Directo Bogotá #73

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Felicidad con los amigos Foto: Luisa Díaz Montes @digawhisky


Edición

73

Octubre 2021

Directo Bogotá Revista escrita por los estudiantes de la carrera de Comunicación Social Fundada en 2002

Director Julián Isaza Asistente editorial Laura Duarte Sandoval Reporteros en esta edición Andrés David Parada, Santiago Gómez Cubillos, Carlos Leonardo Pinzón, Isabella López Escobar, Angélica María Arango Mateus, Natalia Ortega Rodríguez, Katrina Melguizovski Arango, María José Castillo Revelo, Julián Felipe Alejo Carreño, María Alejandra Juliao, Juan Carlos Senior Jácome, Paola Catalina Morales, Nicolle Valentina Vargas Polo. Portada y contraportada Natalia Ortega Rodríguez nortegar@javeriana.edu.co Fotoensayo Fotos de Luisa Díaz Montes @digawhisky Caricatura Camila Escobar @ojos.color.pantano Diseño y diagramación Angélica Ospina soyangelicaospina@gmail.com Corrección de estilo Gustavo Patiño correctordeestilo@gmail.com Decana de la Facultad Marisol Cano Busquets

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La felicidad 03

Informes y distribución Transversal 4ª No. 42-00, piso 6 Teléfono: 3 20 83 20, ext 4587 Escríbanos a: directobogota@gmail.com Consulte nuestro archivo digital en la página: www.issuu.com/directobogota Visite nuestra plataforma digital: www.directobogota.com

“Yo me invento gente para ponerla a sufrir”: David Betancourt

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La felicidad en vinilo

13

Diego Trujillo: de las novelas a TikTok

16

Goteando amor

19

Iván Marín, la disciplina de hacer reír

23

Un circo, una escuela y la mitad de una vida

31

Teatro para tiempos difíciles

35

¿Quién quiere todo regalado?

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Director de la Carrera de Comunicación Social Carlos Eduardo Cortés Sánchez Directora del Departamento de Comunicación Andrea Cadelo

Editorial

FucksNews: La realidad a través de la comedia

44

Las comediantes sin filtros

51

Xtian: el humor también es gráfico

54

Un bonsái eterno

60

Héroes de cuatro patas

64

Caricatura


EDITORIAL

LA FELICIDAD Julián Isaza Director

Salimos, sentimos el sol. Despertamos y olemos el aire. Caminamos un poco, tomamos un bus. Comemos con los amigos, los invitamos a cenar a nuestros hogares. Vamos a cine o a una obra de teatro. Hacemos las maletas y viajamos. Volvemos. Volvemos poco a poco. Despertamos con los párpados pesados, con la pesadez narcótica de una realidad que parece remitir y dar paso a otra. ¡Qué meses los que vivimos!, ¡qué duro ha sido todo! Pero aquí estamos, aquí de nuevo, aquí donde habíamos quedado, quizá un poco más atrás o un poco más adelante, pero aquí, presentes, vivos. Por eso, mientras la realidad se sucede como se suceden las olas, vale la pena reír. Seguro, vale la pena. La historia transitó por cada uno de nosotros. Pasó con fuerza, pero no nos arrancó del suelo. Y ahora, como la hierba, quizá esperamos el rocío de la madrugada, el sol de la mañana, los mejores tiempos. Y podemos, por qué no, mostrar los dientes. No como señal de agresión, sino como una satisfacción, de optimismo, de placer. Podemos reír. A carcajadas, ojalá. Podemos reconocer que en esta vida hay muchas más cosas que los intensos dramas que hemos atravesado, que la enfermedad, que la angustia, que la inconformidad. Y también podemos permitirnos empezar a abrazar, aunque sea por un rato, lo divertido, incluso lo frívolo. Porque de eso también se trata, de aligerar la carga. Por eso, en esta edición quisimos hacerlo y proponerles a ustedes, lectores, que nos acompañen en una revista cuyo propósito es reconocer la felicidad, las formas de ser feliz, de reír, de sentir placer e, incluso, de sanar

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y entender a la vida a partir del sencillo acto de contar un chiste, del sentido del humor. En esta revista no nos movió otra cosa, solo quisimos hablar con aquellas personas que son felices con lo que hacen, pero también con aquellos que con lo que hacen nos dan felicidad a todos los demás. Por eso aquí encontrarán entrevistas con humoristas como Iván Marín o Diego Trujillo, y también historias como de La Gata Cirko, una compañía de artes circenses construida con la pasión de sus fundadores y la entrega de sus estudiantes. Además, nos preguntamos sobre cómo la comedia también nos ayuda a entender el país en el que vivimos, y conversamos con Camilo Pardo, fundador del conocido canal de YouTube Fucksnews, que nos contó cómo, por medio de su irreverente sentido de humor y sus ganas de mostrar la realidad, documentó —junto a su compañero Camilo Sánchez— las protestas durante el paro nacional. También Fabio Rubiano y Marcela Valencia nos hablaron de las obras que presentan en el Teatro Petra, que abordan temas sensibles que muchas veces son atravesados por el humor. Y los músicos Adriana Lizcano y Edson Velandia, que por medio de sus letras llenas de acidez, crítica e ingenio, cuestionan al gobierno y a la sociedad; porque el humor también ayuda a eso: a cuestionar, a reflexionar, a entender, a digerir. Así, queridos lectores, les damos la bienvenida a este número, con el que les proponemos un cambio de tema, una bocanada de aire, que esperamos les resulte más fresca y divertida. Bienvenidos.


La Felicidad 3

“Yo me invento gente para ponerla a sufrir”:

David Betancourt

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David Betancourt es un escritor colombiano que le ha apostado al humor en la literatura. Su obra, atípica dentro de la tradición colombiana, se ha ganado un espacio y ha sido reconocido como cuentista en diversos premios. Hace un año fue publicado su último libro, La

conjura de los vicios, en el que le sigue apostando a una literatura tan distinta como divertida. Andrés David Parada andresparadaa@javeriana.edu.co Foto: Alan Gómez.

A primera vista, David podría evocar sus propios relatos. Desde el otro lado de la pantalla aparece un hombre que usa cachucha y viste con la informalidad de un muchacho de barrio. Sus ojos son serios, aunque sonríe. Está sentado en una sala y de fondo solo está la pared. Su voz gruesa suena y se marca el acento paisa. No es el autor de gafas, que aparece en las entrevistas con libros detrás y con su obra en la mano. David no encaja en el estereotipo del escritor colombiano. De este mismo modo es su literatura. Es distinta. Sus cuentos, llenos de ambientes sórdidos y de un humor que desborda de sátira y de una mirada crítica, han logrado convertirlo en un escritor singular dentro del panorama nacional. Desde hace cerca de ocho años vive en México con su esposa; sin embargo, no se ha deslindado de su tierra antioqueña. Sus obras transitan entre las calles de Medellín y las formas de hablar propias de esa ciudad. Pero también entre los juegos con el lenguaje, el absurdo, la risa y la acidez, que lo han consolidado como escritor. Estudió comunicación social y filología, pero nunca optó por ejercer esos oficios. Él quería ser escritor y aquellas carreras le proporcionaban una excusa para leer y lo preparaban para escribir. Y esa decisión, la


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de escribir, a la luz de los reconocimientos, al parecer fue la correcta, pues ha ganado concursos literarios como el de la Gobernación de Antioquia, el de la Universidad Industrial de Santander, el Jorge Gaitán Durán y el de La Cueva, entre otros. Sus relatos han sido incluidos en diversas antologías y es autor de varios libros; el último se titula La conjura de los vicios (2020, Random House). Conversamos con Betancourt, quien, lejos de los temas habituales y de la tradición literaria nacional, se ha convertido en una refrescante rareza.

Revista Directo Bogotá [RDB]: Su literatura no siempre estuvo enmarcada en el humor, ¿cómo fueron sus primeros textos antes de llegar a este tema? David Betancourt [DB]: Cuando yo empecé a escribir, contaba historias de barrios como Buenos muchachos (2011), Yo no maté al perrito (2013) y Codorniz de la quinceañera (2014). En el primer libro sí había varios cuentos violentos, en el segundo menos y en el tercero muy poco. Allí estaba enfocado en la forma del cuento clásico, sin juegos del lenguaje, donde importaba más lo que se narraba y no como se narraba. Ya después me quise arriesgar y salir de esas formas que a mí me parecían fáciles, empecé a jugar con la literatura.

RDB: ¿Cómo el humor y la sátira terminaron siendo su principal estilo en la escritura? DB: Uno a veces no decide hacer literatura de humor, sino que es cuestión de personalidad. Yo soy así, de chistes, de mamadera de gallo. Esa misma personalidad es la de mi papá, que es mi principal lector. Es más un asunto de personalidad. Yo escribo una forma de literatura impregnada, en unos relatos, con crítica y, en otros, con ironía, sarcasmo y humor.

RDB: En sus obras se maneja un lenguaje irreverente y satírico que a veces usa estereotipos de la cultura antioqueña. ¿Se ha enfrentado a críticas por el uso de ese lenguaje, distante al típicamente usado en la literatura colombiana? DB: Vos ves que la literatura colombiana, y no es ahora, sino desde siempre, ha sido muy seria. Es una literatura muy correcta y además muy moralista. Por eso en el cuento

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Muertamenta (incluido en La conjura de los vicios), ves una lista de adjetivos sobre lo que es la literatura colombiana, que el personaje dice y enumera. Y también por eso cuando en un cuento escribo “gonorrea”, y creo que es en este libro donde más se dice “gonorrea” en la literatura colombiana, mucha gente podría indignarse y decir que esto no es literatura. A esta literatura le falta, a mi parecer, mucho del humor, asumir riesgos, experimentar con el lenguaje. Esa es gente muy anticuada, muy chapada a la antigua. Contra ellos, y ese tipo de críticas, están escritos mis libros.

RDB: Su obra está centrada en el contexto antioqueño y ello puede verse, además, en el lenguaje que usa, los regionalismos y adagios. ¿Ha tenido dificultad para que lo entiendan fuera de Antioquia, digamos en México? DB: Es muy difícil, me han dicho lectores que no son de Medellín, pero colombianos: “No, yo no entiendo, es como si me estuvieran hablando en otro idioma”. También me decían: “Si no te entienden dentro de tu país, cómo te van a entender fuera, en México”. Pero yo no escribo para que me traduzcan ni para que todo el mundo entienda todas las palabras, sino que juego con ellas y, por eso, el que esté interesado en leerme puede encontrarse con palabras como “cosiampirar” y tendrá que ir a buscarla.

Además, también me gusta que los personajes digan las cosas como son, que también se equivoquen, que se contradigan, que hablen como nosotros hablamos. Si hay que hijueputear, hijueputeamos. Si en La conjura de los vicios la palabra que más estaba era “gonorrea”, en el libro que yo acabo de terminar es “hijueputa” todo el tiempo, que es la palabra nacional por excelencia.

RDB: A partir de la sátira y el humor en sus obras, se pueden ver alusiones y críticas al contexto antioqueño; por ejemplo, a una figura pública, al uribismo, a la “gente de bien”, a los estereotipos. ¿Se ha enfrentado a lectores que se disgustan por tales referencias? DB: Las personas que leyeron mi libro antes de publicarlo me decían: “¡Ah!, pero te vas a ganar unos enemigos porque estás atacando mucho a los conservadores y a los uribistas”. Lo que yo pensaba era que los uribistas no leen, entonces lectores no voy a perder. Los que sí leen, los que me van a leer a mí, en su mayoría, van a ser personas que se van a identificar con que yo putee a los uribistas, por ejemplo, o que critique a una ciudad, porque el regionalismo antioqueño es muy fuerte. Usted les habla mal de Medellín y es como si les escupiera a la mamá. Para los que leen este tipo de literatura, seguro se van a divertir porque van a decir: “Ve,

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En 2016, David ganó el

Premio Nacional de Cuento La Cueva con el relato Beber para contarla. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Entre los referentes literarios de David, se cuentan a autores como John Kennedy Toole, Felisberto Hernández, Álvaro Cepeda Samudio y Roberto Fontanarrosa, entre otros. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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estoy de acuerdo con que ataquen a este alcalde, a este político o a esta gente antioqueña”. Vuelvo y digo, si los uribistas no leen, entonces qué me van a poder decir.

RDB: Desde el lenguaje, entonces, también hay una postura, una apuesta estética… DB: En gran parte de lo que he escrito quiero hacer literatura con la forma en la que hablamos. No quiero adornar, porque si empiezo a hacer todo con el lenguaje muy correcto y serio, estaría volviendo aún más artificiosa a la literatura. Por eso yo también escojo personajes de la calle, del barrio, que no son tan correctos, que no usan palabras exactas y bonitas. Y vuelvo a decir que la literatura colombiana, en

ese sentido, me parece espantosa, abusan de la seriedad y creen que todo hay que adornarlo, que todo es el buen decir. Yo intento hacer otra cosa. Lo que me interesa, más allá de las historias que cuente, es el lenguaje: cómo hablan los personajes, qué palabras usan, cómo suenan, brincan y juegan. Por eso me gustan Fernando Vallejo y Luis Miguel Rivas.

RDB: ¿Cuáles considera que son sus referentes literarios a la hora de escribir con humor? DB: No sé si son influencias, pero sí son los libros a los que yo siempre vuelvo: Don Quijote y La conjura de los necios, que muestran otras formas de hacer humor muy crítico e inteligente. Ese humor, más que cualquier cosa, es la pura ironía. No es el humor fácil, el chiste, sino el que tira hacia el sarcasmo o, como Fernando Vallejo, hacia la crítica o el insulto, que es también otra forma de hacer humor.

RDB: Mencionó La conjura de los necios, cuyo título parece haber inspirado su libro, La conjura de los vicios, ¿cómo es la relación que tiene con la obra de John Kennedy Toole? DB: Lo leí hace muchos, muchos años, y lo releo con frecuencia. Cuando en un momento estaba releyéndolo y ya tenía este libro escrito (La conjura de los vicios), yo dije, ve, este es el título. Cogí el título de La conjura de los necios, le cambié el nombre, jugué con epígrafes y de ahí salió el último cuento, que fue el que decidí para cerrar. Allí es donde llegan todos los personajes, donde aparece uno que se llama Ignacio, como Ignatius, el protagonista de la novela de Toole. Empecé a jugar con la obra de Toole ya pensando en la mía y eso me obligó a otra relectura. Yo cojo de diferentes lados y eso me da ideas. Cuando escribí La vida me vive amargando la vida (2017), otro libro de cuentos, el referente fue Felisberto Hernández, otro de los escritores que yo más quiero. Cuando escribí Ataques de risa (2015), acababa de leer Los cuentos de Juana, de Álvaro Cepeda Samudio. Siempre habrá un libro que me ayude con lo que esté haciendo. Cuando escribí Bebestiario (2016), estuve muy influido por Fontanarrosa, el caricaturista. En el libro que va a salir pronto está Fernando Vallejo y el que estoy escribiendo ahora es un juego con Mario Lebrero.


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RDB: Muchos se ríen con sus cuentos, pero ellos guardan una gran carga emocional. ¿Cuál es la relación entre la risa y el dolor? DB: La risa siempre parte de una desgracia y, si no, contame algo que haga reír que no esté basado en algo trágico que le pase a alguien. La tragedia siempre está ahí. Vos siempre te vas a reír de algo que a otra persona la hace llorar o ponerse triste, de ahí sale el humor. Yo me quiero desquitar de los personajes, yo me invento gente para ponerla a sufrir. Eso es lo que a mí me divierte. A mí me gusta que mis personajes pierdan y no en un modo serio, sino para burlarme de ellos. Siempre hay una tragedia, grande o chiquita, que te va a hacer reír, porque vos disfrutás cuando a alguien le pasa algo.

RDB: ¿Alguna vez pensó cómo quería que fuera recibida su obra? DB: A mí eso me tiene sin cuidado. El que me quiera abandonar, que me abandone, el que me quiera seguir leyendo, que siga. Cuando escribo, más que pensar en los lectores, estoy pensando en mí, en que lo que yo escriba me guste a mí. Y espero que haya lectores como yo que se diviertan con lo que a mí me gusta. Yo escribo lo que quisiera leer. Me encantaría tener millones de lectores, pero me conformo con que lo que yo escribo nos guste a mí y a mis amigos.

RDB: ¿Qué lo llevó a escribir sobre vicios? DB: Todo fue después de la lectura de un cuento, Solo para fumadores, de Ribeyro, cuando dije que quería escribir de vicios, pero no sobre los vicios tradicionales, sino de raros, cosas que uno no concibe como un vicio. Si vos lo ves bien, más que vicios son obsesiones o locuras. Quería llevar al límite el absurdo, cosas que vos decís: “¿Cómo cabrá esto en la lógica?”. Ahí empieza la pura imaginación a jugar inventando un matapersonajes, un adicto a la papaya, un adicto a decir “gonorrea”. Escojo el escenario del vicioso tradicional, sus compulsiones y sus escenarios, pero les meto un vicio o una obsesión completamente diferente. Eso también lo hago con elementos verbales y retóricos. Una frase que podría ser de tres renglones, yo la tiro en diez, y mucha retórica, y mucha repetición, y todo eso… Siempre son excesos, y esas cosas son intencionales.

RDB: ¿Cuáles cree que son sus vicios como escritor? DB: Parecería que tengo todo para ser un vicioso, porque soy muy, muy ansioso, y eso se puede ver en mi escritura, que parece una prosa muy nerviosa y muy acelerada, que va de aquí pa’llá. Yo no me obligo a escribir, yo escribo cuando tengo algo que decir. Lo que yo más hago es leer. Cuando ya me meto en un proyecto soy muy compulsivo, me puedo quedar trasnochando y sin parar hasta darles término a las metas que me pongo. Si digo que voy a escribir un cuento, me puedo demorar dos o tres meses y ahí estoy todos los días desde que me levanto hasta que me acuesto.

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La Felicidad 8

La felicidad

en vinilo Texto y fotos: Santiago Gómez Cubillos santiago_gomez@javeriana.edu.co

Escondido en un taller en el sur de Bogotá, el compositor y productor musical Henry Cavanzo opera una de las pocas prensas de discos de larga duración (LP) que sobreviven en América Latina. Ha dedicado los últimos doce años de su vida a la restauración de esta máquina y está decidido a no dejar morir este icónico formato.

Detrás de un montón de bultos de cloruro de polivinilo, etiquetas circulares y restos de discos defectuosos, está la única prensa de vinilos que perdura en Bogotá. Es un dinosaurio que expulsa un aliento prehistórico que caldea el taller pobremente ventilado de Henry Cavanzo y que a su máxima capacidad es capaz de producir más de 5.000 discos en una semana. Hace 50 años hacía parte de una flota de máquinas propiedad de Discos Peerless, una de las empresas fonográficas más importantes de México. Hoy, después de que Henry la desenterrara de la montaña de polvo y óxido, la prensa produce discos para HC Récords, su compañía ubicada en el barrio Villa Mayor, de la localidad de Antonio Nariño, en Bogotá. Henry presume de la prensa como lo hace un niño con su juguete favorito: “Hay muchas piezas de la máquina que yo diseñé. Soy dibujante técnico empírico, porque a mí todo me gusta hacerlo con planos. Esto no es a la loca”, dice Henry, quien también es un músico de 55 años que ha trabajado con

Cuando Henry decidió restaurar las máquinas, su problema no era solo el mal estado de las piezas, sino que tuvo que diseñar algunas él mismo.


grandes artistas como Lucho Bermúdez, Billy Pontoni y Totó la Momposina. “Cada máquina tiene una talla, pero yo no sabía eso”, dice mientras se mueve por el taller buscando la pequeña pieza en forma de tubo que ahora sostiene en sus manos. “Por ejemplo, a esta máquina le faltaba esta pieza y como yo pensaba que eran iguales, pues le saqué la misma pieza a la otra y resulta que no encajan. Todo ha sido un proceso y yo he aprendido haciéndolo”, concluye. Antes de que la prensa llegara al garaje de Henry, pertenecía a Germán Carreño, un trompetista bumangués y viejo amigo de la familia Cavanzo. Con la caída de la producción de vinilos a mitad de los años noventa, Discos Peerless quiso deshacerse de algunas de las prensas que aún estaban produciendo vinilos y le ofrecieron a Germán, que en ese tiempo trabajaba para ellos, quedarse con cinco, más algunos equipos complementarios, como una caldera y un equipo de corte. “Cuando me enviaron las máquinas no sé qué problema hubo y quedaron retenidas en la aduana. Duraron año y medio allá, y cuando logré nacionalizarlas ya estaban en mal estado”, recuerda Germán. Fue entonces cuando le pidió alquilada la bodega al padre de Henry para guardar la maquinaria, pues no tenía la esperanza de poder sacarlas y montar una nueva planta para su propio sello discográfico. Pasaron los años y las máquinas acumularon polvo y óxido en el garaje de Henry, hasta que un día de 1996, Germán, convencido de que ya no podría ponerlas a producir de nuevo, decidió sacarlas y venderlas como chatarra, excepto dos y, como cuenta él mismo, “en esa época tenía una deuda con el papá de Henry de los últimos meses de arriendo, entonces le dije que vendiera esas dos máquinas como chatarra, así desocupaba la bodega y salía de la deuda”. Pero Henry convenció a su padre de no vender las máquinas y más bien ponerlas a funcionar. Él aceptó, aunque ninguno de los dos sabía cómo hacerlas andar. No fue sino hasta el 2007 cuando empezó a descubrir cómo funciona el monstruo verde que guardaba en el garaje. “Yo trabajé un tiempo con Totó la Momposina; en un viaje a Francia

estábamos tocando y desde el escenario yo veía que llegaba gente a la zona VIP como con afiches. Entonces le dije a un amigo ‘¡Venga!, acompáñeme ahorita que terminemos a mirar dónde venden esos afiches para llevar algunos a Colombia’. Pero no eran afiches, ¡eran vinilos!”, recuerda Henry. Afuera del auditorio había camiones equipados con máquinas para hacer vinilos de lo que ellos acababan de tocar, con la fortuna de que uno tenía una pared de vidrio para que los transeúntes pudieran ver el proceso. “Entonces voy yo y me asomo allá y veo una máquina idéntica a la que tenía yo acá. Ahí fue cuando vi que el disco no había muerto”. Entusiasmado y dispuesto a revivir el viejo armatoste que vivía en su garaje, Henry volvió a Colombia, pero antes de aprender a manejarlo, debía lidiar con el óxido que los años de olvido en la bodega le habían impreso en la piel. Su solución fue simple: “Llené un platón de CocaCola y eché las piezas ahí. Y cada quince días iba y le cambiaba la Coca-Cola y así fue como le saqué el óxido a toda la máquina”, cuenta.

Los discos deben pesar por lo menos 180 gramos. El gramaje garantiza suficiente espacio para grabar las ondas de sonido con buena calidad. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Este vinilo de música popular fue uno de los primeros que pudo producir utilizando su prensa. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Con la máquina limpia, era hora de empezar a armarla de nuevo, y en 2011 dio con la persona que estaba buscando desde hacía tantos años: “Me encontré con un señor que trabajó con estas máquinas en Discos Fuentes, en Medellín, y el viejo, cuando las vio, se pegó una emocionada que lo puso a llorar. Fue él quien empezó a explicarme todo”, concluye Henry. La máquina, esencialmente, tiene tres partes: la estufa, la prensa y la cortadora. La primera es un largo tubo metálico por donde Henry mete el plástico de cloruro de polivinilo previamente deshidratado para que se derrita. Luego la máquina lo saca porcionado en forma de gruesas almohadillas de goma, conocidas como “galletas”, y es un brazo mecánico el que las toma y las pone en medio de dos moldes de galvano en los que ya están puestas la etiquetas e impresos los surcos que quedarán grabados en el disco; a esto se le llama stamper. Cien toneladas de presión convierten la galleta en disco y una descarga de agua lo enfría bruscamente para que mantenga su forma. Por último, el producto pasa por una cuchilla que elimina el exceso de material, lo apila con los demás terminados y el proceso empieza otra vez.

La máquina de Henry ha sido el vehículo para nuevos artistas que están interesados en sacar su música en este formato. “Aquí tengo el disco de unos muchachos salseros de Panamá, que me dejaron su primer trabajo, pues lo quieren sacar en vinilo. También hay unos muchachos de música urbana aquí en Bogotá que lo van a sacar en este formato, y así hay varios”, afirma Henry. Si aún el LP cautiva tanto a nuevos artistas como a nuevos consumidores, surge la pregunta de por qué desapareció. La historia oficial dice que fue el disco compacto el que destronó a este viejo rey a finales del siglo pasado, por su practicidad y mayor capacidad de almacenamiento, pero Henry tiene otra versión: “Estaba de moda el CD, pero no estaba teniendo la demanda en ventas que se esperaba. Entonces los dueños de la industria se dedicaron a desaparecer el vinilo y se fueron por toda América Latina a recoger las máquinas que los prensaban”, dice. Si bien no es claro cuál de las dos versiones es la más precisa, es cierto que entre la década de los noventa y hasta aproximadamente el 2006, los vinilos estuvieron a punto de desaparecer. Fue en ese año cuando empezó lo que


La Felicidad

ahora algunos llaman “el boom de los vinilos”, en el que estos discos empezaron a tener récords consecutivos en ventas otra vez. Solo en Estados Unidos el vinilo aumentó sus ventas aproximadamente en un 30 % cada año, según la Record Industry Association of America (RIAA). Además, a pesar de las dificultades por la pandemia, en 2020 se vendieron casi 12 millones de discos de vinilo en el planeta y este quedó posicionado como el formato físico más vendido en el año, según Discogs, una de las bases de datos sobre música más grandes del mundo. Los discos de vinilo están regresando a las tiendas, pero ya no compiten como la única forma de escuchar música, sino como un objeto de culto. “Ahora en una tera [mil gigabytes] se pueden almacenar cien mil discos, pero tú nunca los vas a escuchar todos. En cambio, el vinilo es uno y tiene toda una danza. Uno coge la carátula, la voltea, saca el disco, le quita el plástico, lo pone en la tornamesa, baja la aguja y escucha”. Esto dice Henry mientas realiza este rito y pone a girar un gran disco verde, brillante y transparente. La aguja empieza a navegar por los surcos: durante unos segundos no se oye nada y, de repente, una guitarra de blues. Henry cierra los ojos y se deja llevar por la música. “Esto es una obra”, dice, y luego continúa: “Son diez temas que tienen un sentido y un recorrido, aquí hay una secuencia en la que el tema 1 del lado A tiene que ver con el tema 5 del lado B”.

Los aficionados al LP afirman que de él sale un sonido más cálido y “honesto”, a diferencia del sonido limpio y frío del mp3. Aun así, tanto Henry como Alejandro concuerdan en que no tiene sentido compararlos, pues cada uno tiene su magia. Hugo Caro, un joven de 22 años y también coleccionista de vinilos, dice que este fenómeno se convirtió en un tema de culto: “Creo que es la forma menos práctica de escuchar música, pero buscar la carátula, abrirla y sentir ese olor a cartón guardado es parte del rito, como si fueran las velas y el incienso de una misa”, describe. Esto parece ser una constante entre los coleccionistas, tanto los que llevan toda la vida haciéndolo, como los que apenas están empezando. Escuchar música ya no es un acto pasivo, sino que se vuelve un ejercicio consciente que afianza la relación entre el coleccionista y su objeto. “Es un ejercicio de conocer música sin que te la presente un algoritmo”, continúa Hugo, y agrega: “En el vinilo tú no saltas canciones, sino que haces el ejercicio de escuchar todo el disco”.

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El precio de los vinilos nuevos en Colombia oscila entre $80.000 y $150.000 pesos (dejando por fuera ediciones especiales), mientras que Henry vende los suyos en más o menos $30.000.

A Henry lo cautiva el sonido de la bruma o scratch, ese leve ruido que se escucha mientras la aguja da las primeras vueltas antes de que comience la música y que se ha convertido en una característica de este formato. Sin embargo, Alejandro Niño, coleccionista de vinilos desde 2008, opina diferente: “Todo el mundo tiene superromantizado el scratch, pero es solo una señal de que el disco está sucio”, afirma. Sin embargo, él, que tiene 23 años y creció con iPod y CD, más que con vinilos y tornamesas, admite: “No viví el primer boom de los vinilos, por lo que no lo llamaría nostalgia, diría que me gustan los vinilos más por un redescubrimiento del buen sonido; es escuchar a tu artista favorito como él quería que lo hicieras”.

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Stamper hecho de galvano al que se transfieren las ondas de sonido de una grabación y luego se utiliza como molde para la creación de LP.

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Así hay miles de coleccionistas que hoy se encargan de mantener la industria viva, y Henry lo sabe. Por ejemplo, en marzo de este año se vendió el vinilo más costoso registrado por Discogs: el sencillo de 1967 You Won’t Say Nothing, de Tamala Lewis, que se vendió por más de 26 millones de pesos. Es una industria que a más de 130 años de su invención todavía mueve millones en el mundo y seguirá moviendo muchos más en los años siguientes. HC Récords quiere participar en la resurrección del vinilo y ver el logo de su estudio en la carátula de los discos que descansen en las estanterías de Bogotá. Han pasado más de trece años desde que Henry decidió desempolvar las dos máquinas que

llegaron a sus manos por casualidad. Hoy ya ha logrado sacar varios trabajos manuales con ella, más que todo para artistas locales, pero espera poder automatizar la máquina pronto para empezar a producir en serie. Su siguiente paso es mudarse a un taller más grande donde pueda montar su propia planta de galvano, pues hoy en día manda a hacer los stampers en Estados Unidos porque sale más barato. “La idea tampoco es confiarme de esa gente, porque si se les da la gana dicen 'No enviamos más a Colombia’ y quedo yo fregado. Tengo la máquina, pero sin el stamper, ni modo”, dice Henry. Cuando la tenga, los artistas podrán grabar sus canciones en su estudio y él mismo creará el molde que estará en la máquina listo para imprimir su huella en miles de LP.


La Felicidad 13

Diego Trujillo:

de las novelas a TikTok Texto: Carlos Leonardo Pinzón carlosl-pinzon@javeriana.edu.co Fotos: Archivo particular

Con el comienzo de su nueva faceta en la red social más centennial e influyente para jóvenes durante estos últimos meses, TikTok, el actor y comediante Diego Trujillo nos habla de su recorrido profesional por las pantallas de los colombianos interpretando papeles memorables, sus presentaciones de stand-up

comedy y cómo se adapta hoy a las redes junto a su hijo. Desde sus recordadas apariciones en Los Reyes (2005), El Capo (2009), ¿Dónde carajos está Umaña? (2012) y Metástasis —la adaptación al español de Breaking Bad, (2014)—, así como sus monólogos de standup comedy Padre rico, pobre padre, ¡Qué desgracia tan infinita! y Elogio de la estafa, Diego Trujillo ha logrado ganarse al público, que lo sigue no solo por su talento como actor, sino además por su capacidad de hacer reír y, a veces, de reírse de sí mismo.

Diego entró al mundo de las redes sociales gracias a su hijo Simón.

Él, que es una persona alegre y positiva, derrama carisma no solo en los escenarios, sino también en su trato cordial. Por eso, este padre, actor, arquitecto y humorista nacido en Bogotá, está siempre dispuesto a sacarle una sonrisa a quien lo escucha, incluso a quien lo sigue en sus redes sociales, especialmente en TikTok, donde tiene su propia cuenta, y ha empezado a llegarle a una audiencia más joven de la mano de su hijo, Simón, con quien crea contenidos divertidos y honestos que les llegan a sus más de 230.000 seguidores. Aunque él mismo asegura que siempre está en la búsqueda de ser el mejor en su


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Mientras Diego sube videos para sus seguidores más jóvenes en TikTok, no ha olvidado a su público de siempre y por ello sigue enfocado en sus monólogos.

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desempeño como actor, la situación ha cambiado en los últimos meses para Diego, pues la pandemia lo transportó a un espacio distinto al de las tablas y los sets de grabación, que resultó mucho más dúctil e impredecible: las redes sociales. Así, de la mano de su hijo, Diego comenzó a descubrir un mundo en el que no solo encontró una audiencia, sino que la misma relación entre padre e hijo se hizo protagonista por la temática de los videos y porque ambos construyeron un lugar de enseñanza recíproca: Diego enseña a su hijo a ser cuidadoso y cauto con la atención de aquellos 800.000 seguidores con los que el joven Simón cuenta en TikTok (casi cuadruplica a su padre), y este último enseña a Diego acerca de los conceptos que rigen este nuevo espacio digital: likes, followers, filtros, tendencias, retos y demás particularidades de la jerga tiktoker. Sin embargo, Diego no ha olvidado sus otras pasiones, por lo que, mientras sube videos para sus seguidores más jóvenes, continúa enfocado en sus monólogos. Él disfruta enormemente el proceso de escribir y poner en escena su humor, por medio del cual dice que busca generar en sus audiencias una mirada introspectiva, pues, para él, compartir sus opiniones es una forma de llevar a quienes lo siguen a que reflexionen a partir de sus ideas.

Directo Bogotá [DB]: ¿Cómo pasó de la arquitectura a la actuación? Diego Trujillo [DT]: Todo proviene de una manera de ser, cada quien tiene algo que lo mueve por dentro y lo motiva. Para mí fue la importancia de destacarme en lo que hago, una configuración personal. Sentía que como arquitecto no me iba a destacar como hubiera

querido. No estaba relacionado con el éxito, se trataba más de un propósito personal.

DB: ¿En el paso de arquitecto a actor hubo algún momento que marcara un antes y un después? DT: Hay un cambio importantísimo con el dejar de ser anónimo: cambian las dinámicas en la vida de una persona. El salir a caminar a la calle siendo anónimo es una delicia, disfruto de eso cuando viajo. Dejar el anonimato es un cambio radical, pero gracias a ese reconocimiento se ve una respuesta muy positiva de la gente que me sigue y apoya mis proyectos.

DB: ¿Qué lo motiva a llevar a cabo una puesta en escena? DT: Hay una sensación particular dependiendo del género que uno esté haciendo, sea televisión, teatro, película o alguno de los monólogos que hago. En mi caso, en general se trata de una mirada crítica que tiene que ver con qué tan bien lo esté haciendo, es una manera de medir qué tan bien están saliendo las cosas. Es una proporción de la reacción, retroalimentación del público y mi reflexión crítica personal.

DB: Colombia es un país que sufre mucho, ¿cree que la comedia nos ayuda a soportar estas situaciones tan duras? DT: Es un asunto muy complejo, definitivamente a pesar de no ser el país más feliz del mundo, somos un pueblo tremendamente resiliente, un pueblo que a pesar de la historia que tenemos detrás, resiste y es capaz de seguir adelante. Productos como ¿Y dónde carajos está Umaña? ayudan a la gente a reír, a superar las tragedias propias o ajenas y a seguir adelante, poniéndole buena cara al mal tiempo. En mi caso, no uso la herramienta, que es la comedia, como un medio solo para hacer reír a la gente, sino para que se vean a sí mismos, para criticar situaciones, aspectos de la condición humana y todo esto.

DB: ¿Qué razón lo motivó a escribir sus monólogos y presentaciones de stand-up comedy? DT: Son varias cosas, pero en resumen, me encanta escribir, me gusta la comedia y más aún me encanta el teatro, el escenario y estar conectado con el público. Me gusta no quedar-


La Felicidad

me solo en el chiste, sino hacer una reflexión. A través del humor negro digo lo que pienso, comparto mi mirada personal sobre temas que me llaman la atención o me preocupan.

Diego junto a su hijo bailando en un video para TikTok. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

DB: ¿Cómo se siente en TikTok?, ¿qué es lo que más le llama la atención de esta nueva red? DT: Empezaría diciendo que yo entré a esa red por accidente y gracias a Simón, mi hijo. Él llevaba ahí metido unos años y contaba con algunos seguidores, no muchos. Un día, de repente, le dio por grabarme. Fue un video elemental en el que me puso a cantar una canción, subió ese video y se volvió viral.

Diego Trujillo cuenta con casi

230.000

A partir de ese momento, el perfil de Simón obtuvo 800.000 seguidores. El hecho de que la gente lo reconociera, en parte, por ser hijo mío, me generó muchas sensaciones. Ha sido un constante acompañamiento, implementando consejos desde mi experiencia para lidiar con la atención y el público. Adicionalmente, me ha parecido muy interesante meterme a una red social de jóvenes. Para mí es muy chévere acercarme a esa nueva generación; es toda una exploración, las redes son el medio de comunicación del futuro.

DB: La relación con el público a través de TikTok debe ser muy distinta a la que usted estaba acostumbrado… DT: Frente a esta coyuntura del encierro, me ha sido interesante poner a prueba la comedia en la virtualidad sin el contacto directo con el público. No es el escenario ideal, pero aprendí y me adapté a una nueva situación que me permite tener una nueva posibilidad. Esa virtualidad llegó para quedarse y debemos seguir trabajando ahí. No obstante, de a pocos está volviendo el teatro, las salas se están abriendo nuevamente y, por ejemplo, dentro de una semana tengo de nuevo una presentación con público. Esa fuerza que emana de la conexión es irrepetible, no se puede reemplazar por la virtualidad.

DB: ¿Cómo ha sido esta nueva etapa de compartir ‘escenario’ con su hijo en las redes sociales? DT: Tiene cosas positivas y negativas. Me ha hecho estar muy a la expectativa y presente en el proceso de Simón; a él le llegó, como les llega a muchos, un boom y un aumento de

seguidores en Tik Tok.

seguidores muy particular, y es natural que aún esté aprendiendo cómo manejar el éxito repentino. Espero que no tuerza su rumbo, que se deje aconsejar y guiar, me gusta que ahora esté explorando una vena artística que quizás no había tenido en cuenta.

DB: ¿Cómo hacer de Colombia un país más feliz genuinamente?, ¿cuál es ese legado que usted le quisiera dejar a la juventud? DT: Podría resumirlo diciendo qué le quiero dejar a Simón, como si se tratara de todos los jóvenes de este país. Si tuviera a Simón frente a mí, le diría que no se deje obnubilar por la fama repentina; me parece que los jóvenes hoy buscan un éxito instantáneo y tienen muy poca capacidad de enfrentar la frustración, los pequeños fracasos. Le diría que aprenda a ser de largo aliento, a proyectar sus aspiraciones y objetivos hacia un largo plazo. Le diría también que viva con atención y con compasión, que se maraville con la existencia misma de la vida, de uno y de los demás, que privilegie la vida y que tenga compasión por los demás.

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La Felicidad 16

Goteando amor Un encuentro accidental hizo de Candelaria y Félix una pareja singular: ella, empleada doméstica, y él, todero, trabajaban en el mismo conjunto residencial, pero su amor debió mantenerse oculto por el reglamento del lugar. Esta es la historia de su intimidad. Texto y fotos: Isabella López Escobar lopez.isabella@javeriana.edu.co

Una gotera, nocturna y silenciosa, había inundado el baño de 2 × 2 metros. El agua, lentamente acumulada, se extendió y alcanzó el piso de madera de la habitación contigua. Cuando Candelaria se despertó esa madrugada, el cielo aún estaba apagado, tocó el suelo con sus pies y se encontró con un lago a su alrededor. Su sueño se había visto interrumpido por un olor a podredumbre que no podría provenir de su subconsciente: era un hedor de pura realidad. Eran entonces las “cinco y pucho” de la mañana, cuando ya el lago Titicaca comenzaba a hacer su triunfal entrada en la cocina. Candelaria —desesperada y saltando entre las aguas— despertó a sus patrones y los invitó a contemplar la función, auspiciada por una materia fecal ajena. Ellos hicieron la correspondiente llamada a la administración del conjunto residencial, pero como eran casi las seis de la mañana, nadie atendió. Con baldes y trapos extendidos sobre las partículas de las heces, milagrosamente sonó el timbre del apartamento. Se trataba del salvador de la madrugada: don Félix. Candelaria abrió la puerta blindada del apartamento y le dio paso a este hombre alto, acuerpado y serio, que sostenía en la mano derecha una caja negra de herramientas. Don Félix analizó las tuberías y diagnosticó un taponamiento en las cañerías de la planta superior, se trataba de una fractura en los tubos de PVC. En veinte minutos, don Félix corrigió el daño, y Candelaria, cuya función era pasar los instrumentos solicitados por él, quedó para siempre asombrada. Cuando los llamé para hacer esta entrevista, se encontraban viendo La reina del flow. No era habitual que estuvieran despiertos a esa hora, pues su rutina de sueño empieza a las siete de la noche, cuando se lavan los dientes; luego, Candelaria hidrata su piel morena con cremas que su jefa le ha regalado. Dice en su acento caribe que las arrugas la hacen ver “jecha”, aunque su “negrura hace que se oculten muy bien”, complementa don Félix, entre risas. A eso de las ocho destienden la cama y levantan


La Felicidad

la capa más pesada: la cobija con diseño de tigre enmarcado en un fondo azul con negro. Candelaria dice que lavar esa cobija es el mejor de los ejercicios, don Félix asegura en tono bromista que la cobija es el motivo de los bíceps fortalecidos de su compañera. Ya en la cama, se dan “besitos”, así lo expresa apenado don Félix, mientras Candelaria complementa pícara: “A veces más que eso”. Los tres nos reímos y damos por finalizada la conversación sobre su vida sexual. El despertador está programado para sonar a las 4:10 de la mañana y, una vez lo hace, don Félix se ducha y, en el entretiempo, Candelaria se queda en cama durmiendo un rato más. Cuando él sale del agua, se visten aún con sus párpados medio entrecerrados y salen del lugar en un sigiloso intento por no despertar a la madre y a la hermana de don Félix, que también residen allí. Cierran la delgada lámina de metal que hace las veces de puerta y bajan la loma de su barrio Arborizadora Alta, ubicado en la localidad Simón Bolívar, en Bogotá. Si tienen suerte, toman el bus azul T-25 del SITP; de lo contrario, se dirigen hacia el Portal a tomar el Transmilenio, que los trae hasta su paradero final: la estación de la calle 85. Bajan su loma para subir otra: la del barrio Rosales. Sin embargo, aquí don Félix hace una parada en el camino y deja que Candelaria siga adelante, pues ambos trabajan en el mismo conjunto residencial, pero no pueden entrar juntos porque pondrían en evidencia un romance que está prohibido por el irracional manual de conducta de empleados. Cuando cruzan el cubículo de vidrio que simula una recepción en la entrada, ambos son sometidos a una meticulosa requisa. Una vez adentro, se convierten en desconocidos, y aunque varios porteros sospechan de su relación, ellos no dejan de tratarse con indiferencia. Si la administradora del conjunto llegara a enterarse, don Félix perdería su trabajo, en el que ya lleva tres años, y su grado de ‘todero’ summa cum laude en la Universidad de la Vida no le abriría las puertas que merece. —Don Félix, ¿a usted qué le gustó de Candelaria? —pregunto.

—Mmmm, que era juiciosa —responde él, en un tono pensativo. —¿Y nada más? —Mmmm, no más. —¡Ayyy, mi amor!, ¿cómo dice eso? —Candelaria replica con asombro ante la respuesta incómoda de su pareja; don Félix no para de reírse a carcajadas. —¿Y a Candelaria qué le gustó de don Félix? —¡Jum! Pues también lo juicioso, para no echarle flores —responde ella, motivada por el reciente resentimiento. Para calmar los ánimos, opté por hacerles un corto y superficial test de pareja. Ambos acertaron en los platos favoritos de su opuesto, también en los colores predilectos y lo mismo con las canciones de preferencia, pero la espina del pescado encocado, que era el plato favorito de don Félix, seguía punzando la garganta de Candelaria, que en la ronda de canciones, decidió dedicarle a él la canción Rata de dos patas. Apenas Candelaria entonó el tema de Paquita la del Barrio, el orden se reestableció gracias al mandato de las risas. *** Candelaria tiene 50 años, y sus tres hijos, que rondan los “treinta y pucho”, recibieron la noticia del noviazgo con recelo. Su mamá no estaba en una relación desde que terminó con su padre, cuando ella tenía tan solo 24 años. Pasaron 26 años para que Candelaria volviera a sentir “ese pálpito” que le hacía creer que estaba próxima a un “yeyo”, palabra empleada en el caribe colombiano para describir un infarto.

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Luego de más de dos décadas de haber terminado con el que fue su primer marido, Candelaria comenzó una relación con Félix ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Candelaria no pudo tomar su buseta habitual y caminó por horas hasta encontrar su ruta, y don Félix no la llamó durante todo su trayecto. Esto fue para Candelaria un lento padecer, una tristeza que enmascara con risas para “no aburrir al hombre”. Allí evoca a Silvestre Dangond: “el hombre es como el perro, el hombre está donde lo tratan bien, el perro está donde lo tratan bien”. Don Félix, en su defensa, argumenta: —Señora Candelaria, pero si ya habíamos hablado, yo ya la había llamado a sumercé. —Pero ¿en qué momento me llamó? Yo llegué y lo encontré bien fresco, dizque tomando sopa —dice Candelaria mientras ríe nuevamente. Ambos sueñan con tener su casa propia para seguir construyendo su amor y su familia. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Candelaria se casó a los 16 años con el padre de sus hijos, el señor Campo Elías, ocho años mayor que ella, a quien hoy recuerda como un hombre desatento, que la abandonó “con tres crías en brazos”. Recuerda la hemorragia que tuvo por dos días consecutivos luego de que él transgredió su himen. Hoy asocia su rostro con la mancha de sangre que quedó esa noche plasmada en las baldosas de su casa: se trataba de un caso de coitorragia como ningún otro, y la dimensión era tal que “parecía el mapa de Venezuela”, como dice ella. Don Félix, por su lado, dice no recordar a su primer amor. Candelaria, intrusa en nuestra conversación, pregunta con gracia: “¿O se está haciendo el pendejo, más bien?”. Él continúa y entonces describe a una mujer de 32 años, 16 años mayor que él, y cuatro hijos para ese entonces. La señora era la propietaria de la finca más grande de una vereda en Tocaima, Cundinamarca. “A ella le gustaban los muchachos, y a mí me gustaba ella”. Ante los regaños insistentes de sus padres, él evitaba la confrontación y simplemente hacía caso omiso, todo mientras se dejaba conquistar por los sobrados de gallina en salsa que hacía esta mujer, cuyo nombre desconocemos. *** “Yo le corrijo cosas que no me gustan y él pone mala jeta”, dice Candelaria con el corazón adolorido. “Él es muy seco”, agrega. Y ella es muy entregada. Hoy, en medio de las protestas,

—Don Félix, ¿qué tiene para decir al respecto? —interrogo al acusado de carecer de consideración. —Yo digo que es muy cansona, muy cansona —responde él en tono jocoso. Para concluir la charla les planteo un escenario hipotético: —¿Qué harían si Candelaria llegara a quedar en embarazo? Don Félix se toma con firmeza la palabra y responde: —¡Uy, sería una emoción muy grande, un chino, un niño, es felicidad! —Me lo imagino morenito y de pelo liso, que no sea de pelo ñongo —complementa Candelaria, con ilusión. —Sería bueno, porque nosotros tenemos buen corazón y sería un niño muy noble —dice don Félix. —Sí, sería un niño noble —termina Candelaria. Al día de hoy, pasados tres meses de esta entrevista, don Félix y Candelaria viven su relación libre de cautiverios. Don Félix dejó de prestar sus servicios al conjunto y ahora es un desempleado con causa: el amor. Candelaria ahorra una fracción de su sueldo para comprarse una casa, no un apartamento, porque los apartamentos tienden a sufrir, inesperadamente, de goteras cargadas de excremento ajeno. En definitiva, ellos concuerdan en que debe ser una casa.


La Felicidad 19

Iván Marín,

la disciplina de hacer reír Texto: Angélica María Arango Mateus angelicam-arangom@javeriana.edu.co Foto: @leidysilvasoyyo

A propósito de su más reciente espectáculo, Más fuertes que el virus, conversamos con el comediante y actor Iván Marín. Nos contó acerca de su carrera, de sus inicios como humorista y sobre cómo este oficio ha hecho parte de su vida desde pequeño. Entre risas y aplausos entra al escenario. Irradia alegría y contagia esa misma vibra. Iván es tan carismático como se ve en sus redes sociales, tan apasionado como se percibe en su carrera humorística y tan simpático como se ve en sus presentaciones. Es una persona espontánea que por medio del humor relata la realidad de los ciudadanos y, además, reflexiona acerca de situaciones del diario vivir. Tras cumplir 21 años de carrera, el comediante que se destacó por su participación en las cinco temporadas del programa Los comediantes de la noche, del canal RCN, sigue demostrando que está vigente y que con disciplina ha logrado ser uno de los comediantes más reconocidos en el país con sus múltiples stand-up comedies, con los siete trabajos cinematográficos en los que ha participado y con su canal en YouTube; además, seguirá cosechando éxitos con nuevos proyectos, como la película que protagonizará próximamente con Jessica Cediel. Su último espectáculo, Más fuertes que el virus, es un constante juego con el público, en el que, además de una puesta en escena clara, tambien hay un espacio para la improvisación, lo cual le da una fluidez distinta a otro tipo de obras de esta categoría. Inclu-


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Lo que más extrañaba Iván Marín de presentarse en el teatro eran las risas del público.

so en los hogares de los espectadores, pues además de tener público presencial, se incluye la posibilidad de ver el espectáculo virtualmente, en el que se puede interactuar con el humorista mediante preguntas y comentarios. Vive con su esposa, Leidy Silva, y sus dos hijos, Nicolás y Julieta, a los que se refiere como su fuente de felicidad y de inspiración, pues en medio de sus presentaciones alude a su familia. Además de ser un apasionado por las risas, Marín se describe así mismo como un ñoño, amante de los superhéroes y de lo geek. En su hogar cuenta con una colección de figuras de acción y de varios objetos alusivos al mundo de DC Comics.

Directo Bogotá [DB]: ¿Cómo fue su construcción como comediante? Iván Marín [IM]: A decir verdad, me sigo construyendo como comediante, porque por más de que ya llevo un buen ratito dedicado a esto, creo que siempre surgen cosas nuevas. Justo cuando uno cree que ya se las sabe todas, aparece alguna situación para la cual uno no estaba preparado y reacciona de la forma equivocada y ahí uno aprende y dice: “¡Ah, juemadre! Vea, aún hay mucho por aprender”. Yo creo que mi formación como comediante sigue dándose día a día y eso es parte de lo que me parece bonito de este negocio, que aún tiene la capacidad de sorprenderme.

DB: ¿Cómo se dio cuenta de que la comedia era lo suyo? IM: En principio, me rehusaba a aceptar que mi destino era hacer reír, porque intentaba abordar el arte desde otros puntos de vista mucho más serios y las cosas por ese lado realmente no se me daban. Cuando empecé a explorar el humor de manera inconsciente, comenzaron a surgir cosas positivas de las cuales me di cuenta ya después. Llegó un momento en el que me di cuenta de que, juepucha, para qué lucho contra esto si aquí hay algo, si tengo un no sé qué en el humor. Los que nos dedicamos a hacer reír tenemos un algo, no sé definirlo, pero hay algo que uno tiene que genera risa en las personas y creo que finalmente eso es un don que, si se nos dio, hay que usarlo de alguna forma.

DB: ¿Desde pequeño tuvo este don o lo fue construyendo con el paso de los años? IM: ¡Sí! Yo era el graciosito del grupo, pero solo porque me gustaba disfrutar la vida y ya, pero nunca lo vi como una habilidad, como una aptitud. Solamente mucho tiempo después, cuando ya miré en retrospectiva mi vida, me hice consciente de eso y dije: “Vea que sí, yo siempre he hecho reír a la gente”.

DB: ¿Estudió para pulir el don al que se refiere? IM: El don hay que tenerlo, pero se pule. En el proceso empecé a estudiar mucho, tomé muchos talleres enfocados en muchas áreas del arte, como técnica de expresión corporal,

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manejo de la voz, escritura creativa, cosas así; pero creo que tal vez la parte más importante de esta construcción fue el hecho de empezar a trabajar precisamente al lado de grandes humoristas, que fueron los que me orientaron, me llevaron de la mano por el camino y así fue como terminaron dándose las cosas de una mejor manera.

DB: ¿Quiénes fueron los que lo inspiraron? IM: ¡Uy! Es que inspiraciones tengo demasiadas, hay tanta gente a la que yo admiro, pero más que los que me inspiraron, prefiero hacer énfasis en los que, además de inspirarme, me ayudaron en el camino: Crisanto Vargas, ‘Vargasvil’, humorista antioqueño; César Agusto Betancourt, ‘Pucheros’, guionista de humor; Juan Manuel Maldonado, guionista de televisión, y Gonzalo Valderrama, comediante de stand up.

DB: ¿Cree que se está profesionalizando la comedia? IM: La comedia es una profesión y es como todos los oficios: en cada oficio hay personas que lo estudian y lo ejecutan de manera correcta, como hay muchos otros que tal vez simplemente llegan por un afán de rebusque y lo abordan sin hacerlo a conciencia ni de la manera correcta, ni más ética del mundo. Yo creo que sí es una profesión y, como toda profesión, tiene de todo.

DB: ¿Cómo es lograr ese reconocimiento a partir de la comedia, que antes no era tomada tan serio? IM: Se siente un poco de orgullo personal saber que se aportó un granito de arena para que eso se hiciera realidad. El hecho de que al comediante ahora lo consideren para cosas que no podíamos ni siquiera soñar cuando empecé en esto, ya es algo que me hace decir: “Bueno, hemos aportado algo”. Y eso sí, indudablemente, me hace sentir orgullo de lo que se ha realizado.

que no es fácil. Hay muchos que han tenido su momento y se apagan, pues no es fácil mantenerse. Puedo seguir viviendo de mi profesión. Gracias a Dios, siempre hay suficientes trabajos y proyectos en los que estoy involucrado.

DB: ¿Cuál cree que es su mayor logro hasta el momento en lo profesional?

DB: ¿Cuánto pesa la disciplina para que la carrera de un comediante se mantenga en el tiempo?

IM: Esto va a sonar muy cliché, pero profesionalmente es seguir vigente, seguir viviendo de esto

IM: Muchísimo, indudablemente. Haciendo cuentas yo creo que la disciplina, más que

Iván Marín se califica a sí mismo como un geek y un amante de los superhéroes, incluso tiene un tatuaje que hace alusión a Batman en su espalda. Foto: @leidysilvasoyyo ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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A Iván no le gusta la comedia en la que las groserías son el eje del chiste.

el mismo talento, es lo que me ha ayudado a llegar donde estoy, porque gente talentosa hay mucha. He conocido gente mucho más talentosa que yo, pero cero disciplinada. Entonces eso hace muy complicadas las cosas.

DB: ¿Cuál fue el origen de Más fuertes que el virus? IM: Pues era algo que absolutamente todos estábamos viviendo. Creo que era necesario tocarlo para mostrarles a las personas un rostro diferente de esto que nos ha hecho sufrir… porque nos ha hecho sufrir, eso no se puede negar. Pero, precisamente, siempre he sido un convencido de que ante esas dificultades tenemos que encontrar una forma de reírnos,

entonces dije: “Bueno, pues vamos a ver cómo puedo tomar todo esto que está ocurriendo tan fuerte y lo convierto en humor”. Y es lo que intento hacer con Más fuertes que el virus.

DB: ¿Cómo armó su rutina para Más fuertes que el virus? IM: A lo largo de la pandemia, siempre he ido tomando apuntes de las cosas que me parecen curiosas, llamativas, jocosas, pues creo que ser comediante es un trabajo de tiempo completo. Uno está constantemente pensando, creando, viendo de qué va a hablar, analizando qué cosas pueden ser graciosas y que tal vez pasan inadvertidas para la mayoría de las personas. Nuestro trabajo está en llevar la atención hacia ese hecho puntual, para que se advierta lo gracioso que hay en él. Todo el mundo está viendo la pandemia como algo que nos ha traído dificultades, pero, repito, creo que en toda esa dificultad hay que encontrar algo gracioso y lo importante es siempre hacer que el material cómico no busque lastimar a nadie ni ofender, solamente que esté en pro de las sonrisas de otros.

DB: ¿Qué lo hace feliz? IM: Me hacen feliz mi familia y mi profesión, soy muy feliz realizando lo que hago. Ya estoy cumpliendo 21 años dedicado a este oficio de hacer reír y el hecho de, precisamente, poder contar tantos años a cuestas me hace sentir muy feliz, porque sigo disfrutando esto mucho.

DB: ¿Qué viene para usted? IM: Estamos trabajando en varios proyectos, y esperamos que culminen en algo bonito. Se viene una película que ya está grabada. Es una película que protagonizamos con Jessica Cediel y otra nómina muy grande actores, y creo que además de hacer reír trae un mensaje bonito. Además, estamos próximos a estrenar una serie, tal vez la primera en la que tengo la oportunidad de actuar junto con mis compañeros humoristas, entonces es un paso muy importante para nosotros en nuestra carrera. Además de un proyecto que estamos realizando, que nos llena de alegría y somos muy felices haciéndolo, que se llama Los de la culpa.

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Un circo, una escuela y la mitad de una vida

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La primera compañía independiente de circo contemporáneo de Bogotá, La Gata Cirko (fundada en 2003), ha hecho de su escenario de enseñanza una metáfora de vida. Allí, personas de todas partes y con todo tipo de aspiraciones llegan a experimentar el arte de una manera integral desde la acrobacia, la danza, los aéreos, los malabares, el clown y el teatro. Llegan a enamorarse de eso a lo que sus directores, Luisa Montoya y Felipe Ortiz, le han dedicado la vida. Texto y fotos: Natalia Ortega Rodríguez nortegar@javeriana.edu.co

Ana Sofía Duquino presenta su solo en el aro, inspirado en el sueño.


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La Gata Cirko es la primera compañía independiente de circo contemporáneo de Bogotá. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Las manos de las circenses que practican acrobacias aéreas están llenas de callos y llagas.

Cuando Luisa Montoya se cuelga del aro se siente superpoderosa. Sus brazos se aferran a él con fuerza y su cuerpo, suspendido en el aire, gira: una, dos, tres, cuatro, cinco veces, como si se tratara de un mismísimo trompo. El mentón siempre arriba y la mirada fija hablan de su firmeza. Sus alumnas detienen lo que hacen y miran —o admiran— su fluidez. Luisa les explica el movimiento y ellas tratan de imitarlo. “¡No hay nadie como Luisa! Hace que se vea superfácil”, dice una de sus estudiantes, embelesada por lo que acaba de ver. Y es que sí, parece que el cuerpo de Luisa se fundiera con el aro, parece que en el aire no existiera el dolor, aunque de vez en cuando se apodere de su cuerpo. “Duele, pero no se ve. Creo que a medida que ha pasado el tiempo lo he incorporado mucho en mí, entonces me siento fluir, como superlibre, superpoderosa en el sentido de dominar algo que me hace sentir confiada”, dice Luisa. Una sonrisa debajo del tapabocas, delatada por

sus ojos cafés ahora achinados, confirma lo genuino de sus palabras, la misma sonrisa con la que dos días antes y después de un silencio había respondido a la pregunta: —¿Para ti qué significa La Gata Cirko? —Es la vida —así, de un disparo. Luisa lleva casi la mitad de sus 43 años entregados a esta compañía, la primera de circo contemporáneo de Bogotá, que fundó en el año 2003 junto a Felipe Ortiz, su socio y codirector, quien en ese entonces era su pareja. Allí ha logrado vibrar, como ella misma dice, con lo que realmente la apasiona: el arte. *** El teatro-estudio de La Gata Cirko queda ubicado en la carrera 20 con calle 70, en Bogotá. Es una construcción de tres pisos llenos de aros, colchonetas azules y rojas, elementos de malabarismo, casilleros y, en fin, objetos amontonados por todos lados que quizá carezcan de sentido para quien no conozca de este arte. En la primera planta se dictan las clases de acrobacia, danza, aéreos, malabares, clown y teatro, y algunas veces se hacen presentaciones. El lugar es algo oscuro, con espejos y telas negras y rojas, como si siempre estuviera listo para una presentación. En las paredes de las escaleras que llegan al segundo piso hay afiches de algunas obras de teatro que ha presentado la compañía. Allí entra la luz por una ventana que da hacia la calle y justo al lado de ella, sentada en una mesa, Luisa me cuenta historias. Sus pecas y unas cuantas canas, que buscan protagonismo entre el negro azabache del capul que cubre su frente, quedan al desnudo. “Casi nunca uso aretes, se siente raro, pero estos están muy bonitos”, es lo primero que dice, mientras con su mano agarra una de las mariposas azules que cuelgan de sus orejas; esas que hace menos de cinco minutos le regaló Ana Sofía Duquino, una circense de 20 años, delgada, de pelo corto y anaranjado, que sueña con vivir de este arte. —Mira lo que te traje. —¿Para mí? ¡Qué belleza, gracias! —le respondió Luisa y selló sus palabras con un abrazo.

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“Considero a Luisa y Felipe mis papás del circo, mis maestros. Siento que acogen a las personas con mucho corazón. Siempre se han esforzado por mostrarme un buen camino y apoyarme en lo que quiero. Si me quiero quedar, me ayudan con opciones para quedarme; si me quiero ir, me ayudan también”, dice Ana Sofía. Ahora, con Lorenzo, su perro schnauzer, acostado sobre sus piernas, Luisa narra lo que fueron sus inicios en el circo. Desde pequeña fue amante de la danza, del movimiento del cuerpo, pero las aspiraciones de sus padres la impulsaron a convertirse en antropóloga de la Universidad de los Andes. —Cuando me gradué del colegio, para mis papás era importante que fuera una profesional de una buena universidad, porque en ese entonces lo que se conocía de circo, hace como 25 años, en 1996, eran los payasos que vendían almuerzos en Chapinero o el circo tradicional de carpa que iba de pueblo en pueblo o de barrio en barrio. Eso, además, nunca pasó por mi cabeza; yo nunca pensé en el circo, más bien en la danza, pero la veía como un hobby más que una profesión. En la universidad me metí al grupo de danza contemporánea y jazz. Me sentía muy a gusto, incluso mucho mejor que estudiando, porque para mí la comunicación verbal siempre era mucho más difícil que la corporal. Sentía que podía brillar más desde la danza que con las palabras.

Felipe Ortiz dirige, junto a Luisa, La Gata Cirko, la compañía que fundaron juntos en el 2003.

—¿Entonces por qué terminó la carrera? —pregunto. —Porque para mi mamá era muy importante; ella decía que todo lo que se comienza se debe terminar. Y más o menos a mitad de carrera, como en 1999, conocí al que es mi socio [Felipe]. Él hacía teatro y estudiaba diseño industrial en la misma universidad que yo. Entonces empezamos a tener encuentros de intercambio: él empezó a bailar y yo a hacer malabares. Luego conocí a otra persona con la que hacía teatro y había alguien de mi carrera que también bailaba conmigo. Así que decidimos juntarnos los cuatro y dijimos: “Bueno, vamos a ver qué pasa con estos que hacen circo, teatro, danza”. Empezamos a juntarnos en parques, a explorar y después fundamos La Gata, en 2003.

Luisa Montoya es una antropóloga de la Universidad de los Andes que ha dedicado más de la mitad de su vida al circo.

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En La Gata Cirko se dictan clases de acrobacia, danza, aéreos, malabares, clown y teatro. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Las acrobacias en el aro exigen mucha habilidad física y cuidado para no lesionarse.

Desde que la compañía abrió, no ha sido fácil sostenerla. “El programa de La Gata, por ser una escuela independiente y por no ser tan grande, es bastante costoso para quien quiera hacerlo. Son poquitos estudiantes y los costos son elevados para todas las materias que uno quisiera dar. Además, porque el circo tiene algo muy particular y es que normalmente la idea es que tú trabajes uno a uno en cada técnica. Son clases casi personalizadas o semipersonalizadas y eso dificulta que tengas un montón de clases en masa con las que puedes abaratar los costos”, explica la directora de La Gata. Mientras Luisa habla, el timbre suena una y otra vez. Estudiantes entran y salen. La bodega de La Gata Cirko parece que no tuviera espacio para la quietud. Está viva. ***

¿Qué significa para un artista circense lo que hace? Uno de los estudiantes de la clase de malabarismo se para al frente de sus nueve compañeros y de Mateo Lasso, su profesor, que lo observa. Tiene el pelo un poco más abajo de las orejas, camiseta y pantalón negro y medias verdes que irrumpen con lo monocromático de su vestimenta. Con el celular en la mano izquierda y la derecha puesta detrás de la cabeza, lee su manifiesto a los malabares: “Manifiesto que viajar me cura el alma, pero que los malabares son mi motor de vida. Manifiesto que cuando hago malabares sonrío como antes”. Hay algo nostálgico en el ambiente, quizá potenciado por la música instrumental que acompaña a cada manifiesto. A Luisa, que —sentada en posición fetal junto a su perro, Lorenzo, su eterno compañero— observa la clase, se le arquean los labios hacia arriba con frecuencia. Y Mateo aplaude cada vez que alguno de los malabaristas con un silencio indica que ha terminado de leer. El resto de los estudiantes se suman. “Con ellos siento que hay un trabajo realmente sincero y han encontrado formas de potenciar nuestras capacidades, respetando todo tipo de circo”, dice Mateo refiriéndose a los directores de La Gata, y unos hoyuelos, convertidos casi en paréntesis, se forman en las mejillas. Sonríe. Para culminar la clase, Mateo invita a sus estudiantes a hacer un círculo. Al ritmo de los beats y cada uno con sus elementos de malabares —pelotas, mazas, diábolos, aros—, empiezan a improvisar. Algunos dejan caer los objetos, pero eso parece no importar; están aprendiendo. Luisa, siempre presente, los graba. *** La barba de Felipe Ortiz no se esconde, ni siquiera detrás del tapabocas. Antes de que se lo quitara para devorarse un paquete de Supercoco y beber un tinto, ya se podía ver la longitud de esos vellos ondulados y canosos que se descuelgan de su mentón. El bigote es igual de frondoso, pero de un gris más oscuro. Su cabeza, en cambio, no tiene pelo. Es casi la imagen típica del artista circense. Solo le falta el sombreo negro y el atuendo rojo. Aunque, hay que decirlo, de típico su circo tiene muy poco.

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Luisa me lo había señalado por la ventana, en el instante en que Felipe iba entrando con su novia a la bodega. Se saludaron con amabilidad. “En realidad creo que hay un montón de afecto, mucha preocupación del uno por el otro; un interés muy grande para que el otro siempre esté bien y que cumpla sus sueños. Creo que siempre ha sido claro que La Gata es un proyecto que involucra muchas personas”, me había explicado Luisa. Ahora, sentado en esa misma mesa en la que minutos antes había hablado con su socia, Felipe cuenta cómo los casi 20 años que lleva en La Gata Cirko han hecho que este se convierta en su manera de ver la vida. —A través del circo he podido conocer a gente muy especial. Hay un montón de valores que tiene el circo que con el tiempo se van metiendo en tu forma de ser, como la búsqueda del equilibrio, la paciencia de los procesos, vivir arriesgándose, disfrutar del riesgo, de los errores y del fracaso. Es aprender a amar y a variar no solo los objetos con los que se hace circo, sino también las situaciones de la vida.

Un estudiante de la clase de malabares se para al frente de sus compañeros a hacer el ejercicio que Mateo Lasso, su profesor, le asignó.

—¿Es una metáfora de la vida? —pregunto. —Claro, es eso. Totalmente. Y en el circo tú estás jugando con tu vida todo el tiempo y estás cuidando la vida del otro, y te están cuidando. Eso se vuelve como una sensación muy clara para mí de cosas que el ser humano debería tener. En cada respuesta de Felipe hay pasión. Esa misma que lo llevó a renunciar a la carrera universitaria, en contra de la voluntad de su familia, para irse a Londres a aprender clown y a convencerse de que eso era a lo que se quería dedicar el resto de su vida. Pero eso no es lo único que sabe dentro del arte del circo. “También hago algo de acrobacia de piso con manipulación de objetos; hago malabares, cosas básicas de aéreos. Aquí uno hace de todo, finalmente. Hay una gran falencia, que la gente se queda mucho en la técnica y ya, pero si uno quiere hacer nuevo circo, debe tener herramientas de teatro, de danza, de composición, de creación”. El nuevo circo, o circo contemporáneo, es precisamente aquel que articula las artes circenses tradicionales con elementos de la danza y el teatro. Por eso Luisa también señala: “Se

Nicolás Ruiz, miembro de La Gata Cirko y presentador del show de aéreos, hace teatro, acrobacias, malabares y música. Para Luisa, él es "un artista de circo contemporáneo ideal".

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—¿Quieres saber lo que es la vida de una artista? —dice Luisa en ese momento en el que mi cámara entre disparo y disparo, como si fuera un francotirador, trata de congelar la escena en el tiempo. —¿Yo? —pregunto desorientada. —Sí, mírale la mano —responde Luisa y con su cabeza me indica que me acerque. No hay vendas, pero Luisa es recursiva y le forra la mano con cinta de enmascarar. Hay algo maternal en lo que hace. Sara resopla. Gime. Y así, sin más, queda lista para continuar la clase de aéreos. Sara tiene 25 años que no aparenta: se ve menor. Es delgada, pero musculosa. Está peinada con dos trenzas de un fucsia desteñido por el tiempo, que empiezan en la parte superior de la cabeza. Tiene piercings en las orejas, un aro en la nariz y tatuajes, tantos que ya perdió la cuenta. “Son 17 o 18”, dice. Es maestra en artes escénicas de la Universidad Javeriana.

Arriba: Sara se prepara para iniciar la rutina de aéreos con un estiramiento. Abajo: Luisa cubre la mano herida de Sara con cinta para que pueda continuar con la clase. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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empieza a ver la dramaturgia no solo en la historia, sino además en otros elementos, como la música, la luz, los vestuarios y la estética en general porque todo tiene que ir por el mismo camino para contar una idea”. De eso se trata la escuela de La Gata Cirko. *** Sara Páez, estudiante de la escuela, se suelta de las espalderas, un aparato de gimnasia compuesto por barras horizontales de madera en diferentes alturas y que está fijado a un muro de la bodega, que tiene consignado “Fly high, fly with us”. Estaba haciendo la preparación física avanzada: con un brazo estirado arriba y el otro a la altura de su cadera sostenía el peso de su cuerpo, mientras sus piernas, siempre estiradas, se elevaban y los músculos de su abdomen se contraían hasta formar una pared dura, infranqueable. Parece ya estar cansada. Se tira en una colchoneta con un quejido de dolor y le muestra a Luisa una de sus manos. Tiene una llaga. Sangra.

Sentada en el piso, comiendo una manzana con la que quizá busca recuperar algo de la energía gastada en las dos horas y media de clase, cuenta qué significa para ella estar en La Gata Cirko: —Esta es mi escuela, el lugar que me ha formado. Para mí, Lu y Pipe son grandes mentores no solo desde lo circense, sino también de lo psicoemocional. Es mi lugar de formación en todos los sentidos. —¿Y cuando estás aquí haciendo circo qué sientes? —pregunto. —Hay algo con los aéreos: que todo el tiempo la suspensión depende de ti, de tu fuerza, y siento que ir creciendo en esa sensación va generando una confianza en ti. Me digo: “Sí puedo, acabo de hacer esto, estoy suspendida, no me da miedo hacer esto, estoy a metros en el aire”. Por eso, quiero crear algo relacionado con la educación de la confianza y el crecimiento personal a través de la acrobacia, que es una forma de luchar contra tus miedos y enfrentarse al peligro, al piso. Hace ocho días se cayó cuando intentaba hacer un truco nuevo en el que con el pie izquierdo apoyado en el aro y el derecho en la soga de


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la que cuelga el objeto, extendía las piernas completamente en dirección opuesta, formando una línea vertical, mientras el peso del torso, flexionado hacia adelante dentro del aro, era sostenido por sus manos. Se pegó en el pecho. El dolor la mantuvo unos minutos en el piso, quieta, mientras se reponía, y duró dos semanas sin poder hacer fuerza pectoral. Por eso, reiteradas veces durante la clase, Luisa les recuerda a todas que, si van a probar algo nuevo en el aro, pongan una colchoneta debajo. “Ustedes no saben qué rumbo va a tomar el aro”, dice. Luisa cuida de ellas. *** —¿Siempre te ha gustado enseñar? —Antes, cuando era más chiquita, no —Luisa lanza esas seis palabras al aire con toda honestidad y con un resoplido, que quiere, pero no se alcanza a convertir en risa, indica que ahí no termina la respuesta—. Quería entrenar y sentía que no tenía mucho conocimiento para enseñar. Después empecé a hacerlo por una cuestión económica. Dije: “Necesito ingresos y lo hago”. De un buen tiempo para acá lo he disfrutado un montón, porque siento que he acumulado mucha información y me gusta el ejercicio de desmenuzarla y poder entregarla. También me gusta estar con gente joven, siento que es como una inyección de vida. Además, aunque soy hábil y todavía logro hacer muchas cosas, por la edad he empezado a perder habilidades, elasticidad o cosas nuevas que ya no es tan fácil lograr como si tuviera un cuerpo más joven. Entonces, los estudiantes se convierten en una especie de extensión de uno. —¿Te ves reflejada en ellos? —Más que eso, es hacer cosas que ya no puedo hacer y las veo realizadas a través de ellos. Es como si yo tuviera un cuerpo con superpoderes, porque hay un montón de cosas de fuerza que yo digo “qué maravilla poder hacer esto”, y lograr que un estudiante lo haga es un logro de uno también. A esas palabras de Luisa no se las lleva el viento, porque cada vez que alguna de sus cinco estudiantes en la clase de aéreos logra algo, ella se vuelve pura emoción.

Ana Sofía, Aty, Linda y Sara hacen el movimiento final de su presentación en los aros.

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Ana Sofía, Aty, Linda y Sara hacen la pose final de su presentación y el público aplaude.

Con los brazos cruzados, Luisa se para al frente de Andrea Martín, una estudiante de 35 años que, con una tela amarilla sobre sus hombros, los brazos sostenidos en la parte superior del aro y sus piernas estiradas en un split diagonal, gira como si se tratara de una bailarina de ballet aérea. Luisa vigila y dirige cada uno de sus movimientos. “Antes de enganchar, Andre, fíjate que no pises la tela. Abre los brazos. Ahí, otra vez atrás. Ahora engancha el empeine del lado izquierdo y… atrás… adelante… Saca el derecho. ¡Se ve lindo!”, le dice Luisa y luego voltea la cabeza

hacia el resto de las estudiantes para repetir: “¡Se ve muy lindo! ¿no?”. Todas asienten con la cabeza y los ojos de Luisa se vuelven línea, sus pómulos se levantan y su pecho, aunque no se ve, seguramente se infla de orgullo. Se nota que en La Gata Cirko, como dice Luisa, “se viven pequeños instantes de felicidad”. *** Un solo aro se convierte en la extensión del cuerpo de cuatro estudiantes. Con la cabeza hacia el piso, Aty Pinilla engancha la rodilla izquierda en la parte superior del objeto y la otra pierna toma la forma de la cola de un escorpión que está listo para atacar; lo mismo hace Linda Forero, pero en la parte inferior. A cada lado de ella, Ana Sofía Duquino y Sara Páez, mirando en direcciones opuestas, se cuelgan con sus manos del aro y de vez en cuando tocan el piso con la punta de sus pies, como quien quiere moverse en una patineta, para hacerlo girar. Cuando se bajan del aro, empiezan a fluir al ritmo de la música como las olas de un mar en calma: hacen movimientos ondulares con los brazos, suben, bajan, mueven la cabeza de un lado al otro, casi en cámara lenta, mientras caminan al centro del escenario a realizar la pose final y a esperar que el público, de quizá no más de 30 personas, las recompense con la que tal vez es la expresión más preciada que un artista puede recibir: un aplauso. Es el acto final del show de aéreos de la escuela de La Gata Cirko. Mientras el cuarteto y el resto de los artistas circenses del espectáculo, que se habían sumado a la venia, son ovacionados, Ana Sofía, Aty, Linda y Sara señalan a Luisa, que los graba desde el balcón de las escaleras, y le indican que baje. Parece que dijeran “esto es gracias a ella”. Luisa se para al lado de sus estudiantes y les agradece por su entrega y confianza. Pero esas palabras tienen un efecto búmeran, inmediato, cuando Linda, delante de todos, dice: “Estamos en un lugar donde los sueños se hacen realidad”. Al escucharla, Luisa junta las manos y se las lleva al pecho. Es como si con esa expresión confirmara que La Gata Cirko le llena el alma.

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Teatro para

tiempos difíciles

Fabio Rubiano y Marcela Valencia, además de ser reconocidos como actores, también se han dedicado a impulsar el teatro nacional. En 1985 fundaron el Teatro Petra, donde han trabajado incesantemente y han producido más de 20 obras y ganado numerosos premios nacionales e internacionales. Conversamos con ellos sobre su oficio, el humor y la actualidad del país Texto e ilustraciones: Katrina Melguizovski Arango katrina.melguizovski@javeriana.edu.co Marcela Valencia y Fabio Rubiano fundaron el Teatro Petra hace 26 años.

En un día ajetreado, hablamos con Fabio Rubiano y Marcela Valencia pocos minutos antes de que iniciaran su ardua jornada de ensayos. Estos actores, con décadas de formación, han pasado por todos los momentos posibles de una relación: amigos, novios, esposos y socios. Se conocieron hace 26 años, permanecieron 10 años como pareja, y hoy Marcela y Fabio son grandes amigos o, como a ella le gusta llamarlo, “cómplices”. Ambos se quieren por encima de todo, pero los une una cosa en particular: el teatro. En 1985 fundaron el Teatro Petra y tras varias décadas de trabajo ininterrumpido, lograron finalmente, en el 2018, establecer una sede propia para el teatro, en una vieja casa ubicada en la zona de Teusaquillo en Bogotá (en la carrera 15 bis con calle 39). El Teatro Petra, cuyo nombre es célebre en carteleras de encuentros y festivales de


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El Teatro Petra le ha apostado a obras distintas, muchas de ellas vinculadas a la realidad nacional y atravesadas por el humor.

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teatro internacionales, ha ganado cuatro veces el Premio Nacional de Dramaturgia, una vez el premio Bienal de Teatro 2011 y otros galardones nacionales. Además, se ha hecho acreedor de múltiples becas, premios de producción, residencias y reconocimientos internacionales. Y esto quizá se deba, en parte, al hecho de que se ha destacado por impulsar obras dramatúrgicas distintas, que ponen en escena problemáticas del contexto colombiano, como la violencia, el dolor y las más diversas facetas de la condición humana a través del humor y la configuración de universos particulares en cada una de sus puestas en escena. Entre sus obras más destacadas se encuentra La mosca (2002), una obra que habla sobre la guerra y la reconciliación; Sara dice (2010), una ficción distópica que presenta una sociedad en la cual la violencia no existe; El vientre de la ballena (2013), sobre la desaparición de niñas y mujeres, y Labio de liebre (2015), una coproducción con el Teatro Colón sobre una de las pasiones infalibles en la narración dramática, la venganza, y con la cual el Teatro Petra inauguró su sede de Teusaquillo.

Hoy hablamos un poco del humor y de los procesos de creación y de simbolización en el teatro. Como artistas, Fabio y Marcela buscan dejar una memoria: la de un país que ha enfrentado dolor, injusticias, atrocidades y las peores problemáticas sociales durante muchos años. Por eso les interesa, por medio del teatro, generar nuevos diálogos con el espectador y contar historias de manera distinta, incluso a través de la risa. Porque si ya tenemos la coraza de la tragedia, ¿por qué no reírnos también? Y aunque la pandemia trajo cambios para los formatos tradicionales del teatro, y golpeó al Teatro Petra cuando se encontraba en su mejor momento, hoy la reapertura, después de casi un año, ha llegado con salas llenas en el aforo permitido. Una buena noticia, porque en un país como el nuestro, el público también necesita del arte para entender la realidad de otra manera.

Directo Bogotá (DB): ¿Cómo inició el Teatro Petra? Fabio Rubiano (FR): Fundamos el Teatro Petra con Marcela en 1985, cuando éramos casi unos niños y estudiábamos en la Academia Superior


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de Artes de Bogotá, la cual es actualmente la Facultad de Artes de la Universidad Distrital. Decidimos juntarnos con Marcela —que es superdisciplinada, siempre lo ha sido, yo no tanto, pero ahora lo soy gracias a ella— y empezamos a montar obras con unos rigores de ensayos absurdos. Aunque parezca increíble, nuestra hora de inicio de ensayos era 5:45 de la mañana, nos veíamos en el parque y hacíamos ejercicio durante una hora y luego teníamos entrenamiento de alguna danza o de alguna disciplina anexa, y después ya comenzaba el ensayo. Yo escribía las obras y las reescribía muchas veces. Todavía lo hago. Hace cuatro años compramos esta casa con un préstamo; sin embargo, la pandemia nos golpeó justo en el momento en el que estábamos en el mejor momento: en marzo del año pasado, cuando teníamos la sala llena. Ahora estamos volviendo a empezar con el aforo y las regulaciones que nos permiten.

DB: ¿Por qué decidieron apostarle al humor en el teatro para hablar de temas coyunturales? Marcela Valencia (MV): Más que apostarle, creo, como artista, uno habla de lo que le pasa. Habrá grupos que solo quieren hacer una comedia o que quieren montar Shakespeare, lo cual está bien, porque para hacer teatro no hay una regla. Pero creo que uno tiene el deber moral de dejar memoria. Yo no soy indiferente a lo que pasa en mi país. Y si soy actriz, pues qué bueno poder plasmarlo. Creo que es por ahí. FR: Sí, lo del humor nunca fue una decisión. Y en cuanto a los temas coyunturales, tratamos problemáticas que se vienen presentando desde hace 200 años. En Historia de una oveja, por ejemplo, el tema central es el desplazamiento forzado, pero este no es un fenómeno solo de ahora, ha estado desde la Colonia: cuando los criollos les quitaban las tierras a los resguardos indígenas. Hablemos también de los años 1950, cuando los terratenientes, los líderes locales, las autoridades policiales y los militares desplazaban a la gente… Entonces no es que uno diga: “¡Uy! voy a hablar de este tema tan actual”. Es que son temas que han estado siempre en nuestra historia y que se repiten en el presente.

DB: ¿Cómo es el proceso de creación de las obras?, ¿cómo llegan a la construcción de simbolismos de temas tan complejos y reales?

Fachada del Teatro Petra ubicado en la localidad de Teusaquillo.

FR: Nosotros siempre nos preguntamos ¿qué es el desplazamiento?, ¿qué es una masacre?, ¿qué es un asesinato?, ¿qué es una infidelidad?, ¿qué es un mal de amores?, ¿quiénes están involucrados? Pero la pregunta que más nos interesa es el cómo. En el cómo siempre están los elementos mínimos, domésticos, pequeños y cotidianos que conforman el tejido delgado, la filigrana. Y a través de esos elementos cotidianos y pequeños hablamos desde la obra.

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En el momento en que el teatro se da con los lenguajes que pertenecen a la comunidad y a la población, que cotidianamente nos acompaña, se empiezan a generar unos lazos y unas empatías en el sentido dramatúrgico.

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En 1985, Marcela y Fabio fundaron el Teatro Petra, y en 2018 inauguraron su sede en la localidad de Teusaquillo. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 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DB: ¿Cómo creen que el humor ayuda a entender mejor el contexto en el que se vive?

DB: ¿Cómo han afectado la pandemia y la pospandemia al teatro?

MV: Pues es que eso sí es una cosa muy personal, porque a mí me gusta reírme, ¿me entiendes? A mí me parece que la vida es tan seria, que a veces enfrentamos cosas tan duras y tan dolorosas, que seguir llorando es difícil. No quiere decir que si uno se ríe, se anestesie o que uno no vea la realidad. Pero yo sí siento que el humor es vital para entender las cosas de otra manera. Tenemos la dureza, ¿no? Entonces por qué no mirarla desde otro punto de vista.

FR: En la pandemia pasaron cosas aterradoras. Las actividades se detuvieron y con eso los ingresos, así que tocó empezar a buscar otros formatos y posibilidades de creación. Por ejemplo, empezamos a montar algunas obras de teatro en las redes para que la gente las viera desde sus casas.

FR: Cuando uno reproduce en el teatro el lenguaje común que utilizan ciertos gobernantes o actores del conflicto para justificar una barbarie, la gente se ríe por la identificación inmediata con el contexto del que vienen esas frases. En Historia de una oveja, por ejemplo, hay un personaje que es una coach que le dice a un grupo de desplazados: “Ustedes están así porque quieren, porque querer es poder y no han hecho lo suficiente”. Entonces la gente se siente identificada con el lenguaje que utilizan ciertos emprendedores o figuras públicas en la vida real, y al ser usado en un contexto de desplazamiento, se ve aún más absurdo. Entonces no intentamos hacer un chiste, sino que estamos poniendo en vitrina lo absurdo de la realidad. Una frase cínica, idiota, frente a una situación tan poderosa.

Entonces la creatividad no paró, pero sí pararon los ingresos, la formación de los estudiantes y la gestión.Sin embargo, el teatro es presencial, es su razón de ser. En cambio la pospandemia sí ha sido impresionante. Abrimos y nos permitían 38 personas y llegaban las 38 personas. Nos cambiaron los horarios por el toque de queda, lo pusimos a las cinco de la tarde y llegaban a las cinco de la tarde. Luego nos lo cerraron los fines de semana, pusimos funciones los martes y llegaban los martes. Creo que la gente necesita del teatro. Y, bueno, en este momento vamos en un aforo del 50 %, de 60 personas, lo cual nos permite ya empezar a equilibrarnos. Además, esta sala tiene una ventaja: está en un tercer piso, con unas grandes puertas que permiten la entrada de aire desde los cerros y así una ventilación natural. MV: El teatro ha aguantado guerras y pandemias. Esta no es la primera pandemia y ahí continúa. Pero yo creo que aunque se transmita teatro de manera digital, no es esa misma comunión que se da con el público que viene a una sala de teatro. Para lo digital ya tenemos la televisión, el cine y una cantidad de cosas, por eso el teatro tiene esa magia. Ahora, yo no sé qué va a pasar con la pandemia. Uno no puede decir nada.

DB: ¿Podemos esperar más estrenos por parte de Teatro Petra estos próximos meses? MV: No. Lo dudo. El año pasado se estrenó El Cubo: historias tridimensionales, con RTVC Play, y fue un experimento maravilloso porque está hecho en el teatro, pero adecuado para un formato digital. También se estrenó Mansión Gualteros, en octubre, y Buenos y malos, en diciembre. Este año, Historia de una oveja lleva muy poco, además pronto saldremos de gira nacional, entonces creo que de estrenos ya estamos bien [risas].


La Felicidad 35

¿Quién quiere

todo regalado? Edson Velandia y Adriana Lizcano son una pareja de músicos santandereanos que con un sonido muy propio, popular e irreverente no solo se han ganado los aplausos de un público que los reconoce, sino que a través de sus letras, llenas de sagacidad y un agudo sentido del humor, cuestionan a los poderosos y al arribismo de una parte de la sociedad, hasta el punto de que algunas de sus canciones como Todo regalao, se convirtieron en parte de la banda sonora del estallido social que el país vivió recientemente. Texto: María José Castillo Revelo ma.castillo@javeriana.edu.co

Escuchar en un concierto la guitarra y la armónica, la intensidad de la voz de Edson y el suave tono de Adriana que llena todo el espacio, es oír las historias de la tierra y de los páramos, de la defensa de las causas sociales, del arraigo. A veces crudos y siempre bellos, los versos de estos dos artistas son capaces de llevarnos a ver las brujas que bendicen la tierra y los piratas que se llevan el oro en barcos. Edson y Adriana crean, con su música, una comunión casi familiar en vivo, ponen a todo el público a la expectativa y en la misma sintonía. Aun quienes no cantan ni conocen sus canciones se ven absorbidos por la emoción del sonido y de la historia. Edson Velandia es guitarrista, cantante y compositor. Su inclinación por la música se reveló cuando cumplió los 15 años y tuvo su primera oportunidad con la guitarra gracias a su papá, que trabajaba como humorista y creaba canciones de música carranga. Y esa inclinación también comenzó a fortalecerse en el colegio, donde participó en el grupo de teatro y en el cineclub, y empezó a componer la música para las obras, a la vez que hacía guiones de teatro y algunos cortometrajes. Ya en la universidad se decidió por componer y acabó inventando el género que hoy toca, el rasqa, que viene de rascabuche, la palabra que se usa para llamar al payaso de un circo que es muy perezoso. Hoy, Edson tiene 17 álbumes de estudio, seis de ellos con la banda Velandia y La Tigra, además de los sencillos que comparte con Adriana. Adriana Lizcano, en cambio, es abogada, magíster en derechos humanos y, desde 2018, lidera la Batucada Guaricha, formada Edson y Adriana en Todo regalao. Ilustración: @susrealista


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El trabajo musical de Adriana y Edson propone un sonido popular, mezclado con letras que cuestionan la realidad nacional y puestas en escena ingeniosas y divertidas. Ilustración: @susrealista

por mujeres santandereanas, que decidieron llamarse así, “guarichas”, porque en muisca quiere decir “princesa joven y mujer sabia”. De niña tuvo sus primeros encuentros con la música en la iglesia colorida y alegre de Piedecuesta (Santander), en la que aprendió sus primeras canciones; desde ese entonces, su propuesta musical ha surgido en relación con las comunidades y como una firme defensa de los derechos humanos. Edson Velandia y Adriana Lizcano son esposos y cofundadores del Festival de La Tigra, un espacio musical que comenzaron en 2017 en Piedecuesta, donde también se integran otras artes, como las escénicas, la literatura y el cine. Actualmente viven con sus dos hijos, Luciano y Naira, así como con sus gallinas, perros y gatos. Ambos nacieron en Bucaramanga, pero han vivido siempre en Piedecuesta y hoy se dedican a la música y la crianza de sus hijos. En el 2018 publicaron juntos la canción Su madre patria y durante los últimos meses han sacado más sencillos, como El infiltrao, Hace un mes que estoy en paro, Todo regalao y Se van van van, en los que cuestionan a la sociedad y al gobierno y lanzan una mirada ácida, aunque no desprovista de humor, de la situación del país y la violencia ejercida desde el poder.

Directo Bogotá (DB): ¿Cómo empezaron a hacer música juntos? Adriana Lizcano (AL): Nosotros no nos juntamos para hacer música, sino como un simple gusto de poder estar y de pasarla bien. Yo no tenía la música de profesión, como Edson, sino que hacía parte de mi vida como algo que he hecho desde niña, es parte de mi identidad. Con el tiempo, en la crianza de nuestros hijos, fuimos aconsejándonos en los distintos roles y, de repente, todo nos fue uniendo más para empezar con cosas juntos, con la necesidad de estar trabajando a través de otras formas y siempre con el arte. Lo primero de eso fue el disco Montañero, un disco infantil que sacamos en casa.

DB: ¿Cuál es su relación con Piedecuesta y los encuentros culturales que allí tienen lugar? Edson Velandia (EV): Siempre hemos tenido un interés cultural en la movida del pueblo, porque nos criamos en esas actividades espontáneas de crear festivales, tertulias y grupos de teatro, siempre como trabajos voluntarios, nunca como escuelas académicas con inscripción. Es una tradición en la que hemos crecido y por eso es muy orgánico, participan todos, uno se puede proponer hacer algo porque tiene todos esos colectivos dispuestos a participar. Hemos continuado con la vocación por mantener y crear espacios culturales.

DB: En varias de sus canciones está muy presente el sentido del humor de una manera muy característica, por ejemplo en la canción Todo regalao. ¿Cuál es la importancia que tiene para ustedes el sentido del humor al hacer música? AL: El humor es fundamental para poder dar nuestro mensaje, es algo que le llega a todo el mundo, y usándolo se logra el objetivo de las canciones, que es que se escuche ese mensaje. Cuando hay sátira se puede convertir una política terrible y compleja en un meme y el mensaje llega más fácil, tiene un efecto más contundente. EV: Yo siempre he sentido que el humor es una cosa muy natural en nosotros, tanto en la región como en mi familia. Es una especie de lenguaje muy propio, me parece mucho más contundente que a partir de la risa se dé o se

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La Felicidad

exprese una idea, porque siento que eso motiva la inteligencia del oyente, lo exige un poco y es mucho más eficaz el mensaje. DB: ¿Cómo se aprende a usar el humor? EV: Lo primero es la risa, uno se puede reír a pesar de las situaciones difíciles, y lograr reírse es una forma de sanarse. Incluso científicamente se ha logrado comprobar que la risa activa y excita un montón de músculos y partes del cuerpo de una manera positiva. La risa es una forma de encontrar el humor, de provocarlo y de sentirlo. Técnicamente no sabría cómo se hace, pero creo que es suficiente con intentarlo, con buscarlo y procurarlo. Esa es la mejor manera para mí.

DB: En sus videos usan muchos disfraces que recuerdan lo carnavalesco, ¿cuál es la idea de usarlos? EV: Tiene que ver mucho con mi cercanía con el teatro. Yo empecé con el teatro desde pelao y siempre he estado muy cercano a los vestuarios y al circo, al payaso, al arte del payaso, de los títeres. Son como mis herramientas y elementos a la mano, lo que puedo usar, y me muevo mejor con eso que sin eso. AL: Tiene que ver con las imágenes llamativas, y nosotros hemos podido experimentar esos efectos. He aprendido en la cantidad de talleres

de composición en los que he estado con Edson, que una imagen dice más que la teoría. Cuando yo muestro en el video de Todo regalao que hay una mujer que peina a la reina, otra que está sosteniendo una sombrilla y un hombre subiéndose a un avión presidencial, muestro algo que todo el mundo puede percibir.

DB: ¿Creen que el humor ayuda a contar o denunciar situaciones en específico, como lo que sucedió con el reciente paro nacional? EV: Sí claro, es una buena manera, es una manera cotidiana, coloquial y fresca, no enarbolada ni elegantizada o formalizada. Es muy directa y muy relacionada con los lenguajes de todo el mundo, no es difícil de entender. AL: Con este tipo de canciones se trata de jugar a la regla de vamos a voltear lo que el gobierno deforma constantemente, ellos son expertos en que si uno les dice que son unos asesinos, ellos dicen “los asesinos son ustedes”. Con Todo regalao había un tema que era necesario tocarlo y era el de “los pobres lo quieren todo regalado”. Nuestro objetivo con la canción era el de dignificar y reivindicar el papel de las personas que marchan, de quienes protestan.

DB: ¿A quiénes están dirigidas estas canciones? EV: Yo las escribo para la gente que me escucha a mí, ese nicho que sé que tengo y a

Edson Velandia con la cabeza de burro , que también aparece en el video de la canción Todo regalao. Foto: Alejandra Quintero Sinisterra. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Edson tocando su guitarra en un concierto en Bogotá. Foto: María José Castillo ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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quienes yo sé que va a llegar esto, un público que he ido creando con varios años de trabajo. Nunca pienso en hablarle a la gente que tiene otros gustos musicales, que escucha otra música; no me afana llegarle a todo el mundo porque eso no es posible. AL: No nos interesa que nos escuche el victimario o el presidente. Esa gente no va a escuchar, eso no importa. Necesitamos que escuchen la comunidad y la vecina, y que ellos escuchen quiénes son realmente los que quieren todo regalado.

DB: Durante el paro nacional en este año, la palabra resistencia fue algo que resonó mucho, ¿ustedes consideran su música como una forma de resistencia? EV: No, no lo veo necesariamente de esa manera. El arte es una ceremonia social en la que se juntan los pueblos, los grupos, las comunidades para celebrar, para conmemorar, para llorar, para lo que se necesita expresar y hacer catarsis de cosas. En ese sentido, los músicos acompañamos todas esas ceremonias contemporáneas y estamos ahí para eso y la que resiste es la sociedad. El arte no es otra cosa que una expresión de lo que se está viviendo y de lo que está sintiendo la gente, siempre ha sido eso y así es, pero también es un trabajo, una labor, una artesanía de sustento de una familia.

AL: Creo esto viene de un gusto. Yo sí creo que es resistencia, porque se habla de cosas que nadie quiere escuchar, porque no está en las emisoras públicas, porque esos mensajes no les gustan a los que mantienen el statu quo y puede generar miedo, inseguridad: eso es resistir. Se puede considerar que es resistencia porque se resiste a entrar en las lógicas que siempre han prevalecido en este país, en el continente o en el mundo entero.

DB: ¿Cómo podemos entender este humor sin que se pierda la seriedad del asunto? EV: Entender que no se trata de humor vulgar, machista, homofóbico, xenofóbico, etc. Ese es el mal llamado humor, porque finalmente no es humor todo ese tipo de chistes que se basan en la burla del otro y de la diferencia. Creo que ese es el humor fácil, que en vez de motivar la inteligencia del oyente hace todo lo contrario, lo enajena más y no lo invita a repensar la realidad, sino todo lo contrario, se encarga de eternizar esas enfermedades sociales que tenemos todavía.

DB: ¿Cómo dan vida a las canciones?, ¿qué lugares, historias y personas son la inspiración para componer música? AL: Lo que me mueve está muy marcado por mi contexto, en este caso las historias de las comunidades que resisten en el territorio y el


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poder imaginar lugares distintos. No solamente es la música como diversión o como una cosa de acordes impresionantes, sino pensado de tal forma que las comunidades, los niños y las niñas, escuchen historias que no se escuchan en la escuela ni en la universidad. EV: A mí me motiva mucho la sagacidad de ciertos personajes, la habilidad con la que actúan. Mis canciones hablan de ladrones de andén, carteristas, músicos marginales, payasos, narcos mediocres… Me interesan esos personajes que parece que son anónimos y su inteligencia se parece a la de un payaso, a un personaje de barrio anónimo, que nacen de las cosas sencillas, cotidianas.

juntos. Me ha pasado que me preguntan que por qué cantamos eso o que dicen que ya es momento de hablar de otra cosa, pero yo creo que aquí no se puede pasar la hoja hasta el día en el que todo el mundo esté feliz con la vida: levantándose, desayunando, almorzando, comiendo, estudiando. Ese día quizás deje de cantar, pero mientras tanto no. No se puede hablar del arcoíris si todavía no sale. EV: Creo que censura sí hay en los medios convencionales, en los espacios culturales más formales en los que no me invitan a participar. Y creo que eso tiene que ver con las temáticas con las que trabajo.

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Su Madre Patria. Ilustración: @susrealista

DB: ¿Cómo ha sido la experimentación con instrumentos para hacer música con un sello tan propio? EV: Más que instrumentos, a mí me interesa trabajar con las personas; me parece más interesante el encuentro con otros músicos compatibles con la música que estoy haciendo, independientemente de qué toquen, pues lo que traen siempre es muy diverso. Me interesa más lo que aportan ellos humanamente que lo instrumental. Aunque, por supuesto, los instrumentos tienen una riqueza en los colores de la música, pero esa riqueza no sería la misma si no fuera por la personalidad que cada uno trae.

DB: ¿Cómo podemos los colombianos resistir a las dinámicas sociales que en nombre del desarrollo se llevan todo por delante? AL: Hay formas muy sutiles de hacerlo y muy poderosas. Por ejemplo, hay que cuestionar dónde compro, qué consumo, qué miro, qué escucho. La idea es lograr hacer más cosas, más poesías, más canciones, más dibujos, que logren expandir y contagiar a esas otras personas de esa misma sensibilidad y respeto por la dignidad de los otros, hay que seguirlo haciendo para llevarlo a los demás. El arte es una respuesta.

DB: ¿Alguna vez han tenido que enfrentarse a la censura? AL: Yo no he sentido censura como tal, porque yo no tengo una plataforma como la que tiene Velandia, más allá de las cosas que tenemos

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Adriana y Edson tocando en Bogotá. Foto: María José Castillo

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DB: ¿Se han sentido criticados o amenazados por lo que hacen?

gustos, y el mío es cantarles a las comunidades, esa es para mí la gran alegría.

EV: Al contrario, creo que las personas que no piensan como yo, que están del otro lado —que son un montón, obviamente—, han encontrado incluso gracia en las canciones. El humor tiene esa facultad mágica que despierta tu inteligencia y te la provoca. La gente de cualquier bando, de una u otra manera, lo encuentra interesante, gracioso, inofensivo. Es una opinión, no es que yo lo sepa.

EV: El 22 de agosto toqué en el Circo de los Hermanos Daza, en Marinilla (Antioquia), en un festival cultural que se llama Y la luna se llena de cuentos. Fue en una carpa de circo y fue muy hermoso, porque la idea de que la rasqa haga parte del circo, me gustó mucho. Yo nunca había hecho un concierto en un circo. La gente estaba muy feliz y el lugar muy lleno, fue una vaina especial. Y, en general, Bogotá y Medellín también han sido espacios gratos para tocar.

AL: Nosotros tratamos de no darle mucha entrada a eso, porque no queremos darle mucha fuerza. Entendemos que en este lugar se han naturalizado las amenazas y el ser perseguido, hasta el punto en que se vuelve paisaje. En nuestro caso no son amenazas directas, pero se hacen comentarios que lo ponen a uno en una situación tensa de pensar y preguntarse.

DB: ¿Tienen alguna preferencia a la hora de elegir lugares para tocar su música? AL: A mí me gusta tocarles a las comunidades campesinas, me gusta tocar en los barrios, me siento como un pez en el agua allí. A los escenarios les tengo un poquito de terror y me lo cuestiono todos los días, pero es una cosa de

DB: ¿Qué visión tiene de la política y del país en este momento? EV: Siento que hay una oportunidad de hacer ciertas transformaciones desde los poderes ejecutivos, pero no me fijo tanto en eso. Yo pienso que las cosas tienen que surgir culturalmente. Creo que las formas del arte han ido fortaleciéndose, y en lo que se está produciendo hay una expresión de un pensamiento nuevo y eso me parece muy valioso. Políticamente no soy muy conocedor de esos balances, así que no me atrevería a esperanzarme ni a frustrarme con esos temas.


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FucksNews:

La realidad a través de la comedia FucksNews es un canal de YouTube que parodia el formato de un noticiero tradicional y que se ha convertido en un referente para quienes quieren informarse y opinar por medio del humor. Camilo Pardo, reconocido comediante, es el encargado de este cómico formato, y junto a Camilo Sánchez, también humorista, expresan su punto de vista frente a temas de importancia política y social. Texto: Julián Felipe Alejo Carreño al-julian @javeriana.edu.co Camilo Pardo en una presentación en Nueva York. Foto: Stewie Vill. (@StewieVill)

Camilo Pardo es una de las revelaciones de la comedia colombiana, no solo por el talento evidente en sus presentaciones, sino porque es uno de los pilares de dos propuestas innovadoras que comparte con Camilo Sánchez: la primera es Con ánimo de ofender, un canal de YouTube que nació en el 2018, en el que ellos dos, junto a otros comediantes, conversan de distintos temas en los que dan rienda suelta a la espontaneidad y al humor sin filtro ni censura, y el segundo es FucksNews, una parodia de un noticiero tradicional, que critica y se burla de los hechos políticos y noticiosos de Colombia. En ambos proyectos el éxito ha sido innegable, pero con el más reciente, FucksNews, el impacto fue inmediato, pues comenzaron a abordar temas de latente actualidad y el canal pronto alcanzó los 200.000 suscriptores y más de doce millones de visitas en YouTube.

FucksNews adoptó la forma más clásica de un noticiero y lo convirtió en un recurso innovador para informar y opinar por medio de la comedia. Por esto es posible ver a Camilo Pardo soltar varias carcajadas y decir más de una grosería mientras viste traje de paño y posa erguido tras una mesa y en un estudio de televisión. El noticiero alcanzó uno de sus puntos más altos durante el paro nacional del 2021, donde ambos salieron a cubrir las protestas e, incluso, estuvieron presentes en los enfrentamientos de los manifestantes y el Esmad. Hicieron entrevistas a distintas personas, a los integrantes de la primera línea y hasta a personajes que se convirtieron en símbolos de las marchas, como el Capitán Colombia; todo ello con un lenguaje coloquial,


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desarrollarlo, si debería hacerlo solo o con un compañero. Al final tomé la decisión de iniciar el proyecto de forma oficial y me di a la tarea de encontrar un compañero de trabajo. Pensé en un amigo actor que conocía hace mucho tiempo, pero las cosas no fluyeron. No nos conectamos. Yo quería decir todo lo que se me ocurriera y sacarlo al aire, no importaba el tipo de humor. Lo que se me viniera a la cabeza iba a salir, sin censura y sin tapujos, pero él no se consideró la persona indicada. Después pensé en Camilo Sánchez, con quien ya compartía otros proyectos, como el de Con ánimo de ofender. Le dije que necesitaba dos horas de su tiempo y yo me encargaba del resto. Con él empezamos a hablar y llegamos a la decisión de que lo mejor era hacerlo todo improvisado.

Los videos de FucksNews llegan a su público a través de YouTube. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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mientras vestían con gorras rojas y portaban micrófonos con el logo del noticiero. Pero Camilo Pardo también es mago y se dedica al teatro. Es egresado de la Escuela de Artes Mágicas de Bogotá, tiene estudios en Chile y es experto en cartomagia, la rama cuyo elemento principal es la baraja. Y actualmente se mantiene en procesos de formación constante en circo, clown e improvisaciones.

Directo Bogotá (DB): ¿Cómo nace la idea de FucksNews? Camilo Pardo (CP): Me inspiré especialmente en un programa estadounidense llamado Last Week Tonight with John Oliver, también comediante, que se presentaba en HBO. Él hacía un guion de unos veinte minutos y la gente se reía en vivo y en directo. Luego, con la pandemia, lo empezó a hacer virtual y solo. Se volvió mi inspiración y quise hacerlo, pero a lo colombiano. En Colombia hay noticieros que rozan la comedia, como el de La Pulla y el de Daniel Samper, pero ninguno hecho por un comediante. Así que en medio de la pandemia empecé a planearlo y a pensar en ideas.

DB: El nombre FucksNews tiene una evidente semejanza al del noticiero de Fox, ¿se propusieron parodiar a este canal de noticias? CP: Sí tiene una coincidencia, pero no es el objetivo específico del nombre. La cosa fue que Sánchez y yo empezamos a echarles cabeza a los posibles nombres. Comenzó una lluvia de ideas con juegos de palabras, como cambiarles los nombres a los noticieros. Por ejemplo, si tomábamos el nombre de Canal Uno, lo llamaríamos Canal Dos; otra posibilidad era hacer algo con el nombre “Camilo”. Luego, salió la idea de las fake news, que tanto se escuchan y se temen hoy en día. Ese fue el punto de inflexión en el cual ambos llegamos finalmente a la conclusión de que el mejor nombre para el noticiero era: FucksNews.

DB: Los informes sobre el Paro Nacional han tenido mucha audiencia, ¿informar sobre las protestas ha implicado un cambio en el canal?

DB: ¿Cómo tomó la decisión de iniciar el proyecto?

CP: Antes del paro la gente nos veía y decían que nosotros éramos chistosos, pero que éramos comediantes sin sentido. Pero gracias al paro, se nos dio una voz mucho más seria, en la que ya no solo nos conocían por decir chistes, sino que enseñábamos una realidad que muy pocas personas muestran a través de la comedia. Entonces eso nos dio un perfil más alto y serio.

CP: Pasado un tiempo, estuve divagando entre pensamientos e ideas. Me preguntaba en qué formato debería hacerlo y cómo podría

DB: No deja de ser llamativo que dos comediantes se hayan dedicado a informar sobre este tema. ¿Por qué decidieron grabar las protestas?


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CP: La idea de involucrarnos directamente en el paro y no ser agentes externos se le ocurrió a Camilo Sánchez. Un día él propuso que deberíamos ir a mostrar cosas del paro; yo enseguida dije que era una tremenda idea y acepté. Mandé a hacer unas chaquetas, unas cachuchas y más cositas para parecer verdaderos reporteros. Empezamos a ir por ahí entrevistando gente, no importaba si era un celador o un marchante, queríamos encontrar perfiles diferentes y hacerles preguntas sobre el paro. Como lo dije antes, es difícil enseñar la realidad que está sufriendo el país, pero involucrarnos directamente fue genial, aunque es un tema complicado de tratar.

DB: ¿Qué experiencias les dejaron las manifestaciones? CP: Durante las grabaciones de los especiales del paro aquí en Bogotá y en Popayán sucedieron muchas cosas que no alcanzan a salir en los videos. Empezaron a caer gases lacrimógenos cerca de nosotros y, cuando eso pasa, uno sale corriendo. Sobre todo en Popayán, fue muy denso y muchas cosas no quedaron grabadas porque corríamos como locos. Quedó mucho material que no salió a la luz y quedaron muchas experiencias que terminaron siendo grandes anécdotas. Tuvimos una muy particular en Popayán, porque el Esmad entró a matar con una tanqueta: tumbaba gente y los atropellaba frente a nosotros. Fue muy duro ver cómo les hacían eso a las personas que estaban protestando.

DB: ¿Cómo lidian con los haters? CP: Cuando la gente se dio cuenta de que era algo serio, empezaron a aumentar los comentarios negativos. Nos preguntaban que qué nos creíamos, nos decían que éramos unos payasos y unos mamertos. Decían que nos burlábamos de las tragedias ajenas y bla, bla, bla. Nuestro canal está lleno de denuncias y por eso hay mucha gente que se le dificulta encontrarlo, además ya no estamos monetizando desde hace unos tres meses. Siempre que se sube un video llegan denuncias a YouTube. Eso a veces nos tiene en la cuerda floja, pero seguiremos y afrontaremos lo que sea. Afortunadamente, tenemos muchos más comentarios positivos de gente que quiere y admira nuestro trabajo.

DB: Ahora que son más reconocidos, ¿cambió la relación con sus seguidores durante las grabaciones del paro? CP: Cuando empezamos a grabar el programa del paro no había casi gente y de la nada comenzaron a llegar muchísimas personas a rodearnos, a hablar y a interrumpir. Literalmente nos tocó quedarnos quietos en un solo punto y encerrados entre una multitud de personas reunidas ahí para salir en cámara. Claro que había unos que interrumpían y hacían maromas para molestar la toma, pero otros solo reían y nos acompañaban.

DB: Cuando están grabando en la calle y situaciones como estas se presentan, ¿cómo reaccionan frente a ellas? CP: Por lo general, respondemos de buena manera. Hay mucha gente que espera a que terminemos la toma y luego sí se acerca a nosotros de manera respetuosa. Claro que no falta el que se mete a la toma y la daña. De hecho, en la experiencia del paro, en la que tuvimos que quedarnos en un mismo punto, decidimos que teníamos que grabar porque estábamos perdiendo el tiempo. Así que le dijimos a Óscar, quien estaba grabando en ese momento, que reanudáramos y grabáramos de corrido, independientemente de lo que estuviéramos haciendo. Salió un clip como de cuatro horas sin interrupciones, y nos dimos cuenta de que la gente respetaba un poco más con la cámara encendida y ese fue nuestro refugio para poder continuar con el programa. Cuando paramos de grabar, estuvimos como una hora y media hablando con las personas y tomándonos fotos con ellos.

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En 2021, Camilo Pardo y Camilo Sánchez salieron a cubrir el Paro Nacional.

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Las comediantes

sin filtros

Texto: María Alejandra Juliao maria.juliaoc@javeriana.edu.co

En el mundo de la comedia las mujeres tienen cada vez más espacio. Sus formas de acercarse al humor, los retos que han tenido que enfrentar y lo peculiar de su manera de hacer reír al público las hacen únicas. Ellas se han hecho escuchar por exponerse tal como son, por decir lo que piensan y sienten sin tapujos en el escenario, su lugar de catarsis. La capacidad de pararse bajo un reflector para ser ellas mismas, sin hacer caso a las expectativas sociales respecto a la feminidad, la vergüenza o los filtros es lo que caracteriza a las mujeres que hacen comedia. En un escenario, en un bar o en televisión, el factor común es el mismo: no hay máscaras, porque para ellas la comedia no da risa si no se hace desde la verdad. Se trata de exponerse, de abrirse a contar lo que piensan, lo que han vivido y también lo que las ha hecho sufrir; todo sin reserva, mientras hacen reír al público.

Pamela Ospina en Probando probando, un espacio para comediantes de Latinoamérica. Foto: Mauricio Gaviria.

Desde hace algunos años se escuchan varios nombres de mujeres que triunfan en la comedia alrededor del mundo, como Sarah Silverman, Ali Wong, Sofía Niño de Rivera, Amy Schumer, Tina Fey y Verónica Lorca. En Colombia el fenómeno no es diferente, monólogos como los de Pamela Ospina,


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María Fernanda Cárdenas, Stefanny Zuluaga Najar, Valentina Taguado y Silvia Castañeda son cada vez más populares y continúan por el camino que alguna vez abrieron otras mujeres en el país.

Precursoras de la comedia en Colombia Los programas de humor en Colombia han estado ocupados por hombres; sin embargo, algunas mujeres comediantes se volvieron icónicas por sus personajes transgresores. Un ejemplo de ellas fue Rosa Helena Jiménez, más conocida como la Nena Jiménez, quien empezó a hacer programas de humor en la radio en la década de 1960 y se hizo famosa por sus chistes verdes, comentarios picantes y groserías. Aunque para entonces no era bien recibido que una mujer hablara de esa forma y mucho menos de temas relacionados con el sexo, la Nena Jiménez no se cohibió. Eso significó una nueva puerta en la comedia para las mujeres que querían expresarse libremente, hablar de intimidad sin tapujos y hacer bromas subidas de tono sin la necesidad de ser políticamente correctas. En programas tradicionales de radio y televisión —como La escuelita de doña Rita, Yo y tú, Sábados felices, Voz populi y La luciérnaga, entre otros—, las mujeres marcaron su entrada al humor con la interpretación de personajes graciosos. Son los casos de actrices y humo-

ristas como Alicia del Carpio, Astrid Junguito, Jacqueline Henríquez, Patricia Silva, la Gorda Fabiola, Alexandra Montoya y María Auxilio Vélez. Aunque algunas de ellas empezaron como extras, bailarinas o haciendo personajes que coincidían con estereotipos de clase social y de género, también varias incursionaron en la imitación de personajes públicos y han encontrado otros espacios para diversificar su humor. Sin embargo, fue con el tiempo y las influencias norteamericanas como surgió un fenómeno que comenzó a ser tendencia y a llenar teatros: el stand-up comedy, una forma de entretenimiento en la que se presenta un monólogo cómico mientras se interactúa directamente con el público, y que se popularizó en Estados Unidos desde la segunda mitad del siglo XX. En Colombia la llegada de este tipo de comedia tuvo un gran impacto. Quizás uno de los primeros y más conocidos referentes de esa nueva forma de hacer humor fue Andrés López, quien en el 2004 sacó La pelota de letras. En ese monólogo López hablaba de las costumbres colombianas, de la familia clase media y su niñez y adolescencia en el barrio donde creció. Luego, en 2010, surgió un programa de televisión de RCN llamado Los comediantes de la noche, en el cual varios humoristas, hasta entonces desconocidos, alternaban en el escenario haciendo sus stand-ups con público en vivo y, gracias a este formato, se dieron a

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Foto: Oliver Ehmig.

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Valentina Taguado habla en sus shows sobre las relaciones, sobre lo romántico, lo sexual y lo tóxico. Foto: Charles Melo.

conocer nombres como Alejandro Riaño, Diego Camargo, Iván Marín, Ricardo Quevedo, Freddy Beltrán, Liss Pereira y Gonzalo Valderrama.

Mujeres en el stand-up Los retos, la inconformidad, la confianza y un humor libre de corrección, pero con mucha honestidad, han sido las claves para la entrada de mujeres al stand-up. Algunas llegaron a este género humorístico porque amigos y colegas las impulsaron. Este fue el caso de Pamela Ospina, quien cedió ante la insistencia de Gonzalo Valderrama para entrar en Los comediantes de la noche después de que el “standupero” vio potencial en los comentarios de Pamela en Twitter. Fue en el 2012 la primera vez que se presentó en un escenario para hacer reír al país por televisión nacional, aunque para ese entonces la canadiense —criada en Nueva York por padres paisas y radicada en Medellín hace más de una década— ya tenía como hobby la cuentería.

Si bien por ese entonces seguía alternando las risas con su trabajo como profesora de radio y de inglés en universidades de Antioquia, no fue hasta su aparición en el canal Comedy Central, en 2014, cuando Pamela enfocó por completo su vida hacia la comedia. Desde entonces ha llenado auditorios con su desparpajo, su forma de sacarle chiste a lo que sucede a diario y hasta a sus neuras. Algo parecido les sucedió a las creadoras de contenido en redes sociales Valentina Taguado y Stefanny Najar —más conocida como Unicornia Najar o Effy Najar en Instagram—, que también llegaron a la comedia por conocidos que les hicieron caer en cuenta de que tenían “la chispa”. Las bogotanas, que se caracterizan por hablar con groserías y abordar temas sexuales sin pudor, decidieron empezar en el stand-up hace aproximadamente un año, cuando sus amigos comediantes les propusieron intentarlo, y lo hicieron con tal éxito, que personas importantes en el medio las empezaron a contactar para talleres y proyectos. Por el contrario, para Silvia Castañeda, que cumple cinco años en el mundo del humor, y María Fernanda Cárdenas, más conocida como Mafe Cárdenas, con siete años de trayectoria en la comedia, la motivación fue salir de la inconformidad. Ambas buscaban desempeñarse en el arte escénico, y el stand-up les permitió hacerlo de manera divertida. A Silvia no la hacían feliz sus títulos —es ingeniera civil y artista plástica—, pues quería hacer reír a la gente, como cuando estaba en el grupo de teatro del colegio. Hoy en día, cuando está en el escenario se burla de todo: de su exnovio, de su mamá, de sus inseguridades físicas y hasta de las cosas asquerosas que hace gran parte de la gente, pero de las que solo ella habla. Mafe, por su lado, enfatiza en las ironías de la vida, le cuenta al público sus sueños y los compara con la realidad que vive en su oficina como publicista. Narra con gracia el tedio que siente por las celebraciones de cumpleaños, por los típicos cubículos adornados con las mismas bombas y hasta cuenta sobre sus visitas a talento humano y su forma de manejar el estrés. Así, en espacios masivos como la televisión o en otros más privados, como los bares Boom

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Stand Up Bar y Smoking Molly, las redes sociales, los teatros y talleres, las voces de todas estas mujeres llaman la atención por su originalidad. Y así como ellas han impactado en el mundo de la comedia, el oficio también ha cambiado sus vidas. Por eso, para Silvia y Valentina el día se divide en elaborar tablas dinámicas en Excel, por un lado, y en el humor, por el otro.

más crudo. “Cuando ya me consideran chistosa por burlarme de mi exnovio, cuando ya me han dado esa primera oportunidad, entro a decir asquerosidades como que sufro de rinitis y pego los mocos debajo del pupitre de la universidad. ¡Y qué! En cambio, un man sí puede decir barrabasadas de primerazo y todo el mundo se ríe”, dice Silvia en tono de crítica, pues todo radica en la diferencia del primer chance.

Del mismo modo, para Mafe sería un sueño entregarse a la comedia de tiempo completo, aunque admite encontrar cierto encanto en crear campañas publicitarias y ser seria de día para desahogarse exaltadamente en la noche.

Lo cierto es que estas formas de percibir a las mujeres en las tarimas tienen raíz en concepciones sociales y todavía existen formas de comportamiento que se atribuyen a hombres y que parecieran no ser válidas para mujeres. “Socialmente está mal visto que nosotras bromeemos de ciertas cosas. El ser chistoso generalmente es un rol asignado a los hombres, las mujeres deben ser más recatadas, reservadas y cuidadosas con lo que dicen. Los hombres nunca han tenido que vivir con la cantidad de filtros que nos ponen a las mujeres”,

Los prejuicios no son un chiste “El stand-up comedy no se trata solo de decir chistes de pie, sino de pararse firme frente a situaciones, de decir lo que uno tiene atragantado en el alma”, dice Mafe Cárdenas. El significado del oficio va más allá de la creatividad y la gracia, se trata de un camino en el que la meta es lograr ser ellas mismas en el espectáculo. Así también lo asegura Pamela Ospina, mientras añade que en su cabeza nunca ha estado la preocupación por verse “puestecita” o por quedar bien con el público, pues para ella es indispensable arriesgarse a compartir lo que realmente piensa.

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Stefanny Najar cuenta con un amplio público en redes sociales. Su cuenta en Instagram, unicornia_najar, suma casi 90.000 seguidores. Foto: cortesía de Stefanny Najar.

Si bien las mujeres han encontrado escenarios para sus stand-ups, los estigmas aún existen: se dice que no son graciosas y se les cuestiona por hablar de manera desparpajada de sexo, maternidad, masturbación y relaciones, pero, como concluye Pamela, “construir la voz propia corresponde a todas esas luchas que uno va teniendo que enfrentar. Hay miles de arandelas que tenemos que atravesar, y lo único que lo blinda a uno de que eso sea un sufrimiento mayor es que, al final, lo que se está defendiendo es ser una misma; y se da esa batalla desde el arte, pero también como ser humano”. Las comediantes enfrentan desafíos como ganarse el respeto del público, que muchas veces considera que ellas no pueden ser tan graciosas como sus pares hombres. Sin embargo, con su trabajo van derribando esas barreras y, muchas veces, cuando ya entran en confianza con el auditorio, tienden a arriesgarse con contenido

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por su apariencia: “En este país todavía falta mucho para que a una la respeten como mujer distinta”, asegura mientras recuerda que varias veces la obligaron a alisar su cabello crespo y a no usar tenis en cierto programa, porque consideraban que no estaba suficientemente arreglada. Ella rechazó estas situaciones, pues para Pamela lo esencial es ser ella misma por dentro y por fuera. El equilibrio o la igualdad de género en los espectáculos también ha sido otro estigma. La denominada “cuota femenina” ha sido argumento de algunos para desacreditar el talento y el trabajo de algunas mujeres comediantes. “Yo no sé si esto me ha beneficiado o me ha perjudicado, pero me parece horrible, porque no gana el comediante por ser el mejor, sino por su condición. Ya no sé si me invitan a un festival porque soy buena o porque necesitan cumplir con la obligación de la cuota femenina”, confiesa Silvia, planteando un debate que se traslada a muchos otros campos profesionales.

Lo divertido es lo verdadero

Silvia Castañeda empezó en talleres para standup hace cinco años, ahora viajará a España para estudiar teatro. Foto: @mafecomediante. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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advierte Stefanny, quien se caracteriza por ser irreverente y hablar sin tapujos de sus experiencias, de sus relaciones y de su sexualidad. “Anteriormente se consideraba que las chicas no debían hablar duro porque alzar la voz es vulgar. Una niña buena no expresa todo lo que siente, porque eso no es elegante, no está bien visto. A un hombre se le ve bien ser incorrecto, pero a una mujer no. Es la manera en que nos habían criado, entonces todo depende de cómo nos paramos nosotras para decir: ‘¡No más! Yo quiero decir esto y lo voy a hacer de esta forma’”, asevera María Fernanda, quien en sus espectáculos también habla de no encajar en los prototipos sociales, del sexo después de ser mamá y de otras situaciones que ocurren en los ambientes laborales. Por otro lado, Pamela Ospina se refiere a los inconvenientes a los que se ha enfrentado

La mayoría de los comediantes recurren a temas comunes; sin embargo, las formas de abordarlos cambian el juego. Las mujeres no tienen una forma particular de acercarse al humor por el hecho de ser mujeres, sino por sus puntos de vista individuales. Las experiencias de vida marcan la manera como se perciben los acontecimientos, y aunque el género atraviesa varias situaciones, no es lo único que cuenta. La cultura, las oportunidades, las vivencias y el entorno de una persona hacen que se configuren ciertas perspectivas frente a la vida. El éxito tanto de mujeres como de hombres está en hablar desde un enfoque único y real. A pesar de que todas consideran que el humor puede tener rasgos de cotidianidad, imprudencia e, incluso, de cierta procacidad, cada una maneja determinados ejes para sus standsups. La comedia de Pamela radica en la observación, en su forma de entender las cosas para luego transmitir sus posturas al público. Su contenido más viral es aquel en el que se refiere al sexo, y eso se debe a que, según la comediante, las mujeres necesitan esa voz refrescante que hable sin tabú de reconocer el cuerpo propio y que lleve a entender, por ejem-


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plo, que la masturbación no es vergonzosa. Y precisamente este último tema es una de sus banderas y es evidente en su cuenta de Instagram, donde acumula varios videos mostrando distintos juguetes sexuales para mujeres. Las rutinas de Mafe hablan de sus experiencias personales, sobre todo de las que se desarrollan en la oficina y tienen que ver con frustraciones laborales. En una de sus rutinas más conocidas Mafe dice: “Facebook sale con la vaina de ‘Tú nos importas —como tus recuerdos de Facebook—, por eso te sugerimos una publicación donde estabas feliz en la playa con el culito parado”. Enseguida hace una pausa y ella misma responde: “Gracias, Facebook, por recordarme que se me está aplanando el culo de estar ocho horas frente a un computador, viendo morir mis sueños”. Además de la cotidianidad en el trabajo, Mafe también cuenta sus experiencias desde su perspectiva como mujer. “Al principio yo decía que quería tratar temas generales con los que la gente se identificara. Sin embargo, yo soy mujer y es un punto de partida muy importante”, admite. Sus monólogos giran en torno a lo que significa para ella ser esposa y mamá sin encajar en las expectativas que tiene la sociedad sobre esos roles. Se refiere, por ejemplo, a la forma en que su esposo la veía recién tuvieron a su hijo, “porque pues las mamás no tienen sexo, ¿o su mamá tiene sexo? ¿Cierto que no? Las mamás no hacen eso”, dice irónicamente haciendo reír a todos los que la escuchan.

participado en Con ánimo de ofender y ha sido anfitriona de varios eventos de comedia. En Ay benditas, un espectáculo en el que comparte tarima con Mafe y Silvia, Valentina cuenta cómo ha sido no tener sexo desde el inicio de la pandemia y cómo su experiencia más cercana y excitante ha sido con el hisopo de la prueba del covid-19. El stand-up de Stefanny se caracteriza por su forma de contar historias de su infancia y de su vida, pero también suele tener datos curiosos que saca de investigaciones para sorprender a su público. “Me gusta dar datos científicos y usar analogías. Que las personas salgan con datos innecesarios”, menciona ella. Tanto Valentina como Unicornia Najar —como también se le conoce a Stefanny en redes— tienen un amplio número de seguidores en Instagram (182.000 y 83.500 respectivamente, al momento de escribir este artículo), con quienes también interactúan, lo que se ha convertido en algo que les ha jugado a favor para conseguir un público amplio en sus relativamente nuevas carreras humorísticas. Un ejemplo de esta interacción son los Martes de Consejos, de Unicornia Najar. En esta dinámica sus seguidores le cuentan algunos de sus

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Mafe Cárdenas es la organizadora del show Ay benditas, un espacio conducido por mujeres comediantes. Foto: Charles Melo.

“Hablo de mis inseguridades, y de esa manera, a través de la comedia, voy superando muchas cosas”, dice Silvia, quien también ha creado la serie Tindates, en YouTube, en la que graba con cámara escondida sus citas con diferentes hombres mientras hace cosas que los asustan, como instarlos a oler sus zapatos, gritar en los restaurantes o tomar nota de todo lo que dice la otra persona, como si estuviera en una entrevista de trabajo. Por otro lado, Valentina Taguado se refiere a la forma en la que expresa su contenido. “Yo soy muy descolocada y grotesca, no soy políticamente correcta. Siempre he hablado de relaciones: de lo romántico, lo sexual y lo tóxico, pero soy superordinaria”. Valentina también ha

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Mafe Cárdenas, Silvia Castañeda y Valentina Taguado para Ay benditas. Foto: Charles Melo. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• 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problemas y ella responde dando su punto de vista o burlándose de la situación. “Yo siento que a pesar de que no les estoy dando una solución real, al final, resultan riéndose de su propia situación, y eso puede quitar la carga o el estrés, aliviana el alma”, dice Stefanny. Por ejemplo, uno de sus seguidores le escribe de manera anónima: “Tuve sexo anal y después de eso no nos hablamos más”, a lo que ella responde entre risas: “Bebé, dime la verdad… ¿Sientes que la cagaste?”. Un factor común es que la comedia les ha permitido explorarse a sí mismas y se ha convertido en un momento de catarsis. “En la comedia encontré una voz importante y una manera de expresarme. Entonces me sirve para el propósito artístico y el de terapia, no me gusta pagar psicoanálisis”, apunta Mafe. Reírse de las desgracias propias y ajenas es una forma de sobrellevar situaciones complicadas. A pesar de que no buscan una respuesta tangible a sus problemas, los exponen con nombre propio y se terminan riendo. “Es un tema que lo envuelve a uno emocionalmente. Hay que manejarlo o perder la cabeza, cualquiera de esas dos opciones es chistosa”, agrega Silvia entre risas. Aunque cada vez es más común ver a mujeres en noches de micrófono abierto con otros comediantes o en sus propios proyectos, también la creación de espacios solo de mujeres se ha convertido en una tendencia. Mafe Cárdenas es una de las humoristas que han impulsado

este tipo de colaboraciones. “Cuando estamos entre nosotras hablamos de cosas distintas. La energía femenina que se da en esos momentos es muy divertida”, asegura. En funciones como Ay benditas, María Fernanda invitó a Silvia y a Valentina para hablar de sus experiencias y hacer reír al público desde un ambiente que ella considera que es distinto y especial. A pesar de que existe la cuestión de si esos espacios refuerzan divisiones de género en el oficio, lo cierto es que ha sido una oportunidad para nuevos talentos. Otro ejemplo de estos espacios es Al banquillo, de Smoking Molly, un lugar en el barrio La Macarena donde suele haber noches de rock, blues, jazz y comedia. En este espectáculo varias mujeres comparten el escenario y al final de sus rutinas interactúan con el público hablando sobre sus experiencias en el humor. Como los anteriores, también está la Noche de chicas en Sibateando —en Sibaté, Cundinamarca—, un espacio presentado por el comediante Emir Quintero, donde la comedia está a cargo de mujeres. Para ellas, todas las mujeres tienen voces necesarias. Lo que las hace únicas es la exposición de sus miradas, opiniones y lamentos de manera hilarante y sin vergüenza. Ellas no tienen máscaras y, una vez se encienden los micrófonos, se despojan de encasillamientos y expectativas, con el objetivo de hacer reír mientras reafirman sus identidades, superan obstáculos, se desahogan y se divierten.


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Xtian:

el humor también es gráfico Cristian Sánchez, más conocido como Xtian, es uno de los caricaturistas de opinión más jóvenes e importantes del país. Se ha dedicado a cuestionar a la clase política por medio de los dibujos que publica en Publimetro y que comparte en Twitter, donde es muy activo. Además, ha hecho reflexiones sobre la depresión y las relaciones sentimentales en su comic Anfabio, que se publica los fines de semana y los festivos en El Espectador. Texto: Juan Carlos Senior Jácome jsenior@javeriana.edu.co Caricaturas: Xtian

Las caricaturas de Xtian son directas y tienen un contenido político claro. A través de ellas, critica al que “dé papaya” y se burla de quienes ocupan el poder. Desde pequeño sus dibujos se convirtieron en una forma de narrar los hechos y, además, de cuestionarlos, hasta el punto de que mientras estudiaba en el Colegio Berchmans de la Compañía de Jesús, en Cali, empezó a caricaturizar todo lo que ocurría a su alrededor. Cristian es caleño, tiene 32 años y es uno de los caricaturistas de opinión más reconocidos en redes sociales, donde se mantiene activo mientras comparte las caricaturas que, además, publica en el periódico Publimetro, mientras que en El Espectador se ha enfocado en su comic Anfabio, en el que cuenta la historia de una rana con depresión y con poca suerte para las relaciones, que reflexiona sobre la vida, el amor y la melancolía. Estudió la carrera de artes visuales en la Universidad Javeriana de Bogotá y tiene una maestría en comunicación política y nuevos periodismos. Ha plasmado su trabajo en algunos libros, incluyendo el que realizó para su trabajo de grado, así como en su primer libro de caricatura, ¿Y yo cómo voy ahí? (2013), en el que reunió varios de sus dibujos y, además, publicó otros inéditos sobre algunos de los casos de corrupción más sonados en el país. Actualmente tiene cerca de 74.000 seguidores en Twitter, donde cada día publica una caricatura y mantiene álgidas discusiones políticas, convencido de que a través del humor es posible criticar al opresor y defender al oprimido. Lo que antes plasmaba en sus cuadernos llenos de dibujos y de caricaturas de sus profesores, ahora lo ocupan sus redes sociales y las páginas de los periódicos, con una crítica política sincera y con representaciones graciosas y exageradas de los personajes de la clase política en el país.

Directo Bogotá (DB): ¿A qué edad empezó a dibujar? Cristian Sánchez (CS): Digamos que he dibujado toda mi vida. No recuerdo un momento en el que no esté dibujando, pero


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En 2013, Xtian publicó su primer libro de caricaturas, ¿Y yo cómo voy ahí? ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

a los 14 años sí empecé a hacer caricatura política. Y me acuerdo de que esas caricaturas fueron rotando de salón en salón en mi colegio, hasta que luego colocaron un panel donde yo me encargaba de caricaturizar lo que ocurría en el colegio, en Cali y en Colombia. En el 2010 o quizá en el 2011 publiqué en Directo Bogotá y en Foro Javeriano, entre otros medios universitarios, incluyendo la Javeriana de Cali y varias más.

DB: ¿Por qué la caricatura política? CS: Yo no sé, es muy extraño, porque además mi familia no está interesada en la política y no pertenece a un núcleo intelectual. Yo no pertenezco a esas familias que leen el editorial del periódico al desayuno, yo fui criado a punta de Caracol y RCN. De hecho, en mi familia todos nos diferenciamos mucho en cómo vemos la situación del país, entonces por ese lado no fue. En el colegio, a pesar de incentivarnos el pensamiento crítico, tampoco siento que haya habido un especial interés, entonces no tengo ni idea. Sé que siempre hubo un amor por el dibujo. Ha sido una catarsis, ha sido mi espacio, un

lugar para soñar, crear y volar. Ha sido algo muy propio, algo que me identifica. Puede ser también porque viví mi adolescencia en las décadas de 1990 y 2000, un momento muy álgido políticamente hablando, un momento en el que se hablaba de violencia y de guerrilla. Yo sentí que quería opinar sobre eso y admiraba mucho a los caricaturistas de los periódicos de ese tiempo. También he estado muy conectado con el mundo del humor, siento que siempre he sido medio payaso, entonces uní todo y después se volvió algo profesional.

DB: ¿Lo han criticado por sus caricaturas? CS: Los insultos también hacen parte de este mundo de las caricaturas, ya que están conectadas con las pasiones y con las creencias políticas. En este país se piensa que uno solo puede pensar desde un espectro político y aunque yo digo sin ningún problema y de frente que me siento más a fin con las ideas de izquierda que con las de derecha, eso no quiere decir que comparta todas las ideas de izquierda y que no entienda la política desde el pesimismo absoluto, donde las personas con poder están al servicio de las élites, sin importar su ideología. Mi tarea es criticar al político que “da papaya” y eso es lo que intento hacer.

DB: Pero exponer sus opiniones en un país como este, debe ponerlo en situaciones difíciles… CS: En Colombia, se entiende la política como una hinchada; es decir, gente que tiene a su respectivo político como su salvador. Hay muchas pasiones que se mueven ahí. Sin embargo, el humor funciona cuando uno se desconecta afectivamente de algo, porque si no, no hay humor y se pierde el chiste. Yo recibo puteadas, señalamientos, me preguntan que si me paga el Estado, Uribe, Petro, Maduro… Mejor dicho, que a mí me paga todo el mundo… y lo peor es que no me pagan lo suficiente.

DB: ¿De dónde sale el nombre de Xtian? CS: Mi mamá es filósofa, y los filósofos están muy conectados con el alfabeto griego y generalmente abrevian las palabras con una X, que significa Cris. Ella también usaba esta letra para escribir nombres; por ejemplo, Cristóbal,

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quedaba como Xtóbal. En cuarto de primaria, para marcarme los colores de mi cartuchera, ella escribió la X y le añadió tian. A mí me gustó como se veía y decidí firmar así desde entonces. Nunca pensé que se fuera a pronunciar la X, ya que la forma correcta de hacerlo sería Cristian. La gente lo empezó a pronunciar como se ve y me gustó cómo sonaba y así fue como se quedó Xtian.

DB: ¿Hay algún límite en el humor al momento de crear una caricatura? CS: Tengo mis límites públicos, que son diferentes a mis límites privados en el humor. Teniendo en cuenta que publico en un medio masivo, que les llega a diferentes personas, con diferentes contextos y experiencias, mi límite se convierte en respetar la lucha de los desfavorecidos. Mi trabajo apunta a criticar, mofarme, ridiculizar y señalar al opresor, mas no al oprimido. Todo lo que sean luchas sociales, movimientos sociales, minorías y todo este tipo de cosas son mi límite. Mi mensaje es caerle al tirano, esa es mi función como caricaturista. Para burlarnos de nosotros mismos o de los oprimidos existe otro tipo de humor y otros espacios. Yo creo que uno se puede burlar de todo en esta vida.

DB: ¿Alguna crítica le ha parecido curiosa? CS: Hace poco me pasó algo divertido en Twitter. Alguien criticó una opinión mía y la complementó con una caricatura hecha por mí. Me pareció hermoso que me estuvieran atacando con mi propio trabajo. Me pareció muy chévere y muy divertido. Estoy seguro de que el tipo no sabía que yo había hecho esa caricatura.

DB: ¿Hacia dónde va Xtian? CS: Estoy llegando a un punto en el que siento que la caricatura ya no puede trascender más. También es posible que en los próximos años experimente con nuevos lenguajes. Yo, obviamente, seguiré en el mundo del humor, pero me gustaría publicar más libros y quizá alejarme un poco de la política y meterme más en el humor costumbrista. Estoy en un proceso de recoger frutos por un lado y al mismo tiempo poder reinventarme, la palabra favorita de la pandemia. En El Espectador hago un cómic muy sencillo (Anfabio), pero respeto mucho el oficio del cómic y no considero que ese sea propiamente mi lenguaje. No me imagino haciendo un cómic como tal, no tengo el interés.

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Xtian hace caricaturas de opinión para Publimetro, mientras que en El Espectador publica su cómic Anfabio ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

DB: ¿Alguna vez lo han censurado? CS: En Colombia existe una forma de censura muy particular: la autocensura. La que uno se impone dependiendo de en cuál medio publica. Hasta ahora ningún medio ha cuestionado mis caricaturas, siento que al menos estos dos medios para los que trabajo han respetado bastante el género de la opinión. En algún momento Instagram me bajó una caricatura que para mí fue desafortunada, que quedó muy mal resuelta por parte mía; sin embargo, me sorprendió bastante que la plataforma lo hiciera. Me quedó la duda si fue por lo mal resuelta, por la falta de empatía o por el mensaje que estaba detrás. Tenía que ver con el Ejército y las violaciones, era una caricatura mal hecha. Las imágenes dependen mucho de la interpretación de cada persona que las ve y esta envió el mensaje que yo no quería y terminó afectando a gente que yo no quería afectar.

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Un bonsái eterno Texto y fotos: Paola Catalina Morales paola-moralesb@javeriana.edu.co

Cultivar bonsáis es un oficio en el que se mezclan la paciencia, el arte y la ciencia. Es un oficio milenario en el que la voluntad humana termina plegándose irrevocablemente al mandato de la naturaleza, para producir árboles pequeños que son, en sí mismos, un testimonio del tiempo y de los ciclos de vida y muerte. No era la primera vez que nacía. Ya antes había nacido en varias ocasiones, tantas como se es posible en una misma vida. Pero cada vez fue distinta. Primero nació en forma de semilla, luego en forma de árbol y luego en forma de bonsái. Ahora, entre poda y poda, entre modificación y modificación, seguro nacerá unas cuantas veces más. Nicolás Lara, uno de los directores de Bonsái-Ya, es el encargado de cuidar este bonsái que sobrepasa el siglo de vida y que tiene un tronco inmenso para ser un árbol enano —de unos 24 centímetros de diámetro—, el más grande del vivero. Un bonsái que en su familia fue primero de su abuela, luego de su mamá y ahora de él. Calcular el valor de este ejemplar no es fácil: tres generaciones en una misma familia le han dado, entre otras cosas, un valor emocional infinito. Aunque uno similar podría costar cerca de 160 millones de pesos. Entre mitos, tradiciones milenarias y el deseo por conservar las huellas que deja el tiempo, una de las ramas de un árbol miniatura se seca y fallece para darle paso


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a otra, que recién nace, a su costado. Entonces la vida y la muerte cohabitan en una misma maceta, presagio de la resistencia de un árbol que cuando le cortan las raíces o se le secan algunas ramas, en lugar de morir, parece regenerarse una y mil veces. El arte del bonsái nació en China hace unos dos mil años. Consiste en cultivar árboles en vasijas o macetas controlando su crecimiento para que permanezcan de un tamaño muy inferior al natural, aunque conservando varias de sus cualidades. Ello se hace mediante la poda de raíces y ramas, y técnicas como el alambrado y el pinzado para diseñar su forma retorcida y apariencia envejecida. Posteriormente, hace cerca de 800 años, fue llevado a Japón, donde el budismo zen lo vio como un objeto de meditación o contemplación. Fue allí donde evolucionó y se desarrollaron reglas y principios que aún hoy se conservan. Entre estos está, primero, que el tronco de un bonsái debe ser más ancho en la base que en la parte superior; segundo, que sus ramas deben estar situadas de forma alternante, siendo más gruesas las más cercanas al suelo y, tercero, que en general el conjunto de ramas y hojas deben tener un perfil triangular.

Bien sea de forma explícita o implícita, en el arte del bonsái existe una fascinación por tener cierto control sobre la naturaleza. Para quienes lo practican resulta supremamente satisfactorio observar que los árboles responden positivamente a las modificaciones: “Normalmente lo que tú utilizas en un bonsái es mucha técnica, entonces estás haciendo cortes de raíz, cortes de ramas, alambrando. Es supremamente gratificante ver que el árbol responde a todo lo que tú le haces de técnica”, cuenta Nicolás. La flor florece, el fruto brota, las ramas germinan. Por supuesto, no es un proceso rápido, pero sí muy cambiante. En su carácter de arte evolutivo, siempre hay algo para hacerle a un bonsái y difícilmente sus artistas se sentirán conformes con el primer diseño: “Eso también es lo que hace que se vuelva adictivo”, concluye Nicolás.

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El arte de cultivar bonsáis nació en China hace cerca de dos mil años ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

En Colombia, la historia de su popularidad es más reciente. Aunque ya tenía presencia en el país, con el fenómeno del narcotráfico el bonsái, como otras muchas cosas que se vincularon a la idea de lujo, tomó impulso y rápidamente evolucionó en ciudades como Cali. Cuenta Nicolás que Claudia Pardo, su mamá y también directora de Bonsái-Ya, conoció de primera mano, mientras pertenecía a la Asociación Colombiana del Bonsái, cómo eran los narcotraficantes caleños que tenían las mejores colecciones de bonsáis por esos años. Tanto así que la esposa de uno de los hermanos Rodríguez Orejuela —fundadores del Cartel de Cali— hacía parte de la Asociación Vallecaucana del Bonsái. Esa situación produjo un interés repentino y terminó impulsando la importación en masa de materas, herramientas y revistas, aunque con el tiempo ese interés declinó y solo permanecieron aquellos a los que siempre les ha gustado este arte y tienen un interés genuino en él.

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Dependiendo de la cultura o creencias de una persona, los árboles bonsái son vistos como símbolos de armonía, equilibrio, eternidad o fortuna. “El bonsái dura más que nosotros si lo sabemos cuidar”, dice Nicolás. Y en ello coincide su madre, Claudia, una mujer de 54 años, que lleva desde sus 18 años dedicada al arte de las plantas, inicialmente diseñando jardines, y quien llegó a la conclusión de que lo único que perdura en ese mundo es el bonsái, y por ello tomó la decisión de que este arte constituiría el resto de su vida. Y ese atributo de sobreponerse al tiempo, de permanecer es tal, que no solo en Colombia, sino en el mundo se han empezado a reemplazar las flores por bonsáis cuando una persona cercana fallece, porque estos perduran. Es la fascinación por un árbol que florece y reflorece. Vive en medio de los que mueren. Continúa y se renueva. *** Bonsái-Ya nació en Bogotá, en febrero de 1985, como una empresa familiar creada por los padres de Nicolás. Inicialmente empezó con diseños de jardines y poco a poco se fue transformando y especializando en los bonsáis. Empezaron investigando, tomando cursos internacionales y aprendiendo de la experiencia. Así se han ido 36 años. La vida de Nicolás ha estado marcada por un constante contacto con las plantas. Su infancia transcurrió entre cultivos, juegos con arbolitos y mucha pasión. Y aunque es profesional en gobierno y asuntos públicos, desde hace seis años pertenece al equipo de diseño de la empresa y, adicionalmente, es quien se encarga de los talleres a personas que deseen aprender de bonsáis y de poner a competir a los árboles en concursos internacionales. En la parte posterior del colorido vivero, ubicado en la carrera 57B bis # 128A-40, se encuentran los árboles más viejos y trabajados. Pertenecen a la colección personal de Nicolás y, naturalmente, no están a la venta. El gremio de quienes se dedican a este arte a veces no es tan amigable como el mensaje de armonía que la cultura oriental transmite a través de este árbol. En muchos de los diseñadores de bonsáis hay una actitud recelosa por

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contar aquellos secretos y técnicas que los han llevado al éxito en este arduo mundo. Como en cualquier arte, es un medio atestado de egos. Se trata de modificar la naturaleza y ser el mejor en eso. —¿Cómo se llega a ser el mejor? —pregunto. —Trabajando fuertemente. El bonsái, aunque uno crea que es muy bonito, a nivel profesional es una desgracia. Parece un reinado de belleza. Todos quieren llegar a la cima —responde Nicolás—. Para ser el mejor hay que estar todo el tiempo criticándote. El primer enemigo eres tú, el primero que te tiene que dar palo eres tú. No conformarte. El sacrificio no es fácil. Y así también abundan las críticas y las comparaciones odiosas. Parece que a jardineros y dueños de viveros se les va la vida en una interminable disputa de segundas opiniones que los clientes, envenenados de incredulidad, se han encargado de estimular. Todos creen saber más: “Suelen decir: ‘Es que el jardinero dijo’, ‘Pero es que fui a tal vivero y el señor se ve mucho mayor’. Normalmente cuando yo me paro sobre un escenario y ven a una persona de 27 años van a decir: ‘Usted apenas está empezando’ —asegura Nicolás—. Pero yo llevo jugando con esto desde que tenía cinco años. Algo tuve que aprender”. Este es un oficio de dedicación y paciencia, pero también de entender que, al final, nadie podrá superar a la naturaleza, siempre rebelde e insurrecta. Hay límites: “Tú en bonsáis siempre estás experimentando. Si jugamos a dominar la naturaleza, terminamos estrellándonos, porque la naturaleza nos domina a nosotros. Trato de dominarla, pero en lo que le gusta: un buen sustrato, una buena poda”, dice Nicolás. Si se hacen modificaciones en un árbol muy pequeño, con un sistema radicular débil, las probabilidades de que muera son altas. Así mismo, las podas deben ser progresivas, ya que son heridas que, naturalmente, deben tener un tiempo justo para sanar. Por lo demás, el mundo de las plantas parece inabarcable. Rebosa de misterios, de científicos y de curiosos que se han dado a la tarea de entender las formas en que las plantas perciben, sienten o, acaso, escuchan. Sus dueños, entusiastas, les hablan con la ilu-

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sión de que embellezcan. En efecto, cultivar bonsáis va mucho más allá de la técnica. Es una relación entre el humano y la planta, pero para Nicolás, a un bonsái no se le habla, se le escucha, porque él no solo percibe, también se expresa, habla, grita: “Tenemos ese ego tan grande que creemos que si le hablamos al bonsái lo hacemos crecer. No. Lo que yo hago no es hablarles, es escucharlos, porque cada uno me va contando una historia distinta, qué le gusta y qué no le gusta. Obviamente me he estrellado contra la pared porque no los entiendo y se mueren”, dice Nicolás, como regañando, y agrega: “Pero eso también me ha enseñado qué es la ley de vida: unos nacen y otros mueren”. *** Normalmente un bonsái puede costar entre 75.000 y 6 millones de pesos. Aunque también hay bonsáis que pueden superar por mucho esas cifras.

Cuando los bonsáis fueron dados a conocer por primera vez en China, hace casi dos milenios, eran considerados un símbolo de estatus entre la élite. Hoy, a pesar de ser más asequibles y producidos en masa por establecimientos de cadena y algunas floristerías, continúan siendo un objeto de lujo que se valoriza con el pasar de los años. Los clientes que frecuentan Bonsái-Ya son personas, en su mayoría, con un poder adquisitivo alto. En el rango de precios se encuentra que los bonsáis más baratos van desde 75.000 pesos hasta los más costosos, que están de alrededor de 6 millones de pesos: “Un problema que yo tengo es que en Home Center te venden un árbol ya grande en 60.000 pesos, pero ni siquiera es bonsái. No le han hecho un tratamiento, no lo han pensado con un diseño. No tiene un valor agregado. Te estás llevando un árbol sembrado en una matera, pero no quiere decir que eso sea un bonsái”, explica Nicolás, con cierta molestia. Por eso no puede tratarse como una planta cualquiera, porque el proceso de cultivo de un bonsái es dispendioso: empieza con la siembra de una semilla de árbol común y corriente en una maceta, pues no existe tal cosa como una semilla de bonsái; luego se espera aproximadamente cuatro años a que el ejemplar progrese, tenga buen follaje y su sistema radicular —el conjunto de sus raíces— esté fuerte. Se trata de simplemente hacer vivir al árbol.

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Su grosor dependerá del tamaño de la matera y de su edad. A partir del quinto año, o cuando acabe esta etapa, se le empieza a dar forma. Ahora bien, cuando se trata de una especie de árbol muy grande, se deja hasta 25 años en el proceso de crecimiento y apenas unas cuantas podas sutiles antes de, realmente, darle forma con el alambrado. De allí que existan bonsáis tan costosos, pues es un trabajo que puede tomar décadas. Un maestro japones del bonsái, como John Yoshio Naka, reconocido por haber introducido este arte a occidente en la década de 1950, tardó más de 55 años en dar por terminado un bonsái. Se requiere paciencia y tantas vidas como sean posibles. Una de las frases más conocidas del mismo Naka da cuenta de ello: “Lo que me gusta del bonsái es que tiene un comienzo, pero no un final. Una yema hoy es una rama mañana, es como la búsqueda del final del arcoíris. No hay límites en el bonsái". Pero entre tanta belleza, las pequeñas tragedias también son frecuentes. Tratar de salvar un bonsái es uno de los retos más estresantes para quienes le entregan su vida a este oficio. Una de las políticas de Bonsái-Ya es no quedarse con un bonsái para rehabilitar cuya procedencia sea desconocida. Mucho menos si el ejemplar está al borde de la muerte y, en un acto de fe, el cliente espera que Nicolás haga milagros. “Creo que es la parte más estresante del bonsái, porque diseñar y crear es muy bonito, pero estar cuidando el árbol de otra persona, que se te muera y que luego venga la persona a decirte ‘Es que usted me lo mató’, para mí es un dolor. Es prácticamente tener un muerto encima”.

Bonsái-Ya nació en 1985, en Bogotá, como una empresa familiar creada por los padres de Nicolás Lara.

El arte del bonsái reúne la estética, la técnica y la destreza en lo imprevisible de la naturaleza. El regalo por embellecer la vida es la eternidad de un árbol que puede vivir cientos de años. Hoy, el bonsái más viejo del mundo, está en Crespi, Italia, y se cree que tiene más de mil años. “Es también una lección de humildad, de que no somos nosotros los únicos que podemos dominar. La naturaleza nos enseña que no somos nadie en este mundo”, concluye Claudia con su voz tranquila.

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Héroes de cuatro patas La fundación Alma de Héroes se dedica desde el 2020 a llevar felicidad a niños con trastornos neurológicos y enfermedades graves mediante terapias con perros rescatados. Una iniciativa que propone un feliz intercambio: deja huella en la vida de los niños y ayuda a animales que no tenían hogar. Texto: Nicolle Valentina Vargas Polo vargasp-nicolle@javeriana.edu.co Fotos: cortesía de la Fundación Alma de Héroes

Mateo tiene seis años. Sus ojos pasan del desasosiego a la vivacidad al reconocer el sonido de las uñas del perro, que rozan el suelo y que se acerca a él. Acostado en la colchoneta, inclina la cabeza y busca con determinación. Se trata de Guardián, un criollo de pelaje corto y color miel. Al verlo, Mateo sonríe y hace caso omiso a las dolencias que lo aquejan para intentar estirar su mano derecha y tocar su lomo. Mateo tiene epilepsia focal y hemiparesia en su lado derecho, una condición neurológica que afecta los músculos y dificulta el movimiento en un lado del cuerpo. Por esto, pese a la dificultad, intenta acariciar al peludo que lo visita. Según la fundación europea Afinnity, una institución que investiga y promueve los beneficios de los animales de compañía, hay múltiples ventajas que se pueden obtener al pasar tiempo con un perro y entre ellas se cuentan el alivio del estrés, el aumento de la autoestima, mejoras del estado emocional, aumento en la concentración y reducción de la ansiedad, del ritmo cardiaco y de la presión arterial. Por su parte, el psicólogo Boris Levinson, pionero en el uso de perros como ayudantes en terapias psicológicas, defendió, con base en lo que expuso en el Manual de terapia asistida (2009), que los animales de compañía pueden servir como un medio para desarrollar actividades con niños que tienen trastornos emocionales e incluso funcionan como “una herramienta propicia para el desarrollo saludable de los niños”. Precisamente, las investigaciones de Levinson, llevadas a cabo desde 1953, hicieron parte de los cimientos que fundaron lo que hoy se conoce como terapias asistidas por animales (TAA), las cuales, según la Universidad Autónoma de Nuevo León, en México, son intervenciones asistidas con perros que buscan mejorar el funcionamiento cognitivo, emocional, social y físico de los pacientes. Esto configura el principio de la Fundación Alma de Héroes, una organización sin ánimo de lucro que realiza TAA en niños y jóvenes con condiciones especiales, como síndrome


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de Down, epilepsia, parálisis cerebral, autismo y enfermedades terminales. Esta fundación nació en Bogotá, en el 2020, de la mano de Carolina García, quien también es la directora de la Fundación Alma Perruna, una organización que desde hace seis años se dedica a rescates, rehabilitación, jornadas de desparasitación y esterilización de perros callejeros en toda Colombia. García halló la manera de conectar los propósitos de ambas instituciones y beneficiar a muchos con dicha unión, pues se dispuso a ayudar no solo a niños con condiciones de salud difíciles, sino también a los perros que hoy realizan las terapias y que sufrieron de maltrato, no tenían hogar o fueron abandonados. La Fundación Alma de Héroes, que se rige bajo el lema “transformamos vidas de corazón”, tiene como característica principal que todos los perros que realizan las TAA son rescatados de las calles por la fundación aliada Alma Perruna. Laura Benítez, quien lidera las terapias asistidas, asegura que actualmente son seis los perros que prestan sus servicios a la fundación y todos se encuentran adoptados. Así las cosas, los nuevos dueños de los peludos los prestan a la organización para que sean entrenados y puedan ejercer la labor sin renunciar a la oportunidad de tener una familia en condiciones normales.

rruna, una emotiva muestra del agradecimiento y amor que estos seres tienen hacia quienes les dan una oportunidad. Por esto, dentro de los objetivos de la fundación se encuentra demostrar que, más allá de la raza del perro, lo verdaderamente importante al momento de seleccionar a un canino para asistir en las intervenciones es su carácter y su personalidad. Es primordial que las terapias sean asistidas por perros que posean un temperamento tranquilo y seguro. La Fundación Purina destaca en su página web que este tipo de canes deben ser positivos y sociables en todos los entornos, deben demostrar estabilidad emocional y no ser, de ninguna manera, nerviosos o ansiosos. Una vez los perros son seleccionados, inician la etapa de entrenamiento por medio de la técnica del “refuerzo positivo” en las instalaciones de la fundación. En esta fase se les enseña lo básico: dar la mano, sentarse y obedecer, entre otras habilidades que los preparan para prestar posteriormente terapias y acompañamiento. Durante el proceso participan tanto las educadoras en terapia asistida, como los veterinarios.

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Niña acariciando a Cubio, un perro de tres patas, que le ayuda en su terapia.

*** En la siguiente sesión, Mateo, quien ahora se encuentra sentado en una silla amarilla, mantiene una sonrisa en el rostro y acerca su mano hacia Wayuu, un perro de color negro, con destellos dorados en su pelaje, que se ubica con toda la tranquilidad frente a él. Wayuu es un criollo de tamaño mediano, con hocico delgado y orejas caídas. Fue rescatado y ha demostrado habilidades excepcionales como asistente en terapias con niños. Según Laura Benítez, el caso de Wayuu es uno de los más llamativos y conmovedores que conoce. Fue encontrado en pésimas condiciones en Santa Marta, Magdalena, y en la actualidad se encuentra finalizando sus entrenamientos para ser asistente en las intervenciones. Este caso representa, tanto para la Fundación Alma de Héroes como para la Fundación Alma Pe-

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La Felicidad

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Una tarde de terapia con pintura junto a Guardián.

El servicio que ofrecen estos perros es gratuito y, según Laura Benítez, a él pueden acceder niños y jóvenes entre 0 y 18 años de edad, que residan en Cundinamarca y pertenezcan a los estratos 1 y 2. Sin embargo, aquellas familias en condiciones de costear las terapias asistidas por animales, también pueden recibir el servicio y con ese dinero recaudado se apadrina a un niño que no tiene las posibilidades de pagarlo. La manera de contactarse con ellos es a través de sus redes sociales (en Instagram y Facebook como @fundacionalmadeheroes), allí se encuentran con facilidad sus números telefónicos y el correo electrónico. Ahora bien, el proceso con la fundación dura aproximadamente dos meses, y durante este tiempo el paciente recibe una terapia semanal que se intercala entre sesiones asistidas con

perros y sesiones tradicionales (fonoaudiología, ocupacional y fisioterapia). La organización afirma que es indispensable que el paciente cuente con el apoyo y compromiso de los padres en el hogar para obtener los resultados deseados. Una vez finalizadas las terapias, se espera que la familia continúe, desde casa, estimulando a sus hijos con el objetivo de no perder los avances alcanzados. No obstante, Laura sostiene que una vez que el niño o la niña hace parte de la fundación, siempre van a estar pendientes de su progreso y sus necesidades. De modo que, con base en las circunstancias y posibilidades de los familiares, la fundación se da a la tarea de buscar colaboraciones con otras organizaciones y empresas para ofrecerle al paciente nuevas herramientas que garanticen su tranquilidad y felicidad. Aquí la premisa es clara: la felicidad se ofrece de manera mutua. En este sentido, los pacientes que reciben la terapia asistida con perros finalizan las sesiones sintiéndose más tranquilos y positivos. Tal es el caso de Mateo, que a sus seis años y pese a la epilepsia focal y a la hipersensibilidad que sufre, son pocas las veces en las que no se le ve sonreír. Según su mamá, Laura González, desde la primera sesión notó cambios en su hijo: “Mateo tiene hipersensibilidad a las texturas y ver que después de iniciar las terapias tenía la intención de acariciar al perrito y darle comida sin importar que la lengua del animalito lo iba a tocar, para mí fue un gran avance. Ahora ha mejorado mucho esa condición, además que tiene un mejor control cefálico, porque empezó a levantar la cabecita para buscar al perro”. De igual forma, Laura asegura que, después de que finalizaban las sesiones de terapia asistida, su hijo se encontraba más tranquilo. Tales efectos se explican en un estudio realizado por Purina y la Clínica Mayo, en Estados Unidos, en el que se concluyó que veinte minutos de terapia asistida con perros ayuda a que el ritmo cardiaco disminuya y a que los niveles de oxitocina, una hormona que produce tranquilidad y una sensación de bienestar, se vean aumentados significativamente. Asimismo, según la Fundación Afinnity, de España, los perros ayudan a incrementar las endorfinas,

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La Felicidad

un neurotransmisor vinculado con la felicidad y, además, reducen el cortisol en la sangre, que se relaciona con el estrés. *** Los canes involucrados en las terapias, además de haber sido rescatados de las calles y acogidos por una familia permanente, cuando prestan sus servicios cuentan con un tiempo para jugar, comer y hacer sus necesidades. Por ello, para la fundación es imprescindible no saturarlos, de manera que no se les obliga a realizar intervenciones si están indispuestos. Por esta razón, durante las terapias y al finalizarlas, los perros se encuentran calmados y no muestran signos de estrés. Ante esta reacción por parte de los animales, la investigación realizada por la Clínica Mayo y Purina, que fue publicada en agosto del 2020 en la revista médica Mayo Clinic Proceedings, concluyó que, después de practicar exámenes con biomarcadores fisiológicos a los perros que realizan intervenciones asistidas, “no se encontró alteración alguna en la mayoría de los parámetros; sin embargo, para aquellos parámetros que sí cambiaron, se manifestó un estado emocional y fisiológico más positivo y una frecuencia cardiaca significativamente más baja”. Esto indica que los perros no se ven afectados por la labor y, por el contrario, pueden llegar a encontrar diversión en ella.

donde, actualmente, se está llevando a cabo el 90 % de las intervenciones asistidas. El proyecto de TAA de Alma de Héroes ha logrado mantenerse a flote gracias a los apadrinamientos que han recibido algunos de sus niños y proyectos, así como por las donaciones que recibe la organización por parte de personas que envían sus aportes por medio de GoFoundMe, Paypal y diferentes bancos aliados. En síntesis, la felicidad, cuando es entregada de manera desinteresada y pura, suele ser recibida de manera inmediata. Los miembros de Alma de Héroes, incluyendo a los canes, son muestra de la felicidad en su más sublime expresión: los perros sirven a los niños, quienes a su vez sirven a los perros. Y las personas detrás de este altruista proyecto dejan huella y transforman vidas de corazón.

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Perros siendo entrenados en la sede de la fundación, La Casa de Alma.

Pese a que en países como España y Estados Unidos hay terapias asistidas con perros desde hace décadas, no solo en personas que padecen enfermedades, sino también en privados de la libertad, ancianos y personas con diversidad funcional, en Colombia esto es relativamente nuevo, y la Fundación Alma de Héroes es pionera en este tipo de terapias asistidas. A un año de estar funcionando, la organización ha beneficiado a 22 pacientes con sus terapias, las cuales, en un principio, se realizaban directamente en los hogares de los pacientes. No obstante, eso acabó en febrero del presente año, cuando la fundación recibió su sede, ubicada en la localidad de Suba, en Bogotá, y a la cual bautizaron como La Casa de Alma. Una vez ahí, pusieron manos a la obra y, con la ayuda de expertos, crearon un cuarto sensorial

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CARICATURA

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Foto: Luisa Díaz Montes @digawhisky

Felicidad con los amigos

Fotoensayo



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