 22-5-1673). La ciudad aceptaría esta proposición tan só lo por ese año (AMH, ms. 166, Actas, 27-5-1673). 16. « ... Que persona alguna , sino los dueños propios y arrendadores de huertos cerrados, que fueren vezinos y moradores de la presente ciudad, no puedan hazer hortalizas en dichos términos en pena de sesena sue ldos ( ... ) Y además de la dicha pena, queremos sean arrancadas las hortalizas y talados los campos en que estuvieren ( ... ) con tal que esto no se entienda con los que antes de la publicación de esta ordinación hubieren sembrado o plantado dichas hortalizas: la qual publicación tengan obligación los Justicia, Prior y Jurados de mandarla hazer con Pregones públicos ... » (Ordinaciones , p. 49) .

17. Ordinaciones, p. 195. 18. Ordinaciones, pp. 38-39.

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EL INTERVEN CIONiSMO MUNICIPAL EN EL REGAD ío OSCENSE (SIGLO XVII)

Montes, Términos, Aguas y Riegos de dicha ciudad, Calonias y Talas de ellos, hurtos de leña y otros qualesquiere daños que en los dichos Montes, Términos y Huerta se harán», tendría el jurado tercero total autoridad. Para su ejercicio, celebraría audiencia todos los lunes y viernes que no fueren fiestas de guardar. 19 Su jurisdicción alcanzaba incluso a todos los contenciosos referidos a «criados y criadas» y a la regulación de los jornales de trabajadores y alquileres de animales de labor hasta cien sueldos. 20 Competencias del jurado cuarto

Pero era el jurado cuarto quien entendía directamente de los asuntos concernientes al regadío: «... que el Jurado Quarto tenga cuidado del govierno y regimiento de las Aguas, y que se observe lo dispuesto por las Ordinaciones, que sobre ello hablan; y de mandar limpiar, reparar y hazer los Azudes, Azequias, Contrazequias, Brazales, Fuentes, Puentes y Caminos ... ».21 Ante los deudores más morosos, el jurado cuarto podía «... mandar pagar a los que tuvieren obligación de contribuir por execución de bienes y capción de Personas, en caso que no los tengan, no obstante firma ni otro qualquiere impedimento».22 Debía velar también para que el reparto de las aguas se hiciera conforme a lo ordenado por las capitulaciones y estatutos de la ciudad Y El reducido aporte de aguas de que disponía la ciudad obligaba a ten er gran cautela en su custodia y conservación. Las Ordinaciones preceptuaban las visitas de inspección obligatorias que el jurado cuarto debía realizar a los principales azudes, acequias, albercas y fuentes de la ciudad .24 Así, en los meses de enero, mayo y agosto, el jurado cuarto «... aya de visitar y reconocer, una vez en cada uno de dichos meses, el Azud de Nueno y la Azequia Mayor de dicha Azud, que la ciudad acostumbra mandar limpiar, por ver si en alguna parte se rompe, y si está bien limpia dicha Azequia .. ».25 También, recorriendo

19. Escapaban a su competencia: « ... la diferencia o pretensión sobre el dominio o posesión de d ichas propiedades o heredamientos, cuyo conocimiento pertenece a l Juez ordinario; ni sobre Márgenes ni tránsitos de riegos de Heredades, porque esto pertenece a los Veedores ...» (Ordinaciones, p.22).

20. Ordinaciones, p. 22. 21. Ordinaciones, p. 44. 22. Ordinaciones, p. 44. 23. Ordinaciones, p. 44. 24. Al estudiar detenjdamente cada una de estas obras nos volveremos a referir de nuevo a estas visitas.

25. Ordinaciones, p. 45.

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dicha acequia, « ... vea si en los Términos de Arasqués, Banastás o ChimilIas rompen la dicha Azequia y impiden el tránsito del Agua, para que no venga libremente a los Términos de la ciudad».26 De hecho, gran parte de los conflictos por el agua tendrán, como luego apuntaremos, a estos lugares como protagonistas. Estimando excesivo el coste ocasionado por estas VIsItas, las Ordinaciones, en una línea restrictiva, reducirían el número de asistentes y recortarían las propinas y estipendios poniendo un límite al gasto. 27 Los procuradores de los términos, que junto al jurado cuarto quedaban ahora como únicos asistentes a estas visitas, tenían obligación de acudir bajo pena de sesenta sueldos. La acequia de Bonés, de cuya importancia para el riego de la ciudad luego daremos cuenta, también sería objeto de especial vigilancia y cuidado. 2RIgualmente, las acequias del río Flumen. 29 Todos los años, por el mes de julio, inspeccionaría la alberca Mayor por si había necesidad de algún reparo. Estaría también a su cargo el hacerla llenar, en función del agua disponible, en los meses de diciembre, enero o febrero, so pena de cIen sueldos. 30 Estas labores de inspección y control sobre las principales infraestructuras hidráulicas se completaban con las realizadas sobre puentes, fuentes y caminos. Las fuentes , como luego veremos, también serían utilizadas, aunque menormente, para el riego. Pues bien, el jurado debía visitar la huerta, los puentes y caminos una vez al mes. El mes de abril era el más idóneo para examinar los puentes y las fuentes. 31 Frecuentemente, la ciudad concertaba la lim-

26. Ordinaciones, p. 45. 27. « ... No puedan ir sino dos Procuradores Ciudadanos de dos Términos, en el mes de E nero; otros dos Procuradores Ciudad anos por el mes de Marzo y los otros dos Procuradores ciudadanos por el mes de Agosto. Y assí mismo , estatuimos y ordenamos que no se pueda dar a ninguno de dichos ciudadanos ni Pe rsonas que concurrieren en dicha visita, propina alguna ni interesse y que solamente se pueda gastar en ell a sesenta Rea les tan solamente y que si gastare más cantidad que la dicha , aya de pagar aque lla el Jurado Quarto de su sa lario o patrimonio ... » (Ordinaciones , pp. 45-46) . 28. « ... Dicho Jurado Quarto, todos los años, visite dos vezes la Fuente de Bonés, a saber es, una vez por Marzo o Abril, y otra por Agosto, si no pareciere lo contrario a los Justicia, Prior y Jurados o Consejo ... » (Ordinaciones, p. 46). 29. Éstas debía visitarlas dos veces al año (Ordinaciones, p. 46).

30. Ordinaciones, p. 46. 31. « •.. especialmente el de Abril visite todos los Pue ntes de los Ríos de la presente ciudad, para que si ay necesidad de reparo se haga e n el verano, q ue es tiempo acomodado. Y as sí mismo, dicho mes de abril visite las Fuentes del Angel, Libón, San Martín y San Miguel, para que se limpien y reparen .. .» (Ordina ciones, p. 44).

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pieza de sus fuentes mediante una capitulación con un particular que por un tanto anual se comprometía a tenerlas en perfecto estado. 32 Respecto a los caminos, el reconocimiento se haría quincenal. 33 También era obligación suya el pasar revista cada mes al monte de Pebredo notificando a los demás jurados cualquier irregularidad. 34 Los veedores de acequias Otra pieza más de este engranaje dispuesto por la ciudad para el perfecto funcionamiento del riego vendría representada por los «veedores de azequias». Eran dos y los elegían cada dos años, en el mes de noviembre, los justicia, prior y jurados. Su función básica era mandar hacer las acequias. Para ello, se distribuían la tarea: «... el uno desde el camino de <;arago<;a arriba, y el otro desde el camino de <;arago<;a abaxo».35 Las Ordinaciones estatuían que los dueños de las heredades tenían obligación de limpiar y ahondar -lo suficiente para que discurriera el aguatodas aquellas acequias que confrontaban con sus posesiones; para ello se les daba de plazo hasta finalizar el mes de diciembre. 36 Acabado éste, los veedores, con sus peones, efectuaban por su cuenta la limpia de todas aquellas acequias que estuvieran todavía por hacer. Disponían para ello de todo el mes de enero, so pena de cien sueldos a cada veedor. El día antes de salir, los veedores reconocerían por sí solos los términos para evaluar in situ la tarea y calcular así los peones necesarios. La remuneración de cada veedor sería de dos reales por cada día que saliere. Estos gastos, juntamente con los de los peones, serían sufragados por los dueños de las heredades a quienes correspondía la limpia de las acequias. A fin de disponer de medios, el jurado cuarto adelantaba todos los años a cada veedor doscientos sueldos el primer día de salida al campo.

32. Así, cumpliéndose e n 1612 los seis años del primer arrendamiento con Pedro Labat, el consejo decidió prorrogárse lo por otros seis años más por una cantidad anua l de ocho libras (AMH, ms. 108, Actas, Prorrogación de capitulación, 30-9-1612). 33. « ... que e n cada un año , de quin ze e n quin ze días , visite personalmente todos los Ca minos Reales, Puentes de los Términos de la ciudad, de Pebredo y Cill as, y si hallare algunos caminos y Puentes mal parados, los haga reparar, mandándolo a los Procuradores de los dichos Términos ... » (Ordinaciones, pp. 44-45).

34. Ordinaciones, p. 45. 35. Vamos a seguir a lo largo de estas lín eas el punto 34 de la Ordinación de 1680 referido al cargo de «veedo res de azequias». 36. A lgunas veces, sin embargo, por inclemencias del tiempo, lluvias, hielos, etc., el concejo prorroga ba el plazo de tiempo para poder hace r la limpia de las acequias.

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Tres días después de haber efectuado la limpia, los veedores entregarían obligatoriamente al jurado cuarto una cédula indicando los trabajos realizados y el reparto pormenorizado de lo que correspondiera pagar a cada uno de los herederos que no cumplieron con su deber. Para el cobro de las cantidades adeudadas, el jurado cuarto gozaba de jurisdicción durante todo el año , pudiendo declarar a estos deudores inhábiles a todos los oficios de la ciudad «... assí de Extracción como de Nominación y Administraciones de ella ..».37 De lo cobrado a estos particulares, el jurado se quedaría con la cantidad adelantada anteriormente a los veedores -cuatrocientos sueldos en total-, entregándoles lo restante. Otra. obligación del jurado cuarto era mandar hacer el «pregón de las acequias» en el tiempo dispuesto por las Ordinaciones. Pero esta fórmula de dejar a los propios particulares la iniciativa de la limpia de las acequias y sólo subsidiariamente a los veedores la de aquellas que estuvieren sin hacer, sería cuestionada. A finales de 1679 se intentó sustituirla por otra en la que fueran profesionales encargados -«paleros»- los que efectuaran dicha limpia cada cuatro años, sin intervención de los propios herederos, confiando en que su mayor pericia redundaría en una mejor actuación. El costo de estas obras se repartiría entre todos los herederos en función de las «confrontadas» de sus acequias. Este sistema también se intentaría imponer para el arreglo de puentes y alcantarillas, concertándose para ello la ciudad con un cantero y repercutiendo también el gasto a los particulares proporcionalmente. 38 Sin embargo, por algunos inconvenientes no se continuó con este sistema. 39

Los tasadores de la huerta

Otro cargo municipal relevante en todo este mundo del regadío y huerta era el de los «tasadores» de la huerta:o Éstos eran nombrados por las autoridades oscenses en el mes de noviembre, en número de dos, para apreciar y tasar todos los daños que se cometieren en los términos y huerta de la ciudad. Así, estaban obligados «.. . siempre que por qualesquiere vezinos y habitadores

37. Esta inhabilitación se impondría « ... a todos los que deviéndolas, y haziendo relación el Verguero las ba pedido tres vezes, aviendo sido una de e llas, cara a cara, y no obstante esso no les haya pagado, hasta por todo el día de San Simón y Judas ... » (Ordinaciones , p. 47). 38. AMH, ms. 173, Actas, Acequias, 5-12-1679. 39. AMH, ms. 173, Actas, A cequias , 20-1-1680, f . 62r-62v. 40. Aun cuando este cargo se dio a lo largo de todo el siglo, para conocer sus competencias nos vamos a basar en lo estipulado en las Ordinaciones de 1680.

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de la ciudad , o que tuvieren heredades en los Términos de aquella, serán requeridos, y no de otra manera, dentro de dos días naturales, ver y reconocer los daños que avrá en las heredades y possessiones que requeridos serán tassar, y dar los albaranes a la parte requiriente, dentro de quatro días naturales, exigiendo y llevando por cada albarán medio Real y no más».4l Si no cumplieran con estas obligaciones, podían ser «compelidos, por capción de sus Personas, por los Justicia, Prior y Jurados»: 2 Algunas otras cláusulas completarían el marco de sus competencias: 3 Finalmente, los nombrados para el cargo no podrían renunciar so pena de cien sueldos, a favor dicha suma de aquel que aceptare en su lugar. Para ser considerados «hábiles» para el oficio, sólo era necesario saber leer y escribir. Tendrían un salario de cien sueldos. El arrendamiento de las «penas y calonias» de la huerta

La fórmula tradicionalmente utilizada por el concejo para garantizar el control y el orden en la huerta se enmarca dentro de lo que era práctica habitual: cesión del controlo explotación de un servicio o una actividad -en este caso, la vigilancia de la huerta- a un arrendador que se comprometía a cumplir con todas las cláusulas del contrato de arrendamiento, una de las cuales era el pago de una suma de dinero como precio del arriendo. De esta forma , el concejo se desentendía del cuidado directo de la huerta y obtenía además unos ingresos para sus menguadas arcas. La peculiaridad de este arrendamiento estribaba en que lo arrendado eran las llamadas «penas y calonias» de la huerta; o sea, que el arrendador regularía, impondría, recaudaría y en ocasiones percibiría - directamentetodas las sanciones, tanto pecuniarias como de otro tipo -talas, degüellas-, así como los derechos por la estancia del ganado en los términos de la ciudad con motivo de las ferias - «herbajes»- y por paso del ganado - «paso de las cabañas»- . La capitulación firmada entre la ciudad y el arrendador sería muy precisa y estricta, obligándose el arrendador a cumplir todas las cláusulas estipuladas.

41. Ordinaciones, p. 120. 42. Ordinaciones, p. 120. 43. Así por ej emplo , comenzada una tasación, en caso de come terse nuevos daños, debía continuarla aquel que la había iniciado. E n daños de más de cie n sueldos, de bían tasar conjuntamente los dos. Las «mieses» hurtadas debían tasarlas antes de ser sacadas del campo. Tampoco podían tasar ninguna <<tala» o daño hecho en panes desde el día de Todos Santos hasta el de Navidad, al considerar que en esas fechas serían irrelevantes. Ningún tasador podría llevar albarán de ta la de los guardas, ni tampoco éstos recibirlo sino del dueño de la heredad o persona por é l nombrada (Ordinaciones, p. 121).

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El arrendador se resarciría, tanto de su trabajo y del de sus colaboradores -guardas- como del precio del arrendamiento, participando en la percepción de algunas penas - minuciosamente detalladas- junto con lo ingresado por los «herbajes» y «pasos de las cabañas». Esta forma de regular y controlar la huerta vía arrendamiento se daría ya, con toda probabilidad , en el siglo XVI. Sin embargo, en torno a los años ochenta del siglo XVII se sustituiría por otro sistema cuyo pilar básico lo constituía la creación de dos comisarios, uno para la huerta alta y otro para la baja. 44 Estos comisarios recibirían como salario ocho libras cada uno , más los derechos del «cabezaje» y «herbaje», que se repartirían por igual. 45 Tendrían como misión reconocer los caminos, puentes, riegos, «brazales» y acequias de la ciudad, debiendo dar parte a los jurados de los reparos que estimaren convenientes. Podrían nombrar en su ayuda los guardas que estimaran convenientes, contando con la aprobación de las autoridades oscenses. 46 Estarían encargados también de cobrar los derechos por «el paso de las cabañas» según tarifa establecida al efecto. Por este trabajo serían recompensados cada uno con dos reales por libra recaudada, quedando el resto para la bolsa común. Comisarios y guardas estarían obligados a presentar ante el jurado tercero la relación de penas y sanciones impuestas. En todo este proceso se seguiría un a línea jerárquica. Primero, los guardas darían la relación de las penas a su comisario respectivo para que las anotara en su cuaderno juntamente con las que él mismo habría impuesto. Después, los dos comisarios entregarían en el mes de octubre sus cuadernos a los contadores para que éstos los contrastasen con el libro del jurado tercero. Este último sería quien recibiría todo el dinero de las penas y sanciones de la huerta, debiendo por otra parte visitar y reconocer personalmente, dos veces al mes, las casas de los guardas. Comisarios y guardas debían presentar, ante la audiencia que celebraría el jurado tercero, toda la relación de penas, calonias, talas, hurtos y daños que se hiciesen en los términos de la ciudad. En dicha audiencia, tras citación de las partes implicadas, presuntos infractores y dueños de las heredades afectadas y oídas las opiniones de ambas, el jurado tercero procedería sumariamente.

44. Este nuevo siste ma venía recogido en las Ordinaciones de 1680, en e l apartado titulado Del oficio de Jurado Tercero , pp. 22-28, Yen é l nos basamos para exp licarlo. 45. Los derechos que podía n percibir por «herbajan> los ganados venían especificados en las Ordinaciones. 46. Y así efectivame nte tuvo luga r, pues, a partir de 1681 , las actas municipa les ya recogen la nominaci ón tanto de comisari os como de los «guardas de la Güerta, Pan , Vino y demás mante niIlli entos prohibidos entrar en la ciudad».

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Este sistema se impuso a partir de 1680 y permaneció en vigor hasta 1697 cuando de nuevo se volvió al sistema de arrendamiento. 47

LAS COMUNIDADES DE REGANTES Y EL ENDEUDAMIENTO DE LOS TÉRMINOS La organización de estas comunidades de regantes

Como era común en todo Aragón, los regantes de cada término estaban organizados en comunidades de regantes para la correcta distribución y uso del agua. Cada término tenía su capítulo o junta de procuradores y herederos. La autonomía de estas comunidades de regantes -comúnmente conocidas como términos- era más bien limitada. Nada podían hacer sin aprobación de las máximas autoridades oscenses: «oo . que Quartón alguno de la ciudad, ni Capítulo de Herederos de algún término de ella, no se puedan convocar en manera alguna, sin intervención del Justicia u de algún Jurado de la ciudad, ni puedan hazer Capitulación de Arrendamientos sin aprobación de los Justicia, Prior y Jurados .. .».48 Pero ni concejo ni regantes podían practicar un exclusivismo que excluyera al otro. Del necesario consenso entre la autoridad del concejo y la autonomía de los regantes dependía el buen funcionami ento del complejo sistema del regadío. Pero analicemos su estructura interna. En primer lugar, los procuradores representaban a todos los herederos del término y llevaban las cuentas del mismo. Si hemos de creer en las Ordinaciones - «oo. aviendo experimentado los daños que se originan de no tener procuradores de los Términos y que juntado Capítulo no concurren a la elección de Procuradores de los herederos, escusándose todos generaLmenteoo .»- no parece que existiera un gran interés por acceder al cargo pese a que, como luego veremos, los procuradores gozaban de alguna ventaja.49 El omnipresente intervencionismo municipal no podía permanecer ajeno a esta situación . Así, según recogen esas mismas Ordinaciones, siendo llamado el término, si no se juntaban los herederos -propietarios de tierra- o no se

47. D e hecho , en 1679 fin alizó e l último arrendami e nto de la hu e rta de esta primera etapa. A(rchi vo) H(istórico) P(rovinci al) H(uesca) , pral. 1.942, D. Vidani a, Capitulación de las penas y calonias de la huerta , 1678, ff. 710r-710v. En 1697 se firmó el nu e vo a rre ndamiento (AHPH, pra l. 1932, R. Sancl e mente, A rrendamiento de las penas y calonias de la huerta, 10-11-1697 , rf. 667r-668v). 48. Ordinaciones, p. 62. 49 . Ordinaciones, p. 62.

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hallaba quien quisiera ser procurador, el jurado presente en la convocatoria daba razón a los justicia, prior y jurados para proveer el remedio conveniente e imponer las penas que estimare, incluso la privación de oficios. El procurador elegido no podía renunciar bajo pena de ser suspendido, durante dos años, de todos los oficios de la ciudad. Tampoco podía permanecer más de dos años en el cargo ni ser reelegido de nuevo, debiendo «vacar» por cuatro años. Debía presentar las cuentas del término ante el jurado cuarto, incurriendo en pena de 60 sueldos por cada día que se retrasare pasado el plazo establecido de cuatro meses. Hasta que no diese estas cuentas quedaba inhábil para todos los oficios de la ciudad en que fuere «extracto». Para pasar dichas cuentas cada término nombraba -según lo dispuesto en las Ordinaciones- una serie de personas: los términos grandes, Lunes y Martes, Algüerdia y Almériz, doce personas; Coliñénique y los demás términos pequeños, seis. Éstas, conjuntamente con los procuradores -el del año y el del ejercicio anterior- y jurado cuarto, pasarían las cuentas. La remuneración de los asistentes había sido recortada en beneficio de la economía de estos términos.50 Las obligaciones de estos términos, apenas apuntadas en las Ordinaciones, abarcarían seguramente, además del cuidado de los caminos, las reparaciones y mantenimiento de azud es, acequias y brazales. Luego veremos cómo se intenta también reperc utir a los términos parte del coste de determinadas obras de infraestructura hidráulica. Asimismo, debían entregar anualmente a la ciudad una cantidad de dinero de «cargo ordinario» por el uso del agua de nego. Para subvenir a todos estos gastos, los capítulos de los términos solían arrendar sus aguas. Éste era el caso de Lunes y Martes, Almériz, Algüerdia y Coliñénique. No así el término de la Ribera del Flumen. Aquí, eran los procuradores los encargados de percibir las «alfardas» o canon que satisfacía cada regante por el derecho del agua. 51 Pero veamos en qué consistía el sistema de arrendamiento. Para ello escogeremos, como ejemplo, el arrendamiento de las aguas del término más extenso , el de Lunes y Martes, a comienzos de siglo. 52

50. « .•. Se les pueda dar a so las estas personas cada quatro sueldos y al Notario ocho sueldos. Y esto se haze para que de esta suerte los Términos no anden alcan<¡:ados y tengan con que poder acud ir a aliñar los caminos y CW11plir con las demás obligaciones que tie ne n ... » (Ordinaciones , pp. 48·49) . 51. AMH , ms. 32, C ue ntas de la Junta de Aguas. Riegos de la Ribera del Flumen , s. f. 52. AHPH , prol. 10.357, S. Ca nales, 1600, Capitulación del agua de Lunes y Mar/es , 12-31600, ff. I 24r-127v.

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Por medio del arrendamiento de los derechos del agua, el término conseguía una distribución equitativa y rigurosa del agua. Además, con el precio del arrendamiento -en este caso se había acordado en 1.160 sueldos-, más la participación en parte de las penas y sanciones impuestas, se aseguraba un remanente con el cual poder acudir a sus obligaciones. 53 Por su parte, el arrendador se comprometía, obviamente, a pagar el precio del arrendamiento dando fianzas para mayor seguridad. 54 Además, debía proporcionar mano de obra -en este caso concreto ocho peones- para tomar el agua del azud de Nueno. Todos los lunes y martes debía conducir el agua a sus términos sin consentir de ninguna manera que las aguas se sacasen del mismo. Para asegurarse de que venía toda el agua, subiría obligatoriamente hasta el molino de Banastás. Por otra parte, controlaría y sancionaría conforme a la capitulación aquellas conductas y acciones vetadas. Por ejemplo, el tomar aguas para el riego fuera del término era castigado.55 Otra prescripción establecía que sólo los herederos -propietarios de tierras del término- podían plantar hortalizas y, aun así, pagando por el riego un gravamen proporcional al tamaño del área cultivada, que percibiría el arrendador. Aquellos que no siendo herederos cultivasen hortalizas pagarían , aparte de ese gravamen común , otra imposición más en función también del tamaño de la heredad. ¿ Qué beneficios obtenía el arrendador?

Se resarciría de lo desembolsado en el precio del arrendamiento y también de la remuneración de su trabajo, principalmente, con la percepción de la tasa o derechos de riego -en este caso, dos sueldos por cahizada regada-o Recaudados inicialmente por el procurador del término al dar los albaranes a los regantes , serían restituidos al arrendador posteriormente. Además, como ya hemos visto, percibiría determinadas imposiciones y participaría en el reparto de todas las penas y sanciones que se derivaran del incumplimiento de estas normas. Por lo visto en ésta y otras capitulaciones, comprobamos que el ser heredero apenas suponía privilegios, si exceptuamos el poder cultivar hortalizas sin ser gravados con una sobrecarga. También permitía elegir y ser elegido

53. Las Ordinaciones prohibían al procurador proponer rebajas en el precio de dichos arrendami entos so pe na de cuatrocientos sueldos (Ordinaciones , p. 62). 54. No podía subarrendar dichas aguas so pe na de cin cuenta sueldos. 55. En caso de carencia extrema de agua, aquel que trajese agua de fu e ra te ndría que pagar seis dineros por cahizada regada más las pe nas establecidas.

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para ocupar el cargo de procurador. Este puesto conllevaba disfrutar una parte del agua gratis: «... sea tenido de dar [el arrendador] a los Procuradores de dichos términos, y por sus trabajos, que puedan regar, cada, seys cayzadas, una vez en el año , francas ... ».56 Sin embargo, como ya hemos dicho , estos beneficios no serían lo suficientemente atractivos como para desear el cargo. El endeudamiento de los términos

La situación financiera de estos términos o comunidades de regantes sería siempre preocupante. Se empeoraría todavía más en la segunda mitad del siglo, a partir de los años sesenta. Los motivos concretos se nos escapan. Pudo influir la mala gestión, los exiguos presupuestos con que contaban para unas actuaciones de mejora y mantenimiento de las infraestructuras hidráulicas que requerían importantes desembolsos; la excesiva proclividad a hacer uso del préstamo crediticio, en forma de censales, que con el tiempo, al no ser casi nunca cancelados, se convertían en una pesada carga por el pago de las pensiones ... Ya en 1663, el prior de jurados manifiesta la dificultad para recuperar de los términos las 25 libras que la ciudad había adelantado para el reparo de la acequia Mayor. 57 Sin embargo, esta cantidad no era nad a en comparación con las 1.044 libras 17 sueldos que la ciudad pretendía recuperar de los términos por el gasto de la fuente de Bonés. 58 A las que se añadirían las 66 libras gastadas del erario municipal en la reparación de los cabezales del azud de Nueno. 59 Otros datos ensombrecen todavía más la situación financiera. Estos términos cotizaban a la ciudad una cantidad anual por el uso del agua. Así, por el riego con el agua de la alberca Mayor, el término de Lunes y Martes pagaba 12 libras anuales. Por el mismo concepto, el término de Almériz abonaba 6 libras. El término de la Algüerdia, de «cargo ordinario» por el riego con el agua de la alberca de Loreto, contribuía con 6 libras. Otros dos términos menores, Domingo y Forado, satisfacían de forma uniforme durante todo el último cuarto de siglo 2 libras 10 sueldos cada uno. 60

56. En el término de la Almoza ra, en la huerta zaragozana del sur de l E bro, los procuradores tenían agua franca de alfarda para tres cahíces de tierra; en el término de las F uentes gozaban del mismo privi legio en razón de su oficio los procuradores y el bolsero (PÉREZ SARRIÓN: A gua ... , p.231). 57. AMH, ms. 156, Actas, 29-4-1663. 58. AMH, ms. 159, Actas, 31-10-1665. 59. AMH, ms.160, Actas, 11 -1-1667. 60. Esta información puede obtenerse cons ultando los libros de cuentas del mayordomo. Véase nu estra Memoria de Licenciatura titulada Estudio de la estructura socioeconómica de /-Iu esca y su comarca en el siglo XVII , leíd a en la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza en septiembre de 1986 (inédita).

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Pero, fruto seguramente de su mala gestión, estos términos nunca cumplirían con sus obligaciones y los retrasos e impagos se arrastrarían año tras año. Para hacer frente a esta situación e intentar zanjar sus deudas con el concejo y con otros acreedores, cargarían censales que luego nunca se preocuparían de cancelar, cerniéndose sobre ellos este pesado lastre. Además, las pensiones de censales tampoco se satisfarían, acumulándose igualmente los retrasos de un año para otro. Esta espiral de continuo endeudamiento era difícil de frenar. Tras diversas iniciativas, en septiembre de 1674, el concejo ideó un plan para intentar cobrar estas deudas , especialmente las de la fuente de Bonés y las de las pensiones de censales caídas. Se decidió llamar a los procuradores de los términos para que, tras el estudio de sus cuadernos de cuentas, se viera que se podía ingresar. Se consignaría a favor de la administración del clavario « ... la sustancia y hazienda que dichos términos tuvieren para la paga de la ciudad». Además, se decidió que los arrendamientos de las aguas de los términos de la Algüerdia, Coliñénique, Domingo y Forado se hicieran a favor del administrador clavario. Se trataba , en buena medida, de un embargo de sus fuentes de renta. Y para acudir a sus obligaciones y pagos cotidianos, el clavario les haría entrega del dinero que estimara necesario contando con la autorización del jurado cuarto. 61 Pese a estos intentos, las deudas atrasadas hasta 1679 -de la fuente de Bonés y de las pensiones de censales- se elevaban a una cantidad importante:

L.

s.

A lgüerdia Coliñen ique Forado " " Domingo Lunes y Martes " " A lmériz " " Ribera " " Molino de Pontac

593 207 361 350 4 141 24 31

4 6 6 4

TOTAL

1.713

Término de " " " "

-

d.

-

6 8 11

-

-

-

-

17

Sólo el término de Lunes y Martes y el de la Ribera habrían conseguido disminuir su deuda de forma importante.62

61. AMH, ms. 167, Actas, Sobre los términos, 7-9-1674. 62. AMH, ms. 173, Actas, Informe de deudas atrasadas hasta 1679, mayo de 1680. Al hablar de la fuente de Bonés expl icaremos en detalle cómo se repartía el gasto.

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En abril de 1682 se leyó en una junta de asignados el estado de las deudas de los términos , especificándose lo adeudado al administrador clavario - 762 libras- o Se indicó además que todavía estaban pendientes de pago las 1.044 libras 17 sueldos anotadas en el libro del jurado segundo y que correspondían al repartimiento hecho entre los términos con motivo de los gastos de la fuente de Bonés. Todas ellas hacían un total de 2.175 libras 15 sueldos. Ante esta situación , los asignados decidieron que , respecto a aquellos términos que tienen arrendadas las aguas, el jurado cuarto estuviese presente en el acto de contratación y decidiese qué cantidad le parecía conveniente que pagara cada término, formándose comanda a favor de la ciudad. En cuanto a aquellos términos que no tenían arrendadas las aguas , ordenaron que se cobrara de los propios regantes del término y al que no quisiere pagar se le quitase el agua. 63 Diez años más tarde, en el consejo municipal de 30 de marzo de 1692, se volvió a tratar este espinoso asunto. En él se insistió en la elevada cuantía de lo adeudado por los términos del Domingo y Forado y «... que no hay medio para cobrar de dhos. términos si no es Arrendando las Aguas de dhos. términos en la forma que se haze con los de Lunes y Martes y la Algüerdia o no dándoles agua a dhos. términos».64 Según esto, con los términos de Lunes y Martes y la Algüerdia ya se habría aplicado en favor de la ciudad esa cesión de las rentas provenientes del arrendamiento de las aguas. Llamados por orden del consejo los procuradores del Forado y Domingo a fin de encontrar alguna solución, el primero de ellos se comprometió a pagar, en cada uno de los dos años en que ostentaría el cargo, «una pensión corriente y otra atrasada». A su vez, el procurador del Domingo respondió que consignaría a favor de la ciudad todo lo que adeudaban al término sus ·propios herederos y terratenientes «por que no tienen otros útiles».65 Dos días más tarde , la Asignación resolvió que cada uno de los dos términos debía pagar por el mes de agosto 15 libras por los censos y otras 15 por lo que debían del repartimiento de Bonés; y esto todos los años , hasta zanjar la deuda. 66 Pero una cosa son los deseos y otra muy distinta la realidad. En 1696 todavía se seguían arbitrando fórmulas y mecanismos de presión para que el término del Domingo contribuyera. En abril de ese mismo año , el concejo resolvió informar a dicho término de que todas las deudas que los herederos le debían serían cobradas en beneficio de la ciudad, quitándosele el agua a

63. AMH, ms. 175, Actas, Sobre deudas de los términos, 17-4-]682, f. ]28v. 64. AMH, ms. 183, Actas, Deudas de los términos, 30-3-1692, ff. 113r-113v. 65. AMH, ms. 183, Actas, Deudas de los términos, 27-6-1692, ff. 167r-]67v. 66. AMH, ms. 183, Actas, Deudas de los términos, 29-6-1692, f. 172v.

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quien no pagase. Si este medio no les parecía convincente, la ciudad pasaría a arrendar en su favor las aguas. 67 Ninguna de estas dos vías llegaría, sin embargo, a ponerse en práctica. El 28 de octubre de ese mismo año el consejo decidió que « ... pagando dho. término efectivamente a la ciudad en cada un año 15 libras jaquesas, empezando desde luego a pagarlas, se les dé el agua a dho. término, y de no executarlo assí, se quite el agua a dho. término».68 Por su parte, el término del Forado abonaría a la ciudad 2 libras 10 sueldos por una pensión de censos, comprometiéndose a su vez a pagar el día de San Juan , en el mes de junio de 1696, las 12 libras 10 sueldos restantes hasta completar las 15 libras. El concejo aceptaría dicha proposición. 69 El término de la Ribera del Flumen también tenía una deud a pendiente con la ciudad, pero en este caso por distinto motivo. El puesto de la Mayordomía había prestado a dicho término 74 libras 12 sueldos 4 dineros el año de 1686; diez años más tarde, todavía estaban sin cobrar. De nuevo se acudiría a los mismos procedimientos. En primer lugar, la ciudad le ofrecía quedarse ella con todas las cantidades que estaban adeudando al término sus herederos. Ante la negativa de los herederos de la Ribera a reunirse con las autoridades oscenses, se desvaneció tal posibilidad. En vistas de esto, el concejo decidió quitarles el agua y pasar a arrendarla en beneficio propio. 70 Otro término que arrastraba una importante deuda con el municipio oscense era la Algüerdia. A fin de ir cancelándola paulatinamente, este término decidió consignar todos los años parte del arrendamiento de sus aguas - 20 libras- en favor de la ciudad. 7! Lo mismo haría el término de Coliñénique, consignando en este caso 25 libras del arrendamiento de sus aguas. 72 Una junta de asignados convocada para tratar del endeudamiento de la ciudad con los términos o comunidades de regantes volvió a fijar en septiembre de 1697 unas normas generales de sobra conocidas. En primer lugar, aque-

67. AMH, ms. 186, Actas, Deudas de los lérminos , 21-4-1696, ff. 134r-134v. 68. AMH, ll1S. 186, Actas, Deuda del Domingo, 28-10-1696, ((. 262r-262v. 69. AMH, ms. 186, Actas, Deuda del término del Forado , 21-4-1696, f. 134v. 70. AMH, ms . 186, Actas, Deuda de/término de la Ribera, 2-5-1696, f. 141v, y también 15-8-1 696, fL 188r-189v. 71. AMH , ms. 187, Actas, Deuda del término de la Algüerdia, 29-6-1697, f. 176v. 72. AMH , ms. 187, Actas, Deuda de los términos, 26-7-1697, f. 188v.

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Has términos que tuvieren cargados censales a favor de la ciudad deberían satisfacer la pensión corriente y algo de las atrasadas. Los que no tuvieren carga censal sobre sus espaldas, deberían pagar una parte de sus deudas. Y, finalmente, a aquellos términos que hubieren consignado a favor de la ciudad alguna cantidad de sus arrendamientos de aguas no se les incrementaría con nada más. 73 Parecía que se habían elegido los instrumentos adecuados para poner fin a este asunto. Sin embargo, el siglo XVII se despedía con el mismo lamento de las autoridades oscenses: « ... que los términos de la ciudad están debiendo muchas cantidades al común y no hay medio de poder cobrar...».74

LA PREOCUPACIÓN MUNICIPAL POR EL APORTE DE NUEVOS RECURSOS HÍDRICOS. LA LUCHA POR EL AGUA Algunas consideraciones sobre la llamada «lucha por el agua»

El agua, al igual que la tierra, respondía al principio de la división de dominios o fragmentación de la propiedad característico del feudalismo, dándose con frecuencia una yuxtaposición de derechos. En el siglo XVII, como en los anteriores, la participación de los concejos en la distribución del dominio del agua sería muy activa. En esta «lucha por el agua» -suficientemente analizada por J. M. Latorre en la ponencia que precede- el concejo oscense tendrá que lidiar con los municipios colindantes - Arascués, 19riés, Banastás, Yequeda, Chimillas, Quicena, Tierz ... -, la Iglesia -monasterio de Montearagón, monasterio de Nuestra Señora de Loreto ... - y la nobleza -titulares de estos lugares de señorío limítrofes-o Como habremos tenido ocasión de conocer por los conferenciantes que nos han precedido, la ciudad de Huesca habría ido obteniendo a lo largo de los siglos -la mayor parte de las veces por concesión real- el aprovechamiento de los caudales de los ríos que la atraviesan, Flumen e Isuela. Pero como los azud es y acequias habría que abrirlos en términos pertenecientes a los lugares vecinos -Arguis, Nueno, Arascués, Igriés, Yequeda, Banastás, Chimillassería necesario obtener su asentimiento para el tránsito de las aguas. Esto dio lugar a una problemática, ciertamente conflictiva, en la que todas las partes implicadas litigaron denodadamente en defensa de sus derechos. Sin ánimo de adentrarnos en la misma, cabría apuntar, por ejemplo, los pleitos iniciados por la ciudad contra los lugares de Y équeda, Banastás e

73 . AMH, lllS. 187, Actas, Deuda de los términos, 16-9-1697, ff. 207v-208r. 74. AMH, lllS. 188, Actas, Deuda de los términos, 29-9-1698, f. 181v.

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Igriés, impidiéndoles que azutaran las aguas del Isuela. 75 O bien las veces que la ciudad se enzarzó en querellas con algunos vecinos de estos lugares -Chimillas, Banastás, Arascués- por cortar el agua de la acequia Mayor que venía a la ciudad. 7" Por no hablar de los conflictos que continuamente se suscitaban en el «partidero» de Arascués por el reparto del agua. 77 La crispación de estos lugares les llevaría a veces a cometer actos de sabotaje, rompiendo azud es y acequias. 7R En ocasiones, el enfrentamiento no sería propiamente con los vecinos de estos lugares sino con los señores titulares de los mismos, adquiriendo el conflicto otros tintes. Así, con el señor de Vicién y con el capítulo de Montearagón se llegaron a firmar sendas sentencias arbitrales. 79 La resultante de toda esta lucha por el agua a lo largo de los siglos conformó una distribución del recurso hídrico muy desequilibrada. Para algunos autores, como 1. de Asso, habría prevalecido el abuso, considerando injusto que, en la mayoría de los casos, los vecinos de estas poblaciones tuvieran que contentarse con ver pasar el agua por sus términos. so Sin embargo, antes de emitir ninguna opinión, bueno será conocer todas las iniciativas sustentadas por el concejo oscense. El inmenso esfuerzo municipal desplegado en la captación de nuevos recursos hídricos

Conocida la amplia esfera de actuación del intervencionismo municipal -obras públicas, abastos, hacienda, policía, guerra ...-, el control y regula-

75. AMH, ms. 181, Actas, Acerca de las agu.as de Yéqu.eda, Banastás e Igriés, 4-6-1689, f. 141v. AMB, ms. 68, Riegos, Presentación de una firma ganada por la ciudad al pueblo de Banastás sobre el río ¡suela, 1672. 76. Por cortar el agua y regar con estos caudales de la acequia Mayor la ciudad imponía a los infractores la tala de los cultivos (AMH, ms. 145, Actas, Sobre la tala de los de Chimillas, 1-5-1650, ff. 65v-66r). 77. Luego veremos en qué proporción se repartía el agua (AMH, ms. 153, Actas, Sobre el parlidero de Arascués, 10-7-1660, ff. 149r-150r). 78. Así, por ejemplo, los vecinos de Tierz rompieron en 1606 el azud y acequ ia del molino de Puyar;:uelos (AMH, ms. 103, Actas, Parte contra los de Tierz , 14-9-1606). 79. Con el señor de Vicién, D. Joseph de Gurrea y Aragón, se firmó una sentencia arbitra l sobre el azud de Vicién en 1695 (AMH, ms. 68, Riegos, Sentencia arbitral sobre el azud de Vicién , 1695). La otra sentencia arbitral se firmó en 1655 entre el capítulo de Montearagón -señor jurisdicciona l de Quicena- y otras partes comprometidas en el riego de la ribera del Flumen (AMH, ms. 68, Riegos, Sentencia arbitral con Montearagón, 1655). 80. Asso, 1. de: Historia de la Economía Política de Aragón, Zaragoza, 1798 (editada por Guara, Zaragoza, 1983, pp. 39-40).

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ción de unos recursos tan escasos e insustituibles como son los exiguos caudales hídricos del término oscense ten ían que ser forzosamente exhaustivos. Como hemos podido conocer por los ponentes que nos han precedido, la historia agrícola de estas tierras aItoaragonesas ha sido un esfuerzo constante y obstinado por llegar al máximo aprovechamiento de las aguas, fundamentalmente de los dos ríos que cruzan su término, Isuela y Flumen. 81 Dada su exigüidad e irregularidad, el principal problema que afrontará la ciudad será el acrecentamiento de los caudales. Ya a comienzos de siglo, en 1606, el convento de Loreto ofrecía, como medio de pago de las deudas que tenía contraídas con la ciudad, la venta de las aguas que nacen en los montes de Gratal, propiedad de dichos frailes. 82 Sin embargo, existían algunas dificultades. En primer lugar, el conde de Sástago, D. Gabriel de Alagón, señor de Lierta, había aprehendido «el agua o tránsito della» oponiéndose a tal proyecto. Para orillar estas contrariedades y cerciorarse in situ de la importancia de estos acuíferos, la ciudad desplazó a la sierra de Gratal al justicia, acompañado de otras personalid ades como el señor de Alerre, el señor de Serué, el ciudadano oscense Lorenzo Lasús, Sebastián de Canales y un perito en cuestiones hidráulicas, el cantero Peña. Por su parte, el conde de Sástago estuvo representado por su «A lcayde» de Anzano , mientras que por el convento de Loreto asistió su prior. A pesar de todo, en el consejo municipal de 29 de marzo de 1606 el prior de jurados oscense informó del abandono de esta empresa, tanto por la insignificancia de los caudales -«habían hechado de ver que no era tanta como se pretendía»- como por dificultades relativas a la posesión jurídica de las mismas - aprehensión de las aguas por un noble, el conde de Sástago-. 83 No obstante, un año más tarde era el propio conde de Sástago quien volvía a ofertar a la ciudad dichas aguas. 84

81 . Muy interesa ntes de cara al conocimiento de la multitud de obras de infra estructura hidráuli ca son los a rtículo s que vi e ne publicando semanalmente Antonio NAVAL MAS e n el Diario del Altoaragón, e n el suplemento dominical «Cuadernos A ltoaragoneses» , dond e, a partir del hallazgo y descripci ón de estas obras, se aborda su estudio -aportando el dibujo y las fotografías- datando su crono logía e investiga ndo la autoría de las mismas. Tras definir sus usos y funciona Lidad, apela a su conse rvació n como patrimonio a rqueo lógico de todos los a ragon eses, co n un indudable inte rés socio histórico cuando no tambié n artístico. 82. AMH , ms. 449, Cartas Misivas, Carla a D. Marlín Monler de la Cueva, Huesca, 26-1 -1606. Según F Balaguer, los agustinos de Loreto obtendrían por dicha venta 4.000 sueldos (BALAGUER, F.: «Un soñador para un pueblo: Francisco de Artiga», El Periódico de Huesca, 10-8-1985, p. 64). 83. AMH , 111S. 103, Actas, Sobre la compra del agua de Gralal, 29-3-1606. 84. AMH , 111S. 449, Ca rtas Misivas, Carta a D. Gabriel de A lagón , Huesca, marzo de 1607. La titu lari dad de las mismas habr ía recaído en el conde tras el proceso iniciado entre el convento de Loreto y dicho noble y en el que inte rvino como árbitro e l gobernador de Aragón, Jerónimo de H e redi a. Según F . Ba laguer, <c .. la cacicada de l gobe rnador y la o posici ó n del alcaide de Anzano, diero n al traste con este proyec to de captar el agua del río Benia » (BALAGUER, F: «U n soñador. .. », p. 64) .

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Finalmente, el 24 de marzo de 1607 se le notifica a dicho conde la negativa de la ciudad, justificándola en que « ... en años estériles, no ha de llegar a aprovechar. .. ».85

La fuente de Bonés Con mayor éxito se saldó la pretensión de captar los manantiales que brotan muy cerca de Arguis y que se conocen como fuente de Bonés. Hubo que esperar sin embargo largo tiempo para que esta empresa fructificara. Ya a finales del siglo XVI se habían comenzado los trabajos para la conducción de estos caudales, que quedaron interrumpidos al poco tiempo. En 1602, el concejo oscense solicitó de Roma la licencia para la imposición de una sisa -sin cuya aprobación no podía gravarse al estado eclesiástico- con la cual subvenir a los gastos de traída de aguas de la fuente de Bonés por el Isuela, « ... cuyo coste será más de 4.000 ducados, y sin duda ha de ser de grandíssima importancia, este dinero ha hay de donde sacarlo sino es tomarlo a censal por los pocos propios que esta ciudad tiene ( ... ) hase pensado que remedio más suave para no empeñarlos ni que se sienta mucho es el hechar dos dineros en cada libra de carne, y porque en los eclesiásticos no se puede hacer sin licencia y consentimiento de la sede apostólica, será bien se suplique a su santidad sea servido de conceder licencia a esta ciudad para poner dicha imposición y sisa, y esto tan solamente para sacar este coste y gasto» Y' Para obtener su beneplácito se incide en las ventajas que tal proyecto reportará a la Iglesia: « ... dello ha de resultar muy grande beneficio y aumento a los fructos decimales y primiciales y nuebo provecho a los comben tos que todos tienen heredades y posesiones de esta ciudad que se podrán regar. .. ». Y como prueba de la veracidad de estos argumentos, se insta a que se informen en el arzobispado de Zaragoza o en el obispo de Barbastro y no en el prelado oscense ni en el abad de Montearagón « ... porque podría haber en ellos algún inconveniente ... »Y Las tensiones con la jerarquía eclesiástica local estarían agudas.

85. AMH, ms. 449, Cartas Misivas, Carta a D. Gabriel de Alagón, conde de Sáslago, 24-51607. 86. AMH, ms. 449, Cartas Misivas, Carta al Doctor Damasceno Cancer, Huesca, 2-12-1602. Véase nuestra Memoria de Licenciatura, Estudio ... y también , «Los libros de cuentas de las "sisas". Una fuente para el conocimiento de las obras de infraestructura hidráulica en las épocas de la Modernidad», en Metodología de la investigación científica sobre fu entes aragonesas 1I, ICE, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1987, pp. 257-263. 87. AMH, ms. 449, Cartas Misivas, Carta al Doctor Damasceno Cancer, Huesca, 2-1 2-1602.

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En realidad esta sisa no era nueva sino la continuación de la impuesta con motivo de la peste de Loporzano de 1599. Ésta gravaría la carne -dos dineros en cada libra- y se mantendría hasta recuperar los 2.000 escudos que, según estimaba el concejo, se habían gastado con motivo de ese contagio. 8s Habiéndose ya superado esa suma y tras no obtener respuesta de Roma para su prorrogación en el proyecto antedicho, el consejo municipal, reunido el 6 de marzo de 1603, estimó oportuno cancelar dicha sisa. Se pasarían las cuentas y de la cantidad sobrante de los 2.000 escudos se restituiría la porción correspondiente al clero, según ordenase el obispo, y el resto se entregaría al administrador clavario para ayuda en los gastos de conducción de la fuente de Bonés. El mismo concejo propondría como sistema sustitutorio de la sisa un aumento en el precio del arrendamiento de las carnecerías. 89 Para la efectiva realización de la obra se concertó una capitulación con los maestros Juan Combarel y Hernando Abadía. Según F. Balaguer, los maestros construirían un azud y una acequia hasta enlazar con la obra ya existente debiendo llegar hasta la mina principal próxima a Arguis. A partir de la iglesia de la Magdalena la acequia se haría de piedra, con uno o dos gallipuentes, a 300 pasos de dicha iglesia. El coste de toda la obra se estimaba en 58.000 sueldos. 90 Posteriormente se establecerían sucesivos acuerdos y subcontratas. Así, Juan Combarel y Hernando Abadía dieron a hacer una «mina» a Domingo Gilberte, cantero, vecino de Zaragoza, según las condiciones contenidas en la capitulación testificada en Huesca por S. Canales, el 30 de diciembre de 1602yl Poco tiempo después, el 3 de febrero de 1603, ambos subcontrataron con Juan de Arán, cantero de Zaragoza, el hacer un «gallipuente» y un pedazo de acequia por un precio de 9.000 sueldos. 92 Por su parte, Juan Combarel y Hernando Abadía decidieron repartir entre sí la obra que todavía restaba por concluir en dicha acequia, delimitando

88. AMB, ms. 449, Cartas Misivas, Carta a los síndicos de la ciudad en Zaragoza, Huesca, 30-7-1599. 89. AMH, ms. 100. Actas, Consejo de 6-3-1603 , ff. 80v-82r. 90. BALAGUER, F.: «EllO de agosto de 1657 y el agua de Bonés», Diario del AlIoaragón, 10-8-1990, p. 15. Se ha basado en AHPH, prot. 704, S. Canales, Capitulación entre Hemando Abadía y Juan Combarel y la ciudad para la construcción de la fuente de Bonés, 21-10-1602. 91. AHPH, prot. 704, S. Canales, Capitulación de la obra de la fuente de Bonés entre Juan Combarely HemandoAbadía , 18-4-1603, fL124r-128r. 92. AHPH, prot. 704, S. Ca nales, Capitulación entre Juan Combarel y Hemando Abadía y Juan de Arán, 3-2-1603, ff. 63r-67r.

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claramente lo que le correspondía a cada uno.93 La parte que le tocaba hacer a Hernando Abadía la subcontrató a Domingo Gilberte por un precio de 9.500 sueldos. 94 Pronto cambió el concejo de opinión, pues el 27 de abril de ese mismo año se decide que el dinero sobrante de la sisa, una vez restituida la parte correspondiente al clero, se entregue al administrador del aceite en lugar de al administrador de la cambra; la finalidad sería aliviar la deuda municipal con la cancelación de uno o dos censales. Si bien se destinaba a otro menester este capital inicialmente consignado a las obras de dicha fuente, no por ello se quedaban sin financiación. De hecho, se estimó que la Administración de la cambra podía hacerse cargo de costear estas obras: « ... podía dar poco a poco el dinero que resta, que no es mucho, para dicha fuente de Bonés ... ».95 Acercándose el mes de febrero, fecha en la que debían dar concluida esta obra, faltándoles todavía buena parte de ella y conscientes de la dificultad de los trabajos por el frío y nieves invernales, los maestros Hernando Abadía y Juan Combarel suplicaron al consejo, en el mes de noviembre, se les prorrogase el plazo de entrega. 96 Los recelos ya se habían desatado. En el consejo municipal de 30 de mayo de 1604 se decide proseguir las obras si bien , « .. . acabado el dinero que la ciudad debe de dar, no se les dé un dinero más, sino que dichos maestros, a cuyo cargo está, lo provean , y si no lo hicieren y cessare la obra, se les execute a ellos y a sus fian9as hasta que se le haya dado conclusión ... ».97 Preocupado el concejo por la marcha de las obras, decide que el jurado cuarto, en compañía del padre Cherubín, capuchino, muy experto en temas hidráulicos, y de un ciudadano oscense, examine el estado de las mismas. 98 Estas dudas e inquietudes de las autoridades oscenses pronto se revelaron que eran fundadas. En el consejo municipal de 25 de septiembre de 1605 se daba la noticia de la paralización de las obras y del abandono de los maestros, imposibilitados de concluir los trabajos, « ... ausentándose muchos días ha de la

93. AHPH , prot. 704, S. Canales, Capitulación de la obra de la fuente de Bonés entre .luan Combarel y f-1ernando Abadía, 18-4-1603, ff. 124r-128r. 94. AHPH, prot. 704, S. Canales, Capitulación entre f-1ernando Abadía y Domingo Gilberte, 18-4-1603, ff. 118[-121 v. 95. AMH, ms. 100, Actas, Que se dé a la Administración del Aceite el dinero de la sisa, 27-41603, f. 113v. 96. AMH, ms. 101 , Actas, Sobre la obra de la acequia y mina de Bonés, 30-11- 1603, f. 42v. 97. AMH, 111S. 101 , Actas, Sobre la acequia y mina de Bonés, 30-5-1604, L 93v. 98. AM H, ms. 101 , Actas, Sobre la mina de Bonés, ] 1- 10-1604, f. 140v.

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ciudad Juan Combarel, uno de los oficiales, y retirádose a la Yglesia Rernando Abadía, que es el otro ...». Ante este incumplimiento de contrato y deserción de los maestros, la ciudad intentó echar mano de sus fianzas, que lo eran Juan de arda, en 500 libras, y Bernardo Operé y Martín de Bardaxí en 2.900, encarcelándolos. Sin embargo, poco se podía sacar de sus haciendas al estar a nombre de sus mujeres , no pudiendo ser ejecutadas judicialmente en sus bienes. Urgiendo la necesidad de allegar recursos para concluir las obras, las autoridades consiguen obtener la promesa de que aportarán 2.000 escudos, «salvándolos de las obligaciones que tienen hechas», los 1.333 escudos, Rernando Abadía, y los restantes hasta completar la cantidad, Bernad de Operé y Martín BardaxU" Y efectivamente así tendría lugar, pues el 25 de abril de 1608 Remando Abadía solicitó del concejo que se le prorrogase el tiempo para entregar las últimas 188 libras que restaban para completar las 1.333 ofrecidas.100 Pero se necesitaban también canteros fiables para la consecución de las obras. Se ofrecieron los servicios de un cantero borgoñón que se comprometía a darla terminada por un presupuesto total de 1.200 escudos o bien ajustando la obra a 30 escudos la «bara cúbica», asegurando que la concluiría en ocho meses. Las autoridades deciden probar y verificar la capacidad de este cantero con un seguimiento puntual de la obra, pues parece ser que se tenían serias dudas de su eficacia. 10 1 Poco tiempo después , en enero de 1606, también se recluta a otro cantero borgoñón, «persona inteligente en minar peñas», para llevar a cabo «cierta experiencia» en la mina de Bonés con un presupuesto de 50 libras. 102 Un mes más tarde se contrataba al cantero Diego Latorre para terminar la mina.,o3 Pero también ahora las obras quedarían inconclusas y habría que esperar 50 años para verlas terminadas. Mientras tanto, según F. Balaguer, se había preparado un nuevo plan consistente en terminar la acequia de Bonés y construir un pantano al pie del castillo de Nuestra Señora de Ordás. Sin embargo, se topó con la oposición del señor de Ayerbe, que lo era también de Arguis y Nueno, el cual se negaba a otorgar la licencia para la construcción del pantano por temor a una posible rotura del mismo que anegara las posesiones de los

99. AMH, ms. 102, Actas, Sobre la mina de Bonés, 25-9-1605. 100. AMH, ms. 104, Actas, Petición de [-lernando Abadía, 25-4-1608. 101. AMH, ms.102, Actas, Mina de lafuenle de Bonés, 17-10-1605. 102. AMH, ms. 103, Actas, Mina de Bonés, 9-1-1606. 103. AMH, I11S. 103, Actas, Mina de Bonés, 10-4-1606.

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EL INTERVENCION ISMO MUNICIPAL EN EL REGADfO OSCENSE (S IGLO XVII)

vasallos de Nueno. Esto hizo que se abandonara por entonces el proyecto del pantano y se centrara como objetivo la conclusión de las obras de la acequia de Bonés. 104 El 11 de junio de 1653, las autoridades oscenses, acompañadas del hermano religioso de la Compañía de Jesús Pedro de Asín, subieron a inspeccionar ocularmente las posibilidades de esta empresa. El informe elaborado por Pedro de Asín invitaba a « ... proseguir la mina como de acer la laberca». El gasto estipulado por estas obras - « ... como es el passar la mina, hazer y limpiar la azequia, reparar el Gallipuente, fortificar la acequia que pasa por él y algunos varranquillos que atraviessan la dha. acequia, dexándola con toda perfección»- sería como máximo de 2.000 ducados. 105 Dos años más tarde, en agosto de 1655, los jurados segundo y cuarto, acompañados de algunos ciudadanos, abogado y secretario de la ciudad y procuradores de los términos, juntamente con el padre de la Compañía de Jesús, Pedro Asín, un religioso carmelita descalzo y Mathías de Riomayor, vecino de Ayerbe, peritos en construcciones hidráulicas, fueron a reconocer es tos manantiales de Bonés. 106 F. Balaguer, que estudió esta misma documentación, resumió los resultados de dicha inspección. Tras cerca de dos años de arduos trabajos, en agosto de 1657 se concluían las obras. lO? Se había conseguido por fin concluir con éxito el tenaz esfuerzo de tantos años. Pero las exhaustas arcas municipales necesitaban recuperar las cantida-

104. BALAGUER, F.: «EllO de agosto ... » , art. cit., p. 15. 105. AMH , ms. 147, Actas, Agua de Sonés, 11-5-1653. 106. AMH, ms. 149, Actas, Fuente y mina de S onés, 29-8-1655 . 107. « ... Los peritos exam in aron la min a, la acequia vieja y el ga llipue nte. A su juicio, la fuente de Bonés no ll evaba - era el mes de agosto- apenas un a teja y calculaban que e n a bril o mayo podría lleva r una muela. Discurriendo por aquellos parajes encontraron que un barranco situ ado a poca distancia, recogía el agua de Bonés y de otros manantial es, march ando por su cauce una muela que en primavera podrían ser dos o tres. E l agua se tomaría de un azud , junto a una peña, desde donde se conduciría fácilmente por una acequi a que te ndría media legua y discurría por un monte que era del señor de Rasa\. Esta acequia ll ega ría hasta el coll de la Manzanera, en el ca mino rea l de Sa ll ent, e ncaminándola a man era de canal de molino hasta dar en la foz de Arguis. Visto el informe de los peritos, el concejo acordó desistir del antiguo arbitrio de la mina y respecto al nuevo proyecto se pasó a una junta pa ra que fuesse exa minado. Parece que el proyecto fu e modificado en parte, pero las obras comenzaron pronto y se ll evaron con gran diligencia, a lo largo de un invierno muy riguroso, con frecuentes nevadas y con vientos huraca nados que tronzaron árbol es y se Ll eva ron por delante la caseta de los trabajadores. Los trabajos duraron cerca de dos años y ellO de agosto, día de San Lorenzo, del año 1657, llega ba a Huesca por vez primera , el agua de Bonés» (BALAGUER, F.: «EllO de agosto ...», art. cit.).

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des adelantadas para la realización de estas obras, que habían ascendido a 3.894 libras 13 sueldos 8 dineros.100 En el consejo de 28 de noviembre de 1657 ya se apuntó la posibilidad de repartir estos gastos entre los términos y personas beneficiadas con el riego de dichas aguas. El 27 de enero los términos se habían juntado para tratar del reparto del gasto.I(~) Finalmente, el 31 de octubre de 1660 el consejo municipal informaba de que, de las 3.894 libras 13 sueldos 8 dineros gastadas en la conducción de estas aguas de Bonés, se habían repartido entre los términos 2.400 libras, quedando todavía por consignar 1.494. Los contadores de la ciudad instaban a las autoridades oscenses a que redistribuyeran esa suma pendiente entre aquellos que se pudieran beneficiar de estos caudales. Siguiendo estas directrices, el concejo de 25 de marzo de 1661 decidió que se ampliara también la nómina de los que debían pagar a los molinos de Cortés y Morana, al término de la Closa y a las heredades francas de los herederos de Artigas y de Juan Casterad. Posteriormente, se ajustó la cantidad con la que debían contribuir. Así, Vicente Pontach , como dueño del molino de Cortés, debía abonar 2.000 sueldos; el doctor Martín Juan Marquínez, como dueño del molino de Morana, pagaría 1.000 sueldos; y los herederos del término de la Closa, 600 sueldos, para cuyo pago tenían cuatro años de plazo.I(O Sin embargo, el hecho de que se asignara y distribuyera el gasto no significaba que éste se hiciera efectivo. Los términos de la ciudad no cumplen completamente con el pago. La ciudad estudia diferentes fórmulas para obligarlos, desde ejecutar judicialmente sus bienes hasta cortarles el suministro de agua. Pero el problema se agrava porque, como ya vimos, no solamente debían lo asignado por la construcción de la fuente de Bonés, sino que también arrastraban deudas por el impago de pensiones de censales atrasadas, alcanzando conjuntamente la suma de 1.713 libras 17 sueldos 1 din ero, repartida según el cuadro siguiente:

L08. AMH, ms. 154, A cequia de Bonés, 31-10-1660. 109. AMH, ms. 152, Actas, A gua de Bonés, 3 1-10-1660; y también 27-1-1658. UO. AMH, ms. 152, Actas, Sobre el repartimienLo del gasto de la fuenl e de Bonés, 31-101660; 25-3-166 1 Y tambié n 28-10-1661.

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DEUDAS DE LOS TÉRMINOS POR EL REPARTIMIENTO DE BONÉS y POR LAS PENSIONES ATRASA DAS.* 1680 I' ENS ION ES ATRASADAS TÉRMINOS

Algücrdia Co liñ é nique Forado Molino Pontac Domingo Lunes y Martes La Ribera Almériz He r. M. Palacín

REl'AlnO DE liONÉS DIVERSOS

TOTAL

12/J0/-

-

3/16/11 24/-/45/-/-

593/-/207/6/6 361/6/8 31/18/350/4/11 4/-/24/-/67/12/74/5/-

987/17/11

85/6/11

1.713/17/1

P. ANUAL

TOTAL

ASIGNADO

ADEUDADO

10/-/7/1 0/5/-/1/14/5/-/-

280/-/77/4/7 13 1/16/8 23/ 18/96/8/-

-

-

300/14/130/1111 229/10/8/-/250/-/12/-/-

300/14/13011/11 229/10/8/-/250/-/4/-/-

-

-

-

-

-

-

67/12/-

67/12/-

2/5/-

29/5/-

-

638/12/3

997/17/11

TOTAL

-

-

'" En libras/s ueldos/din e ros.

Al hablar anteriormente del endeudamiento de los términos ya ofrecimos globalmente la cuantía del mismo, que ahora aquí desmenuzamos. También se apuntaron entonces las fórmulas arbitradas por la ciudad para su cobro. Pues bien, la cifra inici almente prevista -1.044 libras 17 sueldos- a repartir entre los términos por el gasto de Bonés se vio reducida a 997 libras 17 sueldos 11 dineros. Al término de Algüerdia se le asignó mayor cantidad , seguido de Domingo, Forado y Coliñénique. La contribución del resto es muy pequeña y en ocasiones nul a. Con la adecuació n de estos man antial es de Bonés culminaba el tenaz esfuerzo de muchos años. Pero las preocupaciones municipales no desaparecerían. La limpieza y mantenimiento de la acequia obligarán a realizar continuas mejoras. De hecho, las propias Ordinaciones de la ciudad, como ya vimos, estatuían con mandato imperativo la visita anual en el mes de agosto para asegurarse de su buen estado. El mantenimiento de estas obras exigiría del concejo continuas reparaciones con notable dispendio económico. Estas reiteradas act uaciones restauradoras llevaron al concejo a pensar en otra fórmula distinta a la de realizar directamente los trabajos: trasladar la responsabilidad del mantenimiento y limpia de la acequia a un encargado, a ser posible vecino de algún lugar limítrofe, por una cantidad anual. "] Esta contratación permitía

111. Así tuvo lugar e n 1661 (A MH, ms. 154, Actas, Fuente de Bonés, 30-1-1661) Y tambi é n e n fe brero de 1682: «... se a a li ad o que a ntes se gobernaba dando veynte y cinco libras jaquesas a uno de A rguis po r conservar e l agua y limpi ar la aceq ui a, qu e a hora se aUa quien se obligará a co nserva rla dándol e, por 3 a ños, 68 libras, e ntregándole baora de contado 32 libras y lo d e más e n dos años sig uientes ... » (AM H , ms. 175, Acta s, Fuente de Bonés, 9-2-1682, f. 87v). En septie mbre d e 1684 se ha bría cumplido e l tiempo del contrato esta bl ecido e ntre la ciudad y dos vecin os de Arguis y Ve ntué d e Rassal para la limpi a de la fu ente d e Bonés y las autoridades oscenses decidieron re nova rles de nuevo e l contra to (AMH , ms. 176, Actas, Fuente de Bonés, 13-9-1684, ff. 29S r-29Sv) .

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a la ciudad desentenderse de la gestión de un mantenimiento costoso en tiempo y dinero. Claro está que las obras de mayor entidad seguirían siendo abordadas por el concejo. 1I2 Pero para la financiación de estas mejoras y otros reparos de importancia que se fueran sucediendo la ciudad ya podía contar con el dinero de la sisa impuesta para las obras de la plaza de la Seo y alberca de Cortés y que después se continuaría para las obras del pantano de Arguis. La fuente de la «Barqa» y manantiales próximos

Este denodado interés que la ciudad tiene por conservar y aumentar el caudal de las aguas destinadas al riego se agudizaba en los meses de abril y mayo, cuando el líquido elemento era más necesario. En esta línea se enmarcaría la tentativa de captación de una «fuente muy caudalosa que discurre al Gállego, poco distante de la Ban;a que viene a la Ysuela». Las aguas de la fuente de la Ban;a, próxima a Arguis, ya venían conducidas desde antaño al río Isuela y, como vamos a ver, a lo largo del siglo fueron objeto de diversas reformas. Pues bien, junto a esta fuente de la Ban;a, en el territorio de don Justo de Torres, señor de la baronía de Rassal, brotarían estos manantiales que, al decir de Pedro Lasala, entendido en medición de caudales de fuentes, «.. . con mucha facilidad y poco gasto se podía volver a la dicha Ysuela, y con las dos juntas vendría de ordinario una grande pressa de agua con la qual se regaría mucha más tierra de la que se riega, y en particular en los meses de abril y mayo que es más necesaria para los panes».' lJ El consejo municipal decidió inspeccionar esa fuente enviando al lugar a dos ciudadanos acompañados del perito en materia hidráulica Pedro Lasala. Esta fuente de la Ban;a que ahora acabamos de mencionar era otro curso de agua que, como la de Bonés, venía a incrementar el caudal del exiguo Isuela. Parece ser que desde antaño venía procurándose reconducir dichas aguas hacia este río evitando que se perdieran yéndose a la cuenca del Gállego. A lo largo de todo el siglo se suceden las actuaciones encaminadas a dicho fin. Tenemos constancia de que se hicieron reformas en 1605, 1608, 1609, 1610,1612, 1628, 1629, 1630, 1640, 1641, 1648, 1653 y 1661. Las de mayor envergadura tuvieron lugar en los años 1640-1641, llegándose a presupuestar un gasto de más de cincuenta escudos." 4 Esta necesidad de continuas y perió-

112. Así, los reparos que en septiem bre de 1686 se harían para subsanar una pérdida de agua - casi media muela- que se iba por el azud y ga llipuente deb ido a su estrechez (AMH, ms. 178, Actas, Fuente de Bonés, 11 -9-1686).

113. AMH, ms. 126, Actas, Fuente cercana a la

Bar~a,

28-8-1630.

114. AMH, ms. 136, Actas, Fuente de la BariA 28-8-1640. Solamente para su conclusión se habían em pl eado más de 200 carretadas de calcina (AMH , ms. 136, Actas, Fuente de la Bar~a , 25 8- 1641).

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EL I NTERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL REGADío OSCENSE (SIGLO XVII)

dicas reformas llevó al consejo a pensar, al igual que con la fuente de Bonés, en la conveniencia de contratar a alguna persona del entorno -Arguis o Nueno- que a cambio de una cantidad se comprometiese a mantener la fuente y su acequia en perfecto estado. l l s La captación de las aguas del Gállego: un proyecto futurista

De futurista y adelantado a los tiempos habría que calificar el memorial presentado por el concejo ante el rey Felipe IV solicitando permiso para sangrar el río Gállego y traer el agua a los términos de la ciudad. Este proyecto ya se había intentado poner en ejecución a lo largo del siglo XVI sin ningún éxito. En 1648 el concejo oscense estaba estudiando la posibilidad de hacer una nueva alberca sopesando si era factible el « ... traersse agua del Gállego y si el gasto ha de ser cossa que lo haga imposible ... »."6 Pero sería en 1656 cuando, según 1. de Asso, dos ingenieros enviados por el rey, juntamente con los jurados oscenses, inspeccionaron sobre el terreno las posibilidades reales, emitiendo dictamen favorab le para la realización del proyecto, según el cual se abría paso a través de la sierra de Presín. La ausencia de capitales para costear tan dispendioso proyecto y la creciente oposición de Zaragoza y otras poblaciones que regaban con el Gállego harían desistir del mismo. Seguramente , como dice F. Balaguer, e l proyecto en aquellos momentos era irrealizable; el nivel técnico de la época no permitía superar las grandes dificultades que la complicada topografía de la zona representaba. I17 Las fuentes de Salas y GUas, los ibones de Banastás y el barranco de Pebredo

Pero junto a estas grandes actuaciones se encuentran también los esfuerzos de menor altura , pero no por ello despreciables, destinados a aprovechar cualquier curso de agua, por pequeño que fuese. Así, en el consejo municipal de 4 de abril de 1616, se presentó una proposición de un vecino indicando las posibilidades que para el riego ofrecían unos manantiales que brotaban cerca de la ermita de Salas.l l s Un mes más tarde se volvía a tratar en consejo: « ... que

115. Esta posibili dad fue es tudiada ya en 1610 y sabemos que e n 1630 se nombró a un vecino de Arguis, Jua n de Ascaso, para este fin (AMH, ms. 127, Actas, Fuente de la Barc;a, 3-11-1630). En 1661, el concejo barajaba la posibiLidad de con tratar al mismo que se encargaba de hacer lo propio con la fuente de Bonés por una re tribución de nueve li bras. 116. AMH, ms. 143, Actas, Sob re traer agua del Cállego , 15-10-1648. 117. Asso: Historia ... , p. 39, y también BALAGUER, F.: «Los riegos en la Plana de H uesca», Argensola, 17 (1954) , pp. 49-56. 118. AMH , ms. 112, Actas, Lafúente de Salas, 4-4-1616.

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hay un agua baxo de Salas que mana de continuo con la qual dizense podría regar el término de Balcencos». La ciudad, tan preocupada por el incremento de caudales, daría su beneplácito para hacer los reparos y acequias convenientes , comprometiéndose a subvencionar la mitad del coste, mientras la otra mitad corría a cuenta de los interesados.11 9 La posterior ausencia de noticias nos induce a pensar que las cosas siguieron como estaban. De hecho, en 1667 todavía se estaba estudiando la posibilidad de conducir estas aguas al término de Balcencos, presupuestándose un gasto de 150 libras. IZO Sin embargo, los contadores se quejaron de la escasa utilidad de estas aguas manifestando que « ... viene a gozar della más los forasteros que los de la ciudad ...».lzl De cualquier forma, la ciudad daría el visto bueno al proyecto en 1667. No obstante, la existencia de unos años sin problemas de agua hizo que el proyecto se aparcase. Con la llegada de una nueva época de sequía se volvieron a destapar estos planes. Así, en septiembre de 1680, los agricultores interesados en estas aguas expusieron en un memorial los motivos que hacían conveniente acometer las obras: ... como en estos años pasados no a estrechado la necesidad, no se a instado en ello, pero conociendo lo que de presente universalmente padecemos, con todo rendimiento piden a V.S. los interesados confirm e la misma gracia V.S., pues no sólo es peculiar el Beneficio de los suplicantes sino común, pues el agua que esta partida consume de la acequia mayor y Laberca, teniendo esta asistencia, puede redundar en mayor abundancia del riego de Lunes y Martes, y aunque en todos los términos de la ci udad se padece esta falta com ún , pero en esta porción por ser el último ri ego padece más esta necesidad ... m

Pero este celo infatigable de que hace gala el concejo oscense en acrecentar los caudales acuíferos con que aliviar estas sedientas tierras, ante lo limi tado de sus resultados y lo dispendioso y oneroso de sus costes financieros, se torna en ocasiones más tibio y vacilante. Así, en 1623, las autoridades concejiles manifiestan que « ... sólo se t~ate de limpiar la Laberca que se dice de Cortés y no de buscar por agora otras aguas por la poca seguridad que se puede tener de su acierto ... ».123 De ese mismo parecer fueron los munícipes en 1648 al determinar que « ... cessen desde luego las diligencias de buscarla (el agua) por lo mucho que en ello se gasta y poco útil o ninguno que dello ha de resultar y que tan solamente se trate de las albercas ... ».lz4 Esa misma actitud

119. AMH, ms. 112, Actas, Sobre una agua con que se puede regar el término de Balcencos, 3-5-1616, f. 99v. 120. AMB, ms. 160, Actas, Sobre conducir un agua a Balcencos , 25-9-1667 . 121. AMH , ms. 160, Actas, Sobre el agua de Salas, 28-2-1667 . 122. AMA , ms. 173, Actas, Memorial del agua de la júente de Salas , 3-9-1680. 123. ABH, ms. 119, Actas, Sobre cierto eneaute para aumentar el agua , 29-1-1623. 124. AMA , ms. 143, Actas, Sobre las aguas, 9-10-1648.

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EL INTERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL REGADío OSCENSE (SIGLO XVI I)

restrictiva les llevaría también a cancelar proyectos aprobados, como ciertas obras en la fuente de San Miguel , por considerar excesivo el precio en que se habían concertado.l25 Pero no todo fueron nuevos aportes o nuevas captaciones de aguas. El concejo desplegaría también un enorme esfuerzo por mantener, mejorar e incrementar aquellos caudales que, utilizados desde antaño, exigían periódicas reformas o remodelaciones. Éste era el caso de los «ibones de Banastás». Las aguas de estos manantiales las compartían , tras la firma de concordia, la ciudad y e l lugar de Banastás con arreglo a esta proporción: cinco días a la semana las disfrutaba la ciudad y los otros dos Banastás. A su vez, el gasto de mantenimiento y limpieza se distribuía con esa misma relación : cinco partes corrían por cuenta de la ciudad y dos partes por ellugar. ' 2ó El caudal de agua suministrado se acrecentaba, obviamente, con la eficaz y puntual limpieza de los mismos. En 1605, en el concejo general de Pascua de Espíritu Santo, se decidió que la limpia de estos ibones se haría cada cuatro años, corriendo los costes a cuenta de Huesca y Banastás en la proporción indicada. Tenemos constancia documental de haberse realizado obras de limpieza y reformas en 1600, 1605, 1619, 1624, 1626, 1627, 1636, 1646, 1659, 1677 y 1695.127 Otros recursos hídricos brotaban en las inmediaciones del santuario de Nuestra Señora de Cillas y discurrían hacia el término de Miquera. ' 28 La posesión de estos caudales fue objeto de dura pugna entre el término de Miquera y la propia ciudad, llegando el primero a aprehender las aguas. 129

125. Ibíde m. 126. AMH, ms. 120, Actas, Albarán del gasto de limpiar los Ibon es, 25 -2-1624, L 93r, y ta mbi é n ms. [22, A ctas, Limpia de los Ibones, 29-3-1626. l27. AMH , ms. 102, A ctas, Ibones de Banastás, 9-9-1605. E l resto de la in formac ión proced e de las actas municipa les correspo ndie ntes a [os añ os citados. [28. Según L. Mur, que los de nomin a «ibon es de Miquera», su apo rtación en e l regadío e ra mayor que la d e otros « ... ta nto por e l cauda l de sus aguas que no se han visto agotad as , como por la exte nsió n de las tierras que a barca ... ». C ond uc idas por la acequia de Hue rrios, esta s a guas llega rían a lo s té rminos municipal es de Hu e rri os, Ba na ri és, C uarte y Huesca e in cluso e n años de escasez hasta e l té rmino d e la A[güe rdi a e inmediacion es de San Jorge (MUR V ENTURA , L.: Los riegos en el término municipal de Hu esca, C on sejo Provinci a l d e A gr icultura y G a nad e ría de Huesca, Huesca, 1919, p. 87) . 129. E sta confl ictivida d se e nma rcaría ta mbi é n d e ntro de esa <<lucha po r e l agua» que antes he mos a puntado (AMH , ms. 181, A c tas , A guas de Cillas, 20-9-1689, ff. 186r-186v, y ta m bi é n A prehensión de las aguas de Miquera, 6- [0-1689, f. 209r-v).

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Objeto también de litigio fueron las aguas del barranco de Pebredo, que atravesaba el propio de la ciudad del mismo nombre y las tierras del limítrofe monte de Vicién, disputadas por el concejo oscense y el señor del lugar de Vicién, don Joseph de Gurrea y Aragón. Como ya apunta~os, la firma de una sentencia arbitral en 1695 restablecería la paz y permitiría un uso compartido del agua. '3U Al margen de su utilidad para el riego de algunas propiedades de vecinos oscenses, con estas aguas se favorecía también el llenado de algunas balsas de inestimable valor para el ganado. Aparte de estas balsas de Pebredo, la docu mentación da cuenta de la existencia de otras similares en el monte de San Juan, Violada, Castejón y Becha ... La ciudad velaría por el perfecto mantenimiento de todas ellas.;31 Barranco de Santa Lucía, aguas perdidas de Loreto y fuente de «San Vicente el Bajo»: cesión de caudales a instituciones religiosas

Por el llamado barranco de Santa Lucía discurrían unas aguas que iban a dar al río Isuela sin que al parecer fueran aprovechadas para el riego por ningún vecino. Estando los padres capuchinos de San Francisco asentando su convento en esos primeros años del siglo y necesitando imperiosamente del agua, solicitaron a la ciudad les diese « ... licencia para traer encañada el agua del barranco de Santa Lucía porque sin ella les es imposible poder fabricar en aquel sitio ... ». Asegurada la ciudad de no lesionar intereses de terceros, les concedió dicha agua: ... para que a su costa la puedan traer y llevar a dha. su casa y monasterio que quieren fundar ( ... ) y servirse della perpetuamente mientras el dho. convento, casa y Monasterio durase para servicio de dho . convento y para regar los güertos y tierra que en él tuvieren y a él se agregaren sin que se les pueda poner estorbo ni intervalo ni impedimento alguno en tiempo ni manera alguna, con que haviéndose servido de dha. agua, después que no la hu vieren menester vuelva aquella a dar y se encamine al río de la Ysuela ... 132

Para evitar que nadie molestara a los capuchinos en el riego de sus tierras, las Ordinaciones de la ciudad, tanto las de 1631 como las de 1680, recogieron una serie de disposiciones restrictivas: ... por quanto esta ciudad tiene hecha limosna a los Padres Capuchinos del agua de la fuente de Santa Lucía para regar la huerta del Monasterio, en que

130. AMH, ms. 68, Riegos, Senlencia arbitral sobre el azud de Vicién , 1695. 131. AMH, ms. 120, Actas, Balsa de Violada , 28-8-1624; ms. 122, Actas, Limpia de la balsa de Violada, 22-9-1626; ms. 125, Actas, Limpia ... , 26-11-1628; y también ms. 138, Actas, Limpia .. ., 6-10-1643. Sobre la balsa de San Juan, AMB, ms . 148, Actas, Limpia de la balsa de San Juan, 27-9-1654; y también ms. 173, Actas, Limpia ... , 27-9-1680. Sobre las balsas de Castejón y Becha , rns. 168, Actas, Balsas de Castejón y Becha, 31-3-1675. 132. AMH, ms. 100, Actas, Donación del agua de Santa Lucía, 15-11-1602, f. 32v.

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EL INTERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL R EGADÍO OSCENSE (SIGLO XV II)

consiste todo su sustento, y se ha visto que los q ue tienen huertas y campos por donde dicha agua pasa se la toman en daño de sus hortalizas y plantas de la huerta, y la ciudad no consigue el fin de la limosna que ha hecho. Por tanto, estatuimos y ordenamos que qualquiere persona que tomare dicha agua, assí en Invierno como en verano, te nga de pena en cada una vez sesenta sueldos, aplicaderos la mitad al Jurado Quarto, a quie n encomendamos la ejecución de la presente ordinación, y la otra mitad al acusador, y por evitar el grande daño que se sigue y lo mucho que padecen los Padres Capuchinos que en los huertos y campos que están de parte de arriba del huerto de los dichos capuchinos, del camino que va a Santa Lucía, hasta la lsuela , se haga balsas y se meta agua en ellas y de cozerse en ellas los cañamos y linos. Por tanto, estatuimos y mandamos cerrar dichas balsas y que de nuevo no se puedan abrir otras, ni en ell as ni a la otra de ellas detener agua alguna y mucho menos cozer o curar en ellas cáñamo, lino, ni otra cosa alguna en pena de sesenta sueldos y los cañamos y linos perdidos, aplicaderos como los de arriba. Y a más de esto, dicho Jurado Quarto sea obligado a cerrar dichas ba lsas y executar y llevar dicha pen a y si fuere remisso, ser inquirido y castigado por los contadores ... J33

Otra concesión también de carácter benéfico, en este caso a favor del convento de Nuestra Señora de Loreto, tuvo lugar en 1644. Se trataba de unas aguas perdidas -«que no es de provecho a nadie sino dañosa a muchas heredades»- que atravesaban el camino que va de la ciudad al santuario y que eran muy apetecidas por los padres de Loreto para hacer una fuente en el claustro. 134 Ante la petición cursada de las mismas por parte de los conventuales, el consejo municipal de 14 de dicie mbre de 1644 decidió que, una vez comprobado que no se lesionaban derechos ni intereses de terceros, se les cediese el uso, que no la posesión, de dichas aguas. m También e ran pretendidas por otra institución religiosa, en este caso la Compañía de Jesús, las aguas provenientes de la fuente que estaba en «San Vicente el Bajo». De nuevo se repiten aquí los argumentos de las autoridades oscenses: la restitución de la fuente tendría lugar siempre y cuando hubiere plena seguridad de no perjudicar a nadie. Puesto que los padres de la Compañía querían utilizar estas aguas para el llenado de una cisterna, con evidentes perjuicios para el vecindario, la ciudad sólo les permitiría su aprovechamiento para provisión de un pOZO.1 36

133 . Ordinaciones de / 680 , p. 50. L. MUR recoge fragmentariamente la cita de las Ordinaciones en su obra Los riegos .. ., p. 27. 134. AMH, ms. 139, Actas, Agua de Lore/o, 14-9-1644. 135. « ... E l dho . consejo dij o que les ha zía y hizo gracia de l uso de dh a. agua para llevarla a su convento, quedando la ciudad siempre con e l dominio de e ll a, de man era que en cua lqui er tiempo que qu isie re quitársela y rebocarles dha. gracia pueda hazerlo, y con condición que dhos. padres haya n de ottorgar acto de acep taci ón con dhas. condiciones ... » (AMH, ms. 140, Actas, Agua de Loreto, 28-12-1644). 136. AMH, ms. 139, Actas, Sobre lajúente de la Compañía, 29-3-1644.

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Las fuentes de San Martín, San Miguel, del Ángel, del Ibón y del Coso Al igu al que esta fuente de «San Vicente el Bajo», las del Ángel, San Martín , San Miguel, Ibón y Coso tendrían un aprovechamiento primordialmente doméstico y sólo secundariamente complementarían el riego de algunas tierras. Pues bien, la ciudad, celosa defensora de la conservación y limpieza de las mismas, desplegó en 1606 un ambicioso plan de mejoras en las del Ángel, San Martín y San Miguel. Acudiendo a un mecanismo de financiación utilizadísimo en estos casos, para subvenir al pago de estas reformas se procuraría obtener licencia del obispo para imponer una sisa de dos dineros en la carne. Así, las obras en la fuente de San Martín se dieron a hacer a Pedro Peña, cantero, por un precio de 6.000 sueldos. Además del uso doméstico, con el sobrante se regaba el término de Vico. m Al mismo cantero le fueron adjudicadas, en ese mismo año de 1606, las obras de reparación de la fuente de San Miguel por un precio de 105 escudos más la cal que fuere necesaria. 138 En 1648 se estudiaría de nuevo la posibilidad de efectuar otras actuaciones, llegándose a concertar las obras en 150 escudos. Para sufragarlas se pensaba acudir de nuevo al dinero de la sisa. 139 La fuente del Ángel era una de las que más abundante caudal facilitaba para e l abastecimiento público de la ciudad. Las obras de reparo y mejoramiento se sucedieron a lo largo del siglo: 1603, 1606, 1608, 1610, 1647, 1677, 1681 Y 1687. Las de mayor envergadura se realizarían en 1608 -planeadas ya en 1606- con un gasto de 50 escudos y, sobre todo, las de 1672, para las que se aprobó un presupuesto de 180 escudos. 14o Al margen de su uso principal doméstico, subsidiariamente también ayudaría parcialmente al riego de algunas tierras del término de Angáscara. 141

1.37. De hecho, un heredero de dicho término se qu ejaba de no poder regar por el abuso de dos vecinos (AMH, ms. 173, Actas, Memorial de Aguslín Casanueba, 10-6-1680, ff. 146v-153r). 138. AMH, ms. 103, Actas, Fuente de San Miguel, 26-6-1606. 139. AMH, ms. 144, Actas, Fuente de San Miguel, 4-12-1648. 140. AMH, ms. 104, Actas, Fuente del Á ngel, 25-8-1608; y también ms. 167, Actas, Arreglo de la Fuente del Ángel, 29-6-1672. 141. E n 1600, con el agua de la fuente de l Ángel rega ban los herederos del término de Q uadrillos du ra nte dos días y dos noches cada semana - viernes y sábado- (AHPH, prot. 10.357, S. Canales, Capitulación del agua del término de Lunes y Martes, 12-3-1600, ff. 124r-1.37v). Según L. Mur y para el tiempo en que escribió su obra (1919), esta fuente fertilizaría unas 300 fanegas del término de Angáscara y después, en unión de la del Ibó n, todavía rega ría una extensión doble de tierra en el término de Cuadrillos (MUR VENTURA: L os riegos .. ., p. 86).

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EL INTERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL REGADío OSCENSE (SI GLO XVII)

Otra fuente muy importante para el consumo humano era la del Ibón. Tenemos noticias documentales de que se efectuaron ciertas reparaciones en 1622 y en 1652. En 1683 se decidiría cubrirla con pared pero las obras se aplazarían. En abril de 1687 se estudiaba retomar las obras siempre y cuando el presupuesto no excediese de 50 escudos. Un mes más tarde se daba carpetazo al proyecto de cerramiento al considerar que el coste estimado -doscientos escudos- era excesivo. 142 Para canalizar las aguas de la fuente del Coso, el insigne matemático, astrólogo, poeta y catedrático de la Universidad de Huesca don Francisco de Artiga, había diseñado cierto «artificio» que vendría a costar unos 25 ó 30 escudos y que fue aprobado por el concejo oscense. Tres meses más tarde, se informó en consejo municipal que para concluir la obra serían necesarias otras 25 libras, más el gasto de sacar las aguas; el concejo volvería a aprobar este incremento del presupuesto.143 Al llegar los años noventa se pierde el interés por esta fuente decidiéndose su demolición.'44

Intentos de construcción de nuevas albercas Otra forma de remediar la escasez de agua sería construyendo estanques artificiales, balsas, albercas, pantanos, que retuvieran el exiguo caudal para poderlo aprovechar en el momento oportuno. En este siglo XVII asistimos a varias intentonas, alguna de ellas saldada con clamoroso éxito, como la construcción del pantano de Arguis. Como hemos tenido ocasión de conocer por los otros conferenciantes, las albercas son probablemente las obras de fábrica más antiguas que para riegos poseemos. 145 Luego nos detendremos en las obras de limpieza y mantenimiento que e l concejo debió organizar, gestionar y, en parte, financiar en estas albercas de Loreto y Cortés.

142. AMH , ms. 179, Actas, Fuente del Ibón, 20-4-1687; 27-4-1687 Y28-5-1687. 143. AMH, ms. 176, Actas, Fuente del Coso, 18-2-1684, f. 111r, y también 3-6-1684, ff. 217r217v. 144. En 1692 se decidió deshacer dicha fuente y que la piedra se reutilizase para otras obras (AMH, ms. 183, Actas, Fuente del Coso , 30-3-1692). En 1696 la asignación formada al efecto reso lvió mudar la acequia del Coso (AMH, ms. 186, Actas, Acequia del Coso , 2-4-1696) . 145. Ésta es la opinión de L. Mur, remontándose incluso su origen al siglo XrIl: « ... pues ya sabemos que del siglo XIII hay documentos que citan las tierras regadas con dichos depósitos y además, muy posteriormente, hizo el Rey como auxilio donación de 8.000 sueldos jaqueses para recompon er las a lbercas, otorgada en Zaragoza el 24 de agosto de 1507, a petición de los Justicia, Prior y Jurados de Huesca, cuya cantidad habían de obtener de los colectores de la sisa real en atención al beneficio grande que con e llo se seguiría a las tierras de la ciudad ... » (MUR VENTURA: Los riegos.. ., p. 34).

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.Iesús lNGLADA ATARÉS

El anhelo de las autoridades oscenses por almacenar y reservar agua sería compartido por los particulares. Ya a comienzos de siglo, en 1612, un vecino oscense había presentado en el concejo general de Pascua de Resurrección un inform e a favor de que se iniciara la limpieza de la alberca Mayor o que se construyera una nueva, aportando cada vecino su trabajo personal (vecinal). Tenía sus dudas acerca del e mplazamiento y de su conveniencia: «... si sería más a propósito y cosa más conveniente hazer dha. Laberca de nuevo en lo de Banastás que limpiar la mayor.. .». Avalaba su propuesta e l hecho de que años atrás ya se había apuntado su realización y recogido en los libros de actas del concejo algunas resoluciones sobre este asunto. De momento, sin embargo, ambos proyectos quedaron para otros tiempos mejores. 146 La crisis agrícola de 1614-1615, propiciada por una sequía importante, haría que una vez más se retomaran estas propuestas. En mayo de 1616, el prior de jurados expuso ante el consejo que «.. . la esteri lidad del tiempo obliga a ver como se puede tra her agua a la ciudad y parece que en diversas ocassiones se ha puesto los ojos en algunas labercas que se pueden hazer y particularmente en la mjsma Isu ela, en el término de A rguis ... ». El concejo aprobó que las autoridades, asesoradas por maestros peritos, inspeccionaran esos terrenos para hallar el lugar m ás favorable para su ubicación. 14? Estas palabras de la máxima autoridad municipal serían premonitorias de lo que ava nzand o el siglo se erigiría en aquellas tierras como obra más emblemática: el pantano de Arguis. Pues bi e n, en cumplimiento de lo acordado en concejo, las autoridades oscenses, asesoradas por un padre capuchino experto en temas hidráulicos y diversos canteros, examinaron la foz de Arguis y declararon « ... no se había hallado donde hazerla si só lo en la dicha Alberca Quebrada volvi éndola a construir ... ».1 4~ El gasto estimado lo cifraron en 3.000 escudos para la construcción de la alberca «Quebrada» y en 5.000 pa ra la limpia de la a lberca de Cortés. El consejo decidió que se siguiera estudiando la vi abilidad y seguridad de la nueva alberca y de l gasto de la limpia de la alberca de Cortés y, una vez tomada la decisión, contactaran con el cabildo de la Seo a fin de solicitar la imposición de una sisa. 149 E l 29 de septiembre de ese mismo año de 1616, e l consejo municipal notifica que ya se ha informado al cabildo sobre el deseo de construir un a alberca nueva y la necesidad de imponer una sisa en la que contribuiría también el estado eclesiástico. La opinión del cabildo era favorable

146. A MH, IUS. L08, Actas, Sobre hacer una alberca, 21-5-1612. 147. AMH, ms. 112, Actas, Sobre hacer las albercas, 3-5-1616, f. 97 r. "148. Existen duda s so bre la localizació n de la ll a mada «Alb e rca Qu e brada». Según F. Balaguer, esta alberca se e mpeza ría a co nstruir ya en e l siglo XVI, resu ltando fallido el inte nto; seg ura me nte se ría la mi sma qu e se hallaba e n e l tér min o de Ban astás , conocida como de Santolaria (BALAGUER: «EllO de agosto ... », p. "1 5). 149. AMH,

IllS.

112, Actas, Sobre las albercas, 31-7-1616, f. 115r-v.

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EL IN TERVENCIONISM O MUNICIPAL EN EL REGADíO OSCENSE (SIGLO XVII)

pero no se pronuncia a la espera de la llegada del obispo, que en esos momentos estaba ausente. ISO Pero tras tropezar posteriormente con ciertas dificultades y reticencias por parte de la Iglesia en la aprobación de la sisa, en 1618 el concejo guardó para mejor ocasión la construcción de una nueva alberca y optó decididamente por la limpia de la alberca de Cortés. Los motivos aducidos oficialmente fueron el excesivo desembolso que tal proyecto exigía y las dudas en cuanto a su seguridad: «... que el coste y lo limitado de su resultado de gualquiere Laberca que se huviere de fabricar de nuevo ha de ser de muy grande coste, que lo menos llegan a ocho mil escudos, y que ha de haver muy poca agua y menos seguridad de que no se trasmine y peligro de enrronarse y otros muchos inconvenientes ... ». En el mismo consejo se apuntó el plan de la limpia de la alberca de Cortés, optándose, dada la envergadura y coste de la empresa, por una labor a cuatro o seis años. Para sufragar los gastos se echaría «... un vezinal, pues no es justo se gaste la bolsa común ... ». Nada se dice sobre solicitar de nuevo la sisa - que quedaría anulada-, optándose por esta aportación de trabajo vecinal. 15 1 En 1648, otra vez se volvía a la carga con la pretensión de construir una nueva alberca, corriendo ahora los gastos de su ejecución a costa de los términos interesados.ls2 Pero tampoco entonces se concluirían las obras, pues en 1680 el término de Almériz, azuzado por «la esterilidad y falta de agua», presentaría al consejo un memorial en el que exponía su plan de reedificación de la alberca «Quebrada», definiendo las características de la obra -« ... cuya pared tendrá seys barras de recio con sus estribos y otras prebenciones que aseguren su estabilidad y firmeza ... »- y solicitando de las autoridades el permiso para usar la leña y «caleras» que la ciudad tenía en el monte de la Almunieta para proveerse de cal. 153

LA ALBERCA MAYOR O DE CORTÉS Apuntada anteriormente la antigüedad de las dos albercas principales de la ciudad y explicadas sus vicisitudes a lo largo del siglo XVI por parte del doctor Latorre, nos detendremos nosotros en el análisis de su funcionamiento

150. AMH,

Dl S.

112, Actas, Sobre las albercas, 29-9-1616, f. 126r.

151. AMH, ms. 114, Actas, Sobre las albercas, 17-4-1618. 152. <c .. Se trate tambi én y confiera el hazerse una alberca en el puesto que otras veces se ha representado ha de ser de provecho, a gasto de los tér minos interesados ... » (AMH, DlS. 143, Actas, Sobre construir una alberca, 15-10-1648). 153. AMH, ms. 173, Actas, Memorial del término de Almériz, 3-9-1680, ff. 190v-191v.

112

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Jesús !NG LADA ATA RÉS

durante el XVII, en la regulación y distribución del agua, en los arrendamientos de la misma y, sobre todo, en las importantes obras de mejora y limpia que acometió el concejo entre los años 1680 y 1687. Ya vimos cómo el intervencionismo municipal oscense sobre los temas hidráulicos quedaba bien patente en las disposiciones recogidas en sus Ordinaciones. Por lo que respecta a la llamada «Laberca Mayo r», las Ordinaciones de 1680 estatuían que el jurado cuarto la visitara todos los años en el mes de julio para comprobar si necesitaba algún reparo, responsabilizándose también de su llenado durante los meses de diciembre, enero o febrero, en función de los caudales existentes, bajo pena de 100 sueldos.!54 Complementario de estas disposiciones era el encargo impuesto a las autoridades oscenses de llevar a cabo la limpia de la alberca siempre que al concejo le pareciese conveniente. La minuciosidad y el celo ordenancista lleva a regular incluso la asignación del gasto. Sobre los términos y heredades que podían regar con el agua se repercutiría parte del coste de la limpia. Sería el consejo municipal , en mayoría, quien estableciese la suma con que dichos términos contribuirían, mientras que el reparto particular de la carga por cada vecino, en función de las cahizadas de tierra que regase con dicha agua -«echa particular»-, lo estipularían los justicia, prior y jurados con asistencia de cuatro labradores versados en todo lo concerniente a la huerta. Puesto que la forma de administrar y regular el reparto del agua sería, como ahora veremos, vía arrendamiento, en evitación de abusos las Ordinaciones decretaban que los arrendadores no podrían percibir por derechos del agua más de dos sueldos por cahizada regada so pena de 20 sueldos. La forma de efectuarse el arrendamiento sería la común establecida para los demás arrendamientos.!55 Finalmente y acomodándose esta práctica a la norma general, en los meses de abril y mayo se pondrían las aguas por «Boquera» .!56 Expuesto brevemente el marco normativo, pasemos a analizar las diferentes actuaciones. En los primeros veinticinco años del siglo las obras de

154. Ordinaciones, p. 46. 155. Debía pregonarse públicamente la convocatoria un mes antes de que concluyera el ante rior arrendamiento, «tranzándose» públicamente «a la candela o al ramo». El consejo podía, sin embargo, abreviar dicho tiempo haciéndolo, como mejor le pareciere, en las casas de la ciudad. La fecha para acordar e l arrendamiento también era prescripta: febrero o marzo (Ordinaciones, p.179).

156. Ordinaciones, pp. 67-68.

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EL INTERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL REGADíO OSCENSE (SIGLO XVII)

reparación de la «botana» se llevaron todo el protagonismo. 157 A partir de 1633 se plantea la ejecución de unas reformas de mayor envergadura. Las autoridades, en compañía de canteros, examinaron la alberca y estimaron que, de completarse el muro a la altura del resto -poco más de 60 varas-, el presupuesto se situaría entre las 500 ó 600 libras, sin que por ello aumentase en gran medida el caudal. La ciudad despachó el asunto dejando la decisión en manos de los términos beneficiados, Lunes y Martes y Almériz, quien es, si querían efectuar dichas obras, debían correr con los gastos, pagando «... el censo de lo que costare el hazer dhos. reparos que ha de ser perpetuamente a más de las 18 libras que en cada un año pagan de arrendamiento ... ». En caso de que éstos no asumieran el gasto las obras no se realizarían, comprometiéndose la ciudad simplemente a reparar aquello que estuviese en peligro más inminente, no excediendo el gasto de 50 libras. 158 De cualquier forma , desde 1633 hasta los años setenta, las reparaciones no van más allá del normal mantenimiento, fechándose éstas en los años 1634, 1641,1648,1649, 1652,1653,1656 y 1668. 159 En torno a los años setenta se suscita el llevar a cabo unas obras de reparación de mayor fuste. A éstas se sumaría la necesidad de efectuar una gran limpia de la alberca, pues la capacidad de almacenaje se habría mermado con el transcurrir de los afios por la acumulación de ti erras y fangos arrastrados por las aguas. Ya vimos anteriormente cómo las Ordinaciones compelían a las autoridades a limpiarla, reglamentando incluso el reparto del gasto. Y efectivamente, a lo largo de la primera mitad del siglo se habían efectuado algunas limpi as parciales. En torno a 1652 se duda entre limpiar la alberca o reconstruir la llamada «alberca Quebrada», optándose, al parecer, por la primera de las medidas. 160 Sin embargo, la limpia no se rea lizaría pues en 1669 los contadores de la ciudad instan a las autoridad es a acometer esas labores por los beneficios que se derivan:

157. En 1603 se presupuestaron e n 200 esc udos las obras de recolllpos ició n de dic ha «botam\». En 1607 se da cue nta de haberse gastado e n e ll a 93 li bras 14 sueld os. Y las obras todavía quedarían sin co ncluir pues de 1610 a 1624 hay nu evas resoluciones indicando la necesidad de que se co ntinúe n las obras. E n 1624 queda consta ncia de ciertos reparos en la «botana ». Desde e ntonces ha sta 1633 se citan pequefias actuacion es en la alberca (información obtenida de la consu lta de las actas municipal es correspo ndi entes a esos años). 158. AMB, IllS. 129, Actas, Sobre los reparos de la alberca Mayor, 1-9-1633 . 159. AMB, Actas: IllS. 131, 10-12-1634; IllS. 136, 21-8-1641; ms. 142, 26-1-1648; ms. 144,8-61649; IllS. 146, 17-5-1652; I11 S. 147, 19-9-1653; Ill S. 151,30-12-1656; ms. 161, 29- 1-1668. 160. AMH , IllS. 146, Actas, A lbercas, 23-9-1652, f. 119v.

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.. . aunque se consiguió el traer el Agua de Bonés con tan excessibo gasto, no corresponden a él los útiles que se esperaban, y se cree que, si lo que en ello se gastó se empleara en limpiar la laberca mayor, se huviera logrado el gozar de más agua, y para tenerla pareze se havía de disponer que dha. laberca se limpiasse, dando motivo para hazerlo el tener ordinación real que trata de esa materia ... '6'

Intentando cumplir con este mandato se iniciarían las gestiones, en primer lugar con los términos más directamente afectados: Lunes y Martes y Almériz. Estos darían su beneplácito y ofrecerían contribuir en el gasto: « ... el término de Lunes y Martes consignará de los útiles de las aguas Mil libras, pagaderas en diez años, a cien libras cada año, y el dho. término de Almériz offrece para el mismo intento, y consignará de los útiles de la agua, Quinientas libras jaquesas pagaderas en diez años, cinquenta libras cada año ... ».'62 Tras innumerables consultas y reuniones acerca del sistema elegido para efectuar la limpia, en una junta de asignados se decidió probar con un plan propuesto por un perito en esa materia, Pedro Camarón. Los resultados no serían del todo satisfactorios pues, « ... aunque era bueno, se dexó por ser largo y costoso, y se prosigue la limpia con Peones, capazos y carros porque a parecido será de más conveniente ... ».'63Los gastos de esta limpia por el sistema tradicional correrían por cuenta de la administración de las pescas. Las obras irían a buen ritmo y los gastos, cómo no , también: hasta el 28 de octubre de 1670 se habían gastado ya 468 libras 16 sueldos 6 dineros .'64 Pero desde esa fecha hasta 1680 las fuentes documentales ya no hablan más de las labores de limpia. Las obras de reparación, sin embargo, sí que cobran ya gran relieve a partir de 1676. El consejo municipal de 9 de septiembre de 1676 decidió, tras examen de un informe elaborado por los peritos,'05 acometer las obras y tratar con

161. AMB, rns. 163, Actas, Plica de los contadores, 31-10-1669. 162. AMB, ms. 163, Actas, Limpia de la alberca, 5-5-1670. 163. AMB, ms. 163, Actas, Limpia de la alberca , 31-8-1670. 164. E l clavario y el mayordomo no podrían asumir esa gestión por estar completamente sobrecargados de competencias (AMB, ms. 163, Actas, GaslO de la limpia de la alberca de Cortés, 7-9-1670, y también 28-10-1670). 165. « ... Dicen Miguel de Aguas y Marco de Ola Segarra que , haviendo tanteado el coste de la obra para reparar la alberca de Cortés por la parte de la cequia, que es un lien<;o de pared de piedra picada de sessenta varas de largo poco más o menos y de alto quatro varas y de recio las dos varas de abajo an de te ner seis palmos y la tercera cinco palmos y la quarta, que será la última y más alta, quatro palmos de recio, con que toda la obra monta tresci entos y quince varas en quadro, con que dando al pie de la obra la cal y arena y portes de piedra, costará cada vara e n quadro de la obra, en picar y asentar y arrancar la piedra e n la cantera , ocho rea les por vara, con que correrá por quenta del oficial que la yciere el coste de los peones para cubrir fundamento, sacar la tierra y amasar cal y dar el recado a los oficiales ( ... ) Júzgase entrarán 600 cahíces de cal y de arena 400 carre tadas. Jú zgase entrarán 400 carretadas de piedra ... » (AMH, ms. 169, Actas , Informe de los peritos y petición del «Bre ve» , 9-9-1676, ff. 225r-227v).

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EL fNTERVENCfONfSMO MUNICfPAL EN EL REGAD ío OSCENSE (SIGLO XVrr)

el cabildo de la Seo oscense la solicitud del indulto apostólico o «breve» para la imposición de una sisa. Sin la aprobación de la Santa Sede no podría imponerse ninguna sisa, pues se necesitaba su beneplácito para que el estado eclesiástico, exento de todo tipo de contribuciones, concurriese también al pago de este gravamen. Efectuada dicha consulta, el prior de jurados expuso en consejo la opinión favorable del cabildo. 166 La asignación formada al efecto deliberó y remitió a las autoridades la solicitud del indulto, tratándolo con el cabildo y brazo nobiliario , instándoles a que solicitasen una cantidad a recaudar por la sisa mayor que la que se insinuaba. La suma en cuestión no era despreciable. El 29 de octubre de 1677, al levantar las cuentas de la sisa impuesta con motivo de los gastos de la peste de 1651-1652, la junta resuelve que « ... se pida luego breve a su santidad para aplicar 6.000 libras en los efectos de la sisa para limpiar y reparar la alberca de Cortés y pagar lo gastado en ella y en la pla~a de la Seo y assi mismo en hacer el Pantano de Nueno ... ».167 Como queda dicho, la solicitud de la sisa se haría , pues, para dos fines: la reparación y limpia de la alberca de Cortés y las reformas en la plaza de la Seo. Y, además, se trataría no tanto de una nueva sisa como de la prórroga de la impuesta en 1658 para recuperar las cantidades adelantadas con motivo de los gastos ocasionados por la peste de 1651-1652. 168 Esta sisa se recaudaría desde 1659 hasta 1679, hasta completar las 28.123 libras 5 sueldos, sobrando pues 102 libras 7 sueldos, « ... las quales quedaron buenas para la paga de las seys mil libras que en virtud de la nueva concessión de la sissa a de cobrar la ciudad por los gastos de la Plaza de la Asseo por la obra yAlberca de Cortés ...».169 Se había conseguido de nuevo este medio de financiación -impuestos indirectos sobre el consumo- que permitía afrontar con tranquilidad la realización de las obras descritas. Éstas se proseguirían con mayor intensidad. De la importancia de las obras de reforma del muro de contención, «botana» y

166. « ••. respondi endo venían gustossos en que se continuasse la sissa para la obra de la alberca de Cortés expressando que la ciudad pidiesse el yndulto Apostólico como se ba hecho en la obra de la pla¡¡;a de la Asseo ... » (AMB, ms. 169, Actas, Respuesta del cabildo a la embajada sobre la A lberca de Cortés, 7-10-1676). 167. AMB, Libro de la sisa, LevantamienlO de cuentas, 29-10-1677. 168. Toda esta problemática ya fue analizada por el autor en su Memoria de Licenciatura, Estudio de la estructura ... ; en «E l intervencionismo municipal ante las crisis de subsistencias y epidémicas del siglo XVII, según las "Cartas Misivas" de la ciudad de Huesca», Argensola, 97 (1984), pp. 57-98; Y también, en «Los libros de cuentas de las "sisas". Una fuente para el conocimiento de la financiac ión de las obras de infraestructura hidráulica en las é pocas de la Modernidad», en Metodología de investigación científica sobre fuentes aragonesas, Il , Instituto de Ciencias de la Educación, Zaragoza, 1987, pp. 257-263. 169. AMB, Libro de la sisa, 27-10-1682.

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«rasera» da fe el notable aprovisionamiento de materiales de construcción que se puso a disposición del encargado, Domingo Fortuño. 170 De cualquier forma, el reparo de la «botana» se pospuso hasta el año 1689, mientras que el paredón y frente de la alberca, habiendo declarado los peritos no revestir riesgo alguno , no fueron reedificados.1 71 Inaplazable era sin embargo acometer la faena de limpieza de la alberca, muy disminuida en su capacidad por la acumulación de Iodos y fangos. En julio de 1680 la asignación formada a tal efecto dio luz verde para el inicio de las tareas, propugnando como medio menos gravoso el realizarlas a «vecinal». 172 Posteriormente, considerados los inconvenientes de esta medida, el consejo municipal decide sustituirla acudiendo al crédito. Se trataría de tomar prestadas 1.500 libras -pagando un interés del cinco por ciento, aun sin llegar a cargar censo-, obligándose como fianzas cuatro o seis ciudadanos de los muchos que al parecer se ofrecían y saldándose después -capital más intereses- con el dinero de la sisa. 173 Esta sisa seguiría aplicándose hasta 1683 con las mismas cláusulas con que había sido impuesta en 1658. Éstas, en esencia, consistían en el pago de una tasa de dos sueldos por saco o un sueldo por «talega» o, también, tres dineros por fanega de los panes que se molturasen en la ciudad y otra tasa sobre todo género de carnes que se vendiese en las tablas de la ciudad, a razón de dos dineros por cada libra de carne. 174 A partir de 1683 se introdujeron algunas modificaciones. l75 Estaría vigente desde 1680 hasta 1687, plazo en el que se

170. Entre otros. 1.300 cahíces de cal y otros más que se esta ban cociendo para ello (AMB, ms. 169, Actas, Cal., 28-10-1676). Insuficiente esta cantidad, en 1681 se apalabraría para acabar la obra de la alberca cierta cantidad de cal con un vecino de Banastás, a precio de 2 sueldos 1 dinero (AMH, ms. 174, Actas, Cal. , 17-8-1681). En octubre de 1680 se habían gastado 400 «cabezales» por valor de 50 libras y otros maderos por valor de 18 sue ldos (AMB, ms. 173, Actas, Materiales , 28-10-1680). 171. AMH, ms. 173, Actas, Informe , 16-8-1680; y también ms. 181, Actas, Botana, 28-8-1689. 172. AMB, ms.173 , Actas, Limpia, 29-7-1680, f. 182v. 173. AMB, ms. 173, Actas, Limpia, 1-8-1680, f. 184r. 174. Para conocer en detalle todos los pormenores de estas sisas véase mi Memoria de Licenciatura y también «El intervencionismo ... ». 175. Así, por las terneras menores de se is meses que se pretendiesen entrar en la ciudad, durante la feria de San Martín , habría que pagar ocho sueldos. E l arrendador cobraría sisa por los bueyes, vacas y terneras que se sacrificaran en la ciudad , además de la que ya se pagaba por los cerdos. Se dividirían en tres partes las penas pecuniarias y e l género confiscado impuestos por fraud e en la sisa de la carne vendida en las tablas de la ciudad. Se denegaría el permiso de entrada de carne a aquellos prop ietarios de ganado que hici eren daiio en las heredades. El arrendador abonaría, además del precio y cargos seiialados por la capitulación, otras asignacion es diversas a l secre tario y miembros de la junta, al andador y corredor, a los jueces de las

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.;1··:

EL INTERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL REGADío OSCENSE (SIGLO XVII)

completaría la recaudación de las 6.000 libras solicitadas. Lo obtenido anual mente por el arrendamiento de la sisa vendría dado por el siguiente cuadro: INGRESOS NETOS* RECAUDADOS POR LA SISA DE 1680-1687 PARA LAS OBRAS DE LA PLAZA D E LA SEO y ALBERCA DE CORTÉS'76

Sobrante del arrendam iento de Del arrendamiento de

De una restitución de Del arrendamiento de De 5 meses y tres días

1679 1680 1681 1682 1683 1684 1685 1681 1685 1686

TOTAL

102/7/766/-/816/-/816/-/752/-/771/-/816/-/10/-/2/12/816/-/332/1 /6.000/-/-

'" En libras, sue ldos y d in e ros.

En realidad , como ya dijimos, esta sisa había sido concedida para un doble cometido, pero desconocemos con exactitud cómo se repartió el gasto. De la documentación se infiere que se priorizó la limpia de la alberca. De hecho, apenas se informa de las obras de la Seo. Así, al pasar las cuentas de 1681, la junta de la sisa dispone « ... que la ciudad nombre persona para que concluida la obra de la Alberca se haga la Plaza de la Seo», indicio claro de que la última quedaba pospuesta a la realización de la primera. Si a eso añadimos que en 1686, a punto de concluir el tiempo de vigencia de la sisa, la junta advierte que « ... sólo le falta por cobrar a la ciudad hasta novecientos o mil escudos y que la concesión de ese indulto en parte fue para embellecer la plac;a del Asseo que fa lta por hacer lo que pareciere en el paredón ... », todo induce a pensar que el grueso de la inversión, por no decir todo, se destinó a la alberca. m

pe nas de la sisa , a l que recibía e l d ine ro de la sisa y a l secre tario por testlficar la capitulación (véase mi Memoria de Licenciatura y, tamb ié n, «E l inte rve ncion ismo ... »). 176. Cuadro e laboraclo a part ir de las cuentas de l L ibro de la sisa . Las 102 libras 7 sue ldos corresponden al sobrante del último año de l arrendamiento de la sisa de la peste de 1651 -1652. 177. AMH , ms. 178, Actas, Sisa , 31-3-1686. Sin e mbargo , en 1676, con e l dinero de la sisa impuesta para e l con tagio se acudiría al gasto de la plaza de la Seo por un monto de 1.257 libras 19 suelclos (AMH , Libro de la sisa, 30-10-1676).

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Jesús INGLADA A TARÉS

La prueba más contundente sería conocer el cómputo de todo lo gastado en la alberca. Aquí tropezamos con algunas dificultades, pues a veces el gasto no viene especificado. Sólo en los primeros años conocemos, en buena medida, la distribución del mismo. l78 De cualquier forma, sólo en estos primeros años de vigencia de la sisa la limpia de la alberca se habría llevado cerca de 4.000 libras, sin incluir otros gastos menores. Pese a la seguridad que otorga el tener asignados todos los ingresos de la sisa, los gestores no estarían exentos de dificultades; en ocasiones, se encontraron con que lo gastado en el ejercicio era superior a lo asignado por la junta de la sisa. En esa situación no quedaba otro remedio que acudir al crédito. m Pues bien, hasta aquí ya hemos visto las disposiciones municipales sobre el reparo y limpia, así como la distribución del gasto. Veamos ahora todo lo concerniente al control y distribución del agua. En primer lugar, hay que recordar que la alberca de Cortés se llenaba con las aguas del Isuela -acrecentadas posteriormente con la construcción del pantano de Arguis-, que , represadas en el azud de Nueno, serían conducidas por la acequia Mayor. Con sus aguas se complementaba el riego en los términos de la Algüerdia, Cagigar, Lunes y Martes, Forado, La Rejeta y Almériz. 1xo La ciudad cedería en arrendamiento el control y distribución del agua de riego de la alberca. Así, se desentendía de la gestión directa, regulaba el riego y obtenía una pequeña renta. Estos contratos de arrendamiento se firmaban por seis meses , desde primeros de abril hasta finales de septiembre. En pago de los servicios y trabajos en la gestión y control de las aguas , amén de la cantidad adelan tada como precio del arrendamiento, el arrendador tenía derecho a percibir de cada regante dos sueldos por cada cahizada de tierra que regase con las mismas. 181

178. Así, en 1679 se dieron a Lorenzo Fortuño 500 libras para la obra de la alberca . En octubre de 1680, se indica que se gastaron 1.644 libras 5 sueldos 11 dineros en la limpia ; en ese mismo mes del afio 1681, sería n 942 libras 7 sueldos; y para 1682 se computarían 772 libras 9 sue ldos 3 dineros. Para el resto del año no se especifica la distribución del gasto (AMB, Libro de la sisa, Levantamiento de cuentas. 29- 10-1679; 25-10-1680; 30-10-1681; 27-10-1682). 179. Esto es lo que ocurriría en ] 680. Habiendo asce ndido los gastos a la suma ele 2.300 Libras 10 sueldos 5 dineros, mientras que lo asignado por la sisa sólo alcanzó 1.148 libras 14 sueldos, la ciudad debió encontrar financiación para las 1.151 libras 16 sue ldos 5 dineros restantes. El concejo recurrió al préstamo de 400 libras de la cofradía de San Salvador, al cinco por cie nto, y a un ade lanto de 751 libras 16 sueldos 5 dineros por parte de la Administración de las Pescas. En cuanto hubiere dinero en las arcas de la sisa, estas cantidades serían resarcidas, juntamente con los intereses devengados (AMH, Libro de la sisa, Levantamiento de cuentas, 25-10-1680). 180. MUR: Los riegos ... , p. 37. 181. Si impusiere más de lo establecido, sería sancionado con la entrega de lo cobrado de más y otro tanto a repartir entre e l acusador y bolsa común; además, debía restituir al dueño de la heredad todo lo que le hubiera cobrado de más, so pena de 10 sueldos que se repartirían e l acusa-

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EL INTERVENCIONISMO MUNICfPAL EN EL REGADío OSCENSE (SIGLO XVII)

El arrendador estaba obligado a vigilar y guardar la alberca una vez que se había procedido a la suelta del agua. Ésta solamente podría hacerse en los días prescriptos por el jurado cuarto o la mayor parte de los jurados. Quedaba también a disposición del prior de jurados el imponer que las aguas de la alberca fueran por boquera, debiendo el arrendador acatar la orden. El regante que incumpliera el régimen de boquera incurriría en pena de tala. También se prescribía claramente la sanción que el arrendador podía imponer a aquellos que tomaran el agua sin su permiso o sin el del jurado cuarto: 50 sueldos, a beneficio del arrendador. El arrendador debía informar y acusar ante las autoridades municipales, en el plazo de dos días, a todos aquellos que incumplieran estas normas en el uso del agua, so pena de 100 sueldos. Estaba prohibido llenar la alberca con el agua de la acequia Mayor sin licencia de las autoridades, so pena de 30 sueldos; la misma pena tendría si se hallara «parada» en la alberca el agua de esta acequia Mayor. Estas penas se las repartirían, por igual, el acusador, la bolsa común y los justicia, prior y jurados. En cuanto a las labores de mantenimiento, las condiciones variaron. Así, en 1601, corría por cuenta de la ciudad «hacer la cequia, la ºut y el jusillo». En cambio, en 1627, era el arrendador quien debía realizar a su costa el azud, desenronar y limpiar la «botana» y dejarla como se le habría entregado. Respecto al llenado, nada se dice en 1601. En 1627, por el contrario, el arrendador estaba obligado a dejarla llena, tal como la había recibido, en el mes de febrero del último año de su arrendamiento, restituyendo también a las autoridades la llave y cerraja de la alberca. El arrendador debía cumplir y guardar el estatuto hecho sobre las aguas entre los procuradores de los términos de la ciudad. Finalmente, el arrendador debía abonar el precio del arrendamiento en dos tandas iguales, por mayo y septiembre. También corría por su cuenta pagar al notario y secretario de la ciudad y al corredor. l82

dor y bolsa común. Para la explicación de estos arrendamientos seguiremos, sobre todo , las capitulaciones de 1601 y 1627 (AHPH, prol. 703, S. Canales, Capitulación del arrendamienlO del agua de la alberca Mayor, 30-4-1601, ff. 121r-124r; y también prot. 719, S. Canales, Capitulación del arrendamiento del agua de la alberca Mayor, 9-4-1627, fL 117r-1l9v). 182. E l arrendador, que debía suscribir el contrato de arrendamiento para sí y no para otra persona, sólo podía contar con un «acogido». Aparte del precio del arrendami ento, pagaría una cantidad al notario por ordenar la capitulación , testificar los actos y hacer una copia. En 1601, este gasto representó un florín ; en 1627, ascendió a 60 sueldos.

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Jesús INGLADA ATARÉS

Pero veamos en un cuadro la evolución del arrendam iento: 183 EVOLUCIÓN DEL ARRENDAMIENTO DE LA ALBERCA MAYOR (1601-1627) AÑO

1601 1602 1603 1604 1605 1606 1607 1608 1609 1610 1611 1612 1613 1614 1615 1616 1617 1618 1619 1620 1621 1622 1623 1624 1625 1626 1627

ARRENDADOR

Gerónimo Marín, labrador Juan de Fa lzes, ciudadano oscense Gil de Siesso, labrador Jusepe de Aragón , domiciliado en Huesca Martín Calvo, vecino oscense Gerónimo Marín , labrador Antón López, labrador Lorenzo Palacín , vecino oscense Pedro del Saco, vecino oscense Miguel de Sassa, vecino oscense Antón López, labrado r Lorenzo Palacín, vecino oscense Tomás de Oña, menor Arnaut de Casanova, labrador Antón López, vecino oscense Lorenzo Pal acín, vecino oscense Jaime de Diago, mancebo Miguel Castán, verguero, vecino oscense Gerómino Marín , labrador, ciudadano oscense Juan Puynzot, vecino oscense Domingo Faxet, alias Molas Domingo Martínez, verguero Pedro López de Buesa, vecino oscense Vicencio Salinas, ciudadano oscense Juan Ferrer, vecino oscense Dom ingo Lamota Términos de Lunes y Martes y Almériz

PlmclO (EN SUELDOS)

240 400 400 300 500 200 300 360 400 500 320 300 400 600 600 520 720 160 600 400 400 480 340 500 720 300 360

Pues bien, si estricto era e l control con que las autoridades concejiles regulaban todo lo concerniente a la alberca, no menor era el interés que los propios vecinos, que los propios regantes, tenían por la buena marcha de este asunto. En ocasiones presentarían memoriales e informes sobre la forma de administrar las aguas. 184 183. Desconocemos si el hecho de que no aparezcan en las fuentes documentales más que estos años es sinónimo de que fueron cancelados. Para la elaboración de es te cuadro hemos consultado en el AHPH los protocolos co rrespondientes a estos años del notario S. Canales. Para no hace r demas iado prolija la relación ind icaremos simp lemente la numeració n de los protocolos: 703, 2.938, 704, 735, 705, 706, 735, 705, 706, 736, 708, 709, 10.363, 2.939, 2.941, 711, 712, 10.362, 1.495, 713, 714, 715, 716,717, 1.496, 719 (este orden corresponde a los años empeza ndo por 1601 en adelante). También ha sido preciso comp letar algungs años co n la documentación de las actas municipales: ms. 104 (año 1608); ms. 109 (año 1613); 111S. 111 (año 1615); ms. 122 (año 1626). 184. En uno de éstos, presentado al consejo en mayo de 1622, se postulaba qu e la alberca no se ll enase con el agua de las aven idas, pues los barros y limos que ésta arrastraba hacían que se

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EL I NTERVENCIONISMO MUNICI PAL EN EL REGADío OSCENSE (SIGLO XVIf)

También los contadores de la ciudad dejarían al comienzo del ejerCICiO diversos «encautes» sobre la forma de proceder en el riego con el agua de la alberca. En general, solían insistir en recomendaciones sobre el día de suelta de las aguas, en el ensanchamiento de las acequias para evitar la pérdida del escaso caudal, en planes sobre asignación del agua entre los términos . .. ' S5 Además del abastecimiento de agua para el riego, habría otros aprovechamientos menores. Así, la leña de los chopos y la «gisca» y junco que crecería en la alberca sería objeto también de atención por una hacienda municipal siempre abierta a cualquier ingreso, por pequeño que fuere .,s6 Mayores posibilidades ofrecía como recurso productivo la explotación de la pesca de las albercas de la ciudad. Ante la pretensión de la ciudad de que en el arrendamiento de la pesca de los ríos de 1645 se incluyese también la pesca de las albercas, el término de Lunes y Martes alzó una protesta que hizo que se abandonara dicha medida. '87 Sin embargo, es a partir de 1679 cuando las autoridades oscenses propugnan planes más ambiciosos para introducir pescado e n las albercas. Sus objetivos parecen del todo deseables: ... Habiendo considerado que con el Azud que nuevamente se a fabricado no a de faltar agua en las albercas de Cortés y Loreto, para poder lograr esta ci udad con mucha abundanci a, dentro de dos o tres años, el regalo grande de Pescado Fresco y, juntamente, de un arrendamiento de mucha conveniencia e interese para el patrimonio de la ciudad , y escusar con esso el que los estrangeros no logren el sacar tanta cantidad de din ero como de aquí se ll evan con el pescado tan malo y dañoso para la salud. Y en consideración de todo lo referido parece sería de muy buena providencia el que la ciudad dispusiere poner el pesenronase, sino con e l agua de la acequia Mayor. Tamb ié n se propugnaba que la a lberca só lo distri buyera agua por e l día. E l jueves se podría destin ar e l agua para e l término de la Algüerdia. y respecto a la limpia , e l informante sugiere que se haga a «vecina l» y no por cuenta de l patrimonio de la ciud ad (AMB, ms. 118, Actas, Memo rial, 16-5-1622) . 185. E n e l consejo municipal de 28 de enero de ]624 se trató de un «e ncaule» dejado por los seño res contadores, así como de un memorial en e l que, atendi endo a la escasez de agua de la ci udad , se « ... mude e l Regim iento y orden en las aguas ( ... ) porque no se enrruene ... ». E l consejo aprobó estas medidas <e .. sie ndo empero sin perjuycio de los términos ni de nad ie e n las horas y drecho o cost umbre que tien en de regar y que hall ándose dificu ltad en ello se buelba a dar razón al Co nsejo .. .». Por su pa rte , D. T homás de Alós, co mo procurador de l térm ino del Forado , K . . dixo que protestaba de dha. delibe ración y que no consentía en ella (... ) sino que se guard e e l orden de rega r acostumbrado ... » (AMB, ms. 120, Actas, Sobre la forma de regar, 28-1-]624, fL 85v-86v) . 186. Así, en 1663, e l jurado cuarto de la ciudad vendió la «gisca» y junco de la a lberca en ocho escudos (AMH, ms. 129, Actas, Venia de «gisca», 28-8-1633). E l co ncejo dio permiso para vender los chopos de la alberca Mayor en sesió n municipa l de II de diciembre de 1642. En 1644, por otra parte, ordenaría que el dinero obten ido por la venta de la leña se e ntregase al mayordomo (AMH, ms. 138, Actas, Venia de leñ.a, 11 -]2-1642; y tambié n ms. 140, Actas, Venia de leii.a, 1811-1644). E n 1663, e l concejo daría en limosna al hosp ital la leña que se sacare de «desmochar» unos árbo les de la alberca (AMH , ms. 156, Actas, Limosna al hospital, 28-1-1663). 187. AMB, ms. 140, Actas, Sobre la capitulación de la pesca, 27-8-1645.

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Jesús INGLADA ATARÉS

cado en abundancia en dhas. Albercas y prevenir todo lo que sea necesario para conservarlo no saliéndose quando los términos saquen el agua para regar. .. lSS

Con esta iniciativa se pretendía conseguir beneficios hacendísticos, se intentaba poner freno a la salida de moneda del reino y, a la postre, se conseguiría un mejor abasto a la ciudadanía. En el consejo de 7 de mayo de 1680 se dio luz verde a este proyecto. Sin embargo , en septiembre de ese mismo año se informaba de la imposibilidad de poner pescado en las albercas por la esteri lid ad del tiempo. En mayo de 1682, el concejo volvía a aprobar la introducción de pescado.l ~9

LA ALBERCA DE LORETO Como ya habrá sido dicho, la alberca de Loreto - construida seguramente a finales del XV- se llenaba primordialmente con las aguas del Isuela tomadas a partir del azud de Nu eno y conducidas a través de la acequia Mayor. Desde ésta se construiría otro ramal , la acequia nueva, que desembocaría en la misma alberca. l90 También podía alimentarse de los manantiales que brotan en las proximidades de la ermita de CilIas, en el término de Miquera.l'!l Con las aguas de la alberca de Loreto se regarían, según L. Mur Ventura , los términos de E l R eguero , Las Peñetas, Valmediana y, con su sobrante, la torre de Estiche y tierras adyacentes. l92 Como también habrá sido señalado seguramente por alguno de los conferenciantes, la alberca de Loreto, a diferencia de la de Cortés, no sería administrada por las autoridades concejiles ni tendría carácter de posesión estrictamente municipal. En este caso, eran los procuradores del término de Lunes y Martes los que regulaban el uso y distribución del agua para el regadío vía

188. AMH, ms. 173, Actas, Plica de los COnladores, 31-10-1679. 189. AMH, ms. 173, Actas, Pescado en las albercas, 7-5-1680 y 11-9-1680; también ms. 175, Actas, Pescado en las albercas . 12-5-1682. 190. Es to es lo qu e se deduce de las fu e ntes. Así, en 1646: « ... sobre cerrarse la aceq ui a nueva qu e se hizo para llevarse el agua a la Laberca de Loreto .. .» (AMH , ms. 142, Actas, Acequia Nueva, 31-12-1646). Y tambi én e n 1647, «.•. acerca de cerrarse la acequ ia nu eba que va desde la acequia mayor para la labe rca de Lore to ( ...) que para quedar todos satisfechos de los daños o beneficios que se siguen de comunicarse el agua de la acequia mayor con dh a. acequia nueva ... » (AMH, ms. 142, Actas, Acequia Nueva, 4- 1-1647). ] 91. Aguas que fueron obje to de litigio al pre tender el término de Mique ra que eran de su ex clusiva propiedad , lle ga ndo in c lu so a aprehender las e n 1689 (AMH, ms. 181 , Actas , Aprehensión de las agu.as de los Ib ones de Cillas , 6-10-1689, f. 209r-v) . 192. MUR: Los riegos ... , p. 36.

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EL INTERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL REGADfO OSCENSE (S IG LO XVII)

arrendamiento. Estos arrendamientos serían por espacio de seis meses, desde primeros de abril hasta finales de septiembre. 193 Tras firmar el contrato, el arrendador se obligaba a la suelta de agua el primer día de abril, siempre y cuando lo solicitase algún regante. Cualquier persona que tomase el agua de la alberca sin licencia del procurador del término o del arrendador sería sancionado con 30 sueldos, a repartir en partes iguales entre el arrendador, el acusador y la bolsa común del término. El arrendador dispondría de todas las aguas del término de Miquera, Algüerdia y de «... qualesquiere otros términos que entraran en el término de Alcoraz y límites de la Laberca de Loreto y su término ... », pudiendo entregarlas a quien él quisiese siempre y cuando contasen con licencia -« bollatines»- del procurador de Lunes y Martes. Y esto independientemente de que saliese o no agua de la alberca. En caso de haber necesidad de agua para el riego en el término, si alguna persona quisiera traer agua de otros términos debería pagar seis dineros de «cayzaje» por cada cahizada de tierra que regase. Antes debía solicitar albarán del procurador del término. En caso de incumplir estas normas, sería sancionado con una multa de 20 sueldos, a repartir también entre arrendador, acusador y común del término, y con la pérdida del agua, pudiendo el arrendador adjudicarla a quien quisiere. Los conductos por donde salía el agua , junto a la «botana», ll amados «alcabones», debían ser entregados limpios, corriendo a cuenta de los procuradores el hacerlo solamente la primera vez. Los procuradores del término, en recompensa por los trabajos y cuidados en la alberca, obtendrían del arrendador la concesión de agua gratuita para un solo riego de tres cahizadas «... una bez, y si más regaren, lo hayan de pagar al dho. arrendador...». El arrendador no podría sacar el agua del término de Alcoraz para regar otras partidas so pena de 60 sueldos, a repartir a medias entre el acusador y el término. Tampoco podría dar agua para regar los campos de la torre de Estiche, so pena también de 60 sueldos, en beneficio de los mismos. El arrendador debía pagar el precio del arrendamiento en dos tandas iguales, la mitad en junio, por San Juan, y la otra mitad en el mes de septiembre, por San Miguel. Debía remunerar también al notario por testificar el contrato de arrendamiento, hacer comanda para su propia seguridad y dar una copia de la capitulación. Al corredor, por «gritarla y tran<;arla», le entregaría ocho sueldos. Al finalizar los seis meses, el arrendador entregaría la llave de la «casilla» de la alberca al procurador del término. 193. Nos basa remos en el contrato de arrend ami ento suscrito elIde abril de 1607 entre el término de Lunes y Martes y Juan de Figuera (AHPH, prot. 736, S. Canales, Capitulación del agua de la alberca de Lare/a , 1-4-1607, fí. 104r-lOSv).

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JeslÍs INGLADA A TARÉS

EVOLUCIÓN DEL ARRENDAM1ENTO DEL AGUA DE LA ALBERCA DE LORETO ARRENDADOR

AÑO

1607 1609 1612 1613 1614 1616 1617 1618 1620 1621 1622 1623 1624 1625

PRECIO (EN SUELDOS)

Juan de Figuera, labrador, vecino oscense -

Bartolomé de Bailo Pedro Esteban, ciudadano oscense Vicente Verdún, habitante oscense Juan de Alier, vecino oscense Vicente Verdún , vecino oscense Pedro Cristóbal, labrador, vecino oscense Vicente de Ara, labrador, vecino oscense Vicente de Otal y Amal , vecino oscense Juan del Cos, vecino oscense Lorenzo Bergés, carretero de segunda, vecino oscense Juan de Figuera, labrador, vecino oscense Miguel de Sorrosal

310 240 400 280 320 360 280 380 300 300 340 480 380 400

Veamos la evolución de estos arrendamientos durante el período en que estuvieron vigentes. 194 Con estas módicas asignaciones el término de Lunes y Martes intentaría hacer frente al mantenimiento de la alberca. Al hablar de la otra alberca ya expusimos los intentos, al parecer baldíos, de introducir pescado.

ACTUACIONES EN MATERIA DE INFRAESTRUCTURA HIDRÁULICA EN EL ÁREA DE RIEGOS DEL ISUELA Ya hemos visto los denodados esfuerzos por captar nuevos caudales a fin de incrementar las menguadas aguas del exiguo e irregular Isuela. Complementario de esta acción sería el intento de retener y represar estas aguas para poder utilizarlas en el momento preciso. Con ese fin se realizarían en tiempos anteriores las albercas de Cortés y Loreto, se intentó reconstruir en este siglo XVII la llamada alberca «Quebrada» y, finalmente, el pantano de Arguis, obra que significaría un decisivo cambio al regularizar las aguas del Isuela permitiendo asegurar las cosechas e incrementar la superficie de tierras regadas. Desde

194. Disponemos de información de 14 contratos de arrendamiento. Desconocemos por qué motivo fueron suprimidos. Para la elaboración de este cuadro hemos consu ltado los protocolos del AHPH correspondiel1tes al notario S. Canales: n.O 736, año 1607, ff. 104r-105v; n.O 708, año 1609, ff. 75r-77v; n.O 2.939, año 1612, ff. 8lr-83v; n.O 2.940, año 1613, ff. 23r-26v; n.O 2.941, año 1614, ff. 17r-20r; 11.° 711, año 1616, 11 46r-50v; n.o 712, año 1617, ff. 100r-l03v; 11.° 10.362, año 1618, ff. 54r-57v; 11.° 713, año 1620, ff. 61v-64r; 11 .° 714, año 1621, ff. 149r-154v; n.o 715, año 1622, ff. 152r156v; 11 .° 716, año 1623, fí. 89r-92v; n.o 717, año 1624, ff. 129r-133v; 11.° 1.496, año 1625, ff. 169r-l72v.

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EL INTERVENCiONISMO MUNICiPAL EN EL REGADío OSCENSE (SIGLO XVII)

entonces se regarían los términos de Domingo, Lunes y Martes, La Reja, Almériz, Algüerdia, El Forado, Coliñénique y La Magantina. 195 Pero toda esta área de riego fertilizada por aguas del Isuela se articulaba en torno a una red de azudes, acequias y albercas utilizadas desde tiempos remotos. En todo este entramado, el primer bastión lo representan los azudes de Nueno y Arascués, sobre el río Isuela. Desde el antiquísimo azud de Nueno y desde el de Arascués, construido por la ciudad en 1585, tomaba la ciudad las aguas del Isuela conduciéndolas por medio de sendas acequias que discurrían por los términos de los lugares de Nueno y Arascués hasta juntarse en una acequia Mayor y proseguir su curso después por el saso de Arascués y términos de Igriés, Y équeda y Banastás hasta introducirse en los términos de la ciudad. En Arascués, un partidor distribuía las aguas entre la ciudad y el señor del lugar. 196 El estricto control que el concejo ejercía sobre los temas hidráulicos se plasmaba, como ya vimos, en la obligación dictada por las Ordinaciones de que el jurado cuarto visitara en tres ocasiones el azud de Nueno y la acequia Mayor. 197 Estas visitas se irían realizando a lo largo del siglo y tras ellas se acometerían numerosas obras de limpia y reforma. Tenemos constancia documental de las que se ll evaron a cabo en 1603, 1605, 1627, 1637, 1645, 1650, 1652, 1655, 1661, 1664, 1666, 1669, 1671, 1672, 1675, 1676, 1679, 1680, 1681, 1682, 1686, 1688, 1692, 1693, 1696 Y 1698. Una de las más importantes tendría lugar en 1664, ascendiendo los gastos a 259 libras 12 sueldos 6 dineros. Para el pago de estas obras la ciudad solicitaría colaboración de los términos. En otras ocasiones, como en 1681 , ante el desembolso de otras 40 libras para unas reparaciones, el concejo decide acudir al dinero de la sisa que se había impuesto para la alberca de Cortés y plaza de la Seo. 198 Pero ante lo reiterado de estos reparos -algunos de ellos por abandono y otros más bien por sabotaje- se piensa en designar unos guardas que vigilen dicho azud, acequia Mayor y

195. Información precisada por L. Mur referida a la fecha de publicación de su obra, 1924, pero que con ligeras variantes sería la misma que en e l siglo XVII-XVIII (MUR VENTURA, L.: La división del regadío en Huesca, Consejo Provincial de Fomento de Huesca, Huesca, 1924). 196. AHPH, prot. 3.020, V. Santapau, Sentencia entre la ciudad, cabildo y lugar de Igriés, 2312-1663, ff. 875r-961 v. 197. Como ya dij imos anter iormente, las Ordinaciones de 1680 limitarían el número de personas que acudían a estas visitas para reducir los gastos. Pero este tipo de disposiciones ya se habrían contemplado en fecha tan temprana como 1611 : « ••. que el señor Jurado Q uarto tiene obl igación de sub ir a reconocer la Azud de Nueno y le acompañan seys u ocho procuradores de los términos cada vez que sube, y se les paga por los mismos términos 4 reales a cada uno y, como están muy empeñados, sería bien limitar es te gasto de manera que como suben seis u ocho procuradores baya n dos no más ... » (AMB, ms. 108, Actas, Visita al azud de Nueno , 30-11-1611.) . 198. AMB, ms. 157, Actas, Obras, 28-10-1664; y también ms. 174, Actas, Sisa , 29-9-1681,

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fuente de Bonés. Las dudas se suscitan en torno a quién debe responsabilizarse del gasto de la guarda, la ciudad o los términos.l 99 En cuanto a la acequia Mayor, que atravesaba los términos de Arascués, Banastás y Chimillas trayendo el agua a la ciudad, las obras de reparación y limpieza fueron continuas a lo largo de todo el siglo. 2°O Las reiteradas ocasiones en que se cometerían destrozos y desperfectos en la acequia llevarían, como ya hemos dicho , a la designación de guardas para su custodia. Tanto para el gasto de las obras de reparación y limpieza como para el coste de los guardas se intentaría recabar la participación de los términos, casi siempre sin éxito. El último tramo de esta red hídrica lo componía la acequia Nueva, que comunicaba la acequia Mayor con la alberca de Loreto. Habiendo sido construida para facilitar el llenado de dicha alberca, su utilidad sería, sin embargo, objeto de controversia.20l Pero antes de llegar las aguas a su último destino, existía en el término de Arascués un partidor que distribuía las aguas entre la ciudad y el señor del lugar. Como seguramente habrá sido dicho ya por otros ponentes, en fecha tan temprana como 1192, la ciudad y Arascués firmarían una concordia por la cual los vecinos de Arascués dispondrían solamente del agua «desde la salida del sol del viernes hasta la salida del sol del domingo»; e incluso de esta agua asignada deberían dejar discurrir una tercera parte para Huesca. 202 Posteriores actos jurídicos regularían los derechos de ambas partes. 203 Para evitar que nadie modificara la distribución de las aguas, en 1602 se decidió construir en el lugar mismo donde se bifurcaban las aguas una casilla con dos llaves, en posesión de la ciudad y del señor del lugar. La ciudad correría con todos los gastos de construcción y de mantenimiento. Y efectivamente, así tendría lugar: el 26 de marzo de 1603 la ciudad firmó con Juan Balen, can-

199. AMH, ms. 164, Actas, Nominación de guarda del azud de Nueno, 4-4-1671. De hecho , he mos constatado documentalmente que hu bo guardas en 1656, 1662, 1671, 1676 Y 1682. AMH, ms. 169, Actas, Guarda, 29-8-1676, f. 217 v. 200. Una de las obras que se ll evó a cabo fue la de abrir una nueva acequia junto a la alberca de Co rtés para conducir el agua de las avenidas del Isuela y poder llenar así dicha alberca. E l gasto se estimaba en unas 30 libras (AMH, ms. 162, Actas, Acequia junto a la alberca, 25-8-1669). 201. AMH, ms. 142, Actas, Acequia Nueva , 4-1-1647. 202. ARCO GARAY , R. de l: " E l municipio oscense de antaño», Universidad, 234 (1936), pp. 100-101. 203. Por sentencia arbitral de 1588, la ciudad sería eximida del re paro y sostenimiento del azud y acequia hasta la traviesa de Arascués quedando a cuenta del se ñor de Arascués. Esta decisión sería ratificada en 1697 [ARCO: El antiguo pantano de Arguis (Contribución a la historia de la PO!Ílica hidráulica en A ragón) , Zaragoza, TaUeres Editoriales del Hera ldo, p. 16].

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tero, la capitulación para las obras en el partidero de Arascués por un precio de 920 sueldos. 204 A lo largo del tiempo se efectuarían diversas reformas: 1605, 1618, 1642, 1647 ... Como ya hemos indicado al referirnos a la acequia Mayor y azud de Nueno, las frecuentes interrupciones del curso del agua movieron a las autoridades a establecer unos guardas. En 1655 se pensaría habilitar en la casilla del partidor de Arascués vivienda para un guarda. 20s Pues bien, según los contadores, los gastos de construcción de la vivienda en dicho partidero y el propio salario del guarda deberían correr a cuenta de los términos. Este desembolso podía compensarse limitando los gastos de visita al azud de Nueno y acequia Mayor; para ello -como ya vimos- se restringió a dos el número de procuradores que debían acompañar al jurado cuarto. Al año siguiente, el consejo municipal daría su aprobación designando a una persona para el cargo con un salario de 400 sueldos. 206 En 1660, 1676 Y1691 se efectuaron obras de reparación en esta «caseta de Arascués». Finalmente, a partir de 1682, las actas municipales nos informan del azud de Banastás, cuyos gastos de reparación y limpieza correrían a cuenta de la ciudad. 20?

LA RIBERA DEL FLUMEN. LA DIFÍCIL DISTRIBUCIÓN DEL AGUA Uno de los riegos más antiguos de Huesca vendría dado por la llamada «Acequia de la Ribera» que distribuye, por una amplia extensión repartida entre Quicena, Huesca, Pompenillo y Molinos, el agua que recoge del río Flumen en un azud muy próximo al castillo de Montearagón.

204. AHPH, prot. 704, S. Canales, Capitulación del partidor de Arascués, 24-5-1603, Ef. 175r-178r. La referencia del protocolo nos fue facilitada por J. Manuel Latorre Ciria . 205. El 31 de octubre de 1655 los contadores de la ciudad instaron a los jurados oscenses a que se « ... haga havitación en el partidero de las aguas que ban a Arasqués para que, havitando en ell a los meses de abril, mayo, junio, julio, agosto y setiembre, una Guarda que nombre la ciudad para regir y gobernar la que viene por la cequia Mayor, cuyde del ar;:ud de Nuello y discurriendo por la cequia abaxo asta la laberca de Cortés si fuere necesario procurando de qu e venga toda el agua que fuere posible a los términos de la pnte. ciudad ... » (AMH, ms. 150, Actas, Plica de los Can/adores, 31-10-1655) . 206. AMH, ms. 150, Actas, Salario del guarda, 7-4-1656. 207 . AMH, ms. 176, Actas, Azud de Banastás, 29-4-1684, f. 179r. Desconocemos en gran med ida la funcionalidad de este azud y el uso y distribución de las aguas azutadas. Lo que sí sabemos es que el lugar de Banastás estaba imposibilitado lega lmente para azu tar las aguas del Isuela a su paso por el término.

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y sería precisamente la enormidad del área a regar, junto con la diversidad jurídica de los diferentes lugares y la escasa disponibilidad de recursos hídricos nunca del todo suficientes los causantes de las dificultades y desórdenes que tradicionalmente se cernían sobre esta ribera del Flumen. Esto llevaría a que, en diferentes épocas, los consejos municipales invocaran reiteradamente la necesidad de remediar estos inconvenientes proponiendo que en el «... riego se ponga el orden que hay puesto en las otras aguas y riegos de la ciudad ...>>. 208 Pero no solamente la distribución del agua entre los regantes sino también el reparto entre ellos de los gastos de mantenimiento sería objeto de graves dificultades. 209 Al fin se llegaría a un acuerdo. Una escritura de «compromis», redactada el 23 de noviembre de 1654, haría posible una difícil distribución del agua, repartiéndola entre los diferentes términos con arreglo a su extensión. Según L. Mur, que ha estudiado este asunto/JO dividiendo toda el agua que llega por la acequia en 39 partes, los términos de Huesca disfrutarían conjuntamente de 11 partes repartidas de la siguiente manera: una parte , los Cierzos Bajos; tres y media, la Almunia; Barbarbol y San Galindo, dos cada uno de ellos; Floren, dos y media, y finalmente Tormos, dos partes. El término de Cierzos Altos, aun cuando no pertenecía a la comunidad de la Ribera, obtendría, de las trece partes que corresponden a Quicena, una tercera parte. Las restantes 28 porciones se las distribuirían Quicena (13), Pompenillo (8 y media), Molinos (1 y media) y otros diversos propietarios (5).211 Sin embargo, los conflictos permanecerían latentes y con el paso del tiempo volverían a estallar. De hecho, las Ordinaciones de 1680 recogían en uno de sus puntos la forma de regular el riego en los térm inos de la Ribera. 2l2

208. AMH, ms. 118, Actas, Que se ponga orden en el agua de la ribera del Flumen, 16-5-1622. Esta misma petición se había cursado ya en 1611 (AMH, ms. 107, Actas, Sobre el riego del agua del Flumen , 11-4-1611 ). 209. Así, en noviembre de 1654, sumamente interesada la ciudad en que discurrieran las aguas a fin de que los molinos de «soga» pudieran molturar todo el grano necesario para el sustento de los vecinos, se adelantó a pagar todos los gastos de limpiar dicha acequia -640 sueldos-o El consejo municipal de 29 de noviembre de ese mismo año instó a los jurados segundo y tercero a que, acogiéndose a la concordia de «compromis» que se acababa de otorgar, intentaran repartir el gasto entre todos los beneficiarios (AMH, ms. 149, Actas, Gasto de limpiar la Acequia de la Ribera, 29-11-1654). 210. En sus dos obras, Los riegos ... y La división .. ., se hace eco de dicha escritura de «compromis» pero no da la referencia notarial de la misma. 211 . En 1919, fecha en la que L. Mur escribió su obra Los riegos ... , la extensión regada con la acequia de la Ribera ascendería a 14.266 fanegas de tierra, de las cuales 448 hectáreas corresponderían a Huesca (MUR: Los riegos ... , pp. 13-15) . 212. Así, se trataba de poner orden entre el lugar de Molinos, el señor de Panzano - en 1680, don Arta l de Azlor, conde de Guara, señor de las baronías de Panzano y Caxicar y, como

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Pero tanto sobre estas nuevas regulaciones del agua de la ribera del Flumen como sobre todas las demás, los justicia, prior y jurados tenían pleno poder. Para poner orden y control en el riego, las Ordinaciones de 1680 recogerían en su articulado la posibilidad de extender a la ribera del Flumen el régimen de «boquera» -ya utilizado desde antaño en los otros términos- siempre y cuando lo solicitasen los términos. 213 Las autoridades oscenses quedaban facultadas para cobrar de forma ejecutoria de los deudores por el gasto de mantenimiento de acequias conforme a lo dispuesto en una sentencia arbitral de 1655. 214 Y este impago de los gastos de mantenimiento de acequias y azudes no por repetido dejaba de ser menos preocupante. Más si tenemos en cuenta que, a veces, los que pagaban con puntualidad arremetían contra los morosos cortando el agua, lesionando también los derechos de otros regantes aguas abajo y generando más de un problema en el abasto de pan en la ciudad al no disponer los «molinos de la soga» de su fuerza motriz. m Otro de los caballos de batalla de esta comunidad era el mantenimiento en perfecto estado del azud de Montearagón. La obra, por su especial situa-

tal . poseedor de l casa l de Pompenillo- y los hered eros de Martín de Araus. ciudada no de Huesca . para el reparto del agua de riego de las tierras que los tres poseían en el término de Pompenil lo. Esta distribución tendría en cuenta los días de riego que el comendador de San Juan del Temple. como señor del término de Pompeni llo, tenía concertados tras la fi rma de una concordia con la ciudad. Éstos era n. durante los meses de abril y mayo. los viernes y sábados. ambos co n sus noch es. Pues bien. en estos dos meses. el concejo de Molinos. el señor de Panzano y los herederos de Martín de Araus compartirían cada sema na el agua todo el domingo hasta el amanecer del lunes. E l resto del año. en que el comendador sólo disponía del agua un día - el sábado completo-. los tres anteriormente mencionados compartirían el agua el domingo desde el instante mismo en que la dejaba el comendador. pero sólo hasta el anochecer (Ordinaciones de 1680. Como se han de Covernar las Aguas, con que se riegan los Términos de los Tierzos, la A lmunia, Floren, San Calinda y Tormos. pp. 167-168). Estas disposiciones recogidas en las Ordinaciones es tán basadas en una Co ncordia firmada entre la ciudad , el lugar de Pompen illo. el señor de Panzano. el casal de Araus y todos los demás términos de la R ibera. q ue sería testificada por S. Canal es el 15 de julio de 1558. A esta concordia - que no hemos encontrado en los protocolos notariales- se refi eren de forma reiterada en las «cuentas del agua de la Ribera del F lumen» (AMH. ms. 32-1. Riegos). 2] 3. Ordinaciones de 1680. Como se han de Covernar... , p. 168. E n 1685 se discutía la pos ibilidad de poner las aguas por «boquera » a iniciativa de un memorial de D. Lorenzo de Sada (AMH . ms. 177. Actas. Aguas de la Ribera. 27-3-1685, ff. 149v-150r). 214. Ordinaciones .. .. p. 168. Esta sentencia arbitral fue testificada el 28 de febrero de 1655 por Vicencio Santapau. En el protocolo correspondiente del AHPH. n.o 1.433. fa lta el cuadern illo correspondiente a dicha sentencia.

215. Esto es lo que ocurriría en octubre de 1664 al cortar las aguas los vecllos de Q ui cena para forzar a los deudores a compartir con ell os los gastos hechos en la acequ ia y azud. La ciudad se encargaría de este asun to pa ra que no padeciesen todos es tos inconvenientes los inocentes (AMH . ms. 158. Actas. Plica de los Contadores. 3]-10-1664).

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ció n a orillas del Flumen, exigiría continuas obras de reparación y fortalecimiento. En torno a 1686, la ruina y deterioro del mismo movería a las autoridades a hacer de nuevo el azud de piedra. 21 6

EL PANTANO DE ARGUIS: LA OBRA CUMBRE DEL REGADÍO OSCENSE Captadas y conducidas las aguas de Bonés hasta la Foz de Arguis, se pensó en realizar un estanque o pantano que retuviese el agua para poder utilizarla en el momento preciso. Tal posibilidad había sido ya planteada, como ya vimos, en los primeros años del siglo. Antes de que cuajara el definitivo emplazamiento se había pensado como sitio apropiado el estrecho que forma el río lsuela, al pie de Nuestra Señora de Ordás, a mitad de camino entre Arguis y Nueno. 217 A partir de 1674 se volvió a intentar la construcción del pantano y, de hecho, un religioso carmelita descalzo, muy perito en obras, aportó la traza de las obras. En 1674, el prior de jurados informó en consejo municipal que se habían obtenido ya las licencias del señor de Ayerbe, si bien « ... con ciertas modificaciones sobre el daño que se le puede seguir en la fábrica de dho. pantano ... » .2IR Sin embargo, quedarían muchos puntos sin resolver y en 1682 se volvería a tratar con los vecinos de los lugares de Arguis y Nueno, con el señor gobernador, don Bernardo de Castilla, y con el señor de Ayerbe. De cualquier forma, en estos años setenta la obra del pantano sufriría un cierto retraso al estar la ciudad embarcada en diferentes proyectos muy onerosos: ... los grandes gastos que se han ofrecido de síndicos de Cortes, Gramayas, obras de Castejón y Becha y otros, no han dado lugar para hacerlo, que si parecía a la Asignación se concluiría el Azud de Banastás, obra de mucha conveniencia a la ciudad, y en desocupándose los oficiales, se trataría de recoger dinero y ver el medio que podía aver para lo del pantano y assí lo resolvió la Asignación .... 219

Con la llegada de los años ochenta se entraba en una nueva dinámica. El pistoletazo de salida lo darían las propias Ordinaciones de 1680 al encomen216. AMB, ms. 178, Actas, Aprobación de la construcción de un azud de piedra en el río Flumen , 1O-3-1689. 217.

BALAGUER:

«Un soñador. .. » , p. 64.

218. AMB, ms. 164, Actas, Sobre el encaute del pantano , 3-7-1671; y también ms. 167, Actas, Sobre el pantano , 29-6-1674. 219. AMB, ms. 171, Actas, Pantano, 9-9-1678, f. 21Sv.

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dar a las autoridades oscenses el proponer en consejo, «a ntes del mes de febrero primero viniente», todo lo referente a la construción del pantano. 220 A partir de esos años se entra en una febril actividad negociadora a fin de concertar todas las partes implicadas. Los vecinos de Arguis y Nueno presentan diversos memoriales exponiendo sus peticiones, a los que intenta corresponder la ciudad. Había que entenderse, obviamente, con el señor temporal de Arguis y Nueno, don Pedro Jerónimo de Urriés Agustín y Navarra, del consejo de S. M., regente el oficio de la General Gobernación del reino , vecino de Zaragoza. 22 1 El año 1682 fue de intensa actividad. A lo largo del mismo se hicieron varias visitas, con personal experto, a la zona por donde discurre el lsuela, entre Arguis y Nueno, de cara a elegir el emplazamiento idóneo. El concejo estaba decidido a construir el pantano al pie de Nuestra Señora de Ordás. Sin embargo, Francisco Antonio de Artiga convenció a la ciudad de lo desacertado e inseguro que era ese emplazamiento, debiendo situarse debajo del lugar de Arguis, a unos cinco kilómetros al norte de Nueno. Las argumentaciones de Artiga lograron convencer a la Junta de peritos y, tras convocar el concejo un concurso de proyectos, fue elegido por unanimidad el suYO.222 El18 de septiembre de 1683 el notario Raimundo Sanclemente firmaba la capitulación en presencia del representante de la ciudad, el justicia, don Justo de Falces, de los concejos de Arguis y Nueno , y de don Pedro de Urriés, señor temporal de ambos lugares. Por ella, el mencionado señor otorgaba su consentimiento para la fábrica del pantano, pudiendo la ciudad usar el agua a su arbitrio. 223 La fábrica y conservación del pantano correría por cuenta de la ciudad,

220. La refl exión recogida en las Ordinaciones sobre la situación de las obras de regadío en Huesca ha sido reite radamente citada (Mur, Arco, Balaguer): « ... la necesidad gra nde que esta ciudad tiene de agua ha obligado a procurar conduciTla de diferentes pa rtes a costa de considerables gastos. pues se di ze pasa de cinco mil ducados lo gastado en la que sa le de una Fuente ll amada de Bonés, y aun con esto la utilidad que de ella se saca es muy poca y se entiende que, si la dicha cantidad se hubi era empleado en hazer un pantano e n el río rsuela, en los términos del luga r de Nueno, como se intentó e n lo pasado, se huvi e ra logrado e l sa lir de tanta sequedad ... » (Ordinaciones ... , pp. 195-196). De cualquier forma , en ]677 el prior de jurados ya recordaba en consejo municipal que « ... la Ordinación R eal dispone se proponga e n cada un año al Consejo si se ha de hacer el pantano de Nueno ... » (AMB, ms. 170, Actas, Pan/ano , 28-10-1677) . 221. AMH, ms. 175, Actas, Pan/ano , 11-9-1682; y tambi én 14-9-1682. Vid. ARCO: El antiguo pantano ... , p. 26. 222. AMH, ms. 175, Actas, Pantano, 11-6-1682; 27-6-1982; 13-7-1682. Vid. ARCO: El antiguo pantano ... , pp. 25-26; MUR: Los riegos ..., p. 41; BALAGUER: «Un so ñador. ..», p. 64. 223. Esta capitulación viene recogida en ARCO: El antiguo pantano ... y también «Política hidráu lica e n Aragón . Capitu lación para la obra del Pantano de Arguis, en e l siglo XVll », Universidad, XXVI (1949), pp. 165-176. Parece ser, según confiesa el propio Ricardo del Arco, que ya la habría pub licado anteriormente e n algunos artículos en El Diario de f-Iuesca. También se hace eco de esta capitulación MUR: Los riegos ... , pp. 41 -44. Ampliamente divulgada , nos limitare mos nosotros a resumir lo más destacado.

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pudiendo ésta proveerse en esos lugares de piedra , cal , arena,... También le correspondía designar un guarda, debiendo ratificar el señor su nombramiento; el reparto de las penas impuestas se haría a partes iguales entre el señor, la ciudad y el guarda. La ciudad de Huesca demolería el mesón ruinoso que había en la Foz de Arguis y construiría otro donde el señor dispusiese, así como una ermita; los reparos y conservación irían por cuenta del señor temporal. En caso de reventarse el pantano , la ciudad asumiría el coste de las indemnizacion es por los destrozos cometidos. El señor podía utilizar el agua del pantano para moler en su molino de Nueno. En concepto de expropiación de los terrenos que ocuparía el pantano y en el de servidumbre y uso, Huesca abonaría a Arguis y Nu eno 2.000 libras jaquesas para cancelar unos censos con que estaban gravadas las heredades a expropiar. Mientras la ciudad no entregase dicha suma -y de ello no tendría obligación hasta haber transcurrido cuatro años después de su terminación- pagaría a esos lugares la pensión anual de 100 libras, que se reducirían a 50 en el intervalo que iba desde que se comenzase a cortar materiales y hacer cal hasta que se asentase la primera pi edra . La ciudad podría cambiar, por causa de las obras del pantano, el e mpl azamiento de los caminos qu e conducían al valle de Tena y a Jaca , corriendo los gastos a expensas suyas, aunque sin tener que pagar expropiación alguna. Finalmente, e l señor y los vecinos de Huesca, Arguis y Nueno tendrían facultad para poder pescar en el pantano. Anunciada la subasta de las obras, no se hallaba nadie que qUIsIera tomarla por menos de veinte reales la vara cúbica. Un vecino de Pertusa, Juan Fernández, maestro de cantería, se ofrecía a construirlo según el diseño establecido por Artiga. 224 Tras ser estudiada su propuesta, fue desestimada. Por fin, el 19 de julio de 1686, la Junta de la Sisa firmaba ante el notario y secretario del co ncejo , Raimundo San clemente, la capitulación con los canteros Mi gue l Fañanás, de Huesca , y Pedro A lbar, de Jaca , comprometiéndose ambos a levantar la presa al precio de ocho reales y medio la vara cúbica. Tal aceptación no hubiera sido posible sin la mediación de Artiga, que arriesgó su nombre y hacienda. m

224. Las condiciones impues tas por es te ca nte ro eran: «.. . lo leva ntaría qua re nta palmos e n a lto por mil y quinientas libras jaquesas; las quinientas libras de contado, las otras quinientas después de co ncluida la obra y las otra s quinientas en otro pla<;:o compete nte ... » (AMH, ms. 176, Actas, Pantano , 27-10-1684) . 225. De hecho , e l propio Francisco de Art iga, en un memori al sin fecha - aunque posterior a 1691- presentado al concejo oscense co n motivo de la rea lizació n de una rasera para la «botana», confi esa: «... que habié nd ose puesto a l ramo el co ncierto por dos veces, no se halló ninguno de di chos artífices qu e quisiera entrar e n e ll a menos de veinte rea les la vara e l que menos; y viendo el suplicante ma logrados tantos estudios, tantos viajes y desve los, y lo más su deseo, qu e es de aumentar su patria e n más de otros tantos vecinos como tie ne, ( ... ) determin ó arri esgar su salud y hacie nd a buscando artífices de menos conside ración, y hacer que por su orden, sin estar e l supli ca nte prese nte, pusiesen dich a obra en un precio tan bajo como a ocho rea les y medio la vara cúbi ca, entrándoles el suplicante fi a nza, como consta de la ca pitulación testificada por el secretario de V.S., y de comanda de mil escudos e n qu e se le obligaron los artífi ces al suplicante, testificada por Pedro Lorenzo del Rey ... » (AR CO : El anliguo pan/ano ... , pp. 29-30 Y34).

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El 28 de julio se acordó en consejo que las obras comenzasen para el 15 de agosto de 1686, anticipándoles para ello la ciudad a los oficiales mil reales de a ocho. Sin embargo, cuando el 11 de septiembre estos oficiales fueron a trabajar al pantano, los vecinos de Arguis y Nueno lo impidieron, disconformes con algunos puntos de la capitulación. 226 Estas peticiones las presentaron en consejo. La ciudad les respondería asegurándoles algunas y aclarando otras. Faltando solamente para el acuerdo la petición de poder sacar pan de la ciudad para abastecer sus lugares en momentos de extrema necesidad , a lo que accedió la ciudad, se despejaban todos los obstáculos y se podían comenzar las obras. 227 Hasta 1687 no se empezarían a cortar los materiales para la fábrica del pantano. Tras diversas vicisitudes, en 1703 se abrirían ya las aguas del pantano. ¿ y cómo se financió una obra de tal envergadura en la Huesca de finales del siglo XVII?

La forma de financiación estaría en la línea de lo ya visto para las obras de la alberca de Cortés. 22s Se buscaría con el cargamiento de censales la cantidad estimada -en un primer momento, cinco mil libras- y luego se impondría una sisa para la recuperación de esta suma. 229 Poco tiempo después , esa cantidad se consideraría insuficiente, cifrándose en ocho o diez mil escudos la cuantía mÍnima. 23u

226. A MH, ms. 178, Actas, Carla del Gobernador D. Benito San Juan , 11-9-1686,

n.

179r-

l79v. 227. AMH , ms. '178, Actas, R espuesla a los «cabos » del pan/ano, 13-9-1680 (estos «cabos» y las respuestas de la ciudad es tán también recogidos e n ARCO: El antiguo pantano .. . , pp. 31 -32); e l permiso para sa car e l pan de la ciudad, e n AMH, 111 S. 178, Actas, Pantano , 28-9-1686, [L 188v191 r. 228. La tipología básica de los siste mas de financiación de los regadíos fue expuesta por G. Co lás en «Las transformaciones de la supe rfici e agrari a aragonesa e n el siglo XVI: los rega díos , aprox im ación a su est udio», en Congreso de historia rural. Siglos XV al XIX , Casa de Velázquez Unive rsidad Co mp lutense, Madrid , 1984, pp. 523-534. Co n arreglo a es to, G. Pérez Sarrión los anali za y sinteti za en cuatro: a) la a utofin anciación; b) e l pago en ti erras al constructor de l regadío; c) la emisió n de censa les por quien es empre ndían la construcción; d) sistema mixto. Según esto , la form a de financiación de l pantan o de A rgui s se corresponde ría con la tercera (P ÉREZ SARR IÓN : «Regadíos, po lítica hidrá ulica ... », pp. 212-270). Este sistema de financiación ya fue comentado por noso tros en «Los libros de cuentas .. .», pp. 257-263 . 229. E l 30 de ab ril de 1683, la junta de la sisa reso lvió: «... que se pida y supliq ue a su sa ntidad indulto para imponer una sisa e n el es tado eclesiástico de cantidad de cinco mil escudos para hacer dha. fábrica en los té rm inos de l luga r de Argu is ... » (AMH, Libro de cuenta de la sisa, 1658'1700,30-4-1683). 230. <<.. . Que se juzga conveniente pa ra que la obra de l pantano se pueda adelantar con alguna perfección, que e l Breve que ha de pedir a su Santidad ( ... ) para imponer sissa para dicho efecto sea de cantidad de ocho o diez mil escudos para escusar el gasto de sacar otro breve ...» (AMH, Libro de cuenta de la sisa, 1658-1700, 30-10-1683) .

134


JeslÍs

INGLADA ATARÉS

La nueva sisa para la construcción del pantano, que entraría en vigor a partir del 12 de mayo de 1692, sería la misma que se había impuesto para las obras de la alberca de Cortés y plaza de la Seo. Sin embargo, el camino que se siguió hasta su definitiva implantación fue largo. Habiendo ya adelantado la ciudad 2.000 libras para las obras, el prior de jurados propuso en noviembre de 1688, ante el consejo, la conveniencia de que, además de las tasas establecidas desde antaño en la sisa, se impusiera un nuevo gravamen de dos sueldos por cabeza de ganado «me nudo» que se comprase en la feria de San Martín , único tiempo en que se permitía a los vecinos sacrificar ganado sin pagar derechos. El consejo municipal daría su aprobación y' Pero, considerando insuficiente este incremento, en la misma sesión dicho prior solicitó del consejo su autorización para imponer cuatro sueldos por carga de aceite que se trajera a la ciudad para vender, pagando dos sueldos el comprador y otros dos e l vendedor. De nuevo, el consejo se plegó a sus deseos y fue aceptado. No ya así su otra pretendida exacción: gravar con seis dineros cada nietro de vino producido en la ciudad. Sin embargo, tratado de nuevo el asunto en consejo municipal de 18 de enero de 1689, se decide aprobar dicha imposición. 232 Pero la voracidad fiscal continuaba. En enero de 1689 el prior de jurados pretendió cargar tres dineros en cada «hanega » de trigo , siendo rechazado por el consejo. Pero enseguid a se empiezan a reconocer las dificultades e inconvenientes de las medidas propuestas: ... que se ha n reconocido algunas dificultades en la nueva imposición de la sisa que se desea para la fábrica del Pantano ympuesta en las carnes como son dos dineros por libra de lechones, vacas, terneras, y dos sueldos por cabec;:a de ganado menudo que se permite matar en cada un año, y mucho más de los cuatro sueldos por carga de aceite, por ser y entender es de perjuycio al bien público, por quanto los arrieros no lo trayran a vender, y no trayéndolo no entrarán el Abasto de ac;:ucar, especies ni vacallao ... 233

Finalmente, en agosto de 1689 se abandonan definitivamente todas estas iniciativas fiscales y se decide continuar con las tasas establecidas en la sisa impuesta en 1659 para recuperar los gastos del contagio y después continuada para las obras de la plaza de la Seo y alberca de Cortés: dos sueldos por saco de trigo (o, lo que es lo mismo, tres dineros por fanega) y dos dineros por libra de carne vendida en las tablas de la ciudad. 234

231. AMH , ms. 181 , Actas, Sisa del pan/ano , 28-11-1688, f. 40r-Y. 232. AMH. ms. ]81 , Actas , Sisa del pan/ano , 28-n-1688, ff. 40y-41r, y tambi é n 18-1-1689,

f. 80y. 233. AMH, ms . 181, Actas, Sisa del pan/ano , 19-1-1689, f. 81r, Y tambi é n 15-3-1689, f. 95v. 234. AMH, ms. 181, Actas , Sisa del pan/ano , 28-8-1689.

135


EL I NTERVENCI ONISMO MUNI CIPAL EN EL REGADÍO OSCENSE (SIGLO XVII)

El sistema de percepción de la sisa sería el de arrendamiento. La evolución del mismo en los ocho primeros años sería la siguiente: 235

AÑO

PRECIO DEL ARRENDAMIENTO (EN LffiRAS)

1693 1694 1695 1696 1697 1698 1699 1700

1.280 1.280 1.280 1.228 1.228 1.228 1.220 1.220

TOTAL

9.964

Estas sisas originarían un encarecimiento importante de estos productos alimenticios que lesionaría, especialmente, la economía de los más menesterosos. Como es lógico, en todo este tipo de impuestos indirectos, los beneficiados son siempre los estamentos privilegiados.23ó Antes ya de entrar en vigor la nueva sisa, el concejo empezó a cargar censales. Así, en septiembre de 1689 se aprobó tomar a censo mil libras proporcionadas por don Cristóbal Pérez, racionero de la catedral de Huesca. 237 En 1691 el concejo había decidido que se cargasen censales por valor de dos mil libras para continuar la obra del pantano. Sin embargo, el 19 de agosto el concejo se lamenta de que sólo se hubiesen cargado 800 libras a favor del cabildo de la catedral de Huesca. Restaban todavía mil doscientas libras por cargar, pero el concejo tenía ya los prestamistas: el colegio de San Vicente Mártir, que aportaría 500 libras; el convento de Santa Clara, 400, y el convento de la Encarnación y San Miguel, 300. Los tres censales se cargarían al cinco por ciento. 238 Teóricamente, estos censales deberían cancelarse con el dinero recaudado por la sisa que se empezó a cobrar a partir de 1692. Sin embargo, en algu-

235.

[ NGLADA :

Estu.dio de la estructura .. . , p. 166.

236. Añádase además el hecho de qu e, una vez reca udada la cantidad estimad a, el estado eclesiástico era compensado con una suma - refacción- de cuantía similar a la que se creía habían aportado al pagar la sisa. 237. AMH, ms. 181 , Actas, Cargamiento de censal, 2-9-1689, fL 184r-v. 238. AMH , ms. ] 82, Actas, Cargamiento de censales, 19-8-1691, ff. 156v-157r.

136


Jesús JNGLADA ATARÉS

nas ocasiones, el dinero de la sisa se destinaría a otros menesteres, debiendo cargarse nuevos censales para cancelar los primeros. Así ocurriría en 1695, cuando la ciudad cargó un censal de 1.500 libras a favor de las fundaciones de la capellanía de Juan Mata, para cancelar con ellas todos los censales que se pudiese de los cargados al cinco por ciento. 239 Con ese recurso de cargar censales para cancelar otros anteriores se entraría en una espiral de progresivo endeudamiento. La identidad de los prestamistas conocidos, todos eclesiásticos, nos corrobora lo ya apuntado por nosotros en otros estudios acerca del neto predominio del capital eclesiástico en el mundo del crédito en la Huesca del XVII. 24ü

UN INTENTO DE EXPLICACIÓN DEL REGADÍO OSCENSE EN LA CENTURIA DE LA CRISIS La efervescencia hidráulica del siglo XVI - de la que hemos tenido noticia por parte de J. M. Latorre- se enmarcaría dentro de la situación descrita con la imagen de «mundo lleno ». La respuesta aragonesa al crecimiento demográfico se concretaría fundamenta lmente en la roturación de nuevas tierras y en la expansión del regadío mediante la construcción de nuevos azudes , acequias y albercas o la mejora de los ya existentes. Este regadío sería ante todo una empresa municipal: se trataba de la respuesta del concejo a las necesidades alimenticias de la comunidad .241 Pero este modelo explicativo de corte maltusiano difícilmente es aplicable al siglo XVII. Según éste, la crisis del XVII y su importante descenso demográfico tenía que traer consigo una menor intensidad en la actividad constructiva de infraestructuras hidráulicas al no existir ya esa demand a de población. Sin embargo, como ya hemos visto, ocurrió todo lo contrario. En primer lugar, aun cuando es verosímil aceptar el crecimiento significativo de la población a lo largo del XVI, es ya más dudoso aceptar que este crecimiento abocara a una situación de «mundo lleno», esto es, de sobrepoblación re lativa. Y si la historia de Aragón en el siglo XVI no puede entenderse en términos de «a lta tensión demográfica» , tampoco el retroceso del XVII puede considerarse como «positivo reajuste de la población a los recursos disponibles» sino más bien como otro aldabonazo regresivo a la ya de por sí ané-

239. AMH, ms. 185, Actas, Censales , 28-5-1695, f.140r-v. 240.

IN G LADA :

241.

COLÁS :

Estu.dio de la estructura ..., pp. 75-123.

«Las transformaciones ...», pp. 523-534.

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EL INTERVENCIONISMO MUNICIPAL E N EL REGADÍO OSCENSE (SIGLO XVII )

mica y disminuida población. 242 Tampoco en Huesca cabría hablar de presión demográfica, ni mucho menos, en un siglo como el XVII, testigo de innumerables crisis de subsistencias y epidémicas. Sólo en este contexto demográfico , claramente regresivo , adquieren pleno sentido las palabras de F. Artiga cuando, refiriéndose a la construcción del pantano, confiesa que sus deseos no eran otros que los de « ... aumentar su patria en más de otros tantos vecinos como tiene ... ».243 Pero aun aceptando como hipótesis la explicación maltusiana de superpoblación del siglo XVI, causante de esa febril actividad hidráulica, el corolario de la misma sería el decaimiento de la actividad constructora y la restricción de los programas de puesta en regadío de nuevas tierras en el siglo XVII, fruto de esa menor presión demográfica. Sin embargo, en el XVII el concejo oscense despliega una intensa labor de cara al incremento de los exiguos caudales mediante obras de captación de manantiales y fuentes e intentos de trasvase de aguas; de conservación de los mismos con la construcción de albercas, estanques o pantanos; de gestión y financiación , en suma, de las diversas actuaciones en materia de infraestructura hidráulica. Ocioso parece computar de nuevo todas estas obras ya convenientemente analizadas. Interesante resultaría, sin embargo, cotejarlas con los períodos de crisis de subsistencias y epidémicas de la Huesca del siglo XVII:244 a) Crisis de subsistencias y epidémica de 1615 La crisis agrícola de 1614-1615, propiciada por una sequía importante, haría que se retomaran algunas propuestas. Así, en mayo de 1616, el prior de jurados expuso ante el consejo que « ... la esterilidad del tiempo obliga a ver cómo se puede traher agua a la ciudad y pareze que en diversas ocasiones se ha puesto los ojos en algunas labercas que se pueden hacer y particularmente en la misma Isuela, en el término de Arguis ...». 245 En ese mismo año se hicieron diversos intentos de aprovechar unos manantiales que brotaban cerca de la ermita de Salas. 246 Dos años más tarde , en 1618, se aprobó en consejo la lim-

242. TORRAS ELÍAS, J.: «La economía aragonesa en la transición al capitalismo. Un ensayo» , en v.v. A.A. : Tres estudios de historia económica de Aragón , Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Zaragoza, Zaragoza, 1982, pp. 9-32. 243. ARCO: El antiguo pan/ano .. ., p. 34. 244. INGLADA ATARÉS, J.: «El intervencionismo municipal ante las crisis de subsistencias y epidémicas del siglo XVII, según las "cartas misivas " de la ciudad de Huesca », Argensola, 97 (1984), pp. 57-98. De aquí tomaremos la información de las diferentes crisis. 245. AMH, ms. 112, Actas, Sobre hacer las albercas, 3-5-1616, f. 97r. 246. AMB, ms. 112, Actas, La fuente de Salas, 4-4- 1616 y 3-5-1616.

138

,


Jesús INGLADA ATARÉS

pia de la alberca de Cortés y se llevaron a cabo ciertas reformas en el partidero de Arascués. 247 b) Crisis de 1630 En torno a 1630 se vuelve a reproducir el ciclo de 1615-1616. De nuevo una sequía prolongada se erige en desencadenan te de la crisis agrícola, causante a su vez de un aumento de la mortalidad. Durante este período las noticias sobre obras de regadío son menores; no obstante, el 28 de agosto de 1630 se intenta captar unos manantiales junto a la fuente de la «Ban;a».248 Esta misma fuente que desde antaño incrementaba el caudal del Isuela también fue objeto de mejoras en 1630-163l,249 c) La crisis de 1640-1652. Guerra de Cataluña, crisis agraria y peste La guerra de Secesión catalana -y todas sus consecuencias: aumento de la fiscalidad, levas continuas, destrozos de los ejércitos, descapitalización del campo- y la ausencia de lluvias serían culpables de la crisis agraria que se desató en el campo oscense. Esta última preparó el terreno para el estallido de la peste de 1651-1652 que segaría la vida de una cuarta parte de la población. Pues bien, ni siquiera esta difícil coyuntura paralizaría los esfuerzos municipales de cara al aporte de recursos hídricos. Así, en 1640-1641 se llegó a presupuestar más de cincuenta libras en unas reformas en la fuente de la «Ban;a». En 1648 y en 1652-1653 se llevarían a cabo igualmente algunas obras en esa misma fuente. 25o También se llegaron a concertar en 1648 las obras de reparación de la fuente de San Miguel por un precio de 150 escudos. 251 En 1653 se proyectaron asimismo las obras de captación de la fuente de Bonés, presupuestándose un gasto máximo de 2.000 ducados. 252 Pero no sólo son las fuentes el área de actuación municipal. En 1648 se estudia la posibilidad de hacer alguna alberca. En 1652, se duda entre limpiar la alberca o reconstruir la llamada «alberca quebrada».253 Respecto a traer las aguas del Gállego, en 1648 se anali-

247. AMH , ms. 114, Actas, Sobre las albercas, 17-4-1618; y también 28-8-1618. 248. AMH, ms. 11 2, Actas, Fuenle cercana a la «Barr;w>, 28-8-1630. 249. A MH , ms. 127, Actas, Fu ente de la «Barr;a», 3-11-1630 y 31-S-1631. 250. AMH , ms. 136, Actas, Fuente de la «Barr;a», 28-8-1640 y 25-9-1641. Tamb ié n ms. 143, Actas, Fuente de la «Barr;a», 14-5-1648; y ms. 146, Actas, Fuente de la «Barr;w>, 8-4-1652. 251. AMH, ms. 144, Actas, Fuente de San Miguel, 4-12-1648. 252. AMH,

I1l S.

147, Actas, Fuente de Bonés, 11-5-1653.

253. AMH, I1l S. 143, Actas, Sobre construir una alberca, 15-10-1648; también ms. 146, Actas, Albercas, 23-9-1652.

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EL INTERVENCIONrSMO MUNrCrPAL EN EL REGADío OSCENSE (SIGLO XVrr)

zaría si era factible; en 1656 se inspeccionaría ya sobre el terreno.254Finalmente, de 1640 a 1652 se suceden diversas obras de reparación en el azud de Nueno. 255 d) La crisis de la década 1680-1690 La ínfima cosecha de 1682-1683 fue el detonante de una nueva etapa de crisis agrícola agudizada todavía más por una plaga de langosta que asoló el campo oscense en 1687. Veamos si el ímpetu constructivo municipal se resiente con esta crisis. En primer lugar hay que recordar que es precisamente al inicio de la década cuándo las recién estrenadas Ordinaciones instan a las autoridades a proponer en consejo la realización de un pantano. Y, efectivamente, es en esta década cuando todas las gestiones y actuaciones culminan en la construcción del pantano de Arguis. Curiosamente, en los dos momentos más críticos, 1683 - cosecha nula- y 1687 -plaga de langosta-, tiene lugar la firma de la capitulación del pantano y el inicio de las obras, respectivamente. Pero ya en el inicio de la década la preocupación por la falta de agua estimuló la realización de varios proyectos. Así, en 1680, el término de Almériz, inquieto por la «esterilidad y falta de agua», presentaría al consejo un memorial exponiendo su plan de reedificación de la «alberca quebrada».256 En julio de ese mismo año la asignación municipal dio su beneplácito al inicio de las tareas de limpieza de la alberca de Cortés, para las que se llegaría a pedir 6.000 libras. 257 En 1682-1684 se repararía el azud de Banastás. 258 En este último año , Francisco de Artiga diseñó cierto artificio para canalizar la fuente del COSO.259 En torno a 1686, el deterioro del azud de Montearagón llevó a las autoridades a hacerlo de nuevo en piedra.260 Pues bien, del análisis comparado de estos proyectos hidr áulicos se infiere la debilidad de ciertos modelos explicativos de crisis y apogeo, sobre

254. AMB, ms. 143, Actas, Sobre traer agua del Gállego. 15-10-1648. Asso: Historia ... , p. 39. 255. AMB, ms. 136, Actas, Azud de Nu eno, 26-2-1640; ms. 140, Actas, 1-6-1645; ms. 145, Actas, 29-5-1650; ms. 146, Actas , 28-4-1652. 256. AMB, ms. 173, Actas, Mem orial del término de Almériz, 3-9-1680, ff. 190v-191 v. 257. AMH, ms. 173, Actas, Limpia, 29-7-1680, f. 182v. 258. AMH, ms. 175, Actas, A z ud de Banas/ás , 24-2-1682; y tambi éllll1s. 176, Actas, A zud de Banastás, 29-4-1684. 259. AMB, Il1 S. 176, Actas, Fuente del Coso, 18-2-1684. 260. AMB, ms. 178, Actas, Aprobación de la construcción de un azud de piedra en el río F/umen , 10-3-1686.

140

...


Jesús INCLADA ATAI?ÉS

todo en ciertas áreas que podríamos definir como las sociedades del estancamiento, de las permanencias, donde es más lo que permanece que lo que cambia. Pero, ¿cómo interpretar la dinámica general del regadío en estos siglos de la modernidad? Nosotros apostaríamos por una vía de síntesis. Así, de la misma forma que el regadío pudo ser una respuesta al crecimiento demográfico del siglo XVI, también lo fue como respuesta ante las crisis de subsistencias y epidémicas del XVII, la mayoría de las cuales tuvo a la sequía como desencadenante. La preocupación de las autoridades municipales por las obras hidráulicas sería constante, fuera de las contingencias de auges o crisis, aun cuando se agudizase en determinadas coyunturas. Así, esa preocupación se torna obsesión cuando la ausencia de lluvias se dilata en el tiempo y la sequía inicia un proceso devastador. Además, esta preocupación municipal por los regadíos constituiría una parcela más de su amplio espectro de actividades, de las cuales el aprovisionamiento de la ciudad sería el hegemónico. Y esta preocupación sería considerada -al hiJo de lo comentado por el profesor Laliena sobre la necesidad del consenso y de la solidaridad entre los diversos miembros de la comunidadpor sus habitantes como un hecho tradicional dentro de las normas y obligaciones sociales de los distintos sectores que configuran la comunidad. Podría hablarse de lo que E. P. Thompson denomina «economía moral de la multitud» , entendiendo por tal oo. nociones de bien público categórica y apasionadamente sostenidas, que ciertamente encontraban algún apoyo en la tradición paternalista de las autoridades; nocion es de las que el pue blo a su vez, se hacía eco tan estrepitosamente que las autoridades eran , en cierta medida , sus prisionerosoo. 261

La autoridad municipal sería, pues, una importante pieza de esta «economía moral» y los vecinos del municipio confiarían en la seguridad tanto de un avituallamiento suficiente y a justo precio - de los alimentos de primera necesidad- como de un eficaz proteccionismo en la dirección y gestión de las obras de regadío necesarias para hacer realidad esa máxima primera. Sin olvidar que el gobierno municipal, al actuar en ese sentido, no olvidaría sus propios intereses. Por una parte atenuaría o mitigaría sus temores políticos y sanitarios - el miedo a un intervencionismo real como consecuencia de las revueltas provocadas por las carestías; el peligro a que una deficiente alimentación preparase el terreno a la epidemia ...-. Pero esta preocupación

26 1. TH OMPSON. E. P.: «La economía moral de la multitud en, la In glaterra del siglo XVIII», en TH OMPSON , E. P. : Tradición, revuelta y consciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial, Crítica, Barcelona, 1984, p. 66.

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EL IN TERVENCIONISMO MUNICIPAL EN EL REGADíO OSCENSE (SIGLO XVII)

paternalista, impregnada del humanitario deseo de proveer de todo lo necesario - entre ello, la seguridad y eficacia de un perfecto regadío- no estaba exenta también de intereses hacendísticos. Muy claros en cuanto al abastecimiento de productos alimenticios -las rentas más saneadas del municipio oscense del XVII vendrían representadas por los monopolios de las carnicerías, panaderías, pescaderías, ...-, no lo eran tanto en el regadío -percepción del cargo ordinario por el uso del riego, «penas y calonias de la huerta», «herbajes» y «pasos de las cabañas» ... - . Finalmente, habría que tener en cuenta que el interés general de las autoridades municipales por las obras de infraestructura hidráulica tendría que ver necesariamente con la significación social -seguridad y aumento de las cosechas, con el consiguiente aumento del nivel de renta de los vecinos, que posibilitaba una mejor disposición para el pago de las diversas detracciones fiscales- que tenía el regadío en estos siglos de la Modernidad. Sin embargo, este acondicionamiento y control del agua por parte del intervencionismo municipal paternalista no configuró una formación sociopolítica despótica y burocrática. Nos encontramos, pues, ante una sociedad no «wittfogeliana», en la que ningún grupo o clase social debe su preeminencia y hegemonía al control de los sistemas hidráulicos. 262

262. Sobre la obra de K. A. WITTFOG EL, Despotismo oriental. Estudio comparativo del poder totalitario , los historiadores M.a Teresa Pérez Picazo y Guy Lemeunier - basándose en parte en otros autores- hacen un análisis de su teoría demostrando la inviabi lidad de su aplicación para el área medite rrá nea , rechazando la idea de que las sociedades cuya base es el control del agua haya n de depe nde r forzo same nte de organizaciones políticas centralizadas y propugnando en cambio centrar el estudio en la relación entre los sistemas de regadío y las estructuras sociales (P ÉREZ PI CAZO, M. T. Y LEM EUNIER, G ., eds.: Agua y modo de producción, Crítica, Barcelona, 1990. Esta re fl exión vi ene incluida en su <<introducción», pp. 21-53).

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LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Y EL REGADÍO OSCENSE EN EL SIGLO XVIII

Javier ARASANZ BIELA

EL CATASTRO COMO FUENTE PARA EL ESTUDIO DEL REGADÍO El catastro es un recuento de las riquezas inmuebles y personales para gravarlas con fines contributivos. Se realiza como consecuencia de la imposición por la dinastía de los Barbones, después de la guerra de Sucesión, de la Única Contribución, intentando hacer contribuir a Aragón en los gastos de la Corona en la misma medida que lo hacía Castilla. Se perseguía así, además, la racionalización de la Hacienda del Antiguo Régimen. El catastro, como dice Antonio Peiró,l es la fuente más importante para el conocimiento del volumen y distribución del regadío en el siglo XVIII. En Huesca, la documentación del catastro se encuentra en su Archivo Municipal en buen estado de conservación. La relación de catastro, rectificaciones de cabreos y amillaramientos es la siguiente: Cuadernos de anotaciones catastrales por parroquias (1722, 1731, 1733, 1734, 1736). Catastro de Real Contribución del Estado E clesiástico secular, Regulares y manos muertas (1737) . Cuadernos de anotaciones catastrales por parroquias (1738-1752). Catastro de 1753. Cuadernos de anotaciones catastrales por parroquias (1754-1758). Excepciones de la contribución de 1753-1758. Cuaderno de repartimiento de contribución (1759-1761).

1. PEIRÓ ARROYO, A.: «E l regadío; tipos de fuentes para su estudio», Metodología de la investigación científica sobre fuentes aragonesas, vol. n, Zaragoza, 1987, p. 215.

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LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Y EL REGADÍO OSCENSE EN EL SIGLO XV II I

Cuaderno de repartimiento de contribución de Huerrios (1758-1763). Cuaderno de repartimiento de contribución (1764-1773). Catastro de fincas adquiridas desde 1737 por la Iglesia. Cabreo de industrias, Cabreo de fincas, Catastro 1774. Cuaderno de reparto de contribución (1775-1780). Cuentas de cobranza (1780). Cuaderno de repartimiento de contribución (1781-1784) . Catastro de 1784. Cuaderno de repartimiento de contribución (1785-1808) . Catastro de 1819. Amillaramientos de 1831.

En los catastros se refleja la renta real (propiedad de la tierra, bienes urbanos, censos y treudos) y la renta personal (renta por el trabajo personal). Nos informan, por tanto, de los niveles de renta y las desigualdades entre los distintos estamentos de la sociedad del Antiguo Régimen. Sin embargo, de cara al estudio del regadío lo que más nos interesa es el conocimiento de la superficie regada y su relación con el total de superficie cultivada y con la de secano. En los catastros del siglo XVIII no se especifica la diferenciación entre secano y regadío en las distintas partidas, aunque sí la extensión de las diversas parcelas, tipo de cultivo al que se dedican, término, linderos y riqueza imponible. Los propietarios se dividen en estamentos: nobleza, clero y estado llano, conociéndose en algunos casos la profesión. Los catastros oscenses no escapan a la problemática general que presenta este tipo de fuente: -

Fiabilidad. Al tratarse de una fuente fiscal puede existir ocultación, por lo que sería conveniente, como expone Manuel Pérez García,2 contrastar los datos del catastro con los obtenidos de protocolos notariales. Herminio Lafoz 3 coloca la ocultación en su estudio de Burbáguena en torno a un 20-30%, aunque Antonio Peiró4 observa pocas ocultaciones en Zaragoza.

2. P ÉREZ GARCÍA J. M.: «Fuentes de control de los catastros fiscales. Las escrituras de protocolos», Actas de las I Jornadas de Metodología aplicada de las Ciencias Históricas , Santiago de Compostela, 1975, pp. 203 Y ss. 3. LA FOZ RABAZA, H .: «Los libros catastro y su uti lización como fuente de investigacióll», Metodología de la investigación científica sobre fuenles aragonesas, vol. 1, Zaragoza, 1986, p. 110. 4. PEIRÓ ARROYO, A .: Regadío, transformaciones económicas y capitalismo (La tierra en Zaragoza. 1766-1849), Zaragoza, Diputación General de Aragón , 1988.

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..,.


Ja vier ARASANZ BIELA

-

Dificultad de controlar las propiedades de la Iglesia. Los eclesiásticos sólo estaban obligados a contribuir por las propiedades adquiridas después del Concordato de 1737.

Pero también presentan una serie de dificultades añadidas en el caso oscense: -

Desigualdad de la e laboración del catastro a lo largo del siglo. En algunos únicamente se anota la riqueza imponible, no aclarando la extensión de las distintas propiedades. No se especifica la diferencia entre propiedad de secano y de regadío y sólo en algunos propietarios aparece su profesión.

Por ello es necesario acudir al catastro de 1819 elaborado como consecuencia de la reforma de la Hacienda del ministro Fernandino Martín de Garay, que ha sido estudiada por Herminio Lafoz. 5 Este catastro cuenta con la gran ventaja, para nuestro trabajo, de diferenciar las propiedades de regadío de las de secano. Además se trata de una fecha cercana al siglo XVIII, en cuyo intervalo se registran las transformaciones de la desamortización de Godoy y los cambios producidos por la guerra de la Independencia, de escasa incidencia en el régimen de propiedad y cultivos y todavía menor en la relación de tierras de secano y regadío. -

Metrología. El catastro de 1819 recoge la extensión de las propiedades en fanegas castellanas y celemines, mientras que los catastros anteriores lo hacen en medidas aragonesas (cahíz, fanega, almud). Se ha podido contrastar la equivalencia de las medidas castellanas con las aragonesas haciendo un estudio comparativo de diversas propiedades de catastros anteriores con el de 1819, pues son fácilmente identificables las parcelas al constar la extensión, término, linderos y propietario. Sin embargo el pasarlas al sistema métrico decimal presenta mayores dificultades, pues no conocemos el número de cuartales de cada cahíz o incluso la diferencia entre los términos, como ocurre en el caso de Zaragoza. 6

No obstante, anotadas todas estas deficiencias, el catastro nos va a permitir conocer la propiedad de la tierra de los distintos estamentos, la extensión del regadío y su relación con el secano, la estructura de la propiedad y la distribución de los cultivos. La importancia de esta fuente para el estudio del regadío queda fuera de toda duda.

5. LAFOZ, H .: «Los libros catastro... », pp. 100-13I.

6. P ÉREZ SARRIÓN, G .: Agua, agricultura y sociedad en el siglo XVIII. El Canal Imperial de Aragón, / 766- ]808 , Zaragoza , In stitució n «Fernando e l Católico», 1984; PEIRÓ ARROYO, A.: Regadío, transformaciones ...

145


LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Y EL REGADío OSCENSE EN EL SIGLO XViII

LA POBLACIÓN La población oscense durante el siglo XVIII aumentó siguiendo el comportamiento general de la población española en la centuria. Guillermo Pérez Sarrión 7 cuantifica el crecimiento tomando dos fechas a ambos extremos del siglo. En 1713 calcula la población oscense en 3.892 hab., llegando a 6.885 hab. en 1787; se produce lo que este autor califica como la recuperación de la población oscense a un nivel medieval. Concluye que se produjo un incremento demográfico intenso para los años centrales favorecido por un retraso anterior y una relativa ralentización posterior debida a un mayor poblamiento, creciendo más rápidamente que los recursos naturales, como demuestran los conflictos de 1766. Además este aumento de la población tiende a acentuar el proceso de proletarización, pues los contribuyentes en los distintos catastros analizados 8 apenas cambian su número. Catastros:

1731

1758

1785

1805

N.O de vecinos:

1.115

1.041

1.067

1.088

Si comparamos el número de contribuyentes del catastro de 1785 con los datos del censo de 1787 observamos que aquellos suponen el 77,48 % del total de la población. Por tanto, este crecimiento se refiere a los sectores demográficos no recogidos en el catastro (jornaleros y mendigos). La población oscense aumentó durante el siglo XVIII sobre todo en sus grupos más desfavorecidos , produciéndose una polarización de la sociedad entre el conjunto dominante y las clases marginales.

LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Este apartado ha sido estudiado a través de los catastros de 1758, 1784 y 1819, ya que contienen mayor información. Para el análisis del regadío los dos primeros no distinguen entre propiedades de regadío y secano, por lo que se hizo necesaria la consulta del catastro de 1819. La superficie regada no habrá cambiado excesivamente por su proximidad en el tiempo. Huesca tenía y tiene un término municipal pequeño (alrededor de 9.000 hectáreas), de las que se cultivaban en 18196.941 fanegas castellanas (aproxi-

7. PÉREZ SARR I ÓN, G .: «Huesca en e l período de expansión borbónico, 1700-1808» , en Huesca: HislOria de una ciudad, Huesca, Ayuntamiento, 1990, p. 249. 8. Ibíd., pp. 253-255.

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Javier ARASANZ 81 ELA

madamente 3.965 hectáreas),9 lo que supone el 44 % de la superficie. Conocemos también la distribución de esta propiedad por estamentos (nobleza, eclesiásticos y estado llano) junto a los que viven fuera de la ciudad (terratenientes foráneos), pero la profesión de cada uno de los propietarios no aparece reflejada. Cuadro 1 PROPIETARIOS DE TIERRA (1819) REGADío NÚM.

SECANO 01<)

% FAN.

HA

FAN.

{Yo

HA

Est. eclesiástico Nobleza Est. ll ano Terr. foráneos

49 54 402 97

8,2 8,9 66,8 16,1

1.423 1.584 1.293 779

813 906 739 445

28 31,2 25,5 15,3

185 377 993 307

105 215 567 175

9,9 20,2 53,4 16,5

TOTAL

602

100

5.079

2.903

100

1.862

1.062

100

Fuente: E laboración propia . Las fanegas castellanas han sido transformadas en cahíces y és tos pasados a ha con una eq uivalencia de 24 cuartales = 0,572 ha.

Un escaso número de propietarios de los estamentos privilegiados (nobleza y clero) , el 17,1 %, tiene el 51,4 % de la propiedad; pero si estos porcentajes se hacen únicamente del regadío el predominio aún es mayor, 59,2 %. Por tanto, la Iglesia y la nobleza no sólo poseían la mayor parte de las tierras, en las que basaban su riqueza, sino que además eran propietarios de las de mejor calidad y que se podían regar. En el lado opuesto se encontraba el estado llano, que representa el 66,8 % de los propietarios,10 al que solamente pertenecía el 32,9 % de la propiedad. Pero además sus tierras eran de peor calidad y con menor porcentaje de regadío , 25,5 % . Los terratenientes foráneos, el 16,1 % de la población y con un 15,7 % de la propiedad, muestran un equilibrio entre ambos factores. Se trata de medianos y pequeños propietarios de lugares vecinos a Huesca.

9. Hay que tener en cuenta que se han pasado las fanegas castellanas a cahíces aragoneses y éstos se han promediado a 24 cuarta les, aproximadamente 0,572 ha. 10. El catastro sólo recoge a los propieta rios del estado llano pero si estas cifras se comparasen con el total de la población que, por no ser propietarios, no están recogidos en el catastro el porcentaje aumentaría much o más.

147


LA PI?OPlEDAD DE LA TIERRA Y E L REGADío OSCENSE EN EL SIGLO XVIII

LA ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD Se observa una concentración de la propiedad característica del Antiguo Régimen , aunque sin llegar a los extremos de Zaragoza que ha estudiado Antonio Peiró." Podemos hablar de una pequeña nobleza y cuerpos inmortales con propiedades no excesivamente grandes (la mayor, de 329 fan. cast. , aproximadamente 188 ha, del Colegio de la Merced) y un predominio en su número de pequeños y medianos propietarios, aunque estos propietarios comparativamente tendrían importancia. Cuadro 2 ESTR UCTURA DE LA PROPiEDAD INTERVALO

NÚM. DE PROPIETARIOS

0,ül-1 1,01-2 2,01 -4 4,01-6 6,01 -10 LO,01-20 20,01-40 40,01 -60 60,01-100 100,01-200 200,01-400

70 120 113 78 78 61 50 13 11 7 1

11 ,6 19,9 18,8 12,9 12,9 10,2 8,4 2,2 1,8 1,2 0,1

55 205 366 402 626 940 1.530 593 901 994 329

0,8 2,9 5,3 5,9 9 13,5 22 8,6 13 14,3 4,7

TOTAL

602

100,00

6.941

100,00

SUP.(FAN.)

%

%

Fuenle: Ela boración propia.

La relación de los ochos mayores propietarios es la siguiente: Cuadro 3 MA YORES PROPIETARIOS E N PROPIETARIO

Colegio de la Merced Francisco Escuer Capit. de San Lorenzo José Pérez Jacobo Claver Francisco Azara Joaquín Sanjuán Convento de Santo Domingo

REGADÍO FANJCEL.

329/6 148/10 145/1 158/1 135/2 132/9 60/3 73/6

Fuente: E labo ración propia. 11. P EIRÓ ARROYO, A .: Regadío ... , pp. 42-43.

148

SECANO FANJCEL.

18/6 16/9 3/6 10/9 11/3 52/6 28/9

1819 TOTAL FANJCEL.

HA

329/6 167/4 161/10 161/7 145/11 144 112/9 102/3

188 95 92 92 82 82 64 58


Javier AI?ASANZ BIELA

Lógicamente los mayores propietarios son instituciones religiosas y miembros del estamento noble. Se trata de propietarios de tipo medio que no poseen grandes latifundios como en otras zonas del país. En cuanto a los miembros del estamento nobiliario, se identifican con un patriciado urbano que obtiene rentas del producto de las tierras y de los beneficios que le reporta la detentación de cargos municipales. Las instituciones eclesiásticas eran los mayores propietarios del regadío oscense y contaban además con las tierras de mejor calidad. Es el Colegio de la Merced el mayor terrateniente de la ciudad, aventajando al resto en una proporción considerable; además, todas sus posesiones se calificaron de regadío. Este predominio sobre la propiedad alentó el sentimiento anticlerical del siglo XIX.

DISTRIBUCIÓN DE LOS CULTIVOS

El catastro es, además, un exponente de los cultivos a que se dedican las parcelas. Hay que tener en cuenta, no obstante, que el cultivo promiscuo era muy frecuente . Sin embargo, en la denominación de cada una de las fincas se nos indica el cultivo principal, dato en sí mismo revelador. La superficie cultivada en 1819 se distribuía por cultivos como indica el siguiente cuadro:

Cuadro 4 DISTRIBUCIÓN POR CULTIVOS EN

1819

FAN.CAST.

HA

%

Cereal Viña Huerto Yermo Olivar Soto

4.710 1.897 267 38 19 10

2.693 1.084 152 21 10 5

67,9 27,3 3,8 0,6 0,3 0,1

TOTAL

6.941

3.965

100

CULTIVO

Fuente: E laboración propia .

149


LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Y E L REGADÍO OSCENSE EN EL S IG LO XVIII

Por estamentos la distribución de cultivos es la siguiente:

Cuadro 5 DISTRffiUCIÓN DE CULTIVOS POR ESTAMENTOS EN PROPIETARIOS

HUERTO

CEREAL

106

1.128 135

173 50

82

1.177 230

311 130

21 1

895 341

57

573 231

267

4.710

Est. eclesiástico Regadío Secano Est. noble Regadío Secano Est. llano Regadío Seca no Terr. foráneos Regadío Secano TOTAL

VIÑA

OLIVAR

1819

SOTO

YERMO

1

15

1

2 9

369 65 1

2

6

143 70 1.897

6

11 8

19

10

6 38

Fuente: E laboración propia . Superfici e en fan egas castell anas.

Se observa un gran predominio del cereal, sobre todo trigo y cebada , sobre la viña en el regadío y una mayor equiparación de ambos cultivos en el secano al tratarse de tierras de peor calidad. Una pequeña porción de superficie cultivada se dedica al regadío intensivo , que en catastro recibe la denominación de huerto , donde se cultivaban principalmente hortalizas para el consumo y abastecimiento de la ciudad. Destaca la escasa relevancia del olivar en relación con el desarrollo que este cultivo alcanza en Zaragoza, como apunta Antonio Peiró,J2 a final es de la centuria. Igualmente Ignacio de Asso J3 tiene esa impresión : «El cultivo del olivo está abandonado en este país, no obstante de ser terreno muy adecuado para ellos y haber sido comunes en siglos anteriores». Los yermos y sotos son escasos, aunque hay que tener en cuenta que el catastro sólo recoge las superficies cultivadas.

12. Ibíd ., p. 182. 13. Asso , I. de: Historia de la economía política de Aragón , Zaragoza, Guara, 1987 (1." ed., 1798), p. 44.

150

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Javier ARASANZ BIELA

EVOLUCIÓN DE LA PROPIEDAD DURANTE EL SIGLO XVIII Interesa hacer una comparación con catastros anteriores para conocer la evolución de la propiedad a 10 largo de la centuria. Cuadro 6 CAT.1758 CAH.lFAN.

CAT.1784 CAH.lFAN.

CAT.1819 FAN.CAST.

Est. eclesiástico E st. noble Est. ll ano Terr. forán eos

1.819/1 1.339/2 308/7

2.049/5 1.840/2 1.616/1 856/3

1.608 1.961 2.284 1.087

TOTAL

3.467/2

6.362/3

6.941

PROPIETARIOS

Fuente: Elaboración propia.

Se produce un aumento de la superficie cultivada dentro de la tónica general de crecimiento agrario extensivo que se dio en el siglo XVIII. La Iglesia pierde posesiones, fenómeno que está en perfecta consonancia con el estudio de Peiró en Zaragoza. 14 El catastro de 1819, posterior a la guerra de Independencia y a la desamortización de Godoy, pone de manifiesto la venta de bienes eclesiásticos, en su inmensa mayoría de instituciones débiles como ejecutorias, beneficios, capellanías y cofradías, que pasaron a la nobleza y al estado llano, sin poder determinar en este último si fueron los artesanos o labradores los que las adquirieron. Además la guerra de Independencia llevó a una crisis a las instituciones religiosas de la que no se repondrían. Por e ll o, estoy de acuerdo con las palabras de A . Peiró: «Junto con la venta de bienes de beneficios, capellanías y cofradías (relativamente frecuente en cualquier época) se produjo la de los pertenecientes a comunidades de religiosos, colegios, seminarios, hospitales y capítulos, cuya economía antes de la guerra era mucho más saneada». Se empieza aquí también el proceso de transformación de propiedad amortizada en propiedad intercambiable por compra o venta. Estas propiedades vendidas por la Iglesia junto a la roturación de nuevas tierras vinieron a incrementar las posesiones de la nobleza, estado llano y terratenientes foráneos. La roturación de yermos está plenamente corroborada por e l aumento de la superficie catastrada. Lamentablemente no conocemos las cahizadas pertenecientes a la Iglesia en 1758,15 pero se nota un expansionismo de los restantes estamentos. 14. P EIRÓ ARROYO, A.: Regadío ... , pp. 193-207. 15. AR ASANZ BI ELA, J.: El municipio de Huesca y el somontano oscense en el siglo XV/JI. Tesis de licenciatura in édita. Recuérdese qu e este catastro no recoge las propiedades de la Iglesia.

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LA PROPIEDAD DE LA TlERRA Y EL REGADÍO OSCENSE EN EL SIGLO XVIII

Los distintos catastros nos informan de la evolución de los cultivos. Cuadro 7 CULTIVOS

CAT.1758

CAT.1784

CAT.1819

Cereales Viña Olivar Huerta Yermos Soto

1.832/1 1.380/3 24/4 154/2 37/4 38/4

3.420 2.462 14 454 7 4

4.710 1.897 19 267 38 10

TOTAL

3.467/2

6.361

6.941

Fuenle: Elaboración propia .

Se observa un gran predominio de los cereales, un descenso de la viña y también menor superficie dedicada a los productos hortícolas. Detrás de esta evolución está la presión demográfica tanto en la mano de obra para el trabajo como en la demanda de productos. 16 La Iglesia y la nobleza dedicaban sus tierras fundamentalmente a los cereales, disminuyó el porcentaje de tierras ocupadas por el viñedo y el estado llano destinaba más esfuerzos al cultivo de la vid.

LA PRODUCCIÓN

Es generalmente admitido que la producción aumentó en el siglo XVIII y este incremento trajo consigo «las tensiones que habían de quebrar , a la larga las bases de la sociedad del Antiguo Régimen».I ? En esta economía en alza el sector primario seguía siendo el de mayor peso y ello lastró para un despegue industrial, el relanzamiento no pudo ser muy espectacular. El campo tenía unas estructuras sociales y formas de explotación de la tierra que hacían imposible un cambio profundo sin atacar el sistema productivo, lo que no ocurrió en el siglo XVIII. La ampliación de la producción agrícola, al ir a parar a los sectores privilegiados, nobleza y clero, no repercutió en un fomento industrial, pues los excedentes se destinaban a productos suntuarios. Este aumento de la producción campesina no produjo un alza de la producción artesanal capaz de quitar a la sociedad su carácter agrícola.

16. GIL NOVALES, A.: «Huesca decimonónica, 1808-1874», en Huesca: HislOria de una ciudad, ed. cit., pp. 331-339. 17. ANES , G.: El Antiguo Régimen: Los Barbones, Madrid , Alfaguara, 1979', p.161.

152

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Javier ARASANZ BIELA

Este incremento de la producción en el partido de Huesca fue, según Asso,18 debido también a un mejoramiento del regadío y, como hemos podido constatar por el estudio del catastro, a un aumento de la superficie cultivada. Según este autor se cogen 9.000 cahíces de trigo, 5.000 de cebada, 8.080 nietros de vino, 1.000 nietros de aceite, 5.000 arrobas de cáñamo y 100 cahíces de judías. La hortaliza es buena y abundante a excepción de las alcachofas que no son comunes. Los guisantes de Huesca son muy estimados ... Las lechugas rizadas, que forman un grupo muy compacto, son también muy apreciables por su ternura y delicadeza.

No obstante, este aumento de la producción no se repartió equitativamente, acumulándose en manos de los privilegiados, lo que provocó la carestía de los más pobres y su revuelta en el motín de 1766. 19 El motín refleja las tensiones entre jornaleros y campesinos con poca tierra frente a labradores propietarios y pequeña burguesía ciudadana. Se trataba claramente de una crisis de subsistencia que afectaba a los más necesitados, consecuencia de un reparto desigual de la riqueza y agravada por la liberalización del comercio de granos. Igualmente la Hacienda gravó al vecino oscense en mayor proporción que a otros habitantes del reino a lo largo de la centuria. 20 Además, como apunta Pérez Sarrión, Huesca estuvo condicionada por Zaragoza y Cataluña; no recibió de la primera el impulso como centro regional coincidiendo con un crecimiento demográfico y económico de Cataluña. Por estas influencias, pero sobre todo por la estructura económica y social del Antiguo Régimen, se produjo este retraso de la zona oscense, que fue relativo respecto a Zaragoza y Cataluña. Por el predominio de los grupos privilegiados, que durante. la centuria dieciochesca en Huesca intensificaron los mecanismos de extracción de la renta agraria, continuaron las diferencias sociales. La mayor producción por la extensión a nuevas zonas de cultivo y la seguridad que dio a las cosechas el regadío no redundaron de igual manera en beneficio de toda la sociedad, lo que no incidió en crear un mercado interior que potenciase la producción manufacturera. Sin embargo, sí evitó que las tensiones sociales manifestadas en el motín de 1766 fuesen tan agudas como en otros lugares.

18. Asso, L de: Historia de la economía... , pp. 39-40. 19. Actas municipa les de 1766. 20. ARASANZ, J.: El municipio ... El habitante de l partido de Huesca pagaba más que los de otros partidos de Aragón: 11 ,2 reales entregaba por términ o medio cada habitante en Huesca , 7,5 en Cinco Villas, 8,2 en Albarracín, 9,4 en Zaragoza ... La ciudad empieza contribuyendo con 4.627 libras jaquesas en 1731, llega ndo a cotizar 6.613 libras jaquesas.

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LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Y EL REGADío OSCENSE EN EL S IGLO XVII I

INFRAESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DEL REGADÍO OSCENSE Huesca vio asegurado el riego de su huerta por la construcción del pantano de Arguis, que reguló mayor cantidad de agua. Pero hay que tener en cuenta que la concepción de regadío en la antigüedad era distinta a la actual. Se consideraba regadío todas aquellas tierras que tenían posibilidad de riego al estar por debajo del nivel de las acequias, pero la escasez de agua y las obras para su conducción condicionarían la extensión y aprovechamiento del mismo. La construcción del pantano vino a evitar esta carencia de agua pero no quiere ello decir que todas las tierras contabilizadas en catastro como regadío recibieran riego regularmente. Se distinguen dos tipos de propiedades: unas con un riego fijo y dedicadas a una explotación intensiva de productos de huerta esenciales para el abastecimiento de la ciudad y otras con posibilidad de riego empleadas con cultivos que necesitan menos agua, cereales y vid, donde éste venía a suplir la carencia de agua en una zona con una climatología irregular. Las primeras son las que el catastro denomina huerta y las segundas se registran como campos o viñas, contabilizándose como propiedades regadas. Desde épocas antiguas la ciudad de Huesca tomaba agua para riego de los cauces escasos de los ríos Flumen e Isuela. El agua del Flumen era extraída del río por un azud construido cerca del castillo de Montearagón y se conducía a través de la acequia de la Ribera. Mur Ventura da noticia de una firma real en 1421 ganada por la ciudad sobre el abad y capítulo de Montearagón y contra los señores de Monflorite, Bellestar y Quicena para que no se impidiese hacer azudes y conducir el agua a la ciudad. En 1788 se practicó la agrimensión de los términos que regaban por la acequia de la Ribera y en el siglo XVIII se hicieron obras de reparación del azud y acequia, repartiendo su coste entre los regantes (1785-1792). Al principio las sesiones de regantes se celebraban en el colegio de Santiago y después, desde 1780, se reunían presididos por el alcalde en las casas consistoriales. A partir de 1788 la Junta de Aguas acuerda que el término de Tormos regase por boquera, después de haberlo hecho Pompenillo, y estableciéndose con independencia el riego de los demás términos comenzando a regar una semana por arriba y otra por abajo. Con las aguas de la acequia de la Ribera se benefician los términos de Cierzos Bajos, Barbalbol, San Galindo, Almunia, Florén y Tormos. El término de Cierzos Altos riega de la acequia de la Ribera y se reparte el agua con el pueblo de Quicena. En un principio se pretendió que Quicena cediese la tercera parte del agua que le correspondía a este término mediante 154


JavierARASANZ BiELA

el pago de 300 sueldos jaqueses. Como no se cumplía se acordó en la capitulación de 1667 que Quicena se desentendiese del agua desde la salida del sol del sábado hasta el mediodía del domingo. Este término, sin embargo, no pertenece a la comunidad de la Ribera. Además del Flumen, principalmente el Isuela aporta aguas para el riego de la huerta oscense. Tradicionalmente se regaba a partir del azud de Nueno y a través de la acequia Mayor. Se contaba, también, con dos albercas de regulación del riego al aprovechar la capacidad de almacenamiento de agua. La alberca de Loreto se llenaba por la acequia Mayor; con las aguas que brotan en el término de Miquera se fertilizan las tierras del Reguero, Las Peñetas y Valmediana y, con su sobrante, la torre de Estiche. La alberca de Cortés está situada en la zona Iirrútrofe con el término de Chimillas. Este pueblo cédió derecho al embalse de aguas e~ terreno de su propiedad sin perder el de pastar y leñar toda la superficie ocupada. Se llenaba con aguas del pantano y disponía de la acequia Nueva, que recogía las avenidas del Isuela. Con esta alberca se completa el riego de Algüerdia, El Cagigar, Lunes y Martes, El Forao, La Rejeta y Almeriz. Los términos que riegan con aguas del pantano de Arguis son: Domingo: riega desde la salida del sol del domingo a la salida del sol del lunes. Lunes y Martes: toma el agua del lunes al miércoles. La Reja: aprovecha una parte de l agua de estos tres primeros días derivada hacia el término por una conducción secundaria. Es término más próximo a la ciudad y sufre por tanto variaciones por las construcciones urbanas. Tiene poca extensión. A lmeriz: riega los miércoles con toda el agua de la acequia Mayor tomada por el partidero de la Cruz del Palmo. Algüerdia: toma el agua los jueves. Forao: desde el domingo hasta el jueves toma agua del partid ero de la Cruz del Palmo. Coliñénique: riega los cinco días de la semana que está abierto el pantano y también los viernes y sábados un tercio de la sogada. Magantina: tiene repartida el agua en horas fijas, no pudiendo dar cabida a nuevas fincas pues ya ha ocupado todas las horas de la semana. Miquera: coge aguas procedentes de los ibones que dan nombre al término y que nacen cerca del santuario de CiUas; bajan por la acequia de Huerrios beneficiando a Huerrios, Banariés, Cuarte y Huesca. Se reparte el agua por semanas alternas, una para la capital y otra para los pueblos citados.

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LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Y EL REGADíO OSCENSE EN EL SIGLO XV III

Existen unas tierras denominadas tiras francas en Algüerdia, Coliñénique y Lunes y Martes porque sus dueños anticiparon dinero para la construcción del pantano y la ciudad les reservó el derecho de poder regar cuando quisieran menos cuando lo hiciera su término y previo permiso que facilitaba la Junta de Aguas con veinticuatro horas de antelación. Durante la boquera se establece un turno riguroso en el aprovechamiento de las aguas. Este tipo de riego se instaura, generalmente, en los meses de abril y mayo, en los que la necesidad de agua es mayor. En tiempo de boquera se coloca una bandera de tiras azules y fondo blanco en los balcones de la casa consistorial para general conocimiento de los vecinos. La construcción del pantano de Arguis (1687-1704) ya ha sido estudiada con anterioridad 2 1 por lo que sólo haremos referencia breve a algunas cuestiones. El pantano vino a evitar en parte las deficiencias de agua de épocas anteriores para asegurar el riego. Éste almacenaba aguas de la fuente de Bonés y de él salía el agua por el Isuela hasta el azud de Nueno, que era conducida a la ciudad por la acequia Mayor. Se acordó elevar la presa en 1724 y se acometieron obras de conservación importantes en 1765. Con todo, a pesar de ser uno de los pantanos más antiguos y mejores de España, Mur Ventura reconoce 22 que «a pesar del interés que la ciudad demostraba ejerciendo como hemos visto su más exquisita vigilancia por conservar y aumentar el caudal de las aguas destinadas al riego de sus términos, siendo muy eficaz, no era todo lo fructífero que su buen deseo quería, pues no obstante las bien cuidadas albercas, se carecía con mucha frecuencia de la indispensable para asegurar las cosechas y se veían obligados como hemos transcrito de sus Ordinaciones a limitar el cultivo en unos términos y disminuir los riegos en otros, con gran perjuicio de nuestros labradores que no podían extender su producción por lo incierto del éxito». Se suelta el agua el sábado para que llegue a la ciudad a la salida del sol del domingo y permanece abierto hasta el jueves a media noche; la sogada sigue discurriendo el viernes y el sábado, siendo utilizada por el pueblo de Arascués en dos terceras partes y por el término de Coliñénique en la otra. La financiación de la obra fue municipal, con un presupuesto estimado de 20.000 libras jaquesas. Como dice Mur Ventura, se construyó con fondos de la sisa real que se impusieron a la ciudad y al clero, solicitando indulto del Papa

21. ARCO. R. del: El antiguo pantano de Arguis o de Huesca, Zaragoza, 1924. BALAGUER , F.: «Los riegos de la plana de Huesca», Argensola, 17 (1954) , pp. 49-56. MUR VENTURA , L.: Los riegos en elcérmino municipal de Huesca, Huesca, 1919. 22. MUR

156

V ENTURA , L. :

Los riegos en el término municipal de Huesca, p. 39.


Javier A RASANZ BIELA

para que fueran incluidos en dicho impuesto, ya que nadie podía gravar sus rentas sin incurrir en excomunión. El clero contribuyó con la licencia con 5.000 escudos reconocidos en julio de 1687. Pero el cabildo de la catedral debió prestar dinero para la construcción, pues encontramos en 170223 la obligación del consejo de pagar al obispo y cabildo su deuda para la fábrica del pantano, 10.000 libras jaquesas, y se suplica al obispo que pida nuevo indulto de la deuda con cargo a la sisa. Esta financiación se enmarca en el esquema apuntado por María Teresa Pérez Picaza y Guy Lemeunier: 24 en las épocas en que el Estado se siente fuerte tiene presencia hidráulica (siglos XVI y XVIII). Sin embargo, en los períodos de crisis (siglo XVII) las obras se dejan a iniciativas locales o particulares. El municipio oscense, al igual que hacía con otras fuentes de ingreso, arrendó las aguas, pero lo poco rentable de este arriendo (237 libras en 1700, 100 libras en 1701, 95 libras en 1703, 80 libras en 1704 y 80 libras en 1706) debió de hacer desistir a los arrendadores pues no encontramos noticias posteriores de arriendos. Las cantidades necesarias para la conservación del riego se repartieron entre los términos, aunque se ponen de manifiesto las dificultades para cobrar a lo largo de la centuria, tal y como recogen las actas municipales. Fue necesaria la participación de los propietarios de las heredades en la limpia de las acequias. Las obras de reparo y conservación del pantano son abundantes a lo largo del siglo. En 1726 se recrece, como ya hemos dicho anteriormente, obra a la que contribuyó la Iglesia. Igualmente en la limpia y reparación del pantano de 1729 el cabildo adelanta 100 libras y otras 100 la ciudad. Se reúnen los términos para afrontar un tercio de la fábrica y pagar lo que deben. Los términos se comprometen a conseguir una derrama de 200 libras a proporción del beneficio que se tiene del agua y piden que contribuyan igualmente los eclesiásticos y regulares. En 1762, por necesidades de reparar el pantano, la ciudad pide permiso al consejo de Castilla para repartir entre legos, eclesiásticos y demás sujetos de fuero privilegiado el importe de la reparación. En 1765 se insiste en que se pase el cobro de las reparaciones a eclesiásticos y seglares. Los crecientes gastos demandan la participación de los sectores privilegiados. Por tanto, se observa claramente lo apuntado por Pérez Picaza y Guy Lemeunier: 25 para una monarquía antiguorregimental el desarrollo del programa (proyecto hidráulico) implicaba una contradicción, el cuestionamiento del privilegio tan-

23. Libros de Actas Municipales, 1702. 24. PÉR EZ PI CAza , M ." T. Y LEM EuNI ER, G. , eds.: Agua y modo de producción, Barcelona, 1990, p. 32 .

25. Ibíd., p. 47.

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LA PROPIEDAD DE LA TI ER RA Y EL REGADío OSCENSE EN EL SIGLO XVI/I

to desde el punto de vista de implicaciones concretas en su trabajo como por la necesidad de reformar el sistema fiscal para aumentar los ingresos. Ello traerá consigo el sentimiento anticlerical de la sociedad por sus privilegios en la propiedad y en la superficie de regadío.

PROPIEDAD DEL AGUA El agua en el Antiguo Régimen, al igual que ocurría con la tierra, tenía una propiedad compartida. 2ó Es decir, tenían derechos sobre el agua instituciones, señores, propietarios y cultivadores de determinadas parcelas. La ciudad de Huesca poseía la concesión de los caudales del Isuela desde 1336 y 1417. En el río Flumen la ciudad ganó en 1421 una firma real contra el abad y capítulo de Montearagón y contra los señores de Monflorite, Bellestar y Quicena, como recoge Mur Ventura: 27 «para que nunca se impidiese hacer en el río Flumen, uno o varios azudes cuantas veces les pareciese y en el sitio o sitios que quisieren, tomando toda el agua que necesitaren para llevarla a los términos de Huesca». No obstante, algunos de estos señores seguían conservando ciertos derechos sobre el agua: el pueblo de Quicena cede toda el agua en los días sábado y domingo, la ciudad concede el derecho del agua del barranco de Santa Lucía a los capuchinos, el señor de Arguis puede utilizar el agua del pantano para moler en su molino de Nueno, el señor de Arascués disfruta del agua de la soga da de viernes y sábado en dos terceras partes. Los regantes de los términos podían disfrutar del agua según los días reglamentados y en estricto orden durante los meses de abril y mayo, en que generalmente duraba la boquera. Algunos de estos herederos tenían establecido un tiempo fijo para regar y otros gozaban de privilegios, las llamadas tierras francas, al haber adelantado dinero para la construcción del pantano. Esta confusión en la propiedad, junto a la demanda creciente de agua a lo largo del siglo, dio origen a una abundante conflictividad, incluso entre los propios vecinos: «Autos hechos a instancia de Miguel Rivera y Miguel Sheso regadores del término de Lunes y Martes contra J osse Auseron ortelano y harrendador de la huerta de don Lorenzo de Aguirre .. . 1737».28 Pero sobre todo abundan los conflictos con las poblaciones vecinas, como dice Asso: «En la distribución de esta agua han prevalecido muchos abusos y violencias: por tales tengo que los lugares de Igriés, Yéqueda, Banastás y Chimillas vean dis-

26. P ÉREZ 27.

SARRIÓN ,

MUR VENTURA ,

G.: Agua... , p. 25 , recoge UIla cita de Ma luquer que es aclaratoria .

L.: Los riegos .. ., pp. 10-11.

28. Archivo Municipal de Huesca, leg. 68. Regadíos, n.o 4.588, año 1737.

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Ja vier A RASANZ BIELA

currir el agua del Pantano por su término sin poder utilizarse de ella. El lugar de Nueno riega del Pantano porque en su término nacen algunas fuentes que lo enriquecen: pero Arascués sólo tiene el tercio de agua en los viernes y sábados. Los cuatro primeros lugares vendieron el paso de agua sin ninguna reserva, por lo que están privados del derecho de regar y sujetos a la pena bárbara de tala, que se ha executado no pocas veces».29 En 1713 se producte una rotura de la acequia en el término de Banastás. En 1722 se proyecta construir una acequia por Miquera, Loreto y otros lugares para evitar que las aguas vayan por Huerrios y las quiten sus vecinos. Se llevan a cabo también revisiones del partid ero con el señor de Arascués. En 1754 tiene lugar un pleito con los lugares de Y équeda, Banastás , Igriés y Chimillas por su pretensión de regar con las aguas del pantano. El proyecto para la conducción del agua de las fuentes de Gratal para el riego se realiza en 1772. En 1774, el lugar de Lierta consigue que las aguas del río Benia no se cambien. Las roturas de la acequia por estos lugares después de la sentencia a favor de la ciudad son frecuentes, procediendo a la tala con toda ceremonia: se saca la bandera, toca la campana, van dos procuradores de los términos con el corregidor y el secretario con asistencia del alguacil mayor, que lleva el pendón, alguacil ordinario, pregonad ores y demás gente que concurra al toque de la campana.

LA ORGANIZACIÓN DE LA HUERTA La huerta oscense se dividía desde antiguo en términos de riego, organizados en torno a las dos acequias principales: la acequia de la Ribera, que extrae el agua del río Flumen, y la acequia Mayor, que aporta los caudales recogidos en el pantano de Arguis. D e la ribera del Flumen dependen los términos de Cierzos Bajos, Almunia, Barbalbol, San Galindo, Florén y Tormos. Los Cierzos Altos riega con las aguas del Flumen pero no pertenece a la comunidad de la Ribera. Del pantano de Arguis cogen sus aguas los términos de Domingo, Lunes y Martes, La Reja, Almeriz, Algüerdia, Forao y Coliñénique. La regulación del riego se hacía desde el Ayuntamiento; dentro de éste, el regidor del pantano atendía el mantenimiento de la obra y todas las cuestiones referentes al regadío. Como el resto de los cargos municipales, era ocupado por un miembro del patriciado urbano y todos los detentadores de este puesto a lo largo del siglo XVIII pertenecían, como recoge el catastro, al estamento noble. A partir de 1775 se instaura la Junta de Aguas, tras haberse visto necesario este organismo desde 1768. Estaba compuesta por el caballero corregidor,

29. Asso, 1. de: Historia económica ... , p. 39.

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LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Y EL REGAD í o OSCENSE EN EL S IGLO XV III

dos capitulares del mismo, dos ciudadanos, dos eclesiásticos, un síndico procurador y el secretario del Ayuntamiento. Se encargaba de todas las cuestiones referentes al riego. En los términos se nombraban procuradores ocupados en llevar las cuentas y atender de todas las novedades surgidas del riego. Los regadores distribuían y vigilaban el buen gobierno de las aguas. Además encontramos guardas y tasadores. Lamentablemente no tenemos más noticias sobre la organización, modo de elección de los representantes, número, etc. de cada uno de los términos. Sería de desear que trabajos futuros se ocupasen de estos temas.

CONCLUSIÓN

El pantano, terminado a comienzos del siglo XVIII, sirve para incrementar los cauces de agua aportados a la ciudad, aunque resulta insuficiente para atender las necesidades de la superficie catastrada como regadío. Aumenta la producción por la roturación de nuevas tierras y una mejor regulación del agua disponible para el riego y crece la población en toda la fase expansiva del siglo XVIII. No obstante, se produce un desigual aprovechamiento del auge económico en favor de los sectores privilegiados (Iglesia y nobleza) que provocará tensiones sociales a mediados del siglo (motines de 1766); si bien no fueron tan graves como en otras zonas del país ponen de manifiesto el descontento de la población. Se produce un incremento del número de los jornaleros, lo que remarca la polarización de la sociedad. Se acumula mayor número de propiedades en manos de la Iglesia en la primera mitad del siglo por compras y donaciones , con disminución a finales de siglo por la desamortización de Godoy y quiebra a partir de la guerra de Independencia, cuando se inicia la venta de propiedades. Este proceso ya no se interrumpiría hasta desembocar en las desamortizaciones de mediados del siglo XIX. Se intensifica el sentimiento anticlerical por el elevado porcentaje de población eclesiástica y sobre todo por su poder económico basado en gran cantidad de tierras de buena calidad y posibilidad de riego junto a sus privilegios de no contribuir a la Hacienda pública. Falta el agua, sobre todo a mediados de siglo, ante una presión demográfica y el fracaso de la política reformista ilustrada, que no aborda el principal problema: un más equitativo reparto de la tierra y del agua. 160

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0°'


Javier ARASANZ BIELA

Este conflicto se rectificará con la revolución liberal burguesa. Por tanto, al igual que dice Bernal, se observa cómo el regadío no consti. tuye una panacea para resolver los problemas socioeconómicos. 30 Aunque el regadío en Huesca tuviese un alcance limitado por la cantidad de agua regulada y el avance técnico de la época, no por ello hay que desestimar su aportación al aumento general de la producción y de alguna manera a la desestabilización de la sociedad del Antiguo Régimen.

FUENTES Catastros de 1731, 1758, 1784 Y1819. Libros de Actas Municipales: 1700-1800. Legajo 68. Regadíos. Protocolos notariales: Santolaria Vicente, n.o 2.136, año 1731. Ricafort Francisco, n.o 2.174, año 1731. Santolaria Vicente, n.o 2.157, año 1752. Ricafort Francisco, n.o 2.188, año 1752. Piedrafita Benito,

11 .°

2.051 , año 1795.

Castrillo Ramón, n.o 2.101, año 1795.

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30. B ERNAL, A. M.: «Agua para los latifundios andaluces», en Agua y modos de producción, ed. cit., pp. 212-241.

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LA PROPIEDAD DE LA T IERRA Y EL REGADíO OSCENSE EN EL SIGLO XVIII

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162


LOS REGADÍOS EN EL SIGLO XIX. LA REIVINDICACIÓN DEL AGUA

Carmen FRÍAS CORREDOR

A lo largo de todo el siglo XIX, pero muy especialmente en su último cuarto, las reivindicaciones altoaragonesas elevadas a los poderes centrales por parte de la clase política y de las propias instituciones se centraron en tomo a tres ejes fundamentales: caminos y carreteras, canales y pantanos y ferrocarriles. No deja de ser curioso que hoy, un siglo después, se esté trabajando por similares motivos (Canal de la Hoya, reapertura del Canfranc, carreteras del Pirineo ... ) y que aquellas tres grandes reivindicaciones que defendieran hombres como Costa, Camo, Castellar, Alvarado ... sigan siendo principales reclamaciones de esta provincia. Y lo siguen siendo porque nos hallamos ante un conjunto de factores que, tanto hoy como ayer, son vitales para la transformación de la agricultura, principal actividad de esta tierra, y para el desarrollo de la especialización agraria. Bien es cierto que esta transformación y especialización se han logrado en algunas zonas de nuestra provincia, pero no lo es menos que otras siguen todavía esperándolas. Por tanto, el análisis histórico debería suministrar aquí explicaciones e interpretaciones a desequilibrios y atrasos actuales y concretos, muchos de los cuales hunden sus raíces en el pasado siglo. Desbordaría la intención de estas páginas analizar, aunque fuera muy someramente, el desarrollo y la evolución económico-social de una comarca -la de la Hoya- a lo largo de todo un siglo. Nuestro propósito es mucho más humilde. Las páginas que siguen van a centrarse fundamentalmente en la segunda mitad del siglo XIX, más concretamente en su último tercio porque entendemos que es precisamente entonces de donde arrancan esas situaciones, desequilibrios o atrasos a los que antes nos referíamos. La estructura de la propiedad, la producción, los cultivos, la situación atravesada por la agricultura y los agricultores a raíz de la intemacionalización del mercado de productos agrarios ... serán aspectos y factores sobre los que intentarán arrojar alguna luz estas páginas; y, entre ellos, el tema que nos reúne en estas Jornadas, aunque hablar del agua y del riego suponga y exija, inevitable y paradójicamente, hablar del secano por el escaso -escasísimo o nulo en muchas zonas- peso del regadío en el total de la superficie cultivada.

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LOS REGADíos EN EL SIGLO X IX. LA RE1VINDICACI6N DEL AGUA

A finales de siglo, en torno a 1879-1883, la superficie cultivada en los municipios de la Hoya ,1 exceptuando el término municipal de la capital, alcanzaba las 51.560,1 ha. De éstas, 6.096,70 eran de regadío y 45.463,40 de secano. Es decir, la superficie regada suponía menos del 12 %, mientras la de secano sobrepasaba el 88 %. Sin embargo, a nadie se le oculta el carácter engañoso de las cifras medias y, aunque estos datos informan del peso específico del secano, ocultan por otra parte las desigualdades que dentro del territorio pueden observarse y que no pocas veces son fuertemente acusadas. El secano a lo largo del siglo XIX se centra en tres cultivos predominantes: vid , olivo y cereal, con mayor o menor importancia de uno u otro según las zonas. Así, por ejemplo, en aquellas áreas de piedemonte más cercanas a la sierra la orientación cerealista vino a conjugarse con el cultivo de algunos frutales y, muy especialmente, con la vid y el olivo. Sin embargo, en las zonas más llanas podemos afirmar que el cereal, más concretamente el de secano, fue el cultivo generalizado, si no exclusivo, que en régimen extensivo alternaba con algunas leguminosas. Sólo los valles fluviales permitían pequeños cultivos de huerta orientados fundamentalmente al autoconsumo y al comercio en pequeña escala con los principales núcleos de población. Así pues , nos hallamos ante una agricultura cerealista que, en buena medida, depende de las condiciones climáticas y de la regularidad o irregularidad de las lluvias; una agricultura sobre la que la competencia del cereal extranjero, los altos costes de producción o la llegada de la filoxera van a tener importantísimas consecuencias no exclusivamente económicas sino también sociales, al dar lugar a un agudo proceso de proletarización especialmente acusado en la coyuntura de los años finales del siglo XIX y descrito ya en su día por el profesor Carlos Forcadell Álvarez. 2 El generalizado carácter agrario y la incidencia de la crisis van a ir condicionando de forma muy directa las reivindicaciones elevadas desde esta tierra. Los temas agrarios son los que ocupan las reclamaciones que se hacen al poder central y, en realidad , el resto de las reivindicaciones (ferrocarril de Canfranc, ferrocarriles secundarios, carreteras, caminos .. . ) se plantean como

1. Los datos sobre superfici e y cultivos de regadío y secano puede n rastrearse a través de las hojas de ami ll arami ento de fincas rústicas. Se trata de las declaraciones de cada uno de los propietarios de un municipio, en las que se especifican las propiedades que poseen, la clase de la finca (campo, monte, era ... ), si son de secano o regadío, el término en qu e radican , la clase de culti vos , los linderos, la cabida y el valor de ve nta y renta anual. En nuestro caso, por tratarse de un a información más sistem á tica, hemos trabajado especialmente con las relaciones de propietarios que acompañan a estas hojas y que contienen la sigu iente información: nombre de los propietarios, clase y nombre de las fincas , término en que radican y cabida de los distintos cultivos duerenciando secano y regadío. Archivo Histórico Provincial. Sección Hacienda. 2. FORCADELL ÁLVAR EZ, Carlos: «La crisis agrícol a y pecuaria de final es del siglo XIX. La provincia de Huesca en la información escrita de 1887», Revista Argensola, 92 (1981) .

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Carmen FRíAS CORREDOR

remedios y expectativas de futuro para una agricultura que, a la altura de fin de siglo, difícilmente puede sostenerse ante la baratura de los granos procedentes de espacios ultramarinos. En este contexto, la reivindicación del agua se convierte, junto con la elevación de barreras arancelarias, en el principal campo de batalla. Y era lógico que así fuera pues el agua permitiría la conversión en regadío de unas tierras de secano que atravesaban una difícil situación, cuando no desesperada. El agua supondría la seguridad de las cosechas y de la mano de ésta llegarían «el bienestar de los pueblos» y el fin de la sangría emigratoria que afectaba principalmente a jornaleros y pequeños agricultores. Pero, desde el espacio concreto de la Hoya, la reivindicación del agua no fue una reclamación constante sino concentrada en unos años muy concretos. Eso no quiere decir que en la conciencia de los contemporáneos no se hallara la idea de que la transformación de la agricultura vendría de la mano del agua, pero en coyunturas concretas siempre hubo otra exigencia considerada prioritaria.

PRODUCCIONES Y SISTEMAS DE CULTIVOS Nuestro conocimiento sobre las producciones de la comarca de la Hoya es bastante incompleto pues se carece de datos concretos para la primera mitad del siglo XIX, a excepción de los aportados por Sebastián Miñano. 3 Para la segunda mitad del siglo se dispone a nivel general de los datos del A vance Estadístico sobre cultivo cereal y de leguminosas asociados en España, elaborado por la Junta Consultiva Agronómica.' La cosecha más importante correspondía al trigo, seguida de la de cebada. Estos dos cultivos, además del maíz, eran los únicos a los que se aplicaba el regadío. Dentro del ámbito provincial , el partido judicial de Huesca tenía la segunda producción de cereales después de Fraga, representando un 18,73 % de la producción total provincial. Sólo en el caso de la producción de avena Huesca se situaba en tercer lugar detrás de Fraga y Sariñena.

3. MIÑ ANO, Sebastián: Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, Madrid, 1826. 4. DIRECCIÓ GENERAL DE AGRICULTURA, I NDUSTRIA y COMERCIO, Avance EstadísLico sobre el cultivo cereal y de leguminosas asociados en Espal1a. Formado por la Junta Consultiva Agronómica. 1890. Quinquenio 1886-1890. Ambos inclusive. Tomo n.

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LOS REGA Díos EN EL SIGL O XIX LA REIVIN DICACI6N DEL A GUA

PRODUCCIÓN DE CEREALES POR HA.

P ART lDO JUDICIAL D E SECANO (HL POR HA)

HU E SCA ,

1889

REGADío (HL PORIIA)

TOTAL (IIL POR HA)

VALOR TOTAL DE LA PRODUCCiÓN (PTAS.)

Trigo

257.894

30.400

288.294

4.900.998

Cebada

162.112

36.295

198.407

1.984.070

Centeno Avena Maíz

-

38.500 -

-

-

8.600

-

-

38.500

308.000

8.600

94.600

Fuenle: Avance Estadislico ..

Durante la primera mitad del siglo, pero muy especialmente durante la fas e expansiva agraria que discurre entre 1840 y 1870-1880, se produjo un incremento de la superficie agrícola cifrado en un 38 % para Huesca según las estimaciones d e Pinilla y Germán .5 A su vez ese incremento produjo un aumento de la producción cerea lista en todo el territorio aragonés y la alimentación de la población quedó asegurada , pudiéndose exportar los excedentes, de modo que se fue manteniendo una economía de base agraria basada en la exportación de excedentes hacia Cataluña. 6 E l ferrocarril jugaba aquí un importante papel al convertirse , como han señalado algunos autores, en un «eficaz instrumento de integración económica»7 desde que en 1861 entrara en servicio la línea Barcelona-Zaragoza. Pero la exportación de cereales fue anterior a la construcción de la red ferroviaria y

5. GERMÁ N ZUBERO, L uis y PI NILLA NAVARRO, V icente: « Las re laciones co me rciales .. . », p. 9] . 6. Sobre las r e la c ion es e ntr e Aragón y Ca taluña , G ER MÁN ZUBERO, Lui s y P INILLA NAVARRO, Vice nte : «Las relacion es comercia les e ntre Aragón y Ca taluña (1860-1975)>> , y P EIRÓ ARROYO, Antonio: «Co me rci o de tri go y desindustriali zación : las re lacio nes e conómicas e ntre Aragón y Cata luñ a », ambos en Ac/as del I Simposio sob re las relaciones económicas en/re Aragón y Cataluña (siglos XV/Il-XX), Huesca , In stituto d e Estudios A ltoaragoneses, 1990. 7. G ARCÍA SAN Z, Ánge l y GARRABOU, Ramón, eds.: /-lis/oria agraria de la España con/emporánea. l. Cambio social y nuevas fo rmas de propiedad (/ 800-1850), Barce lona , Editorial C rítica, 1985, p. 51.

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Carmen FRiAS CORREDOR

sin duda debió de aumentar a partir de 1820 con el decreto de prohibición de granos extranjeros. 8 Pero esta coyuntura alcista cambiaría en torno a los años 70-80 al producirse lo que Ramón Garrabou ha definido como la cristalización de un mercado mundial de productos agrarios. Desde entonces el precio del hectolitro de cereal varió, como veremos más adelante, con la mayor o menor importación que se hacía de otros espacios -principalmente extraeuropeos- por Barcelona y Tarragona, principales centros consumidores del trigo exportado por Aragón. El resto de las semillas sufrió menos ya que prácticamente no se exportaba, dependiendo su precio del volumen de la producción de la provincia. Una coyuntura similar conoció el grupo de las leguminosas, dentro del cual la producción más importante era la de judías, situada en primer lugar dentro del marco provincial. Este producto también acabó viéndose afectado hacia los años 80 por la importación de judías francesas, cuyos bajos precios redundaron en una reducción del cultivo hasta el punto de llegar a cultivarse únicamente para el autoconsumo.

PRODUCCIÓN DE LEGUMINOSAS. PARTIDO JUDICIAL DE HUESCA, 1889 SECANO (HL POR HA)

REGADÍO (HLPORHA)

VALOR TOTAL DE LA PRODUCCIÓN (PTAS.)

Habas

-

1.860

22.320

Judías

-

7.200

223 .200

Lentejas

-

60

2.400

Fuente: Avance Es/adislico"

La segunda cosecha en importancia era la del vino, con una producción total anual para el partido judicial de 356.022 hL en 1889. Una tercera parte del vino producido en la provincia, concretamente un 36,61 %, se cosechaba en esta comarca. Los somontanos de Huesca y Barbastro representaban un 62,35 % de la producción total.

8, FRADERA, Josep M.": «E l comercio de cereales y la prohibición de 1820 (el caso del mercado catalán »>, Agricultura y Sociedad, 30 (1984) , pp. 137-168.

167


LOS REGAD/OS EN EL SIGLO XIX. LA REIVINDICACIÓN DEL AGUA

CULTIVO y PRODUCCIÓN DE LA VID , 1889

Secano (ha) ......... ... ... ................................. 19.186 Regadío (ha) ............... ...................... .........

593

N.o de cepas por ha. ..................................

4.000

Producción .................................................

356.022 hL

Valor de la producción .............................

4.962.946 ptas.

En el último cuarto de siglo la evolución del cultivo de la vid estuvo íntimamente ligada a la reducción de la superficie cultivada de cereal, cuando se abandonaron terrenos marginales de escasísimos rendimientos. Paralelamente a esta reducción se produjo, en un primer momento, cierta expansión del viñedo. Pero la crisis acabaría afectando también a vinos y alcoholes, produciendo una importante caída de precios y una paralización del tráfico comercial, acentuados a raíz de la recuperación de la producción vinícola francesa, que supuso la limitación del mercado francés para los caldos alto aragoneses, y de la llegada de la filoxera a Huesca. A los altos aranceles impuestos por el gobierno galo tras la recuperación de los vinos franceses habría que añadir el retraso tradicional del agro oscense, con procesos de elaboración anticuados y con una gran falta de competitividad ante vinos procedentes de Argelia, Italia y Portugal. El incremento de la extensión del viñedo desde mediados de la década de los 80 hasta 1895 descuidaría aspectos esenciales como la búsqueda de nuevos mercados, el establecimiento de una buena red de distribución y comercialización y la inversión de capital en nuevas técnicas agrícolas. Y de ello eran conscientes los propios contemporáneos: .. . el milagro de nuestra exportación a Francia cuando esa nación perdió sus viñedos por ca usa de la filoxera no se repetirá . Entonces no supimos emplear las iniciativas sino para aumentar la producción, haciendo plantaciones inconsideradas, porque el aumento satisfacía todas las momentáneas aspiraciones de nuestra ambición limitadísima, y para nada tuvimos en cuenta que ese aumento debía venir acompañado de una prudente y necesaria transformación de las elaboraciones Y

La producción de aceite, tercera en importancia, no alcanza los niveles de la producción del vino o del trigo. En 1889 la producción total de aceite era de

9. El Diario de j-juesca (2-8-1901) .

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Carmen FRíAS CORREDOR

3.335 hectolitros, cuyo valor en pesetas era de 253.460. El aceite y el cultivo olivarero eran más importantes y productivos en otras zonas como Barbastro, Fraga y Tamarite, con producciones situadas en los 7.887, 6.235 Y 6.409 hectolitros, respectivamente. La comarca de Huesca quedaría situada en un término medio dentro del marco provincial, entre esos valores más elevados y aquellos otros de menor importancia de Boltaña, Jaca o Sariñena. En realidad , la producción de todo el partido judicial de Huesca escasamente suponía un 12 % de la provincial. El atraso del agro se dejaba notar, por otra parte, en sistemas y materiales de cultivo. Los sistemas de cultivo extensivos eran los más generalizados, tanto en secano como en regadío. El sistema de año y vez iba cambiando a medida que uno se acerca a la zona pirenaica, al sustituir el barbecho por algunas plantas forrajeras , cuyo aprovechamiento iba dirigido, fundamentalmente , a la alimentación del ganado. Los sistemas intensivos se practicaban sólo en tierras de regadío . En este caso, el terre no se dividía en dos partes iguales alternando patata, cebada y maíz. La rotación de las dos hojas se realizaba de la siguiente forma: Primer año:

prim era hoja, patata y cebada segunda hoja , barbecho

Segundo año:

primera hoja, maíz y barbecho segunda hoja , patata y cebada

Tercer año:

prim era hoja, patata y cebada segunda hoja, maíz y barbecho

El atraso técnico se dejaba notar tanto en las tareas agrícolas como en los materiales de cultivo. La siembra, por ejemplo, se realizaba siempre a mano, siendo el único procedimiento usado para cereales y leguminosas no sólo en la comarca sino en toda la provincia, bien a voleo para el trigo , la cebada, el centeno y la avena , bi en a golpe o chorrillo para el maíz y las leguminosas. La siega se hacía con hoz y a destajo , aprovechando muchas veces cuadrillas de segadores procedentes de Valencia y Murcia. Aunque las siegas con hoz y guadaña eran las más extendidas, desde 1875-1876 empezó a generalizarse algo la siembra mecánica. Las diferencias entre una y otra estriban fundamentalmente en los costes. Mientras el coste de la siega mecánica era de 16,33 ptas/ha, el de la siega a mano variaba según si se realizaba a jornalo a destajo y con hoz o guadaña, pero nunca era inferior a 30 ptas. La trilla comenzaba con el acarreo de la mies del campo a la era por medio de carros y se realizaba con caballos o mulas que arrastraban los trillos, de los cuales los más generalizados eran los de pedernal y los de tres cilindros provistos en su circunferencia de cuchillas de hierro o acero de diversas formas. Pero también eran primitivos los materi ales de cultivo, entre los que los arados de vertedera iban abriéndose paso poco a poco. 169


LOS REGADíos EN EL SIGLO XIX. LA REIVINDICA CI6N DEL AGUA

En resumen, se trata de una agricultura fundamentalmente cerealista, con predominio del secano y de los sistemas extensivos, que produce con unos útiles de labranza y unos materiales de cultivo atrasados. Pero ¿qué peso tenían el secano y el regadío en la agricultura de la comarca de la Hoya?

Los riegos en el término municipal de la capital

Las aguas de riego que se aprovechaban en Huesca para la fertilización de los cultivos provenían fundamentalmente de las aguas del Flumen y del pantano de Arguis y del río Isuela. El resto de los riegos tenía una procedencia variada. Algunos se realizaban con aguas procedentes de las fuentes del Ángel y del Ibón, al menos hasta 1882. Hasta esa fecha estas fuentes habían venido asegurando el abastecimiento de aguas potables y por tanto su empleo era fundamentalmente doméstico. Sin embargo, en 1881 se realizó una escritura de cesión por parte del pueblo de San Julián de Banzo de la mitad de sus aguas, con la precisa condición de destinarlas al abastecimiento de aguas potables de la ciudad. Así, después de 1883 las aguas de las fuentes del Ángel y del Ibón se emplearon poco para uso doméstico, destinándose al riego sobre todo en los años de escasez. Mención especial merecen las albercas de Loreto y Cortés. Se trata de las obras de fábrica más antiguas que se poseen para riegos , pues se sabe de la existencia de documentos que ya en el siglo XVI citan tierras regadas con estos depósitos. Ambos se llenaban en parte con aguas procedentes del pantano, a las que se añadían las que brotan en las inmediaciones de Cillas en el caso de la alberca de Loreto y las procedentes de las avenidas del Isuela en el de la alberca de Cortés. La fuente de Angáscara, la alberca de Chirín, los ibones de Miquera (en las inmediaciones del santuario de Cillas), la fuente de Salas, los ibones de Yéqueda, completaban el resto de los riegos. Pero, como hemos señalado anteriormente, el mayor volumen de tierras se regaba con aguas procedentes del pantano de Arguis y del río Flumen. El aprovechamiento de aguas más antiguo era el de la famosa acequia de la Ribera del Flumen, que en su totalidad fertilizaba alrededor de 1.072 hectáreas, de las cuales sólo algo más de 253 correspondían al término municipal de Huesca, pues el resto quedaba repartido entre Quicena, Pompenillo, Molinos y la Granja. La antigüedad de estos riegos se remonta a 1421, año en el que se ganó una firma real contra el abad y capítulo de Montearagón y contra los señores de Monflorite, Bellestar y Quicena para que nunca se impidiese hacer en el Flumen los azud es necesarios para llevar el agua a la capital. 170

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Ca rmen FRíA S CORREDOR

Sabemos que hasta 1917 no se aprobaron los estatutos y ordenanzas del sindicato y desafortunadamente no se conocen datos ni libros de actas de esta comunidad entre 1859 y 1908. La superficie regada por esta acequia estaba distribuida en seis partidas de la siguiente forma: Cierzos bajos....... ....... ...................... .....

42,47 ha

Almunia .. ....... ............. ................ .. .... ....

77,72 ha

Barbarbol y San Gal indo ....................

37,53 ha

Florén .. .......................... ............... .........

58,12 ha

Tormos ............................ .... ... ............. ..

42,90 ha

Lo más fértil del término, según Madoz, se hallaba en la partida de la Almunia, en la confluencia de los ríos Isuela y Flumen. Allí se encontraban las mejores hu e rt as, e ntre las que cabe destac a r la de Mendoza, la de las Descalzas, del Carmen, de la Compañía ... En las seis partidas de la comunidad nos hallamos ante un tipo de propiedad pequeña y al mismo tiempo muy dividida. En la partida de Cierzos bajos, por ejemplo, existían a mitad del XIX 25 fincas divididas entre 24 propietarios y la mayor de ellas no sobrepasaba las 7 hectáreas, siendo la mayoría de un a exte nsión comprendida entre 35 áreas y 2,5 hectáreas. En la Almuni a el panorama era similar: 54 fincas pertenecía n a 44 propietarios y el mayor de éstos apenas sobrepasaba las 7 hectáreas. Barbarbol y San Galindo eran las únicas partidas en las que la propiedad estaba, si cabe, algo menos dividid a, sin que ello signifique qu e existiera un alto grado de concentración. Aquí, 6 propietarios se repartían.6 fincas, de los cuales uno poseía algo más de 23 hectá reas. El pago del agua se efectuaba realizando un reparto anual por cada fanega poseída y oscilaba en 1919 entre los 37 céntimos por fanega en Cierzos bajos, Barbarbol y San Galindo y los 44 céntimos de la Almunia. Una de las partidas que regaba con aguas procedentes de la Comunidad de la Ribera , aunque no pertenecía a ella, era Cierzos altos, que comprendía una extensión regabl e de algo más de 62 hectáreas, con un tipo de propiedad similar al descrito con anteriorid ad. Las aguas procedentes de l pantano eran las que regaban una mayor superficie de tierra. A mitad del siglo XIX este riego, regido y administrado por la Junta de Aguas creada en 1775, alcanzaba a 1.645 hectáreas, de las cuales algo más de 426 lo eran de huerta y 1.219 de campos.JO

10. E n 1816 se elaboró un Catastro bastante compl eto que incluía datos sobre los propietari os, la extensión de las finca s, su cl asificación , la cuota pagada por cada propietario ..

171


LOS REGADíos EN EL SIGLO X IX. LA REIVINDICACI6N DEL AGUA

REGADío CON AGUAS DEL PANTANO

HUERTA (HA)

EXTENSIÓN

CAMPO (HA)

TOTAL (HA)

Domingo

28,38

-

28,38

Lunes y Martes

73 ,07

605 ,67

678,74

La Rej a

8

-

8

Almériz

72

72,21

144,21

Algüerdia brazo alto

70,28

320,89

391,17

Algüerdia brazo bajo

67,06

126,84

193,9

El Forao

15,22

-

Coliñénigue

92,30

93 ,66

185,96

426,31

1.219,27

1.645,58

TOTALES

15,22

(Según datos de Mur Ve ntura , tom ando como base e l Catastro de 1831).

En estos términos , como en las partidas regadas por la acequia de la Ribera del Flumen, la propiedad se hallaba muy dividida, como puede comprobarse en el siguiente cuadro: FINCAS

PROPIETARIOS

Domingo

13

9

Lunes y Martes

445

224

?

?

Almériz

152

104

Algüerdia brazo alto

221

157

La Reja

Algüerdia brazo bajo

115

96

E l Forao

56

32

Coli ñénigue

125

89

Convendría señalar que en algunos de estos términos la superficie regada fue disminuyendo a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, como ocurrió en La Reja, al sufrir sus tierras, colindantes con algunas de

172


Carmen FRíAS CORREDOR

las calles más céntricas (Coso Alto, antigua plaza de Cama ... ), un proceso de urbanización por el cual las 8 hectáreas de regadío que figuran en el Catastro de 1831 habían quedado reducidas a la mitad en 1924. Otra zona regable, de corta extensión aunque de tierras muy fértiles, era la que tenía a su cargo la comunidad de la Magantina, con dos partidas: la Magantina (desde el puente de San Miguel a la ermita de Santa Lucía por la derecha y hasta prácticamente las fuentes de Jara por la izquierda) y Culandrares (desde el camino de Apiés al de Fomillos). Esta comunidad administraba las aguas sobrantes del pantano, a las que se sumaban las procedentes de los ibones de Y équeda y de los manantiales que vierten sus aguas en el río Isuela, las cuales fertilizaban una extensión que no alcanzaba las 40 hectáreas, en las que la propiedad está, como en el resto de los casos, muy dividida y escasamente concentrada: 47 fincas quedaban repartidas entre 42 propietarios, existiendo una finca de algo más de 8 hectáreas, otra de 2,5 y el resto con una extensión inferior a esta última cifra. Lo más significativo de esta comunidad, de la que se tienen poquísimas noticias a excepción de que comenzó a funcionar en 1812, es su régimen de riego, diferente de los del resto de las comunidades. En la Magantina el agua iba siempre suelta, ordenándose por boquera única y exclusivamente en épocas de escasez. Aquí el riego se organizaba por horas fijas, de tal forma que cada finca tenía asignadas las horas que le correspondían cada día de la semana según su extensión . Únicamente en el Forao se regaba con este mismo sistema. Estas características hicieron que la Magantina fuera la comunidad que menos conflictos conoció entre sus regantes. El último de los términos es el de Miquera, que junto al de la Ribera del Flumen es de los que se tienen noticias más antiguas. Su riego se realiza con aguas procedentes de los ibones de su mismo nombre que, desde las inmediaciones de Cillas, se dirigen a la ciudad a través de la acequia de Huerrios, fertilizando a su paso las tierras de este pueblo, además de las de Banariés, Cuarte y Huesca. La extensión regada con estas aguas alcanzaba las 128 hectáreas.

RESUMEN DEL REGADÍO EN LOS TÉRMINOS DE HUESCA (HA)

Ribera del Flumen ...... ... .................... .......

258,32

Cierzos altos ............................................. .

62,77

Pantano de Arguis ......... ...... ..................... 1.642,21 Magantina ....................... ...... .....................

39,39

Miquera .............................. ....................... .

128,70

TOT AL.............. ............... ................... 2.131,41

173


LOS REGAD íos EN EL SIGLO XIX. LA REfVINDICACI6N DEL AGUA

A lo largo del XIX, formando parte de un proceso que se extenderá y acentuará en el siglo XX, la huerta de la capital conoció un retroceso en extensión como consecuencia del progresivo desplazamiento de la ciudad hacia la periferia. E n realidad, a principios de siglo Huesca estaba rodeada por una serie de conventos que, con sus respectivas huertas, se alineaban frente al muro de piedra. Habrá que esperar a la desamortización de Mendizábal para que estas propiedades de los alrededores empiecen a adquirir una significación especial. Las huertas conventuales pasarán ahora a unas nuevas manos que se convierten en el principal agente urbanístico. De entonces arrancan las primeras transformaciones de la estructura urbana tradicional, condicionadas por el programa de mejora de la red nacional de carreteras, por la construcción del ferrocarril y por la necesidad de nuevos espacios para ubicar las construcciones ligadas a las actividades surgidas de la reforma administrativa del Estado. Buen ejemplo del primer condicionante fue la desaparición a mitad de siglo del convento y claustro de Santo Domingo con el fin de abrir la nueva carretera de Barbastro, aprovechando la estructura viaria de los dos Cosos. Igualmente desde 1858 la construcción de la carretera Zaragoza-Francia modificará notablemente el trazado de la ciudad al motivar la apertura de dos vías que , entre otras consecuencias, romperán el entramado del antiguo barrio al que daba nombre el convento de San Francisco, dando lugar a la calle de los Porches, la nueva plaza de San Francisco (más tarde de Navarra) y la calle de Alcoraz. La ll egada del ferrocarril, con la necesidad de extensos terrenos llanos para la ubicación y construcción de la estación, tendrá también notables consecuencias. Así, el trazado del famoso paseo de la Estación, que acabará condicionando el ordenamiento de la plaza de Navarra, conllevará el derribo de la iglesia y de parte del convento de los Carmelitas Descalzos. En general podríamos decir que a raíz de la desamortización de 1836 los alrededores de la ciudad, ocupados en buena parte por la huerta, empiezan a conocer un importante proceso de transformación. Mientras los edificios de los conventos son aprovechados para albergar funciones administrativas, las huertas conventuales pasan a manos de unos nuevos propietarios que se convierten en el principal agente urbanístico. I I

El riego en la comarca de la Hoya

De las 51.560,1 hectáreas que representa la superficie cultivada de los municipios de la Hoya, 45.463 ,40 corresponden a secano y sólo 6.096,70 a

11. CA LVO SALlLLAS, M: José: Arte y sociedad: actuaciones urbanísticas en Huesca, 18331936, Huesca, Ayuntamiento, 1990.

174


Ca rmen FRÍA S CORRED O R

regadío. El secano sobrepasa por tanto el 88 % mientras el regadío no alcanza el 12 %. Sin embargo, como bien puede suponerse, la distribución del regadío es sumamente desigual , según veremos ahora. De los 63 municipios de los que tenemos noticias para finales de siglo, 13, con una superficie cultivada de 8.711,92 hectáreas, aparecen explícitamente sin riego. Esta cifra carece ría de importancia por sí sola, pues estaría informando de que la tierra sin riego representa únicamente un 1,68 %. Pero si a esta superficie añadimos la de aqueIlos pueblos de la Hoya en los que el riego afecta a menos de un 5 % de la superficie cultivada, la valoración empieza a ser algo más significativa. ASÍ, en un conjunto de 40 municipios , en los que la tierra cultivada asciende a 29.389,94 hectáreas, el riego sólo beneficia a 293,52 hectáreas. Pero, incluso dentro de este grupo, 13 municipios, como ya hemos señalado, carecen absolutamente de riego y en 21 éste es inferior al 2 %. Sólo en unos pocos municipios de este grupo la supe rficie regada se halla por encima de las 10 hectáreas (Bolea , con 36,81; Loporzano, con 23 ,1 4; Lupiñén , con 55,48 ; Siétamo, con 48,13, y Barluenga, con 19,66); en los demás es inferior a esta cifra, lo que significa que e l riego es prácticamente insignificante.

M UN ICIPIOS DE LA HOY A CON UNA SUPERFICiE REGADA iNFERIOR AL 5% SIN REGADÍO

Albero Bajo Albero Alto Angüés Banastás Bandaliés Bespén Callén Chimillas Coscullano Piracés Torres Usón Ve lill as

INFERIOR AL 2% (HA EN REGADÍO)

Aguas ALerre Antillón Apiés Arbaniés Blecua Bol ea Casbas de Huesca Castilsabás lbieca 19riés Junzano Labata Liesa Ortilla Panzano Plasencia Santa E ulalia Sasa del Abadiado Sieso Sipán

ENTRE EL 2% Y EL 5% (HA EN REGADÍO)

6,50 2,88 0,18 8,57 9,36 0,98 36,81 3,72 1,16 6,91 8,21 4,58 4,27 1,23 4,27 8,97 11,85 5,26 2,79 2,49 1,58

Barluenga Bentué de Rasal Loporzano Lupiñén Nocito Siétamo

19,66 9,89 23,14 55 ,48 4,65 48,13

Fuente: Re laciones de propietarios, 1879-1883 . Elaboración propia.

175


:,.

LOS REGADíos EN EL SIG LO X I X. LA REIVINDICACI6N DEL AGUA

En el resto de los municipios la distribución del regadío resulta como sigue: REGADÍO ENTRE EL5% Y EL 20% DE LA SUPERFICIE CULTIVADA 10%-15% (HA REG.)

5%-10% (HA REG.)

Arguis

9,46

Nueno

36,82

Sangarrén

Esquedas

122,71

15%-20% (HA REG.)

94,53

Aniés

133,83 100,18

Grafíén

489,28

Arascués

Lierta

129,12

Banariés

97 ,30

Barbués

194,43

R EGA DÍO ENTRE EL 20% Y EL 45% DE LA SUPE RFICIE CULTIV ADA 10%-15% (HA REG.)

5%-10% (HA REG.)

Arguis

Esquedas

9,46

15%20%(HA REG.)

94,53

Aniés

133,83

Fafíanás

354,36

Novales

211,25

A lmuniente

559,24

Huerto

287,59

Salillas

215 ,03

Monflorite

286,66

Ses a

353,60

I

R EGADÍO SUPERIOR AL 45% DE LA SUPERFICIE CULTIVAD A

45 %-55 % (HA REG.)

SUPERIOR AL 55%

Alcalá

248,45

Lascasas

670,74

Argavi eso

202,91

Quicena

222,51

Vicién

360,16

Tabernas

423,02

Fuente: Relaciones de propietari os, 1879-1883. Elaboración propia .

En estos tres grupos, la superficie de regadío es significativamente mayor que en el anterior pues, a excepción de Arguis, Nueno y Esquedas, todos los municipios superan las 100 hectáreas. 176


Carmen FRíAS CORREDO R

Las mayores superficies regadas en la Hoya corresponden a Lascasas, Almuniente, Grañén, Tabernas, Vicién, Fañanás y Sesa. En el grupo entre 200 y 300 hectáreas de regadío se encontrarían Huerto, Novales, Salillas, Monflorite, Alcalá del Obispo, Argavieso y Quicena. Las diferencias entre este conjunto de 23 municipios y el anterior se establecen no solamente por lo que se refiere a la superficie regada, sino también por los cultivos a los que se dedica. En el primer caso nos encontramos ante una serie de municipios que prácticamente carecen de riego y en los que el poco que existe se dedica a cultivos de huerta. Es decir, nos hallaríamos ante tierras y producciones de secano, en las que el agua se dedica casi con exclusividad al cultivo de unos pocos huertos. En el segundo grupo de municipios, el reparto por cultivos en regadío empieza a variar pues el agua no se destina solamente a las pequeñas huertas de los vecinos, sino que comienza a beneficiar también a otro tipo de cultivos, fundamentalmente al cereal y en mucha menor medida a la viña y al olivo, como puede observarse en el siguiente cuadro. REGADÍO . DISTRIBUCIÓN POR CULTIVOS, SUPERFICIE (HA)

1879-1883 PORCENTAJE

Huerto

319,28

5,23

Cereal

5.618,43

92,15

Viñedo

105,08

1,72

Olivar

53,91

0,88

TOTAL

6.096,70

100

Fuente: Relaciones de propietarios, 1879-1883. Elaboración propia.

Sin embargo, a finales del siglo XIX la agricultura de la Hoya seguía siendo no sólo cerealista sino una agricultura de secano, cuya supervivencia dependía en no poca medida de las condiciones climáticas. El peso del cereal se deja notar sobre el resto de los cultivos, entre los que sólo cabe destacar el viñedo. SECANO. DISTRIBUCIÓN POR CULTIVOS, 1879-1883 SUPERFICIE (HA)

PORCENTAJE

Cereal

35.487,92

78,05

Viñedo

8.753,97

19,25

Olivar

l.221 ,51

2,68

TOTAL

45.463,40

100

Fuente: Relaciones de propietarios, 1879-1883. Elaboración propia.

177


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-

LOS REGADíos EN EL SIGLO XIX. LA REIVINDICACI6N DEL AGUA

REPARTO DEL SECANO Y DEL REGADÍO EN LA HOYA, 1879-1883 REGAOÍO(%)

SECANO(%)

Huerta

0,61

Cereal

10,02

68,82

Viñedo

0,20

16,97

Olivar

0,10

2,36

-

Fu.ente: Relaciones de propietarios, 1879-1883. Elaboración propia.

Este importantísimo peso del secano es el que va a condicionar, en una coyuntura muy específica, la de fin de siglo, la reivindicación del agua, en unos momentos en los que, como veremos, las barreras arancelarias no han podido conjurar los problemas del campo. Pero para abordar esa incidencia de la crisis finisecular es preciso analizar antes las características que la estructura de la propiedad de la tierra tiene en la Hoya, porque precisamente la dedicación cerealista y una determinada estructura de la propiedad van a hacer de esta comarca un área extraordinariamente vulnerable. Por tanto, antes de proseguir, vamos a detenernos a observar cómo está repartida la tierra y cuál es la situación que a fin de siglo vive la clase agrícola.

LA ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD DE LA TIERRA La comarca de la Hoya se caracteriza a lo largo del siglo XIX por un importantísimo predominio de la pequeña e ínfima propiedad . Cerca del 80 % de los propietarios de esta zona poseen superficies inferiores a las 30 ó 35 hectáreas y, entre ellos, más del 61 % no sobrepasan las 15 hectáreas. Por tanto, nos hallamos ante un importante volumen de agricultores que, a pesar de su carácter de propietarios, se halla muy cerca de la condición y del nivel de vida de los jornaleros y braceros agrícolas y no pocos de ellos es de suponer que se vieran obligados a vender su fuerza de trabajo para asegurar su subsistencia. Este importantísimo volumen de pequeños e ínfimos propietarios ha conducido en numerosas ocasiones a hablar de «igualitarismo» en estas zonas con predominio de pequeña propiedad. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. A pesar de la importancia numérica del pequeño campesino, también aquí se da un notable control de la renta por parte de los grandes propietarios, que , constituyendo un pequeñísimo porcentaje, acaparan cerca del 50 % de la misma. 178

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Carrnen FRíAS CO RREDOR

DISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA EN LA

Ínfimos Pequeños Medianos Grandes

HOY A DE Hu ESCA, 1899

CONTRIBUYENTES (%)

RENTA(%)

61,08 18,67 15,83 4,40

9,17 12,43 30,34 48,04

Fuente: Amillaramientos del año 1899. E laboración propia.

Es decir, cerca de un 80 % de los propietarios poseía menos tierra que algo más de un 4 %. Y no sólo menos tierra sino de menor calidad en buen número de ocasiones. A este respecto pueden encontrarse ejemplos muy significativos. Así, en Esquedas en torno a 1879 existían en regadío 1,55 hectáreas de hortalizas y legumbres y 92,98 de cereal. Pues bien, todas ellas pertenecían a Joaquín Cavero, conde de Sobradiel, a las que añadía además cerca de 430 hectáreas de secano. En Fañanás, grandes propietarios como Antonio Bara Naya, Ramón Viñuales o el duque de Solferino se hallaban entre los pocos que poseían tierras de regadío. En Huerto, Ángel Fortón Rivarés, uno de los mayores contribuyentes, propietario de alrededor de 122 hectáreas, tenía cerca de 40 en regadío dedicadas a cereal. En Sesa, Rafael Ayerbe Ruata, además de alrededor de 81 hectáreas de secano y más de 100 de prados, poseía algo más de 40 en regadío. En Salillas, el conde de Bureta, uno de los principales propietarios, contaba con más de 40 hectáreas en regadío en un municipio en el que sólo seis propietarios superaban las 5 hectáreas de riego. Por el número de propietarios que se beneficiaban , poco o mucho , del regadío no puede afirmarse que éste estuviese controlado por grandes propietarios pues en la mayoría de los municipios en los que existe tierra en regadío éste queda muy repartido entre todos ellos. Pero lo realmente significativo es que ante un importante número de propietarios que no alcanza a poseer ni tan siquiera 2 ó 5 hectáreas en regadío -la mayor parte de las veces bastante menos- aparezcan medianos y grandes propietarios con superficies que alcanzan las 20, 30, 40 ó 50 hectáreas. En este marco de pequeña y pequeñísima propiedad estas cifras tienen un importante significado. E l índice de Gini ,12 que mide la concentración de la propiedad, es un claro indicador para valorar el peso de este control de la tierra y de la renta. Dicho

12. RU lz 16 (1978).

MAYA ,

L.: «Sobre la metodología del Índice de Gini », Cuadernos de Economía,

179


LOS REGADíos EN EL SIGLO XIX. LA REIVINDICACiÓN DEL AGUA

Índice oscila entre O y 1, indicando que existe una mayor concentración cuando los valores se acercan más a 1 y menor cuando son más cercanos a O. El valor medio calculado para la Hoya de Huesca asciende a 0,64, situá ndose entre los más altos de la provincia junto a los de los partidos judiciales de Fraga (0,69) y Sariñena (0,65). Si del ámbito comarcal pasamos al municipal observaremos cómo los índices son en algunos casos todavía más elevados. Al menos dos terceras partes de los municipios superan la cifra media de la comarca, alcanzando algunos de ellos valores muy elevados. Éste sería el caso de Almuniente (0,81), Arascués (0,75), Banastás (0,70), Callén (0,72), Castilsabás (0,71), Esquedas (0,70) , Grañén (0,84), Huerto (0,75), Huesca (0,73), Lupiñén (0,71) , Ortilla (0,74) o Siétamo (0,70). CLASIFICACIÓN DE LOS MUNICIPIOS DE LA HOYA SEGÚN EL ÍNDICE DE GINI VALORES INFERIORES A 0,64

Aguas

0,56

Barluenga

0,61

Loporzano

0,62

Albero Bajo

0,56

Bentué

Albero Alto

0,61

Bespén

0,45

Monflorite

0,57

0,62

Novales

0,60

A lerre

0,59

Blecua

0,62

Panzana

0,59

Aniés Antillón

0,54

Junzano

0,60

Piracés

0,61

0,55

Labata

0,60

Sipán

0,60

Arguis

0,50

Liesa

0,57

Torres

0,59

Velillas

0,51

VALORES ENTRE 0,64 Y 0,70

Alcalá del Obispo 0,65

Chimjllas

0,69

Quicena

0,65

Angüés

0,68

CosculIano

0,65

SalilIas

0,65

Apiés

0,64

Fañanás

0,65

Sangarrén

0,66

Arbaniés

0,66

Ibieca

0,64

Sasa del Abadiado 0,65

Argavieso

0,64

Igriés

0,66

Sesa

0,66

Banariés

0,66

Lascasas

0,69

Sieso

0,69

Bandaliés

0,65

Lierta

0,68

Tabernas

0,68

Barbués

0,68

Nocito

0,65

Usón

0,66

Bolea

0,65

Nueno

0,68

Vicién

0,65

Casbas

0,64

Plasencia

0,67

180

.1.,'


Carmen FRiAS CORREDOR

VALORES SUPERJORES A 0,70

Almuniente

0,81

Chimi llas

0,69

Q uicena

0,65

Arascués

0,75

Callén

0,72

Lupiñén

0,71

Grañén

0,84

Casti lsabás

0,71

Ortilla

0,74

Huerto

0,75

Esquedas

0,70

Santa Eulalia

0,74

Banastás

0,70

Huesca

0,73

Siétamo

0,70

Habitualmente, el control de la riqueza es ejercido por propietarios que son vecinos del municipio, pero eso no significa que sea desdeñable el peso de los propietarios forasteros. Muy al contrario, la presencia de éstos alcanza promedios bastante elevados en los Somontanos y en la zona de Fraga. Mientras en las áreas montañosas de Jaca, Boltaña o Benabarre los propietarios forasteros controlan entre un 10 % Y un 15 % de la riqueza rústica, en la Hoya este porcentaje asciende al 22,26 %. Este valor medio esconde, no obstante, importantes desigualdades, pues frente a la nula presencia de propietarios forasteros en Sipán y Albero Alto y a la escasísima en Argavieso , Barbués, Bentué, Blecua o Junzano (con valores inferiores al 10 % de la riqueza rústica), podemos hallar cifras tan elevadas como las de Almuniente (74,05 %), Esquedas (88,98 %), Grañén (69,52 %), Lascasas (58,77 %), Quicena (55 %), Huerto (42,76 %) , Callén (50,06 %) o Lupiñén (49,35 %). La distribución geográfica de estas zonas viene a coincidir con bastante exactitud con los valores más elevados de concentración de la riqueza. En conjunto, en más del 45 % de los municipios de la comarca los propietarios forasteros controlan, al menos, un 20 % de la riqueza rústica. Estos propietarios forasteros en numerosas ocasiones forman parte de la nobleza terrateniente, en muchos casos absentista, concentrada en la zona central y meridional de la provincia. Sin pretender realizar una enumeración exhaustiva, pondremos sólo algunos de los ejemp los más significativos. La duquesa de Villahermosa poseía entre Huesca, Tabernas y Grañén propiedades que superaban las 5.200 hectáreas; el duque de Solferino superaba las 1.700 en Almuniente, a las que sumaba también otras propiedades en Fañanás y Huerto, y el conde de Bureta las 1.600 en Salillas. En Panzano, 2.000 hectáreas eran propiedad del duque de Villahermosa y, en Arascués, más de 900 lo eran del conde de Robres . También la contribución territorial puede ilustrar este fenómeno para aquellos casos en los que no ha sido posible calcular la superficie poseída. 181

,


LOS REGADÍOS EN EL SIGLO XIX. LA REIVINDICACIÓN DEL AGUA

ASÍ, el conde de Guaqui pagaba cerca de 4.000 ptas. de rústica y pecuaria en Huerto, más de 5.300 el conde de Samitier en Esquedas, más de 1.100 el marqués de Montemuro en Arascués .. . Para hacernos una idea de lo que suponen estos Índices de contribución podemos señalar que en el caso de Huerto, por ejemplo, existían 139 propietarios que pagaban cantidades inferiores a 20 ptas., 34 entre 20 y 50 ptas., 19 entre 50 y 200 ptas. y sólo 5 superaban las 200 ptas. De otro lado, existe un significativo número de municipios en los que, independientemente de la vecindad de los propietarios, se concentran las contribuciones más elevadas, es decir aquellas superiores a 1.000 ptas. Entre los municipios con valores entre 1.000 y 2.000 se encuentran Bolea, Arascués, Lierta, Lupiñén, Ortilla y Sesa. Entre las 2.000 y las 5.000 ptas., Salillas y Huerto, y superiores a las 5.000 ptas., Almuniente, Grañén, Esquedas y Huesca. PROPIET ARIOS CON CONTRIBUCIONES SUPERIORES A 1.000 PTAS. MUNICIPIO

Arascués Bolea Lierta Lupiñén Ortilla

Ses a Sali.llas Huerto Almuniente Grañén Esquedas

Huesca

182

CONTlUllUYENTE

Montemuro , marqués de Robres, conde de Monreal Salvador, Vicente Dartigalongue, Antonio Ara López, Emilio Castallano, Tomás Gómez Terranes, Julián Palomar Mur, José Ayerbe Ruata, Rafael Bureta, conde de Guaqui, conde de Solferino, duque de Susín Tello, Vicente Villahermosa, duquesa de Lapetra, Ricardo Samitier, conde Sopena, Julio Ara López, E milio Azara, Ignacio Banco Hipotecario Claver Bueno, José Claver Pérez, José María Claver Pérez, Mariano Frías Español , Mariano Izuel Giménez, Ramón Montestruc Moreu , Manuel Sopena Lambea, Anselmo Susín Lalaguna, Vicente Zamora Blasco, Ignacio

CONTIUllUCIÓN

1.189,46 1.035,69 1.399,47 1.269,72 1.183,22 1.703,32 1.808,84 1.207,34 1.291 ,58 2.527 3.925,34 6.026,94 1.234,86 11.412,98 2.858,98 5.346,02 3.868,22 2.370,09 1.968,34 11.504,19 1.235,31 1.668,98 1.337,11 1.282,7 1.630,07 1.061 ,03 1.167,92 1.132,56 1.055,94

VECINDAD

Arascués Arascués Bolea Francia Jaca Zaragoza Ortilla Ortilla Sesa Salillas Madrid Barcelona Huesca Madrid Huesca Zaragoza Huesca Huesca Zaragoza Madrid Huesca Huesca Huesca Zaragoza Canfranc Huesca Huesca Huesca Huesca


Carrnen FRíAS CORREDOR

Junto a las propiedades de estos escasísimos grandes propietarios se hallaban aquellas otras, minúsculas, de la mayor parte de los que viven de la tierra. El 80 %, como ya adelantamos, poseía superficies inferiores a las 30, 20 ó 15 hectáreas. Para ellos las épocas de buenas cosechas permitían asegurar mínimamente la existencia, pero no ocurría lo mismo cuando sobrevenían condiciones climáticas adversas o cuando, en el contexto de la crisis fin isecular, sus producciones debían competir con el barato cereal extraeuropeo . Esta competencia originó un descenso constante de los precios, mientras se mantenían todavía unos elevados costes de producción, lo que tuvo como consecuencia una reducción de los beneficios agrícolas y de la rentabilidad de la tierra. Según los datos de que disponemos para el partido judicial de Huesca, la caída de los precios agrarios se dejó sentir a principios de los años 70. En 1871 el trigo se estaba vendiendo a 23,05 ptas./hL. Dos años más tarde había descendido alrededor de 4 ptas. yen 1875 se situaba en las l7,95 ptas./hL. Esto suponía una reducción del orden del 22 % en un período de cuatro años. A partir de esta fecha y hasta 1879 se inicia una nueva curva ascendente que recupera e incluso supera ligeramente el precio de 1871. Pero a partir de 1879 el precio del trigo irá cayendo y no volverá a alcanzar los niveles de ese año. Entre esa fecha y 1890 el trigo ha descendido un 27,14 %. La caída más espectacular se dio, no obstante, entre 1883, año en el que el trigo se pagaba a 23,47 ptas./hL, y 1885, en el que el precio descendió a 16,54 ptas./hL, lo que supone una disminución cercana al 30 %. Este descenso fue superior en la Hoya al calculado para el marco provincial, situado en torno al 22 %.

PRECIO MEDIO DEL TRIGO (PTAS./HL), 1870-1890

25 -

70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90

183


LOS REGADíos EN EL SIGLO XIX. LA REIVIND ICACI6N DEL AGUA

Pero la crisis no afectó con exclusividad al cultivo cereal. El vino y el aceite acabaron también conociendo una importante caída de sus precios. Bien es cierto que el viñedo experimentó en un primer momento cierta expansión paralela a la reducción del cultivo cereal cuando se abandonaron terrenos marginales de escasísimos rendimientos. Así, en el precio del vino es observable un progresivo aumento entre 1871 y 1886 con un crecimiento superior al 300 %. Sin embargo, la recuperación de la producción vinícola francesa y la llegada de la filoxera a Huesca marcaron un cambio de tendencia. 1886 marca la línea divisoria entre la fase ascendente y descendente: en sólo tres años el precio del vino descendió más de un 34 %.

PRECIO MEDIO DEL VINO (PTAS./L),

1870-1890

0,5

0,4

0,3

0,2

0,1 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90

184

"-1


Carmen FRíAS CORREDOR

El aceite, tercer producto de importancia para la economía de la zona, tras un notable incremento de su precio entre 1873 y 1875, había descendido más de un 38 % en 1889 respecto al precio de 1875.

PRECIO MEDIO DEL ACEITE (PTAS./L), 1870-1890

1,4

1,3 1,2

1,1

1,0 0,9 0,84-;-~-+-+~~--~+-+-+-~-r-+~~--~+-+-+-~

70 71

72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90

No resulta difícil imaginar las consecuencias sociales de la crisis en una comarca en la que el cereal, la vid y el olivo son los cultivos mayoritarios y en la que un 85,96 % de la problación activa vive de la actividad agraria.

DEDICACIÓN A LA ACTIVIDAD AGRARIA

MUNICIPIOS

POBLACIÓN AGRARIA (%)

7

<75

15

75-85

42

>85

185


LOS REGADíOS EN E L SIGLO XIX. LA RE/VINDICA CI6N DEL AGUA

En realidad, si exceptuamos la capital, en la que este porcentaje se sitúa alrededor del 44 % , la dedicación agraria llega a ser en la mayoría de los casos casi exclusiva. Sólo siete municipios sitúan su dedicación por debajo del 75 % , pero no deja de ser significativo observar concretamente en qué porcentaje se sitúan: Angüés, 74,10 %; Casbas de Huesca, 73 ,52; Grañén, 74,79; Huesca, 44,25; Loporzano, 67,60; Sasa del Abadiado, 74,07, y Sesa, 74,09. Podemos decir por tanto que nos hallamos ante un mundo eminentemente rural en el que las actividades no agrarias (comerciantes, artesanos, profesiones liberales, empleados, clero ... ) quedan reducidas en muchas ocasiones a la presencia del cura y del maestro. En otras, ese abanico profesional a duras penas llega a ampliarse con la presencia de algún tejedor, molinero o herrero ... En general, se trata de actividades que en su mayoría suelen ser subsidiarias del sector primario, ya que se trata de ocupaciones relacionadas con las necesidades específicas de una mayoría campesina. En este marco rural, Huesca es el único centro en el que se daba un ligero predominio de las actividades no agrarias, sin que eso signifique que se hallaban desarrollados los sectores industriales y financieros. En realidad , la mayor parte de los negocios tenía una escasa capitalización y era de tipo familiar. A las dificultades atravesadas como consecuencia de la caída de los precios, se añadió el aumento de las contribuciones a lo largo del XIX, factores todos ellos que acabaron condicionando el endeudamiento de buena parte del campesinado, el cual no hizo sino agravar su precaria situación , pues los beneficios de posteriores cosechas hubieron de ser destinados al pago de deudas contraídas con usureros y prestamistas. Las dificultades atravesadas por pequeños e ínfimos propietarios y jornaleros condujeron a éstos a la emigración y al abandono de su tierra en busca de trabajo y, en la Hoya, como en el resto de la provincia, una de las principales consecuencias de la crisis se dejó sentir.en la evolución de la población, traduciéndose en serias pérdidas demográficas en algunos casos. En conjunto, un 37,5 de los municipios de la comarca conoció descensos en términos absolutos. Entre 1877 y 1897, los más importantes, superiores en todos los casos al10 % , se dieron en Albero Bajo (18,06 %), Almuniente (12,34) , Arbaniés (17,23 %), Arguis (21,73 %), Castilsabás (15,26 %), Igriés (10,69 %), Quicena (12,12 %) , Sasa del Abadiado (17,9 %), Sipán (11 ,01 %) y Usón (20,29 %). La situación eran resumida como sigue por los propios contemporáneos: Bueno es ante todo advertir que los hijos de esta provincia no emigran por espíritu aventurero ni para explotar especiales aptitudes artísticas o intelectuales. Pegados al suelo que los vió nacer como la rama al tronco, sólo salen de sus hogares arrancados por el hambre y sin perder de vista nunca á su patria. l3

13. El Diario de f-fuesca (5-10 - 188 '1) .

186

~


Carmen FRiAS CORREDOR

Las dificultades atravesadas por aquellos que quedaban empezaron a dejarse notar, entre otros aspectos, en la resistencia al pago de la contribución de inmuebles o más bien en la incapacidad de satisfacerla, que puede medirse a través del volumen de fincas adjudicadas a Hacienda por el impago de las cuotas. Según los datos de que disponemos, el partido judicial de Huesca vio embargado, en el plazo de nueve años, entre 1888 y 1897, un total de 9.576 fincas rústicas y 2.345 urbanas. En esas mismas fechas , sólo el partido judicial de Barbastro superó al de la capital, con un total de 11.199 fincas. El resto de los partidos judiciales se situó en niveles inferiores.

FINCAS ADJUDICADAS A HACIENDA, 1888-1897 RÚSTICAS

URBANAS

TOTAL

Barbastro

11.199

3.042

14.241

Benabarre

1.950

456

2.046

Fraga

6.092

2.181

8.273

Huesca

9.576

2.325

11.901

114

20

134

Sariñena

5.496

2.421

7.917

Tamarite

5.021

2.208

7.229

Jaca

Si en otras áreas de la provincia el número de fincas adjudicadas en cada año económico es variable, el partido judicial de Huesca se caracteriza por dibujar una curva ascendente constante pasando de 123 fincas en 1888-89 a 2.581 en 1895-96: EVOLUCIÓN DE LA ADJUDICACIÓN DE FINCAS. PARTIDO DE HUES CA , 1888-1897 AÑO ECONÓMICO

RÚSTICAS

URBANAS

1888-1889

123

14

1889-1890

336

25

1890-1891

579

74

1891-1892

678

144

1892-1893

1.084

177

1893-1894

1.814

266

1894-1895

2.381

1.088

1895-1896

2.581

532

1896-1897

?

5

187


",

LOS REGADÍOS EN EL SIGLO XIX. LA REIVINDICA CiÓN DEL AGUA

En situaciones como la descrita, si el campesinado sigue utilizando antiguos arados es porque no tiene medios para adquirir máquinas más evolucionadas; si produce con vistas al autoconsumo familiar es porque se halla imposibilitado para hacerlo en un mercado al que llega baratísimo el grano extraeuropeo; si reduce su inversión al mínimo es porque se ve obligado a asegurar su propia subsistencia aun a pesar de conformarse con obtener productos mediocres ... Como en su día señalara ya José Antonio Durán , quizá se hayan cernido demasiados tópicos sobre el atraso rural y la incultura agraria; pero lo cierto es que el problema de la renovación técnica y del desarrollo de una agricultura competitiva resultaba ser una cuestión de inversión en un mundo de escasez, cuando no de miseria. Por esa razón, el campesino prefiere minimizar la probabilidad de sufrir un desastre antes que maximizar sus rendimientos medios con el riesgo de perder su cosecha. La solución a la crisis, aunque así se esperara, no acabó viniendo de la mano del arancel. La depresión había puesto de manifiesto unas debilidades estructurales que sólo podían atajarse con serias y profundas transformaciones. Las barreras arancelarias fueron simplemente una solución , defendible o no , puramente momentánea. Y buena prueba de ello fue la propi a evolución de la situación del campo después del arancel proteccionista y el creciente malestar social conocido durante la última década del siglo. Ya en puertas del siglo XX la competencia de los trigos extranjeros dejaba de ser el principal problema. Ahora, a la altura de 1894 y 1895, se vivía una auténtica crisis de subsistencias ocasionada por la pérdida de las cosechas, que se dejaba sentir en el aumento de la mendicidad y en el recurso a la caridad. Es precisamente en estos años finales de siglo cuando empiezan a proliferar las manifestaciones en pro de canales y pantanos. La cuestión es preguntarse por qué se producen de forma más acusada en estos años. Quizá ello tenga que ver -y no poco- con las propias consecuencias de la depresión . En los años centrales del siglo la reivindicación del agua tuvo un escasísimo peso y es posible que en este hecho influyera la propia coyuntura alcista. La situación y, por tanto, las exigencias elevadas al poder central cambian desde el momento que empieza a notarse la competencia de los granos extranjeros. Pero la magnitud de esa misma competencia es la que hace que todos -pequeños, medianos y grandes propietarios, clase política e instituciones- centren la atención, de forma prioritaria, en la cuestión del arancel. Sólo después de que continúen las dificultades tras la elevación de las barreras arancelarias se empiezan a plantear otros remedios. Es en este momento y en esta coyuntura en los que el agua empieza a convertirse en una de las primeras exigencias, como medio imprescindible y necesario para una definitiva transformación agrícola. La dramática situación atravesada por los productores a raíz de la sucesión de malas cosechas propicia que la mirada se dirija hacia la reivindicación del agua como único medio para reformar o transformar unas explotaciones que siguen dependiendo del arbitrio del cielo. Pero no olvidemos tampoco 188


Carmen FRíAS CO RREDOR

que las obras que acompañaran la puesta en riego actuarían como solución inmediata a un creciente malestar social que puede rastrearse desde las manifestaciones de obreros en demanda de trabajo hasta el secuestro de algunos importantes propietarios. Para obreros y jornaleros la cuestión no se planteaba esta vez como un conflicto salarial, sino como un problema por la consecución de un puesto de trabajo. De tal forma que las peticiones de obras públicas desde los sectores más desfavorecidos tienen una intención cIara y definida: la subsistencia. Esas mismas peticiones, al menos las referidas a obras de regadío , tienen en boca de los sectores acomodados otra lectura: la seguridad de las cosechas y la transformación de unas explotaciones atrasadas, pero también el control de una temida conflictividad social. Veamos, pues, cuáles fueron las reivindicaciones o reclamaciones concretas que se hacen en esos años.

LA REIVINDICACIÓN DEL AGUA. LAS PETICIONES CONCRETAS A lo largo del XIX las reivindicaciones en torno al agua se van a concentrar en los últimos años del siglo. La proliferación de estas reclamaciones está relacionada, como ya hemos visto, con una coyuntura muy específica -la de la crisis agraria finisecular- que influirá, de un lado, en el impulso del movimiento regeneracionista y, de otro, en el cambio de política en relación con el ag ua, factores ambos que no podemos dejar de tener presentes porque contextualizan las peticiones concretas que se elevan desde la Hoya. Atendiendo al cambio de dirección de las esferas oficiales es preciso recordar que los intentos por disponer de un planteamiento unitario en el dominio de las obras hidráulicas sólo pueden rastrearse en momentos muy concretos. El primero de ellos se dio en 1820 con la «Propuesta de Ley que hace S. M. a las Cortes sobre Caminos y Canales del Reino», primer antecedente de un plan general de obras hidráulicas que , no obstante, no llegó a ponerse en práctica. Pero esta preocupación oficial se va posponiendo en lo que resta de siglo, pues a partir de ahora sólo se sucederán unas cuantas medidas legislativas encaminadas a facilitar la transformación privada de las tierras de secano en regadío. En estos años el Estado renuncia al protagonismo hidráulico, intentando que sean las iniciativas particulares las que lleven a cabo estos trabajos. Sobra decir que los resultados obtenidos fueron más bien escasos: sólo unas 139.000 hectáreas se beneficiaron, en todo el territorio nacional, de las obras llevadas a cabo hasta entonces. Los años 80 vinieron a modificar este panorama, pues la crisis finisecular dio impulso a un movimiento regeneracionista que empieza a reclamar con urgencia la puesta en marcha de una verdadera política hidráulica, nacional y coordinada. De tal forma que la depresión y el desastre del 98 van a abrir las ansias de reconstrucción que acompañan al movimiento regeneracionista, el cual pondrá el acento en la necesidad de ampliación de la superficie regada 189


LOS REGADíos EN EL SIGLO XIX. LA REIVINDICA CiÓN DEL AGUA

como requisito imprescindible para restaurar la riqueza nacional y dar solución definitiva al problema de la cuestión agraria . Dicho de otra manera, la política hidráulica que exige Costa -y que incluyen los liberales en su programa político- es ofrecida como la solución alternativa -y progresista- frente a aquella otra, la arancelaria, que había mostrado no obtener buenos resultados. A partir de entonces y desde este contexto se produce una «fiebre» hidráulica, de la cual ofrecen una visión conjunta los cinco congresos nacionales de riegos celebrados en Zaragoza (1913) , Sevilla (1918), Valencia (1921), Barcelona (1927) y Valladolid (1934). Así, son varios los factores que acabaron contribuyendo al cambio de dirección que toman las esferas oficiales en relación con las obras hidráulicas. En él influyen la propia ineficacia de la legislación decimonónica, la incidencia de la crisis agraria y las opiniones del regeneracion ismo. Dicho cambio es perceptible en múltiples aspectos: en 1900, por ejemplo, se ocupará del Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas un periodista, Rafael Gasset, que había sido el principal impulsor de la campaña prohidráulica sostenida desde El Imparcial; en el mismo año, con Pablo de Alzola como Director General de Obras Públicas, se decreta la inmediata iniciación de los estudios para un plan general de obras hidráulicas; en 1901 llegó a redactarse el «Plan General de Canales de Riego y Pantanos» .. . , ejemplos todos ellos del cambio en la política oficial respecto al tema del agua. En nuestro caso, las necesidades de la agricultura altoaragonesa a fines del XIX fueron resumidas por la Comisión provincial de Agricultura, Industria y Comercio en respuesta al cuestionario sobre La crisis agricola y pecuaria (1888): Efectivamente, desde hace próximamente doce años, el agricultor ve por la acción de los elementos físicos perdidas o disminuidas sus cosechas, hasta el punto de que en tan largo período de tiempo no pueda señalarse ( ...) una sola cosecha que pueda calificarse de regular. No contribuye poco a tan desastroso resultado la carencia de lluvias, que no llegan , ó si lo hacen , tarde, á satisfacer las necesidades agrícolas. Tal vez en el presente siglo no pueda registrarse un quinquenio de tan pertinaz sequía como el que estamos atravesando; y esta falta de humedad , que impide la germinación y el desarrollo de las semillas, es una de las causas que contribuyen á la ru ina del país. Y como no habría otro medio para supli r la falta de humedad atmosférica que el disponer de abundantes riegos, de los cu ales se carece, el labrador presencia su caída sin que le sea dado aplicar un remedio inmediato y eficaz.

Similares contestaciones eran dadas por algunos municipios. Así, Grañén , por ejemplo, insistía en no tener satisfechas sus necesidades en materia de riegos y recordaba la necesidad de que «se construyan pantanos que retengan las aguas que en las épocas de lluvias marchan por el río Plumen á perderse en el mar»; o Bolea, que explicaba cómo la carencia de riegos hacía depender los cultivos de las condiciones climáticas. 190


Carmen FRiAS CORREDOR

Sin embargo, en estos momentos inmediatos al arancel proteccionista, son pocas las contestaciones que coinciden en la necesidad de construcción de canales o pantanos como uno de los principales medios para convertir la agricultura en una actividad competitiva. En esos años, aunque existían distintas propuestas y proyectos para el riego, hubo uno que, defendido de forma unánime por todos los representantes políticos de la provincia, acaparó la atención y los mayores esfuerzos por hacerlo realidad: el Canal de Aragón y Cataluña. El canal se convertía así no sólo en la principal reivindicación de la zona literana, sino en la reivindicación por excelencia que, junto con la del ferrocarril de Canfranc, elevaba la provincia de Huesca al poder central. Buena prueba de ello es que, lejos de algunos tópicos que han convertido la cuestión del canal en una reivindicación casi exclusiva de Joaquín Costa y de la Cámara Agrícola del Alto Aragón, todos los representantes políticos, desde Emilio Castelar a Lorenzo Álvarez Capra o Juan Alvarado, intervinieron y siguieron su desarrollo y que , ya en 1889, es decir tres años antes de que se constituyera la Cámara, la campaña en pro de la construcción por cuenta del estado empezó a ser librada desde la Diputación provincial por Manuel Camo. Por tanto, ni Costa ni la Cámara podían mantener, a nivel político y electoral, el exclusivismo de la reivindicación del canal. Sea como fuere, lo cierto es que la reclamación del Canal de Tamarite ensombreció otros proyectos igualmente importantes para el desarrollo agrícola de otras comarcas. Desde la comarca de la Hoya y desde el distrito electoral de la capital las principales reclamaciones en materia de riegos giraron en torno a dos pantanos que permitirían embalsar las aguas del Flumen y fertilizar la Hoya: el de Salto Roldán y el de Santa María de Belsué.

y fue precisamente en la coyuntura de fin de siglo, al dejarse sentir las consecuencias más dramáticas de la crisis, cuando proliferaron los trabajos en pro de los dos pantanos, sobre todo desde 1891, fecha en la que una representación aragonesa, en vista de la situación de miseria por la que atravesaba la región, elevaba al gobierno conservador de Cánovas del Castillo las reclamaciones consideradas más urgentes; de ello se hizo eco con proliferación la prensa nacional. Los representantes altoaragoneses centraron sus peticiones en cinco aspectos considerados fundamentales para solucionar la situación: 1) concesión de auxilios para la siembra, 2) declaración de caducidad para la compañía concesionaria del Canal de Aragón y Cataluña y su construcción por cuenta del estado, 3) repoblación de montes, 4) ampliación del crédito para carreteras y 5) construcción de los pantanos de Salto Roldán y Santa María de Belsué. 191


LOS REGADíos EN EL SIGLO XIX. LA REIVINDICACI6N DEL AGUA

La importancia y el papel de estos dos pantanos era explicada por los miembros de la comisión en una exposición dirigida al gobierno: La única esperanza para los labradores de veintitantos términos del distrito de Huesca, castigados repetidos años por pertinaz sequía, estriba en la construcción de estos pantanos, que asegurarían la fertilidad de muchos miles de hectáreas de terreno. Sin estas obras córrese el peligro de que se despueblen totalmente buen número de lugares, y un país que fue rico y abundante, se convierta en verdadero desierto.'4

La Comisión, amparándose en el art. 13 de la ley de 21 de julio de 1883, exigía ya entonces que la construcción de dichas obras corriera a cargo del estado. En el caso de que el gobierno considerase improcedente la construcción, se solicitó que se subvencionara el 50 % de los costes. Las gestiones de la Comisión dieron algunos resultados inmediatos, ya que el ministerio de Fomento dio orden a la División Hidrológica del Ebro para que ultimara los detalles de los estudios. Ésta había sido una de las peticiones de la representación altoaragonesa al tener conocimiento de que se hallaban ultimados todos los estudios referentes a los diques pero no así los relativos a las acequias de derivación. Dos años después, en 1893, eran expuestos al público los proyectos de ambos pantanos, a la vez que los diputados altoaragon eses en el Congreso volvían a insistir en el precario estado de la agricultura de toda la provincia y en la necesidad de realizar unas obras que tendrían como fin «hacer productivos extensos términos, baldíos hoy por la carencia de aguas de riego , y recompensables los afanes y sacrificios de sus cultivos» (El Diario de Huesca, 12-8-93). Mociones en ese sentido fueron elevadas por el republicano posibilista Juan Alvarado y el liberal Lorenzo ÁJvarez Capra. Diputados como Manuel Camo entendían que la defensa de los pantanos o la del Canal de Aragón y Cataluña no se basaban únicamente en el hecho de que sirvieran para fertilizar extensas zonas, sino que, antes de que eso ocurriera y a corto plazo servirían también para ocupar a los jornaleros sin trabajo, máxime cuando hacía dos años que habían terminado las obras del Canfranc: Co mo recurso eventual, como medio de subvenir en el mom ento á las grandes necesidades de las clases trabajadoras y jornaleras, debe reclamarse con eficacia y urgencia la concesión de obras públicas cuyos proyectos terminados ó muy adelantados dependen de los ministerios de Fomento y Guerra; como plan de mejoramiento y venero de bienestar perenne en lo futuro, debe so licitarse que se resuelvan definitivamente, y de modo que resulte efectivo y viable, las construcci ones de los pantanos y la del Canal de Aragón y Cataluña, de inmensa trascendencia para el progreso y la prosperidad agrícola del país, á la que todos los altoaragoneses hemos de fiar las esperanzas de un porvenir de regeneración y de defensa."

14. El Diario de Hu esca (8-10-1891). 15. El Diario de Hu esca (14-4-1894).

192

.


Carmen FRÍAS CORREDO R

El proyecto de Santa María de Belsué sería aprobado en 1903, aunque sería necesario esperar a 1931 para que sus obras entraran en servicio. Hoy, cien años después de que dieran a conocerse los proyectos, sigue todavía en pie la necesidad de ampliar el regadío ante la insuficiencia de l embalse de Santa María. Fue también preciso esperar la llegada del nuevo siglo para que se plantearan otros proyectos más ambiciosos, concretam ente el de los Riegos del Alto Aragón, que debía afectar a 300.000 hectáreas mediante la construcción de los pantanos de Mediano y del Sotón, enlazados por diversos canales.

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EL REGADÍO EN HUESCA, 1900-1950

José M: AZPÍROZ PASCUAL

INTRODUCCIÓN La historia del regadío oscense nos proporciona información valiosa para conocer nuestro entorno en una serie de aspectos que interesan a los historiadores: referencias al marco socioeconómico de un contingente importante de población oscense; hipótesis o resultados más definitivos sobre la fuerza de los condicionantes que han actuado sobre dicho sector antes de la terciarización de la actividad económica y del tímido despegue industrial en Huesca y valoraciones acerca del equilibrio o desequilibrio y de la evolución o permanencia del sistema de riegos en Huesca respecto a la estructura de la propiedad y a las formas de explotar la huerta en los diferentes períodos históricos abordados en las ponencias. La paulatina configuración del sistema de regadíos oscense, marcado cada vez más por la impronta de la tradición, pudo estar originada por la falta de respuestas del sector en momentos concretos de cambios radicales y por el fuerte peso de la estructura de la propiedad: tipo predominante de propiedad, modo de explotarla, tecnología aplicada, etc. Estos inconvenientes han impedido la adaptación de la huerta a criterios productivos más rentables. El escaso volumen de lo producido y la insuficiente evolución pudieron estar también determinados -y si es así hay que constatarlo- en la disparidad de intereses entre la huerta y el secano colindante; la falta de acuerdos dentro de una misma comunidad de regantes pudo ser el principal freno al desarrollo. La escasez de recursos hidráulicos, al no haber transformado mediante obras de riego las infraestructuras existentes, ha sido y es otro elemento adverso para la capitalización de la huerta oscense. Como consecuencia, el hortelano oscense ha ido configurando una mentalidad individualista demasiado determinada por la estructura y el modo de explotación de la propiedad y por las condiciones de trabajo, impuestas por una climatología adversa y por la falta de recursos hidráulicos y técnicos con que enfrentarse a aquéllas. 195


EL REGADÍO EN /-IU ESCA , 1900-]950

La ausencia de planteamientos unificados ha impedido el agrupamiento de los hortelanos en la defensa de sus intereses y la aparición de cooperativas de producción con que superar la barrera del mercado local. El abastecimiento de la propia ciudad y el autoconsumo familiar han sido los objetivos tradicionales de la huerta oscense. El Sindicato de Regantes de Arguis y las Ordenanzas por las que se rige han originado más desavenencias y enfrentamientos que concordia y unanimidad de criterios, quizá porque al establecer prioridades entre grupos heterogéneos se termina enfrentándolos. Ante la falta de respuestas superadoras de la supervivencia, al desarrollarse en este siglo el urbanismo con intensidad Huesca ha crecido a costa de la huerta, más rentable y productora de dividendos que el secano oscense pero con menor poder de decisión al estructurarse en fincas de escasa dimensión. En el desarrollo de la ponencia se han utilizado fuentes orales y escritas. Las entrevistas a personas muy vinculadas con la huerta y el agua en el término de Huesca han sido fund amentales para elaborar el entramado de esta ponencia y no reiterar el análisis tradicional del regadío oscense, ya elaborado en los trabajos de Luis Mur Ventura o de Juan Antonio Bolea Foradada. Los entrevistados han sido seleccionados intencionadamente de acuerdo con aquellos aspectos del regadío que previamente pudieran interesarnos más. Daniel Calasanz, hortelano, ha aportado abundante información sobre la tradición de la huerta y el acomodo o desacomodo de la misma en épocas de transformaciones intensas; por el contrario, Ramón Arán (ex presidente del Sindicato de Regantes de Arguis) y Antonio Beltrán (ex secretario del mismo sindicato) han respondido a planteamientos de tipo técnico: proyectos de obras y otros ejecutados entre 1900-1950, necesarios para el progreso de los riegos de la Hoya de Huesca. Antonio Peiró Arroyo, en «El regadío: tipos de fuentes para su estudio y metodología de trabajo»,) aborda con rigor los pasos a seguir en procesos de investigación de tal naturaleza. José M: Azpíroz, en recientes publicaciones -que se detallan más adelante-, ha abordado aspectos del comportamiento sociopolítico de los propietarios agrícolas oscenses y altoaragoneses que completan los otros aspectos de la ponencia.

El Amillaramiento de 1945, que se conserva en el Archivo Histórico Provincial, nos proporciona datos de los contribuyentes: sobre el líquido imponible en el regadío en el término municipal de Huesca, la extensión de las fincas y por tanto la naturaleza de la propiedad, la dispersión de la misma, etc. Y, finalmente, hemos consultado las Actas del Pleno del Ayuntamiento de los años 1923 a 1936, en que comenzó con mayor intensidad el crecimiento de Huesca a expensas de la huerta, que se valoró excesivamente con fines urbanísticos. 1. Metodología de la investigación cienLífica sobre fuentes aragonesas. Instituto de Ciencias de la Educación. Universid ad de Zaragoza. Actas de las JI Jorn adas celebradas e n Jaca, de l 17 al 19 de diciembre de 1986.

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José M. u AZPÍROZ PASCUAL

NECESIDAD DE AGUA EN LA CONFIGURACIÓN DE LA HUERTA OSCENSE Mucho se ha escrito sobre el sistema del regadío oscense, quizá porque el agua siempre ha sido un elemento escaso; como es de suponer, mis compañeros habrán abordado en ponencias anteriores tal cuestión con detalle, por lo que vamos a remitir al lector a capítulos anteriores y a las publicaciones que plantean el sistema de riegos en el término de Huesca. 2 Me limitaré, pues, a describir brevemente las fuentes de mantenimiento del regadío oscense , haciendo especial referencia a los proyectos y obras que se plantearon y realizaron durante el período 1900-1950 y las consecuencias relevantes que hubiera tenido para Huesca el hecho de que el caudal de aguas hubiese aumentado. E n Huesca, básicamente, se riega con las aguas del pantano de Arguis y con el río Flumen. El embalse de Arguis (en funcionamiento desde 1704) se recreció con el proyecto del ingeniero Lorenzo Pardo, cuyas obras concluyeron en 1930; el pantano ganó en altura unos dos metros, permitiendo embalsar 2.400.000 m 3 de agua. Se alimenta con varias acequias y barrancos, pero la más importante es la acequia de Bonés; un partidero divide sus aguas hacia el río Flumen y al pantano de Arguis. Éstas discurren por el Isuela por los términos de Arguis, Nueno, Arascués, Yéqueda y Chimillas. En Nueno, un azud de cemento - hasta principios de siglo eran de estacada- desvía el agua a una acequia de 15 km de longitud que lleva agua a las albe rcas de Cortés y de Loreto (pertenecientes al Sindicato de Arguis), auténticos vasos reguladores del río, que en verano baj a prácticamente seco ya que el pantano se vacía, algunos años, al usarse el agua para regar el cereal de primavera. La balsa de ChirÍn (hoy prácticamente seca) se llenaba también con aguas de l río Isuela. E l Sindicato de Regantes de Arguis se constituyó un a vez aprobadas las Ordenanzas, en 1919. Los rega ntes son los propietarios de dichas aguas, pero deben someterse estrictamente a lo que aquéllas regulan .3 2. MUR VENTURA, Luis: Los riegos, Consejo provincia l de Agricultura y Ganadería , Huesca, 1919; La división del regadío, Co nsejo prov incia l de Fomento, Huesca , 1924. CALASANZ ABAD ÍA, Daniel: !-lar/e/anos y huertas desaparecidas por la urbanización de !-Iuesca, Huesca, Imprenta Pé rez, 1987. BOLEA FORADADA, Juan A.: Los riegos de Aragón, V Congreso Nacional de Comunidades de Regantes, Za ragoza, Ed. Sind icato Centra l de Riegos de l A lto Aragón , 1978, pp. 86-98.

3. Ordenan zas de la Comunidad de R egantes del Pantano de Arguis, Huesca. Aprobadas por R. O. de 6 de octubre d e 1919. Ofrecemos a continuación u n breve res um e n de sus ó rganos ejecuti vos. E l a rt. 1 (capítu lo 1) dice qu e los pro pie ta r ios regantes de l té rmin o municipa l de Huesca q ue ti e ne n d e rec h o a l a provec hami e nto d e la s aguas de l pantano d e Arguis se co nstituyen en Comunidad de Regantes del Pan/ano de A rguis, e n virtud de lo di spuesto e n e l art. 228 de la ley de Aguas d e 13 d e junio d e 1879. E l a rt. 5 seña la que e l principa l objeto d e la constitución de la Co munidad es evitar las c uest iones y litigios e ntre los dive rsos usuarios de l agua , som e tiéndose vo lunta ri a me nte to dos sus integra ntes a lo preceptuado e n las Ordenanzas y Reglamentos. Art. 7: la Comunid ad se obliga a sufraga r los gastos necesarios d e reparació n y co nservación de todas las obras y dependencias a l servic io de sus riegos y para cuantas diligencias se practiquen en beneficio de las mi smas . Art. 11 : la Comunid ad, re unid a e n Junta genera l, asume todo e l pod er q ue e n la mism a ex iste. Para su gobierno y régime n se es tablecen e l Sindicato y e l Jurado de riego . Art. 12:

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Las comunidades o términos que pertenecen al Sindicato de Arguis son: «El Almériz», «Domingueros», «El Forao», «Lunes y Martes», «Coliñénigue», «Cajigar» y «Algüerdia». Aunque no están integradas en el sindicato mencionado, riegan también con aguas del río Isuela y del barranco de Santa Lucía las comunidades de «La Magantina» y «Culandrares», «Miquera» y la huerta de Chirín (en estas huertas abundaban aguas subálveas y fuentes, como las de Marcelo, Jara y la Salud). Antes de que Huesca se extendiese por la huerta, el pantano de Arguis regaba 2.500 hectáreas entre tierras de huerta y campos de cereal. Estos últimos tenían preferencia de riego, por lo que en años de sequía las huertas o no se regaban o lo hacían deficitariamente. Daniel Calasanz4 detalla minuciosamente las huertas desaparecidas por efecto de la urbanización de Huesca, mencionando a sus propietarios o cultivadores arrend atarios; aquí, simplemente, se va a delimitar la zona de huerta perteneciente al Sindicato de Regantes de Arguis y la que regaba el río lsuela. «El Almériz» ocupaba 68 hectáreas en huertas y 99 hectáreas en campos de cereal regable. Gran parte de la Huesca actual se ha extendido por este término, en el que se hallaba la famosa torre de Mendoza (propiedad de los Carderera) y la torre de la Misericordi a (de la Diputación Provincial). También se integraban las huertas situadas junto al Puente de Tabla, alrede-

la Comu nid ad te ndrá un Presidente y un Secretario, e legidos directamente por la misma e n Junta general. Art. 13: so n e legibl es para Presid e nte de la Com unid ad los propi e tar ios rega ntes que posean cuatro hectá reas como mínimo, que tengan veinticinco años cumplidos, se pa n leer y escri bir y sean vecinos y res ide ntes en la ciudad de Huesca. Art. 15: e l cargo d e Presidente será ho no rífico y gratuito. Art. 16: co mpe te al Pres ide nte de la Co munid ad pres idir la Junta gene ral , co municar los acuerdos a l Sindicato y a l Jurado de ri egos y cuidar de su exa cto cumplimiento. Art. 17: para ser e legido Secretario de la Comunidad es necesario haber ll ega do a la mayoría de edad y sabe r leer y escribir, no estar procesado criminalmente y no ser de ud or d e la Comunidad. Art. 18: la duración del ca rgo de Secretario será indete rmin ad a. Art. 20: co rres po nd e al Secre ta ri o , e ntre otras funcione s, e labo rar las Actas d e la Junta gene ra l. En cuanto a la Junta ge ne ra l (capítu lo VI) , e n e l a rt. 44 se estipula que se re unirá ordin a ri ame nte una vez al año , e n e l pe núltimo domingo d e l mes de diciembre. Art. 47: tienen derecho de asistencia , con voz, todos los propi etarios rega ntes que constituye n la Co munidad y con voz y voto todos los que posea n, co mo mínimo , una fanega de exte nsió n regable. Art. 48: los votos se computar á n en proporción a la propiedad que se posea, un voto por cada fan ega de tie rra . Art. 50 : corresponde a la Junt a la e lecc ió n d e l Pres id e nte, d e l Secre ta rio y la d e los Voca les de l Sindicato y d e l Jurado d e riego; e l examen y aprobación de todos lo s gastos e in gresos d e la Comunidad ; delibe rar sob re las obras nu evas qu e es preciso ejecuta r, e tc. El Si.ndicato (capítulo VII) está encargado de l cumplimi e nto de las Ordenanzas y de los acuerdos de la Comunidad y está compuesto por nueve Voca les e legidos e n Junta general (art. 57). E l Jurado d e riegos (capítu lo VIII) impone a los in fractores la s correcciones a que haya lugar con arreglo a las Ordena nzas. El Jurado , como e l Sindicato, se compone de un Presid e nte, que es uno de los Voca les del Sindicato, y de cuatro jurados propietarios y dos supl e ntes e leg idos por la Com unid ad (art. 66). La duración del cargo de Jura do será de un año (art. 68). 4. CALASANZ, D a ni e l: /-I orte/anos y huertas desaparecidas ... , pp. 10-32.

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dor de la Plaza de Toros, por la derecha del río Isuela (aguas abajo) y la huerta de la «ronda sureste». Se regaba los miércoles de cada semana. «El Forao» tenía una extensión de 16 hectáreas de huertas, en gran parte desaparecidas, que bordeaban todo el «Trasmuro» y la calle Costa. Entre otras, pertenecen o pertenecieron a dicho término la huerta de las Miguelas, el campo del seminario (propiedad del obispado), la huerta de los salesianos y de las monjas de Santa Ana, el huerto de Pie y otros muchos de pequeña extensión. Este término tenía el agua repartida por horas durante la semana. «Domingueros», con 29 hectáreas de superficie, se halla en la actualidad casi urbanizado. Se extendía desde el molino de Lafita (a derecha e izquierda del camino de Cortés) hasta la carretera de Jaca. «Lunes y Martes» (se regaba en esos días) comprendía 68 hectáreas de huertas y 538 hectáreas de campos regables. El 50 % de la ciudad se expandió por este término: el ensanche oeste, Villa Isabel, calles de Alcoraz y Martínez de Velasco, barrio de la Encarnación, zona industrial de Albajar, «plaza del mercadillo», calle Tarbes, etc. «Coliñénigue», con 79 hectáreas, no ha sido afectado de momento por el asfalto. Las huertas se sitúan a derecha e izquierda de la carretera de Arguis; la afamada fuente de Marcelo, otrora frecuentada por excursionistas, pertenece a Coliñénigue; parte de los propietarios viven en Chimillas, y équeda e Igriés. «La Algüerdia» (que riega de jueves a viernes) tiene una extensión de 115 hectáreas de huerta y 345 hectáreas de campo regable. Se halla a ambos lados de la carretera de Jaca, extendiéndose hasta el «Estrecho Quinto» y la «Escuela de Maestría». «La Magantina» es un término de huertas de gran calidad que se ubica a derecha e izquierda de la carretera de Arguis; se riega con el río Isuela y las aguas cruzan el barranco de Santa Lucía para regar a ambos lados de la carretera de Apiés, por donde se extiende el término. Con el de «Culandrares», que se halla prácticamente a continuación, desde el puente de San Miguel hasta Santa Lucía por el lado izquierdo de la carretera de Arguis, ocupan unas 100 hectáreas de huertas regadas con aguas del Isuela mediante un azud en el puente de San Miguel. «Miquera» riega las 67 hectáreas de huerta con el agua de los ibones de Cillas; las aguas sobrantes se vacían en la alberca de Loreto y con ellas riegan en Huerrios, Banariés y Cuarte e incluso en el castillo de Pebredo y en el de Colchoné. No obstante, con el caudal del río Flumen , más caudaloso y regular que el Isuela, se riega una parte muy considerable de la Hoya de Huesca y 1.020 hectáreas en el término municipal de Huesca. Desde finales del siglo pasado se tuvo la voluntad de construir un embalse para regular las aguas del río 199


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Flumen; en 1893 se expuso al público el proyecto de Santa María de Belsué; en 1903 comenzaron las obras; la presa se concluyó en 1918 y en 1931, ni Santa María ni el contraembalse de Cifuentes -a pesar de los 13 hm 3 de volumen y de las 83 hectáreas de superficie- cubrieron las necesidades de la ribera del Flumen porque las obras resultaron infructuosas dada la permeabilidad del suelo. Como consecuencia, la acequia de la derecha del Flumen al no acarrear agua no puede reforzar el sistema de riegos de Arguis. Las comunidades de regantes más importantes del término municipal de Huesca que pertenecen a las aguas del Flumen son «La Almunia» (la más extensa), «Cierzos Altos», «Cierzos Bajos» y «Torre de la Piedra». También en los pueblos de Tierz, Quicena, Pompenillo, Loporzano, Monflorite y Lascasas, como en Sangarrén, Barbués, Torres de Barbués, Almuniente y Grañén, aprovechan al máximo las aguas de este río, antes de su desembocadura en el río Alcanadre. El término de Huesca comprende 1.020 ha y no ha sido afectado por la urbanización ya que Huesca se halla a más de 2 km de la huerta del Flumen. Malogrado el pantano de Santa María de Belsué y marginada Huesca y su Hoya de las grandes obras de «Riegos del Alto Aragón», los diversos proyectos que se fueron configurando como alternativa no pasaron de los despachos de las instituciones locales, al no haber voces que clamasen unánimemente por soluciones concretas a la escasez de agua. Si en la Monarquía de Alfonso XIII y especialmente en la 11 República las campañas de los canalistas y la presión de los diputados por la provincia de Huesca y de las instituciones locales se encaminaron a la defensa del agua para los Monegros y el Cinca, el riego de Huesca, en cambio, no figuró nunca en la agenda de las reivindicaciones de los políticos oscenses. En los años siguientes a la guerra civil otras necesidades más urgentes relegaron a un segundo plano la del agua, aunque la década de los cuarenta fuese muy seca y en 1949 ni se segó; en este año, el agu a de Arguis se destinó para el consumo doméstico por orden del Ayuntamiento. Fue a partir de 1950 cuando se retomó de nuevo el asunto de la escasez de agua en la Hoya y se diseñaron varios proyectos para potenciar el regadío y crear industrias alimentarias derivadas de la huerta. Pero la falta de impulso y constancia de las autoridades constituidas (en el Ayuntamiento, Cámara de Comercio , Cámara Agraria, Diputación Provincial...) y la controversia entre los sectores más directamente interesados -hortelanos y cultivadores de campos de cereal, estos últimos con propiedades más extensas y por tanto con mayor número de votos en el Sindicato de Regantes-, impidieron que aquellos proyectos se plasmasen en realidades. 5 No conviene olvidar que los grandes propietarios, si no controla-

5. D espués de las desamortizaciones del s. XIX, el Amillaramiento de 1945 manifiesta un número reducido de gra ndes propietarios de campos de cereal cuya estructura de la propiedad contrasta co n la de los pequeños hortelanos:

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ban, sí que influían en las instancias políticas más próximas. Los motivos por los que éstos pudieron oponerse fueron de diversa índole, pero Daniel Calasanz6 los resume en: 1. La diferencia existente entre cultivar secano o regadío; el secano oscense produce excelentes cosechas, por lo que a muchos cultivadores de cereal no les interesaba cambiar.

11. Las obras de riego, en parte, había que pagarlas y transformar las tierras, nivelándolas, saneándolas e invirtiendo más en abonos y en horas de trabajo. 111. Transformadas las grandes fincas de secano, no podrían ser cultivadas por el mismo personal y con la misma maquinaria. Se precisaría, por tanto, más mano de obra y pagar más jornales.

Tres alternativas se plantearon al pantano de Santa María de Belsué que son todavía viejas reivindicaciones pendientes: el embalse de Manjarrés, el pantano del Salto de Roldán, ubicable también cerca del molino de Loporzano (hoy el proyecto se llama pantano de Montearagón, aunque se hará en FamilIas) y el Canal de Huesca o de la Hoya. El embalse de Manjarrés, a la altura del cementerio de Y équeda, debía aprovechar las aguas de lluvia que discurren por el barranco de Santa Lucía y las del río Isuela, mediante un pequeño canal, para almacenar aproximadamente 10.000.000 de m3 de agua; otro canal de salida vertería aguas en la alberca de Cortés. En la junta de la Comunidad de Arguis se planteó la forma económica para construir el pantano, que debía hacerse en dos fases, de 5.000.000 de m3 cada una , pero no hubo acuerdo alguno al oponerse abiertamente los propietarios de campos de cereal. Respecto a la regulación del río Flumen, José M." Lacasa/ en 1957, aunque el proyecto inicial se remonta a 1950, presentó un estudio detallado al Ayuntamiento de Huesca sobre la posibilidad de construir un embalse en el Salto de Roldán o, en su lugar, junto al molino de Loporzano. El informe de

Mayores propietarios vecinos: Díez Lapetra , Eduardo: 548 ha (cerea l de regadío + secano + mon te); Susín TeUo, Vicente: 288 ha (secano + monte); Gastón Andreu, Miguel: 116 ha (cereal de regadío + seca no + monte); Bescós Santolaria, Lorenzo: 102 ha (secano). Mayores propietarios forasteros: Ara Bescós, Emilio (Jaca): 722 ha (secano + monte); Co mpañía Navarra explotaciones agrícolas (Pamplona): 217 ha (secano); Claver Pérez, José M.': 202 ha (Zaragoza) (secano + monte); Rivas Monaj , Pascual (Vicién) : 268 ha (secano + monte).

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los técni~os señalaba la posibilidad de regar 9.250 hectáreas en la Hoya de Huesca, incluyendo las 2.500 hectáreas del sistema de Arguis que quedaría reforzado con las aguas del río Flumen. De aquéllas, 4.000 hectáreas serían de nuevo regadío y 2.750 hectáreas de mejoramiento de riego. Para ello, se calculaban como necesarios 18.220.000 m3 de agua, de los cuales 12.000.000 m3 debían reservarse exclusivamente para el verano. En el informe geológico (de 1951), elaborado por la Asesoría Geológica del Ministerio de Obras Públicas, se señalaba que el embalse se podía conseguir bien con una presa de fábrica en el río Flumen, en los conglomerados del Salto de Roldán, bien con una presa de tierra, en las proximidades del molino de Loporzano, o con varias presas de menor importancia situadas en esos lugares . El presupuesto de gastos para la realización de estos sondeos fue cifrado en 166.923 pts. y el costo de la obra podía superar los 20.000.000 de pts. de 1950; pero, con la revalorización de los rendimientos por la transformación del secano en regadío y con las ayudas del Estado y de las corporaciones provinciales y locales, la obra resultaba fácilmente amortizable si además se conseguía un préstamo colectivo (mejor que individualizado) de la Banca de Huesca a largo plazo. El objetivo de la obra era industrializar la huerta oscense, aumentando las materias primas, y crear puestos de trabajo, en unos momentos en que la emigración altoaragonesa a Barcelona y Zaragoza se incrementaba considerablemente. Sin embargo, un a vez más, la propia configuración de la explotación de la tierra determinó que los mayores propietarios no se estimularan demasiado ya que tenían otros medios de vida asegurados y los arrendatarios no estaban dispuestos a hacerse cargo de las inversiones necesarias para mejorar la propied ad ajena. Además, los propietarios de secano de la ribera del Flumen riegan sin problemas durante la primavera y tienen garantizada la cosecha; por ello no presionaron tampoco para que el regadío prosperase. Todo quedó en proyectos y en palabras incumplidas pues no se tradujeron en compromisos a corto plazo. El Canal de la Hoya, otra de las grandes reivindicaciones pendientes, debiera haberse incluido para su ejecución como obra urgente de los Riegos del Alto Aragón. Algunos técnicos se cuestionaron que el Canal de Cinca, qu e vierte sus aguas en e l sistema de riegos del río Gállego , para regar Monegros, se desviara hacia la capital desde Vicién, superando el «hipotético inconveniente» de la cota de Huesca, que al ser algo más elevada no permitía la derivación por canal de las aguas del río Cinca ni tampoco del Gállego. En su lugar, el ingeniero de obras públicas Fernando Susín, recientemente fallecido, planteó el recrecimiento, con aguas del río Gállego, del pantano de la Peña y su derivación hacia Huesca; pero los agricultores zaragozanos y sus organizaciones corporativas se opusieron rotundamente porque se corría el riesgo de perder agua desviándol a hacia Huesca. Otra posibilidad incumplida consistió en embalsar aguas del Gállego en Biscarrués para canalizarlas hacia la Hoya. 202


José M.o AzpíROZ

PASCUAL

No cabe duda que Huesca necesitaba y necesita las aguas de un río de caudal regular como el Gállego o el Cinca para regar y desarrollar las infraestructuras industriales.8 Pero mientras tanto el Flumen era (es) el río del cual debía obtenerse el agua para crear aquellas 9.200 hectáreas de regadío en la Hoya. Las posibilidades hidráulicas de dicho río eran como hemos señalado de unos 18.500.000 m} de agua, excluyendo 15.000.000 m3 de los regadíos viejos que quedan por debajo del canal del Flumen y fuera de la Hoya de Huesca. Del Isuela podían obtenerse 4.000.000 m3 y del río Guatizalema otros 15.000.000 mJ • De acuerdo con estas disponibilidades se llegó a establecer un plan ambicioso que consistía en utilizar toda la capacidad del río Flumen (los 33.500.000 m3 ) , dellsuela y del Guatizalema para poder regar las 9.200 hectáreas (teniendo en cuenta que la necesidad de agua por hectárea según estudio agrológico medio se calculó en 5.700 m) de agua) . El plan más factible incluía las posibilidades del Flumen y del Isuela para regar 6.666 hectáreas y con el plan mínimo (tomando 18.500.000 m3 del Flumen destinados a la Hoya y los 4.000.000 m3 del Isuela) se regarían 4.035 hectáreas solamente.

EL REPARTO DE LA PROPIEDAD DE LA TIERRA EN EL TÉRMINO MUNICIPAL DE "UESCA Una vez estudiados los sistemas del regadío oscense y los proyectos que se barajaron como más interesantes para la época, creemos conveniente detenernos en el análisis de la propiedad de la tierra, en su distribución y en el modo de explotarla, puesto que hay una estrecha relación entre la configuración de la propiedad y la capacidad de presión para mejorar las infraestructuras del regadío oscense. En el término de Huesca hay tierras de huerta (catalogadas en cuatro categorías) y campos (también clasificados en cuatro clases) . La huerta se halla muy fragmentada, predomina la pequeña propiedad ; no sucede tanto con los campos de cereal. Esta división favoreció tradicionalmente (sobre todo en el Sindicato de Regantes de Arguis) a los campos de cereal, que al regar en primavera dejaban exhausto el pantano durante el verano, especialmente en los años secos, y las huertas apenas podían regar. Las huertas más pequeñas eran trabajadas directamente por sus propietarios pero no sucedía lo mismo con las más grandes, aunque no constituyesen por sí mismas ni mediana ni gran propiedad, las cuales generalmente fueron cultivadas por arrendatarios, desentendiéndose los propietarios de introducir mejoras y de resolver los problemas inherentes al regadío oscense. Desvinculados los mayores propietarios de la huerta cuando ésta fue desapareciendo con el crecimiento de la ciudad, no dudaron en venderla aunque los 8. De las entrevistas a Daniel Calasanz, Antonio Beltrán Betés y Ramón Arán se obtiene la conclusión de que el Canal de la Hoya con aguas del río Gá llego es la gran obra que Huesca necesita para su desarroUo.

203


EL REGADíO EN /-IUESCA, 1900-1950

arrendatarios que durante generaciones las habían cultivado fuesen despedidos sin indemnización alguna. 9 En muchas ocasiones la necesidad de inversiones para un mejor rendimiento de las tierras se paralizó por los intereses de los propietarios, poco propicios a introducirlas. Las huertas más extensas, en cambio, controlaban (y controlan) el Sindicato de Regantes de Arguis al contar -según el número de fanegascon mayor número de votos. Asimismo gozan del privilegio de disponer, en caso de escasez, de mejores posibilidades de riego. El análisis detallado del Amillaramiento de 1945 ' 0 corrobora lo dicho anteriormente. Se contabilizan en él hasta 673 propietarios vecinos del término de Huesca y 222 propietarios forasteros. Las cifras son realmente elevadas si observamos que la población de Huesca osciló de 12.500 habitantes en 1900 a 16.000 habitantes en 1939 y que 3 ó 4 personas -como mínimo- dependían de cada propiedad. La configuración de Huesca como ciudad con mucha influencia de la huerta y del campo circundante está justificada solamente contrastando las cifras. Si a continuación nos fijamos en los contribuyentes por tierras de huerta, sólo 38 propietarios, entre vecinos y forasteros, pagaban entre 5.000 y 10.000 pts.; pero, de éstos, muy pocos cultivaban hortalizas en fincas de cierta extensión: Fuertes Nasarre poseía 4,31 ha; Daniel Ferrando, 3,7 ha; Giral Mur, 3,56 ha; la Diputación Provincial, 3 ha; Fontana Crucé, 2,70 ha; Cuartero Caino, 2,57 ha; Torrente Lasheras, 2,47 ha; Mallado Loriente, 2,4 ha; Guarga Gracia, 2,10 ha; Orús Giménez, 2 ha; Oliván Zamora, 1,70 ha; Lafarga Mériz, 1,75 ha; Elfau Betrán, 1,75 ha ... La propiedad estaba muy dispersa, de tal modo que los que poseían algunas hectáreas de regadío no las tenían en el mismo término sino en los diferentes que componían los regadíos del río Isuela y del pantano de Arguis. Los mayores contribuyentes de la huerta oscense entre 1900-1950 excepcionalmente cotizaban por más de 10 ó 12 ha de regadío y eran:

VECINOS DE HUESCA LALAGUNA RA YÓN , Santiago Luis ....... ..... ..... .. ... ..... .. ... ...... ... .... ... .....

9.584 pts.

ELFAU BETRÁN, Cristóbal.. .. .... .. .. .... .... .. ... ..................... ...... ..... ..........

9.517 pts.

M ILLARUELO TOLSA, Amado ...... ... ... .. .... .... .... .. .................. .. .............

9.438 pts.

LABORA , Jesús, Pilar y Filomena ........ ... .. ....... ......... ...... .. .... .. .. ........ .. .

8.775 pts.

CLA VER CORREA, Ignacio ................... ...... ........ ...... .... .. .. .. ..... ...... ... ... .

8.415 pts.

9. CALASANZ, Danie l: Hortelanos y huertas desaparecidas ... , pp. 13 Y 14. 10. A . H . P. Ayuntam iento de Huesca . Contribución territoria l. Año 1945. Índice de riqueza de los contribuyentes por rú stica y pecuaria de l término municipal de Huesca. Sección de Hacienda . Signatura 1.476.

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José M. a AzpíROZ PASCUA L

P INTADO SAUQUÉ, Leonardo .......... ............. ...... ...... ........... ...... ... ... ... .

8.168 pts.

DIPUTACIÓN PROVINCIAL ... .............................................. ... .......... ..... .

8.039 pts.

OPLA PÉREZ, Manuela ............. ... ... ..... ...... .... ... .... .. ..... .... .... .. .. .. ......... ..

7.512 pts.

TORR ENTE LASHERAS, Prudencio .. ... ... ... ....... ...... ... ... ........ ... ... ... .. ..... .

6.759 pts.

SALlLLAS BETRÁN , Isidro ....................... ............ .. .............................. ..

6.618 pts.

OLlVÁN ZAMORA , Ángel ... ....... .. ... ... ... .... .. ........... ...... ........... .. ........... .

6.565 pts.

G IR AL MUR , Ricardo ........................ .............. .. .................................. ..

6.489 pts.

FORTUÑO. José, herederos .......... ............... .... .......................... ........ ....

6.403 pts.

FONTANA CRUCÉ, Ceferino ............................................................... ..

6.390 pts.

MALLADA LORIENTE, Salvador ................. ........ .. .... .... .................. .... ..

5.855 pts.

GUARGA GRACIA , Patrocinio ............................................................ ..

5.890 pts.

PALACÍN LORÉS, Eusebio ....... ... .... ......... ........... ................................. ..

5.855 pts.

LAFARGA MÉRIZ, Rosa .. ..... .... ................ ... ...... .. ......... ......... ............... .

5.822 pts.

BAQUER FERR ER, Concepción .. ...... ........ ................................... ........ .

5.735 pts.

MARTÍN RETORTILLO, Cirilo ....................... .............. .......... ........ .. .... ..

5.560 pts.

LATRE ELPUENTE, Antonio ............................. .... ... ... .......... ............... .

5.552 pts .

TORRALBA BERCERO, Francisca .. ... .. .. .... ..... ............................. ......... .

5.371 pts .

NAVAL ABADÍA , Julián y hnos . .... .. .......... .. .. .................... .......... ...... ..

5.350 pts.

NAVA RRO PÉREZ, Ju ana ................................................................. .. ..

5.038 pts.

FORASTEROS ALFONSO CASANAVA, José .................. .... .. ..........................................

9.850 pts.

VIÑUALES ELBOJ , Ramón ............ ...... ............. .... ...................... .. .. .. .....

9.527 pts.

CAMPO LÓPEZ, Pascual................ .... .. .. ................................................

9.029 pts.

BETRÁN REVOLLO, Pedro....................... ..... ........................ .. ..............

9.021 pts.

ORÚS G IMÉNEZ, Concepción......... ......................... .. ...........................

8.100 pts.

FUERTES NASARRE, Ángel....... .. .... .... .. .. .. .. .. .. .. .. ...... .. ..........................

8.022 pts.

LÓPEZ ELBOJ, José................... .... .. ................................. ... ..... ...... .. .... ..

7.829 pts.

Vda. de C1STUÉ.............. ........................................................................

7.525 pts.

EL ESTADO .. .............. .... ... ... ........ ..................... ...... .... ................ ...... .. ....

6.889 pts.

ALFONSO CASANA VA, Desiderio .......... .. .... .. .......... .. ........ .. .. .. ............

6.428 pts.

Vda. de LASAOSA .......... ............ ...... .. .............. ........................ .. ...........

6.215 pts.

CUARTERO CAMO, Carlos.. ............................ ............................ .. ........

5.957 pts.

MILLARUELO DURANGO, José ................. ........ ......................... ..........

5.515 pts.

Había 254 hortelanos (181 vecinos de Huesca y 73 forasteros) que contribuían entre 1.000 y 5.000 pts., mientras que 560 pequeños propietarios cotizaban por debajo de las 1.000 pts. (el 62 %) . 205


EL REGADÍO EN HUESCA , 1900-/950

E l regadío oscense configuraba un número considerable de pequeños propietarios (que explotaban huertas entre 0,01 y 1 ha) que, además, cultivaban en arrendamiento (la mayoría) o como medieros (los menos) las huertas de propietarios mayores dedicados a las profesiones liberales, al comercio o a alguna actividad industrial. Generalmente, los hortelanos oscenses conjugaban el regadío con el cultivo - en algo más de extensión- de cereal de primavera y cereal de secano, además de viñedo, olivar, almendras ... La huerta oscense no necesitó, a excepción de las fincas reseñadas anteriormente, de temporeros o jornaleros. En épocas de mayor conflictividad sociolaboral (1931-1939), algunos hortelanos se sindicaron preferentemente en la Confederación Nacional del Trabajo y reivindicaron el reajuste de la propiedad y sobre todo la mejora de las condiciones de los arrendamientos. !!

PERMANENCIA DE LA IMPRONTA HORTELANA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO Como acabamos de sei'íalar, el estar la huerta repartida en pequeñas parcelas y ser dominante la pequei'ía propiedad, pues poseer 10 ó 12 ha de regadío era excepcional, dio lugar a la existenci a de un número considerable de hortelanos, propietarios o arrendatarios, que confirieron un tono distintivo a la ciudad. Huesca hasta 1950 siguió siendo eminentemente una capital burocrática y de hortelanos; éstos ostentaron permanentemente representación en el Ayuntamiento (con uno o dos concejales). En los meses de invierno, si podían, trabajaban a jornal al margen de la agricultura en el sector de la construcción, que durante los ai'íos de la Dictadura de Primo de Rivera y en la II República experimentó gran desarrollo. Huesca se transformó lentamente, entre 1920 y 1936, con la creación del parque de Miguel Servet, de su avenida correspondiente y con las calles adyacentes (de Miguel Servet, de Valentín Carderera y plaza de la Inmaculada). Edificios como Hacienda y Correos embellecieron la plaza de Navarra y el Coso Alto, respectivamente. Durante la 11 República se edificó la Audiencia Provincial, la Escuela Universitaria de Magisterio, el Hospital Provincial y el Centro Antituberculoso y se configuró un plan urbanístico para el denominado popularmente «ensanche oeste» que más tarde no se desarrolló tal cual. !2 La guerra civil trastocó bastante el plano de la huerta oscense; sólo una pequei'ía porción del regadío con el pantano de Arguis quedó en zona republi11. A Z PÍROZ PASCUAL, José M.": Poder político y conflictividad social en Huesca durante la // República, Huesca, Ayuntamiento, 1993, pp. 19-33 Y 90-98. 12. Ibíd., pp. 179 Y 253.

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.losé M.o AzpíROZ

PASCUAL

cana (Torre del Ansotano, Valdemediana y Loreto, regadas con aguas sobrantes, de mediana calidad); en cambio, gran parte de la Ribera del Flumen permaneció en aquella zona. Al apoderarse los insurgentes de Huesca y controlar casi todo el regadío de Arguis (el más extenso y de mejor calidad) , los oscenses no tuvieron especiales problemas de abastecimiento. Sólo se racionaron aquellos productos que no se producían en la huerta; sin embargo, otros básicos, como las patatas, quedaron limitados al consumo porque se abasteció a otros pueblos y ciudades de la provincia. En cambio, sí que hubo que regular el consumo de agua que venía de San Julián de Banzo (en zona republicana); las fuentes naturales de la Compañía, del Ángel y del Ibón desempeñaron un papel importante; los tanques del Ayuntamiento utilizaron estas aguas para el uso más necesario de los oscenses. Además se hizo un azud a la altura del molino de Morana, en el Isuela, con su acequia correspondiente para trasvasar aguas de dicho río para el saneamiento de Huesca. Los hortelanos que no fueron represaliados por sus ideas políticas siguieron autoabasteciéndose, ya que cultivaban prácticamente de todo (aceite, hortalizas, vino, frutas ... ) y, como grupo social diferenciado, resultó el menos perjudicado económicamente durante los años de la contienda civil. Avanzada la década de los cuarenta, comenzó a surgir el barrio del Perpetuo Socorro y se urbanizó la avenida de la Paz y de Juan XXIII; en el ensanche se construyó por «regiones devastadas» la denominada «casa de los militares» y el edificio del leona. Si la parte nueva se convirtió en zona de residencia de las clases más acomodadas, los hortelanos siguieron viviendo preferentemente en la calle de San Martín y en otras adyacentes (Perena, de la Campana, etc.) que se encontraban junto al término de regadío de «El Almériz» (uno de los más extensos, ya que contenía las huertas hasta la ermita de Salas). También en las calles de San Lorenzo y Padre Huesca vivían hortelanos; aunque en la primera abundaban las vaquerías y los cultivadores de forraje para el ganado y, en Padre Huesca, labradores de secano. Otras zonas de ambiente hortelano fueron Barrio Nuevo y el barrio de la Catedral, cuyos habitantes explotaban las huertas de Jos términos de «Lunes y Martes» y «El Forao». Asimismo muchas casas tenían en sus alrededores terrenos de huerta: casa de Carderera, casa de Pie, casa de Retortillo, El Casino, etc. La huerta abasteció preferentemente a la ciudad de Huesca, el mercado fue de carácter local; se vendían productos hortofrutícolas en puestos fijos que los hortelanos tenían en el mercado de la plaza López AlIué. También se vendía al por menor en fruterías y tiendas de hortalizas, incluso a domicilio . Huesca, en una economía de tipo primario, fue autosuficiente, pues tenía ganado , huerta, cereal, olivar, almendras, frutales ... Los pueblos cercanos intercambiaban tradicionalmente productos agrícolas con la capital. En consecuencia, no faltaron ferias y mercados relacionados con la actividad agraria. La feria del Sábado de Pascua era de ganado lanar (corderos) y de aperos de labranza -fencejos, horcas de trilla, mangos de aperos, rastri-

207


EL REGADíO EN /-JUESCA , 1900-1950

llos, replegadoras ...- . En Navidad era muy concurrida la feria del Mercado, en la que se vendían pavos, «aucas», patos, pollos y conejos. El día de San Lorenzo, el mercado permanecía abierto y todos los puestos de los hortelanos se engalanaban el día once con profusión de verde y con las mejores frutas y hortalizas de la cosecha. No obstante, fue la feria de San Andrés (del 15 al 30 de noviembre) la más importante por el volumen de las transacciones que se efectuaban. Llegaba ganado (asnos, mulas, yeguas y caballos) de la Rioja, de Navarra, de Cataluña, de Zaragoza ... En el Pirineo pastaban desde la primavera yeguadas y grandes partidas de machos y mulas de clases variadas para ser vendidas en la feria de San Andrés. Era una feria anual que se celebraba alternativamente en la plaza de Santa Clara (en dirección a Salas) o desde Capuchinas a San Miguel, ocupando la desaparecida Alameda y parte de «El Trasmuro». Aprovechando la concurrencia, en el centro urbano había feria de los más variados productos para el uso doméstico (mantas, ropa de vestir, calzado , menaje de cocina, relojes ... ). Las hospederías, fondas y restaurantes estaban a rebosar de tratantes, feriantes y concurrentes a la feria. Los tratantes de ganado se reunían en el bar Universal y en los porches de Vega Armijo, ya que previamente se ajustaban y pactaban las transacciones para asegurar el negocio. La feria de ganado que se celebraba el día de la Candelaria (el dos de febrero) fue de ámbito local; los tratantes (en su mayoría gitanos) vendían ganado de desecho. La impronta hortelana se apreciaba también en los festejos y tradiciones de mayor arraigo en Huesca. La fiesta del mercado, el once de agosto, era el acto más vistoso de las fiestas laurentinas; los hortelanos y sus familias lo preparaban con esmero y e l Ayuntamiento premiaba los mejores puestos . Igualmente adornaban las carrozas de las fiestas, carros y galeras aderezados con vegetales y flores y todos forrados de verde. La conmemoración de San Isidro (a instancia de la Cámara Agraria y de la Hermandad de Labradores) y las romerías y cofradías de Salas, de Loreto, de San Jorge, de Santa Lucía, etc. no hubieran tenido tanto auge sin los hortelanos y labradores oscenses. El siguiente gráfico de barras sobre población activa de Huesca, en 1930, señala tres grandes gremios que destacan sobre los demás: la fuerza pública, el servicio doméstico y los agricultores. Como se aprecia, frente a 1.486 obreros casi había 700 hortelanos. La mayoría de los obreros industriales trabajaban en medianos y pequeños talleres, de capital familiar, diseminados por todo el casco urbano sin configurar todavía ninguna zona industrial. El sector de la construcción , el metal, la alimentación, la confección de tejidos y la madera proporcionaron bastantes empleos. No obstante, la población inactiva alcanzaba a 8.977 habitantes, el 61,50 % de la población total.' 3

13. Az píROZ PASCUAL, José M:: «La Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda Repúbli<;a en Huesca (1923-1936)>>, en Huesca: Historia de una ciudad, Huesca, Ayuntamiento, 1990, pp. 383-413.

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José M." AZP!ROZ PASCUAL

POBLACIÓN ACTIVA (1930) 692

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DESARROLLO URBANO La ciudad de Huesca creció lentamente a lo largo de la mitad de la centuria que estudiamos. La población, según el Censo de 1900, era de 12.626 habitantes; en 1950 había alcanzado los 21.332. El crecimiento, comparado con el de otras capitales de provincia, fue limitado y avala el tímido desarrollo económico de la ciudad. Las huertas circundantes sólo abastecían a Huesca, como venimos insistiendo, pues la escasez de agua no permitía producir excedentes. Los proyectos de obras señalados en páginas anteriores hubiesen permitido un incremento del regadío y el desarrollo de pequeñas industrias alimentarias, derivadas de la huerta, con el aumento consiguiente de mano de obra estable y la dinamización de la ciudad. La moción que presentó en el Ayuntamiento José M: Lacasa en 1957,14 consistente, como hemos visto, en el desarrollo del regadío oscense mediante la construcción de obras hidráulicas en los ríos Isuela y Flumen, era una vieja aspiración de los hortelanos oscenses desde el fracaso del pantano de Santa María de Belsué. Mientras no hubiera abundancia de materias primas (productos hortofrutícolas) resultaba imposible que pudieran establecerse indus-

14. LA CASA

COARASA,

José M.": El riego de la Hoya de Huesca ... , p. 8.

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EL REGADÍO EN H UESCA , 1900-1950

trias de volumen. La riqueza agríco la llevaba consigo, como consecuencia normal, el establecimiento de industrias derivadas para el aprovechamiento, a ser posible integral , de los productos agrícolas que pudieran obtenerse. De la puesta en riego de la Hoya de Huesca debían surgir posibilidades de industrias de la alimentación, como fábricas de conservas vegetales, azúcar, harinas, etc., o quizá textiles, si se pensaba en cultivos de algodón y lino. Por ello resultaba oportuno, a la vez, formular un estudio en previsión de las características del suelo y del clima y en conexión con posibles explotaciones industriales, a fin de establecer un programa de racionalización del cultivo con miras industriales y de exportación (en aquellos años se tenía en cuenta, más que hoy , la proximidad de Huesca a Cataluña y las posibilidades del Canfranc). En definitiva, se trataba de plasmar un programa de explotación coordinando lo agrícola con lo industrial. . Mientras tanto, el escaso crecimiento demográfico, al no ponerse en práctica ningún plan económico racional y ordenado, se producía por el continuado éxodo rural, que en el Altoaragón se canalizó preferentemente a Barcelona y Zaragoza. Entre 1914 y 1929 el flujo inmigratorio rural (con algunos altibajos) se debió al estallido de la «gran guerra» europea, que aceleró el ritmo exportador de productos agro industriales, y al desarrollismo de los años veinte, que concluyó con la «gran depresión» de 1929. También la paulatina terciarización de la actividad laboral (comercio y servicios) y el tímido desarrollo del sector industrial propiciaron aquel pequeño desarrollo de Huesca. 15 En los meses de invierno, coincidiendo con el paro estacional agrícola, varios cientos de alto aragoneses se desplazaban a Huesca en busca de trabajo temporal. En épocas de crisis algunos miembros de este contingente de forasteros llegó incluso a mendigar para sobrevivir; determinadas instituciones benéficas, de carácter preferentemente religioso , organizaban comidas caritativas para paliar el hambre. Por el contrario, coincidiendo con los momentos

15. En el libro Huesca: Historia de una ciudad, en la parte correspondiente a AzpíROZ José Ma : «La Dictadura de Primo de Rivera y la 1I República en H uesca» , pp. 389 Y390, se puede leer: «Tan sólo un grupo de empresarios oscenses cotizaba al Estado por e ncima de las 1.000 pts.: Hijo de Lorenzo CoU (metal), Mariano Santamaría (ganadero), Anton io Vilas (confitero) , Agustín Murgueza (maquinaria) , José Anton io Av entín (talleres mecánicos), Mariano Baratech (harinas) , Bernardino O li ván (construcción), etc.». PASCUA L,

En cambio, Huesca, con el 60,78 % de su población activa dedicada al sector terciario, tenía el porcentaje más alto de las capitales aragonesas - Teruel el 41,59 % Y Zaragoza el 48,32 %- ; por contra, el sector secundario oscense era el más bajo. E l comercio no se desarrolló más .en la capital por la excelente estructuración de las comarcas altoaragonesas .. . Barbastro y Jaca fueron plazas comercia les que competían en volumen y calidad con Huesca. El comercio oscense se lirrútaba a abastecer a los pueb los de la Hoya y de los Somontanos. Excepto unos pocos almacenistas de tipo medio ... , la mayoría de los comercios vendían al por menor, con un vo lumen reducido de ventas ...

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José M. AzpíROZ PASCUAL Q

de expansión económica (1925-1930) y con los presupuestos extraordinarios conseguidos en Madrid por las autoridades locales republicanas, se inició el ensanchamiento de Huesca, que no fue tan espectacular como en otras capitales españolas pero que conserva la impronta de aquellos años. Hoy podemos decir que más del 75 % de la huerta ha desaparecido por el crecimiento de la ciudad. Luego detallaremos la parte que se ha perdido (entre 1900 y 1950) al no contemplarse desde el Ayuntamiento que aquél se hiciese por el secano, amplio y de orografía no complicada. Huesca debió crecer por la carretera de Barbastro, por la de Apiés y por el camino de Familias; pero los beneficios que reportó la venta de terrenos de huerta a sus propietarios los predispuso a vender sin considerar a los cultivadores arrendatarios, que fueron despedidos sin indemnización. A veces hubo resistencias porque, en el proceso de expropiación para urbanizar previamente, el Ayuntamiento no pagaba bien, aunque la revalorización de las tierras colindantes para la posterior edificación era inminente. Al calor de la especulación hubo, con frecuencia, compraventa de tierras. Ir, Todo el ensanche oeste de la ciudad se ha construido en lo mejor de la huerta oscense y el término más afectado por el crecimiento urbanístico ha sido «Lunes y Martes». De Daniel Ferrando era la huerta donde se sitúa la plaza de San Antonio, popularmente denominada «plaza del Mercadillo», con los edificios y calles adyacentes. El mismo propietario vendió la huerta de la actual avenida de la Paz, Santo Cristo de los Milagros y de la avenida Menéndez Pidal, que se urbanizaron antes de 1950 aunque se edificaron con posterioridad. La huerta denominada de «Villa Isabel», propiedad de Pedro Sopena, que se extendía también por la avenida de Ju an XXIII, se urbanizó asimismo pronto; en esta huerta se hallaban las afamadas «fuentes del Ángel» y «del Ibón» que, aparte del uso de boca, incrementaban el caudal para riego. Las viviendas adosadas unifamiliares de Villa Isabel , el antiguo complejo deportivo de Almazán (desaparecido recientemente) y el campo de fútbol viejo se edificaron en parte de esta huerta.

16. E n los Libros de Atlas del Pleno del Ayuntamiento, entre 1923 y 1936, se registran fricciones con los hortelanos, es pecialme nte en 1926-1927, cuando los alcaldes Manue l Ángel Ferrer y Vicente Ca mpo ordenaron expropiar para la construcción del parque municipal. Estos ediles elaboraron unas Ordenanzas rígidas para desa rrollar en la ciudad un pequeiio e nsanche con ajardinamientos en las calles de Migu el Servet, Valentín Carderera y avenida de l Parque que ponen de manifiesto el interés que hubo por construir una zona moderna de cierta elegancia. No obstante , debemos constatar que aquella planificación urbanística llevó aparejada un a revalorización considerable del suelo, como puede apreciarse e n la lectura detenida de las Aclas de Plenos del Ayuntamiento. Los años de la Dictadura fueron dorados para el sector de la construcción, que se convirtió en el que más mano de obra utili zó. Se construyeron edificios públicos (Correos y Hacienda) , se proyectaron otros (como la Audiencia, Escuela Normal, Casa de Maternidad), se estre nó la Plaza de Toros ... Se e mpre ndió, expropiando fincas, el alineado de calles importantes de la ciudad. Todo ello mediante un emprés tito de 2.425.000 pts. que se financió con el Banco de Crédi to Local de España pero que dejó hipotecados a los diferentes ayuntamientos que se constituyeron durante la fJ RepúbLica.

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EL REGADÍO EN HUESCA , 1900-1950

En la huerta de la Compañía (de los Lastanosa y Claver) se edificó la actual calle de Miguel Servet, Manuel Ángel Ferrer y Vicente Campo, alcaIdes de Huesca entre 1924 y 1930, quienes ordenaron la expropiación de la huerta correspondiente para el emplazamiento del Parque Municipal, el cual experimentó en décadas posteriores acertados ensanchamientos. En el mismo término (<<Lunes y Martes») se hallaba la huerta de San Francisco, en la que se levantó el Casino (1905) , que disfrutó en propiedad las huertas de los alrededores, vendidas posteriormente a Cirilo Martín Retortillo, al estar prohibido el juego y experimentar el Círculo Oscense notables pérdidas; el inmueble familia r de los Retortillo y la estación de autobuses «La Oscense» surgieron en su lugar. El edificio de Hacienda , la vieja Diputación Provincial y la entrada al parque pertenecieron a la mencionada huerta. Las huertas de Barrio Nuevo, del barón de Naya y de la Gayera dieron paso a la calle del Parque, que se perfiló (en los años treinta) con viviendas familiares levantadas por algunos miembros de la burguesía local (Francisco Francoy, José M: Lacasa, Franco García Bragado, Antonio Cardesa .. .) yalgunos edificios públicos como el antiguo Instituto Provincial de Higiene, la Escuela Normal de Magisterio ... Posteriormente, en la década de los cuarenta se edificó, en la calle de San Jorge, el INP y, más al fondo , por regiones devastadas, la denominada «Casa de los militares» y el lcona. En la «huerta del matadero» (<<Lunes y Martes») se levantó el matadero municipal, singular conjunto arquitectónico en ladrillo, Lamusa (empresa de maquinaria agrícola, hoy inactiva) y la harinera de José Porta. Al otro lado de la vía del ferrocarril , el Banco de Aragón compró la huerta denominada L' Ancáscara, que más tarde vendió a la empresa Albajar, S. A . para dar paso, poco a poco, a la primera zona industrial de Huesca. En el término de «El Forao», entre otras, se encontraban la huerta del Carmen (trabajada en arriendo por Pablo Esperanza, «Cacón»); la huerta de Monreal, en la que se construyó el colegio de los Salesianos; la huerta de Pie, que dio paso a la denominada «casa del Barco» en la confluencia de la carretera de Jaca con la de Arguis, y la huerta de Santa Rosa, en la que se hicieron el colegio viejo de dicha orden (hoy Archivo Histórico Provincial), la plaza de la Unidad Nacional y la Plaza de Toros (1928). Antes de que se edificase «El Almériz» (a ambos lados de la carretera de Barbastro y en la ronda «sureste») se construyeron en tierra de secano, durante la II República, el hospital provincial y el centro antituberculoso (hoy residencia de ancianos) . Aunque la mayor parte de la huerta ha desaparecido después de 1950, a principios de siglo eran famosas las huertas de los Carderera, de los Lastanosa, del barón de Naya, de los Jordán de Urriens y tantas otras como la de 212


José M. " AzpíROZ PASCUAL

Ezequiel Claver, la de Cristóbal Elfau (casa Pisón), la de Daniel Ferrando, la huerta de Jeremías (propiedad de los herederos de Zamora-Almudévar), etc., de las que sólo los mayores conservan su recuerdo. En definitiva, al quedar el regadío de la Hoya al margen de las grandes obras de los Riegos del Alto Aragón, desde que éstos fueron reconocidos en 1915, y al no poder disponer del volumen necesario de agua, el desarrollo y transformación de la huerta de Huesca tuvieron escaso efecto, perviviendo por el contrario anclada en las for mas de cultivo y explotación tradicionales; la fragmentación y dispersión de la propiedad fueron otros factores que coadyuvaron poco a la evolución. El principal interés de los hortelanos oscenses ha sido poder disponer de más agua; esta demanda, que se remonta a la propia existencia de la huerta de Huesca, en según qué momentos ha contado con el rechazo de los cultivadores de cereal (mayores propietarios), que, al obtener generalmente buenas cosechas, han estado poco dispuestos a ejecutar obras de regadío, las cuales, además de exigir un desembolso de capital, suponían transformar sus propiedades y realizar fuertes inversiones que nunca asumieron. La escasa presión de las instituciones locales para incluir a Huesca dentro de los Riegos del Alto Aragón y la paulatina desaparición de la huerta, al ser absorbida por el crecimiento urbano, han motivado que el canal de la Hoya siga siendo, hoy, una necesidad imperiosa y que todavía suponga una reivindicación pendiente la regulación del río Flumen hasta que se haga realidad el pantano de Montearagón. Mientras tanto, la escasez de agua impide el desarrollo de Huesca, que ahora sobre todo debe ser de carácter industrial, ya que constatamos cómo numerosas pequeñas empresas, más expuestas por su reducido volumen a los efectos de la crisis económica, quiebran y despiden a sus trabajadores . Desaparecida una parte muy considerable de la huerta oscense, cualquier planificación seria del desarrollo económico de Huesca debe vincularse con Zaragoza a través de un moderno entramado de comunicaciones (autovía, activación de las líneas férreas ... ) y por supuesto debe contarse con el volumen necesario de agua y con la oferta a buen precio de suelo industrial que estimulen las iniciativas del capital privado. Las autoridades locales constituidas deben retomar el activo, planificando de acuerdo con las soluciones que den los técnicos y presionando enérgicamente en la DGA y en Madrid para obtener un mayor flujo monetario con que emprender el desarrollo económico tan necesario y añorado por los jóvenes oscenses que se ven obligados a ordenar sus vidas fuera de su tierra.

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HERENCIA DE PREGUERRA, FACHADA DE POSTGUERRA: REGADÍO Y OBRAS PÚBLICAS EN HUESCA, 1938-1960 Alberto SABIO ALCUTÉN

PRODUCCIÓN AGRARIA, REGADÍO Y OBRAS PÚBLICAS: UNA APROXIMACIÓN A la hora de entrar a valorar el estado de los regadíos y obras hidráulicas de postguerra, sería un error juzgarlos en un año concreto, sin tener en cuenta los avances anteriores -del primer tercio de siglo fundamentalmente-, que tardaron en generar efectos perceptibles. Obrar así ayudaría a perpetuar la falsa imagen catastrofista de la agricultura hacia 1935, presentada por las autoridades franquistas y por los propagandistas del régimen instaurado por las armas.' A su juicio, desde 1900 a 1936 la extensión de los regadíos se realizó

1. Uno d e lo s principales teórico s eco nómicos d e l prim er franquismo , H iginio PARís (Diez alias de política económica en Espalia, 1939-1949, Madrid, 1949), caracteriza la eco nomía española anterior a 1936 con los sigu ientes trazos: ,<la agricu ltura había entrado en una fase que conduciría muy pronto a un déficit en la producción de alimentos; la industria permanecía desde 1926 casi detenida en su crecimiento (teniendo en cuenta la variación coyuntura l); nuestras exportaciones e ran insuficientes para alcanzar un volumen de importaciones que permitiera un alza de nu estra producción total por habitante, y de ahí la disminución de las reservas de oro y e l atraso en los pagos comerciales exteriores que existían al iniciarse la guerra espa ñola» , p. 40. Esta argumentación no se ve contrastada con los datos sobre evolución de la producción agrícola entre 1931 y 1948 que é l mismo proporciona (p. 43) . Proclamar que «España estaba sin pulso» antes del alzamiento era algo que continuaba repitiéndose en la prensa provincial veinte años después de l fin de la guerra. Los términos empl eados e n cada aniversario del final de las hostilidades no diferían mucho: «Las últimas consecuencias históricas del ensayo libera l sobre nuestro territorio y nuestros hombres, la fragmentación partidista y un siglo de atraso frente al resto de los pueblos civilizados de Europa, habían conseguido enfrentar nuevamente a españoles contra españoles y reducirlos a la categoría de Estados saté li tes. ( ... ) En veinte años Huesca ba progresado más que en siglos anteriores», Nueva Espalia (1 de abril de 1959). Refiriéndose en concreto a los regadíos provinciales, «si en cuarenta años de regímenes liberales lo conseguido fue muy poco, hete aquí que bajo el mando de Gil Sastre se ha logrado más en seis años que se bab(a hecbo en casi medio siglo », Nueva Espalia (10 de febrero de 1956).

EGUILAZ

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REGADío y OBRAS PÚBLICAS EN HUESCA, /938- / 960

con gran retraso y no encontró ni en la opinión pública ni en los gobiernos apoyo adecuado_ La imagen que se nos transmite de estos años es que los trabajos hidráulicos, como los planes ferroviarios y en general todas las obras públicas, aprobados por un gobierno, los dejaba sin efecto el siguiente, como resultado de un sistema parlamentario desorientado y comandado por «alborotadores de toda especie», de una democracia «inorgánica» sin orden ni concierto que no acertaba a concluir satisfactoriamente las cuestiones que se traía entre manos. Incluso cuando se reconoce que no todo era achacable a la «destrucción marxista» durante la guerra, se tiende a creer que el mal tenía unas raíces más hondas: la política demagógica que arrancaba de muchos años atrás. Esta visión, estereotipada e interesada, del atraso agrario y del fracaso absoluto en la ampliación de regadíos, atribuyendo a la agricultura todos los obstáculos en el desenvolvimiento capitalista hispano, viene siendo matizada y corregida por numerosos estudios a escala regional. En ellos se subrayan los rasgos de dinamismo y cambio en el sector agrario, restando énfasis a los aspectos retardatarios, aunque haya que anotar interrupciones y diferencias regionales y comarcales; se reconoce un cierto «retraso» con respecto a otras zonas europeas, pero en modo alguno un estancamiento o incluso un retroceso como parecía deducirse de la tesis del fracaso. 2 El tema del regadío resulta particularmente adecuado para cimentar esta idea. Los regadíos puestos en marcha durante el franquismo son deudores en buena medida de los años de preguerra, período en el que la expansión de las áreas regadas se consideraba uno de los motores del desarrollo económico aragonés. Los largos períodos de amortización, inherentes a estas obras, exigen una contextualización a medio plazo; no en vano a los plazos de ejecución propiamente dichos hay que sumar los de adaptación hasta conseguir una verdadera eficiencia en el uso que se da a la nueva infraestructura. El coste de la transformación no era fácil de soportar para el agricultor si el Estado lo abandonaba a sus propios esfuerzos al término de las obras. Para ayudar a esa transformación había que disponer de organización técnica y de medios crediticios. Los esfuerzos de preguerra se encaminaron a mejorar y asegurar los riegos ya existentes, llevando el agua de forma continua y regular para convertir el regadío precario o eventual en permanente. La atención preferente prestada a la seguridad de los regadíos ya existentes fue completada poco a poco con proyectos de nueva adjudicación, cuyas obras quedaron comenzadas

2. Buen núm ero de estos trabajos han sido rea li za dos o coordinados por e l Grupo de Estudios de Historia Rural y por otros miembros del Seminario de Historia Agraria (SEHA). Por lo que hace a Aragón, vid. PI NILLA, Vicente (1990): La producción agraria en Aragón (1850-1930) , Departamento de Estructura e Historia Económica y Economía Pública, Zaragoza.

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Alberto SABIO ALCUTÉN

pero sin resultados tangibles, sin más beneficio que el reparto de jornales de procedencia estatal. No obstante, a comienzos de la década de los veinte hacía ya unos años que estaba en explotación el canal de Urgel, construido y en período de expansión el de Aragón y Cataluña, así como algunos embalses de cabecera; en construcción el primer tramo de Monegros dentro del proyecto más amplio de Riegos del Alto Aragón y en proyecto el de Bardenas de Navarra y Cinco Villas de Aragón, que, aunque en provincias vecinas, sí tenían repercusiones significativas sobre el territorio oscense. En 1923, una vez se terminaran en la provincia de Huesca los Riegos del Alto Aragón y estuviera a pleno funcionamiento toda la zona de l canal de Aragón y Cataluña, se aspiraba a extender el regadío hasta las 336.842 hectáreas. Para la provincia de Zaragoza se preveía alcanzar las 310.000 hectáreas, tras la puesta en marcha del canal de las Bardenas.3 Estos cálculos de riego estaban considerablemente inflados pues una parte de las tierras previstas se encontraban situadas en cotas inaccesibles al agua de los canales proyectados y resultaban, por tanto, antieconómicas. No obstante, la ordenación general de lo que habían de ser las grandes obras hidráulicas en las provincias de Huesca y Zaragoza quedaba ya sellada con el plan de Izquierdo, De los Ríos y Nicolau, que fue completado con sucesivos estudios encomendados a la Confederación Hidrográfica del Ebro. Había quedado proyectado el armazón de grandes embalses en el Aragón (pantano de Yesa - alimentación del canal de las Bardenas), en el Gállego y en el Cinca (pantanos de La Sotonera y de Mediano - alimentación de los riegos del Alto Aragón), en el Ésera (pantano de Barasona - regularizador del canal de Aragón y Cataluña) y en la cuenca del Segre. Los riegos se harán poco más o menos como se previeron en 1915, aunque el régimen franquista buscara toda desvinculación con lo realizado en preguerra. Durante la República se efectuó la regulación de Barasona, La Sotonera comenzó a embalsar agua y se concluyó la acequia del Flumen, haciendo posible la ampliación de hectáreas de riego. Parece claro que el regadío era ya una de las actividades sobre las que pivotaba el desarrollo económico oscense. Si , como punto de partida, cuantificamos la superficie cultivada y la producción agrícola en Huesca hacia 1930-1935 para compararla con los balances de los años de postguerra, podremos observar hasta qué fechas no se alcanzan los niveles productivos de la Segunda República (cuadro 1). Además nos encontramos con la paradoja de que se empleaba mayor volumen de mano de obra pero se conseguía un menor valor de la producción. Esta agrarización de la población activa, no compensada con un aumento paralelo de la producción, abocó a una reducción del nivel de vida, en especial del consumo per

3. Las previsiones en CRUZ LAPA ZARÁN , lnan (1923) : Lo que fue Aragón. Lo que hoy en día representa por su producción agro·pecuaria en la economía nacional. Lo que pudiera y debería ser en plazo breve, Zaragoza.

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REGADÍO Y OBRAS PÚBLICAS EN /-/UESCA , / 938- / 960

Cuadro 1 SUPERFICIE CULTIV ADA Y PRODUCCIÓN TOTAL DE LOS PRINCIPALES CU LTIVOS EN LA PROVINCIA DE HU ESCA

AÑO

SUPERFICIE CULTIVADA

PRODUCCiÓN TOTAL

(EN MILES DE HECTÁREAS)

(EN MILES DE QM,)

TRIGO

PATATA

1931-1935

134

3,2

1943

100

1945

100

1947

MAÍZ

CEBADA

TRIGO

PATATA

2,5

29

1.370

338

2,8

1,3

26

618

2,8

1,3

26

378

110

2,3

1

21

625

1951

127

3,1

1,4

17

1952

130

2,7

1,7

19

1953

134

2,8

4,0

20

1955

118

3,1

4,1

20

MAíz

CEBADA

61

397

148

12

251

235

27

119

194

28

119

775

177

30

102

808

223

37

194

251

98

43

269

93

185

-

888

Fuenle: Reseña esladística de la provincia de Huesca, 1955. Delegación Provincial de Estadística. Memoria de la Cá mara Oficial de Comercio e Industria de Huesca, 1953, 1954, 1955, 1956, 1957. Los datos que ofrece Vicente Pinilla (1990) para el quinquenio 1930-1935 no difi eren mucho de los locali zados en la Delegación de Estadística. Por lo que hace a la superficie cultivada, so n éstos: tri go, 130.998 hectáreas; cebada, 28.010 hect,í reas; maíz, 2.508 hectá reas; patatas, 3.586 hectá reas. Vid. p.62.

Cuadro 2 MOLTURA CIÓN DE TRIGO EN LAS FÁBRICAS EXISTENTES EN LA PROVINCIA DE HUES CA, 1944-1956 (EN KILOGRAMOS) .

Campaña 1944-1945 ................. ...... ...... .. .. ... ..................

55.386

Campaña 1946-1947 ................. .......... ............. ... ... ....... .

65.314

Campaña 1948-1949..................... ... .... ........ ...... .... ..... ...

35.837

Campaña 1950-1951 ................................... .. .......... .......

40.168

Campaña 1952-1953..... .. .... ........... ...... ............... ...... .... .

52.143

Campaña 1955-1956......................................................

96.150

Fu.ente: Memorias CaC! de la provincia de Hu esca.

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A IberIo SA 8/0 A LCUTÉN

cápita de alimentos;4 claro está, no igual para todos pero sí para amplias capas del campesinado oscense. La situación se mantuvo hasta que, entrados los años cincuenta, el proceso de liberalización de la economía y el incremento consecuente en los precios de los productos de primera necesidad permitieran una recuperación productiva. En cuanto a los excedentes de población existentes en la agricultura provincial, se esperaba absorberlos con los puestos de trabajo que habían de generar los nuevos regadíos. Las condiciones atmosféricas desfavorables -esa pertinaz sequía que parecía no acabar nunca , esas heladas que causaban graves daños- y las masivas destrucciones de la guerra, que exigían un enorme esfuerzo reconstructor, fueron los dos argumentos que con más frecuencia se utilizaron en la postguerra para explicar el descenso de la superficie de cultivo y de la producción agraria. En todo caso, el hecho de que fuera una agricultura en la que todo parecía depender de las inclemencias y adversidades del clima ya es un indicador de sus carencias. La climatología desfavorable, «sobre la cual no se puede influir», formaba parte de las justificaciones menos comprometidas para e l régimen. Respecto a l impacto de la guerra, los titulares insistían machaconamente en que Huesca «había rayado en el más alto heroísmo». Encabezamientos como «nadie sufrió como Huesca las angustias durante más de dos años en su propia carne» y otros de corte semejante fueron frecuentes en la ll amada prensa del Movimiento durante la década de los cuarenta, sin fa ltar a la cita cada 18 de julio. En realidad la insuficiencia general no correspondía en todo a las consecuencias de la guerra. Más tarde, cuando entrada la década de los cincuenta los primeros tecnócratas comienzan a obtener peso específico en ministerios y direcciones generales, se atribuyó a la existencia de «precios oficiales» la causa del estancamiento de la agricultura, alabando las supuestas ventajas del libre mercado e intentando acabar con cuantas secuelas de la época intervencionista pudieran subsistir. En efecto, desde comienzos de la guerra el gobierno de Burgos había prohibido las ventas a precios superiores a los vigentes en julio de 1936, decretando un régimen de tasas e imponiendo sanciones cuando el precio excediese

4. En 1949 la alimentación racionada que recibía con su cartill a un oscense para elos semanas era poco más o menos la sigui en te: un cuarto ele litro de ace ite, 200 gr ele tocin o, 200 gr de azúcar, 5 kilos por semana de patatas, 100 gr el e jabón y 100 gr de chocolate. La (recuente disminución ele la ración ele aceite se compensaba con tocino «ante la necesidad de aprovechar has ta e l límite las grasas de que se dispone». Como pueele observarse, era una alimentación con sumülistro intensivo de patatas, «artículo de consumo genera l y sustitutivo de otros más escasos y me nos asequibles», Nueva Espal1.a (3 ele julio de 1949). Fueron muy frecuentes los casos en que se alteraba n las proporciones e n perjuicio de la ca lidad de la leche: «Concretamente sa bemos de uno en que de 21 litros, eliez ha dado leche y el resto agua», Nueva Españ.a (17 de enero de 1950). E l peso y ca lid ad del pan también planteó numerosos prob lemas e n Huesca capital, hasta el punto de disponer que todas las panaderías se surtieran de una sola fábrica de harinas para que el pan resultara homogéneo y de la mi sma cal id ad. De esta forma , las eleficiencias qúe se observaran «eran prueba ele elaboración elefectuosa, no achacab le a la ca lielad ele las harinas», Nueva Españ.a (27 el e enero de 1950).

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REGADío y OBRAS PÚBLICAS EN /-IUESCA, 1938-/960

la tasa. Lo que parecía una medida transitoria, propia de una economía de guerra, se prolongó durante los años de postguerra y, por ejemplo, a partir de 1939, el precio oficial de los cereales fue menor que el índice general de precios, con lo que se desincentivaba al agricultor y no se estimulaban suficientemente los aumentos de producción. A juicio de estos tecnócratas, el futuro de la agricultura estaba en que las cosas funcionaran con un grado de monopolio mínimo, evitando toda «estatificación» en favor de la propiedad privada y del libre mercado, «eliminando toda clase de trabas a la producción y a la distribución». No parece, sin embargo, que la intervención de precios fuera el responsable único del desaguisado y de que el volumen de productos destinados al racionamiento se redujera progresivamente. De hecho, a finales de los cuarenta, la disociación entre el precio de los cereales y el índice general de precios no existía para el trigo y las carencias persistían. Por otro lado, la parte de la cosecha que propietarios y cultivadores se reservaban para su propio consumo sí pudo constituir un estímulo de producción; no en vano resultaba con mucha frecuencia una fuente de ventas clandestinas y de ocultación de productos,5 sobre todo para aquellos grandes propietarios a quienes se les concedían más reservas. El mercado negro fue, por tanto, la respuesta articulada al intervencionismo y a las demandas insatisfechas.6 Su magnitud debió de ser similar a las cifras de comercialización oficial e incluso alcanzó a superarlas en coyunturas concretas. Ahí quedaba una válvula de escape, distinta en función de la situación patrimonial de cada particular. En Huesca fueron muchas las sanciones por infracción a la vigente Ley de Tasas, con multas de hasta 20.000 ptas. y cierre de los establecimientos, aunque cabe suponer que algunas de estas denuncias sirvieron para castigar a aquellos cuya adhesión al orden era más sospechosa. El estraperlo perdió rentabilidad con el fin de los racionamientos y esto se notó en una reducción del comercio clandestino, que , sin embargo, no desapareció por completo entre la

5. Poco a poco e l estraperlo pasó a ser consi derado por las autoridades oscenses como otro de los principales causantes de los males económicos: «El estraperlo es quien e ncarece efectivamente las distintas fases de la economía. Ataque al que e ncarece las mate rias primas, al que im pide su normal distribución , al qu e torpedea e l consumo haci e ndo desaparecer de la órbita lega l lo que los poderes púb licos han pues to al a lcance de todos», Nu eva España (17 de julio de 1949). De la e ntidad del problema nos puede dar idea la paradoja «de que exista la competencia cuando está desa bastecido e l me rcado» y el hecho de que fueran muchos los establecimientos abiertos cuando e n la práctica podría habe rse atendido el consumo con un mellor número. Cabe me ncionar tambié n que fueron años e n que adquirió cierto auge la venta ambulante, tra tá ndose en múltiples ocasiones de comerciantes que operaban al marge n de cualqui er regulación . Por lo de más, e l estraperlo aca rreaba de terioro e n la ca li dad de los productos objeto de transacción. 6. BARCIELA, Ca rlos (1986): Introducción a «Los costes de l franquismo en el sector agrario: la ruptura del proceso de transformaciones», e n GARRABOU, R. ; BARCIELA, C. y J IMÉNEZBLA NCO , J. 1., eds.: Hisloria Agraria de la España Contemporánea. 3. El fin de la agricultura lradicional (1900-1960) , pp. 383-454.

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Alberto SAB IO A LCUTÉN

maraña de restricciones y cupos forzosos. En definitiva, la intervención de precios, ampliamente criticada por los principales representantes del liberalismo económico hispano de los cincuenta, no basta para explicar los preocupantes descensos de producción agraria y, por tanto, las escaseces, los apuros y las colas; es preciso incorporar otras razones de fondo. Es sintomático que en la agricultura oscense no solamente disminuya la superficie cultivada sino también los rendimientos por hectárea, lo cual parece indicar un menor consumo de abonos minerales. La cantidad de fertilizantes utilizada en la agricultura provincial durante la II República fue bastante superior a la disponible durante los años cuarenta. 7 Hasta 1936, sin ser nuestra provincia una zona puntera en el uso de fertilizantes, sí se aprecia un empleo creciente de abonos agrícolas que permitió sostener los rendimientos medios incluso entrando en cultivo tierras de calidad inferior. Tampoco se obtenía el estiércol en la cantidad deseada porque se había reducido la cabaña lanar y el número de caballerías de tiro, sin que se hubiera intensificado suficientemente el recrío del ganado de abasto. Esta escasez de abonos motivó un menor rendimiento de la superficie cultivada, pero también ejerció su influencia provocando el abandono de tierras marginales, bien para siempre, bien por la vía de aumentar el período de descanso de los terrenos de peor calidad. Ausente una industria nacional de fertilizantes a lo largo de toda la década de los cuarenta,8 habrá que tener en cuenta las interferencias de la segunda guerra mundial en el abastecimiento exterior de abonos, máxime en un país tan dependiente de la importación de esta partida como España. Ciertamente esta importación de fertilizantes pudo verse lastrada por la coyuntura exterior, pero los afanes de autarquía y las campañas de «intereses extranjeros contra la Patria» no ayudaron en nada a solventar las dificultades de adquisición y de transporte. No cabe duda de que la exaltación sin límite de la Patria, que alcanzó a veces tintes caricaturescos,9 y la supuesta «conjura inter-

7. Vid. los datos que presenta la Delegación Provincial de Estadística y que insertamos en SABIO ALCUTÉN, Alberto (1990): «Huesca bajo el franquismo », en Huesca: Historia de una ciudad, Huesca, Ayuntamiento, p. 436. Según informan las Memorias de la cocr de Huesca, en 1945 apenas se lograron 3,79 quintales métricos de trigo por hectárea; 5,66 en el 47; 5,21 en el 48. Obtener 7 quintales métricos de grano por hectárea se consideraba una buena cosecha .

8. «Si bien los superfosfatos se producían en fábricas españolas, era sobre la base de importación de fosfatos , y en cuanto a los nitrogenados, eran de importación casi en su totalidad; sólo en abonos potásicos disponíamos de suficiente producción propia, e incluso de un excedente para la exportación». PARÍS EG UILA Z, H ., op. cit. , p. 23 . 9. En el Teatro Principal de Huesca, el jefe provincial de fa lange y gobernador civil, Ru iz de la Serna, intervino el18 de julio de 1949 con frases en este tono: «Nuestros hombros están curtidos a llevar el peso de la Historia del país más grande de la tierra», «Nosotros no serviremos en bandeja de plata el poder político a nuestros enemigos. Quien quiera conquistarlo, habrá de hacerlo como nosotros lo hicimos: a tiro limpio», «Si Italia y Francia viven una vida más holgada que la nuestra se debe a los dólares del Plan Marshall que a nosotros se !lOS niegan. Nosotros todo lo

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REGADío y OBRAS PÚBLICAS EN /-IUESCA , /938-1960

nacional desatada contra España» redundaron en un mayor grado de desabastecimiento de medios de producción imprescindibles. Fue ésta otra lacra de una política agraria autárquica más voluntaria que impuesta. El comercio ilícito de nitratos comenzó a proliferar y en 1949, por ejemplo, se vieron implicadas personas de Huesca, Angüés, Piracés y Grañén. También disminuyó , como hemos visto, el ganado de labor -y no sólo por «los efectos de la guerra española»- y el uso de maquinaria agrícola, por lo que no ha de extrañar que se cultivara menos terreno y se hiciera además con menos esmero. Durante los años cincuenta la capacitación agropecuaria del labrador oscense mejoró algo, por medio de cursillos y orientaciones encaminados a aumentar el nivel de conocimientos profesionales en el medio rural. Más que las publicaciones o las campañas periodísticas, reportaban más eficacia las demostraciones (<<convencer haciendo», «verlo para creerlo», «hunde tu dedo y toca para que veas», en expresión de los centros de instrucción). No obstante, para poder matricularse en estos cursillos era mérito preferente ser huérfano de la «Cruzada de Liberación», ex combatiente de la misma o ex cautivo. Es pertinente recordar aquí que tanto la Granja de Almudévar, dedicada a las enseñanzas agrícolas en la zona de la Violada y canal de Monegros, como la finca de La Melusa que poseía en Binéfar la Confederación Hidrográfica del Ebro y que ahora se pretende utilizar para enseñanzas en la zona del canal de Aragón y Cataluña, databan ya de antes de la guerra. Estas cortapisas en el acceso a servicios públicos delataban que el Movimiento Nacional no era esa «amplia casa solariega en donde caben todos los hijos» .LD La Red Nacional de Silos y Graneros" es también en lo fundamental cosa de los 50, con instalacio-

debemos a nosotros mismos y nada a los demás. ( ... ) El mundo nos admira porque sólo España ha sido capaz de hacer punto a ese peligro que le amenaza, pero se da la paradoja de que su propio miedo le impide hacernos justicia. Sabe el mundo que España está en posesión de la verdad; sa be que fatalmente esta verdad triunfará sobre todas las caducas y rancias doctrinas democráticas, pero nos repudia, admirándonos, por un caso patológico de miedo insuperable, el miedo a la guerra que un día u otro esta llará y el miedo a Stalin », en Nu.eva España (19 de julio de 1949). 10. Exclusiones de este tipo revelan que éste no era un régimen para todos: "El hombre que no tomó las armas o no ha sufrido el rigor de las cárceles ene migas se encu entra , por decirlo así, incapacitado para valorar emociona lmente la dimensión metafísica e histórica de la gran salida española a los campos de batalla ( .. .) El Movimiento fue ganado a tiro limpio en las trincheras, pero no ha sido logrado e n la paz», Nu.eva España (18 de julio de 1948). Para ser beneficiario de muchos servicios públicos en la inmediata posguerra era preciso ser sindicado, militante o adherido de FET y de las JONS. 11. El Servicio Nacional del Trigo (SNT) era el único comprador de este cereal. Por tanto, era el organismo enca rgado de recoger toda la cosecha, al menos «oficialmente». El SNT rea uza ba también la distribución de semillas por las modalidades de trueq ue , venta o préstamo, por este orden de preferencia. Las peticiones de venta y préstamo se atendían única mente cuando venían en relaciones nomin ales corueccionadas por los ayuntamientos. Los silos establecidos por la provincia cumplían, por tanto, [unciones de «Centros de Selección» pues en ellos se ponían a disposición de los agricultores trigos de siembra para mejorar su producción, que se cambiaban por igual can tidad de trigo cosechado más el abono de una prima.

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nes principales en Huesca, Sariñena, Tamarite, Berbegal, Selgua, Ayerbe, Monzón y Siétamo. Pero la receta básica propugnada por el régimen para recuperar la producción de alimentos era la creación de nuevos regadíos sobre la base de grandes obras hidráulicas. 12 La multiplicación de la cosecha sólo podría lograrse convirtiendo al secano en regadío. 1939-1949: una pertinaz sequía que no acaba nunca

La política de ampliaci9n de regadíos ofreció durante la década de los cuarenta un panorama bastante desalentador tanto en la Hoya de Huesca como en el resto de zonas afectadas por el proyecto de Riegos del Alto Aragón. La ilusión sentida por las obras se transformaba en desazón y disgusto porque no se continuaban con la rapidez deseada. Eran bastantes los proyectos ultimados en trance de ejecución que dormían el sueño de los justos sin que les llegara el turno de realización, mientras otras zonas más afortunadas comenzaban a disfrutar de los beneficios del regadío. El recrecimiento de la presa de La Sotonera llevaba un ritmo lentísimo; se fijaba plazo de ejecución para ella, transcurría éste, pero el canal no llevaba el caudal necesario para alimentar las acequias construidas. La zona del canal de Aragón y Cataluña pasó también en estos años por un período de desaliento y contrariedad por las fuertes restricciones y onerosas exacciones que se experimentaban en la utilización de las aguas. Al mismo tiempo se hacía imprescindible reparar, acondicionar y mejorar las obras ya realizadas y las acequias subsiguientes, «ya que de esta importante vía fluvial artificial encuentran trabajo más de 22.000 familias». Ante la posibilidad de que se alejara de la zona el órgano rector de los Riegos del Alto Aragón en favor de la Confederación Hidrográfica del Ebro, Cirilo Martín Retortillo mostraba su desacuerdo: Nunca como ahora acusa Huesca y sus pueblos el dolor que les causa el que el Plan de Riegos del Alto Aragón fuese absorbido por la Confederación del Ebro. Planeada esta gran obra por beneméritos ingenieros, perdió entonces su individualidad , su personalidad propia para formar parte de un vasto plan, base y fundamento de la Confederación del Ebro, creada y concebida con tan elevadas miras, pero que al no ser dotada con los medios económicos y elementos necesarios para la realización de tantas obras como las que integraban el Plan de dicha Confederación ha motivado un retraso considerable en la ejecución de las obras propias de Riegos del Alto Aragón. 13 12. «No es fácil conocer e l número de hectáreas de nuevos regadíos puestas en explotación desde 1939 a 1948, pero posiblemente no ha sido superior a unas 7 a 10.000 hectáreas anuales». Estas cifras son reveladoras del ritmo de las obras hidráulicas a nivel nacional, sobre todo puestas en boca de un propagandista del régimen . ef. PARís EGU ILAZ, H. (1949), p. 5I. 13. Nueva Espaíia (28 de julio de 1949). La opinión de que la Confederación Hidrográfica del Ebro había proporcionado pobres resultados en la década de los 40 estaba bastante generalizada: «Con los millones y millones invertidos fa ltan los resultados positivos, no aumentando sensiblemente los nuevos regadíos, que dejan de producir por fa lta de obras complementarias. Esta

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El ritmo lento y deslabazado que se observaba en el desarrollo de los planes de regadío venía no sólo determinado por la falta de dinero sino también por la despreocupación de una administración central enormemente burocratizada que se distanciaba cada vez más de la realidad de sus administrados. La falta de voluntad política y las tortuosidad es de la burocracia sólo produjeron declaraciones de buenas intenciones a favor del progreso agrario en la provincia. La postergación de las obras era aún más clara en Monegros. Contrariamente a lo manifestado en 1951 por Carlos Rein, ministro de Agricultura, en la Cartuja de Sariñena, en Monegros no comenzaba a amanecer.'4 El agua que debía regar estos campos alumbraba todavía lejos. Ante la imposibilidad de que el Estado levantara toda la infraestructura en un plazo prudencial, desde Monegros se recordaba que tal vez hubiera sido más oportuno haber adoptado un sistema mixto, construyendo Romañá' 5 -concesionario del canal del Ebro en Tortosa- los pantanos y el Estado los canales y las acequias o al revés, con derecho del Estado a la reversión anticipada indemnizando. De esta forma «tal vez se regasen desde hace años los términos municipales de no pocos pueblos de esta provincia y de la de Zaragoza, separados por la Sierra de Alcubierre, que ha de ser cruzada en túnel por el Canal de Monegros». Hubo que esperar a 1949 para que comenzaran a ejecutarse las obras del canal de Lanaja y Sariñena y la acequia de Capdesaso, así como algunas acequias derivadas del canal del Flumen. En definitiva, la ausencia casi total de nuevos regadíos se hace extensible hasta 1950 a Tardienta, Almudévar, Sotonera, Hoya de Huesca ... El pantano de Vadiello, aspiración secular de Huesca, continuaba siendo un simple proyecto.

Confederación, por la extensión de su zona, descuidó la puesta en marcha de los cultivos que no produjeron los beneficios que racionalmente cabía esperar y, estatificada con su fría rigidez, perdió el necesario espíritu de empresa. Centra lizados los servicios para tan extensa zona en Zaragoza, que cobija a sus elementos rectores y técnicos, que viven a cientos de kilómetros de obras y cultivos, no pueden darse otros frutos que los pobres que lamentamos» , Memoria COCI de Huesca, 1948, p. 21. 14. Los comentarios sobre obras públicas del gobernador civil de Huesca, Ernesto Gil Sastre, se centraron no pocas veces en esta comarca: «Nuestros desvelos han de ir encauzados a lograr, en primer tén:nino, las aspiraciones de tantos años sentidas. Las obras de los grandes riegos deben se r una realidad para que las estepas monegrinas sean transformadas en campos feraces que den a nuestros sufridos labradores la tranquilidad en su vida. Vida ejemplar, como ninguna, y llena de inquietudes y zozobras. Vida dura la de esos hombres arquetipos de la raza, que, día tras día , elevan sus ojos al cielo en busca de la ansiada lluvia que vivifique el esfuerzo y los sudores de sus caras enjutas», Nueva España (19 de julio de 1949). Pero la difícil situación no quedaba paliada: «La situación empieza a ser alarmante en la zona Valfarta-Peñalba-Candasnos, donde los sembrados están francamente mal y el agua para beber comienza a escasean>, Nueva España (2 de febrero de 1950). La única posibilidad de elevar la moral a los monegrinos, comentaba el corresponsal de Nueva España, era darles un pírrico crédito oficial para asegurar ese año la celebración de fi estas. 15. E l concesionario del canal del Ebro en Tortosa, el barón de Romañá, aspiró a serlo también de los Riegos del Alto Aragón. Incluso realizó los trabajos técnicos previos necesarios, pero

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En las desgraciadas zonas reseñadas, todo el mundo se ha volcado a sembrar sus patatares, sus maíces, sus forrajes , pero este esfuerzo también le ha resultado vano, porque después no ha podido regar y sus sufrimientos morales han sido y siguen siendo eternos . En estas zonas la recoleccción del raquítico cereal se está terminando. Más bien no ha sido recolección sino un arranque a mano (...) Hemos visto cómo en campos de 5 y 10 hectáreas salir cinco fajas de mies que no contendrían otros tantos kilos de grano y desde luego la inmensa mayoría no van a recoger para racionarse. '"

A la escasez de riego venían a sumarse en Huesca capital otros problemas añadidos. Por ejemplo, en la década de los cuarenta, no existía puente sobre el río Isuela en el camino de Huesca a Bellestar. El paso de una a otra parte del río, por cuyas márgenes se extendía lo mejor de la vega del término de Huesca, no podía hacerse con elementos rodados. Esto obligaba a los huertanos al transporte de la carga mediante el empleo de animales únicamente, con lo que las pérdidas de tiempo debían de ser notorias. Hasta 1949 no se planteó la reconstrucción del puente. El dinero para esta primera fase de la obra (unas 200.000 pts.) procedía de la Junta Interministerial del Paro, lo que da una idea de la finalidad principal que se perseguía. La escasez de agua llegó a afectar al consumo de boca de la capital. A los vecinos de Huesca les tocó padecer durante los años de postguerra continuas restricciones en el abastecimiento de agua pot-able, impuestas por la alcaldía. El Ayuntamiento verificaba cortes de agua en los depósitos para suministrar por sectores el escaso caudal, «turnando las horas de máxima presión». Apenas un par de horas al día era el suministro en la zona de la catedral y calles adyacentes, otro tanto en los porches de Galicia, calle de la Estación, Canellas y adyacentes, paseo de Ramón y Cajal, plaza de Lizana, Coso Alto y zona del Ensanche. Carencias de infraestructura o defectos en la red de distribución parecían no tener importancia ante la cómoda excusa de la sequía «que hace disminuir el caudal de nuestros manantiales casi a ojos vista»; de esta forma, las culpas no eran imputables a nadie, sólo «al tiempo», que estaba jugando a los oscenses una jugarreta del peor gusto. A la escasez se unía la mala calidad del líquido cuando llegaba. El Ayuntamiento reconoció que en algunas casas «el agua de los grifos tiene caracteres sospechosos»,'? pero tendía a considerar estas anomalías como defecto de instalación de la casa y no como imperfección general del abastecimiento de agua.

no consiguió su objetivo al no estimarse conve ni ente hipotecar en una concesión de largo plazo la riqueza agrícola que había de producir el ri ego de las tierras «no obstante obligarse dicho señor a construir las obras en un plazo relativamente corto comparado con el que, sin duda , inve rtiría el Estado», Nueva España (23 de julio de 1949). 16. Nueva España (20 de julio de 1949). 17. Nueva España (1 de febrero de 1953).

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En realidad el pantano de Arguis, en la cuenca del río Isuela, resultaba claramente insuficiente para el correcto abastecimiento de agua potable e industrial a la capitaL Huesca necesitaba más agua de la que los manantiales de San Julián podían suministrar, aun en los tiempos de abundancia. Los 12 litros de agua por segundo, únicos de los que la ciudad podía disponer en temporadas de estiaje, no bastaban para sus 18.000 habitantes. Se propuso como parche transitorio captar el caudal suplementario de los manantiales «Las Paulesas», sitos en el término de Arascués, también en el valle del lsuela. La solución más aconsejable para zanjar dicho problema, sin embargo, pasaba por el embalse de Vadiello, obra que se prorrogó en el tiempo. Durante el período aquí ábordado apenas se conocía cuáles podían ser las posibiljdades concretas del Guatizalema como solución al gravísimo problema de abastecimiento hídrico. Nos movemos en el terreno siempre resbaladizo de previsiones poco fundadas: No parece aventurado calcular se pudiera ll egar a disponer de unos 15.000.000 de metros cúbicos para inyectarlos en el sistema del Flumen, lo que supondría un refuerzo capaz de reso lver a la vez el problema de abastecimiento de la población y el del riego de la Hoya de Huesca. Entonces podría afirmarse que Huesca y su comarca habían dado un paso en firme para asegurar su porvenir. ' R

En lugar de mejorar la situación material del agricultor oscense con nuevos regadíos y obras públicas, da la impresión a juzgar por los resultados que los 40 sólo mostraron avances en la ]Jamada «reconstrucción moral» de la provincia y en la formación dogmática en los valores «nacional-católicos».

1950-1960: la fiebre de los embalses intermedios y de la energía hidroeléctrica

Hasta comienzos de los cincuenta toda la retórica en torno a las obras hidráulicas y necesidades de riego no se tradujo en algo tangible, aunque sólo fuera en forma de proyectos. Un ingeniero agrónomo, Miguel Cavero, redactó en 1951 un estudio sobre las aspiraciones de la provincia en materia de riegos , poniendo especial énfasis en los embalses intermedios y en la necesidad de mejorar la gestión de las aguas disponibles en cada cuenca. E l proyecto, heredero directo de los planes de preguerra, fue presentado ante los ministros de Agricultura y Obras Públicas en sus respectivas visitas al Altoaragón. De esta forma , el Ministerio de Obras Públicas dio su beneplácito al año siguiente, 1952, para activar el desarrollo de los Riegos del Alto Aragón. También entonces se aprobó el Plan Coordinado de Obras de Colonización en la zona del primer tramo del canal de Monegros y la acequia de la Violada.

18. Memoria de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Huesca, 1955, p. 39.

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Durante su visita a Huesca, en junio de 1953, Franco prometía que «en plazo breve se darán, a través de vuestras tierras, un abrazo el Cinca, por un lado, y el Aragón, por otro».19 A la postre los plazos acabaron por ser más dilatados. En efecto, los proyectos que se barajaban hacia 1950 pretendían enlazar los canales de Las Bardenas, de Monegros y del Cinca. Con ellos se regarían los «grandes graneros de Aragón». Los pantanos de Mediano, La Sotonera y Yesa, con los canales de Las Bardenas, Monegros y Cinca, debían constituir un único sistema de riego: Ese pantano navarro [Yesa] embalsará aguas del río Aragón y sus afluentes que alimentarán el Canal de las Bardenas. Regarán Cinco Villas y las sobrantes irán a engrosar las de nuestro pantano de la Sotonera, en el que verterán , también alimentado por las de los ríos Gállego y Cinca, conducidas las de éste por su canal de la izquierda que regará el secano de la Hoya oscense. Se ve pues que los tres grandes pantanos estarán unidos por sus respectivos canales, y que el de La Sotonera será un colector de aguas de los tres ríos y sus afluentes. y que conducidas por el canal de Monegros regarán los de esta provincia y atravesando, en túnel , la sierra de Alcubierre, los de la de Zaragoza. Mas, ¿qué deben hacer los beneficiarios de los riegos? Pues, sencillamente, ay ud ar a construir las obras. ¿Cómo? Aportando trabajo y din ero . ¿Cuánto? Todo lo posible, ya que en ello les va su económica salvación, la vid a.20

La marcha de las obras hidráu licas se aceleró a partir de 1955, año en el que vio la luz el «Plan Coordinado de Obras» entre el Ministerio de Obras Públicas y e l de Agricultura. 21 Quedaban pe ndie ntes bastantes obras que reclamaban urgencia, como la perforación de la sierra de Alcubi erre para el paso del canal de Monegros, la construcción del canal del Cinca y el recrecimiento de los pantanos de la Peña, La Sotonera y Barasona, así como la terminación del de Mediano e iniciación de la presa de Torreciudad. Para la realización de estos planes, con la celeridad que requería la coordinación de las obras hidráulicas entre sí y con las de colonización, se estimaba un plazo de ejecu-

19. J-/uesca, una provincia en auge. Siete años de labor, / 950- / 956. Publicaciones de FET y de las JONS de Huesca, 1957, 1." parte (sin numerar). 20. Nueva España (29 de julio de 1949).

21. Co n un lenguaje agres ivo, a veces rayano en lo cuartelero, el mÜlistro de Agricultura exponía a los oscenses en 1955 que la sequía pro nto sería en la provincia sólo un amargo recuerdo. D e su discurso entresacamos las siguientes palabras: «Aragoneses de la noble Huesca: la batalla del campo está en pleno auge y España necesita de nuevo de vuestro fiero brío, de vuestro espíritu indomable. Un enemi go mil veces más peligroso que aquel que vencisteis a principios del siglo XIX nos acecha detrás de cada árbol, bajo cada piedra, en el borde de los caminos. Esta mos preparados para vencerlo co n cal y piedra , con agua y con cemento. Vamos a ahogarl o con el agua de nuestros pantanos y acequias. Vamos a enterrarlo bajo el polvo de nuestros abonos minerales. Vamos a aplas tarlo con el peso de nuestros tractores. Vamos, en sum a, a resca tar la tierra acordonada por la miseria; vam os, en fin , a liberar a los pueblos que hoy están bajo el sol ardiente aguardando desde siglos que se les libere de la escasez. Y España sabe que en vosotros está sn fie l infantería. Una sola co nsigna, un a sola palabra: vencer», en Hu esca, una provincia en auge ... (1." parte) .

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ción no superior a diez años_ Sin embargo, en fecha tan tardía como 1970 la infraestructura no había quedado completada, ni mucho menos_ El recrecimiento de La Sotonera, alimentador del canal de Monegros e indispensable para asegurar el riego de las tierras situadas más allá del acueducto de Tardienta, se prorrogó hasta la década de los sesenta_ Hemos visto cómo en un principio La Sotonera debía ser el gran embalse que redistribuyera aguas de una y otra procedencia_ Es por esto por lo que hacia 1950 se le consideraba formando un todo con el sistema de Riegos del Alto Aragón_ Pero este proyecto de comunicación de embalses intermedios quedó completamente desechado en años posteriores_ Respecto al canal de Monegros, hasta 1953 no se autorizó la subasta de las obras de habilitación del tramo primero_ Seis años más tarde habían quedado finalizados los primeros tramos pero faltaba la parte decisiva: la realización del túnel de A\cubierre_ Además, el tercer tramo estaba sustituido momentáneamente a finales de los cincuenta por las acequias de Lanaja, Sariñena y Cantalobos y en algunas de estas zonas, aun cuando teóricamente debían llegar las aguas, no lo hacían en la cantidad mínima para el riego_ El Grado y el canal del Cinca se preveía tenerlos finalizados en cinco años , en torno a 1963, porque «se dispondrá de un poderosísimo equipo industrial, con máquinas recién importadas, y de 15_000 a 17_000 obreros en trabajo constante y diario»,22 pero estos plazos no los cumplió el INI, entidad que quedó encargada de la presa y del canal. La presa de E l Grado estaba proyectada como contraembalse del pantano de Mediano y punto de arranque del canal del Cinca, clave para llevar el riego al somontano de Barbastro y a la zona monegrina, pero su construcción fue una de las que más tarde se emprendieron_ De la tardanza del canal se resintieron algunas comarcas de Monegros y la cuenca del Gállego, en cierta manera supeditada a cuanto de él recibiera_ A pesar de que se preveía una ejecución rápida, hasta 1958 no se pasó de la fase prospectiva a la ejecutiva_ 23 A la postre iba a resultar caro de construir y conservar por tratarse de terreno yesoso; de hecho, sufrió frecuentes averías_ Por tanto, a lo largo de los años

22_ {-{uesca, una provincia en auge, 1950-1956. .., capítulo de agricultura (sin num erar). E n realidad, 400 trabajadores en dos turnos participaron en las obras de El Grado y primer tram o de l ca nal del Cinca, aunque se preswnía que a la hora punta, serán necesarios cinco mil obreros, Nueva España (6 de enero de 1959).

23. En el decreto-ley de 27 de abril de 1956, por el que se aprobaba el Plan de Obras para Aprovechamientos Hidráulicos del río Cinca, se hacía notar que «la rentabilidad de las obras que han de realiza rse queda asegurada por los reintegros directos al Estado que se verificarán en el futuro mediante los cánones de ri ego, aparte del beneficio indirecto que habrá de obtenerse en la recaudación fiscal consiguiente a la gran creación de riqueza que el Plan supone», Mem oria COCI de Hu.esca, 1956, p. 46. Sin embargo, las sucesivas fa ses de rea lización se iban retardando. E n la presa de E l Grado se presentaron varias dificultades: «Los candiles de acetileno, la falta de energía eléctrica, la relativa escasez de maquinaria pesada , todo aquell o que por diversas causas y conca usas iba, penosamente, siguiendo el ritmo de las obras», Nu.eva España (6 de enero de 1959).

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que nos ocupan no entraron en servicio ni la presa del El Grado ni el canal del Cinca, que debían constituir la base fundamental del proyecto de Riegos del Alto Aragón. 24 Las obras debían ser realizadas por el INI, que, como contrapartida, tenía reservados los saltos de pie de presa. Durante el tramo temporal que abarca este trabajo tampoco había entrado en funcionamiento el pantano de Santa Ana, sobre el cauce del río Noguera-Ribagorzana. Aun cuando no se hallaba emplazado en la provincia de Huesca, no cabe duda de que hubiera reforzado el regadío de un número cuantioso de hectáreas en comarcas oscenses próximas al canal de Aragón y Cataluña , a la par que hubiera aliviado de cargas a este canal, que sólo contaba con el aprovisionamiento del Ésera. En 1958 se aprobó el «plan de urgencia» de Bardenas, consistente básicamente en cerrar la presa del pantano de Yesa y embalsar así agua del río Aragón. En 1959 quedó finalizada la obra, con toda una red de acequias que ponían en regadío unas 21.000 hectáreas. En abril de ese mismo año, lleno el pantano de Yesa, el general Franco -con toda la parafernalia del momentoabrió las compuertas del canal de las Bardenas. Antes, el ministro de Obras Públicas había intentado ya rentabilizar políticamente todas estas «inauguraciones solemnes» , cerrando por vez primera las compuertas del pantano de Yesa. Durante los años sesenta se amplió la zona regable a 52.000 hectáreas, todas ellas pertenecientes a territorios limítrofes a la provincia. Pero entre tanto la irrigación de las estribaciones de la sierra de Guara y de la Hoya de Huesca capital, sedientas de antiguo, especialmente esta última, se contemplaba como algo secundario, a expensas de finalizar los considerados principales proyectos.25 Pequeños embalses como Vadiello o Calcón, concebidos siempre como «aprovechamientos futuros», servirían para redondear el sistema provincial de Riegos. Estos pequeños regadíos, que quizás no planteaban los graves problemas de los grandes y proporcionaban resultados más

24. E n El Grado, según manifestaban las autoridades oscenses, comenzaba ,<la nueva historia de Huesca». No se andaron con remilgos a la hora de aprovechar las obras para elaborar una propaganda grandilocuente de l régimen: ,dd a E l Grado, viajeros. Si a la izquierda queda el Parque Nacional de Ordesa, aUí se levanta otro, más be ll o, infinitamente más productivo que aqué l. E l primero lo hizo Dios. Este, por voluntad de Dios, se debe al caud illo Fra nco (.. .) Qué paradoja, señores. El Grado , lugar donde cayeron por Dios y por España, los primeros márt ires de nuestra Cruzada , es lugar también donde se levanta este fonn idable monumento» , Nueva Españ.a (6 de enero de 1959). 25. E l no haber abordado con anterioridad e l riego de la Hoya de Huesca se disculpaba oficialmente así: «Huesca Capital, ciudad que iba a resu ltar la más beneficiada, con U D desprendimiento digno del mayor encomio, quiso antes que nada dedicar todos los esfuerzos a remediar las grandes extensiones , en situación difícil, que iban a regarse con los sistemas Riegos del A lto Aragón y Canal de Aragón y Cataluña. Las tierras comprend idas en los mismos eran las más azotadas por la sequía, resultando lógico el preocuparse por ellas, cuando en la Hoya, en la Sotonera yen los Somontanos se conseguía salvar las cosechas más fác il mente», Memoria COCJ de Huesca, 1955, p. 36.

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inmediatos, tendieron a descuidarse. Este retraso perjudicó ostensiblemente a términos municipales como Casbas, Angüés, Loporzano o Siétamo. Es cierto que estaba ya construido el pantano de Belsué, en la cabecera del Flumen, pero sin ningún rendimiento positivo de cara al regadío por la permeabilidad de sus vasos. El fracaso de Santa María de Belsué fue un jarro de agua fría que hundió muchas ilusiones y que no alcanzó a ser corregido por el contraembalse de Cienfuens, con el que tampoco pudieron retenerse las aguas. En informes preliminares practicados por el Instituto Nacional de Colonización se fijaba la superficie susceptible de riego comprendida en la Hoya en unas 10.000 hectáreas, una vez descontados los terrenos a los que no podía llegar el agua y los ocupados por núcleos urbanos y caminos. Se trataba de previsiones desmesuradamente optimistas, como llegaron a reconocer la Hermandad de Labradores y Ganaderos de Huesca , la Comunidad de Regantes del pantano de Arguis y el Sindicato de Riegos de La Magantina. Dejando aparte de momento las posibilidades futuras de riego, lo cierto era que la situación a fines de los cincuenta dejaba bastante que desear. Entre el pantano de Arguis, situado en el congosto inmediato al pueblo , y sus dos albercas (Loreto y Cortés) apenas regaban 400 hectáreas, «a las que vienen a sumarse otras mil seiscientas, que teóricamente pueden regar en primavera, si bien es frecuente no pueda darse el riego al no alcanzar el caudal». También en la cuenca del Isuela, aprovechando algunos manantiales y las aguas que se filtraban del pantano, La Magantina proporcionaba un riego pobre, todavía más escaso que el suministrado por Arguis. Mayores posibilidades de aprovechamiento se estimaban para la cuenca del Flumen, a pesar de que hasta la fecha no fuera mucho lo disponible, apenas la acequia de Tierz (450 ha) y algunos espacios de regadío en los términos de Quicena y Huesca, cuyos cultivos habían de limitarse frecuentemente a cereales de invierno, «al no permitir los fuertes estiajes los cultivos propios del regadío más que en una pequeña proporción». En los proyectos de Colonización se significaba que la Hoya de Huesca no podría aprovecharse de toda la capacidad disponible en la cuenca del Flumen por la necesidad de reservar agua para las tierras más bajas que ya no entraban dentro de los límites de la Hoya. 26 La solución a estas restricciones estaba, nuevamente, en las aguas del Cinca, que, al regar la parte más meridional de la provincia, haría factible que el entorno de Huesca capital se pudiera beneficiar de la totalidad del caudal del Flumen. El riego efectivo estaba supeditado a la construcción del canal del Cinca, por más que se cuantificara en 53 millones de m3 de agua el caudal conjunto aprovechable de los ríos Flumen, Guatizalema e Isuela. A partir de esta cifra y 26. Se calculaba que e l caudal de l Flume n durante un año y medio se cifraba e n alrededor de los 34.000.000 de me tros cúbicos, de los cuales se estimaba conveniente retener e n uno o va rios vasos un os 15.000.000 de m 3 «S i hubie ra de construirse un so lo pantano se situa és te e n el llamado Molino de Loporzano. Si fuera más convenjente dispone r de dos, podría situarse uno e n dicho luga r y otro e n las inm ediacion es del Salto Roldá n, aguas abajo», Memoria COCl de Huesca, 1955 y 1956, p. 39.

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de estudios agrológicos realizados, en los que se calculaba la cantidad de agua necesaria por hectárea, un promedio de 5.500 m\ se aspiraba a regar 9.000 hectáreas, lo que supondría llegar prácticamente a toda la Hoya de H uesca. Vanas pretensiones porque una puesta en riego de tal calibre no se llevaría a cabo, comprometiendo así el futuro económico de algunos pueblos de la comarca de Huesca. El tono conformista que se observaba en Huesca a raíz de aquellos primeros proyectos que tendían a favorecer con las aguas a otras zonas de la provincia se había transformado en queja algunos años más tarde: Huesca no puede resignarse a seguir arrastra ndo la vida lánguida que puede proporcionar la circunstancia de ser Capital de Provincia. Si aumentase la riqueza en la provinci a quedaría al igual que un oasis al revés, careciendo la Capital de toda fuerza y de la autoridad suficiente para captar y dirigir a sus comprovincianos, que se desviarían hacia los centros o poblaciones importantes de las provincias IimítrofesY

También se barajaron informes optimistas sobre la existencia de caudales subterráneos para el riego de la Hoya de Huesca (<<modernos trenes subterráneos serán empleados en el alumbramiento de aguas subterráneas para ese fin»), pero las prospecciones efectuadas en Loporzano no dieron los resultados apetecidos. Con los riegos en marcha, se aspiraba a convertir a Huesca en una de las provincias reguladoras de la producción cerealística nacional, en un silo que contara an ualmen te con una cantidad casi fija de toneladas de grano seguras. En conclusión: con frecuencia se introdujo el regadío para asegurar el cereal, sin cambiar ostensiblemente los usos del suelo.28 Aunque aparezcan en los mapas manchas verdes de regadío, el agricultor seguía siendo más de secano y seguía apegado, en buena medida, a sus cultivos de siempre. El agua «tenía el valor del oro» para asegurar cosechas y para que la tierra no tuviera necesidad de descansar un año para producir cosecha al siguiente. La puesta en explotación de nuevas zonas regables resultaba por estas dos razones tremendamente rentable para los principales propietarios allí instalados, aunque no se cambiaban los usos del suelo. Otro tema 27 . Memoria de la Cámara Oficial de ..., 1955 , p. 41. 28. Todo e llo a pesar de que a lgunos decretos aparecidos e n los años cincuenta imponían la ob li gato ri edad de l cultivo d e plantas forr aje ra s en e l 25 % de la hoja que correspo ndi era dedicar a l tri go durante e l año sigui e nte . Para aque ll as exp lotaciones de regadío cuya extensión fuera superior a 25 hectáreas y ll eva ran más de 5 años de puesta en regadío, se determinaba que deb ían dedicar a l cultivo forrajero un mínimo del 20 % de la superficie regada, quedando igualme nte obligadas a consumir en el interior de las fincas los forraj es y a em plear para sí los estiérco les, sa lvo dispensa de la Jefatura Agronómica correspo ndiente . ¿Hasta qué punto se cumpli eron es tos decretos en los regadíos provin cia les? No podemos ocuparnos aquí del tema con la profundidad que me rece y que un estudio más específico , a partir de a náli sis microscópicos, p udie ra darles. Sí subraya remos que las previsiones sobre la ex te nsión proporciona l que abarcarían los d istintos cultivos e n los nuevos regadíos no se cumplieron: « ... un 34 por 100 podría destinarse a trigo, cebada y avena ; un 9 por 100 lo absorberían las habas, judías, lino y a lgodó n; un 17 por 100 la re molacha y e l resto podría destinarse a cu ltivos de a lfa lfa , patatas, horta lizas, fruta les, vid y olivo» . Vid. La Provincia de f-Iuesca vista por el Presidente de su Diputación (J957) ... , p. 19.

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muy distinto es que esta presencia muy mayoritaria del cereal acabara produciendo en los años sesenta stocks de trigo invendibles, a la par que resultaban insuficientes los piensos o el subsector frutícola, problema agravado por los cambios en la dieta alimentaria. No deben confundirse la lógica particular del propietario y sus estrategias maximizadoras con el crecimiento agrario que hubiera resultado más favorable para la provincia; una cosa no acarreó necesariamente la otra. Otras veces se ponía en riego pero no se disponía de insumas complementarios. El agricultor de regadío, todavía considera la fruta como un ingreso suplementario, que viene a complementar el resultado de los demás, tenidos por básicos?·

El agua no acababa de llegar a la Hoya, pero allí donde lo hacía su uso se reglamentaba con minuciosidad. Los Estatutos del Sindicato del Pantano de Arguis son un buen ejemplo de ello. Además de precisar con detalle los turnos de riego, se detenrunaba con exactitud la forma y el tiempo más adecuado de llevar a cabo las labores de limpieza, desbroce y monda, efectuadas por los propios labradores y huertanos (<<Hasta el 20 de febrero tienen acaso menos que hacer que nunca y he aquí la ventaja de llevar a cabo la limpieza en esta época»). Otra de las comunidades de regantes más activas de la provincia era la de Lanaja, con más de 12.000 m de brazales y acequias construidos, fruto de algunas subvenciones. Quizás no por casualidad estaba encabezada por un teniente coronel. En definitiva, según las previsiones iniciales, el sistema de riegos del Altoaragón debería haber puesto en regadío hacia 1960 unas 150.000 hectáreas, en tres zonas fundamentalmente: a saber, 50.000 hectáreas por el canal del Cinca, 60.000 hectáreas en Monegros alto (por encima de la sierra de Alcubierre) y otras 40.000 en Monegros bajo. Cálculos que estaban lejos de cumplirse: el canal del Cinca apenas estaba construido en su primer tramo, estimándose el coste del conjunto de obras que faltaba por ejecutar en 4.290 millones31l y, por lo que hace a Monegros, sólo se habían finalizado 46 kilómetros, hasta el acueducto de Tardienta. El tercer tramo estaba en vías de realización y faltaban otros 25 kilómetros hasta la sierra de Alcubierre, la ejecución del túnel y toda la parte de Monegros bajo, obras valoradas en 3.190 millones. De las 100.000 hectáreas que se pretendían regar, el agua era una realidad en unas 32.500 hectáreas de cultivo?] 29. Memoria de la Cámara Oficial de ... , 1956, p. 33.

30. A comienzos de los sesenta se corrigieron al al za estas cil'ras: en el Cinca se habían realiza do inversiones por va lor de 580 mi llones y faltaban por hacer obras presupuestadas en 5.246 millones. Con respecto a Mon egros, las obras pendientes se valoraron en 1961 en 5.565 millones. Vid. Informe económico de la provincia, 1962 (mecanografiado). 31. Balance realizado por la Confederación Hidrográfica del Ebro en las páginas de Nueva España (enero de 1959). Según informa la Junta Consultiva Agronómica en 1918, existían ya en la

provincia 63.124 hectáreas de regadío , entre eventual y permanente, y ell o sin contar las ampliaciones posteriores de superficie regada por el canal de Aragón y Cataluña. En 1962, según el Informe Económico de la Provincia; eran 90.100 las hectáreas de regadío en toda la provincia.

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A IberIO SABIO ALCUTÉN

VISITAS A LA PROVINCIA DE MIEMBROS DEL GOBIERNO

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Excmo. Sr. Segura, ministro de Agricultura

Suárez de Tangil y de Angula, conde de Val/eUano, ministro de Obras Públicas

Excmo. Sr. D. José Ibáñez Mar/in, ministro de Educación Nacional

Excmo. Sr. D. Alberto Martin Artajo, ministro de Asuntos Exteriores

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REGADíO Y OBRAS PÚBLICAS EN HUES CA, 1938-1960

El agua también estaba en la raíz de otro de los grandes «frentes de batalla» abiertos por el régimen de Franco: el aprovechamiento adecuado del potencial hidroeléctrico del país. El azote de la sequía, referencia tópica, se utilizó también para solapar parones y carencias en la producción de energía hidroeléctrica, un sector para el que la provincia estaba notablemente dotada de recursos naturales. Es indudable que los efectos climatológicos pudieron tener incidencia en una provincia de tradición hidroeléctrica como Huesca, pero no en la magnitud con que se pretendía justificar. De no haber padecido la calamidad de la sequía, «se habría producido en España el doble de energía eléctrica que en 1936». Declaraciones de este tipo se presentan como titulares frecuentes. En realidad, ya antes de la guerra habían entrado en servicio instalaciones importantes, como la central de Anzánigo, e incluso los años inmediatamente anteriores a la contienda fueron testigo de un incremento productivo de consideración en los saltos hidráulicos pirenaicos. La guerra y los primeros años de postguerra transformaron esta tendencia alcista en estancamiento e incluso para ciertas zonas en problemas de abastecimiento de electricidad , a pesar de que las destrucciones de centrales fueron escasísimas. La congelación de tarifas eléctricas a los valores de preguerra, decidida por los primeros gobiernos franquistas , no ayudó en nada a remontar el parón, al convertir al sector en poco rentable y desanimar en consecuencia la inversión privada. Tardaron , por tanto, en ser desarrolladas y aprovechadas las potencialidades locales de este sector, como muestran las siguientes cifras.

Cuadro 3 PRODUCCIÓN DE ENERGÍA ELÉCTRICA (HIDRÁULICA) EN HUESCA, 1944-1960

AÑO

MILES DE kW/h

1944

432.978

1945

448.401

1946

487.257

1948

515.438

1949

420.532

1950

544.527

1952

856.383

1954

720.642

1956

963 .850

1958

945.631

1960

1.221.352

Fuente: Anuarios Estadísticos de España.

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Alberto SABlO ALCUTÉN

Con asistencia del ministro de Obras Públicas, Fernández Ladrera , en julio de 1949 se inauguró la central hidroeléctrica de «San José», construida por la sociedad Hidro-Nitro Española, al pie de la presa del pantano de Barasona. Con sus 20.800 kW de potencia, acabó por convertirse en una de las más importantes centrales hidroeléctricas instaladas hasta la fecha en Huesca, sobre todo porque su energía era consumida íntegramente en las factorías que Hidro-Nitro poseía en Monzón . Con posterioridad, hacia 1958, la misma empresa levantó otra central en Ariéstolas, de menor potencia que la anterior (unos 6.200 kW) pero más próxima al complejo industrial. Por las mismas fechas estaba casi ultimado el aprovechamiento de El Ciego. Otras compañías como ENHER, constituida por el INI en 1946 y domiciliada en Barcelona, o Iberduero exportaban la energía obtenida por las centrales oscenses (Salinas, 1948; Bielsa, 1949; Senet, 1951; Bono, 1953, y, sobre todo, Escales, 1955) a zonas como Cataluña· y el País Vasco. Por su parte, Energía e Industrias Aragonesas (EIASA) construyó y amplió las centrales de Biescas (1940), Baños de Panticosa (1945), Pueyo (1945), Sallent (1952 y 1953) Y La Sarra (1954 y 1957). El grupo de Eléctricas Reunidas de Zaragoza (ERZ), que en 1945 había absorbido a Hidroeléctrica de Huesca, convirtiéndola en filial, impulsó la hidroeléctrica de Villanúa (1952, 1954). Hacia 1956, ya con José Sinués como presidente del Consejo de Administración, terminó la subestación de Jaca, con lo que se pudo poner en servicio la línea Sabiñánigo-JacaZaragoza y cuadruplicar así el voltaje de la línea antes existente -antes funcionaba tan sólo a 30.000 voltios-o Con todo, en fecha tan avanzada como 1956 la Delegación Provincial de Industria exponía que el incremento de producción de energía eléctrica en la provincia podía ir aumentando a un ritmo del 10 % anual sobre los niveles del momento y ello en un período de veinte años. De seguirse estas previsiones, «calculadas por lo bajo», la electricidad acabaría convirtiéndose en su opinión en una fuente productora de divisas porque se generalizarían los intercambios entre España y Francia, «como el que se practica utilizando la línea de Sabiñánigo a Pragneres». En realidad buena parte de esta energía se devolvía en época veraniega, cuando se reducía el volumen de los ríos pirenaicos. No se tenían muy en cuenta ni las pérdidas que se generaban en el transporte a distancia ni el coste de las líneas. Por lo que hace a los planes de electrificación en Huesca capital, avanzaron bastante durante los cincuenta y suplieron deficiencias anteriores en el suministro de fluido eléctrico. En 1953 la Delegación Provincial de Industria autorizó a Hidroeléctrica, S. A. para dotar a Huesca de una red de distribución de 10.000 voltios, en su mayor parte subterráneos. La red partía de las líneas centrales Marracos-Huesca y Anzánigo-Huesca y debía alimentar siete centros transformadores y algunos otros más simples distribuidos por la ciudad. Es entonces cuando se cambió a la tensión normalizada 220-125 voltios. Los años sesenta marcaron la expansión de ENHER por la cuenca del Cinca (El Grado y Mediano) , empresa que había sido creada con vistas al aprovechamiento de energía en el fío Noguera-Ribagorzana. Iberduero, sin embargo, acabó centrándose casi de lleno en la construcción de sus gigantes235


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cos saltos en el Duero, sin completar las obras previstas en el Ara y el Cinca. Por lo que hace a «La Hidroeléctrica de Huesca», filial de ERZ, fusionó a su vez a las sociedades «Eléctrica de Boltaña» y «Eléctrica San Vicente Ferref». En suma, la producción de energía eléctrica se disparó en los sesenta, al calor de una mayor industrialización y de un incremento en las necesidades dom ésticas y después de que en 1959 quedaran sin efecto las restricciones al consumo mantenidas durante toda la postguerra. Sin embargo, a partir de entonces Huesca perdería cuota de participación en la producción de energía eléctrica, toda vez que las centrales térmicas de mayor potencia se instalaron en otras provincias (Escatrón, Aliaga ... ). Merece un comentario más amplio el hecho de que la energía hidroeléctrica procedente de los saltos pirenaicos tardara en fomentar a su amparo un tejido industrial. Esta riqueza, de fácil producción y transporte económico, derivaba en forma de caballos hidroeléctricos a regiones próximas32 sin que se consumiera in situ. Más de las dos terceras partes de la producción hidroeléctrica era exportada fuera de la provincia. El tirón de la energía eléctrica sobre la expansión industrial sólo fue aplicable en la provincia a los complejos químicos de Sabiñánigo y Monzón. Y ello teniendo presente que Energía e Industrias Aragonesas de Sabiñánigo, una de las primeras factorías constituidas para la explotación de productos electroquímicos, databa ya de 1918, aunque fuera ampliada en 1950 para fabricar ácido nítrico. Las factorías de Sabiñánigo y Monzón se aprovecharon de un fluido eléctrico más barato hasta 1953, año de unificación de las tarifas eléctricas en todo el territorio nacional. Este hecho supuso un serio contratiempo para la provincia de Huesca, no en balde hizo desaparecer muchos de los atractivos para que nuevas empresas se ubicaran en las proximidades de los saltos productores. La posibilidad de volver a una tarifa zonal más barata no adquirió visos de realidad hasta décadas muy posteriores.33 Los ingresos obtenidos por rendimientos 32. «Yo os aseguro también que con estos nu evos pantanos nu es tra provincia se colocará a la cabeza de la producción de energía eléctrica de Españ a; energía qu e no sa ldrá en su totalidad , sin o que será e l vivero qu e haga florecer la industri a en es ta tie rra .. .», Nueva España (19 de julio de 1949). Algunas de estas promesas no se vieron colmadas. «R epasad la lista de las gra ndes Sociedades hidroeléctricas españolas. E ncontraré is e n pri mer lugar a la pode rosa Ca nadiense, que dispon e de energía e n ca ntidad supe ri or al dob le de la que tiene la que le sigue. Su potencia lidad es grande, 130.000 caba llos. Todo va a Barcelona , no obstante su títu lo, que, como sa bé is, es el de Riegos y júerza del Ebro. Pero seguid la lista y aún pasaréis ocho lugares más, y leeréis otros tantos no mbres de Soci edades -algunos de los cua les, como el de Hidroeléctrica Ib érica, os expresa n clarame nte la procedencia de su energía-, antes de encontrar e l de la Sociedad que nos abastece de este importan te medio de prosperidad e n cantidad apenas suficiente para la s necesidades urbanas» Vid. LORENZO PARDO, Manue l: La Conquista del Ebro, p. 148. 33. Hasta 1981 no se reconoció «e l establecimiento de co mpensacion es económicas a las zonas productoras de e lectricidad , mediante la denominada Ley de l Ca non sobre Producció n de Energía E léctrica, que supon en una cierta contrapartida a la utilización y aprovechamiento de recursos naturales y a l impacto que dichas centra les ejercen en e l medio ambiente circu la nte». Vid. GERMÁN, Luis (1990): ERZ (1910-1990). El desarrollo del sector eléctrico en Aragón, p. 8.

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Alberto SA BIO A LCUTÉN

eléctricos tampoco sirvieron, siquiera fuera en pequeña proporción, para enjugar los desembolsos que llevaba consigo la ejecución de los riegos del Altoaragón. Los planes de obras hidráulicas y las realizaciones del Instituto Nacional de Colonización tampoco tuvieron efectos considerables sobre el volumen total de inversiones y sobre el aumento de la demanda en ciertos sectores industriales, si exceptuamos los casos de Sabiñánigo y de Monzón. 34 En Sabiñánigo, Aluminio Español, S. A. se aprovechaba de la energía proporcionada por EIASA y de una materia prima fácil de importar de Francia, sobre todo vía Canfranc. La propia El ASA producía en sus instalaciones ácido sulfúrico por contacto, cloratos y sulfato amónico, por lo que pudo contribuir al menos hipotéticamente a suministrar con mayor facilidad abonos nitrogenados. El conjunto electroquímico de Hidronitro en Monzón, integrado por diferentes instalaciones, se dedicaba básicamente en estos años a la producción de carburo de calcio. Una parte de este carburo se utilizaba como materia prima con vistas a la fabricación de cianamida;35 otra parte importante se orientaba a la obtención de ferroaleaciones, concretamente ferrosilicio y ferro manganeso; el resto se vendía directamente. Más tarde, para poder producir sulfato amónico en la factoría de Tarragona (Vilaseca), se construyó en Monzón una planta dedicada a la obtención de amoníaco. Finalmente, por Orden de la Dirección General de Minas de 7 de noviembre de 1957, fue autorizada Hidronitro para fabricar toda clase de ferroaleaciones. Durante 1955 y 1956 entraron en funcionam iento la Compañía Aragonesa de Industrias Químicas, sita en Sabiñánigo, y la Etino-Química en Monzón ,

34. En razón con la producción que se había previsto, las autoridades provinciales realiza ron un cá lcul o de las nu evas industrias que podrían ser instaladas. Los afanes de opulencia discurren paralelos a su poco realismo en el caso que nos ocupa : «Tres fábricas de azúcar para absorbe r la mo lturación de más de 650.000 toneladas de remolacha, de las que puede extraerse 55.000 ton eladas de azúcar, 25.000 de pu lpa seca y unas 26.000 de melaza. Vari as decenas de molinos aceiteros para moler 1.635 toneladas de aceituna; establecimientos fabri les para la conservación y deshidratación de más de 15.000 tnneladas de frutos , contando con que, por lo menos, otras 10.000 tone ladas podrán dedicarse al mercado nacional y extra nj ero en estado u-esco; buen número de industrias dedicadas a la fabr icación de pastas para sopa, ga Uetas y demás artícu los en cuya composición entra la harina y el azúcar; así como todas aquellas a que dará lugar la potente riqueza ganadera: mataderos, fábricas de leche conde nsada, manteq uilla, quesos, embotellamiento de leche esterilizada , congelación de carnes, etc ( ... ) Se estima muy conveniente la instalación de varias fábricas para extracción de alcohol de las 26.000 toneladas de melaza obtenidas en la fabricación de azúcar en los nuevos regadíos ( ... ) Está calculada la im plantación de más de cinco fábricas de celulosa, dadas las disponibilidades de paja de cereales en esta zona», I-Iuesca, una provincia en auge.. . 35. «La Sociedad r'ue a la fabricación de este abono nitrogenado ante las dificultades que ofrecía inicialmente el proyecto de sulfato amónico, especia lmente motivadas por la fa lta de divisas para importar los elementos imprescindibles. En septiembre del 51 se lograba la primera cianamida cálcica fabricada en España e n una illStalación totalmente nacional. (oo.) A petición del Ministerio de Agricultura y recogiéndose sugerencias hechas por los labradores, se completó esta planta con una insta lación para granularla, que entraba en servicio en 1955». Vid. Memoria cacl de H uesca, 1956, p. 100.

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que desarrollaba su actividad en el campo de los derivados del acetileno y contaba con la participación de Monsanto Chemical Company. Peor representada estaba la industria siderometalúrgica, reducida en la práctica a unas pocas casas de construcción de maquinaria agrícola, entre las que destacaban Albajar, S. A. y LAMUSA, que logró perfeccionar el arado reversible de discos y presentar alguna sembradora también de discos. Es significativo, con todo , que en 1955 todavía se llevaran a los talleres de Zaragoza, Pamplona o Lérida los motores de los coches, camiones y tractores para «proceder a las rectificaciones que trae consigo su desgaste». Por lo que respecta a la industria harinera, absorbía con creces la producción provincial,36 pero otras industrias transformadoras, como las conserveras, quedaban circunscritas a la Conservera de Monzón, S. A., a la de Vicente de Dios en AIcolea de Cinca y a la de Venancio Moliné en Fraga. En general, se subestim aba algo el potencial de la pequeña empresa (<<pequeñas instalaciones carentes de entidad»). A ojos de los administradores eco nómicos provinciales, el des arrollo industrial oscense adquiría relieve sobre todo gracias a las ampliaciones llevadas a cabo por las grandes factorías , que parecían las únicas capaces de transformar la fisonomía económica de la provIncIa. Muchos de los proyectos de implantación industrial no pasaron de la categoría de tales o no tuvieron en la práctica apenas repercusiones. Durante la primera mitad de los cincuenta se realizaron sondeos en busca de petróleo en las gargantas de Jánovas, en la Peña Montañesa, en los pueblos de Arro, Cam po y El Turbón, continuando por Escales, en el Noguera Ribagorzana, hacia Tremp. CAMPSA llegó a explorar en 1955 y 1956 varias minas en Graus y sus inmediaciones. A pesar de la «geología petrolífera característica», ningún resultado positivo, «a unque no faltaron indicios reveladores de la existencia de hidrocarburos o de diversos aceites minerales» que, por lo demás, no recibieron ningún aprovechamiento industrial. Puede constituir éste un claro ejemplo del tono adoptado en los balances económicos presentados por las autoridades provinciales, convertidos a menudo en simples campañas propa36. Las harin eras ex istentes en la provincia de Huesca hacia 1955, según informaciones de la Cá mara de Comercio e Industria de Huesca, con una molturación superior a 10.000 kg de trigo por veinticuatro horas de trabajo, eran , por orden de capacidad, la Harinera de Tardie nta (56.400 kg); Vidal y Soteras, S. L. (Binéfar, 28.800); Viuda de An tonio Porta (Huesca , 27.000); Harinera de Selgua, S. A. (22.400); Mediano Hermanos y Lagüens, S. L. (Barbastro, 21.600); Español y Campo, S. L. (Monzón, 19.200); José Vi lla mayor Suelves (Plasencia del Monte, 19.200); Fernando Sarto G rasa (Gurrea de Gállego, 17.040); Harinera de Monegros, S. A. (Sariñena, 14.800) ; Industrial Ayerbense, C. L. (Ayerbe, 12.800); Juan Arnau lbarz (Fraga, 12.000); Harinera La Pilarica, S. A. (S iéta mo , 12.000) ; Sucesores Viuda de Domingo Ruiz (Ayerbe, 11 .200) ; Justo Pérez Ama l (Quicena, 11.200), y Anton io Riverol a Casado (Fraga, 10.400). Ex istían bastantes más por debajo de los 10.000 kilogramos de molturación diarios. Con respecto al resto de la industria agroalimentaria, hasta la propaganda del régimen reco noce que «en la provincia se desa rrolla con evidente lentitud y por ello el campo no ha alcanza do aún plenitud de explotación», Nueva España (28 de enero de 1959).

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gandísticas donde «indicios», «expectativas» y vagas aspiraciones sin contenido, difíciles de materializar, proliferaban por doquier. Las explicaciones oficiales acabaron responsabilizando en tono demagógico a los demás de la situación económica existente. Las políticas económicas habían sido favorables a otras provincias más potentes, sin corregir desequilibrios regionales e intrarregionales. En particular abundaron las acusaciones de que Zaragoza, a raíz del establecimiento del Polo de Desarrollo pero incluso antes, absorbía todas las mejoras. El que hayan tirado desarmónicamente de la economía de la Provincia los intereses de las tierras vecinas está convirtiendo el Alto Aragón en zona al servicio de los demás, cada día con menos vigor, por perderse lo mejor de nuestra savia. (Memoria de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Huesca, años 1955 y 1956)

Al margen de que el Polo de Desarrollo instalado en Zaragoza37 tuviera o no capacidad de arrastre para potenciar el surgimiento de nuevas industrias en Huesca, lo cierto fue que en esta última ciudad la nueva justificación que se encontró a las carencias fueron los «fallos de equidad» comparativos por provincias. Desde el Consejo Económico Sindical de la provincia se solicitó al Ministerio de Hacienda que la presión fiscal , en provincias de reconocida potencia industrial y comercial, fuera intensificada en alivio de las provincias en vías de desarrollo -como se presuponía a la de Huesca-, al objeto de favorecer con esta medida su industrialización. Finalmente, no han de pasarnos por alto los costes ambientales de la infraestructura hidráulica construida, sin atender en ocasiones a las localizaciones más apropiadas. El tri unfalismo de los años del desarrollo (o del desarrollismo) sirvió para ocultar procesos de destrucción acelerada de riquezas y la ignorancia de las consecuencias globales de las acciones emprendidas apoyó un comportamiento depredador. No se hicieron todos los esfuerzos en Monegros para preservar un entorno ecológico irrepetible. Algunos embalses agudizaron situaciones de incomunicación. Varios intentos de concentración parcelaria tuvieron una incidencia ecológica negativa al talar setos y árboles. No siempre se consiguió tampoco evitar arrastres y torrenteras, más proclives en terrenos donde se habían emprendido obras hidráulicas para el riego o para la producción de energía eléctrica. Con todo, conviene incidir más en las consecuencias sociales de estas políticas de colonización y de su principal sostén, la ampliación de regadíos.

37. "Siguiendo las recomendaciones del Banco Mundial , no se trataba de alentar un desarrollo armón ico y eq uilibrado sino aprovechar lo ya existente potenciándolo, para lograr en el menor tiempo posible resultados patentes en la creación de riqueza». Vid. RUlz CARN ICER, Miguel Ángel (1993): Dictadura y desarrollo. Suplementos especiales de Heraldo de A rag6n, Zaragoza, p. 343.

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TRASFONDO Y COMPONENTE SOCIAL DE LA POLÍTICA DE AMPLIACIÓN DE REGADÍOS Contrariamente a lo manifestado por la propaganda del régimen, la política hidráulica, como en general toda la política económica, no fue ni socialmente neutra ni apolítica. Al contrario, los políticos franquistas determinaron las prioridades de la actuación económica y sus principales beneficiarios. Por eso, además de calibrar el ritmo de implantación de regadíos o los niveles de renta provincial , es preciso atender a problemas distributivos. La esfera de producción nunca es socialmente neutra, en el sentido de que no es independiente de las relaciones de propiedad, de la estructura de clases y de las formas de control social de la vida económica, aunque algunos sofisticados representantes del régimen se empeñaran en no aceptar tal proposición. Al respecto el discurso falangista (y, en general, franquista) insistía en que, por encima de todas las diferencias de jerarquía y de clase social, había que estar unidos en el «supremo denominador de españoles». El régimen, por boca muchas veces de sus delegados provinciales, intentó demostrar el triunfo de una política agraria supuestamente destinada a ayudar al pequeño propietario. A pesar de que enarbolen la reforma agraria como banderín y digan emprenderla «sin ruido ni publicidad», la realidad efectiva no era tan simple: finalizada la contienda, se habían reintegrado tierras a los propietarios «de siempre» o simplemente habían sido usurpadas por éstos sin atenerse a norma legal alguna, tierras que se revalorizaron considerablemente al pertenecer ahora a zonas regables, efectiva o potencialmente. Las llamadas tierras «exceptuadas», es decir, las que estuvieran en regadío o en proceso de transformación -caso de muchas en Huesca- no fueron expropiadas por Colonización. Esta circunstancia constituyó un magnífico cajón de sastre que abrió la posibilidad de numerosas trampas y simulacros, como han puesto de manifiesto los trabajos de Monclús y Oyón . En los casos en que expropió, el Instituto Nacional de Colonización indemnizó generosamente a los terratenientes afectados, aunque no a todos en igual proporción. Por otro lado, de la relativa protección otorgada por el franquismo al cooperativismo agrario quedaba excluido el cooperativismo de segundo grado, que era el único capaz, en las condiciones adecuadas, de hacer frente a la mayor agresividad de los terratenientes y grupos empresariales. Todo servía para difuminar diferenciaciones sociales, la demagogia y el populismo en particular. Los gobernadores civiles de Huesca recordaban periódicamente que para la Falange no había clases sociales, «por cuanto clase significa grupo económico autónomo dentro de la sociedad y disociado de los intereses comunes». Insistía Gil Sastre en que todos colaboraban en la obra común de «labrar nuestro destino nacional»; el puesto que cada uno ocupara era poco menos que accidental, imputable «tanto a la propia iniciativa y personalidad cuanto a circunstancias que nos son extrínsecas».38 38. Discurso del gobern ador civil de Huesca, Ernesto Gil Sastre, el 18 de julio de 1950. Las mismas ideas quedan bien patentes en las palabras del secretario general del Movimiento y minis-

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Alberto SABIO A LCUTÉN

El discurso colonizador siempre se mostró partidario de mantener a la población en el campo, dedicada de lleno a la obtención de las que eran las materias primas fundamentales de las que no podía prescindir la economía nacional. Había que contener a los campesinos en sus predios y, si era posible, fomentar sus tasas de natalidad. Había que valorar ante todo al que seguía en el campo porque era el causante de que la producción de alimentos no se resintiera. Y había que valorarlo doblemente porque el labrador seguía apegado al terruño a pesar de estar «minusvalorizado» su esfuerzo frente a «los precios elevados en la mano de obra que ocupa la ciudad».39 ¡Como si la vida en las ciudades se presentara tan fácil en los años cuarenta! El éxodo a las ciudades desde distintas zonas de la provincia recibió duras críticas por parte de las autoridades provinciales, acusando a los alto aragoneses que emigraban a Barcelona, Zaragoza u otras ciudades de hacerlo llevados «por la ley del mínimo esfuerzo, quedando abandonadas producciones elementales»"o La propaganda oficial intentaba contener esta emigración alertando sobre los peligros e incomodidades de la ciudad, en lo que constituía una continuación de la tradición anti-urbana y anti-industria l de las organizaciones católico-agrarias de preguerra. Las construcciones ideológicas elaboradas por las clases dominantes sobre el mito de la ruralidad como un espacio armónico y sin conflictos arrancaban ya de las décadas anteriores a la guerra. La creación de pueblos de colonización resultó un procedimiento para conseguir cierta difusión de la pequeña propiedad, soslayando cualquier tentativa de reforma agraria que amenazara la distribución vigente de la propiedad de la ti erra. Daba la impresión de que la mecanización, las mejoras agronómicas y, en general, el cultivo racional sólo podían venir de la mano de las grandes fincas. La única vía de aumentar la producción parecía estar exclusivamente en manos de las grandes «fincas modelo» que, con dirección técnica y planes de cultivo adecuados, adquiri eran tractores y abonos suficientes. 41 La

tro de Justicia, Raimundo Fe rnánd ez Cuesta, en su visita a Huesca: «Nosotros es cierto que admitimos las je rarquías y las diferencias sociales que e l mé rito e ngendra y que e l mé rito mantie ne pero por encima de todas esas jerarquías y diferencias socia les hay una vinculación indestructible, qu e nos impone obligaciones recíprocas y que es nu estra doble cua lidad de espmioles y de hombres» , Nueva España (3 de agosto de 1949). .

39. Memoria de la Cámara Oficia l de Comercio e Induslria de I-Iu esca, 1955 y 1956, p.lO.

40. Ibíde m, pp. lO-H. 41. En es te sentido, e l pretexto de la concentración parce laria sirvió para favorecer a los propi etarios más pudientes y terminar as í «co n la atomización que convierte al culti vador en empresario in voluntar io de l tran sporte, ya que co nsume buena parte de su esfuerzo tra slad ánd ose de una parce la a ot ra ", Nue va España (15 de enero de 1953). La idea e ra perfectame nte extrapolab le a l sector industri al: había qu e rechazar e l siste ma de pequeli as empresas. «No es posible en eIJas adoptar el utillaj e y los métodos de producción en gran esca la, co n la baja e n los costes y e l consigui e nte a um ento e n la demand a y e n e l consumo». CL PARÍS, H. (1949), p. 65.

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pequeña propiedad, en su opinión, utilizaba peor los recursos, se mostraba más reticente a la mecanización y poco proclive a abandonar el cultivo del cereal. Sin embargo, localizar mano de obra barata constituía una necesidad ineludible para hacendados y terraten ientes y era aqu í donde la pequeña -a veces, exigua- propiedad aportaba una de sus «escasas» ventajas; otra era su papel de amortiguador social , fij ando al obrero a la tierra y evitando la proletarización absoluta, el jornalero puro, al tiempo que esas parcelas hacían posible que el salario no remunerara todos los factores del trabajo (<<su huertuco le dé el alimento que le niega su jornal»). Las entregas de tierras solían ser rea li zadas por el gobernador civi l o por el Director General de Colonización. Un mal año agrícola como el pasado merma la existencia de productos alimenticios en el mercado; entonces, el dinero que se recibe como justa retribución a la mano de obra, no es bastante para adquirir en la cuantía precisa artículos tan indispensab les para el diario consumo en el hogar como las patatas, las hortalizas, las legumbres ( ... ) Pues bien , esta clase de dificultades aspira a resolverse de una vez mediante la creación del huerto fa mili ar, la multiplicación y fomento de éstos. Se quiere que esa parcela, bien trabajada en los ratos de ocio, le ay ude a vivir, sirva de ayuda y complemento a lo que es necesario para el suste nto de la familia y que no puede adquirir con el jornal que cobra! 2

El discurso oficial se centraba en «redimir» la situación de muchos agricultores al dar acceso a la propiedad a los colonos. Los lotes que se entregaban , siempre por debajo de 10 hectáreas, solían destinarse al cu lti vo de cereal, remolacha o maíz. El utillaje técnico más sofisticado - tractores, etc.- corría de cuenta del Instituto Nacional de Colonización; pocas veces el colono alcanzó a conseguirlo por sus propios medios. El trabajo a tiempo parcial de los pequeños colonos en las grandes fincas hacía posible que los terratenientes de la zona se beneficiasen de un a mano de obra barata. En una coyuntura en la que no resultaba fáci l mecanizar las labores por las dificultades de adquirir maquinaria, la utilización de mano de obra lo más barata posible era la alternativa más viable desde la óptica rentabilista de l propietario. El Fuero del Trabajo, los montepíos laborales o las mutualidades se consideraban un signo claro de hasta qué punto se habían cuidado los problemas sociales, pero lo cierto es que el «productor» asalariado seguía poco menos que malviviendo, con una protección social pública en mantillas: Sin esa legislación socia l que gracias a la Falange tenéis, no malviviríais siqui era , sencil lamente porque hace mucho tiempo habría is dejado de vivir. 43

42. Nueva España (24 de enero de 1950).

43. Discurso del jefe provinc ial de Falange e n Huesca, Rui z de la Se rn a, en un a fi esta de Exa ltación del Trabajo un 18 de julio, Nu eva España (19 de julio de 1949). En esa misma intervenci ó n añadió: «Aspira mos a qu e la vida de todos los españo les y especia lm e nte la de las cl ases humildes sea todo lo cómoda y digna q ue las circ unstancias de cada momento nos permiten, pe ro no pedirnos que pasemos de a hí».

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Los salarios agrícolas sólo comenzaron a subir con los primeros síntomas de éxodo rural masivo y de quiebra de la agricultura tradicional. 44 Hasta los años sesenta, por tanto, no se impuso la mecanización completa de muchas de las labores. Y, junto a mano de obra barata, se dotó también a estos terratenientes de infraestructuras, tanto hidráulicas (acequias, nivelación de terrenos ... ) como de otro tipo (carreteras para el enlace, tendido de redes eléctricas). Fueron ellos los principales beneficiados de la implantación de los tan cacareados «nuevos regadíos» de la década de los cincuenta, como también resultaron los más favorecidos en la importación de maquinaria agrícola. Los cupos de importación estaban distribuidos por organismos oficiales, con criterios preferenciales para quienes más habían apoyado al régimen. Como hemos visto, la escasez de divisas dificultaba la importación de maquinaria, pero a algunos de estos grandes propietarios les era más fácil esquivar las trabas burocráticas. El trato fiscal también les favoreció. Aunque falta un estudio exhaustivo sobre vI tema, no es aventurado afirmar que su posición patrimonial y su red de influencias les permitió particularizar en cuanto a la presión fiscal: las contribuciones fueron unas cargas desigualmente repartidas en la escala de propietarios, sin ser proporcionales a los beneficios. La ruralización de la sociedad era el objetivo, la implantación de regadíos una forma de conseguirlo. El Instituto Nacional de Colonización fue creado en octubre de 1939, aunque habría que esperar a la ley «sobre colonización y distribución de la propiedad de las zonas regables» (abril de 1949) para que su labor comenzara a hacerse visible en Huesca. En 1954 el Primer Consejo Económico Sindical solicitaba para la provincia un plan decenal de construcción de 400 viviendas anuales para asentar a las 4.000 familias que debían incorporarse a los nuevos regadíos. A partir de entonces cada visita del gobernador civil a Monegros iba acompañada de entrega de viviendas y huertos. En 1957, el presidente de la Diputación de Huesca, en una conferencia dada en el Centro Aragonés de Valencia, calculaba que podrían asentarse en la provincia unas 4.500 familias, cultivando cada una de ellas entre 6 y 10 hectáreas, hasta llegar a una extensión de 46.000 hectáreas. 45 A fines de los cincuenta se hallaban totalmente construidos pueblos como E l Temple, Artasona, Frula o Rebasal; en construcción estaban Valsalada y San Jorge ; en proyecto, Cantal abas, Monte Soreto, Cartuja de Monegros, Monte Tubo, Corbaz, San

44. Mientras en el censo de 1950 aparecían 67.021 personas activas e n el sector primario, en 1962 dicho número se había reducido a unas 31.000. Más que las cifras globa les en sí mismas, probablemente algo exageradas, lo inte resa nte es subraya r que, además de la emigración a otras provincias, los censos dejan tras lucir ciertas modificaciones en la estructura productiva. Informe sobre la economía de la provincia, Consejo Económico Sindical Provincial de Hu esca, 1962.

45. La Provincia de Huesca vis/a por el Presidente de su Diputación. Conferencia dada en el Centro Aragonés de Valencia el 9 de marzo de 1957 por Fidel Lapetra Yruretagoyena, presidente de la Diputación Provincial de Huesca .

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Juan de Flumen y Orillena, y en estudio muchos de la zona del Cinca (Odina, Costa, Val del Caudillo, Las Ripas, Puebla de Alcanadre, Caja!...), algunos de los cuales acabarían siendo desestimados. Pueblos en los que se construían por contrata viviendas de renta limitada, dependencias agrícolas, edificios oficiales, fosas sépticas y aljibes, cerramientos y urbanización, con presupuestos iniciales de ejecución siempre superiores a veinte millones (46 para Cartuja de Monegros, 26 para Orillena, 51 para San Juan de Flumen ... ). Pueblos de colonización en los que el franquismo recolocó, en buena medida , a gentes de la montaña oscense que habían visto desaparecer sus pueblos de origen bajo las aguas de los pantanos. Obras que también cumplían la función de reducir el abundante paro encubierto existente en el campo. El paro estacional apenas existía en las estadísticas oficiales, todo él se transformaba en paro encubierto. Los dudosos resultados de este plan de actuaciones y el elevado coste por cada colono asentado condujeron a un cambio de estrategia en la zona del Cinca. Aquí, en lugar de construir nuevos núcleos de población, se optó por aumentar el núm ero de casas de labranza en municipios ya preexistentes. La realidad demográfica de estos municipios contrasta con las esperanzas que en ellos se albergaba: Hay que sumar otros factores, como el de densidad de población, que en estas zonas de regadío altoaragonesas oscil a rá entre 140 y 160 habitantes por kilómetro cuadrado, cifra que si se compara con los 10 habitantes con que contaba antes de esta revolucionaria transformación da idea exacta de la magnitud de la obra efectuada .'6

Con estas campañas de colonización se pretendía saciar el hambre de tierras del campesinado pobre de la provincia sin atentar contra el pilar básico del orden social: el reforza miento de la propiedad privada y, en consecuencia, el mantenimiento de la estructura clasista en el medio rural. El respeto a la propiedad y el principio de autoridad quedaban perfectamente salvaguardados. Además de constituir una reserva de mano de obra barata, abundante y dúctil, habrá que mencionar también que los colonos tenían muchas menos posibilidades de escapar a las entregas obligatorias de productos a precio de tasa - dos y hasta tres veces inferior a los barajados en el mercado negroque los propietarios más acomodados de esas zonas, que gozaban de mayores medios de ocultación y de «salvoconducto político». Por razones obvias, es difícil documentar con precisión estas ventajas. La política de colonización avanzó a buen ritmo durante los años cincuenta y primeros sesenta y 10 hecho permitió una clara acumulación de capital a

46. Huesca, una provincia en auge. Siete alias de labor, 1950-1956 (capítulo dedicado a la agricultura, sin paginar).

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los propietarios acomodados, que habían constituido uno de los principales pilares de apoyo en la guerra en perjuicio de la «masa productora oscense». Las actuaciones se realizaron más en función de intereses partidistas que como resultado de una planificación rigurosa que vertebrara el territorio. A estas tierras de colonización tendría bastante aplicación aquella «agricultura liliputiense, que gira en derredor de un campanario» a la que se refería Costa para otro marco geográfico algunas décadas antes. Por eso, aunque los nuevos municipios creados hayan atravesado una vida demográfica bastante lánguida, hay que valorar las sólidas ventajas económicas que el trabajo de los colonos allí instalados acabó proporcionando al bloque agrario tradicional vencedor de la guerra.

EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA: «EL INFIERNO CON DERECHO A COCINA» En el apartado anterior hemos abordado la actuación del Estado en los pueblos de colonización , dotando a los nuevos colonos de vivienda y del resto de infraestructuras. También hemos intentado discernir las razones de fondo que estaban detrás de estas actuaciones en favor de la difusión del pequeño parcelista, actuaciones siempre rodeadas de triunfalismo oficial. Por eso ahora interesa profundizar en la política de vivienda que siguió el régimen en el resto de la provincia, especialmente en los núcleos más poblados y particularmente en Huesca capital; de otra forma, la situación real de la vivienda podría pasar desapercibida entre las inauguraciones pomposas de nuevos poblados. El Ejército era la «espina dorsal de la Patria» , la columna vertebral, «la encarnadura del pueblo y por tanto esencia suya» y todo ello se traduCÍa no sólo en constantes homenajes a los regimientos de Artillería y al gobernador militar sino también en una hipertrofia del gasto público hacia fines militares y eclesiásticos. La vivienda, en este sentido, no constituyó una excepción, como confirman las cesiones frecuentes y gratuitas de parcelas a la Junta de Acuartelamiento de la V Región y a otros estamentos militares. Se reconoCÍan problemas acuciantes de vivienda, pero continuaban alojándose centros administrativos y dependencias militares, para los que el Ayuntamiento de Huesca debía entregar solares. Muchas disposiciones de construcción de viviendas quedaron en letra muerta durante la década de los cuarenta. Por raro que hoy nos pueda parecer, la rentabilidad del capital invertido en construcciones y viviendas urbanas no parece que fuera equivalente al que se obtenía en otras inversiones. La inversión privada tardó en orientarse hacia la construcción urbana, lo que ocasionó agudos problemas de vivienda. Incluso algunos constructores de Huesca llegaron a ser acusados de mostrarse ausentes en la tarea de cooperar con el Gobierno en la resolución del problema de la vivienda. Durante la década de los cuarenta las empresas desatendieron las ventajas que desde la 245


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administración pública se les ofrecían, fundamentalmente exención de tributos y concesión de materiales «a su precio legal». La labor reconstructora corrió a cargo en buena medida del Instituto Nacional de la Vivienda y de otras entidades estatales como Regiones Devastadas que orientaron casi toda su actividad hacia la inauguración o arreglo de edificios oficiales (Gobierno Civil , Comisaría de Polícía, Prisión Provincial , Casa Sindical , Hogar del Productor, Monumento a los Caídos en Huesca ... ) y hacia la construcción de viviendas reservadas para los «ex combatientes de la Cruzada». La actividad de Regiones Devastadas comprendía a menudo la reparación de los daños sufridos en iglesias y ermitas: reformas en el claustro del Palacio Episcopal y en el cuartel del general Ricardos en Barbastro, construcción del Seminario Menor, reconstrucción y ampliación del Seminario Conciliar en Huesca, de la residencia de los Jesuitas y del convento de Carmelitas Miguelas también en Huesca, de la ermita de Cillas, de la iglesia de Santiago en Tardienta y del cuartel de la Guardia Civil en la misma localidad, del santuario de Nuestra Señora del Pueyo en Siresa ... La lista puede ampliarse, en detrimento de la construcción de viviendas protegidas y de renta limitada:

Cuadro 4 GRUPOS D E VIVlENDAS CONSTRUIDOS EN LA PROVINClA DE HUESCA , 1950-1956

ORGANISMO PROMOTOR

N." DE VIVIENDAS

Obra Sindical del Hogar

1.090 30 50 218 147 49 51

Diputación Provincial Patronato «Felipe Rinaldi» Ayuntamientos Patronato de Casas Militares Guardia Civil Particulares Fu ente: Memoria CaC] de f-Iuesca, 1957.

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Cuadro 5 PROYECTOS DE OBRAS NUEVAS Y REFORMAS IMPORTANTES PASADOS POR LA FIS CALÍA DE LA VIVIENDA DE HUESCA , 1954-1956

PROVINCIA

Nueva planta Reformas importantes

1954

1955

1956

39 35

55 43

59 31

16 25

21 24

20 26

HUESCA CIUDAD

Nueva planta R eformas importantes

Fuente: Fiscalía Provincial de la Vivienda . Las cifras de Hu esca ciudad van incluidas también en

los datos provinciales.

La tardanza en aprobar una ley del Suelo adecuada por parte de las Cortes pudo ser otro obstáculo que impidiera al ayuntamiento hasta prácticamente 1960 adquirir solares en zonas céntricas, sin necesidad de dotarlos de nuevos servicios y con la vista puesta en venderlos después a precios asequibles para fomentar la construcción de viviendas. No cabe duda de que el intervencionismo rudimentario, con su entramado burocrático, ocasionó rigideces en el funcionamiento del sector de la construcción. La escasez generalizada de materiales para la construcción influyó también en el ritmo de edificación de viviendas. Las memorias de la Cámara de Comercio nos refieren que en 1956 llegó a ser un problema para los contratistas de Huesca el poder encontrar ladrillos. La situación mejoró algo al entrar en régimen de producción normal la fábrica «Cementos del Cinca», que se abastecía en buena medida en las canteras calizas de Fonz.47 Fue la primera factoría instalada en Huesca dedicada a la producción de cemento. La segunda mitad de los cincuenta vino marcada por una mejora tanto en el mercado de la vivienda modesta como en la calidad de los materiales

47. Tras la autori zación concedida por la Dirección Gen era l de Minas, la fábrica quedó constituida legalm ente por escritura pública otorgada en Madrid el 16 de junio de 1955. E l capital social inici al fu e de 10.000.000 de pesetas. Se llegó a los 22.500.000 durante el afio 56. En 31 de mayo del 57, año en el que comenzó a producir a pleno rendimi ento, se alcan zaron las 33.750.000 pesetas. La planta quedó ubicada dentro del recinto de la factoría de Hidronitro Española en Monzón.

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empleados. Se construyó el grupo de «Mariano Lacarte», de 60 viviendas, en Huesca capital, en el antiguo fielato central; otro grupo de 88 viviendas en el antiguo solar de la plaza de toros y dos nuevas edificaciones en la carretera de Barbastro y en el entonces Ensanche. El proyecto de construcción del paseo Ramón y Cajal quedó aprobado también en 1956. Pero, con todo , en 1959 resultaba difícil encontrar piso en Huesca ciudad, «bien para mudarse, por no estar conforme con el que tienen (fenómeno casi inexistente en la actualidad) o para casarse »"~ Es significativo asimismo que en el tercer programa sindical de construcción de viviendas, ya en los albores de los sesenta, las viviendas llamadas «de tipo social» sólo tuvieran como máximo una superficie edificada de 50 m2 y en las destinadas a familias numerosas el límite sólo se ampliara a 65 m2 • Muchas familias ocupaban habitaciones realquiladas sin las mínimas condiciones de higiene y no eran raros los casos de varias familias compartiendo una vivienda que no reunía condiciones ni para albergar una sola, circunstancia reconocid a incluso por los informes económicos de la provincia en fecha tan tardía como 1962." Estos indicadores de bienestar son oportunos para mostrar los costes sociales de un proceso de crecimiento económico con sombras, contradicciones y peligros. Los criterios urbanísticos, por su parte, mostraban una acusada tendencia a que <<lluestra fisonomía urbana no se quede chata, sino que obedeciese a razones de visibilidad agradable». Lo que se propugnaba era, por tanto , que los edificios ganasen en verticalidad. 50 Es probable que este rechazo estético a las «e dificacion es chatas» encubriera cuestiones más de fondo como , por ejemplo, que el precio excesivo del suelo en zonas céntricas fuera una rémora para la construcción de viviendas de tipo medio o de renta limitada. Por otro lado, estas edificaciones poco dispersas ahorraban gastos al ayuntamiento en la dotación de nuevos trazados de agua, alcantarillado o luz. Conviene no pasar por alto , finalmente , que los elementos «modernizantes» en lo económico convivieron con la represión política tradicional. Es más, el despegue económico iniciado a fines de los cincuenta y comienzos de los sesenta actuaría en buena medida como elemento legitimador del régimen político. 48. Nueva Espw7a (15 de enero de 1959). Unos años antes, en otro de sus «memorables» di s· cursos, el camarada Ruiz de la Serna so lucionaba de un plumazo el probl e ma de la vivienda en Huesca : «Las clases humildes están acostumbradas en cierto modo a vivir como viven y hasta lo e ncue ntran na tural. H ay qui e n dice que eso reve la e n ellas un espíritu de atraso, de incuria y de abandono. Yo d igo qu e lo que reve la es un admirable espíritu de hum ild ad y de abnegación », Nueva España (19 de e nero de 1950). 49. «La fuerte demanda de viviendas de tipo social y el acusado dé ficit de las misma s en Huesca durante las dos décadas posteriores a la guerra generaron como reacción espontánea la pro· life rac ión de alquileres y rea lqui lados (80,7% de las viviendas) >> . Vid. nnestro trabajo 1·luesca bajo el franquismo , e n la obra co lectiva ya citada f-Iu esca: Historia de una ciudad, p. 432. 49. «En zo na s abi ertas y mod erna s no de ben existir temores en subir lo máximo autorizado pu es tambi é n el contraste es un o de los factores integrantes de la belleza», Nueva España (29 de febrero de 1956).

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Alberto SABi O ALCUTÉN

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CONCLUSIONES

Juan F. UTRILLA UTRILLA

Con enorme placer -y profundamente halagado- cumplo con el encargo que me hizo el organizador de estas Jornadas, el querido amigo y colega Dr. D. Carlos Laliena Corbera, de ultimar las sesiones de trabajo estableciendo unas conclusiones generales sobre las mismas. Es ésta, sin duda, la primera vez que en Huesca una serie de historiadores de los distintos períodos históricos, con diversidad de líneas de investigación y de planteamientos metodológicos, se han ocupado de los regadíos de la Hoya como tema central de sus reuniones de trabajo. No somos, evidentemente, el único colectivo preocupado por los regadíos o por la utilización de la aguas, ¡faltaría más!, ni tampoco reivindicamos nada; en esta ocasión nos limitamos a trabajar y a ofrecer a la sociedad el resultado de nuestros análisis históricos y, en definitiva, de nuestra propia investigación, con la esperanza de que entre todos colaboremos en el desarrollo integral de Aragón. Como profesor universitario y medievalista que soy me gustaría relatarles un hecho histórico que , a modo de anécdota, pudiera servirme como introducción : en 1356, pocos años después de la creación del Estudio General oscense, el concejo de la ciudad tuvo dificultades económicas para satisfacer el salario de los profesores «universitarios» (doctores y bachilleres); para remediar la grave situación los representantes municipales arrendaron las aguas de la ciudad a unos particulares por la cantidad de 3.000 sueldos jaqueses, dinero que serviría para abonar su paga a los doctores que habían abandonado el Estudio.' Mutatis mutandis les devolvemos hoya los regadíos de Huesca, cientos de años después, lo que antaño dieron a nuestros colegas. A lo largo de cuatro días nos hemos venido reuniendo en torno a las distintas ponencias un conjunto de personas preocupado por el tema central de 1. Pub!. DURÁN , A.: Estatutos de la Universidad de Huesca, siglos XV y XV!, Huesca, 1989. Documento n.o 2, que da además un a ma gnífica información para conocer la situación concreta de los riegos e n Hu esca a mediados del siglo XIV. Cfr. poneLlcia de C. L A Ll ENA en estas mismas Jornadas.

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CONCLUSIONES

las Jornadas: Regadíos y desarrollo económico en Huesca, siglos XII-XX; pero es que el agua , eje nuclear de las Jornadas, concita todo tipo de sentimientos, máxime en unas tierras áridas o semi-áridas, pues no hay que olvidar que: sin agua no hay vida posible. Es un bien preciado, indispensable a toda actividad humana. (De la Carta Europea del agua)

Al agua se le ha definido desde esta misma tribuna como un medio de producción, valioso -que lo es-, por lo que su dominio entraña unas especiales relaciones de poder y, por lo tanto, se convierte en un instrumento económico y político de primer orden. El agua, que ha sido históricamente un bien personal o patrimonial, y hasta fechas recientes (1811) no se ha abolido su condición patrimonial, ha abastecido a poblaciones sedientas, ha asegurado secularmente la recogida de la mies a los labradores, ha movido molinos e industrias diversas, ha servido como medio de comunicación y transporte ... En Aragón, además, el tema de la utilización de las aguas aglutina voluntades diversas y despierta un especial sentimiento colectivo que se esgrime frente a los hipotéticos trasvases y se proyecta en la constante demanda de nuevos regadíos. A ello hay que añadir, en estos momentos concretos, nuevos sentimientos ecológicos -isalvemos nuestros ríos!- que surgen como respuesta al incontrolado tema de los vertidos industriales y residuales con el consiguiente incremento de la contaminación de las aguas y se suman a la más reciente actualidad que viene de la mano del Plan Hidrológico Nacional, el cual pretende, a grandes rasgos, conseguir un aprovechamiento más racional y solidario de los recursos hídricos de que dispone España; se intenta, por tanto, una vez garantizadas las demand as presentes y futuras de las distintas cuencas hidrográficas excedentarias, trasvasar los excedentes de agua a otras cuencas deficitarias. Es un proyecto complejo, de larga duració n y que requiere multitud de obras de infraestructura. Parece, pues, obligado el consenso político, los llamados «pactos del agua» y la vertebración y ordenación previa de las cuencas hidrográficas. Así, pues, frases como la pronunciada por Mendizábal, «España no será rica mientras los ríos desemboquen en el mar», parecen tener plena vigencia en la actualidad. La prensa local se hace eco estos días, además, del acuerdo del Consejo de Ministros que da vía libre a la construcción de la presa de Montearagón, que servirá para regular el caudal del Flumen y regar otras 1.500 hectáreas aproximadamente; y también otras actuaciones proyectadas, como el recrecimiento de Yesa o la regulación del río Aragón o la demanda de más agua para la Hoya de Huesca , tienen su reflejo diario en los distintos medios de comunicación. Algunos aragoneses, pues, entre ellos los oscenses, ven con preocupación la posibilidad de que «sus» caudales hídricos salgan «a chorro» fuera de sus tierras para paliar la sed de otras comunidades, aunque los riegos del Altoaragón todavía no se hayan ejecutado en su totalidad o mientras muchas de nuestras tierras estén despobladas o faltas de comunicaciones vertebradoras o 252

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Juan F. UTRILLA UTRfLLA

ajenas al proceso industrial..., gentes aragoneses, en definitiva, ¡hartas de tantas promesas incumplidas! y que anhelan una planificación integral para su Comunidad. El tema, pues, del agua y de los regadíos de Huesca y de su Hoya cobra plena vigencia en nuestros días y viene suscitando amplios debates entre los distintos agentes ·sociales; en este sentido los historiadores tenemos que aportar nuestra propia investigación y ofrecer al conjunto social nuestras propias reflexiones sobre el pasado y el presente más inmediato. Así lo ha entendido el Instituto de Estudios Altoaragoneses encargando a distintos especialistas la realización de una serie de ponencias que comprendan un amplio tracto cronológico -desde el siglo XII hasta los años 60 de la presente centuria- y que estudien los porqués de los regadíos oscenses y, sobre todo, analicen qué modelo de sociedad está detrás de los mencionados sistemas de irrigación. El agua ... ¿de quién es patrimonio?, ¿quién la gestiona?, ¿y los regadíos ... ?, ¿para qué?, ¿a quién benefician?, ¿qué consecuencias sociales se derivan de los mismos?, ¿qué inconvenientes generan? , han sido algunas de las preguntas que vosotros, ponentes, os habéis planteado en vuestros trabajos y, en buena medida, han encontrado las respuestas adecuadas. Como cronista de las Jornadas y antes de fijar las conclusiones, quiero recordar entrañablemente a todos cuantos habéis trabajado en las mismas y para ello haré una breve referencia a los distintos temas tratados: El Director del Instituto de Estudios Altoaragoneses, Antonio Durán Gudiol, inauguró las presentes Jornadas de Trabajo. La Introducción General corrió a cargo de Guillermo Pérez Sarrión, que realizó una revisión crítica de la historiografía existente sobre el tema del agua y los regadíos y trazó el marco general de reflexión teórica planteando las primeras preguntas que los historiadores deberían tratar de responder. La primera ponencia versó sobre Regadíos y desarrollo social en Huesca, siglos XII-XV, en la que Carlos Laliena Corbera describió los complejos sistemas hidráulicos tradicionales y definió los modelos de distribución del agua, así como las instituciones que regulaban su uso. La solidaridad de los regantes basada en la cooperación y en la coerción de manera casi imperceptible fueron otros aspectos de su análisis histórico desarrollado desde una perspectiva social. El segundo día de las Jornadas se abrió con la ponencia Regadío y producción agraria en la Huesca del siglo XVI, presentada por José Manuel Latorre Ciria, quien abordó en su exposición un amplio cuestionario descri biendo los sistemas de riegos oscenses y su gestión, el uso del agua y los conflictos que generaba, las obras y proyectos hidráulicos, el mantenimiento y mejora de las infraestructuras, haciendo además un profundo análisis sobre los efectos de los regadíos en la producción agraria. 253


CONCLUSIONES

A continuación, Jesús Inglada Atarés expuso su trabajo sobre El intervencionismo municipal en el control, regulación y financiación del regadío oscense en el siglo XVII. Como aspectos más destacados abordó el estudio del marco normativo sobre el regadío - las ordenanzas municipales-, que permitió al concejo oscense el control y la regulación de la huerta, y la constante lucha por el agua, que culminó con la construcción del pantano de Arguis, colofón de los esfuerzos municipales y obra cumbre del regadío oscense. Javier Arasanz Biela presentaba el tercer día su ponencia titulada La propiedad de la tierra y el regadío oscense en el siglo XVIIl. Las fuentes municipales empleadas -catastros y censos fiscales- le permiten centrar su estudio en la población oscense y la estructuración de la propiedad, observando su evolución a lo largo de la centuria. La producción agrícola y el desigual reparto de la misma en beneficio de los grupos privilegiados fueron, entre otros, aspectos tratados junto con la organización del regadío y de la huerta oscenses. Con el título Los regadíos en el siglo XiX. La reivindicación del agua Carmen Frías Corredor articulaba su exposición en torno a las reivindicaciones sobre el agua que fueron elevadas desde Huesca hasta el gobierno central y que surgen hacia 1870, una vez que las barreras arancelarias no consiguieron los resultados económicos apetecidos; la crisis de fin de siglo dio nuevo impulso a los regadíos -construcción de canales y pantanos-, reclamados con urgencia desde la Hoya y enmarcados dentro de una política hidráulica nacional y coordinada. El cuarto y último día de trabajo estuvo dedicado al siglo XX. Los riegos en la ciudad de Huesca entre 1900 y 1950 fue el tema expuesto por José María Azpíroz Pascual, quien , desde una perspectiva antropológica, estudia cuatro importantes aspectos, como son: la constante necesidad de agua que tiene Huesca, siendo el canal de la Hoya una vieja aspiración, el desigual reparto de la propiedad de la tierra, la producción agrícola local y su comercialización y el desarrollo urbanístico de la ciudad a costa de las huertas. y ya, para finalizar, Alberto Sabio Alcutén presentó su ponencia sobre Herencia de preguerra, fachada de postguerra: regadíos y obras públicas en Huesca, 1940-1960, en la que analiza los comportamientos políticos e ideológicos del régimen anterior en relación con la implantación de nuevos regadíos sobre la base de grandes construcciones hidráulicas y las consecuencias sociales que se derivan. En cierta medida la bonanza económica y el desarrollismo permitieron , en su opinión, legitimar la propia situación política.

E n este breve resum en quiero condensar mis sentimientos hacia los ponentes -ellos los conocen muy bien- y expresar públicamente mi admiración por su esfuerzo no exento de dificultades que toda labor de investigación entraña. Habéis sido profundos en vuestros análisis históricos y brillantes en las exposiciones; sois, sin duda, los verdaderos artífices de estas Jornadas de Trabajo, que nos han hecho reflexionar sobre distintos aspectos y que me han servido para aprender muchas cosas que ignoraba. A todos vosotros, ponentes, amigos, ¡muchas gracias!

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.luan F. UTRILLA UTR ILLA

A tenor de lo expuesto y siguiendo con atención las distintas ponencias presentadas, voy a resumir las mismas en una única evidencia, a la que añadiré varias conclusiones. La evidencia es que los oscenses - de antiguo- han mostrado una honda preocupación por el agua y por el aprovechamiento de los sistemas de riegos de época anterior. Y así, por citar un ejemplo, ya en 1100 se menciona un azud «que había sido construido por los musulmanes tiempos atrás» en la pequeña localidad de Alboreg, almunia situada en la ribera del Sotón, cercana a la ciudad de Huesca. Y esa preocupación va a ser constante a lo largo de las distintas centurias, con mayor o menor intensidad, lo que ratifica la importancia de los riegos , del aprovechamiento de los sistemas hidráulicos anteriores y, en definitiva, de la captación de nuevas fuentes de agua, de su almacenamiento y de su posterior distribución. Pero es que, como ya se ha dicho en estas mismas Jornadas, los oscenses sabían el valor del agua y, si bien los regadíos no representan la panacea universal, al menos garantizan regularmente la recogida de la cosecha del cereal y, por tanto, la propia subsistencia. Las conclusiones2 son: 1. Los sistemas hidráulicos tradicionales son complejos -aunque sean rudimentarios- y rígidos. Permanecen, por tanto, vigentes a través de distintas épocas. Como ejemplo, en la Hoya de Huesca los sistemas de riegos datan, al menos, del siglo XII y se mantienen invariables hasta el siglo XVII.

2. La continuidad de los sistemas de irrigación no implica la continuidad social. En cada momento histórico la sociedad aprovecha las realizaciones hidráulicas anteriores y las aplica en función de sus propias necesidades o anhelos. La nueva sociedad introduce siempre cambios sustanciales. 3. Los regadíos son siempre el resu ltado de una decisión social que produce formas específicas de trabajo. El agricultor oscense conoce desde épocas muy tempranas el valor del agua y de ahí su preocupación por «almacenar» la existente y por captar nuevos recursos. 4. El concejo de la ciudad -a través de sus representantes- ha ejercido en la misma el dominio del agua, que, en la práctica, es del «común» de la ciudad , y de los «artefactos» e infraestructuras subsiguientes. E l concejo se muestra siempre preocupado por obtener nuevos recursos hídricos que garanticen el desarrollo de la ciudad y por conservar y ampliar los ya existentes; las realizaciones son siempre costosas y sufragadas por vía de impuestos, tanto por los propietarios de las tierras como por los grupos no privilegiados de la ciudad.

2. Para las tres prime ras conclusiones, derivadas de reflexiones teóricas, vaya desde aquí mi deuda a los trabajos, entre otros, de BARCELÓ, M.: «E l disefío de espacios irrigados en al-Andalus: Un enunciado de principios generales», en f Coloquio de Historia y Medio Físico, Almería, 1989, pp. XV-L, y de GLlCK , T. H.: Irrigation and Sociely in Medieval Valencia, Cambridge, Mass., 1970.

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CONCLUSIONES

5. El derecho de la capital , Huesca, y de sus términos prevalece sobre el de otras poblaciones menores del entorno, que ven «pasar el agua» en beneficio de aquélla. El proceso origina conflictos o costos adicionales, pero siempre se resuelven en beneficio de la ciudad, que ejerce su dominio señorial sobre las poblaciones rurales de su entorno. 6. La construcción del embalse de Arguis, a fines del siglo XVII, supone el colofón de los esfuerzos del concejo, que se muestra reglamentista e incluso dirigista en relación con el empleo del agua y de los regadíos. 7. Los regadíos históricos -bien que «a precario»- no son la panacea universal, si bien se justifican históricamente porque con ellos se puede, al menos, garantizar y asegurar la cosecha del cereal y, por lo tanto, la propia subsistencia en una ciudad y entorno dedicados mayoritariamente a actividades agrícolas -cerealistas- desde épocas muy tempranas. No suponen, por tanto, alterar las prácticas habituales de secano, ya que no hay cambio del uso del suelo. 8. Los regantes, al menos hasta el siglo XVIII e independientemente de los conflictos concretos que siempre se originan, poseen una cierta autonomía en el uso y empleo de un bien escaso como es el agua y muestran un claro consenso solidario que permite distribuir el agua y mantener en servicio la propia red de abastecimiento. 9. Si bien es cierto que el regadío posibilita un aumento de la producción, el desigual reparto de la misma - y de la tierra- ahonda las propias desigualdades sociales e incluso las comarcales o regionales. Así, al menos en el Antiguo Régimen, un grupo minoritario de la población controla un porcentaje elevadísimo de la propiedad de la tierra y de la producción. 10. Las transformaciones de una agricultura precapitalista a las nuevas formas capitalistas, con fuertes influencias externas, origina una grave crisis de las formas agrarias tradiCionales. El complejo fenómeno llevará a nuevos planteamientos de los sistemas hidráulicos: el paso del secano al regadío en la Hoya necesitará ya de grandes infraestructuras para embalsar el agua, muy costosas y que, por tanto, exigen la financiación solidaria del propio Estado. Las realizaciones serán muy lentas y exigirán grandes esfuerzos políticos. 11. En los tiempos más recientes se produce un profundo proceso de ideologización y politización del problema del agua, a la par que se realizan las primeras construcciones contemporáneas de infraestructuras hidráulicas (Belsué, Sotonera, etc.). 12. Se observa una cierta incapacidad del régimen político anterior para alcanzar logros importantes en relación con la transformación de las estructuras agrarias tradicionales. El progreso económico y el desarrollismo permitían justificar la propia situación política. 13. Los riegos de la Hoya de Huesca han estado a expensas de las grandes obras hidráulicas del Cinca. 256


Juan F. UTRILLA UTRILLA

14. Huesca y su Hoya necesitan una ampliación de los caudales hídricos existentes, tanto para los nuevos regadíos - buena parte de la huerta oscense ha desaparecido por mor de la especulación y del desarrollo urbano- como para la urgente industrialización que requiere la ciudad. Para ello es necesaria la presión política de las autoridades locales y la voluntad común de pequeños y grandes propietarios. 15. Los oscenses de antaño reivindicaban mejores comunicaciones (ferrocarril, caminos y carreteras) y la construcción de pantanos y canales de riego; cien años después siguen solicitando la reapertura del Canfranc, el eje de comunicaciones norte-s ur y el canal de la Hoya. 16. Sin los LABRADORES3 -que son en definitiva quienes producen y aplican el sistema- NO puede haber explicaciones.

* :]: * A las conclusiones científicas quiero sumar, aunque suene a tópico , la importancia de reuniones de trabajo de este tipo que colaboran notablemente en el avance de la investigación histórica y que permiten que jóvenes y ya sólidos investigadores -muchos de ellos formados en las aulas del querido Colegio Universitario de nuestra ciudad- transmitan a la sociedad una parte de sus trabajos. Queda todavía mucho camino por recorrer, aunque nosotros, por nuestra parte , ya hemos comenzado a andar. .. ¡Qué mejor prueba que la edición de estas mismas Actas! Reitero, para finalizar, mi agradecimiento al Instituto de Estudios Altoaragoneses por el esfuerzo que día a día viene realizando, concretado en las personas de su Director, Vicedirector y Secretaria, por las atenciones y calor humano que nos han dispensado a lo largo de estas Jornadas de Trabajo sobre Regadíos oscenses. ¡Ah! , Y a ustedes, presentes cada día en las sesiones, ¡muchas gracias!4

3. A lo largo de las sesiones de trabajo ha estado prese nte en la sala un grupo de regantes oscenses; han sido un verdadero estímulo para todos nosotros, ya que son los verdaderos protagonistas de los regadíos. Tras las conclusiones nos aportaron algunos datos históricos que ellos mismos habían co nocido, como fueron: a) la importancia del recrecimiento de la presa de Arguis, que data de 1928 y que fue sufragado por todos los rega ntes durante veinte años; b) Arguis es a todas luces insuficien te, por la exigua cuenca fluvial que lo alimenta, lo que hace que sean pocos los años en que llega a llenarse, y c) la importancia de la alberca de Loreto y de las num erosas balsas de la ciudad, entre las que sobresale la llamada «Del corral de los toros». 4. Quiero destacar los amplios debates que, en (arma de coloquio, se establecían tras las intervenciones de los ponentes. Las personas que en ellos intervinieron , desde distintas ópticas - jurídicas, técnicas, históricas o personales- han enriquecido las sesiones de trabajo aportando o planteando distintas cuestiones desde enfoqu es muy diversos. Desgraciadamente no se pensó en in corporar el coloquio a las Actas de las Jornadas.

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