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La rebelión del Decano
559. Nota de Gilberto Castañeda dirigida al CSU, 25 de agosto de 1980.
La revolución es una necesidad no sólo para las grandes masas desposeídas, sino para todos aquellos que quieran vivir y pensar libremente. Nuestra Universidad deberá florecer como una Universidad del pueblo y para el pueblo, y para eso necesitamos absolutamente, de la revolución. Gilberto Castañeda
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Gilberto Castañeda estaba meditando una difícil decisión que afectaría su vida personal y profesional, pero también tendría repercusiones para la Facultad de Arquitectura. Había iniciado con permisos desde mediados de agosto y continuaría con una serie de notas y planteamientos que lo llevarían finalmente a rebelarse y declarar su posición públicamente. Una decisión que lo conduciría por un camino sin retorno.
La primera nota que, sobre el tema dirigió al CSU, data del 25 de agosto de 1980. En ella planteaba algunas ideas que posteriormente desarrollaría con mayor amplitud. En esa misiva revelaría su pensamiento y centraría su ataque en el gobierno, pero incluiría reclamos al mismo Consejo.
Es cierto que el ataque y hostigamiento sistemático que hemos sufrido hasta el 14 de julio de este año pareciera haber cesado pero no debemos engañarnos, la finalidad de lograr la intervención indirecta de nuestra Universidad vulnerando su autonomía real, aún cuando formalmente se le mantiene en el plano legal, persiste. Por ahora sólo deseo dejar constancia de mi preocupación por el sesgo que se le ha dado a la iniciativa de diálogo que se viniera impulsando a partir del 14 de julio […] En ningún momento se pretendió establecer un diálogo con el Poder Ejecutivo, el cual se ha manifestado siempre y en diversas ocasiones, renuente a dialogar con la Universidad, ha proferido ofensas diversas contra la institución y ha dado elementos de juicio que en última instancia no sólo constituyen señalamientos equivocados sobre nuestra Universidad, sino que además, convalidan la actuación de los matones a sueldo que se han dado a la tarea de asesinar, secuestrar, torturar y desaparecer a los universitarios.559
Resaltaba que la intención de la iniciativa era hacer evidente la posición agresiva y contraria a todo interés nacional del ministro de Gobernación Donaldo Álvarez en relación con la Universidad. Sostenía que impulsar un diálogo de ese tipo era equivocado y claudicante, máxime cuando paralelamente a la concertación y realización del diálogo se continuaba con el ataque a la Universidad, (ponía como ejemplo el secuestro del director de la Escuela de Ciencias Psicológicas, Lic. Julio Ponce). También reclamaba que el Consejo se hubiera negado a presentar un documento oficial que respaldara a quienes habían tenido la responsabilidad de asistir a ese diálogo. «Nos parece que continuar por ese derrotero no conducirá a
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560. Nota de Gilberto Castañeda ..., 561. Ídem.
562. CSU 40-80 1/ de 3 de septiembre. salir del abismo en que nos están hundiendo. Debe tenerse claro quiénes son los que nos atacan, qué persiguen con ese ataque, por qué nos atacan y, entonces, con perspectiva de largo plazo y no sólo pretendiendo resolver el ahora, asumir las posiciones que correspondan». Recalcaba que en lo personal no había querido avalar ese diálogo, que se había estado informando, pero no había asistido a las reuniones que con tal fin se habían hecho. «Si me hago presente quedan sólo dos posibilidades aceptar con mi silencio lo que ahí se diga o, consecuente con mi hacer y pensar, entro en un franco, desventajoso e inútil enfrentamiento con quienes no comparten mis puntos de vista. Las respuestas a las interrogantes planteadas me han conducido a fijar esta posición y me han conducido también, a reflexionar profundamente sobre el asunto. Invito a ustedes a hacerlo».560
El Decano seguiría madurando su intención, de tal manera que una semana después dirigiría otra nota, en este caso al Rector en funciones Lic. Romeo Alvarado, en la que expresaba que «las presiones y hostigamiento que de manera directa e indirecta he venido teniendo en las últimas fechas me han obligado a solicitar permiso en la Junta Directiva de la Facultad, en la quincena próxima pasada, para ausentarme de mis labores habituales». Resaltaba que había meditado sobre la situación que vivía, en lo personal y como autoridad universitaria, y que había tomado una resolución que debido a su naturaleza requería del conocimiento urgente del Consejo Superior Universitario. Por lo que respaldado en el artículo 12 de los Estatutos, pedía que se convocara a sesión el siguiente miércoles.561
El Rector en funciones atendió la solicitud. En la apertura de la sesión el Secretario hizo del conocimiento del Consejo que se había sido convocado a solicitud del Decano de Arquitectura a quien cedió la palabra para que explicara las razones de la reunión extraordinaria de emergencia. 562
El Decano indicó que consciente de los riesgos que corría, dispuso presentarse a ese organismo para relatar que era objeto de ostensible hostigamiento, lo cual incidía en la imposibilidad de realizar un trabajo o una vida normales. Expuso que esos hechos se enmarcaban en el ataque sistemático que había sufrido la Universidad que lo habían llevado a meditar detenidamente sobre la situación, sus causas y consecuencias previsibles. Estaba convencido de que la posición democrática y progresista, para lograr una Universidad científica comprometida con los intereses nacionales y las causas de las mayorías populares, ya no tenía cabida en ese momento. Seguidamente, el Decano dio lectura de la Carta al pueblo y a los universitarios de Guatemala contenida en seis páginas, de la cual se muestran algunas partes:
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563. Gilberto Castañeda. Carta al pueblo y a los universitarios. Fechada el 4 de septiembre de 1980. Anexo 1, del Acta 40-80 del 3 de septiembre de 1980. 2. En el momento actual, las masas populares ya no soportan las miserables condiciones de existencia que le son impuestas, ni tampoco la opresión y represión de que son víctimas al plantear sus justas reivindicaciones. Asistimos a una verdadera rebelión popular, frente a la cual el gobierno no tiene otra respuesta -y así lo ha demostrado- que la intensificación de la represión. Dentro de esta ofensiva antipopular se enmarca la represión en contra de la Universidad, la que tiene, por supuesto, características específicas. El régimen actual ha visto en la Universidad -autónoma, científica, consciente de su deber constitucional de participar en la solución de los problemas nacionales- un elemento de oposición que es necesario eliminar. Pero esta eliminación no significa forzosamente el cierre o la intervención descarada y abierta, sino que reviste formas más sutiles: el gobierno no pretende cerrar la Universidad y abrirla de nuevo por su cuenta; lo que pretende, y en cierta forma lo está logrando, es forzar a las autoridades universitarias a aplicar su política. Cerrarla acarrearía mayor descrédito, aunque el prestigio no parece preocuparle mayor cosa y abrirla por su cuenta sería una tarea que rebasa su capacidad. El objetivo es, entonces, que las propias autoridades de la Universidad, en su afán de sobrevivir como tales y de mantener una autonomía cada vez más ficticia, abandonen la función crítica y científica que le corresponde a la institución, que se anule la libertad de cátedra por la autocensura impuesta por el terror, y que la Universidad ya no cumpla en absoluto con el mandato constitucional de participar en la solución de los problemas nacionales.563
Las palabras de Castañeda tenían respaldo. La represión contra la Universidad la estaba obligando al abandono paulatino de las posiciones que se venían sosteniendo. La expresión más clara del terror hacia la institución fue la matanza indiscriminada del 14 de julio, pero el hostigamiento había comenzado mucho antes por lo que hace una narración de diversos asesinatos y hechos de violencia que afectaron a la población y a los universitarios, y que se convirtió en terror sistemático a partir de 1978. Ese año cuando el presidente de la República se había negado a considerar un incremento del presupuesto universitario argumentando que la Universidad era un centro subversivo. Castañeda consideraba que habían sido consecuentes con su espíritu democrático y habían tratado de contribuir a una salida viable para la institución.
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564. Castañeda. Carta al pueblo. 4. Pero que no sólo habían fracasado en el intento porque las condiciones objetivas no lo permitían, sino que como respuesta habían obtenido más represión, persecución y hostigamiento. Hizo referencia a que el último acto para continuar en ese esfuerzo había sido el apoyo inicial a la iniciativa del diálogo impulsada por el Consejo Superior Universitario, a raíz de la matanza el julio. En su nota del 25 de agosto dirigida al CSU señalaba que no había querido avalar ese diálogo. Sobre esto en su Carta al pueblo recalcó que mes y medio después de iniciado el diálogo estaba convencido de qué tal iniciativa había quedado bloqueada a la luz de los acontecimientos y, en cierto sentido, revertida, al ser asimilada por el sistema y transformada para articularla a su campaña ideológica contra quienes luchamos por una sociedad mejor. Señaló que la iniciativa de diálogo había servido para:
…crear una falsa tranquilidad y para que nuestros verdugos tomaran clara conciencia de los efectos que sus golpes han tenido en la institución. Mientras nosotros éramos incapaces de dar el golpe político que hubiera significado la suspensión de labores universitarias, como un acto de protesta que hiciera evidente la indefensión en que nos encontramos, el enemigo observó todo el destrozo causado y concluyó que su plan intervencionista ya no requería el salvajismo indiscriminado que había venido aplicando. Se encontró ante un cuerpo social amedrentado, asustadizo y timorato; cuadros de dirección diezmados por el asesinato, el secuestro y el exilio y, lo más importante, todo esto dentro de un clima de aparente normalidad. 564
Para Castañeda ya no era necesario continuar con la represión indiscriminada, además los sucesos del 14 de julio habían puesto al descubierto la responsabilidad del gobierno en el asunto. A esas alturas la Universidad se estaba desmoronando sola, poco a poco. Sólo era cuestión de tiempo y de que le aplicaran las presiones adecuadas en los puntos propicios. Si los ataques habían decrecido, era porque el gobierno estaba logrando sus propósitos. Pero recalcaba que la represión era una característica permanente del régimen. Sentenciaba:
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565. Gilberto Castañeda. Carta al pueblo y a los universitarios. Fechada el 4 de septiembre de 1980. Anexo 1, del Acta 40-80 del 3 de septiembre de 1980. 5 566. Ídem.
...estamos convencidos de que la posibilidad de derrocar al gobierno actual y sustituirlo por un gobierno de este tipo, nunca ha estado tan cerca como ahora. G. Castañeda
Mientras la Universidad o los universitarios continúen siendo independientes de alguna manera y políticamente consecuentes con nuestra patria, continuarán siendo blanco de la represión. […] Además, el gobierno cree también que en la Universidad se encuentran los dirigentes de las organizaciones revolucionarias, ya que subestima al pueblo y no puede concebir que las ideas revolucionarias surjan de él. Por eso pretende que la crisis no es el resultado de la ineficiencia del sistema y del descontento generalizado, sino de la simple acción agitativa de líderes políticos, por otra parte, ante su incapacidad de contener las luchas del pueblo, intenta presentar como éxitos los asesinatos de universitarios y ciudadanos desarmados y pacíficos, de esta manera, exhibirse ante los grupos de poder y el de las fuerzas que lo apoyan, como una alternativa contrarrevolucionaria eficaz. 565
Castañeda aseguraba que la respuesta a toda esta situación no podía darla la Universidad aislada como institución, sólo sería posible con el pueblo organizado y combativo con el que debían estar los universitarios. La crisis de la Universidad formaba parte de la crisis nacional y junto con ella debía solucionarse:
El problema de la educación superior sólo podrá resolverse bajo otro régimen y con otro gobierno; con un gobierno capaz de emprender las transformaciones revolucionarias que solucionen la crisis del sistema, representativo de los intereses mayoritarios del pueblo guatemalteco, por consiguiente, con un gobierno que sea auténticamente democrático. Y, para eso, estamos convencidos de que la posibilidad de derrocar al gobierno actual y sustituirlo por un gobierno de este tipo, nunca ha estado tan cerca como ahora. […] Tenemos ante nosotros un futuro promisorio que se está construyendo ya, día con día en las heroicas luchas de nuestro pueblo. Es imposible seguir tolerando la opresión de un régimen enemigo de la razón, que nos persigue y nos asesina por el único delito de intentar utilizar nuestras facultades intelectuales en beneficio de nuestra patria. La revolución es una necesidad no sólo para las grandes masas desposeídas, sino para todos aquellos que quieran vivir y pensar libremente. Nuestra Universidad deberá florecer como una Universidad del pueblo y para el pueblo, y para eso necesitamos absolutamente, de la revolución. Sólo así podremos cumplir por primera vez, cabalmente sus elevados fines. La lucha no puede reducirse, entonces, a los recintos universitarios, sino que debe fundirse plenamente con el conjunto de las luchas de nuestro pueblo.566
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567. Gilberto Castañeda. Carta al pueblo, 5. 568. Ibid, 6.
... sin renunciar a mi posición de Decano, asumo el compromiso de ausentarme temporalmente del recinto universitario, para dar mi aporte decidido a la tarea de imponer con la fuerza de nuestro pueblo un Gobierno Revolucionario, Popular y Democrático, que establezca las bases para el cambio de nuestra sociedad. G. Castañeda
En ese momento se tenía la percepción triunfalista que invadía a la guerrilla ante la caída del gobierno de Somoza en Nicaragua y el crecimiento de la lucha en El Salvador. Con la última declaración Castañeda había quemado los puentes para permanecer en el escenario institucional, no obstante, parecía seguro de que volvería con un nuevo gobierno revolucionario a retomar su cargo bajo condiciones más promisorias.
Por todo eso, y porque soy consecuente con la lucha que hoy se libra en nuestra patria; porque estoy convencido de que la Universidad ha quedado rebasada por la crisis; porque soy fiel al espíritu universitario que me animó a asumir el cargo de Decano; porque creo que es posible lograr una Universidad científica y progresista y veo en el presente obstáculos enormes para su desarrollo; porque se me oprime y reprime por mi manera de pensar; porque se me persigue por la posición inclaudicable mantenida en defensa de nuestra Universidad, y se me presiona de diversas maneras intentando instrumentarme al servicio del régimen; por saberme víctima de la injusticia y merecedor de una condición de vida mejor, y porque este desangramiento que hemos vivido en la Universidad me ha indicado el verdadero camino a seguir, por todo eso, sin renunciar a mi posición de Decano, asumo el compromiso de ausentarme temporalmente del recinto universitario, para dar mi aporte decidido a la tarea de imponer con la fuerza de nuestro pueblo un Gobierno Revolucionario, Popular y Democrático, que establezca las bases para el cambio de nuestra sociedad. Contribuiré de esta manera y por añadidura, a la resolución definitiva de la crisis universitaria que vivimos, y sólo entonces ejerceré con propiedad y el cargo que ocupo.567
Su estructurado y apasionado discurso concluía con una exhortación a todos los compañeros con quienes había compartido «este esfuerzo universitario ahora fracasado en su expresión tradicional, para que mediten sobre lo que aquí digo y que, consecuentes con el espíritu democrático que los anima, sepan asumir el compromiso de lucha que el momento actual demanda de todos nosotros como personas conscientes y capaces de participar en el proceso libertario que gesta nuestro pueblo».568
Al concluir la lectura de la Carta al Pueblo, Castañeda terminó de leer la nota de presentación al CSU en la que expresaba que su intención no era crear dificultad alguna a la Universidad, y consideraba conveniente dejar algunos elementos adicionales para consideración del Consejo.
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569. Nota de Gilberto Castañeda dirigida al CSU, 3 de septiembre de 1980. En primer término, afirmaba que no renunciaba a su cargo porque consideraba que la represión y el hostigamiento no eran argumentos válidos para alterar una decisión democrática, unánimemente respaldada por su Facultad en su elección a Decano. Además, tenía la convicción de que su ausencia significaba seguir al servicio de la Universidad y su futuro, en condiciones más favorables y con resultados concretos, en un plazo relativamente corto. Aseguraba que se ausentaría temporalmente para cumplir las tareas que ese momento demanda en ejercicio de la posición democrática y progresista que había mantenido; el triunfo en tal empresa significaría, indudablemente, la salida definitiva de la crisis que vive nuestra Universidad. Estaba consciente de que sus acciones lo colocaban fuera de la base legal del país que en consecuencia podrían causar alguna dificultad administrativa al Consejo, lo que no era su intención.
Finalmente, buscando viabilizar la situación administrativa, solicitó «permiso sin goce de sueldo, a partir del mes en curso, por el tiempo más amplio posible atendiendo al espíritu democrático y de compromiso con la patria que me anima, dentro de una comprensión integral del sentido universitario que nos ha orientado siempre».569
La Carta al pueblo y a los universitarios de Guatemala sería difundida por distintos medios de comunicación y tendría un gran impacto en la población guatemalteca y la comunidad universitaria, en especial, en arquitectura.
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570. Aguirre. Entrevista. 571. Castañeda. Entrevista. El Arq. Eduardo Aguirre resalta la impresión que les dejó esta decisión: «Yo era coordinador de nivel medio y estaba viendo todavía el EPS cuando salió en el periódico que el decano se iba a la montaña. Eso nos indignó a todos. Nos traicionó a los catedráticos, a sus coordinadores y nos dejó una racha de amenazas. Varios catedráticos nos tuvimos que ir. Yo me fui un buen tiempo a los Estados Unidos». 570
Durante años se habló del decano guerrillero, 42 años después de su salida del cargo se tuvo la oportunidad de preguntarle al respecto y respondió:
Yo nunca participé en el movimiento armado. En las noticias decían que miembros de las FAR declararon que yo era de sus integrantes, pero eso no era cierto.
Gilberto Castañeda
«Yo nunca participé en el movimiento armado. En las noticias decían que miembros de las FAR declararon que yo era de sus integrantes, pero eso no era cierto. Debí haber explicado mas claramente cómo me sumaba a la lucha del pueblo. Yo estaba pensando en el movimiento obrero, campesino, estudiantil, en los universitarios. Por eso sentí un golpe al día siguiente, estuvo muy fuerte el titular que sacó un periódico: “Decano de arquitectura se suma a la guerrilla”. Y me dije, si yo nunca hablé de la guerrilla. Yo dije que me sumaba a la lucha del pueblo. De hecho, ya tenía el plan de venirme a México y trabajar en la solidaridad y ayudar en lo que fuera necesario..571
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