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Por Celedonio GARCIA RODRIGUEZ
COMUNICACION 1
AMBIENTE FESTIVO DE LAS CARRERAS PEDESTRES EN EL ALTOARAGON
Por Celedonio GARCIA RODRIGUEZ
Mucho tiempo antes de que apareciese el deporte federado (en nuestro caso, el atletismo), en los pueblos y ciudades se practicaban ejercicios físicos de competencia propios de cada lugar, con las habituales influencias externas, principalmente de las zonas limítrofes; éstos son los que conocemos como juegos o deportes tradicionales autóctonos. Salvo excepciones, las fechas propias para la programación y práctica de estas pruebas eran y siguen siendo las fiestas locales o patronales de cada población, en un ambiente alegre, amistoso y de regocijo.
La fiesta y el juego o deporte (por lo que tiene de diversión pública y de práctica metódica de un ejercicio físico) se unen, combinando elementos propiamente deportivos con otros folklóricos, simbólicos y etnológicos, con peculiaridades propias en cada lugar.
Las carreras pedestres reúnen todas las condiciones para que su disputa agrupe una mezcla de valores que realcen la prueba y resalten la figura del vencedor. Todo el homenaje que se tributa al ganador sería impensable fuera del ambiente festivo.
1. ANTES DE LA CARRERA.
Unos días antes del comienzo de las fiestas, los que van a participar en la prueba se preparan, casi siempre a horas intempestivas o en lugares solitarios, evitando ser vistos. Al ganador se le otorgaban todo tipo de ho-
nores por su triunfo, pero existía una mentalidad crítica hacia los corredores que se entrenaban, sin duda por la falta de costumbre.
Las gentes comentan las incidencias del año anterior e incluso recuerdan las hazañas de afamados corredores de otras épocas. También se hacen conjeturas, tratando de adivinar quién será el vencedor de ese año.
El día de la carrera (o corrida, como se solía decir), generalmente el día del patrón y a la salida de misa o después de comer, el alguacil la pregona anunciando los premios:
"De orden del siñor alcalde y de los mozos; el que quiera correr en la corrida de los pollos, que acuda al sitio acostumbrado: al primero se le darán tres, al segundo dos y al tercero uno. Que naide sea usado de rempujarse el uno al otro, con pena de cinco duros y tres días de cárce1"1.
La corrida suele levantar gran expectación en la comarca. Los afamados corredores de otros lugares se darán cita a la hora prefijada para disputar los premios con los participantes locales.
La incertidumbre turba a todos, público y corredores:
• ¿Qué forasteros acudirán a la disputa de los premios? • ¿Quién vencerá?
Frecuentemente, el lugar de la carrera permanece invariable a lo largo del tiempo (por un camino, la carretera, una era, la balsa, alrededor de la iglesia o en la ermita,...). Algunos topónimos nos recuerdan el escenario de estas pruebas: la Era de la corrida, en Apiés; la Peña de la corrida, en Alcubierre, lugar donde se daba la vuelta regresando hasta el pueblo; el Campo de la corrida, en Panticosa; Tozal de la corrida, lugar equidistante entre Fañanás, Alcalá del Obispo y Argavieso,...
En otro pregón de Enrique Capella se hacen unas recomendaciones para que la corrida transcurra sin incidentes:
1 LOPEZ ALLUE, Luis, Alma Montañesa. Cuentos aragoneses, Librería General Justo Martínez, Madrid, 1913, p. 78.
"Todo el que quiera apuntarse pa la corrida de la era, pase por Ayuntamiento a llenar la papeleta. Pa los que haigan de correr ahí van estas advertencias. Pa que rompan el aliento y no se seque la lengua podrán llevar en la boca un palico de olivera. Se prohibe arrempujarse y buscar de malas faenas cuando el que vaya zaguero quiera llegar en primeras. Tendrán cuidau los que corran por rispeto a las mocetas de cerrar el canzoncillo y a tal fin muy bien sujeta se pondrán una imprendible en la parte delantera. El que consiga sin trampas rematar las veinte vueltas, recibirá como premio dos pollos y cien pesetas"2.
2. LA CORRIDA.
Era el festejo que con más entusiasmo presenciaba el vecindario. A la hora fijada, todo el pueblo partía en animoso desfile hacia el lugar de la corrida. La comitiva iba encabezada por el portador de los premios (pollos, rosca, torta, manzana,...), la música, las autoridades, los corredores y el público en general.
Los corredores, cuando iba a dar comienzo la corrida, se despojaban de sus ropas y se quedaban con la indumentaria clásica: en camiseta, con calzón y descalzos. También solían colocarse un pañuelo atado a la cabeza o una boina y sujetarse la cintura con un vistoso ceñidor. Otros llevaban un moquero para limpiarse el sudor y se ponían un palillo en la boca para "facilitar la salivación". Los participantes cerraban su calzoncillo con un imperdible o con un botón, como ya hemos visto entre las recomendaciones de Capella; sin embargo, a veces el imperdible o el botón se soltaba y se producía la hilaridad de los hombres y el griterío de las mujeres.
2 AYERBE SANTOLARIA, Rafael, Los Seral. Tres generaciones de la jota, Editorial Alquézar, Barbastro, 1981, p. 137. Poesía de Enrique Capella titulada "Pregón de fiesta".
La salida la daba un guardia con su pistola o con el trabuco; otras veces un miembro del Ayuntamiento, disparando un cañonazo de mortero, con un cohete o simplemente diciendo, con voz entrecortada, a la una, a las dos y a las tres.
La distancia a recorrer fue aumentando con el tiempo y variaba según los lugares. A principios de siglo, la más frecuente era de media legua, aproximadamente.
Cuando se corría por un camino o por la carretera, iban andando hasta varios kilómetros más allá del pueblo, desde donde salían, y la llegada se situaba a la entrada de éste. La salida la daba el alguacil o un guardia.montado a caballo (según la expresión popular, el guardia iba a soltarlos o a echarlos). Normalmente, el jinete volvía delante de los corredores y, si todo el recorrido no se podía observar desde la meta, donde se congregaba el público, en determinados puntos del recorrido se hacían disparos o se lanzaban cohetes anunciando el paso de los corredores. Las autoridades, que presidían la corrida, eran las encargadas de conceder los premios y de velar por el buen desarrollo de la prueba. En algunos lugares, como en Binéfar, el mayordomo era quien organizaba el festejo. También programaban estas pruebas las cofradías en sus respectivas fiestas. La guardia civil, montada a caballo, mantenía el orden para que en la prueba no se produjeran incidentes3.
La rivalidad comarcal congrega a partidarios de los diferentes corredores, que animan incondicionalmente hasta el delirio a sus paisanos.
La meta era un bieldo u horca, un palo o una pértiga, donde se colgaba el premio: los pollos, la manzana o la rosca. El primero en llegar tenía que tocar el palo.
3 ARCO, Ricardo del, en Aragón Geografía, Historia, Arte, ed. V. Campo y Compa, Huesca. 1931, pp. 185 y 186. Señala la importancia que tienen los mozos para que se celebre la fiesta mayor y la pequeña. Los mozos se reúnen en un domicilio que denominan la casa del gasto. "El mayoral o mainete de los mozos inscribe los nombres de los nuevos que generalmente ingresan anualmente y por tandas. A estos mozos recien ingresados se les distingue el primer año con el nombre de 'entrantes', y sobre ellos pesan, a modo de novatadas, ciertos menesteres taxativamente señalados". Entre otros, consta el de "vigilar durante la carrera a pie o corridas de pollos, la ruta de los carreristas para mantener el orden, según advierte el mainete de esquina en esquina, por todas las calles del pueblo, en el pregón o anuncio del concurso".
Cuando se aproximan los corredores, los gritos de aliento se entremezclan con el sonido de la banda de música, que acompaña desde el principio, con diferentes melodías según los lugares, el desarrollo del acto. Era frecuente que, antes del inicio de la corrida, el dulzainero o gaitero y el tamborilero recorrieran las calles del pueblo con el portador de los premios; posteriormente, animaban con impetuoso ahínco y ritmo vivo en progresiva aceleración la llegada de los corredores. Esto mismo se producía cuando se daban varias vueltas y se disputaban primas en los sucesivos pasos por la meta.
3. CEREMONIAL DE LOS PREMIOS.
Son muy variadas las carreras pedestres que se disputan en el Altoaragón. El premio que se concede en cada carrera suele proporcionar el nombre a la prueba: los pollos en las corridas de pollos; la manzana en la carrera de la manzana; una rosca, y se denomina correr la rosca; una cordera en la corrida de la cordera; una torta y se denomina carrera del arra, también de la torta; una cuchara en la carrera de la cuchara; peras en la corrida de las peras,...
Otras veces recibe el nombre de corrida de hombres sueltos, carrera al estilo del país, corridas de mozos, corridas de andarines,... aunque tienen como premio alguno de los anteriormente mencionados.
Los pollos han sido el premio más común de las carreras a pie celebradas en el Altoaragón, y también de Aragón; de ahí el nombre de corridas de pollos. El reparto más frecuente era de tres pollos para el primer clasificado, dos para el segundo y uno para el tercero. Al cuarto o al último, según lugares, se le entregaba una cebolla o un manojo de cebollas. Joaquín CARPI cuenta que
"el ganador recibe de premio unos gallos y, como es costumbre, los ofrece a uno de los señores presentes, a un forastero importante o a su amo si está allí, quien también como siempre, los tomará, hará elogio de ellos y, con la indicación de que le gustaría mucho que se los cenara a su salud con sus amigos echará mano al monedero de plata trenzada, y le entregará unas pesetas para las bebidas y demás viandas"4.
4 CARPI y CASES, Joaquín, El Tamarite de nuestros abuelos, Barcelona, 1974, pp. 269 y 270.
CARPI nos cuenta las tradiciones de las fiestas de la Virgen del Patrocinio en Tamarite, pero en otros lugares los jóvenes del pueblo organizaban una merienda con todos los pollos, o se los llevaba a casa para que sirvieran de plato extra en otro día de fiesta.
El cordero era el premio que se concedía en otras carreras. El primer clasificado recibía un cordero o una cordera (carrera de la cordera), y el segundo y tercero, pollos.
El arra era una torta muy aderezada o un buen pastel de confitura, en el que, como indica Ricardo del ARCO,
"lucen su habilidad los pasteleros de los pueblos vecinos. Es costumbre regalar el arra a una moza o forastero pudiente que recompensa la fineza 5.
El rosco o la rosca era uno de los premios típicos del Pirineo aragonés en las carreras a pie que se celebraban durante las fiestas. El ganador repartía la rosca entre las mozas o entre la gente, acompañada de un buen vino que los mozos ya tenían preparado. En la Ribagorza, según cuenta GRACIA VICIEN6, después de la comida de bodas se corría la rosca (tarta en forma de rosca), que se la disputaban entre los comensales. El ganador cogía la torta y se la entregaba a la novia; ésta la repartía entre los invitados. Ricardo del ARCO afirma que la torta o arra que se reparte entre los amigos y deudos de las dos partes es un rito de tradición aria.
Victoriano Pérez, el Cartujano, extraordinario corredor aragonés, recordaba después de la guerra civil aquellas carreras de Binéfar y Tamarite, famosas en la comarca, donde daban de premio una funa, una onza de oro y un roscón, que luego se cambiaba a una moza por un billete.
La manzana era otro típico de las carreras pedestres en el Pirineo y en la Tierra Baja. Ricardo del ARCO cuenta que
"antes era frecuente dar como galardón una manzana (la más encamada que se encontraba) adornada de peladillas y caramelos, con un ramo de Albahaca en
5 ARCO, Ricardo del, Costumbres y trajes en los Pirineos, Academia de Ciencias de Zaragoza, Zaragoza, 1936, p. 74.
6 GRACIA VICIEN, Luis, Juegos tradicionales aragoneses //, Librería General, Zaragoza, 1978, p. 10.
el remate, y se llevaba clavada en la punta de una espada. Place la algaraza de grandes y chicos, de naturales y forasteros, animando con sus voces a los corredores"7.
En ésta como en otras carreras, la honrilla por ganar la prueba era más importante que el valor del premio. La manzana, en este caso, también tiene un valor simbólico, que podemos relacionar con la mitología antigua. La manzana se entrega como recompensa por una hazaña8.
Otra costumbre similar existía a principios de siglo, en Almudévar. Allí se han disputado diferentes tipos de carreras según los premios; un premio que se entregaba era únicamente un ramillete. El campeón que lo recibía, acompañado de la música, lo llevaba a ofrecer a una chica.
Otros premios se entregaban en carreras de índole local, como las que se celebran en Aínsa (la carrera de la cuchara o la carrera de las peras), o en Adahuesca; ambas tienen su origen en interesantes leyendas.
A partir de la década de los años veinte y treinta se fueron generalizando los premios en metálico y se abandonaron los simbólicos y honoríficos, entregados hasta entonces, desapareciendo muchas costumbres que ro-
7 ARCO, Ricardo del, Costumbres y trajes..., p. 74. 8 La tablilla titulada "El sueño del caballero", pintada por Rafael en 1504-1505, según NOGUER-RIZZOLI, formaba probablemente un díptico con "Las tres Gracias", que constituyen la continuación de la historia: las manzanas de las Hespéridas son entregadas por las tres Gracias al héroe triunfador en recompensa por su virtud. Hespérides, hijas de Atlas, eran tres hermanas que poseían un jardín cuyos árboles producían manzanas de oro.
Guillermo DEPPING, en La fuerza y la destreza del hombre, Gaspar Editores, Madrid, del siglo XIX, pero sin fecha, pp. 84 y 85, nos dice que Atalanta, al venir al mundo, fue renegada por su padre, que deseaba un hijo varón; furioso, la abandonó sin piedad en el monte Purtenio, al borde de un manantial y a la entrada de una caverna. La huérfana tuvo por nodriza a una osa. Creció en soledad y todas sus aficiones eran varoniles, lo cual contribuyó a que su padre la reconociera. Su padre quiso casarla cuanto antes, pero Atalanta misma impuso las condiciones para su boda: no entregarse sino a quien la cogiera en la carrera. Su mano debía ser premio del vencedor; pero en cambio, aquellos de sus pretendientes que sucumbieran en la lucha, debían quedar esclavos de su vencedora.
Milanión, o tal vez Hipomenes, se colocó en la fila de pretendientes y dio principio la carrera. Atalanta devoró con sus pies el espacio, pero Milanión estaba favorecido por Venus; la diosa le había dado tres manzanas, recomendándole que las arrojase delante de su rival, si ésta llevaba ventaja. Atalanta, que sin duda no había visto nunca semejantes frutos, se detuvo para recogerlas, y fue vencida por Milanión, que tuvo de ella un hijo, Pertenopeo, el cual llegó también a ser un corredor sobresaliente.
deaban a las carreras pedestres. Tan sólo uno de los rasgos típicos han permanecido en muchas de las pruebas que se siguen disputando, la música.
4. OTROS ASPECTOS DE LAS CORRIDAS.
Algunos pueblos tenían tradiciones particulares, diferentes de la generalidad. En Baraguás, según Joaquín GIRONELLA9, los mozos llevaban el roscón de la corrida a prP;-,itarlo en el ofertorio del oficio; y a la salida del templo, después de adornarlo con cintas de colores y flores, lo colocaban en el extremo de una pértiga, y un mozo, acompañado de los demás, lo paseaba en alto por todas las calles del pueblo...
Pero donde más novedades locales se han implantado, aportando mayor riqueza costumbrista a este tipo de pruebas, ha sido en las corridas de pollos, generalizadas por todo Aragón.
Sorprendentemente, en Agüero, en las fiestas de San Roque se organizaban carreras de pollos que recibían el nombre de carrera del pollo chico y carrera del pollo grande, pero los pollos, colgados en palos que debían tocar los corredores al llegar, se los quedaba el Ayuntamiento y no se entregaban a los corredores.
También en otros lugares de Aragón, fuera del espacio provincial del Altoaragón, se daban peculiaridades que consideramos interesante resaltar, por las similitudes que pudieran existir respecto a otros pueblos de la provincia de Huesca. En la carrera de pollos de la Purísima, en Calatayud, los pollos permanecen todo el día colgados del bieldo; por la mañana, se bendicen y se llevan en la procesión por las calles del barrio; por la tarde, se trasladan hacia el escenario de la carrera. En otros lugares, por ejemplo en Loscos (Teruel), el ganador de la carrera tiene que bailar la jota de los pollos con una moza que elige entre las presentes. En Cutanda, también de Teruel, en el pregón se dice que al cuarto clasificado se le darán 400 palos alrededor del cuerpo; sólo llegan tres a meta, aunque salgan muchos. En este mismo pueblo, existe la costumbre de que el ganador de la carrera tiene
9 GIRONELLA, Joaquín, Costumbres, tradiciones y leyendas. Panes rituales, infantiles y juveniles, en "Folletón Altoaragón" (suplemento del periódico "Nueva España", de Huesca, del 23 de enero de 1983).
que morder la cresta o el cuello del pollo, a pesar de lo desagradable que resulta,...
Ya hemos señalado que las corridas eran amenizadas por dulzaineros o por bandas de música. Por la provincia de Huesca no hemos encontrado todavía ninguna melodía específica que se interpretase para las corridas; sin embargo, en la provincia de Teruel y Zaragoza existen diferentes temas musicales para estas pruebas. Las músicas de corrida se conocen con diferentes nombres; en algunos lugares se las llama villano o bolero; en otros la corrida, también la corrida y el pollo, el pollo,... Todas ellas se caracterizan por ser músicas de aire rápido y ritmo binario, con melodías en modo mayor, es decir, alegres.
Para finalizar, existen varios cuentos o novelas y cuadros de pintura costumbrista que reflejan fielmente los aspectos generales de las corridas de pollos.
Entre los cuentos y novelas, se hallan: de Ricardo del ARCO, Tierras de Maldición; de Miguel ALLUE SALVADOR, La mejor carrera, y de Luis LOPEZ ALLUE, La corrida de pollos.
Los óleos de pintores costumbristas más destacados son: de MARI BAGÜES, el titulado Carrera de pollos; de Juan José GARATE, Carrera pedestre, y de Julio GARCIA CONDOY, Ya llega el vencedor.