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Domingo Campillo

ESTUDIO PALEOPATOLÓGICO DE LAS COMARCAS PIRENAICAS DE CATALUÑA

Domingo Campillo *

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo es una recopilación de la labor realizada a lo largo de más de veinte años de investigación paleopatológica, sin que pretenda ser un estudio sistemático del área geográfica a que vamos a limitarnos. Una serie de circunstancias que inciden sobre este trabajo serán brevemente comentadas.

El material osteológico estudiado corresponde a dos períodos distintos de nuestra investigación, cuyos propósitos fueron diferentes. En el primero de ellos nos limitamos a los yacimientos prehistóricos, dirigiendo nuestros esfuerzos a la investigación de la patología craneal, excluyendo por circunstancias diversas, que serán oportunamente comentadas, la patología dentaria y la que pudiera afectar al esqueleto postcraneal. En el segundo período, nuestra investigación ya no se limitó al cráneo, sino que estudiamos siempre que fue posible la totalidad de cada individuo. El material osteológico de esta fase pertenece en su mayor parte a época medieval.

GEOGRAFÍA DEL ÁREA DE ESTUDIO

Como comenta VILA (1968): "Desde el punto de vista lítico..., se impone la división de los Pirineos españoles en dos fajas de caracteres distintos, aparte de las alineaciones francesas que quedan al Norte. En el centro se eleva una alargada unidad que constituye el eje de la

" Profesor de Historia de la Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona y Jefe de Laboratorio de Paleopatología y Paleoantropología del Museo Arqueológico de Barcelona.

Actas de la I Reunión para el Estudio Antropológico de las Poblaciones del Pirineo (Huesca, 14-15 de diciembre de 1990), Instituto de Estudios Altoaragoneses, Huesca, 1992.

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Cordillera; por ello se le ha denominado Pirineo axil. Antes de alcanzar estos núcleos interiores surgen otras alineaciones,... de menor altitud, que constituyen el llamado Prepirineo".

Los picos más elevados de la Cordillera, situados en la zona axil, corresponden al Pirineo oscense, donde el Aneto es la cima más elevada con sus 3.404 metros, y las comarcas ilerdenses del Valle de Arán, Pallars Subirá y el Principado de Andorra. La realidad es que a pesar de sus diferencias sectoriales los Pirineos son una unidad geográfica.

Prescindiendo de los términos pirineo y prepirineo, los Pirineos catalanes quedan delimitados por dos sectores: Pirineo occidental catalán o "Alt Pirineu" y Pirineo oriental. El primero comprende el Principado de Andorra y las siguientes comarcas catalanas: Valle de Arán, Alta Ribagorza, Pallars Subirá, Pallars Jussá, Alt Urgell y la Cerdanya; el segundo, el Solsonés, el Berguedá, el Ripollés y la Garrotxa.

LA POBLACIÓN PIRENAICA CATALANA

Hasta la Edad del Bronce, apenas si tenemos conocimiento de las poblaciones que habitaron la zona, aunque hay constancia de que estuvo más o menos poblada desde el Neolítico y posiblemente antes, con la entrada de un importante contingente halstático, especialmente el que estaba en la comarca del Solsonés (TuRi3(5N, 1981).

No hay dudas respecto a la amplia mezcolanza de poblaciones que tuvo lugar en Cataluña cuando penetramos en los períodos históricos, aunque se hace difícil saber el gradiente con que participaron los pueblos invasores, los colonizadores y los que repoblaron las áreas despobladas en los avatares de la Historia. Con todo, desde el punto de vista antropológico se observa un predominio franco de la tipología mediterránea grácil, con algunos componentes robustos y otros de carácter alpino.

PROCEDENCIA DEL MATERIAL

Diferenciamos dos grupos: uno de época prehistórica y otro de época medieval. a) Época prehistórica: En su mayor parte corresponde a la comarca del Solsonés. Los materiales han sido excavados y estudiados por SERRA I VILARÓ (1923, 1927 y 1966) y están depositados en el Museu Arqueológic de Solsona.

1. Comarca de l'Alt Urgell: Coya de "Les Encantades" (Toloriu) (Edad del Bronce).

2. Comarca del Berguedá: Bófia de Sant Jaume (L'Espunyola) (Eneolítico).

3. Comarca de la Cerdanya: Can Auren (Prullans), Coya d'Annes (Prullans) y La Fou de

Bor (Bor) (todos pertenecientes al Eneolítico).

4. La Garrotxa: Coya de l'Avellaner (Cogolls, Les Planes d'Hostoles) (Neolítico).

5. Comarca del Solsonés: Can Cervera (Solsona), Cdins (Solsona), Coya d'Aigües Vives (Brics), Dolmen del Collet (Su, municipio de Riner), Megálit de Ciará (Solsona),

Sotaterra (Solsona) y El Vilar de Simosa (Solsona) (todos los yacimientos pertenecientes al Eneolítico).

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b) Epoca medieval:

1. Principat de Andorra: Sant Martí de Nagol (s. XIII) y Sant Vicen9 d'Enclar (ss. IX y XII).

2. Comarca del Berguedá: Sant Sebastiá del Sull (s. XII), Sant Andreu de Sagás (s. XI),

Sant Lloren prop de Bagá (s. XII), Sant Pere de Grau d'Escales (s. X) y Sant Vicenq del Rus (ss. X y XII).

3. Comarca del Ripollés: Reial Monestir de Santa Maria (Ripoll) (ss. VII-X).

4. Pallars Jussá: Sant Miguel de la Vall (s. XII).

ESTUDIO PATOLÓGICO DE LOS RESTOS PERTENECIENTES A ÉPOCA PREHISTÓRICA

Por circunstancias que a continuación comentamos, con la excepción de los restos exhumados en la "Coya de I'Avellaner" y en "Les Encantades", la patología estudiada se limita al cráneo. El material procedente de estos yacimientos y los de la Fou de Bor están depositados en el Museo Arqueológico de Barcelona, mientras que los corespondientes a los restantes yacimientos, como ya dijimos, se hallan en el Museo Arqueológico de Solsona.

Cuando en 1970 estudiamos el material del museo de Solsona nuestro objetivo era la patología craneal, sin que ello supusiese que nos desinteresábamos del resto del esqueleto y del estudio de conjunto de cada individuo. Sin embargo, este propósito no pudo cumplirse por dos motivos: 1) casi todos los enterramientos en cueva eran secundarios; 2) en los someros estudios antropológicos de SERRA I VILARÓ (1923 y 1927) no se habían individualizado los esqueletos. A causa de este problema nos limitamos a estudiar la patología craneal.

I) Patología craneal

La patología detectada podemos resumirla en cinco apartados: 1) tumores óseos; 2) traumatismos; 3) erosiones craneales; 4) trepanaciones; 5) patoestomatología.

1) Tumores óseos

Sólo dos clases de tumores han sido detectados: osteoma y meningioma.

a) Osteomas Los osteomas muestran su máxima predilección por el exocráneo y algunos autores los excluyen del grupo de los tumores y se refieren a ellos simplemente como exóstosis. Los auténticos osteomas se forman a expensas de las tablas externa o interna y en su estructura interior están conformados por hueso compacto que les da un carácter ebúrneo. Por su morfología se pueden dividir en sesiles y pediculados. Los primeros presentan una base amplia y los segundos un cuello. Vistos a rayos X, con incidencia tangencial, pueden mostrar una zona traslúcida que los delimita de la cortical del cráneo y que TAVERAS (1964) interpreta como un signo de benignidad. Pueden ser únicos o múltiples y generalmente, en los sesiles, si abultan poco (osteoma en placa), suelen ser asintomáticos. Se ignoran las causas de su aparición, aunque algu-

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nos autores los relacionan con los traumatismos. En nuestra casuística son más frecuentes en el sexo masculino (CAMPILLO, 1977).

En el área objeto de nuestro estudio hemos encontrado siete individuos con osteomas en placa, únicos en los individuos n." 5 y 15 de la "Coya d'Aigües Vives" en Brics, en el individuo n.' 2 del "Megálit de Ciará" en Solsona y en el n.' 12 de la "Bófia de Sant Jaume" en Boixadera deis Bancs (l'Espunyola); múltiples, con 12 el individuo n.' 2 de la "Coya d'Aigües Vives", con 4 el individuo n.' 29 de Sotaterra (Solsona) y 2 el individuo n.' 2 de "Can Cervera" (Solsona). Todos los tumores por su pequeño tamaño y escasa elevación debieron ser asintomáticos, en tres casos eran de sexo masculino y en otros tres femeninos; uno era infantil y no se pudo valorar el sexo, y los restantes eran adultos, uno de ellos joven.

b) Meningioma

Tras el examen de casi cuatro mil cráneos hemos recopilado cinco casos sospechosos de haber sufrido en vida un meningioma; el segundo de los casos diagnosticados corresponde al cráneo n.' 15 de la "Coya d'Aigües Vives" (Brics, Solsonés). Antes de referirnos al estudio de este cráneo, consideramos necesario hacer a modo de inciso algunos comentarios acerca de los meningiomas y destacar algunos aspectos de su diagnóstico paleopatológico. Según ANNENGERS (1981) las neoplasias intracraneales primitivas representan el 8,3 por 100.000 y el 19% de éstas son meningiomas (CAMPILLO, 1990). La peculiaridad más interesante para el paleopatólogo es que aproximadamente el 20% de los meningiomas producen alteraciones óseas, 21,5% en nuestra estadística clínica personal, que pueden ser osteogénicas (19%) u osteolíticas (2,5%), asociándose las osteogénicas con las osteolíticas en un notable número de casos. Además de estas lesiones óseas suele asociarse un aumento de la vascularización, tanto diploica como de los surcos de la arteria meníngea media, que al aumentar de grosor en un 3,8% de los casos se traducen por un aumento de los surcos óseos (CAMPILLO, 1990). Son los meningiomas supratentoriales casi exclusivamente los que ocasionan las alteraciones óseas, con lo que la incidencia de las mismas se eleva al 40%. Aunque las exostosis pueden ser exocraneales, son mucho más frecuentes las endocraneales (enostoma). Otra tendencia clara de los meningiomas es su clara tendencia a situarse en determinados puntos, que por orden de frecuencia son: las cavidades de Pachioni, situadas a ambos lados del seno sagital (que tienen mayor tamaño a nivel parietal); el ala menor del esfenoides y la región parasellar, incluyendo la región olfatoria. Según diversas estadísticas, los meningiomas parasagitales representan aproximadamente el 25% (Pulan-A, 1962), cifra que estaría alrededor del 31% cuando nos referimos a los supratentoriales.

Otros factores a tener en cuenta son la edad y el sexo. Aunque pueden darse en todas las edades, son más frecuentes en la madurez, con una edad media de 45 años (RUBINSTEIN, 1972) (55 en nuestra casuística). Respecto al sexo, predominan en una proporción de 1 a 3 en el sexo femenino.

Aunando los datos expuestos, así como otros pequeños detalles sobre los que no insistiremos, se puede llegar a un diagnóstico de presunción que seguramente estará muy próximo al de certeza.

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ESTUDIO DEL CRÁNEO 15 D'AIGÜES VIVES (CAMPILLO, 1977, 1984 y 1990). Consiste en la calota de un individuo mesocéfalo, de edad madura, probablemente perteneciente al sexo femenino.

Descripción de la lesión. Exostosis frontal derecha, parasagital, situada en la cara cerebral del hueso, centrada en la unión de los tercios anterior y medio de la escama, punto aproximado donde habitualmente la cresta sagita! del frontal se transforma en surco. De forma redondeada, cupuliforme, su diámetro medio es de 16 mm con una elevación máxima en su centro de 4 mm. Su borde anterior dista 44 mm del orificio ciego. Su superficie, muy rugosa, da la impresión de estar formada por capas superpuestas y entrecruzadas de haces de tejido óseo, estando cuajada su superficie de orificios vasculares puntiformes. La cresta sagital también aparece muy rugosa y con abundantes orificios vasculares, habiendo perdido su habitual aspecto en quilla de paredes lisas. Tampoco en las proximidades de la línea media la superficie de la escama es lisa, mostrando una amplia superficie rugosa con abundantes puntos vasculares, sin que se acompañe de hiperostosis. El estudio radiográfico muestra una condensación ósea correspondiente a la enostosis descrita, apreciándose otra área de condensación sobre la línea sagital, de densidad incluso superior a la anterior, de un tamaño semejante y que finaliza, justo a nivel del seno frontal izquierdo, sobrepasando algo la línea media. Ambas sombras no son macizas, sino que en ellas se aprecian multitud de trabéculas. El diagnóstico de probable meningioma parasagital o de la hoz lo fundamentamos en los siguientes datos: 1) edad madura; 2) probable sexo femenino; 3) presencia de un enostoma; 4) superficie irregular del enostoma; 5) aumento de vascularización local; 6) reacción exostósica que convierte en granujienta la cresta sagital y la concavidad de la escama frontal próxima al enostoma; 7) situación parasagital o medial de la lesión; 8) condensación ósea en la radiografía, más amplia que la que corresponde al enostoma. Antes de finalizar este apartado, consideramos interesante destacar que los meningiomas descritos en paleopatología no son muchos y en general se trata de lesiones gigantes, lo que nos hace sospechar que las pequeñas o moderadas alteraciones óseas, que son las que con mayor frecuencia originan estos tumores, pasan desapercibidas. De otra manera, se diagnostican los casos excepcionales y no los corrientes. Así lo expusimos en un trabajo reciente (CAMPILLO, 1990).

2) Traumatismos Las lesiones traumáticas son las que se han constatado desde los tiempos más remotos, mucho antes de la aparición de los vertebrados, pues ya estaban presentes en moluscos de la Era Primaria, en el Devónico en Alemania, con una antigüedad de 350 a 400 millones de años

(TASNADI-KUBACSKA, 1962). Desde la aparición de los primeros homínidos, se observa una evolución en los tipos de traumatismos que están en concordancia con los avances técnicos culturales. Así, en los períodos más antiguos los traumatismos suelen ser de origen contuso, fruto de caídas fortuitas o de agresiones con armas contundentes y ocasionalmente originadas por los dientes de los depredadores (LEAKEY, 1981). Las heridas punzantes aparecen cuando se idean las lanzas con puntas

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endurecidas por el fuego o con puntas líticas, y posiblemente la más antigua conocida sea la del Hombre de Zambia (YEARSLEY, 1928). En la Edad de los Metales, las puntas líticas de las armas arrojadizas son sustituidas por puntas de bronce o hierro. De las heridas incisas prácticamente no se tiene constancia hasta la Edad del Bronce (CAMPILLO, 1984).

En este apartado nos referiremos a tres cráneos, dos con típicas lesiones contusas y uno con una herida de flecha.

CRÁNEO DE LA "Coya DANNES". Se trata de una calota, perteneciente a un individuo del sexo femenino de edad madura (CAMPILLO, 1973 y 1977). Presenta una lesión cicatricial sobre bregma, con pérdida de sustancia ósea y regeneración parcial. Comprende una superficie de 38 mm en sentido anteroposterior y 48 mm en sentido transversal, siendo la pérdida de sustancia ósea de 23 x 7 mm. Las celdillas diploicas no son visibles, pues el hueso compacto cicatricial las ha recubierto. Alrededor de este orificio se observa una reacción hiperostósica radial estriada y toda la lesión está enmarcada por una cresta ondulada.

La radiografía en proyección lateral muestra la depresión central del área lesional y el rodete hiperostósico, por delante y detras de la lesión. La proyección anteroposterior muestra en el centro de la lesión una mayor transparencia, el rodete hiperostósico aparece como una condensación; también es posible apreciar cómo las celdillas son de menor tamaño en las proximidades de la lesión, llegando prácticamente a desaparecer junto al orificio.

La etiología traumática parece incuestionable, ya fuese por recibir un impacto con un objeto agudo duro o por una caída fortuita contra algún saliente pétreo. A pesar de la proximidad del seno longitudinal superior, no hay dudas de que la supervivencia fue muy prolongada, dado el alto grado de cicatrización, y posiblemente su muerte no guardó relación con este traumatismo.

CRÁNEO N. 2 DEL "MEGÁLIT DE CLARÁ". Esta calota, perteneciente a un adulto joven, fue estudiada por SERRA 1 VILARÓ (1923), quien consideró que se le había practicado una trepanación sobre el parietal izquierdo.

La pérdida de sustancia ósea es de morfología trapezoidal y penetra en el endocráneo, estando situada aproximadamente en el centro de la escama entre los 20 y 30 mm. Los bordes de la lesión exocraneal están perfectamente cicatrizados, no son agudos y el tejido óseo compacto noviformado ha recubierto la totalidad del diploe. En el ángulo posteroinferior se inicia un surco de deterioro póstumo que se dirige abajo y atrás. Vista la lesión por el endocráneo, resulta evidente que la pérdida de sustancia ósea es mayor que a nivel del exocráneo y que su morfología no es trapezoidal, sino triangular, morfología que también tendría la lesión exocraneal si no existiese el deterioro del ángulo posteroinferior. El estudio radiográfico no aporta datos de interés.

Tras lo expuesto, consideramos que nuestro diagnóstico diferencial debe referirse a dos tipos de lesiones, a una trepanación por técnica incisa que da origen a lesiones poligonales (CAMPILLO, 1977) o a una lesión traumática. En contra del diagnóstico de trepanación tenemos: el orificio exocraneal en las trepanaciones es mayor en el exocráneo y en las trepanaciones incisas poligonales las secciones de corte sobresalen del área trepanada y sus extremos se entrecruzan, circunstancias que no se dan en este individuo. En favor de la etiología traumática tene-

Fig. 1. Enostoma en la cara interna de la escama frontal, en el individuo n.' 15 de la "Coya d'Aigües Vives" (Brics, Solsonés), período Eneolítico. Como se comenta en el texto, probablemente se trata del punto de implantación de un meningioma.

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mos: mayoreS dimensiones de la pérdida de sustancia en el endocráneo y ausencia de los surcos de corte exocraneal.

Resumiendo, las características de esta lesión resultan plenamente compatibles con la etiología traumática, por una contusión, seguida de una supervivencia más o menos prolongada. CRÁNEO N. 6 DEL DOLMEN DEL COLLET (SU). Es una calota craneal de un adulto joven del sexo masculino, que fue estudiada por ARANZADI (1915-20). Una punta metálica de flecha está incrustada sobre el parietal izquierdo, distando 43 mm de la sutura coronal y 57 de la sagital y por su aspecto parece de cobre o bronce (79,98% de Cu, 19,39% de Sn y 2,69% de Pb). Perfora la totalidad del hueso, aunque apenas sobresale en el endocráneo. Su posición es prácticamente perpendicular al plano horizontal, algo inclinada hacia adelante y adentro. Alrededor de la punta de la saeta se extiende un halo de cardenillo de unos 20 a 25 mm de diámetro, originado post mortem. Parece evidente que la punta de la saeta se fracturó al intentar sacarla mediante un movimiento de torsión, que ha dado lugar a que el borde de la rotura tenga una morfología helicoidal. La radiografía confirma la presencia de una condensación ósea alrededor del cuerpo extraño incrustado. Parece evidente que la supervivencia a esta herida de flecha fue prolongada.

3) Erosiones craneales

En un trabajo anterior (CAMPILLO, 1973) denominamos así a una serie de lesiones cuyas características comunes estriban en que son poco profundas, afectando en general en forma exlusiva a la tabla externa del cráneo, respetando el diploe, y cuando éste es lesionado, sólo lo es en forma superficial. En todos los casos los signos de regeneración ósea son evidentes, lo que confirma que se trata de lesiones producidas en vida. Siempre el diagnóstico etiológico resulta difícil, ya que en general son múltiples los procesos capaces de originar tales alteraciones. Nuestra experiencia posterior, teniendo en cuenta datos estadísticos (el 67% están localizadas en la región frontal, sumando las frontales más las parietales el 85%) y clínicos, nos ha hecho llegar a la conclusión de que casi siempre son de origen traumático, generalmente secundarias a pequeños traumatismos, en su mayoría contusiones. Presentación de la casuística:

CRÁNEO DEL DOLMEN I DE "CAN AUREN" (PRULLANS, LÉRIDA). Pequeño fragmento de un parietal izquierdo, perteneciente a un individuo de edad y sexo indeterminables, que junto a una pequeña trepanación póstuma, que más adelante comentaremos, presenta una pequeña erosión circular cónica de 13 mm de diámetro y 3 mm de profundidad, en el que a pesar de la regeneración ósea, restan algunas celdillas diploicas al descubierto, lo que nos hace suponer una supervivencia corta. Esta lesión podría corresponder a una trepanación incompleta practicada en vida pero también podría ser de origen traumático. CRÁNEO N.' 12 DE LA "BÓFIA DE SANT JAUME" DE BOIXADERA DELS BANCS (L'ESPUNYOLA, BERGUEDÁ). La erosión que presenta este individuo está situada sobre la sutura coronal izquierda, a 62 mm de bregma, y mide 23 x 11 mm con una profundidad de tan sólo 1 mm. Por su regularidad y dada la circunstancia de que en el mismo yacimiento se encontraron trepanados dos cráneos, podría tratarse de una lesión intencional.

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CRÁNEO 7 DE PUIGANSENIC (SANT MIQUEL DE L'AGuDA). Lesión similar al caso precedente, situada sobre el parietal izquierdo, probablemente intencional. CRÁNEO I DE CONS. Esta calota, perteneciente a un individuo senil de sexo indeterminable, presenta dos lesiones sobre el parietal derecho, una amplia parasagital de 67 x 27 mm y otra más externa de 21 x 18 mm, siendo las longitudes mayores de sentido anteroposterior. En la primera su profundidad oscila entre los 2-4 mm y en la segunda es de 1,5 mm. El diploe queda recubierto por hueso compacto y la superficie es granujienta. La morfología de estas lesiones son sugestivas de ser secundarias a arrancamientos cutáneos, similares a las descritas por "scalp" (HAMPERL, 1967).

4) Trepanaciones craneales No insistiremos sobre el tema de las trepanaciones craneales en la prehistoria, hecho sorprendente pero totalmente constatado y aceptado en el mundo científico, que está presente prácticamente en todo el orbe y que en el tiempo se extiende desde el Neolítico a nuestros días, por cuanto en la actualidad aún hay culturas primitivas que siguen practicándola (CAMPILLO, 1977).

En el área de estudio, casi todos los casos corresponden a la comarca del Solsonés y una sola a la Cerdanya, siendo de destacar que las primeras fueron practicadas en vida, mientras que la última tiene carácter póstumo. Nos referiremos a ellas por separado.

a) Solsonés CRÁNEO N.2 11 "D'AIGÜES VIVES". La pieza es una calota hiperdolicocéfala, correspondiente a un individuo senil, probablemente de sexo masculino. La lesión está situada un poco por detrás y a la derecha de bregma, de morfología elipsoidea, de eje mayor, con diámetros de 23 x 18 mm. El orificio está un tanto deteriorado, con pérdida de algunos fragmentos de su borde. La trepanación está circundada por una amplia área de erosión de 60 x 70 mm. La morfología elipsoidea y la zona de erosión circundante nos indujeron a considerar que la técnica empleada fue la de abrasión (CAMPILLO, 1977), pero no puede excluirse por completo que fuese una técnica de barrenado seguida de un proceso osteolítico, tal vez supurado, postquirúrgico. En favor de esta última hipótesis está el hecho de que los restantes cráneos trepanados en el Solsonés lo fueron por barrenado. CRÁNEO N. 21 "D'AIGÜES VIVES". Corresponde a un adulto joven de sexo indeterminable, que presenta una típica trepanación troncocónica, parietal posterior izquierda, practicada por técnica de barrenado. La lesión, que debía contactar con la sutura lambdoidea (el deterioro impide confirmarlo), tiene un diámetro de unos 25 mm. CRÁNEO N.2 3 "DEL "VILAR DE SIMOSA". Individuo senil de sexo masculino, que presenta una trepanación incompleta, "cónica" de base triangular equilátera con ángulos, de unos 28 mm de lado, situada sobre la escama frontal izquierda, con una profundidad de unos 3-4 mm. A pesar de su morfología un tanto anómala, consideramos que la técnica empleada fue la del barrenado (pueden verse comentarios al respecto en CAMPILLO, 1977).

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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO

CRÁNEO N. 1 DEL "MEGÁLIT DE CLARÁ". Individuo adulto de sexo masculino, que casi en el centro de su parietal izquierdo presenta una típica trepanación troncocónica por técnica de barrenado, con un diámetro medio de 28 mm. La cobertura del tejido diploico por hueso compacto no se ha completado, de lo que deducimos que el tiempo de supervivencia fue corto. CRÁNEO "O" DE LA "BÓFIA DE SANT JAUME". No hemos tenido la oportunidad de estudiarlo personalmente, pero a juzgar por la descripción y la iconografía del trabajo de SERRA I VILARÓ (1966) consideramos que puede aceptarse como una trepanación completa, realizada por técnica de barrenado y seguida de supervivencia.

b) Cerdanyá CRÁNEO DEL DOLMEN 1 DE "CAN AUREN". Este fragmento craneal, ya mencionado al hablar de las "erosiones", presenta una típica trepanación incisa poligonal (cuadrangular) incompleta, practicada post mortem, que no puede obedecer más que a un acto ritual. Como ya dijimos, la mencionada erosión podría tratarse de una trepanación cónica incompleta intra vitam, que no variaría nuestros comentarios.

c) Comentarios a las trepanaciones prehistóricas del área en estudio

No entraremos en detalles sobre las múltiples discusiones que las trepanaciones prehistóricas han suscitado y que ya hemos comentado en otros trabajos (CAMPILLO, 1977, 1978, 1984 y 1990), pero sí consideramos interesante realizar algunas observaciones. Con independencia de las islas Baleares, donde las trepanaciones muestran una incidencia máxima, el segundo lugar lo ocupa Cataluña, en la que se tiene constancia de 13 casos, que aceptando los que no hemos podido estudiar personalmente podrían alcanzar los 15, siendo uno de ellos el de la "Coya d'El Pasteral" (CAMPILLO y VIVES, 1985), que junto con el de la Cueva de la Mora en Jabugo son los más antiguos de la Península.

La elevada incidencia de esta práctica en el noroeste peninsular, así como la presencia de un cierto contingente de individuos braquimorfos, ha sugerido a algunos autores (TuRBóN, 1981) que podría tratarse de un hecho cultural importado conjuntamente con el uso de los metales y que su asentamiento en el Solsonés podría estar relacionado con las minas de cobre de Riner.

5) Patología odonto-estomatológica

La presencia de caries dentarias, enfermedad períodontal e hipoplasia dentaria ha sido estudiada por CHIMENOS (1990) en la Fou de Bor (Cerdanya) y en "Les Encantades" de Toloriu (Alt Urgell) y no difieren de las restantes comarcas catalanas en ese período, representando en el Calcolítico: 30,99% las caries, 59,15% la enfermedad períodontal y 4,93% las hipoplasias. En ese período, la caries es inferior al Neolítico, mientras que la enfermedad períodontal y la hipoplasia son superiores a las tasas del Neolítico y del Bronce.

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II) Patología postcraneal Los únicos datos que podemos aportar a este apartado proceden de la cueva sepulcral del Neolítico antiguo de "I'Avellaner" (Les Planes d'Hostoles, La Garrotxa) (BoscH, A. et al., 1989).

El número de individuos contabilizados fue de 19 ó 20 y en ellos la patología más frecuente fue la odonto-estomatológica, con 13% de caries y 50% de periodontitis. También los signos artrósicos eran relativamente frecuentes, se constató una fractura y es digna de destacar la presencia de una exostosis de crecimiento metafisaria a nivel de un peroné.

ESTUDIO DE LOS RESTOS PERTENECIENTES A ÉPOCA MEDIEVAL

No es posible hacer un estudio pormenorizado de todos los yacimientos medievales dado que el material de estudio es muy elevado, por ello nos referiremos a los que a nuestro entender tienen un indudable interés, destacando ciertos aspectos y refiriéndonos a algunas patologías que consideramos que deben ser destacadas. A este respecto, la síntesis realizada por E. VIVES (1990) nos ha representado una gran ayuda.

I) Patología predominante en la época medieval Las tasas de mortalidad infantil eran muy elevadas, pero no podemos aportar datos concretos, aunque el trabajo de VIVES (1990) puede servirnos de punto de referencia, y así la mortalidad durante el primer año de vida podía llegar a ser del 35% y otro tanto entre los dos y tres años, descendiendo progresivamente hasta los doce años. Las afecciones reumatoideas, especialmente las artrosis, cuyo mayor exponente son las espondiloartrosis, son con mucho la patología predominante. No olvidemos que BAUDOUIN la denominó "la enfermedad más antigua del mundo" y que PALES (1930) dijo: "Las lesiones 'reumáticas' se presentan en el pasado tanto en los animales como en el hombre, con las mismas características que en nuestros días". El segundo lugar lo ocupa la patología odonto-estomatológica. Son Wecuentes las caries, la enfermedad períodontal, los acúmulos de cálculo y en algunas poblaciones el desgaste dentario es muy acusado. Como consecuencia de todo ello, las pérdidas de piezas dentarias intra vitam, las osteítis y los quistes y abscesos radiculares representan un elevado número de casos. No es infrecuente que algunas osteítis dentarias de la maxilla penetren en los senos maxilares, lo que permite conjeturar la posibilidad de sinusitis. Los traumatismos también constituyen una patología frecuente, que llegan a ser muy abundantes cuando se incluyen las cavidades de SCHMORL, sugerentes de hernias discales intracorporales (CAMPILLO, 1988).

II) Estudio de algunos yacimientos y casos concretos ANDORRA. Las aportaciones de mayor interés corresponden a las necrópolis anexas a las ermitas de Sant Martí de Nagol y Sant Vicenó d'Enclar.

Fig. 2. Mandíbula perteneciente a un individuo del período Eneolítico. exhumado en la "Fou de Bor" (Bor. Cerdaña). Puede apreciarse un orificio fistuloso dentario radicular.

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Procedente del osario de Sant Martí de Nagol, se encontró un radio izquierdo, perteneciente a un individuo adulto de sexo indeterminable, que presentaba una exostosis algo por encima de la mitad de su borde interno. La exostosis muestra la presencia de múltiples cavitaciones más o menos circulares y la radiografía permite apreciar una línea tenue de separación de la diáfisis. Nuestro diagnóstico fue que probablemente se trataba de un osteocondroma

(CAMPILLO, 1983). La necrópolis anexa a Sant Vicenp d'Enclar ha sido meticulosamente estudiada por VIVES (1990) y merece un comentario. Se trataba de un lugar de tránsito que estuvo custodiado por el castillo de Sant Vicenq, cuyos guardianes exigían el pago de un peaje. Según parece, tras un pacto, el conde de Foix lo mandó derruir en 1288. Llama la atención que en un área de la necrópolis donde todos los individuos son varones, se da un número elevado de traumatismos, aunque no hay heridas que puedan etiquetarse como secundarias al empleo de armas y excepto una todas ellas pueden ser de tipo contuso o por caídas fortuitas. Fracturas craneales en Sant Vicenp d'Enclar. Están presentes en seis individuos. 1) Un cráneo que carece de número de registro, perteneciente a un individuo maduro, presenta varias fisuras; la más importante, horizontal, se inicia en las proximidades de la sutura coronal derecha, cruza todo el frontal y finaliza junto a la escama occipital izquierda. Otras líneas de fractura se unen a ésta a nivel del hueso temporal. Dado el avanzado grado de cicatrización, hay que suponer una prolongada supervivencia siendo difícil deducir la importancia de las secuelas neurológicas, probablemente importantes (CAMPILLO, 1984). 2) La calota del individuo SVE.C1,3 presenta una lesión irregularmente circular, parasagital izquierda, más amplia en el endocráneo, que interfiere un surco importante de la arteria meníngea media; ello nos hace suponer que pudo haber sido la causa de la muerte por un hematoma epidural agudo (VIVES, 1987). 3) El individuo SVE.C1,7 presenta una contusión parietal derecha con u instrumento agudo (VivEs, 1987). 4) El individuo SVC.C1,14 presenta una lesión contusa parietal derecha, con fractura endocraneal de la vítrea y una desviación probablemente traumática del tabique nasal (VIVES, 1987).

5) Los individuos C2,10 y SVE,B,3 presentan desviaciones en sus tabiques nasales (VivEs, 1987). 6) El individuo SVE,B,2 preenta una antigua fractura contusa bien consolidada parietal derecha (VIVES, 1987). Fracturas postcraneales en Sant Vicenp d'Enclar. Los individuos B-2, B-4, C1-1, C1-2, F3-F4 y C2-8, respectivamente, presentan las siguientes lesiones: fractura por aplastamiento bien consolidada del escafoides del pie; fractura del tercio medio del peroné derecho, bien consolidada; fractura del tercio inferior del peroné derecho, bien consolidada; fractura de la cavidad glenoidea externa de la tibia derecha (VIVES, 1987).

RESTOS PROCEDENTES DE LA "RETAL BASÍLICA DE SANTA MARIA" (RIPOLL, RIPOLLÉS). En el subsuelo de la actual basílica, la tercera situada en el mismo lugar y que fue consagrada en 1032, la excavación realizada en 1972 (RIPOLL et al., 1978) puso al descubierto quince tumbas de las

Fig. 3. Fragmento de la calota del individuo n.º 14 de "Sant Vicenc d'Enclar" (Andorra), que muestra por su cara interna una fractura con hundimiento de la vítrea, bien cicatrizada.

Fig. 4. Escafoides del pie con una fractura por hundimiento, bien cicatrizada, en un individuo exhumado en "Sant Viceng d'Enclar" (Andorra).

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ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LAS POBLACIONES DEL PIRINEO

que se exhumaron un mínimo de 37 individuos, muchos de los cuales presentaban interesantes alteraciones patológicas (CAMPILLO y VIVES, 1978). Las lesiones traumáticas, en este yacimiento, representan el 19,9% de la patología. El individuo III presenta una fractura por enclavamiento del húmero derecho; el XIII muestra un hundimiento craneal frontoparietal bien cicatrizado; el XIV(B) muestra un aplastamiento vertebral lumbar tipo Kümmel; el V(1) es un politraumatizado que comentaremos por separado; el XXI, con fractura de tres costillas, es el único individuo de probable sexo femenino traumatizado. El esqueleto V(1) corresponde a un adulto muy robusto de sexo masculino que presenta tres lesiones, a nuestro entender, sufridas en un mismo accidente: 1) hundimiento frontal izquierdo que se comunica con el seno frontal y éste con el endocráneo y la órbita del mismo lado, 2) fractura del húmero derecho con enclavamiento superior, 3) osteítis de la clavícula izquierda, que está muy deformada. Nosotros interpretamos los hechos de la siguiente manera: el individuo probablemente a caballo recibe un impacto con un arma contundente (maza, porra, proyectil de honda, etc.), que origina el hundimiento frontal y la caída al suelo, en la que apoya el brazo derecho para frenar el golpe y se produce la fractura del húmero por enclavamiento, así como la de la clavícula seguramente con herida abierta. A consecuencia de las heridas tienen lugar infecciones, una frontal con sinusitis, epiduritis frontal y tal vez celulitis orbitaria izquierda, que pudo originar la pérdida de ese ojo. La fractura abierta de la clavícula origina su osteítis y tal vez también la de la fractura humeral. Estas infecciones se ven apoyadas por las reacciones óseas bien visibles en la inspección macroscópica y en el estudio radiográfico. Las lesiones de este individuo tuvieron lugar en una acción bélica y posiblemente las de algunos de los otros mencionados también, pues no debemos olvidar que en ese período las contiendas guerreras eran continuas. Con todo, este individuo sobrevivió mucho tiempo a estas lesiones, pues todas las heridas están bien cicatrizadas.

Como ya hemos indicado antes, las afecciones reumatoides también fueron frecuentes en Ripoll, estando presentes en el 32,4% de los individuos, pero debemos destacar la presencia de dos casos de espondiloartritis anquilopoyética o enfermedad de Bechterew, detectada en los individuos XIII-A y XXII. Dentro de la patología infecciosa, merecen destacarse las lesiones que afectan a las costillas del individuo XIV-C, que resultan sospechosas de haber sufrido una osteítis tuberculosa. El aspecto de las lesiones, su situación y las radiografías las hacen compatibles con esta etiología, nada excepcional a nivel costal, pues ocupa en incidencia el segundo lugar después de la espondilitis tuberculosa o mal de Pott (CAMPILLO, 1989). Las caries dentarias están presentes en el 30% de los individuos. La enfermedad períodontal, las fístulas, el desgaste y los acúmulos de sarro también son factores destacables (VIVEs, 1990). SANT LLORENQ PROP DE BAGA. Cabe destacar en este yacimiento las lesiones observadas por CHIMENOS (1989) en la mandíbula n.' 439, que presenta en el borde inferior del cuerpo mandibular una oquedad sospechosa de ser secundaria a un tumor mixto o a un adenoma pleomorfo de la glándula submaxilar. CRIBRA ORBITALIA. Es una lesión desconocida en la práctica médica. Ha sido detectada con mucha frecuencia en paleopatología, siendo objeto de muchas polémicas, sobre todo en

Fig. 5. Radiografía de una espondiloartrosis, en un individuo de época Altomedieval, exhumado en la "Reial Basílica de Santa Maria" (Ripoll, Ripollés).

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cuanto a su etiología (CAMPILLO et al., 1990). En Cataluña, en época medieval ha mostrado alta incidencia (VIVES, 1990), pero en el área que aquí estamos estudiando tenemos constancia de siete casos: uno en Sant Martí de Nagol (Andorra), dos en Sant Vivenq del Rus (Berguedá) y cuatro en Sant Lloren prop de Baga (Berguedá). Esta afección, que se ha correlacionado mucho con las osteoporosis hiperostósicas, a su vez relacionadas con las B-talasemias y el paludismo, tendría un franco predominio en las zonas pantanosas, pero precisamente en las comarcas en que la hemos detectado en la actualidad no se dan estas circunstancias ni en períodos recientes el paludismo fue endémico. Como quiera que esta alteración no parece exclusiva de las anemias tendremos que pensar que se debieron a problemas nutricionales o fueron secundarias a procesos infecciosos.

CONCLUSIONES

No es posible llegar a unas conclusiones ponderadas sobre la patología observada en la región objeto de nuestro estudio ni tampoco relacionar los dos períodos estudiados. Ni el número de casos es suficiente y los núcleos de población son demasiado dispersos, habiendo alguna comarca que ni tan siquiera es representada. La patología es la más habitualmente encontrada en los estudios paleopatológicos, si bien el precario estado dentario de la población, la abundancia de traumatismos y las importantes alteraciones artrósicas en unas poblaciones en que no se alcanza fácilmente la senectud, a lo que hay que sumar una tasa alta de mortalidad infantil, nos hacen llegar a la conclusión de que en ambos períodos la vida fue dura y la alimentación precaria. Para llegar a unas conclusiones más válidas habremos de esperar al estudio meticuloso de nuevos yacimientos que nos aporten un mayor número de datos susceptibles de una mejor interpretación.

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