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Un pastor que camina al lado de su comunidad
Cercano, alegre y siempre dispuesto a compartir, a llevar el Evangelio y la misericordia de Dios a todos los rincones, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente del episcopado colombiano, visitó el sector de Tocaimita, en la localidad de Usme, sur de Bogotá.
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Este fue un encuentro pastoral marcado por un deseo especial: dar gracias a Dios por el don de su vida, reconociendo que su misión, su vocación, siempre se renuevan en el encuentro con sus hermanos sacerdotes, con las comunidades y con el rostro sufriente, necesitado de acogida y solidaridad.
“Festejar la vida con ellos es sentirnos hermanos, es estrechar los lazos de unidad, y es decirles que los amamos en Cristo (…) La cercanía con ellos me anima, como sacerdote, a reconocer mis faltas; a vivir la humildad; a compartir de verdad; a convertir el Evangelio en palabras, en actos. Esto me fortalece”, precisó.
Esta visita coincidió con la celebración del cumpleaños del arzobispo, quien quiso aprovechar la ocasión para, de la mano del párroco de El Señor del Monte de Galilea, el sacerdote Juan Carlos Matiz, y del Banco de Alimentos de Bogotá, manifestar un gesto de solidaridad con las familias vulnerables del sector.
La distancia entre los sectores, el frío y la lluvia, no mermaron el deseo de niños, jóvenes, adultos y personas mayores de encontrarse con su pastor. Desde tempranas horas, el sábado 4 de marzo, arribaron al templo llenos de gozo y ansiedad por el compartir que vivirían.
“Quiero agradecer al arzobispo porque son las bendiciones que llegan al barrio”, manifestó María Helena Herrera.
A su turno, Wilfrido Dueñas se mostró muy contento y agradecido con la visita; con la oportunidad de participar en la Sagrada Eucaristía presidida por el arzobispo; con el compartir posterior; y con el mercado recibido.
Al cierre de la jornada, 150 familias en situación de vulnerabilidad recibieron un mercado, por parte de la Arquidiócesis de Bogotá y del Banco de Alimentos.
Hermanos Heridos
Queremos orar, María por quienes nos persiguen, dura tarea es esta, tú bien lo sabes Madre, porque muchas veces el rencor y la venganza nos impiden bendecir. Madre, esta oración desde dentro hecha con valentía, con humildad y lágrimas, un día nos traiga la paz. A los hermanos heridos que nos persiguen, te los presentamos Madre. Por los hermanos heridos que nos calumnian, te suplicamos Madre de Dios. A los hermanos heridos que nos miran con odio, bendícelos Madre del Eterno Amor.
Madre, rescátanos con tu ternura del rencor y la venganza, que nuestros pasos cansados encuentren al fin reposo, para avanzar con gozo y caminar el Evangelio paso a paso junto a ti.
Amén